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El Derecho

Procesal

Derecho
Procesal I
(Teoría General
de Proceso)

1
La regulación jurídica
del proceso

Derecho Procesal. Definición.


Contenido.

Concepto

El Derecho Procesal puede ser definido como el conjunto de principios y


normas jurídicas que regulan la actividad judicial del estado y de los
particulares en la realización indirecta del derecho.

Ante la violación del orden jurídico, cabe la posibilidad de composición de


la controversia con o sin la intervención de los órganos judiciales. Así, el
orden jurídico puede recomponerse directa y espontáneamente, sin
necesidad de intervención de los órganos judiciales. O caso contrario,
puede requerirse la intervención de los órganos estatales a fin de lograr su
cumplimiento coactivo. (Realización oficial indirecta).

Destacamos que hay ciertas situaciones en donde la intervención de los


órganos judiciales se torna indispensable para recomponer el jurídico
quebrantado. Es el caso cuando se trata de materia no disponible por
exclusiva voluntad de las partes, así por ejemplo, en los delitos de acción
pública, o en materia de divorcio, en donde es necesaria la intervención del
juez, es decir no existe el divorcio sin sentencia que así lo declare.

Su objeto de estudio se compone del análisis de principios que hacen a los


sistemas procesales: bilateralidad, inmediación, lealtad y buena fe
procesal, como así también del derecho positivo contenido en las leyes:
Constitución Nacional y Provincial, Códigos de fondo y forma.
El estudio de esta disciplina puede realizarse desde un punto de vista
estático y dinámico. El primero comprende el análisis de las reglas
contenidas en las Constituciones (Nacional y Provincial), leyes orgánicas del
poder judicial y acordadas de los Tribunales Superiores. La faz dinámica se
ocupa de la actividad que desarrollan los sujetos procesales en el trámite
judicial y que varía según la materia y el sistema.

Por otra parte, puede conocerse esta ciencia por su aspecto


subjetivoobjetivo. El primero analiza la actuación de los sujetos según su
posición en la Litis, precisando sus deberes, facultades y cargas. El objetivo
atiende a cuestiones formales (circunstancias de lugar, tiempo y modo).

A los efectos de precisar claramente la conceptualización de esta disciplina,


sólo basta con delimitar el contenido del derecho procesal. En ello existe
acuerdo doctrinario en asignarle el siguiente:

1- Estudio de las reglas de organización y atribución de competencia del


poder judicial (estructura de los órganos judiciales, poderes y deberes de
sus integrantes, garantías e incompatibilidades de jueces y auxiliares, reglas
de jurisdicción y competencia, organización del Ministerio Público).

2- Análisis del régimen jurídico aplicable a los sujetos procesales.


Facultades, deberes y cargas del juez, las partes, sus representantes y
apoderados, como así también de terceros participantes y extraños al
pleito.

3- Estudio de los requisitos y formalidades que deben reunir los actos


procesales (circunstancias del actuar, tiempo y modo de la actuación
judicial, orden y etapas del trámite procesal).

Caracteres
Los más distintivos son: es público, realizador, secundario y autónomo.

• Público, en virtud de la regla de la oficialidad. Es ejercido por el


Poder Judicial y persigue fines públicos. Esto resulta inmutable
aunque se esté resolviendo sobre derechos disponibles de interés
exclusivo de las partes.

• Realizador, porque está dirigido a la efectiva realización del


derecho de fondo. Por regla general, el derecho procesal positivo se
encuentra en los códigos procesales pero en algunos casos está
contenido en la ley sustancial. Ej. el trámite de separación personal
o de divorcio por presentación conjunta se regula en los art. 215 y
236 C.C.
• Secundario, por cuanto el derecho sustancial o de fondo preexiste
cronológicamente al procesal, aunque es claro que ambos sirven
recíprocamente y que uno no puede existir sin el otro.

• Autónomo porque vive con independencia del derecho sustantivo y


se rige por sus propias reglas fundamentales. Son normas medio
porque sirven para la aplicación o realización de las normas
objetivas materiales; también son normas instrumentales porque
mediante ellas se realiza el derecho objetivo en los casos concretos.

El derecho procesal civil, penal,


laboral y de familia. Objeto de
conocimiento y diferencia.
El Estado, en virtud de los artículos 75 inc. 12 y 121 C.N. (Constitución
Nacional Argentina) se arroga para sí la facultad de dictar las normas de
procedimiento y de esta forma conocer y resolver conflictos de naturaleza
civil, penal y laboral, entre otros.

La doctrina moderna considera que la jurisdicción es única, y la función que


cumple es exclusiva, de interés general, cualquiera sea la rama a la que se
refiere, toda vez que al proceso se le asigna un fin de interés público en
cualquiera de ellas (penal, civil, laboral, etc.).

Bajo este punto de vista, se individualizan principios y reglas comunes a


cualquier rama del derecho y que son válidas a la hora de dictar y aplicar
las leyes procesales. Así por ejemplo, el principio de bilateralidad,
inmediación, celeridad, economía, concentración, buena fe y lealtad
procesal.

Asimismo, en cada fuero incide la vigencia de ciertos principios esenciales.


En el proceso civil, por ejemplo, se impone el principio de colaboración o
solidaridad para con el juez o con el trámite, de claridad en la formulación
de las pretensiones, veracidad y el de información patrimonial.

Otro tanto ocurre en el proceso penal con principios como el de legalidad,


de inocencia, de juicio previo, libertad ambulatoria, etc.

El objeto de estudio del derecho procesal penal es el proceso originado a


partir de la hipótesis de violación o infracción al derecho penal. La actividad
que se cumple está encaminada a la declaración de certeza del delito y a la
imposición de una pena o a la declaración de certeza de peligrosidad social
y a la aplicación de medidas de seguridad. También persigue la declaración
de certeza de responsabilidades civiles conexas al delito y la inflicción de
las consiguientes sanciones.

El trámite se inicia con la investigación penal preparatoria a cargo del fiscal


o excepcionalmente del juez quienes cuentan con amplias facultades en
orden la consecución de pruebas para fundar la acusación. Esta primera
etapa es prevalentemente inquisitiva. La segunda y trascendente etapa es
de trámite oral y tiene lugar ante un tribunal de juicio que actúa en forma
unipersonal o colegiada y es quien dictará sentencia definitiva. El carácter
prevalentemente inquisitivo de la primera etapa muta radicalmente en la
etapa de juicio, donde rigen los principios acusatorios del sistema penal
que determinan la limitación de las facultades del tribunal, quien carece de
iniciativa probatoria (corre por exclusiva cuenta de las partes), con
excepción de la prueba de inspección judicial.

El derecho procesal civil sirve como instrumento para restablecer el orden


jurídico alterado y por su intermedio, se procura una resolución
jurisdiccional que declare un derecho que lo constituya o que imponga una
condena de dar, hacer o de no hacer. Generalmente se resuelven conflictos
de carácter patrimonial entre personas de derecho privado.

El derecho civil se realiza en base a sistemas prevalentemente dispositivos,


escritos, formales y de doble instancia. Es dispositivo porque el impulso del
trámite, la fijación de la plataforma fáctica y la aportación de pruebas está
reservada a las partes, el órgano jurisdiccional provee al trámite y su
función principal es la de resolver respetando la regla de la congruencia. El
juez es también quien determina el derecho aplicable, pero como se trata
de derechos de naturaleza patrimonial, las partes tienen amplias facultades
de disposición sobre el contenido sustancial y procesal de la relación. El
juez es un sujeto pasivo y espectador.

Estas características hacen que los trámites sean largos y tediosos, que se
prolonguen en el tiempo y que excepcionalmente el juez tome contacto
con el expediente o con las partes antes de dictar sentencia. Por ello, en la
actualidad se proponen modificaciones que lleven a sistemas más ágiles y
menos formales con instancias oralizadas y que aseguren el contacto
directo entre el juez, las partes y los órganos de prueba.

El proceso civil presenta grandes y evidentes diferencias con el penal. La


orientación del primero está dada por la búsqueda de la verdad formal,
mientras que la verdad real o histórica es el norte del proceso penal.

La diferencia sustancial radica en que el derecho penal realiza un derecho


subjetivo del estado para imponer penas y medidas de seguridad con
fuerte compromiso del orden público. En tanto que el proceso civil se usa
con el fin de restablecer los derechos subjetivos conculcados y procura
generalmente un resarcimiento económico o una declaración para el logro
de efectos jurídicos o la satisfacción de derechos (procesos puramente
declarativos de condena, constitutivos o ejecutivos).

El proceso de familia, por su parte, presenta reglas específicas, atento a los


sujetos involucrados en los conflictos de esta naturaleza, tales como la de
reserva, secreto o confidencialidad de las actuaciones. También se impone
la regla de la inmediación y el principio de personalidad que permite la
efectividad de la función conciliadora de los jueces y funcionarios.

En la actualidad, atento las características diferenciadas de las cuestiones


familiares, se otorga competencia exclusiva a los tribunales de familia con
una ley propia de organización y funcionamiento y un fuero independiente.
En general estos tribunales son competentes para entender en cuestiones
familiares no patrimoniales, tales como separación personal, divorcio
vincular, alimentos, régimen de visitas, etc.

El trámite establecido es el de proceso oral con instancia única, similar al


proceso por audiencias en los que se otorga protagonismo a los
magistrados, quienes ofician como activos operadores. Como característica
particular se impone el impulso procesal de oficio, se presentan instancias
conciliatorias, se impone la búsqueda de la verdad jurídica objetiva que se
acentúa por el principio sustancial de la verdad biológica sustentada por el
Código Civil. El juez no sólo tiene facultades en cuanto al impulso del
trámite y proposición de pruebas, sino que sus decisiones no están
limitadas por las reglas de la congruencia.

En lo atinente al derecho procesal laboral, se impone como regla propia,


además de las generales ínsitas en todo procedimiento oral, las del in dubio
pro operario, inversión de la carga de la prueba, y la fijación de las reglas de
la competencia a partir del domicilio del trabajador requirente. En la
provincia de Córdoba se encuentra regulado en la Ley Nº 7987 que
establece el impulso procesal de oficio con dos etapas. La primera ante el
juez de conciliación por medio de un procedimiento documental y actuado.
La etapa de juicio, de característica informal y organizada, procura la
búsqueda de la verdad real, pudiendo incluso el tribunal resolver más allá
del monto reclamado. En el trámite el Juez actúa como director del
procedimiento y se le reconocen amplias facultades. Rige la regla de la
gratuidad ya que es el estado quien anticipa los gastos para el trabajador y
se provee asistencia técnica gratuita.
Bibliografía de referencias

Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría


General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
La norma
procesal

Derecho
Procesal I
(Teoría General
de Proceso)

1
La norma procesal
Definición
Las normas procesales integran, junto con las sustanciales, lo que se
denomina “normas jurídicas generales”, éstas son aquellas que imponen
pautas de conductas en forma de hipótesis generales y abstractas que
deben cumplir los particulares y a las que adecuan su actuar en la vida
cotidiana. También establecen sanciones para el caso de su
incumplimiento.
Las sustanciales son aquellas normas contenidas en los códigos de fondo
que establecen reglas de conducta y tienden habitualmente a la
recomposición del orden jurídico, ya sea ordenando la reparación o
estableciendo conminaciones de responsabilidad y punibilidad.

En tanto, que las procesales son aquellas que señalan los caminos para la
realización jurisdiccional indirecta del orden jurídico lesionado. Es la que
organiza la magistratura estableciendo las distintas categorías de
magistrados y funcionarios, las facultades, deberes, potestades y cargas de
las personas físicas que la integran. Fija la competencia de los tribunales y
determina la actuación de los órganos jurisdiccionales, de las partes, de sus
auxiliares y de los terceros durante el desarrollo del proceso. Asimismo se
ocupa de los requisitos y efectos de los actos procesales y del orden en que
deben ser cumplidos.

Caracteres:
1. Pública: regula la actividad que realizan los órganos públicos y en su
cumplimiento está interesado el orden público.

2. Secundaria: en relación con la norma sustancial.

3. Realizadora: no dice qué resolver sino cómo resolverlo.

4. General y abstracta: se dirige a todos los ciudadanos y regula situaciones


jurídicas generales, no casos particulares.

5. Vinculante: su vigencia es imperativa para los sujetos procesales.

6. Autárquica y coactiva: su aceptación y cumplimiento refleja la voluntad


general, no depende de la anuencia de las partes.
Fuentes:
De acuerdo al lugar en que se encuentran las normas procesales, las
fuentes se clasifican en directas o inmediatas e indirectas o mediatas.

• Las fuentes directas: son las que tienen valor vinculante y


obligatorio para los sujetos procesales: Constitución Nacional (arts.
31, 75 inc. 12, art. 5), Constitución Provincial, los tratados
internacionales, interprovinciales (art. 125 C.N.), leyes nacionales y
provinciales, Reglamentos del Poder Ejecutivo y Acordadas del
Tribunal Superior de Justicia.

• Son fuentes indirectas: aquellas que sólo sirven para la aplicación e


interpretación del derecho mas su uso no es obligatorio. En tal
sentido puede citarse a la jurisprudencia, la doctrina o la
costumbre.

• Por otro lado están las fuentes de producción o históricas que se


utilizan para la investigación y para identificar momentos en la vida
de los pueblos o concepciones jurídico políticas existentes a lo largo
de la historia. Tienen escasa incidencia.

Eficacia en el tiempo y en el espacio


Las disposiciones de la ley procesal deben ser observadas por todas las
personas que por cualquier motivo intervienen en el proceso judicial.

Con relación a la aplicación de la ley procesal en el espacio, rige la regla de


la ley del lugar y el principio de territorialidad. Este último determina que
las leyes procesales son de competencia exclusiva de las provincias por ello
su vigencia está limitada al territorio en que fueron dictadas. En
consecuencia, coexisten dentro de la Nación tantos ordenamientos
procesales en materia civil, penal, laboral, etc., como autonomías
provinciales (art. 5, 75, inc. 12 y 121 de la C.N).

No obstante lo expuesto, existe un fuero federal con alcance nacional y


asiento y vigencia en todo el país. Tiene competencia en cuestiones que le
han sido asignadas por la Constitución en razón de la materia, las cosas y el
territorio.
La vigencia temporal de la norma procesal no ofrece inconvenientes en
relación con procesos futuros, ellos se resuelven por la nueva ley. Tampoco
si ellos se encuentran terminados, que valen tal como lo ordenó la ley
antigua. El problema se suscita cuando el pleito está pendiente de solución
y se dicta una ley nueva. En estos casos, lo primero que se debe observar
es si la ley nueva es derogatoria en forma total o parcial de la anterior. La
solución que se ha brindado está dada por la aplicación inmediata de la
nueva normativa, pero sólo para actos futuros ya que para los anteriores a
su entrada en vigencia no se puede aplicar como consecuencia del principio
de la irretroactividad de la ley procesal. Deben tenerse en cuenta los
artículos 2 y 3 del C.C.

Asimismo, es común que las nuevas leyes establezcan “períodos de


vacancia”, es decir espacios de tiempo de no vigencia de la nueva ley, con
el objeto de realizar los ajustes necesarios y dar oportunidad a los distintos
operadores de conocer el sentido y dinámica del nuevo ordenamiento.

En caso de procedimientos en trámite, debe observarse la etapa procesal


en que se encuentran. Los actos que han concluido lo serán bajo el imperio
de la primera ley, mientras que aquellos que están pendientes de
cumplimiento lo serán por la nueva norma.

Por último, hay supuestos en que la ley antigua se aplica a procesos en


trámite, ello se denomina ultractividad de la ley derogada, tal sucede
cuando existen actividades procesales que han comenzado a cumplirse y
sobreviene el dictado de una nueva ley que la regula en forma diferente.
Ello hace que la norma pese a estar derogada, se aplique en respeto de los
derechos adquiridos y por efecto del principio de comienzo de ejecución.
Ambas reglas entroncan en los principios de igualdad ante la ley e
inviolabilidad del derecho de defensa en juicio.

Interpretación e integración
Interpretar es aclarar dudas acerca de la voluntad manifiesta de las
normas, desentrañándolas del texto legal conforme a un proceso lógico de
significación jurídica. Puede atenerse a lo lingüístico, o hacerse de manera
sistemática. Puede ser jurisprudencial o doctrinal. Los jueces no pueden
limitarse a lo estrictamente gramatical, sino que deben tener en cuenta la
connotación jurídica que los vocablos a interpretar tengan y cómo se
traslada ello a la decisión definitiva.

En materia procesal civil, los jueces pueden efectuar interpretaciones


cuando la ley así lo requiera (art. 15 C.C.). En materia penal, no existe delito
sin que haya una ley que así lo disponga, por ello los principios de
interpretación son más estrictos y no cabe la integración del sistema
normativo penal sustancial.
La interpretación se diferencia de la integración, porque la primera se lleva
a cabo ante la oscuridad, contradicciones o deficiencias de la propia ley,
mientras que cuando ésta contiene omisiones o se dan situaciones no
previstas o reguladas expresamente (lagunas), se recurre a la integración
judicial. Se utilizan a estos fines: a) la analogía, que permite construir una
norma que tenga consecuencias idénticas a la de otra u otras con fines
semejantes; y b) la diferencia, que integra constituyendo una norma que
tenga consecuencias opuestas a la de otra u otra con fines semejantes.

Hipótesis práctica1
Laguna, interpretación, competencia material, juez natural.

El artículo 2 de la Ley Provincial nº 9.182 que regula la integración de los


juicios por jurados populares establece: “Competencia. Establécese que las
Cámaras con competencia en lo Criminal deberán integrarse
obligatoriamente con jurados populares, cuando se encuentren avocadas al
juzgamiento de los delitos comprendidos en el fuero penal económico y
anticorrupción administrativa previsto en el artículo 7º de la Ley Nº 9181 y
también de los delitos de homicidio agravado (artículo 80), delitos contra la
integridad sexual de la que resultare la muerte de la persona ofendida
(artículo 124), secuestro extorsivo seguido de muerte (artículo 142, bis, in
fine), homicidio con motivo u ocasión de tortura (artículo 144, Tercero,
Inciso 2º) y homicidio con motivo u ocasión de robo (artículo 165), todos
ellos del Código Penal de la Nación”.

En las actuaciones caratuladas: “Frachetti, Oscar Salvador p.s.a Homicidio


Calificado en grado de Tentativa, etc.”, que se tramitaron por ante la
Cámara en lo Criminal y Correccional de 1º Nominación de la ciudad de Río
Cuarto, ésta interpretó que en caso de Tentativa de Homicidio Calificado
por el vínculo (art. 80, inc. 1º, C.P.) se presenta una hipótesis de laguna
legal y resolvió que en esos casos el Tribunal de juicio no debe integrarse
con jurados populares ya que la razón de dicha integración está dada por la
mayor escala penal a que se encuentra sometido el sujeto activo, situación
que no se presenta en caso que el hecho no se consume por circunstancias
ajenas a su voluntad (arts. 42 y 44 C.P.). (C. C. y C. 1º Nominación, Río
Cuarto, Auto Interlocutorio nº 157, 06/07/2006, Frachetti, Oscar Salvador
p.s.a Homicidio Calificado en grado de Tentativa, etc.)”.

1 A los efectos de una visión práctica de los desarrollos conceptuales de cada Unidad, al
final de cada una se introduce una pregunta reflexiva o planteo hipotético vinculado a los
temas de mayor dificultad o trascendencia.
Contra este último decisorio, interpusieron sendos recursos de casación el
apoderado de la querellante particular y el Sr. Fiscal de Cámara, en tanto
entienden que en la resolución atacada, se inobservó la normativa procesal
concerniente a la integración del Tribunal de Juicio, ya que por imperio del
art. 56 de la ley 9182, el art. 34 de la ley de rito provincial fue derogado y
en su virtud corresponde que en la presente causa el Tribunal que juzgue al
imputado debe integrarse con jurados populares. El Tribunal Superior de
Justicia resolvió hacer lugar a los recursos de casación interpuestos y en
consecuencia, declarar la nulidad absoluta de los decisorios que, para el
juzgamiento del imputado dispusieran el ejercicio de la jurisdicción de la
sala unipersonal de la Cámara del Crimen.

1. La ley nº 9182 en su art. 2, establece que las Cámaras con competencia


en lo Criminal deberán integrarse obligatoriamente con jurados populares,
cuando se encuentren avocadas al juzgamiento de los delitos
“...comprendidos en el fuero penal económico y anticorrupción
administrativa previsto en el artículo 7° de la ley N° 9182 y también de los
delitos de homicidio agravado (artículo 80), delitos contra la integridad
sexual de la que resultare la muerte de la persona ofendida (artículo 124),
secuestro extorsivo seguido de muerte (artículo 142 bis, in fine), homicidio
con motivo u ocasión de tortura (artículo 144, Tercero, inciso 2°) y
homicidio con motivo u ocasión de robo (artículo 165), todos ellos del
Código Penal de la Nación.”.

2. El legislador provincial, mediante tal regulación, ha previsto una


específica regla de competencia material, en tanto la ley establece un
ámbito de actuación predeterminado con precisión, dentro del cual
únicamente el tribunal integrado conforme a la misma, es el que ejerce la
potestad jurisdiccional en materia penal para el juzgamiento de tales
delitos. El tribunal así constituido es al que la ley le asigna dicha
competencia de manera exclusiva e indeclinable. De tal modo, éste pasa a
ser el juez natural del caso (art. 18 C.N) y la inobservancia de esta
integración especial se encuentra conminada con nulidad absoluta (art. 40
a 42 del CPP).

3. La inclusión de un caso concreto dentro de esa competencia material,


torna inaplicable la regla que estatuye el ejercicio unipersonal de la
jurisdicción, en tanto esta modalidad cabe sólo dentro de la competencia
que corresponde a la Cámara en lo Criminal para actuar en colegio -esto es
con sus tres jueces- o en Salas integradas individualmente por cada uno de
los magistrados (CPP, 34 y 34 bis).
4. El elenco de delitos mencionados por el art. 2 de la ley nº 9182 no
integra la competencia material de la Cámara en colegio conformado sólo
con jueces, sino de este tribunal integrado con los jurados, modalidad de
ejercicio de la jurisdicción inmodificable aún por la escasa complejidad del
caso que debe juzgarse, ya que la ley no admite excepciones.
5. Para descartar la inclusión del caso dentro de la ley nº 9182, el tribunal
ha puesto énfasis en que existe una suerte de vacío legal que resuelve
desplazando la aplicación de aquélla cuando se trata de delitos tentados
ajenos a la competencia del Fuero Penal Económico y Anticorrupción. Así
entiende que este otro grupo de delitos tienen en común “la trascendente
gravedad del evento criminoso a raíz de la muerte de la víctima” y su
consecuente mayor peso punitivo. De modo que cuando el resultado no
está presente, como es en el caso en que se trata de una tentativa de
homicidio y la escala penal se atenúa, se encuentra excluido del
juzgamiento por el tribunal conformado también con jurados.

6. Esta argumentación crea un vacío legal inexistente, como corolario de


no reparar en la naturaleza de la regla del art. 2 de la ley nº 9182 y aislarla
de su conexión con el principio general contenido en el ordenamiento
procesal general como también del propio régimen de la ley especial.

7. Si se trata de una disposición que estatuye la competencia material


como se ha visto, entonces cabe destacar que para discernirla no
corresponde distinguir entre delitos consumados y tentados. Precisamente,
el ordenamiento general equipara ambos supuestos a los fines de atribuir
competencia a los órganos jurisdiccionales a intervenir, disponiendo, en lo
que aquí interesa que “se tendrán en cuenta todas las penas establecidas
por la ley para el delito consumado...” (CPP, 40), esto es sin reducir las
magnitudes conforme a la disminución de las escalas de la tentativa idónea
o inidónea o de la complicidad secundaria para la participación criminal.

8. Confluye en el mismo sentido la ley nº 9182. Por un lado, no efectúa


distinción alguna entre delitos consumados y tentados, situación de la que
no cabe colegir un vacío sino precisamente que tal distinción no es
relevante para separarse del principio general en materia de competencia
material sentado en la legislación general. Por otro lado, consagra como
principio que en caso de conflicto relativo a la aplicación de la mencionada
norma, deberá interpretarse y resolverse en beneficio de la aplicación de
esta ley especial (art. 54).

TSJ Sala Penal Cba., Sent. nº 11, 26/02/2007. Trib. de origen: Cám. 1 del
Crimen Rio IV “Frachetti, Oscar Salvador, p.s.a. de homicidio calificado por
el vínculo, etc. -Recurso de Casación-”.
Bibliografía de referencias

Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría


General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
El proceso
judicial

Derecho
Procesal I
(Teoría General
de Proceso)

1
El proceso judicial
Definición

El proceso judicial es una serie gradual, progresiva y concatenada de actos


jurídicos procesales cumplidos por órganos predispuestos por el Estado y
por los particulares que intervienen en él, en forma voluntaria o coactiva,
en ejercicio de las facultades y en cumplimiento de las cargas dispuestas
por la ley para la actuación del derecho sustantivo, el restablecimiento del
orden jurídico alterado y la realización del valor justicia.

Caracteres y elementos:
El proceso es público, autónomo, complejo y teleológico.

• Público, ya que sus fines responden a un interés que excede del


privado y su trámite debe llevarse a cabo conforme a los mandatos
de la ley adjetiva de naturaleza pública y ante órganos
jurisdiccionales del Estado.

• Complejo, porque en su desarrollo actúan diferentes sujetos


procesales con diversas atribuciones y por ello, susceptibles de
generar múltiples relaciones jurídico-procesales.

• Autónomo, en relación con el derecho sustantivo.

• Teleológico, por cuanto se dirige al cumplimiento de fines


individuales o sociales.

En cuanto a los elementos del proceso, la doctrina distingue tres


esenciales: el objetivo, el subjetivo y el teleológico.

• El elemento objetivo hace a la “...serie gradual, progresiva y


concatenada de actos...”.

 Gradual porque los actos se realizan conforme a un orden


determinado previamente por la ley.
 Progresiva ya que se van cumpliendo en forma paulatina y
tienden a un fin.

 La culminación de un acto supone el inicio de otro y además


estos están estructurados en etapas cuyo comienzo y fin
están eslabonados, es decir, concatenados. El proceso
avanza y se desarrolla sobre la base de impulsos que
provienen del actor, del demandado y del propio tribunal,
tendiendo a un fin, la resolución definitiva del juicio a través
de la sentencia.

• El elemento subjetivo está representado por las personas que


intervienen en el trámite procesal. Pueden ser sujetos necesarios o
eventuales. Los primeros indefectiblemente deben estar presentes
en la relación jurídico-procesal. En el proceso civil son protagonistas
el actor, el demandado y el juez. En el proceso penal debe existir un
órgano requirente (Ministerio Público Fiscal), un órgano judicial y el
imputado.

Cada uno de los sujetos ejerce poderes de raigambre constitucional. El


actor tiene a su cargo el poder de poner en movimiento el proceso como
expresión del derecho constitucional de peticionar ante las autoridades. El
juez ejerce el poder de jurisdicción y el demandado ejerce el legítimo
derecho de defensa. Asimismo, todos ellos precisan condiciones subjetivas
de actuación. El juez y el ministerio público deben ser designados conforme
preceptos constitucionales y estructurados de acuerdo a leyes orgánicas.
Los particulares deben contar con capacidad y legitimación reconocida y
pueden intervenir a través de sus apoderados o representantes.

Por último, los sujetos eventuales comprenden los auxiliares del tribunal y
el personal subalterno que colabora con el oficio judicial en calidad de
secretarios letrados, prosecretarios, jefes de despacho y demás auxiliares.
También comprende a patrocinantes, testigos, peritos, etc.

• El elemento teleológico atiende a las expectativas colectivas de la


sociedad y a los intereses individuales de las partes. En el primer
sentido, el fin principal de cualquier proceso, sea de naturaleza civil,
penal o familiar, se identifica con la obtención de una sentencia
justa, ya que al dictarla se restablece el orden jurídico alterado y la
realización del valor justicia. Desde el punto de vista individual el fin
consiste en la obtención de una sentencia favorable o
desestimatoria.

De todas formas, el propósito fundamental de cualquier proceso está dado


por la tutela general en la realización del derecho objetivo sustancial en
casos concretos con el fin de obtener la armonía y la paz social.
Naturaleza jurídica
Para dilucidar cuál es la esencia del proceso judicial habrá que atender a la
naturaleza jurídica del mismo. En tal sentido se ha desarrollado una escuela
privatista y otra científica pública. Se enrolan dentro de la primera, las
teorías contractualistas y la teoría del cuasicontrato, mientras que integran
la escuela científica pública las teorías de la relación jurídica, de la situación
jurídica y de la institución jurídica.

a) Teoría contractualista: es la más antigua. Según ella, la esencia del


proceso está en un convenio que celebraban actor y demandado y que
luego plasmaban en una fórmula que presentaban al magistrado.
Posteriormente, el magistrado se pronunciaba sobre el contenido de la
fórmula y no sobre los derechos primitivamente alegados por las partes.
Las principales críticas apuntan a señalar que frecuentemente el
demandado no concurre al proceso (rebeldía) o es llevado contra su
voluntad (imputado en el proceso penal). Sólo tiene valor histórico.

b) Teoría cuasicontractualista: intenta purgar los defectos de que adolecía


la tesis previa. Justifica cómo el proceso tiene efectiva vigencia incluso en
ausencia o sin el consentimiento de ambas partes a partir de una operación
de descarte. La fuente de las obligaciones eran el contrato, el
cuasicontrato, el delito y el cuasidelito. Atento que el proceso no tenía
naturaleza de contrato, delito o cuasidelito, sólo quedaba la chance de
entenderlo como cuasicontrato.

c) Teoría de la relación jurídica: como primera manifestación de las


escuelas científicas y públicas del derecho procesal aparece esta tesis cuyo
principal exponente fue Von Bullow y sostiene que la fuente de los
derechos y obligaciones de las partes deriva de la propia ley. La relación
entre los sujetos es netamente procesal y autónoma con respecto a la
relación sustancial que puede no existir sin que por ello la procesal pierda
su objeto. La vinculación procesal nace y muere con el proceso, es pública,
compleja, autónoma y teleológica. Pública porque se desarrolla ante un
juez que es un sujeto público que tiene la obligación de proveer al trámite y
resolver incluso ante silencio de la ley; compleja en cuanto la relación se
produce entre varios sujetos y abarca múltiples derechos y obligaciones;
autónoma en relación con el derecho sustancial y teleológica ya que
persigue fines preeminentemente públicos. Se le critica porque habla de
derechos y obligaciones dejando de lado las facultades de los sujetos
procesales, por ello es preferible conceptualizar como facultades y
deberes.
d) Teoría de la situación jurídica: tesis esgrimida por James Goldschmidt,
quien parte de negar la existencia de una relación jurídica. En el proceso no
hay relación sino una situación jurídica que se define como un complejo de
meras posibilidades de obrar, expectativas y cargas. La confianza de llegar a
una sentencia favorable y la posibilidad de llegar a ella mediante el
cumplimiento de un acto procesal constituyen los llamados derechos
procesales. Al ser expectativas representan situaciones jurídicas, estados
de una persona desde el punto de vista de la sentencia que se opera
conforme a la ley. Esta teoría aportó la distinción entre derecho, carga y
deber pero hace perder la noción de la unidad del proceso. El fin del
proceso no es el beneficio de una de parte sino la actuación del derecho o
el restablecimiento del orden jurídico alterado por la violación de una
norma o por último, la justicia.

e) Teoría de la institución jurídica procesal: enunciada por Guasp, quien


define al proceso como una organización jurídica que está como tal, al
servicio de una institución o idea común objetiva representada por la paz
social y la justicia a la que adhieren los distintos sujetos. Hay en esta tesis
dos ideas centrales, la idea objetiva común y la voluntad de los particulares
que adhieren. Se le critica haber colocado a los sujetos en una relación de
subordinación cuando en realidad ambas partes tienen igualdad de
posibilidades.

