Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
d. Ellen Wijsmann estudió a los judíos azkenazis4. Reporta que este tipo de
judíos tienen un componente Europoide bajo o moderado.
g. El año 2001 aparece una importante revisión sobre el perfil genético de las
poblaciones judías7. El autor nos indica que el estudio de los marcadores del
cromosoma Y nos permite medir el flujo de genes no judíos machos en las poblaciones
judías. Se hace notar que los judíos contemporáneos y los árabes del Medio Oriente
tienen 13 haplotipos del cromosoma Y en común, los que son compartidos entre grupos
e intragrupos, lo cual indica que los judíos originales salieron desde los pueblos locales
y que no son el producto de un único patriarca. Volveremos más abajo sobre este
estudio.
Sin necesidad de ser expertos en genética humana es posible sacar una buena
cantidad de conclusiones de esta figura. La primera, que es obvia, es que los judíos no
están emparentados con los negros: las diversas poblaciones judías (▲) están bastante
alejadas del área marcada como “sub-saharian africans” (=negros). Sin embargo, y esto
muestra la potencia de la genética, se puede ver en la figura que entre esos dos grupos
de individuos existe un grupo designado Lem. Ese grupo corresponde a la Tribu Lemba
que habita Sudáfrica y Zimbawe. ¿Y qué hallamos entre las tradiciones de ese grupo, el
cual está a una distancia enorme del Medio Oriente? Hay unos 40.000 Lemba
sudafricanos que se consideran a sí mismos como judíos descendientes de los
Falasha (los judíos etíopes). Estos Lemba practican la circuncisión, guardan un día de
descanso semanal y evitan comer carne de cerdo e hipopótamo, todo ello considerado
por ellos como parte de su herencia cultural judía. Su tradición oral y su religión nos
hablan de sus orígenes semíticos y de sus orígenes en la ciudad de Senna, en Yemen.
Los Lemba de Sudáfrica y Zimbabwe se consideran descendientes de Buba que llego de
Judea pero no hay constancia en la historia judía del tal personaje. Pues bien, un
equipo de genetistas ha encontrado que un porcentaje anormal de hombres Lemba
llevan en su cromosoma masculino un juego de sucesiones de ADN que es distintivo
de los cohanim (Cohen), los sacerdotes judíos considerados descendientes de
Aarón. Esta firma genética sacerdotal es particularmente común entre los hombres
Lemba que pertenecen a uno de los 12 clanes Lemba, el conocido como el clan de Buba.
Ya en 1997 se habían analizado los cromosomas Y de sacerdotes y laicos
judíos (los sacerdotes judios son una casta hereditaria, diferentes de rabinos y levitas).
Encontraron que un modelo particular de cambios de ADN , conocido como factor
cohen, era mucho más común entre los sacerdotes que entre los hombres comunes.
El modelo era igualmente reconocible en los sacerdotes Ashkenazi y Sefardies (ver
más abajo el significado de esos dos términos), aunque estas dos ramas de la
población judía han estado durante siglos separadas geográficamente. Se encontró
que el 45 % de los sacerdotes Ashkenazis y el 56 % de los sacerdotes Sefardies
tienen el factor cohen, mientras en general en poblaciones judías la frecuencia es
del 3 % al 5 %. Como parte del proyecto, se tomaron muestras de ADN entre la
población Lemba y los resultados obtenidos probaban que el 9 % de los hombres
Lemba llevaban el factor cohen, y de aquéllos que dijeron pertenecer al clan Buba,
el 53 % mantenían dicho factor. Estas proporciones son similares a aquéllos
encontrados entre las poblaciones judías en otros lugares. Dicho sea de paso, la
ciudad de Sanna existe en el Yemen. En esa ciudad, la tradición oral cuenta que hace
siglos el valle había sido muy fecundo, irrigado por un dique, cuyas ruinas aún se
pueden ver. Según esa tradición, creen que aproximadamente hace unos mil años, el
dique se rompió y los habitantes huyeron. La conclusión es clara: los Lemba son
descendientes de poblaciones judías que llegaron desde el Yemen, pasando
probablemente por Etiopía o llegando directamente en barco (el viaje en barco es
factible), y mestizándose con la población negra local.
He allí la razón de porque en la Figura 3 los Lemba están “entre” las
poblaciones Negroides y las semitas.
Examinemos otro interesante caso que aparece en la Fig. 3: el de los judíos
etíopes (EtJ). Están ubicados mucho más cerca de las poblaciones norafricanas,
especialmente próximos a los etíopes. Veamos que se dice de ellos.
Los orígenes de esta antiquísima comunidad son oscuros y están envueltos en un
velo de leyendas y especulaciones. Algunos falashas remontan su parentesco ancestral
al rey Salomón y a la Reina de Saba. Por otra parte, varias autoridades rabínicas en
Israel y el occidente han sugerido que los judíos etíopes provienen de la tribu perdida de
Dan, misma que desapareció después de la destrucción del Primer Templo de Jerusalem
(675 a.n.e.). Sin embargo, numerosos historiadores han coincidido en que los
falashas son miembros de una tribu indígena hamítica, de piel oscura, conocida
como Agau. Se cree que adoptaron la religión judía en el primer o segundo siglo de
nuestra era. El culto que practican los falashas se basa firmemente en la Biblia hebrea
sin considerar la Ley Oral o Halajá, la cual desconocen por completo. No tienen muchos
conocimientos del hebreo, y para sus prácticas religiosas, utilizan el guezo (lengua
etíope antigua). Se adhieren fanáticamente a las enseñanzas del Pentateuco y son
escrupulosos en su observancia de las leyes dietéticas y de higiene, así como del
calendario judío. La forma en que profesan el culto es, en muchos aspectos, una
reminiscencia de como se practicara en los días que precedieron a la destrucción del
Segundo Templo de Jerusalem (70 n.e.). Como los falashas se vieron aislados de la
Tierra Santa y de las escuelas rabínicas en fecha primigenia, no recibieron influencia
talmúdica. La explicación mencionada arriba por los historiadores parece ser la
más probable. Nótese que los Falasha no están entre los etíopes y las poblaciones
semitas lo cual es un probable indicativo de un comienzo de separación entre ellos
y los otros etíopes. Ello debe ser debido al aislamiento provocado por sus creencias
judaicas, las que han mantenido a los Falasha separados del resto de sus hermanos
raciales. En suma: un grupo Negroide que adoptó el judaísmo.
