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Tercera Parte

LUCHA POR LA ORGANIZACION DEL ESTADO


Capítulo 1
RASGOS GENERALES DE ESTE PERIODO
1.—Generalidades.
Este período. de lucha. por -la organiza- ción del Estado se extiende desde la..re- nuncia de
O"Higgins hasta la batalla- de Lircay en 1830. En esta época se sucedie- ron once gobiernos
y se ensayaron otras tantas. formas jurídicas.
Es un período común y general a toda la historia americana, pero que en Chile reviste
ciertas características peculiares que conviene conocer.
Los siete años de lucha por la organi- zación del Estado, impropiamente deño- minados
“Anarquía”, constituyen un.trozo de la vida histórica de nuestra patria que se nos presenta.
como un- periodo de agi- tación aparentemente. inútil, pero en el fondo y en su conjunto,
fecundo. De ella resultó —es cierto— mucha miseria moral y material, pero al mismo
tiempo, Un progreso general y. prometedor. . Este. pe- ríodo representa un intento difícil y
labo- rioso para adaptar la teoría jurídica a las realidades concretas. ..
2.—El cambio brusco de las instituciones tradicionales.
La guerra de la independencia larga y sangrienta —se prolongó por más de diez años—
produjo el cambio brusco de las instituciones tradicionales y, consecuen- cialmente, la falta
de correspondencia con el medio. Es ésta la primera y una de las más graves dificultades
con que hubo de luchar nuestra clase dirigente al despren- derse de la madre patria
después de haber
vivido ese siglo XVIII de calma mental y moral
3.—La postración económica,
Las campañas de la emancipación de- jaron a la Capitanía general de Chile en un estado
lastimoso de devastación y de pobreza. Al arduo problema de adaptar la vida entera del
país a los nuevos idea- les y doctrinas proclamados en la revolu- ción de la independencia
se le presenta a nuestros gobernantes el no menos.arduo problema de reconstruir las
fuentes de ri- quezas destruidas por la guerra y de crear otras nuevas.
4.—La incultura.
Otro factor que explica la agitada lu- cha por la organización del Estado es la Íalta total de
cultura en las masas popula- res y la ausencia de educación política en las clases altas.
La libertad degeneró fácilmente en des- orden y la autoridad sin tradición po- lítica terminó
en la dictadura y el cau- dillismo.
5.—Falso concepto de la ley.
La clase dirigente chilena olvidó que toda ley, aunque teóricamente perfecta, resulta
ineficaz si sus disposiciones no se conciben en función de la realidad social que pretende
regir. Se implantó en toda su amplitud el sistema representativo dándole al pueblo una
participación di- recta un el gobierno, sin que existiera po- sibilidad aleuna de realización.
Capítulo II
LA VIDA POLITICA EN LOS DEMAS PAISES AMERICANOS: ANARQUIA, CAUDILLISMO,
DICTADURA. EL CASO DE CHILE
En Chile bien podría suprimirse la de- nominación de Anarquía para el período
comprendido entre la renuncio de O'Hig gins y la batalla de Lircay. En efecto, este
ELISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE 43
periodo €s tan breve (7 años) y tiene rasgos tan singulares, que le quitan ese carácter
anárquico y de confusión política que en los demás países hispano-america- nos se ha
mantenido por más de un siglo.
Tres factores de Importancia decisiva en el desenvolvimiento histórico nacional explican
esta diferencia:
1-—La lucha por la organización del Esta- do, al igual que la emancipación, no es en Chile
una lucha social sino de predominio político de sectores de la aristocracia.
En Chile, la armonia social básica, el ritmo regular de la vida campesina, la re- ciprocidad
atávica entre la aristocracia rural y el inquilino mestizo, se habían mantenido incólumes a
lo largo de la lu- cha por la Independencia. Ya lo dijimos al hablar de los rasgos generales de
la emancipación: aquí, en Chile, fué una re- volución política y no -social. Lucharon
integrantes de una misma clase social: la burguesía criolla. El mestizo seguía al pa- trón sin
compenetrarse del verdadero al- cance del movimiento emancipador.
De tal suerte, que las luchas de la In- dependencia y las del período de organi- zación del
Estado no comprometieron el vínculo de lealtad y sumisión absoluta del trabajador al
patrón. No ocurrió lo mismo en los demás paises hermanos de la Améri- ca española. En
Venezuela, la guerra de la emancipación y la anarquía degeneraron en pugnas de razas y
luchas de clase. Otro tanto ocurrió en el Perú, en Ecuador y en México, donde el indio vengó
en el blan- co tres siglos de injusticia. En Venezuela, la aristocracia criolla casi desaparece, y
vemos al mestizo y al negro adueñándose del poder. En Colombia, la lucha religio- sa y
doctrinaria llevó la anarquía a extre- mos deplorables.
Resumiendo: ni la Independencia ni la impropiamente denominada Anarquía chilena son
una lucha social, Son sectores de una misma clase social (el criollo) que se enfrentan, y que,
en el fondo, (por lo menos en aquellos años), sustentan las mismas ideas (todos “son
católicos), de- tienden los mismos intereses (los de la aristocracia terrateniente).
2—El factor racial.
Otra circunstancia que indudablemente explica lo breve y lo incruenta que fué
nuestra anarquía en relación con los demás pueblos hispanoamericanos es el factor ra- cial.
En la América tropical el aporte de sangre negra y la mayor proporción de sangre aborigen
que se produjo en el mes- tizo por la selección favorable al indígena, determinada por el
clima, dió indudable- mente a la Anarquía ese aspecto sangrien- to, a veces de pugna racial,
de mayor tur- bulencia y, sobre todo, de más larga du- ración que en nuestro país.
3.—Los grupos políticos,
Uno de los capitulos más interesantes de la historia política de Chile es el estu- dio del
nacimiento, desarrollo e importan- cia de nuestros partidos políticos. Desde luego,
podemos constatar que ellos, desde un comienzo, son la expresión de categorías. sociales y
económicas que naturalmente le dan a estos grupos gran influencia, gran vigor y solidez, no
obstante que en un co- mienzo ni siquiera cuentan con programas concretos y definidos. Es
que no los ne- cesitan porque ellos, siendo expresión —co- mo ya se ha dicho— de
categorías sociales y económicas, involucran tácitamente un programa y una ideología
natural, indis- cutida. Y es esta una característica propia de nuestros partidos dentro de la
América latina y que, en gran parte, explica también la corta duración de nuestra lucha por
la organización del Estado en relación con la de los demás países hermanos de América.
Nuestros partidos políticos han imposibi- litado el personalismo y la anarquía. Des- de
aquella época, no han vivido —por re- gla general— del personalismo. En numero- sos
casos, empezando con O'Higgins, nues- tros grupos políticos han prescindido de hombres y
estadistas connotados, cada vez que éstos no traducían sus aspiraciones co- lectivas.
4,—El militarismo
Indudablemente se ha exagerado cuan- do se habla del militarismo como un pro- ducto de
la Anarquía chilena, extendiendo 2 nuestro país una caracteristica propia a este período en
los demás paises hispano- americanos.
Los militares que figuran en ésta época (generales Freire y Pinto) fueron exal- tados por
elementos civiles como símbolos de gloria y de orguilo nacional. Con Freire y Pinto en
realidad gobiernan Egaña, Gan-
44 JULIO HEISE GONZÁLEZ
darillas, Infante y Benavente, y ambos ge- nerales carecen de todas las condiciones pro-
pias de los dictadores militares.
Siempre demostraron sincero desapego al poder y tolerancia hacia toda clase de ideo-
logías. Al Hegar al gobierno, la primera y más decidida preocupación de ambos fué dar al
país una Carta fundamental, mos- trándose siempre respetuosos de la cons- titución y de
las leyes.
Capitulo I11
DON
1.-—El Acta de unión de las provincias y el gobierno provisorio de Freire.
La caída de O'Higgins produjo un gran desconcierto. La alta burguesía santiagui- na jormó
una Junta de gobierno integra- da por Inf yzaguitre....y Errázuriz. Creyó con ello controlar el
poder público y devolver la tranquilidad al país.
Pero Freire se había sublevado en el sur y no reconoció a la Junta de gobierno que se había
formado en la capital. Desenm- barcó con sus tropas en Valparaíso y des- de allí se dirigió a
Santiago.
La situación se aclaró después que re- presentantes de las tres provincias (don Juan Egañ 1
An-
marzo.de 1823, especie de constitución pro- visori tuyo por objeto: 12 Elegir a don Ramón
Freire como Director Supremo Inter E : Í Yen lineas muy generales ala nación. Se esta-
blecía un poder ejecutivo unipersonal y provisorio; un legislativo a cargo de un Senado
Conservador formado por 9 seña- dores, que fueron designados por las asarn- bleas
provinciales a razón de 3 por pro- vincia, y un poder judicial independiente de los otros
dos. Se declaraba, además, vi- gente la Constitución de 1818 en todo lo - que no fuese
contraria al Acta de Unión de las Provincias, y 3% Se dan los pasgs
Tal constituyente” encarga íár una nueva Carta fundamental
atuerdo con un reglamento electoral elaho- fado por el sobiermo sobre la base de_un
bosquejo de Egaña y de algunas observa cioriés hechas por el Senado.
““Los diputados se eligieron por las “dele- gaciónes.... o. antiguos, partidos en propot- ción-
de.wmo.por.cada..15.000, habitantes Y fracción de 9.000, en votación directa. Se
AE
ivi An
RAMON FREIRE Y LA
CONSTITUCION DE 1823
daba calidad de ciudadano con derecho a sufragio a todo chileno mayor de 23 años, que
supiera leer y escribir y además fuese propietario de un bien raíz, o comercian- te con un
capital determinado, poseedor de un grado académico o profesional, em- pleado público o
eclesiástico secular. Se consagra, por lo tanto, el sufragio censitario.
Es en virtud del Acta de Unión de las Provincias que don Ramón Freire inicia su gobierno.
provisorio. En esta época, el Senado aprobó —a indicación de-d0n” José Miguel infante=
"uña ley aboliendo total y delmituvamente la esclavitud, 'La discu- sión de éste y Otros
problemas de orden doctrinario como las relaciones entre la letesia y el Estado y la
supresión de la le-
?
noríficos de las corporaciones dieron oca-
sión a que se ñ
diseñaran en nuestra clase alta dos corrientes políticas: uma modera- da, conservadora y
autoritaria, encabezada por el ministro don Mariano Egaña, y otra liberal y reformista,
dirigida por don José Miguel Infante, quien, al mismo tiempo, aparecía como jefe de la
mayoría del Se- nado.
2—La Constitución de 1823.
a) Su gestación.
El Congreso Constituyente se ¡mauguró el 12 de agosto, presidido por don Juan Egaña. Se
designó Director Supremo en propicazd a don Ramon Freire y se cons- tituyeron
numerosas comisiones, cutre las
"cuales una, iteyrada por Egana, Argome- su
do Aguwtn-Va-e-Camónigo_ don Diego
Pers
se encargara de estudiar el proyecto.cons- -
titacional En su totalidad el estatuto fué redacta- do por don Juan Egaña y en eran parte re-
Produce su propio proyecto de.18L2. E; LEN Eió 2 Es
• a _ ma elocnente-ebsentideintirmo de ta-lu-
“cha_por_la organización del Estado, que,
DAR UZación a
como ya..lo hemos dicho, se traduce. cn
una falta de correspondencia con el medio,
AS A A A A
,;
y

HISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE : 45


una ingenua esperanza en las constitucio- nes y en las leyes, un intento laborioso de
adaptar la teoría jurídica a las realidades históricas.
En el Congreso constituyente los diputa- dos se organizaron por primera vez en dos
corrientes políticas: por un lado, autori- tarios y conservadores partidarios del pro- yecto
de Egaña, y por otro, reformistas y liberales contrarics a él
b) Disposiciones de carácter general, El Estado es unitario y la soberanía resi.
de ¿hi Ta nación. Se establecen los limites Pc a E
del territorio RacionaLo nr La ciudadanía pertenece a los chilenos que hayan cumplido 21
años y que adémas
A RT MAIN EI LI NL IEA,
sean propietarios, comerciantes, o adquirie-
sen el “mérito cívico” por algún servicio
O, EREO.. OE,
público,
La nacionalidad se rige por las normas
de-lConstitución de 1822 La Carta de 1823 crea una “Comisión de
conciliación nacional”, que usandó sólo
medios persuasivos solucionaría los con-
flictos Se ads d “Estado” Sé establece. también una magistratura
con el título..de “Dirección de. economía
A
nacional”, Esta Constitución representa .el
mir barre a Va E Md MIA
primer intento de racionalización de: la
Jo.
administración pública.”
c) El Poder Ejecutivo y el régimen in- tenor.
Reside..el Poder. Ejecutivo-en-eb-Director Supremo electo popularmente por 4 años
A ali RR Al mr ias Ur > ? a
y reelegible p mayoría de.los.dos tercios.
EA
El Director Supremo gobierna con tres
Pm 0 m1. ST AT AAN
ministros. La _responsabilidad..de..éstós..se
hace efectiva ante la Corte Suprema, previa
A a ci e a e daa
declaración del Senado de haber lugar a
ssp A A a A
formación de causa.
A
Sé“ crea “también un Consejo de Esta-
e Tós ne-
e A TRA at q
do.zómio corporación consultiva gucios públicos.
,
d) El Poder Legislativo. Estaría a cargo de dos cámaras; un. Se
RA NA A O
nado Conservador que funcionaría perma-
A
nentemente. y. una. Cimaramaciornalquesén
lo_lo haría previa..convocatoria especial y
a GI
en los casos de, conflicto..entre. el. Director
Supremo y el Senado... Er Senzd
AS
“Senado, compuesto por. 9. senadores,
A
electos por 6 ados, y reelegibles indefinida:
ci iii
mente, exa la corporación. legislativa y. Es,
to el Director Supremo como el propio Senado. Sesionaría en dos periodos órdina* rios de
15 días al 'año cada: uno: Una de sus funciones más importantes sería velar” sobre la
moralidad nacional. "Para ello = debía. llevar. un registro” público” de méri? tos cívicos,
para proponer a los ciudadanos omo beneméritos a la Cámara nacional, La Constitución
distingue los beneméritos comunes y los beneméritos en grado he- TOICO.
La Cámara nacional es la reunión de consultores nacionales en una asamblea momentánea.
Estos consultores nacionales eran designados por las asambleas elegro- rales del
departamento. Durarían 8 años y anualmente se renovarían por octavas partes según
sorteo." 0 CCT om
La Constitución de 1823 establecía, ade- más, una sejie numerosa y complicada de
asambleas que debian” reunirse” cada “15 años para elegir y censurar “a” los “imágis”
trados. E coi
e) El Poder judicial. Estaba entregado a una Suprema Corte
de Justicia y auna Corte-de Apelaciores,
que tenían bajo su jurisdicción a los jue- ces létrados y demás funcionarios del po- der
judicial.” : a
f) Apreciaciones generales sobre la Cons- titución, :
En la historia política de Chile se co- noce este Estatuto con el nombre de Constitución
moralista. En. efecto, la mo- ralidad privada se establecería como base del derecho público.
Para Egaña, la religión, la moral y la política eran una misma cosa. Estaba convencido de
que las leyes eran eficaces para hacer virtuosos a los hombres. De ahí la tendencia religiosa
y ética de su proyecto.
Complementó su proyecto con 37. regla- mentos de las más variadas materias desde
-las instituciones morales de la sociedad
hasta los trajes que debían vestir los ma- gistrados y el Director Supremo. o
Se prescribe la dictación de un Código moral que reglamentaria “los deberes del ciudadano
en todas las épocas de su edad y en todos los estados de la vida social, tormándose hábitos,
deberes, instrucciones públicas, ritualidades y placeres que trans- formen las leyes en
costumbres y las cos- tumbres en virtudes civicas y morales”. (Art. 249 de la Constitución).
46 JULIO HEISE
Establecia un fuerte predominio de un Senado oligárquico en medio de un con- junto de
prescripciones reglamentarias y de asambleas y consejos que tornaron im- practicable la
Constitución. Era una obra
e
jurídica sin ningún sentido de las propor-
ciones, sin ningún sentido político. Egaña, como auténtico 1deslóg0, olvidó que la escasa
población de Chile era casi toda rural y analfabcta. Con mucho acierto afirma don Luis
Galdames: “La vida co- lonial y la antigua legislación española junto con el derecho del
mundo greco- romano habían dejado un sedimento indi- soluble en el criterio de Egaña. Se
trataba de modernizar el Derecho y Egaña apare- cía pretendiendo restaurar una época en-
vejecida y desdeñada. Retrocedía a los preceptos de las Siete Partidas y de las
Recopilaciones de los siglos XVII y XVII. Pocas veces un hombre ha podido repre- sentar
más justamente la filosofía vacilan- te de un período de transición: revolucio- nario en sus
anhelos y retrógrado en su espíritu como era el tiempo en que Egaña vivió. Su Código
semejaba el espectro de la conciencia colonial en actitud de er- guirse para imperar de
nuevo sobre todas las instituciones sociales. Egaña llegó a ser un sabio anacrónico, jurista
de una es- cuela ya muerta, religioso, intolerante, y dogmático. Aunque su Constitución no
se aplicó, mo por eso dejó de expresar el criterio sociológico y jurídico de una por- ción
considerable de sus conciudadanos para quienes el pueblo era un rebaño con sus
sacerdotes de pastor”.
La Constitución-- resultó. impracticable. El propio Congreso lo.camprendió- así -y> al efecto
dictó, una ley transitoria por la
AAA
cual se designaba por un año alos miem-
pe Al corel zon error
bros del Senado y de la Cámara Nacional,
como también a numerosos funcionarios. El descontento contra la Constitución y
contra su autor que era acusado de mo-
aA
HATGuIsta sigue en aumento, y en julio de
1824, después. de una asonada popular,
Freire asume la dictadura.
a Ad RIO
GONZÁLEZ 3.—-El Congreso de 1824,
Suspendido el régimen costitucional, Freire convocó a un nuevo congreso que fué elegido
en noviembre de 1824 por su- fragio universal, debiendo emitirse el yoro “públicamente y
de viva voz para que los chilenos adquirieran un espíritu de noble y firme franqueza”, dice
el decreto de 26 de agosto que reglamentó estas elecciones,
Un mes después. de su elección _este
AIM A
Congreso..ederogó. expresamente la Consti-
tución de .1823..sin.. que, alcanzara. .a im-.
plantarse. Al mismo. tiempo se declaró
constituyente. A. pesar de investir este, ca- rácter ni siquiera. inició el estudio de a nuéya
constitución y. fué disuelto por Freire en mayo de 1825 a petición. de..la mayoría del.
mismo congreso,
La vida borrascosa y desordenada de es- te cuerpo legislativo es un índice de la ausencia de
cultura política y del falso concepto de la ley que singularizan a nuestra clase dirigente en la
agitada lu- cha por la organización del Estado.
4.—Otros trabajos del gobierno de Freire.
l. Se dispone la creación de cemente- rios en todas las ciudades de la República.
2. Se prohibe hacer votos perpetuos a los menores de 25 años (Ley de 1823).

3. Confiscación de los bienes del clero regular.

4. Se dispone que cada convento de monjas y de sacerdotes mantengan escue- las de


primeras letras para mujeres y hombres respectivamente.

5. Se dicta un reglamento para la ad- ministración de justicia.

6. Se reglamenta la libertad de impren- ta (Ley de 1823).


7. Se inician las relaciones diplomáticas con los EE. UU.. (Mr. Allen primer Mi- nistro
plenipotenciario).

8. Conquista de Chiloé (1826).

9. Se envían fuerzas militares y navales al Perú para colaborar con Bolívar en la


independencia de este pais.

