Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
INTRODUCCIÓN
Esta expresión por sí misma denota una situación dolorosa. Pareciéramos escuchar el
deseo interior de una persona que día tras día espera anhelante el regreso de su ser
querido.
Podría bien describir a un hombre que espera el retorno de su amada que un día partió
y no volvió. Un Padre ó una madre que deja partir a sus hijos esperando el día que
estos regresen a él o ella. Un amigo que tuvo que ver partir a sus amigos y esperaba el
día de su retorno.
Pero cualquiera que fuese la situación, algo que indica esta frase es una espera. Un
deseo. Una negación, que en lo profundo revela el anhelo de un corazón triste que
esperaba que las cosas fueran distintas. Alguien que se esforzó, que luchó, que
intentó, pero que agotó sus opciones y aún así no recibió la respuesta esperada.
Lo más triste de esta frase es que quien la pronunció es Dios mismo. No refiriéndose a
desconocidos sino a unos que conocía de cerca, que eran sus amados y que al
marcharse no regresaron. Es Dios describiendo la relación con su pueblo, con aquél
que escogió, rescató y libro de sus enemigos y que ahora lo han olvidado.
En esta condición compleja podemos ver como Dios realiza varias acciones directas
con el fin de hacer volver a su pueblo de su pecado, destruyendo todo aquello que les
traía seguridad y confort buscando que dejasen de mirarse a sí mismos para que
volvieran su mirada a Dios:
DESARROLLO:
2. Seguridad Militar, v.10 b. Una y otra vez vemos al pueblo de Dios haciendo
alianzas con sus enemigos. Tomando sus enseñanzas, adorando a sus ídolos.
Por otro lado también parecen tener seguridad en sus jóvenes y en sus carros
de guerra (caballos), cuando Dios deseaba ser su fortaleza (como en el mar rojo
cuando fue él quien le dió la victoria). Por lo que Dios termina con su seguridad
trayendo guerras que no pueden controlar, permitiendo la muerte de su
descendencia (jóvenes) y llevándose sus caballos, dejándolos vulnerables
emocional y físicamente. El dolor y la tristeza embargaron sus corazones. Pero
aún así no se volvieron a Dios.
3. Seguridad territorial, v. 11. Ellos se habían enriquecido tanto que tenían varias
casas (y no me refiero solo otro piso o a un apartamento) sino a moradas lujosas
(Am 3:15), se rodeaban de costosos muebles y se procuraban todo tipo de
deleites para el cuerpo y el alma. (Am 6:4-9) "Duermen en camas de marfil, y
reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en
medio del engordadero; gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos
musicales, como David; beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos
más preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José." De modo que
Dios les quita esta seguridad destruyendo sus ciudades, Dejándolos sin techo ni
cobijo, permitiendo que sólo algunos apenas si sobrevivieran (parecían tizones
rescatados del fuego), sin economía, sin seguridad militar, desprotegidos por
completo, con sus familias destruidas, con hambre y sin techo y aún con todo
esto, no se volvieron a Dios.
CONCLUSIÓN
Que Dios nos ayude a quitar la ceguera de nuestros ojos y a responder a las primeras
llamadas de Dios, no sea que tenga que llamarnos de maneras tan duras como a su
pueblo. Que su Espíritu nos convenza de pecado, justicia y juicio, no sea que Dios diga
también de nosotros: y aún con todo esto no se volvieron a mi. Que el Señor nos
ayude.