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A lo largo de su historia, Chile muere y renace la necesaria representación del todo. ¿Qué significa
muchas veces. El país de La Araucana, evocado por la Nación hoy en día? Cada época ha de replantearse
Ercilla, no es el mismo Chile que se independiza la pregunta por la singularidad nacional. En toda
de la tutela colonial. El orden oligárquico que la región, como lo atestiguan el brasileño Renato
emerge tras la batalla de Lircay va a experimentar Ortiz, el mexicano García Canclini o el colombia-
una larga metamorfosis bajo el impacto de una pro- no Martín-Barbero, la pregunta por “lo nacional”
gresiva industrialización y urbanización. El Chile se ha vuelto acuciante. Visto desde un mundo
de clase media que se desarrolló gracias a la activi- globalizado, ello parece provinciano y obsoleto,
dad estatal y a la negociación democrática durante mientras que desde un punto de vista local sería
buena parte del siglo XX murió en 1973. Pero el sinónimo de estatismo, centralismo y paternalismo.
Chile autoritario surgido entonces no persiste tal Experimentar esta ambigüedad ayuda a interrogar
cual ni desaparece por completo durante la actual la unidad preconstituida que se arroga la nación.
transición a la democracia. Mirando el país desde
una perspectiva histórica, se hace evidente que no Hoy es sabido que tanto nación como sociedad
existe un Chile único. Como tampoco hay una son representaciones o simbolizaciones culturales que
“identidad nacional” dada de una vez y para siem- las personas elaboran para sentirse y ser reconocidas
pre. Chile es un proceso histórico, una cons- como parte de una comunidad. No hay sociedad sin
trucción social, una producción cultural. relato de sí misma. Y las identidades colectivas son
una forma de narrar, de dar cuenta de lo que es y
La idea de Chile se forma con un caleidoscopio quiere ser una sociedad. De esta narración sobre “sí
de imágenes: algunas antiguas, apenas reconocibles, misma” son parte los imaginarios colectivos, repre-
y otras familiares, cargadas de añoranza. Hay imá- sentaciones sociales que, sin llegar a ser elementos
genes frescas como un anuncio publicitario en te- conscientes y reflexivos, ayudan a dar cuenta de la
levisión y otras lejanas de bosques, minas y caletas. realidad social y sirven para comunicar y compartir
Se comparten imágenes cargadas de símbolos e his- visiones del mundo y de la vida. Representarse lo
toria, así como imágenes de la vida cotidiana. Imá- social es siempre una forma de imaginarlo.
genes que suscitan amor y odio, atracción y repul-
sión. Ellas representan la diversidad de épocas y de Chile es una invención. Es decir que el modo de
actores, de estructuras materiales y de experiencias verlo y concebirlo, de sentirse chilenos, de recono-
subjetivas. No hay modo de mirarse en el espejo e cer algo como “típico chileno”, es una construc-
interrogarse sobre quiénes somos sin tener presen- ción cultural. El imaginario colectivo acerca de lo
te lo que se ha acumulado en la memoria colectiva. que es, de lo que fue y de lo que debería ser Chile
Los chilenos de diversas categorías y épocas han pen- viene de antiguo. Poetas y políticos, pintores y
sado, recordado y soñado su país, dejando una cons- payadores, maestros de escuela y científicos han
telación de huellas que se hacen presentes en nues- contribuido a crear y reformular una y otra vez la
tra forma de imaginarnos el país del presente y del imagen que se tiene de Chile. Aquí se hace referen-
futuro. cia a sólo dos registros: el literario y el político.
Junto con reconocer la diversidad cultural de la La fuerza de las imágenes y narraciones literarias
sociedad chilena, es fundamental hacerse cargo de no proviene de una realidad distinta de la realidad
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objetiva. Sería un error oponer la objetividad de las en las luchas (abiertas o tácitas) por definir, im-
estructuras y la subjetividad de los discursos e ima- poner y jerarquizar determinadas representacio-
ginarios, como si fueran planos opuestos. De he- nes del orden social, y rechazar o perseguir otras.
cho, no hay noción de la realidad que no pase por Las diferencias culturales no son, empero, meros
una representación. Como destaca el historiador espejos de las divisiones sociales. Aunque sean el
francés Roger Chartier, “no hay práctica ni estruc- producto –pocas veces deliberado y reflexivo– de
tura que no sea producida por las representacio- sujetos sociales con proyectos, estrategias y apara-
nes, contradictorias y enfrentadas, por las cuales tos institucionales, dan cuenta también de la pro-
los individuos y los grupos dan sentido al mundo pia dinámica de las imágenes y representaciones.
que les es propio” (1996, 49). Las interpretacio-
nes del mundo se realizan en el campo de lo vero- Tema central de la Parte 2 es la erosión de “lo
símil, no de la verdad. Por lo tanto, han de ser chileno”. Las evidencias empíricas expuestas en los
evaluadas por su eficiencia para constituirse como capítulos siguientes permiten sostener una de las
discursos plausibles y legítimos acerca del orden conclusiones fuertes del Informe: en Chile, para
social. la mayoría de las personas, los referentes
colectivos –los sentidos y símbolos que
La producción cultural es eminentemente polí- constituían “lo chileno”– han dejado de
tica. Basta observar cómo las constelaciones de ser verosímiles. Esto es, han perdido validez
poder en determinados períodos históricos im- frente a los cambios ocurridos tanto en las condi-
pregnan los modos en que los hombres viven y se ciones estructurales del país como en las experien-
representan sus experiencias sociales. A su vez, los cias cotidianas de los chilenos.
imaginarios sociales modelan el régimen político
y sus orientaciones, las formas de legitimar el po- En el capítulo 1 se exponen algunas trazas de la
der y los criterios con los cuales éste es evaluado. construcción del imaginario de Chile por parte de la
La cultura siempre es confrontación. Aunque se literatura. En el capítulo 2 se sistematizan algunas
exprese en manifestaciones estéticas, es el produc- claves culturales profundas que subyacen a la cons-
to de sujetos sociales en pugna. ¿Cuántas veces la trucción estatal y política del Chile independiente.
llamada “cultura nacional” no es más que la “cul- En el capítulo 3 se da cuenta de la erosión del imagi-
tura de la mayoría” elevada al rango de hecho na- nario heredado como consecuencia de los cambios
tural? La dimensión política de la cultura consiste sociales y de las nuevas experiencias cotidianas.
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CAPITULO 1
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Para el conquistador, desde sus inicios la faena El nativo se opuso a la desaparición de su liber-
resultó difícil; es más, extraordinariamente costo- tad, cultura y cosmovisión. Resistió al invasor
sa. El Inca Garcilaso lo corrobora en sus Comen- durante tres siglos y más. La contienda sigue pen-
tarios: “El primer español que descubrió Chile fue diente. Sin embargo, no todo fue pura violencia.
don Diego de Almagro. Pero no hizo más que darle Hubo escenas de odio con intermedios de amor.
vista y volverse al Perú, con innumerables traba- Porque el encontrón no impidió el estallido del
jos que a ida y vuelta pasó”. proceso de mestizaje, iniciado el día o la noche
misma de la llegada del invasor. De este modo,
ERCILLA: EL NACIMIENTO LITERARIO DE comienza a surgir una nueva identidad.
CHILE
Fue así en toda Iberoamérica. Bolívar definió
Tanto o más que los textos históricos, tal vez la
con precisión casi antropológica el producto hu-
literatura sea el registro más intenso e interiorizado
mano nacido de esa unión de los contrarios:
de esta búsqueda permanente de un real o imagi-
nario carácter del país y de sus habitantes. Los poe- “Tengamos presente –dijo– que nuestro pueblo
tas tienen la palabra desde el primer momento. Cada no es el europeo, ni el americano del norte, que más
uno escribirá en su estilo sobre lo que fue, lo que bien es compuesto de África y de América que una
pudo ser, los “pesos de la noche” durante casi me- emanación de Europa; puesto que hasta España mis-
dio milenio; sobre lo que se anheló y sobre los años ma deja de ser europea por su sangre africana, por
en que el sueño se transformó en pesadilla. sus instituciones. Es imposible asignar con propie-
dad a qué familia pertenecemos. La mayor parte del
Así aconteció a partir de Ercilla, a quien Neruda
indígena se ha aniquilado, el europeo se ha mezcla-
llama “el inventor de Chile”. En las páginas de
do con el americano y con el africano, y éste se ha
La Araucana asomaron los primeros es-
mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos
bozos de una identidad que emanaba al
todos del seno de una misma madre, nuestros pa-
fragor de las batallas, del derramamien-
dres, diferentes de origen y en sangre, son extranje-
to y la fusión de sangres. Se estrellaron dos
ros y todos difieren visiblemente en la epidermis”.
concepciones de la existencia, del ser, del mundo.
