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El concepto de competencia, su sentido polisémico

y su relación con el esquema de Piaget

Mtro. Miguel Ángel Bárcenas Hernández


Docente de la Maestría en Educación
de la Centenaria y Benemérita Escuela Normal del Estado
de Querétaro “Andrés Balvanera”.
profmiguel13@gmail.com

El término de competencia, es el concepto de mayor influencia en el medio educativo, sin


embargo, también podemos decir que es de los menos comprendidos. Esta incomprensión
tiene su génesis en la polisemia en la que se ha inscrito, pues la manera en cómo se le
observa y se le describe en la actualidad responde más a una postura teórico-conceptual
que a una postura epistémica.

En éste artículo trataremos de plantear el concepto de competencia a partir de las ideas del
constructo teórico de esquema propuesto por Piaget, con el firme propósito de señalar cómo
es que este constructo explica al concepto mismo.

Abstract

The term of competence, is the concept of greater influence in the current educational
environment, however, we can also say that it is one of the least understood concepts.
This incomprehension has its genesis in the polysemy in which it has been inscribed,
because the way in which it is observed and described in the present responds more to a
theoretical-conceptual position than to an epistemic position.

In this article we will try to raise the concept of competence from the ideas of the
theoretical construct of the scheme proposed by Piaget, with the firm purpose of pointing
out how this construct explains the concept itself.

Palabras clave: Polisemia, esquema, competencia,

1
El término competencia en las últimas décadas ha presentado una gran dificultad
para su significación debido a que, en términos generales es un concepto
polisémico. En este sentido se entiende que “La polisemia hace referencia a la
multiplicidad de significados que tiene una frase o expresión más allá de las
particularidades de sus signos” (Definición de:, 2015). De tal manera que la
polisemia del concepto de competencia es el producto de diversos significados que
se le han atribuido.

Algunos de estos significados son como el de agon, el cual desde su etimología


griega se refiere a “la contienda”, “desafío” o “disputa”; mientras que para el ámbito
laboral y educativo su raíz etimológica se encuentra en latín competere. En el laboral
hace referencia a la “responsabilidad” de alguien, es decir que “entra en el ámbito
de su competencia”, a diferencia del educativo en el que su acepción se refiere a la
“capacidad” que las personas poseen para desarrollar algo de manera adecuada,
que “es competente para utilizar sus conocimientos al enfrentarse a una dificultad
para resolverla con solvencia”.

Esta diversidad semántica está provocada por el significado que le brindemos al


concepto, resultando en consecuencia esta polisemia que, gracias a ella en la
actualidad existe una gran producción literaria sobre el tema y que en ocasiones
llega a confundir a los estudiantes y docentes.

El propósito de este artículo es atender solamente el ámbito educativo, debido a


que en él también se presenta el mismo fenómeno polisémico, producto de una
multiplicidad de definiciones en las que existen diferencias en el cómo se entiende
el concepto de competencia; dicho sea de paso, estas diferencias se centran más
en el orden de las teorías del conocimiento que en su base sustantiva
epistemológica.

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Para atender éste propósito considero pertinente que abordemos al concepto desde
dos ámbitos: el histórico y el educativo.

En un rastreo histórico, se advierte que en los años 60’s, durante una serie de
entrevistas que le realizaron a Jean Piaget, le formularon la pregunta ¿Según su
perspectiva, hacia dónde tiene que encaminar sus objetivos la educación?, a lo que
de manera sucinta respondió “la escuela debe enfocar sus esfuerzos en ayudar a
los sujetos a ser competentes en su vida cotidiana”; para 1965, en el mismo sentido
de esta respuesta, Piaget argumenta:

Nada se sabe con precisión sobre lo que queda por ejemplo, de las
enseñanzas de geografía o historia en la cabeza de un campesino de 30 años
o sobre lo que un abogado ha conservado de los conocimientos de química,
física incluso geometría adquiridos en las clases del instituto (...).

Con este simple razonamiento se olvida que la enseñanza en todas sus formas
implica tres problemas centrales cuya solución está lejos de ser conocida y
sobre los que hay que preguntarse, además, cómo serán resueltos si no es
con la colaboración de los maestros o, al menos, de una parte de ellos:

1) ¿Cuál es el fin de esta enseñanza?, ¿Acumular conocimientos útiles (y útiles


¿en qué sentido?), ¿Aprender a aprender?, ¿Aprender a innovar, a producir
algo nuevo en cualquier campo, tanto como a saber?, ¿Aprender a controlar,
a verificar o simplemente a repetir? Etc.