Objeto y contenido
Objeto del proceso es la actividad del juez por la cual ante la pretensión del
actor y la contrapretensión del demandado, aplicando las reglas de la sana
crítica racional y de la lógica formal, se analizan los hechos afirmados por el
actor y contradichos por el demandado a la luz de las pruebas rendidas,
llegando a una sentencia definitiva.

El contenido del proceso está dado por las pretensiones o declaraciones de


voluntad cuyo acogimiento se intenta obtener. El actor al ejercer la acción,
y el demandado al contestar o interponer excepciones, formulan una
declaración de voluntad de tipo imperativo amparada por la ley y exigiendo
al juez que se pronuncie sobre la existencia o inexistencia de una obligación
determinada. Luego el juez aplica el derecho acogiendo una y
restableciendo el orden jurídico alterado.

En el desarrollo del contenido procesal, Claria Olmedo distingue diferentes


categorías y situaciones jurídicas:
a) Atribución facultativa: facultad que compete al actor para
accionar en el campo del proceso civil y obtener una satisfacción.
b) Atribución impuesta: exigencia legal que tiene el juez frente al
proceso, ya que dicho funcionario tiene la obligación de pronunciarse
ante el simple requerimiento de la parte.

c) Sujeción impuesta: situación que requiere la actuación del


sujeto por razones que atienden al interés público (v.gr. posición de
testigo que tiene la carga pública de comparecer, declarar y decir la
verdad).

d) Sujeción facultativa: tiene como significación satisfacerse a sí


mismo para prevenir un perjuicio futuro. En ella se encuentra la carga
procesal, que es un imperativo del propio interés. Es una situación
jurídica instituida en la ley, consistente en el requerimiento de una
conducta de realización facultativa normalmente establecida en interés
del propio sujeto y cuya omisión trae aparejada una consecuencia
desfavorable para él. Ante el incumplimiento de la carga no existe
sanción, sino tan solo importará para el remiso posicionarse en un plano
desfavorable (ej. la falta de contestación de la demanda o falta de
ofrecimiento de prueba no tienen una sanción jurídica, pero traen
aparejado perjuicio para la parte que deje de hacerlo). Se diferencia de
la carga pública porque en esta puede haber coacción sobre el sujeto,
mientras que en la carga procesal sólo se realiza una conminación o
advertencia de que se puede perjudicar.

En el proceso penal y en aquellos en que rige el impulso procesal de


oficio la existencia y rigor de la carga procesal se diluye porque ella sería
una forma de manifestación sui generis emparentada con la negligencia.
(Claria Olmedo, Jorge, Derecho procesal, Depalma, Bs. As., t. I, 1982, p.
170.)

Presupuestos procesales y
sentenciales.

Son presupuestos procesales aquellos que determinan el nacimiento válido


del proceso, su desenvolvimiento y normal culminación con la sentencia.
Son requisitos previos al proceso sin los cuales no puede ser iniciado
válidamente.

Se distinguen de los presupuestos sustanciales porque éstos hacen a las


pretensiones de las partes. Para demandar no es necesaria la existencia de
un derecho sustantivo real, basta con la creencia que se tiene ese derecho,
por ello, la falta de un presupuesto procesal no afecta el derecho sustancial
expuesto en la pretensión. Estos presupuestos deben ser examinados antes
de resolverse sobre el fondo dado que la falta de cualquiera de ellos
invalida el pronunciamiento.

Entre los presupuestos procesales, la doctrina mayoritaria acepta la


siguiente clasificación:

a) Competencia del Tribunal: se funda en los límites territoriales,


materiales y funcionales establecidos por la ley para que el juez ejerza su
jurisdicción. La competencia territorial se divide entre jurisdicción nacional
y provincial y dentro de cada una de ellas la competencia encuentra
fundamento en la división del trabajo, en la especialización y en la
necesidad de que el juzgador se encuentre lo más cerca posible del lugar
de los hechos.

b) Capacidad procesal de las partes: es una capacidad de hecho o de obrar


y se relaciona con la aptitud para poder realizar eficazmente los actos
procesales de parte. Es el requisito en virtud del cual debe mediar una
coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el proceso y
las personas a las cuales la ley habilita para requerir (actor) y contradecir
(demandado) respecto de la materia sobre la cual versa el proceso. En el
supuesto de incapacidades como la de los menores, dementes,
sordomudos o ausentes, la ley autoriza que concurran a juicio con sus
representantes. No debes olvidarse que en la materia rige la máxima por la
cual la capacidad es la regla y la incapacidad la excepción.

c) Observancia de los requisitos de forma: todo planteo debe efectuarse


respetando las formalidades establecidas por la ley a tal efecto (art. 175 y
176 C.P.C.; arts. 315 y 316 C.P.P.).

Por su parte, son presupuestos sentenciales las condiciones que hacen que
el juez pueda dictar válidamente sentencia. Se requiere la realización de un
procedimiento previo y completo, por su forma y grado, para lograr el
pronunciamiento de la resolución final.

Éste tampoco debe encontrarse impedido por la existencia de obstáculos a


su promoción: así, por ejemplo la existencia de privilegios constitucionales,
la omisión de acusación o de denuncia en delitos de instancia privada, la
ausencia de dictamen del asesor de menores o incapaces cuando éste ha
sido impuesto por ley.

El trámite debe haberse desarrollado con sujeción a las formas esenciales


establecidas en la ley (idioma y documentación) y hallarse en un estado tal
que permita el pronunciamiento de una sentencia válida por haberse
cumplido las etapas que son inevitablemente previas y necesarias
(introducción de las cuestiones, prueba y discusión en el proceso escrito;
debate en el proceso oral).

Desde otro punto de vista, los presupuestos sentenciales se identifican con


las pretensiones sustanciales del actor y el demandado en el proceso civil y
del imputado en el proceso penal. Son los requisitos necesarios para que el
juez pueda proveer al fondo de la cuestión.

Los presupuestos sentenciales en una resolución favorable al actor


son:

a) existencia real de la relación jurídica sustancial pretendida;

b) prueba en legal forma de la situación de hecho relevante que sirvió de


causa;

c) exigibilidad del derecho que no se encuentra sometido a plazo o


condición suspensiva;

d) petición adecuada al derecho que se tenga, porque puede tenerse el


derecho y haberse probado, pero si se ha pedido cosa distinta se
obtendrá sentencia desfavorable;

e) haber enunciado en la demanda los hechos esenciales que sirven de


causa jurídica a las pretensiones, ya que su falta ocasiona el fracaso en la
sentencia. Aunque se tenga el derecho, el juez debe basar su decisión en
tales hechos.

Por su parte, constituyen presupuestos de la sentencia favorable al


demandado: alegar las excepciones cuando así lo exija le ley y
acreditarlas, también podría esgrimirse la simple ausencia de
alguno de los presupuestos del éxito de la demanda.

Esta posición vincula los presupuestos sentenciales con la cuestión de


fondo, con la calidad e idoneidad para actuar como actor o demandado,
con la capacidad de ambos, con el interés sustancial en la obtención de la
sentencia y con la existencia de una petición presentada en forma clara y
concreta que no haya sido impugnada por objeciones como la cosa juzgada
o la Litis pendencia.

En relación con las sentencias penales, son presupuestos:

a) adecuada imputación en la acusación fiscal al iniciar el enjuiciamiento;

b) prueba diligenciada en legal forma y referida a la existencia de los


hechos delictuosos que se investigan;
c) que esos hechos sean precisamente los imputados al tiempo de la
promoción de la acción;

d) que no haya causas de justificación, inculpabilidad, inimputabilidad o


que excluyan la responsabilidad penal.

Los presupuestos sentenciales en cualquier materia se dirigen al fondo de


la cuestión y obstan al dictado de una sentencia favorable a las
pretensiones de los sujetos. Mientras la ausencia de presupuestos
procesales impide que el juicio pueda tramitarse válidamente, los
requisitos sentenciales atacan a la pretensión e impiden que las partes
obtengan una resolución favorable a sus pretensiones. Para obtener
sentencia favorable es indispensable tener derecho, pero también es
necesario demostrarlo y probarlo.

Etapas en el procedimiento civil,


penal, de familia y laboral.
Si bien el proceso judicial es un fenómeno único, en la vida jurisdiccional se
manifiesta a través de diversos procedimientos que se estructuran de
manera diferente teniendo en cuenta: el derecho de fondo que se
pretende realizar, el sistema procesal elegido y la necesidad de imponer
determinada forma organizativa a los tribunales. En tal sentido, en el
proceso civil, que se rige por el sistema dispositivo, las etapas están
estructuradas en forma precisa y determinada, mientras que aquellos
procesos que optan por la oralidad en instancia única (penal, laboral y
familiar), las etapas no se distinguen con tanta nitidez.

Etapas en el procedimiento civil


En el fuero civil, el proceso tipo por excelencia es el juicio declarativo
ordinario, este tiene por objeto que una pretensión inicialmente incierta
sea conocida a fondo por el tribunal que entiende en la causa mediante la
recepción de la prueba pertinente y luego dicte sentencia de mérito,
decidiendo en forma definitiva la cuestión. Es la vía de mayor amplitud
para resolver contiendas o conflictos y se caracteriza por el efecto de cosa
juzgada material que suscita la resolución final.

Palacio define al proceso civil de conocimiento u ordinario como aquel que


tiene por objeto una pretensión tendiente a que el órgano judicial dilucide
y declare, mediante la aplicación de las normas pertinentes a los hechos
planteados y (eventualmente) discutidos, el contenido y alcance de la
situación jurídica existente entre las partes.

El juicio ordinario por lo general y sin perjuicio de ciertas excepciones,


consta de cuatro etapas esenciales: la introductoria, la probatoria, la
discusoria y la decisoria. También hay etapas eventuales que pueden
plantearse o no: medidas preparatorias, cautelares, impugnativas y de
ejecución de sentencia. Cada acto procesal se debe llevar a cabo de una
manera lógica, no se cumple en cualquier momento, sino que lleva una
ilación, agrupándose en etapas o fases de desarrollo que tienen, cada una,
una finalidad propia que contribuye al fin último.

a) Etapa Introductoria

En esta etapa las partes hacen conocer al órgano jurisdiccional la existencia


del conflicto a través de sus respectivas versiones acerca de la cuestión,
quedando delimitada la plataforma fáctica del juicio.

El actor deduce demanda en la cual efectúa las afirmaciones de hechos


jurídicamente relevantes y sobre la base de las cuales solicitará la tutela del
derecho que invoca. Luego, el demandado debe contestar la demanda
ejerciendo de esta forma su derecho de defensa, en el plazo de diez días
(art. 493 C.P.C.). Ésta debe versar sobre cada uno de los puntos de la
demanda, negando o reconociéndolos, debe realizarse con claridad porque
en caso de ambigüedad puede constituirse en una presunción de
reconocimiento de los hechos afirmados en la demanda (art. 192 C.P.C.).
También es la única oportunidad en que el demandado puede oponer
excepciones dilatorias en forma de previo y especial pronunciamiento y
reconvenir.

Concluida esta etapa, si se ha producido controversia respecto de los


hechos afirmados por cada una de las partes, se abrirá una segunda etapa.

b) Etapa probatoria

Es el momento en el cual cada una de las partes deberá demostrar la


veracidad de sus afirmaciones, introduciendo en la causa elementos de
convicción tendientes a probar hechos invocados en la demanda y su
contestación. Puede presentarse como no esencial si los hechos no fueran
controvertidos.

Se inicia con el decreto de apertura a prueba y comprende recepción de


audiencias, peritajes, inspecciones oculares, diligenciamiento de oficios,
etc. En ella participan todos los sujetos procesales y en especial los órganos
de prueba (testigos, peritos, intérpretes, etc.).
Esta fase se encuentra dominada por plazos perentorios fatales (art. 49,
inc. 4 C.P.C.).

Por último, según dispone el art. 498, el plazo ordinario de prueba asciende
a cuarenta días pero el juez podrá designar uno menor que se podrá
prorrogar hasta completar aquel, sin necesidad de causa justificada. Existe
un plazo extraordinario mayor a cuarenta días reservado para casos
especiales cuando la prueba deba rendirse fuera de la provincia, ya sea
dentro de la República o en el extranjero (art. 499 C.P.C.). La etapa
probatoria concluye con el decreto que ordena correr traslados para
alegar.

c) Etapa discusoria

Es una etapa de plena discusión entre las partes representada por los
alegatos. Cada parte aportará los elementos que estime necesarios para
convencer al juez de que le asiste la razón. También se interpretará la ley y
se acompañarán los argumentos jurídicos, doctrinarios y jurisprudenciales
que avalen su posición y en su caso, destacarán también la ausencia de
elementos probatorios corroborantes de los hechos afirmados por la
contraria. Se debate sobre la totalidad de lo sustanciado durante el
procedimiento.

En el proceso ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de ley


por su orden (art. 497 y 505 C.P.C.) por seis días sucesivamente a cada
litigante, reservándose los escritos en secretaría hasta el decreto de autos.
Esto significa que los alegatos de cada parte no son públicos y no se
agregan al expediente hasta que se ordene el llamamiento de autos para
definitiva. Sólo se deja una constancia de su presentación mediante una
certificación puesta por el secretario.

d) Etapa decisoria

Comienza con el decreto de autos y concluye con la sentencia (art. 506 y


121, inc. 3 C.P.C.). A partir de este momento concluye la actividad de las
partes y es el juez quien asume el expediente para pronunciarse sobre la
controversia, declarando los hechos y aplicando el derecho.

Desde que el decreto de autos queda firme hasta el momento que se dicta
sentencia, el juez puede ordenar las llamadas medidas para mejor proveer
que tienen como finalidad aclarar o completar algún aspecto de los hechos
que no surja con nitidez de la prueba incorporada (art. 325 C.P.C.).
La sentencia es el modo normal de conclusión del proceso, es un acto
formal, de características documentales y que es propio de la jurisdicción.
Esta decisión final debe responder al principio de congruencia, plenitud y
vastedad. El juez debe resolver sobre la base de los hechos fijados en los
escritos de la etapa introductiva, teniendo en cuenta los que efectivamente
han sido acreditados por las partes y deberá contener decisión expresa
sobre cada uno de los puntos sometidos a su decisión (arts. 326 a 331
C.P.C.). De la misma manera, la Constitución de la Provincia de Córdoba en
su artículo 155 exige que toda resolución contenga fundamentación lógica
y legal.

De las cuatro etapas referidas, son esenciales la introductoria de las


cuestiones y la resolutoria, las otras dos son importantes pero no
esenciales. Si la cuestión debatida es de puro derecho, no habrá hechos
controvertidos y por ende no habrá etapa probatoria, en tanto no hay
hechos que probar. Del mismo modo, en ciertos tipos de procedimientos
como el abreviado, la etapa discusoria está ausente (art. 514 C.P.C.).

Al margen de las cuatro etapas mencionadas que en el juicio ordinario son


esenciales, existen otras tantas que tienen carácter de eventuales, tales
como:

1) etapa de medidas preparatorias;

2) etapa de cautelares anteriores a la demanda;

3) etapa de ejecución de sentencia y

4) etapa impugnativa.

1) Dentro de la primera etapa encontramos las medidas preparatorias


propiamente dichas, que están previstas con el fin de obtener datos que
resultan de conocimiento indispensable para que el actor en el futuro
pueda plantear correctamente su demanda. Configuran casos de
excepción, son de interpretación restrictiva e implican para quien las
propone la carga de demandar o de concretar la pretensión dentro de los
treinta días de su realización bajo apercibimiento de caducidad. Se
encuentran previstas en el artículo 485 de nuestro código de rito y entre
ellas puede mencionarse a la declaración jurada del futuro demandado
sobre hechos relativos a su personalidad y sin cuyo conocimiento no sea
posible promover el juicio (inc. 1); la exhibición de la cosa mueble que
fuere objeto del pleito (inc. 2), o de algún testamento cuando el solicitante
se crea heredero, coheredero, legatario o albacea (inc. 3); se nombre tutor
o curador para el juicio de que se trate (inc. 7); se practique mensura del
inmueble objeto de la demanda (inc. 8); entre otros.
Un artículo después se encuentran reguladas las medidas de prueba
anticipada que también integran esta primera etapa eventual, ya que
pueden recepcionarse previo a la interposición de la demanda. Su finalidad
es la de preservar elementos de prueba cuando quien pretenda demandar
o quien con fundamento prevea ser demandado, tuviere motivos para
temer que la producción de las pruebas que se indican pudiere resultar
imposible o muy dificultosa en el período respectivo. Las pruebas a las que
hace mención son: la declaración de testigos de muy avanzada edad,
gravemente enfermos o próximos a ausentarse del país; el reconocimiento
judicial y dictamen pericial para hacer constatar la existencia de
documentos o el estado, calidad o condición de personas, cosas o lugares y
el pedido de informes o copias a entes privados, a reparticiones públicas o
registros notariales.

2) Una segunda etapa eventual se integra por la posibilidad de ordenar


medidas cautelares antes de la promoción de la demanda (arts. 466 C.P.C. y
231 C.C.).

3) La etapa ejecutoria también tiene el carácter de eventual y tiene lugar a


solicitud de parte interesada cuando el demandado no se hubiere avenido
a cumplir voluntariamente la sentencia condenatoria. La resolución debe
encontrarse firme y haber pasado en autoridad de cosa.

4) Por último, cuando alguna de las partes o ambas se sientan perjudicadas


por lo resuelto en sentencia, dará comienzo la etapa impugnativa que les
permite interponer recursos ordinarios o extraordinarios para lograr la
revocación o anulación de la sentencia.

Etapas en el proceso penal


En este proceso se distinguen dos etapas bien diferenciadas: la
investigación penal preparatoria y el juicio plenario.

1. La investigación penal preparatoria se encuentra prevista en el Libro


Segundo, Título I (Procedimiento), Capítulo I (Disposiciones generales) del
C.P.P. El artículo 301 establece que la investigación penal preparatoria
procede cuando se trate de delitos de acción pública, en cuyo caso la
titularidad de la misma recae en cabeza del Fiscal de Instrucción, salvo que
el imputado goce de algún privilegio de índole constitucional, en cuyo caso
estará a cargo del Juez de Instrucción (art. 340 C.P.P.). En el caso de delitos
de instancia privada, la investigación también corresponde al Fiscal de
Instrucción, pero la investigación no procede de oficio sino a instancia de la
víctima, de su tutor, guardador o representantes legales, salvo cuando el
delito fuere cometido contra un menor que no tenga padres, tutor ni
guardador, o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o guardador.
(arts. 72 C.P. y 6 C.P.P.).

La finalidad de la investigación penal preparatoria (art. 302 C.P.P.) es


impedir que el delito cometido produzca consecuencias ulteriores y reunir
las pruebas útiles para dar base a la acusación (art. 355 C.P.P.) o
determinar el sobreseimiento (art. 350 C.P.P.).

Tiene por objeto comprobar si ha existido un hecho delictuoso, establecer


las circunstancias que califiquen el hecho, lo agraven, atenúen o
justifiquen, o influyen en la punibilidad, individualizar a sus autores,
cómplices e instigadores, verificar la edad, educación, costumbres,
condiciones de vida, medios de subsistencia y antecedentes del imputado y
comprobar la extensión del daño causado (art. 303 C.P.P.).

El Fiscal de Instrucción carece de potestades jurisdiccionales, por ello, ante


la necesidad de ejercicio de alguna de ellas como el allanamiento de
morada, la intervención de comunicaciones o la disposición de embargos,
debe requerir necesariamente la orden del juez de instrucción.

2. La segunda etapa es la fase del juicio oral y público. Se desarrolla en base a


una acusación que delimita los extremos fácticos de la imputación delictiva
y tiene por objeto la plena discusión entre las partes y la decisión definitiva
acerca del fundamento de las pretensiones que se han hecho valer (la
penal y eventualmente, la civil).

Esta fase es esencial, plenamente contradictoria, pública y puede


subdividirse en tres momentos:

a) el preparatorio del debate: es escrito y en él se ofrecen las


pruebas, se interponen las excepciones a que hubiera lugar y se
establece la fecha de la primera audiencia de debate.

b) el debate propiamente dicho: se desarrolla oralmente, se


produce la prueba (recepción de testimonios, prueba pericial, etc.) y
las partes intervinientes alegan, también en forma verbal.

c) la sentencia: fase culminante en la cual el tribunal de juicio


aplicando los principios de la sana crítica racional resuelve las
cuestiones planteadas y aplica la ley penal sustantiva.

El juicio común se desarrolla ante tribunales colegiados o en salas


unipersonales si se tratare de cuestiones que no resulten complejas y
siempre que el imputado no requiera la constitución íntegra del tribunal.

El proceso penal prevé algunas etapas eventuales como son:


• la fase impugnativa (oposiciones, recursos
ordinarios y extraordinarios)

• y la fase ejecutiva,
llevada adelante por el juez de ejecución penal, quien brega por el respeto
de las garantías constitucionales en el trato otorgado a los condenados y a
las personas sometidas a medidas de seguridad, controla el cumplimiento
por parte del imputado de las instrucciones e imposiciones establecidas en
los casos de suspensión del juicio a prueba, libertad condicional y condena
de ejecución condicional, conoce de los incidentes que se susciten durante
la ejecución de la pena y de las peticiones que presentaran los condenados
a penas privativas de la libertad (art. 35 bis C.P.P.).

Etapas en el proceso laboral


El proceso laboral presenta dos fases esenciales y bien definidas: la de
instrucción-conciliación y la de juicio.

La primera de ellas se lleva a cabo por ante el juez de conciliación que


cumple las funciones de un juez instructor. Ante él se traba la Litis en la
audiencia de conciliación y recibe y despacha la prueba con excepción de la
confesional, testimonial e inspección ocular, que deben ser diligenciadas
por ante el tribunal de juicio.

El trámite del proceso se lleva adelante con impulso procesal de oficio, esto
es, promovida la demanda por el actor, el trámite continúa sin
requerimiento de parte.

El juez tiene competencia para resolver cuestiones incidentales que se


planteen durante el desarrollo de la etapa de instrucción en las que opera
como tribunal de alzada la Cámara del Trabajo.

El juez de conciliación también tiene competencia para ordenar medidas


cautelares.

La segunda y principal etapa es la del juicio oral, público y continuo que se


desarrolla ante la Cámara del Trabajo, ésta presenta una estructura
colegiada aunque también puede entender en salas unipersonales.

Esta fase comprende lo que se denomina “audiencia de vista de causa” en


la que se recepcionan las pruebas oralizadas y los alegatos. El tribunal
resuelve en forma definitiva sobre las pretensiones vertidas por las partes.

Las etapas eventuales que pueden señalarse son las de ejecución de


sentencia y la impugnativa.
También existe en ciertos casos una etapa prejurisdiccional administrativa
que se desarrolla por ante el Ministerio de Trabajo.

La etapa impugnativa se abre con la admisión del recurso de casación que


debe ser interpuesto ante el tribunal que dictó sentencia.

La etapa ejecutiva representa una excepción al principio de oficialidad ya


que debe desarrollarse a instancia de parte, ante el juez de conciliación y se
rige por las normas del C.P.C. que actúa como ley supletoria.

Etapas en el proceso familiar


En la ciudad de Córdoba, el proceso de familia se encuentra instrumentado
por ley nº 7676 que prevé una etapa prejurisdiccional previa y de tránsito
obligatorio para cierto tipo de asuntos. Ella tiene lugar ante un funcionario
especial, el asesor de familia, cuya función primordial es la de avenir a las
partes para lograr un acuerdo. Esta fase previa puede también ser
cumplida en los centros de mediación públicos o privados, por tal motivo,
los sujetos involucrados en el conflicto familiar podrán acudir a la
utilización de esta técnica y en ese caso, la ley tiene por cumplida la etapa
prejurisdiccional.

El juicio común presenta dos grandes momentos que se cumplen ante


órganos diferentes: el juez y la Cámara de Familia.

Fracasada la etapa prejurisdiccional se abre una etapa intrajurisdiccional


conciliatoria, que se desarrolla ante el juez de familia. Ella abarca los actos
de demanda, reconvención y sus respectivas contestaciones, todo lo que se
cumple en un solo acto conocido como la audiencia establecida por el art.
60 de la ley del fuero. También comprende el ofrecimiento y
diligenciamiento de la prueba, salvo la prueba oralizada que es recibida por
la Cámara de Familia.

La segunda etapa o audiencia de vista de causa se desarrolla ante la cámara


de familia. Se trata de un acto oralizado donde se reciben las pruebas de
testigos, se interrogan a las partes y es posible requerir a los peritos
aclaraciones o ampliaciones de sus informes. Luego se pasa al momento
crítico de la prueba que se cumple en los alegatos de las partes y por
último, el tribunal pasa a deliberar y dicta sentencia.
Bibliografía de referencias

Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría


General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
Bases
constitucionales y
principios que
gobiernan el
proceso

Derecho
Procesal I
(Teoría General
de Proceso)

1
Reglas
constitucionales del
proceso.

Bases constitucionales.
El artículo 1 de la C.N. establece que la Nación Argentina adopta para su
gobierno la forma representativa, republicana y federal. Ello permite inferir
además de la forma jurídica que asume el Estado, su organización y los
denominados derechos fundamentales de los individuos.

Por su parte, el artículo 5 impone a cada Provincia el deber de organizar su


administración de justicia respetando las reglas de la Constitución Nacional.
En virtud de lo expuesto, coexisten en nuestro sistema judicial dos órdenes
que corresponden uno al nacional federal y otro al de cada provincia.

Consecuentemente, la Constitución Nacional es la fuente primaria de


realización del derecho, ubicada en la cúspide de la cual descienden todas
las demás normas realizadoras. Las provincias están obligadas a conformar
sus constituciones locales y demás normas jurídicas que dictaren a esa ley
suprema y a su vez, la Constitución de cada provincia es la ley suprema
frente a las otras normas que dictaren las autoridades del gobierno
provincial o de los distintos municipios o comunas. En tal sentido establece
el artículo 28 de la C.N.: “las declaraciones, derechos y garantías
proclamados por la Constitución no pueden ser alterados por las leyes que
reglamente su ejercicio”.

Atento lo expuesto, se observa que la construcción del modelo refleja un


escalonamiento jerárquico entre las diferentes normas que la integran y es
allí donde detectamos las normas realizadoras procesales que sirven a las
sustanciales y permiten abrir las puertas de los tribunales para obtener el
respeto del derecho de fondo. De este modo se consagra el acceso a la
justicia o derecho a la jurisdicción.
Independencia del Poder Judicial
La Constitución sienta principios de neto corte procesal a los cuales deben
acomodarse las leyes nacionales y provinciales y que los jueces tienen el
deber de respetar aun cuando contraríen disposiciones expresas de las
leyes. Ello da origen a la facultad del juez para declarar la
inconstitucionalidad de una ley en un caso concreto. Esto es lo que se
conoce como el control de constitucionalidad de las leyes, que se
fundamenta en el art. 31 C.N. Cualquier juez, ya sea de la Nación o de las
provincias, ejerce ese control ante la vulneración de un derecho individual
o de incidencia colectiva.

De acuerdo al régimen republicano de gobierno, el Poder Judicial es


independiente de los demás poderes del estado.

Esa independencia es fundamental para asegurar la imparcialidad del


tribunal en cumplimiento de la función jurisdiccional y significa que los
órganos de la justicia no pueden estar subordinados a ninguna autoridad
del Poder Ejecutivo o del Legislativo. Permanece ajeno a los vaivenes de la
política, con autonomía de criterio a la hora de resolver. La única sujeción
admisible es la ley misma, no habiendo ataduras de índole moral o material
a ninguna autoridad.

Hacen a la imparcialidad del Poder Judicial los siguientes artículos de


nuestra Carta Magna: art. 109, “en ningún caso el presidente de la Nación
puede ejercer funciones judiciales...”; art. 110, “los jueces conservarán sus
empleos mientras dure su buena conducta, y recibirán por sus servicios una
compensación que determinará la ley y que no podrá ser disminuida en
manera alguna, mientras permanecieren en sus funciones”. También su
forma de designación a través de un Consejo de la Magistratura que debe
convocar a concurso público y que luego efectúa una propuesta en ternas
vinculantes para la designación de los magistrados de los tribunales
federales inferiores, quienes luego son nombrados por el presidente de la
Nación con acuerdo del Senado, coadyuva a la independencia (art. 114,
incs. 1 y 2). En la provincia de Córdoba la designación de los jueces y
representantes del Ministerio Público recae también, en el Consejo de la
Magistratura.
Juicio previo
Reza el artículo 18 de la Constitución Nacional en su primera parte:
“Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado
en ley anterior al hecho del proceso...”.

Desglosando la anterior concepción se puede comenzar estableciendo que


cuando se hace referencia a penado, significa condena. Refiere a una
imposición establecida por sentencia, siendo comprensiva tanto de la
condena criminal como de la civil.

El término juicio previo alude al proceso o a la sentencia, como resultado


final de un proceso. No es equivalente a proceso sino que comprende un
juicio lógico integrado por tres elementos: tesis, demanda de acusador o
actor, antítesis, contestación del imputado o demandado y síntesis, la
resolución contenida en la sentencia del juzgador, que debe referirse al
hecho del proceso y fundarse en el derecho.

Por último, la mención a ley anterior al hecho del proceso, implica que el
juicio debe ser previo a la sanción, no al hecho que motiva el proceso, pero
éste debe fundarse en una ley que sí tiene que ser anterior al hecho del
proceso. El desarrollo lógico y cronológico es el siguiente:

1) ley que prevé y sanciona el hecho;

2) el hecho captado por la ley y que provoca el proceso;

3) el proceso que contenga la imputación o atribución responsable de ese


hecho y la audiencia del perseguido;

4) la sentencia condenatoria conclusiva del proceso;

5) la ejecución de la pena impuesta en esa sentencia, si es firme.

El principio constitucional de juicio previo tiene honda repercusión en el


proceso penal por vigencia del aforismo nulla poena, nullum crimen sine
lege praevia, que exige para condenar la adecuación del hecho criminal con
el tipo legal. Encierra tres subprincipios, el de reserva penal, el de
indispensabilidad del proceso previo y el del estado de inocencia.

Juez natural
El artículo 18 referido también contiene el principio del juez natural al
establecer que ningún habitante de la Nación puede: “... ser juzgado por
comisiones especiales o sacado de los jueces designados por la ley antes del
hecho de la causa...”.
Juez natural es el juez u órgano jurisdiccional designado por la ley
anteriormente al hecho que provoca el proceso.

No son jueces naturales y por lo tanto están prohibidos, los siguientes:

• Jueces ex post facto, creados con posterioridad al hecho. Para cada


perseguido judicialmente sólo deber haber un tribunal con
competencia determinada de antemano, objetiva
e imparcialmente.

• Jueces ad hoc, creados para juzgar determinados hecho o casos.

• Comisiones especiales: tribunales extraordinarios que sin ser


competentes por no formar parte del Poder Judicial del Estado,
intervienen o deciden en un proceso dado. Son creados de manera
inconstitucional.

Lo que se impone es un tribunal permanente, en el que aunque se


sustituyan los jueces que lo personifican, sigue siendo juez natural (ej.
jubilación del juez) y un tribunal competente, que al contrario de la
comisión especial, aplique el principio de generalidad. La función
jurisdiccional debe ser ejercida por magistrados instituidos previamente
por la ley para juzgar una clase de asuntos o una categoría de personas.

Inviolabilidad del derecho de defensa en juicio


Idéntica norma constitucional establece que es inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos, entendida como la potestad que
tienen el demandante y el demandado de defender sus derechos en el
proceso, en cualquier momento del desarrollo de este. Implica la
posibilidad de todo particular que intervenga en un proceso, ya sea como
actor, acusador o demandado de ser escuchado, de contradecir y de
ofrecer prueba.