La colisión enfrentó dos culturas, dos realidades,
dos mitologías. Desde México a Chile, el conquis- NO ES UNA HISTORIA AMABLE
tador pretendió no sólo someter al aborigen. Qui- Ercilla fue una suerte de conquistador conquis-
so, además, imponer en estas tierras su divinidad, tado. Osciló entre la seducción y la anotación
lengua, autoridad, economía, otra sociedad, una objetiva. No todos sus colegas de armas y letras
tabla de valores, principios y diferencias proceden- estuvieron de acuerdo con él. Pero no faltaron cro-
tes de un continente lejano y desconocido. Para nistas y literatos que compartieron con él su ad-
algunos autores se trató de una occidentalización miración por el adversario.
que reajusta de manera continua sus objetivos al
Fértil provincia y señalada / en la región antártica
ritmo de la metrópoli y no de las evoluciones lo-
y famosa, / de remotas naciones respetada / por fuer-
cales. “De ahí ese desfasamiento, esas brechas per-
te, principal y poderosa: / la gente que produce es tan
petuas que explican el que indios recién ganados
granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no
para un cristianismo barroco de pronto sean con-
ha sido por rey jamás regida / ni a extranjero domi-
minados a abrazar la ‘civilización’ de Las Luces,
nio sometida.
antes que el liberalismo o el jacobinismo les pro-
pusieran otros modelos, antes de que una socie- Ercilla aclara ya en la introducción de su Canto
dad de consumo made in USA les mostrara sus I que el alumbramiento del país llamado Chile se
escaparates sin que, desde luego, jamás se les die- caracterizó por esa contradicción de las contra-
ran los medios para alcanzar los paraísos esgrimi- dicciones llamada “guerra”. “...Trata, en suma, de
dos uno tras otro ante sus ojos” (Gruzinski, 1991). la entrada y conquista que los españoles hicieron
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hasta que Arauco se comenzó a rebelar”. como una luz encendida en el sur del continente.
Acarició el sueño, a su juicio realizable, de una
Puede ser una epopeya hermosa, heroica, pero
nación de conciencia democrática despierta, ubica-
casi nunca amable. Por eso no concibe el poema
da al fondo de una América dormida, azotada por
al estilo de Garcilaso. Expresa que no escribirá en
la crueldad de las dictaduras. Con humor, no vaci-
tono eglógico ni cortesano. (No las damas, amor;
ló en participar en extravagantes competencias, por
no gentilezas / de caballeros cantos enamorados, / ni
ejemplo a propósito de la superioridad del vino y
las muestras, regalos y ternezas / de amorosos, afectos
de los frutos de su tierra.
y cuidados...). Pues su obra, tomando en cuenta lo
visto, oído, sufrido y peleado, no describe una
aventura idílica sino un enfrentamiento de vida y NI HISTORIA NI MAR TRANQUILOS
muerte. Así quiere advertir de entrada al lector La realidad no siempre, o casi nunca, es un poe-
que el poema estará cruzado por la dureza de un ma. A menudo, la visión de Chile se torna inquie-
conflicto titánico. tante y admite lecturas muy diversas. Es un país
de agudas contraposiciones políticas, económicas,
sociales, culturales. Las diferencias pueden llegar
UTOPÍAS NERUDIANAS
a ser abismantes, y conducir a guerras civiles, a
En la época contemporánea, Neruda puede leer-
masivos intentos de supresión por las armas de
se como el continuador de Ercilla. Con frecuen-
aquel que piensa distinto.
cia lo alude textualmente para compartir su vi-
sión renacentista y universal, que en el siglo XVI Ni su extenso mar tranquilo lo baña ni el país
ya poetizó la idea de un Chile naciente. Volverá a puede ufanarse de una trayectoria apacible. Todo
citar versos exaltatorios de Ercilla, de recitación ello dificulta el intento de proponer la fisonomía
escolar y tonalidad épica, que entremezclan liris- de un cierto “chileno típico”. Es una empresa aven-
mo, geografía, historia y política. turada también porque cada uno es distinto. Si
muestra alguna semejanza, ella es resultado de una
No oculta que la guerra de Arauco es el primer
suma heterogénea de virtudes y defectos, algunos
acto grandioso de un drama cuyo epílogo todavía
de los cuales se arrastran desde antaño.
no se escribe. No siempre la contienda asoma a la
superficie, pero recrudece incluso en la época ac-
tual, puesto que continúan vivas, aún latentes, sin IDENTIDAD COMO PERSISTENCIA DEL
CAMBIO
resolver, oposiciones seculares.
El tiempo desgasta el cliché de una dudosa iden-
La utopía nerudiana arranca de una tradición tidad establecida de una vez para siempre. Ésta
histórica y literaria. El autor actualiza y contempla nunca será un problema del todo resuelto, una
el desarrollo de la trama histórica con ojos compro- entelequia inmóvil, petrificada en la estatua del
metidos, pero también críticos y autocríticos. Sien- Roto Chileno de la Plaza Yungay. Siempre la pre-
do patriota explícito, no acepta alardes chauvinistas. gunta tendrá respuestas incompletas, que se tor-
No comparte la falacia de una raza chilena. Es un nan más acuciantes en tiempos críticos, de per-
fervoroso de ideales positivos. Quiere un país abier- plejidades y creciente desorientación.
to a una democracia integral, donde todos tengan
La importancia de las diferentes miradas se plan-
derecho al almuerzo y a un lugar en la mesa circular
teó desde el comienzo. El aborigen y el con-
que debe dar la vuelta al mundo.
quistador concibieron su identidad y la
Neruda tenía esperanzas. Sin embargo, parece del otro conforme a sus parámetros, de
no hacerse demasiadas ilusiones. Sabe que sus com- modo que las interpretaciones de signo
patriotas poseen diferentes visiones, que no todos contrario estuvieron presentes ya en los
comparten sus juicios ni sus proyectos de país. En albores de la historia nacional. A partir de
el extranjero, el poeta propagó la imagen de Chile la llegada del español, fueron delineándose con-
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cepciones muy diversas sobre la nueva nacionali- cual se ha expulsado a partir de 1882 a los
dad en formación. La diferencia derivaba de ópti- araucanos, ‘raza inferior de indios salvajes’ que
cas y ángulos situados en polos opuestos de una había habitado vastas zonas incultas”.
sociedad profundamente dividida por la guerra, por
la conciencia de enfrentar al “enemigo”. Pero tam- MANIQUEÍSMOS
bién las oposiciones tajantes incubaron miradas
En paralelo a la descripción admirativa del per-
recíprocas, “encuentros en el desencuentro”.
sonaje de arriba se traza el contrapunto peyorati-
vo de las gentes de abajo, personificadas en “el
OBSTINACIÓN DE CIERTOS TRASFONDOS indio”, a quien se sitúa en un nivel inferior de la
HISTÓRICOS especie. Se agregan otras expresiones temibles,
La pregunta abierta sobre la identidad engendra- como “el bandido” rural y el “roto” urbano. Más
rá buscadores del sentido de la existencia, investi- tarde, cuando el pueblo organizado, sindical y po-
gadores a menudo dubitativos y otros más categó- líticamente, formula propuestas alternativas de
ricos respecto de la lectura que hacen del país, de la sociedad, suena la alarma ante el surgimiento de
sociedad, de sí mismos. En ciertos casos esas cavila- las “clases peligrosas”. Chile, entonces, se vio
ciones conducen a la elaboración de mitos, a la con- atravesado por el temor al Otro.
sagración de ídolos, fetiches o monstruos. Se pro-
ducen sucesivas construcciones del imaginario co- En un subcontinente tan marcadamente des-
lectivo, polémicas sobre el “Nosotros”, que tienden igual como es América Latina, la diferencia entre
a consolidar ideas y aversiones heredadas. las clases en Chile cava un abismo que se traduce
en un distanciamiento, al parecer infranqueable. La
Es visible la obstinación en el manejo de deter- separación incompatible se reproduce en todas las
minados trasfondos históricos. Una mirada retros- áreas de la vida. Constituye la negación flagrante
pectiva suele responder –a su manera– a una pre- del proyecto de “unidad nacional”, de una
gunta clave: ¿de dónde venimos? La respuesta ofi- chilenidad o identidad integrada, propia de una so-
cial no es la de Ercilla, sino más bien la de Pedro ciedad más o menos homogénea. Algunos atribu-
de Valdivia; de los encomenderos, que profesaban yen a la diferencia social y a la diversidad política
una noción aplastante de su diferencia con el na- una connotación más de fondo, entendiéndolas
tivo, pronto transformado en peón, chusma poco como una suerte de reencarnación de la lucha en-
fiable. Hay una obsesión consuetudinaria por con- tre el Bien y el Mal.
firmar como principio de derecho natural la su-
perioridad del español o del extranjero, poniendo Naturalmente, este maniqueísmo no siempre se
en duda o negando sin contemplaciones la idea expresa de modo tan abrupto, pero representa el
de que el sirviente pertenezca, igual que el amo, a trazado de una línea divisoria sostenida. De todos
una condición humana digna de respeto. modos hay momentos en que sus sostenedores
penetran en una zona gris, matizan el lenguaje y
Otros quieren crear el mito de la raza. A princi- atemperan la rudeza del rechazo.