Capítulo 1V
EL FEDERALISMO
1.—Don José Miguel Infante y los comien- zos del federalismo.
Con la disolución del Congreso de 1824
comienza en Chile un federalismo de hecho.
Wu efecto, las provincias de Coquimbo y isncepción, sin desconocer el poder
HISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE 47
central, inician desde mediados de 1825 yn gobierno autónomo a través de sus respectivas
asambleas provinciales y bajo la presidencia de los intendentes.
Ésta autonomía de las provincias quedó en cierto modo confirmada al elegirse un guevo
congreso que llegó a ser una sim- ple asamblea de la provincia de Santiago, ya que en él no
se hicieron representar ni Concepción ni Coquimbo. Las provincias dan potestad legislativa
a sus respectivas asambleas provinciales.
En la primavera del año 1825 Freire emprende la conquista de Chiloé dejando a cargo del
gobierno un Consejo Directo- rial presidido por D. José Miguel Infante. Desde ese momento
(noviembre de 1825) el país empezó a “federalizarse” intensa- mente.
El federalismo es en Chile un producto genuino de la lucha por la organización del Estado.
Es otro intento de encajar la realidad social en un casillero ideológico como consecuencia
de la esperanza que en las constituciones y en la ley cifraban los estadistas de aquella
época.
Desde principios de 1825 se percibe en Chile una reacción general comtra los re- gímenes
centralizados que ya se habían ensayado. El federalismo no obedeció ni a circunstancias
geográficas mi históricas. Es un ideal, una doctrina. Se personificó en un patriota ilustre,
don José Miguel Infante. Su filosofía política es esencial- mente individualista. Pone la
República al servicio del ciudadano. Exalta la liber- tad individual y a ella subordina el
poder público. Su doctrina federal es de un 1n- dividualismo rígido que pugna por supe-
ditar al Estado. Es uno de los primeros y más ilustres representantes del racionalis- mo
liberal en Chile. *
Para fiscalizar a los funcionarios públi- cos era necesario dividir el territorio en provincias
federales, donde todos los ciu- dadanos estuvieran en contacto con su gobierno y vigilando
en forma inmediata a sus mandatarios. Además, México, Co- lombia, Venezuela y Argentina
habían adoptado el régimen federal, y, sobre todo, Estados Unidos que en tan corto tiempo
había logrado un progreso considerable.
Para explicarse el federalismo en Chile no hay que olvidar, finalmente, el fuerte sentimiento
local y cierto espíritu de au- tonomía de nuestras provincias —particu- larmente
Concepción frente a la capital.
Concepción habi» sido en la época co-
lonial una intendencia autónoma y cuartel general de las tropas del rey. Al comenzar la
independencia esta- oposición entre Concepción y Santiago se patentiza en las luchas
primero, entre los partidarios de Rozas y los de la familia Larraín y des- pués entre rocistas
y carrerinos. También contribuyeron a formar este sentimiento de autonomía local la
devastación y la miseria que produjeron en Concepción las campañas de la 'Patria Vieja y la
gue- rra a muerte.
Valdivia, a través de toda la colonia, estuvo totalmente aislada de la capital por las guerras
de Arauco y durante mu- cho tiempo fué gobernada desde el Perú.
2.—El Congreso de 1826 y el proyecto de Constitución federal.
En marzo de 1826, después de incorpo- rar Chiloé a la República, Freire convoca a
elecciones para un congreso constitu- yente que resultó dominado por los parti- darios de
la federación.
Al inaugurar el congreso —el 4 de julio de 1826— renuncia Freire, y se. elige jefe
provisorio del Estado a don Manuel Blan- co Encalada con el nuevo título de Presi- dente de
la República, con el que se desig- na desde entonces al primer mandatario de la nación.
Sin esperar la aprobación de un estatu- to constitucional el Congreso de 1826 —que
contaba con una fuerte corriente
"partidaria de la federación (encabezada
por Infante y los clérigos Fariña y Cien- fuegos) — dicta una serie de leyes (ocho) que
establecieron el federalismo en Chile.
Apenas iniciadas las sesiones del con- greso se dictó la primera ley --aprobada casi por
unanimidad (con sólo dos votos en contra) que establecía: “La Repúbli- ca de Chile se
constituye por el sistema [ederal cuya constitución se presentará a los pueblos para su
aceptación”.
Poco después se aprobó una ley orde- nando nombrar a los gobernadores de de-
partamentos por elección popular. Á esta siguió luego una'que disponía elegir po-
pularmente los cabildos en la misma for- ma que los gobernadores.
Más adelante se aprueba otra modifi- cando el régimen de la administración eclesiástica y
disponiendo que los curas párrocos .se elegirían también popular- mente.
ás JULIO HEÍSE
El plan de régimen administrativo fe- deral que había sido aprobado en enero de 1826 por
un decreto del Consejo Di- rectorial recibe, ahora, a indicación de Infante, la sanción
legislativa. El territo- rio nacional quedaba dividido en ocho provincias: Coquimbo,
Aconcagua, San- tiago, Colchagua, Maule, Concepción, Val divia y Chiloé.
Completando la ley anterior, €l Con- greso de 1826 creó las asambleas provin- ciales
compuestas por los diputados elegi- dos popularmente a razón de uno por cada curato. Se
les daba a estas asambleas, fuera de sus facultades legislativas, nume- rosas de orden
administrativo,
Por último, se dispuso que los inten- dentes de las provincias serían elegidos por las
municipalidades, durarían dos años en su funciones y no podrian ser re- elegidos por un
período inmediato.
El Congreso de 1826 empezó también a estudiar un proyecto de constitución fede- ral, obra
de Infante, Novoa, Fariña, Cien- fuegos y don Francisco Ramón Vicuña, y que no alcanzó a
sancionar.
Don Juan Egaña, don Luis de la Cruz y don Domingo Eyzaguirre atacaron du- ramente el
proyecto. Consideraban el sis- tema federal totalmente inapropiado al estado social,
político y económico del país.
GONZÁLEZ
Veamos este proyecto en sus lineas ge- nerales.
a) Poder Ejecutivo.
El presidente se elegía por votación indirecta y duraba tres años, con prohibi- ción de
reelección inmediata.
La proclamación se haría en Congreso pleno, pero la calificación correspondería a la
Cámara de Representantes. Las atri- buciones del Ejecutivo estaban sometidas a un severo
control. Para la designación de los ministros, el jefe del poder ejecuti- vo necesitaba
acuerdo del senado o del consejo de gobierno.
Se establecía, además, un vicepresidente.
b) El Poder Legislativo.
Se establecían tres organismos: una Cá- mara de Senadores con dos senadores por cada
provincia; una Cámara de Repre- sentantes con un diputado por cada quin- ce mil
habitantes, y un Consejo de go- bierno integrado por un senador por cada provincia, bajo la
presidencia del Vice presidente de la República.
c) El Poder Judicial.
Se organizaba con cierta novedad: los ministros de la Corte Suprema serían ele- gidos por
las asambleas provinciales y durarían seis años en sus funciones, pu- diendo ser reelegidos.
Capitulo V
DON FRANCISCO ANTONIO PINTO Y LA CONSTITUCION DE 1828
1.—Fracaso del régimen federal.
A don Agustín Eyzaguirre tocó presidir el fracaso ruidoso del régimen federal. Eyzaguirre,
como Vicepresidente, sucedió a Blanco Encalada, quién renunció como consecuencia de la
dificil situación econó- mica «y de serias dificultades con el Con- greso.
La aplicación precipitada del régimen federal produjo.toda clase de trastornos. Se
estimularon las ambiciones personales y las rivalidades entre las provincias. La
aristocracia, por aquellos. años, carecía de organización y no fué capaz de sostener a
Eyzaguirre, al cual, después de algunos disturbios, sucede Freire.
2.—El gobierno de don Francisco Antonio Pinto.
En mayo de 1827 renuncia nuevamente don Ramón Freire y llega a la primer2
magistratura, en calidad de Vicepresidente, don Francisco. Antonio Pinto,
El fracaso del régimen federal trajo a su vez el desprestigio del Congreso de 1826. Esto
permitió a Pinto disolverlo, reemplazándolo por una comisión de ocho diputados que
ejercerían las funciones legislativas mientras se reunía un nuevo congreso constituyente.
Pinto obtuvo de la comisión nacional la suspensión de las leyes federales, previ consulta a
las asambleas provinciales:
RISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE : 49
Don Francisco Antonio Pinto, es indis- cutiblemente la más interesante persona- tidad
política de este agitado periodo de organización del Estado. Asumió el man- do en medio de
la más grave situación política y económica. Era abogado. Como militar y diplomático sirvió
con talento y desinterés la causa patriota. Se le consi- deraba uno de los hombres más
cultos de su época. Había leído la Enciclopedia y completado sus estudios con numerosos
viajes y el conocimiento de algunos idio- mas extranjeros.
Debembs considerarlo como el más distinguido representante de las ideas li berales de su
generación, y aunque anti- clerical, fué tolerante, moderado y. respe- tuoso de las
convicciones de los demás. Sus ideas liberales y anticlericales lo ha- bian alejado de la
aristocracia agraria y clerical que formaba el grueso de nuestra clase alta.
Creía, como casi todos los estadistas de aquella época, que el progreso podía lo- grarse
rápidamente por medio de leyes y decretos.
Es interesante la labor cultural de Pin- to. Estimaba urgente reformar los pro- gramas y los
viejos métodos que aún imperaban en el Instituto Nacional, esta- blecimiento educacional
del Estado en el cual se impartía enscñíanza secundaria y superior. El propio mandatario
visitaba las escuelas y colegios y asistía a los exá- menes. En repetidas oportunidades mani-
festó su deseo de introducir clases de in- elés, francés y otros ramos. La enseñanza
