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EL CONCEPTO DE INTELECTUAL SEGÚN GRAMSCI

Rigor, coherencia, complejidad y riqueza son adjetivos que le van bien a Gramsci. ¿Por qué?
Porque cada concepto, cada análisis que nos propone expresa la originalidad de un pensamiento
vivo, fecundo para la tradición del marxismo. El concepto de intelectual orgánico (uno más)
completado con el de intelectual tradicional forman parte de los conceptos centrales del
pensamiento del autor. Aquí vamos a realizar una aproximación a ambos conceptos no sin llamar
la atención de la estrecha relación que guardan con otros como “el partido como intelectual
orgánico”, “la ideología” o el Estado, por citar algunos de ellos, y que abordaremos en futuras
entregas.

Cada clase social fundamental tiende a crearse su propio grupo de intelectuales, que le da
homogeneidad y conciencia, en el terreno económico, pero también en el político y el cultural.[1]
Gramsci se pronuncia contra la falsa noción de la independencia de los intelectuales, contra la
asimilación de ellos a los “hombres de letras”; relativiza la división entre “intelectuales” y
“simples”, y quiebra la individualidad del intelectual en la figura del “intelectual colectivo” de la
clase obrera. Plantea la extensión del concepto:

Por intelectuales es preciso entender no sólo aquellas capas comúnmente designadas con
esta denominación, sino en general toda la masa social que ejerce funciones organizativas
en sentido lato, tanto en el campo de la producción como en el de la cultura y en el
político-administrativo [2]

Antonio Gramsci delimita el concepto de intelectual en dos sentidos. El primero, de tipo


sociológico, consiste en definir a los intelectuales por el lugar y la función que ocupan en el seno
de una estructura social. A este tipo Gramsci lo denomina orgánico. La segunda definición, de
tipo histórico, consiste en determinar el carácter de intelectual por el lugar y la función que
ocupan en el seno de un proceso histórico. A este segundo tipo, lo denomina tradicional. No se
trata de una contradicción, sino de una distinción metodológica,

Esta investigación sobre la historia de los intelectuales no será de carácter “sociológico”,


sino que dará lugar a una serie de ensayos sobre la historia de la cultura
(Kulturgeschichte) y de la ciencia política. No obstante, me será difícil evitar algunas
formas esquemáticas y abstractas que recuerdan a las de la sociología…[3]

A continuación, Gramsci procederá a distinguir a los intelectuales de los no-intelectuales. El


criterio de diferenciar entre trabajadores manuales y trabajadores intelectuales -a diferencia de
Marx- no convence a Gramsci por arbitrario, ya que todo trabajo (incluso el más degradado, el
más “taylorizado”) exige un mínimo de conocimientos técnicos, al igual que cualquier trabajo
intelectual precisa un mínimo de actividad manual. Gramsci empleará otro criterio: el intelectual
se definirá por el lugar y por la función que ocupa en el conjunto de las relaciones sociales.

Veamos un ejemplo: lo que caracteriza al obrero no es el carácter manual de su trabajo, sino el


ser, en el modo de producción capitalista, no-propietario de los medios de producción y
productor de valor, es decir de plusvalía. Al igual, lo que caracteriza al capitalista en tanto que
capitalista no son las cualificaciones intelectuales que pueda detentar sino su función en sí
misma, es decir, ser propietario de los medios de producción y acaparador de plusvalía.

Ahora bien, en la medida que las personas utilizamos nuestra capacidad cerebral en mayor o
menor grado, todos podemos ser considerados como intelectuales. Pero no todos ejercen, dice
Gramsci, la función del intelectual

Todo grupo social que surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de
la producción económica, establece junto a él, orgánicamente, una o más capas
intelectuales, que le dan homogeneidad y conciencia de su propia función, no sólo en el
campo económico, sino también en el social y en el político…[4]

Grupo social que ejerce una función esencial en el modo de producción quiere decir en el
lenguaje carcelario de Gramsci clase social.

