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Mario Gallardo
Ocho años después, bajo en influjo de los aires renovadores que soplan en esta parcela
tercermundista, me animo a compartir una bitácora mínima de algunas de las lecturas que
trajo este 2018, el año sin Nobel de Literatura. Según dicen algunos, ante la amenaza de
que el movimiento #MeToo señalara a la todopoderosa Academia Sueca por las denuncias
de acoso sexual y corrupción que afectaron la credibilidad de la institución y condujeron a
la renuncia de varios de sus miembros, entre ellos la de su presidente, Sara Danius, y la de
la escritora Katarina Frostenson, cuyo marido, el francés Jean-Claude Arnault, fue acusado
de acosar y abusar de 18 mujeres. Se presume que Arnault utilizaba un centro cultural —
del cual era director, y que se había constituido en el gran mostrador de la escena cultura
sueca— para acosar a las mujeres. Mientras que otros aseguran que la mayoría de los
académicos aún no digieren la vergüenza de haber otorgado el Nobel de Literatura a Bob
Dylan.
Sin más, aquí va la lista de mis lecturas destacadas en este 2018 (no necesariamente de
libros publicados en 2018, eso en Anchuria es impensable, sobre todo en la tórrida San
Pedro Sula donde, de no ser por el viajecito ocasional y las sorpresas trimestrales en
Metromedia, estaríamos en la más absoluta orfandad editorial):
1. Lincoln en el Bardo, George Saunders. Reconocido como uno de los grandes maestros
del relato corto, esta primera incursión de Saunders en la novela le valió para obtener el
Man Booker Prize for Fiction 2017. Celebrada como una “novela polifónica” Lincoln en el
Bardo es una lectura exigente y puede resultar un doloroso tour de force para el amante de
los placeres fáciles.
3. La profundidad del mar Amarillo, Nic Pizzolatto. Si la lectura de Galveston había sido una
sorpresa extraordinaria, el hallazgo de estos cuentos del celebrado guionista de la serie
“True Detective” revela a un narrador formidable, en pleno ejercicio de su madurez,
heredero de la notable tradición del relato corto norteamericano que va de Hawthorne y
Poe a Hemingway, Cheever y Munro.
6. Según venga el juego, Joan Didion. Mejor conocida por sus textos más recientes (El año
del pensamiento mágico y Noches azules) donde condensa y recicla el dolor ante la pérdida
de su esposo e hija, en esta novela Joan Didion apunta a radiografía del glamour californiano
en las décadas de los 60 y 70. Sobre el estilo de Didion se ha ponderado la importancia de
la elipsis, su devoción por el fragmento y el afán realista que transmiten sus páginas, de
todo esto hay en este texto que Random House rescata en esta nueva edición.
7. El pordiosero y el dios, León Leiva Gallardo. Las 18 narraciones que integran esta primera
incursión en el cuento de Leiva Gallardo, revelan la versatilidad estilística del autor de
Guadalajara de noche y La casa del cementerio. Narrador puntilloso e incisivo, en estos
textos explora los recovecos de la condición humana en diversos contextos y geografías,
haciendo gala de una variedad de recursos que confirman su madurez y dominio.
9. Una novela criminal, Jorge Volpi. Ganadora del Premio Alfaguara 2018, esta novela
recrea la historia de Florence Cassez, francesa que fue condenada a 60 años de cárcel por
su supuesta participación en varios secuestros junto al mexicano Israel Vallarta, en
diciembre de 2005. El caso desató un conflicto diplomático en el que intervinieron los
presidentes Sarkozy y Calderón así como sus sucesores Hollande y Peña Nieto. Su lectura
evidencia la acumulación de irregularidades que rodearon los hechos, para lo cual Volpi
presenta todo tipo de pruebas (informaciones, cartas, el sumario del juicio, reportajes
reales y obras basadas en el caso), pero —y ahí está afincado su carácter literario— todo
este material ha sido “trabajado” hasta darle la forma de un vertiginoso thriller, no exento
de no menos interesantes pasajes metanarrativos, que tiene como música de fondo la
corrupción que contamina toda la escena mexicana.
10. No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles, Patricio Pron. “El narrador
argentino de los títulos largos”, así distinguen algunos libreros a este escritor y académico
que en sus obras navega a media asta entre la ficción y lo real. De 1945 a 1978, del grupo
de futuristas que asistiría a un fallido congreso de literatura fascista a la búsqueda de una
obra perdida de un escritor ficticio, esta novela magnífica viaja a través del tiempo y, por si
esto fuera poco, también puede leerse como un ensayo que denuncia la alianza entre
fascismo y modernidad, que contamina y se expande hasta un futuro cercano.