El gran imperio español no podía estar ajeno a la rapidez
general que a finales del siglo XVIII se vivía en el hemisferio occidental y que se señalara contra las formas tiránicas y abusivas de poder entonces imperantes. De forma tal que esa actividad que predicaba la equidad de las personas y la prueba del gobierno al servicio de los pueblos, también iba llegar a sus dominios, como ya lo había hecho en Inglaterra, Estados Unidos y Francia. De esta forma particular, a finales del siglo XVIII en la actual Colombia, que en aquel tiempo se denominaba Virreinato de la Nueva Granada, y en ese entonces se estaban dando los primeros pasos de la Revolución constitucional que de manera casi general se estaba presentando en casi todo el continente. Por otra parte, la Revolución de los Comuneros llevada a cabo en 1781 al grito de Viva el Rey y muera el mal gobierno, calculo un primer cuestionamiento serio al ejercicio de la autoridad política. De esta manera, la Expedición Botánica iniciada en 1783 le había demostrado a la joven intelectualidad neogranadina que la generalidad de los fenómenos (sociales, naturales y políticos), más allá de las aclaraciones metafísicas y presupuestas, era factible entenderlos desde el razonamiento científico, producto del pensamiento racional. Por último, otro asunto importante fue la traducción que Antonio Nariño hizo en 1793 de la Declaración francesa de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Todos ellos en su conjunto, entre otras cosas, pueden ser considerados la unión de hechos que fue preparando el ingreso del excelente liberal en la Nueva Granada y que fue acreditando el terreno para que entre 1810 y 1820 se llevara a cabo la revolución que le admitió a este Virreinato independizarse de España y acceder al grupo de países que dejaban de lado la tiranía y comenzaban a gobernarse a través de una Constitución, de la forma que lo estaban haciendo en esa misma época la mayoría de los países de América Latina. Viendo así las cosas, parece válido asegurar que Colombia ha llegado de forma temprana al movimiento constitucionalista, hasta ese momento, como hemos visto, únicamente Inglaterra, Estados Unidos y Francia, aplicaban este sistema de Gobierno. Ahora bien, a este punto hay un asunto más interesante por definir, y es la que está indicada a la manera como Colombia ha adquirido y practicado este modelo, a la profundidad y fortaleza de todas nuestras instituciones constitucionales, históricamente amenazadas por la confrontación civil bipartidista que se esparció hasta 1958, y que recientemente han sido indicadas en jaque por fenómenos como el narcotráfico, el paramilitarismo y, sobre todo, la corrupción política. Todos ellos son deformaciones que atentan contra la vigencia de un verdadero discurso constitucional y nos exige a pensar en algunas ocasiones que el sistema es un gran formalismo, ya que el nuestro es un