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Introducción
II
La nulidad "manifiesta"
De entre las variadas problemáticas que podrían ser objeto de análisis nos
centraremos en las derivaciones resultantes del acogimiento en nuestro ordenamiento
local de la figura de la nulidad manifiesta como categoría autónoma de invalidez del acto
administrativo, sus efectos y consecuencias (valiosas y cuestionables) y el régimen
jurídico que le ha sido asignado en relación a tres relevantes aspectos de la teoría
general del acto administrativo: la presunción de legitimidad, la suspensión de
ejecutoriedad y la estabilidad.
Así las cosas y acorde con las premisas ya sentadas, cabe exigir a un plexo
normativo que decide alojar una categoría determinada, que los efectos asignados a los
actos que la integran y las soluciones de cada caso guarden estricta congruencia. En tal
sentido, nuestra opinión general favorable al acogimiento de la figura de la nulidad
manifiesta nos conduce también a señalar lo que advertimos como inconsecuencias o
ausencia de coherencia lógica en la construcción jurídica de la ley 3457 y su
modificatoria.
Tales pronunciamientos obraron sin duda como antecedentes tenidos en cuenta por
los autores de la ley tucumana. En tal sentido expresa su exposición de motivos:
...además de los aspectos puramente procedimentales, el proyecto también se ocupa de
cuestiones sustantivas, como ser las referentes a la revocatoria de los actos
administrativos, sosteniendo principios resultantes de la doctrina de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (el énfasis nos pertenece).
Respecto de esta última categoría puede discutirse si son tales los que ostentan
vicios que inciden en sus elementos esenciales, existiendo una necesaria interrelación
entre unos y otros como sostuvieron entre otros Bielsa o Marienhoff, o los que con
independencia del elemento afectado contengan defectos de una gravedad calificada
(Gordillo, Cassagne, Mairal) o en una tercera postura, que compartimos, que reputa
nulos aquellos actos administrativos que carezcan de alguno de sus elementos
esenciales o se encuentren los mismos afectados por vicios que -a manera de plus de
ilegitimidad- puedan meritarse como graves al punto de no resultar saneables(8).
Lo cierto es que no sólo la ley nacional no se refiere a actos con vicio manifiesto,
sino que en ningún caso exige tal carácter palmario, ostensible o auto-evidente como
requisito para configurarse el carácter irregular del acto.
Siendo, así, claro que en el orden nacional no constituye recaudo para tener por
nulo un acto administrativo el carácter manifiesto de los vicios que contenga, queda por
establecer si en el régimen de la ley 4537 existe algún parangón entre la nulidad
absoluta configurada en el sistema nacional y la que aparece en forma ostensible.
La compulsa del art. 48 de la ley 4537 (T.O.) conduce a una respuesta negativa. El
texto de dicha cláusula, de redacción prácticamente idéntica a su equivalente nacional
del art. 14, alude a vicios que difícilmente puedan ser advertidos a simple vista y sin
requerirse mayores indagaciones de hecho. ¿No serían éstas acaso imprescindibles
para determinar si concurre un supuesto de "simulación absoluta" (art. 48, inc. a), o
cuándo se invocaron hechos falsos, antes de que tal falsedad sea develada, o si en un
caso de aparente incompetencia en razón de grado está o no permitida la delegación del
ejercicio de funciones? ¿Qué decir de los actos viciados en su finalidad por desviación
de poder, que ofrecen en casi todos los casos una apariencia de regularidad que torna
inexcusable una investigación previa?
La única conclusión que a nuestro juicio puede extraerse de ello es que en rigor las
categorías de acto afectado por nulidad absoluta y la del que contiene un vicio
manifiesto no son iguales ni equivalentes, pueden coincidir o no y la presencia de una
no supone ni requiere la de la otra.
En este punto nos permitimos disentir con quienes de manera un tanto forzada
interpretan que aun cuando el art. 14 de la ley 19.549 no habla de nulidad manifiesta el
objetivo de la norma sería genérico y apuntaría a una única categoría de invalidez grave
que podría indistintamente denominarse "absoluta" o "manifiesta" o "absoluta y
manifiesta"(10).
