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MUERTE
DEL GÉNERO
Hacia un Ecofeminismo del Sur
1
Gracias a quienes hoy forman parte de mi vida:
mi Madre María Ester, mi amor Juan V., mis amigos del alma,
mis colegas, mis compañeros, mis profesores, mis estudiantes,
mis familiares, mis hermanos espirituales, mis lectorxs.
Eternamente me debo a ustedes.
2
"¿Puede el género morir? ¿A qué fuimos sometidos al nacer? ¿Cómo nos
comportamos en "nuestro sexo"? ¿Quiénes somos? ¿Quiénes éramos?
¿Quiénes o qué seremos? ¿Tendremos que ser? Más bien, ¿seremos,
estaremos o devendremos? ¿Qué hace que una “mujer” sea mujer y un
“hombre” sea hombre? ¿Siempre existieron o fueron construidos social,
cultural, económica, política, religiosa e históricamente? ¿Se nace o se hace
lesbiana/gay? Si han nacido los géneros masculino y femenino, ¿podrán
morir o es que ya lo están haciendo? Y si viven ¿dónde lo harán?
Esta es una obra sobre los cuerpos, los sexos y los géneros; un ensayo que
intenta romper el binarismo occidental que constantemente gobierna y crea
sujetos (y partes de sujetos) excluidos, a los cuales ahora intenta integrar
bajo la lógica centrada en lo heterosexual.
3
4
TABLA DE CONTENIDOS
PRÓLOGO……………………………………………………………….11
INTRODUCCIÓN…………………………………………………...…..15
Sociedades de la Niñez y la
Adultez……………………………………………………………………19
Un poco de historia no
oficial……………………………………………….……………………..35
5
La materialidad del cuerpo en el
capital……………………………………………………………………..44
Sostenibilidad vs.
Sustentabilidad……………………………………………………………52
El éxito se ha
normalizado……………………………………………..………………...58
Cuerpos excluidos y
petróleo………………………………………………………….………...59
IV. ALGUNOS
CONCEPTOS………………………………………………….63
¿Género o
Géneros?......................................................................................................63
6
Prácticas
Sexuales…………………………………………...………………………71
Género……………………………………...……………………………..75
Orientación
sexual…………………………………………………...…………………79
Bisexualidad…………………………...………………………………….85
Identidad de
Género…………………………………………………………………….90
Expresión de
Género……………………………………………………….……………91
Feminismos……………………………………………………………….93
Queer y Contra-
sexualidad……………………………………….……………………….106
Ecofeminismo/s………………...………………………………………..110
Ecofeminismo
Queer…………………………………………………………………….120
7
V. LA NATURALIZACIÓN DEL CUERPO FEMINIZADO Y
LA DESPOLITIZACIÓN DE LA
NATURALEZA………………………………………………122
Ciencia y Escuela
modernas…………………………………………….…………………..124
La ideología
heteropatriarcal………………………………………………….……….143
Trans………………...…………………………………………………...146
Transgénero……………...………………………………………………148
Travesti…………………………………………………………………..150
Transexual……………………………………………………...………..154
Transexualidad y Subjetividad
Trans……………………………………………………………………..155
Intersex/Intersexual………………...……………………………………158
VII. HETEROCAPITALISMO…...……………………………...162
8
Heterosexismo
cultural…………………………………………………………………...172
VIII. ESPACIOS Y
HÁBITATS………...................................................................178
Metáforas de la
espacialización………………………………………….………………..178
Eutanasia y Suicidio de
Género…………………………………………………..……………….186
9
El cuerpo homosexual: un cuerpo en dis-
puta/o……………………………………………………………….……210
Proliferación de nuevos
cuerpos…………………………………………..………………………211
XI. MICROSEXUALIDADES
CONTEMPORÁNEAS…………………………….………..221
UNA ÚLTIMA/PRIMERA
REFLEXIÓN…………………………………………………………...247
BIBLIOGRAFÍA DE
REFERENCIA………………………………………………….………249
10
PRÓLOGO
Hablar de muerte es hablar de una forma de vida, es revivir aquello que no
ha podido o sabido expresarse en su tiempo, forma y contenido. En este
sentido, colocar de título a un libro “La Muerte” implica repensar como
desafío la actualidad del término que aquí se le añade: Género.
11
reescribiéndolas una y otra vez a lo largo de los más de dos años de
redacción que implicó esta labor desde ya inconclusa e inacabada que a
continuación presentaré.1
12
comprender que todo lo aquí escrito podría ser de algún modo refutado,
reescrito y recontextualizado.
Esta obra no deja de ser así el deseo de sintetizar años de lecturas, ideas,
pensamientos, dudas, y tantas otras cosas de esa infinita biblioteca
hechizada al que unx ingresa cuando lee por primera vez un libro sobre
género. Y hablo de hechizo, porque la sed de comprensión que generan
estos estudios sólo se sacia modificando nuestra manera de pensar;
precisamente dejando de entender nuestras vidas como hombres o mujeres,
como gays o lesbianas, como trans o queers (raros), sin olvidarse por
supuesto que de algún inevitable y arcaico modo los seguimos siendo.
Pero este mundo para ser habitado además necesita ser mantenido. De allí
que otra de las propuestas del presente libro sea promover una perspectiva
ecologista en cuanto al futuro de la humanidad en la Tierra y ambiental en
relación con las condiciones materiales de vida y cómo las y los humanxs
entablamos un diálogo intergeneracional con la naturaleza, con otras
personas y con nosotrxs mismxs. Esto debe quedar claro desde un
principio: somos cuerpos que hablan y se hablan siempre en un espacio,
tiempo y sociedad determinados.
Gustav
13
14
INTRODUCCIÓN
Minorías amplias: mujeres (mayoría tratada como minoría), putos,
travestis, transexuales, transgénerxs, negros, intersex, hermafroditas,
pobres, homosexuales, bisexuales, lesbianas, gays, prostitutas, bisexuales,
indígenas, brujas, campesinas, con discapacidad, afros, y una muy extensa
lista comienzan un período de revolución colectiva de las subalternidades.
15
implica hacerse conscientes de las identidades que conviven en nuestros
cuerpos individuales vueltos cuerpos sociales.
16
Galeno que suponía la existencia de “un solo cuerpo”
con dos sexos. Femenino y masculino no eran más que
dos modalidades posibles de “evolución” corporal”. Lo
masculino por tener mayor temperatura generaba sus
órganos hacia el exterior, lo femenino los conservaba
dentro, pero sustantivamente eran lo mismo, aunque la
perfección evolutiva, por cierto, le correspondía al
varón. A tal punto era uno que no se diferenciaban
ovarios de testículos (ambos cuerpos tenían orchies –
testículos-), los dos producían “semente”, necesaria
parta la concepción y la palabra vagina no aparecería
en el discurso médico hasta el siglo XVIII. En realidad,
la diferencia entre varón y mujer no estaba dada en
virtud de la asignación corporal sexual sino por un
orden cósmico deísta que asignaba lugares y jerarquías.
En todo caso el cuerpo femenino era una versión
masculina a “medio camino”. (Figari, 2009:10)
17
como “sentimiento sexual invertido”, con la tremenda carga despectiva que
esto implicó. De hecho, el término homosexualidad se volverá popular
recién en los años 1920, y en la década de 1930 el concepto de
heterosexualidad. Esto significa, se necesitó crear primero lo “raro”, lo
“desviado”, para poder imponer la norma social, jurídica y moral: lo
normal no existe sin su correlato anormal, al igual que hombre no existe sin
mujer, cultura sin naturaleza, mente sin cuerpo, blanco sin negro, etc.
2
En esculturas como el Kurus (Siglo VI a.e.c.), el Discóbolo de Mirón (450 a.e.c.) y el Doríforo
de Policleto (450-440 a.ec.). (Esther Pineda, 2014)
18
Sociedades de la Niñez y la Adultez
Vivimos en sociedades de la niñez y la adultez, de menores y mayores.
Damos un salto cualitativo y cuantitativo de lapso entre una edad y otra.
Todo sujeto anormal es tratado como menor y castigado como adulto; toda
intromisión del Estado en la vida privada (que desde ya no existe) se
justifica desde el discurso de la protección al niño. En extremo, el
infanticidio es el medio moral para un objetivo político mucho más amplio
y ambicioso: el intromicidio. Nuestra sociedad occidental actual y
paternalista no concibe un/a sujeto/a que esté fuera de la niñez o la adultez,
no concibe un sujeto que pueda conocerse a sí mismo sin las categorías
oficiales de la psicología hegemónica y moderna. Todo lo que ocurre entre
ambos y también ex (antes de nacer) o post (vejez, incluso muerte) es
transitorio y por tanto escapa de “lo fijo”; suma en efecto a su condición de
existencia una cuota de sufrimiento extra: manipulación genética de
embriones, adolescencia e industria cultural, abandono de personas
mayores, necropolítica (la política de la muerte).
19
bien se posiciona como concentrador oficial de discursos, y es las más de
las veces, una síntesis o medio por el que circulan múltiples relaciones de
poder que actúan en el campo social generando normalizaciones y
resistencias a las mismas, de un modo simultáneo y en casos paradójico. El
poder (autoritario y productivo) que nace en la sociedad, se sintetiza en el
Estado y se vuelve a reinterpretar en lo social, trabaja por mecanismos de
control político y disciplinamiento corporal muchas veces contradictorios
entre sí. Tal cual EL caso de la sexualidad.
20
I. UNA PRIMERA APROXIMACIÓN A LA
DESEXUALIZACIÓN DEL SEXO
La desexualización del sexo es la eliminación del tabú del sexo occidental
para convertirlo en un amor erótico contra-sexual que libere la sexualidad
de nuestros cuerpos obligados a girar los discursos y los placeres sobre el
área genital. Es la des-perversión de las prácticas consideradas sexualmente
perversas para liberarlas vía contra-hegemonía a favor de todos los sujetos
parlantes en tanto cuerpos sexuados, considerando al sexo, la sexualidad y
el género como categorías políticas y bio-políticas, y de comprender ante
todo que “no somos libres cuando tenemos sexo”.
21
éste último debe comenzar a ser estudiado más como mecanismo y
tecnología de gobierno que como algo fijo que parte solo de comprender su
legitimidad “desde arriba”. Un poder el cual tiene resistencia en cada punto
nodal de la inmensa microfísica de relaciones sociales de fuerza.
22
desde una perspectiva vertical, sino en ese entramado de relaciones
horizontales por donde circula prefigurando distintos dispositivos de poder
y seguridad. El autor expresa, “si la sexualidad se constituyó como campo
a conocer, tal cosa sucedió a partir de relaciones de poder que la
instituyeron como objeto posible; y si el poder pudo considerarla un
blanco, eso ocurrió porque técnicas de saber y procedimientos discursivos
fueron capaces de situarla e inmovilizarla” (Foucault, 2012: 94). Es así
como un conjunto de técnicas de saber, estrategias de poder, formas de
sujeción y esquemas de conocimiento crean para él mediante su
articulación compleja, “focos locales” de poder-saber, como por ejemplo el
cuerpo del niño vigilado en su cuna por padres, niñeras, médicos, todos
atentos a las menores manifestaciones de su sexo, principalmente a partir
del siglo XVIII. Es importante destacar como idea fundamental del
pensamiento foucaultiano en lo que aquí respecta: la sexualidad o su
control no es el fin en sí sino que la sexualidad es una vía por la cual
circulan algunas o todas las relaciones de poder.
23
Des-sexualizando4 ciertas partes del cuerpo se niega el placer en tales zonas
para concentrarlas en otras, -idea análoga a la de acumulación capitalista-,
que muestra además un disciplinamiento sexual que opera por control
social y prejuicio. Este adiestramiento se manifiesta desde la infancia y en
la propia escuela: formas de sentarse y pararse, cantar, hablar, escribir
(tradicionalmente el hacer uso de la mano derecha pues la izquierda se
relacionaba con algo perverso o demoníaco), incluso modos de copiarse
exámenes entre los mismos alumnos, de jugar y repartir el espacio escolar
según el sexo, etc. La normalización implica entonces definir lo que es
“normal” y “a normal” sobre la base de criterios arbitrarios al servicio del
Estado, del sistema de producción y/o de una misma lógica vuelta auto-
evidente que se expande viciosamente por la simple reproducción de
ciertos patrones sociales y culturales.
4
Aquí hago uso del prefijo “des” implicando una negatividad y desposesión, a diferencia del
prefijo “de” que remite a la tarea de deconstrucción. En efecto, una cosa es la desexualización
del sexo (deconstruir las relaciones y prácticas sexuales) y otra la des-sexualización del sexo
(volver no sexuales ciertas partes, órganos y prácticas).
24
en una concepción de diversidad, nadie está fuera ni constituye un
elemento que trabaja por oposición a otro. Sin embargo, es necesario
advertir que asumir una posición de “hombre” (y en menor medida de
“mujer blanca heterosexual”) revela ciertos privilegios que deben ser
deconstruidos en pos de un “constructivismo de equivalencias”.
25
largo de las monarquías británicas. Un espacio temporal de muchos
cambios sociales.
Sin ir más lejos, podemos pensar el rol de una “primera dama” como algo
similar. La mujer acompaña al hombre, pero nunca debe superarle. Por ello,
la entrada de ellas en política, y su ocupación en altos cargos públicos
(también recordemos que son menos de quince las presidentes mujeres en
todo el mundo) genera tanta resistencia masculina. Desde un feminismo de
la igualdad se buscaría conquistar el poder (“el poder debe ser compartido
entre hombres y mujeres”), desde un feminismo de la diferencia se querría
feminizar el poder (“el poder femenino es distinto y más inclusivo que el
26
masculino”) y desde un post-feminismo se procuraría subvertir el poder
(¿por qué hay que buscar el poder?).
Por su parte, la Era Victoriana se caracterizó por una doble moral sexual:
mientras la Reina manda a alargar los manteles del palacio para que los
hombres no viesen las piernas de las mujeres, proliferan por otro lado el
adulterio y la prostitución, la noche oculta los vicios de las personas5.
Existían las “cortesanas”, mujeres que asistían a los monarcas, los burdeles,
los salones de espectáculos, las salas de juego, un ambiente callejero de
drogas, sexo y apuestas, orgías, espectáculos eróticos, relaciones
homosexuales, abuso de menores, azotes, etc. Es emblemático que en esta
era de la doble moral sexual se crease el primer preservativo en látex,
aunque ya se sostenía que las relaciones sexuales eran con fines
reproductivos.
5
Haciendo analogía con la época medieval, la oscuridad simbolizaba una resistencia al
capitalismo con su disciplina laboral impuesta en el día. Las brujas y campesinos podrían en los
montes y noches planear una subversión en el Aquelarre (la famosa reunión de brujas). La
escoba simbolizaba el movimiento migratorio del campo a las ciudades como proceso de
desruralización del capitalismo.
27
obligación forzada, etc.), descartando la posibilidad de encontrar “la razón”
(más allá de que esa posible razón sea el sistema heteropatriarcal sobre el
cual reposa el actual sistema capitalista). Así mismo, son variados los
términos que involucran esta actividad por lo general reducida
mediáticamente al binomio prostituta-cliente; términos como copetinera
(acompañante placentera de uno o varios clientes, una de las primeras
formas de prostitución), bailarina (como actividad previa para incitar al
cliente), proxeneta (quien fomenta la actividad), meretriz (el término
original era quastuosa), patinadora, cliente, etc. serán de cotidianeidad en
el ámbito de ejercicio de dicha actividad.
28
de perpetuación de la explotación de la prostitución ajena, lo que involucra
prejuicios e imágenes compartidas de funcionarios, legisladores y vecinos.
Aquella huida del espacio privado doméstico por parte de la mujer pública
bajo el estigma de “toda mujer que sale a la calle o anda sola es puta” (de
hecho en algunas reglamentaciones de principios del siglo XX ello
significaba un castigo o evidencia para algún tipo de penalización),
implicará un uso de lenguaje teatral que aún hoy veremos. La idea aún
actual, de “espectáculo en la vía pública”, “ofrecer al público sus
servicios”, significar un “cuadro de inmoralidad” o “escándalo”, estarán
presentes en los textos normativos venidos de otrora. Se comenzaría
también a hacer una lectura sanitaria (el llamado “higienismo”) de las
problemáticas sociales, vinculadas a una condición de inmoralidad: lo
considerado inmoral es sucio. La reglamentación de la prostitución colocó
así al Estado como garante de los patrones y estereotipos de género de la
29
Modernidad reforzando la dominación masculina través de un orden
burgués y androcéntrico jerarquizado sexualmente.
30
Toda mujer nacida, por ejemplo en Babilonia, estaba obligada una vez en
su vida a ir al templo de Ishtar, la diosa babilónica del amor, para
entregarse en ese lugar a un extranjero. Ya en Egipto, con una cultura más
hostil al “otro” más bien extraño y enemigo, la prostitución se vinculará
principalmente a la codicia, por lo que un hombre podía entregar a su
mujer, hijas o madre para obtener rédito económico. Serán los fenicios
quienes rompan el vínculo entre prostitución y religión, la cual comenzará
a reglamentarse desde principios del siglo XX, a cargo del Estado y bajo
estrictas normas policiales, morales y sanitarias que la mayoría de las veces
no garantizaron su fin sino su reproducción y estigmatización en un
complejo dispositivo de disciplinamiento social. Sin embargo, habrá una
menor restricción de esa sexualidad pos Segunda Guerra Mundial, etapa en
la que el sexo se volverá el primordial factor moderno de venta y
producción, y en la cual la prostitución se construirá también como vía de
acceso a un mercado aún más grande pero de tipo ilegal: la trata.
NOTA DE OPINIÓN
Diversidad sexual vs. Disidencia sexual
“En estos tiempos de “ciudadanía sexual” se ha vuelto
tan políticamente correcto hablar sobre y aceptar la
diversidad sexual que ya casi nadie se le opone (pues
quedas mal visto). La consecuencia de esto es que se
produce un vaciamiento total del discurso, -vuelto
ahora “progresista”-, en donde se lo reduce a tolerar un
casamiento, pareja o amiguito/a gay/lesbiana, mientras
las prácticas homofóbicas y estigmatizantes continúan
en ámbitos sociales y mentes individuales por doquier.
Y esto entendiendo patriarcado y homofobia como
conceptos amplios de opresión cultural no solamente
relativos a los “sexos”.
31
no cederá privilegios y posiciones de poder feudalistas
y vitalicias sin obtener rédito económico/bio-político
de alguna otra forma. Es necesario hablar también
entonces de Disidencia Sexual, del no querer integrarse
a los cánones liberales del Estado de derecho
conformista y divisorio-igualitario. Son nuestros
derechos, sí, pero ahí no acaba la cosa. ¿Derechos
iguales para todos mientras seguimos siendo
diferentes? ¿Acaso se piensa que las leyes se hacen de
O? ¿Acaso se cree que con una o dos “normativas” se
modifica la estructura legal de un país que cuenta con
más de 30 mil leyes basadas en la opresión sexual y el
sexismo? Son avances, sí, pero también retrocesos
contra-revolucionarios.
32
fundar una crítica destructiva del hetero-capitalismo y
constructiva de lo pos-identitario y holístico. Y es que
tendremos que preguntarnos urgentemente si queremos
seguir ampliando la sigla LGBT por LGBTTT,
LGBTTTI, LGBTTTIQ, LGBTTTIQA…o tendremos
que plantearnos seriamente una sociedad pos-
identitaria en donde los encasillamientos sociales no
sean necesarios, pues se vuelven cada vez más
detestables cajas estancas y monótonas de vivir algo
tan amplio como lo es la sexualidad. Y es que
efectivamente experimentamos dentro de los códigos
ideológicos de lectura heteronormativa en una sociedad
que reduce los afectos a roles sociales, los placeres a
estándares morales, los amores a una relación de
amo(r)–esclavo (tal cual nos lo comentan Ludditas
Sexxxuales); no importa quién llene cada eslabón vacío
de la cadena afectiva, no es trascendental el rostro
(paradójicamente en un mundo político y mediático en
donde es la cara el elemento principal), importa que ese
lugar esté ocupado (amigo, padre, madre, hermano, tío,
maestro, jefe, esposo, etc.). Cajones vacíos que
llenamos con estereotipos clásicos.
33
vuelve así una disidente sexual, una mujer que
reivindica el aborto no punible se vuelve una disidente
sexual, por citar dos casos.
34
II. CACERÍA DE BRUJAS: LOS INICIOS DE LA
TANATO-POLÍTICA DE GÉNERO
“Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar”
-Lema feminista -
6
Obra de William Shakespeare
35
autonomía de la gente y las relaciones comunales.
También hubo una influencia recíproca por medio de la
cual ciertas formas represivas que habían sido
desarrolladas en el Viejo Mundo fueron trasladadas al
Nuevo, para ser, luego, retomadas en Europa”
(Federici, 2015: 339-340)
36
Las primeras condenas de brujas y brujos se dieron en el siglo XIII con la
aparición de la Inquisición, pero no contra la brujería en sí sino contra la
herejía que luego devendría especializada en aquella (brujería como crimen
femenino), esto es, contra esa creencia que cuestionaba el dogma
establecido. Con el Papa Alejandro IV las brujas no eran perseguidas a
menos que hubiese una denuncia, pero en verdad las crecientes denuncias
eran por conflictos cotidianos entre los mismos vecinos de las aldeas pero
la figura jurídica utilizada era la “brujería” o más bien “presunta brujería”.
Se a(des)precia así cómo el discurso de persecución habilitaba un sujeto
modelo que personalizaba lo castigable haciendo que el control siempre se
ejerciese sobre la totalidad de la sociedad a través de la selección de
algunos de sus elementos: atributos o grupos sociales específicos que los
contuviesen. Esto puede observarse en la actualidad con la asociación entre
homosexualidad y SIDA, extensión de la idea de higiene moral como meta
y peligro sobre el cuerpo colectivo. Por tanto, se estigmatizan ciertos
grupos sociales como técnica de control político indirecto sobre las
poblaciones generales.
