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PRODUCCION DE HORMONAS OVARICAS

Los ovarios funcionales normales sintetizan y secretan esteroides sexuales (estrógenos,


andrógenos y progesterona) en un patrón muy preciso que depende en parte de las
gonadotropinas hipofisarias, FSH y LH. Los productos de secreción más importantes de la
biosíntesis de los esteroides ováricos son la progesterona y el estradiol. Sin embargo, los
ovarios también secretan estrona, androstenediona, testosterona y 17α-
hidroxiprogesterona. Los esteroides sexuales preparan al útero para la implantación del
óvulo fertilizado. Si ésta no ocurre, la esteroidogénesis ovárica desciende, el endometrio
se degenera y sobreviene la menstruación.

TEORIA DE LAS DOS CELULAS

Makris y Ryan, en 1975, proponen la teoría de las dos células para tratar de explicar la
producción de estrógenos, luego de las observaciones de que las células de la teca
interna contienen receptores específicos de LH y en respuesta a la administración
exógena de LH sintetizaban básicamente andrógenos; mientras que las células de la
granulosa tienen un sistema activo de aromatización, que se estimula con la FSH4

Esta teoría propone que las células de la teca interna en respuesta a la estimulación de la
LH, secretan androstenediona, que se libera de dichas células, difundiendo a través de la
lámina basal del folículo y penetrando en las células de la granulosa. La FSH estimula
receptores de las células de la granulosa. que inducen la aromatasa, enzima que hace
que la androstenediona, que ha difundido a dichas células, se convierta en estrógenos.
Este estrógeno sintetizado de esta manera, pasa a la circulación y al líquido folicular. Los
datos experimentales no excluyen por completo la posibilidad de que las células de la teca
produzcan algo de estrógeno folicular.
ESTEROIDOGÉNESIS DURANTE LA VIDA

INFANCIA

Los ovarios humanos pueden producir estrógenos desde la octava semana de gestación,
pero en cualquier momento del desarrollo fetal se sintetiza una cantidad muy pequeña de
esteroides.

Las concentraciones circulantes de gonadotropinas, LH y FSH, varían de forma


considerable en las diversas etapas de la vida de una mujer. Durante el segundo trimestre
del desarrollo fetal, las concentraciones plasmáticas de gonadotropinas se elevan en
forma similar a la que se observa en la menopausia . El eje hipotálamo-hipófisis fetal
sigue madurando durante el segundo trimestre del embarazo y su sensibilidad a las
concentraciones elevadas de estrógenos y progesterona secretados por la placenta es
cada vez mayor. En respuesta a las concentraciones elevadas de estos esteroides, las
gonadotropinas fetales descienden antes del nacimiento. Después, las concentraciones
de gonadotropinas se elevan en forma repentina por la separación de la placenta, que
elimina la inhibición generada por los esteroides placentarios. Las concentraciones
elevadas de gonadotropinas del recién nacido persisten durante los primeros meses de
vida y descienden al principio de la infancia.

PUBERTAD

Uno de los primeros signos de la pubertad es el aumento en la secreción de LH durante el


sueño. Con el tiempo, la secreción de gonadotropinas aumenta también durante el día. En
niñas premenárquicas y mujeres posmenopáusicas la cantidad de FSH es mayor en
comparación con la de LH. Durante los años reproductivos, la LH excede a la FSH,
invirtiendo esta relación. La concentración elevada de gonadotropinas estimula la
producción ovárica de estradiol.

Niveles altos de estrógenos incrementan el crecimiento e inducen la maduración de los


genitales femeninos internos y externos y el desarrollo del fenotipo femenino, incluyendo
la maduración mamaria (telarquia). La activación del eje hipófisis-suprarrenal provoca una
mayor producción suprarrenal de andrógenos que se acompaña de la aparición de vello
axilar y púbico (adrenarquia o pubarquia). Por último, la concentración elevada de
gonadotropinas estimula la ovulación y la menstruación, iniciando así la menarquia. Este
proceso tarda alrededor de tres a cuatro años.
El diagrama superior ilustra las variaciones en la secreción de hormona luteinizante (LH) durante el día y la noche a lo
largo de diferentes etapas de la vida. El diagrama inferior muestra las variaciones en las concentraciones de LH y de la
hormona estimulante del folículo (FSH) durante diferentes etapas de la vida en la mujer. (Rediseñada de Carr, 1998, con
autorización.)

