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Hombre: naturaleza indefinida

1. La pregunta por sí mismo


La reflexión filosófica ha acompañado al hombre a lo largo de su existencia,
puesto que es el único ser que se ha cuestiona sobre sí mismo y sobre el mundo
que lo rodea. El hombre posee una naturaleza distinta a la de los demás seres,
que se caracteriza por tener la capacidad de autogobernarse, y con la cualidad
de poder comprenderse a sí mismo como un ser individual y, a la vez, como
parte de una sociedad en la que interactúa con sus semejantes.

En esta reflexión que el hombre hace sobre sí, se pregunta, primeramente,


por su existencia, secundariamente por su obrar y su esperar. De esta manera
trata de responder a esa pregunta inicial de toda antropología ¿Qué es el
hombre? Muchas son las propuestas que se han ofrecido a lo largo del devenir
de la historia.

Dentro de esta oferta de respuestas aparece en la época conocida como el


Renacimiento el célebre discurso sobre la dignidad del hombre del pensador
Mirandolano, Juan Giovanni Pico1 quien trata de manera poética mostrar
aquello que hace que el hombre sea lo más admirable. En su obra el renacentista
«hizo patente la necesidad de revisar y reescribir el mito en torno al cual se
retorcían antiguas concepciones del hombre que él pretendía rescatar».2

1
Juan Giovanni Pico perteneció a la nobleza de los Mirandola, señores del condado de Concordia. Nació el 24
de febrero de 1463 y falleció, probablemente envenenado, el 17 de noviembre de 1494 cuando había cumplido
sólo treinta y un años de vida, al final de sus días fue asistido espiritualmente por Fray Girolamo Savanarola,
su gran amigo. Estudió derecho canónico en la universidad de Bolonia, letras en Ferrara, filosofía en Padua.
Sucesivamente viajó a Pavía para continuar sus estudios de filosofía y aprender el griego antiguo. En 1484 se
integró a la Academia Platónica, en Florencia, donde conoció a Marsilio Ficino, Agnolo Poliziano y Lorenzo
de Medici.
2
ESMORÍS, Lorena Galán, «Del mito al logos moderno: Giovanni Pico della Mirandola o el hombre en busca
de imagen», Logos. Anales del Seminario de Metafísica L (2017) 106.
2. Creación de Dios

El principio básico del pensamiento del mirandolano es que él considera que el


hombre creado por Dios. La creación del hombre en este nuevo relato mítico
llega cuando ya todo está hecho, se asoma a un mundo lleno y ordenado al que
no le queda nada por repartir ni lugar alguno por ocupar en la cadena del ser.

Pero, concluido el trabajo, buscaba el Artífice alguien que apreciara el plan de


tan grande obra, amara su hermosura, admirara su grandeza. […] acabado ya
todo, […] pensó al fin crear al hombre.3
Adán no viene a culminar el acto creativo del supremo Arquitecto como
la cúpula que coronaría el majestuoso edificio en construcción, tampoco se sitúa
en un inmóvil eslabón por debajo de los seres celestiales.

El mundo sin Adán constituía una obra completa, acabada, pero si ya todo
estaba lleno (iam plena omnia), se podría pensar al hombre como un excedente
y no como una criatura excelente. De esta manera el hombre ya no estaría
situado en la cúspide de la pirámide creativa, y no cerraría la cadena de la
creación como eslabón último, como pieza final que completara la scala
naturae4, pues ya estaba completa, no faltaba ningún eslabón, ningún peldaño.

Todo estaba en su sitio, el cosmos había sido creado. La excelencia de


Adán no provendría, por tanto, de su elevado rango en la cadena del ser 5 sino

3
G. PICO DELLA MIRANDOLA, Discurso sobre la dignidad del hombre, Introducción y notas de L. Martinez
Gómez, Editora Nacional, Madrid 104.
4
La idea de una scala naturae, de una «escalera de la naturaleza» o de una «cadena del ser» (chain of being)
está basada en el principio de continuidad y establece una trabazón, una relación entre los seres vivos
posibilitando su ordenación y jerarquización.
5
La idea de una «cadena del ser» formaba parte de las concepciones discutidas en la época: «El conjunto de los
seres forma una cadena continua desde lo inteligible hasta lo sensible, sin rupturas ni rebeliones, y en ella
parecen desempeñar un papel importante, como mediadores privilegiados, tanto el Sol, arconte del mundo
visible, como el hombre, que es material y divino al mismo tiempo. Para salvaguardar la libertad humana
Plethon opone a la "esclavitud" de las pasiones una necesidad racionalmente asumida» (Gandillac, 48). Ya en
la filosofía patrística, en autores como Gregorio de Nisa y Nemesio, está presente la idea de la escala del ser,
que aparecía representada «por estratos, el del reino de los cuerpos muertos, de las plantas, de los animales y el
hombre, ocupa el hombre el puesto superior. Sólo los ángeles están por encima de él» (Hirschberger, 288).
de su desligadura del orden primero de la creación, de su ganada independencia
respecto a las leyes naturales prescritas para el resto de la creación.