37
brujería; época también en que la crisis feudal y la hambruna que se
desataron en Europa y que provocaron innumerables muertes de niños,
fueron utilizados como causa para manifestar públicamente que las brujas
se los comían (mito que hoy se mantiene en el estereotipo de bruja que
realiza sus pócimas con ellos) y contra las prácticas abortivas que muchas
de estas mujeres realizaban también como parteras, en un contexto en que
había que aumentar la natalidad ante la población fuertemente diezmada
(más de un 30%). Es en este preciso momento donde también deja de
existir la partera mujer para dar nacimiento al médico varón moderno, es
decir, la cacería de brujas fue un proceso de expropiación del saber
femenino.
38
cuerpo y acumulación originaria”, existe una evidente relación entre la
caza de brujas con el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo
que confirió a las mujeres a la labor reproductiva (despojándola de sus
antiguas funciones productivas ahora masculinizadas) en el contexto de los
inicios del capitalismo como respuesta política a la crisis del feudalismo.
Este nuevo sistema económico gestante aumentó el mercado de trabajo
masculino eliminando la agricultura de subsistencia y las prácticas de
supervivencia autónoma (practicadas por las llamadas “brujas”, o mejor
“campesinas pobres”). Federici establece una asociación de tres hechos
interconectados con la interrupción del capitalismo: la caza de brujas, el
comercio de esclavos y la colonización del nuevo mundo, los tres buscando
aumentar la reserva de mano de obra.
39
Se produce así según Federici (2015), una acumulación originaria mucho
más profunda que la descrita por Marx, ya que en ésta no se ha estudiado lo
que fue tal proceso de cacería de “brujas” (pequeñas campesinas, viudas de
propietarios de tierras, parteras, practicantes de economías de subsistencia,
poseedoras de saberes medicinales autóctonos) en Europa y el Nuevo
Mundo en los siglos XV a XVII, con una masacre inigualable en la historia
de la humanidad. Esto sirve para comprender el origen y motivación del
bio-poder en tanto política que buscó garantizar la reproducción de la
fuerza material de trabajo al tiempo que exterminaba a quienes no la
garantizaban (las llamadas “brujas”). Y es que la ortodoxia marxista aún
considera la subordinación de las mujeres a los hombres como un residuo
del sistema feudal y no como explotación o función central en el proceso de
acumulación originaria: las mujeres producen (dan nacimiento) y
reproducen (mantienen vida) la fuerza de trabajo en el capitalismo. Cuando
Marx escribe, él mismo habla de que una sociedad avanza al mejorar la
posición del “sexo débil”, es decir, de las mujeres. Marx ha tenido en
cuenta la cuestión del género pero de un modo esencialista y relegado a un
segundo plano.
40
Pero para Federici lo que importa no es buscar teorías explicativas sino
identificar más bien las condiciones previas que posibilitaron tales hechos.
Fueron un ataque brutal a la fuerte resistencia que ejercían las mujeres
contra el surgimiento del nuevo modelo de producción; develaron la
infatigable eliminación de formas generalizadas de comportamiento
femenino, grupos premeditados que había que dar fin con objeto de castigar
cualquier tipo de protesta social (y femenina). La expansión del capitalismo
rural se enfrentó entonces a las formas de vida comunales de la Europa pre-
capitalista.
La autora cita a Taussig quien explica que “las creencias diabólicas surgen
en los períodos históricos en los que un modo de producción viene
sustituido por otro” (Federici, 2015). Es curioso también analizar cómo
donde no se privatizó la tierra no existieron registros de cacaería de brujas,
tal cual Irlanda o parte de Escocia. Estas mujeres acusadas, campesinas
pobres en su mayoría (también esposas de jornaleros, mujeres viejas que
vivían de la asistencia pública, mendigas, etc.), eran acusadas por la
estructura local de poder, personas acaudaladas, terratenientes, etc. y luego
de haber generado un miedo masivo en la sociedad, serían falsamente
denunciadas por los mismos vecinos, hasta transformarse en una forma
estigmatiza de acusación social por cualquier conflicto de tipo personal.
41
aquellos que en su momento estuvieron implicados en
el comercio de esclavos, como Nigeria y Sudáfrica.
También aquí la caza de brujas ha acompañado la
pérdida de posición social de las mujeres provocada
por la expansión del capitalismo y la intensificación de
la lucha por los recursos que, en los últimos años, se ha
venido agravando por la imposición de la agenda
neoliberal. Como consecuencia de la competencia a
vida o muerte por unos recursos cada vez más
agotados, una gran cantidad de mujeres – en su
mayoría ancianas y pobres- han sido perseguidas
durante la década de 1990 en el norte de Transvaal,
donde setenta de ellas fueron quemadas en los primeros
cuatro meses de 1994 (Diario de México, 1994).
También se han denunciado casos de caza de brujas en
Kenya, Nigeria y Camerún durante las décadas de 1980
y 1990, coincidiendo con la imposición de la política
de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional
y el Banco Mundial, lo que ha conducido a una serie de
cercamientos, causando un empobrecimiento de la
población sin precedentes.“ (Federici, 2015: 374-375)
7
De hecho, las primeras feministas antes del feminismo clásico blanco, fueron las esposas
negras de los líderes del movimiento de liberación negra de la esclavitud en Estados Unidos, a
mediados y fines del 1800.
42
desarrollo de las relaciones capitalistas, y permite conceptualizar los
cambios producidos por la llegada del capitalismo en las relaciones sociales
y económicas. Constituye un proceso fundacional que denota las
condiciones estructurales que hicieron posible las relaciones capitalistas.
(Federici, 2015)
43
En este punto es importante destacar tres momentos históricos productivos
a nivel general de la producción de fuerza laboral: 1) Imperios que
necesitaban fuerza de trabajo esclavo y soldados para la guerra; 2) Estados-
Nación que produjeron un proletariado fabril y consumidores para mercado
interno, y 3) Estados transnacionales que buscan en la actualidad la
reproducción de mano de obra barata para mantener bajos los salarios, ya
que, los procesos de mecanización post-fordistas perfilan una nueva
transición productiva donde la mujer no tendría la función ya solo de “parir
proletarios” sino de “parir el ejército de reserva” mismo (siguiendo la
terminología marxista), debido a que las máquinas reemplazan en parte el
trabajo humano en tanto superposición del trabajo muerto por sobre el vivo.
44
también autores tan diversos como Gramsci, Butler, Bourdieu) entiende
que “el cuerpo constituye un proyecto inacabado, histórica y
geográficamente maleable en ciertos sentidos….y algunas de sus
cualidades inherentes (naturales o biológicas) no se pueden borrar”
(Harvey, 2015: 120). Sin embargo las actuales técnicas de modificación
corporal, genética y de readaptación genital pos Segunda Guerra Mundial
(1945) y el accidente nuclear de Chernobyl (1986, como deslegitimación de
la industria atómica) ponen en duda esta tesis. Debemos hablar según el
autor entonces de “procesos corporales”. Marx sí habría propuesto una
teoría de la producción del sujeto corporal bajo el capitalismo y la actual
prisa por volver al cuerpo como base irreductible de todo argumento es una
prisa por volver al punto de partida de Marx (Harvey, 2012):
“Lo performativo” aquí tiene que ver con la materialidad discursiva de los
cuerpos que se producen de un modo naturalizado para justificar por
ejemplo la división sexual del trabajo (ama de casa/trabajador). Las
consideraciones de Judith Butler en “Cuerpos que importan” son
meritorias:
45
interpretación del sexo? (una pregunta que deja la
“materia” del sexo fuera de la teorización), sino “¿A
través de qué normas reguladoras se materializa el
sexo? ¿Y cómo es que el hecho de entender la
materialidad del sexo como algo dado supone y
consolida las condiciones normativas para que se dé tal
materialización?
46
opresión que es la que padece la mujer trabajadora”, es decir, por ser
mujer y por ser proletaria.
47
También cabe destacar que,
Pero,
48
en personas: la comida debe ser cocinada, las ropas
lavadas, las camas tendidas, la leña cortada, etc. Por
consiguiente, el trabajo doméstico es un elemento clave
en el proceso de reproducción del trabajador del que se
extrae plusvalía.” (Rubin, 1996: 6)
49
la de “trabajadores urbanos”. Y ese derecho a la ciudad constituye un
significante vacío, es decir, todo depende de quién lo llene y con qué
significado.
50
de que más trabajadoras mujeres implica más desempleadas, en el contexto
capitalista de exclusión laboral. Marxismo y feminismo deben entrar en
diálogo además por medio de la historia, ya que sus categorías de análisis
se construyen a partir de la misma. En este punto, el ecofeminismo urbano
será la pieza fundamental que permita la interconexión entre ambas
filosofías históricas.
51
III. CAPITALISMO BLANCO, ORO NEGRO. UNA
CUESTIÓN DE RAZA, GÉNERO, CLASE SOCIAL
Y CUERPO
“Si hay algo con lo cual el capitalismo no es racista,
es con el petróleo”
52
ilimitado en un mundo finito, en un mundo de recursos naturales limitados,
como el petróleo mismo. Ante esto, la actualidad nos posiciona en un
debate teórico entre dos conceptos que parecen similares semánticamente
pero cuyas raíces de pensamiento para solucionar la crisis eco-civilizatoria
contemporánea son opuestas entre sí: sostenibilidad/sustentabilidad. Si
bien en la actualidad ambos términos se usan indistintamente, y están
aceptados como sinónimos8, un análisis más minucioso revela
contradicciones.
53
concientización ambiental ni de salud de por medio, como ocurre
actualmente. Sustentabilidad denota plantearnos el por qué consumimos
tanto, qué necesidades necesitamos realmente satisfacer, cuáles son los
trabajos social y ambientalmente justos; procura fomentar la recuperación,
la reutilización de lo usado, no su constante renovación promovida por la
lógica de la “obsolescencia programada” (el fabricar productos para que
duren poco tiempo).
54
parece haber sido la categoría fundante primigenia si consideramos la
eliminación de bebés deformes (“monstruos”) en la Antigua Roma.
55
un modo simple (tomemos el caso de Michel Jackson). La clase social, por
su parte, siempre ha sido una identidad modificable tanto pre como
posmoderna; antiguamente con el casamiento de un hombre aristocrático
con una mujer de clase baja, en la actualidad con la consagración de
algunas personas de barrios populares como figuras públicas de
renombrada fama (futbolista o cantante callejero).
Se proclama en efecto la ley del menor esfuerzo que implica asimismo más
dinero y, para obtener este dinero o te esfuerzas mucho trabajando o
explotas a quienes lo hacen o lisa y llanamente sufres. Y si sufres consumes
y si no puedes consumir el acceso al consumo se vuelve el único objetivo
de la vida: un ejército de reserva para el desquiciado mercado. Se busca la
instantaneidad, paradigma de la tecnología moderna (basado en las redes)
porque la condición de falta, la situación de sufrimiento cotidiano que
genera el sistema no nos deja margen de acción propia. Medimos la
felicidad en torno al consumo, somos cuerpos que consumen, cuerpos
consumistas, cuerpos a los cuales siempre les falta algo. Somos obligados a
vivir en un mundo que se nos presenta constantemente como inhabitable
para nosotros, nos sentimos cuerpos raros en un espacio que vive de la
clasificación excluyente, que produce reiterativamente normalidad pero
donde nadie es enteramente normal.
56
-Miquel Missé-
Existe también una forma del cuerpo y un contenido del cuerpo. La forma
es el aspecto físico externo, el contenido la identidad que habita en él. Es
decir, no es la misma condición corporal ser una mujer obesa (forma) que
una mujer lesbiana (contenido). Hay también una forma fija y una forma
móvil. La primera es lo que se toca (cuerpo), la segunda lo que se ve
(gestos). Cuando el contenido (ej. lesbianismo) se hace forma móvil (ej.
gestualidad masculina) y esa forma móvil busca por medio de diversas
técnicas de readaptación corporal (ej. gimnasio) asumir otra forma fija (ej.
mayor espalda al estilo “hombre”) estamos en presencia de cuerpos en
tránsito mientras el pasaje aún no se haya completado, desde el contenido a
la forma fija.
57
en lo innombrable, en lo que carece de forma fija. Será poco probable por
ello que se promulge una ley de la intersexualidad (personas llamadas
hermafroditas). La intersexualidad nunca podrá ser identidad en el
capitalismo patriarcal.
El éxito se ha normalizado
El capitalismo actual está en el preciso momento de una nueva
mercantilización que le produce conflictos internos: ha normalizado lo que
ahora pretende sea modificable. Está haciendo de la reconstrucción genital,
corporal y de fertilización una nueva técnica de mercado, pero al mismo
tiempo necesita de la existencia de hombres y mujeres fijos, bien definidos
como tales.
58
bello” al tiempo que mata a los cuerpos que no se ajustan a los mismos.
Pero a su vez lo hace mediante una paradoja recurrente: nos pide cuerpos
delgados y ofrece un cuantioso sistema de alimentación fast food.
59
(hasta internet mismo). Por tanto, vemos cómo se utiliza la pornografía en
tanto técnica política para promover la insatisfacción que nos lleva a
consumir y dicho consumo se obtiene finalmente de la producción de
artículos prescindibles que provienen de la explotación despiadada de la
Naturaleza.
El consumo se logra de dos formas: por vía virtual o por vía física, en lo
que a acceso se refiere. Podemos comprar un producto por internet (la
tecnología sobre la cual se sustenta internet deriva también de recursos
mineros). Ese producto llega quizás desde China, lo cual su envío implica
el recorrido de miles de kilómetros, o sea, miles de barriles de petróleo.
Accedemos también al consumo mediante la presencia física en el
mercado. Para llegar a un shopping y consumir necesitamos recorrer una
cierta distancia la cual implica el uso de algún transporte individual o
colectivo que significa la utilización nuevamente de petróleo.
60
¿Y qué pasa cuando la cultura de las 24 hs., de hacer de la noche el día, de
fomentar el consumo “modalidad shopping” implica que ciertas personas
ejerzan esas horas nocturnas menor renumeradas? Acontece que quienes
ocupan esos puestos laborales son por lo general personas negras, y
mayoritariamente mujeres afrodescendientes si tomamos en cuenta por
ejemplo a Estados Unidos. Aquí la cuestión de la raza aparece con un toque
de género. Y raza se asocia también con etnia, ya que, en los países
latinoamericanos, las personas de barrios periféricos que trabajan en el
centro suelen ser no tan blancas (“mestizas”). La nacionalidad también da
aquí su aporte.
61
se genera un círculo vicioso cuyo fin último es garantizar la muerte
prematura de innumerables contingentes de personas que, o mueren en tales
asentamientos (muchas veces basurales, pues el resultado del consumo del
centro es la eliminación de su basura en la periferia, con los consecuentes
efectos ambientales y por tanto de salud sobre la población afectada), o
bien emigran paradójicamente en barcos petroleros que suelen llevar este
recurso a las grandes ciudades y traer de regreso en su interior a los
excluidos del sistema.
Hemos visto finalmente que petróleo, cuerpo, género, clase, raza, consumo
y Naturaleza parecen entonces tener una relación indisociable: el
capitalismo es blanco, masculino, rico, esbelto y come definitivamente
petróleo.
62
IV. ALGUNOS CONCEPTOS
Se vuelve trascendental esclarecer algunos conceptos que suelen estar en
boga pública y académicamente y que a pesar de ello muchas veces no se
conoce la diferencia entre colectivos sexuales con distintas
denominaciones. Estas serán analizadas a la luz de algunas consideraciones
político-sociológicas, debido a que la igualdad discursiva (inconsciente o
intencional) en estos casos lo que hace es negar la lucha conjunta e
histórica de tales colectivos dado que se les niega su identidad.
¿Género o Géneros?
La idea de género es y está relacionada inmediatamente en el ámbito
comunicativo con el tradicional binomio hombre-mujer, remitiendo más al
espacio femenino y aun específicamente a la idea de maltrato, violencia de
género o derechos de mujeres. Sin embargo, en la actualidad, desde
diferentes movimientos sociales y en el mismo ámbito académico han
comenzado a hacer uso del término géneros, en plural.
63
cuerpos en función del sexo implica pensar la reproducción de ciertas
condiciones y sujetos dependiendo de su condición sexual.
Por tal razón, muchas técnicas del bio-poder actúan en función del género,
y hoy cabría estudiar su impacto sobre la diversidad de perspectivas de
géneros. Es hora de hablar entonces de una Generopolítica. Esta nueva
64
rama de la politología o Ciencia Política lo que haría sería deconstruir las
relaciones de género entendiendo a éste como categoría política, -de
relaciones de poder y lucha contra-hegemónica-, y como categoría bio-
política, -de control poblacional y disciplinario también-, al mismo tiempo
que estudiase nuevas formas de sexualidad en las relaciones sociales que
garanticen la equivalencia de los sexos masculino, femenino y diversos en
tanto nuevas “técnicas del yo”.
65
circulante que se vuelve verdad en términos foucaultianos, de división
estricta en dos sexos. Es preciso una noción plural del sexo que no asigne el
mismo tomando solo como base la genitalidad, para establecer con ello un
modelo dimórfico. Así como la biología justificó racialidades también
justificó sexualidades, haciendo del cuerpo una identidad fija e inmutable y
una experiencia previsible. Es a través de la naturaleza que se justifican
desigualdades a nivel social. Si algo es “natural” se está obligado a hacerlo.
66
es otorgado al hombre. Y en este juego, la mente domina al cuerpo,
extensión de la idea de que el ser humano domina a la naturaleza. Por otra
parte, cuando el trabajo históricamente realizado por mujeres pasa a
considerarse empleo y por tanto remunerado en el espacio público (y aquí
el debate en torno a si se debería remunerar el trabajo doméstico del hogar,
lo cual se vincula desde una perspectiva marxista con el acceso universal a
una renta básica, pero por otro lado legitimaría y afianzaría el rol de la
mujer en la casa) su denominación de hecho cambia: peluquera/estilista,
curandera/médico, azafata/auxiliar de vuelo, ama de casa/personal de
limpieza, modista/diseñador, etc. Incluso, algunas labores feminizadas se
vuelven artísticas: cocinera/chef y se premia por ejemplo en programas de
TV a aquellos hombres que los realizan (Máster Chef).
67
Que el cuerpo no sea el marcador fatal de una
pertenencia biológica queda demostrado por el ejemplo
de los Nuer, para los que únicamente las mujeres que
tienen hijos pueden ser realmente consideradas
mujeres. La mujer estéril es vista como un hombre:
puede tener una o varias esposas si tiene medios para
pagar sus dotes. Sus mujeres pueden ser fecundadas
por parientes o amigos o, inclusive, por un hombre de
una tribu subordinada a los Nuer (los Dinka). Este
hombre no es el progenitor del hijo: la mujer es su
padre y tiene todas las prerrogativas sociales de esta
función”. (Le Bretón, 2002: 68-69)
68
“La idea de hombre o mujer ideal, la fantasía de que en
el otro sexo hay alguien que es nuestra mitad
equivalente y que basta un poco de buena voluntad
para encontrarla, es sólo una característica de nuestra
cultura y materia prima inigualable para la fábrica de
insatisfacción. El cine nos acostumbró al final feliz. A
que el amor todo lo arregla. Lo que no se entiende es
por qué la mayoría de los actores que hicieron películas
con finales felices terminaron sus vidas con finales de
terror.” (Coler, 2005, 171)
69
considerando al autismo no como enfermedad, por no tener una supuesta
“cura” sino como deficiencia crónica.
Existiría también una cierta represión del sexo con motivo o deseo de
infringir la ley (hipótesis represiva) y la norma, pero lo que interesa es más
bien la “puesta en discurso del sexo”, la multiplicación de discursos sobre
el sexo en el campo de ejercicio del poder mismo, la construcción de un
momento exacto del placer (y de ahí la frustración de no lograr la
eyaculación como el punto culminante del acto sexual), de intentar
convertir todo tipo de deseo en discurso, elaborándose así un artefacto para
construir tales discursividades.
70
Uno de esos discursos construidos y multiplicados será el de la vinculación
entre, por ejemplo, el VHI y las llamadas “minorías homosexuales”,
conformadas como grupos de alto riesgo (en tanto gestión del riesgo),
cuando sería la misma sexualidad la que contendría la probabilidad de
contraer tal “virus”, uno más virtual que real, un “virus bio-político”. Es
decir, no hay grupos de riesgo, hay quizás prácticas de riesgo. El sexo (el
Sida en extenso) está siempre en demasía y es arriesgado, por ello, las
políticas de erradicación del VIH se convierten en un modo de desaparición
de la sexualidad misma en sí y los homosexuales vendrían a jugar aquí el
papel de personificación de esa sexualidad, de materialización de una no
deseada multiplicación sexual, que será llamada entonces “promiscuidad”.
Prácticas Sexuales
Las prácticas sexuales materiales son condicionadas por ideas, tabúes e
imaginarios sobre el sexo. En muchos casos, el movimiento del cuerpo en
el acto sexual mismo se ve limitado por la posición y subjetividad del
sujeto y su concepción (y ubicación) acerca del placer.
La idea es: todos tenemos sexo pero no puede gustarte, pues el gusto incita
prácticas sexuales consideradas perversas, promiscuas o de prostitución. Y
esto agravado si eres de alguno de los elementos del binomio sexual. Si
eres hombre, tienes permitido tener sexo, y el estar con varias mujeres es
sinónimo de respeto ante el colectivo hombre. Pero si eres mujer, estar con
varios hombres es considerado “prostitución”. Y esto coadyuvado por el
mismo colectivo mujer que pretende controlar moralmente a otras mujeres
71
que no lleven a cabo su función social monogámica (mientras el hombre es
“por naturaleza” polígamo) como ellas sí lo hacen; una especie de furiosa
empatía desatada hacia eso que muchas quisieran hacer pero que la
sociedad condiciona a no llevar a cabo por una concepción moralista
cristiana, occidental y patriarcal. Además, ese hombre somatiza el sexo
mediante el chiste y la agresión, mientras aquella mujer lo hace a través de
la crítica y la práctica de los celos.
