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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACIÓN NACIONAL”

FILIAL ANDAHUAYLAS

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE DERECHO


Y CIENCIAS POLÍTICAS

TEMA:
INFORME SOBRE EL USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN LAS
AMÉRICAS – RESUMEN Y RECOMENDACIONES

CICLO VII
ASIGNATURA:
DERECHOS HUMANOS Y JURISDICCIÓN
INTERNACIONAL
DOCENTE:
Abg. Cesar Vladimir VALER JAIME

TRABAJO DEMOSTRADO POR:

Josmeld MORALES QUEZADA

ANDAHUAYLAS 2018
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DEDICATORIA:

Este trabajo está dedicado principalmente a


mis maestros, gracias por su tiempo, por su apoyo así
como la sabiduría que nos van transmitiendo en el
desarrollo de mi formación académica, en el especial
al Abogado Cesar Vladimir VALER JAIME, por
guiarme con el desarrollo de este trabajo y llegar a la
culminación del mismo.
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INDICE

DEDICATORIA: ............................................................................................................................... 2
PRESENTACIÓN ............................................................................................................................ 4
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 5
RESUMEN DEL INFORME SOBRE EL USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN LAS
AMÉRICAS ...................................................................................................................................... 6
EL USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN NUESTRO PAÍS ............................................ 12
RECOMENDACIONES SEGÚN ELINFORME DE LA CIDH: ............................................... 13
BIBLIOGRAFIA ............................................................................................................................. 14
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PRESENTACIÓN

En los últimos tiempos, la prisión preventiva en el Perú ha sido blanco de muchas


críticas, ya que dicha medida cautelar ha pasado de ser una excepción a la regla a
una regla general.

Sin embargo, el problema no queda solo en la aplicación excesiva de la prisión


preventiva, sino que también se extiende al marco temporal de su aplicación. Es
decir, en la desproporcionalidad en el plazo de duración de la prisión preventiva.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el año 2017, emitió


un informe sobre medidas dirigidas a reducir el uso de la prisión preventiva en las
Américas. En este, señala que las modificatorias que ha realizado el Perú en cuanto
al aumento de los plazos de duración de la prisión preventiva “resultan contrarias a
aquellas acciones que buscan racionalizar el uso de la prisión preventiva de
conformidad con los estándares internacionales en la materia”.
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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo es el resumen del Informe sobre el uso de la prisión preventiva


en las Américas, que busca ilustrar sobre el uso y el abuso de la prisión preventiva
en los países de Latinoamérica, haciendo hincapié en los siguientes puntos.

La desproporcionalidad en el plazo de duración de la prisión preventiva resulta


relevante y preocupante, toda vez que es una obligación del Estado no restringir
la libertad de una persona, más allá de los límites estrictamente necesarios.

Por ello, es que resulta importante que los Estados tengan mecanismos de
control que ayuden a verificar que la restricción de un derecho fundamental, como
es la libertad, aún sea necesaria en el transcurso del proceso.

Es decir, que, con el fin de evitar abusos por parte del Estado, en cuanto a la
aplicación de una prisión preventiva, es importante incorporar mecanismos jurídicos
que permitan verificar si las causas o fines que dieron origen a la aplicación de una
prisión preventiva aún subsisten, con lo cual se determinará si la medida adoptada
sigue siendo necesaria.

La Corte IDH señaló que en los casos de personas detenidas los jueces no
tienen que esperar hasta el momento de dictar sentencia absolutoria para
que los detenidos recuperen su libertad, sino que deben valorar
periódicamente que las causas y fines que justificaron la privación de libertad
se mantienen, si la medida cautelar todavía es absolutamente necesaria para
la consecución de esos fines y si es proporcional.
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RESUMEN DEL INFORME SOBRE EL USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN


LAS AMÉRICAS

Según el informe “Sobre el uso de la prisión preventiva en las Américas 2013”,


resalta el uso excesivo de la prisión preventiva en Latinoamérica, su uso extensivo
es una problemática a la que se enfrentan los países de esta región, los cuales, en
lugar de ver esta medida como un último recurso, la utilizan con frecuencia y, a
menudo, de manera arbitraria fenómeno que contribuye enormemente a la violencia
y a la sobrepoblación carcelaria.

