El relato de cuentos y leyendas es una de las tradiciones
que aún vive y sigue transmitiéndose de generación en
generación en Honduras. Para muchos, los cuentos y leyendas que a lo largo de los años sus antepasados han venido relatando son ciertos, debido a que gran parte de la población hondureña es muy supersticiosa, creen en brujería, brujos, encantos, maleficios, maldiciones, fantasmas o seres del mas allá. Para otros en cambio, éstas historias son solamente mentiras o como decimos los Catrachos, “perras o pasa- das” que la gente se inventa para salir bien librados de al- guna mala experiencia o cree que son alucinaciones pro- ducidas por los efectos de alguna sustancia, bebida o es- tado mental de algunas personas. Entre las muchos cuentos y leyendas que a diario se repi- ten en Honduras destacan las de terror que describen misteriosos seres, criaturas fantásticas o entes diabólicos que rondan a los humanos en distintos escenarios y situa- ciones, pero también existen cuentos y leyendas de suce- sos extraños, lugares embrujados, personas endemonia- das, etc. La Llorona El Cristo de Santa Lucia La Mujer Chancha El Ángel de La Balanza La Hija de la perra El Sisimite La Fundación de Teupasenti El hombre sin cabeza La Piedra de Oro El Pueblo Maldito La Piedra del malo El Sabio Valle y El Santo La Sucia Oficio La Virgen de Los Remedios El Duende La Casa Embrujada de San- El Come lenguas ta Rosa de Copán El Gritón La Carreta sin bueyes El Timbo La Bola de Fuego El Picudo Las luces misteriosas El Piano de Valle de Ángeles La Laguna de El Pescado El Tesoro de William Walker La Laguna Encantada de El Lagarto de Oro Trujillo Los Cíclopes La Sirena Los Mineros de Santa Lucía La Mina de Agua Sucia Los Dos Huerfanitos La Mina Clavo Rico Primer Amor El Cadejo El Cerro Brujo El Cerro San Juanillo El Cerro San Cristóbal La creencia es que una mujer se convierte en chancha. Pero que originó que los po- bladores de Trujillo creyeran eso? Ahora vamos a explicarles.
La historia de la Mujer Chancha nació en el populoso Barrio Cristales de la ciudad de
Trujillo, alrededor de los años 1936 y 1938. Barrio habitado especialmente por garífu- nas. Se dice que una humilde mujer garífuna de Cristales, al no tener donde hacer sus necesidades fisiológicas iba todos los días a hacerlo debajo del puente del Río Cristales. Y todos los días, pocos instantes des- pués que la mujer abandonaba el lugar aparecía una chancha “cerdo” y se co- mía las heces fecales de la mujer. Los vecinos que vivían cerca del puente del Río Cristales comenzaron a regar la noticia que la mujer garífuna se conver- tía en chancha, y la llamaban la mujer chancha. La “bomba” se regó tan rápidamente que en poco tiempo la historia de la mujer chan- cha traspasó las fronteras del Barrio Cristales y llegó a ser conocida en todo Trujillo. El misterio envolvió la historia de aquella mujer garífuna que rutinariamente hacía sus necesidades debajo del puente un día que un grupo de personas fueron abajo del puente y le dieron una salvaje golpiza con piedras y palos a la chancha a tal punto que la pobre cerda quedó muy mal herida y casi no podía ni caminar. Por esas casualidades de la vida, ese mismo día la mujer que hacia sus necesidades debajo del puente sufrió una terrible caída y se fracturó tres costillas y un brazo. La pobre quedó tan lastimada que estaba postrada en su cama sin poder moverse, simi- lar a como estaba la pobre chancha luego de la golpiza que le dieron. Es por esta razón que mucha gente creyó que ella era la chancha que habían golpea- do, por eso se decía que ella era la mujer chancha. Esta historia se sigue contando en Trujillo y aún hay quienes creen que esto es verdad. Cierto o no estas leyendas son parte de las tradiciones orales del pueblo. La historia cuenta que La Sucia era una muchacha muy bonita que vivía con sus Pa- dres, a los que siempre ayudaba en los trabajos de la casa, entre ellos lavar la ropa en el río. Cuando la muchacha tenía 15 años, un joven bien trabajador y de buena familia se enamoró de ella y pronto fue a pedir la mano de la muchacha. Los Padres de ella acep- taron de inmediato pues sabían que era el mejor partido para su hija y se pusieron de acuerdo en la fecha del matrimonio. El día de la boda, estando los novios en el altar el Sacerdote les solicitó que entrega- ran su fe de bautismo, requisito que ella no pudo cumplir porque no estaba bautizada.
