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Bruner, Jerome, (1996), Realidad y Mundos posibles, Barcelona: Gedisa, ppss.

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Dos m odalidades de pensam iento 1


Permítaseme co m cn w planteando mi argumento <fc ta m anen más aula*
posible» para examinarlo mejor en tu fundamento y sus consecuencias, Es el si-
guiente. Hay dos modal idades de íuncionamientocognitjvo, dos modalidades de
pensamiento, y cada uro de ellos brinda modo* característicos de ordenar la ex-
periencia, úc construir ta rc«il*bd. Las dos (ó bien son comptemcj Harías) son
irreductibles entre sí. Los intentos de reducir una modalidad a la otra o de igno-
rar una a expensas de laoUa hocen perder inevitablemente la rica dtvaskLidquc
encierra el pensamiento.
Además, esas dos maneras de conocer llenen principios funcionales propios
y sus propios criterios de corrección. Difieren fundamentalmente en mis proce*
d¿mientos de verificación. Un buen reíalo y un argumento bien construido son
clases naturales diferentes. Los dos pueden usarse como un medio pora conven-
cer aouo. Empero, aquel lod* loque convencen es completamente d*ftrente: los
argumentos convencen de su verdad, ios retatas de su semejjiua con b vida. En
uno la verificación se rcáli¿a mediante procedimientos que permiten establecer
una prueba formal y empírica. En el otro no se establece la verdad sino la ve-
rosimilitud. Se ha afirmado que uno es un perfeccionamkmo o una abstracción
de) otro. Pero esto debe ser falso o verdadero tan sólo en U manera menos es*
clarccedora.
Funcionan de modos diferentes. como ya se observó, y la estructura de u i
argumento lógico bien formulado difiere fundamentalmente de la de un relato
bien construido. Cada uno de ellos, tal vc¿, es la especial ilación o transforma*
ción de una exposición simple, por la cual los enunciados de hecho son conver-
tidos en enunciados que implican una causalidad. Pero los tipos de causalidad
implícitos en las dos modalidades son patentemente distintos. La palabra t u t f o
funciona de un modo difereme en ta proposición lógica^si x, luego y**y en la ira-
sede un relato M£1 rey muñó, y luegomuriólarcina" Con una se rcalt/a u ru b ú *
queda de verdades universales, con la otra de conexiones probablemente parti-
culares entre dos sucesos: una pena mortal, un suicidio, un juego sucio. Si bien
es cieno que el mundo de un relato (para lograr verosimilitud) tiene que ajustar-
se a las reglas de una coherencia lógica» puede transgredir esa coherencia para

t a c c jp ü u b <fttrce |%*rci¿lr»c*ie con líiiio U t ~ K irr* irc v h ! Pkt*d ttn * 'C M odct ®T
el Aa* M* \e4e 1965 d e is S o c c d id N * te w lp w » el tía w ii» 4 e U t i o c M ó e .L w * -
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constituir la hase del drama. Como en las novelas de Kafka, en las que una ar-
bitrariedad no lógica en el orden social proporcionad motor del dram a,o en los
obr»dcPirandellooB ecket.dondcclelcinentodc ¡denudad, a*a. es auda/men*
te transgredido para crear perspectivas múltiples. Y, del mismo modo, en el ar-
te de la retórica se incluye el uso de la representación dramática como medio de
fijar un argumento cuya base es principalmente lógica.
Empero, a pesar de todo lodicho, un reía io(seavcrdadcroofkxiooa])e$ juz-
gado por sus mén ios en cuanto relato con criterios diferentes de los aplica dos pu-
ra juzgar si un argumento lógico es adecuado ocorreclo. Todos sabemos que mu-
chas hipótesis científicas y matemáticas comienzan siendo pequeñas historias o
metáforas, pero alcanzan su madurez científica mediante un proceso de verifi-
cación, formal o empírica, y su validez no se basa en su origen lucrano. La crea-
ción de hipótesis (a diferencia de la verificación de hipótesis) sigue siendo un
misterio cautivante, tanto m ás cuanto que filósofos serios de la ciencia, como
KarI Popper1. afirman que laciencia consiste sobre todoen la falsaciónde las hi-
pótesis. independientemente de la fuente de la cual provengan. Quizá Rkh&d
Rorty’ tiene razón cuando dice que ta corriente principal de la filosofía anglo-
americana (que, en su conjunto, rechaza) se caracteriza por su preocupac tón so-
bre el interrogante epistemológico de cómo conocer la verdad, al que 61 opone
el interrogante m ás general de cómo llegamos a darte significado a la experien-
cia, que es lo que preocupa al poeta y al narrador.
Primero voy a definir rápidamente las dos modalidades para poder introdu-
cirme coa mayor precisión en el tema. Una de las modalidades, la paradigmáti-
c a o lógico-cien tífica, trata de cumplir el ideal de un sistema matemático, formal,
de descripción y explicación. Empléala categoritactón oconceptualizacióny las
operaciones por las cuales las categorías se establecen, se representan, se idea-
lizan y se relacionan e n u r sí a fin de constituir un sistema. Entre sus conectivos
liguran.cn el aspecto formal, ideas como.por ejemplo, la conjunción y la disyun-
ción, la hiperonimia y lahiponimia, la implicación estricta y los mecanismos por
los cuales se extraen proposiciones generales a partir de enunciados de contex-
tos particulares. En términos generales, la modalidad lógico-científica (que en
adelante denominaré paradigmática) se ocupa de causas generales, y de su de-
terminación. y emplea procedimientos para asegurar referencias vcrifcabks y
para verificar la verdad empírica. Su lenguaje está regulado por requisitos de co-
herencia y no contradicción. Su ámbito está definido no sólo por entidades ob-
servables a las cuales se refieren sus enunciados básicos, sino también por la se-
rie de mundos posibles que pueden generarse lógicamente y verificarse frente »
las entidades observables; es decir, está dirigida por hipótesis de principios.
Sabereiosniuchosobfela modalidad paradigmática d d pensamiento y dunn-
te milenios se han desarrollado poderosos mecanismos auxiliares para ayudar*