III
Si bien la rotunda declaración con que se inicia el artículo: "El acto administrativo
goza de presunción de legitimidad" es susceptible de relativizarse en su confrontación
con otras previsiones de la ley o de otras normas o principios, un análisis estricto y sin
matices conduce a pensar que la referida presunción, aun siendo iuris tantum abarca a
todos y cada uno de los actos emanados de la Administración, sin importar la naturaleza
o gravedad de los vicios que el mismo pudiera portar, los elementos del acto
administrativo sobre los que aquellos recayeran o el grado de evidencia con que
aquellos se revelaran al ser examinados.
Más claramente y con mayor rigor jurídico, la jurisprudencia posterior del fuero
advirtió: ...que el grave vicio producido pudiera calificarse como "manifiesto", "evidente"
o "patente" no fue tenido en cuenta por la ley 19.549 a efectos de considerar a un
acto como "nulo de nulidad absoluta e insanable" y para establecer como un deber de la
administración el de revocarlo. Ello así porque a estos fines la ley sólo ha valorado la
entidad o gravedad del vicio.
Los casos en que un vicio grave aparece en forma patente y sin que quepan dudas,
así como sus consecuencias en el terreno de la presunción de legitimidad, remiten pues
a aquellos supuestos en que el vicio, superando lo meramente opinable, surje de la
mera yuxtaposición del acto con la norma aplicable.
IV
La debatida ejecutoriedad
y su controvertida suspensión
Es lógico, pues, pensar que tan formidable privilegio debe ser interpretado en todos
los casos en forma rigurosamente restrictiva, lo cual no resultaba sencillo en el sistema
consagrado por el art. 12 de la ley 19.549.
De lege data, se extrae del régimen allí instituido una genérica habilitación a los
órganos administrativos para poner en práctica sus actos por sus propios medios,
aparentemente sin otra limitación que aquellos casos en que una ley exija expresamente
la intervención judicial y la que -en forma bastante mas difusa- hace referencia a la
naturaleza del acto.
Es en este último supuesto donde se han centrado las polémicas doctrinarias y las
divergentes interpretaciones jurisprudenciales, en particular por el empleo de la
expresión podrá que para algunos ponía en cabeza del órgano administrativo una
facultad discrecional de libre apreciación.
El art. 47 de la ley 4537, luego de sentar como principio el carácter ejecutorio del
acto administrativo, reza en su segundo párrafo:
La primera objeción que puede formularse es que si el vicio es manifiesto esto es,
palmario, ostensible, evidente, notorio, patente- el mismo debiera poder ser apreciado a
simple vista, no advirtiéndose entonces la necesidad de que el mismo sea alegado por
parte interesada ni que tal alegación tenga convincentes fundamentos.
La solución dada por la ley 4537 es además disvaliosa si se tiene en cuenta que la
exigencia del carácter patente de la nulidad conspira contra la naturaleza intrínseca de
la suspensión de ejecutoriedad, que no es otra cosa que una medida cautelar.
En otros casos, la postura aparece matizada, puesto que luego de sentar como
principio que Para la procedencia de medidas cautelares contra la Administración
Pública, es necesario que aparezca la manifiesta ilegitimidad del acto impugnado, en
atención a la presunción de legitimidad y fuerza ejecutoria de que gozan sus
pronunciamientos (nuevamente lo enfatizado nos pertenece), el tribunal certeramente
reconoce empero que ...tratándose de una pretensión cautelar no es posible alcanzar la
certeza y basta una aproximación seria y convincente a la probabilidad de que el
derecho exista y sea objeto de una grave lesión o menoscabo(36).
Es que es sabido que para conceder una medida cautelar no resulta exigencia la
prueba concluyente del hecho o derecho que se invoca -la nulidad en este caso-,
bastando que el mismo aparezca prima facie verosímil. La jurisprudencia en la materia
es abundante y no a otra cosa hace referencia el art. 12 de la LNPA cuando exige
que la alegación de la nulidad sea fundada. Es la verosimilitud del derecho lo que debe
concurrir, no su certeza.