secundaria que impartía el Instituto Na- cional se reducía al latín, la filosofía esco- lástica y
los principios de retórica.
Para llevar adelante su proyecto con- trató los servicios del literato español D. José J. de
Mora que en unión de D. Ma- nuel de Salas y de D. Francisco Ruiz Ta- gle se encargaría de
asesorar al gobierno en materia educacional. También se con- trató en esta época a D.
Claudio Gay.
Dentro de este mismo orden de ideas, Francisco Antonio Pinto estimuló gene- rosamente la
fundación de colegios se- Cundarios particulares. Así nacieron el Liceo de Chile (1829)
dirigido por Mora Y un colegio para señoritas que organizó la esposa de éste, y el colegio de
Santiago que dirigió más adelante D. Andrés Be- llo, De esta época son también los estu-
dios de historia natural y geografía física realizados por los alemanes Eduardo Fe- derico
Poeppig y Federico Kittlitz.
a
3.—La Constitución de 1828.
a) El Congreso Constituyente de 1828 y los grupos políticos. :
Desde 1824 ningún régimen había lo- grado consolidarse y todos los ensayos trajeron
gravísimas perturbaciones. No se había encontrado aún la debida corres- pondencia del
régimen constitucional con el medio social. En estas circunstancias asume cl mando D.
Francisco Antonio Pinto en mayo de 1827 y anuncia la pró- xima elección de un congreso
cuya aper- tura se realizaria en febrero del año si- guiente. ,
Frente a estas elecciones todos los his- toriadores destacan un cambio, una trans-
formación del ambiente público. Hasta entonces la preparación de una elección
parlamentaria no despertaba interés algu- no. En la segunda mitad del año 1827 y- durante
la preparación de las elecciones parlamentarias observamos una agitación insólita, una
ardorosa campaña de pren- sa y una actitud claramente definida en las aspiraciones de los
grupos en que se dividía la opinión pública.
Se formaron diversos partidos que se combatían con encono aunque sus com- ponentes
cambiaran de bando con suma facilidad. Los pipiolos fueron sucesiva- mente federalistas y
unitarios; Benavente y Gandarillas empezaron siendo carreri nos, después liberales y por
último estan- queros; Ruiz Tagle, un tiempo pelucón, terminó liberal y Ovalle fué
sucesivamen- te pelucón y estanquero.
Dos corrientes empiezan en esta época a diseñarse con cierta claridad. Por un lado, los
liberales que aparecian como sostenedores del gobiérno de Pinto, que fueron apodados por
sus contrarios polí- ticos, como pipiolos, nombre con el cual se proponían estigmatizar el
alejamiento de la realidad viva que se suponía carac: terizaba a los liberales. Estos
llamaban pelucones a los conservadores, por la pe- luca usada en la época colonial y a quie-
nes suponían carentes de ideas propias. Junto a estos dos grupos se habían for- mado por
aquellos años los federalistas, los o'higginistas y los estanqueros que nacen a la vida
política precisamente en 1827.
La agitación de los grupos y bandos se traduce también en un notable desarro- llo del
periodismo que en los gobiernos pipiolos de aquellos años puulo desenvol- verse con la
más amplia libertad. Apare-
50 - JULIO HEISE
cen más de una decena de periódicos y hojas sueltas. Es esta la época del “Ham- briento”
(1827), periódico de los estan- queros fundado por Portales y “El Cana- lla”, órgano de los
pipiolos para responder a los ataques de aquéllos. La destemplan- za, el insulto y la injuria
personal son las armas que normalmente esgrimían aque- llos periodistas.
El Congreso elegido en enero de 1828 tratará de dotar al país de vna nueva Constitución.
En las elecciones triunfaron los liberales. Por primera vez la audacia de los agentes
electorales reemplazará a la tradicional influencia de los terratenien- tes. Los
conservadores, que hasta el mo- mento se habían mantenido al margen ante los laboriosos
intentos del Gobierno para salir del caos y restablecer la norma- lidad, se fueron dando
cuenta gradual- mente de que ya no podrian seguir per- maneciendo con los brazos
cruzados. Á esto es necesario agregar que por aquellos años, ya definitivamente
consolidada la independencia sudamericana, el clero —que hasta entonces tn su mayoría se
había mostrado indefectiblemente hostil a todo gobierno chileno— empieza a parti- cipar
en las luchas políticas.
Concretándonos a este período de lu- cha por la organización del Estado, en- contramos en
el Congreso de 1823, seis diputados que son sacerdotes; en el de 1826, diecisiete; y otro
tanto en el de 1828. El clero figura en gran número en todos los grupos políticos.
b) La Constitución Liberal de 1828.
A. Su gestación. El Congreso constitu- yente reunido en enero de 1828 con ma- yoría liberal,
designa una comisión Inte- erada por don Diego Antonio Elizondo, presidente del
Congreso; don Francisco Ruiz Tagle, don Francisco Ramón Vicu- ña y don Melchor de
Santiago Concha, para que elaboren un proyecto constitu- cional. El último de los miembros
de esta comisión, don Melchor de Santiago Con- cha, fué comisionado para dar distribu-
ción y forma a las ideas discuiidas en la comisión. El proyecto de don Melchor de Santiago
Concha fué revisado por don José Joaquin de Mora. El Congreso Cons- tituyente aprueba
este proyecto y la Cons- titución es promulgada en 1828, disol- viéndose a continuación
este Congreso.
B. Disposiciones de carácter general. Se establece la religión católica como la re-
Ejecúv
GONZÁLEZ
ligión del Estado, con tolerancia de los demás cultos. Se declara la abolición de los
mayorazgos. La ciudadanía se confiere a los chilenos que habiendo cumplido 21 años o
antes si fueren casados o “sirviesen en la milicia”, profesen alguna ciencia, arte o industria,
o posean un capital, bien raíz o empleo.
C. El Poder Ejecutivo. Reside en un
Presidente elegido. en votación indirecta. Dura 5 años en el mando.y no puede..ser
reelegido, Establece un. vicepresidente «le gido en la misma forma, El Presidente sobierna
con los ministros designados por él, y puede removerlos a su voluntad” El Presidente tiene
sólo veto suspensiva. :
D. El Poder Legislativo. Esta Constttu:
ción establece un sistema bicameral: 2) El Senado está integrado por.dos repre- sentantes
de cada provincia, elegidos por la” respectiva Asamblea Provincial, y su mandato” duraba £
años; b) La Cámara de Diputados 'integráda. “por répreséntan- tes elegidos por 2 años en
votación direc . ta, a razón de uno por cada 15.000 habi- tantes. Durante el receso del
Parlamento funcionaria una Comisión Permanente for- mada por 8 senadores: uno por
cada provincia. En cada provincia se establece una Asamblea Provincial que, entre Otras
atxri- buciones, debía proponer en terna los intendentes y jueces letrados, y designar a los
senadores.
E. El Poder Judicial. Los ministros de la Corte Suprema, de. Justicia. serían .ngm-' brados por
el Congreso y los jueces por el Cie cíUvo A” propuesta en. terna..de las Asambleas
Provinciales. ..
“E. Apreciación general. Esta Constitu- ción tuvo como fuente las constituciones, francesas
dé 1791 y 1793 y la española de 18+2--Es' ún “estatuto claro y breve, y aunque sus
disposiciones son sensatas, no convenian al estado de desenvolvimiento histórico del país.
La sociedad apare- ce como creada “ex profeso” para regir se por la Constitución y no ésta
para adaptarse a la sociedad. Esta pretensión es uno de los rasgos que caracterizan al
período de lucha por la organización del Estado. Es en realidad imposible de- cidir cuál será
la mejor organización po- lítica sin averiguar primero las condicio nes sociales de la más
variada indole que caracterizan la vida de un pueblo. Las mejores formas políticas en
abstracto put- den ser las más impracticables. Es este el
HISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE 51
caso de la Constitución de 1828. El Eje- cutivo, muy debilitado en sus -atribucio- nes, no
podía hacer frente a la desorgani- zación. No se establecen facultades extra- ordinarias.
Además, el gobierno central se verá de- bilitado con el mecanismo de las Asam- bleas
provinciales que, desde otro punto de vista, producirán frecuentes conflictos entre las
autoridades locales.
En sintesis, esta Constitución, como to- das las anteriores, adolece del mismo de- tecto de
fondo: su falta de acomodación con la realidad.
La multiplicidad de elecciones que €s- tablece la Constitución creará un ambien- te de
agitación política que no tendría otro resultado que agudizar la desorgani- zación.
Por otra parte, la Carta del 28 consa- graba un régimen electoral mucho más amplio que el
de cualquiera de las cons- tituciones anteriores. El número de elec- tores se elevó a casi el
doble pues bastaba con inscribirse en las milicias urbanas O rurales para tener derecho a
voto. Como en aquellos años emitir el sufragio no era —como en nuestros días— un acto
emi- nentemente personal, los jefes de milicias recogían las boletas de calificación y las
empleaban en beneficio dél gobierno.
Este régimen electoral establecido por la Constitución de 1828 será utilizado por los
gobiernos pelucones y con algunas mo- dificaciones, por los mandatarios liberales del siglo
pasado que, como es sabido, se convirtieron en electores todopoderosos, gracias a la
intervención electoral.
4—La Revolución de 1829.
Sancionada la Constitución de 1828 se eligen: la Cámara de Diputados, el Presi- dente y el
Vicepresidente de la República.
Las elecciones dieron de nuevo amplio triunfo a los liberales, aunque mediante fraudes y
excesos. Se proclama Presidente de la República a don Francisco Antonio Pinto, y
sabiéndose que renunciaría, la elección de Vicepresidente adquiría enor- ne importancia.
En los colegios electorales obtuvo Ruiz Tagle 98 votos; don Joaquin Prieto 61 y don Joaquín
