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PROGRAMA No.

0502

1 CRÓNICAS

Cap. 28:11 - 29:30

Comenzamos hoy, nuestro último estudio del Primer Libro de Crónicas. Nos
encontramos en el capítulo 28, y vamos a leer una vez más, desde el versículo 11, para
poder comenzar mejor nuestro estudio. Decíamos en nuestro programa anterior, que lo
que tenemos aquí, es un poco triste; hemos llegado al fin de la vida de David, pero aún no
hemos finalizado con David. No se le puede dejar así tan fácil. Cuando lleguemos al libro
de los Salmos, veremos cómo este hombre abrió su corazón en maneras tan variadas, y
veremos por qué Dios podía decir que David era un hombre conforme a Su corazón, y que
nosotros podamos llegar a ser esa clase de persona, en el día de hoy.

Usted puede recordar que estamos en una sección donde se da énfasis a los preparativos
de parte de David para la construcción del templo. Todo su ser, su corazón, su alma, está
consagrada a esta tarea. Esto es lo que David quería hacer pero que Dios no le permitió
hacer. El se sometió a la voluntad de Dios, pero él hizo todos los preparativos y reunió
todo el material; reunió a los trabajadores y animó a Salomón para que edificara el templo.
Comencemos hoy, nuestra lectura en el versículo 11 de este capítulo 28, del Primer Libro
de Crónicas y leamos hasta el versículo 13:

11
Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías,

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sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio. 12Asimismo el plano de todas las
cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová, para todas las cámaras
alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas
santificadas. 13También para los grupos de los sacerdotes y de los levitas, para toda la obra
del ministerio de la casa de Jehová, y para todos los utensilios del ministerio de la casa de
Jehová.

Podemos apreciar que David hizo todos los preparativos para la construcción del templo.
Aquí vemos que tiene los planos, y que ya lo ha organizado; aun los levitas que van a servir en
él.

Dijimos en nuestro programa anterior, que íbamos a decir algunas cosas, algunas palabras en
cuanto al templo, que se encuentra en una maqueta, en un hotel de Jerusalén, que se llama el
hotel “Tierra Santa.” Esta maqueta a la que nos estamos refiriendo, no es de la clase que uno
pone sobre una mesa. Se ha hecho en los terrenos del Hotel, en uno de los grandes y espaciosos
jardines. Es una maqueta tan grande que uno puede caminar por ella. No tenemos las medidas
exactas, pero quizás tenga unos 14 ó 15 metros de una parte a otra. Y le da a uno una buena
idea de lo que era antes Jerusalén. En esa maqueta se presenta un modelo del templo.

Cuando lleguemos al Segundo Libro de Crónicas, vamos a dedicar un poco de tiempo,


observando las cosas que Salomón hace en cuanto a la edificación del templo, comparando
algunos detalles, que se mencionan aquí. Vamos a hacer un estudio interesante, ya que se
omitió algunas cosas en el Primer Libro de Reyes, pero que se mencionan y se aclaran en lo que
veremos en el futuro. En eso pone Dios su deleite. El Señor nos ha dado mucho en cuanto al
templo se refiere. Las maquetas que uno puede observar, generalmente tienen mucho detalle.
Es un edificio imponente y bastante grande. Y, por supuesto, esto es lo que algunos llaman el

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Templo de Herodes. Fue el último que existió. Lo mejor, realmente, sería una fotografía para
poder apreciar lo que el templo era en realidad. Uno puede hablar por horas y horas, y no lograr
describirlo acertadamente. Le faltan palabras a cualquier persona para poder indicar claramente
lo que era.

En primer lugar, hay cierta simplicidad en torno al mismo, y estamos seguros que eso existió.
Siempre se ha presentado muy complicado, y los detalles que se nos da en Reyes y Crónicas,
revelan mucho de ello. No era tan sencillo como lo era el tabernáculo. Pero, sí había cierta
simplicidad con respecto al mismo, pero no era imponente en su interior. Era algo de hermosura
y suntuosidad. No era precisamente su tamaño; era la hermosura que se le otorgó gracias a la
abundancia que se le concedió.

David le dijo francamente a Salomón que no había necesidad de hacer ninguna economía en
la construcción del templo. Le dijo que había reunido todos los materiales que le harían falta
para edificar exactamente lo que quería. Se ha hecho algunos cálculos sobre lo que pudo haber
sido el costo, y sobrepasa varios millones de dólares, aún en la época en la cual fue construido.
En el día de hoy ya no se edifica nada en comparación. Estaba muy adornado y cubierto con
gran cantidad de oro, y plata, y piedras preciosas. Y así es como Dios quería que fuera
edificado, y siempre hemos pensado que la Casa de Dios tiene que estar a tono con el vecindario.