* K*ri P D fptr, Obftcti v* K * owt* dst. A* EvoU tttmar f Appr eaeh, OxTopd. O w c n d o i

* R icfcud R o n y . Phíic#«pA? u d ih t M i r r or o f H a t t / t , in a c c ió n . F ru ic c u n U k iv tru ty


nos a llevar a cubo su función: la lógica, la iiuttcntáuca, la* ciencias, y los apa*
ratos automáticos para trabajar en estos campos con la menor cantidad posible
de inconvenientes. Asuntsmo, sabemos bastante sobre el /uncionam*ertio de la
modalidad paradigmática en los niAos. quienes primero tienen dificultades pe-
ro luego llegan a ser bastante buenos cuando son inducidos a emplear esta mo-
dalidad. I-a aplicación imaginativa de la modalidad paradigmática da com o re*
sultado una icoría sólida, un análisis pnxiso, una prueba lógica, argumentacio-
nes firmes y descubrimientos empíricos guiados por una hipótesis ra/onada. No
obsunic. Ia~imaginación” (o intuición) paradigmática no es igual a la imagina»
ción del novelista o d poeto. E n c a m b r e s la capacidad de ver conexiones loe-
males posibles aníes de poder probarlas de cualquier modo formaJ.
La aplicación imaginativa de la modalidad narrativa produce, en cambio,
buenos relatos» obras dramáucas interesantes* crónicas históricas creíbles (aun*
que no necesariamente"verdaderas"). Se ocupa de las intenciones y acciones hu*
manas y de las vicisitudes y consecuencias que marcan su transcurro. Trata de
situar sus milagros atemporafcs en los suceso* de la experiencia y de situar la ex-
periencia en el tiempo y el espacio. Joyce pensaba que las particularidades del
relato eran epifanías de lo ordinario. La modalidad paradigmática» por lo contra»
rio, trata de trascender k> pannrubr buscando niveles de abstracción cada ve/,
más altos, y al final rechazan en teoría todo valor explicativo en el que interven*
ga lo particular. La lógica está desprovista de sentimiento: uno va, en general, a
donde lo Novan sus premisas, conclusiones' y observaciones, aun con alguna* de
las faltas de percepción a las que tambiin los lógicos son propenso». Los cíen*
tífico*, u l vw porque confían en las (listonas familiares para llenar las lagunas
de sus conocí míenlos, tienen un trabajomá.sdifícdcnla práctica. Pero su salva-
ción reside en eliminar las historias cuando pueden reemplazarlas por causas.
Paul Ricoeur4 sostiene que la narrativa se basa en la preocupación por la con*
dkíón humana: los relatas tienen desen laccs uislcs o cómicos o absurdos,
mientras que los argumentos teóricos son sene lilamente convincentes o no con*
ríncentes. A diferencia de ios vasios conocimientos que tenemos sobro el fun-
cionamiento del razonamiento lógico y científico* sabemos muy poco en cual*
quier sentido formal sobre la mañera de hacer buenos reíalos.
Quizás uno de tos motivos de esa falta de conocimientos reseda en que en un
reíalo deben construirse dos panoramas simultáneamente. Uno es el panorama
de la acción, donde los constituyentes sun los argumentos de la acción: agente,
intención o meta, situación, insinuncmo; algo equivalente a una ‘'gramáuca <fcl
relato**. El oiro es el panorama de la conciencia: los que saben, piensan o sien-
ten, Odejan desabor, pensare seaiir los que intervienen en la acción. Los dos pa-
noramas son esenciales y distintos: es la diferencia que media entro el momen-
to en que Edipo comparte el lecho con Yocasui antes de enterarse por el mensa*
¿ero de que es su madre y después de enerarse.
En este sentido, la rcalidal psíquica predomina en la narración y toda rea-
lidad que exisu más allá del conocimiento de los que intervienen en la historia