El vocablo juicio tiene una significación objetiva referida al camino o


trámite para la realización de la justicia y no capta solamente lo que es el
juicio en sentido estricto, sino que se refiere a todo el proceso, asegurando
a cada una de las partes la posibilidad de postular sus respectivas
pretensiones. Presupone el proceso regular y legal, en el cual no se puede
condenar a quien no ha sido oído y como contrapartida, prohíbe la
declaración en contra de sí mismo.

La Corte Suprema de Justicia ha sentado que “la garantía de la defensa en


juicio requiere, por sobre todas las cosas, que no se prive a nadie,
arbitrariamente, de la adecuada y oportuna tutela de los derechos que
pudieren asistirle”. (Fallos, 267:228)

La defensa en juicio comprende la defensa técnica y la material. La material


supone reconocerle al justiciable el derecho de participar en la invocación o
defensa de sus intereses, mientras que la técnica importa establecer la
exigencia legal de un patrocinio letrado obligatorio y asegurarlo para el
caso de carencia de recursos.

Esta garantía se encuentra presente en cualquier tipo de proceso y


comprende diferentes subprincipios:

• el de la intervención en juicio,

• el de audiencia ante el tribunal,

• el de prueba de las cuestiones planteadas,

• el de asistencia técnica

• y el de igualdad de oportunidades.
La intervención en juicio, importa la irrestrictible oportunidad de todo
sujeto de derecho para comparecer ante el tribunal y hacer valer sus
derechos como pretendiente activo o pasivo, directamente o por
representación legítima, ya sea como actor, acusador, demandado o
perseguido.

La audiencia ante el tribunal funciona como impedimento para ser


condenado sin ser oído previamente.

La prueba de las cuestiones planteadas hace a la posibilidad de las partes


de acreditar los extremos fácticos que el tribunal habrá de asumir en el
proceso para la aplicación del derecho y fijación de los hechos.

La asistencia técnica implica la facultad de las partes para hacerse asesorar


durante el juicio por abogados y para el caso de pruebas específicamente
reguladas, por peritos controladores. Esta asistencia debe ser dejada a la
elección de las partes interesadas. En el proceso penal la asistencia técnica
es obligatoria y en el caso que el imputado no eligiere un abogado de su
confianza, el Estado le nombrará un defensor oficial.

Por último, el subprincipio de igualdad de oportunidades se refiere al


equilibrio con respecto a las oportunidades que deben tener las partes para
hacer valer sus derechos y garantías. Siempre que se otorga una
oportunidad a una parte, hay una análoga para la otra.
La garantía de igualdad está contemplada en el art. 16 de la C.N. y alude a
la igualdad racial, de rango social, laboral y principalmente, igualdad en el
aspecto de la justicia.

Si bien la ley predica que todos los hombres son iguales ante la ley, no se
desconoce que existen diferencias de persona a persona, ya sea de orden
físico o moral, por ello, es la propia ley que debe garantizar no excluirse o
prohibirse a unos lo que se concede o garantiza a otros en las mismas
condiciones.

Se trata de la igualdad de los iguales en iguales circunstancias.


Procesalmente implica que debe atribuirse a cada una de las partes
idénticas posibilidades de actuación en el proceso.

Algunas instituciones que abrevan en este principio son el beneficio de


litigar sin gastos, la asistencia técnica para los carentes de recursos, etc.

Tipos o sistemas procesales.


Los sistemas procesales son los distintos modos de desenvolverse en el
proceso, examinado desde el punto de vista externo, y que tienen estrecha
vinculación con los principios formativos del proceso y la teoría de los actos
jurídicos procesales.

Sistema es una estructura orgánica diseñada por la ley teniendo en cuenta


ciertos principios o ideas rectoras que le imprimen caracteres que lo
definen.

Tratándose el proceso de una institución jurídica única, los sistemas o tipos


procesales son los modos de regular ese fenómeno y adecuarlo al criterio
jurídico-político imperante y a la naturaleza de las distintas cuestiones. De
esto resulta que el proceso es único pero los procedimientos son múltiples,
adoptando diferentes fisonomías o tipos.

La clasificación de los procedimientos depende de criterios políticos


relativos a la relación de los particulares entre sí y de éstos con el Estado, la
forma de satisfacer el interés público, etc. También depende de criterios
jurídicos relativos a la manera de garantizar el ejercicio de los derechos y
garantías constitucionales, como el derecho de defensa o el ejercicio de los
poderes de los órganos judiciales. Por último, entran en consideración
criterios económicos, relativos a la posibilidad de abaratar costos y reducir
el tiempo necesario para la obtención de una decisión final firme.
Caracteres:
a) Relatividad: significa que no hay tipos absolutos, sino prevalentes;

b) Neutralidad a los juicios de valor: los tipos procesales no son buenos ni


malos, ni justos, ni injustos en tanto se trata de formas metódicas con
cierto grado de abstracción. Entre dos sistemas no podemos decir que
uno sea mejor que otro, sino que uno sirve mejor que el otro para
determinados actos procesales.

c) Intercambiabilidad: en un ordenamiento pueden existir dos tipos


antagónicos, dependiendo del legislador, quien puede cambiarlos,
transferirlos o hacerlos coexistir.

Tipo dispositivo
• Se substancian pretensiones que no comprometen el orden público,
sino sólo el interés particular.

• Las partes son protagonistas.

• El juez es mero espectador hasta el momento de la decisión.

• El impulso del proceso queda en manos de las partes, que tienen la


facultad de fijar la cuestión fáctica y el poder de renunciar a ciertos
actos del proceso.

• Las partes fijan los términos exactos del litigio a resolver (la petición
deducida por el actor marca el límite de lo que el juez puede
otorgar en la sentencia).

• Las partes son las que aportan el material probatorio necesario para
corroborar sus afirmaciones.

Tipo inquisitivo
• Está involucrado el orden público.

• El juez es protagonista desde el principio.

• El juez tiene los poderes de actuar por si e investigar. Una vez que
nació el proceso, el tribunal debe seguirlo de oficio.

• Los hechos son todos aquellos que el juez considere útiles.

• El juez puede ordenar de oficio la producción e investigación de las


pruebas.
Ningún sistema se manifiesta de manera pura, sino que se presentan
combinaciones con una mayor o menor tendencia hacia lo dispositivo o
inquisitivo, dependiendo de las formas de organización y la evolución
sociocultural.

Sistema acusatorio
• Separa las funciones del Estado en materia penal e instituye junto al
juez al ministerio público.

• El juez deja de ser el protagonista de la búsqueda de la verdad y


deriva esa responsabilidad al ministerio público (órgano
requirente).

• Las partes se posicionan en un plano de igualdad y se diferencian


del juez, quien debe ser imparcial e independiente.

• El debate se realiza en forma pública y oral, regido por pautas éticas


y comprende las etapas de afirmación, reacción, confirmación y
alegación.

• El órgano jurisdiccional no puede impulsar la acción, sólo la


proyecta y le está vedado suplir la inactividad de los contendientes,
ni siquiera en el aspecto probatorio.

• La separación entre el juez (imparcial) y el acusador (investigador)


es el elemento más importante.

Sistema oral o escrito


El proceso oral es aquel en que los actos procesales se cumplen
prevalentemente mediante el uso de la palabra por sobre la escritura, en
estos casos, el tribunal solamente puede tener en cuenta el material
procesal enunciado oralmente en la audiencia.

En cambio, el trámite será escrito cuando el tribunal solamente pueda


tener en cuenta el material procesal suministrado bajo la formalidad o
recogido en actas. El tipo escrito supone que toda la actividad procesal sea
trasladada, sin excepción, a la expresión gráfica de la escritura que sirve
además de vehículo de expresión, de medio de conservación y
comunicación de la materia procesal.
No existen tipos orales o escritos puros ya que en una u otra secuencia
aparece el dominio de la palabra o de la escritura, por lo que puede
hablarse de prevalencia oral o escrita, lo cual no excluye la existencia de
actos escritos u orales en uno u otro sistema.

En la provincia de Córdoba, el proceso civil es escrito y se rige por reglas


absolutamente formales, mientras que la oralidad es propia de otras ramas
como la penal, laboral o de familia.

Ventajas del sistema oral:

• Inmediación: comunicación directa entre el juez, las partes y los


órganos de prueba.

• Favorece la recepción de la concentración procesal en la unidad


del debate oral. La concentración supone la reunión de la
mayor cantidad de actividad procesal en el menor número de
actos posibles.

• Acelera los trámites judiciales al dotarlos de sencillez en las


formas procesales y favorece el acortamiento de los tiempos
del proceso.

Ventajas del sistema escrito:

• Facilita el estudio y la reflexión de los jueces.

• Aleja peligros de la improvisación y la ligereza.

• Favorece la publicidad y la permanencia porque las actuaciones


quedan fijas y permanentes, por ello en cualquier momento
pueden ser reconstruidas y examinadas.

Dado que los sistemas no pueden encontrarse en estado puro y atento que
el interés social reclama soluciones rápidas y económicas, es que en la
actualidad se requiere de un sistema que conjugue la oralidad y la escritura
y así extraiga de uno y otro aquellos elementos valiosos para que sean
aprovechados en la actividad procesal.

Sistema de instancia única o plural


La doble instancia supone la existencia de dos órganos jurisdiccionales que
actúan con un orden de prelación y jerárquico en momentos diferentes.
El superior tiene el poder-deber de revisar, por vía de recursos ordinarios,
la apreciación de los hechos y la aplicación del derecho efectuada por un
juez de primer grado en su resolución.

El juez de primera instancia es competente desde la presentación de la


demanda hasta la resolución de mérito o sentencia, luego alguna o ambas
partes pueden interponer un recurso ordinario que abre la competencia
del tribunal de segunda instancia.

En nuestro país, por lo general, el trámite de doble instancia domina en los


procesos civiles, en tanto que la instancia única se identifica con el trámite
oral propio del proceso penal, familiar y laboral. En la doble instancia, el
juez de primera instancia actúa de manera unipersonal, mientras que el
tribunal de alzada lo hace de manera colegiada. Cuando el trámite es oral
el tribunal se integra con tres miembros aunque en la actualidad se admite
en casos excepcionales, la integración con salas unipersonales.

Las ventajas del sistema de doble instancia se encuentran en las mayores


garantías que ofrece el número de los componentes del tribunal de alzada
y por el superior criterio y experiencia de estos. Además de ello, la revisión
permite que las partes aporten, en ciertas circunstancias, nuevos
elementos de prueba omitidos en la primera instancia.

Por su parte, los defensores de la oralidad en única instancia argumentan


en su favor la agilidad y la vigencia de la inmediación.

Principios o reglas que gobiernan el


proceso.
Los principios del proceso son los presupuestos políticos que determinan la
existencia funcional de un ordenamiento procesal cualquiera.

Debido al diferente predicamento entre uno u otro principio, merece


especial atención individualizar a cada uno de ellos y definir su contenido,
de tal modo que de su conformación surgirá cada sistema procesal.

La adopción de un principio y el descarte de otros por parte del legislador,


responde a razones de política procesal. Cada código procesal puede ser
definido en virtud de sus directivas y orientaciones fundamentales, las
cuales se concretan en los principios procesales.
Publicidad
En virtud de este principio, los actos procesales deben ser pasibles de
conocimiento incluso por quienes no participan del proceso como partes,
funcionarios o auxiliares. Reconoce su fundamento en la conveniencia de
acordar a la opinión pública un medio para controlar la conducta de
magistrados y litigantes, a más de cumplir una función educativa.

Establece el art. 68 del C.P.C.: “el expediente será de conocimiento público,


salvo que la ley disponga lo contrario, o que el tribunal lo decida por
razones de seguridad, de moral o en protección de alguna de las partes”.

Podrán consultarlo en la oficina las partes o todos los que tuvieran algún
interés en la exhibición.

En general la publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso, así


en las audiencias, en la discusión de las pruebas, en la motivación del fallo y
en su publicación.

En el proceso penal la publicidad del expediente queda restringida a las


partes interesadas y existe un período preliminar el cual es secreto, con el
fin de resguardar y evitar que por el conocimiento de la investigación que
se está realizando, el imputado u otros interesados puedan entorpecer la
investigación (art. 312 C.P.P.).

En cambio, la etapa del debate se asienta en la publicidad plena, sin que


esto afecte a que el tribunal restrinja el acceso a la sala por razones de
moralidad, seguridad o de orden público (ej. juicios con menores
imputados o por delitos contra la integridad sexual).

En el fuero de familia, el principio de publicidad se presenta en su antítesis,


bajo la denominación del llamado principio de reserva, secreto o
confidencialidad, que encuentra sustento en preceptos constitucionales
como los vinculados a la protección de las acciones privadas de los
hombres, a la intimidad que dispensa la Constitución Provincial y a la tutela
privatista consagrada en el art. 10 del Código civil y Comercial de la Nación

Oralidad
Es uno de los principios que tienden a consolidarse cada vez más en la
mayoría de los procedimientos, aunque por regla general pertenece al
proceso penal, donde los actos procesales se realizan a viva voz, dejándose
algunas constancias escritas, no permitiéndose el uso de memoriales, salvo
excepciones. Beneficia la rapidez y la comunicación entre el tribunal, las
partes y las pruebas ofrecidas.
Inmediación
Implica la directa, personal y pública comunicación del juez con las partes,
sus letrados y el material probatorio.

Este principio tiene plena vigencia en los procesos orales, más no tanta en
los escritos. En el proceso penal, por ejemplo, el principio de inmediación
aparece nítidamente en la oportunidad de la audiencia de debate en la que
los integrantes del tribunal, del ministerio público, imputados y sus
defensores y órganos de prueba están en contacto directo.

Existe contacto directo, sin intermediarios, entre las cosas y las personas
del proceso y el juez, que debe ser el mismo que luego dicta sentencia.

El artículo 41 in fine del Código Penal de la Nación establece que el juez


deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de
las circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso.

Tanto en materia penal como en laboral, el interés público en la realización


del derecho impone la inmediación como una directriz insoslayable.

Autoridad
Es un principio que podría definirse como “nuevo” en la evolución del
derecho procesal. El mismo refleja la incidencia que tiene el juez en el
proceso, considerado como poder del Estado político. El juez tiene un
complejo de poderes-deberes limitados por la ley para administrar justicia
y es entendido como director y conductor del proceso con incidencia en la
formación del material de cognición y en la vigilancia de la conducta de los
justiciables.

Esta figura de juez director deriva del principio de publicidad del proceso en
el que el Estado es también un sujeto interesado en su resolución.

No obstante lo expuesto, la mayoría de los códigos procesales civiles del


país aún sostienen la figura del juez neutral derivada de una concepción
liberal-individualista. El juez es un mero espectador de la contienda judicial
y no interviene en el proceso en forma activa, cuya iniciativa, impulso,
conducción y disposición es un atributo del justiciable. El juez no actúa de
oficio sino a petición de parte (principio de rogación).
Bilateralidad o contradicción
Es un principio que encuentra raigambre constitucional en el legítimo
derecho de defensa en juicio. La bilateralidad o contradicción hace alusión
a la idea de que toda decisión judicial debe ser tomada, previo a que se
haya dado igual oportunidad a todas las partes de ser oídas. Implica la
posibilidad de alegar y probar, aunque no interesa al derecho que la parte
efectivamente se pronuncie, basta con que se le haya otorgado una
razonable oportunidad de defenderse o de cumplir con la carga procesal de
expresarse, de ofrecer, producir y controlar la prueba (art. 210 C.P.C.).

Los actos de comunicación procesal van desde la simple notificación, hasta


el traslado o vista para contestar la demanda.

En nuestra legislación se advierten numerosas disposiciones que imponen


la noticia de las partes, como el art. 142 C.P.C.: “las providencias y
resoluciones judiciales no obligan si no son notificadas con arreglo a la ley”
y otras normas que prevén sanciones por la violación del principio (teoría
de las nulidades procesales -art. 76 a 78), (recursos de apelación o casación
por violación de las formas o solemnidades -arts. 362 y 383, inc.1).

También existen excepciones a la obligación de comunicación, como por


ejemplo, las medidas cautelares, que pueden ordenarse sin ser notificadas
aunque ello no implica derogación del principio, sino que tan solo que se
difiere el contradictorio por la especial naturaleza del acto.

Formalismo
Formas son las exteriorizaciones que deben presentar ciertos actos
procesales, tanto del tribunal como de las partes. Son la manera como se
exterioriza un determinado acto.

Este principio postula que la actividad que se cumple en el proceso debe


llevarse a cabo de acuerdo a ciertas condiciones de lugar, tiempo y modo.

Tradicionalmente el principio ha presentado dos formulaciones opuestas:


el de libertad de formas y el de legalidad.

El de libertad de formas postula que el proceso debe desarrollarse sin


formas preordenadas o predeterminadas, pudiendo las partes cumplir la
actividad según sea lo más adecuado para ellas.

El sistema de legalidad establece que la ley señala rígidamente las


condiciones que debe reunir un acto procesal. Las partes no pueden
convenir los requisitos y el juez no tiene facultades para arbitrar otras
modalidades que las fijadas por la ley.

Las formas procesales son establecidas como garantía del justiciable y se


basan en el principio de seguridad jurídica.

El apego riguroso al sistema de legalidad degeneró antiguamente en lo que


se denomina “formalismo”, que eleva la forma en un ritual excesivo y que
trata principalmente de fórmulas abstractas.

En la actualidad, vinculado al tema del juez director, se postula un sistema


de adecuación de las formas, de adaptabilidad y de elasticidad o
flexibilidad. El juez cuenta con un margen de discrecionalidad que debe
ejercer prudentemente a fin de procurar la seguridad jurídica.

Economía procesal
Este principio comprende dos aspectos fundamentales: la reducción de
gastos y la reducción de esfuerzos o de actividad.

Su adopción supone procedimientos que no resulten altamente costosos y


que no se extiendan excesivamente en el tiempo.

La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del proceso.


Ello implica que el costo del juicio no sea un obstáculo que impida a las
partes su inicio. Los procedimientos generan gastos y ellos no pueden
evitarse, pero sí pueden ser postergados atendiendo a ciertas
circunstancias o aun, por razones de política procesal, resolverse su
eximición por el contenido social de la cuestión que se presenta. Los gastos
de un juicio no pueden ser un obstáculo para el acceso a la justicia de las
personas menos pudientes.

Existen dos reglas que colaboran con la economía procesal, ellas son la
regla de la eventualidad y la de la concentración.

La eventualidad es un principio derivado de la economía y que se refiere al


ejercicio de ciertas facultades de las partes, concretamente, supone la
simultaneidad en el ejercicio de una facultad, que puede ser de alegación o
de impugnación.

Se aprovecha la oportunidad que la ley acuerda para la acumulación


eventual de las actividades de ataque y de defensa. Por ejemplo, el art. 183
del C.P.C. prevé que la oposición de excepciones dilatorias, deben
deducirse simultáneamente.

La concentración, por su parte, procura reunir la mayor cantidad posible de


actividad procesal en el menor número de actos procesales. Importa
reducir la cantidad de actos procesales con un criterio de razonabilidad (el
proceso oral favorece la concentración).

Apunta a evitar la prolongación de los procesos en el tiempo (duración


razonable del mismo).

Son ejemplos de concentración los art. 507 y 508 del C.P.C. El primero de
ellos establece que la prueba deberá ofrecerse con la demanda bajo pena
de caducidad. El art. 508 regula la contestación de la demanda en el juicio
abreviado y establece que el demandado deberá en el lapso de seis días
comparecer, contestar la demanda y, en su caso, oponer excepciones o
deducir reconvención, como así también deberá ofrecer toda la prueba de
que haya de valerse.

Adquisición procesal
Este principio predica que los resultados de la actividad procesal cumplida
por las partes en el proceso se incorporan a él de manera que los actos
cumplidos benefician o perjudican a cualquiera, pudiendo el juzgador
valorarlo independientemente del sujeto que lo haya aportado.

Los actos incorporados al proceso son adquiridos por éste, se


despersonalizan y desde entonces, las partes no tienen disposición libre
sobre ellos.

Moralidad
El principio de moralidad se encuentra presente y debe regir todas las
etapas del proceso. A través del mismo no se trata de dar contenido
jurídico a deberes morales, sino que se busca asumir un imperativo ético
en las distintas figuras procesales.

Este principio puede conceptualizarse como el conjunto de reglas de


conducta, presididas por el imperativo ético, a que deben ajustar su
comportamiento procesal todos los sujetos procesales (el juez, las partes y
demás participantes).

Es comprensivo de otros subprincipios que lo enriquecen, a saber: la


lealtad, la probidad y la buena fe procesal. Sin embargo, estas reglas que
gobiernan el proceso deben conjugarse con el legítimo derecho de defensa
en juicio. Es decir, existen actitudes como la reticencia, la intemperancia, la
agresividad, la obstrucción o la ambigüedad que hacen a la inmoralidad y
poca lealtad, no obstante, el juzgador deberá precisar los límites de estas
conductas para no afectar tampoco la inviolabilidad de la defensa en juicio.

En los códigos de forma no se encuentran previstos estos principios sino


que se establecen expresamente las sanciones por los desvíos.

El art. 45 del C.P.C. de la Nación impone a la parte o a su letrado una multa,


cuando la conducta sea declarada maliciosa o temeraria. En igual sentido
se expresa el C.P.C. de la provincia de Córdoba en sus artículos 83 y 84
cuando las partes no actúen en el proceso con probidad y buena fe.

El acceso a la justicia y el abuso del proceso. La


duración razonable del proceso.
El acceso a la justicia
En virtud del art. 49 de la Constitución de la Provincia de Córdoba, el
estado debe prestar el servicio público de justicia a los interesados que la
requieran para la satisfacción de sus pretensiones.

No obstante ello, existen restricciones de carácter patrimonial que a veces


condicionan la actuación en el proceso por lo que tanto la Constitución
como el C.P.C. de la Provincia, para evitar esta desigualdad, han creado el
instituto del beneficio de litigar sin gastos, como una forma de permitir a
las personas carentes de recursos el acceso a la justicia (art. 101 C.P.C.).

En igual sentido, también se ha reglamentado el servicio de asistencia


jurídica gratuita a cargo de asesores letrados de los distintos fueros.

El derecho a la jurisdicción presenta un doble enfoque, por un lado significa


que el Estado debe brindar el servicio público de justicia a los particulares
que lo requieran, para obtener la satisfacción de sus pretensiones. Por el
otro, su vigencia importa que todo sujeto al que se le imponga una
modificación de su situación jurídica existente o una atribución de
responsabilidad, tiene el derecho de acceder al proceso judicial.

La Constitución de Córdoba incorpora de modo explícito garantías de


acceso a la justicia como son la acción de amparo (art. 48 y 52), el acceso a
la justicia propiamente dicho (art. 49) y el derecho de protección de
intereses difusos o comunes (arts. 53).

En la Carta Magna Nacional también se encuentra expresamente prevista la


acción de amparo (art. 43). Por su parte, el artículo 42 consagra garantías
para los usuarios y consumidores de bienes y servicios, estableciendo la
obligación de las autoridades de proveer a su protección y a la educación
de los habitantes.

El acceso a la justicia implica que el individuo pueda requerir la realización


del derecho y la solución de los conflictos a través de una administración
específica. Sin embargo, el acceso a veces se ve impedido por la existencia
de obstáculos como la desigualdad, la prolongada duración de los juicios en
el tiempo o el alto costo de los procedimientos.

La desigualdad, por lo general, toca a personas de clases sociales más


desvalidas, quienes tienen una sensación generalizada de desamparo y
desconfianza en el sistema de justicia, ello no hace más que promover la
solución de los conflictos acudiendo a vías de hecho.

Por su parte, cuando un proceso excede los límites razonables de duración,


se convierte en un serio obstáculo para el acceso a la justicia porque se
plasma en una sentencia tardía, dejando paso al aforismo: “cuando la
justicia llega tarde deja de ser justa”. El trámite excesivo, el aumento de la
litigiosidad en todos los fueros, el congestionamiento, la mora y la demora
no hacen más que obstaculizar irremediablemente el acceso a la justicia
por razones temporales.

Por último, el inicio y desarrollo del pleito tiene un alto costo de


tramitación. Así, gastos y honorarios profesionales se transforman en un
impedimento cuando el costo supera los límites de lo razonable en orden al
valor del asunto que se ventila.

Litigar supone solvencia económica porque el Estado grava las actuaciones


judiciales con tasas y aportes, a los que se debe sumar el costo de envío de
cartas documentos, confección de actas notariales, despacho de cédulas,
etc., por lo que en causas de poco monto, litigar es antieconómico.

El abuso del proceso


El artículo 1071 del Código Civil regula el instituto del abuso del derecho,
que también encuentra recepción en los cuerpos normativos procesales a
partir del principio de moralidad y sus derivados, el de lealtad y el de buena
fe procesal.

Las normas de derecho procesal delimitan y asignan los poderes de


actuación de los sujetos procesales con el objeto de realizar el derecho
sustancial y hacer justicia. Los sujetos del proceso deberían intervenir en el
trámite observando la finalidad última del proceso, sin embargo, en
muchas ocasiones las estructuras procesales se utilizan para obtener
ilegalmente más de lo que la ley concede o de lo que la ley no concede,
dando lugar al abuso procesal.

Para que éste se configure deben reunirse ciertas condiciones, a saber:

a) que se ejercite una prerrogativa-facultad o potestad procesal;

b) que se observe una desviación del fin con que esa facultad, prerrogativa
o potestad que fue conferida por la ley;

c) que dicha conducta no se encuentre prohibida por ninguna norma


procesal.

El acto abusivo puede provenir de cualquiera de las partes, incluso del


propio juez, quien podría incurrir en un exceso de formas que impidiera el
acceso a la justicia. Asimismo, el acto además debe generar un daño,
graficado como una dilación o un retardo injustificado que produce el acto,
durante el curso del proceso o cuando se exige la aplicación a ultranza de
una norma procesal en desmedro del derecho de defensa incurriendo de
este modo en un exceso ritual manifiesto.

Duración razonable del proceso


Para hablar de la duración razonable del proceso es útil tomar como base el
Código Procesal Penal que expresamente establece en su artículo 1, bajo el
título “garantías constitucionales”, que el proceso no podrá durar más de
dos años, salvo las excepciones previstas en el art. 337 de idéntico cuerpo
normativo.

En igual sentido se expresa la Constitución de la Provincia de Córdoba en su


artículo 39, cuando reza: “...todo proceso debe concluir en un término
razonable...”

El Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia no establece


expresamente un plazo de duración del proceso, aunque si comprende
ciertos plazos fatales como los del juicio abreviado, los plazos para oponer
excepciones en el juicio ejecutivo, los plazos para recusar o interponer
recursos o el artículo 121 que establece los plazos para el dictado de las
resoluciones judiciales, junto con el artículo siguiente que permite recusar
con causa al juez que no hubiera resuelto en ese plazo.

En los fueros de familia y laboral, las leyes organizativas responden a


pautas modernas y sus resultados demostrados estadísticamente reflejan
que en la tramitación de los pleitos se observa mayor eficiencia y se
cumplen razonablemente con los plazos.
3.4. Reglas procesales. Impulsión y
preclusión.
Impulsión
Impulsar es hacer avanzar el proceso a través de las distintas etapas. Este
principio caracteriza al sistema dispositivo con el que se encuentra
íntimamente vinculado, ya que implica que el estímulo de la función
jurisdiccional corresponde a las partes, que son las encargadas de empujar
el proceso.

La impulsión inicial en el proceso civil corresponde al actor, toda vez que el


juez no puede actuar de oficio, igual sucede en los procesos de familia y
laboral. En el proceso penal debe distinguirse entre delitos de acción
pública, delitos dependientes de instancia privada y acciones privadas. En
el primer caso la acción será ejercida por el Ministerio Público de oficio
(art. 5 C.P.P. y art. 71 C.P.). Cuando dependa de instancia privada solo
podrá iniciarla el ofendido por el delito, sus representantes legales, tutor o
guardador (art. 6 C.P.P. y 72 C.P.). Por último, en caso de delitos de acción
privada, la impulsión inicial corresponde a toda persona con capacidad civil
que se pretenda ofendida y se lleva a cabo mediante querella (art. 8, 424 y
ss del C.P.P. y 73 C.P.).

La impulsión de mantenimiento en el proceso civil, también corresponde a


las partes y en el caso que estas no cumplan actividades para que el
proceso avance, se produce su muerte por inactividad en lo que se
denomina perención de instancia. En el fuero penal, también pueden
impulsar el proceso el ministerio público, el imputado o el mismo órgano
jurisdiccional.

También debe distinguirse el impulso privado propio del trámite civil del
impulso oficial característico de los procedimientos que involucran alguna
razón de orden público. En este último, el impulso se manifiesta como el
poder-deber del juez para realizar, con independencia de la actuación de
las partes, todos los actos procesales que integran la trama hasta la
finalización del trámite que culmina con el dictado de la sentencia.

Preclusión
Regla procesal que parte de considerar al proceso dividido en etapas que se
desarrollan en forma sucesiva, siendo que el tránsito de una a otra implica
la superación y conclusión de la anterior, por lo que la preclusión impide el
retroceso a la fase agotada. También impide la realización de la actividad
cumplida. Ejemplo: si el proceso se encuentra en el momento de la
discusión no puede retrotraerse a la etapa de la prueba (salvo supuestos
excepcionales consagrados en la ley).

Por efecto de la preclusión se genera la pérdida de un derecho por el


incumplimiento de una carga procesal.

Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser


cumplida en un momento determinado, de otro modo, la actividad no sería
susceptible de producir efectos útiles.

La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones


procesales de nulidad o de inadmisibilidad. Se aplica la primera cuando el
acto procesal se cumple en inobservancia a la preclusión (ej. se formula
una liquidación final apartándose de lo establecido en la sentencia, por lo
que se vulnera la cosa juzgada). Por su parte, la sanción procesal de
inadmisibilidad se aplicará cuando se intente producir un acto procesal una
vez vencido el plazo fijado por la ley para ello o cuando se hubiere
declarado la pérdida del derecho a petición de parte.

Hipótesis práctica
A. Juez natural y preclusión procesal, competencia
material, improrrogabilidad.

El caso: La defensa del encartado deduce recurso de casación


pretendiendo que se anule el decisorio por el cual la Cámara en lo Criminal
dispuso, para el juzgamiento del imputado del delito de Exacciones
Ilegales, la integración con los jurados populares previstos en la ley 9182,
alegando que atento a que inicialmente la asignación de la jurisdicción por
parte de dicho tribunal había recaído sobre una de sus salas unipersonales
y ello había sido consentido por las partes, precluyó la oportunidad para
que el a quo procediera a la mentada reclasificación. El Tribunal resolvió
rechazar el recurso de casación deducido.

1. Se encuentra indiscutido que el delito por el cual el encartado será


juzgado (exacciones ilegales –art. 266 del CP–) es uno de aquellos previstos
en el art. 7 de la ley N° 9181 –del Fuero Penal Económico y Anticorrupción
Administrativa– que, por estar incluido en el catálogo mencionado en el
art. 2 de la ley N° 9182, su juzgamiento le compete a la Cámara del Crimen
integrada con los jurados populares previstos en la última norma
mencionada.

2. Si bien el hecho atribuido habría acaecido el 18/12/04 y lo medular de la


mencionada ley N° 9182 entró en vigencia el 01/01/05, tal como lo destaca
el recurrente, al suceso en cuestión le cabe la aplicación de la misma
atento que por imperio de su art. 57, dicha normativa resulta aplicable a
“todas las causas penales comprendidas en la misma que se eleven a las
Cámaras con competencia en lo Criminal a las que corresponda su
juzgamiento a partir de esa fecha [01/01/05]”. Empero, la resistencia a la
intervención del tribunal con jurados está dada por la primigenia
asignación de la jurisdicción a una Sala Unipersonal.