El Informe hace un análisis de la situación general del uso de la prisión preventiva


en los países de la región; identifica desafíos comunes; presenta, tanto información
oficial aportada por los Estados, como información generada por otros actores
involucrados; y reafirma los principales estándares internacionales en la materia. Al
mismo tiempo, avanza en el desarrollo de otros estándares relativos, tanto a la
aplicación misma de la detención preventiva, como al uso de otras medidas
cautelares, el derecho al voto de las personas en detención preventiva, los efectos
del uso excesivo de la detención preventiva en los sistemas penitenciarios, la
transparencia de la función penitenciaria y la gestión de la información relativa a la
aplicación de la prisión preventiva, entre otros temas.

Si bien es cierto que el Estado debe mantener el orden público y proteger del delito
y la violencia a todas las personas bajo su jurisdicción, es también claro, como lo
indica la CIDH, que independientemente de la naturaleza o gravedad del crimen
que se persiga, la investigación de los hechos y eventual enjuiciamiento de
determinadas personas deben desarrollarse dentro de los límites y conforme a los
procedimientos que permitan preservar la seguridad pública en el marco del pleno
respeto a los derechos humanos.

Como indica el informe, las causas comunes que a nivel regional tienen incidencia
en los altos índices de personas en prisión preventiva son el retardo en el trámite
de los procesos penales, la ausencia de asesoría legal adecuada, la influencia de
la opinión pública y la “tendencia de los fiscales y jueces a que se ordenen
mandatos de detención para aquellas personas, cuyo proceso está en trámite, en
vez de recurrir a otras medidas.
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El uso excesivo de la prisión preventiva constituye un problema estructural


inaceptable en una sociedad democrática que respeta el derecho de toda
persona a la presunción de inocencia.

La prisión preventiva permite mantener detenida a una persona que está siendo
investigada, antes de su presentación ante la Justicia y sin que existan cargos
formales. De acuerdo con la CIDH, en la región el promedio de personas en prisión
preventiva es del 36,3 por ciento del total de la población penitenciaria, pero en
algunos países supera incluso el 60 por ciento.

Las Américas son el hogar de 975.100 de estos detenidos. Sólo en Latinoamérica,


más del 40 por ciento de todos los prisioneros permanecen detenidos sin un juicio.
Según un análisis en 2012 a los datos del International Centre for Prision Studies
(ICPS) por OSF, seis naciones latinoamericanas y del Caribe se encuentran entre
los 20 países del mundo con el mayor número de detenidos bajo prisión preventiva

En Latinoamérica, Bolivia es el país con más detenciones de prisión preventiva: 83


por ciento del total de la población carcelaria se encuentra detenida antes de un
juicio, como indica el mapa más abajo. El siguiente es Paraguay, con 73 por ciento,
seguido por Venezuela (64 por ciento), Panamá (63 por ciento) y Uruguay (también
aproximadamente 63 por ciento). Una nación del Caribe, Haití, logró entrar en la
lista: el 70,6 por ciento de su población carcelaria está compuesta por detenidos
bajo prisión preventiva, las prisiones del país están 416,3 por ciento por encima de
su capacidad

Estos tres países tienen algo más en común: sistemas penitenciaros por fuera de
control. Según un informe citado por OSF, en Venezuela, más de 4.500 presos
murieron y más de 12.500 resultaron heridos durante motines carcelarios entre
1999 y 2010. La crisis penitenciaria de Haití fue resaltada con la reciente fuga en
masa de 329 reclusos. Y un reciente motín en una prisión de Bolivia resultó en
cuatro muertes y dio lugar a la detención de un director regional de prisiones.