pios del siglo XX, Nicolás Palacios, en su libro
Raza chilena, propone al “roto” como símbolo ét-
GRAN SEÑOR Y RAJADIABLOS
nico de la nación. Según su explicación, sería un
Se aceptan mitos fundantes que ponderan, des-
“fenotipo”, un mestizo privilegiado, nacido de dos
de los tiempos coloniales, las virtudes del estrato
razas puras: los godos y los araucanos. Palacios ad-
señorial. Ocupan la punta superior de la pirámi-
mite la inmigración germana por su herencia goda.
de. Impusieron la obediencia en la base social. Su
No obstante, en un folleto publicado por el go- concepto del orden fue el acatamiento ciego a la
bierno chileno en Leipzig a comienzos del siglo ley de los que dominaron después de la batalla de
XX, con el propósito de atraer colonos alemanes, Lircay. Se trata de toda una ideología,
se explica que “el sur del país es una tierra de la transformada en segunda naturaleza, que
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erigirá la disciplina férrea, la repetición danía literaria a la irrupción pública gay, reclaman-
cotidiana del miedo a la autoridad, al cas- do el derecho a la legitimidad de la diversidad
tigo por cualquier transgresión. Servirá, tam- sexual.
bién, de prevención ante el riesgo de desórdenes
Pero será Martín Rivas la obra costumbrista que
mayores por parte de la plebe. Se estatuye, así, en
marca generaciones, siendo una de las creaciones
ley inamovible una sociedad de ricos y pobres.
más leídas. Inspira películas, obras de teatro, teleseries,
Pero la búsqueda del chileno representativo del país y ha sido una lectura casi obligada del sistema esco-
seguirá adelante en su construcción literaria. Mariano lar. Su éxito secular podría deberse a un desplaza-
Latorre –cabeza de la escuela criollista en Chile– miento desde la hazaña guerrera –en que Martín es
sostuvo, por ejemplo, “muy resueltamente, que derrotado en el intento revolucionario de 1851, con-
después del héroe de la historia, el soldado de la denado a muerte y exiliado– a la gran hazaña de los
Independencia, había sonado la hora del gaucho tiempos modernos: el ascenso social y el enriqueci-
en Argentina y Uruguay, del ‘huaso’ en Chile, al miento. Es el gran logro de un joven provinciano,
cual se llama ‘héroe de la paz’. Idea de sugestión tímido, moralmente puro, hijo de un empresario
singularísima, apenas oscurecida por el hecho de minero arruinado, que estudia leyes gracias al ampa-
que el huaso chileno en la literatura no ha logra- ro de un adinerado hombre de la sociedad
do la dimensión de héroe continental, menos afor- santiaguina, amigo de su padre. Martín es reconoci-
tunado que su compadre o primo Martín Fierro o do por los poderosos. Obtiene aceptación por su
don Segundo Sombra; que el llanero de Venezue- moderación y buen criterio, por mostrarse dispues-
la o el cauchero colombiano; que el indio o el cholo to a servir a quienes lo incorporan al refinamiento
del Ecuador o Perú; que el trabajador del cacao o santiaguino. La novela muestra “una claridad ab-
del sertón brasileño o de los cañaverales y soluta de lo que debe ser y no ser una sociedad”, y
bananeros del Caribe. Esta es una realidad, aun- al mismo tiempo, “una moral acomodaticia en
que duela a nuestro orgullo. Y, además, probable- materias de política y negocios” (Oses, 1999). Da
mente esa hora del huaso de vieja y colorida es- cuenta de una cultura obsesionada por el ascenso
tampa ya pasó o está pasando” (Teitelboim, 1973). social y por el temor al descenso. Describe el trato
irónico y humillante que sufre la “gente de medio
EL ARRIBISMO URBANO pelo” por parte de la juventud de clase alta. Mar-
tín Rivas pareciera desentrañar un este-
La verdad contemporánea es que en América
reotipo de la sociedad chilena, ilustran-
Latina la ciudad succiona y erosiona el campo. La
do la transformación del héroe épico e
fascinación del paisaje, aunque continúa siendo
idealista en héroe arribista y conformista,
incesante motivo de inspiración como escenario o
que se integra a la cultura dominante.
telón de fondo, no basta para proponer un arqueti-
po. Hoy día en Chile el habitante urbano suma la
mayoría de la población. Se convierte en personaje SOBRE LA TRISTEZA DEL CHILENO
central. Asume un protagonismo de muchos ros- Más de una vez se ha dicho que el escritor es –o
tros. Se recluta en toda la escala, desde el lumpen puede ser– un barómetro fino para registrar el buen
de ciudad al nuevo rico y al gerente vinculado a o mal tiempo del Hombre, sus bonanzas y sus tor-
una multinacional. mentas.
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El autor sostiene que el disimulo, incluso de la zona del agro absoluto; toma una heroica hermosu-
tristeza, es otra característica nacional. Agrega, como ra forestal en el remate del continente como para
sentimiento concomitante de la tristeza, angustia, acabar dignamente y se desmenuza al fin ofreciendo
soledad, pena, nostalgia, aflicción, desconsuelo. Cir- a medias la vida y la muerte en un mar que vacila
culan con demasiada frecuencia por las almas y son entre su dicha líquida y su dicha lúdica del hielo eter-
alimento constante de la poesía, la novela, el cuen- no”. La bruma espesa, eterna, para que olvide donde /
to, el teatro chilenos. Aclara que no se trata de una me ha arrojado la mar en su ola de salmuera. / La
sociedad absolutamente triste. Sí, hay rachas, días, tierra a la que vine no tiene primavera: / tiene su noche
momentos de alegría y de humor. Aclárese que el larga que cual madre me esconde.
chileno tiene propensión al humor negro.
El hambre: “Y yo oigo comer al Hambre”, afirma Neruda escribirá por añadidura la “Oda al día
Gabriela Mistral. Un bohemio que alguna vez fue feliz”. Esta vez dejadme / ser feliz... Como si fuera
un dandy, el poeta Teófilo Cid, filosofa sobre su caí- poco, insiste con una “Oda a la alegría”: Te desdeñé,
da: He ido a comer donde comen los pobres / y he senti- alegría. / Fui mal aconsejado. / La luna / me llevó por
do que la sombra es común / que el dolor semejante es sus caminos. / Los antiguos poetas / me prestaron ante-
un lenguaje / por encima del sol y de las madres. ojos / y junto a cada cosa / un nimbo oscuro / puse,
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sobre la flor una corona negra / sobre la boca amada / QUE LA NACIÓN SEA LO QUE POTENCIAL-
un triste beso. Aún es temprano / déjame arrepentir- MENTE ES
me. No fui justo / Equivoqué mis pasos / y hoy te La “identidad nacional” es más que una suma
llamo alegría. // Como la tierra / eres / necesaria. // de identidades sectoriales, y algo distinto a esencias
Como el fuego / sustentas / los hogares. // Como el preconstituidas. Tampoco surge sólo de una reflexión
pan / eres pura. // Como el agua de un río / eres individual espontánea. Requiere de un ámbito co-
sonora. / Como una abeja / repartes miel volando. // munitario. Se configura en el hogar, en la escuela; se
Alegría, / fui un joven taciturno, / hallé tu cabeza / trasmite, para bien o para mal, en los medios de co-
escandalosa... Voy a cumplir con todos / porque debo municación de masas, a través de los libros, del mun-
/ a todos mi alegría. // No se sorprenda nadie porque do político, de los “líderes de opinión”.
quiero / entregar a los hombres / los dones de la tie- Para delinearla es necesario desempolvar la historia,
rra, / porque aprendí luchando / que es mi deber averiguar sus tradiciones, costumbres; conocer sus
terrestre / propagar la alegría. / Y cumplo mi destino héroes y sus antihéroes, el pasado vigente, aclarando
con mi canto. que se trata de un pasado en movimiento, no de un
Muy distinto es “El descubrimiento de la ale- culto nostálgico a lo que fue. Corresponde conjugar
gría” de Pablo de Rokha, himno a la euforia crio- lo que fue con lo que es y lo que debería ser.
lla, entonado o desentonado por el “roto choro”.
La identidad, el autorretrato narrado en
Entran las guitarras y un gran chacolí rancagüino el hogar común no sólo debería represen-
/ llora la cueca llorada del roto choro la llora pero la tar los rasgos característicos de la socie-
/ llora realegremente remolienda de la empanada y dad, sino proponer también el sueño del
la / aceituna y el carajo de Raimundo Contreras / país que queremos ser. Que la nación sea lo
gritando y cantando como un arrollado picante / que potencialmente es no supone un llamado a la in-
repuchas la naranjada de invierno que anda / ma- movilidad. Es en cambio una convocatoria a trabajar
mando el güaina... por una sociedad que esté a la altura de sí misma.
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CAPITULO 2
Reconocer la historicidad de Chile es recono- su vez, asumir las continuidades de larga dura-
cer el carácter construido de su identidad. Un pro- ción no implica aceptar la sacralización de la his-
ceso continuo de construcción, reproducción y toria. Tras la llamada “historia oficial”, que
transformación; de cambios, de continuidades y homogeniza la diversidad de procesos en una sola
de rupturas. En esta metamorfosis de las formas y trayectoria, subyacen otras historias, no siempre
significaciones habrá que des-cubrir la matriz cul- contadas. No hay una historia única y definitiva.
tural del desarrollo chileno. La exploración de los El significado del pasado depende, pues,
cambios no debe hacer olvidar, sin embargo, las de la apropiación e interpretación que
tradiciones y experiencias heredadas. Esas capas realice el chileno contemporáneo de su
subterráneas forman parte del Nosotros actual. A historia.