Con acierto se ha entendido en este orden de ideas(37) que resulta más amplia la
referencia a la alegación fundada de una nulidad absoluta que emerge de la Ley
nacional que hacer depender la suspensión del carácter manifiesto de la nulidad, toda
vez que para el primero podría ser suficiente el fumus bonis iuris a que hacen referencia
la doctrina y jurisprudencia en materia de medidas precautorias es decir, en este caso,
la verosimilitud de la irregularidad y no ya la clara evidencia de ella(38).
Teniendo este precepto como norte en nuestro análisis, cabe concluir en que si el
vicio que afecta al acto es perceptible a simple vista (manifiesto), lo que procede no es
la mera suspensión de su ejecución y efectos, sino la revocación lisa y llana o su
inmediata declaración de lesividad e inicio de la correspondiente acción en sede judicial,
en su caso.
El acierto inicial del art. 47, párr. 2º al imponer en forma preceptiva la suspensión
parece diluirse en este punto al ceñir la exigencia en el caso de la nulidad a que esta
aparezca en forma manifiesta, lo que -como ya quedó expuesto- no sólo deja afuera de
la tutela cautelar a muchos supuestos de nulidad absoluta incluidos en el propio texto
del art. 48 de la ley 4537, sino que desvirtúa el sistema de la ley que en los casos en
que concurre la nulidad fuera de toda duda obliga a revocar el acto, no meramente a
suspenderlo, por lo que tal alternativa no puede sino tener lugar en los casos en que no
se presenta tal certeza sino sólo el fumus habilitante de toda cautelar.
Otra importante nota diferenciadora entre los sistemas local y nacional de nulidades
del acto administrativo aparece en la regulación que la ley provincial de Procedimientos
Administrativos incorpora en materia de la posibilidad de revocación de oficio en sede
administrativa de actos afectados de nulidad absoluta.
El nuevo art. 51, tal como quedó redactado luego de la reforma que en 1991
introdujo la ley 6311, lacónicamente dispone:
"El acto administrativo nulo debe ser revocado o sustituido por razones de
legitimidad aún en sede administrativa".
¿Cómo podría justificarse la solución dada por el alto tribunal sin asignar al acto
nulo la virtualidad de producir efectos jurídicos y generar derechos subjetivos?
En tales condiciones no nos parece dudoso que el acto en cuestión es eficaz como
productor de derechos subjetivos para los interesados -tanto más para generar
prestaciones que se estén cumpliendo, como exigía la ley provincial- y tampoco
dudamos de que debiera ser el órgano jurisdiccional y no la propia administración la
encargada de así declararlo.
Para ser rigurosamente consecuente con el régimen que había edificado el art. 47,
párr. 1° de la ley 4537 al negar presunción de legitimidad al acto invalidado por vicio
"...que surja de él mismo", su modificatoria debió simétricamente privar de estabilidad
solo al acto nulo cuyo vicio aparezca en forma manifiesta, y no a todos los
"sospechados" de tales y que por ello que exijan una previa investigación, al cabo de la
cual podrá caer o confirmarse tal presunción iuris tantum y que hasta entonces, en
mérito al "color" de legalidad que ostentan, tendrán plena eficacia productora de efectos
jurídicos y generadora de derechos subjetivos y prestaciones para los particulares.
Desde otra perspectiva, Comadira considera no sólo posible, sino imperativa dicha
suspensión provisoria, por considerar que aun en los casos de actos afectados por
nulidad absoluta que no sean anulables oficiosamente y deba plantearse la cuestión en
sede judicial, los mismos resultan igualmente privados de presunción de legitimidad, por
lo que no sería coherente permitir que siguieran produciendo efectos.
Para este autor no existen diferencias en este punto entre el vicio "manifiesto" o el
no "manifiesto", puesto que ya se trate de una mera cuestión de puro derecho o sea
necesaria una investigación de hecho, el acto carecería de presunción de
legitimidad(47).