Otro gran problema es el lugar en el que se ubica a los detenidos que están a la
espera de ser juzgados. A menudo son recluidos en instalaciones precarias por
períodos mucho más largos que los permitidos por la ley. Tanto los condenados
como aquellos que se encuentran recluidos en prisión preventiva son ubicados en
las mismas instalaciones, aumentando la posibilidad de que los sospechosos, que
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podrían ser inocentes, queden expuestos a criminales de alta peligrosidad, lo que


podría generar además que más criminales de poca monta terminen incurriendo en
actividades delictivas más graves, porque muchas de las cárceles en la región
están controladas en gran medida por poderosos reclusos.

La problemática de la prisión preventiva no es sólo una cuestión de capacidad


judicial. También es un tema de implementación de políticas fuera de lugar, de
corrupción y de falta de voluntad política para disminuir la crisis a través del uso de
medidas preventivas. Por lo que cualquier solución duradera tendrá que abordar
estos factores subyacentes.

El uso excesivo de la prisión preventiva es un problema complejo producido por


causas de distinta naturaleza: cuestiones de diseño legal, deficiencias estructurales
de los sistemas de administración de justicia, amenazas a la independencia judicial,
tendencias arraigadas en la cultura y práctica judicial, entre otras. Y al mismo
tiempo, contribuye a agravar otros problemas ya existentes en la región, como los
altos niveles de hacinamiento penitenciario. Como se expone en el informe, el uso
no excepcional de la prisión preventiva, además de generar serios problemas en la
gestión penitenciaria, resulta sumamente oneroso para los Estados, y no es una
medida que contribuya de manera exitosa a reducir los índices de violencia y
criminalidad.

En los hechos, estas presiones o injerencias provienen fundamentalmente de tres


sectores: los altos funcionarios de otros poderes u órganos del Estado, que ante
los reclamos sociales o por motivaciones de otra naturaleza mantienen un fuerte
discurso punitivo, en ocasiones acompañado de medidas de presión concretas
hacia los operadores de justicia, las cúpulas de los poderes judiciales que muchas
veces hacen eco del mensaje que se transmite desde el poder político y los medios
de comunicación social y la opinión pública .

Entre los obstáculos que enfrentan los operadores de justicia en la región cuando
se trata de aplicar esta medida cautelar es por las deficiencias de orden
institucional en cuanto al aseguramiento de la función judicial y la fragilidad en el
poder judicial de algunos Estados que se manifiesta, tanto en las injerencias en
éste por parte del Poder Ejecutivo, como en el régimen de provisionalidad indefinida
en que se encuentran gran cantidad de jueces y juezas, así como en la posibilidad
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de que su nombramiento sea sujeto a una confirmación posterior, o bien, a una


reelección en su cargo

Pero lo que es evidente es que detrás de las presiones ya sea de las autoridades
del Estado o de los medios existen intereses políticos que motiva a los medios de
comunicaciones a orientar las decisiones de los jueces en un sentido o en otro; o
intereses de otra índole por lo que los jueces sufren del temor mediático, cuando
un juez tiene que adoptar una decisión respecto de la libertad de una persona y el
caso es levantado mediáticamente en los medios, el juez se siente presionado y
tiene temor mediático , por lo que opta o prefiere hacer lo que en ese momento
están pidiendo los medios de comunicación

Es claro que los jueces le tienen temor a los medios y prefieren que el contenido de
las decisiones judiciales sea el que éstos piden y no lo que resulte de una valoración
probatoria.

Este tipo de presiones se producen por lo general en un contexto o clima definido


por una tendencia social a asociar la condición de procesado con la de detenido,
según la cual en muchos casos basta con que la policía o la fiscalía señale a
alguien como culpable para que se le tenga como tal y, en consecuencia, se exija
su detención, siendo la propia inseguridad ciudadana, un factor que contribuye que
a esta visión se consolide, asimismo, la falta de políticas institucionales que
protejan la independencia judicial y respalden a los operadores de justicia y por una
cultura jurídica en la que, a pesar de algunos avances a nivel normativo, los
derechos humanos y en particular el derecho a la presunción de inocencia tienen
en ocasiones un lugar muy restringido.