Vicuña 45 votos. El Congre- 50 proclamó a este último.
Aunque la Constitución de 1828 no es- tablecía que el Congreso debiera elegir Presidente
entre los candidatos que tuvie- ron las dos más altas mayorías, se enten-
día que así debía ser. De ahí la irritación que produjo entre los opositores, (pelu- conés,
estanqueros, o'higginistas y federa- les) la elección de Vicuña que considera- ron como una
flagrante violación de la Constitución.
En diciembre de 1828 renuncia Vicuña, y a fines del mismo mes se nombra Junta de
Gobierno integrada por don José To- más Ovalle, don Ísidoro Errázuriz y don José María
Guzmán. Entre tanto, don Joaquin Prieto, jefe del Ejército del Sur, se levanta contra el
gobierno después de ponerse a las órdenes de las Asambleas Provinciales de Concepción y
Maule, que habian desconocido la elección de Vicuña.
El encuentro principal de los ejércitos tuvo lugar en la chacra de. Ochagavía (14 de
diciembre de 1829). La lucha se man- tuvo indecisa. Al día siguiente se parla- mentó y se
firmó el pacto de Ochagavía.
Freire quedó con el mando de las tro- pas y provisoriamente con el poder, de- biendo
presidir sin tardanza la elección de una Junta gubernativa que convocaría un Congreso de
Plenipotenciarios de to- das las provincias. Este congreso declara- ría si se había infringido
o no la Consti- tución; reformaría la ley electoral y con- vocaría un nuevo congreso si se
decidía la nulidad del actual, y nombraría un ejecutivo provisorio en reemplazo de la junta
mientras se realizaran las eleccio- nes.
Don Ramón Freire, en lugar de presi- dir él mismo la elección de la Junta, de- cretó que ésta
fuera dirigida por una comisión integrada por don josé "Tomás Ovalle, don José María
Rozas y don San- tiago Echevers, todos pelucones, lo que prácticamente significó para los
liberales entregar el gobierno a sus adversarios.
Estimando viciados los registros electo- rales, la comisión nombrada adoptó el
procedimiento irregular de citar por es- quelas a 3.000 electores que se reunirían en el
Consulado a elegir la junta.
Elegida así la junta provisoria quedó formada por don José Tomás Ovalle, don Isidoro
Errázuriz y don José María Guz mán, los tres pelucones, como asimismo el secretario don
Juan Francisco Mcnescs. Á los pelucones se agregan ahora los estan- queros y los liberales
moderados. La Jun- ta restablece el principio de autoridad € inicia un gobierno sensato. Sin
embargo, las relaciones de armonía entre Freire y la Junta sufren un rompimiento brusco,
59 JULIO HEISE
que trajo como consecuencia la ocupación de Santiago por las tropas de Prieto, y Freire se
dirige a Valparaíso y después al sur, resuelto a resistir, convencido de que se le había
engañado,
La verdad es que antes de producirse el encuentro de Ochagavía la oposición pelucona,
o'higginista y estanquera había formado filas en torno a Prieto en contra de Freire hasta el
extremo de que éste, en el curso de los acontecimientos políticos, se vió privado de toda
influencia. Después de Ochagavía, Freire habia aceptado el mando supremo, en gran parte
movido por su aversión a O'Higgins, cuyo regreso pedían por aquellos años importantes
nú- cleos de opinión.
La Junta procede ahora con toda reso- lución y en cumplimiento de lo estipulado en el
pacto de Ochagavía, el Congreso de Plenipotenciarios declaró nulo al Congre-
GONZÁLEZ
so de 1829. Después le correspondió al Congreso de Plenipotenciarios elegir presi- dente y
vicepresidente. Rodríguez Aldea y sus amigos imponen a Ruiz Tagle como presidente y
Portales impone a Ovalle co- mo vicepresidente. Poco después, Portales hace renunciar a
Ruiz Tagle y queda don josé Tomás Ovalle como presidente. Es- te llama a Portales al
ministerio. Es en- tonces cuando se produce el encuentro fi- nal entre Prieto y Freire en
Lircay, en abril de 1830, donde las fuerzas liberales son totalmente derrotadas. Con este
triun- fo se afianza la situación de los pelucones y se produce un viraje decisivo en la his-
toria de Chile. Será don Diego Portales quien -—con su Obra de organización— hará que la
victoria de Lircay logre la significación tan extraordinaria que ella tiene dentro de la
evolución histórica chi- lena.
Cuarta
Parte
LA OLIGARQUIA CONSERVADORA Y LA ORGANIZACION DE LA REPUBLICA
Capitulo 1
DIEGO PORTALES Y SU OBRA
1.--Personalidad histórica de Portales.
Nació en 1793 en el seno de una de las familias más aristocráticas del país. Entre sus
antepasados hubo gobernadores de Chile. Durante la revolución emancipadora estudió
algunos años Derecho y más ade- lante se dedicó al comercio en el Perú. participando
después (1824) en la nego- ciación del estanco del tabaco. El fracaso de este negocio (1826)
lo puso en contacto con la administración pública y con la política, y penetró en ella movido
por la sincera convicción del ciudadano conscien- te de que el destino del Estado es, a la
postre, su propio destino.
El rompimiento entre Freire y Prieto y la ocupación de Santiago por las tropas de este
último, provocó una gran confu- sión política. Renunció Ruiz Tagle y en su calidad de
vicepresidente asumió el mando don José Tomás Ovalle el 31 de marzo de 1830, quien
llamó al Ministe- río a don Diego Portales, a la sazón de 37 años de edad.
a) La Aristocracia, la Iglesia y el Ejér cito:
Portales intuyó la realidad histórica en que actuaba prescindiendo de todo pro- grama y
doctrina. Se propuso restablecer el equilibrio político y social de la nación que había sido
roto en las guerras de la emancipación.
Apoyó toda la estructura política —ca- racterizada por una autoridad central, oli- gárquica
y fuerte— en las tres fuerzas s0- ciales que, —desde la época colonial for- maban algo así
como el andamiaje fundamental de nuestra vida histórica y que entonces eran las tres
únicas fuerzas capaces de tomar a su cargo la tarea re- constructiva: la aristocracia rural
del Va- lle Central, la Iglesia y el Ejército.
Desde un comienzo el gran estadista comprendió que la paz y el orden no po:
dría lograrlos por si solo; era necesaria la colaboración de estas poderosas fuerzas. Urgía,
por lo tanto, encauzarlas y poner: las al servicio de la gran causa recons- tructiva.
Aunque Portales estaba ligado a la aris- tocracia por su cuna y por su educación en su
intimidad se había desasido de ella.. Era un espíritu ampliamente democrático y liberal, y
no un espíritu presuntuoso de nobleza. Se burlaba de las preocupa- ciones y prejuicios de la
aristocracia dé su época; pero al mismo tiempo el gran Mi- nistro intuyó que la vida tiene
razón pri- mariamente frente a las objeciones del intelecto y que los prejuicios, que son vi-
da, reclaman sus derechos en la Historia. El Ministro hizo restablecer los mayoraz- gos que
habían sido abolidos por la Constitución de 1828.
En este terreno, el problema se redujo —para Portales— en poner al servicio del país,
articulando fecundamente en el or- ganismo del Estado, a los prepotentes y orgullosos
señores - feudales de nuestro Valle Central; tarea fácil porque nuestra clase alta asustada
frente a la anarquía, estaba dispuesta a aceptar un gobierno fuerte.
Contaba además con la pasividad sumi- sa de la masa de la población. Sabemos que a lo
largo de la Independencia y de la lucha por la organización del Estado las nuevas formas
“democráticas” de go- bierno sólo serán practicadas por la clase alta, unos cien mil
habitantes entre el mi- llón con que contaba nuestro país. Aun pa- ra los liberales —como
anota don Luis Gal- dames— “democracia” era el gobierno re- gido por este patriciado y al
hablar de “pueblo”, su concepto NO iba más allá; porque la masa del pueblo, el grupo de los
mestizos era total y absolutamente ajeno a toda vida política. “La verdad es —prosigue don
Luis Galdames— que en
54 JULIO HEISE
aquel estado social la democracia no po- día exaltarse sino como una ficción”.
Portales tampoco cra un católico fer- viente. En materia religiosa, sus biógrafos lo
consideran un espiritu escéptico.
Pero el sentido histórico, la intuición política, lo llevó a procurar una estrecha unión entre
el Estado y la Iglesia para asegurar el éxito de su creación. Compren- dió Portales que la
Iglesia podía contribuir eficazmente a prestigiar y sostener la au- toridad.
Los bienes, que bajo el gobierno de Freire (1824), le fueron confiscados al cle- to regular les
fueron devueltos por ley de 1830.
Se estrecha la unión entre la Iglesia y el Estado, con lo cual Portales no hace otra cosa sino
interpretar el sentimiento gene- ral. Y como estadista captó la importancia política de esta
unión.
Fué, sin duda, la altura, la superioridad soberana con que supo enjuiciar la cues tión social y
religiosa, lo que le permitió en medio de las dificultades del mo- mento— encontrar
soluciones donde otros habían fracasado.
Con la anarquía las pasiones partidistas se habían encrespado en tal forma, que Portales
decretó el extrañamiento de los oficiales que habían tomado parte en los disturbios, junto
con establecer la más rigurosa censura de la prensa, no como normas plausibles, sino como
recursos in- evitables. Prácticamente dispersó el ejér- cito de Freire. Dió de baja a Freire,
Pinto, Lastra, Borgoño, etcétera.
Pretendió cimentar el orden sobre la subordinación incondicional del ejército a la
autoridad civil.
Restableció y reorganizó la Academia militar destinada a recibir a la juventud
perteneciente a la aristocracia dominante, de lá cual saldria la nueva oficialidad.
Portales no fué ni soldado ni caudillo; se nos presente como Un fiel servidor del Estado que
por obra del ejemplo fué ca- paz de reunir en torno suyo a las fuerzas sociales de la
producción Y del laborar pacífico; fuerzas qUe estimó las únicas aptas para la consolidación