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LA OBSESIÓN POR EL ORDEN Y EL TEMOR AL CAOS
Si se lee la historia chilena a partir del presente, principio legitimador del nuevo orden (Sagredo y
resalta un imaginario que recorre toda su trayec- Serrano, 1994). Esta socialización tiene sus pilares
toria, desde la Independencia hasta el día de hoy: en instituciones como la Biblioteca Nacional
el imaginario del orden. Es un hilo de continui- (1813), la Universidad de Chile (1842) y el Insti-
dad que vincula los orígenes con la actualidad. La tuto Pedagógico (1889) como sus pilares, antes de
especificidad del imaginario chileno pa- volverse masiva con la escuela primaria obligatoria
rece radicar en la sacralización del or- (1920). Durante todo el siglo XIX lo nacional será
den como una unidad determinada des- identificado con la existencia de un gobierno im-
de su origen, a la vez que constantemente personal, un “estado en forma”, capaz de contener
amenazada por el desorden. Este imagina- el caos. El autoritarismo republicano va tejiendo
rio saca su fuerza del imaginario antónimo: la om- este imaginario con su panteón de héroes, su épica
nipresencia de fuerzas oscuras al acecho. Es el mie- canonizada, sus rituales. Se produce una
do al “Otro”, al otro diferente y desconocido. No sacralización del orden que permite encubrir la
sólo a la plebe y al “roto”. En el fondo, es un mie- conflictividad social y encauzar los disensos inter-
do al desborde de una subjetividad que se imagina nos de las élites. Y ese mito de origen sigue vivo,
indomable. Y sobre ese temor se funda la obsesión incluso cuando, a comienzos del siglo XX, la
por el orden, la unidad, la institucionalidad, la le- historiografía (Encina, Edwards) lo populariza como
galidad. Hoy ese imaginario se encarna en el prin- leyenda de la decadencia nacional. Esa tendencia a
cipio de gobernabilidad que impregna la “transi- interpretar como decadencia la creciente diversi-
ción”. Su primacía nace de un doble temor: el mie- dad de la sociedad chilena indica lo difícil que será
do al caos, identificado con la Unidad Popular, y al el manejo de las diferencias sociales en adelante.
castigo, inoculado por la dictadura. Asegurar
gobernabilidad es conjurar el temor al caos y poner Montado sobre los éxitos militares, el estado
límites a lo deseable y lo posible. Sin embargo, ese nacional se dota de una “identidad nacional” ca-
miedo subyacente hace crecer las dudas acerca de paz de integrar o, al menos, de ordenar el conjunto
la solidez real de la institucionalidad chilena de grupos sociales. Ordenar es por sobre todo dis-
(Jocelyn-Holt, 1998a; Salazar y Pinto, 1999). ciplinar. Y ello implica excluir los eventuales focos
de desorden. En paralelo, el mito del “roto chile-
El anhelo casi compulsivo por el orden y el te- no” se transformará en el meollo del discurso de la
mor al caos vienen de lejos. Son éstas las pasiones integración, ocultando su exclusión bajo el manto
que dictan la Constitución de 1830, de espaldas de la unidad nacional. A ello se suma el discurso
al ideario liberal y romántico. Reemplazando el sobre la barbarie del indio (Bengoa, 1985). Como
régimen monárquico por el republicano, el nuevo resultado se establece una autoimagen civilizada del
estado descansa sobre la continuidad del orden Nosotros, escamoteando el temor de sí mismo.
social colonial. Es lo que refleja el famoso dicho
de Portales: “El orden social se mantiene en Chile Este proceso tiene dos características adiciona-
por el peso de la noche”. Chile logra, entonces, les. Una es la preeminencia del mundo rural. Chile
como uno de los primeros países de la región, te- nace y crece en el orbe cerrado de la hacienda. Y esa
ner un orden estable, con una sucesión regulada estrechez espacial favorece la homogenización cul-
en el poder y el sometimiento de las Fuerzas Ar- tural. La raíz rural es reafirmada a comienzos del
madas a la autoridad civil. Contraponer la exitosa siglo XX frente a la industrialización y urbaniza-
construcción de la República a la anarquía reinante ción del país, y termina por marcar la noción de
en otros países hace de ethos sobre el cual fundar “chilenidad” que impera hasta el día de hoy. Sien-
la identidad nacional. Y la enseñanza de la histo- do ahora la ruralidad una expresión folclórica, anu-
ria, desde 1840 en adelante, tiene por objetivo lada por la mediatización de la cultura, sirve, no
crear un sentimiento nacional como cimiento y obstante, de “reserva moral”a la élite para legitimar
59
dad de parientes, más que de individuos. La con-
tinuidad de esa tradición puede apreciarse en la
jerarquía social y cierto “clasismo” que reinan en
el trato diario de la gente. Ambos rasgos otorgan
al imaginario del orden un perfil específico. Es el
halo rural-señorial del orden social. Una imagen
que parece sobrevivir en algunas de las dificulta-
des de convivencia que se verán más tarde.
EL ALMA ESTATAL
Ningún país latinoamericano parece sobrepone la afirmación de la soberanía nacional.
tan marcado como Chile por lo que Ma- Y la importancia del territorio y de las fronteras
nuel Antonio Garretón denomina su “ma- tiende a desplazar a la voluntad ciudadana. Se
triz estado-céntrica”. Dicha centralidad del anuncia aquí el vacío de sociedad que tantas veces
estado en las sucesivas configuraciones de la so- se esconde tras el protagonismo del estado.
ciedad chilena guarda un estrecho nexo con el ima-
ginario del orden. Se ha señalado con ironía que En pocos años, desde la elección de Alessandri y
“la historia se enseña desde la primaria como His- las reformas de 1924 - 1925, pasando por el primer
toria y Geografía porque la idea que la guía es la gobierno de Ibáñez, hasta el Frente Popular, queda
soberanía sobre un territorio, que la ejerce el esta- consagrado el imaginario estatal que predomina a lo
do, no la soberanía popular, que la ejerce en prin- largo del siglo XX. En todo este período, la convi-
cipio la nación entera”(García de la Huerta, 1999, vencia social tiene por referente principal el estado
216). A la reivindicación de la soberanía popular en sus diversas facetas. Él es el motor de las estrate-
–el acto de modernidad en que nace Chile– se gias de industrialización y desarrollo económico, así
60
como el propulsor de las reformas sociales. Es el Es- En las últimas décadas del siglo XX se ob-
tado Docente, que unifica y homogeniza el país a serva una ruptura con la construcción polí-
través de la escuela (y el servicio militar), y el Fisco, tico-estatal de un imaginario público, des-
que representa el país mesocrático. Por sobre todo, plazado por un imaginario privado. Tal
la convivencia encuentra en el estado la simbolización “privatización” obedece, asimismo, a una construc-
del compromiso de clases sociales y fuerzas políticas. ción política. Si antes hacía pie en la intervención
Este universo simbólico-imaginario permite estatal para ampliar el ámbito público, ahora consa-
institucionalizar los conflictos, a la vez que represen- gra la experiencia del mercado, haciendo del indivi-
ta la progresiva expansión de la democracia. Combi- duo la figura central del nuevo imaginario. Proceso
nando estabilidad y flexibilidad, el estado chileno paradójico, en realidad, pues despoja a la política del
logra retener a las antiguas élites y a la vez, incorpo- universo imaginario que sustentaba su acción. Lo
rar a los partidos de izquierda. Esa integración po- público no desaparece, por cierto; toma otras for-
lítica, y la posterior integración social, forman el mas. Pero, según muestra la Parte 3 del presente
núcleo político del imaginario estatal. Dicho de otra Informe, esa transformación de lo público incide
manera: el “alma estatal” de Chile sería una sobre la experiencia que puedan tener las perso-
metáfora de la experiencia de integración nas de la convivencia social. Queda instituido una
social. especie de “imaginario de mercado” que brinda
poderosas motivaciones a la libertad individual, a
La extensión del imaginario estatal va acompa- la toma de decisiones y a las responsabilidades in-
ñada de una expansión de lo público. La sociedad dividuales. Sin embargo, aunque este impulso a la
se vuelca a un espacio público mediado por el esta- individualización genera una rica diversidad de la
do, el que abarca tanto a los partidos políticos y la vida social, el imaginario dominante entrega po-
administración pública como a los servicios de edu- cas claves para vislumbrar y vivenciar lo social. De
cación, salud y vivienda. Incluye la universidad pú- afianzarse tales tendencias, podría haber conse-
blica y la previsión social, además de la promoción cuencias desfavorables para un Desarrollo Huma-
de organizaciones comunitarias. Sin agotar el re- no. Los individuos privados no sólo carecerían de
gistro de funciones que llega a cumplir el estado, aquel espacio público que les permite conversar
los aspectos mencionados dejan entrever la impor- sus diferencias y articular la nueva diversidad, sino
tancia que adquieren los asuntos y el espacio públi- que también dispondrían de escasas capacidades
co. Buena parte de las experiencias diarias de la gente para elegir y realizar el tipo de vida que quieren
tiene que ver con los servicios públicos. llevar.
