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Sogamoso 28 de Febrero de 2018

Diana Paola Rincón Ortega

Klimovsky, Gregorio. Capítulo I. “El concepto de la ciencia” y Capítulo II. “La base empírica de
la ciencia” en: “Las desventuras del conocimiento científico: una introducción a la
epistemología”. A-Z Editora. Buenos Aires. 1997. 418 pág.

El mundo moderno se ha configurado gracias a que la ciencia, como conjunto de conocimientos,


ha permitido al hombre comprender su entorno, cambiar la concepción del mismo y modificarlo.
La necesidad de responder preguntas y resolver problemas, ha conllevado a la generación de
conocimientos, mediante la aplicación del método científico, es decir, del uso de la multiplicidad
de tácticas y estrategias que tienen disponibles los investigadores.

Los conocimientos son vistos como afirmaciones que, según plantea Platón, deben cumplir con
tres condiciones para poder ser reconocidas como conocimiento: creencia, verdad y prueba. La
creencia se refiere a que su autor debe creer en ella; la verdad puesto debe expresar verdades y la
prueba debido a que debe ser un conocimiento probado, aunque la prueba en sí no sea garante de
su veracidad, en tanto, la prueba puede desechar teorías.

La ciencia también puede ser vista como el conocimiento de los hechos, es decir, la manera en que
las cosas se encuentran en la realidad en determinados instantes, esto es la ciencia fáctica. Dicho
conocimiento sólo es una verdad cuando su enunciado ha sido verificado y, en contraposición, será
falso cuando haya sido refutado. Aunque otros autores prefieren el uso de las palabras confirmación
y corroboración, asociadas con el método inductivo y el método hipotético deductivo,
correspondientemente. El primero basado en análisis estadísticos en donde se habla de alta
probabilidad en la ocurrencia de los hechos y por lo que posee un elevado grado de confianza y, el
segundo, en el que se intenta derribar un conocimiento, siendo verdadero aquel que se resista a
dichos intentos.

La epistemología entendida como el estudio de las condiciones en las que se origina y se valida un
conocimiento científico, es aplicada en tres contextos: el contexto de descubrimiento, las
circunstancias en las que se da la producción del conocimiento; el contexto de la justificación, la
manera como se valida el conocimiento, y el contexto de la aplicación, el ámbito de aplicación del
conocimiento. La epistemología, entonces, juega un papel crítico frente a lo que afirman los
científicos.

La ciencia estudia objetos directos, también llamados base empírica, y objetos indirectos o zona
teórica. Los objetos directos son aquellos que son conocidos directamente, es decir, no son
necesarios el uso de instrumentos adicionales para su reconocimiento, pueden ser captados por
observación espontanea, experimental o controlada. La observación espontanea no es provocada,
pero se tiene interés en el objeto, por lo que es fácilmente reconocible, por el contrario, la
observación controlada no se provoca, pero sí se está en búsqueda del objeto y la observación
experimental es una observación provocada del objeto. Para el reconocimiento de los objetos
indirectos es necesario hacer uso de instrumentos o marcos y presupuestos teóricos, es decir, de
teoría ya aceptada.

La base empírica metodológica, observación de la vida cotidiana, será tomada como dato para el
establecimiento de conocimiento siempre y cuando cumpla con los requisitos de efectividad, sea
comprobable su verdad o falsedad, de repetibilidad, sea repetible, no sea un dato único e
intersubjetividad, sea observado por más de una persona, sea objetivo. Dicha base empírica tiene
cambios en el tiempo debido a las variaciones en la cultura y las creencias de las personas.

El autor asegura que la ciencia se ha fundado por etapas, tales como las capas de una cebolla y deja
de lado la afirmación de que es un entretejido “confuso” de hipótesis, teorías y puntos de vista,
rompiendo así, las relaciones que puedan existir entre las distintas ramas del conocimiento. No se
puede obviar que las reconstrucciones del conocimiento tienen origen en afirmaciones previamente
aceptadas, aunque de manera errónea, y que estas nuevas afirmaciones consolidadas como
conocimientos, no tendrían validez por sí mismas, es decir, sin la necesidad de refutar el
conocimiento anterior y sin las relaciones con otros conocimientos; por lo tanto, sería más
conveniente que se fundamente la relación entre las hipótesis, teorías y puntos de vista como un
entretejido “coherente”, en el que las adecuadas relaciones conllevan al desarrollo de nuevos y a la
ampliación de antiguos conocimientos.

Para la creación de conocimiento, aunque tedioso, deberían ser aplicados, en conjunto, los métodos
inductivo e hipotético deductivo; si la hipótesis surge de forma inductiva, tenga una probabilidad
de ocurrencia, ésta debería pasar a ser analizada por el método hipotético deductivo, es decir, se
debe intentar derrumbar dicha afirmación, para así tener mayor certeza de que este conocimiento
está reflejando la verdad y viceversa, si nace de una hipótesis deductiva.

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