Pm I R koeur. Tw«v W .V u /ro f.* * . CU u * p > , O tuvtriuy cf Ch«.»cu P*e«. IVtiJ.


« puesta allí por el autor con el objeto de crear un efecto dramático. Eí i realidad,
es un invernó de los oovelistas y <fcamauirgus modernos la creación de un mun-
do compuesto totalmente con Ja* realidades psíquicas de los protagonistas, de*
jando el conocimiento del mundo "real" en el dominio de lo implícito. De mo-
do que escritores tan dispares como Joyce y MclWllc com pelen la caractcrís*
tica de no “descubrir" las realidades prístinas sino de dejarlas en el horuontc
del reíalo como motivos de suposición o, como veremos m is adelante, de
presuposición.
La ciencia —en particular la física teórica— también procede construyen-
do mundos de una manera similar, "inventando" los hechos (o el universo) con
respecto a los cuales debe verificarse la teoría. Ahora bien* existe una notable di*
fercncta: de ver.cn cuando, hay momentos de verificación en los que, por ejem-
pío, puede demostrarse que la luz se inclina o debe demostrarse que los ncutri-
nos dejan marcas en una cámara de niebla. Bien puede ser el caso, como ha su*
brayado W. Quine,5que la física contenga un noventa y nueve por ciento de es-
peculación y un uno por ciento de observación. Pero la elaboración de uní versos
implícita en sus especulaciones es de un upo diferente de la que $e realiza en la
construcción de relatos. Los físicos deben terminar por predecir algo que sea ve-
rtfkablemente correcto, por mucho que especulen. Los relatos no tienen ese re-
quisito de vehftcabilklad. La credibilidad de un cuento se basa en premisas di*
ferentes de tas que rigen la credibilidad de la teoría íí&ica, incluso en su parte es-
peculativa. Si aplicamos el criterio <fc falsación de Popper a un cuento para com-
probar si es bueno, somos culpables de realizar una verificación inadecuada.

Dcspuí s de haber explícadocómo puede dbiinguirsc una modalidad de pen-


samiento de la otra, me conccnuaré casi exclusivamente en la menos compren-
dida de las dos: la narrativa. Y como quedó dicho en d capitulo anterior. deseo
concentrarme en la narrativa en su grado m is alto, por así decir: en cuanto for-
ma artística. WiHiam lames comenta en $us Conferencias Gtftord, The Vañeties
ofReligioi¿sExperience, que para estudiar la religión se debe estudiara! hombre
más religioso en su momento m is religioso.* Voy a tratar de seguir su consejo
con respecto a la narrativa pero, tal vet, con un matiz platónico. Las grandes
obras de ficción que transforman a la narrativa en un ane están más cerca de re-
velar “claramente” la estructura profunda de la modalidad narrativa en la expre-
sión. Lo mismo puede afirmarse de la ciencia y la matemática: revelan con to-
tal nitidez (y claramente) la estructura profunda del pensamíenio paradigmático.
Pudiera ser que James hubiese dado a su frase el mismo sentido, a pesar de su an-
uplatonismo.

W . V . O. Q u « c , #H i n f w o f N e t m G o o A m fl'i W * y $ cj W o f U ^ n a k m f '" , b ' t w Y er k f U v


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4WilUtm Jimci. Tht V m t í k s cfR* I di ota £ i A Stuíy ** //•**** tJU


G i fi or é L ét u v és o * u in * * ¿ tfiv trcrf « i* ¡ - . Nueva Y o rt. ( ¿ n c to u n .
O n o i , 1902.

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