DILEMAS PENDIENTES
La continuidad y la ruptura en el imaginario dad del orden. Este trasfondo histórico se ve re-
político chileno plantean varios dilemas. Entre forzado por las propias exigencias de autocontrol
ellos, la compleja relación entre el orden y la sub- que la individualización, la convivencia urbana y
jetividad social. Ya se mencionó la memoria his- el disciplinamiento laboral y político imponen,
tórica. El imaginario del orden induce una lectu- en el siglo XX, a la subjetividad personal.
ra de la historia reciente en clave del posible des-
orden y, a la inversa, la experiencia histórica tien- Un primer dilema se presenta al extenderse un
de a ser interiorizada como un miedo al conflicto. imaginario social que otorga una mayor relevancia
En ambos casos, sería la subjetividad desbordada al deseo de “ser sí mismo”. El avance del mundo
el torrente que todo lo sumerge en caos y anar- privado aumenta la sensibilidad por un “Yo” autén-
quía. Por lo tanto, la autocoerción y la autocensu- tico. Un deseo que se encuentra reprimido y al mis-
ra parecen ser el precio por disfrutar de la seguri- mo tiempo exacerbado por la impotencia que siente
61
el individuo frente a la “máquina social”. Buscando ja la mirada sobre los desafíos de la indi-
afirmarse a sí mismo, choca una y otra vez contra las vidualización, pero sin facilitar al indivi-
“leyes naturales” del orden. Desea “soltarse las tren- duo una imagen de sociedad. Lo social apa-
zas”, pero lo frena la memoria traumática del pasa- rece como mero entorno de la acción individual.
do. A la par que quisiera “vivir su propia vida”, re- O, más bien, como un orden natural al cual ha-
cuerda que el deseo de libertad socava el orden y bría que adaptarse. El individuo podrá defender
lleva al conflicto. Por temor a sí mismo, al des- con fervor sus intereses y establecer alianzas con
orden que podría provocar su subjetividad, otros para mejor afirmarlos. Pero tal agregación
el individuo se disciplina. Y lleva una vida de intereses privados no conforma un asunto pú-
a contrapelo. blico. Y, en particular, no conforma un sujeto co-
lectivo con capacidad de participar en la construc-
Un segundo dilema concierne al persistente te-
ción del orden social.
mor al caos. Es un recurso relevante para mante-
ner el orden, a la vez que un obstáculo para la En vista de las tendencias mencionadas, cabe la
recomposición del Nosotros. La experiencia interrogante de si acaso la sociedad chilena dispone
traumática de los conflictos sociopolíticos llevó de una autorrepresentación válida de sí misma. ¿No
a los chilenos a desplegar un velo de silencio so- estará la representación de la sociedad atravesada
bre las divisiones que atraviesan la convivencia. por la ausencia de lo social? Hay evidencias de que
El miedo a revivir los conflictos pasados hizo de la denominada “sociedad civil”, como actor autó-
la propia historia un “secreto de familia” del cual nomo en el proceso social, ha sido más bien débil
no se habla. La estrategia permitió conservar la en Chile. Así lo indica el poder que tiene el “peso
imagen heredada de “nosotros los chilenos”, pero de la noche” y la identificación de lo público con lo
al precio de una neutralización. Vale decir, va- estatal. A lo largo de su historia, la sociedad chilena
ciando de contenido la imagen del Nosotros. Este parece constituirse más como un producto de la
parece el resultado de “la predisposición antici- acción estatal y menos como un ámbito propio. Y
pada por parte de los actores políticos a estar de el desarrollo reciente del país tampoco la habría
acuerdo, sin que se aireen previamente los dis- fortalecido. Bien podría tratarse de una crisis de las
tintos puntos de vista” (Correa, 2001, 340). Sin significaciones imaginarias por medio de las cuales
duda que la llamada “democracia de los acuer- una sociedad llega a reconocerse. Hace sentido en
dos” ha sido un hito decisivo en el proceso de Chile lo que Castoriadis diagnosticaba como ten-
transición. No obstante, si el miedo al con- dencia general: “la sociedad presente no se acepta
flicto se proyecta al futuro, podría restar como sociedad, se sufre a sí misma. Y si no se acep-
vitalidad a la democracia, porque obli- ta, es porque no puede mantener o forjarse una re-
ga a una delimitación estrecha (no presentación de sí misma que pueda afirmar y va-
conflictiva) de “lo posible”. lorizar. Ni puede generar un proyecto de transfor-
mación social al que pueda adherir y por el cual
Como un tercer dilema, la preeminencia de un
quiera luchar” (Castoriadis, 1997, 31).
imaginario privado tiende a ensalzar la autono-
mía individual a la vez que socava la conforma- Sólo falta anotar que este desgaste de los imagina-
ción de acciones colectivas. Mientras que el ima- rios colectivos tiene efectos sobre el orden democrá-
ginario público se apoyaba, aunque sólo fuera de tico. Si no hubiese alguna imagen de “Nosotros, el
manera tácita, en la idea de soberanía popular y la pueblo”, ¿qué principio de solidaridad y voluntad
producción deliberada del orden social, el imagi- colectiva podría ser invocado para integrar a los ciu-
nario privado reemplaza la autodeterminación co- dadanos? Si el orden social funciona como una má-
lectiva por la autorregulación sistémica. El mer- quina automática, sustraída a las decisiones políti-
cado, como imaginario colectivo, despe- cas, ¿para qué se anhela la democracia?
62
CAPITULO 3
En la actualidad se ha vuelto difícil hablar de lo tección de las imágenes de lo chileno, las emocio-
chileno como algo evidente para todos. Esto vuelve nes que éstas provocan y los modos y contenidos
problemáticas las imágenes que cada uno se hace de de la conversación sobre Chile y lo chileno.
sí mismo y de las relaciones con los demás. Inevita-
Con este fin se realizó un primer estudio de Gru-
blemente esto remueve emociones profundas. La con-
pos de Discusión en conjunto con la Escuela de So-
versación sobre Chile y sobre “Nosotros los chile-
ciología de la Universidad de Chile. Allí se produje-
nos” comienza a subir de tono en la misma medida
ron conversaciones grupales estimuladas inicialmente
en que se dificulta y se personaliza. Se habla de Chile
por la pregunta “¿Qué es ser chileno?” (ver anexo
como de un ente que incomoda e irrita. 1). El estudio se aplicó a una muestra básica
El objeto de este capítulo es describir las diná- segmentada según estratos socioeconómicos y con-
tribuyó a definir los ámbitos problemáticos a los que
micas, percepciones y valoraciones que definen hoy
aludía la conversación sobre lo chileno; mostró, tam-
la pertenencia a Chile. Abordarlo exige aproxima-
bién, la existencia de profundas diferencias en la ex-
ciones múltiples. Para ello se han aplicado diver-
presión de las pertenencias.
sos métodos empíricos, tanto cualitativos como
cuantitativos, que se han concentrado en la de-
64
Estas señales permitieron desarrollar una segun- pítulo no describe los resultados de cada uno de
da fase del estudio cualitativo. En conjunto con la ellos, sino que expone su argumento común. Esto
Vicepresidencia de Estudios de la agencia McCann significa que se han integrado en un mismo análi-
Erickson, se trabajó la interpretación grupal de imá- sis datos de diversa procedencia, tanto cualitativos
genes fotográficas mediante la técnica de conversa- como cuantitativos y con muestras de distinto tipo.
ciones grupales dirigidas, o grupo focal. Éstos se or- La diversidad de fuentes con las que se construye
ganizaron según una muestra por estratos, edades y el argumento habla de su riqueza. Pero también
sexo. A ello se agregaron grupos en regiones del nor- exige algunas prevenciones para su lectura.
te y del sur. Se precisó el contenido de las conversa-
Las conclusiones se basan en el análisis del con-
ciones según los ámbitos específicos en los que se
junto del habla que organiza las conversaciones y no
experimenta lo chileno, tales como trabajo, familia,
a partir de alguna opinión en particular. Las citas de
política, diversión, televisión, religión (ver anexo 2).
opiniones que se exponen en el texto pretenden dos
El tercer paso fue validar esas tipologías y sus cosas: ilustrar los aspectos tratados, y mostrar algu-
diferenciaciones en una muestra representativa de nos giros del lenguaje con los que se desenvuelve la
la población mediante la técnica de la encuesta. conversación cotidiana sobre estos temas.
Se tradujeron los temas relevantes y generadores
El relato que se expone a continuación se ordena
de diferencias en una serie sistemática de pregun-
en tres pasos. Primero, se describe la inverosimili-
tas para la encuesta nacional realizada por el
tud que afecta a la imagen de lo chileno y a sus
PNUD, cuyo trabajo de campo realizó Time
relatos. Segundo, se explora una explicación, a par-
Research (ver anexos 5 y 6).
tir de las experiencias cotidianas. Tercero, se descri-
En sus aspectos básicos, los distintos estudios ben las imágenes de la sociabilidad chilena que se
arrojaron resultados consistentes entre sí. Este ca- encuentran en la base del vaciamiento de lo común.