Ante el incumplimiento de este requisito, el cura se ne-
gó a realizar el matrimonio, esto a pesar de las súplicas de los familiares que solicitaban que en el mismo ac- to la bautizara y luego la casara. Al no poder casarse con su amado, la joven entro en una profunda depresión que casi la llevó a la locura. Al verla en ese estado, su novio perdió toda esperanza de casarse con su amada y se olvidó de ella. La muchacha, en su profunda tristeza decidió nunca quitarse su traje de novia, iba y venia a todos lados con él puesto. Un día que estaba en el río lavando la ropa, se enteró que su amado se iba a casar con otra. La noticia fue el tiro de gracia para ella, el dolor que sintió fue tan grande que en ese mismo momento se volvió loca, y como si estuviera poseída por algún demo- nio salió corriendo dando horrendos gritos de dolor, se paró frente al acantilado y saltó al vacío muriendo al instante. Se dice que desde entonces el espíritu de la muchacha vaga errante en busca de su enamorado. Se cree que por esta razón se le aparece en los ríos y riachuelos vestida de blanco es- pecialmente a los hombres tunantes que deambulan borrachos por estos sitios, aun- que también suele espantar también a cualquier persona. Para atraer a los hombres, la Sucia se presenta como una mujer hermosa o se transfor- ma en la figura de la novia o enamorada del hombre que por andar borracho corre feliz hacia ella y cuando esta cerca se convierte en un espanto horrible que enloquece al verla. Se dice que también se aparece con su pelo hacia enfrente tapándose el rostro y la persona que logre verlo se vuelve loco. Sera cierto? Cuenta la historia que en un pequeño y antiguo caserío de la ciudad de San José, Costa Rica eran muy populares las carretas de caballos y la gente hu- milde y creyente. En ese mismo poblado vivía una bruja malvada que desgraciadamente se había enamorado del muchacho más guapo del pueblo. Sin embargo, el muchacho que era muy creyente se negaba a caer en las garras de la bruja pero ella, valiéndose de sus poderes malignos hechizó al mu- chacho y se lo llevó a vivir con ella. Vi- vieron juntos muchos años y convirtió al joven en un ser despreciable similar a ella. Aunque el muchacho parecía vivir a gus- to con la bruja, nadie estaba de acuerdo con su decisión especialmente el cura del pueblo, quién no perdía oportunidad durante sus prédicas para repudiar y de- nunciar aquel horrendo acto. Así transcurrieron los años y el joven, ya anciano contrajo una enfermedad incurable y en su lecho de muerte le pidió a la bruja que al morir le dieran los santos oficios en la iglesia del pueblo. Cuando la bruja le solicitó al Sacerdote cumplir la última voluntad de su amado, el cura se negó debido al pecado que en vida arrastró el joven. Muy enojada la bruja le contestó que sería “por las buenas o por las malas”. Cuando su amado murió enyugó los bueyes a una carreta donde puso el ataúd con el cuerpo del hombre, tomó su escoba, su machete y partió rum- bo a la iglesia. Los bueyes corrían a toda velocidad pero al llegar a la puerta de la iglesia, el sacerdote les ordenó que se detuvieran “en el nombre de Dios” y los ani- males se detuvieron, pero la bruja seguía blasfemando contra lo sagrado al ver aquel acto. Se dice que el Sacerdote perdonó a los bueyes porque obedecieron pero que la bruja, la carreta y el muerto todavía vagan sin perdón por el mundo. Por eso algunas noches se puede escuchar las ruedas de la carreta sin bueyes recorriendo las calles de los pueblos. Cuenta la historia que en aquel tiempo había un hombre que viajaba fre- cuentemente por el Río Wampú durante la estación de verano. Cuando el hombre llegaba a un lugar llamado “El Chorro” reunía personas para celebrar allí mismo una asamblea para cazar y pescar. Entre las personas que conformaban la asamblea debía elegir a un hombre joven y a una mujer respetable o con experiencia para que dirigieran la asamblea. Al