del Estado y que durante los veinte años de guerras Ci- viles y de independencia habían
sido des- plazadas e incluso exterminadas en muchas partes.
Dos días después de Lircay creaba la Guardia cívica que no sólo serviria par luchar contra el
militarismo, sino también PA ear esas fuerzas del pacífico
GONZÁLEZ
laborar hasta entonces desplazadas. Porta- les deseaba sacar estas fuerzas populares de su
indiferencia, interesándolas en la vi- da del Estado, familiarizándolas con Su atmósfera.
b) Sus ideas políticas: el gobierno tn- personal:
Al liquidarse las cuentas del estanco, Diego Portales y sus amigos formaron un núcleo de
oposición denominado los €s- tanqueros, de tendencias reconocidamente liberales. Entre
ellos figuraban Gandari- llas, Diego José Benavente, los hermanos Manuel y Ramón Rengifo.
Fl liberalismo de los estanqueros €rá autoritario, inclinado a la organización de un régimen
de fuerza €n que el ejecu- tivo concentra la mayor Suma de atribu- ciones para hacer un
gobierno estable y fructífero. De modo que Portales no €ra conservador ni mucho menos
retrógrado. Empezó su vida política como liberal moderado junto a Benavente, Gandarillas
y Rengifo. Pertenece al tipo de los políti- cos “realistas”. Era partidario del des- arrollo lento
y espontáneo de la sociedad sobre el plano del orden y del respeto a la ley. Era un
republicano convencido.
En la vida política puso el acento sobre los deberes ciudadanos antes que los dere- chos.
Consideraba elemento necesario para el gobierno la existencia de una oposición decorosa.
El gran estadista comprendió desde un comienzo que los males no po- dían corregirse
exclusivamente --como lo hacían casi todos los hombres públicos de la época— con el
cambio de la Constitu- ción.
Es el hombre el que interesa: con un buen material humano se hacen pueblos y no con
códigos por perfectos que ellos sean. Es menester educar moral y cívica- mente al pueblo.
Lo que le importaba ante todo era que el concepto abstracto del Estado fundado en la ley
llegase a penetrar en lo más Ín- timo del espiritu de los ciudadanos para que sirviera de
sustento 2 los sentimientos de lealtad, de patriotismo y de ciudada- nía. En este aspecto
Portales No hace otra cosa que reemplazar el viejo dogma de la majestad divina de los
reyes, por el prin- cipio del gobierno impersonal,
Esta concepción del Estado no €s origl- nal dé Portales; es una intuición que mu- chos
presentían. No merece el nombre de poder civil ninguna institución si ésta 30 se
impersonaliza, si no €s la ley y su
HISTORIA CONSTITUCIONAL DL UIUILE , 53
fuerza normativa lo que impera indepen- dientemente de la persona que gobierna. En las
demás oligarquias latinoamericanas del siglo XIX el poder civil es el caudillo o el dictador
tal o cual. En ellas existe una voluntad personal, pero no una ins- titución, un derecho, un
poder civil im: personal.
Estimaba que el servicio público es un deber de cada ciudadano y no merece otra
recompensa que la gratitud del país. No cobró jamás su sueldo de Ministro.
o) Política de inspiración y confianza colectivas:
Al llegar Portales al ministerio las difi- cultades parecían insuperables. Pero, a poco de
actuar, estas dificultades se des- vanecen; las resistencias ceden; las fuerzas perturbadoras
se neutralizan. El gran €s- tadista crea como por magia y prodigio nuevos resortes y nuevas
posibilidades. Ar- moniza y articula los elementos discordan- tes, Todos, pipiolos y
pelucones, civiles y militares, agricultores y mercaderes, habi- tuados hasta entonces a vivir
en perma- nente discordia, como por tácito acuerdo se doblegan a Portales. Con una
dirección clara y consciente ejerce una sugestión magnética sobre los mejores, inspirando
esa cosa sencilla y al mismo tiempo gran- diosa que en política se denomina: con- fianza.
Supo hacerse seguir por los mejo- res. Desarrolló una política de inspiración colectiva,
fundamentada en una autoridad fuerte que permitió dar a la República una organización
estable.
Creó primero el ambiente de confianza indispensable que le permitió sofocar el desorden,
estabilizar la administración € imponer una autoridad vigorosa. Sin em- bargo, a Portales
no debemos imaginarlo como un tribuno que, con su oratoria, arrastra a las multitudes. El
brillo orato- rio lo suplió con la elocuencia de la ac- ción, superior a la de toda palabra.
El rescoldo revolucionario que aún chisporroteaba por algún foco después de Lircay fué
socofado rápidamente. La se- guridad pública reinaría al fin en el país al cabo de años de
incesante contienda.
d) Creará la reacción docirinaria en el sentido autoritario:
La revolución de 1829 no fué inspirada por principios teóricos en materia de Ot- ganización
política. Fueron confusos sen- timientos de descontento, de cansancio frente a la lucha por
organizar el gobier
no, de deseos de predominio por parte de los pelucones que todavía no abandona- ban la
idea oligárquica; que todavía re- chazaban la idea autoritaria.
Pero el éxito ruidoso de la dictadura temporal de Portales hizo germinar en muchos
espíritus la idea de legitimar esa dictadura; la idea de traducirla en insti
_tuciones legales, de organizar para el por-
venir un gobierno análogo.
El gobierno de Portales, como minis- tro de Ovalle y de Errázuriz, fué un eter- no conflicto
entre la Constitución y las necesidades efectivas del momento.
Las infracciones constitucionales a que. el gobierno era arrastrado continuamente,
contribuyeron a convencer a muchos de la necesidad de poner de acuerdo la ley con la
realidad. Este pensamiento lo ve- mos repetido y expresado: en la solicitud de la
Municipalidad de Santiago (1831) pidiendo la reforma de la Constitución; en la moción
presentada en el Senado por Gandarillas; y en el informe de la comi- sión que estudió la
moción de Gandarillas firmado por Mariano Egaña, que se trans- formará en el apóstol de la
reacción doc- trinaria.
2—Los factores del éxito de Portales.
En la lucha por la organización del Estado, como ya hemos visto, la situación no era tan
desesperada como a primera vista parecía.
Las fuerzas y los elementos para una labor constructiva estaban dados desde luego en
medida mucho mayor que en el resto de la América hispana. Los mismos colaboradores y
amigos políticos de Por- tales —como Benavente, Rengifo, Ganda- rillas— habían actuado
brillantemente en este periodo como ministros liberales.
Ellos habían acumulado una experien- cia valiosa que servirá admirablemente a Portales.
Benavente y Rengifo tenían ideas precisas y claras sobre economía y finanzas; CGandarillas
contaba con un acervo de doctrinas y experiencias políti- cas que también aprovechará don
Diego Portales.
El genio de Portales no hizo otra cosa que estructurar esas fuerzas y esos elemen- tos. En
este sentido la obra portaliana se nos presenta como una consecuencia lógi- ca: del
desenvolvimiento histórico-nacio- nal, como la culminación de ese periodo que hemos
denominado “lucha por la «»-
56 JULIO HEISE GONZÁLEZ
ganización del Estado” que se inicia con la renuncia de O”Higgins.
Portales, —como todo grande hombre en la Historia— es un producto social. Su conducta
política se conformó a las ne- cesidades y aspiraciones de la colectividad. Fué órgano de
ellas y en eso, justamente, descansa su poder y la eficacia de su ac- ción.
Dos factores explican el éxito logrado por el gran estadista. Y ellos son: el mo- mento
histórico y el pasado colonial,
A) El momento histórico: Le fué, in- dudablemente, favorable.
Apareció Portales cuando habían fra- casado las ilusiones cifradas en la revolu- ción de la
Independencia y en los ensayos democráticos; cuando la aristocracia Asus- tada por la
anarquía se hallaba dispuesta a tolerar un gobierno fuerte en lugar de sus juntas y
congresos oligárquicos. La revolución de la Independencia y la lucha por organizar el
gobierno tenían fatigados a la mayoría de los chilenos.
Todo el mundo deseaba una paz segura y duradera. Portales encarnaba estas aspi- raciones
de paz y de orden. Aprovechó admirablemente el estado espiritual en que —en ese
momento— se encontraba el pueblo chileno.
Los diversos elementos de la sociedad tendian a volver al estado normal de re- poso y
calma que caracterizó al régimen colonial español.
B) El pasado colonial.
La revolución de la Independencia rompe el equilibrio social y político, y los impulsos
ideológicos y renovadores que trajo consigo la revolución chocaron brus- camente con los
hábitos, los prejuicios y toda la estructura ideológica de la Colo- nia, que era lo único
intimamente arrai- gado en el alma nacional. Desde este punto de vista, la obra portaliana
es una reacción en sentido colonial y en contra del impulso renovador de los ideólogos y
doctrinarios de la emancipación. Pero la reacción colonial de Portales sólo captó y
estructuró los elementos y las fuerzas coloniales que fueron capaces de sobrevi- vir a
través de la emancipación y de la anarquía y desechó aquellos elementos definitivamente
muertos y desaparecidos, como ocurría, por ejemplo, con la forma monárquica de gobierno,
reemplazada ya por el ideal republicano en el alma del pueblo chileno.
La revolución de la Independencia tu- vo un carácter simplemente político. Afec-
tó sólo a la forma externa del Estado. Se realizó fundamentalmente por la aristo- cracia que
anhelaba nacionalizar el go- bierno. Nada fuera de esto había cambia. do: ni la
estratificación social, ni la estructura económica, mi la mentalidad social.
De modo que en lo fundamental se mantiene el pasado colonial y es aquí donde Portales
encontró los elementos que hicieron posible su notable obra de or- ganización.
Estos elementos son:
1) La disciplina creada por las guerras de Arauco.