65
posición en el país. Y, desde sus posiciones y expe- autoimagen como élite. Su superioridad no la en-
riencias, todos parecen mirar el país y su identidad tiende como el ejercicio de un rol rector, sino como
desde la distancia. Lo chileno parece haber de- simple distinción y mejor cualidad moral.
jado de ser parte de las identidades ob-
• El habla del pobre: en el otro extremo, el ha-
vias, porque no se habla desde ahí, sino
bla de los grupos pobres reconoce un límite y se si-
que desde fuera, observándolo como un
túa desde fuera de él, pero por abajo. Su posición es la
objeto que pertenece a otras personas y a
de víctimas de la exclusión. A partir de ella consta-
otros tiempos. Hay tres posiciones para hablar de
tan la inverosimilitud de una identidad común con
Chile y de lo chileno.
los otros. Lo chileno se disuelve para ellos en clases.
• El habla de élite: frente a la pregunta por lo
chileno, las conversaciones de estratos altos esta- “Así somos los chilenos. El pobre vive en el
blecen de inmediato sus límites y posiciones. Es círculo del pobre no más…; son tres
el punto de vista de quien ve a Chile desde fuera y chilenos diferentes”.
desde arriba. (Hombre, grupo de edad mixto, urbano, GSE bajo)
“El tema de la identidad es fundamental, Los pobres hablan de lo chileno como de un des-
¿ya? No hay identidad, yo siento. Por tino que los acorrala. La sociedad se percibe como
muchas cosas me gusta ser chilena. Yo algo inmóvil; sus formas de exclusión, como algo
también he podido estar fuera. Estoy institucionalizado. De hecho, la encuesta muestra que
conforme de ser chilena. Probablemente la gran queja de los estratos más bajos es que, a pesar
también estaría si fuera inglesa o si fuera de todas las apariencias de cambio en Chile, las cosas
japonesa, pero son condiciones que se siguen igual. Por lo mismo, su negación de la exis-
dan, tú naciste ahí…” tencia de lo chileno es emocionalmente más viru-
(Mujer, grupo de edad mixto, urbana, GSE alto) lenta que la de los otros grupos.
Chile se ve desde la perspectiva del que ha po- “No sé cuáles son las características
dido ser de cualquier país. La élite habla de lo chile- positivas, porque aquí nos está yendo
no desde su autoimagen como clase cosmopolita. como la mona. Estoy tentado de cambiar-
La globalización le ofrece un punto de compara- me de país”.
ción. Desde ahí se constituye como superior al ob-
(Hombre, grupo de edad mixto, urbana, GSE
jeto juzgado. Lo chileno aparece, en algunos casos, medio bajo)
una comunidad ganadora a la que identifica con (Mujer, grupo de edad mixto, urbana, GSE
medio)
Chile y con la que se siente orgullosa. Al tomar
posición respecto del Chile del sentido común he- Los sectores medios pueden hablar como chilenos,
redado, se siente ajeno y es crítico. Su chilenidad pero tendrán dificultades para decir qué significa eso.
no es la de todos, sino sólo la de los triunfadores. A lo más, lo chileno se reduciría a un humor ácido y
Este grupo no logra o no desea legitimar su retra- a algunos magros triunfos deportivos. El sentido de
to triunfador del país como imagen que ha de ha- pertenencia no da para estar orgulloso. El estar den-
cerse válida para todos. Esto revela parte de su tro de la identidad se vuelve una opresión. La mira-
66
da comparativa y, a ratos, xenofóbica permite un
desahogo: los de afuera son peores. El menosprecio
de peruanos y bolivianos hace posible una valora-
ción de lo propio de corte chauvinista.
Las narraciones cuestionadas se refieren al Chile Se cuestionan los propios fundamentos de esta
histórico y político. El país representado en ellos narración: el heroísmo y patriotismo de los Padres
es, casi siempre, el de una comunidad gobernada y de la Patria no es creíble.
conducida al orden por las élites. Lo que se cues-
tiona entonces es doble: que sea un buen “Muy rarísima… tenemos a un Bernardo
orden y que las élites tengan capacidad O’Higgins, y resulta que San Martín fue el
para producirlo. Las dudas apuntan a estas cua- Padre de la Patria. Bernardo O’Higgins
”Somos una sociedad con pocos vínculos co- como culpas y no como fallas del sistema. Por lo
munitarios. Si te va mal en el mercado, te quedas tanto, los fracasos conducen al sicólogo y no a
prácticamente desnudo. Los fracasos son vividos una rebelión en la calle”.
Eugenio Tironi, 2001.
67
llegó tarde. Nunca estuvo ahí. Yo creo El relato cívico-nacional
que el hecho de que haya sido hijo Este relato circula sólo fragmentado, inconclu-
natural, digamos, es una característica so. Se refiere a la chilenidad como la historia de
bien a la chilena…” un pueblo que construye un modo civilizado de
(Mujer, grupo de edad mixto, urbana, GSE Alto) convivencia y lo plasma en las instituciones de la
República. Como relato entronca, incluso, con una
El descrédito del relato nacional-militar se fun-
interpretación política de la Independencia.
damenta en que es una historia sobre la cual no
hay pruebas fidedignas. La sospecha de invención
“Siento que Chile está conformado en esa
interesada ronda esta conversación.
parte de la historia por gente ¡huaaa!
[gesto de admiración]…, con capacidad
“La historia dice que somos valientes,
de hacer, de empuje. Gente con ñeque.
luchadores… que hemos ganado … pero
Llega la República y poco a poco empe-
no sé, de repente uno desconfía un poco
zaron a ponerse tontos…, tontitos, como
de las historias escritas. Por lo mismo que
hijos de…, esas figuras como padres que
está leyendo y hay controversias y dicen
son los presidentes”.
una cosa y dicen otra… entonces ahí
(Mujer, grupo de edad mixto, urbana,GSE medio)
empiezan las dudas… Porque se habla de
un héroe, de Bernardo O’Higgins… pero no El relato cívico-nacional está presente casi exclusi-
sé… yo he leído varias otras cosas que vamente en las conversaciones de los estratos me-
dicen que no fue un héroe”. dios y altos. Se trata de una suerte de leyenda culta
(Grupo de edad mixto, urbano, GSE medio bajo) sobre el país, que tiene al estado democrático de bien-
estar como uno de sus puntos centrales. Este relato
La identificación nacional que pretende proveer este
resume las imágenes de la civilización mesocrática
relato se hace precaria. El carácter dudoso de la histo-
del siglo XX: ciudad, industria, democracia.
ria militar impide reconocerse como parte de ella.
“Nunca hemos estado a la altura, lo cual nos un mito, un invento, aparte de un deseo, una es-
puede llevar a sospechar que la altura aquella es peranza colectiva casi siempre contrariada”.
Jorge Edwards, 1999.
68
“Cuando yo era una niña, y antes de
Pinochet, sí había un sentido de identidad.
Dentro de la gente joven había también
mucho más idealismo e identidad con
respecto al país y la bandera chilena.
Chile es Chile y había mucho orgullo”.
(Mujer, grupo de edad mixto, urbana, GSE alto)
nencia a lo que se les niega. Pertenencia que no se Sin embargo, la conversación toma distancia del
formula en términos abstractos. relato con ironía:
El relato del jaguar empresarial “Yo creo que nadie se los creyó. A mí
Se trata del relato más reciente, y se lo ironiza como me gustaría creérmela”.
una ficción arrogante o como un deseo que no fue.
(Hombre, grupo de edad mixto, urbano, GSE
medio)
El mito del jaguar se comenta como la preten-
sión de que Chile era la avanzada latinoamericana El descrédito de estos cuatro relatos sobre Chile
de la modernidad. Eso le confería el rango de lí- afecta especialmente a la imagen de lo chileno como
der y lo distinguía de sus vecinos. una forma histórica e institucional de orden cívico.
Y afecta también a los grupos sociales a los que esos
“El desarrollo bancario, ¿te fijas? Me tocó relatos atribuían la autoría de este orden: militares,
hacer clases de Internet en Neuquén… Los políticos y empresarios. Tanto las experiencias
chilenos somos extraordinariamente bien traumáticas en el orden político como las transfor-
69
maciones en la vida cotidiana relativizan el relato imagen de lo chileno como capacidad
que identifica la particularidad de lo chileno con la de los habitantes de esta tierra para do-
continuidad histórica e institucional de un “buen tarse de una buena convivencia.
orden”. Lo que está en cuestión, así, es la
70
poca confianza en no perder su trabajo. Es católico
sólo de nombre, pues no participa en las actividades
eclesiales.
71
CUADRO 2 las personas creen ocupar en este proceso.