Los intelectuales que una clase crea en el curso de su progresivo desarrollo cumplen tareas que,
la mayor parte de las veces, son especializaciones de actividades intelectuales implicadas por su
origen en la función que ejerce esta clase por el lugar que ésta ocupa en el modo de producción.
En la sociedad capitalista, los empresarios son también intelectuales, al menos en lo que incumbe
a sus funciones de organización y dirección:

Si no todos los empresarios, por lo menos una elite de ellos debe tener capacidad para la
organización de la sociedad en general, en todo su complejo organismo de servicios hasta
la misma organización estatal, dada la necesidad de crear las condiciones más favorables
para la expansión de la propia clase, o como mínimo debe poseer la capacidad para
seleccionar “los encargados” (empleados especializados) a los que se pueda confiar esa
actividad organizativa de las relaciones generales externas de la empresa.[5]

Los intelectuales son pues, primeramente, los organizadores de la función económica de la clase
a la que están ligados orgánicamente.

Son también los portadores de la función hegemónica que ejerce la clase dominante en la
sociedad civil. Trabajan en las diferentes organizaciones culturales (sistema escolar, organismo
de difusión –periódicos, revistas, radio-, etc.), y en los partidos de la clase dominante, con el fin
de asegurar el consentimiento pasivo, si no el activo, de las clases dominadas en la dirección que
la clase dominante imprime a la sociedad.

Los intelectuales son también los organizadores de la coerción que ejerce la clase dominante
sobre las otras clases por medio del Estado.

El intelectual tiene también como función la de suscitar, en los miembros de su clase a la que
está vinculado orgánicamente, una toma de conciencia de su comunidad de intereses, y la de
provocar en el seno de esta clase una concepción del mundo homogénea y autónoma. Esta
función de homogeneización la ejerce el intelectual a dos niveles: al nivel del saber y al nivel de
la difusión.

A continuación, vemos los rasgos característicos de los intelectuales para Gramsci:

1) Los intelectuales son los organizadores de la función económica de la clase a la que están
ligados orgánicamente

2) Los intelectuales son también los portadores de la función hegemónica que ejerce la clase
dominante en la sociedad civil. Trabajan en las diferentes organizaciones culturales (sistema
escolar, organismos de difusión –periódicos, revistas…-) y en los partidos de la clase dominante
con el fin de asegurar el consentimiento pasivo, si no el activo, de las clases dominadas en la
dirección que la clase dominante imprime a la sociedad.

3) Son, del mismo modo, los organizadores de la coerción que ejerce la clase dominante sobre
las otras clases por medio del Estado.

4) El intelectual tiene también como función la de suscitar, en los miembros de su clase a la que
está vinculado orgánicamente, una toma de conciencia de su comunidad de intereses, y la de
provocar en el seno de esta clase una concepción del mundo homogénea y autónoma.

Cabe reiterar como ya se indicó que no hay que pensar en una relación simétrica intelectuales =
hegemonía, ya que también se desempeñan en funciones de “dominio”, ligadas a la coerción:

Los intelectuales son los “empleados” del grupo dominante para el ejercicio de las
funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político a saber: 1) del
“consenso” espontáneo que las grandes masas de la población dan a la dirección
impuesta a la vida social por el grupo fundamental dominante, consenso que
históricamente nace del prestigio (y por lo tanto de la confianza) que el grupo dominante
deriva de su posición y de su función en el mundo de la producción. 2) del aparato de
coerción estatal que asegura “legalmente” la disciplina de aquellos grupos que no
“consienten” ni activa ni pasivamente, pero que está preparado para toda la sociedad en
previsión de los momentos de crisis en el comando y en la dirección, casos en que no se da
el consenso espontáneo.

La coerción ocupa un segundo plano en las sociedades hegemónicas, pero puede pasar al primero
en momentos de crisis.

Los intelectuales se hallan unidos orgánicamente a las clases sociales. Como el término orgánico
puede dejar comprender, los lazos que unen a los intelectuales con las clases sociales proceden
de las organizaciones en las que los intelectuales actúan.

El carácter orgánico del intelectual depende, pues, de los lazos más o menos estrechos que unan
a la organización de la cual él es miembro con la clase que representa.

Se podría estimar lo orgánico de las distintas capas de intelectuales, su mayor o menor


conexión con un grupo social básico, fijando una graduación de las funciones y de la
superestructura desde abajo hacia arriba, desde la base estructural hasta lo alto [7]

Si bien los intelectuales están “orgánicamente” ligados a las clases sociales, sin embargo,
conservan cierta autonomía que depende, primeramente, de la especificidad de sus funciones de
organizador, de educador, de sabio y de “homogeneizador” de la conciencia de clase a nivel
económico, social y político. El carácter necesario de sus funciones conlleva ya una cierta
independencia.