2) Una vez escogidos estos fines (¿y por quién o con el consentimiento de
quién?) hay que determinar después cuáles son las ramas (o sus
particularidades) necesarias, indiferentes o contraindicadas, para alcanzarlos:
ramas de cultura, de razonamiento y, especialmente (lo que queda fuera de

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un gran número de programas), ramas de experimentación, formadoras de un
espíritu de exploración y control activo.

3) Cuando se han escogido estas ramas es necesario, finalmente, conocer las


leyes de desarrollo mental para encontrar los métodos más adecuados al tipo
de formación educativa deseada. (Piaget, 1965, pp. 12-19).

Estos solamente fueron algunos acercamientos que desde la visión de Piaget se


realizaron en relación al tema que nos ocupa, pero cabe aclarar que no es producto
de su intelecto pues el concepto de competencia es propuesto por primera vez en
el campo de la lingüística por Noam Chomsky en su artículo Aspects of theory of
syntax (1965), y en el que se refiere a ella argumentando que:

Hacemos pues una distinción fundamental entre COMPETENCIA (el


conocimiento que el hablante-oyente tiene de su lengua) y ACTUACIÓN (uso
real de la lengua en situaciones concretas), sólo en la idealización establecida
en el párrafo anterior es la actuación reflejo directo de la competencia… La
distinción que aquí señalo está relacionada con la distinción
LANGUE/PAROLE de Saussure, pero es preciso rechazar su concepto de
LANGUE como mero inventario sistemático de unidades y más bien volver a
la concepción de Humblodt de la competencia subyacente como un sistema
de procesos generativos. (Chomsky, 1976, p. 6)

En otras palabras a la capacidad de producir y entender oraciones de una lengua,


Chomsky la denomina competencia lingüística y a la puesta en acción de esa
capacidad potencial, al desempeño lingüístico efectivo, actuación. De ahí que,
desde esta perspectiva, la competencia se define en términos de las capacidades
de un hablante-oyente pues las oraciones que produce efectivamente deben cumplir
con ciertos requisitos gramaticales, semánticos y fonéticos, la violación de alguno o
algunos de estos requisitos determinan su grado de aceptabilidad.

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Así pues, la competencia lingüística hace referencia a una estructura mental que se
encuentra implícita, genéticamente determinada y que se pone de manifiesto
mediante el llamado desempeño comunicativo, es decir cuando se utiliza en una
situación específica.

Posteriormente Dell Hymes (1970) escribe un artículo titulado “acerca de las


competencias comunicativas” en el cual pone de manifiesto algunas discordancias
con Chomsky, pues para él la competencia lingüística, en la cual un hablante-oyente
ideal en una comunidad lingüística ideal, deja fuera los factores socioculturales en
el que se produce el acto lingüístico, mismos que desde esta perspectiva son
fundamentales para el desarrollo de dichas competencias.

Al respecto objeta la manera en cómo define Chomsky la competencia lingüística y


propone un concepto más amplio, el cual denominó como competencia
comunicativa:

Dado entonces el supuesto de que la competencia de los usuarios de la lengua


incluye habilidades y criterios que son relativos a, e interdependientes con,
factores socioculturales, se puede ver cómo se podría extender la noción para
abarcar todos estos conceptos. (Hymes, 1970, pp. 21-22)

En otras palabras, la competencia comunicativa propuesta por Hymes hace


referencia al uso del lenguaje, enmarcado en los actos de comunicación
particulares, concretos, social e históricamente situados. Es una visión en la que los
diferentes aspectos de carácter socio-cultural resultan fundamentales en los actos
comunicativos en situaciones específicas de comunicación tomando en
consideración las exigencias del entorno, por tanto:

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La competencia comunicativa es el término más general para la capacidad
comunicativa de una persona, capacidad que abarca tanto el conocimiento de
la lengua como la habilidad para utilizarla. La adquisición de la competencia
está mediada por la experiencia social, las necesidades y las motivaciones y
la acción, que es a la vez una fuente renovada de motivaciones, necesidades
y experiencias. (Hymes, 1974, p. 15)

En términos generales ésta es una concepción que pone el énfasis de la


competencia en la capacidad de los sujetos no solamente en la producción verbal,
sino en los desafíos comunicativos.