Valoración de los cambios y orientación hacia lo chileno (porcentaje)
Orientación hacia lo chileno Como país, ¿es más lo que se ha ganado o es más
lo que se ha perdido con estos cambios? La respuesta
En general, si se miran Chileno Chileno Chileno
los cambios en Chile orgulloso inseguro molesto Total es contundente. Cerca de dos tercios de los
Es más lo que hemos ganado 52 28 28 36 encuestados creen que el país ha salido perdiendo.
Esta apreciación afecta a la credibilidad de una iden-
Es más lo que hemos perdido 43 68 66 59
tidad común, como puede apreciarse en el cuadro
NS-NR 5 4 6 5
2. La percepción de inverosimilitud de lo chileno
Total 100 100 100 100
está relacionada con la sensación de que los cam-
Fuente: elaborado sobre la base de Encuesta Nacional PNUD, 2001. bios han acarreado una pérdida para el país.
CUADRO 3 ¿Por qué quienes creen que los cambios han per-
Sentido de los cambios y orientación hacia lo chileno (porcentaje) judicado al país pierden su confianza en lo chileno
y sienten debilitada su pertenencia? El sentido de
Orientación hacia lo chileno
Si usted mira los pertenencia a una comunidad no debería verse afec-
cambios en el país, diría Chileno Chileno Chileno
que estos cambios... orgulloso inseguro molesto Total tado en forma negativa por el hecho de que hay
cambios que la perjudican. En la historia puede
Tienen una dirección clara 25 10 7 14
encontrarse el caso contrario.
Son cambios sin brújula,
no tienen destino 27 45 29 34 El sentido de los cambios
A pesar de los cambios, las El problema no parece ser el cambio por sí mis-
cosas son iguales 45 44 63 50
mo, sino lo que éste revela. La evaluación que se
NS-NR 3 1 1 2 hace de sus resultados en los distintos ámbitos de
Total 100 100 100 100 la vida cotidiana es inseparable del rumbo que se
Fuente: elaborado sobre la base de Encuesta Nacional PNUD, 2001. le atribuye al país como un todo. La ausencia
de un sentido de futuro hace que las trans-
formaciones en la experiencia presente
GANADORES Y PERDEDORES
tiendan a vivirse como erosión de identi-
Chile está cambiando. Como se verá a lo largo de
dades y seguridades.
este Informe, la evidencia y magnitud de la transfor-
mación permea los juicios sobre la realidad del país. La mayoría de las personas cree que los cam-
Este hecho marca también las percepciones sobre las bios no tienen un sentido claro, no tienen brúju-
identidades. Las opiniones sobre la existencia y sen- la, o que son más bien una apariencia porque en
tido de lo chileno dependen del lugar subjetivo que el fondo todo sigue igual, y ello incide sobre su
“¿Qué significa, en términos culturales, ser chi- está apurada en terminar sus labores agrícolas
leno a comienzos del siglo XXI? ¿Qué tienen en para no perderse su teleserie favorita? En térmi-
común personajes como el oficinista que vibra nos de identidad, casi nada; tampoco en térmi-
con el lenguaje del Rumpi; la señora que hace nos de tópicos tradicionales del ser chileno como
una cola para adquirir la pulsera de Omarcito; el aquello del “carácter apequenado” o la falta de
estudiante de la Universidad de La Frontera que asertividad. Lo único que tienen en común es un
se identifica con la etnia mapuche; el hiphopero nuevo escenario cultural; en cada uno de ellos,
de la población nueva; uno que integra una ba- aún dentro de los escuetos rasgos señalados, hay
rra de fútbol; el joven empresario punto.com que huellas de las grandes transformaciones cultura-
lee la revista Capital o la mujer temporera que les ocurridas en las últimas décadas”.
Bernardo Subercaseaux, 2001.
72
actitud hacia lo chileno. El chileno inseguro y el
chileno molesto –aquellos que dudan de la exis-
tencia de una identidad común chilena– son pre-
cisamente quienes creen que el sentido de los cam-
bios no sólo ha sido negativo para ellos, sino que
además no tienen un rumbo claro o, en el fondo,
han dejado las cosas como estaban.
“La pregunta por la identidad tiene más impor- remoto, sino como un proyecto abierto al futuro,
tancia hoy por su proyección al futuro que por una se puede entender que el desafío presente de los
supuesta pérdida progresiva de lo ‘propio’ en un miembros de cualquier nación es definir qué es lo
mundo globalizado. Al concebir la identidad no que quieren ser. Ése es el gran tema de hoy”.
como un ethos inmutable formado en un pasado Jorge Larraín, 2001.
73
CUADRO 4 un indicador sintético de la fuerza de la sociabilidad
Percepción de abuso y orientación hacia lo chileno
de las personas (ver anexo 7).
Orientación hacia lo chileno
La mayoría de la gente A partir de los datos de la encuesta puede ob-
con poder trata de Chileno Chileno Chileno
aprovecharse de usted orgulloso inseguro molesto Total servarse que la afirmación o crítica de lo chileno
De acuerdo 58 65 67 63
se asocia a una evaluación de los cambios del país
desde la perspectiva de la experiencia cotidiana.
En desacuerdo 41 33 32 35
Para muchos, la vivencia de la exclusión y la au-
NS-NR 1 2 1 2
sencia de horizontes comunes contradice el relato
Total 100 100 100 100 de un “Nosotros común”. La identidad y la
Fuente: elaborado sobre la base de Encuesta Nacional PNUD, 2001. pertenencia que parece desvanecerse es
la de un Chile largamente prometido y es-
GRÁFICO 1 perado, definido por una forma de rela-
Grado de sociabilidad y orientación hacia lo chileno. Sólo categorías alto y
bajo (porcentaje) ciones sociales: integración e igualdad.
0
Chileno orgulloso Chileno inseguro Chileno molesto
Bajo Alto
74
CAPITULO 4
En ausencia de una identidad verosímil, la con- bilidad que resulta de esas actitudes. Parece es-
versación se desplaza a la descripción de caracte- tablecerse una cierta causalidad: no se-
res, rasgos sicológicos y modos de relacionarse tí- ría posible hablar de que lo chileno co-
picos de los habitantes de esta tierra. Lo propio mún existe, pues en sus actitudes y rela-
no sería una raíz o un proyecto común, sino una ciones los chilenos parecen mostrar lo
suma de actitudes y, en especial, el tipo de socia- contrario.
nos se ha desplazado en 35 años desde ser trabaja- Masculino Patriotas, alegres, envidiosos
dores a ser valientes, sufridos y sacrificados. Por su
Sexo Femenino Valientes, mal educados
parte, los principales defectos ya no son ser flojos y
Urbano Amistosos, alegres, flojos
borrachos, sino flojos y ambiciosos. Puede obser-
varse en estos desplazamientos una cierta tenden- Zona Rural Trabajadores, valientes
cia consistente con otros datos de este Informe. Por Estrato alto (BC1) Amistosos, flojos
una parte, surge la percepción de que hoy la vida es G.S.E. Estrato bajo (D) Sacrificados, bebedores
más difícil que antes. Esto hace que ahora se valore Fuente: Encuesta Nacional PNUD, 2001.
más la capacidad de los chilenos para hacer frente a
las dificultades, esto es, su capacidad de “aguante”. nuevo contexto las personas actúan de manera más
Por la otra, surge la opinión crítica de que en ese individualista y competitiva.
La sociabilidad conflictiva tiene uno de sus orí- La tendencia a aparentar conduciría a relacio-
genes en la envidia, esto es, en la dificultad para nes fundadas en el malentendido. La dificultad
reconocer el valor del otro sin sentir una desvalori- para reconocerse a sí mismo y obtener reconoci-
zación de lo propio. El chileno reacciona mediante miento por parte de los otros promueve una co-
el descrédito del otro como manera de asegurar la municación distorsionada. Se profundizará sobre
propia estima. Pero lo hace de manera indirecta, ello en la Parte 5.
por la vía de la mofa, del humor como herida:
Menos que otros
“Y todos, en la desgracia, cuando se cae El chileno, como estereotipo, está marcado por
una señora, se ríen [carcajadas en el un sentimiento de inferioridad. Las conversacio-
grupo]. Buenos para reírse de la desgracia nes describen una identidad no realizada y una
ajena”. potencialidad contenida y disminuida:
(Grupo de edad mixto, urbano, GSE medio bajo)
“Los apocamos mucho… somos siempre
Uno sin el otro menos que los demás. Nosotros siempre
La convivencia estaría marcada por la relativa como… somos ahí nomás y eso es lo malo
ausencia de reciprocidad, del dar y recibir como que tenemos… Lo mismo que pasa en el
cuestión de don y de gratitud. “El pago de Chile” fútbol, que siempre vamos a ser ahí no más”.
en la historia, y la no devolución del favor realiza- (Grupo de edad mixto, urbano, GSE medio bajo)
do en la vida cotidiana, forman parte del mismo
rasgo: la subjetividad no puede esperar confiada. La conciencia de inferioridad se define no sólo
No parece fácil el reconocimiento debido o espe- en las relaciones entre chilenos. Ella encuentra su
rado. La falta de reciprocidad se vive como abuso, principal explicación en la comparación con veci-
como negación del merecimiento: nos extranjeros. Esa conciencia de inferioridad in-
ternacional establece una escala jerárquica. El ar-
“Tenemos que esperar a que una persona gentino aparece como el otro superior; peruanos
se muera pa’ decirle… puta que era y bolivianos, como inferiores:
bueno el compadre. A Pablo Neruda lo
vinieron a reconocer afuera… En la “Son más patudos que nosotros. Por eso
actualidad a Elías Figueroa…; nosotros nos ganan. Tienen más personalidad.
