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DEFINIENDO AL JUDÍO. I.

1. El término “judío” y sus primeros representantes.


La palabra “judío” deriva del nombre de la tribu de Judá, nombrada así por de
los doce hijos de Israel (Jacob). Los judíos descienden de nómadas que cruzaron el río
Eúfrates hacia la tierra de Canaan bajo el liderazgo de un individuo llamado Abraham
(aprox. en 1.850 ane). Eran llamados los Ivrim (Hebreos). Esta migración fue
“ordenada” por una presunta divinidad (que sin duda era, en sus inicios, nada más que
una de las tantas divinidades locales a la cual se le dio el estatus de “dios único”). En la
tierra en la cual había de establecerse fundaría un pueblo a quién esta misma divinidad
quería hacer objeto de especial predilección y colmarle de sus favores. Establecióse
pues, Abraham en el país de Canaán con todos sus rebaños y siervos. Su poder
patriarcal pasó a su hijo Isaac y de éste sucesivamente a su hijo Jacob (o Israel) y a los
doce hijos del último. Uno de éstos, llamado José, vendido como esclavo al Faraón, rey
de Egipto, súpose captar en la corte de este rey tal prestigio y autoridad, que llegó a ser
virrey de Egipto y en calidad de tal llamó a sus hermanos y les dio el país de Gersén
para que lo cultivaran y vivieran de sus productos. Hiciéronse los Israelitas tan
numerosos y fuertes (económicamente por supuesto), que los reyes de Egipto
temerosos de su importancia los sometieron a dura servidumbre, acabando por decretar
la muerte de todos los hijos varones que nacieran en aquel pueblo. Es en este sentido
que Abraham y su esposa Sara pueden ser considerados los primeros judíos.
Moisés, uno de estos niños, salvado por la hija del Faraón de las Aguas del Nilo,
a donde había sido arrojado, y educado en la corte del rey egipcio, fue más tarde el
libertador de aquel pueblo y su legislador.
El relato bíblico (Éxodo II, 1-10) hace de Moisés (Moshé) un judío de la tribu
de Levi recogido por la hija del Faraón en los juncos del Nilo, donde la astucia materna
le había depositado para conmover a la princesa y salvar al niño de una persecución
idéntica a la de Herodes. Por el contrario, Manethón, el sacerdote egipcio a quien
debemos los datos más exactos sobre las dinastías de los Faraones, datos hoy
confirmados por las inscripciones de los monumentos, afirma que Moisés fue un
sacerdote de Osiris. Estrabón, que había sacado sus noticias de la misma fuente, es
decir de los iniciados egipcios, lo atestigua igualmente.
La fuente egipcia tiene aquí un valor mayor que la fuente judía. Por que los
sacerdotes de Egipto no tenían interés alguno de hacer creer a los griegos o a los
romanos que Moisés era uno de los suyos, mientras que el amor propio nacional de los
judíos les ordenaba hicieran del fundador de su nación un hombre de su misma sangre.
La narración bíblica reconoce por otra parte que Moisés fue educado en Egipto y
enviado por su gobierno como inspector de los judíos de Gosen. Clemente de Alejandría
creía que Moisés estaba profundamente iniciado en la ciencia de Egipto, y de hecho la
obra del creador de Israel sería incomprensible sin esto.
“Nuestro padre”, dicen los judíos hablando de Abraham; “nuestro
maestro”, dicen evocando a Moisés. Diferencia importante, pero mucho menos capital
que la siguiente: Abraham es el padre de la multitud de los pueblos, mientras que
Moisés es el Maestro de ese pueblo. En Abraham se prefigura la comunión de todos los
pueblos; en Moisés, en el seno mismo de la comunión, se realiza la irreductible
vocación del pueblo judío. Es por ello que algunos sostienen que los primeros judíos
son solamente los que estuvieron de cuerpo presente en el Monte Sinaí cuando se
“revelaron” los diez mandamientos.
La obra de Moisés, no es la Biblia entera, sino sólo el Pentateuco, la Torah, la
Ley. Esos cinco libros (Pentateuco) que constituyen el comienzo de la Biblia judeo-
cristiana, relatan el Génesis del mundo, la vida de Moisés, sus intervenciones en Egipto
y el Éxodo, el cuerpo de la Ley del Levítico (revelada en el Monte Sinaí) los números
con las peripecias del pueblo conducido por él y, para finalizar, el Deuteronomio que
traduce el último discurso de Moisés y el relato de su muerte.
Preguntémonos inmediatamente esto. ¿Tiene alguna importancia racial la
posibilidad de que Moshé hubiera sido egipcio? Ninguna. Moisés se casó con Tziporá
(Seforá), hija de un sacerdote de los madianitas, otra tribu semítica, cosa usual en esa
época. Por lo tanto la posible sangre egipcia se diluyó rápidamente.
Recordemos que, por otro lado, el lenguaje no siempre es indicativo del origen
racial.
Pero, en el caso que nos aboca, mostraremos que esa relación lenguaje-raza (o
sub-raza) es correcta.
En las Figuras 1 y 2 se muestran las relaciones entre los diversos lenguajes
semíticos.
Figura 1. Relación entre los lenguajes semíticos.