Pero dejemos un poco esos años y demos un salto en el tiempo a los años 90’s en
los que de manera abierta el concepto de competencia se hace presente en el
terreno educativo, en éste tiempo hace su aparición en la escena histórica el
sociólogo Philippe Perrenoud, en cuyo concepto de competencia advierte que:

sólo existen competencias estables si la movilización de los conocimientos va


más allá de la reflexión que cada cual es capaz de realizar y pone en acción
los esquemas creados. Estudiemos esta noción, a la vez intuitiva y compleja,
omnipresente en la obra de Jean Piaget, retomada tanto en la investigación
acerca de las competencias como en didáctica, por ejemplo, por Vergnaud
[1990, 1994], a propósito de los campos conceptuales. (Perrenoud, 2008, p. 30)

Esta visión de las competencias, pone en el centro del debate la acción interiorizada
e intencional del sujeto desde sus esquemas que le permiten hacer frente a una
situación explícita y construir una respuesta adaptada a las exigencias del medio,
es decir, se trata de que el sujeto sea capaz de emitir una respuesta que no ha sido
memorizada con anticipación.

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En este sentido, un esquema desde la visión piagetiana, se presenta desde dos
aspectos; físicos e intelectuales, por lo que en una competencia las situaciones, los
recursos que moviliza, la naturaleza de los esquemas de pensamiento que permiten
la movilización y orquestación de los recursos pertinentes en situaciones complejas
y en tiempo real, hacen referencia a los recursos metacognitivos que el sujeto debe
poseer. En otras palabras:

diría más bien que una competencia organiza un conjunto de esquemas. Un


esquema es una totalidad constituida, que sirve de base a una acción o a una
operación de singular, mientras que una competencia de cierta complejidad
pone en práctica varios esquemas de percepción, de pensamiento, de
evaluación y de acción, que sirven de base a inferencias, anticipaciones,
transposiciones analógicas, generalizaciones, al cálculo de las probabilidades,
al establecimiento de un diagnóstico a partir de un conjunto de indicios, a la
investigación de informaciones pertinentes, a la formación de una decisión,
etc. (Perrenoud, 2008, p. 30)

En esta visión de la competencia salta a la vista de una manera explícita el concepto


de esquema desde la visión piagetiana, mismo que en palabras del mismo Piaget
se define de la siguiente manera: “Llamaremos esquemas de acción a los que, en
una acción, se pueden transponer, generalizar o diferenciar de una situación a la
siguiente, dicho de otra forma, lo que hay de común en las diferentes repeticiones
o aplicaciones de la misma acción”. (Piaget, 1973, p. 8)

Piaget no se refiere al concepto de esquema como una repetición en el sentido


conductual, sino a una repetición en la que cada evento es una aproximación
sucesiva en la apropiación del objeto, gestado desde el conflicto cognitivo, mismo
que promueve una actividad importante en el sujeto para vencer las resistencias
que le propone el objeto. Por lo tanto, el esquema debe ser observado como una
acción en la que el sujeto interacciona con un objeto, estructurándose mutuamente

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y no solamente desde la percepción, pues es un esquema el responsable de
vincular la actividad del sujeto con el objeto a través de las diferentes experiencias
que los sujetos vivencian cotidianamente, es decir, no se puede entender el
concepto de esquema sin referirnos a dicha acción como precursora de los
conocimientos.

Producto de esta significación pretendemos plantear que la polisemia del concepto


de competencia tiene una regularidad que, observada de esta manera nos permite
entender, que las diferencias son de carácter semántico pero no estructural, pues
semánticamente se puede comulgar con alguna teoría del conocimiento y así se
entenderá el concepto, sin embargo de manera estructural, es decir a partir de la
regularidad en las exposiciones del mismo, todas se encuentran bajo el influjo del
esquema, concepto que no vamos a desarrollar de manera extensa en éste artículo.