Dios ha creado el mundo y todos cuantos seres ha querido, asignándoles


un lugar, una apariencia y unas capacidades determinadas conforme a una
jerarquía, pero « ya no quedaba en los modelos ejemplares una raza que forjar,
[…] Ya todo lleno, todo distribuido por sus órdenes sumos, medios e ínfimos»6,
ha experimentado la soledad del artista y ha sentido el deseo de contar con
alguien que pudiese reflexionar y valorar su trabajo, amar su hermosura y
admirar su grandeza.

Decreto al fin el supremo Artesano que, ya que no podía darse nada propio,
fuera común lo que en propiedad a cada cual se había otorgado. […] hizo del
hombre la hechura de una forma indefinida, y, colocado en el centro del
mundo7
Se trata, pues, de la suprema realidad de la naturaleza. El microcosmos
humano reproduce, en el ámbito material, orgánico y celestial, la armonía del
macrocosmos. Lo digno de admiración de la creación consiste en la libertad que
Dios creador ha otorgado al hombre: última criatura del mundo invisible,
ultraterrestre de los Espíritus-Ángeles; primera criatura del mundo animal y
terrestre. En cuanto anillo entre la totalidad del cosmos y la unidad de Dios, el
hombre posee el privilegio de "elegir" según su voluntad. Por lo tanto, él puede
degradar, bajando en los niveles inferiores del mundo animal; o regenerarse
elevándose a los niveles espirituales del mundo divino.

Lo revolucionario en la doctrina de Pico consiste en una nueva teoría


sobre la naturaleza humana, que se dirige a su dignidad, libertad y a su
naturaleza creadora en un sentido radicalmente nuevo. Su pensamiento es

6
Cf. G. PICO DELLA MIRANDOLA, Discurso sobre la dignidad del hombre, 105.
7
G. PICO DELLA MIRANDOLA, Discurso sobre la dignidad del hombre, 105
revolucionario por el impulso espiritual que le da al conocimiento humano y al
alma: «No se ha visto nada más maravilloso que el hombre». 8 A diferencia de
la concepción medieval del hombre, Pico expresa completamente cuán
maravillosa y perfecta creatura es el hombre: «el hombre es, considerado y
llamado, con perfecta justicia, una gran milagro y un ser digno de toda la
admiración».9

No te hemos dado, ¡oh Adán!, ningún rostro específico, ningún


atributo que te sea propio, para que, en cualquier lugar, de cualquier manera y
con cualquier don, que puedas elegir con premeditación, elijas; esto hará que
te parezca que lo que tienes y posees es por tu propio juicio y decisión... Te
he colocado en el centro mismo del mundo, por lo que desde este punto de
ventaja tú puedes echar una gran mirada tranquila a ti mismo y a lo que el
mundo contiene.10

Esta gratuidad, ausencia de necesidad, de encaje fijo dentro de un


ordenado engranaje establecido por el Arquitecto Divino lo que facilitará la
proyección del hombre como un ser verdaderamente libre, al no estar limitado
a un solo lugar, a una forma, a una tarea concretas, al no concebirse como un
eslabón fijo e inamovible en la cadena del ser ni estar subyugado sin remisión
a las implacables leyes naturales que rigen el mundo.

Al concretarse como un ser indeterminado, este nuevo Adán no está


hecho, acabado, determinado desde su origen, sino que habrá de hacerse a sí
mismo conforme a su voluntad y su pensamiento, según su propio albedrío;
tendrá, por tanto, la posibilidad, el poder, el deber de elegir quién quiere ser,
cómo quiere vivir.

El hecho de tratarse de una creación indefinida transforma al hombre en


una especie de naturaleza sin naturaleza propia o cuya «naturaleza» consiste

8
Cf. PICO DELLA MIRANDOLA, De la dignidad del hombre, 105.
9
PICO DELLA MIRANDOLA, de la dignidad del hombre, 105.
10
PICO DELLA MIRANDOLA, de la dignidad del hombre, 105.
precisamente en presentarse exenta del rígido orden del mundo impreso en cada
ser, como una especie de materia prima universal que contiene todas las
semillas, todas las formas posibles, lo que implica que carece de una forma
propia, específica, ¿y también de un fin propio? No será de extrañar que,
avanzado el tiempo, acabe por calar tan profundamente la visión del hombre
como un actor que puede interpretar el papel que desee en un mundo
transformado en escenario (teatrum mundi) sobre el cual se puede mover
libremente.