Figura 2. Lenguas semíticas.


2. ¿Cuáles son las conexiones raciales entre esos primeros judíos y los pueblos de
esa región geográfica?

Nos hallamos entonces en presencia de un cierto grupo de individuos los que


sólo se diferencian de sus vecinos originales del Medio Oriente por su creencia
monoteísta. ¿Puede verificarse esta aseveración? La respuesta es un rotundo si.
Tenemos a nuestra disposición una gran cantidad de estudios de ADN que nos
permiten contestar esa pregunta sin ambiguedades. Citaremos los principales de ellos
junto con sus conclusiones.
a. El primer estudio1 compara poblaciones judías con árabes y otras. La
conclusión es que los judíos son originarios del Medio Oriente.

b. Otro estudio se centra en los “chuetas”, o judíos mallorquinos2. La conclusión


es la misma: la mayor parte de las comunidades judías se parecen “genéticamente” entre
ellas y a otras poblaciones del Oriente Medio. Los chuetas son, entre todas las
poblaciones judías estudiadas hasta ese año, las que más similaridades muestran con su
población huésped. Ello indica un mayor y significativo flujo de genes “externos” (o
sea, pertenecientes a la población en donde la judería se “hospeda”).

c. El estudio de Nebel y otros3 es igualmente revelador. Árabes y judíos tiene un


ancestro común reciente.

d. Ellen Wijsmann estudió a los judíos azkenazis4. Reporta que este tipo de
judíos tienen un componente Europoide bajo o moderado.

e. Kobyliansky y otros5 estudiaron comunidades judías de varios lugares


(Yemen, África del Norte, Oriente Medio y Europa central, del sur y del este). Se
determinaron las frecuencias de 30 genes de 13 loci. Estas fueron comparadas con las de
otras 19 comunidades de diversos países reportadas en la literatura especializada. Se
halla que todas las comunidades judías, con excepción de los judíos yemenitas, están
genéticamente más cercanas las unas a las otras que a cualquiera de los grupos no
judíos. El trabajo concluye que “los resultados de este trabajo apuntan a un origen
común de estas comunidades judías [lo que es obvio históricamente] y muestra que los
cambios observados en las frecuencias de los genes, que tienden a relacionar cada
comunidad judía a la población nativa de cada región geográfica, no pueden ser
explicadas todas por el concepto de flujo de genes, y esto genera la pregunta del
significado adaptativo de tal modificación de las frecuencias de los genes”. Lo
marcado en negrita hace preguntarse entonces que proporción del parecido físico que
adquieren las comunidades judías con los habitantes que los “hospedan” se debe a la
entrada de genes “exteriores” y que proporción a mutaciones naturales que son
favorecidas por la presión de selección para mimetizarse en medio del pueblo huésped.

f. Al año siguiente Kobyliansky y otro6 reportan que la similaridad genética


entre judíos es mayor que entre “gentiles”. En castellano claro, un judío de Polonia está
más cercano genéticamente de un judío argentino, que de los polacos entre los cuales
vive. Los autores mencionan que “el aislamiento, la endogamia resultante y también la
intermezcla con grupos cercanos de no judíos han influenciado presumiblemente la
duferenciación genética de las poblaciones judías”.