Sin embargo lo que sí podemos hacer es plantear cómo es observado dicho


concepto por Perrenoud abordado por Vaca (2015) cuando dice:

El constructivismo piagetiano, y muy particularmente su concepto de esquema,


que luego es identificado por él (refiriéndose a Perrenoud)1 con el de
habilidad, al discutir incluso los problemas de traducción de términos como
skill, ability (habilidad o aptitud), además de que usa frecuentemente los
términos capacidad e inteligencia (concebida más como un conjunto de
habilidades que como un proceso adaptativo). Aunque sin definirlos, a partir
de la manera en que los usa se pueden inferir aproximadamente los sentidos
que les atribuye. (Vaca, 2015, p. 48)

Para aclarar un poco lo que, de manera atrevida se ha expuesto en razón de la


estructura del concepto de competencia, presentamos al respecto algunos ejemplos

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El resaltado es del autor

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tomados de diferentes autores, en los cuales se han resaltado algunas frases con
el propósito de señalar esta regularidad de la que hemos descrito:

 “Son resultado de experiencias dominadas gracias a las actitudes y a los


rasgos de personalidad que permiten sacar partido de ellas” (Levy-Leboyer,
1997).

 Una competencia corresponde a “un saber actuar complejo que se apoya


sobre la movilización y la utilización eficaces de una variedad de
recursos”. (Tardif, 2003)

 “Conjunto estabilizados de saberes y saber-hacer, de conductas tipo, de


procedimientos estándares, de tipos de razonamiento, que se pueden
poner en práctica sin nuevo aprendizaje” (Montmollin, 1984).

 “Posesión y el desarrollo de destrezas, conocimientos, actitudes adecuadas


y experiencias suficientes para actuar con éxito en los papeles de la
vida” (FEU, 1984).

 “La capacidad de usar el conocimiento y las destrezas relacionadas con


productos y procesos y, por consiguiente, de actuar eficazmente para
alcanzar un objetivo” (Hayes, 1985).

 “La aplicación de las destrezas, conocimientos y actitudes a las tareas


o combinaciones de tareas conforme a los niveles exigidos en condiciones
operativas” (Prescott, 1985).

 “Conjunto específico de destrezas necesarias para desarrollar un trabajo


particular y puede también incluir las cualidades necesarias para actuar en
un rol profesional” (Jessup, 1991).

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 “Habilidad adquirida gracias a la asimilación de información pertinentes
y a la experiencia” (Belisle y Linard, 1996).

 “Saber combinatorio... cada competencia es el producto de una combinación


de recursos. Para construir sus competencias, el profesional utiliza un doble
equipamiento: el equipamiento incorporado a su persona (saberes, saberes
hacer, cualidades, experiencia,...) y el equipamiento de su experiencias
(medios, red relacional, red de información). Las competencias producidas
con sus recursos se encarnan actividades y conductas profesionales
adaptadas a contextos singulares” (Le Boterf, 1997).

 “(...) la competencia será considerada como el conjunto de recursos


disponibles para hacer frente a una situación nueva en el trabajo.”
(Guillevic 1991)

 “Las competencias son procesos complejos de desempeño con idoneidad


en un determinado contexto, con responsabilidad”. (Tobón 2006)

En los resaltados se aprecia cómo, independientemente de la línea de construcción


del conocimiento al que se refieran, tienen un común denominador: la acción y la
experimentación, acción que nos remonta al concepto de esquema de Piaget.

Ahora bien, el Estado mexicano, no escapó de la dificultad polisémica a la que nos


hemos referido, pues ante el debate internacional, nuestro país a principios del
presente siglo incorporó una concepción del concepto de competencia en el
Programa de Educación Preescolar (PEP, 2004), generando una gran dificultad en
la comprensión del mismo, pues no se desconocía que las competencias surgieron
en una de sus vertientes del interés para que las instituciones educativas, sobre
todo las de nivel superior, respondieran a exigencias laborales, en las que los

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estudiantes egresados de los diferentes niveles escolares, contaran con
herramientas cognitivo-prácticas que les permitiera insertarse en el mundo laboral.

Esta situación contribuyó todavía más a esta polisemia, pues en el PEP 2004 se
expone que una competencia es:

Un conjunto de capacidades que incluye conocimientos, actitudes, habilidades


y destrezas que una persona logra mediante procesos de aprendizaje y que
se manifiestan en su desempeño en situaciones y contextos diversos (…) Las
competencias, entendidas sintéticamente como la capacidad de utilizar el
saber adquirido para aprender, actuar y relacionarse con los demás, son el
referente para organizar el trabajo docente. (PEP, 2004, pp. 22-41)

El hecho que esta acepción centre su atención en la manifestación del desempeño,


hace referencia a la multicitada acción que el sujeto ejerce sobre el objeto y que
nuevamente nos remite al concepto de esquema, aunque en su momento el cuerpo
docente no lo haya entendido de esta manera y centró su debate en la exigencia
laboral, abandonando la visión de la construcción del conocimiento a través de
plantear situaciones problema a los estudiantes de los diversos niveles educativos.

