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Rita Segato habla del aborto, la situación en América Latina y de la ruptura del
mandato de masculinidad como única manera de cambiar la historia.
Todo lo que lleva ondula: sus rulos cortos canosos, su vestido suelto azul
oscuro, sus collares de cuentas. Sus palabras bailan una melodía acuosa como
el bossa nova, vibran, inundan, mecen. Aún cuando se pone firme en sus
posturas, Rita Segato está lejos de parecer la bruja mala de los cuentos que
ella misma dice que encarna para algunos.
Rita recorre Latinoamérica con sus palabras: habla casi sin tomar respiro sobre
las cárceles brasileras, la ausencia del Estado en Guatemala y Honduras, la
enorme caravana migrante que vomita sangre mientras atraviesa el
continente, Ciudad Juárez y la violencia del narcotráfico que se inscribe en los
cuerpos de las mujeres y niños.
– DC: ¿Crees que los varones deben tener lugar dentro del feminismo?
– RS: No creo que los hombres tengan que sumarse a la lucha de las mujeres,
de hecho creo lo contrario. El feminismo es liberador para los varones. Les está
diciendo dejen esa postura de macho alfa, porque no hay ni macho alfa ni
macho beta. Hay que tirar el mandato de la masculinidad: al día de hoy esa es
la única manera de cambiar la historia.
– DC: Respecto a tu libro “La escritura en el cuerpo de las mujeres
asesinadas en Ciudad Juárez”: ¿Cómo afectan las nuevas formas de
conflictividad interna latinoamericana en los cuerpos de las mujeres?
– RS: Hay una transformación en la historia de las guerras. Ahora las guerras
no son entre Estados, sino guerras difusas donde el control para-estatal de la
vida se expande en guerras represivas, guerras criminosas, las guerras entre
pandillas. Desde siempre el daño a las mujeres fue un daño colateral en las
guerras. Antes se ganaba una batalla y se tomaban los bienes del pueblo
derrotado y las mujeres eran parte del botín.
– DC: ¿Te referís al método del escrache? ¿Considerás que las redes sociales
amplifican el linchamiento?
– RS: Claro. Si las feministas en términos históricos hemos defendido el
derecho al justo proceso, no podemos defender el escrache. Tiene que haber
un derecho a la interlocución con el acusado, si no estamos cayendo en los
mismo funcionamientos de aquellos que consideramos ser nuestros
antagonistas de proyecto histórico. Yo no quiero un cambio de manos del
poder, de la capacidad de opresión, de la reducción del otro mediante la burla
y el escarnio: estamos luchando por un mundo diferente no por un mundo
igual en otras manos.
– DC: Para finalizar, ¿qué pensas sobre quienes se oponen al aborto?
– RS: Es muy fácil probar que no les importa la vida. Como dije en el
Congreso: en la fertilización asistida se descartan un montón de óvulos. ¿Esas
no son almitas? ¿Sabés por qué no les interesan? Porque no están en el cuerpo
de la mujer, la cuestión del aborto es sobre el cuerpo de la mujer, es el control
de la soberanía de la mujer sobre su cuerpo. Lo que les interesa es la mujer y
su desacato al orden patriarcal, su cercanía con la liberación, que es el fin de la
prehistoria patriarcal. La humanidad vivió solo una era: la prehistoria patriarcal
de la humanidad. O salimos de ella o no tengo esperanza de que la vida
humana continúe.