llegar a ese sitio elegido para celebrar la asamblea construía una champeta y se que- daba esperando a que llegaran sus compa- ñeros para hacer una oración, la que consis- tía en pedirle a las Sirenas que les permitie- ran tener abundantes peces en el río y ani- males en el monte para alimento de sus fa- milias. Como parte de la ceremonia, al llegar la tar- de los colaboradores llevaban cacao en polvo y bebida de yuca que disolvían en el agua; agregaban 9 medidas de guacales 2 de tamaño regular y el res- to pequeños e invitaban a las Sirenas a beber con ellos de aquellas delicio- sas bebidas que habían preparado. Al día siguiente, los hombres salían a pescar cuyamel y otras clases de pe- ces; al terminar la pesca reunían todos los peces en un solo lugar, buscaban abundante leña y cocinaban los peces ahumándolos. Cuando iban de regreso a sus casas, los pescadores repartían los peces en partes iguales para agradar a Dios y dejaban escondidos en el monte los materiales y utensilios en los que cocinaban los pescados. En sus casas los esperaban con otra asamblea y ya tenían preparada comi- da y bebida, se reunían todos los miembros de la comunidad en una sola ca- sa y juntos celebraban la ceremonia. Así de unidos vivían y trabajaban los antiguos pobladores, con el afán de agradar a Dios. (Flores Lázaro: 45) Como comentamos anteriormente, la Leyenda de La Sirena, según la creen- cia Pech es una historia muy distinta pero a la vez muy interesante porque nos muestra la manera armoniosa en que vivían todos y lo más importante que eran respetuosos y temerosos de Dios. En Honduras muchos aseguran que la historia de el Gritón es cier- ta, sin embargo nunca nadie lo ha visto, solamente se conocen sus espantosos gritos, de donde proviene su nombre.
En una noche tranquila de repente el silencio de las montañas es
interrumpido por el estridente chilli- do de el Gritón. Nadie sabe lo que pasa, ni lo que busca, ni lo que quie- re, solo se escuchan sus gritos. Algunos campesinos de Trujillo y el Valle de Sula aseguran que lo han escuchado, pero jamás lo han visto; y aunque conocen muchos animales de la montaña aseguran que jamás han escuchado alguno que chille parecido. Hay personas que piensan que el Gritón podría ser el demonio, otros en cambio creen que esos gemidos pueden ser de los “espíritus errantes” de los hombres que han sido asesinados en los senderos y las quebradas de los alrededores que gritan de desespe- ración. En la leyenda de el Gritón de Colombia se dice que algunas perso- nas han visto en una montaña a un arriero enojado, y desde ese lu- gar grita sin descansar con un fuerte sonido agudo para asustar a la gente que camina por las noches. Cuenta la leyenda que a principios del siglo XX, comenzaron a suce- der eventos que aterrorizaban a los ciudadanos.
Una espeluznante bestia profanadora de tumbas comenzó a mero-
dear los cementerios de las comunidades de Sabana grande y Texi- guat, según afirman sacaba los cadáveres de sus tumbas y se los comía. Este infernal ser es El Timbo y la gente le temía y lo odiaba porque no dejaba descansar en paz a sus seres amados. Por su desagradable costumbre de profanar tumbas El Timbo tam- bién era conocido como “sacamuertos” o “come muertos”. El Timbo era un animal parecido a un perro, pero tenía el hocico más pronunciado, su vientre era abulta- do, su pelaje era rojizo y caminaba en dos patas. Además poseía patas delanteras o “brazos” extremada- mente largos y fuertes y unas enor- mes garras que le servían para arrancar raíces, todo tipo de maleza y por cavar sepulturas cuando estaba hambriento. No se sabe mucho sobre esta leyenda, la información que se mane- ja escrita es siempre la misma, las versiones “orales” suelen ser más variadas pero muchas personas han dejado de transmitir estas historias y terminan quedando en el olvido. Al igual que ha pasado con leyendas como la de El Gritón, El Come lenguas y el ciclope.