Por nuestra parte, añadimos que la necesidad de tutelar los derechos subjetivos o
intereses legítimos de los particulares no es ciertamente el único fundamento de la
cautelar suspensiva. Quienes ponen el acento en este aspecto olvidan que tanto que
tanto el art. 47 de la ley provincial como el 12 de la ley nacional protegen también el
interés público que se vería ofendido ante la vigencia de un acto presumiblemente nulo.
Tampoco por cierto los derechos que se busca proteger se verían irreparable o
irreversiblemente lesionados con una mera suspensión provisoria de los efectos del acto
que los genera, como sí ocurriría si se permitiera a la administración la anulación
oficiosa lisa y llana, por lo que impedir la suspensión cautelar ante actos sospechados
de nulidad absoluta nos parece un exceso en la tutela de derechos individuales que
consagraría un desequilibrio en desmedro del interés público comprometido.
Tanto en uno como en el otro caso, como también dejamos establecido, debiera
bastar con el fumus bonis iuris y no exigirse que el vicio invalidante se revele en forma
manifiesta.
Bibliografía
Comadira, La anulación de oficio del acto administrativo, 2ª ed., Bs. As., Cs. de la
Administración, 1998.
Jeanneret de Pérez Cortez, María, La finalidad como elemento esencial del acto
administrativo y la desviación de poder, La Ley, LXVI, Nº 145, 30/06/02.
Mairal, Héctor A., Control Judicial de la Administración Pública, Bs. As., Depalma,
1984.
2 - CASSESE, SABINO, Las Bases del Derecho Administrativo, Madrid, 1994, págs.
74/75.
13 - MARIENHOFF, ob. cit., t. II, pág. 478 y sigs. También CASSAGNE, JUAN
CARLOS, Derecho Administrativo, Va. ed., Bs. As., 1996, pág. 181.
15 - Ha dicho LINARES en este aspecto: "Toda norma jurídica que no implique vías
de hecho o inexistencia, goza hasta su derogación, modificación o sustitución de
presunción de validez, como parte de la legitimidad, con las limitaciones y efectos
que el derecho determine. Es que esa norma irregular, que por hipótesis es norma
vigente, aunque sea grave o levemente irregular, no sólo vale, presumiblemente,
por su eventual coherencia lógica con otras, no sólo está presumiblemente vigente
porque se cumple, sino que también es presumiblemente justa; y ello mientras no
se declare por el órgano competente otra cosa" (LINARES, JUAN FRANCISCO, ob.
cit., pág. 226).
16 - KELSEN, HANS, General Theory of Law and State, Cambrigde, Mass, 1945,
citado por LINARES, ob. cit.
17 - Corte Suprema de Justicia de la Nación: "Pustelnik, Carlos A. y otros
s/resolución del Intendente Municipal", fallos 293:133.
19 - CNFed. Cont.-adm., sala III, noviembre 13-1979, "R. B. de S." [ED, 86-265], LL,
1981-B-459, c. nota de JOSÉ CANASI.
26 - LINARES, ob. cit., pág. 317, quien por su parte considera explícitamente que
"...estos actos inexistentes carecen de toda presunción de legitimidad y obviamente
en su raíz de esencia o validez", y agrega que por ello "no requieren un acto formal
del Estado para ser considerados una nada jurídica" (pág. 227).
29 - "En un Estado de Derecho ideal, toda ejecutoriedad por vía no judicial -es decir
propia- no debe existir, como no debe existir la jurisdicción administrativa... es
claro que la concesión de ejecutoriedad propia a los actos administrativos contraría
ciertas valoraciones personalistas consubstanciales al Estado de Derecho: la de
que actos como el uso de la fuerza sin intervención originaria de la Justicia es lo
excepcional y una típica prerrogativa" (LINARES, ob. cit., págs. 327/328).
36 - Cámara Contencioso Administrativa Tucumán, sala II: "Cortés, Víctor José vs.
Dirección Provincial de Vialidad s/nulidad de acto administrativo medida cautelar",
6/3/02.
41 - DIEZ, MANUEL MARÍA, Derecho Administrativo, t. II, Bs. As, 1972, págs.
301/305.
42 - Corte Suprema de Justicia de la Nación: "Furlotti Setien Hnos. c. Instituto
Nacional de Vitivinicultura", 23-IV-91.