3. La doctrina ha expuesto que el orden en que deben cumplirse los


distintos actos procesales no es caprichoso, sino que constituye “una regla
por la cual se impide el discrecional desenvolvimiento de la actividad
procesal cuando media estabilización en el proceso”.

4. De este modo, se ha concebido el principio de progresividad, en relación


al “orden preclusivo” en que deben desarrollarse los actos procesales,
tendiendo a una sola dirección: el avance del proceso hacia la sentencia
que ponga fin a la controversia.

5. Cada una de las etapas que, en forma progresiva, se presentan en los


procesos penales, constituyen un presupuesto necesario de la que sigue,
en forma tal que no es posible eliminar una de ellas sin afectar la validez de
las que le suceden.

6. Su desarrollo está programado como un recorrido que va avanzando


hacia un final que es el dictado de una sentencia que resuelve
definitivamente sobre la afirmación de la supuesta comisión de un delito y
sus consecuencias jurídicas, sin que lo transitado válidamente pueda serlo
de nuevo: la etapa cumplida es etapa superada, y no puede volverse a ella,
salvo el caso de nulidad.

7. Esta noción debe distinguirse claramente del giro “preclusión” como


sanción procesal que consiste en la “pérdida del poder jurídico para
cumplir un acto procesal por ser éste incompatible con una situación
anterior generada por la actividad del sujeto que pretende efectuarlo”.

8. No debe perderse de vista que la preclusión no puede conllevar el


efecto de “legitimar situaciones inconciliables con el orden público.
Concluir en lo contrario importaría desnaturalizar el proceso judicial hasta
el punto de convertirlo en un medio apto para convalidar las transgresiones
a las normas imperativas”.

9. En relación a la competencia de los órganos jurisdiccionales, debe


recordarse que esta Sala, en casos que guardaban similitud con lo aquí
discutido y analizando lo dispuesto en el art. 2 de la ley provincial N° 9182
(que regula la integración de la Cámara del Crimen con ocho jurados
populares para el juzgamiento de determinados casos), ha sostenido que
“el legislador provincial, mediante tal regulación, ha previsto una específica
regla de competencia material, en tanto la ley establece un ámbito de
actuación predeterminado con precisión, dentro del cual únicamente el
tribunal integrado conforme a la misma, es el que ejerce la potestad
jurisdiccional en materia penal para el juzgamiento de tales delitos”.

10. El tribunal así constituido es al que la ley le asigna dicha


competencia de manera exclusiva e indeclinable. De tal modo, éste pasa a
ser el juez natural del caso (art. 18; CN.) y la inobservancia de esta
integración especial se encuentra conminada con nulidad absoluta (art. 40
a 42 del CPP).

11. “La incompetencia por la materia, por tratarse de una cuestión


de orden público, debe declararse de oficio 'en cualquier estado del
proceso' (CPP, art. 41), aun cuando no haya sido objeto de agravio ... Ello
así por cuanto no se trata de una cuestión disponible por las partes que
intervienen, quienes no pueden 'prorrogar' la competencia material”.

12. El quejoso pretende valerse de un error inicial del a quo –puesto


de manifiesto en el decisorio que asignara la jurisdicción a una de sus salas
unipersonales–, para alterar la competencia material que al tribunal
conformado conforme a la ley 9182 le corresponde, pretendiendo vulnerar
así, bajo el argumento del instituto de la “preclusión” y “actos válidos
cumplidos”, el juez natural del caso (art. 18, CN).

13. El que la circunstancia que las partes (en autos, acusador público,
imputado y su defensa) hayan consentido esa originaria asignación de la
jurisdicción, en nada modifica lo aquí sostenido si se repara en que, como
se dijo, la competencia por razón de la materia resulta ser una cuestión de
orden público que no puede ser prorrogada por las partes.

14. La retrogradación perjudicial o el atentado a la progresividad


procesal que el presentante denuncia, no es tal si se piensa que todo lo
relativo a la asignación de la jurisdicción (clasificación y “reclasificación”)
ocurrió dentro de la primera fase de la etapa del juicio: la de los actos
preliminares del juicio, cuando aún ni siquiera se había resuelto en el
sentido de admitir o rechazar la prueba ofrecida por el fiscal y la defensa.

15. Ante tal estado de situación, recurrir al argumento de la


preclusión para alterar la composición del órgano jurisdiccional
competente para el juzgamiento del encartado, equivale a pretender una
“sobredimensión del instituto de la preclusión procesal al hacerlo
extensivo a un ámbito que no hace a su finalidad”.

16. Lejos de afectar derechos de las partes, cuando el a quo advirtió


el error en que había incurrido inicialmente y procedió a enmendarlo, no
hizo más que desarrollar una correcta labor preventiva de posibles
nulidades, cuestión que resulta aconsejable extremar cuando está en juego
la garantía del juez natural (art. 18 de la CN).

Tribunal Superior de Justicia Cba., Sent. nº 226, 03/09/2008., Trib. de


origen: Cám. 3ª del Crimen Cba., “Policano, Eduardo Omar p.s.a. Exacciones
ilegales -Recurso de casación-”.

B. Tipo procesal dispositivo

El caso: El juez de primera instancia dispuso intimar a los guardadores de la


menor para que cumplan con el régimen de comunicación -o de visitas-
dispuesto, bajo apercibimiento de astreintes y otras medidas. Dicha
decisión fue apelada. La Cámara dejó sin efecto el régimen de visitas y de
comunicación establecido.

1. Debe atenderse al “interés superior del niño”, ineludible pauta


interpretativa de jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22, CN; art. 3.1,
Convención sobre los Derechos del Niño) que condiciona de un modo
absoluto cualquier decisión judicial que pueda afectar el estado de
bienestar general -en su sentido más amplio: psicofísico, espiritual, moral,
material, etc.- al que tiene derecho todo ser humano durante su niñez.

2. En materia familiar el principio procesal dispositivo -propio de las


cuestiones patrimoniales- debe ceder ante el orden público, y que el
“interés superior del niño” trasciende el interés particular de las partes
apelante y apelado-; pues, una interpretación distinta implicaría relegar
garantías constitucionales dando prioridad a lo que sería un verdadero
exceso ritual, con los inevitables perjuicios para el menor derivados de no
tomarse una decisión a tiempo.

3. En la adopción simple, los derechos y deberes resultantes del vínculo de


sangre del adoptado no quedan extinguidos por la adopción, con excepción
de la patria potestad, que se transfiere al adoptante y, en consecuencia,
aunque el derecho de visita se funde en el parentesco -lo que haría
considerar que tal derecho subsiste por no haberse extinguido- como el
deber alimentario en la relación paterno filial se funda más inmediata y
estrictamente en la patria potestad, y ésta se ha transferido al adoptante,
cabe señalar que el progenitor biológico ha perdido también el derecho de
visita al no mediar ya con su hijo obligación alimentaria, pudiendo ostentar
a lo sumo interés legítimo que será tutelado en la medida que, según el
prudente criterio judicial, coincida con el interés del adoptado.

4. Aunque los padres por naturaleza no hubieran incurrido en un motivo


de pérdida de la patria potestad, su pretensión de visita al hijo adoptado
por otro ha de contemplarse restrictivamente por ser aconsejable evitar las
perturbaciones que para la formación del menor puedan derivar del
choque de sentimientos entre dos padres.

5. La sentencia de adopción simple pone fin al derecho de visita de los


padres biológicos, sin perjuicio de que excepcionalmente los jueces puedan
autorizar un régimen de comunicación a favor de los padres de sangre, sólo
en la medida en que ello no resulte perjudicial para el menor adoptado.

Cám. Civ. y Com. del Noroeste de Chubut 15/12/2004 “B., C., A. y R, L. M c/


E, M. H. s/ Inc. de Casación de régimen de visitas en autos: E., M. H. s/
Sumario”.

C. Principio inquisitivo, principio dispositivo.

El caso: La fallida a través de su apoderado interpone recurso de revisión


contra la sentencia dictada por la Cámara de Apelaciones en lo Civil,
Comercial y Contencioso Administrativo, objetando que ésta no hizo
extensiva su resolución a otro crédito que no había sido materia de
apelación pero que también se encontraría prescripto.

1. Aun siendo cierto que en el juicio universal de concurso predomina el


principio inquisitivo por encima del principio dispositivo en función del
interés general que en este tipo de procesos se encuentra comprometido,
de lo que a su vez se deriva que el juez cuenta con significativas
atribuciones investigativas en orden a la determinación del verdadero
pasivo del deudor fallido (Ley 19.551, arts. 34, 297 y concs.), con todo, la
prevalencia de aquel principio y la amplitud de estas potestades no son
absolutas y por el contrario ceden en numerosas situaciones en razón de
otros principios que se les oponen y las restringen a sus justos límites. Esto
es precisamente lo que ocurre cuando la decisión adoptada por el juez de
primer grado respecto de un incidente de revisión es apelada únicamente
por el concursado y éste limita expresamente su impugnación a sólo
algunos de los varios extremos contenidos en la providencia dejando fuera
del recurso los restantes capítulos. En tal situación y por imperio del
art.353 del C. de P.C. a la sazón vigente, Ley 1419 (Conf. art. 356, Ley 8465),
los poderes del Tribunal de Grado quedarán circunscriptos exclusivamente
a los extremos del proceso sobre los que verse la apelación, la que ceñirá
ya contará su competencia, y no se podrán extender sobre las materias que
no han sido motivo de agravio (“tantum devolutum quantum apellatum”).
En esta circunstancia el principio dispositivo recobra entonces su imperio y
limita los poderes de las Cámaras a la medida del recurso de apelación del
litigante que se ha agraviado del pronunciamiento del primer juez, con
debilitamiento del principio inquisitivo que con carácter de regla general
rige en el proceso de concurso.
2. La fallida sólo se agravió porque el primer juez no consideró prescriptos
los créditos individualizados en la impugnación deducida en aquella
oportunidad, e inversamente consintió la subsistencia de las acciones
correspondientes a las restantes acreencias invocadas por la pretensora en
su demanda de verificación, razón por la cual la competencia de la Cámara
quedó restringida únicamente a aquel extremo de la causa y no le
correspondía pronunciarse acerca de estos otros créditos que no
merecieron ningún agravio de la apelante.

3. Resulta de lo expuesto que la concursada objetó por prescripción sólo


algunos de los derechos creditorios hechos valer por la pretensora y luego
reeditó la objeción, así limitada, a través del recurso de apelación que
interpuso contra la sentencia de primera instancia. Y recién después de
obtenido fallo favorable del Tribunal de Alzada que declaró prescriptas las
deudas objetadas, pretende impugnarlo en revisión por no haber incluido
entre las obligaciones prescriptas una acreencia cuya prescripción él mismo
nos e encargó de denunciar en la apelación. En una palabra, pretende
reprochar a la Cámara el haber incurrido en una omisión cuya verdadera
causa radica en su propia conducta, en cuanto no destacó en oportunidad
de expresar agravios que también ese crédito era pasible de prescripción.

Tribunal Superior de Justicia Cba., Auto Interlocutorio nº 14, 12/03/2002.


Trib. de origen: Cám. de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Contencioso
Administrativo de la ciudad de San Francisco, “D.N.R.P. Incidente de
Revisión en autos: Ganaderos Unidos S.R.L. – Quiebra Pedida por acreedor
– Recurso de Revisión.

D. Sanciones procesales, probidad y buena fe procesal.

El caso: La parte demandada interpuso recurso de casación contra la


resolución dictada por una Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial,
por el motivo previsto en el inc. 1°, art. 383 C.P.C. El Tribunal Superior de
Justicia admitió la casación, resolvió sin reenvío, y rechazó la aplicación de
la sanción prevista en el art. 83 CPC.

1. El art. 83 del C.P.C. establece como conditio sine qua non, para la
procedencia de la sanción disciplinaria, que la parte haya desarrollado una
conducta manifiestamente maliciosa, temeraria o perturbadora. No basta
simplemente el no acogimiento de lo peticionado, sino que para que la
sanción resulte aplicable se requiere una actitud que evidencie de un modo
“manifiesto” la violación del principio de probidad y buena fe.

2. La sola falta de razón no es motivo de temeridad, pues de lo contrario


todo litigante que perdiera el pleito sería pasible de la sanción; no lo es
tampoco el error ni la negligencia.
3. El discurso de un pronunciamiento que imponga la sanción del art. 83
CPC, ya sea a la parte o a su letrado, debe contar con una fundamentación
suficiente que explicite de un modo claro y contundente en dónde se
verifica la violación a los principios de lealtad y buena fe y cómo se
manifiesta la inconducta subjetiva reprochable.

4. No basta para aplicar la sanción prevista en el art. 83 CPC que


simplemente se argumente sobre la improcedencia o falta de razón en la
impugnación impetrada, sino que debe motivarse sobre la inconducta
procesal y puntualizarse fundadamente el deliberado propósito del sujeto
de obstruir el desenvolvimiento del proceso o la irrazonabilidad y falta
absoluta de fundamento en la conducta desplegada; requerirlo de otra
manera, en esta clase de cuestiones, no solo deviene natural de la misma
exigencia constitucional (arg. art. 155 C.P.) sino, y ello en menor medida así
se impone en la condición de sujeto moral del afectado por la sanción la
cual impone un trato no humillante en cualquier situación.

5. Siendo la materia jurídica de naturaleza siempre discutible, es posible,


que puedan haber estrategias profesionales aunque convergentes en el
resultado, sean en su tránsito divergentes; por lo cual es que a la hora de
hacer aplicación del art. 83 CPC; se impone una mayor exigencia
argumentativa de la razones que a ella la justifican; puesto que en verdad
los idearios profesionales han podido ser diferentes a los que, como causa
ejemplar el tribunal toma por suficientes.

6. Conceptualmente el art. 83 CPC hace referencia a la falta de


cumplimiento de la probidad profesional. No ser probo en lo profesional no
sólo es significativo de una ausencia de comportamiento ético concreto en
el tópico, sino también, y posiblemente esto en verdad cale en la propia
estimativa profesional de los letrados, igualmente indicador de falta de
conocimiento de la misma ciencia del derecho; motivo por el cual, frente a
tan drástica consideración, no se puede esperar menos que quien la
sostenga, con lo que los argumentos que dan razón de ello.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Civ. y Com., Cba. Auto Interlocutorio nº


70, 22/05/2006. Trib. de origen: Cám. 8ª Civ. y Com. Cba. “Prima S.A. c.
Obra Social del Personal de Luz y Fuerza - Ordinario - Recurso de Casación”.

E. Oralidad, publicidad e inmediación.

El caso: El Tribunal Oral en lo Criminal condenó al imputado a la pena de


dos años y seis meses de prisión y costas, por considerarlo autor del delito
de lesiones graves, calificado por haber sido cometido con un arma de
fuego (artículos 41 bis y 90 del C.P.). Contra ese pronunciamiento la
defensa interpuso recurso de casación alegando vicios in procedendo.
Sostuvo que se aplicó de manera irracional el artículo 391 del CPPN al no
haberse garantizado al imputado, al menos en alguna etapa del proceso, el
derecho de controlar las declaraciones. Al ser denegado y posteriormente
declarada inadmisible la apelación extraordinaria, se interpone la queja. La
Corte resolvió hacer lugar a la queja, declarar procedente el recurso
extraordinario y dejar sin efecto la sentencia apelada.

1. Resultaba más que razonable que la defensa reclamara la posibilidad de


interrogar ante los jueces del debate, al menos, a los testigos, toda vez que
tales testimonios constituían la base principal de la acusación. En efecto, la
sentencia de condena parte de la base de que éstos, además del acusado,
fueron los únicos que estuvieron efectivamente presentes durante el
incidente, y de los fundamentos expresados en la decisión se deriva
claramente que fueron los dichos de los mencionados los que dieron
verdadero sustento al rechazo de los descargos ensayados por el imputado.

2. En tales condiciones, el tribunal de juicio fundó la sentencia de condena


en prueba de cargo decisiva que la defensa no tuvo oportunidad adecuada
de controlar, en desmedro del derecho consagrado por los arts. 8.2.f, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 14.3.e, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

3. Resulta inaceptable la afirmación del a quo relativa a que “la defensa no


ha demostrado que, excluida las declaraciones testimoniales cuya
incorporación por lectura ha sido puesta en crisis, la restante prueba
colectada impida alcanzar certidumbre acerca de la forma en que
sucedieron los hechos y respecto de la participación penalmente
responsable de incoado”.

4. En efecto, en un caso como el presente, en que prácticamente toda la


prueba de cargo de alguna significación fue incorporada por lectura, una
exigencia semejante carece de todo sustento. Pero, en cualquier caso, y a
riesgo de desnaturalizar el derecho en cuestión, no es posible partir del
presupuesto -implícito en el razonamiento del a quo- de que del
interrogatorio de los testigos llevado adelante por la defensa durante el
debate no podría surgir elemento alguno que corroborara la versión del
imputado, y que dicho interrogatorio resulta ex ante inidóneo para lograr,
al menos, echar alguna sombra de duda sobre un cuadro probatorio –
suficiente.

5. La circunstancia señalada por el a quo con relación a que la


incorporación por lectura de las declaraciones se produjo en el marco del
art. 391 del CPPN, en razón de que -resultaron infructuosas las numerosas
diligencias para lograr su comparecencia a la audiencia- no basta para
subsanar la lesión al derecho de defensa producida durante el debate. El
hecho de que el Estado haya realizado todos los esfuerzos posibles para
hallar al testigo y para satisfacer la pretensión de la defensa de
interrogarlo, carece de toda relevancia, pues lo que se encuentra en
discusión es otra cosa: si la base probatoria obtenida sin control de la
defensa es legítima como tal.

6. La invocación de la imposibilidad de hacer comparecer al testigo no


basta para subsanar la lesión al debido proceso que significa que,
finalmente, la parte no haya tenido siquiera la posibilidad de controlar
dicha prueba. Desde este punto de vista, lo decisivo no es la legitimidad del
procedimiento de incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas
condiciones, bien puede resultar admisible, sino que lo que se debe
garantizar es que al utilizar tales declaraciones como prueba se respete el
derecho de defensa del acusado.

7. El derecho de examinación exige que el imputado haya tenido una


oportunidad adecuada y apropiada para desafiar y cuestionar a un testigo o
cualquiera que hubiera hecho declaraciones en su contra. En este sentido,
de acuerdo con los criterios interpretativos establecidos por el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, “testigo de cargo” es toda declaración de
una persona en que se funda una acusación o una decisión judicial
condenatoria, o como lo expresara la Comisión Europea de Derechos
Humanos, “todo tipo de pruebas verbales”.

8. Cabe indicar que los criterios interpretativos precedentemente


mencionados han sido adoptados por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el caso “Castillo Petruzzi c. Perú” (CIDH, sentencia del 30 de
mayo de 1999). Aun cuando no es posible dejar de señalar que las
violaciones a garantías básicas que estaban en discusión en dicho caso eran
de una gravedad difícilmente comparable con el sub lite, con relación a lo
que aquí interesa, la Corte Interamericana consideró relevante la
circunstancia de que la defensa no hubiera podido contrainterrogar a los
testigos ni durante la instrucción ni con posterioridad e indicó: “Tal como lo
ha señalado la Corte Europea, dentro de las prerrogativas”.

9. La palmaria lesión al derecho de defensa producida en el caso por la


incorporación por lectura de testimonios de cargo torna inoficioso el
examen de los restantes agravios de la recurrente, invocados desde la
perspectiva de las exigencias constitucionales de oralidad, publicidad e
inmediación del debate.

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Bs. As., causa nº 1524C 12/12/2006


Trib. de origen: Trib. Oral en lo Criminal nº 8 “Recurso de hecho deducido
por la defensa de Aníbal Leonel Benítez en la causa Benítez, Aníbal Leonel
s/ lesiones graves”.
Bibliografía de referencias

Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría


General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
La
jurisdicción

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)
1
La jurisdicción

Jurisdicción. Caracteres. Límites.


Elementos. Momentos de su ejercicio.
Definición
Jurisdicción es la función pública de administrar justicia emanada de la
soberanía del Estado y ejercida por un órgano especial. Tiene por fin la
declaración o realización del derecho y la tutela de la libertad individual y
del orden jurídico, mediante la aplicación de la ley en los casos concretos,
para obtener la armonía y paz social.

Es el poder-deber que tiene el Estado de aplicar justicia al caso concreto y


nace desde el momento en que la sociedad decide realizar indirectamente
el derecho en su actuación coactiva, eliminando la actuación directa de sus
componentes. El Estado, como representante del grupo asume esa función,
la que es puesta en actividad por medio de los órganos predispuestos, en
nuestro caso, conforme al sistema representativo de gobierno y a la base
del juez natural. Se desarrolla mediante un trámite regular y legal.

Si bien nadie más puede ejercer la potestad del Estado de administrar


justicia, este tiene la obligación de intervenir cada vez que le es solicitado
en la forma prevista por la ley, mediante el ejercicio de la acción procesal.

En sentido amplio, la función jurisdiccional comprende la creación y


constitución de los órganos encargados de administrar justicia, la
determinación de sus facultades y la fijación de las reglas para la
tramitación de los juicios.

En un sentido restringido, se refiere al poder o facultad conferida a ciertos


órganos para administrar justicia en los casos que les son presentados.
La jurisdicción es un poder que puede asimilarse a los poderes de acción y
de excepción. Estos últimos implican poner en actividad poderes que
exhiben pretensiones subjetivas de las partes y se manifiestan como
simples o meras facultades o eventualmente, como cargas procesales. La
jurisdicción, en cambio, se presenta como el poder de actuación de un
órgano público con un criterio objetivo de justicia.

La jurisdicción es ejercida por el estado de manera monopólica y en


consecuencia, se prohíbe la justicia por mano propia. La autodefensa es
permitida en contadas excepciones que la misma ley señala y precisa.

El derecho procesal, el proceso y la función jurisdiccional son instrumentos


para la realización indirecta y coactiva del derecho sustancial. El ejercicio
de la función jurisdiccional requiere la existencia de un caso concreto que
se presenta a la manera de un conflicto de intereses. La sentencia es el acto
jurisdiccional por excelencia, ya que pone fin al pleito. La jurisdicción se
manifiesta a lo largo de todo el proceso mediante el dictado de decretos,
autos o providencias en general. Comprende desde el acto inicial de simple
admisión de la demanda hasta la sentencia definitiva.

Por último, cabe destacar que el fin de la función jurisdiccional es el de


proteger el orden jurídico preestablecido, por ello, al existir algún quiebre
de ese orden sustantivo-formal, es misión del órgano judicial la de
restablecerlo por medio del proceso judicial.

Caracteres
La jurisdicción es pública, única, exclusiva y excluyente, indelegable e
inderogable.

• Pública, por su naturaleza. Es una potestad del Estado cumplida por


órganos públicos y en consecuencia también es pública la
naturaleza del acto jurisdiccional. Tanto el órgano como la actividad
tienen carácter público, aunque fueren privados los conflictos o
situaciones sometidas a juzgamiento.

• Única, porque la jurisdicción es una sola. La Constitución de la


Provincia de Córdoba en su artículo 153 dispone que el ejercicio de
la función judicial corresponde exclusivamente al Poder Judicial de
la Provincia. Como poder o función del poder no puede ser dividida,
sin embargo, atendiendo a razones de división del trabajo,
extensión del territorio, naturaleza de las cuestiones y necesidad de
especialización, existe lo que se denominan reglas de competencia,
que imponen a determinados tribunales la obligación de entender
en ciertas cuestiones por razones prácticas vinculadas al territorio,
el grado y la materia a elucidar.

• Exclusiva y excluyente, exclusiva porque solamente el Estado está


habilitado para ejercerla legítimamente a través de sus tribunales
como representantes del órgano jurisdiccional. Es excluyente ya
que rechaza cualquier interferencia de particulares y de los demás
poderes respecto del ejercicio de la función jurisdiccional.

• Indelegable, toda vez que el juez en el que el Estado ha delegado la


facultad de administrar justicia no puede despojarse de su ejercicio,
para dejar que otras personas lo asuman en el caso concreto y
ejerzan las funciones de juez. No obstante ello, no se impide la
delegación en ciertos casos para la comisión de medidas específicas
por diferentes razones (art. 291 C.P.C.).

• Inderogable, porque no puede ser atribuida a otros órganos. Se


trata de un poder-deber que proviene de la soberanía del Estado y
por ende no puede ser modificado por voluntad de los justiciables.
En casos especiales la ley otorga a los particulares un reducido
ámbito para elegir otros métodos para la resolución de su conflicto
(ejemplos: arbitraje, conciliación, mediación, etc.).

Límites
Para el ejercicio de la jurisdicción, o sea para la actuación del órgano
jurisdiccional, deben darse los siguientes requisitos: Límite territorial, caso
concreto, ley anterior y excitación extraña.

• Límite territorial: la primera delimitación de la jurisdicción está


dada por una cuestión geográfica ya que la soberanía del Estado se
ejerce dentro de su límite territorial, por ende, la jurisdicción es
ejercida solamente dentro de los límites de su territorio.
Comprende a todas las personas físicas o jurídicas que habiten o se
hallen instaladas en nuestro territorio. También comprende todas
las cosas muebles o inmuebles que se encuentren situadas dentro
del país.

• Caso concreto: el juez no resuelve en abstracto, no aplica la ley a un


caso hipotético elaborado por la imaginación. Esa es tarea de la
ciencia del derecho y del legislador. El órgano jurisdiccional requiere
de la existencia de un caso de la vida real donde se encuentren
relacionadas personas físicas o jurídicas, con un verdadero conflicto
de intereses. Ese conflicto de intereses implica un hecho histórico,
circunstancias de modo, tiempo, lugar y personas y un derecho
sustantivo que luego se aplica al primero, dando lugar a una
sentencia definitiva.

Por ese motivo la sentencia es una norma individual, porque sus


efectos sólo alcanzan a las personas que intervinieron en el proceso
como interesados.

• Ley anterior: el juez no crea derecho, lo interpreta y aplica. Por ese


motivo el conflicto se tiene que haber generado en situaciones de
hecho contempladas por una norma vigente al tiempo de su
producción, es decir, conductas reguladas previamente por el
derecho.

En materia penal y en virtud del principio de legalidad, el juez jamás


podrá juzgar como delictiva a una conducta no tipificada en la ley
previamente, ya que no se admite la analogía. En materia civil, la
analogía si está permitida y autoriza asimilar una conducta no
regulada específicamente con una norma jurídica que contemple
una conducta cuyos elementos relevantes sean similares la juzgada.

• Excitación extraña: en materia civil, el juez no actúa de oficio, se


hace indispensable que el titular del interés solicite su actuación de
acuerdo con las previsiones del orden jurídico. La demanda del
actor producirá esa excitación y fijará además los límites fácticos
que serán impuestos al juzgador de modo tal que toda extensión
efectuada por este será invalida.

En materia penal, corresponde al Ministerio Público ya no la


facultad, sino la potestad de excitar la jurisdicción, de promover la
acción penal ante la hipótesis de comisión de un delito de acción
pública. Su actuación se funda en los principios de oficialidad y de
legalidad. Una vez excitada la jurisdicción, su ejercicio es ineludible
para el órgano jurisdiccional o el Ministerio Público en el caso del
C.P.P. de la Provincia de Córdoba. Tiene carácter imperativo y debe
continuar hasta la decisión que pone fin al conflicto, que resuelve
acerca de las pretensiones esgrimidas por las partes o acerca de la
existencia o no del delito y de la participación o no del imputado en
él.

Elementos
Tradicionalmente, la jurisdicción se descomponía en los siguientes
elementos:
I. Notio: facultad conferida al órgano jurisdiccional para
conocer una determinada cuestión litigiosa. Se trata de un poder que
habitualmente ejercita el juez en materia civil, familiar o laboral cuando le
es presentado el caso. Ello no sucede en el procedimiento penal, ya que
esta facultad de conocimiento puede ocurrir antes del juicio propiamente
dicho, durante la investigación penal preparatoria.

II. Vocatio: facultad o poder de llamar a las partes para que


comparezcan o prosigan el juicio. En materia civil y familiar, el juez
convocará al demandado para que dentro del plazo fijado por el tribunal
asuma su calidad. Ello importa una carga procesal, por lo que en caso de no
hacerlo, la ley le atribuye al juez la facultad de ordenar la prosecución del
juicio en rebeldía. En el proceso penal, la rebeldía es un estado de hecho en
que se coloca el imputado en relación con la causa que se le sigue en su
contra. El prevenido debe intervenir ya que su participación importa una
carga pública. La declaración de rebeldía trae aparejada la orden de
detención del imputado y el consiguiente pedido de captura. Sobre el
proceso, la declaración de rebeldía no suspende el curso de la
investigación, pero si fuere declarada durante el juicio, este se suspende en
relación al rebelde y continua para los demás imputados presentes.
Cuando el rebelde comparezca, la causa continuará según su estado (arts.
86 a 90 C.P.P).

III. Coertio: facultad para utilizar la fuerza pública a fin de hacer


cumplir las resoluciones que se dicten con motivo del proceso y durante
este. En todas las leyes de forma se prevén medidas para asegurar los fines
del proceso tales como el traslado por la fuerza pública para los testigos
que no comparecieren voluntariamente, la posibilidad de ordenar el
allanamiento de un domicilio en búsqueda de medidas probatorias en el
fuero penal o para el secuestro de bienes o ejecución de alguna cautelar en
materia civil.

IV. Iudicium: es el poder-deber de resolver el litigio. Se


exterioriza en la sentencia que pone fin al pleito y su efecto especial y
trascendente es que adquiere autoridad de cosa juzgada.

V. Executio: facultad para hacer cumplir la sentencia. La


sentencia puede cumplirse de manera espontánea, pero si no es así, y
dicha resolución se encontrara firme y ejecutoriada, puede concederse su
ejecución previo requerimiento de parte, de acuerdo a los trámites
establecidos y aún con el empleo de la fuerza pública. En el proceso penal,
la ejecución es dispuesta de oficio por el tribunal.

En la actualidad estas cinco categorías se limitan a cuatro pero en esencia


siguen cumpliendo la misma función.
I. Poder de decisión: se puede dividir en dos aspectos, uno
formal o extrínseco y otro material o intrínseco.

Desde el primer punto de vista, se tienen en cuenta la forma en que se


expresa el órgano jurisdiccional en su facultad de juzgar. Ella se manifiesta
a través de diferentes pronunciamientos como sentencias, autos
interlocutorios, decretos, etc.

El aspecto material o intrínseco se refiere al contenido del poder de


decisión y se resume en el acto de autoridad dado por el juez y que
comprende un juicio y un mandato. El juez tiene el deber de emitir el juicio
conforme a derecho, para lo cual debe explicitar los fundamentos que le
han llevado a resolver en un sentido determinado con fundamentación
lógica y legal. La motivación es un deber de la jurisdicción impuesto por la
ley como garantía para los justiciables (art. 155 Const. Cba.).

II. Poder de ejecución: facultad del órgano jurisdiccional para


producir actos coactivos tendientes a la realización práctica del interés
tutelado sobre el cual ha recaído una afirmación jurisdiccional de
existencia. En materia civil solamente puede ser ejercido a instancia de
parte porque satisface su interés (ej. inscripción del pronunciamiento final
en un registro). En materia penal, los actos de ejecución se realizan de
manera compulsiva (ej. secuestro, requisa personal, etc.).

III. Poder de coerción: facultad conferida al juez para imponer


sanciones a los sujetos que con su conducta obstaculicen la tarea de
administrar justicia. También comprende la facultad de emplear la fuerza
para el cumplimiento de las resoluciones judiciales. Alcanza facultades
propias de la coertio y executio.