En este escenario, los medios de comunicación cumplen un doble papel; Por un


lado, multiplican el discurso de aquellas autoridades que proclaman la necesidad
de una aplicación más estricta de la prisión preventiva, y por otro, generan por sí
mismos elementos que alimentan esa postura.

Este es un claro ejemplo del tipo de mensaje político que contribuye a construir una
percepción pública de impunidad mediante el argumento de una “puerta giratoria”
(la policía detiene a los delincuentes y los jueces los dejan en libertad), y envía un
mensaje político por medio del cual pretende trasladar la responsabilidad de la
criminalidad al Poder Judicial
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Otras presiones son a través de los órganos de control disciplinario con la intención
de sancionar a los jueces que se consideran no han sido lo suficientemente
estrictos en sus decisiones respecto de la libertad de personas procesadas
penalmente.

En este sentido, aunque numéricamente sean pocos los jueces sancionados –por
procesos disciplinarios, penales o juicios políticos– la existencia de procesos
abiertos a jueces o fiscales por no haber aplicado la prisión preventiva produce un
efecto “aleccionador” de amenaza general entre los operadores de justicia.

En este sentido, aunque numéricamente sean pocos los jueces sancionados –por
procesos disciplinarios, penales o juicios políticos– la existencia de procesos
abiertos a jueces o fiscales por no haber aplicado la prisión preventiva produce un
efecto “aleccionador” de amenaza general entre los operadores de justicia.

Para quien lo sufre directamente ello implica un desgaste mayor, pues debe encarar
la tarea de su propia defensa, por lo general en una condición de soledad y
aislamiento dentro de la institución.

Esto tiene su contraparte en el hecho de que es insólito que a algún juez se le


sancione por haber dictado un auto de detención preventiva cuya procedencia legal
o necesidad sean cuestionables.

Aunado a lo anterior, se observa que en ocasiones los altos funcionarios de los


órganos judiciales , del Ministerio Público o de la Procuraduría Pública , fuera de
sus funciones, se dedican sistemáticamente a emitir opiniones y criterios en los
medios de comunicación relativas a asuntos específicos de la investigación fiscal
o de la administración de justicia, incluso, facilitan información de carácter
reservado o secreto a los medios vulnerando el debido proceso y el principio de
presunción de inocencia .

En el Perú, esta actitud se observa con los fiscales y la Procuraduría Pública que
salen a los medios, adelantan opiniones, e incluso les filtran información de carácter
reservada con la intención de presionar a los magistrados valiéndose de los medios
de comunicación, marcando una pauta o línea de criterio muy clara para los jueces
de rango inferior.
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Estos elementos contribuyen a crear un contexto en el que fiscales y jueces pueden


encontrar que lo más aconsejable, para sus propios intereses es hacer lo que se
espera de ellos, aunque nadie se los haya pedido directa o expresamente.

La CIDH se refiere a que, en este aspecto, se ha documentado, por ejemplo, que


en Perú la Oficina de Control Interno de la Magistratura (OCMA), encabezada por
un miembro de la Corte Suprema, se había dedicado a emitir anuncios públicos de
apertura de procesos disciplinarios, en contra de jueces que no han impuesto la
prisión preventiva o que han concedido liberaciones condicionales.

La CIDH reconoce la importancia de la participación de los jueces en el debate


jurídico general, así como en temas más específicos; sin embargo, reitera lo ya
expresado por el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la independencia
de los magistrados y abogados, en el sentido de que “como tal, los jueces deben
preservar la dignidad de sus funciones y la imparcialidad e independencia de la
judicatura.

Estas formas de presión, si bien no constituyen delito, igualmente socavan el estado


de derecho y la independencia judicial.

