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SOBRE LA CUMBRE DE HUANCAYO: LA IZQUIERDA PERUANA Y EL REENCUENTRO CON EL

PUEBLO

José Manuel Mejía

La caída del fujimorato en el año 2000 no hubiera sido posible sin la movilización del pueblo
en las calles a escala nacional. Sin embargo, la denominada transición democrática solo ha
demostrado ser una solución de continuidad para las élites políticas y económicas por largo
tiempo enquistadas en el gobierno para el saqueo y repartija. El APRA y el fujimorismo no
tardaron en recuperar su posición en el estado (Poder Judicial, Ministerio Público, Congreso de
la República, Poder Ejecutivo), y todos los sucesivos gobernantes hasta ahora han trabajado por
la profundización del neoliberalismo a cambio de jugosas rentas personales. Ni el modelo
económico ni el sistema político han cambiado realmente, el gobierno de las élites (con Toledo,
García, Humala, PPK y Vizcarra) ha sido encubierto de una formalidad y legalidad aparente,
tal como lo hicieron Fujimori y Montesinos por una década. En suma, del fujimorato a los
gobiernos de la corrupción que le siguieron, no se ha transitado a ninguna parte.

Pero el pueblo sigue en la lucha, pese a la traición de Humala y al hostigamiento de sus


dirigentes a todo nivel, las movilizaciones en las calles contra la impunidad, contra la
corrupción, contra el olvido y perdón de severos crímenes y criminales, son expresión de
vitalidad en la organización de las bases. El rol ejemplar de las rondas campesinas y urbanas,
el incansable esfuerzo de nuestros históricos sindicatos y gremios, el sacrificio de los frentes de
defensa regionales y provinciales, la autonomía de los diversos colectivos y comités de lucha,
nos llevan a ver en su trabajo político la condición de posibilidad para la refundación del Perú.

Asimismo, la emergencia de líderes provincianos provenientes de campos de lucha y


organización popular, no es para nada comparable con la elección de outsiders como Fujimori.
Vladimir Cerrón, Walter Aduviri, Zenón Cuevas, Gregorio Santos y Verónika Mendoza han
construido su liderazgo en estos campos, ajenos a las élites político-económicas nacionales y
de la mano con el trabajo político y las luchas del pueblo a escala local, provincial y regional.

La cumbre que tendrá lugar en la ciudad de Huancayo este 26 de enero, abre paso a la
maduración organizacional e ideológica de una izquierda desafiante a las élites económicas de
rasgos oligárquicos y a los caducos partidos y políticos tradicionales del establishment. A la
vez que busca proyectar una visión de país, desde las regiones y desde las bases, considerando
como ejes: la imperiosa necesidad de arrancar de raíz el engranaje institucional del
neoliberalismo (la constitución de 1993) a través de la Nueva Constitución; la ineludible
afirmación del rol que le corresponde a las regiones en la conducción del gobierno nacional
para acabar con el centralismo y la injusta acumulación de la riqueza en manos de las élites
oligárquicas, dejando para las regiones y provincias los pasivos y externalidades negativas de
su empoderamiento económico; la impostergable atención a la agricultura como política de
estado y la reivindicación urgente del campesinado hasta hoy carente de ciudadanía; y la
revisión de los absurdos acuerdos y contratos establecidos con las compañías dedicadas a la
explotación minera que solo han traído muerte y destrucción del medio ambiente, allá donde
viven los más pobres en abandono del estado.

La refundación del Perú solo tiene sentido si significa también el reencuentro con el pueblo. No
creemos más en transiciones pactadas hacia el continuismo, nos reconocemos en el pueblo y
nos debemos a él.

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