72
de producción capitalista nos ofrece. Es decir, relaciones ya construidas
que se vuelven modelos socialmente deseables.
73
posibilidad) sobre la/s otra/s persona. De ahí la importancia de deconstruir
el sexo como un discurso de “intimidad”.
Esto es visto como polígamo, promiscuo o del “siglo XXI” cuando ipso
facto es algo común en sociedades como las árabes con su poligamia o las
indias en donde los casamientos no son entre individuos sino entre familias
y en donde si una mujer no puede tener hijos, su esposo está “habilitado”
para procrear con otra mujer. Existe también el condicionante histórico a
parte del sociológico: en sociedades en donde el hombre va a la guerra y
finalizada la misma disminuye demográficamente su número, se organizan
de modo tal que los pocos hombres que han quedado reproduzcan a la
mayor cantidad de mujeres posibles, convirtiéndose en sociedades de
poligamia.
74
Comprender que existen otros modelos de relaciones afectivas y desde esa
posición de entendimiento si continuamos con el modelo al que nos hemos
adaptado, que sea de modo tal que la relación no se vuelva opresiva.
Género
El término género deriva etimológicamente de la raíz genus o generis, que
significa linaje, nacimiento, clase de algo, congénito, o de gen, haciendo
referencia a engendrar, dar a luz. Por su parte, la palabra sexo deriva de
sexus o sectus, un corte, una sección, una parte de algo (podemos
simbolizarlos con el sexo de la mujer como costilla que nace del hombre en
los relatos bíblicos). Esta raíz al unirse con dad que significa cualidad,
hablan de la sexualidad como cualidad del sexo o de la parte de algo.
75
“normal”) que da sustento a la idea de normalidad y que se refuerza
oponiéndose a lo que es considerado taxativamente como “anormal”. El
género sería en principio el sexo culturalmente contruido.
76
que no se sabe cuándo comenzó, pero es en la copia donde se halla su
posibilidad de subversión: cada fotocopia de su anterior fotocopia va
destiñendo el original, por lo que en algún momento será necesario escribir
un nuevo texto, ya que el viejo sistema habrá desaparecido y tenderá a
desaparecer.
Lo crucial es entender que existe, tal cual nos lo dice Marta Lamas (2006),
un proceso de adquisición del género. Esta misma autora explica que antes
del uso del término género, este era utilizado desde el concepto de papel o
estatus sexual en la antropología. Pero la ciencia que comenzaría a hacer
uso del género como construcción de lo femenino y masculino será la
psicología médica. Aunque John Money lo utiliza desde 1955, será Robert
Stoller quien en 1968 publique “Sex and gender”, diferenciando entre sexo
y género. Desde la psicología médica se define al género a partir del
estudio de los trastornos de identidad sexual: lo que determina la identidad
y el comportamiento de género no es el sexo biológico sino el hecho de
haber vivido desde el nacimiento las experiencias, ritos y costumbres
atribuidos a cierto sexo. Stoller examina casos en los que la asignación de
sexo falló, ya que, las características externas de los genitales se prestaban
a confusión.
77
Es así como en la lógica aristotélica lo femenino no existe, es impensable,
justamente por ser algo irracional.
Luego, en 1975 Gayle Rubin publica “El tráfico de mujeres: notas para
economía política del sexo” en el cual describe que existe un locus o lugar
de opresión al que denomina Sistema Sexo-Género (SSG), y será quien
atribuya una dimensión política y económica a las estructuras de parentesco
y matrimonio que desde la antropología clásica Levi-Strauss (1956)
inculcará en sus comienzos, al entender al matrimonio como un
intercambio de mujeres, un dispositivo cultural que asegura un estado de
dependencia recíproca entre los sexos (en el cual el sexo del varón
predomina). El matrimonio también garantiza la prohibición del incesto
(vínculo sexual entre parientes) como condición necesaria para el
nacimiento de una sociedad.
78
Pero Levi-Strauss dirá, a diferencia posterior de Gayle Rubin que la
opresión de las mujeres no ocurre por cuestiones económicas. Para ésta
última autora, se construye una economía política del sexo. Si bien el
hambre no explica las complejidades de la cocina, tampoco una supuesta
naturaleza del sexo lo hace con el género. Qué, cómo, dónde, cuándo y
porqué comemos es netamente una construcción cultural. La biología y la
cultura trabajan conjuntamente, no pueden ser disociadas. Si los “hombres”
desarrollaron una cierta estructura ósea por la imposición histórica pos-
matriarcados de realizar la caza de grandes animales, y se usa esta
morfología corporal para justificar diferencias entre los cuerpos del hombre
y la mujer, vemos sin embargo la cultura interactuando: la historia hecha
cuerpo, diría Pierre Bourdieu.
Orientación sexual
La Federación Argentina LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans) la
define como la “capacidad de sentir una profunda atracción emocional,
afectiva y sexual por otras personas. Según esta atracción esté dirigida a
personas de un género diferente o igual al propio, o ambos, se habla de
hétero, homo o bisexualidad”. Sin embargo, es necesario advertir que las
79
denominaciones performativas de hetero, homo o bi implican una
limitación del comportamiento sexual en el marco de un disciplinamiento
corporal que evoca la simultaneidad dual del sexo como cuerpo y discurso.
80
sexo-sociales impuestas por el modelo heterosexual dominante en los
discursos familiares, sociales y escolares.
81
signos del afeminado serán la pereza, la indolencia, el
rechazo de las actividades pesadas, el gusto por los
perfumes, los adornos. Para los griegos, la negatividad
ética no es la pasividad respecto del propio sexo, sino
respecto de los placeres en general.” (Castro, 2011: 28)
82
aquello que la sociedad espera de todos los cuerpos sujetos, naturalizando
esa espera como “correcta y biológica”. En dicho esquema es posible
advertir cuatro conceptos con cuatro normalidades y cuatro abyecciones o
exclusiones: 1) Sexo: lo normal aquí es macho/hembra y lo abyecto lo
intersex (combinación o ambigüedad genital de ambas tanto perceptible
como no); 2) Género: hombre/mujer como normalidad y transexualidad
como lo excluido; 3) Rol de género: masculino/femenino y mujer
marimacho, hombre afeminado, etc.; y 4) Orientación sexual:
heterosexual/heterosexual y homosexual, lesbiana, bisexual como lo
subalterno.
Para acabar con este sistema perverso que asigna a los cuerpos uno de los
dos sexos biológicamente (valga científicamente) propuestos, es necesaria
una noción plural del concepto de sexo que necesariamente va contra el
modelo dimórfico que explica Thomas Laqueur al relatar de que dicho
modelo es histórico, ya que como se mencionó al principio, hasta fines del
siglo XVII primó un modelo único masculino en el cual el sexo femenino
era definido como un pene invertido (útero) y luego depósito seminal para
el hombre.
83
Es necesario distinguir también entre categorías de género y categorías de
orientación del deseo. ¿Estas categorías son puras o naturales? ¿Cómo son
representadas? ¿Qué discursos rigen esas representaciones? ¿Cómo nos
construimos en negociación con ellas? ¿Qué relación hay entre el
binarismo de género (hombre-mujer) y las categorías homo-hetero? Si no
pensamos en términos de hombre/mujer, ¿cómo sostenemos las categorías
de homo/hetero? ¿Qué regímenes de pensamiento nos dominan? ¿Qué
separación tajante se da entre la identidad homo y la identidad trans, al
tiempo que la primera se despatologiza y la segunda ingresa como
enfermedad en los años ‘90? El dilema desde la concepción de orientación
será el de ¿se nace o se hace? ¿La orientación sexual es una elección o algo
dado desde el nacimiento? ¿Hay una Orientación Otra más allá de la que
conocemos? ¿Cómo podemos elegir aquello que nunca se nos presentó
como opción? ¿Qué narrativa del descubrimiento descubrimos en nosotros
o nos hacen descubrir? ¿Tenemos que descubrirnos?
84
antinatural/ilegítima. En la cúspide de una pirámide tendríamos a los
heterosexuales reproductores casados, luego los heterosexuales no
monógamos y agrupados en pareja, siguiendo en orden descendente
estarían el resto de los heterosexuales, más abajo las parejas estables de
lesbianas y gays, luego los homosexuales “promiscuos” y finalmente en la
base de la pirámide, como lo más inferior socialmente, las castas sexuales
(travestis, transexuales, prostitutas, actores pornos, “viejos verdes”,
gerontofílicos, etc). En esta pirámide se parte de una punta que encarna la
salud y lo bueno y una base que es expresión social de lo enfermo y lo
pecaminoso.
Bisexualidad
"La construcción patriarcal de la diferencia entre la masculinidad y la
feminidad es la diferencia política entre la libertad y el sometimiento"
-Carole Pateman-
Ulrichs entre 1964 y 1869 realiza una “Investigación sobre la clave del
amor entre hombres” y distingue entre hombres homosexuales (a los que
llama urning) y heterosexuales (a los que denomina dioning). Esta primera
distinción de Ulrich deja de lado la categorización anterior de sodomita y
85
pervertido para dar paso al concepto primigenio de homosexual. En 1868,
Karl María Kertbeny hace una distinción cuatripartita de sujetos sexuales
(categorías nacientes en el siglo XIX, por desplazamiento de la idea de
prácticas sexuales): monosexuales (masturbadores), homosexuales,
heterosexuales (sexualidad normal y normalizada) y heterogenitales
(zoofilia o práctica sexual con animales).
Para Freud, quien escribe sus Tres Ensayos sobre Teoría Sexual en 1905, al
tiempo que la ciencia médica descubre la “hormona” como contra-reacción
diciéndole a Freud “si pensabas que la sexualidad era construida
socialmente, en realidad hay procesos hormonales que hacen de la
sexualidad un dato natural y biológico”, la bisexualidad “original” no
perdura en la adultez, ya que la gente se define o debiese definirse como
homo o hetero, aunque también si bien la homosexualidad era vista como
86
una condición presente en todos los seres humanos, también implicaba
hasta cierto punto un proceso de inmadurez si no existía una apertura al
sexo opuesto.
87
así como la bisexualidad fue un ícono de la industria cultural, el comienzo
de una sexualidad más amplia por medio de la espectacularización. Y es
que parece que una primera aceptación de cualquier sexualidad disidente en
términos coyunturales (toda sexualidad es radical dependiendo de la
sexualidad hegemónica) hace que las luchas políticas sexuales suelan tener
sus inicios de aceptación y normativización social a través de un
reconocimiento público en el espectáculo).
88
elemento inferior es incompleto y necesita del superior para “llenarse”. Los
aportes de la antropóloga argentina Rita Segato son aquí muy fructíferos.
89
Identidad de Género
La identidad de género es la vivencia interna e individual del género tal
como cada persona lo siente profundamente. No debe confundirse con la
orientación sexual, de la que es independiente, puesto que las personas
trans pueden ser hétero, homo o bisexuales. Ahora, es más común ver
personas que nacen genéticamente por ejemplo con cuerpo de “mujer”, se
realizan una cirugía de reconstrucción genital, pasando a ser miembros del
género “hombre” y desde esta posición asumen una orientación gay.
90
He aquí propicia una crítica a la identidad como esencia y sustancia
inmutable para sí mismo (una persona nacía y moría con una misma
identidad), idea que gobernó la mente de los pre-socráticos hasta
Nietzsche. Recién a fines del siglo XIX con Foucault y Derrida, la
identidad en la contemporaneidad será vista como un viaje de escritura
inacabado.
Expresión de Género
La expresión de género implica la exteriorización de la identidad de género
de una persona, incluyendo la manifestación de la identidad o la
personalidad mediante el lenguaje, la apariencia y el comportamiento, la
vestimenta, las características corporales, la elección del propio nombre,
etc.
91
comparación entre el aparato sexual femenino y el aparato sexual
masculino.
Esto es, el sujeto no puede enninguna circunstancia (hay que evitar que esa
circunstancia llegue) elegir su sexualidad libremente. ¿Por qué un
adolescente con pene y vagina no podría hacer uso de ellos a su placer o
que él mismo decidiese aumentar el placer en un cierto órgano en
detrimento del otro, más allá del prejuicio social que esto implique? La
adecuación quirúrgica de los nacidos “anormales” no es con ansias de
facilitar su futura vida sexual, reproductiva o emocional sino para: a)
reproducir la heterosexualidad; b) reproducirla para continuar oprimiendo
un sexo en favor del otro; c) garantizar la “reproducción de la especie” pero
contradictoriamente bajo un estricto control demográfico disimulado, que
incluye además prácticas eugenésicas desde versiones netamente
genetistas.
10
En alguna época se acostumbraba a decir cuando un niño nacía con pene y vagina, y luego se
eliminaba uno de los dos órganos, que había muerto uno de los gemelos.
92
Feminismos
“Las religiones son antifeministas.
Solo han dado cuatro roles a la mujer:
virgen, madre, prostituta y tonta”
-Alejandro Jodorowsky-
93
Dejado en claro el punto anterior, se habla comúnmente en la jerga y/o
teoría feminista, de una primera ola del feminismo en tanto movimiento
sufragista y de lucha por derechos políticos, originada a fines del siglo XIX
y principios del XX; una segunda ola en el contexto europeo de los
movimientos sociales de los años ’60 en el que se comienza a concebir al
género como una construcción cultural (“la mujer no tiene porqué ser ama
de casa); y una tercera ola desde la década del ’90 en adelante que muestra
la diversidad de tipos de feminismos y mujeres existentes en la actualidad,
así como también acompañada del nacimiento contra-hegemónico de la
Teoría Queer o Teoría de la Rareza a fines de los ’80 en Estados Unidos,
que estudia las llamadas sexualidades periféricas o excluidas de la
heteronormatividad (construcción binaria de dos sexos únicos, opuestos y
al mismo tiempo complementarios).
94
El movimiento feminista, en cambio, nace en la década del ’60/’70 en el
marco de los acontecimientos revolucionarios de esa época tales como el
Mayo francés, un momento histórico disruptivo en el pensamiento
occidental, en un cuadro político de sociedad de masas y auge del
consumismo, aunque ya se habrían anunciado obras fundacionales décadas
antes, como El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, escrito en 1949. En
la jerarquía heterosexual, el primer sexo sería el hombre, el segundo la
mujer, el tercero las/los homosexuales (hipótesis descartada por Freud), y
hoy quizás el cuarto sexo lo serían las personas trans. Pero esto no es más
que una clasificación netamente discriminatoria.
95
problematizaron acerca de las relaciones jerárquicas y
desiguales entre los géneros masculino y femenino, y
particularmente, el autoritarismo que ejercía el hombre
sobre la mujer al interior de la estructura familiar. Su
lema era: “NI DIOS, NI PATRÓN, NI MARIDO”.
(Peralta, 2014)
-Sojourner Truth-
96
ausencia: la mujer pobre, la mujer soltera, la lesbiana, la bisexual, la
transexual, la mujer negra. Tanto el anti-racismo (a favor del hombre
negro) como el feminismo (a favor de la mujer blanca) no incluyen una
categoría: la mujer negra, menos aún la mujer negra lesbiana, tal cual los
aportes que en este punto puede ofrecernos Audre Lorde, o las escritoras
afroamericanas Toni Morrison y Marlene Nourbese Philip o la poeta
mapuche Liliana Ancalao, así como Gloria Anzaldúa, sin olvidarnos desde
ya de Patricia Hill Collins.
97
del Feminismo de la diferencia nos hablan del fin del reconocimiento de
una opresión en común a todas las mujeres. Todo esto implica una des-
occidentalización y una fuerte crítica al eurocentrismo con su misión
evangelizadora.
98
color” 2) crítica a la idea de patriarcado/racismo, con aportes por ejemplo
de Bell Hooks, 3) la mujer del tercer mundo y el colonialismo académico
(Gayatri Spivak, Chandra Mohanty), 4) la colonialidad del poder (raza,
sexo/género con María Lugones, feminismo comunitario con Julieta
Paredes, y feminismo negro), y 5)el tercer feminismo como una crítica a la
retórica salvacionista del Norte (Europa y EEUU).
99
Los primeros esclavos fueron las mujeres de grupos conquistados, a los
varones directamente se los mataba. Si bien muchas mujeres iban a la
guerra, incluso “vestidas” de hombres, existía una política de género en
torno a la guerra que perjudicó tanto a ellos como ellas. El residuo de este
sistema era la sobreutilización del cuerpo de la mujer para recuperar los
soldados heridos (metáfora del guerrero) y producir más hombres, número
disminuido por la totalidad de muertes ocurridas. Para la autora, la
esclavitud de las mujeres precedió a la formación y opresión de clase, por
tanto el sexismo fue previo a la misma. La clase se expresaría en términos
de género.
Hace dos mil años a.c. en las sociedades mesopotámicas las hijas de pobres
eran vendidas en matrimonio o para prostituirlas con motivo de aumentar la
riqueza de sus familias. Las hijas de hombres acaudalados podían exigir un
precio de la novia pagado por el novio que servía a su vez para pagar otra
novia de clase alta y aumentar así la posición de prestigio. Si un marido o
padre no podían pagar una deuda, podían sin embargo dejar en fianza a su
esposa e hijas que se convertían consecuentemente en esclavas por deudas
del acreedor.
100
reproductoras, triple opresión. La explotación sexual representó en verdad
una explotación de clase en las mujeres: la mujer de clase inferior por el
hombre de clase alta en la antigüedad, y durante el feudalismo y la
burguesía del siglo XIX en Europa, en relación a las colonizadas y los
colonizadores. Los medios de producción por parte de los hombres no eran
sólo físicos sino también corporales.
Existió una división tajante (y hoy existe en diversas formas) entre mujer
respetable y mujer no respetable o desviada o aquellas que no prestan
servicios sexuales: solteras, monjas, lesbianas. La mayoría dependían de la
protección de sus parientes varones, en caso el convento era un enclave
para solteras para conservar su respeto social.
Si puede decirse que en la era industrial el útero sirvió como una fábrica de
trabajadores, existió además un útero previo como fábrica de soldados en
las sociedades precapitalistas basadas en la economía patriarcal de la
guerra. En este contexto cada Rey controlaba la sexualidad femenina, vía el
pater de familia, con objeto de producir hombres para la guerra y garantizar
al mismo tiempo el orden social imperante: dentro de la familia, la
dominación sexual recreaba constantemente la jerarquía social. Esta familia
patriarcal ha sido no obstante flexible y ha variado en las distintas épocas y
lugares. En el patriarcado oriental se basó en la poligamia y la reclusión de
mujeres en harenes; en la antigüedad clásica y europea sobre la
monogamia; en el patriarcado moderno e industrial con eje en las
relaciones de propiedad (de hecho en la Revolución Francesa el primer
derecho es el derecho a la propiedad del cual se derivan las famosas
palabras “libertad, igualdad y fraternidad” pero ¿entre quiénes?: entre los
hombres con propiedades tanto físicas como de sus mujeres).
Se dan casos en los que las relaciones de propiedad son más igualitarias
pero las sexuales no o a la inversa, pero hasta ahora siglo XXI los cambios
dentro de la familia no han alterado el predominio masculino sobre la
esfera pública, las instituciones y el gobierno. La familia se constituye
permanentemente en reflejo del orden imperante en el Estado y educa a sus
niños para que lo sigan. El problema radica en la pérdida actual de
soberanía del Estado nacional y su sustitución por la denominada “aldea
global”: ¿el patriarcado se debilita ante la desaparición continua del Estado
101
en determinados ámbitos por parte de la economía financiera transnacional
y la globalización o por lo contrario se hegemoniza en todo el mundo de un
modo uniforme?
Lo que sí es certero es que las simples (pero no por ello menores) reformas
no modifican la estructura patriarcal. Y de hecho, el sistema patriarcal solo
puede funcionar gracias a la cooperación de las propias mujeres como
agentes de reproducción del machismo en tanto comportamiento
masculino. Durante cuatro mil años las mujeres han estado en el
patriarcado bajo dominación paternalista extrema (venderlas) o sutil
(protegerlas ante su “indefensividad”), donde la sumisión se transforma en
protección. En cuanto a varones, la subordinación de los hijos a la
dominación es temporal, es decir, ocurre hasta que se transforman en
padres de familia y aquí la heterosexualidad se asocia a ello, a una posición
en la sociedad/familia patriarcal, mientras que la subordinación de las hijas
y esposa/s es para toda la vida, incluso de las hijas como esposas de otro
hombre que no sea el padre.
102
mujeres o donde éstas poseen un mayor poder que lo permitido, se las
“brujaliza” para habilitar así su exterminio masivo, como se hizo en
América Latina durante el período colonial; técnicas de dar muerte que
luego se aplicarían en la Europa de los siglos XVI y XVII; por último,
padres y maridos en Bangladesh expulsaban a sus hijas y esposas que
habían sido violadas por los soldados invasores arrojándolas a la
prostitución.
103
reinterpretado por varones y se ha concentrado en la escritura lineal,
mientras las mujeres mantenían viva la tradición oral y su participación en
las funciones religiosas había sido esencial.
104
ideología de la femineidad, esto es, los ideales de la esposa y madre en una
época en que la manufactura se desplazó del hogar a la fábrica.
En 1830 se desata una intensa resistencia de los esclavos (el sur esclavista
de Estados Unidos por la expansión de la industria algodonera), por lo que
los códigos sobre la esclavitud se volvieron más severos. Podría decirse
según esta autora que el movimiento abolicionista organizado nace en 1831
con la Revuelta de Nat Turner en las fábricas textiles norteñas. Para esta
fecha, las mujeres blancas más acomodadas reclamaban el derecho a la
educación y carreras profesionales fuera del hogar; la “metáfora de la
esclavitud” les sirvió para realizar una analogía del matrimonio como una
forma de esclavitud, al menos en lo discursivo. Así, la mujer blanca se
vinculó con las luchas de la clase negra. Se efectuó una alianza ama de
casa-obrera-mujer negra: las amas de casa organizaban las campañas, las
obreras aportaban el dinero para las mismas y las mujeres negras ponían el
cuerpo en primera fila.