Al respecto recuperemos la cita escrita en éste artículo (Cfr. p. 2) sobre los


problemas de la enseñanza planteadas por Piaget.

Fue necesario que en el Programa de Educación Primaria del 2009 apareciera una
cita de Perrenoud (1999) para tratar de explicar el concepto con el que la SEP
comulgaba en ese momento y que ayudara a centrar el debate sobre lo que
deberíamos entender como competencia, a lo cual se lee lo siguiente:

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La manifestación de una competencia revela la puesta en práctica de
conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en
contextos y situaciones diversas, por esta razón se concibe a la competencia
como la movilización de conocimientos (Perrenoud, 1999; citado en el
Programa de Educación Primaria, 2009, p. 40)

Y aquí nuevamente se presenta el esquema a partir de la puesta en práctica de


conocimientos, habilidades, actitudes y valores que promueven la competencia.
Ahora bien, en dicho programa también se argumenta que el trabajo docente no
está centrado solamente en el hacer, sino que se sustenta en cuatro pilares que en
el transcurso de la vida de los estudiantes serán considerados como pilares del
conocimiento: aprender a conocer, que proporciona los instrumentos para la
comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender
a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades
humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos
de los tres anteriores.

Finalmente en el trabajo educativo deberá tenerse presente que una competencia


no se adquiere de manera definitiva: se amplía y se enriquece en función de la
experiencia, de los retos que enfrenta el individuo durante su vida, y de los
problemas que logra resolver en los distintos ámbitos en que se desenvuelve.

En conclusión, lo que se ha venido manejando a lo largo de éste artículo es que, si


bien es cierto que el concepto de competencia hoy posee muchos significados,
estos son provocados más por las diferentes teorías del conocimiento a las cuales
cada uno de nosotros nos adherimos, sin embargo, si hacemos un análisis a fondo,
nos daremos cuenta que estas definiciones tienen como común denominador la
acción, la experiencia, la movilización de saberes, mismos que nos remiten al
concepto de esquema de Piaget.

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Quizá el lector no concuerde con nuestra visión, sin embargo es impostergable que
el saber-hacer que encierra la competencia sea entendido a partir de esas
habilidades a las que mucho docentes se aferran, a la construcción del conocimiento
que otros tantos predican y a la movilización de saberes a la autoridad educativa se
ciñe.

En pocas palabras, es impostergable que la discusión se centre en la acción, en la


experiencia y en la experimentación como un recurso metacognitivo que nos permita
desenmarañar la polisemia en la que estamos atrapados para dar paso al análisis
de la importancia de promover el desarrollo de las competencias a partir de los
esquemas, que a la larga es lo único que tiene en común la gran cantidad de
concepciones producidas al día de hoy.

Es pues impostergable que si el acuerdo 592 asume que “una competencia es la


capacidad de responder a diferentes situaciones, e implica un saber hacer
(habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las
consecuencias de ese hacer (valores y actitudes). (Acuerdo 592, 2011; 22),
entonces realicemos el trabajo didáctico sabiendo que el esquema es nuestro aliado
en el desarrollo de nuestro quehacer docente.

Referencias bibliográficas

Chomsky, N. (1976). Aspectos de la teoría de la sintaxis. Madrid, España: Aguilar.


Definición de:. (8 de octubre de 2015). Obtenido de
http://definicion.de/polisemia/#ixzz3o8KadVaj
Hymes, D. (1970). Acerca de la competencia comunicativa, en forma y función No. 9
(1996). Santa Fé, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Hymes, D. (1974). Hacia etnografías de la comunicación en: Antología de estudios de
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regulaciones orgánicas y los procesos cognoscitivos. México D.F.: Siglo XXI.

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V.
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SEP. (2009). PROGRAMA DE EDUCACIÓN PRIMARIA. MÉXICO D. F. : SEP.
SEP. (2011). ACUERDO 592. MÉXICO D. F.: SEP.
SEP. (2011). PEP. MÉXICO: SEP.
Vaca, U. J. (2015). ¿Qué demonios son las competencias? Aportaciones del
constructivismo clásico y contemporáneo. Xalapa, Veracruz. México: Universidad
Veracruzana;serie investigación No. 10.

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