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En primer lugar agradezco la invitación y la oportunidad que me dan para compartir con
ustedes algunas ideas y juntos pensar los desafíos actuales que se presentan a nuestra
reflexión teológica y especialmente a la teología de la liberación. Justamente quiero
comenzar diciendo que la teología de la liberación entre muchos aportes que hizo a
nuestras vidas, está el hecho de enseñarnos a mirar la realidad estructuralmente,
sistémicamente, integralmente en todo aquello que amenaza la vida. Es decir, podemos
afirmar que Dios tiene un modo de intervenir, de conspirar en la integridad de la
historia, en la integridad de la vida, no aisladamente. Por ello pienso que una teología,
por más contextual que sea, siempre debe ayudarnos a mirar esa integridad de la vida, la
vida en su conjunto. Esta idea la quiero enfatizar porque creo que estamos en un tiempo
en el que incluso nuestras teologías corren el riesgo de fragmentarse, al punto de
desembocar en una incapacidad de ver el todo más allá de las partes.1
1
A propósito, en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco indica: “El todo es
más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas. Entonces, no hay que obsesionarse
demasiado por cuestiones limitadas y particulares. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un
bien mayor que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario
hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo
pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia” (235).
2
El Papa Francisco, en la Encíclica Laudato Sí, habla de las innumerables consecuencias de esta práctica
egoísta: “somos testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende obtener importantes
Este sistema, esta estructura de poder cuyo único objetivo es la acumulación de riqueza,
lo hace sobre la base de la explotación. Para justificarse y no levantar sospechas sobre
ese objetivo perverso, el sistema internaliza sus valores en el sentido común de la
población mundial. Esos valores se reproducen en forma de deseos, aspiraciones,
afectos u horizontes de vida de modo que llegan a ser prácticamente incuestionables. De
este modo se construye un sujeto y se reproduce una subjetividad. Esa subjetividad a la
cual denominamos individualista, egoísta, y cuya nota es la fragmentación. Una
estructura de este tipo es descrita en el documento de Aparecida:
Sobre este sujeto, un sujeto fragmentado, conviene poner nuestra atención, porque
siendo parte de una estructura, pasa desapercibido, o más bien, pasa encubierto, como
no siendo producto de un sistema o estructura. Intentaremos describir a este sujeto a
partir de dos tipos de fragmentación: 1) fragmentación histórica, 2) fragmentación
social.3
¿En qué consiste el desconocimiento de la historia? Significa ignorar los procesos y las
dinámicas sociales, por tanto históricas, que nos han llevado a la configuración de este
sistema, o de cualquier otro. Es decir, vivimos en una sociedad que ha desarrollado el
hábito de una amnesia programada, puesto que nos gusta, nos llama la atención y nos
interesa solo lo nuevo o lo novedoso. Tenemos una mirada colectiva puesta
paradójicamente únicamente en el futuro. Descartamos lo anterior, lo antiguo como algo
no fundamental para tomar en cuenta, como algo que se tiene que desechar. Hasta en el
lenguaje común se suele escuchar que siempre hay que hacer “borrón y cuenta nueva”.
La historia pasa como una simple anécdota y no como un aprendizaje significativo.
beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la
degradación ambiental.” (LS. 36).
3
En esto sigo las reflexiones de Concepción Ortega.
La amnesia programada resulta de la idea y de la práctica que sobrevalora el presente,
el ahora, el aquí. Pero se trata de una sobrevaloración hedonista. Se escucha por todas
partes que se debe vivir con intensidad, vivir con plenitud, entendido en muchos casos
que ese vivir es un disfrutar o un gozar, un vivir desprendido del pasado como del
futuro. Ese vivir gozando se puede traducir como vivir comprando, vivir consumiendo.
Nada más perfecto para el sistema, tener sujetos que disfrutan, solo disfrutan del
presente consumiendo.
Por otro lado, ¿en qué consiste el debilitamiento de los macro relatos? Si entendemos
por macro relatos aquellos proyectos ideológicos, religiosos y/o políticos al margen de
los cuales no era posible pensar el destino de la humanidad, entonces los podemos
nombrar: cristianismo, marxismo, capitalismo, iluminismo,4 etc. Estos macro relatos
tiene en común el hecho de mostrar a la humanidad un horizonte de sentido macro, una
visión teleológica de la historia, un futuro deseado al cual hay que dirigirse. En la
actualidad el debilitamiento de estos macro relatos, por ejemplo la del cristianismo,
implica hasta cierto punto la pérdida de cierto horizonte de sentido, y la aparición de
sentidos para la vida espontáneos, esporádicos o temporales.