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Nosotros nos achaparramos con ellos… A
mí me cargan los argentinos. ¿Por qué me
cargan? Porque dicen lo que yo no digo,
y nosotros somos los chilenitos…, o sea,
nos vemos a nosotros mismos como los
chilenitos…, y miramos en menos a los
bolivianos, que son más chiquititos que
nosotros”.
(Hombre, grupo de edad mixto, urbano, GSE medio)
Insignificancia
La conversación predominante describe a un
chileno que se siente insignificante, carente de una
diferencia valiosa o culturalmente interesante. La
indiferencia, la ausencia de perfiles, colores y sabo-
res caracterizarían al chileno:
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“Son luchadores, les gusta surgir…; no
todos, pero la mayoría”.
(Grupo de edad mixto, urbano, GSE medio bajo)
Fiesta
Otra ambivalencia que recorre las conversacio-
nes de sectores pobres y medios es la que oscila en-
tre fiesta y gasto, alegría y derroche. Frente al rigor
de cada día, el chileno buscaría el momento del
exceso; allí saldría la identidad reprimida. Sin em-
bargo, esa alegría es extra-cotidiana y el derroche
que la acompaña torna aún más difícil la vida dia-
ria. La fiesta pareciera no poder vivirse sin culpa:
Hospitalarios
La buena sociabilidad, el cariño y la acogida al
“Ándate a las fondas. ¡Van a estar llenas!
otro se revelan frente al visitante o extranjero:
Este fin de semana largo, ¡llenas las
carreteras! No hay plata, pero el chileno, a
“Muy amigables somos, sobre todo con la
eso voy, le gusta pasarlo bien, le gusta
gente que llega del extranjero. Y si nos
disfrutar, se gasta hasta el último peso,
preguntan algo respondemos bien. Eso
todo el mes en un día… y después andan
tenemos: muy amistosos, cariñosos”.
llorando, ¿sí o no? Sí, es la verdad, des-
(Grupo de edad mixto, urbano, GSE medio bajo)
pués se andan lamentando.”
Sin embargo, se sospecha doble intención: o se (Mujer, grupo de edad mixto, urbana, GSE medio)
quiere obtener un beneficio o se esconde el resen-
timiento ante el extranjero. Además, la hospitali- LOS CHILENOS Y LOS OTROS: LA
dad se refiere al que es visto como superior, el tu- IDENTIDAD FRENTE AL ESPEJO
rista extranjero. Se ha visto que lo chileno ha perdido credibili-
dad como pertenencia común de la cual emane un
Trabajadores esforzados
sentido de identidad. La explicación usual se basa
En las conversaciones de los grupos pobres, la
en que Chile no sería una comunidad, porque las
disposición al trabajo y su valoración constituyen
maneras de ser de los chilenos lo impiden.
un tema central. Entre ellos hacen sentido, pro-
mueven identidad y permiten la conversación en Pero los juicios cambian cuando lo propio se si-
términos de Nosotros. El diálogo sobre los chile- túa sobre el horizonte de lo ajeno y distinto. De
nos y el trabajo refresca el imaginario de la inte- hecho, la formación de las identidades de cualquier
gración social de los pobres por vía del esfuerzo y tipo es inseparable del juego de las delimitaciones.
disciplinamiento laboral: El surgimiento y la valoración de lo propio van de
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la mano de un juicio sobre lo otro. La formación CUADRO 9
Respuestas afirmativas a la pregunta: Comparando Chile con los países ve-
de las identidades nacionales corre para- cinos, los chilenos son más… (porcentaje)
lela a la construcción de un relato y un es-
tereotipo sobre los extranjeros. Sexo Zona
Cualidad/ Santiago Resto
En el caso chileno actual esto no parece ser muy defecto Masculino Femenino urbano urbano Rural Total
distinto. El cuadro 9 muestra que su autoestima Flojos 31 45 39 37 38 38
tiende a ser más bien alta cuando se compara con Valientes 74 65 66 68 80 69
los habitantes de los países vecinos.
Egoístas 47 48 47 47 49 48
Según la Encuesta PNUD 2001, esta tendencia Patriotas 72 67 63 69 81 69
general se descompone sin embargo en importan- Fuente: Encuesta Nacional PNUD, 2001.
tes diferencias. Las mujeres tienden a realizar una
comparación más negativa que los hombres. Éstos
Si se toman en cuenta los juicios respecto de la
hacen una evaluación más positiva en aquellos as-
superioridad de los chilenos sobre sus vecinos en
pectos propios del nacionalismo chauvinista: valen-
las preguntas del cuadro 9, puede componerse un
tía y patriotismo. En la evaluación comparativa, los
índice sintético.
adultos tienen una imagen claramente más negati-
va de los chilenos que los jóvenes. En relación con El chileno orgulloso tiende a afirmar, en mayor
los estratos, los medios-bajos y los pobres tienen medida que los otros grupos, la superioridad de los
un juicio mezclado: los chilenos son mejores en los chilenos frente a sus vecinos en las dimensiones con-
aspectos de tipo nacionalista chauvinista y son peo- sideradas. Por el contrario, el chileno inseguro y el
res en sus rasgos sociales; son más flojos y egoístas chileno molesto, aun cuando en general tienden a
que los habitantes de los países vecinos. Los estra- afirmar la superioridad de los vecinos, emiten un jui-
tos altos, medio-alto y medios realizan el juicio in- cio diferenciado: los chilenos son mejores en las di-
verso. Por su parte, el mundo rural cree que los mensiones chauvinistas (valentía y patriotismo) y
chilenos son más patriotas y valientes. peores en las dimensiones sociales (flojos y egoístas).
CONCLUSIÓN
De lo anterior se desprende que, para la ma- agredidos por la forma de sus relaciones
yoría, lo chileno como identidad no es creí- sociales. Por el contrario, quienes afirman
ble ni genera un sentido de pertenencia. la validez de lo chileno y expresan su or-
Las personas llegan a esa conclusión según sus expe- gullo son aquellos que perciben que la
riencias presentes. Entre ellas destacan dos: las per- forma de sus relaciones sociales les per-
cepciones acerca del efecto y orientación de los cam- mite integrarse socialmente.
bios recientes en el país, tanto para el país como para
sí mismos, y la percepción sobre el tipo de sociabili- Lo chileno no desaparece del todo del imagina-
dad que prima entre chilenos. Las vivencias en esos rio social predominante. Es posible encontrar,
ámbitos son percibidas como verificación del grado como se ha visto en la descripción anterior, la pre-
de integración o exclusión que provee la vida social. sencia de lo chileno como referencia idealizada.
En esas experiencias parece estar en juego la verosi- Si en la experiencia cotidiana la realidad de lo chi-
militud de lo chileno y el sentido, por tanto, de per- leno no se verifica, entonces lo chileno, aún de-
tenecer a ello. seable, se desplaza a un terreno donde no es so-
metido a la prueba de la experiencia.
No creen en lo chileno precisamente
quienes se perciben como excluidos o Ello puede ocurrir de dos maneras. Por una parte,
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por la idealización de un pasado dado por perdido y, nencias semejan un caleidoscopio en movimiento.
por lo tanto, inverificable. Por otra parte, hablando La figura está siempre cambiando aunque mantie-
con orgullo de lo chileno como algo maravilloso que ne ejes estables. A veces, unas piezas adquieren más
existiría fuera del tiempo cotidiano, fuera del espa- importancia y otras desaparecen. En Chile el
cio normal o fuera de las relaciones sociales, también caleidoscopio de las identidades y pertenencias está
inmune a las verificaciones de la experiencia. cambiando. Su figura heredada no es un referente
común creíble. Otros referentes quedan en pie, aun-
Hay que destacar que no aparece en los datos
que se ven afectados. En un contexto de debilita-
una idealización de lo chileno con sentido de futu-
miento de los referentes nacionales, la familia y la
ro. No surge un Chile que vendrá, ya sea como
religión adquieren un significado y una función
resultado de un proyecto social o como resultado
nuevos. En todo caso no logran, como se verá, re-
de algún tipo de evolución espontánea. No hay
emplazar el tipo de pertenencia que proporcionaba
una esperanza vinculada a su realización
lo chileno. Religión y familia están más asociadas a
futura que supere la inverosimilitud pre-
fenómenos de individualización que a nuevas for-
sente de lo chileno.
mas de identidades sociales. Pero también emergen
La crisis de lo chileno como referente de la per- formas inéditas de pertenencia social. Los capítu-
tenencia de las personas debe situarse en su con- los siguientes irán describiendo las formas, los al-
texto. Ella no es igual a la existencia de un vacío cances y las limitaciones de estos procesos de re-
identitario de los chilenos. Las identidades y perte- creación identitaria.
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