IV. Poder de instrumentación: posibilidad de dar el carácter de


instrumento público a las actuaciones que se realizan con la intervención
del Tribunal. Comprende la facultad que tiene el mismo tribunal de
conservar documentos y el deber de custodia.

Momentos de su ejercicio
Pueden distinguirse tres momentos distintos:

a) Momento cognoscitivo: se inicia con la demanda, continúa


con la contestación y producción de las pruebas y finaliza con los alegatos
de las partes.
b) Momento resolutivo: luego de fijado el hecho y de la
subsunción del mismo en el derecho, el juez resuelve acerca de las
pretensiones esgrimidas.

c) Momento ejecutivo: tiene carácter eventual cuando el


condenado no acata lo resuelto de manera voluntaria. En ese caso el juez
ejercita su imperium (poder de coerción) para hacer cumplir lo resuelto.
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
La
competencia

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)
1
Competencia

Definición y caracteres
La competencia es la medida de la jurisdicción, toda vez que si ésta es el
género, la competencia es una especie dentro de aquella. La jurisdicción
por ser única no puede medirse, cada juez la tiene íntegramente, pues la
jurisdicción es una potestad relacionada con la soberanía del Estado. La
competencia responde a exigencias técnico-jurídicas de política procesal, a
cuestiones de orden práctico tendientes a delimitar la actuación de un
determinado tribunal, que no es más que el resultante de un
fraccionamiento del órgano jurisdiccional. Es la facultad que cada juez tiene
para ejercer la jurisdicción en determinados asuntos y dentro de cierto
territorio.

Sus caracteres son: debe estar prevista legalmente, es de orden público, es


indelegable y es improrrogable.

• Debe estar fijada previamente por ley: el justiciable debe saber de


antemano que existe un órgano jurisdiccional con competencia
atribuida en la ley para conocer del asunto que le aqueja.

• Orden público: los particulares no pueden disponer de la regla de la


competencia ni modificarla en cuanto a su distribución.

• Indelegable: los actos atribuidos al juez deben ser cumplidos


indefectiblemente por él, salvo excepciones en que puede
encomendarse a otros órganos (art. 291 C.P.C.).

• Improrrogable: la competencia no es prorrogable, la distribución


pertenece a la ley y las partes no podrán conferir otras
competencias ya sea por razón de la materia, grado o valor a otro
órgano jurisdiccional. La competencia es prorrogable solamente
cuando en el caso concreto no prima el interés público y las partes,
mediante un convenio escrito, hayan elegido otro juez para que
conozca el conflicto (expresa), o cuando una de las partes realice
actos que impliquen renunciar a la competencia del juez
determinado por ley y la otra no se oponga, ejemplo: interponer
demanda ante un juez incompetente y que el demandado no se
oponga (tácita).

Fundamentos
El legislador ha considerado diferentes factores para fundamentar el
reparto de la competencia, entre ellos podemos mencionar a los
siguientes:

a) Criterio institucional: existe un doble orden judicial fijado por la


Constitución. Ello da lugar a la justicia ordinaria de cada provincia y a la
justicia nacional, federal de excepción distribuida en todo el país. La
primera existe en virtud de la reserva efectuada por las provincias de
organizar su Poder Judicial (art. 1 y 5 C.N.). La federal de excepción se
fundamenta en los artículos 116, 117 y 75, inciso 12 de la C.N.

b) Especialización y naturaleza de las causas: las diversas ramas del


derecho se hacen cada día más complejas por la mayor cantidad de
situaciones que el ordenamiento jurídico tiende a resolver y por las
modificaciones sociales, económicas o laborales, ello permite concluir que
sería inconcebible que un magistrado tuviera que conocer todas las ramas
del derecho y resolver con serenidad y justicia en cada una de ellas. A
través de la competencia, a cada magistrado se facilita la tarea de
comprender cuál es la naturaleza de la cuestión a resolver, el objeto del
litigio, el estado civil de las personas, el valor económico de la pretensión.
Esto es lo que se denomina competencia material y permite dividir la
jurisdicción en civil, comercial, familia, penal, laboral, etc.

c) Territorio: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda los


conflictos suscitados en un extenso ámbito territorial o densamente
poblado. Surge la competencia territorial por la que se distribuyen
zonalmente las causas de una misma materia entre diversos tribunales.
Esta distribución persigue la aproximación del tribunal a la persona, cosa o
hecho que debe considerarse como el centro del despliegue jurisdiccional
en la correspondiente causa. En razón del territorio, la competencia puede
distribuirse por el lugar de la cosa, el domicilio del demandado, el lugar de
cumplimiento del contrato o el lugar del contrato.

d) Funcional: este criterio se funda en la conveniencia de establecer la


diversificación del órgano jurisdiccional para el ejercicio de la función
cognoscitiva y la ejecutiva. En los sistemas que admiten más de una
instancia, el criterio funcional se manifiesta en la existencia de tribunales
de mérito y tribunales de alzada. Se trata de la competencia por razón del
grado y en el fuero de familia permite distinguir entre los jueces de familia
y la Cámara de juicio; en el fuero laboral entre el juez de conciliación y la
Cámara de juicio; en el fuero civil entre el juez de primera instancia y la
Cámara en lo Civil.

e) Turno: entre jueces de una misma circunscripción judicial que


atienden la misma materia y dentro del mismo grado, existe además otra
división del trabajo en virtud de la cual se distribuyen las causas que
ingresan. Existen dos métodos: la recepción de causas dentro de un
período limitado de tiempo (utilizado en materia penal, cada fiscalía de
instrucción se encuentra de turno una semana); y la recepción de un
número determinado de causas (se utiliza en materia civil).

Competencia provincial. Criterios para su determinación.


Excepciones. Prórroga, fuero de atracción y conexidad.

De acuerdo al régimen de Estado Federal instituido en los artículos 5 y 75,


inciso 12 de la C.N., nuestro Estado se caracteriza por la coexistencia de dos
órbitas judiciales: la de las provincias y la de la Nación.

El Poder Judicial provincial se encarga de todas las cuestiones relacionadas


con el derecho común ocurridas dentro de sus respectivos territorios, a
excepción de las materias expresamente delegas a la Nación, cuyo
conocimiento compete a la Justicia Nacional.

La competencia material es el límite que la ley impone al juez para que


pueda resolver sólo ciertos asuntos relacionados con la rama del derecho
aplicable. Divide en razón de las diversas naturalezas de las causas y por el
criterio de especialización.

En la Provincia de Córdoba en razón de la materia, la competencia se divide


en los siguientes fueros: Civil y Comercial, Concursos y Sociedades, Penal,
Laboral, Familia y Contencioso Administrativo.

Fuero Civil y Comercial: en materia civil en la Provincia de Córdoba,


establece el artículo 5 del Código ritual que la competencia se determinará
por la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las
defensas opuestas por el demandado.

Se organiza en doble instancia, la primera corresponde a juzgados


unipersonales que resuelven en primer grado. Sus resoluciones son
recurribles ante la Cámara de Apelaciones del mismo fuero, que son
órganos colegiados integrados por tres vocales. La resolución dictada en
segunda instancia solamente admite recurso extraordinario (casación,
revisión o inconstitucionalidad ante el Tribunal Superior de Justicia).

Fuero de concursos y sociedades: entiende exclusivamente en


causas vinculadas al concurso de acreedores, la quiebra y la constitución de
sociedades comerciales. Está organizado como el fuero civil y comercial.

Fuero penal: entiende en materia de delitos y es de instancia única.


Se estructura en dos etapas: la primera es la investigación penal
preparatoria a cargo de Fiscales de Instrucción o jueces de instrucción,
cuando el imputado tuviere algún privilegio constitucional. Esta etapa
concluye con el archivo de las actuaciones cuando el Fiscal no pudiere
proceder o cuando el hecho investigado no encuadre en figura penal
alguna (art. 334 C.P.P.); con el sobreseimiento del imputado (art. 350
C.P.P.), cuando:

1. El hecho investigado no se hubiere cometido o no lo hubiere sido


por el imputado;

2. Cuando el hecho no encuadre en figura penal;

3. Cuando medie una causa de justificación, inimputabilidad,


inculpabilidad o una excusa absolutoria;

4. Cuando la pretensión penal se haya extinguido;

5. Cuando habiendo vencido todos los términos de la investigación


penal preparatoria y sus prórrogas, no hubiere suficiente
fundamento para elevar la causa a juicio y no fuese razonable
objetivamente prever la incorporación de nuevas pruebas.

Por último, la investigación penal preparatoria también puede concluir con


el requerimiento fiscal de elevación a juicio siempre que existieren
elementos de convicción suficiente para sostener como probable la
participación punible del imputado en el hecho intimado (art. 355 C.P.P.).

La segunda etapa es la del juicio propiamente dicho y se lleva a cabo en una


audiencia oral y pública ante la Cámara del Crimen, colegiada con tres
vocales, quienes tiene a su cargo el juzgamiento en definitiva y el dictado
de la sentencia absolutoria o condenatoria. Contra dicha sentencia
solamente caben los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de
Justicia.

Dentro del fuero penal también se encuentran: los Juzgados Correccionales


que juzgan en única instancia en los delitos de acción pública dolosos que
estuvieren reprimidos con prisión no mayor de tres años o pena no
privativa de la libertad; delitos culposos cualquiera sea la pena y delitos de
acción privada (art. 37); los Juzgados de Menores Corrección que
entienden en causas en las que haya menores que cometen delitos; los
Juzgados de Ejecución Penal que tienen la competencia que establece el
artículo 35 bis del C.P.P. y que fuera detallada ut-supra en el módulo I,
punto 2.3. Por último, el fuero penal económico que está destinado a
investigar delitos de los denominados “de cuello blanco” que tienen
trascendencia económica y son de gran complejidad.

Fuero laboral: entiende en materia de contrato de trabajo y está


organizado en instancia única. También se estructura en dos etapas, la
primera ante el juez de conciliación que no dicta sentencia y la segunda,
ante la Cámara del Trabajo que lleva adelante el juicio y dicta sentencia
solo recurrible ante el Tribunal Superior de Justicia mediante recursos
extraordinarios.

Fuero de familia: de instancia única que entiende en los conflictos


de familia y se integra con asesorías que intervienen en una etapa
prejurisdiccional con el fin de alcanzar el avenimiento de las partes, ejercen
representación promiscua de los menores y patrocinan a las partes
carentes de recursos, le siguen los jueces de familia que tienen función
conciliadora y homologan los acuerdos celebrados sin dictar sentencia.
Finalmente, si se hace necesario el juicio, este se sustancia ante las
Cámaras de Familia constituidas por tres vocales, quienes resuelven en
definitiva.

Fuero contencioso administrativo: de instancia única en todas las


causas salvo en aquellas en que la provincia sea parte. En caso de instancia
única se sustancia ante la Cámara mediante un procedimiento escrito que
concluye en una sentencia recurrible mediante recursos extraordinarios
ante el Tribunal Superior de Justicia. En caso de doble instancia, la primera
se sustancia ante la Cámara y la segunda ante el Tribunal Superior
mediante recurso ordinario.

En la provincia de Córdoba, el máximo órgano del Poder Judicial es el


Tribunal Superior de Justicia cuya competencia y funciones se encuentran
reguladas en la Constitución. Puede entender por razón del fuero en todas
las causas que lleguen ante él sin perjuicio de que la labor se reparta en
diversas salas establecidas con un criterio de especialización. A este
máximo tribunal integrado por siete miembros se llega por vía de recurso o
por vía originaria. Su competencia está establecida expresamente en el
artículo 165 de la Constitución Provincial que reza:

1) Conoce y resuelve originaria y exclusivamente, en pleno:

a. De las acciones declarativas de inconstitucionalidad de las


leyes, decretos, reglamentos, resoluciones, Cartas Orgánicas y
ordenanzas, que estatuyan sobre materia regida por la Constitución,
y se controviertan en caso concreto por parte interesada.

b. De las cuestiones de competencia entre poderes públicos de


la Provincia y en las que se susciten entre los tribunales inferiores,
salvo que estos tengan otro superior común.

c. De los conflictos internos de las Municipalidades, de una


Municipalidad con otra, o de estas con autoridades de la Provincia.

d. De las acciones por responsabilidad civil promovidas contra


magistrados y funcionarios del Poder Judicial, con motivo del
ejercicio de sus funciones, sin necesidad de remoción previa.

2) Conoce y resuelve, en pleno, de los recursos extraordinarios


de inconstitucionalidad.

3) Conoce y resuelve, por intermedio de sus salas, de los


recursos extraordinarios que las leyes de procedimiento acuerden.

4) Conoce y resuelve de la recusación de sus Vocales y en las


quejas por denegación o retardo de justicia de acuerdo con las
normas procesales.

Desplazamiento de la competencia: por regla general, la competencia es


de orden público e improrrogable, sin embargo, existen supuestos
excepcionales que permiten que le pleito se radique ante un tribunal
distinto al que tenía que intervenir. Los desplazamientos encuentran
motivo algunas veces en la voluntad de las partes intervinientes, en una
disposición de la ley, por circunstancias de conexidad o por efecto del fuero
de atracción.

Prórroga
Esta forma de desplazamiento transmite la competencia a un juez que en
principio resultaba incompetente.

Son prorrogables las cuestiones claramente patrimoniales y en relación al


territorio, sin embargo, no son prorrogables la competencia en razón del
grado y la materia.

La prórroga de competencia se encuentra expresamente regulada en los


artículos 2, 3 y 4 del C.P.C.
Conexidad
Por razones de economía procesal, cuando entre dos o más asuntos haya
alguna conexión, la ley determina que sea un mismo juez el que intervenga.

Existen causas de interés público y privado en la acumulación. Las primeras


porque tienden a evitar el dictado de sentencia contradictorias entre
asuntos relacionados. Las razones de interés privado se vinculan con la
economía procesal y el ahorro de costos y esfuerzos.

La conexión puede existir por razones subjetivas, objetivas o causales y será


competente para entender el juez que entienda sobre la materia principal
o el que intervino primero en el tiempo.

En materia civil se encuentra una amplia casuística en el artículo 7 del


C.P.C, mientras que en el fuero penal, la conexidad está regulada en los
artículos 47, 48 y 49 del C.P.P.

Fuero de atracción
Tiene aplicación en los procesos universales como los juicios de sucesión y
concursos o quiebras. El desplazamiento se justifica en la necesidad de
tratar en forma conjunta y simultánea todas las pretensiones deducidas
contra el caudal común. De esta forma se otorga certeza al derecho que se
declara en acciones independientes pero que se encuentran vinculadas.

En materia de sucesiones, el fuero de atracción está contemplado en el


artículo 3284 del Código Civil, siendo por ello, una norma procesal en un
código de fondo y por tanto, con alcance nacional, aunque solamente
alcanza a las pretensiones con contenido patrimonial, toda vez que las
acciones personales deberán tramitarse por ante el juez de familia.

Al imponerse por razones de orden público por el hecho de que pueden


verse afectadas muchas personas, por lo general indeterminadas, el fuero
de atracción es improrrogable e irrenunciable y en consecuencia debe ser
aplicado de oficio por el tribunal.

Una vez concluido el juicio sucesorio o finiquitada la quiebra o el concurso,


el fuero de atracción también finaliza.
Competencia federal. Fundamento. Principios
generales. Criterios para su determinación. Prórroga.

Definición
Facultad reconocida a los órganos que integran el Poder Judicial de la
Nación para ejercer sus funciones en los casos, respecto de las personas y
en los lugares especialmente determinados por la Constitución Nacional. Se
establece especialmente en las provincias respecto de las materias que
éstas delegaron a la Nación.

Los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional establecen los asuntos


que incumben a la competencia federal.

Caracteres
a) limitada: la C.N. establece taxativamente sus límites, no hay ley,
interpretación ni voluntad de parte que pueda extenderlos a otros casos.

b) privativa: a contrario sensu, en las causas asignadas a la justicia


federal resulta excluida la justicia provincial que no puede entender en
dichas cuestiones y debe declarar su incompetencia de oficio en cualquier
estado del proceso. En casos de competencia concurrente entre Nación y
provincias, la ley nº 927 sustrajo del fuero federal este tipo de causas (en
casos en que el fuero federal proceda por distinta vecindad o nacionalidad
de las partes, cuando la cuantía del asunto no exceda de un determinado
monto, así como los juicios universales).

También se admite la prórroga de competencia cuando el demandado


extranjero o vecino de otra provincia no opone la excepción pertinente,
entendiéndose por ello que renuncia al fuero federal.

c) improrrogable: la competencia material es improrrogable, no así en


razón de las personas.

d) contenciosa: nunca procede de oficio y solamente se ejerce la


judicatura cuando es solicitado a instancia de parte.

Criterios para su determinación


A fin de elucidar si una causa corresponde ser resuelta por los tribunales
locales de cada provincia o si corresponde al Poder Judicial de la Nación se
establecen tres criterios diferenciadores: el territorio, la materia y las
personas.
En razón del territorio, la competencia nacional corresponde cuando se
hayan afectado derechos federales o intereses nacionales en aquellos
lugares que sean de propiedad del Estado Nacional, adquiridos a las
provincias o cesión de estas, con el objeto de instalar allí establecimientos
de utilidad nacional (ej. Universidad Nacional de Córdoba). El solo hecho
que se trate de un lugar propiedad del Estado Nacional no le atribuye toda
la potestad legislativa, administrativa y judicial en forma exclusiva y
excluyente, esta sólo corresponde a la Justicia Nacional cuando se haya
interferido directa o indirectamente en la satisfacción del servicio de
interés público que requiere el establecimiento nacional (ej. Municipios y
provincias conservan la facultad de controlar las normas de tránsito dentro
de la órbita territorial de su competencia sobre rutas nacionales).

En razón de la materia, está relacionada al conocimiento de los litigios que


impliquen aplicación de la legislación federal. Dentro del país existen leyes
federales, leyes comunes y leyes provinciales.

La legislación federal se integra por la Constitución Nacional, los tratados


con las naciones extrajeras o con los organismos internaciones de carácter
público y las leyes dictadas por el Congreso que regulan la actividad propia
de la Nación y sus organismos descentralizados (ej. Convención Americana
sobre Derechos Humanos, decretos del Ministerio de Economía de la
Nación, resoluciones del Banco Central de la República).

La legislación común es aquella dictada por el Congreso de la Nación,


haciendo uso de las facultades que las provincias le delegaron en virtud del
artículo 75, inciso 12 de la C.N. y comprende materias sustantivas de
nuestro ordenamiento jurídico. Pueden ser aplicadas por los tribunales
federales y por los tribunales de provincia.

La legislación provincial es dictada por cada provincia, con validez espacial


circunscripta al ámbito territorial de la provincia que la dictó. Comprende
todas las facultades no delegadas (ejs. Códigos de procedimiento civil,
penal, laboral, etc.).

Por último, en razón de las personas, la competencia federal se arroga


teniendo en cuenta la cualidad especial de las personas que son parte en la
controversia (ej. Si en el pleito intervienen ministros o embajadores
extranjeros) o por la presencia del Estado Nacional en el juicio, si existiese
un interés federal en disputa.
Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación
1. Competencia originaria y exclusiva:

1.1 Asuntos que se susciten entre dos o más provincias;


entre una provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de
diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un
Estado o ciudadano extranjero.

1.2 Causas concernientes a embajadores y otros


ministros diplomáticos extranjeros, personas que compongan la
delegación e individuos de sus familias.

1.3 Causas que versen sobre privilegios y exenciones de


los cónsules extranjeros en su carácter público, es decir, por hechos
o actos cumplidos en el ejercicio de sus funciones propias, siempre
que en ellas cuestione su responsabilidad civil o penal.

2. Competencia derivada:

2.1 Competencia por apelación extraordinaria: prevista


por ley 48, artículo 14, ley 4.055, artículo 6 y recursos directos
deducidos con motivo de la denegatoria del recurso extraordinario.
Esta vía permite elevar a la Corte Suprema un litigio sobre el cual
haya recaído sentencia definitiva emanada de un tribunal superior
de justicia de la provincia donde se tramitó el pleito. Esta
competencia atiende al control judicial de la constitucionalidad de
las normas para el cual la Corte Suprema es el máximo y último
tribunal que puede decidir acerca de ella en el caso concreto. No
obstante ello, todos los tribunales pueden ejercer el control de
constitucionalidad en el caso concreto. Esta vía del recurso
extraordinario tiene como finalidad mantener la supremacía de los
preceptos constitucionales asegurando una uniforme interpretación
de ellos.

2.2 Competencia por apelación ordinaria: Se trata de un


recurso contra las sentencias definitivas de las Cámaras Nacionales
de Apelaciones, pronunciadas en los siguientes casos:

- Causas en que la Nación es parte, en la medida que superen


un monto determinado.

- Causas por extradición de criminales reclamados por países


extranjeros.
- Causas suscitadas por apresamiento o embargos marítimos
en tiempos de guerra, sobre salvamento militar y sobre
nacionalidad del buque, legitimidad de su patente o regularidad de
sus papeles.

- Recurso de apelación que prevé el artículo 4 de la ley 4055


contra las sentencias dictadas en material federal por la Cámara de
Casación penal en los recursos de revisión deducidos con arreglo a
lo dispuesto por el artículo 479 del C.P.P. de la Nación.

- Recursos contra sentencias definitivas de la Cámara Federal


de la Seguridad Social.

- Recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria


de los recursos mencionados precedentemente.

Hipótesis práctica.
A. Jurisdicción, competencia ordinaria y federal.

El caso: Entre el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 19 y el


Juzgado de Garantías N° 1 del Departamento Judicial de Mercedes,
provincia de Buenos Aires, se suscitó contienda negativa de competencia
en la causa donde se investigan tres homicidios. El magistrado nacional,
que conoció primero en las actuaciones a raíz del hallazgo en esta ciudad
de dos automóviles utilizados por las víctimas, uno de ellos quemado, se
declaró incompetente para seguir conociendo en la causa. Fundó su
resolución en la investigación practicada por la fiscal, que logró determinar
que la secuencia de la captura, privación de libertad y posterior muerte de
las víctimas, habría ocurrido en jurisdicción bonaerense, descartando que
existieran puntos de conexión entre esta causa y la seguida ante el Juzgado
Federal de Zárate-Campana. El juez local no aceptó el planteo. Sostuvo en
este sentido, que la declinatoria resultaba prematura, por cuanto carecía
de la calificación jurídica de los hechos que la motivaron. Asimismo,
consideró que la conducta analizada podría encuadrar en el delito previsto
en el artículo 142 bis del Código Penal, que según la jurisprudencia, debe
tramitar en primer lugar ante la justicia federal. La Corte resolvió, por
mayoría, que deberá entender en la causa el Juzgado de Garantías del
Departamento Judicial de Mercedes, lugar donde se desprende habrían
ocurrido los homicidios.

1. Es doctrina del Tribunal que cualquiera sea el vínculo de conexión


final que pueda existir entre hechos que se presentan prima facie como
independientes, ellos deben ser investigados por los jueces del lugar en
que aparecen cometidos, en tanto la distribución de competencias
judiciales entre las provincias, o entre ellas y la Nación, escapa a las
regulaciones locales y no puede ser alterada por razones de mero orden y
economía procesal que inspiran las reglas de acumulación por conexidad
que sólo son aplicables entre jueces nacionales. Máxime cuando aún no es
manifiesta la conveniencia de que las investigaciones sean apreciadas y
juzgadas en su conjunto y que no se divida entre los distintos fueros. (Del
voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y
Argibay).

2. Más allá de la relación que pueda existir entre algunos sujetos


involucrados en estas actuaciones y los investigados en la causa por
infracción a la ley 23.737 y al artículo 866 del Código Aduanero, en trámite
ante el Juzgado Federal de Campana, lo cierto es que en autos se investiga
únicamente la desaparición y posterior muerte de tres personas. (Del voto
en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).

3. Es doctrina del Tribunal que cuando pudo haber existido privación


ilegítima de la libertad en más de una jurisdicción y en alguna de ellas se
cometió además otro delito, es a los tribunales de esta última a los que
corresponde entender en la causa. (Del voto en mayoría de los Dres.
Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).

4. Por aplicación de tales principios, y habida cuenta que de las


constancias de la causa surge que la privación de la libertad de los
nombrados habría tenido principio de ejecución en Quilmes, provincia de
Buenos Aires, y que de los peritajes realizados sobre sus cuerpos sin vida
encontrados en la localidad de General Rodríguez, se desprende que los
homicidios habrían ocurrido allí, corresponde al magistrado provincial con
jurisdicción en esa localidad continuar con la investigación. (Del voto en
mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay)

5. La ausencia, en la causa, de elementos que permitan determinar al


menos prima facie el móvil criminal de la privación ilegítima de libertad y
homicidio calificado -pero que sí señalan una comunidad de intereses entre
ellos en vinculación a la manipulación de drogas farmacéuticas- y, por otra
parte, los fuertes indicios que pueden extraerse del proceso en trámite
ante la justicia federal de Campana por infracción a la ley 23.737, no
permiten descartar que aquellos delitos fueron cometidos en un contexto
directamente relacionado con el tráfico de estupefacientes, de
competencia exclusiva del fuero de excepción. (Del voto en disidencia de
Highton de Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador Fiscal).

6. La intervención de la justicia de excepción cuando su jurisdicción


surge ratione materiae es improrrogable, privativa y excluyente de los
tribunales provinciales, sin que el consentimiento ni el silencio de las
partes sean hábiles para derogar esos principios, y la incompetencia de la
justicia ordinaria, sobre esa base, puede promoverse en cualquier estado
del proceso. (Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al
dictamen del Procurador Fiscal)

7. Por ello, y establecida la competencia de la justicia de excepción,


más allá del lugar donde ocurrieron los homicidios y fueron hallados los
cuerpos, considero que corresponde a la justicia federal de Campana, que
se encuentra ya abocada a la causa en que se investigan infracciones a la
ley 23.737, continuar con esta investigación, aunque no haya sido parte en
la contienda. Ello en razón de que estos hechos, como ya se dijo, habrían
ocurrido dentro de un mismo contexto delictivo, por lo que deben ser
investigados por un único magistrado en pro de una mayor, más efectiva y
eficaz administración de justicia. (Del voto en disidencia de Highton de
Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador Fiscal)

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Bs. As., 21/10/2008 “Forza,


Sebastián y otros”.

B. Competencia, inmediación, debido proceso.

El caso: entre el Juzgado de Menores de 3ª Nominación de Córdoba y el


Juzgado Civil, Comercial y Laboral de la IV Circunscripción Judicial de la
ciudad de Pasos de los Libres, Provincia de Corrientes, se trabó un conflicto
negativo de competencia, por cuanto, iniciadas las presentes actuaciones
ante los tribunales de Corrientes, los pretensos guardadores judiciales con
fines de adopción iniciaron la acción de guarda del niño, quien se
encontraba en situación de desamparo. Razones familiares y laborales
llevaron a los accionantes a mudarse junto con el incapaz y sus hijos
biológicos a la localidad de Salsipuedes, Provincia de Córdoba,
otorgándoseles, el 22 de diciembre del 2006, la guarda con miras de
adopción. Seis meses después, la guardadora compareció ante el Juzgado
de Menores informando que el menor debió ser internado a raíz de una
crisis de esquizofrenia y que, por razones de seguridad física y psicofísica de
todo el grupo familiar resolvieron junto a su marido renunciar a la adopción
del niño. La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió, de
conformidad con lo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal y por el
señor defensor oficial, declarar competente para conocer en las
actuaciones al Juzgado de Menores de 3ª Nominación de la ciudad de
Córdoba.

1. En el sub examen, ante la existencia de la internación de larga data


del menor, resulta imperioso extremar la salvaguarda del principio de
inmediatez en resguardo de los derechos fundamentales del niño, en
procura de su eficaz protección.
2. Por tratarse de un menor de edad, le asisten todos los derechos y
garantías reconocidos por Naciones Unidas en la Convención sobre los
Derechos del Niño, instrumento que posee jerarquía constitucional de
acuerdo al art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional, y en la Ley de
Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Ley
26.061, B.O. 26 de octubre de 2005). Entre ellos, el art. 23 de la
Convención de Derechos del Niño destaca para “el niño mental o
físicamente impedido el disfrute de una vida plena y decente en
condiciones que aseguren su dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí
mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad” y
reconoce su derecho a “recibir cuidados especiales y alentando y
asegurando con sujeción a los recursos disponibles la prestación al niño
que reúna las condiciones requeridas y a los responsables de su cuidado de
la asistencia que se solicite y que sea adecuada al estado del niño y a las
circunstancias de sus padres”.

3. El respeto de la regla del debido proceso debe ser observado con


mayor razón en el caso de personas sometidas a tratamientos de
internación psiquiátrica coactiva debido al estado de vulnerabilidad,
fragilidad, impotencia y abandono en el que se encuentran
frecuentemente estas personas.

4. El juez del lugar donde se encuentra el centro de internación es


quien debe adoptar las medidas urgentes necesarias para dar legalidad y
controlar las condiciones en que el tratamiento de internación se
desarrolla. Sin perjuicio de ello, mientras se dirime la cuestión de
competencia, el tribunal que esté conociendo en el caso -aún si resolviere
inhibirse- debe seguir interviniendo en la causa a fin de no dejar a la
persona en un estado de desamparo.

5. Corresponde al juez de la jurisdicción territorial donde se


encuentran residiendo efectivamente los menores conocer en las
actuaciones sobre protección de personas (art. 235 del Código Procesal y
Comercial de la Nación ya que la eficiencia de la actividad tutelar, torna
aconsejable una mayor inmediación del juez de la causa con la situación de
éstos.
CSJN, 28/05/2008. “G., O. H. y A. S. B. v. S., M. E.”.

C. Competencia originaria, exclusiva y excluyente.

El caso: El querellante particular interpone recurso de apelación en contra


de la sentencia del Juez de Control que resolvió sobreseer totalmente a las
imputadas por supuestas coautoras de los delitos de turbación de la
posesión y hurto simple (arts. 181 incs. 2 y 3, 162 y 55 del CP) que se les
atribuye por no haber existido ilícito penal alguno en virtud de lo prescripto
por el art. 350 inc. 1, primer supuesto, del CPP. La Cámara resolvió no
avocarse al conocimiento de la presente causa.

1. Esta cámara de acusación sostuvo en reciente precedente (Auto Nº


107 de fecha 26/06/07 in re “Denuncia formulada por Mariela Victoria
Ramallo – Conflicto de competencia”) que, en virtud del principio del Juez
Natural (art. 18 de la CN) y del ordenamiento vigente en consonancia con
aquél (art. 43, 45 y 50 del CPP), ni de la inhibición del fiscal de instrucción
al que originariamente le corresponde intervenir en razón del territorio, ni
de las consecuencias que de ello se deriven, puede devenir constitucional o
procesalmente consecuente el desplazamiento de la competencia
territorial que le corresponda en forma originaria, exclusiva y excluyente al
juez de control respectivo.

2. Tal criterio es aplicable a la presente causa en la que, por aplicación


de las reglas de competencia referidas supra en el punto “II” de estos
Considerandos, las apelaciones interpuestas han sido ya resueltas por la
Cámara del Crimen de Villa Dolores, competente para las apelaciones de la
7ª Circunscripción Judicial. La contingencia de que se hayan inhibido los
dos únicos fiscales de instrucción de esa circunscripción y que, por ello, la
Fiscalía General de la Provincia haya designado para intervenir en la causa
a un fiscal de otra región, no provoca la pérdida de competencia del juez
de control y la cámara de acusación a los que originariamente les
corresponde intervenir por razón del lugar en donde ocurrió el hecho.