Podemos decir inmediatamente lo siguiente: la migración de judíos etíopes y
Lemba hacia el actual Estado Sionista y su eventual mezcla con los judíos “auténticos”
deberían acabar con la eventual pureza racial (que es relativa) de estos últimos. Pero,
como es de público conocimiento, los judíos negros son segregados en la vida diaria del
estado sionista.
Una vez mencionados estos dos interesantes ejemplos, con los cuales el más
escéptico debería quedar satisfecho respecto a la capacidad de análisis de la genética,
volvamos al tema de los judíos del Medio Oriente. Tradicionalmente ellos son divididos
en tres grandes grupos:
1. Los judíos orientales, que viven en las actuales Palestina e Israel, al igual que en
Iraq, Irán, Asia Central y la Península Arábiga.
2. Los judíos sefaradíes (de la palabra hebrea para “español”), que residieron en
España y Portugal hasta su expulsión en el siglo 15. Allí migraron a África del
norte, Italia, los Balcanes, Turquía, Líbano, Siria y las Américas.
3. Los judíos ashkenazi (de la palabra hebrea para “alemán”), quienes se
desplazaron hacia el norte de los Alpes (quizás vía Italia) durante el primer
milenio de nuestra era. Durante el siglo 9, los ancestros de los ashkenazi se
establecieron en las ciudades del Rhineland y desarrollaron su propio lenguaje,
el Yiddish. Durante los siglos 12 y 13, los judíos ashkenazi fueron expulsados de
los países de Europa occidental, estableciéndose en Polonia y Lituania. A finales
del siglo 19 y comienzos del 20, los ashkenazis vuelven a migrar hacia Europa
occidental, las Américas, Sudáfrica y Australia.
Si volvemos a examinar la Figura 3 observamos que los judíos ashkenazis, los
judíos “romanos”9 (presuntos descendientes de los judíos llegados a la antigua Roma
Imperial), los judíos orientales (representandos aquí por judíos “kurdos”, Kur; judíos
“yemenitas”, Yem; y judíos del Cercano Oriente, Nea) y los judíos sefaradíes (judíos
“norafricanos”, Naf) están “entremezclados” con ärabes saudíes (Sar), Libaneses (Leb),
Palestinos (Pal), Sirios (Syr) y drusos “israelíes” (Dru). Ello prueba, más allá de toda
duda razonable, el origen semita de la parte principal de la judería actual.
3. ¿Hay algún otro aporte racial de importancia a la judería?
Si, si lo hay. Corresponde a lo que se llama “los judíos khazares”. Ellos, no son
ni la tribu perdida que el judío Koestler sugiere en uno de sus libros, ni los antecesores
de los judíos ashkenazis. El pueblo Khazar pertenece al grupo de los Turcos y
originalmente escribía en una forma que se originó en Mongolia. Vale decir, los
Khazares pertenecen a la Raza Mongoloide. En el siglo 9 de nuestra era, sus reyes, su
nobleza y una muy importante proporción de la población abrazaron la religión
Mosaica. Después de su conversión, los khazares fueron regidos por una sucesiónde
reyes judíos y comenzaron a adoptar los principales elementos de la civilización judía,
Talmud y Torah incluídas; la escritura hebrea y la observancia de las fuiestas judías. En
el siglo 10 el Imperio Khazar fue destruído por el príncipe rus(o) Svyatoslav.
Ashkenazi, Iraqi,
Familial breast and BRCA1 DNA repair ovarian cancer I (113705) 1/100
Moroccan
Ashkenazi, Iranian, Iraqi,
Familial Mediterranean MEFV Leukocyte inflammatory
1/10–1/5 Roman, Libyan,
fever (249100) response protein
Moroccan
Non-syndromic recessive GJB2 Gap junction formation
1/44–1/20 Ashkenazi, Roman
deafness (220290)
ATM, ataxia telangiectasia mutated (includes complementation groups A, C and D); BRCA1, breast cancer 1,
early onset; CFTR, cystic fibrosis transmembrane
.... Continuará ….
1
S. Nevo y otros. Human Biology, 68, 217-229 (1996).
2
A. Picornell y otros. Human Biology, 69, 313-328 (1997).
3
A. Nebel y otros. Human Genetics, 107, 630-641 (2000).
4
E. M. Wijsmann. Human Genetics, 67, 441-448 (1984).
5
E. Kobyliansky y otros. Annals of Human Biology, 9, 1-34 (1982).
6
E. Kobyliansky y otro. Annals of Human Biology, 10, 453-464 (1983).
7
H. Oster. Nature Reviews Genetics, 2,
8
M. F. Hammer y otros. Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 97, 6769-6774 (2000).
9
C. Oddoux y otros. Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, 84, 4405-4409 (1999).
10
D. M. Behar y otros. American Journal of Human Genetics, 73,768-779 (2003).
11
M. G. Thomas y otros. American Journal of Human Genetics, 70, 1411-1420 (2002).
12
G. Lucotte y otro. Genetic Testing, 7, 67-71 (2003).
13
H. T. Lynch y otros. Familial Cancer, 3, 177-192 (2004).