105
sus demandas no se plasmaron en aquella primera Declaración de tipo
masculina. Mary Wolstonecraft, su contemporánea, escribe la obra
“Vindicación de la Mujer” pidiendo en el siglo XVIII una vida
independiente para la mujer.
Queer y Contra-sexualidad
Queer11 (/kuir/) significa excluido, diferente, raro. Es un movimiento de la
diversidad sexual de tinte radical que plantea no solo la deconstrucción de
los significados relacionados al género, el sexo y la sexualidad sino
también prácticas sexuales y sociales subversivas propositivamente.
106
confiriendo un lugar discriminado y abyecto a aquellos
a quienes es dirigido. Este término, con toda su carga
de extrañeza y burla, es asumido por una vertiente de
los movimientos homosexuales precisamente para
caracterizar su perspectiva de oposición y de
contestación. Para ese grupo, queer significa colocarse
contra la normalización, venga ella de donde venga. Su
blanco más inmediato de oposición es, ciertamente, la
heteronormatividad compulsoria de la sociedad; pero
no escaparía de su crítica la normalización y la
estabilidad propuestas por la política de identidad del
movimiento homosexual dominante. Queer representa
claramente la diferencia que no quiere ser asimilada o
tolerada12 y, por lo tanto, su forma de acción es mucho
más transgresiva y perturbadora.” (Lopes Louro, 2001:
546)13
12
Preciado (2002) en vez de hablar de igualdad, hablará de equivalencia.
13
Traducido por este autor del portugués al Español
107
lo social como un texto a ser interpretado y criticado
con el propósito de contestar los conocimientos y las
jerarquías sociales dominantes”. (Seidman en Louro,
2001: 546-547)14
14
Ídem a.
108
aislado, ya que, como se dijo, reproduce la dominación heterosexual
traspasando valores burgueses y heterocapitalistas a gays, lesbianas, bis y
trans, quienes acaban por convertirse en un obstáculo para una radical
revolución sexual y social. Y esto se vincula de hecho a la idea de adjuntar
a la crítica contra la heteronormatividad una crítica al sistema económico
capitalista vigente e imperante.
109
propia lengua española. Está aceptado socialmente, aunque homosexual y
gay no sean lo mismo, ya que el primer término denota una condición
corporal/afectiva/psicológica mientras que el segundo representa una
persona “homosexual” inmersa en la cultura gay, es decir, homosexualidad
más entorno social específico. Hilando incluso en la etimología, gay (del
francés antiguo gai, sin negar la posibilidad de un origen germánico previo)
significaba “sin preocupaciones”, “feliz”, “brillante”.
Ecofeminismo/s
“¿Existe o debe existir alguna relación entre feminismo y ecología?
¿Se trata de una relación conceptual o simplemente práctica?
¿La fuerza misma de los acontecimientos nos llevará a plantearla en el
futuro? ¿Hay uno solo o varios Ecofeminismos?
¿El ecofeminismo puede ser una desviación del feminismo que sacrifique
una vez más los objetivos de liberación de las mujeres
a “la lucha principal”?
-Alicia Puleo-
110
famosa frase que dice: “la pobreza tiene cara de mujer”). Final y no tan
finalmente, otro 70% de la producción agrícola global es realizada por
mujeres campesinas. ¿Qué significa entonces este número? ¿Qué
representa? ¿Qué nos revela? Entremos en detalle.
Como bien lo explica Alicia Puleo (2001), “se trata de una teoría feminista
en proceso de activa discusión y elaboración”. Apunta a que, en el orden
simbólico patriarcal, existen conexiones importantes entre la dominación y
subyugación de las mujeres y la explotación de la naturaleza, aunque dicha
15
Y su famosa frase: “Feminismo o muerte”.
16
Para autores anglosajones darán inicio a la segunda ola del feminismo mientras que para
autores europeos será la tercer ola
111
relación se interprete de manera distinta de acuerdo con cada perspectiva o
visión que le integra. Pero tal como expresa Valenzuela Rodríguez (2012)
“este feminismo es una propuesta que se encuentra aún en constante
reformulación y discusión e impide una única definición a pesar de ser
tildado de esencialista. Por ello, se habla de los ecofeminismos en plural”
(Valenzuela Rodríguez, 2012: 38).
Más aun, existe una crítica del ecofeminismo a la relación establecida entre
hombre/cultura y mujer/naturaleza que subordina éste último conjunto
respecto del primero. Se afirma también al género como constructo
subjetivo y social que difiere del sexo biológico asignado
heteronormativamente y el cual también es desde ya una construcción
ideológica del bio-discurso; se denuncia la división sexual del trabajo y se
lucha por un modelo de vida alternativo que proteja el ambiente y no que lo
vulnere (remitiendo en casos a una matriz de “cosmovisión autóctona”),
dotando de este modo a sus repertorios de acción de una importancia actual
fundamental. Y en su diversidad de sentidos, significados y planteamientos
su agenda se amplía con temas como la salud de las mujeres, el pacifismo,
el internacionalismo, los derechos reproductivos, la dominación y
explotación de las mujeres y de la naturaleza, etc. (Valenzuela Rodríguez,
2012).
112
visibilizadas. Sin embargo, en las últimas décadas, la
masiva presencia de mujeres y su rol protagónico en la
defensa del territorio ha cobrado visibilidad en la
medida en que se ha ido profundizando el proceso de
despojo.” (Gartor, 2014: 1)
El rol que las mujeres han cumplido desde hace siglos por involuntaria
asociación cultural y división sexual del trabajo en las sociedades
capitalistas (tesis del feminismo constructivista), les ha llevado a tener
obligadamente un contacto más directo con la naturaleza y sus recursos,
bienes comunes o entes de cosmovisión (Martín, 2014) que la integran, así
como de gran parte de su biodiversidad presente. Además, en muchos
territorios, las mujeres son campesinas e indígenas por excelencia, e
incluso “negras” (en un entrecruzamiento interseccional de identidades
múltiples atravesadas por configuraciones de raza, clase, género, etc. que
generan puntos o intersticios de identidad ya no unívocos como los análisis
clásicos que veían a las identidades en tanto únicas y principalmente desde
la clase social). Estas mujeres producen casi en su totalidad los alimentos
en países pobres, son protectoras de semillas de cultivo autóctonas y se
encuentran afectadas en mayor medida que el “colectivo hombre”, ante el
aumento de megaproyectos urbanísticos, mineros, hidroeléctricos y de
agro-negocios. Lo anterior se asocia a lo que en la teoría política se
denomina feminización de la pobreza (Anderson, 1994).
113
ecofeminista. Aunque, es necesario decir, sus posiciones de enunciación
más radicales se desatan fuertemente en países del Cono Sur americano o
incluso del llamado “Sur” (en un marco global), es decir, se está ante una
contra-hegemonía del feminismo clásico cuya política contestataria partía
siempre de realidades anglosajonas y blanco-eurocentristas. Las temáticas
iniciales abarcarán la lucha contra agrotóxicos y la energía nuclear
contaminante y de conflicto bélico (en el marco de la denominada Guerra
Fría), para luego dirigirse, en una segunda instancia, a las políticas de
despojo y desmontes: el cuerpo de la mujer se vuelve entonces un territorio
de disputa razial colonizado por el neo-extractivismo y el patriarcado
moderno, por tanto, un espacio político de luchas ambientales y de género
simultáneamente.
114
pero incorporando al resto de los colectivos sociales, llámense estos
hombres o de diversidad sexual. Y he ahí que el feminismo en su vertiente
ecologista adquiere una doble potencialidad liberadora de la condición
humana: la resolución de una temática “ancestral” como la del género (y
aquí entendiendo patriarcado no solo como resultado de un “matricidio” o
la puesta en marcha de una “falocracia” sino también como un conjunto de
relaciones sociales de opresión que van más allá de la categoría
hombre/mujer) y la del modelo descivilizatorio del capitalismo salvaje
transnacional y extractivo concentrado de nuestra actualidad.
115
Finalmente, es posible estudiar al ecofeminismo desde una perspectiva de
diversidad sexual. Sería posible pensar en las parejas del mismo “sexo”
como una alternativa ecológica importante, más allá de su análisis vago de
constituir una forma de “control natural de la natalidad”. Si a lo femenino
se le asocia la cualidad o característica de protección de la naturaleza,
entonces dos personas (ya sean parejas gays, lesbianas u otras) que
desarrollen o tengan desarrollada esa cualidad brindarían como contra-
ofensiva a la crisis ecológica un doble potencial de recuperación ambiental.
Aquí es pertinente destacar entonces la unión, el diálogo o la revinculación
que se torna necesaria entre feminismo y lesbianismo (pueden traerse a
colación las críticas de Monique Wittig), pues el movimiento feminista ha
girado “totalitariamente” sobre la categoría esencialista de “mujer” bajo un
discurso marcadamente heterosexual. Y en este sentido, no deconstruir al
patriarcado y la heteronormatividad (desde la teoría queer) limita el análisis
a un espacio de disputa genérica que legitima el binarismo como una
naturalidad inmutable de los sexos.
Puede llegarse así a concluir que las luchas de género son en el fondo
luchas por abolir la idea misma de género mientras que las luchas
ambientales lo son, a la inversa, para reforzar o insertar la categoría de
ambiente como categoría política y sujeto de derechos. En consecuencia,
las luchas ecofeministas son luchas por reubicar a los seres humanos como
parte integral de la naturaleza a la cual les cabe en todo caso protegerla
como agradecimiento a la protección que desde miles de años ella ha
mantenido sobre nosotros para nuestro desarrollo como especie abierta.
116
La importancia del ecofeminismo como corpus teórico-
práctico. Hacia un Ecofeminismo del Sur con Q de queer:
Eqofeminismo
¿Cuál es la trascendencia teórica actual del ecofeminismo? Radica
principalmente en su ubicación discursiva y práctica en el espacio social y
político hegemónico. El ecofeminismo como nueva escuela de pensamiento
con múltiples corrientes epistemológicas concentra en su interior un clásico
debate entre esencialismo y construccionismo, como si representase
comparativa y sintéticamente la tercera ola feminista discutiendo puertas
adentro las dos olas anteriores. Permite poner en debate o más bien
circulación de ideas la posibilidad de articular el pensamiento escindido en
Ciencias naturales y Ciencias sociales. Constituye el desafío de buscar
soluciones a los grandes y “minoritarios” problemas contemporáneos que
acaecen a diario desde dos movimientos importantísimos y actuales: el
feminismo como espacio de resistencia contra el patriarcado, en tanto lucha
no solo de mujeres sino de todos aquellos sujetos a los que se ha
feminizado, es decir, sujetos oprimidos por el sistema patriarcal sin ser
necesariamente mujeres (o bio-mujeres); y el ambientalismo/ecologismo
por el cual se habilita a la Naturaleza a hablar en el espacio público.
117
Incluso desde corrientes ecofeministas esencialistas y grupos de mujeres
vinculados por ejemplo a la ginecología natural (que desde ya poseen
prácticas que merecen ser aplaudidas), existe una reiteración constante de
volver a asociar los ciclos reproductivos, los ciclos “naturales” de “la
mujer” (sin considerar su variedad fisiológica interna y entorno social) con
los ciclos de vida de la Naturaleza. Que haya existido esta asociación antes
del nacimiento del patriarcado es una afirmación certera (la cuestión
radicaría en presentar dicha asociación también como una construcción
cultural determinada) pero el cuerpo también se modifica al ritmo de su
entorno de vida. Una “vuelta completa” no sería quizás el camino ideal a
seguir aunque la meta más apropiada sí se dirija al “volver” en tanto
política de cambio civilizatorio o humanista/neo-humanista17 (incluir a todo
aquello no humano: animales, plantas, etc.), a tornar más naturales (sin
naturalizar necesariamente) nuestras prácticas sociales. Ahora bien, si
admitimos la hipótesis de que la Naturaleza se “complota” con el cuerpo de
la Mujer, donde existiría una analogía primigenia en la cual el útero
representaría la tierra para la semilla por nacer (fruto=bebé), llegaríamos a
la conclusión de que la Naturaleza es sexista en sí misma por cuanto no ha
establecido vínculos vitales indisociables con el cuerpo del hombre como sí
lo habría hecho con el de la mujer, su menstruación y los ciclos lunares:
¿cuál es el ciclo de aquél? ¿Existe un determinado día para producir
espermatozoides?
17
Ver los aportes del filósofo indio Prabhat Ranjan Sarkar
118
tenido sexo nunca con otra persona de “tu mismo sexo”). Por tanto, la
“metáfora de la vuelta a la Naturaleza” debe implicar en primera instancia
la deconstrucción del discurso del volver regresando primero a aquellos
elementos sociales que convirtieron nuestra vida más próxima al entorno
natural en un espacio cultural y civilizado, donde civilización implicó dar
muerte a la considerada “barbarie”: Mujeres, “Otras mujeres” y Naturaleza.
119
Ecofeminismo Queer
Homoambientalismo o ambientalismo gay y ecofeminismo queer. Podemos
preguntarnos, ¿cuál ha sido la relación entre homosexualidad y ambiente?
¿Qué puede aportar la llamada teoría queer o teoría de la rareza al
ecofeminismo? ¿Es posible hablar de una sexualidad ecológica? ¿Es
meritorio pensar en teorías orientales e incluso de culturas originarias
americanas sobre la reencarnación como una política de empatía atemporal
por las luchas feministas actuales? Es decir, si en otra vida he sido mujer y
en la presente reencarno como hombre y quizás en la inmediatamente
previa (habría miles de vidas en las cuales podría haber sido negra/o,
hermafrodita, etc.) al atraerme personas de “sexo masculino” justamente
por ser “mujer normal”, en esta vida “trayendo o recordando” esta atracción
en mi cuerpo con alguna especie de “memoria extracerebral o genética”
hoy sería considerado homosexual. Podría ser una explicación pre-
socializadora a la empatía de muchos “hombres” por las luchas de mujeres
y por los derechos de las mujeres. Luchas que merecen nuestra atención. Se
trata de reconocer, de visibilizar las luchas de todas esas mujeres, de todas
esas “otras mujeres” que en cada rincón del planeta luchan con voz oficial
o con voz subalterna18 para acabar con este sistema antihumano y anti-
naturaleza llamado patriarcado.
18
¿Puede el sujeto subalterno hablar? De Gayatri Spivak
120
Seguramente la palabra “queer” (raro) se normalizará como gay, así como
el ecofeminismo está tendiendo a una aceptación o conocimiento cada vez
mayor de sus pensamientos y propuestas. Y es que no podemos pensar
nuestra vida de aquí en más sin al menos éstas tres cuestiones básicas: vida
sustentable, vida sin sexismo y vida diversa, es decir, sin las temáticas de
ambiente (ecologismo/s), género (feminismo/s) y diversidad (queer/s). Lo
que no se debería llevar a cabo es que en esa ansia de articular estos tres
desafíos contemporáneos que nos interpelan como sociedad, reduzcamos la
complejidad de los análisis a las primeras aproximaciones teóricas en caso
esencialistas de dichas tres corrientes teórico-prácticas.
121
V. LA NATURALIZACIÓN DEL CUERPO
FEMINIZADO Y LA DESPOLITIZACIÓN DE LA
NATURALEZA
“¿La Ciencia es patriarcal
o el Patriarcado se ha vuelto científico?”
122
Las relaciones de género en el contexto del capitalismo actual y su nuevo
modelo urbanístico son efecto de las consideraciones técnico-políticas
desatadas entre ambas guerras mundiales, cuya preocupación por el orden
urbano se plasmaron en la Carta de Atenas de 1934, la cual estableció al
planeamiento urbano como una actividad científica estructurada en tres
grandes instancias: planificar, urbanizar y arquitecturar, y cuatro funciones
básicas de las ciudades modernas para lograr su ordenación: habitar,
trabajar, recrearse y circular. De aquí en más, como política de Estado se
buscó organizar la vida cotidiana separada en tales funciones, pero esta
organización tendrá altos sesgos de género imponiendo la naciente
categoría de “tiempo” como elemento de análisis central y dominio
disciplinario capitalista. A partir de ahora todo lo que realicemos estará
estructurado mediante el tiempo/espacio, tiempo/espacio que no será
remunerado en todas sus variantes y modalidades: trabajo, ocio,
mantenimiento de la vida, tránsito, etc.
123
jerarquía tanto epistemológica como social, sustentado por una ciencia a su
servicio que viene a cumplir la función de legitimizadora de un sistema de
producción basado en el capital que circula por los cuerpos y se concentra
en determinadas zonas y funciones que convierte en
productivas/reproductivas.
124
En este sentido, el papel de las mujeres como seres pensantes ha sido
relegado e incluso justificado por inferior desde pensamientos como el
aristotélico o el hegeliano. En consecuencia, “la lectura de Vandana Shiva
(ecofeminista) consiste en denunciar a la ciencia patriarcal como
responsable directa de una forma de ver la naturaleza en tanto materia
inerte fraccionable y dominable, al servicio de un sujeto de conocimiento
entendido de manera general como varón” (Theomai, 2013: 2) . Esta
autora india llega a postular que existen dos tipos de conocimiento: el de
las mujeres y su cosmovisión tradicional y la de los varones de las
compañías multinacionales. Por tanto, es la lucha contra el sometimiento de
la mujer y contra la destrucción de los sistemas naturales una lucha contra
el reduccionismo científico patriarcal.
125
derechos de la naturaleza a expresarse a sí misma tras esa sexualización. Es
así que “mediante complejos y eficaces dispositivos, la escuela moderna
construyó subjetividades que comulgaban con la cosmovisión moderna”
(Pineau, 2014: 1). Y ésta cosmovisión es ipso facto la que sustenta la idea
de orden, control y dominación del mundo natural desde el siglo XVII en
adelante.
19
Por el momento, se dejará de lado el debate sobre la Mujer y las mujeres.
126
Por lo tanto, solo una pedagogía ecofeminista pareciese ser en la actualidad
la base para restaurar nuestro ambiente al tiempo que liberar a las mujeres
del imperativo sexual dominante.
127
cuenta la visión de una nueva ciencia que no normalice los cuerpos y las
relaciones de poder que se tejen entre ellos.
Sin dejar de lado la aclaración acertada citada por Lamas (2006) en la cual
Scott (1990) apunta a explicar cómo “la búsqueda de legitimidad
académica” llevó a las estudiosas feministas en los ochenta a sustituir
mujeres por género, hace valioso su aporte en tanto que la categoría de
género aparece en la autora no sólo como forma de hablar de los sistemas
de relaciones sociales o sexuales sino también como modo de situarse en el
128
debate teórico. En este sentido, el presente trabajo toma una concepción
amplia del género, la cual puede sintetizarse en las palabras de Lamas,
cuando manifiesta que:
129
explicativos, será con objeto de justificar científica y por tanto
“objetivamente” el esencialismo aristotélico en el que por ejemplo la mujer
se asociaría a Naturaleza por su única función reproductora de tener la
capacidad única e intransferible de dar nacimiento a la especie humana.
130
garantiza el goce de sus derechos” (Pineau, 2007). Es decir, la familia
(heterosexual) en tanto “normalidad natural” se transformó así en el gusto
medio al modo de la moral cristiana y productiva a tal punto de convertirse
en mandato performativo de tipo dictatorial.
131
(formados de manera inicial en las prácticas extractivistas). Pineau (2014)
al hablar de la escuela como máquina estetizante, la entiende
132
muchos aspectos “biológicamente” más débil que el hombre debido
supuestamente a que en la Naturaleza (según qué especies se tomen de
parámetro), el macho es el que consigue la comida, cuida de la hembra, etc.
Y el dejar de lado sociedades tribales en donde los comportamientos
culturales de género son inversos o simplemente distintos, ha sido parte de
la estrategia heredada de considerar solo el comportamiento de especies
deliberadamente seleccionadas al modo heteronormativo, acordes también
en el siglo XX con todo un proceso de expansión globalizadora y
homogeneizadora que instala un único modelo capitalista violento de
cultura de masas.
133
dueño del espacio público, del trabajo garantía de supervivencia, de la idea
de fortaleza y protección familiar, del rendir cuentas ante el Estado (primer
ciudadano en términos políticos). Esto embarcó seguramente el educar a
niños y niñas bajo lo que hoy se entiende como género en tanto
construcción cultural de la diferencia sexual. Y si en el mundo biológico la
relación macho/hembra es vista como instintiva, este modelo al trasladarse
a las relaciones sociales se transformará en el discurso
esencialista/naturalista, de que la mujer y el hombre son por naturaleza de
tal y tal forma. Negar el aspecto cultural fue consensuadamente también la
estrategia básica para naturalizar el modelo positivista.
134
ginecrático”20 del que habla Lugones, 2008) entonces la Naturaleza como
entidad también lo puede ser. Es así que se sostiene la interpretación de que
la mujer deja de ser divina al naturalizársele cierta cultura capital-patriarcal
sobre su cuerpo para así abrir la puerta de explotación “éticamente
justificada” de la Naturaleza, fin último de dominio que buscó la ciencia
galileana desde el siglo XVII, abandonando la idea rectora y organizadora
de Dios.
20
Antes de que el colonialismo con su modelo personalísimo de Dios cristiano reemplazase a la
teología colectiva de las sociedades tribales. (Lugones, 2008)
21
A esto se refiere Rita Segato (2011) cuando manifiesta que las relaciones coloniales
cambiaron al interior de los conceptos mantenidos por las culturas originarias.
135
interna mutaba; ya no era lo mismo, quedaba la apariencia pero no así su
esencia, juego epistémico heredado de cierta filosofía griega.