2) La eficacia y moralidad del régimen español al finalizar la Colonia.

3) La relativa unidad racial y particu- larmente el claro predominio dela sangre europea
en nuestro pueblo. Sabemos que el clima templado descartó el factor nEgro en nuestra
estructura racial; pero además €s menester recordar aquí que el clima también fué en
el mestizaje favorable al blanco y las guerras de Arauco produje- ron un tipo popular
mestizo más cargado de sangre blanca europea, como conse: cuencia del exterminio de
grandes masas aborigenes,

4) La trabazón de las partes del territo- rio con vida propia. Los ensayos constitu-
cionales y particularmente el federalismo por un lado, habían desorganizado la vi- da
de las provincias, 'habían producido anarquía, y por otro lado, habían patenti- zado la
unidad geográfica de la nación: había que restablecer el régimen tradi- cional que era
de unidad y centralización.

5) Las virtudes de la aristocracia caste- llano-vasca.

Nuestra clase alta en aquellos años era relativamente culta, de gran honestidad,
conservadora y amante del orden, consti- taía una fuerza moral, un apoyo indis- pensable
del gobierno
6) La estructura social: La relación de dependencia absoluta entre el bajo pue- blo
mestizo (que formaba el 80% de la población total) y el patriciado no fué le- sionada ni
perturbada a lo largo de la emancipación y de la lucha por la orga- nización del Estado.
El grupo pelucón estimaba necesaria la reacción contra las instituciones democrá- ticas.
Una autoridad fuerte y estable, un gobierno armado de amplias atribuciones constituían
alrededor de 1828, las aspira- ciones más sentidas de la clase alta,
HISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE
E
Lo
Capítulo Il
EL DECENIO DE PRIETO Y LA CONSTITUCION DE 1833
1—Dom Joaquín Priéto y la obra porta- liana.
En marzo de 1831 fallecía el Presidente Ovalle. El Congreso de Plenipotenciarios proclamó
como Presidente y Vicepresiden- te provisorios a Prieto y Fernando Errá- zuriz,
respectivamente, quedando este úl- timo con el mando ante la negativa de Prieto, Pero en
las decisiones del gobierno seguía imperando la voluntad de Portales.
Durante los meses de febrero y marzo de 1831 se realizan las elecciones munici- pales y de
electores de presidente, todo de acuerdo con la Constitución de 1828, y con un reglamento
aprobado por el Congreso de Plenipotenciarios. Portales no aceptó la candidaturá a la
presidencia y 2 insinuación suya se llevó a este cargo al general don Joaquín Prieto. Con la
exaltación de Prieto a la presidencia, el gobierno volvía a la normalidad. El espi- ritu
ecuánime y conciliador del nuevo mandatario, y el Congreso formado casi integramente
por partidarios de la nueva situación, afianzaron el éxito de la obra portaliana.
En efecto, la importancia histórica del decenio de Prieto reside precisamente en el acierto
con que este mandatario supo llevar a la realidad los designios del gran estadista; la
subordinación espontánea de su criterio al de Portales permitieron es- te resultado.
Contribuyó también eficazmente a afian- zar el nuevo régimen el reemplazo de don Ramón
Errázuriz por don Joaquín To- cornal en el Ministerio del Interior, y don Manuel Rengifo en
Hacienda; ambos es- tadistas encarnaron admirablemente el espiritu portaliano.
En esta época empieza también nuestro derecho privado a apartarse del viejo molde
colonial. “Las leyes marianas” obli- gan a que toda sentencia judicial debe ser fundada en
derecho y reglamentan: las implicancias y recusaciones de los jue- ces, el procedimiento
ejecutivo y los re- cursos de nulidad.
Además, se organizan las funciones de la Corte de Apelaciones y de la Corte Suprema...
2.—La Constitución de 1833.
a) Su gestación.
In febrero de 1831 cl Cabildo de San- tiago representa al gobierno la urgente necesidad de
llevar a cabo la reforma de la Constitución de 1828 por la cual los pelucones sentían un
profundo respeto. El oficio de la Municipalidad de Santiago era fundado. En €sa solicitud se
pedía de- clarar la nulidad del artículo 133 de la Constitución de 1828 que establecía como
fecha ¡para la reforma el año 1836; era urgente anticipar la reforma ya que la Constitución
de 1828 no se ajustaba al
estado social del país.
El Gobierno sometió al Congreso. de Plenipotenciarios la presentación del Ca- bildo de
Santiago. Este Congreso funcio- naba desde fines de 1830 en el carácter de “Comisión
permanente”, como si repre- sentara un parlamento en clausura.
El Congreso de Plenipotenciarios resol- vió favorablemente la presentación del Ca- bildo de
Santiago y acordó que el próximo congreso recibiría el encargo de reformar la Constitución.
La rcforma dcbia encargarse a una “Gran Convención” convocada por el congreso con el
único objeto de practicar esta reforma. La “Gran Convención” se disolvería inmediatamente
de cumplido su mandato. Una ley especial determinaría el número de miembros y su modo
de proceder.
El senador don Manuel José Gandari- llas tomó la inictativa y en junio de 1831 presentaba
al Senado un proyecto de ley. El 19 de octubre de 1831 el Ejecutivo san- cionaba la ley que
disponía la conyocato- ria de la Gran Convención.
De acuerdo con ella, esta asamblea ten- dría por objeto “reformar y adicionar” la
Constitución vigente y se compondría de 16 diputados elegidos por el Congreso .en sesión
plena y de 20 ciudadanos de “reco- nocida probidad e ilustración”, elegidos de la misma
manera.
Cualquier miembro del congreso podía ser nombrado ronvencional en su calidad de
ciudadano.
58 JULIO HEJSE
Terminado su estudio, el estatuto cons- titucional se presentaría al Presidente de la
República para que lo hiciera sancionar y jurar por el Congreso en reunión plena de ambas
Cámaras. La elección de los convencionales se verificó a base de una lista reservada que el
Ministerio del Inte- rior envió al Parlamento y el 20 de octu- bre se inauguró la Asamblea,
con asisten- cia del Presidente de la República, quien tomó a los convencionales el
juramento de estilo.
De los 20 individuos de reconocida ilustración y probidad, 14 resultaron le- gisladores. De
modo que sólo 6 fueron hombres de “reconocida probidad e ilus- tración” de que se pudo
echar mano fuera del congreso. En verdad, será el mismo congreso el que estudiará la
reforma.
La Convención se regiría por el regla- mento de la Cámara.
La Constitución fué promulgada el 25 de mayo de 1833.
En la Gran Convención se enfrentaron dos proyectos: el liberal de don Manuel José
Gandarillas y el conservador redac- tado por don Mariano Egaña que preten- día conceder
ommimodos poderes al .Pre- sidente de la República.
Podía el Presidente ser reelegido sin limitación y disolver la Cámara de Dipu- tados, Ro
siendo responsable ante el Par- lamento. 12 amis a at
En la Constitución definitiva se fundie- rón ambas orientaciones. Tras un período de 5 años
podría el Presidente ser reelegi- do sólo una vez. No podía disolver el Congreso. “Tendría el
derecho de decretar el estado de sitio y de tomar las medidas conducentes al
mantenimiento de la tran- quilidad y el orden. Durante las seis dé- cadas siguientes la
historia de Chile esta- ría determinada por la Constitución de 1833.
Mariano Egaña: En el seno de la Gran Convención destaca la personalidad de don Mariano
Egaña, de vastísima cultura teórica y de gran experiencia administra- tiva. Su permanencia
en Inglaterra (5 años) ejerció en él una influencia conside- rable. Completó esta'
experiencia obser- yando también las instituciones políticas de Francia. En carta a su padre
escrita des- de París, el 16 de febrero de 1828 expresa el resultado de estas observaciones
con las siguientes palabras: “Muy defectuosa ha- bría quedado mi educación política si yo
no hubiese venido a Francia, porque €s
GONZÁLEZ
preciso observar estas dos grandes nacio nes vecinas y compararlas. De esta compa- ración
resulta que se penetre uno práctica. mente de ciertas grandes verdades políticas, cuyo
conocimiento es indispensable para servir a la Patria con provecho. Cuánto no conoce uno
por medio de esta compa- ración, la certeza de aquel importantísimo principio que nada
valen las instituciones si no están apoyadas sobre el carácter na- cional, o lo que es lo
mismo, que las ¡eyes nada son sin las costumbres”.
Las tendencias reaccionarias que consti- tuían el fondo del temperamento de Ega- ña
fueron considerablemente atenuadas bajo la influencia de aquella política de progreso
lento dentro de las fórmulas con- servadoras y aristocráticas del gobierno inglés de
aquellos años. Egaña captó el sentido de las instituciones políticas ingle- sas como queda
demostrado con uno de los cargos que dirigió a la Constitución de 1828, que a su juicio no
consultaba debi- damente la armonía del ejecutivo con el legislativo. Pues bien, como todos
lo sabe- mos, esa armonía forma la esencia del ré- gimen parlamentario inglés.
De inclinaciones monárquicas y con una concepción ética del poder político subor- dina el
gobierno al tutelaje permanente de una oligarquía.
Frente a Egaña se levanta en la Gran Convención la personalidad de don Ma- nuel José
Gandarillas, miembro distingui- do del grupo de los estanqueros, de gran talento,
ideológicamente liberal, era par- tidario de un gobierno centralizado y fuer- te, pero
republicano y democrático.
En su conjunto primará entre los con- vencionales el espiritu colonial: nada de novedades
extemporáneas. Ajustarse a la tradición y respetar como una realidad el atraso y la
ineptitud del país para gober- narse democráticamente.
La primera resolución que adopta la Gran Convención es nombrar una comi- sión integrada
por Elizalde, Gandarillas y Vial Santelices para que estudie y resuelva dos puntos: 19 si la
reforma sería previa- mente estudiada por una comisión o si desde luego la Gran
Convención debía afrontar ella misma el estudio; y 29 si procedía la reforma o la dictación
de una nueva Constitución. La comisión resuelve que procede “reformar y adicionar la
Constitución de 1828” y que su estudio debe hacerlo previamente una comisión.
En consecuencia, se nombra dicha comi-
HISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE. 59
1
sión que quedó integrada por 7 miem- bros: Egaña, Elizalde, Vial Santelices, Echevers,
Gandarillas, Tocornal Gabriel y Meneses.
Un año demoró esta comisión el estudio de la reforma constitucional, y el 25 de octubre de
1832 tomó conocimiento la “Gran Convención” del proyecto de la
comisión y de un contraproyecto que llevó Mariano Egaña por su propia cuenta.
b) “Voto particular” de Mariano Egaña:
Forma un conjunto de disposiciones que tendían a organizar el Estado bajo apariencias
republicanas; pero a base de instituciones monárquicas, en provecho exclusivo de lá
oligarquía colonial, que tendría un Presidente elegido y controla- do por ella misma. Se
inspiró Egaña en la Carta del 14. de Francia, y esto se ex- plica fácilmente si se tiene en
cuenta que en Europa de aquella época la monarquía era la única forma deseable de
gobierno.
El voto particular de Mariano Egaña se incorporó a lo menos en sus dos tercios al proyecto
definitivo.
c) La soberania popular y las garantías individuales en la Constitución de 1833.
La Constitución de 1833 obedecía a una clara finalidad: restablecer el orden tras- tornado
durante el período de la eman- cipación.
Para reprimir y sofocar cualquier cona- to revolucionario creó los medios necesa- rios. Las
libertades públicas quedaban relegadas a segundo término. Por eso la Constitución ha sido
sintetizada en el le- ma: “la libertad dentro del orden”.
Los constituyentes superpusieron dos es- tructuras: la colonial representada por el
predominio incontrastable de la alta clase social terrateniente y la estructura ideo- lógica
del gobierno representativo creada en los primeros años de la emancipación.
El poder debía aparecer como teniendo por origen el consentimiento de los ciuda- danos,
no importa que en el hecho el pueblo fuera capaz de ejercer la soberanía.
"El gobierno republicano y popular ha- bía arraigado profundamente en los espi- ritus en
los 20 años de vida independiente y hubo que reconocerlo, aunque, en el hecho, la
Constitución no hizo otra cosa que consagrar un gobierno absolutista *
En todos los países latinoamericanos la realidad social le dió a la soberanía un valor
puramente teórico y así la usurpa- ción de esa voluntad popular incapaz de manifestarse e
imponerse ha llegado a ser la regla general.
Es necesario convenir que el principio de la soberanía popular, a causa de la ig- norancia y
de la inexperiencia política de las nuevas nacionalidades, no se podía ejercer en forma
regular.
De ahí que los constituyentes limitaran todo lo posible el ejercicio práctico de la soberanía
teórica. Evitaron la intervención directa del pueblo en el mayor número de casos posibles.
d) El Poder Ejecutivo:
La Constitución de 1833 no se ajustó estrictamente al régimen presidencial; pe- ro tampoco
siguió el régimen parlamen- tario de Inglaterra. Se adoptaron disposi- ciones de ambos
regímenes predominando el presidencial. Del régimen parlamenta- rio sólo contiene la
facultad del Congreso para autorizar cada 18 meses el cobro de les contribuciones, la
aprobación anual de los presupuestos y la autorización anual de las fuerzas de mar y tierra,
Pero la Constitución de 1833 se inclinaba franca- mente al régimen presidencial.
En la práctica, los constituyentes de 1333 no le señalaron límites a la autori- dad
presidencial. Se convencieron que le- gitimando constitucionalmente la dictadu- ra, los
inconvenientes de ésta serían reducidos a su mínimo.
Los presidentes, en un principio, fue- ron casi monarcas absolutos.
El exceso de atribuciones del Presidente de la República, reforzadas por la ley electoral,
hicieron del Presidente de Chi- le, el gran elector durante 60 años, Los otros poderes, el