No nos gusta ver esas magníficas catedrales que se levantan en medio de un vecindario
pobre, casi una villa miseria, o un barrio bajo de la ciudad. Si usted está en una zona donde
viven los millonarios, entonces, quiere edificar algo que esté a tono con esa zona. Sin embargo,
amigo oyente, en el día de hoy, no creemos que debemos poner el énfasis en el edificio. Eso no
es en realidad lo que importa.

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Hace algún tiempo, se publicó un informe sobre una conferencia que tuvo lugar en Jerusalén,
sobre profecía. Y sería algo para reírse al oír algunas de las cosas que allí se dijo, si no fuera
que es demasiado serio escuchar a personas bien educadas hacer tales declaraciones. Una de las
preguntas que se hizo fue: ¿Podrá ser reedificado el templo? Uno de los argumentos
presentados fue que Dios no puede vivir encajonado. Si usted lee correctamente la información
que tenemos en la Biblia – y nos hubiera gustado que la persona que hizo esa declaración lo
hubiera leído, – se daría cuenta que Israel no tenía ni siquiera una noción de que se le podía
encajonar a Dios.

Cuando Salomón hizo su oración dedicatoria del templo, dijo con franqueza: He aquí, los
cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he
edificado? El mismo universo que El creó no lo puede contener, ¿cómo lo va a hacer un lugar
tan pequeño? Era un lugar de reunión. Era para la honra y la gloria de Dios. Eso es lo que
tiene valor. En nuestros días Dios no mora, no se encuentra con usted en un edificio. El mora
en las personas por medio del Espíritu Santo. ¡Y eso es lo importante y lo que debemos
enfatizar!

Lo que realmente llama la atención es el corazón de David. Veamos lo que nos dicen los
versículos 14 y 15, de este capítulo 28 del Primer Libro de Crónicas:

14
Y dio oro en peso para las cosas de oro, para todos los utensilios de cada servicio, y plata
en peso para todas las cosas de plata, para todos los utensilios de cada servicio. 15Oro en
peso para los candeleros de oro, y para sus lámparas; en peso el oro para cada candelero y
sus lámparas; y para los candeleros de plata, plata en peso para cada candelero y sus
lámparas, conforme al servicio de cada candelero.

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La idea principal aquí es que no se debe tratar de ahorrar, o de ser económico. No había
nada mezquino en el templo. Era una gran extensión y desembolso de las riquezas del reino de
David. Y él lo hizo para honrar a Dios. Continuemos ahora, con el versículo 19:

19
Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo
entender todas las obras del diseño.

O sea que, Dios le dio a David el diseño del templo; El eligió también el lugar, la era de
Ornán. También animó e inspiró a David pero no le permitió que lo edificara. Y ahora, leemos
en el versículo 20:

20
Dijo además David a Salomón su hijo: Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no
temas, ni desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te
desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová.

David estaba en realidad empujando a su hijo Salomón para que se ocupara en la


construcción del templo. Y él no había escatimado ningún recurso de su reino para la
edificación del mismo. Y ahora, el versículo 21, nos dice:

21
He aquí los grupos de los sacerdotes y de los levitas, para todo el ministerio de la casa de
Dios, estarán contigo en toda la obra; asimismo todos los voluntarios e inteligentes para
toda forma de servicio, y los príncipes, y todo el pueblo para ejecutar todas tus órdenes.

Podemos ver que David tenía a todo el reino, desde los sacerdotes y levitas, hasta los obreros
y príncipes, entusiasmados y animados a hacer esta obra. Todo lo que Salomón tenía que hacer,
era realizar la obra que David había preparado para él. Y llegamos ahora al capítulo 29, y aquí

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cambia el énfasis hacia el reino. Este era el pensamiento principal de David en sus últimos días;
el lugar principal del reino tenía que ser el templo. Veamos lo que dice el primer versículo:

1
Después dijo el rey David a toda la asamblea: . . .

Este es su lecho de muerte. Usted podrá recordar que cuando Jacob estaba para morir llamó
a su hijo a su lado. Cuando Moisés llegó al fin de su vida, tuvo un mensaje para las doce tribus
de Israel. Ahora David tiene un mensaje para su reino y ha llegado al fin de su vida. Ahora él
dice:

Solamente a Salomón mi hijo ha elegido Dios; . . .

O sea que, él deja bien claro esto de que fue Dios quien lo eligió, y no él. Y continúa
diciendo:

él es joven y tierno de edad, . . .

Con eso quería decir que era muy flojo. Y eso era en realidad así. No tenía ninguna
experiencia, lo contrario de David que era un veterano.