g. El año 2001 aparece una importante revisión sobre el perfil genético de las
poblaciones judías7. El autor nos indica que el estudio de los marcadores del
cromosoma Y nos permite medir el flujo de genes no judíos machos en las poblaciones
judías. Se hace notar que los judíos contemporáneos y los árabes del Medio Oriente
tienen 13 haplotipos del cromosoma Y en común, los que son compartidos entre grupos
e intragrupos, lo cual indica que los judíos originales salieron desde los pueblos locales
y que no son el producto de un único patriarca. Volveremos más abajo sobre este
estudio.

h. Otro estudio de los haplotipos bialélicos del cromosoma Y8 provee más


evidencias conclusivas de que el pool de genes paternales de los judíos de Europa,
África del Norte y Cercano Oriente descienden de una población más antigua del Medio
Oriente. Se vuelve a concluir que estas comunidades han permanecido aisladas de las
comunidades no judías entre las que han vivido. Observemos la siguiente figura.

Figura 3. Gráfico representativo de la “cercanía genética” entre diversas poblaciones.


Los ▲ representan diversas poblaciones judías. Los ○ representan poblaciones
Negroides a la izquierda, Europodes arriba a la derecha y norafricanas al centro abajo.
Los ■ representan poblaciones del Medio Oriente.