Uno de los primeros efectos es el que se denomina quiebra causal. Ésta quiere decir que
la población supone que el sistema en el cual vivimos surge por generación espontánea.
Es decir, estamos en sociedades que no logran establecer con claridad la relación que
existe entre causa y efecto, relacionado con la aparición de este sistema. Lo cual,
además nos lleva a la creencia que el sistema es inmutable. Podríamos decir que si
creemos que el sistema apareció mágicamente también creemos que el sistema va a
desaparecer mágicamente. A esto se refieren mucho cuando afirman que “no se puede
salir del sistema”, hay que entrar sí o sí. Escuché esta expresión “fuera de la
globalización no hay salvación”. Cuando uno se pregunta cómo es que llegamos a
sostener que este sistema es incuestionable, no podemos hacer otra cosa que reconocer
nuestra falta de conexión causal de los procesos históricos y políticos que
desembocaron en la situación actual.
4
Lyotard en su libro “La posmodernidad explicada a los niños” menciona estos macro relatos.
Otro efecto es el que se denomina amputación semiótica de la noción de alternativa. En
otras palabras esto quiere decir una pérdida de nuestra capacidad imaginativa más allá
del sistema, por fuera del sistema. En los referentes históricos de la población no se
encuentra opción al modelo de vida que promueve cotidianamente el sistema. O, si
surge algún modelo alternativo, el sistema ha creado en los afectos o los sentimientos un
impulso que anula esas alternativas, negándolas como posibles. Entonces, se usan frases
como: “es imposible”, “es difícil”, “es complicado”, “es inútil”, “no hay nada que
hacer”. Las alternativas que por un lado u otro aparecen son tenidas como
descabelladas, simplemente fantasiosas, carentes de posibilidad; definitivamente no
entran en los imaginarios siquiera. Por otro lado, estos mismos afectos son subsumidos
por el sistema para incorporarlos en su propia expansión interna, pero nunca en
condición de su transformación externa.
Otro efecto, es al que denomino el efecto Messi del sistema. Si uno se pone a pensar en
el sentido común de mucha gente, el jugador de futbol Leonel Messi es tenido como el
mejor jugador del mundo. Muchos aceptan esa idea como verdadera sin más. Esa idea
se ha internalizado a nivel global de tal modo que es incuestionable y, más aún, si hay
afirmación en contrario tendría que demostrarse. O es decir, es verdad solamente porque
todo el mundo lo cree. Al sistema le pasa algo parecido, puesto que se ha instalado la
creencia en la población que el modelo de vida no tiene que demostrar que es el mejor,
porque simplemente lo es, y es así porque se cree que el sistema es omnipresente, está
en todas partes sin excepción. Mucha gente para fundamentar su afiliación al sistema
enumera todos los países o sociedades que viven bajo el modelo del sistema, y de ahí
concluyen que “si está en todas partes, entonces es el mejor sistema”.
Esta realidad nos lleva a otro concepto. A través de distintos mensajes o símbolos se
instala en la población la idea del emprendimiento, como una carrera de éxito, en cuyo
camino los otros, a quienes definimos como competencia, no son otra cosa que
obstáculos. Para instalar estas nociones de emprendimiento el sistema introduce con
insistencia la concepción individualista de la convivencia. Es decir, el individuo
subordina naturalmente las necesidades de la colectividad a sus propias necesidades, o a
las necesidades de su entorno más pequeño. Para ello, se desarrollan unos mecanismos
de incidencia que buscan lograr estos efectos.
Otro efecto podemos describirlo así. Estamos en medio de una población que tiene
grandes dificultades para establecer la continuidad entre motivación y acción. Es decir,
el sistema presiona de tal modo que el éxito ya no se entiende como producto de mis
esfuerzos y acciones, sino, se lo espera como algo mágico, milagroso, o como un golpe
de suerte. O tal vez, como un golpe de suerte procurado. Me alarmó escuchar en los
últimos años que en la ciudad de Cochabamba ocurrieron varios homicidios de hijos a
sus padres o hermanos. El motivo, la herencia. Se trata de jóvenes tan desesperados de
triunfar en la vida y adquirir los bienes materiales que ello significa que no dudaron en
usar los medios más inhumanos para ello.
Finalmente, otro efecto que podemos advertir es que nos movemos frente a sujetos
sobrevalorados. Es decir, se trata de sujetos que buscan la valoración, por ejemplo, de
sus opiniones solamente por ser sus opiniones. No establecen una relación causal sobre
el compromiso que les supone el dar sus opiniones. La palabra, en este caso, pierde su
valor fundamental, el de develar al sujeto y hacerlo partícipe de una comunidad, y, más
bien, adquiere la fachada de ser una mera táctica de la coexistencia.