3. Afirmar lo contrario implicaría que también quedase desplazada la


competencia de la cámara del crimen que –eventualmente- debería
realizar el juicio y, entonces, si finalmente se diera la potencial
circunstancia de que el hecho investigado en esta causa llegue a juicio, éste
tendría que ser realizado por alguna de las cámaras del crimen de la ciudad
de Córdoba por la exclusiva razón de que el Fiscal General designó para
continuar interviniendo a una fiscalía de la 1ª Circunscripción. En tal
supuesto, la Cámara del Crimen de Cruz del Eje no realizaría el juicio sólo
porque los dos fiscales de instrucción de la 7ª Circunscripción se inhibieron,
lo que sería un absurdo, dado que la jurisdicción –como potestad para
actuar en concreto la ley- le es otorgada tanto a la cámara del crimen,
como al tribunal que debe intervenir como cámara de apelación de lo
resuelto por el juez de control, no sólo por la Constitución Provincial, sino
también por el Código Procesal Penal y el acuerdo reglamentario
mencionado.

4. Asimismo -y sin perjuicio de que lo expuesto es razón suficiente per


se para que esta Cámara de Acusación no se avoque al conocimiento de la
presente causa-, las razones tenidas en cuenta por el Tribunal Superior de
Justicia en el punto IV –2º párrafo- del acuerdo referido, que procuran
disminuir en la mayor medida posible la afectación de la defensa del
imputado y las dificultades de traslado de las partes, encuentran abono en
la postura aquí sostenida. Debe tenerse en cuenta que tanto los imputados
cuanto la parte querellante particular han debido seguir el derrotero de
esta causa por cuatro ciudades diferentes (Cruz del Eje, Cosquín, Villa
Dolores, Villa Carlos Paz), con las consiguientes complicaciones que ello
acarrea (traslados, fijación de domicilio legal, etc.) a lo que, si la causa
quedase radicada en esta ciudad, deberían sumar una nueva (ubicada a
más de 170 Km. del lugar del hecho). Por lo tanto, la correcta
administración del servicio de justicia indica que continúe interviniendo en
estas actuaciones con funciones de cámara de acusación la Cámara del
Crimen de Villa Dolores, como ya lo ha hecho en etapas anteriores de este
mismo proceso.

Cám. Acusación Cba., A. 190 del 19/09/2007. Trib. de origen: Juzg. de


Control, Menores y Faltas de Carlos Paz “Aveta, Susana Mabel y otra
p.ss.aa. Turbación de la posesión”.

D. Prórroga de competencia

El caso: Un Juzgado Nacional en lo Comercial y la Cámara Arbitral de la


Bolsa de Cereales de Bs. As., discreparon respecto a quién resultaba
competente para entender en una acción de cobro de sumas de dinero
promovida por el vendedor contra su agente corredor. Tal conflicto de
competencia debió ser dirimido por la CSJN al no existir un superior común
a ambos órganos en conflicto conforme a lo dispuesto en el decreto ley
1285/58, texto según ley 21.708. La CSJN declaró la competencia del
primero en razón de la materia y el territorio.

1. El juez natural para intervenir en los conflictos entre particulares es


el Poder Judicial de la Nación. Sin embargo, la legislación nacional ha
admitido que los justiciables sometan la solución de sus diferendos a
árbitros o amigables componedores y ha dado virtualidad a tales
decisiones para, ulteriormente, solicitar su ejecución o cumplimiento ante
los órganos de justicia.

2. La prórroga de jurisdicción, debe surgir del contrato que relacione a


las partes en litigio y ello requiere una manifestación concreta, clara y
expresa del consentimiento de las partes en favor del arbitraje.

3. Si bien el corredor ha intervenido en la celebración de los contratos


de compraventa en calidad de representante de la actora, la cláusula
compromisoria, contenida en los boletos de compraventa, claramente está
referida a la intervención del órgano arbitral para la solución de diferendos
que surjan entre vendedor y comprador, pero no entre el corredor y su
comitente enajenante.

4. Cualquiera sea la figura jurídica que relacione a las partes de la


acción, cuenta corriente mercantil, cuenta de gestión simple, la del
mandato o gestión de corretaje o comisión, lo que es indudablemente
cierto es que la cláusula compromisoria inserta en el contrato, sólo obliga a
las partes que realizan la compraventa de cereales, pero no puede
relacionarse con la relación jurídica particular establecida entre el
vendedor y su mandatario, gestor, comisionista o corredor.

Corte Suprema de Justicia de la Nación, causa n° 1651. XXXIX.- 11/05/2004


“Basf Argentina S.A. c. Papdevielle Key y Cía. S.A. s. Competencia”.

E. Competencia, fuero de atracción

El caso: Se plantea un conflicto negativo de competencia entre el Juzgado


en lo Civil, Comercial, Conciliación y Familia de 2ª Nominación de la Sexta
Circunscripción Judicial con sede en la ciudad de Villa Dolores, y el Juzgado
de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de 34º Nominación de esta
ciudad de Córdoba, con relación a la determinación del tribunal que debe
seguir entendiendo en una acción de filiación, siendo que existe un juicio
sucesorio respecto del sindicado como progenitor. El T.S.J. declaró que
debe entender el Juzgado en lo Civil y Comercial de 34º Nominación de esta
Ciudad, donde se tramita el juicio sucesorio.

1. El objetivo que persigue el art. 3284 del Código Civil al establecer en


materia sucesoria el fuero de atracción, es la concentración en un mismo
magistrado que entiende en el principal de todos los juicios seguidos
contra los causantes, dada la conveniencia de que un mismo juez
intervenga en todas las cuestiones que puedan afectar la universalidad del
patrimonio. A la luz de este cardinal, es dable destacar que se trata de un
instituto de orden público, ya que contempla no sólo el interés particular
sino también el interés general para la mayoría y más rápida
administración de justicia

2. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido que las


acciones de estado de familia, de las que resulte o pueda derivar una
pretensión de reconocimiento de un llamado a la herencia –entre las que
se hallan comprendidas las acciones de filiación- están sometidas al fuero
de atracción de la sucesión por estar alcanzadas por las disposiciones del
inc. 1 del art. 3284 citado, en cuanto dispone que deben tramitar ante el
juez del sucesorio las demandas concernientes a los bienes hereditarios,
hasta la partición inclusive, cuando son interpuestas por alguno de los
sucesores universales contra sus coherederos. Ello así, pues justamente la
acción de filiación tiene por objeto determinar el estado filial de una
persona y consecuentemente, la vocación hereditaria de ésta respecto de
la sucesión.

3. Nuestra doctrina y jurisprudencia, en forma casi unánime,


reconocen que quien peticiona la herencia, en última instancia lo que
discute es la entrega de parte o de todos los bienes hereditarios, y en
consecuencia, sea o no reconocido heredero, atento lo que surge del inc. 1,
no puede discutirse que debe someterse tal reclamo al juez del sucesorio,
sea por la vía del juicio de petición en sí o por el de filiación, que en cierto
modo la comprende.

4. Las acciones de estado o de familia de las que resulte o pueda


derivar una pretensión del reconocimiento de un llamado a la herencia –
entre las que se hallan comprendidas las acciones de filiación– están
sometidas al fuero de atracción de la sucesión, por estar alcanzadas por las
disposiciones del inc. 1 del art. 3284 del Código Civil.

Tribunal Superior de Justicia, Cba., Auto Interlocutorio nº 21 del


14/04/2008, "G. B. A. c/ Suc. J. M. C. – Filiación - Cuestión de competencia".
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
La organización
judicial

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)
1
Organización Judicial

En nuestro país, las provincias conservan todo el poder no delegado al


gobierno federal y, por consiguiente, administran justicia conformando la
denominada jurisdicción ordinaria, por oposición a la federal, conocida
como de excepción.

Toda organización judicial responde a las siguientes reglas:

a) Normatividad: Sólo es posible concebir una organización judicial


desde el punto de vista normativo. La organización del Poder Judicial se
halla instrumentada por reglas de naturaleza procesal que integran el
orden público.

b) Jerarquía: Existe una relación de subordinación manifestada en un


grado de dependencia del juez inferior al juez superior, en lo atinente al
aspecto funcional (control de legalidad y de legitimidad), que resulta
delimitado por las normas adjetivas.

c) Sedentariedad: El tribunal tiene su asiento en un determinado lugar


geográfico. Existen sedes en que funciona el poder judicial y cada una tiene
su ámbito espacial en que habrá de administrar justicia.
d) Permanente: Se estructura sobre la base del criterio funcional,
independientemente del sujeto que tiene a su cargo prestarla, lo cual
resulta contingente.

En la provincia de Córdoba, la organización judicial se estructura basándose


en el siguiente esquema: Tribunal Superior, Cámaras de Apelación,
Cámaras de juicio, Jueces de primera instancia, Jueces penales, de familia y
conciliación, Jueces de paz y otros funcionarios judiciales y auxiliares de la
justicia.

Tribunal Superior de Justicia: es la cabeza del Poder Judicial, está


estructurado en forma colegiada con siete miembros y tiene una
competencia limitada y acotada material y funcionalmente. Su
competencia ya fue explicitada en el punto 4.3. al cual me remito.

Además de ello, tiene funciones de control y vigilancia de los demás


miembros del Poder judicial, conocidas como funciones de
superintendencia y, por último, su presidente ejerce la representación del
Poder Judicial.

Cámaras de apelación: órganos colegiados que tienen competencia para


conocer de los recursos que se interpongan contra las resoluciones de los
jueces letrados de primera instancia por lo que constituye un tribunal de
segunda instancia. Además conoce de las recusaciones de sus propios
miembros, con exclusión del recusado, y entiende en la recusación con
causa de los jueces de primera instancia y de los funcionarios del Ministerio
Público. Por último, conoce de los recursos de retardada justicia contra los
jueces. Funcionan principalmente en casos de procedimientos escritos.

Cámaras de juicio: Son las Cámaras del crimen, de familia y del trabajo. Son
órganos colegiados que tienen por fin decidir sobre la pretensión esgrimida
y dictar sentencia.

Las Cámaras del crimen son aquellas ante las que se lleva a cabo el juicio
plenario que habrá de resolver sobre si existe certeza de que el acusado es
penalmente responsable del delito que se le atribuye y eventualmente
imponerle una pena. Pueden funcionar a través de salas unipersonales (art.
34 C.P.P.).
Las Cámaras de familia intervienen en el juicio oral de instancia única para
el denominado juicio común y actúa únicamente a través de un tribunal
colegiado.

La Cámara del trabajo constituye el órgano de sentencia que actúa luego


que el juez de conciliación concluye con la instrucción de la causa. Se
encuentra autorizada para actuar de manera unipersonal y también conoce
y resuelve las apelaciones deducidas en contra de las resoluciones dictadas
por los jueces de conciliación.

Jueces de primera instancia: son el primer escalón en la justicia, conocen el


objeto litigioso en toda su extensión, convocan a las partes, dirigen el
proceso, reciben las pruebas y deciden sobre las pretensiones hechas vales
en juicio por ellas.

Jueces penales, de familia y de conciliación: el juez de instrucción lleva


adelante la investigación penal preparatoria cuando el imputado goce de
privilegios constitucionales, juzga como tribunal de única instancia en los
casos del juicio abreviado previsto en el artículo 356 del C.P.P., ejerce
control jurisdiccional y resuelve las oposiciones planteadas por el imputado
o su defensa en contra de las resoluciones del Fiscal de Instrucción como
juez de garantías.

El juez de familia puede intervenir como juez instructor o como tribunal de


sentencia. En el primer caso lo hace en cuestiones que deben tramitarse
como juicio común, tales como divorcio, adopción o filiación. Como
tribunal de sentencia actúa en juicios especiales como medidas cautelares,
guarda, tenencia o cuota alimentaria.

Los jueces de conciliación actúan como jueces instructores en el caso de los


procesos de conocimientos y son jueces de sentencia para las cuestiones
incidentales. En el primer caso, conocen de las actuaciones que se
practiquen para entablar y contestar la demanda y operan la conciliación
previa propia del proceso laboral. Además, cuentan con atribuciones para
resolver las cuestiones incidentales, el despacho de las medidas
precautorias y en la ejecución de sentencia.

Jueces de paz: los jueces de paz son nombrados por el Poder Ejecutivo con
acuerdo del Poder Legislativo y durante el período de su ejercicio sólo
pueden ser removidos por el Tribunal Superior de Justicia si concurren las
causales del artículo 154 de la Constitución Provincial. El procedimiento
ante ellos es verbal, sumarísimo, gratuito y de características arbitrales.
Ostentan una escasa competencia y actúan como delegados del Estado
como amigable componedor.

Otros funcionarios judiciales y auxiliares de la justicia: Dentro de las


personas que colaboran de manera directa con el juez se encuentra el
secretario que es el jefe de oficina, prepara el despacho, vigila a los
empleados, lleva los libros reglamentarios, entrega bienes, expedientes y
documentos a las personas que la ley autorice, entre otras funciones.

El prosecretario, que colabora de manera directa con el secretario, cumple


las tareas que éste le indique y lo reemplaza en sus funciones. Firma
cédulas de notificación, citaciones, oficios, cargos de escritos y mantiene
actualizados los ficheros de jurisprudencia.

También integran la organización judicial los oficiales de justicia que


ejecutan mandamientos de embargo, secuestro o desalojo. Los
notificadotes y ujieres, que practican las notificaciones dentro y fuera del
radio respectivo y demás oficinas administrativas que colaboran con la
justicia, como la Dirección de Superintendencia, la Dirección de
Administración o la Dirección de Servicios Judiciales.

El juez o tribunal.
Definición
El juez o tribunal es uno de los sujetos esenciales en el proceso, sin el juez
no puede haber un proceso propiamente dicho. Cumple la función
jurisdiccional del Estado y se encuentra compuesto por un juez o un
conjunto impar de jueces.

El tribunal tiene a su cargo la administración de justicia y concurre con los


otros órganos del Estado al cumplimiento integral de la función judicial. Es
un presupuesto procesal esencial, que tiene la potestad de juzgar y cumple
la función realizadora del derecho.

Los poderes otorgados al juez son los de dirección formal y material del
proceso, disciplinarios y ordenatorios, de iniciativa probatoria y de
decisión. Su deber fundamental consiste en administrar justicia legalmente,
no pudiendo dejar de juzgar bajo pretexto de silencio, oscuridad o
insuficiencia de las leyes.

Caracteres
a) Público: el tribunal es un órgano público creado para la
administración de justicia. Su representación física es un magistrado o
funcionario del Estado.
b) Permanente: en virtud del artículo 18 de la C.N. el tribunal reviste el
carácter de permanente, prohibiéndose la constitución de comisiones
especiales designadas para resolver jurisdiccionalmente un caso
determinado. Los jueces no son permanentes sino inamovibles en el cargo
salvo renuncia, fallecimiento, jubilación o remoción.

c) Sedentario: no existen los tribunales ambulantes. Cada uno


desempeña sus funciones en un ámbito territorial determinado establecido
como sede.

d) Letrado: el juez debe tener título de abogado, además de otros


requisitos que la Constitución establece. Los jueces de paz no necesitan ser
abogados.

e) Normativo: Solamente la ley puede crear, modificar o extinguir un


ordenamiento jurisdiccional. Fuera de la ley no puede haber organización
judicial.

Poderes y atribuciones
Los poderes y facultades que se otorgan a los jueces tienen íntima
vinculación con las facultades, deberes y cargas que se conceden a las
partes en el proceso civil o al imputado en el proceso penal.

El poder característico de la función judicial es el estrictamente


jurisdiccional. La exteriorización de ésta, por excelencia, es la decisoria que
se realiza por medio del dictado de decretos, autos interlocutorios y
sentencias. La sentencia es el acto jurisdiccional de mayor trascendencia y
condensa la potestad del juez de resolver en forma definitiva sobre las
pretensiones esgrimidas por las partes.

Además pueden corregir errores materiales, aclarar conceptos oscuros o


suplir cualquier omisión en que hubieren incurrido en su sentencia. Tienen
facultades ordenatorias que se ejercen a lo largo del juicio y que se
manifiestan por el proveimiento que efectúan los tribunales a las
peticiones de las partes o a las necesidades en el trámite o en casos
excepcionales, oficiosamente.

También tienen facultades instructorias con el fin de facilitar su tarea


tendiente a esclarecer la verdad y ella solo puede ejercerse en la medida
que no se quiebre la igualdad de las partes.

Por último, tienen facultades disciplinarias que pueden ejercer a lo largo


del trámite y que, generalmente, se manifiestan con la imposición de
multas u otras sanciones a los litigantes que violenten las reglas de la
lealtad y buena fe procesal.

Deberes y garantías:

Es deber fundamental y primario de los jueces, el de administrar justicia


cada vez que tal actividad les sea requerida en un caso concreto. Se trata
de un poder-deber propio de la jurisdicción que impone al juez
pronunciarse sobre las pretensiones hechas valer en juicio.

Por otra parte, entre los deberes formales, cabe destacar que los
magistrados y funcionarios judiciales tienen el deber de prestar juramento
antes de asumir sus funciones, están obligados a concurrir a sus despachos
en los horarios de atención al público y deben resolver las causas dentro de
los plazos fatales que las leyes procesales establezcan con fundamentación
lógica y legal.

En cuanto a las garantías funcionales, vale destacar la inamovilidad de sus


cargos mientras dure su buena conducta y la intangibilidad de sus
remuneraciones.

Sistemas de designación:

Estos sistemas son variados y responden a motivaciones políticas y


jurídicas, aunque todos en mayor o menor medida, pretenden hacer del
sistema elegido el más seguro para proveer al imperativo de imparcialidad
de la administración de justicia. Entre ellos su puede distinguir a los
siguientes:

a) Por elección popular: sólo podría funcionar en sociedades de


gran cultura cívica para evitar riesgos que afecten la garantía de
imparcialidad necesaria.

b) Por designación del máximo tribunal: conforme a un sistema


de promoción y concursos o designación efectuada por el tribunal
jerárquicamente superior.

c) Por designación efectuada por los poderes públicos:


utilizando métodos que tengan en cuenta la capacidad, idoneidad,
condiciones morales y antigüedad en la función judicial o en el
ejercicio profesional.

Modos de designación en la justicia nacional:


1. Miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:
designados por el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado por dos
tercios de sus miembros presentes, en sesión pública convocada al efecto
(art. 99, inc. 4, párr. 1, C.N.). Para ser miembro de este máximo tribunal se
requiere cumplimentar con los requisitos establecidos en el artículo 111 de
la Carta Magna.

2. Jueces de tribunales inferiores: son designados por el


Presidente de la Nación sobre la base de una propuesta en terna vinculante
emitida (previo concurso público) por el Consejo de la Magistratura,
mediante acuerdo del Senado. El Consejo de la Magistratura es un órgano
consagrado en la reforma constitucional como una entidad integrada de
modo de procurar equilibrio entre la representación de los órganos
políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las
instancias y de los abogados de matrícula nacional, como así también de
personas del ámbito académico y científico (art. 114, C.N.).

Modos de designación en la justicia provincial:

Por ley nº 8802 del año 1999 se crea el Consejo de la Magistratura que
asiste al Poder Ejecutivo en la tarea de selección de los jueces y
magistrados. La designación comienza con una convocatoria pública y
abierta para que los aspirantes se inscriban y así accedan a la evaluación
prevista consistente en oposición escrita, oral y de antecedentes.

Sobre la base del resultado, el Consejo confecciona un orden de mérito que


es remitido al Poder Ejecutivo y que este no puede alterar.

Remoción:

La remoción implica la separación del cargo. En el ámbito nacional los


jueces sólo pueden ser separados de sus cargos mediante el procedimiento
del juicio político (arts. 53, 110 y 115 C.N.) que puede iniciarse por mal
desempeño o delito en el ejercicio de la función o por crímenes comunes.

El juicio político contra un miembro de la Corte requiere de acusación de la


Cámara de diputados que debe declarar por mayoría de dos terceras partes
de sus miembros que hay lugar a la formación de causa. Efectuada la
acusación, el juicio es realizado por el Senado y se requiere para la
declaración de culpabilidad el voto de dos tercios de los miembros
presentes. Su fallo tiene el efecto de destituir al acusado, quien quedará
sujeto a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes y ante los
tribunales ordinarios si fuere el caso.
Respecto de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación, la facultad
de decidir la apertura del procedimiento y de ordenar, en su caso, la
suspensión, corresponde al Consejo de la Magistratura y el juicio se realiza
por un jurado integrado por legisladores, magistrados y abogados. Su fallo
es irrecurrible.

En el ámbito de la provincia de Córdoba, los miembros del Tribunal


Superior de Justicia sólo pueden ser separados de sus cargos mediante
juicio político, en tanto para los magistrados y funcionarios del Poder
Judicial y el Ministerio Público no removibles por juicio político, la ley 7956
ha regulado un procedimiento denominado “juri de enjuiciamiento” que
tiene como único efecto la destitución del acusado. Esta ley determina
como causales de destitución las siguientes:

a) Mal desempeño;

b) Negligencia grave;

c) Desconocimiento inexcusable del derecho;

d) Supuesta comisión de delito. En el caso de delitos culposos,


cuando tenga incidencia funcional;

e) Inhabilitación física o psíquica;

f) Morosidad. Salvo prueba en contrario, se presumirá configurada


esta causal en caso de omisión reiterada de pronunciamiento,
requerimiento, dictamen u opinión, según correspondiere, dentro
de los plazos fatales establecidos por las leyes. El Fiscal General
llevará un registro y promoverá automáticamente el
procedimiento cuando se verifique la tercera omisión o en caso de
inobservancia inexcusable del término establecido en el artículo 47
de la Constitución de la Provincia con arreglo a lo dispuesto por la
ley respectiva.

El jurado está compuesto por un vocal del Tribunal Superior de Justicia y


cuatro senadores, letrados si los hubiere, dos por la mayoría y dos por la
minoría. Contra la resolución no procederá recurso alguno, salvo el de
aclaratoria que podrá interponerse dentro de las cuarenta y ocho horas.

Inhibición y recusación
La recusación del juez es el medio por el que se exterioriza la voluntad de
parte legítima del proceso para que un juez determinado se separe de su
conocimiento por sospecharse, por algún motivo, de su imparcialidad. Es
una garantía de imparcialidad y un respaldo a la debida consideración de la
magistratura.

La inhibición es el medio que permite que el juez, al concurrir alguna de las


circunstancias anteriores, se aparte espontáneamente del conocimiento de
la causa.

La recusación puede realizarse con o sin causa, en este último caso, se


admite como garantía para el litigante, pues le permite ejercer ese derecho
cuando existiendo una causal legal, le resulta dificultosa o imposible la
prueba de los hechos, o se pueda afectar la dignidad de la magistratura.
Atento que este recurso ha sido utilizado de manera abusiva para
entorpecer los trámites, la jurisprudencia ha limitado el recurso de la
recusación sin causa a casos excepcionales y de interpretación restrictiva.

• Recusación sin causa: en el proceso civil, las partes podrán recusar


sin expresión de causa al juez, al entablar o contestar la demanda u
oponer excepciones dentro de los tres días de notificado el
llamamiento de autos para definitiva o el decreto de avocamiento.
A uno de los miembros de la Cámara y del Tribunal Superior de
Justicia, dentro de los tres días de llegados los autos ante el
superior, de notificado el decreto a estudio o el de integración del
tribunal.

Las partes podrán ejercer una sola vez este derecho y cuando sean
varios los actores o los demandados, únicamente uno de ellos
podrá hacer uso de este derecho. No procede en las cuestiones
incidentales ni en la ejecución de sentencia (art. 19 C.P.C.).
Tampoco procede en los procesos concursales (art. 18, inc. 1º), en
las diligencias preparatorias de los juicios, en las que tienen por
objeto asegurar el resultado del juicio, en la ejecución de diligencias
comisionadas, a menos que fuesen probatorias y en las diligencias
para la ejecución de la sentencia, a no ser por causas nacidas con
posterioridad a ella (art. 24 C.P.C.).

• Recusación con causa: el fundamento de este instituto se


encuentra en la extensión de la independencia del poder judicial a
la persona del juez. Por razones de economía y de seguridad
jurídica, se establecen límites temporales para deducir incidente de
recusación con causa. Cuando la causa de recusación fuese anterior
a la iniciación del pleito, deberá ser propuesta en el primer escrito
que se presente. Cuando fuese posterior o anterior no conocida, se
propondrá dentro de los tres días de haber llegado a conocimiento
de la parte (art. 22 C.P.C.).
El tribunal competente para entender en la recusación es el superior
inmediato al recusado: del juez de primera instancia y funcionarios del
Ministerio Público, la Cámara; de los vocales del Tribunal Superior y de la
Cámara, los restantes miembros.

Causales de recusación

Si bien la jurisprudencia analiza las causales de recusación en sentido


restrictivo para evitar el uso inadecuado del instituto, el análisis debería
realizarse en el sentido inverso y otorgar a las causas de recusación un
criterio amplio que atienda en principio al interés particular de contar con
un juez imparcial y que con posterioridad atienda al abuso en su utilización.
Por ello, los listados contenidos en los códigos adjetivos deberían
interpretarse con carácter enunciativo y no taxativo.

En general, las causales son similares en todas las ramas del ordenamiento
por lo que sólo consideraremos algunas de ellas y nos remitiremos al
estudio de las restantes. En el C.P.C. se encuentran previstas en el artículo
17; en el C.P.P. están reguladas en el artículo 60; en la ley procesal del
trabajo en el artículo 12

Son causales de recusación:

1. El parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad en línea


recta y colateral hasta el segundo grado.

2. Interés del juez en el pleito.

3. Sociedad, salvo el caso de sociedad por acciones o cooperativas.

4. Pleito pendiente.

5. Crédito o deuda.

6. Denuncia o querella. Haber sido el juez denunciante o acusador o


haber sido acusado o denunciado por la parte.

7. Prejuzgamiento. Haber anticipado el juez opinión sobre el litigio


en cualquier carácter.

8. Beneficio de importancia que haya recibido el juez o sus parientes


de alguno de los litigantes.

9. Amistad o enemistad manifiesta.

10. Haber producido en el procedimiento nulidad que haya sido


declarada judicialmente.
11. Haber dado lugar a la queja por retardada justicia.

El Ministerio Público Fiscal.


Definición
Es el órgano estatal encargado de hacer valer ante el órgano jurisdiccional
la representación y defensa de los intereses públicos y sociales del Estado.

En nuestro país, la Constitución de la Provincia de Córdoba (art. 171), el


Ministerio Público fue incluido como órgano perteneciente al Poder
Judicial; en el orden Nacional (Art. 120) el Ministerio Público es un órgano
EXTRAPODER.

Los funcionarios que integran el Ministerio Público carecen de facultades


de decisión, las que se reservan al órgano jurisdiccional. Los ordenamientos
procesales penales les acuerdan, en diverso grado, facultades de
instrucción.

En el proceso civil, los funcionarios del Ministerio Público aparecen en


ocasiones como representantes de parte y en otras desempeñando
funciones de vigilancia.

El Ministerio Público se divide en Ministerio Público Fiscal y Pupilar. Dentro


del primero de ellos se encuentra el que actúa ante los tribunales penales,
civiles y de familia. El pupilar se encarga de la defensa de los incapaces y de
los que se hallen en inferioridad de condiciones.

Su intervención en el proceso reviste un carácter formal, no sustancial, en


tanto se lo considera un representante de la ley, no de un particular ni de la
sociedad. Defiende el interés público y por ende, su actuación es imparcial.

Su organización se asienta en el principio de unidad orgánica y su


actuación; en los de legalidad, imparcialidad, unidad de actuación y
dependencia jerárquica.

a) Unidad orgánica: el Ministerio Público es único, a pesar de


que para el ejercicio de sus funciones se efectúen dentro de él una
división del trabajo.

b) Legalidad: como defensor de la legalidad, su actuación es


reglada y no se admite la discrecionalidad.
c) Imparcialidad: su actuación tiene carácter objetivo y formal.
Su función es hacer prevalecer con imparcialidad la ley. De allí que
puede pedir la absolución o la condena del imputado.

d) Unidad de actuación: el dictamen o resolución de un


miembro del ministerio público lo representa a todo.

e) Subordinación jerárquica: implica que un inferior debe


obedecer las órdenes de su inmediato superior. Esta subordinación
no existe en los oficios del Poder Judicial. En la provincia de Córdoba
se encuentra regulado en la ley orgánica del Ministerio Público nº
7826 que en sus artículos 11 a 13 establece las características de la
subordinación jerárquica.

En el orden penal, el Ministerio Público es el titular de la función requirente


y actúa bajo las reglas de la oficiosidad y del principio de legalidad. Cumple
la función de excitar y requerir a los jueces a fin de que se obtenga una
decisión adecuada a una pretensión jurídico-penal. Es el encargado del
ejercicio de la acción penal que constituye una función pública que forma
parte de la función judicial en sentido amplio.

En el ámbito civil y comercial, el Ministerio Público Fiscal interviene en


todos los procesos que rocen al orden público y su intervención cesa
cuando se encuentre desinteresado el orden social.

En los procesos de familia, su actuación responde al interés comunitario


que se proyecta desde el estado en la tutela de ciertas instituciones que
deben ser protegidas en su realización jurisdiccional.

El Ministerio Público Fiscal en la provincia de Córdoba

El Ministerio Público está compuesto por un fiscal general, dos fiscales


adjuntos y los fiscales de cámara, en lo correccional, de instrucción, en lo
civil y comercial, de familia, de menores y en lo electoral.

El fiscal general tiene a su cargo la misión de fijar las políticas de


persecución penal e instruir a los fiscales inferiores sobre el cumplimiento
de sus funciones.

Las funciones del Ministerio Público están explicitadas en el artículo 172 de


la Constitución Provincial y ellas son:
1. Preparar y promover la acción judicial en defensa del interés
público y los derechos de las personas.

2. Custodiar la jurisdicción y competencia de los tribunales


provinciales y la normal prestación del servicio de justicia y
procurar ante aquellos la satisfacción del interés social.

3. Promover y ejercitar la acción penal pública ante los tribunales


competentes, sin perjuicio de los derechos que las leyes acuerden
a los particulares.

4. Dirigir la Policía Judicial.

El artículo 10 de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal establece


cuáles son sus atribuciones, entre las que se puede destacar:

a) Interesarse en cualquier proceso judicial al sólo efecto de observar


la normal prestación del servicio, denunciando las irregularidades
que observare.

b) Concurrir a los lugares de detención cuando lo estime conveniente.

c) Requerir el auxilio de las autoridades provinciales y de la fuerza


pública.

d) Impartir órdenes e instrucciones generales y particulares a los


integrantes de la Policía Judicial.

e) Impartir instrucciones a los inferiores jerárquicos.

Por su parte, compete a los fiscales civiles y comerciales: 1) deducir toda


acción fiscal que interese al orden público, con excepción de los asuntos
encomendados a otros funcionarios; si el proceso ya se hubiese iniciado y
se encontrare comprometido el orden público, se corre vista al Fiscal a los
fines que se expida mediante dictamen. Así, cuando se solicita el beneficio
de litigar sin gastos, se corre vista al fiscal en protección de los intereses del
fisco y de otros organismos (caja de abogados) y 2) intervenir en los
conflictos de competencia, en los juicios concursales, en los procesos
sucesorios, actos de jurisdicción voluntaria, en lo relativo al estado civil de
las personas cuando no le corresponda intervenir al Fiscal de Familia.

En lo que corresponde al ministerio pupilar, el constituyente local ha hecho


caso omiso a su referencia por lo que ha sido la ley 7982, conocida como de
Asistencia Jurídica Gratuita, la que ha salvado el olvido del legislador. Así,
se instituyen Asesores Letrados en lo civil y comercial, penal, de familia, de
menores y de trabajo.
Los asesores letrados en lo penal defienden a los imputados que no hayan
designado abogado, representan y defienden los intereses de los
imputados no individualizados y también pueden intervenir como
querellante particular cuando la víctima careciere de recursos.