Creemos que David era una persona muy terca, muy empecinada. No creemos que se le
podía decir que era malo, pues, era un hombre generoso, pero también porfiado. Pero, su hijo
Salomón no tenía ninguna experiencia. Y luego, él dice en la última parte de este versículo 1:

1b
y la obra grande; porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios.

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¡Qué corazón tenía David! Siempre poniendo a Dios, primero. Y leemos en los versículos
2 y 3 de este capítulo 29 del Primer Libro de Crónicas:

2
Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro,
plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y
madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras
de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia.
3
Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro
particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del
santuario, he dado para la casa de mi Dios:

Luego, él continúa mencionando la cantidad que tenía. ¡Era algo tremendo! El dice en el
versículo 5:

5
oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de las
manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?

No pongamos límite, no pongamos restricciones a lo que podemos dar. Luego, en el


versículo 6, leemos:

6
Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de
centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrecieron voluntariamente.

David dio todo lo que tenía para este proyecto. Luego en los versículos 7 al 9 tenemos la
reacción del pueblo. Leamos estos versículos:

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7
Y dieron para el servicio de la casa de Dios cinco mil talentos y diez mil dracmas de oro,
diez mil talentos de plata, dieciocho mil talentos de bronce, y cinco mil talentos de hierro.
8
Y todo el que tenía piedras preciosas las dio para el tesoro de la casa de Jehová, en mano
de Jehiel gersonita. 9Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque
de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente.

Hay un dicho que dice: “Debes dar hasta que duela.” Quizás el mundo tenga eso por lema.
Pero ese lema, amigo oyente, no es el de Dios. Si a usted le duele dar, entonces es mejor que
no dé. Debe dar cuando esto trae gozo a su corazón. Dad alegremente, dijo el apóstol Pablo.
Y aquí vemos que era un momento de mucho gozo. Sigamos ahora con el versículo 10:

Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la


congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre,
desde el siglo y hasta el siglo.

Esta es la gran oración y acción de gracias de David. Dios, es en realidad, el padre de la


nación de Israel, no el padre de los individuos. David, nunca le llamó padre. Dios dijo a
David: “David mi siervo.” Y eso es interesante notar. La ley nunca hizo a nadie hijo de Dios.
Eso se logra solamente, por la fe en Cristo. Nosotros somos los hijos de Dios, por la fe en el
Señor Jesucristo. Notemos algo ahora, que quizá le parezca algo familiar en el versículo 11:

11
Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque
todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino,
y tú eres excelso sobre todos.

Usted recordará que cuando los discípulos le pidieron al Señor Jesús que les enseñara a orar,

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El les dio una oración. El los llevó directamente a esta oración de David, y esto es lo que estaba
en el corazón de David. Tuyo, oh Jehová, es el reino.” Estas son palabras de brevedad y
simplicidad, pero reúnen la aspiración y la esperanza de los siglos.

Es aún en nuestros días, una de las grandes oraciones de las Escrituras. Es una de esas
oraciones que lo encierran todo, y de las más notables del Antiguo Testamento. Su Majestad,
Su adoración, Su alabanza, Su acción de gracias, Su rechazo de todo mérito humano, y Su
dependencia total de Dios. Tiene humillación de sí mismo. Su confesión, Su dedicación de
todo lo que tiene, admitiendo que esas cosas ya pertenecían a Dios. Esta oración es realmente
gloriosa. Reconoce que el reino es de Dios. Esto es algo verdaderamente tremendo. Tuyo, es el
reino. Esto es lo que el Señor Jesucristo usó para enseñar a Sus discípulos.

El concepto del reino que encontramos en las Escrituras es el de un reino que es eterno y es
temporal. Es universal y es local. Hablando generalmente se puede decir que es el reino del
cielo sobre la tierra.

Usted recuerda que cuando Dios creó a Adán le dio a él dominio. Y entonces, ¿de dónde
sale el reino? Es el gobierno de Dios sobre toda la tierra. Quiere decir, restaurar el gobierno de
Dios. Es la recuperación de la tierra para traerla bajo el gobierno de Dios. Esperamos que
usted, amigo oyente, no esté creyendo que Dios es quien está gobernando este mundo. Si El lo
hiciera, usted no tendría la angustia, las lágrimas; tampoco tendría las desilusiones o las guerras.
Nosotros debemos orar por ese Reino. Y llegará solamente, en la manera señalada por Dios.
Esto llegará por medio del protocolo divino, y habrá de adherirse a los aspectos divinos.