Sin necesidad de ser expertos en genética humana es posible sacar una buena
cantidad de conclusiones de esta figura. La primera, que es obvia, es que los judíos no
están emparentados con los negros: las diversas poblaciones judías (▲) están bastante
alejadas del área marcada como “sub-saharian africans” (=negros). Sin embargo, y esto
muestra la potencia de la genética, se puede ver en la figura que entre esos dos grupos
de individuos existe un grupo designado Lem. Ese grupo corresponde a la Tribu Lemba
que habita Sudáfrica y Zimbawe. ¿Y qué hallamos entre las tradiciones de ese grupo, el
cual está a una distancia enorme del Medio Oriente? Hay unos 40.000 Lemba
sudafricanos que se consideran a sí mismos como judíos descendientes de los
Falasha (los judíos etíopes). Estos Lemba practican la circuncisión, guardan un día de
descanso semanal y evitan comer carne de cerdo e hipopótamo, todo ello considerado
por ellos como parte de su herencia cultural judía. Su tradición oral y su religión nos
hablan de sus orígenes semíticos y de sus orígenes en la ciudad de Senna, en Yemen.
Los Lemba de Sudáfrica y Zimbabwe se consideran descendientes de Buba que llego de
Judea pero no hay constancia en la historia judía del tal personaje. Pues bien, un
equipo de genetistas ha encontrado que un porcentaje anormal de hombres Lemba
llevan en su cromosoma masculino un juego de sucesiones de ADN que es distintivo
de los cohanim (Cohen), los sacerdotes judíos considerados descendientes de
Aarón. Esta firma genética sacerdotal es particularmente común entre los hombres
Lemba que pertenecen a uno de los 12 clanes Lemba, el conocido como el clan de Buba.
Ya en 1997 se habían analizado los cromosomas Y de sacerdotes y laicos
judíos (los sacerdotes judios son una casta hereditaria, diferentes de rabinos y levitas).
Encontraron que un modelo particular de cambios de ADN , conocido como factor
cohen, era mucho más común entre los sacerdotes que entre los hombres comunes.
El modelo era igualmente reconocible en los sacerdotes Ashkenazi y Sefardies (ver
más abajo el significado de esos dos términos), aunque estas dos ramas de la
población judía han estado durante siglos separadas geográficamente. Se encontró
que el 45 % de los sacerdotes Ashkenazis y el 56 % de los sacerdotes Sefardies
tienen el factor cohen, mientras en general en poblaciones judías la frecuencia es
del 3 % al 5 %. Como parte del proyecto, se tomaron muestras de ADN entre la
población Lemba y los resultados obtenidos probaban que el 9 % de los hombres
Lemba llevaban el factor cohen, y de aquéllos que dijeron pertenecer al clan Buba,
el 53 % mantenían dicho factor. Estas proporciones son similares a aquéllos
encontrados entre las poblaciones judías en otros lugares. Dicho sea de paso, la
ciudad de Sanna existe en el Yemen. En esa ciudad, la tradición oral cuenta que hace
siglos el valle había sido muy fecundo, irrigado por un dique, cuyas ruinas aún se
pueden ver. Según esa tradición, creen que aproximadamente hace unos mil años, el
dique se rompió y los habitantes huyeron. La conclusión es clara: los Lemba son
descendientes de poblaciones judías que llegaron desde el Yemen, pasando
probablemente por Etiopía o llegando directamente en barco (el viaje en barco es
factible), y mestizándose con la población negra local.
He allí la razón de porque en la Figura 3 los Lemba están “entre” las
poblaciones Negroides y las semitas.
Examinemos otro interesante caso que aparece en la Fig. 3: el de los judíos
etíopes (EtJ). Están ubicados mucho más cerca de las poblaciones norafricanas,
especialmente próximos a los etíopes. Veamos que se dice de ellos.
Los orígenes de esta antiquísima comunidad son oscuros y están envueltos en un
velo de leyendas y especulaciones. Algunos falashas remontan su parentesco ancestral
al rey Salomón y a la Reina de Saba. Por otra parte, varias autoridades rabínicas en
Israel y el occidente han sugerido que los judíos etíopes provienen de la tribu perdida de
Dan, misma que desapareció después de la destrucción del Primer Templo de Jerusalem
(675 a.n.e.). Sin embargo, numerosos historiadores han coincidido en que los
falashas son miembros de una tribu indígena hamítica, de piel oscura, conocida
como Agau. Se cree que adoptaron la religión judía en el primer o segundo siglo de
nuestra era. El culto que practican los falashas se basa firmemente en la Biblia hebrea
sin considerar la Ley Oral o Halajá, la cual desconocen por completo. No tienen muchos
conocimientos del hebreo, y para sus prácticas religiosas, utilizan el guezo (lengua
etíope antigua). Se adhieren fanáticamente a las enseñanzas del Pentateuco y son
escrupulosos en su observancia de las leyes dietéticas y de higiene, así como del
calendario judío. La forma en que profesan el culto es, en muchos aspectos, una
reminiscencia de como se practicara en los días que precedieron a la destrucción del
Segundo Templo de Jerusalem (70 n.e.). Como los falashas se vieron aislados de la
Tierra Santa y de las escuelas rabínicas en fecha primigenia, no recibieron influencia
talmúdica. La explicación mencionada arriba por los historiadores parece ser la
más probable. Nótese que los Falasha no están entre los etíopes y las poblaciones
semitas lo cual es un probable indicativo de un comienzo de separación entre ellos
y los otros etíopes. Ello debe ser debido al aislamiento provocado por sus creencias
judaicas, las que han mantenido a los Falasha separados del resto de sus hermanos
raciales. En suma: un grupo Negroide que adoptó el judaísmo.
Podemos decir inmediatamente lo siguiente: la migración de judíos etíopes y
Lemba hacia el actual Estado Sionista y su eventual mezcla con los judíos “auténticos”
deberían acabar con la eventual pureza racial (que es relativa) de estos últimos. Pero,
como es de público conocimiento, los judíos negros son segregados en la vida diaria del
estado sionista.
Una vez mencionados estos dos interesantes ejemplos, con los cuales el más
escéptico debería quedar satisfecho respecto a la capacidad de análisis de la genética,
volvamos al tema de los judíos del Medio Oriente. Tradicionalmente ellos son divididos
en tres grandes grupos:
1. Los judíos orientales, que viven en las actuales Palestina e Israel, al igual que en
Iraq, Irán, Asia Central y la Península Arábiga.
2. Los judíos sefaradíes (de la palabra hebrea para “español”), que residieron en
España y Portugal hasta su expulsión en el siglo 15. Allí migraron a África del
norte, Italia, los Balcanes, Turquía, Líbano, Siria y las Américas.
3. Los judíos ashkenazi (de la palabra hebrea para “alemán”), quienes se
desplazaron hacia el norte de los Alpes (quizás vía Italia) durante el primer
milenio de nuestra era. Durante el siglo 9, los ancestros de los ashkenazi se
establecieron en las ciudades del Rhineland y desarrollaron su propio lenguaje,
el Yiddish. Durante los siglos 12 y 13, los judíos ashkenazi fueron expulsados de
los países de Europa occidental, estableciéndose en Polonia y Lituania. A finales
del siglo 19 y comienzos del 20, los ashkenazis vuelven a migrar hacia Europa
occidental, las Américas, Sudáfrica y Australia.
Si volvemos a examinar la Figura 3 observamos que los judíos ashkenazis, los
judíos “romanos”9 (presuntos descendientes de los judíos llegados a la antigua Roma
Imperial), los judíos orientales (representandos aquí por judíos “kurdos”, Kur; judíos
“yemenitas”, Yem; y judíos del Cercano Oriente, Nea) y los judíos sefaradíes (judíos
“norafricanos”, Naf) están “entremezclados” con ärabes saudíes (Sar), Libaneses (Leb),
Palestinos (Pal), Sirios (Syr) y drusos “israelíes” (Dru). Ello prueba, más allá de toda
duda razonable, el origen semita de la parte principal de la judería actual.
3. ¿Hay algún otro aporte racial de importancia a la judería?
Si, si lo hay. Corresponde a lo que se llama “los judíos khazares”. Ellos, no son
ni la tribu perdida que el judío Koestler sugiere en uno de sus libros, ni los antecesores
de los judíos ashkenazis. El pueblo Khazar pertenece al grupo de los Turcos y
originalmente escribía en una forma que se originó en Mongolia. Vale decir, los
Khazares pertenecen a la Raza Mongoloide. En el siglo 9 de nuestra era, sus reyes, su
nobleza y una muy importante proporción de la población abrazaron la religión
Mosaica. Después de su conversión, los khazares fueron regidos por una sucesiónde
reyes judíos y comenzaron a adoptar los principales elementos de la civilización judía,
Talmud y Torah incluídas; la escritura hebrea y la observancia de las fuiestas judías. En
el siglo 10 el Imperio Khazar fue destruído por el príncipe rus(o) Svyatoslav.