Los asesores letrados en lo civil y comercial, representan en juicio a los


incapaces en cuanto interese a su persona y sus bienes, ejerce la
representación y defensa en juicio de los que hubiesen sido declarados
rebeldes, en los casos que el código determine, defiende a los pobres o
carenciados en los términos de la ley de Asistencia Jurídica Gratuita, lo que
importa que brindará asesoramiento jurídico, dará consejos y esgrimirá la
defensa técnica que a su juicio requiera la causa. Presentará escritos,
ofrecerá prueba, etc. Cuenta con las mismas atribuciones y sujeciones que
las partes, con la salvedad de que al Ministerio Pupilar no se le impondrán
costas por las actuaciones que promueva o por los recursos que entable en
cumplimiento de sus funciones (art. 137 C.P.C.).

En el fuero de familia, pueden ejercer el patrocinio de la parte que por


razones de pobreza no puede contratar abogado, requiriéndose para ello
un trámite sumario de conocimiento. También cumple una función
específica y conciliadora de las partes en una etapa prejurisdiccional que en
algunos casos es obligatoria.

En el fuero del trabajo, también cumple funciones específicas como


“procurador del trabajo” y actúa en defensa o patrocinio de la parte
obrera.

Ministerio Público Nacional

El artículo 120 de la Constitución Nacional instituye: “el Ministerio Público


es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía
financiera, que tiene por función promover la actuación de la justicia en
defensa de la legalidad, de los intereses generales de la sociedad, en
coordinación con las demás autoridades de la República.

Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor


general de la Nación y los demás miembros que la ley establece. Sus
miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de
remuneraciones”.

En el orden nacional, el Ministerio Público comprende tanto al fiscal como


al pupilar, no forma parte del Poder Judicial, ni se encuentra subordinado
al Ejecutivo. Se trata de un órgano extrapoder de característica bicéfalo
porque por una parte está el procurador general de la Nación y por otra el
defensor general de la Nación.
Funciones de los integrantes del Ministerio Público Fiscal:

a) Promueve la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y de


los intereses generales de la sociedad.

b) Representa y defiende el interés público en todas las causas y


asuntos que conforme a la ley se requiera.

c) Promueve y ejerce la acción pública en las causas criminales y


correccionales, salvo cuando fuese necesario instancia o
requerimiento de parte.

d) Promueve la acción civil en los casos previstos por la ley.

e) Interviene en los procesos de nulidad de matrimonio y divorcio,


filiación, venias supletorias, declaraciones de pobreza.

f) Vela por la observancia de la Constitución Nacional, las leyes de la


República y por el efectivo cumplimiento del debido proceso legal.

g) Vela por la defensa de los derechos humanos en los


establecimientos carcelarios, judiciales, de policía y de internación
psiquiátrica.

Deberes y atribuciones del defensor general de la Nación:

Es la cabeza del Ministerio Público de la Defensa y tiene las siguientes


atribuciones:

a) Ejerce ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, las


facultades del Ministerio Público de la Defensa.

b) Delega sus funciones en los defensores oficiales ante la Corte


Suprema de Justicia de la Nación.

c) Imparte instrucciones generales o particulares a los integrantes del


Ministerio Público de la Defensa para la adopción de todas las
medidas necesarias y conducentes al ejercicio de las funciones y
atribuciones que las leyes le confieren.

d) Promueve y ejecuta políticas para facilitar el acceso a la justicia de


los sectores discriminados.

e) Asegura la debida asistencia de cada una de las partes con


intereses contrapuestos, designando diversos defensores cuando
así lo exija la naturaleza de las pretensiones de las partes.
Pueden distinguirse en la función, los defensores públicos de Menores e
Incapaces y los defensores públicos oficiales.

Los defensores públicos de Menores e Incapaces aseguran en las instancias


y fueros en que actúen la representación promiscua del artículo 59 C.C.,
103 del Código civil y comercial, por consiguiente, entablan en defensa de
los menores e incapaces las acciones y recursos pertinentes, ya sea en
forma autónoma o junto con sus representantes necesarios, v.gr. padres,
tutores o curadores.

Los defensores públicos oficiales tienen como función la de proveer lo


necesario para la defensa de la persona y los derechos de los justiciables en
las causas penales y en otros fueros cuando aquellos fueren pobres o
estuvieren ausentes.

Hipótesis Práctica.
A. Independencia del Poder Judicial, intangibilidad de remuneraciones.

El caso: la demanda interpuso recurso contra la decisión de la Cámara


Federal de Apelaciones de la Seguridad Social que hizo lugar a la acción de
amparo entablada por un magistrado de San Juan persiguiendo la no a
aplicación del impuesto a las ganancias en los haberes jubilatorios del
accionante. La CSJN, integrada por conjueces y por mayoría, confirmó la
sentencia recurrida. La decisión se fundó en el principio constitucional de la
intangibilidad de las remuneraciones de los jueces, en su vigencia en el
ámbito de la justicia provincial y su aplicación a los magistrados que se
encuentran en situación de retiro. Así, el Máximo Tribunal ratificó su
postura histórica de que las remuneraciones de los jueces federales no
pueden ser rebajadas por ningún concepto.

1. La vigencia del principio de intangibilidad no podría ser desconocida


en el ámbito provincial según lo estableció la Corte en Fallos: 311:460 y
316:2747. En concordancia con ello, la ley del impuesto a las ganancias
eximía de tal tributo tanto a los magistrados nacionales como a los de
provincia -así como los haberes jubilatorios y pensiones correspondientes a
dichas funciones- colocando a unos y otros jueces en un pie de igualdad
(Artículo 20, incs. p y r de la Ley Nº 20.628, t.o. en 1986 y sus
modificaciones). Del mismo modo, cuando la Ley Nº 24.631 - Artículo 1 inc.
a- derogó tales normas exentivas, lo hizo sin distinguir entre la situación de
la judicatura nacional y las provinciales. Establecida por la jurisprudencia
del Tribunal la invalidez de la referida derogación, por resultar ésta
incompatible con el principio instituido por el Artículo 110 de la
Constitución Nacional, y como tal principio no puede ser desconocido en
los ámbitos provinciales, debe afirmarse que esa derogación, inaplicable
respecto de los integrantes del Poder Judicial de la Nación, también lo es
con relación a las judicaturas de las provincias. En efecto, los jueces locales
son, como los nacionales y federales, jueces de la Constitución, motivo por
el cual cumplen, como los demás, idéntico ministerio y, por lo tanto, se
hallan sujetos a parejas responsabilidades y deberes, y han de contar, a tal
efecto, con similares garantías.

2. No se opone a lo concluido el Artículo 200 de la Constitución de San


Juan, en cuanto prescribe que las retribuciones de los magistrados y
representantes del Ministerio Público de la provincia “serán establecidas
por ley y no pueden ser disminuidas con descuentos que no sean los que
aquélla dispusiera con fines de previsión o de carácter general”, pues,
obviamente, de acuerdo con su texto literal, dicha norma sólo se refiere a
disminuciones que pudieran efectuar las propias leyes locales. Sin abrir
opinión sobre la validez que ello tendría, si ocurriese, cabe observar que la
parte recurrente no ha planteado a lo largo del pleito -ni en su recurso
extraordinario- la posibilidad de que tal limitación pudiera dar fundamento
a aplicar válidamente a los magistrados locales -ni a los jubilados como
tales- un impuesto establecido por una ley federal.

3. La independencia del Poder Judicial obliga a concluir que la


intangibilidad de los emolumentos de los magistrados es extensible al
haber de los jueces jubilados, desde que la posible disminución de los
derechos previsionales generaría intranquilidad en el ejercicio funcional o
presión para motivar el abandono de sus cargos de quienes, con ese grado
de incertidumbre, tuvieran que administrar justicia (Voto de los conjueces
Dres. Juan Carlos Poclava Lafuente y Jorge Ferro).

4. El monto del haber que le corresponde a un juez jubilado forma


parte de la expectativa de todo magistrado en actividad, quien ya sea por
un hecho fortuito (incapacidad sobreviniente) o por el transcurso del
tiempo (cumplimiento de la edad requerida para el retiro o jubilación),
cuenta con tal régimen y haber para el ejercicio independiente y sereno de
su función, que es precisamente lo que persigue la garantía constitucional
de incolumidad de las remuneraciones. Tal garantía no se vería
salvaguardada si los magistrados viesen frustrada su expectativa a obtener
en el futuro una jubilación que les permita mantener similar nivel de vida al
que tienen en actividad. (Voto de los conjueces Dres. Juan Carlos Poclava
Lafuente y Jorge Ferro).

5. La protección que el legislador ha dispensado al régimen de


jubilaciones de los magistrados no se sustenta en bases discriminatorias o
de privilegio, sino en principios que preservan las instituciones
republicanas, con la finalidad de asegurar la independencia funcional de los
jueces. Ello para evitar que los otros poderes del Estado –administrativo o
legislativo - dominen su voluntad con la amenaza de reducir su salario, de
hacerlos cesar en sus cargos o de jubilarlos, y que esa situación favorezca
un ámbito proclive a componendas contrarias a la independencia de
criterio necesaria para la función jurisdiccional (Voto del conjuez Dr. Don
Alberto Manuel García Lema).

6. La preservación de la intangibilidad de las remuneraciones como


garantía de funcionamiento del sistema judicial no debe encontrarse hoy
eludiendo el pago del Impuesto a las Ganancias sino: a) asegurando una
participación presupuestaria adecuada del Poder Judicial en el presupuesto
general; b) defendiendo la autarquía judicial; c) garantizando mecanismos
que permitan dar sustentabilidad en el tiempo al poder adquisitivo de las
remuneraciones de los magistrados a partir de criterios objetivos, ajenos a
la injerencia de otros poderes (éste y no otro es el sentido de la
reivindicación de la cláusula constitucional federal norteamericana que
prevé la movilidad de la retribución de los jueces según la autorizada
opinión de Alexander Hamilton en El Federalista, LXXIX); y, d) permitiendo
que, llegado el caso, por vía judicial se corrijan aquellas situaciones que
generen un “ostensible deterioro temporalmente dilatado” en las
remuneraciones de los magistrados (Del voto en disidencia del conjuez
Horacio Daniel Rosatti).

7. El Artículo 110 no puede ser interpretado como una norma especial


o de excepción con relación al principio del Artículo 16, estando los jueces
obligados a pagar todos aquellos impuestos que, por su carácter general,
no expresen un ánimo hostil o persecutorio contra su noble actividad (Del
voto en disidencia del conjuez Horacio Daniel Rosatti).

8. La independencia del Poder Judicial, inserta en las entrañas del


sistema republicano de gobierno, sin la cual éste no sobrevive, lo es frente
a los poderes políticos y en el esquema constitucional vigente requiere su
respeto en tres momentos trascendentes: en la designación de los
magistrados (independencia selectiva); en su desempeño y funcionamiento
(independencia de ejercicio o funcional) y en su remoción (independencia
sancionatoria), no se encuentra perjudicada, toda vez que, por lo antes
expuesto, con el pago de sus impuestos al igual que el resto de la población
no se afecta institucional ni individualmente a los jueces (Del voto en
disidencia del conjuez Héctor Oscar Méndez).

9. No ha de verse en la garantía de intangibilidad del Artículo 110 de la


Constitución Nacional una excepción o limitación a la de igualdad
consagrada por el Artículo 16, sino que por el contrario ambas
disposiciones deben ser interpretadas en forma armónica y de acuerdo al
contenido de las demás, cuidando que la inteligencia de sus cláusulas no
altere el equilibro del conjunto (Fallos: 296:432; 324:3219 cit.), ni su
finalidad. Bajo esas reglas de hermenéutica, no es prudente asignar -como
se lo hizo en las instancias inferiores- a la garantía que consagra la
intangibilidad de las remuneraciones de los magistrados, una extensión tal
que desconozca las facultades que los Artículos 4, 17 y 75 inc. 2 de la Ley
Fundamental confieren al Congreso de la Nación, para hacer imponer con
carácter general y no discriminatorio contribuciones equitativas y
proporcionales a la población (Del voto en disidencia del conjuez Héctor
Oscar Méndez).

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte. G. 196. XXXV 11/04/2006


Trib. de origen: Cám. Fed. Seg. Social – Sala I “Gutiérrez, Oscar Eduardo c.
ANSeS”.

B. Remoción de jueces

El caso: contra la decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de


la Nación que rechazó el planteo de nulidad del dictamen de la Comisión de
Acusación y de la acusación formulada por el Consejo de la Magistratura al
juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, este magistrado dedujo
el recurso extraordinario cuya denegación dio origen a la queja pertinente.
Que para decidir del modo indicado, el Jurado de Enjuiciamiento consideró
que el alcance del término “renuncia” a la que se refiere el art. 5° del
“Reglamento Procesal” de dicho Cuerpo debe ser interpretado como
renuncia aceptada por el órgano competente. El juez recurrente centró sus
agravios en la consideración de que, a su juicio, la renuncia presentada
implica la conclusión de la atribución constitucional y legal del jurado de
Enjuiciamiento, pues dicho acto pone fin al interés público de examinar las
cuestiones que el Consejo de la Magistratura propuso al Jurado, en tanto la
necesidad de alejarlo de la función jurisdiccional ya se cumplió, único
efecto que produce una decisión condenatoria del Cuerpo cuya decisión
aquí se recurre. La CSJN admitió la queja y suspendió el procedimiento de
remoción.

1. La Convención Nacional Constituyente de 1994 modificó el


procedimiento de remoción de los magistrados judiciales prevista en el
texto constitucional de 1853/1860, en cuanto, el nuevo art. 115, dispone
que los jueces inferiores de la Nación serán removidos por las causales
expresadas en el art. 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por
legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal y
expresamente aclara que su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más
efectos que destituir al acusado. Pero la parte condenada quedará no
obstante sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los
tribunales ordinarios. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).
2. Desde la última reforma constitucional existen dos procedimientos
para remover a los jueces, según se trate de los miembros de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación o de los tribunales inferiores, con algunas
características comunes y otras claramente diferentes. Entre las primeras,
las causales de remoción -previstas en el art. 53-, entre las segundas,
pueden mencionarse el procedimiento, el órgano encargado de llevarlo
adelante y los efectos de la decisión. Sobre este último aspecto, vale la
pena destacar que, mientras el fallo del Senado tiene por efectos destituir
al acusado y aun declararle incapaz de ocupar ningún empleo de honor, de
confianza o a sueldo de la Nación (art. 60), la única consecuencia de lo
decidido por el jurado de enjuiciamiento es separar al magistrado de su
cargo, tal como indica el art. 115 CN. (Del dictamen del Procurador General
de la Nación).

3. El proceso de remoción se trata de un juicio de responsabilidad


política con sujeción a las reglas del debido proceso legal, lo que equivale a
decir que en lo sustancial el juicio es político, pero en lo formal se trata de
un proceso orientado a administrar justicia, es decir, a dar a cada uno su
derecho, sea a la acusación en cuanto le asista el de obtener la remoción
del magistrado, sea a éste, en cuanto le asista el de permanecer en sus
funciones. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

4. En el régimen constitucional argentino, el propósito del juicio


político no es el castigo del funcionario, sino la mera separación del
magistrado para la protección de los intereses públicos contra el riesgo u
ofensa, derivados del abuso del poder oficial, descuido del deber o
conducta incompatible con la dignidad del cargo. De tal manera que se lo
denomina “juicio político” porque no es un juicio penal, sino de
responsabilidad, dirigido a aquellos ciudadanos investidos con la alta
misión del gobierno, en su más cabal expresión. (Del dictamen del
Procurador General de la Nación).

5. El art. 9 bis del Reglamento para la Justicia Nacional (texto agregado


por acordada del 29/12/62) establece que los magistrados presentarán la
renuncia a su cargo directamente ante el Poder Ejecutivo, debiendo dar
cuenta de dicha presentación -en su caso- a la Corte Suprema, por
intermedio de la cámara respectiva. Hasta tanto la renuncia no les sea
formalmente aceptada, estarán sujetos a las disposiciones legales y
reglamentarias concernientes a la función judicial y, en particular, a las que
se refieran a la incompatibilidad con toda actividad política y al desempeño
de cargos dependientes de uno de los poderes políticos, salvo los
autorizados expresamente por el reglamento. (Del dictamen del
Procurador General de la Nación).
6. Para que el procedimiento del juicio político se ponga en
movimiento es indispensable que él se refiera y aplique a uno de los
funcionarios enumerados por el art. 45 de la Constitución y que se
encuentre actualmente en el desempeño y posesión de la función pública.
Y se comprende esta última exigencia, porque si el efecto de la sentencia
del Senado es simplemente el de destituir al acusado, no se ve cómo ésta
podría realizarse respecto de un funcionario que ha dejado de serlo por
terminación de su mandato, por renuncia presentada antes de iniciado el
procedimiento del juicio político o por derrocamiento generado en una
revolución triunfante. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

7. No existiría utilidad práctica ni razón doctrinaria que justifique el


procedimiento de remoción respecto de quien no tiene el ejercicio de la
función, ni puede por consiguiente ser destituido de ella, circunstancia que,
por cierto, no impide que el magistrado quede sujeto a acusación, juicio y
castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios, tal como
expresamente dispone el tantas veces citado art. 115 de la Ley
Fundamental. La renuncia presentada por un juez produce que, en cierta
medida, el proceso de remoción carezca de sentido, pues con la voluntad
de aquél de alejarse de su cargo el propósito del instituto estaría cumplido
y no existirían obstáculos para una investigación judicial para determinar la
existencia de delitos. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

8. La renuncia es un derecho ínsito previsto en el nombramiento,


como lógica consecuencia de la relación de empleo, pues si así no fuera, el
magistrado aparecería compelido a continuar en la función pública contra
su voluntad, lo que implicaría un agravio a su esfera de libertad, sin que el
ordenamiento positivo condicione o limite de algún modo el ejercicio de tal
derecho. El hecho que el art. 9° bis del Reglamento para la Justicia Nacional
establezca que mientras la renuncia no sea formalmente aceptada, el juez
estará sujeto a las disposiciones legales y reglamentarias a la función
judicial, dicha norma -y los efectos de la falta de aceptación de la renuncia
presentada- no se proyecta al proceso de enjuiciamiento de magistrados,
porque, además de que este instituto se rige por normas propias, ya estaría
cumplida su finalidad con la voluntad de dimitir expresada por aquél. (Del
dictamen del Procurador General de la Nación).

9. La renuncia implica no sólo una manifestación de voluntad, sino


también la petición de una decisión dirigida a quien deba decidir sobre la
suerte de la misma, mediante la forma expresa de su aceptación o rechazo.
El silencio en la resolución de la solicitud, bien puede dar pábulo a una
fundada crítica con base en que esa indiferencia al requirente afecta la
garantía constitucional que emana del art. 14 de la Constitución Nacional
de peticionar a las autoridades. El derecho de petición no se agota con el
hecho de que el ciudadano pueda pedir, sino que exige una respuesta.
Frente al derecho de petición se encuentra la obligación de responder.

10. La necesidad de una respuesta concreta y en tiempo prudente


respecto de la renuncia de un magistrado, encuentra su fundamento en un
criterio de certeza jurídica, pues sembrar la incertidumbre o alentar la
indefinición no es atributo que competa el ejercicio racional de facultades
o atribuciones de ninguno de los poderes del Estado.

11. La decisión del Poder Ejecutivo, se vislumbra como de absoluta e


impostergable trascendencia. Así, se aportaría claridad a la situación de un
magistrado sometido a juicio político, quien tiene derecho a saber su
posición frente a un proceso de tal significación y, en caso de admitirse la
renuncia, facilitaría ser sometido prontamente a los jueces naturales que
correspondan, para lograr el total y acabado esclarecimiento de los cargos
que se le imputan. Una dilación innecesaria, producto de la indefinición del
Poder Ejecutivo, no hace sino provocar un evidente dispendio económico
procesal, al propiciarse con el silencio la prosecución de un juicio (el que
promueve el Jurado de Enjuiciamiento), para llegar, en definitiva, al mismo
resultado, es decir, la separación en el cargo del juez de aceptarse la
renuncia.

12. Si se aceptara que el Poder Ejecutivo puede manejar los tiempos de


renuncia de un juez de la Nación a su albedrío, se aceptaría convertir una
facultad propia y no discrecional (como es la aceptación o no de la misma)
en una herramienta política de injerencia de un poder sobre el otro.

13. La renuncia para tener eficacia debe ser aceptada, pero también
considero que una decisión al respecto no puede ser demorada
injustificadamente. De ello queda claro que la renuncia no produce por su
sola manifestación, el cese en el cargo, antes bien habrá de
complementarse con la aceptación de parte del Poder Ejecutivo. No
pueden ser consideradas aisladas una de la otra, pues ambas hacen al
ejercicio de la magistratura.

14. El objetivo primario del Jurado de Enjuiciamiento consiste en


analizar la conducta del magistrado en su desempeño como tal, no le
corresponde, entonces, realizar otras actividades que, en definitiva, hacen
a la esfera de decisión del enjuiciado (renunciar a su cargo, emplazar la
decisión del Poder Ejecutivo sobre la aceptación o rechazo de la misma).

15. No puede soslayar los graves perjuicios que origina la falta de


aceptación por parte del Poder Ejecutivo Nacional de la renuncia de un
magistrado judicial, pues la falta de definición de su situación institucional,
su continuidad o vacancia entorpecen, sin lugar a dudas, el adecuado
funcionamiento del servicio de justicia, llegándose al extremo de que, si se
aceptara que el Poder Ejecutivo pudiera disponer, a su libre albedrío, de los
tiempos de renuncia de un juez de la Nación, se llegaría al extremo de
convertir una facultad que naturalmente le es propia en una herramienta
política de injerencia de un poder del Estado sobre otro. (Voto de los
Doctores Leal de Ibarra y Gallegos Fedriani)

16. El sometimiento a juicio a un juez de la Nación no constituye un


perjuicio de imposible reparación ulterior que posibilite hacer excepción a
la regla según la cual las resoluciones cuya consecuencia sea la obligación
de seguir bajo tal sometimiento no revisten, regularmente, la calidad de
sentencias definitivas a los fines del recurso extraordinario; máxime,
cuando no se observa circunstancia alguna que justifique hacer excepción
al principio enunciado, por lo que la invocación de estar en juego garantías
constitucionales no permite superar el óbice que significa la ausencia de
definitividad de la resolución impugnada. (Del voto del Doctor Boggiano)

17. La facultad del Poder Ejecutivo de aceptar o rechazar la renuncia de


un magistrado sometido al procedimiento del juicio político integra el
ámbito de cuestiones políticas no justiciables y, en tal sentido, la no
aceptación de aquélla importa un acto de apreciación institucional que
tiene relación directa con los fines constitucionales que motivaron la
inclusión del procedimiento de remoción. (Voto del Doctor Maqueda).

18. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de no aceptar la renuncia


solicitada por un juez, ha sido dictada en el marco de las facultades
atribuidas constitucionalmente a dicho órgano, con aplicación razonable de
distintas normas en vigencia y sin que se pueda apreciar la más mínima
violación de las garantías de defensa en juicio y del debido proceso. La
decisión del Poder Ejecutivo de no aceptar la renuncia es una cuestión
política ajena a la jurisdicción del Jurado de Enjuiciamiento y, que por otra
parte, no ha sido cuestionada en forma directa por el recurrente. (Voto del
Doctor Maqueda).

19. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de denegar


el recurso extraordinario interpuesto fue adoptada sin haber dado
cumplimiento, en forma previa, con el traslado que determina el art. 257,
segundo párrafo, del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
omisión que obsta a un pronunciamiento del Tribunal en la medida en que
la adecuada notificación de las distintas etapas fundamentales del proceso
-máxime tratándose del recurso extraordinario federal- tiene por objeto
brindar a los litigantes la oportunidad de ejercer sus defensas con la
amplitud que exige el debido proceso y plantear las cuestiones que crean
conducentes para la correcta solución del litigio, lo que no ha ocurrido en
el sub examine y justifica suspender la tramitación de la queja y devolver la
causa al tribunal a quo a fin de que se sustancie el trámite omitido (Del
voto en disidencia del Doctor Vázquez).
Corte Suprema de Justicia de la Nación, 10/02/2004 “Lona, Ricardo s/
pedido de enjuiciamiento”.

C. Recusación con causa.

El caso: la Cámara en lo Criminal rechazó la recusación con causa


interpuesta por los defensores del imputado. Contra dicha resolución, la
defensa interpuso recurso de casación invocando el motivo formal (art.
468, CPPP) y planteó la inconstitucionalidad del art. 68 in fine. El Tribunal
resolvió hacer lugar al recurso de casación deducido.

1. A través de la recusación y excusación de magistrados y


funcionarios, la ley pone a resguardo la garantía del juez imparcial o de la
objetividad del integrante del Ministerio Público en el caso concreto. Para
que proceda el apartamiento del magistrado o funcionario, hemos negado
que haya de requerirse certeza sobre el trato inequitativo; basta la
sospecha del mismo, en función de la sí efectiva acreditación de la
circunstancia objetiva contemplada por el legislador.

2. La CSJN expresó que “la garantía de imparcialidad del juez es uno de


los pilares en que se apoya nuestro sistema de enjuiciamiento... Puede ser
definida como la ausencia de prejuicios o intereses de éste frente al caso
que debe decidir, tanto en relación a las partes como a la materia...”.

3. El Alto Tribunal ha tomado razón de las directrices emanadas de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos, afirmando que “la
imparcialidad supone que el tribunal o juez no tiene opiniones
preconcebidas sobre el caso sub judice. De la misma manera, recordó que
“esta garantía ha sido interpretada por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, señalándose que en materia de imparcialidad judicial lo decisivo
es establecer si, desde el punto de vista de las circunstancias externas
(objetivas), existen elementos que autoricen a abrigar dudas con relación a
la imparcialidad con que debe desempeñarse el juez, con prescindencia de
qué es lo que pensaba en su fuero interno”.

4. La suficiencia de la sospecha para hacer operativa la exclusión no


ofrece mayores dificultades cuando se trata de las causales expresamente
delineadas en la ley. Así, v.gr., ante la mera constatación del parentesco, de
la emisión de un pronunciamiento previo o de la existencia de un litigio
pendiente con alguna de las partes, procederá el apartamiento.

5. La cuestión adquiere complejidad, en cambio, si la hipótesis que se


examina es la contenida en el inc. 12 del art. 60 del Código Procesal Penal,
que impone la recusación o inhibición cuando -en defecto de las causales
anteriores- “mediaren otras circunstancias que, por su gravedad, afectaren
su imparcialidad”, fórmula que provee una significativa apertura al sistema
y así permite “superar las lagunas axiológicas que el propio ordenamiento
procesal contiene en su catálogo”.

6. En el ámbito de dicha causal genérica, a falta de una expresa


previsión de la situación objetiva que genere desconfianza, habrá de
efectuarse una cuidadosa ponderación a los efectos de establecer si dicha
circunstancia, objetivamente considerada, permite sostener una sospecha
razonable acerca del riesgo de parcialidad del juez o funcionario. Y será
entonces la valoración en abstracto de la situación y no su efectiva
incidencia en el devenir del proceso lo que impondrá la exclusión. Es que
aguardar una concreta y tangible afectación a raíz de la actuación
interesada resta eficacia a la garantía constitucional y por ello la sola
acreditación de extremos objetivos que den base a razonables conjeturas
sobre el proceder del magistrado resulta suficiente para relevarlo de
intervenir en dicha causa.

7. Pues bien, al examinar las constancias de la causa, advierto que si


bien la defensa invocó dos incisos del artículo 60 al formular la recusación,
lo hizo como cauce alternativo de un mismo contenido: el temor de
parcialidad en razón de ya haberse expedido los magistrados objetados con
relación a la existencia del abuso sexual que se atribuye al imputado.

8. En efecto, esta única razón fue objeto de un doble encuadre: de


manera principal, se la incluyó en el primer inciso del artículo 60, a título
de prejuzgamiento. A ello respondió la a quo, con acierto, indicando que
no se trataba de “el mismo proceso”, ni de otra situación contemplada en
dicha hipótesis.

9. Subsidiariamente, se invocó la causal del inciso 12°, como fórmula


abierta que permita encauzar situaciones no contenidas a otras hipótesis.
Sin embargo, al analizar su procedencia, el Tribunal mutó el motivo y en
lugar de expedirse acerca de la misma sospecha objetiva de parcialidad por
la intervención anterior en el proceso, en el ámbito más genérico del inciso
12°, le asignó un cariz de “violencia moral”.

10. Sin dudas, la violencia moral -de neto corte subjetivo- admite
holgada recepción en dicha previsión legal, pero en modo alguno agota su
alcance, toda vez que, como ya he referido, el inciso 12° constituye una
herramienta de importante amplitud que permite albergar toda situación
que merezca ser atendida a la luz de la garantía del juez imparcial y que no
tenga expresa cabida en el elenco provisto por los incisos anteriores.

11. Por ello, más allá de las consideraciones vertidas por la a quo acerca
de la improcedencia de la recusación por violencia moral, lo cierto es que
no fue tal el motivo alegado por los recusantes. Y la respuesta negativa, en
consecuencia, queda sólo fundada en la inadecuación del motivo esgrimido
respecto del inciso 1° del artículo 60 -lo que es correcto- pero deviene
indebidamente motivada en cuanto a su improcedencia en virtud de la
cláusula abierta del inciso 12°, la que ha sido infundadamente estrechada a
una causal subjetiva.

12. El defecto apuntado nulifica el decisorio, en cuanto omite dar


tratamiento a un extremo decisivo de la pretensión incoada (art. 413, inc.
4, CPP), y ello ameritaría el reenvío de los presentes para que se dicte un
nuevo pronunciamiento sobre el punto. Empero, estimo que razones de
economía procesal, entre las que computa el tiempo que ya ha insumido la
incidencia de marras, aconsejan que sea esta Sala la que dirima
definitivamente la cuestión.

13. El caso exhibe particulares aristas que ameritan ser consideradas.


Se juzga aquí la conducta del imputado, a quien se le atribuye la autoría de
un presunto abuso sexual en perjuicio de una mujer, fruto del cual ésta
habría quedado embarazada y dado a luz a una niña a la que habría dado
muerte apenas nacida, encontrándose al cometer el hecho en un estado
psíquico de inimputabilidad cuya génesis habría tenido -entre otras
variables- la victimización sexual a la que habría sido sometida a manos del
imputado; la que fue juzgada y absuelta, sentencia que en la actualidad se
encuentra impugnada en casación.

14. Dada esta estrecha vinculación entre uno y otro proceso, resulta
razonable suponer que los magistrados que intervinieron en el primero
tuvieron contacto con un importante caudal probatorio que versaba tanto
acerca de la existencia del abuso sexual, como de la autoría del mismo,
extremos éstos que requieren ser definidos -en el juicio ahora seguido en
contra del imputado- por jueces de los que no pueda siquiera sospecharse
que se hayan formado opinión alguna acerca de lo que deben decidir.

15. Este contacto previo con prueba íntimamente conexa a los aspectos
a debatir en el presente proceso, provoca la necesidad de apartar a los
magistrados intervinientes en el juzgamiento de la mujer, a los fines de
aventar toda sospecha relativa a una idea preconcebida sobre la
responsabilidad del imputado por el abuso sexual de aquélla.