136
legítimamente constitucional sobre el cuerpo de la mujer y sobre el cuerpo
de la Naturaleza. El casamiento no sólo se da así entre Hombre y Mujer
sino también entre Naturaleza y Capitalismo.
137
dominante, los cual se mantienen voluntariamente en la cotidianeidad a
través de un control social entre los mismos sujetos.
138
las pautas de <distinción> de sus grupos de
pertenencia”. (Pineau, 2014).
22
Aquí es dable mencionar que según cada lengua, la Naturaleza o aquellos objetos que la
denotan adquiere gramatical y discursivamente un género femenino o masculino según sea el
caso a considerar. Lo que en Argentina es “el árbol”, en portugués sería por ejemplo “a árvore”.
23
Jerga que explicita la afirmación de contagio sexual en tanto contaminación de la Naturaleza,
trasladando así el modelo biologicista a las relaciones sociales de modo de volverlas productivas
al sistema industrial imperante: la homosexualidad no reproduce.
139
es un transmisor de pensamiento, expresa lo que “yo pienso”, lo que “yo
siento”, “mis emociones”. Si se controla al cuerpo se controla en última
instancia al pensamiento. Lo que busca entonces el bio-poder es manipular
la mente de las personas a través de un disciplinamiento polar persuasivo
del cuerpo generizado ya que solo de este modo se cumple el axioma
foucaultiano de que lo importante no es que los sujetos sean libres sino que
se crean libres, en esa condición de libertad, y el creerse libres es lisa y
llanamente un tipo de pensamiento, aquel que garantiza la actuación de la
bio-política en tanto regulación de las poblaciones en términos de
macho/hembra.
Según Illouz (2012), “la cultura del consumo coloca el deseo en el centro
mismo de la subjetividad, y la sexualidad se transforma en una suerte de
metáfora generalizada del deseo” (Illouz, 2012: 63). Este deseo sexual
entonces puede estar pensándose como vinculado a la cultura de masas, la
cual solo es posible en un marco capitalista neo-liberal globalizado a través
de sostener altos patrones de consumo que implican necesariamente la
explotación del ambiente, haciendo que la promovida e ilimitada
insatisfacción sexual sea saldada y compatibilizada con la producción
manufacturada.
140
sino a un sentido instrumentalista como vía de acceso a un placer
manufacturado, al modo smithiano de la economía liberal clásica: el sexo
como tal no existe sino es con un fin (la reproducción) al igual que la
Naturaleza no existe sino es también con un fin aún mayor (la explotación
o extractivismo).
141
género, la edad, la etnicidad, y las restricciones acerca de cómo se deben
entablar las relaciones eróticas. Estas restricciones tendrán su impronta en
la temática ambiental: los quiénes serán las multinacionales y el cómo, bajo
la modalidad de mono-explotación desenfrenada. Los mecanismos
integrantes del aquí denominado dispositivo de extracción se agudizan cada
vez más, por lo que aumenta el espacio privado ilegítimo al tiempo que se
irrumpe de manera anti o des-civilizatoria a la Naturaleza, desde ya
concebida como entidad no sujeto de derechos (excepto la incorporación
textual aunque a veces no tangencial en las Constituciones de Bolivia y
Ecuador).
142
visibilizando los afectos y los cuerpos sexuados que los contienen”.
(Morgade, 2013)
La ideología heteropatriarcal
La ideología patriarcal oprime tanto la categoría femenina como ambiental
por ser para ella ambas principios débiles, dóciles y de libre acceso, a los
cuales procura llegar utilizándolos entre sí. Esto es, una opresión
garantizada entre los mismos sujetos oprimidos.
143
Sumando a esta propuesta “mediadora” entre lo deseable y lo posible, sería
propicio retomar también la idea de “sujetos feminizados” que entrarían en
esa categoría de “mujer”. Así, el ecofeminismo se transformaría en una vía
de emancipación no sólo de las mujeres y la Naturaleza sino también de
aquellos sujetos feminizados (gays, lesbianas, trans, etc.) para no caer en
una vuelta regresiva y contrarrevolucionaria a los principios feministas de
la primera ola que esencializaban a la mujer. Es decir, debería estar a la
altura de los llamados feminismos de la tercera ola, y es en este sentido que
se habla de un ecofeminismo construccionista. O sería quizás proponer lo
que la feminista poscolonial Spivak llama “esencialismo estratégico” (o lo
que Judith Butler denomina fundamentos contingentes), de que si bien “no
hay mujeres”, en el ámbito práctico es necesario suspender la discusión
teórica para lograr conquistas concretas.
144
La ideología heteropatriarcal ha tendido fuertemente a naturalizar la
relación asociada y obligada de la mujer con el principio femenino y por
tanto hacia adentro (simbología de la casa) y al hombre con el principio
masculino y en efecto hacia fuera (simbología de la polis o ciudad). Pero
cómo nos movemos en nuestro entorno será la clave pedagógica, el desafío
social-cultural y la resistencia política ante el actual mundo contemporáneo
post-fordista que denuncia a diario una implacable y arrasadora crisis eco-
civilizatoria.
145
VI. SEXUALIDADES DIVERSAS Y OPOSICIONES
HOMOGÉNEAS
Trans
Trans es la expresión genérica que engloba a travestis, transexuales y
transgéneros. Estas no son categorías mutuamente excluyentes y por
diferentes factores su significado varía entre países, incluso entre
hispanoparlantes. Para expresar gráficamente esas categorías suele usarse la
sigla TTT.
146
El homosexual tiene muchísimos menos privilegios respecto del
heterosexual: el no poder disfrutar de un noviazgo público, el insulto
callejero, la adquisición limitada de trabajo formal o ciertos tipos de
trabajos, la no posibilidad de donación de sangre, la visión afeminada
estereotipada vuelta elemento de reconocimiento social, el rechazo familiar
en muchos casos, el miedo a “salir del clóset”, el paradigma psiquiátrico y
psicológico que aún en algunos lugares, personas y teorías sigue viendo en
forma vigente a la homosexualidad como enfermedad o como anormalidad
para gran parte de la biología, el arresto policial homofóbico y de clase
social, el secuestro, asesinato y violación sistemática26 de sus derechos
humanos en países de fuerte estigma social homofóbica como Brasil 27,
Rusia, países árabes-musulmanes o algunos de Centroamérica, etc. En este
mismo sentido atribuido, el hombre tiene privilegios respecto de la mujer,
la mujer respecto de ciertos gays, el gay activo respecto del gay pasivo, la
mujer blanca respecto de la negra, el gay de clase media o alta respecto del
de clase baja, etc.
26
Durante por ejemplo la dictadura militar argentina, existió no muchas veces contada, un
secuestro sistemático de homosexuales como parte de la limpieza moral cristiana, occidental y
de orden del “Proceso de Reorganización Nacional”. Y la siguiente estigmatización al llegar la
democracia consistió en asociar al SIDA directamente con el homosexual.
27
En Brasil, muere aproximadamente un homosexual día por medio, según algunas estadísticas.
147
ese es el ámbito de reconocimiento social que poseen, el espacio legítimo
“concedido” por la sociedad, produciéndose un choque entre la cuestión
económica y la de identidad social.
Bajo esta idea, Nancy Fraser (1997) explica el cruce que suele ocurrir en
estos colectivos feministas y de diversidad sexual, en torno al dilema
redistribución-reconocimiento, es decir, la injusticia económica y la
injusticia o explotación social, cultural o simbólica, constituyéndose en
colectividades bivalentes.
Por una parte, por citar el ejemplo del movimiento feminista, desde el lado
de la injusticia económica exigen el resarcimiento en forma de igualdad
(con el género hombre) pero por otra parte, desde el lado de la injusticia
simbólica necesitan diferenciarse del colectivo hombre y constituirse como
algo distinto para poder ser visibilizada su lucha, provocando la exigencia
de diferencia. Así, igualdad y diferencia tendrán éxito articulado si el
movimiento logra combinar dichas instancias positivamente. La autora
también expresa el posible paso de la idea de clase a la de grupo,
manifestándose en la materialidad de personas gays que se ubican dentro de
diferentes clases sociales.
“Lo trans” remueve los Paradigmas del Error, las metáforas de cuerpo
equivocado, los protocolos de tratamiento, los estigmas y el imperialismo
sexual que mueve y promueve nuestros cuerpos.
Transgénero
“No todo el mundo tiene la posibilidad de pensarse su cuerpo.
¿Cómo es que alguien no ve otra salida que el quirófano?
Y no estamos juzgando a la gente que se opera.
Sino, ¿en qué sociedad de mierda vivimos
porque alguien para ser feliz necesite operarse?”
-Miquel Missé-
148
modificación corporal. En alguno de los casos, no se identifican con
ninguno de los géneros convencionales (masculino y femenino).
149
Los Arapesh, sean hombres o mujeres, desarrollan una personalidad que
desde la visión histórica limitada y occidental denominaríamos “maternal”
en relación al cuidado de los niños y “femenina” en los aspectos sexuales.
Allí, los individuos son educados para que sean pacíficos, cooperativos y
atentos con las necesidades de los otros independientemente de su sexo,
además de que ninguno considera la sexualidad como una fuerza
demasiado motivadora.
Travesti
En general, travesti es la persona a la cual le fue asignada una
identificación sexual masculina al nacer, pero que construye su identidad
de género según diferentes expresiones de femineidad, incluyendo en
muchos casos modificaciones corporales a partir de prótesis, hormonas,
siliconas, etc. aunque, en general, sin una correspondencia femenina en lo
genital.
150
decisión individual. Y si también como afirma la autora de “El Segundo
Sexo” (1949) la mujer ha sido siempre definida históricamente en relación
a algo (madre, mujer, hija, hermana, etc.) también la travesti/trans se le ha
definido performativamente como prostituta, puta u objeto sexual. Esto es
en sí una práctica subversiva de suma importancia porque rompe y
corrompe del imaginario social la idea de“hombre con pene”/ “mujer con
vagina”, mostrando un ser que se afirma a sí mismo como “mujer con
pene”, es decir, reproduciendo el binarismo sexual superficial pero
volviéndolo perverso en su interioridad y perversidad entendida como algo
positivo y revolucionario.
151
carácter performativo y subversivo. Somos ante todo humanos pero auto-
identificarse como gay, lesbiana o trans denota la existencia de un colectivo
que rompe con el paradigma de la normalidad establecido en y por la
medicina, la biología, la psiquiatría y otras ciencias positivistas, las que
deberán eliminarse o auto-afirmarse con un nuevo discurso contra-
hegemónico.
Este sujeto activo sin embargo auto-gobierna sus conductas sobre la base
de los parámetros que expertos (médicos, psicólogos, por qué no
comerciantes) le ofrecen como forma de autoanalizarse. Esto es, la misma
medicina y psicología nos dan las categorías sobre las cuales ejercer
nuestro gobierno. Sin más, también se vincula a efectos de poder
complementados, en el que la sensación de frustración y sufrimiento que el
capitalismo produce en las personas lleva a provocar un aumento de la
cantidad de psicólogos y médicos especialistas en patologizar cualquier
sentimiento antes considerado “natural”, como la angustia misma. Por
tanto, el sistema capitalista crea un sufrimiento normalizado al cual
remedia con la creación de más psicólogos para tratar las problemáticas que
él mismo incita en la mente de las personas al construirles significados de
mundo y negarle las condiciones materiales de existencia para los mismos.
152
decir, debe existir para saber la sociedad lo qué es normal y deseable para
una cierta época y por ende lo que no debe ser ni hacer. Hoy, esta época es
neo-liberal en fuerte choque con movimientos de liberación nacional-
regional y socialista.
153
modificación en el marco de una industria medicinal y estética de cada vez
mayor accesibilidad aunque aun fuertemente concentrada en grupos
económicamente pudientes.
El sujeto oriental, por el contrario, hace uso del cuerpo no como identidad
en sí sino como instrumento de una posible liberación más allá de lo
corpóreo y el sexo se torna así sexo espiritual. El cuerpo aquí es utilizado
no como fin en sí mismo o como objeto de placer directo, sino como medio
para el disfrute de un placer más elevado, es decir, expandiendo la
corporeidad física para incluir lo mental y espiritual (sexo tántrico).
Transexual
Transexual es aquella persona que construye una identidad de género
(sentimientos, actitudes, comportamientos, vestimenta, entre otras
propiedades) diferente a la que le fue asignada en su nacimiento. En
muchas ocasiones requieren para la construcción corporal de su identidad
tratamientos hormonales y/o quirúrgicos incluyendo intervenciones de
reconstrucción genital.
154
una relación de amor con el otro, con otros, con uno mismo, y no en el
sentido netamente sexual de coito. Y pasamos finalmente también de “lo
animal” (macho/hembra) a “lo humano” (géneros).
Pero el problema se hizo más patente con los discípulos de esos médicos,
que pasaron a ser más bien guardianes del género, más interesados en
mantener el sistema de género que en romperlo, mantener el orden
tradicional, y luego las personas trans se dieron cuenta pronto de ello. Las
líneas de investigación sobre transexualidad de los primeros programas
universitarios médicos de EEUU dieron un giro hacia posturas
conservadoras elaborando criterios muy estrictos para que una persona
pudiera modificar su cuerpo. Cuando las personas trans querían hablar por
sí mismas descubrieron que se habían convertido en pacientes, y ese era su
lugar de enunciación. Y la relación entre médicos y pacientes no es igual,
precisamente es eso lo que le interesaba a Foucault estudiar, las relaciones
de poder que se dan entre médicos y pacientes, y que lo plasmó
inicialmente en su estudio “Historia de la locura en la época clásica”. Se
pasó de un diagnóstico de la transexualidad a una caja cerrada que incluía
todo lo no normativo.
155
sobre la base de una perspectiva médica, una determinada manera de “ser
trans” correcta, aceptable y legítima. En consecuencia, comenzó a iniciarse
un movimiento activista por la despatologización trans: tenemos algo que
decir y decidir quiénes somos y qué queremos. Los requisitos para acceder
al cambio de sexo, una vez patologizada la persona, incluían el deseo de
vivir en el otro género desde la infancia misma y el sentir rechazo hacia los
caracteres sexuales secundarios del propio cuerpo, genitales y relaciones
sexuales, generando trans excluidas. Entonces, el “modelo médico de la
transexualidad normativa” no solo condicionaba sino abyectaba, siempre
desde la lectura del trastorno mental.
Era preciso así crear nuevas narrativas trans, pero existe muy poca
bibliografía sobre transexualidad que no sea médica, y menos aún en
español. Missé expresa que “nos tragamos todo el discurso patologizador
psiquiátrico de golpe”, nos explican de repente qué nos pasa y qué tenemos
que hacer. En este qué tenemos que hacer ocurre lo que xl autor llama
“tratamiento triádico”: 1) el diagnóstico del psiquiatra, 2) la hormonización
y operación, y 3) la vida normal como hombre o mujer. Esto evidencia que
las personas se construyen en relación con aquello que conocen, sobre
ciertas ideas corporales, pero para obtener ese diagnóstico que es la puerta
para acceder a los tratamientos de reasignación de sexo es necesario
expresar en el “Test de la vida real”, un relato de vida pasada muy concreto
y tener en la actualidad un estilo de vida definido, que los médicos la
descubren a través de la observación de la experiencia de la vida real (si se
vive en el otro género y “adecuadamente”), pudiendo durar unos meses
hasta incluso un par de años.
Algunos estudios relatan que las personas trans falsean su relato de infancia
para obtener el diagnóstico de trastorno de identidad de género. Es como si
la ley te permitiese ser (no estar) algo contra-natural y tu naturaleza
desviada debiera crearse desde el nacimiento mismo: se es trans de por
vida, desde que se nace hasta que se muere, no permitiendo la
transexualidad como tránsito ni como vida en determinado momento. Para
conocer las respuestas que los médicos esperan se realizan de hecho foros
en internet para saber qué y no decir. De este modo, las personas trans han
adoptado los discursos médicos para definirse y explicarse a sí mismas
haciendo del relato de la infancia algo consciente o inconsciente. Esto
156
sujeto siempre a la opinión pública en torno a la modificación de partes del
cuerpo, a pesar de que hoy todxs lo transformamos de diversa manera.
Si existe algo que nunca permanece igual, por la propia biología misma, es
el cuerpo, donde parece médicamente correcto “engordar” por el exceso en
la comida, que agregar un implante mamario. Las técnicas de modificación
corporal, cirugías y tratamientos hormonales no son exclusivos del
colectivo trans, la cuestión es que solo algunas eran y están más
normalizadas que otras. Por ejemplo, todas las cirugías reparadoras (luego
de una guerra, de un accidente, etc.) tienen una gran aceptación social.
Ahora bien, aquí puede observarse una tenue distinción entre accidente
social y accidente de la naturaleza, éste último a pesar de ser llamado
“accidente de la biología”, donde parece que la naturaleza o Dios se
equivocan todo el tiempo lanzando estos cuerpos al mundo, no es
habilitado a la cirugía socialmente aceptada.
El cuerpo pasa a ser visto, según Missé, como objeto de consumo, como
mercancía y como obsesión.; la presión constante de un “cuerpo perfecto”
y la discriminación de casi todos los cuerpos que no llegan a ello, así como
el antes y el después de quienes lo alcanzan, hace que muchas personas no
quieran vivir en sus cuerpos, viviendo más en su mente, sede del prejuicio,
en el intento continuo de agradar a los demás, de aparentar una externalidad
bella sujeta a una estética social (lo socialmente bello). Vivimos en
sociedades del maquillaje. El amor se vuelve entonces también propiedad
157
de aquellos sujetos capaces de poder amar lo no socialmente bello, una
división entre el espectáculo y la vida real, pero el amor se vuelve además
una comprensión pesimista de la belleza, que a costa de no obtener “pareja”
acepta cualquier modalidad de sujeto que no tenga el cuerpo deseado en lo
individual.
Intersex/Intersexual
Michel Foucault describe a modo de relato la historia detallada de
Herculine Barbin, unx francés/a hermafrodita. ¿Qué significa ello? Una
persona cuyo cuerpo sexuado (sus cromosomas, gónadas, órganos
reproductivos y/o genitales) no “encuadra” dentro de los estándares
sexuales masculinos ni femeninos que constituyen normativamente la
diferencia sexual promedio: un pene o vagina de determinado tamaño.
158
des-mistificar la intersexualidad en las y los seres humanos. Ampliaremos
en la segunda parte de esta obra.
De igual forma, el uso del término “minorías” también está en desuso por
el significado peyorativo implicado en el término el cual lo inferioriza con
respecto a una supuesta mayoría a la cual se someten en tanto opinión
pública dichos sujetos “minoritarios”.
159
Homofobia, lesbofobia, transfobia, bifobia
Constituyen una percepción o mirada deliberada individual, grupal o social
que expresa una visión intensamente negativa acerca de gays, lesbianas,
trans y bisexuales. La homofobia implica por ejemplo, según Fraser (1997),
una devaluación cultural de la homosexualidad. Y en sí, esto oculta un
racismo intrínseco y un racismo por cupos a nivel estatal.
160
personas, familias de amigos, comunidades, etc., bajo la reproducción civil
ampliada de la institución del matrimonio, instrumento que sirvió para
instalar el patriarcado cristiano; además de servir precisamente a los fines
estadísticos de control bio-político. Se produce también, una relación
directa entre una mayor cantidad de trabajadores sociales y los diversos
tipos de familias, pues los primeros salvan el débil nexo que el Estado
pueda tener para controlar (conocer) a las “nuevas familias”, las que se
escapan las más de las veces de la bio-política debido a su espesor y
especificidad aún no conocida o comprendida.
161
VII. HETEROCAPITALISMO
La mixtura entre heterosexualidad y capitalismo resulta en el llamado
heterocapitalismo. El capitalismo es de por sí heterocapitalista, esto es, un
sistema de producción opresivo y excluyente en el que domina el
patriarcalismo, el machismo, el sujeto hombre; también ciertas prácticas
coloniales y resabios históricos de dominación fuertemente instalados.
Heterocapitalismo por dos razones: a) por el dominio del género hombre
sobre el de mujer, y b) por la hegemonía de la visión heterosexual en la
sociedad toda.
162
en tanto contra-revolución sexual (Borneman, 1979) que despojó a las
mujeres de su sexualidad intrínsecamente diversa28, haciendo del parto que
antes era considerado un orgasmo mismo (la lactancia de hecho también)
un acto de dolor, y logrando compenetrar la represión a esa sexualidad con
ciertos patrones fisiológicos.
28
En el siglo pasado, el matrimonio Masters y Johnson realizó una serie de investigaciones en
donde determinó que anatómica y fisiológicamente el útero estaba diseñado para realizar 50
orgasmos consecutivos.
163
En fin, la idea en sí de que el hombre produce (trabaja en el sistema
capitalista) y la mujer reproduce (niños, crianza, maestras jardineras). Y si
el hombre produce y la mujer reproduce, los colectivos de la diversidad
sexual conducen (esto debería ser su legado actual). Además que esa
tajante oposición niega la diversidad en su interior y en sus periferias. Tal
conducción, por último, debiese estar a cargo tanto de movimientos
feministas como de colectivos de la diversidad sexual, ya que comparten
sus luchas como sujetos oprimidos históricamente.
164
Sobre la base de análisis previos es posible llegar a concluir que el tema
central de las categorías que entran en conflicto aquí sería el “factor
tiempo”. Según Harvey (2012), las recurrentes crisis del capitalismo (a las
que podríamos manifestar que las busca de forma periódica como modo de
implantar políticas de cada vez más fuerte tinte neo-liberal), cuyo problema
central encuentra solución en su periferia, implica una serie de soluciones
espacio-temporales a la sobreacumulación. De estas, es posible deducir que
una de las modalidades que asumiría sería la de la creación o ampliación de
ciudades o espacios urbanos que, a grandes rasgos produce el siguiente
fenómeno: a más espacio, más tiempo para hacer uso del mismo, en
consecuencia mayores efectos nocivos sobre la distribución temporal de
actividades domésticas (de las cuales aún las mujeres continúan teniendo el
monopolio impuesto patriarcalmente) así como laborales.