El hombre no puede hacer este reino en la tierra; sólo el Señor Jesucristo puede establecer ese
reino. Y podemos repetir aquí: Tuyo, es el reino.” Ahora, no creemos que el Padre Nuestro

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sea una oración para el uso del público. No es algo que se deba agregar a las reuniones de los
domingos como parte de un rito. Personalmente creemos que es bueno para usarlo en las
devociones privadas de cada uno. Tuyo, Señor, es el reino. Y esa debe ser la oración de cada
individuo. Este es un método glorioso. Y David estaba esperando la llegada de ese reino aquí
en la tierra. Prosigamos ahora con los versículos 12 al 14, de este capítulo 29 del Primer Libro
de Crónicas:

12
Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la
fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13Ahora pues, Dios
14
nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién
es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo
es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.

Es interesante notar que a Dios no le podemos dar nada, en realidad. Para empezar, El es el
dueño de todo. El lo puede bendecir y lo va a bendecir.

Una de las razones por las que nosotros somos tan pobres y mezquinos, e insignificantes, es
porque no somos generosos con Dios. Dios nos puede bendecir únicamente cuando abrimos
nuestros corazones. Ahora, escuche lo que dice David aquí en los versículos 15 y 16:

15
Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros
16
padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios
nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre,
de tu mano es, y todo es tuyo.

Nos gustaría pasar toda una semana en esto. ¡Es verdaderamente algo maravilloso!

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Avancemos ahora, leyendo los versículos 17 al 21 de este capítulo 29 del Primer Libro de
Crónicas:

17
Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo
con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con
alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente. 18Jehová,
Dios de Abraham, de Isaac y de Israel nuestros padres, conserva perpetuamente esta
voluntad del corazón de tu pueblo, y encamina su corazón a ti. 19Asimismo da a mi hijo
Salomón corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus testimonios y tus
estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la casa para la cual yo he hecho
20
preparativos. Después dijo David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová
vuestro Dios. Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e
inclinándose adoraron delante de Jehová y del rey. 21Y sacrificaron víctimas a Jehová, y
ofrecieron a Jehová holocaustos al día siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos
con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel.

O sea que, todo esto constituyó un motivo de grande regocijo y adoración. Ahora, en el
versículo 22, tenemos la toma de posesión de Salomón, como rey de Israel. Leamos el versículo
22 y hasta el versículo 28:

22
Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda
vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por
23
príncipe, y a Sadoc por sacerdote. Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en
lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel. 24Y todos los príncipes
25
y poderosos, y todos los hijos del rey David, prestaron homenaje al rey Salomón. Y
Jehová engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel, y le dio tal gloria en su

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26
reino, cual ningún rey la tuvo antes de él en Israel. Así reinó David hijo de Isaí sobre
todo Israel. 27El tiempo que reinó sobre Israel fue cuarenta años. Siete años reinó en
Hebrón, y treinta y tres reinó en Jerusalén. 28Y murió en buena vejez, lleno de días, de
riquezas y de gloria; y reinó en su lugar Salomón su hijo.

Y este es el fin de la vida de David. Esta es la historia que Dios nos ha dado. El quiere que
usted sepa lo que El siente por David. Y este Primer Libro de Crónicas, concluye diciendo aquí
en los versículos 29 y 30:

29
Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas
de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente,
30
con todo lo relativo a su reinado, y su poder, y los tiempos que pasaron sobre él, y sobre
Israel y sobre todos los reinos de aquellas tierras.

Dios, amigo oyente, quiere que usted sepa lo que El siente por David. Ahora, quizá usted no
quiera a David, pero Dios sí lo quiere. Y, nos alegramos de que el Señor amara a David en esa
forma y que el Señor obrara con él, como lo hizo, porque David era muy humano. Ahora, yo no
se cómo es con usted, amigo oyente, pero yo soy muy humano también. Y yo sé que Dios
obrará conmigo, de la misma manera justa y buena. El Señor es bueno. El es maravilloso.
¡Ah, que nosotros alabemos al Señor. Yo no puedo edificar un templo para Dios, pero hoy,
amigo oyente, nosotros le podemos ofrecer el templo del Espíritu Santo, o sea, nuestros cuerpos.
El no recibe mucho cuando me recibe a mí, pero qué gozo es, amigo oyente, cuando nosotros
estamos completamente comprometidos con El.

Y llegamos así, al final de nuestro estudio de este Primer Libro de Crónicas. Dios mediante,
en nuestro próximo programa comenzaremos a estudiar el Segundo Libro de Crónicas, y

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comenzaremos a ver el reinado de Salomón. Esperamos que usted, amigo oyente, nos
acompañe mientras recorremos versículo por versículo, este Segundo Libro de Crónicas. Será
pues, hasta nuestro próximo programa, ¡que Dios derrame sobre usted Sus ricas bendiciones!

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