Congreso y la Municipa- lidad, que dentro de la Constitución apa- recian como teóricamente
independientes, fueron a lo largo de 60 años, hechuras del gobierno.
El sufragio limitado y controlado por el ejecutivo, el veto absojuto que se le concedía en la
formación de las leyes, la ausencia de responsabilidad efectiva en el Jefe del Estado, las
facultades extraordi- narias, la organización del Consejo del Estado, la preponderancia de la
Cámara de Senadores con su Comisión Conserv:. dora de propio nombramiento manifiestas
60 JULIO HEISE
claramente el espíritu autoritario y oli- gárquico de la Constitución.
e) El Poder Legislativo:
Teóricamente el Congreso disponía de las mismas facultades que el Parlamento inglés.
Tales fueron la de dictar anual- mente los presupuestos y la ley que fija las fuerzas de mar y
tierra y cada 18 me- ses, la que autoriza el cobro de las contri- buciones.
Los ministros eran responsables ante las Cámaras y tenían derecho a asistir a sus debates.
La Constitución de 1833 contiene, pues, los gérmenes que permitirán más adelan- te la
anulación de la formidable autoridad presidencial porque las armas constitucio- nales que
se entregaban al congreso bas- taban para hacer de éste el árbitro de los destinos del país.
El parlamentarismo estaba en germen en la Constitución de 1833. Egaña, que fué el autor
del proyecto, conocía el me- canismo parlamentario inglés (en el pro- yecto de Egaña ni
siquiera se omite el derecho del ejecutivo para disolver el con- greso). De suerte que don
Mariano Egaña comprendió claramente el alcance práctico que para el futuro tendrían las
facultades con que armó al congreso.
En este sentido, la Constitución de 1833 fué más liberal que la de 1828 en lo referente a
fijar aquellas atribuciones del congreso que han dado origen al sistema parlamentario en
todos los países. La Constitución de 1828 no contempla las leyes constitucionales relativas
a los pre- supuestos y contribuciones.
Los historiadores están de acuerdo en estimar como uno de los méritos más s0o-
bresalientes del estatuto de 1833 el haber sembrado el germen del parlamentarismo que
creciendo con el tiempo permitiría a las instituciones desarrollarse paulatina- mente a
medida. que se organizaran los partidos, las fuerzas sociales y la opinión pública.
Tampoco Inglaterra decretó el régimen parlamentario que en este país es el pro- ducto de
una evolución de siglos y que arranca de la Carta Magna de 1215.
El Senado estaba constituido por 20 miembros que duraban 9 años en sus fun- ciones y
eran elegidos en votación indirec- ta en todo el territorio de la República. Representaban al
país entero. De ahí su denominación “Senador de la República”.
GONZÁLEZ
El Senado llegó a formar un cuerpo esen- cialmente oligárquico, que en la práctica era
elegido por el propio Presidente de la República. Se renovaba por terceras partes y sus
miembros podían ser reelegi- dos indefinidamente,
Los Diputados duraban 3 años en sus funciones. Como no existian las incompa- tibilidades,
el ejecutivo podía otorgar em- pleos a los congresales o levar al congreso a los empleados
públicos.
En suma: la obra de Egaña adecuada a las necesidades del país, tales como éstas se
presentaban en 1830, no fué, sin embar- go, un obstáculo para que, con el tiempo,
organizados los partidos y madura la opi- nión pública, el gobierno sin trastornos, llegara al
más amplio liberalismo.
1) El absolutismo presidencial y la aris- tocracia:
Los principios moderadores del absolu- tismo presidencial yacen en la Constitu- ción como
gérmenes. En un comienzo el ejecutivo lo absorbe todo.
Sin embargo, el absolutismo presidencial en Chile no debemos imaginarlo como un
despotismo sudamericano. Desde luego, hay una diferencia y ella es que en Chile este
absolutismo es constitucional, está consagrado en la ley. Los que lo ejercen no serán
aventureros de la política, hom- bres obscuros, o productos del militarismo, como ocurre
con los dictadores de otros paises latinoamericanos.
Además, desde un comienzo nuestro ab- solutismo presidencial se encontrará con una
fuerza moderadora extraconstitucio- nal: la aristocracia que se manifestará en los
Parlamentos.
De esta suerte, la historia política de Chile en el siglo pasado, se reduce simple- mente al
avance sucesivo del poder mode- rador del absolutismo presidencial (la aris- tocracia) que
se realiza dentro y fuera del Parlamento hasta que llega un momento en que nuestros
Presidentes deben contar con ese poder moderador y respetarlo,
Sintetizando, es necesario subrayar que nuestro absolutismo presidencial ¡ecundo y
admirado por todos los países de la tie- rra no €s concebible simplemente como un
ejecutivo todopoderoso, cono una sim- ple dictadura legal. Es necesario tener presente un
factor principalísimo y esen- cial que explica'el éxito de nuestra Carta
Q0
del 53 y ese factor es precisamente la es-
2
tructura social, el predominio de una cla-
HISTORIA CONSTITUCIONAL DE CMILE 61
se alta unida, respetada, culta y conserva- dora que ejerció sobre el ejecutivo una acción
moderadora, apoyándolo y conte- niéndolo al mismo tiempo. Esta acción moderadora de la
clase alta chilena em- pieza a manifestarse junto con ponerse en vigencia la Constitución de
1833. Ahí está el grupo filopolita (cuyas ideas y activi- dades en el decenio de Prieto son
dema- siado conocidas para estamparlas aquí) para demostrar esta afirmación.
g) Apreciación general sobre la Consti- tución de 1833:
En torno a esta Carta fundamental, que en los 38 primeros años de vigencia no tuvo
ninguna reforma, se han pronuncia- do críticas y juicios de la naturaleza más encontrada.
Para unos todo el progreso y la evolución tranquila del país se debe a esta Constitución.
Otros, en cambio, opi- nan que ella fué un factor que retrasó nuestro progreso.
Para poder valorizar la importancia histórica de un código constitucional es necesario
tener presente que él representa ante todo un producto histórico, un pro- ducto de la
sociedad. Una constitución no es posible apreciarla a la luz de una de- terminada doctrina
ni puede ser buena ni mala en cuanto documento juridico. Será buena o mala si satisface o
no una nece- sidad o aspiración de bien común.
Las leyes sólo tienen virtualidad, sólo tienen eficacia cuando son una emanación de la
conciencia viva de las sociedades, que da el ambiente para que la ley arrai- gue y viva como
una planta.
La Constitución como producto histó- rico, pues, no puede tener un valor abso- luto, no
puede ser juzgada a través de una ideología determinada. Como auténtico producto
histórico depende estrechamente del espacio y del tiempo hasta el punto de que una
estructura política que se estima conveniente para un país puede ser total- mente
inaceptable para otros.
Ocurre otro tanto a través del tiempo y dentro de un mismo país. Las ideas oli- gárquico-
absoluristas con las cuales vibró casi toda la opinión de la clase alta en el decenio de Prieto,
hoy no encontrarían un solo.eco en ninguno de los grupos sociales de nuestro país.
Nada más equivocado, pues, que juzgar el derecho como un sistema filosófico y no
considerarlo sino desde el punto de vista de una ideología o doctrina determinadas.
No es posible comprender la política como un círculo aislado de la vida de la sociedad. Ta
política no es sino la resul. tante, el producto de toda la vida na- cional.
Este punto de vista nos da el verdadero valor del derecho. Este reside en la posi- bilidad de
su realización práctica. El de- recho es un órgano destinado a cumplir una función, y la
función del derecho es la de realizarse. Lo que no es realizable, nunca podrá ser derecho, y
en cambio, será derecho aún antes de ser reconocido como tal (derecho consuetudinario)
todo aquello que produce la función realiza- dora.
En consecuencia, en el uso real está la primera consagración del derecho. Iiste existe para
realizarse y la realización es la vida, es la historia. Lo que no sucede. nunca en la realidad, lo
que no existe más que en las leyes, en los textos, no es derecho. Una Constitución, aunque
muy perfecta teóricamente —si no se realiza— queda en la categoría de unas cuantas ho-
jas de papel. Una Constitución no puede ser buena ni mala en cuanto a documento jurídico.
Será buena si corresponde al ob- jeto con que se la dictó y siempre que ese objeto
corresponda a una necesidad o as- piración de bien común.
Y es aquí donde radica la importancia del Estatuto de 1833. El mérito de esta Constitución
es su eficacia, su vitalidad que deriva exclusivamente del hecho de ajustarse a un estado
social determinado.
Fué esto lo que permitió a los constitu- yentes de 1833 constituir orgánicamente el Estado.
Chile se constituyó en una república oligárquica, basada en la tradición colo- nial —que le
dió su carácter orgánico al Estado— y en la fuerza efectiva del poder político.
Lo que se realiza como derecho es de- recho, aún cuando no se encuentre escri- to en las
leyes, ni el pueblo y la ciencia hayan adquirido aún conocimiento de ello.
No es, pues, el contenido absiracto de las leyes, ni la justicia escrita sobre el pa- pel, ni la
moralidad de las palabras lo que deciden el valor de un derecho. La realización objetiva del
derecho en la vi- da —que es precisamente lo que logró el Estatuto de 1833— la energía
por medio de Ja cual lo que es conocido y proclama- do como necesario se persigue y
ejecuta;
62 JULIO HEISE GONZÁLEZ
he aquí lo que da al derecho su verdade- ro valor.
Los primeros legisladores de la Repú- blica tuvieron la obsesión de las constitu- ciones.
Ensayaron una larga serie de Có- digos orgánicos, pero ninguno duró mu- cho tiempo,
porque ninguno contempló ese aspecto funcional del derecho y olvi- dando este aspecto
funcional no lograban realizarlo.
La realidad social, la realidad histórica es lo que debe contemplar la ley. Es ésta la que debe
adaptarse a la realidad social si quiere lograr vida y vigor.
3,—La Ley de Elecciones:
El estatuto constitucional fué comple: tado con una ley electoral promulgada el 2 de
diciembre de 1833.
Esta ley empezaba por reglamentar el mecanismo de la calificación. El 15 de noviembre
anterior a las elecciones, el go- bernador por bando convoca a los. ciuda- danos que reúnen
los requisitos que la Constitución exige para darles derecho de sufragio, a fin de inscribirse
ante las Jun- tas calificadoras que eran designadas por las Municipalidades. Las mesas
recepto- ra de sufragios integradas por cuatro vo- cales propietarios y cuatro suplentes
eran designadas también por el Municipio.
La misma Municipalidad haría el es- crutinio general.
Esta ley de elecciones que estuyo en vi- gencia cerca de 30 años constituye uno de los
fundamentos del autoritarismo ya que facilitaba notablemente la intervención presidencial.
En efecto, odas las etapas del proceso electoral eran controladas por agentes del ejecutivo.
Recuérdese que en aquellos años, los alcaldes y las municipa- lidades dependían
directamente del ejecu- tivo. Las elecciones de 1834 se realizaron sin-tropiezos con la
abstención de los de- rrotados en 1829.
Las elecciones de 1837 se realizaron ba- jo el imperio de las facultades extraordi- narias y
los preparativos de la guerra contra la Confederación Perú-boliviana.
4—La guerra contra la Confederación Perú-boliviana.
Bajo la autoridad del joven caudillo boliviano Santa Cruz se habían confede- rado en el
norte los estados del Perú y Bo- via. Chile vió en esta unión una amena- za para el equilibrio
en el Pacífico, habida
consideración a las poco cordiales relacio- nes que existían entre Perú y Chile debido a las
gruesas sumas que Perú nos debía desde los días de la Independencia, y a la dificultades
que habían perturbado las relaciones comerciales entre los dos paí- ses. Bolivia y Perú
¡juntos tenían entonces una población cuatro veces la de Chile aproximadamente y en esta
misma pro: porción estaban los ingresos.
Pero Chile estaba unido y decidido a la lucha, mientras Perú apenas había su- perado los
disturbios políticos internos, con un orden superficial que no se fun- daba en la
colaboración espontánea y uná- nime de la población, sino en el caudi- llaje de un hábil
soldado.
La exigencia de Chile sólo podía pros- perar por las armas.
Portales concentra el ejército expedicio- nario en Valparaiso y Quillota. Los reclu- tas
acudieron de mala gana: el país colaboró a regañadientes y entre la oficia- lidad se advertía
la influencia de elemen- tos extraños. La revuelta se preparaba: Portales actuó sin
contemplaciones .con- tra los conspiradores de Curicó. Se le hace saber que no puede
contar con Vidaurre y las tropas de Quillota.
El gran estadista, poseido por su idea del Estado impersonal, no vinculado a una persona ni
a un nombre sino arrai- gado en el corazón de los ciudadanos li- bres, decidió poner en
juego todo su prestigio intentando, con el acto de su presencia, ahogar en germen la
sedición que amenazaba en Quillota.
Se equivocó. Su ideal no había prendi- do aún en el pecho de los chilenos. El país era
demasiado joven y el deslinde fronterizo con Bolivia y Argentina no se había consolidado
aún lo suficiente para que hubiese podido desarrollarse un cabal sentido del Estado y de la
Patria. Á este deslinde se oponía la comunidad de len- gua, de religión y de origen.
La guerra de la Independencia demoró la formación de los sentimientos de pa- tria y
nacionalidad. Como advierte D. Vicente Pérez Rosales, Patria y Chile no fueron voces
sinónimas en los primeros tiempos de nuestra vida republicana. Pa- tria era un concepto
abstracto y vago, que correspondía al sentimiento —común a todos los
hispanoamericanos— de indepen- dencia frente a España, independencia por la cual
habían luchado todos.
En «quellos primeros años de nuestra vida independiente la opinión pública y

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