Los tipos de intelectuales que producen las diferentes clases sociales son los siguientes: la clase
dominante produce numerosos y variados intelectuales con el fin de poder desempeñar su papel
dominador y de dirección a todos los niveles de la sociedad. La clase que aspira a conseguir el
poder, según la fase histórica en la que se encuentre y según el mayor o menor poder
hegemónico de la clase dominante, capas de intelectuales que puedan cubrir todas las funciones
y que, en los momentos de crisis política, ejerzan de hecho todas estas funciones. Las demás
clases producen habitualmente intelectuales para defender sus intereses económico-corporativos
y pueden, a veces, producir un cierto número de intelectuales a nivel político.

El intelectual tradicional

Gramsci no definió nunca de manera precisa y definitiva el sentido y los límites del concepto de
intelectual tradicional. Sin embargo, concedió gran importancia a la distinción entre intelectual
orgánico y tradicional:

Como cuestión esencial del problema se presenta la diferenciación entre intelectuales


como categoría orgánica de cada grupo social básico e intelectuales como categoría
tradicional, sobre cuya distinción emanan multitud de problemas y posibilidades de
investigación teórica [8]

o también,

la formación de los intelectuales tradicionales es el problema histórico más interesante [9]

Cada grupo social esencial, dice Gramsci,

al surgir en la historia a partir de la estructura anterior y como expresión de un desarrollo


de ésta (de esta estructura), ha encontrado, al menos en la historia ocurrida hasta el
momento, categorías intelectuales preexistentes y que hasta parecían representar una
continuidad histórica ininterrumpida a pesar de los cambios más complicados y radicales
de las formas sociales y políticas

El concepto de intelectual tradicional, que designa a los miembros de categorías preexistentes al


desarrollo industrial capitalista, que se conservan a sí mismas como “autónomas e
independientes del grupo social dominante” y sobreviven a la desaparición del modo de
producción en el que han surgido, es bastante preciso. Así, en el paso del modo de producción
feudal al modo de producción capitalista, designa con precisión al clero, y constituye un
instrumento de análisis para estudiar las luchas habidas entre los intelectuales de la burguesía y
los de la aristocracia.

En resumen, lo que caracteriza a las capas de intelectuales tradicionales es: 1. Están constituidas
por los intelectuales orgánicamente ligados a una clase del modo de producción anterior. 2. Están
también integradas por los intelectuales que, en el seno de un modo de producción, son o están
ligados orgánicamente a las clases desaparecidas o en vías de desaparición. 3. Al intelectual se le
denomina tradicional siempre en relación con una clase progresiva. 4. El concepto de intelectual
tradicional designa un objeto visto desde una perspectiva histórica. Se funda en el análisis de las
tendencias históricas de las clases sociales. 5. Estos intelectuales segregan una ideología por la
que se presentan como independientes de las clases sociales y como representantes de una
continuidad histórica. 6. Esta ideología esconde su carácter de clase. 7. Enmascara, también, su
posición de clase que puede variar con las diferentes épocas históricas, pero que está siempre
presente en todas sus actividades intelectuales. 8. Esta ideología tiene una determinada eficacia
política: a) da a los intelectuales un sentimiento de solidaridad de casta y una cierta cohesión; b)
les impulsa a proporcionarse organizaciones relativamente independientes de las clases
dominantes; c) justifica lo que les permite su mayor o menor grado de autonomía: la defensa de
sus intereses de casta, primordialmente cuando esta defensa le conduce a la oposición a alguna
decisión de las clases dominantes; d) sirve, finalmente, para ocultar sus posiciones de clase, para
mixtificar a las clases sobre las que ejercen su hegemonía. 9. La subordinación, o mejor dicho, la
asimilación de los intelectuales tradicionales por los intelectuales orgánicos de la clase
dominante es directamente proporcional, por una parte, a la fuerza de los caracteres orgánicos y
progresivos de esta clase y, por otra, a la debilidad de la organización de los intelectuales
tradicionales.

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