MENOPAUSIA

Los ovarios posmenopáusicos contienen pocos folículos, por lo que las concentraciones
plasmáticas de estrógenos e inhibina disminuyen de manera considerable una vez que se
interrumpen los ciclos ovulatorios. Al perderse esta retroalimentación negativa, las
concentraciones de LH y FSH se elevan en gran medida en las mujeres
posmenopáusicas. La concentración elevada de LH estimula la producción de esteroides
C19 (en especial de androstenediona) en las células del estroma ovárico. Esta hormona,
al igual que los andrógenos suprarrenales, es convertida por los tejidos periféricos en
estrona, el principal estrógeno plasmático de las mujeres posmenopáusicas. El mejor sitio
para la conversión de androstenediona a estrona es el tejido adiposo; esta
biotransformación periférica está correlacionada de forma directa con el peso corporal.
Para una masa determinada, la biotransformación es mayor en mujeres posmenopáusicas
que en mujeres premenopáusicas. Esta concentración reducida de estrógenos circulantes
es insufi ciente para proteger contra la pérdida ósea.
PÉPTIDOS GONADALES Y CICLO MENSTRUAL

SISTEMA ACTIVINA-INHIBINA-FOLISTATINA.

Los ovarios sintetizan y secretan un grupo de factores peptídicos: inhibina, activina y


folistatina. La concentración sérica de inhibina varía de forma considerable durante el ciclo
menstrual. Al principio de la fase folicular, la FSH estimula la secreción de inhibina B en
las células de la granulosa. Sin embargo, la concentración elevada de inhibina B
circulante amortigua la secreción de FSH en las siguientes etapas de la fase folicular,
Durante la etapa lútea, la LH regula la producción de inhibina, cambiándola de inhibina B
a inhibina A. La concentración de la primera alcanza su punto máximo a la mitad de la
fase lútea, disminuye cuando se pierde la función luteínica y permanece baja durante la
transición luteínica-folicular y el principio de la fase folicular.

Gráfica que muestra los cambios en las concentraciones de gonadotropinas, inhibina y esteroides sexuales durante un
ciclo menstrual normal. En la primera gráfica, se observa el pico de hormona luteinizante (LH) (línea púrpura) y la
concentración de hormona estimulante del folículo (FSH) (línea rosa). En la gráfica central se muestran los cambios en
las concentraciones de inhibina A e inhibina B. Nótese que la concentración de inhibina B (línea verde) alcanza un
máximo temporal cerca del pico de LH a la mitad del ciclo, mientras que la elevación máxima de la inbihina A (línea
naranja) se produce varios días después de este suceso. En la tercera gráfica, se observa la elevación de la concentración
de estradiol (línea roja) antes del pico de LH y a la mitad de la fase lútea. El nivel de progesterona (línea azul) alcanza su
punto máximo a la mitad de la fase lútea. E2, estradiol; P4, progesterona.
La relación inversa entre las concentraciones circulantes de inhibina y la secreción de
FSH es consistente con una función de retroalimentación negativa de la inhibina sobre la
regulación de la secreción de FSH. La concentración sérica de activina es reducida
aunque detectable, y permanece estable durante el ciclo menstrual. Asimismo, la
concentración de folistatina se mantiene sin cambios durante el ciclo reproductivo. De
hecho, la concentración de folistatina circulante es similar en pacientes con defi ciencia de
GnRH y en mujeres posmenopáusicas u ooforectomizadas. Estos datos indican que la
folistatina circulante no se deriva del ovario, aunque su origen se desconoce. Casi toda la
folistatina se une a la activina durante el ciclo menstrual. Por consiguiente, aunque los
ovarios producen activina y folistatina, estos factores actúan de manera circunscrita en
lugar de regular la función de los gonadótropos.

FACTOR DE CRECIMIENTO SIMILAR A LA INSULINA (IGF).

Las gonadotropinas estimulan la producción de IGF-II en las células de la teca, de la


granulosa y de la granulosa luteinizada. Los receptores de IGF se expresan en las células
de la teca y de la granulosa, apoyando así una función autocrina/paracrina del folículo. La
hormona estimulante del folículo también gobierna la expresión de las proteínas
transportadoras de IGF. Este sistema, aunque es complejo, permite regular con detalle la
actividad.

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