Indudablemente, los funcionarios y autoridades públicas tienen derecho a la libertad


de expresión al igual que el resto de los ciudadanos; sin embargo, sus
declaraciones públicas no deben ser de tal naturaleza que afecten el normal
desenvolvimiento de las instituciones públicas.

Desde el punto de vista de los órganos del Estado no puede haber presiones,
cualquier forma de presión es una injerencia en el quehacer de los jueces que
afecta la calidad del estado de derecho.

A este respecto, la Comisión reitera el principio fundamental de que la observancia


eficaz de los derechos humanos requiere la existencia de un orden jurídico e
institucional en el que las leyes son más importantes que la voluntad de los
gobernantes, y en el que existe un equilibrio entre todas las ramas del gobierno.

La independencia judicial es una garantía indispensable para hacer valerlos


derechos de víctimas e imputados en todo proceso penal.

La CIDH ha considerado que “desde el punto de vista institucional, los juzgadores


que hacen parte de la función jurisdiccional del Estado deben ejercer sus funciones
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sin ser objeto de injerencias indebidas por parte de los poderes ejecutivo y
legislativo, las partes del proceso, los actores sociales y otros órganos vinculados
a la administración de justicia.

Asimismo, la independencia judicial debe entenderse en un sentido positivo, como


el deber de los Estados de garantizar de iure y de facto, que los operadores de
justicia realicen sus funciones de forma independiente.

En el Perú, según este informe, hasta julio del 2012, más de 58,000 personas se
encontraban privadas de su libertad, pero solo el 41.2% tenía sentencia

EL USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN NUESTRO PAÍS

En los últimos meses, muchos políticos, funcionarios y empresarios implicados en


el caso Lava Jato han ido a prisión preventiva. A primera vista, esto parecería ser
un buen indicio de justicia, pero varios de ellos salieron en libertad al poco tiempo
o, al contrario, están en prisión por razones no tan contundentes.

Según nuestra legislación, la prisión preventiva es la privación de libertad ordenada


por el juez en cualquier momento del proceso antes de una sentencia. La prisión
preventiva se da cuando existe un peligro de fuga o indicios de algún delito grave
con pena superior a cuatro años y busca asegurar el desarrollo normal del proceso
y la presencia del investigado.

En pocas palabras, sirve para prevenir que la persona acusada no se fugue

Para aprobar un pedido de prisión preventiva, el juez debe corroborar que se


cumplan los requisitos:

 Que exista un peligro de fuga.


 Indicios de un delito grave con pena mayor a cuatro años.
 Para evitar una posible alteración de la evidencia en su contra.

Actualmente el uso de la prisión preventiva se ha mediatizado. Creo que lo que está


ocurriendo es que, por cada investigación mediática, se piensa automáticamente
en la prisión preventiva y nos estamos equivocando: la idea es que la persona sea
sancionada, que se realice una buena investigación, una buena acusación y
finalmente vaya a prisión.
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RECOMENDACIONES SEGÚN ELINFORME DE LA CIDH:

 Establecer límites legales a las circunstancias, período de tiempo, y el


alcance de las detenciones en prisión preventiva.
 Permitir que los jueces se apoyen con alternativas diferentes a esta medida.
 Establecer un valor asequible para los detenidos de todos los niveles
socioeconómicos.
 Crear sistemas de revisión obligatorios para los casos de prisión preventiva.
 Aumentar la capacidad de los funcionarios judiciales para liberar a los
detenidos.
 El organismo hace referencia a algunos "obstáculos" para la reducción del
uso de la prisión preventiva, entre los que destaca la "inadecuada" estructura
de las defensas públicas y "la falta de coordinación" interinstitucional entre
los actores de la administración de justicia.
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BIBLIOGRAFIA

INFORME SOBRE EL USO DE LA PRISIÓN PREVENTIVA EN LAS AMÉRICAS


DE LA CIDH Y LA OEA

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