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En éste artículo trataremos de plantear el concepto de competencia a partir de las ideas del
constructo teórico de esquema propuesto por Piaget, con el firme propósito de señalar cómo
es que este constructo explica al concepto mismo.
Abstract
The term of competence, is the concept of greater influence in the current educational
environment, however, we can also say that it is one of the least understood concepts.
This incomprehension has its genesis in the polysemy in which it has been inscribed,
because the way in which it is observed and described in the present responds more to a
theoretical-conceptual position than to an epistemic position.
In this article we will try to raise the concept of competence from the ideas of the
theoretical construct of the scheme proposed by Piaget, with the firm purpose of pointing
out how this construct explains the concept itself.
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El término competencia en las últimas décadas ha presentado una gran dificultad
para su significación debido a que, en términos generales es un concepto
polisémico. En este sentido se entiende que “La polisemia hace referencia a la
multiplicidad de significados que tiene una frase o expresión más allá de las
particularidades de sus signos” (Definición de:, 2015). De tal manera que la
polisemia del concepto de competencia es el producto de diversos significados que
se le han atribuido.
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Para atender éste propósito considero pertinente que abordemos al concepto desde
dos ámbitos: el histórico y el educativo.
En un rastreo histórico, se advierte que en los años 60’s, durante una serie de
entrevistas que le realizaron a Jean Piaget, le formularon la pregunta ¿Según su
perspectiva, hacia dónde tiene que encaminar sus objetivos la educación?, a lo que
de manera sucinta respondió “la escuela debe enfocar sus esfuerzos en ayudar a
los sujetos a ser competentes en su vida cotidiana”; para 1965, en el mismo sentido
de esta respuesta, Piaget argumenta:
Nada se sabe con precisión sobre lo que queda por ejemplo, de las
enseñanzas de geografía o historia en la cabeza de un campesino de 30 años
o sobre lo que un abogado ha conservado de los conocimientos de química,
física incluso geometría adquiridos en las clases del instituto (...).
Con este simple razonamiento se olvida que la enseñanza en todas sus formas
implica tres problemas centrales cuya solución está lejos de ser conocida y
sobre los que hay que preguntarse, además, cómo serán resueltos si no es
con la colaboración de los maestros o, al menos, de una parte de ellos:
2) Una vez escogidos estos fines (¿y por quién o con el consentimiento de
quién?) hay que determinar después cuáles son las ramas (o sus
particularidades) necesarias, indiferentes o contraindicadas, para alcanzarlos:
ramas de cultura, de razonamiento y, especialmente (lo que queda fuera de
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un gran número de programas), ramas de experimentación, formadoras de un
espíritu de exploración y control activo.
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Así pues, la competencia lingüística hace referencia a una estructura mental que se
encuentra implícita, genéticamente determinada y que se pone de manifiesto
mediante el llamado desempeño comunicativo, es decir cuando se utiliza en una
situación específica.
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La competencia comunicativa es el término más general para la capacidad
comunicativa de una persona, capacidad que abarca tanto el conocimiento de
la lengua como la habilidad para utilizarla. La adquisición de la competencia
está mediada por la experiencia social, las necesidades y las motivaciones y
la acción, que es a la vez una fuente renovada de motivaciones, necesidades
y experiencias. (Hymes, 1974, p. 15)
Pero dejemos un poco esos años y demos un salto en el tiempo a los años 90’s en
los que de manera abierta el concepto de competencia se hace presente en el
terreno educativo, en éste tiempo hace su aparición en la escena histórica el
sociólogo Philippe Perrenoud, en cuyo concepto de competencia advierte que:
Esta visión de las competencias, pone en el centro del debate la acción interiorizada
e intencional del sujeto desde sus esquemas que le permiten hacer frente a una
situación explícita y construir una respuesta adaptada a las exigencias del medio,
es decir, se trata de que el sujeto sea capaz de emitir una respuesta que no ha sido
memorizada con anticipación.
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En este sentido, un esquema desde la visión piagetiana, se presenta desde dos
aspectos; físicos e intelectuales, por lo que en una competencia las situaciones, los
recursos que moviliza, la naturaleza de los esquemas de pensamiento que permiten
la movilización y orquestación de los recursos pertinentes en situaciones complejas
y en tiempo real, hacen referencia a los recursos metacognitivos que el sujeto debe
poseer. En otras palabras:
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y no solamente desde la percepción, pues es un esquema el responsable de
vincular la actividad del sujeto con el objeto a través de las diferentes experiencias
que los sujetos vivencian cotidianamente, es decir, no se puede entender el
concepto de esquema sin referirnos a dicha acción como precursora de los
conocimientos.
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El resaltado es del autor
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tomados de diferentes autores, en los cuales se han resaltado algunas frases con
el propósito de señalar esta regularidad de la que hemos descrito:
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“Habilidad adquirida gracias a la asimilación de información pertinentes
y a la experiencia” (Belisle y Linard, 1996).
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estudiantes egresados de los diferentes niveles escolares, contaran con
herramientas cognitivo-prácticas que les permitiera insertarse en el mundo laboral.
Esta situación contribuyó todavía más a esta polisemia, pues en el PEP 2004 se
expone que una competencia es:
Fue necesario que en el Programa de Educación Primaria del 2009 apareciera una
cita de Perrenoud (1999) para tratar de explicar el concepto con el que la SEP
comulgaba en ese momento y que ayudara a centrar el debate sobre lo que
deberíamos entender como competencia, a lo cual se lee lo siguiente:
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La manifestación de una competencia revela la puesta en práctica de
conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en
contextos y situaciones diversas, por esta razón se concibe a la competencia
como la movilización de conocimientos (Perrenoud, 1999; citado en el
Programa de Educación Primaria, 2009, p. 40)
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Quizá el lector no concuerde con nuestra visión, sin embargo es impostergable que
el saber-hacer que encierra la competencia sea entendido a partir de esas
habilidades a las que mucho docentes se aferran, a la construcción del conocimiento
que otros tantos predican y a la movilización de saberes a la autoridad educativa se
ciñe.
Referencias bibliográficas
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Piaget, J. (1985). Psicología y Pedagogía. México: Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.
V.
SEP. (2004). PEP. MÉXICO D. F.: SEP.
SEP. (2009). PROGRAMA DE EDUCACIÓN PRIMARIA. MÉXICO D. F. : SEP.
SEP. (2011). ACUERDO 592. MÉXICO D. F.: SEP.
SEP. (2011). PEP. MÉXICO: SEP.
Vaca, U. J. (2015). ¿Qué demonios son las competencias? Aportaciones del
constructivismo clásico y contemporáneo. Xalapa, Veracruz. México: Universidad
Veracruzana;serie investigación No. 10.
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