Las grandes distancias que requieren para hacer uso diario las ciudades de
tamaño considerable y metrópolis (llamado también “pobreza de tiempo”),
la producción del espacio en general y la no adaptación del nuevo
urbanismo a las necesidades y compromisos de las mujeres con la vida
familiar, doméstica y laboral, repercuten cada vez más fuerte en la
configuración del tiempo. Y es que aún el monopolio femenino sobre las
tareas domésticas es un hecho no erradicado. A su vez, el tiempo post-
fordista, de acumulación flexible de capital, no es uno pensado para la
lógica de la mujer en su ingreso al mercado de trabajo pos Guerras
Mundiales (invisibilizando aún mismo su labor de asistencia en tales
contextos bélicos internos, como el importantísimo papel que tuvieron las
enfermeras y cocineras).
165
naturales” como la maternidad, el cuidado de los hijos y la
protección/distribución de los recursos indispensables para el
mantenimiento de la vida. De allí que en la filosofía pachamámica la mujer
parece tener más importancia política, mientras que en la extractivista se le
relega a un segundo plano epistémico.
166
También, la trayectoria geográfica de la crisis capitalista impacta enorme y
diferencialmente sobre la población agrícola que en determinadas zonas de
América Latina (y gran parte del mundo, 70%) es realizada por mujeres
campesinas e indígenas a las cuales se les reapropia una mayor plusvalía al
decir de Marx (el capitalista se queda con más dinero no pago cuando se
trata de proletarias). Su efecto directo se evidencia en la emigración “del
campo a la ciudad” que modifica toda la lógica de trabajo y promueve el
abandono de prácticas de autosuficiencia, muchas de las cuales son
llevadas a cabo principalmente por tales mujeres que resisten con motivo
de re-ruralizar sus vidas, en una política fuerte de contra-urbanización.
Esta venida a la ciudad explota también su cuerpo en una lógica tripartita:
doméstica interna (su casa que implica tanto mantenimiento del hogar
como de quienes habitan en ellos), doméstica externa (la casa de otra
familia, además jugando también roles de niñeras y madrastras) y laboral
pública (trabajos antiguamente pertenecientes al mundo laboral masculino,
mundo al cual se accede asumiendo arquetipos de conducta varonil pero
siempre con un acceso limitado a cargos de poder altamente
influenciables).
29
No es menor notar el debate sobre lo que implica saltar la cuestión de género en busca de
lograr una propiedad colectiva comunal a partir de la lógica de la propiedad individual. Esto
significa, ¿cómo abordar la demanda del acceso a la tierra por parte de las mujeres cuando la
postura se esgrima en torno al concepto y lucha por la propiedad colectiva en tanto demanda
“agenérica”? Lo anterior se vincula a un debate más amplio acerca del promover derechos
específicos a grupos históricamente relegados y su compatibilidad discursiva con el lema de los
derechos universales. Más aún, el centro de esta aparente oposición se relaciona directamente
con la matriz marxista clásica, la cual pensaba que tras acabarse la lucha de clases, la lucha de
167
realizan multinacionales de la innovación farmacéutica a través de la bio-
piratería de los conocimientos y saberes ancestrales de pueblos originarios,
la organización comunal cada vez más subyugada y desdibujada por
prácticas neo-coloniales, las luchas ambientales lideradas por
organizaciones de mujeres y fuertemente invisibilidades dado su evidente
potencial subversivo, son indicios para entender el funcionamiento de la
lógica de circulación del capital y de cualquier alternativa que se proponga
como superadora de la misma.
género se resolvería por sí sola, algo que diversas corrientes feministas, incluso post-marxistas,
niegan epistemológicamente desde un principio.
168
A su vez, el cuerpo de la mujer como aparato de reproducción de fuerza en
la lógica violenta del capital, parece tener otra función algo diferente a la
que tenía otrora: si en situaciones en que la población diezma se necesita de
las mujeres para “parir proletarios”, ahora se procura que su parto sea con
objeto de mantener una reserva de mano de obra barata que mantenga los
niveles de salario bajos vía competitividad en el mercado laboral. Esto a
nivel político tiene fuerte impronta a la hora de abordar la promoción de
políticas públicas que reproducen los mandatos performativos de la
maternidad.
169
trabajos ocupados mayoritariamente por el sujeto hombre implican un
horario de salida y de entrada que no permiten el contacto fluido y
constante con los hijos, -como el salir a altas horas de la noche-, hacen que
su voluntad paternal se vea obstaculizada y reducida al saludo nocturno en
la cama. Tampoco puede pasarse por alto que la cultura de hacer de la
noche el día, con comercios y servicios para todo público abiertos las 24 hs.
logra que en algunos sitios específicos con presencia mayoritaria de etnia y
nacionalidad inmigrante, sean las mujeres negras y/o de clases populares
quienes ocupen esos puestos, horas a su vez de menor retribución
monetaria.
170
Por tal razón, el capital económico-sexual que circula como agua en los
cuerpos y la Naturaleza, es un capital que se mueve por sobre “lo vivo”, y
es precisamente esa vitalidad con potencial de acción, con fuerza intrínseca
de movimiento, la que puede generar la resistencia necesaria (desde la
perspectiva de Foucault) al poder patriarcal, para conseguir combatir las
“destrezas humanas y científicas” que han declarado una guerra intolerable
contra las mujeres y los sistemas vivos del planeta Tierra.
Por otra parte, teniendo en cuenta los aportes de Harvey (2012) sobre el
cuerpo en tanto “medida de todas las cosas” y su reflexión pertinente sobre
el interés re-fundante en la actualidad por la corporaleidad (por ejemplo
desde las teorías feministas), ¿en qué medida el cuerpo puede ser
asemejado a un territorio y cómo incluso se distribuye ese excedente de
capital en el propio cuerpo? Si pensamos en las transiciones del trabajo
material al inmaterial o cognitivo, podemos observar que la distribución de
las funciones del cuerpo (de los brazos fordistas al cerebro post-fordista;
del útero como fábrica de trabajadores táctiles a la genitalidad como
pornografía visual) muta en cierta forma de acuerdo a los objetivos del
capital. De allí que sea propicio preguntarnos cómo se produce ese capital,
cómo circula y cómo se absorbe tanto en el territorio físico como en el
cuerpo carnal devenidos ambos espacios de resistencia, de lucha política,
30
Término utilizado por el sociólogo español Manuel Castells (2009)
171
de simbolismos en casos románticos y al mismo tiempo de contra-poder y
contra-hegemonía.
Heterosexismo cultural
Los distintos mecanismos heterosexistas existentes en la actualidad tienen
un origen, no son atemporales ni dados por una supuesta naturaleza tanto
de justificación humana como divina. Al decir de Bourdieu, las
instituciones muestran una amnesia sobre su primigenia que busca con ello
volverlas eternas: siempre han existido, existen y existirán. La
heterosexualidad es una de esas instituciones socio-normativas producto de
un concepto más amplio que es el de heteronormatividad, esto es, la
construcción bi-naria de dos sexos opuestos y al mismo tiempo
complementarios. De hecho mismo, si se llegase a admitir teóricamente la
existencia única de dos sexos, su construcción como polos de oposición y
no semejanza es una construcción cultural arbitraria.
172
qué soy gay” y le respondieron: “no te preocupes, yo también quiero saber
por qué no lo soy”. Que la heterosexualidad se haya naturalizado bajo
principalmente el discurso biológico de reproducción de la especie (cuando
en otras épocas las relaciones gay-lésbicas eran frecuentes y las personas
sólo se reunían en determinados momentos del año para “procrear”) y se
haya patologizado o considerado como desviación la homosexualidad, no
es pretexto para argumentar que ésta es anti-natural. Como expresa Diana
Fuss, la distinción entre naturaleza y cultura es paradójica y no existe, por
cuanto lo que consideramos como natural depende de nuestra cultura.
173
Una famosa frase dice “se es heterosexual hasta que se demuestre lo
contrario”; impone modelos que nos dicen cómo amar y cómo practicar el
sexo, generando una violencia epistémica (de formas de conocimiento
según se sea hombre o mujer) y una producción de otredad, denominada
estereotipia. En este sentido, se construyen estereotipos de género en
relación a la heterosexualidad y estereotipos de sexualidad cuando se trata
de gays y lesbianas, pues todo lo que no sea normal es cuerpo y todo
cuerpo es partícula susceptible de sexualización.
Pero más de saber cuántos somos, el punto central gira en torno a dos
especificidades: la categoría de homosexualidad se inventa hace unos 150
años, entonces ¿cómo entendemos la homosexualidad cuantitativa en
épocas anteriores? Y la segunda cuestión es más que saber cuántos, el
cómo. La famosa y arcaica Tesis del Contagio habla de un miedo social a la
proliferación. Aun hoy muchas personas tienen pánico homofóbico de
acercarse a un gay o lesbiana por medio a contagiarse. Es la idea de
174
contagio una de las principales técnicas bio-políticas de control social y
autogobierno. La normalidad es sinónimo de seguridad, de previsibilidad,
la anormalidad o la rareza se asocia con miedo, con incertidumbre.
175
economía feminista. Ésta se preguntará: 1) ¿Cuáles son las necesidades que
debemos satisfacer?, 2) ¿Cómo las satisfacemos?, y 3) ¿Cuáles son los
trabajos socialmente deseables? Por tanto, ¿es imprescindible que se
absorba en demasía la mano de obra utilizada en la industria armamentista?
¿Cuántas personas sostienen laboralmente al sistema financiero mundial?
Por supuesto, habrá que generar procesos de transición justa de empleos
indeseables, es decir, que no nos benefician, a labores socialmente
deseables, esto es, que produzcan bienestar a toda la población.
NOTA DE OPINIÓN
“Hazle caso a tu madre”
Pocas veces nos detenemos a reflexionar acerca de los
terribles grados de opresión que acentuamos
reiteradamente en la cotidianeidad. Frases como las de
"hazle caso a tu madre" merecen nuestra seria,
profunda y urgente atención. Si creíamos que la
igualdad de género (discurso mediático del capitalismo
moderno paternalista) estaba concluida, nada más
alejado de la realidad; aún seguimos reproduciendo
esquemas binarios forzados (hombre/mujer), vestigios
coloniales simulados (amo-esclavo) y éxtasis de
patriarcado republicano (ciudadano hombre universal y
burgués con derechos políticos intransferibles).
176
autoridad, sí, pero esa autoridad es dada por mí,
patriarca soberano varón, rey monarca pater familias
del siglo XVII, poder legislativo y judicial simultáneos,
concentrador de capital simbólico y repartidor de
poderes facultativos, extractor de plusvalía familiar que
otorga por "ahistoricidad hereditaria" la potestad de
gobierno de turno al sujeto "mujer", constitucionalista
conservador que cede administración liberal pero
mantiene derecho feudal, sujeto representante del post-
fordismo que, sentado en la punta de la mesa, como
todo "buen padre", como todo tradicional privilegio
románico, explota la destinada mano de obra barata de
los demás restantes miembros del espacio doméstico
despolitizado de la institución familiar.
177
VIII. ESPACIOS Y HÁBITATS
“¿Qué estabas haciendo?”
Metáforas de la espacialización
Hay una lógica de límites, márgenes, fronteras. Hay inmigrantes y nativos
que habitan en ella. Esta lógica es la que Diana Fuss llama Dentro/Fuera:
un afuera exterior homosexual, invisible, no representado que afianza la
pureza del Dentro, lo legítimo, cultural, inteligible, heterosexual, y que
depende de su existencia de haber definido quién está fuera de esta
frontera, tal cual el establecimiento de cualquier soberanía nacional: se es a
través de lo que no se es, pero si lo que no se es no se sabe qué es, entonces
no se puede ser. Este trabalenguas simplemente expresa que no existe el/la
heterosexual sino está presente el /la homosexual. Toda exclusión es un
proceso social de marginalización que crea lo marginalizado, en una co-
dependencia que afirma que toda transgresión de la norma la presupone y
la requiere.
178
El afuera siempre es deseado porque es el espacio de liberación, de
autenticidad, de emergencia. El adentro es el espacio de las identidades
coercitivas y falsas que se maneja por modelos de acción y reacción
definidos por los hombres. Todo dentro es heteronormativo y patriarcal.
Todo afuera incorporado al dentro en términos de inclusión es un proceso
de ajuste estructural de las y los homosexuales al modelo heterosexual. En
esa frontera, desde una perspectiva foucaultiana, el poder es a lo que nos
oponemos (resistencia) pero también es lo que dependemos para nuestra
existencia y lo albergamos en nuestro interior. El poder no se nos impone
sino que adquiere fuerza porque lo internalizamos y acabamos por
aceptarlo con sus condiciones: “el sujeto que se opone a las normas ha sido
producido por tales normas”.
179
forma distinta. La anterior música que se escuchaba en ciertos espacios
determinados: casa, trabajo, y a través de ciertos medios: la radio, tenía
cierta configuración. Ahora, al poder escuchar en cualquier parte, las
canciones y estilos mudaron, el soporte se modificó, la posibilidad de llevar
la música de la casa o el trabajo a caminar o al colectivo, lo que también
tuvo su impacto en las culturas gays.
180
cambiado la realidad, pues solo una sociedad dividida crea divisiones
donde naturalmente no hubiesen existido
También para Freud, las guerras eran los momentos en que las sociedades
liberaban su sexualidad reprimida, y convertida en ira. Y justamente las
sociedades supuestamente “más civilizadas” son las que han llevado a cabo
por ejemplo las dos Guerras Mundiales. Estas también tendrán una fuerte
influencia en la impronta del movimiento feminista y la construcción de
subjetividades en la sexualidad: el ingreso de la mujer blanca al mercado
laboral pos primera y segunda guerra mundial y la aplicación de tecnología
de la guerra (comunicación, militar y de recuperación de cuerpos heridos)
en los aparatos sexuales utilizados para la “conquista” de placer en las
relaciones tanto hetero como homosexuales.
181
participantes. Pero ya en la Segunda Guerra Mundial y los recurrentes
atentados actuales, así como las bombas atómicas en Japón, instalaron un
modo de hacer la guerra impersonal: la masividad de los ataques no
permite la diferenciación entre niños, mujeres y hombres, se ataca al hogar,
no al cuerpo del combatiente. Y esto se vincula al desarrollo bio-
tecnológico en cual pareciese que perder la ética en la investigación
conlleva perder la poca moral humanista que existe en la guerra.
182
Bourdieu, sociólogo francés contemporáneo, habla de una “hipocresía
esencial” de la oposición entre pornografía y erotismo porque enmascara el
interés otorgado a la función y lleva a hacer lo que se hace como si no se
hiciera. Implica una lógica de jerarquización social, una idealización de la
sexualidad heterosexual genital en detrimento de otras sexualidades. El
sociólogo brasileño Leite Jorge Jr. (2012) comenta que es más importante
ver la reproducción de la sexualidad como un negocio tanto si viene de la
elite culturalmente valorada (arte erótico) como de sectores populares
(pornografía). Pero esta distinción propuesta por dicho autor del erotismo
como proveniente de las clases altas y la pornografía de las clases bajas,
oculta la verdadera producción cinematográfica “XXX”, de gran
presupuesto, así como desminoriza la representación artística de la
sexualidad de los sectores económicamente con menor poder adquisitivo.
Lo que sí puede visualizarse es la sexualidad como producto de consumo.
La definición clásica de pornografía la define como “toda clase de
producción escrita, musical, audiovisual o plástica orientada a un mercado
específico y que tiene como principal objetivo el logro de beneficio
económico mediante la excitación de sus consumidores”.
183
Es importante destacar que el origen y la evolución de la pornografía están
en estrecha relación con la satisfacción de los deseos sexuales de los
varones heterosexuales. Algunas estadísticas hablan de que ver pornografía
grupalmente es más común entre varones de 12 a 15 años, no dándose en
igual proporción en mujeres. La pornografía es considerada como fuente
semi-directa de conocimiento sexual estereotipado, de esas “cosas que no te
cuentan ni tus padres ni en la escuela”: el cuerpo desnudo de una mujer, el
sexo oral, el sexo anal, posturas del acto sexual, etc. En ella se aprende un
sistema de valores de género que por lo general cosifican a la mujer o
sujetan a modus vivendi sexual al gay pasivo. Pero en su mayoría, su
contenido es pensado por y para varones heterosexuales, promueve una
lógica de erotismo masculino, con imágenes femeninas estereotipadas
(sumisión al hombre u hombres, senos y trasero grandes, agresividad
masculina, etc.) centralizando la escena y sus planos en el pene (erecto) y la
eyaculación (en la cara, la boca, el ano o el cuerpo).
184
la mujer es sumisa, lo que en la pornografía gay se verá con los roles de
activo (penetra) y pasivo (es penetrado), aunque permite un cambio de
roles (amplio, penetra y es penetrado). La pornografía es también una
categoría de pensamiento, de repetición y de regulación que constituye uno
de los engranajes del dispositivo de producción de sexualidades del cual
habla Foucault. Es un dispositivo sexo-político-social que opera sobre la
construcción del género al igual que la familia y la medicina, por ejemplo;
un dispositivo que modela prácticas sexuales y que dice qué tipo de deseo
es gozable, deseable y pasible de llevarse a cabo.
185
Posporno en Barcelona. La concepción que subyace es que la sexualidad es
siempre representación, performance, pero donde se trata de evitar el
monopolio o concentración de esa representación, de resistir al discurso
normativo de la pornografía que hace de nuestros cuerpos objetos normales
o no aptos para la “posición social de belleza”, que se hace pasar por la
verdad natural del sexo.
186
una persona con su consentimiento. La eutanasia (de “eu” y “thanatos” =
buena muerte) puede ser indirecta cuando se produce por efecto secundario
(no se quería eso), o directa, que incluye dos modalidades: eutanasia directa
activa cuando se la induce por ejemplo con algún tipo de fármaco, o
eutanasia directa pasiva cuando se interrumpe un determinado tratamiento
(ortotanasia). El movimiento por la despenalización de la eutanasia se
vincula a un hecho fundamental y en disputa: la vida es un derecho, no una
obligación.
187
Hay que destacar que mientras son los varones los que mayormente se
suicidan, son las mujeres las que tienen mayores intentos de suicidio,
vinculados a la depresión y el trastorno mental (diagnosticado por
psiquiatras masculinos) mientras que el hombre lo haría por causas
laborales y ausencia de logros exteriores, ya que le daría, a diferencia de la
mujer, en el esquema clásico de género, menor importancia a su vida
afectiva e interna. Es curioso también observar los métodos utilizados para
el suicidio y cómo implican una auto-tanatopolítica del género: los
métodos masculinos suelen ser el dispararse, ahorcarse o tirarse de un piso
alto, mientras que los métodos femeninos la sobredosis, la ingestión de
veneno, el cortarse las venas, etc., lo que para algunos psicólogos simboliza
nomás el “llamar la atención”, de allí mayores intentos que suicidios
llevados a cabo en sí. Se dice también que es porque la testosterona vuelve
al hombre más resolutivo y por tanto le lleva al uso de métodos más
agresivos. Aquí habría que preguntarle a Paul Beatriz Preciado su opinión,
con base en Testo Yonqui (Adictx a la Testosterona).
188
IX. ALGUNAS OTRAS REFLEXIONES
FOUCAULTIANAS EN TORNO A LA
SEXUALIDAD
En su I Volumen de tres de Historia de la Sexualidad, la Voluntad de saber,
Foucault (1998) hace mención de lo que él denomina dispositivo de
sexualidad, uno de tantos otros dispositivos presentes pero que no siempre
ha existido. Para Foucault, un dispositivo es una red de relaciones
interconectadas entre diferentes elementos heterogéneos, que produce
efectos de poder, los cuales deberán reajustarse con los demás elementos en
torno al dispositivo dominante que se hegemonice en cierta época (ley,
disciplina, seguridad, etc.) sin que eso implique negar la presencia
simultánea de otros dispositivos. Por estos circulan relaciones de poder que
no son trascendentes sino inmanentes a otros tipos de relaciones como
pueden ser las económicas, las cognitivas y/o las sexuales.
189
La idea de sexo (algo más allá del cuerpo) se ha formado a través de las
estrategias de poder que constituyen el dispositivo de sexualidad. Esa idea
de sexo desempeñó históricamente tres funciones en aquél: 1) agrupó en
una unidad ficticia elementos anatómicos, funciones biológicas, conductas,
sensaciones, placeres; 2) sirvió para marcar la superficie de contacto entre
la sexualidad y las ciencias biológicas; y 3) permitió invertir la
representación de las relaciones entre el poder y la sexualidad en términos
de represión con objeto de que su dinámica productiva quedara
enmascarada. Y Foucault le agrega una cuarta función: la de que el sexo es
el punto imaginario y fijo por el que hay que pasar para acceder a la propia
inteligibilidad. De este modo el cuerpo se ha constituido desde hace siglos
como una estrategia política, como una política del cuerpo. Y a partir del
siglo XVII y XVIII, el cuerpo ha sido utilizado, cuadriculado, encerrado
como fuerza de trabajo para explotar al máximo su tiempo de productividad
y su tiempo de ocio.
190
relación entre la psiquiatría y el niño; c) Regla del doble condicionamiento:
ningún centro local de relaciones de poder puede funcionar sin inscribirse
en una estrategia global y ésta nunca puede producir sus efectos sin el
apoyo de relaciones precisas; y d) Regla de la polivalencia táctica de los
discursos: los discursos sobre el sexo no son la mera proyección de los
mecanismos de poder. Saber y poder se articulan mutuamente.
