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Se denomina “defensa material” al ejercicio del derecho de defensa por parte del propio
imputado; el cual se manifiesta mediante las siguientes acciones:
La facultad de ser oido.
La de proponer y controlar la prueba de cargo,
La de probar los hechos que el mismo invoca para excluir o atenuar la reaccion penal,
La de valorar la prueba producida y exponer las razones facticas y juridicas para obtener
una sentencia favorable según su posición.
El imputado debe poder comunicarse con su asistente letrado todas las veces que considere
necesarias y sin obstaculización alguna, para la preparación de su defensa.
Todos aquellos procedimientos judiciales realizados sin la asistencia letrada pueden acarrear la
nulidad de los procedimientos judiciales realizados.
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El imputado tiene el derecho, de elegir su defensor, de acuerdo a la confianza que le tenga, ya que
es el imputado quien debe controlar la calidad del defensor.
Nuestra CN establece los mecanismos para garantizar la independencia de los jueces en todas sus
facetas:
Establece que ninguno otro poder puede arrogarse el juzgamiento de las causas pendientes.
Le brinda estabilidad a los jueces en sus funciones y solo pueden ser removidos por el
juicio politico.
Le otorga intangibilidad de las remuneraciones, lo que permite que los jueces no sean
presionados mediante la modificacion de éstas mediante politicas salariales.
En el caso "Llerena" la Corte por primera vez declaró que viola la garantía constitucional de
imparcialidad del juez que el mismo magistrado que investigó sea quien juzgue y sentencie al
imputado.
(Resuelto el 17/05/2005)
Hechos:
Según la ley procesal, en los procedimientos correccionales -que son aquellos que investigan y
juzgan delitos cuya pena es menor a la de tres años de prisión- el mismo juez que estuvo a cargo
de la investigación y procesó al imputado es quien debe juzgarlo en el juicio oral. Por otra parte, la
ley procesal penal no establecía expresamente que el juez que investigó no puede juzgar al
imputado. Llerena fue procesado por la justicia correccional por su presunta responsabilidad en
delito de abuso de armas y lesiones. Antes de que comenzara el juicio oral, la defensa de Llerena
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recusó a la jueza que lo había procesado argumentando que ella no sería imparcial para juzgar y
sentenciar.
Decisión de la Corte:
La Corte afirmó que la garantía de juez imparcial, protegida en la Constitución Nacional y en los
pactos internacionales de derechos humanos que tienen jerarquía constitucional, prohíbe que el
juez que investiga sea el mismo que juzgue y sentencie (Voto de los jueces Petracchi, Maqueda,
Zaffaroni, Highton de Nolasco, Argibay, Belluscio y Boggiano. Lorenzetti y Fayt no votaron).
Para estos jueces, la garantía de imparcialidad estaba afectada por una razón objetiva: el juez que
investigó el hecho y procesó al imputado es el mismo que tiene que juzgarlo. Es la propia
organización del procedimiento correccional y la naturaleza misma de las funciones que tiene que
desempeñar el juez correccional -investigar y juzgar- la que da pie a temer que exista esta
parcialidad. No es necesario entonces probar que en el caso concreto existe parcialidad.
Si bien hubo consenso en esta regla, no hubo acuerdos respecto de qué manera debía
implementarse esta en la práctica.
PRINCIPIO DE INOCENCIA
En nuestra CN este principio no aparece contemplado de forma expresa, pero sí lo tenemos en el
art. 1º del CPP cuando determina que: “nadie sera ni considerado culpable mientras una sentencia
firme no desvirtúe la presunción de inocencia de que todo imputado goza”… Y en los Tratados
Internacionales del art. 75 inc 22 de la CN:
Declaración Universal de los Derechos Humanos determina que en su art.11 inc. 1 establece:
“Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia…”
Este derecho además se encuentra ratificado por el artículo XXVI de la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre que prescribe: “Se presume que todo acusado es
inocente, hasta que se pruebe que es culpable.”
Esta garantia significa que nadie puede ser considerado culpable sin una sentencia obtenida en
un juicio que declare expresamente su culpabilidad. Por lo tanto, toda persona es inocente y asi
debe ser tratada.
El fundamento de esta garantia radica en la consciencia universal sobre la dignidad humana y el
valor de la persona en sí misma.
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Dentro de este principio encontramos otro: el favor rei o Indubio pro reo.
Este principio esta íntimamente relacionado por el principio de inocencia. En nuestro derecho
aparece en el Art. 3° del Código Procesal Penal que determina que: “En caso de duda deberá
estarse a lo que sea más favorable al imputado”.
Este principio establece que el imputado goza de un estado jurídico de inocencia que no
necesita ser construido ni probado. Al contrario, son los órganos públicos los que les compete
destruir ese estado y acreditar fehacientemente su culpabilidad.
No se trata de “ningun beneficio a favor del reo”, todo lo contrario, es una limitacion muy
precisa a la actividad del Estado.
Creus nos enseña que este principio rige tambien para valorar o interpretar algun elemento de
prueba en general, los cuales seran siempre a favor del imputado.
Por otro lado el imputado no es el que debe probar su inocencia, sino que es el fiscal quien debe
probar la culpabilidad.
En el ambito penal no se aplica la inversion propia de la carga de la prueba aplicada al derecho
civil.
Efectos de la garantia
No permite la revision de una sentencia firme en contra del imputado.
Si la persona fue absuelta no puede ser condenada en un segundo juicio;
Si la persona fue encontrado culpable y condenada, no podra ser condenado nuevamente a una
sentencia mas grave.
Toda revision de la sentencia sera siempre a favor del imputado.
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el derecho a recurrir el fallo condenatorio del art. 8.2.h de la Convención Americana “se haya
satisfecho.
En el caso Giroldi, la Camara Nacional de Casación Penal (CNCP) había rechazado el recurso de
casación por la limitación objetiva por el monto de la pena para recurrir en casación prevista en el
art. 459, inc. 2, del CPP Nación. En esa oportunidad la CSJN afirmó, correctamente, que ya no se
podía sostener la doctrina del caso “Jáuregui”. Con el fallo “Giroldi”, la CSJN envió un mensaje
claro a la Camara de Casación
a) que la Cámara de Casación no era un tribunal extraordinario, sino que debía resolver los
recursos de casación interpuestos por las personas
condenadas como recursos ordinarios; y
b) le atribuyó el carácter de “tribunal intermedio” en la nueva organización de la justicia penal
nacional, con la finalidad de reducir la carga de trabajo de la CSJN. En el camino, sin embargo,
abandonó la distinción —correcta— establecida en
“Jáuregui” entre “doble instancia” y “derecho al recurso”, pues en este caso asimiló ambos
conceptos.
Por ultimo en el fallo “Casal” de la Corte Suprema estableció que el art. 456 del CPP debe ser
concebido de modo que faculte una revision amplia (desarrollada) de la sentencia, de forma
que sea posible que el maximo esfuerzo de revision de los jueces de casacion, acorde a las
circunstancias de cada caso en particular.