3. La libertad
4. La dignidad
La idea central de Pico es que la dignidad del hombre reside en su libertad
de convertirse cada vez más en lo que es capaz de ser. La habilidad más
importante del hombre es el poder de transformarse a sí mismo de acuerdo con
su función creativa, deseos y aspiraciones.

Nicolas de Cusa ya había transferido, de Dios al Universo, la metáfora de


la esfera infinita, cuyo centro está en cualquier parte y cuya circunferencia en
ninguna, preparando el camino para la nueva astronomía del siglo XVI. Pico
lleva esta revolución cusana en la cosmología a su total completud humanística.
Para Pico el hombre pasa a ser algo como la esfera metafórica infinita, sin
ningún lugar fijo en el mundo y con la libertad de alcanzar cualquier condición:
el individuo está ahora "en ninguna y en todas partes", escribe Pico en uno de
los pasajes más famosos de su Oración:

El hecho de tratarse de una creación indefinida transforma al hombre en


una especie de naturaleza sin naturaleza propia o cuya «naturaleza» consiste
precisamente en presentarse exenta del rígido orden del mundo impreso en cada
ser, como una especie de materia prima universal que contiene todas las semillas
—todas las formas posibles—, lo que implica que carece de una forma propia,
específica, ¿y también de un fin propio? No será de extrañar que, avanzado el
tiempo, acabe por calar tan profundamente la visión del hombre como un actor
que puede interpretar el papel que desee en un mundo transformado en
escenario (teatrum mundi) sobre el cual se puede mover libremente.
La importancia otorgada al lugar que habrá de ocupar Adán en el nuevo
relato mítico que ofrece Pico —en el medio, en la parte central (medium) del
mundo— presupone una concepción del mundo finita, cerrada, ordenada. Se
insiste en situar al hombre en una zona media —central— desde la cual podrá
circumspicio: mirar a su alrededor, recorrer con la vista, examinar, mirar
atentamente, tal vez incluso acechar o tratar de adivinar qué es eso que le rodea.
El verbo formado por circum y specio otorga todas estas posibilidades al Adán
piquiano recién conquistado este nuevo lugar que lo singulariza.
La figura divina no se asimila ni se reduce al centro ni a la circunferencia,
no hay motivo geométrico en su conceptualización: Dios es el creador, el juez,
el supremo hacedor, el artesano, el padre, el artífice, el arquitecto… La
actividad conquista la imagen divina. No se reduce la imagen de Dios a mero
concepto límite, a máximo absoluto en torno al cual la imaginación del hombre
zozobra, pues no se trata simplemente de acercar al hombre a Dios ni de conocer
a Dios o la verdad sino, más bien, de aproximar al hombre la idea de Dios no
tanto por humanizar a la divinidad — rebajando su estatus— como por hacer
del hombre un nuevo dios.
Para Pico la altísima y admirable dicha del hombre consiste en tener lo
que desea, ser lo que quiere ser por virtud de la voluntad. En su descripción del
ser humano, la voluntad aparece como el centro y origen de la definición de la
condición humana, el hombre es libertad, proyecto, un baúl lleno de
posibilidades.
A partir de la consideración del ser humano como microcosmos y su
posibilidad de evolucionar a través de los diversos grados ontológicos, se le
reconoce la libertad de escoger y modelar su propia naturaleza. Su dignidad
deriva no solo de esta posibilidad, sino también de su capacidad para acceder al
último peldaño de la evolución espiritual, es decir, Dios.
La libertad fundamental absoluta permite al hombre de elevarse hasta
Dios e identificarse con Él. En esto consiste además la unidad del espíritu
humano, donde el amor se manifiesta cual armonía y belleza.
El objetivo del pensador florentino no se limita a recuperar o defender
una determinada visión del hombre ya vislumbrada por la tradición, sino que se
empeña en fundamentar un nuevo modo de ser hombre, que haga posible el
despliegue, el desarrollo, del nuevo hombre moderno.
5. Naturaleza del hombre

Hay algo totalmente revolucionario en la doctrina de Pico que consiste en una


nueva teoría
sobre la naturaleza humana, que se dirige a su dignidad, libertad y a su
naturaleza creadora
en un sentido radicalmente nuevo.

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