Foucault comenta que a partir del siglo XVIII se han desarrollado cuatro
grandes dispositivos de saber y poder en relación a la sexualidad: 1) la
histerización del cuerpo de la mujer, un cuerpo saturado de sexualidad, que
191
se integra al campo de las prácticas médicas y que se establece en
comunicación orgánica con el cuerpo social, el espacio familiar y la vida de
los hijos; 2) la pedagogización del sexo de los niños que refleja que todos o
casi todos los niños se abandonan a prácticas sexuales que conllevan
“peligros morales y físicos” para el individuo (por ej. la masturbación) y la
población. Dado lo anterior, se hacen cargo de éstas actividades,
educadores, médicos, padres, familias: 3) la socialización de las conductas
procreadoras que incita o frena la fecundidad de las parejas (socialización
económica), responsabiliza a la pareja de sí misma y de su población
(socialización política) y controla la natalidad (socialización médica); y 4)
la psiquiatrización de los placeres perversos en la que el instinto sexual fue
aislado como un instinto biológico psíquico y autónomo, las conductas
normalizadas y patologizadas. En fin, no se trata de luchar contra la
sexualidad u ocultarla sino precisamente todo lo contrario, se trata de
reproducirla.
192
de sí una cierta excitación con partes del cuerpo humano (como la pierna),
característica vital “instintiva” que no responde a los cánones de
animal=reproducción de la especie. De ahí en más, la negativa de la
biología, más bien su imposibilidad técnica dada su configuración
epistemológica31, de poder explicar hoy la diversidad sexual, que siempre
existió pero que fue oprimida a favor de un discurso hegemónico y
“científico”, implicó la necesidad de una/s ciencia/s que sí pudiese explicar
eso, siempre en términos de lo estatuido: la psiquiatría y la psicología. De
este modo se han ido articulando saberes en torno a inscribir en la
materialidad de los cuerpos y mentes una cierta concepción acerca de lo
“natural”, de la “naturaleza”. Y si la sexualidad se vinculaba con ciertos
saberes ancestrales y espirituales, la imposición de la universidad y la
ciencia como negadoras de esos saberes, estudió a la sexualidad desde el
cuerpo, desde la materialidad, matando así al verdadero instinto, no
anatómico, no fisiológico, no genital, sino espiritual mismo.
El animal tiene sexo por instinto, el ser humano lo reprime en pos de una
cierta “razón” que le diferencia de aquél. Este instinto desviado de cierta
idea de “normalidad” ha sido recientemente patologizado, históricamente
“monstruorizado”. Finalmente se plantea: ¿el sexo es un instinto? Puede
observarse un hecho menor pero no exento de importancia. En la mitología
clásica y en ciertas representaciones artísticas, cuando a un ser humano le
es adjuntado un cuerpo animal (minotauro o sirena por ejemplo) la parte
que corresponde al animal es la que incluye el área genital reproductiva, lo
que permite visualizar una analogía entre la sexualidad y la animalidad. El
sexo se vuelve así instintivo para todos, pero esa supuesta instintividad
debe ser conducida y controlada, volviéndola socialmente “no natural”, en
el sentido de políticamente perversa, la cual debe ser remitida al espacio
privado.
31
Esto niega la “curiosidad epistemológica” de la que habla Paulo Freire (1996).
193
mayor de las veces estudiado como intelectual desde el paradigma del bio-
poder en general, ha querido sin embargo destacar la importancia de todo
ese entramado microfísico y gubernamental en la sexualidad misma,
además de ser él homosexual.
194
pues allí radica la efectividad del bio-poder: un control desapercibido, una
relación de sujeción no considerada como tal.
195
tecnología vendría así a llenar nuestra carente condición humana, siendo
humanamente incompletos y comercialmente completos.
196
Tales partes corporales han sido y son sexualizadas en otras sociedades,
como pueden ser tribus que bajo el “andar desnudos” eliminan el tabú
sobre el área genital, o el tapar una parte como el brazo vuelve a este un
elemento totalmente erótico en contrapartida a las zonas erógenas de
reproducción. Esto muestra también que muchos de los ejemplos que se
nombran remiten a tribus, es decir, grupos humanos “reducidos”, lo que
significa que el discurso heterosexual implicó una erradicación de la
diversidad sexual (tribus, clanes, etc.) en pos de la instalación de una
hegemonía sexual única (sociedad capitalista).
197
X. HACIA UNA DEMOCRACIA DE LOS CUERPOS
ANORMALES
“La igualdad de la que hoy disponemos no es filosófica, sino política”
-Carla Lonzi-
198
asociación el término de “Generopolítica”. Una disciplina transitoria, es
decir, que sirve en esta coyuntura social pero quizás ya no en un futuro.
Será el objetivo presente de este trabajo reflexionar sobre ese vínculo entre
deconstrucción, democracia y cuerpos, nexo mediado por los discursos que
199
circulan en torno a la sexualidad como dispositivo y construcción histórica
(Foucault, 2014).
32
De hecho, Monique Wittig en “El pensamiento heterosexual” le criticará al feminismo
clásico al hacer apología de la mujer como una posición de enunciación y condición igualitaria a
todas las mujeres, cuando en realidad el término mujer es para tal corriente un resumen de
“mujer blanca, heterosexual, europea, de clase media/alta y estadounidense”.
200
Desde esta perspectiva además, sólo será posible hablar de personas
homosexuales (desviadas, anormales, perversas) si existen los términos de
hombre y mujer, pues solo dos seres del “mismo sexo” (en un marco de dos
bio-cuerpos) pueden mantener una relación homoerótica.
33
El concepto mismo de Género es creado a fines de 1940 por el médico John Money para
denotar el posible cambio de sexo en bebés hasta los 18 meses, por medio de cirugías de
readaptación genital. De hecho mismo, el término feminismo nacerá literalmente para clasificar
a aquellos hombres que padecían de tuberculosis y experimentaban en sus cuerpos supuestos
síntomas de femineidad como crecida de cabello, aumento de mamas, etc.
201
son el lenguaje y la ley de la defensa y la protección: la
heterosexualidad asegura su propia identidad y
apuntala sus límites ontológicos protegiéndose a sí
misma de lo que percibe como las continuas
intrusiones depredadoras de su otro contaminado: la
homosexualidad” (Fuss, 1999: 115)
202
parentesco y de poder que institucionaliza el dominio masculino no solo
sobre las mujeres, sino sobre la niñez, la familia y todos aquellos sujetos-
cuerpos considerados desviación de los fundamentos de ese patriarcado
moderno: la heterosexualidad obligatoria y el contrato sexual
monogámico.
Dada esta posición, preguntas claves serán: ¿pueden las mujeres blancas
actuar en la multitud post-fordista como feministas de color?, aún más,
¿podemos ser feministas sin ser mujeres? Y aquí la cuestión filosófica
fundamental dependerá de qué visión relativa adoptemos: se es mujer, se
está mujer (sexuado en cuerpo femenino) o se deviene mujer. Por ello, será
necesario en una lucha de articulación de demandas (Mouffe, 2001) brindar
la posibilidad de romper el binarismo del pensamiento occidental que
formula continuamente universales filosóficos dicotómicos como verdades
inmutables y anunciar la corporaleidad de “otros cuerpos”, con otras luchas
colectivas y otras demandas democráticas.
203
atravesado por múltiples luchas que se imprimen en una estética
corporal/retórica simbólica y su forma de re-presentar a la misma en el
territorio público de los márgenes de la norma. Es antes que nada una lucha
discursiva entre el ser y el deber ser.
204
curioso constatar que el propio Freud, fundador del
psicoanálisis, no consideraba el deseo homosexual
como una forma de enfermedad, o como un problema
específico, sino como una disposición presente en la
constitución sexual de todas las personas.” (Sáez,
2004: 36)
Sin embargo, al tiempo que se eliminaba en los años ’90 desde la OMS a la
homosexualidad como enfermedad, ingresaba "lo trans" como patología
bajo la figura de disforia de género. Por su parte, el status de la
intersexualidad (bajo la clasificación psiquiátrica de trastorno del
desarrollo sexual, en los manuales del DSM34) había sido relegado al plano
médico-privado pero de un exceso de control social y vigilancia pública
que dataría de pos Segunda Guerra Mundial.
34
Manual de Diagnóstico y Estadística de los trastornos sexuales mentales
205
medios de producción: hombre y mujer, extrapolación de la dialéctica
amo/esclavo. La caída del comunismo o socialismo real a fines de los ’80
culminó paradójicamente con la eliminación de la homosexualidad como
enfermedad mental. Pero de patología psiquiátrica quedaría o se transferiría
a una patología corporal del cuerpo social. Precisamente, el proceso neo-
liberal implicó hacer del cuerpo una materia valuable, cosificable en
términos de industria estética y prostética (sobre la materialidad de los
cuerpos).
206
de la sexualidad como base de nuestras vidas, es decir, ella es promovida
por múltiples instituciones y aparatos disciplinarios como una identidad
(independientemente de sus prácticas) fija: se nace y muere homosexual, se
nace y muere heterosexual. Habría incluso que cuestionar su sentido más
profundo: ¿por qué es tan necesario fijar la sexualidad de por vida? ¿Por
qué fijarla desde antes del nacimiento y hasta después de la muerte? (el
músico que vivió como trans hombre y fue enterrado como mujer una vez
“descubierta”).
Nos encontramos así con tres cuerpos atravesados desde el bio-poder por
tres concepciones normativas distintas: el cuerpo homosexual
despatologizado y vuelto productivo a nivel de materialidad corpórea; el
cuerpo trans patologizado socialmente (ya con la actual Ley de Identidad
de Género en Argentina se reconoce como un derecho) insertado como
hecho público con objeto de mostrar que quien intente expresar que puede
207
modificar su género padece una enfermedad mental; y el cuerpo intersex no
patologizado ni tampoco despatologizado sino más bien adjuntado como
desviación de la norma, ya no como aberración (anormal=monstruo) sino
como forma de reforzar patrones genitales estándares que finalmente
terminarán produciendo estereotipos sociales sobre el tamaño del pene, la
vagina, entre otros órganos de cercanía física, en una especie de “política
del centímetro”.
208
marginalizadas del sistema normativo hegemónico no son reconocidas
como tales. Así, hasta hace poco tiempo, homosexuales eran gays,
lesbianas, mujeres marimachos, trans, intersex etc.
Este modo binario de pensamiento no solo que oprime lo otro sino que no
logra entender la diversidad presente en el mismo. Este no entendimiento y
a modo de “seguridad en el orden social establecido” deviene en
encasillamiento identitario y reducción del discurso de diversidad sexual a
“tolerancia” de parejas de personas del mismo sexo, matriz discursiva
fuertemente criticada por los estudios queer.
209
identidad, al guión como el texto y al escenario como el cuerpo. Pero
quizás el espacio más interesante a estudiar sea el del camarín, ese
momento en que sexo y género parecen encontrar su “correspondencia no
dialéctica” y develar su carácter performativo, construido, empujado a ser
personaje genérico inmigrante partiendo del sujeto actor/actriz sexual
nativo.
-Diego Tatián-
210
Más tarde comienza describiendo y analizando los precedentes del “cuerpo
homosexual”. Para tal autor, la primera reducción del cuerpo se dio en las
sociedades esclavizadas en las cuales el esclavo era un cuerpo trabajador y
el cuerpo trabajador se vinculaba al castigo, dándose un proceso de
reducción colectivo a la dimensión corporal. La reducción siempre genera y
se sostiene por estigmas que no son más que la adjudicación de una
significación social a particularidades fisiológicas que también van
mutando con el tiempo, el espacio y la persona. Estos primeros cuerpos
trabajadores luego vueltos cuerpos excluidos, se convierten en alteridades
extrañas.
211
la degeneración (especies) que imponen un clima de peligro social, de
prototipos patológicos o delincuentes, precipitándose un proceso de
definición de sujetos que pone en marcha un riguroso régimen de control
de cuerpos “legítimos”, por cuanto generan un consenso nuevo para la
“protección de la sociedad”. Dos sujetos que nacerán de este régimen serán
el delincuente y el loco, pero nuevos sujetos también dan lugar a nuevas
instituciones. Es así como surge la cárcel para el primero (y aquí los
aportes de Michel Foucault en “Vigilar y Castigar” serán imprescindibles a
cuarenta años de su primer publicación) y el manicomio para el segundo
(hoy se habla de “desmanicomialización y desjudicialización de la
“locura”).
Se desata una nueva gestión de la realidad que crea esa misma realidad, de
allí que todo régimen normativo (que se basa en la imposición violenta o
sutil de normas) es performativo, esto es, crea aquello que define. Surgen
entonces nuevos tipos de patología social, aun incipientes, por lo cual al
estar difusos necesitan de una justificación real de su existencia, la cual
será dada a través de las investigaciones anatómicas y de la identificación
de una fisionomía peculiar de estos nuevos sujetos. Cesare Lombroso
(1835-1909), conocido así por su pseudónimo, el precursor de la
criminología estableció así en aquella época rasgos faciales de las
tendencias delictivas que también podían identificarse mediante la
gestualización de las personas.
212
régimen del género que da como consecuencia un “modelo de
heterosexualidad institucionalizada”. Entre el régimen de la sexualidad y el
régimen del género se construye un sistema de exclusión que será el ámbito
de la perversión o el “tercer sexo”. Si algo es claro es que será la Ciencia la
que a partir del siglo XIX establezca el sexo de las personas.
En 1869 Károly Maria Benkert hace una distinción entre el sodomita como
contra-natura y el libertino como exceso de lujuria, personajes no
reconocibles, sin estatuto, por tanto categorías flexibles, diferenciándose
ese tradicional libertino con el moderno perverso-homosexual. El primero
es heterosexual, expresión de un movimiento violento de la pulsión, que
puede ser cuerpo o dejar de ser cuerpo, mientras el segundo es objeto de
instancias ajenas, con rasgos esenciales y verificables pero que al definirlo
no hay criterios que lo identifiquen (es igual a todos) de allí que se inventen
señas del estigma.
Una nueva categoría social impulsa nuevas disciplinas sobre sujetos que se
construyen como campos de experimentación permanentes sobre los que se
extrapolan las técnicas bio-políticas de control a toda la sociedad, creyendo
ésta que el control se ejerce solo sobre estos sujetos. Una técnica bio-
política de regulación global de la población nace de la experiencia tanato-
política sobre un cierto grupo social excluido, al cual es importante
continuar estigmatizando para que la sociedad no perciba el control total de
dicha técnica. En este caso, se formula toda una “fenomenología
homosexual” que construye los signos que identifican determinados
cuerpos, una epistemología homosexual en la que no se hablaría de
invención de signos estrictamente sino más bien del “descubrimiento” de
los mismos. Incluso la “metáfora del salir del clóset”.
213
El cuerpo homosexual será objeto de la ciencia por excelencia desde que
nace como tal, a través de la constitución de una fisiología de la
identificación, en donde cuerpo y sexo se vuelven locus de su verdad. Esta
verdad siempre es descubierta, y existe una “técnica del descubrimiento”:
la autopsia del cuerpo asesinado, ejecutado o suicidado, aunque también
habría un examen continuo del cuerpo vivo encerrado en prisiones y
manicomios, cuya naturaleza será una “esencia morbosa”. En este contexto
médico-social solo el reclutamiento en instituciones permitirá considerar a
las investigaciones acaecientes como válidas, que implican el
reconocimiento de una anatomía primitiva para “desvelar” al
“homosexual”.
214
a fines de la década del ’60 publica “El nacimiento de la clínica” en el que
relata la construcción bio-política de la enfermedad que podríamos reducir
en la idea simple de “no te preocupes, que alguna enfermedad vas a tener”.
La medicina hará que todo cuerpo esté sujeto a una misma patología según
ciertos patrones: si no se localiza aquí se localiza allá, si no tiene esta causa
tiene esta otra, si no desemboca en tal recorrido desemboca en otro,
generando un diagnóstico y un tratamiento de tipo “universal”, más allá de
que el sujeto pueda tener otra “cosa”. Si tiene una enfermedad siempre es
encasillable en alguna tipología existente, siempre estamos enfermos de
aquello que la ciencia ha descubierto. Ahora bien, si hay algo nuevo se
desata la hipótesis del contagio, por el desconocimiento médico, generando
una posible epidemia de la cual hay que “proteger a la sociedad”.
A través de esa hipótesis congénita que crea miedo social (“tú puedes
serlo”) el desafío será el de localizar al homosexual antes de que ejerza su
influencia perniciosa sobre la sociedad. Se va creando la paradoja pos-
moderna de la “identidad turista” que habla Lyotard: si en el mundo-aldea
era fácilmente identificable al “extraño” (el de otra aldea), en el mundo
contemporáneo con la inmigración y la globalización todos pasamos a ser
extraños entre nosotrxs, teniendo la doble labor de identificar al “intruso”
al tiempo que tenemos que demostrar a la sociedad que no lo somos. Es así
cómo estos mecanismos modernos conviven con otros pos-modernos, tal
cual Foucault explica que las sociedades disciplinarias no eliminan a las de
soberanía sino que son transiciones en las que conviven ambas, donde lo
viejo no termina de salir y lo nuevo no acaba de entrar. Preciado dará una
clara distinción entre lo híper-moderno y lo pos-moderno. Mientras una
persona puede realizarse una rinoplastia (cirugía de nariz) sin
inconvenientes más que los monetarios, no es la misma condición ejecutar
215
una faloplastia (implantación de pene), pues esto ya le incumbe al poder.
De allí la frase de muchas feministas “mi vagina no le pertenece al Estado”.
Entonces, la rinoplastia es pos-moderna mientras que la faloplastia es
híper-moderna.
216
Pero son las posibilidades de puesta en práctica del régimen del control lo
que importa, la pretensión del veredicto es secundaria. En este contexto, la
libertad estaba vinculada a la no definición, al no etiquetado, pero
corriendo el peligro de que en cualquier momento se puede ser descubierto
o acusado falsamente. De este modo, el homosexual reconocible padecía la
hostilidad de la sociedad mientras el homosexual oculto sufría la ansiedad
del descubrimiento externo; ni hablar de la invisibilización de la lesbiana.
217
mujer, mientras la segunda admite la construcción socio-histórica de los
roles que crearon al “hombre” en oposición a la “mujer”. Un punto
importante será también no convertir al construccionismo en otro
esencialismo, en el sentido de decir “todo, absolutamente se construye
socialmente”, aunque desde Donna Haraway, no hay naturaleza, hay más
bien una no-naturaleza, esta no existe previa a la cultura que la teoriza, por
tanto es posible una perspectiva transhumanista, es decir, la posibilidad de
modificar conscientemente el cuerpo como lo hacemos pero de un modo
más fuerte haciendo uso de la tecnología en beneficio de todxs y
rompiendo los límites humano/no humano, humano/máquina, pero: ¿todxs
tienen posibilidad de acceder a esa tecnología y con el fin de qué?
218
Merleu-Ponty el cuerpo es el límite entre la materia y el alma. Al decir de
Butler, nos convertimos en un cuerpo y lo negociamos, en el régimen de lo
visible, de la mira disciplinadora. Los cuerpos se generizan, regenerizan y
degenerizan. El género por tanto es un conjunto de los efectos producidos
en el cuerpo. El género no existiría sin el cuerpo, es una fotocopia sin
original lograda por la repetición por anticipación, pero nunca es idéntica.
El sexo es siempre ya género.
Finalmente, Meri Torras recalca que el papel del feminismo debe ser el
mostrar los mecanismos de poder que habilitan el sistema de género.
También habría que preguntarnos: ¿Cómo deshabitar el género? De igual
forma sería de imprescindible valor para las políticas subversivas de
movimientos homosexuales, gays (gais, geis), lesbianas, trans,
seropositivos, sifilíticos, etc.
36
En la RAE, Real Academia Española, son pocas las mujeres que integran su Comité
Directivo, lo cual se debería estar pensando como un sesgo de género. Si bien la lengua
española es rica en su vocabulario, gran parte de éste es intrínsecamente sexista. En lo que
respecta al uso correcto de frases, un modo de evitar el sexismo en el lenguaje, de saber si
determinadas líneas son sexistas, es invertir los elementos relacionados a mujer y hombre. Por
ejemplo: con la frase “A la cena de Navidad de la empresa acudieron los empleados
acompañados de sus mujeres”, si invertimos los términos quedaría de la siguiente forma, “A la
cena de Navidad de la empresa acudieron las mujeres acompañadas por sus empleados”. El
sentido de la frase cambia por completo y adquiere especificidad femenina, por lo tanto aquello
primera frase es sexista. Para esto se puede leer “Guía buenas prácticas lenguaje no sexista”
(AMPEA).
219
Así como el cuerpo es siempre representación del cuerpo, y del cuerpo
masculino, también es extensión de lo que es o quisiera ser. Podemos
distinguir entre un “homo sapiens”, hombre que sabe, “homo faber”,
hombre que hace o fabrica, “homo proteticus”, hombre que agrega a su
cuerpo objetos que se confunden con su carne, y “homo extraversus”,
porque vierte funciones naturales que realiza su cuerpo en artefactos que
las reproducen. Podemos ser homo u homa de múltiples formas, en
múltiples artificios, en múltiples teorías y pensamiento, porque la historia
del cuerpo no es más que la historia de aquello que se corporaliza.
220
XI. MICROSEXUALIDADES CONTEMPORÁNEAS
“Durante mucho tiempo habríamos soportado,
y padeceríamos aún hoy, un régimen victoriano”
-Michel Foucault-
37
Javier Sáez, Teoría Queer y Psicoanálisis, Editorial Síntesis, Madrid, 2004, p. 67
221
cual las técnicas de disciplinamiento corporal y de regulación de la/s
población/es pueden ser administradas al mismo tiempo. En este contexto,
“el cuerpo puede ser aprehendido a la manera de un territorio y de un
discurso –o, según la perspectiva, a la manera de una vasta geografía,
forzosamente inabarcable, de espacios y de figuraciones- que intentamos
acotar y ordenar, individual y colectivamente, con muy diversos fines”38.
