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Resolución 1995 de 1999 define la historia clínica en su artículo primero como “un documento
privado, obligatorio y sometido a reserva, en el cual se registran cronológicamente las condiciones
de salud del paciente, los actos médicos y los demás procedimientos ejecutados por el equipo de
salud que interviene en su atención. Dicho documento únicamente puede ser conocido por terceros
previa autorización del paciente o en los casos previstos por la ley”.
Principio de confidencialidad (Ley 1090 de 2006, artículo 2) y, por consiguiente, deben “guardar el
secreto profesional sobre cualquier prescripción o acto que realicen en cumplimiento de sus tareas
específicas, así como de los datos o hechos que se les comunicare en razón de su actividad
profesional”.
A pesar de ser un documento privado que sólo pueden conocerlo terceros, previa autorización del
paciente, también tienen acceso a él “las autoridades judiciales y de salud en los casos previstos en
la Ley” (Resolución 1995 de 1999, artículo 14).
La historia clínica también podría llegar a serun elemento material probatorio en procesos para
determinar responsabilidades, caso en el cual tiene el peso de una prueba veraz, imparcial y válida.
Dada su relevancia judicial, la historia clínica del psicólogo debe cumplir con las características de
integralidad, secuencialidad, racionalidad científica, disponibilidad y oportunidad de las que habla
el artículo 3 de la Resolución 1995. Además debe ser diligenciada “en forma clara, legible, sin
tachones, enmendaduras, intercalaciones, sin dejar espacios en blanco y sin utilizar siglas…”
(Resolución 1995, artículo 5) siguiendo siempre los principios de ser “cauto, prudente y crítico
frente a nociones que fácilmente degeneran en etiquetas de desvalorización.…” (Ley 1090 de 2006,
artículo17) y evitando en las anotaciones las rotulaciones y diagnósticos definitivos (Ley 1090de
2006, artículo 36, inciso d).
El secreto profesional (SP), definido como la obligatoria reserva que debe tener todo profesional
frente al conocimiento que en función de su trabajo llegare a conocer (Hernández y Espinosa,
2011), resulta de suma importancia.
El SP es un derecho de las personas que recurren a los profesionales y un deber de éstos, como lo
dispone el artículo 74 de la Constitución Nacional al establecer que “el secreto profesional es
inviolable”, esto es, un deber del recipiendario y un derecho de quien lo dispensa.
La Ley 1090 de 2006 es prolífera en recordarle a los psicólogos su deber de guardar el secreto
profesional, al punto que lo menciona en varias oportunidades: artículo 2, numeral 5; artículo 10,
ordinales a, b, d, y f; artículo 11, ordinal c; y artículos 23 al 32. Por ello, el psicólogo que viole el
SP podría recibir sanciones administrativas, disciplinarias y éticas, sin perjuicio de las demás
acciones judiciales que el afectado pueda emprender en contra del profesional infractor.
Que antes de tomar cualquier decisión en cuanto a violar la reserva de sus consultantes, deberá
hacer un profundo análisis, apoyándose en cualquiera de las estrategias recomendadas para ello, en
especial, en los diez pasos para la toma de decisiones consagrados en el Código de Ética de Canadá
o en las recomendaciones que hace el Meta Código Europeo de Ética del Psicólogo.