Figura 4. El Imperio “judío” Khazar a comienzos del siglo 10 n.e.


Después de la derrota, muchos judíos khazares emigraron hacia Polonia,
Hungría y Rumania, en donde se mezclaron con otras comunidades judías de origen
semita.
Agreguemos a estas conversiones en masa la de los Himyaritas, tribu semita del
Yemen, que se convirtió al judaísmo en el siglo 5 de nuestra era. Durante ese siglo y el
siguiente, otras tribus árabes (semitas) se convertirán al judaísmo.
4. Una nota sobre Conahim, Levitas y transmisión de la “judaidad”.
Hemos mencionado arriba que estudios del cromosoma Y han mostrado que los
conahim (los Cohen), casta de sacerdotes judíos heredada por lado paterno, comparten
en su mayoría un ancestro común independientemente del sitio geográfico en el cual
estén actualmente. Ese hecho es consistente con un origen común de los judíos
(“clásicos”) ubicado en el Cercano Oriente. En contraste los Levitas, otra casta
sacerdotal judía heredada por el lado paterno, muestran evidencia de orígenes recientes
múltiples10. Los Levitas Ashkenazis muestran una alta frecuencia de un haplotipo
distintivo que no es del Cercano Oriente. La mejor explicación para este haplotipo,
hallable en más del 50% de los Levitas Ashkenazis, es la de un evento fundador (en
Biología, se conoce como Efecto Fundador a las consecuencias derivadas de la
formación de una nueva población de individuos a partir de un número muy reducido de
éstos) que involucra uno o muy pocos hombres europeos, evento que debe haber
ocurrido en tiempos cercanos a la formación y asentamiento de la comunidad
Ashkenazi. Toda una novedad racial. Pero sobre este asunto aún hay discusiones11.
En los tiempos bíblicos, un niño heredaba su “judaidad” de su padre. Hoy día,
desde los tiempos Talmúdicos (200 ane – 500 ne) y en ausencia de conversiones, la
“judaidad” se hereda por lado materno.
5. ¿Se puede resumir todo lo dicho antes en unas frases breves?.
Si. Los primeros judíos son simplemente un grupo de habitantes del Medio
Oriente que se separaron del resto sólo en el aspecto religioso12. Esta es una unidad
étnico-religiosa indisoluble: el judío está definido por su religión. Posteriormente, la
judería recibe aportes raciales Negroides y Mongoloides de pueblos que se han
convertido a la Ley Mosaica porque si no, no serían judíos por definición. Por lo
tanto, y en primera instancia, un judío queda definido por ser observante o
practicante de la fe mosaica. Más adelante mencionaremos algunas excepciones.
6. Se sabe que la judería “clásica” (los originados en el Medio Oriente) se ha
mantenido casi completamente aislada de las comunidades en las cuales se
aposenta. ¿Ha tenido esa actitud pertinaz alguna consecuencia genética?.