Tal verdad sobre el sexo sería obtenida por medio de una práctica
confesatoria, la cual además de trasladarse a la ciencia bajo las categorías
38
Rafael M. Mérida Jiménez, Cuerpos desordenados, Palabras y Palabrotas, Editorial UOC,
Barcelona, 2009
222
de “síntomas y síndromes”, implicaría un efecto terapéutico su sola
enunciación. Hasta el siglo XVIII tres grandes códigos explícitos
gobernaban las prácticas sexuales: el derecho canónico, la pastoral cristiana
y la ley civil. Esa ciencia sexual establecía cuatro conjuntos o sujetos de
estudio: la histérica, el masturbador, la pareja malthusiana y el perverso.
Foucault distingue también entre una “ars sexualis”, propia de las
sociedades orientales, en la que dicha verdad se extrae de la experiencia
directa con el placer, transformándose en sociedades eróticas, y una
“scientia sexualis”, próxima a las sociedades occidentales, donde el placer
se obtiene del saber obtenido sobre el sexo, de su observación y análisis, no
de su vivencia. El extremo de esa scientia sexualis será llevado a cabo por
el psicoanálisis. Así mismo, siempre del sexo se extrae un placer, un saber
y una verdad.
223
de frecuencia mayor que el del monstruo (es más común) y es fiel
evidencia del fracaso de todas las técnicas de dominación, por lo cual se
requerirá de aparatos de sobrecorrección para volver a normalizarlo. Su
marco de referencia será el de la familia y su entorno (escuela, médicos,
instituciones, etc.). Finalmente, Foucault describe al masturbador propio de
las primeras décadas del siglo XIX (1820-1830) cuyo marco de referencia
será el ámbito privado, la casa, el dormitorio; un individuo casi universal
que connota “el secreto”, eso que todos hacen pero que nadie dice. Es por
tanto, fuente de todos los males, centro de la etiología sexual.
Esa monstruosidad del siglo XVIII será cada vez más difusa al aumentar
las tecnologías que pretenden controlar la “anomalía humana” en el marco
de las distintas instancias de saber y poder, vinculadas fuertemente al
sistema médico-jurídico propio del siglo XIX, cuya medicina legal buscará
constantemente producir un “sujeto perverso”. La diferencia de éste con los
individuos de siglos anteriores es que estos últimos debían practicar su
actividad sexual de forma reiterada e intensa de modo que su cuerpo
hablara por sí mismo del “exceso de placer”, mientras que el perverso, el
homosexual, lo era incluso sin practicar su vicio, de allí la afirmación de
Foucault de la homosexualidad como especie.
224
Por su parte, los homosexuales (porque incluso las lesbianas tendrán un
fuerte grado de invisibilización) sufren la discriminación de existir contra-
natura y la ansiedad de ser descubiertos. Al tiempo que la homosexualidad
se diluye como práctica sexual es necesaria volverla identidad y
“descubrirla” por criterios de identificación que se vuelven cada vez más
especializados: errores genéticos, desarreglos hormonales, traumas
infantiles, frustraciones juveniles, problemas irresueltos del complejo de
Edipo, episodios de seducción de algún adulto, exceso de protección
materna, caracteres posesivos de seducción, ausencia de figura paterna,
factores sociales de entorno, etc. y de hecho siendo posible efectuar una
analogía contemporánea bajo discursos tales como el de que la
homosexualidad es producto de la crianza en familias homoparentales o
incluso por causa de contaminación ambiental.
225
proliferación de las sexualidades (periféricas) por extensión del poder,
poder desde ya vinculado al placer y al saber. Por medio de mecanismos de
excitación e incitación se afirma un tipo de sexualidad, y si ésta es
“reprimida” lo es en realidad para confinarla a ciertos espacios, a ciertas
prácticas social y productivamente estatuidas, a determinados patrones de
conducta “moral”. Se desatan así variados y múltiples centros de poder,
entendido éste en términos de relaciones de fuerza horizontales que buscan
producir “normalidad”. Será en síntesis, una fuerte tanatopolítica (producir
muerte) sobre la que se basará el sistema normativo para confinar
sexualidades disidentes. Serán a partir del siglo XIX, según Foucault, dos
espacios intencionalmente delimitados los que multiplicarán los discursos
sexuales: una biología de la reproducción y una medicina del sexo. Pero tal
como lo expresa Jeffrey Weeks, “la sexualidad tiene muchas historias”.
226
relación estrecha entre el arte y la cirugía, pues los cuerpos que eran
anteriormente representados por los artistas a través de la observación de la
disección, de los cuerpos ya muertos, serán ahora modificados
artísticamente con el nacimiento de la radiografía. Esta auspiciará el
surgimiento de una nueva relación entre arte y ciencia, entre medicina
quirúrgica y estética.
Para Javier Sáez (2004) algunos puntos centrales de la teoría queer son: la
crítica de los dispositivos heterocentrados y del binomio hetero/homo; el
sexo como producto del dispositivo de género, el género como tecnología y
una crítica de la diferencia sexual; la resistencia a la normalización
42
Javier Sáez, op. cit. pp. 126-150
227
destacando la importancia de articular entre sí los discursos de raza, sexo,
cultura, identidad sexual y posición de clase; la producción continua de
identidades diferentes, el nomadismo y el anti-asimilacionismo; el localizar
los dispositivos de normalización de sexo y género que atraviesan el tejido
social y cultural; la performatividad del género y del sexo, la crítica de la
idea de “original” y el suplemento y travestismo; el análisis post-feminista
(cuestionamiento de la identidad esencialista de la mujer o de la lesbiana);
el sexo como prótesis y las prácticas contra-sexuales.
43
Beatriz Preciado, Testo Yonqui, Editorial ESPASA, España, 2008 pp. 57-67
44
Ibíd
228
cuerpo es producto de una división del trabajo de la carne según la cual
cada órgano se define con respecto a su función, fiel panorama de la visión
mecanicista de la ciencia desde el siglo XVII. Podría decirse también que el
concepto de enfermedad, desde una perspectiva bio-política, es resultado de
la desarticulación del cuerpo como unicidad. El nexo perdido a nivel
ontológico, epistemológico, anatómico, fisiológico y cosmológico
manifiesta un cuerpo enfermo, disociado de su unidad, un ser-no ser que
extremiza una “metafísica de la falta”, según palabras de la propia autora.
229
otro enmarcado en el post-fordismo. Si en el primero, basado en la
materialidad de la fábrica se excluía un cierto tipo de cuerpo, el
discapacitado físico, en el segundo, sobre la base de un capitalismo
cognitivo, generará un cuerpo abyecto de tipo discapacitado mental. De allí
que el autismo se volviese la “enfermedad crónica” novedad desde los años
’40, generando además luego una industria de la discapacidad que hace del
control de las poblaciones algo redituable. También, la filósofa muestra en
sus obras cómo el cuerpo se volvió prostético (sobre su materialidad) tras la
Segunda Guerra Mundial, en donde gran parte de la industria utilizada para
la recuperación estética de los heridos de guerra será trasladada a la
industria de la pornografía y de la sexualidad en general brindando
elementos clave de placer como el dildo (consolador) a distintos sujetos
sexuales. Los juguetes sexuales serán extensión del propio cuerpo y
fabricados bajo la lógica militar de guerra que propicia la industria estética
de recuperación de los cuerpos amputados de los soldados.
230
los sujetos que resisten a ese poder ¿la ecuación se invertiría? ¿la
multiplicación del poder sería consecuencia inmediata y tardía de la
extensión de “otras sexualidades”? Finalmente, ¿sobre qué marcos actuales
nos basamos para pensar las múltiples formar de concebir el sexo y la
sexualidad multiplicados bajo la modalidad de identidades micro-sexuales
contemporáneas?
NOTA DE OPINIÓN
EL MOVIMIENTO POS-QUEERISTA Y
LA (H)ÉTEREO-SEXUALIDAD
Vagas reflexiones sobre la dureza epistémica
Cuando hablamos de Teoría Queer o Teoría de la
Rareza no hacemos referencia solo a un corpus de
ideas abstractas y generales que se fundan en una
crítica a la heteronormatividad (término acuñado por
Michael Warner allá por el año 1991, que denota la
construcción de la norma binaria de dos sexos opuestos
y al mismo tiempo complementarios) sino a un
concepto transformador de teoría. Es reconocible
231
desde ya una tradición epistemológica en lo queer,
desde autoras clásicas como Butler, Sedwigck,
Haraway, Wittig, De Lauretis (o más clásicos aún
como Foucault, Deleuze, Féliz Guattari) hasta
contemporánexs como Preciado, Sáez, Platero, etc.
Pero por otra parte, y aquí es lo que importa, cada
sujeto construye verdad, formula enunciados textuales
que se inscriben en su corporeidad plástica, pues en lo
queer el cuerpo es visto como un texto (atravesado por
las marcas de la historia y aún por inventarse) y en este
sentido escribir sobre el mismo implica re-inscribir
formas estéticas corporales, modos de re-subjetivación
política que se anuncian más allá del concepto
tradicional de estética, es más rompen con ésta, dado
que hablaremos desde ahora de una prostética (ciencia
que se da sobre la materialidad de los cuerpos).
232
Y así como podemos ver al feminismo como un
espacio de posición de enunciación crítica contra el
patriarcado (y en este sentido seremos feministas)
también lo queer permite tal subjetividad, aunque
nunca de modo esencialista o inmanente a una supuesta
naturaleza humana dada de una vez y para siempre.
233
todxs somos “normales” en algunas cosas y “raros” en
otras y esto implicará para tal autorx el analizar cuál es
nuestra posición en tanto sujetos de privilegios, pues es
innegable que un gay blanco de clase media se
encuentra en un lugar político-enunciativo más
accesible que un homosexual de clase baja y negro, así
como aquel gay responde en menor medida al acceso
de recursos básicos de vida y bienes simbólicos
culturales que una mujer blanca heterosexual de clase
media/alta. Por otra parte, Platero nos dirá que las
identidades no deben sumarse en la clásica doble, triple
o cuádruple opresión que sólo expresa una lucha por
detectar quién está más oprimido que quien: tú eres
negro, homosexual, pobre y judío pero yo soy mujer,
negra, lesbiana, judía, indígena y campesina y como
tengo más opresiones que tú es sobre mí donde debe
recaer el Derecho y el Estado
asistencialista/reivindicativo más rápidamente. Aquí es
preciso trabajar un término que venimos discutiendo en
los encuentros queers riocuartenses y que es el
de opresión periférica, la discriminación interna que
sufren algunos grupos dentro de otros: la/el bisexual en
los grupos gays (por no”decidirse”), la trans con barba,
la lesbiana, la mujer de color y la prostituta en el
feminismo (siguiendo el análisis de Monique Wittig),
el sadomasoquismo y la orgía dentro de las prácticas
sexuales blandas del sujeto sexual “moral cristiano-
estoico”, etc.
234
música, cine, etc.) y lxs “queers” (ese insulto
estigmatizante que significará “raro=puto” y devendrá
crítico de la normalidad en sí) de la periferia de aquél
país se opondrán subversivamente. Platero nos
comentará bajo ésta óptica normalizante, por ejemplo,
que el casamiento gay creará nuevas divisiones
sociales (los gays que se casan y los que no se casan) y
nuevos usos de esa ley (personas que se casan para
dejarle sus bienes a sus amigos).
235
normalidad que exigen matar el placer para hacer nacer
al varón heterosexual masculino y opresor.
- Estamos
embarazados
- ¿Y el bebe es un niño
o una
niña?
- No sabemos, aun no nos lo ha dicho
236
biología a mediados del siglo XIX nace como ciencia,
dentro de un paradigma positivista, creará un concepto
de vida (ya lo diría Foucault) con la ayuda de la
medicina y la psiquiatría. Las categorías de mujer y
hombre (ya que hasta el siglo XVII solo existía un
monosexo, pues la mujer era definida como una
deformación del cuerpo del varón: la vagina era un
pene invertido), legitimaron el llamado binarismo
biológico y tendrán que adaptar en consecuencia los
miles de cuerpos construidos como abyectos, distintos
a esa polaridad, podría efectivamente haber descrito
que existe una multiplicidad de cuerpos y que no es
posible reducir la amplitud sexual a dos elementos
opuestos entre sí. Sin embargo, no lo hizo y no por
mera ingenuidad. ¿Por qué?
237
Puedes hacerte todo lo que te plazca sobre el cuerpo,
pero si eso involucra tu zona genital, una
reconstrucción de pene o vagina, por ejemplo, eso es
ya de pertenencia o incumbencia del Estado. Entonces,
volvemos a la pregunta anterior ¿por qué el Estado se
apropia de lo sexual? ¿Qué hay en la sexualidad que le
es tan productivo? Tendremos que hablar de tabúes
económicos y tabúes sexuales. El capitalismo condensa
el poder en un polo (la clase dominante) y lo mismo
realiza con el cuerpo, concentra el placer en la zona
“genital”, sacando a la misma de las otras partes, para
asociarlo a la idea de reproducción obligatoria que
girará sobre los construidos órganos sexuales llamados
vagina y pene. Debido a que gran parte de nuestra
historia estuvo vedado emitir juicio crítico acerca del
porqué quien es rey es rey, quien hereda hereda, quien
es rico es rico y los demás viven en suburbios
infrahumanos pagando impuestos, así como generó
estos tabúes económicos del mismo modo
genera tabúes sexuales: de esa zona concentrada no se
hablará, solo se pagará el tributo al rey, en este caso,
unos miligramos de esperma a la caja fuerte de la
vagina que si bien es importante de por sí, quien la
administra en su economía política es el rey, el varón,
el sujeto masculino soberano. La economía se ha
metido así en nuestros cuerpos, ha eliminado el
socialismo del placer, el comunismo somático, según
Preciado, ha creado en la actualidad un neo-
extractivismo que seca vaginas, que despoja el agua de
lxs testículos y todo para generar un capital o fuerza
sexual que será reapropiado por el Estado Neo-
desarrollista quien paternalmente nos dará de comer o
más bien nos impondrá (y graciosamente prevendrá) al
hijo que deberemos alimentar mientras nuestras vidas
se vuelven más miserables cada día como un escroto en
nuestras caras.
238
Necesitamos crear nuevos modos de hablar y contar
nuestra historia. No podemos solamente seguir dando
conferencias sentadxs detrás de una mesa como
panelistas, necesitamos implicar al cuerpo que tan
marcado como texto inacabado está por la historia de la
opresión heteropatriarcal. Necesitamos hablar haciendo
gestos, moviendo nuestro trasero, precisamos decir
“esta es mi opresión” con una mano ahí abajo, tal cual
mi querida Susy Shock, expresarnos cantando,
bailando, riéndonos del dolor, haciendo reiki a lxs
asistentes de un Congreso, generando decenas de esas
posturas de yoga que vienen de tantos animales.
Tendremos que romper los límites filosóficos entre
animalidad y humanidad. Ya es hora de empezar a
hablar de quantums de placer, del perro que se
masturba con tu pierna, del mono que tiene sexo oral,
de las orgías entre animales y también de los buitres
que tienen “relaciones” con el mismo asco de un
cristiano ortodoxo. Estamos ante formas alternativas
de placer, pues éste se hace presente ante cualquier
puerta de entrada y salida de aire (ano, vagina, piel,
boca, nariz, etc.).
239
son las personas que en su frenesí de consumismo caen
en la desdicha capitalista. Será preciso comenzar a
caminar hacia una sociedad pos-identitaria, espiritual,
no dogmática, que genere un constructivismo holístico.
Basta de cátedras sueltas, basta de disciplinas,
cambiemos la escuela, dejemos de escolarizar para el
sistema necro-espasmo-imperialista, reinventemos
nuestra filosofía, creemos nuevas metodologías de
libertad y no de opresión. Robemos el conocimiento
que nos vendieron y hagámoslo metáfora literaria.
Construyamos verdad, nuestra propia realidad, si al fin
y al cabo como Einstein decía “qué sabemos nosotros
del mundo, si solo percibimos un 5% de lo que
realmente existe en el Universo”. Creemos nuevas
ilimitadas lógicas de pensamiento. Basta de
esencialismos, pero también de sociologías de tabla
rasa. Abrámonos a la teoría de la reencarnación.
Recordemos haber sido mujeres, negros, judíos,
monjes y minimicemos nuestra identidad social de vida
actual, al tiempo que reforzamos la lucha material por
condiciones económicas iguales en la estructura y
superestructura capitalista.
240
transgénicos HOMBRE MODERNO, queremos
TRANSgénerxs.
241
usemos más ropa interior de ser posible.
Revolucionemos la arquitectura, que desaparezcan las
cárceles y los psiquiátricos, basta de vigilar y castigar,
acabemos con el capitalismo en vez de hacerlo verde,
diverso y plural porque esto es estúpido e inviable ya
que sus fundamentos y presupuestos ónticos son de
por sí opresores. Que vuelva Jesús y queme las
iglesias. Creemos nuevas formas de afecto, matemos la
pareja y amemos en, por y desde la verdad dual, trial o
cuanta se aparezca.
242
en tiempos remotos era entendida en algunas tribus
indígenas como personas con “doble espíritu”) pues
otra era la concepción de naturaleza humana, en la cual
tampoco existía ni siquiera esta terminología. Era
conciencia del ser, vivencia armónica con las demás
entidades vivas y no vivas clasificadas por la no neutral
biología. Que se haga público el contrato tácito entre
Derecho, Medicina, Religión, Psiquiatría, Estado y
Biología. Tenemos que reaprender a amar pues hoy no
lo hacemos, lo que existe no es amor, es adaptación
pseudo-placentera al sistema hegemónico imperialista
dominante que hace coincidir deseos individuales con
objetivos del sistema de producción. Anhelamos amar
porque nos falta amor propio. Queremos expresar
afección pero lo hacemos bajo la lógica de la
competencia desenfrenada que nos enseñaron mamá,
papá, el abuelo Estado, la tía médica psiquiatra y
nuestra prima segunda que se recibió el año pasado de
bióloga y cineasta. Necesitamos crear entonces nuevas
estructuras de deseo, desear aquello que nos libera y
no lo que nos oprime, para por fin dejar de hablar en
términos de liberación/esclavitud.
243
lo que no ha sido visto debe ser oído. No somos
excepciones a la regla, no queremos la aceptación
social pues no somos súbditos del amo “Tú”. La
sociedad globalizada mató la diversidad cultural y
sexual y convirtió a todo aquello que se escapase a sus
reglas, como anormalidad, aberración o excepción.
244
pene y al dios cristiano con calza y tacos. Necesitamos
desestructurarnos para percibir nítida y eficazmente la
actuación ficticia, social y construida de lo que
consideramos real y natural. Dejemos de ser dos,
seamos uno plural. Hagamos de las teorías clásicas
fórmulas químicas complejas y novedosas que nos
permitan a partir de lo conocido adentrarnos en otros
mundos celestiales-intelectuales raros, no para rescatar
a esas teorías ya obsoletas en su mayor parte, sino para
crear nuevos e íntimos enfoques teóricos con
posibilidad de trans (inter-intra) diálogo. Vistamos de
rosa al marxismo, violemos al liberalismo,
masturbemos al capitalismo hasta que no se aguante
que alguien le de por el culo como lo hizo con
nosotrXs al tiempo que privatizaba nuestro ano;
hagamos del socialismo una danza contemporánea, del
cristianismo una orgía de placeres, de la filosofía
griega senos pequeños, del neo-liberalismo un
micropene. Hagamos de la historia una travesti y de la
ciencia un orgasmo intelectual, hagamos del arte
pornografía barata e independiente que redistribuya el
placer por todo el cuerpo para llegar hasta la clase
paupérrima de las almas encadenadas por lo físico.
Rompamos nuestro cuerpo para volver a armarlo bajo
otra lógica amatoria. Hagamos de Disney un viaje a un
planeta por demás lejano y sin boleto de regreso;
odiemos a Dios para salvarle de su propia miseria y
enseñarle a amar a nuestra manera. Seamos Entidad
viva, unidad compacta. Hagamos día a día una filosofía
de lo cósmico-sexual en la que cada ser se sienta en los
demás sin perder soberanía de sí.
245
la que lleva la campana no en su cuello sino en su cola
y la que dirige a las demás compañeras a donde no
quiere su dueño (el Estado): la libertad. Somos lobxs
simpatizantes con las Ludditas Sexxxuales. Soy y
somos la renovación plural de Butler, la re-fundación
de lo ancestral y espiritual sin dogmas. Somos la Bio-
Latinoamérica farmacopornográfica. Somos el
movimiento pos-queerista de las almas perdidas que se
buscan a sí mismas y que disfrutan de no encontrarse.
Somos transgéneros, transfeministas, transociales.
Criticamos la opresión (sexual, social, cultural,
política, económica, científica, academicista, religiosa
y cuanta se aparezca) hecha norma, y eso para nosotrxs
es “queer”. No tenemos límites más que los que nos
imponemos a nosotros mismxs.
246
UNA ÚLTIMA/PRIMERA REFLEXIÓN
La vida es más que nuestros cuerpos pero los cuerpos son el hábitat de
nuestras vidas. Hablar de ellos es visibilizar porque apropiarse de un
discurso reivindicativo es tener existencia. Lo que no se dice no existe. En
un mundo en donde la palabra es poder, el silencio es opresión. Por tanto,
es hora de hablar. Llamo entonces a:
247
que los secuestrados hablen,
Hay que hablar porque las palabras hacen circular las ideas, porque las
verdades no existen, porque lo que existe es una producción constante de
discursos con pretensión de verdad. Sólo hablar hará que nuestras voces
dejen de estar oprimidas. Sólo hablar nos hará ser lo que queramos ser. En
un mundo donde lo muerto carece de habla, hablar es dar vida. Solo
hablando el género dejará de existir. Cómo, dónde y cuándo hablar poco
importa. Solo hablando. Sólo hablando. Sólo hablando. Porque…
-Calle 13-
248
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identidad I. Edicions UAB, Barcelona
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