Si, la ha tenido debido a las variadas cruzas consanguíneas. Esas consecuencias


se manifiestan en diversas enfermedades y síndromes genéticos. Veamos algunos
ejemplos. Por ejemplo, en la Tabla 1 se muestran algunos tipos de cáncer y síndromes
pre-cáncer que muestran una mayor o menor incidencia en la judería.
Tabla 1. Cánceres y síndromes pre-cáncer que muestran un exceso o menor
incidencia que el promedio en judíos13.
Síndromes pre-cancer y cánceres hereditarios que se manifiestan en exceso.
Sarcoma clásico de Kaposi (raro, no relacionado al SIDA)
Síndrome de Bloom
Ataxia telangiectasia
Carcinoma Endometrial
Escasez del carcinoma uterino cervical
Polycythemia vera
Las mutaciones BRCA1 y BRCA2 (efecto fundador)
La mutación APC I1307K Ashkenazi (efecto fundador)
La mutación MSH2 1906CfiG Ashkenazi (efecto fundador)
Enfermendad de Gaucher
Enfermedad de Crohn
Colitis ulcerativa
Anemia de Fanconi
Retículoendoteliosis leucémica
Cánceres que se manifiestan poco en judíos.
Cáncer Uterino cervical
Cáncer al pulmón en hombres
Cáncer al pene
Cáncer a la próstata

La Tabla 2 muestra otra lista de enfermedades cuya prevalencia es más alta en


poblaciones judaicas que en otras poblaciones..

Table 2 | Diseases with mutations shared among Jewish


groups
Jewish groups with
Heterozygote
Disease Gene Major biochemical (OMIM number) effect which mutation
frequency
sharing occurs
Ashkenazi, Georgian,
Iraqi,
α-thalassaemia (141800) HBA1 Decreased red-cell survival 1/100–1/5
Kurdish, Moroccan,
Yemeni
Ataxia telangiectasia ATM DNA repair (208900) 1/83 Moroccan, Tunisian
Ashkenazi, Indian,
Kurdish,
β-thalassaemia (141900) HBB Decreased red-cell survival 1/100–1/5
Moroccan, Turkish,
Yemeni
Combined factors V LMAN1 Molecular chaperone from ER
1/158 (?) Tunisian, Iranian
and VIII deficiency (227300) to Golgi
Creutzfeldt–Jakob disease PRNP Signal transduction (123400) 1/24,000 Libyan, Tunisian
Ashkenazi, Georgian,
Greek, Iranian, Iraqi,
Cystic fibrosis (219700) CFTR Chloride ion transport 1/99–1/25
Moroccan, Roman,
Yemeni
Factor VII deficiency F7 Blood clotting
1/40 Iranian, Moroccan
(227500)
Factor XI deficiency, F11 Blood clotting type II (264900) 1/30–1/23 Ashkenazi, Iraqi

Ashkenazi, Iraqi,
Familial breast and BRCA1 DNA repair ovarian cancer I (113705) 1/100
Moroccan
Ashkenazi, Iranian, Iraqi,
Familial Mediterranean MEFV Leukocyte inflammatory
1/10–1/5 Roman, Libyan,
fever (249100) response protein
Moroccan
Non-syndromic recessive GJB2 Gap junction formation
1/44–1/20 Ashkenazi, Roman
deafness (220290)
ATM, ataxia telangiectasia mutated (includes complementation groups A, C and D); BRCA1, breast cancer 1,
early onset; CFTR, cystic fibrosis transmembrane

.... Continuará ….
1
S. Nevo y otros. Human Biology, 68, 217-229 (1996).
2
A. Picornell y otros. Human Biology, 69, 313-328 (1997).
3
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4
E. M. Wijsmann. Human Genetics, 67, 441-448 (1984).
5
E. Kobyliansky y otros. Annals of Human Biology, 9, 1-34 (1982).
6
E. Kobyliansky y otro. Annals of Human Biology, 10, 453-464 (1983).
7
H. Oster. Nature Reviews Genetics, 2,
8
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9
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10
D. M. Behar y otros. American Journal of Human Genetics, 73,768-779 (2003).
11
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13
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