16. En suma, estimo que un acabado respeto por la garantía de la


imparcialidad objetiva aconseja razonablemente renovar el Tribunal para
asegurar al imputado que su conducta será juzgada por magistrados
completamente ajenos a cualquier conjetura que pudiere formularse sobre
su parcialidad.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba., Sent. nº 174 del 03/07/2008.
Trib. de origen: Cám. en lo Criminal Villa Dolores, “Benavidez, Arturo José
Luis p.s.a. Abuso sexual simple, etc. - Recurso de casación”.
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
Estructura y
clasificación de los
procesos civiles

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)
1
Clasificación de los
procesos
Estructura del proceso civil.
El proceso civil presenta una estructura dialéctica, se inicia por actos de
postulación en los que se plasman la pretensión esgrimida por el actor que
se integra con la contestación de la demanda u otra actitud que puede
asumir el demandado frente a ella y se desarrolla en etapas posteriores, de
prueba, de discusión y de sentencia.

Clasificación.
De acuerdo al criterio utilizado, el proceso civil puede clasificarse:

1. Por la naturaleza del órgano;

2. Por la existencia de conflicto;

3. Por el fin perseguido;

4. Por la estructura;

5. Por la naturaleza de la pretensión.

1. Por la naturaleza del órgano:

Esta clasificación considera al sujeto que va a dirimir el conflicto y por ello


puede diferenciarse entre el procedimiento judicial público del
procedimiento arbitral realizado ante jueces privados.

• Proceso judicial hace referencia al que se desarrolla ante el órgano


jurisdiccional o tribunales públicos y constituye el proceso por
excelencia. Se realiza ante un juez investido por el Estado de la
potestad de administrar justicia con todas las facultades que le son
inherentes. Su fundamento constitucional deriva de los principios
de juez natural y debido proceso.
• Proceso arbitral, a diferencia del proceso judicial, es aquel que se
lleva adelante ante un árbitro que recibe el mandato de las partes o
de la ley, con el fin de dirimir la contienda, respetando las garantías

de imparcialidad y ecuanimidad. El órgano jurisdiccional se


sustituye por un juez privado elegido por las partes. El límite está
dado por los puntos propuestos por las partes y por tanto carece de
coertio y de executio. Sólo puede conocer y llamar a las partes para
que comparezcan y se defiendan y dicta sentencia que se denomina
“laudo arbitral”. Para que éste tenga posibilidades de ser ejecutado,
debe ser inscripto en los libros de un juzgado ordinario ante el que
se llevaran a cabo los trámites de ejecución de sentencia.

2. Por la naturaleza de la pretensión

Existen procesos universales y singulares. Los primeros tienden a la


distribución del patrimonio de una persona por causa de muerte o falencia.

En estos juicios resulta de aplicación el denominado “fuero de atracción”


por lo que todas las actuaciones personales que tengan terceros contra el
causante de la sucesión o el fallido, se acumulan por ante el juez que
entiende en la sucesión o la quiebra. Los procesos universales regulados en
nuestro derecho son el juicio sucesorio, el proceso concursal (art. 22, ley nº
24.552) y el juicio de quiebra (art. 136, ley 24.552).

Se denominan procesos singulares a aquellos en los que existen partes


individuales en conflicto. Tanto actor como demandado se encuentran en
una posición doble, igual y contradictoria y deben contar con capacidad
procesal. Doble, porque deben existir dos partes con poderes de acción y
excepción respectivamente. Iguales, en cuanto a oportunidades para
defenderse y probar y contradictoria porque ante la pretensión del actor se
esgrime una pretensión negativa u opuesta del demandado.

3. Por la existencia o no de conflicto

Se distingue entre procedimientos contenciosos y de jurisdicción


voluntaria.

• Son procesos contenciosos aquellos que tienden a la obtención de


un pronunciamiento que dirima un conflicto u oposición de
intereses, suscitado entre dos o más personas identificados como
partes.
Ante la pretensión del actor, el demandado puede tomar la postura de
comparecer y contestar la demanda, en cuyo caso se da la plena vigencia
del contradictorio ya que podrá ofrecer y producir pruebas y discutir las
pretensiones hechas valer por el actor. Caso contrario y de no comparecer,
el demandado es declarado rebelde y el proceso continuará su curso
teniéndoselo por notificado de las resoluciones dictadas en el futuro.

• Por el contrario, se consideran actos de jurisdicción voluntaria a


aquellos que tiene por objeto integrar, constituir o dar eficacia a
ciertos estados o relaciones jurídicas privadas frente a la sociedad.
En ellos participa un miembro del Ministerio Público Fiscal para
garantizar el contradictorio. Últimamente y para descongestionar la
actividad del Poder Judicial, se ha sostenido que sería conveniente
que estos procesos se tramitasen en sede administrativa.

4. Atendiendo al fin perseguido:

Esta clasificación atiende al resultado del proceso y permite clasificarlo en


declarativos, ejecutivos y cautelares.

• Son juicios declarativos aquellos que tiene por objeto una


pretensión inicialmente incierta y que busca lograr que el tribunal
que conoce el problema reciba la prueba y dicte la sentencia
decidiendo sobre el fondo de la cuestión, en definitiva, se pretende
la declaración de un derecho.

Dentro de los juicios declarativos se encuentran el juicio ordinario y el


abreviado (art. 411 C.P.C.). La sentencia que se dicte en estos procesos
produce el efecto de cosa juzgada material, es decir, una vez firme y
ejecutoriada goza de inmutabilidad y no puede ser modificada. En este tipo
de procesos, las partes tienen la posibilidad de discutir y alegar
abiertamente sus pretensiones como así también de ofrecer y diligenciar
todas las medidas de pruebas pertinentes.

• Son juicios ejecutivos aquellos en los cuales preexistiendo un


derecho cierto o presumiblemente cierto, se procura su
efectivización para satisfacer el interés del titular. Se procura la
efectivización coactiva de un derecho reconocido en una sentencia
o en un título de ejecución.

• Por último, los procedimientos cautelares son aquellos instituidos


para garantizar los derechos del actor o evitar que ellos se tornen
ilusorios durante la tramitación del proceso principal, ente la
demanda y la sentencia. Se tramitan inaudita parte.
5. Por su estructura:

Los juicios contenciosos declarativos y ejecutivos por su estructura, se


subclasifican en especiales y generales, atendiendo a las formas procesales
asignadas para su trámite.

Cuando la ley procesal no prevé un trámite especial, el juicio se lleva


adelante por el procedimiento general o de conocimiento amplio. Esta
regla general está expresamente instituida en los artículos 420 y 423 del
C.P.C., mientras que el artículo 418 de idéntico cuerpo normativo
contempla los casos de aplicación del trámite abreviado.

Son juicios declarativos generales:

a) Juicio ordinario: pueden plantearse y decidirse en forma


definitiva la totalidad de las cuestiones jurídicas derivadas de un
conflicto entre partes. Es la forma más común de tramitación de
una Litis. La sentencia produce el efecto de cosa juzgada material
por lo que no podrá realizarse otro juicio entre las mismas partes,
con el mismo objeto y por la misma causa.

b) Juicio abreviado: se reserva para cuestiones de menor


cuantía económica con un trámite más escueto. Toda demanda
cuya cuantía no exceda de doscientos cincuenta Jus, con excepción
de las que persigan la condenación de daños y perjuicios que
siempre se sustanciarán por el trámite ordinario. También
comprende los juicios por consignación de alquileres, la acción
declarativa de certeza, el pedido de alimentos y Litis expensas, los
incidentes y todos los casos para los cuales la ley sustantiva
establece el juicio sumario u otra expresión equivalente (art. 418
C.P.C.). La sentencia produce el efecto de cosa juzgada material.

Juicios declarativos especiales: son aquellos que la ley establece para


determinadas relaciones de derecho (art. 412 C.P.C.). Entre ellos se
encuentran el juicio de división de condominio, el de mensura y deslinde, el
desalojo. Son juicios sometidos a particularidades procesales y trámites
específicos.

Juicio ejecutivo general: es el procedimiento que permite a través de una


sustanciación ágil obtener la realización del crédito plasmado en el título,
título ejecutivo que goza de una presunción de autenticidad, siempre que
contenga ciertas condiciones indispensables como la de contener una
obligación de pagar una suma de dinero, que la cantidad sea líquida o
fácilmente liquidable por una simple operación aritmética sobre la base
que el mismo título suministre y que resulte exigible, o sea de plazo
vencido, no sujeta a condición. Produce el efecto de cosa juzgada formal
por lo que tanto actor como demandado podrán entablar demanda en
juicio declarativo (art. 529 y 557), aunque no pueden volver a discutirse las
defensas que hayan sido motivo de pronunciamiento.

Juicio ejecutivo especial: Son pretensiones de naturaleza ejecutiva que


están contenidas en documentos a los que la ley les asigna una forma
particular de sustanciación. Comprende los juicios de ejecución prendaria,
hipotecaria, ejecución de sentencia, ejecuciones fiscales, cobro de multa y
costas liquidadas, cobro de honorarios regulados judicialmente (art. 801
C.P.C.).

Derecho procesal civil actual.


Modernas tendencias.
En búsqueda de superar el excesivo formalismo del proceso escrito y
dispositivo, en la actualidad se intenta encontrar una propuesta
superadora y alentadora para tornar el deficiente proceso civil en una
herramienta ágil y útil para la solución de conflictos.

Entre los mayores problemas que se presentan en la actualidad se pueden


destacar el excesivo formalismo, la falta de inmediación, la utilización
abusiva de instituciones que prolongan innecesariamente los trámites
como son los incidentes o las recusaciones, la falta de infraestructura y
escasez de recursos humanos y económicos del poder judicial y por último,
la imposibilidad de acceso a la justicia de un grupo de justiciables por las
desigualdades económicas y culturales.

En pos de superar estos viejos problemas, las tendencias actuales implican


un paso hacia la oralidad con participación activa del juez que pasa de ser
un mero espectador, a transformarse en un verdadero director del
proceso. Juntamente con ello, se intenta instaurar el denominado proceso
por audiencias.

En este proceso, se pasa de un trámite completamente escrito como el que


existe en la actualidad, a uno eminentemente mixto que comprenda un
escrito inicial y luego una audiencia de prueba y otra de debate con el
dictado de la sentencia al final de esta última.

Ambas audiencias se realizan de manera oral. En la primera de ellas o


audiencia preliminar, todos los sujetos procesales se reúnen luego de que
ellos hubieren aportado los hechos y el derecho por escrito. El
procedimiento se completa con la audiencia de vista de causa en la que se
lleva a cabo el debate oral de las cuestiones oportunamente introducidas.
Luego se cierra el trámite al que sólo resta agregarle el dictado de
sentencia.

Estructura del proceso penal.


El proceso penal es una serie de actos cumplidos por los órganos públicos
determinados por la ley y por los particulares obligados o autorizados a
actuar.

Se estructura sobre la base de dos momentos:

• El primero de ellos denominado investigación penal preparatoria


es llevado adelante por el Fiscal de Instrucción y excepcionalmente
por el Juez de Instrucción (arts. 301 y 339 C.P.P.). Culmina con la
requisitoria fiscal de elevación a juicio siempre que hubiere
elementos de convicción suficientes para sostener como probable
la participación punible del imputado en el hecho intimado (art. 354
C.P.P.).

• El segundo momento es el que se lleva adelante con el juicio


plenario, oral, público y contradictorio que se realiza ante el
tribunal de sentencia. La Cámara del Crimen que conoce en forma
unipersonal o colegiada. El tribunal de juicio resuelve en forma
definitiva.

En el libro tercero del C.P.P., además del juicio común se regulan los
procedimientos especiales que comprenden el juicio correccional, el juicio
abreviado y el juicio por delitos de acción privada.

El juicio abreviado regulado en el artículo 415 de dicho cuerpo normativo


está previsto para casos en que el imputado confiese circunstanciada y
llanamente su culpabilidad, ocasión en que podrá omitirse la recepción de
la prueba tendiente a acreditarla, siempre que estuvieren de acuerdo el
Tribunal, el Fiscal y los defensores. El fundamento de dudosa
constitucionalidad que se da al juicio abreviado, se encuentra en buscar
una solución que otorgue al justiciable una salida rápida y justa a su
conflicto, aunque al fundarse en las pruebas recogidas durante la
investigación penal preparatoria, se afecta sensiblemente su legítimo
derecho de defensa en juicio. El verdadero motivo del juicio abreviado es el
descongestionamiento del Estado en su tarea de administrar justicia,
reduciendo el juicio oral y público a una audiencia en la que el imputado
confiesa el hecho y el tribunal le aplica una pena previamente acordada
con el fiscal y el defensor.

El proceso de menores se rige por idénticas normas del C.P.P., con algunas
salvedades como por ejemplo la no aplicación de las normas relativas a la
prisión preventiva y la audiencia de debate a puertas cerradas para
preservar la intimidad de los menores.

Los juicios por delitos de acción privada se denominan “querella” y se


refiere a las acciones de calumnias e injurias. Prevé en su procedimiento
una audiencia de conciliación.

Estructura del proceso laboral y de


familia.
En el proceso de familia, las normas procesales se encuentran en la ley
procesal provincial.

Existe lo que se denomina juicio común que es de trámite oral y reservado,


de única instancia, con tribunal colegiado e impulso procesal de oficio. Por
esta forma de sustanciación se resuelven en general los asuntos referidos a
divorcio, separación personal y nulidad de matrimonio, filiación y adopción.
Es un procedimiento mixto que prevé el impulso procesal de oficio y
potestades jurisdiccionales para proponer y diligenciar pruebas.

También se prevén para diversas materias juicios especiales más breves


para cuestiones menores tales como la determinación de la guarda de
menores no sometidos a patronato, fijación de régimen de visitas o cuotas
alimentarias y autorizaciones en general. El conocimiento y resolución de
estos juicios especiales están atribuidos al juez de familia quien también es
el juez de sentencia. Sus resoluciones son apelables ante la Cámara de
Familia.

El ordenamiento procesal laboral comprende la regulación de los


conflictos individuales de trabajo derivados de la relación de contrato de
trabajo, las acciones emergentes de la ley nacional de accidentes y
enfermedades del trabajo y acciones de cobros de aportes y contribuciones
de fondos sindicales. Este procedimiento de trámite común se resuelve en
forma de juicio con trámite de juicio oral, público y continuo en instancia
única.
También la ley del fuero laboral prevé procedimientos especiales como un
trámite ejecutivo para el cobro de deudas plasmadas en títulos ejecutivos
que provengan de una relación laboral o para el cobro de costas judiciales
(art. 68, ley nº 7987). Asimismo, prevé el juicio de desalojo cuando se
pretenda obtener el lanzamiento de un trabajador de la vivienda
proporcionada por el patrón (art. 77).

Medios alternativos para la


resolución de conflictos.
Arbitraje
El arbitraje es un modo de solucionar con equidad, sabiduría y humanidad
una controversia sin ataduras jurídicas rígidas. Con este proceso se intenta
arribar a una solución efectiva en una leal paridad, sin recurrir a la
tramitación formal, en busca de una amigable composición.

A pesar de ser un procedimiento útil, tiene poco uso por la concepción


tradicionalista de soberanía estatal en la resolución de conflictos, la
deficiente legislación en la materia y la desconfianza y desconocimiento de
los abogados y sus clientes sobre ella.

El arbitraje puede ser voluntario o forzoso. El primero de ellos está


regulado en los artículos 601 y 602 del C.P.C., mientras que el forzoso está
previsto un artículo después y comprende los juicios declarativos generales
entre ascendientes y descendientes o entre hermanos y todas las
cuestiones que deban decidirse por árbitros conforme la legislación de
fondo.

Árbitro es la persona elegida por las partes de un litigio para que decida la
cuestión suscitada entre ellas, sustrayendo de ese modo el asunto del
tribunal de derecho al que hubiese correspondido. Se consagra de ese
modo una excepción al proceso ordinario porque la decisión de recurrir al
arbitraje debe ser tomada por todos los interesados. Los árbitros serán uno
o tres, nombrados de común acuerdo por los interesados.

Compromiso arbitral es el acto por el cual, en cumplimiento de una cláusula


compromisoria, de una manifestación de voluntad posterior a ella o de una
disposición de la ley, las partes someten a la decisión arbitral las cuestiones
concretas que en él se determinen, fijándose los árbitros, las normas de
procedimiento y las condiciones e impugnaciones del laudo.
Cláusula compromisoria es el acuerdo en virtud del cual las partes se
comprometen a someter cualquier controversia que se suscite en relación
con el acto jurídico que celebran, a un juicio arbitral.

El procedimiento arbitral está establecido en los artículos 624 a 629 del


C.P.C. y el fallo de los árbitros recibe la denominación de laudo arbitral que
se diferencia de la sentencia judicial porque en ésta, el órgano
jurisdiccional está obligado a fallar, mientras que el laudo puede no ser
pronunciado puesto que los árbitros carecen de la potestad otorgada por la
constitución a los jueces.

Mediación
La ley nº 24.573 de Mediación y Conciliación impone para todo proceso
judicial nacional, una instancia de conciliación obligatoria y consecuente
con ella, modifica disposiciones del Código de Procedimientos Civil y
Comercial de la Nación.

El artículo 1 establece el objetivo de la mediación que responde a la


intención de proveer a las partes de una instancia que les permita, sin
importantes erogaciones, alcanzar una solución extrajudicial para la
cuestión entre ellas suscitada.

El régimen de mediación, si tiene éxito, estimulará un cambio de


mentalidad hacia la elección de sistemas que, aunque no se impongan de
manera obligatoria, permitan encausar los diferendos sin necesidad de
iniciar trámite judicial alguno, salvo, por supuesto, que no se logre el
avenimiento buscado.

Por lo pronto, el C.P.C. de la Nación no admite una demanda que no sea


acompañada del certificado en el que conste la realización de la mediación.

Hipótesis práctica.
A. Juicio abreviado.

El caso: La Cámara en lo Criminal declaró al imputado, en lo que aquí


interesa, autor responsable de los delitos de abuso sexual sin acceso carnal
agravado reiterado y abuso sexual con acceso carnal agravado reiterado,
en concurso real; y corrupción de menores agravada, en concurso ideal con
los hechos anteriores y le impuso una pena de diez años de prisión. El
imputado presenta un escrito en el que manifiesta su voluntad de recurrir
en casación la sentencia antes aludida. El defensor del encartado presenta
recurso de casación, canalizando su pretensión a través del motivo
sustancial de tal vía impugnativa (art. 468 inc. 1° del C.P.P.). La queja gira
en torno a denunciar la errónea aplicación al caso de las agravantes, en
tanto entienden que siendo el imputado padre adoptivo de la menor
víctima, no puede el mismo ser considerado como ascendiente de aquélla a
la hora de agravar su conducta. Posteriormente, el encartado presenta un
escrito al que titula “Ampliación fundamentos casación” en el que formula
diversas críticas al fallo en cuestión; refiere que la confesión que realizó en
el debate (bajo la modalidad del juicio abreviado) no fue un relato
pormenorizado y sólo reconoció “...la responsabilidad sin decir cómo se
relacionaron los hechos...”. careciendo de toda validez la autoincriminación
que no esté acompañada de un relato expreso y pormenorizado de los
hechos. Considera también que en su caso hubo coacción psicológica en
aceptar el procedimiento de juicio abreviado ya que al momento de
efectivizarse, se encontraba en prisión preventiva y la experiencia de otros
reclusos evidenciaba que aquellos que no aceptaron el juicio abreviado, sus
condenas aumentaron en más del cincuenta por ciento. El TSJ resolvió
rechazar el recurso de casación.

1. En la sentencia de marras, se le achaca al encartado una serie de


ataques contra la integridad sexual de su hija adoptiva, consignándose
expresamente en la relación de los hechos dicho vínculo. Si bien es cierto
que desde la doctrina se ha considerado que el vínculo derivado de la
adopción no ingresa en la categoría de ascendientes a la que se refieren los
arts. 119, cuarto párrafo, letra b. y 125, tercer párrafo del C.P., no menos
cierto es que mayoritariamente se ha entendido que el adoptante es
respecto del adoptado una persona encargada de su guarda, motivo por el
cual, en tales supuestos, resultan de aplicación las agravantes reguladas en
los dispositivos legales mencionados, no ya por el vínculo parental sino por
esa relación derivada de la guarda.

2. Se ha acreditado que el imputado tenía la guarda de la víctima,


siendo además un requisito legal exigido por el art. 316 del C.C. para la
concesión de la adopción, situación que se mantuvo durante la ocurrencia
de los hechos, cuyo relato da claras muestras de que ocurrieron
encontrándose el imputado a cargo de tal guarda. Por tales razones,
evidenciándose que la aplicación de las agravantes obedeció a la calidad de
guardador en relación a su hija adoptiva (relación de la cual fue
debidamente informado).
3. La presentación que bajo el rótulo “Ampliación de los fundamentos
de la casación” efectuara el imputado ante este Tribunal Superior, cuando
ya había transcurrido prácticamente un año del plazo para interponer
recurso de casación, resulta claramente extemporánea. No obstante ello, a
fin de satisfacer las expectativas del acusado, corresponde señalar que esta
Sala, en diversos precedentes ha entendido que en aquellos casos en los
que, como en el presente, el debate se desarrolló bajo las modalidades del
juicio abreviado (art. 415 del C.P.P.), en principio, no se puede objetar a
través del recurso de casación el fallo alegando un reproche de carácter
formal, si no se acusa una inobservancia de los requisitos que vulneren la
base misma del consenso propio de tal tipo de procedimiento.

4. El imputado haber aceptado el juicio abreviado encontrándose


coaccionado psicológicamente puesto que hallándose bajo prisión
preventiva, de la experiencia de otros reclusos surgía que aquellos que no
aceptaron en su momento el procedimiento previsto en el art. 415 del
C.P.P., recibieron condenas que “aumentaron en más del cincuenta por
ciento” y en la presente, “se hablaba que de no aceptar dicho trámite, la
pena que se le impondría en el juicio oral, en lugar de ser de 10 años de
prisión, sería de 15”.

5. La coacción psicológica que dice haber sufrido el imputado no


encuentra respaldo en elemento probatorio alguno. Del acta del debate
surge que éste, al ser intimado por los hechos atribuidos reconoció los
mismos “como le fueron intimados”; que en virtud de la confesión lisa y
llana su defensor solicitó se imprimiera a la causa el trámite previsto por el
art. 415 del C.P.P. (sin que en ningún momento aludiera a tal coacción que
estaría sufriendo su defendido); que acto seguido el Tribunal informó al
imputado el alcance y sentido establecido por la ley a lo solicitado,
oportunidad en la que el mismo manifestó tener conocimiento y estar de
acuerdo con ello; que en base a tal acuerdo de las partes, el Tribunal
dispuso hacer lugar a lo solicitado y que al momento de concedérsele al
encartado la última palabra (art. 402, octavo párr. C.P.P), el mismo
“imploró clemencia por la clase de persona que es”.

6. Por lo demás, la supuesta experiencia de los restantes reclusos


como el rumor en cuanto a que el imputado sería condenado a una pena
de quince años de prisión, no es más que eso: una afirmación del
encartado no acreditado por elemento convictivo alguno, motivo por el
cual se descarta violación alguna a las bases del consenso del juicio
abreviado llevado a cabo en la presente.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba. Sent. nº 17, 28/02/2008. Trib.
de origen: Cám. 2 del Crimen Cba. "García, Héctor p.s.a. abuso sexual con
acceso carnal agravado continuado -Recurso de Casación".
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
La acción procesal
y su ejercicio

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)

1
El poder de acción
La acción procesal: definición y
caracteres.
Ferreyra De la Rua sostiene que el concepto más abarcativo de acción que
es que la presenta como “el poder de presentar y mantener ante el órgano
jurisdiccional una pretensión fundada en hechos jurídicamente relevantes
con el fin de obtener una decisión concreta y en su caso conseguir la
ejecución de la misma hasta su agotamiento”.

De tal modo, se manifiesta con la solicitud de actuación dirigida a los


órganos jurisdiccionales, a través del empleo de instrumentos técnicos
adecuados (demanda, requisitoria fiscal); pero no se agota en un mero
peticionar sino que además requiere su mantenimiento hasta la finalización
del trámite por el dictado de la sentencia y su ejecución.

Ello se ve claramente en el proceso civil, que por su carácter dispositivo


requiere el impulso inicial y también el posterior o de mantenimiento por
parte del interesado; distinto es en el proceso de familia o laboral, por ej.,
donde el impulso inicial es formulado por el actor (demanda laboral o de
familia) pero posteriormente, es el juez quien mantiene vivo y da impulso
al procedimiento hasta su efectiva finalización.

En materia penal, en razón del interés público involucrado, la acción es


ejercida por órganos del estado, esto es el Ministerio Público Fiscal, quien
promueve las actuaciones y ordena las medidas necesarias de investigación
y de prueba. Ello, más allá de la figura del Querellante Particular (art. 91 y 7
del CPP Cba.), que acuerda la posibilidad al ofendido de constituirse al lado
del órgano estatal, en una suerte de litisconsorte, pero que no excluye ni
limita en lo más mínimo los poderes y dirección del proceso que efectúa el
Fiscal.

Ahora bien, este poder con fundamento constitucional que significa la


acción procesal, se hace necesario atribuirle un contenido (pretensión) y a
la vez efectuar un deslinde en relación a otros institutos procesales que
resultan correlativos y complementarios: la pretensión y la demanda, que
representan respectivamente su contenido y su vía de realización.
Así, acción-pretensión-demanda, son instituciones correlativas y que se
vinculan en forma recíproca para explicar el fenómeno judicial, que no
puede ser entendido de modo integral sino con la conjunción de tales
conceptos: advierte que la demanda consiste materialmente en un acto
procesal formal y documental cuya presentación al juez implica el ejercicio
de la acción y que resulta ser el continente de un contenido necesario: la
pretensión.

En el ámbito penal, en cambio, el acto de promoción efectiva se configura


en principio con el requerimiento que formula el Ministerio Público Fiscal,
quien ejercita en nombre del Estado una pretensión penal (art. 341 y 355
CPPCba).

En cuanto a caracteres de la acción procesal, señalamos:

• Autónoma: existe con independencia del derecho material


invocado que sirve de fundamento a la pretensión planteada.
Prueba de ello es que puede promoverse efectivamente el poder de
acción, tramitarse íntegramente un juicio y la sentencia resultar en
definitiva desestimatoria de la pretensión deducida en juicio.

• Pública: se dirige a un órgano público y persigue fines de idéntica


naturaleza con independencia del fundamento sustancial, que sirve
de base a la pretensión esgrimida. Es así que puede tener
basamento en pretensiones públicas de derecho penal o privadas
que hacen al derecho privado común.

• Realizadora: del derecho sustantivo del fondo.

La pretensión: Definición. Elementos.


Como lo adelantáramos, es el contenido de la acción procesal. Expresa
Clariá que se trata de un contenido inomitible e irreemplazable, sin el cual
la acción sería vacua y por ende ineficaz, esta pretensión jurídica debe
mostrar su fundamento en la posibilidad de estar efectivamente fundada
en derecho. Si esa posibilidad faltara, no habría sobre qué decidir. Por ello,
debe admitirse la existencia de un vínculo entre la acción y el
ordenamiento jurídico.

Devis Echandia define a la pretensión como “el efecto jurídico concreto que
el demandante persigue con el proceso, efecto al cual se quiere vincular al
demandado”. Pero la pretensión no sólo tiene como efecto someter a su
voluntad al demandado: la sujeción de éste y la obligación emanan de la
sentencia.
El objeto de la pretensión es lo que se pide en la demanda. El objeto
litigioso no se confunde con la pretensión, sino que es el objeto de ésta,
pues sobre un mismo objeto litigioso pueden existir pretensiones diversas
o análogas, pero con distinto fundamento o causa. De allí que el objeto de
la pretensión no se identifica con el objeto del derecho material que el
actor declara tener.

Elementos:

• Elemento subjetivo:
La pretensión consta de tres sujetos:

 El actor que la formula

 El demandado frente a quien se formula y

 La persona ante quien se formula.

Los dos primeros son los sujetos activos y pasivos de la pretensión y el


tercer sujeto es el órgano destinatario de esa pretensión que tiene el deber
de satisfacerla.

• Elemento objetivo:

 Objeto de la pretensión: está constituido por el


determinado efecto jurídico que con ella se persigue y que
puede ser visto desde dos aspectos: inmediato, esto es la
clase de pronunciamiento que se reclama (condena,
declaración, ejecución, etc.); o mediato, es decir el bien
sobre el cual debe recaer el pronunciamiento (cosa mueble
o inmueble cuya restitución se solicita, suma de dinero,
relación jurídica cuya existencia o inexistencia debe
declararse, etc.)

 La causa, fundamento, título o razón: es la concreta


situación de hecho a la cual el actor asigna una determinada
consecuencia jurídica. La pretensión está individualizada
por los hechos afirmados, no por el derecho que se invoca
en la demanda. Se trata del conjunto de hechos que
constituyen el relato histórico de las circunstancias de
donde se cree deducir lo que se pretende y a la afirmación
de su conformidad con el derecho en virtud de
determinadas normas subjetivas. Se trata de la causa
pretendida de la demanda, es la razón aparente que sirve
de fundamento a la pretensión.
 La actividad que la pretensión involucra: y que se
desenvuelve en las dimensiones de lugar, tiempo y forma
que coincidirán, necesariamente con las del proceso en que
la pretensión se haga valer.

Teoría de la identificación de las pretensiones:


definición, postulados básicos. Acumulación objetiva en
los diferentes tipos de procesos.
El concepto de la pretensión interviene en el estudio de los siguientes
institutos procesales: la demanda, la cosa juzgada y la Litis pendencia, la
excepción, congruencia de procesos y peticiones en una misma demanda.

Para la determinación de la cosa juzgada y de la Litis pendencia se hace


preciso cuando dos pretensiones son idénticas, es decir son una misma.

La teoría encarna el análisis de tres elementos: sujetos, objetos y causas, y


entiende que si confrontadas dos pretensiones, éstas tienen iguales
sujetos, objetos y causas (triple identidad) serán idénticas.

• Identidad de sujetos
Para que dos pretensiones sean idénticas es menester que involucren los
mismos sujetos activo y pasivo (se excluye el órgano jurisdiccional). Este
análisis mira la cualidad jurídica en que dichos sujetos han intervenido en
cada caso, no siendo suficiente que se trate físicamente de las mismas
personas: Pedro puede demandar a Juan a nombre propio a raíz de un
contrato y a la vez demandarlo como representante legal de su hijo menor
en razón del mismo contrato en tanto los involucra a ambos.

• Identidad de objeto
Debe tratarse del mismo objeto (inmediato y mediato) de la pretensión. Si
el objeto inmediato es la condena, el mediato resulta de la naturaleza de la
prestación que se demande y será necesario distinguir según se trate de
obligaciones de dar, hacer o no hacer.

No habrá identidad si el objeto de una pretensión puede concebirse


inmediatamente del objeto de la otra.

En materia penal la identidad debe darse respecto del hecho, del


acontecimiento histórico fijado en el primer proceso y que dio lugar a la
persecución.
• Identidad de causa
Como el objeto de la pretensión puede ser debido por diversas razones, se
hace necesario que haya identidad de causa: deberá identificarse la fuente
del objeto de la pretensión. En muchos casos la misma coincide con la
fuente de la obligación material: tal es el caso de la locación, la
compraventa, etc. pero en el ámbito de las pretensiones reales se advierte
una distinción importante: en la reivindicación la causa inmediata es el
dominio, pero el hecho constitutivo de éste puede variar según que derive
de una compraventa, una donación o que haya sido adquirido por
prescripción. En este sentido advierte Alsina que respecto a la pretensión
procesal, lo que está en juego es el dominio mismo y no el modo de
adquisición y por eso no varía la acción por el hecho de que se invoque una
causa mediata distinta, y así, rechazada la reivindicación por no haberse
acreditado el dominio que se dijo adquirido por donación, no podría
intentarse nuevamente alegando que el dominio se adquirió por
prescripción, pues ya en el primer caso se declaró que el reivindicante no
era propietario.

Postulados básicos o condiciones para el ejercicio de la acción

La pretensión procesal debe reunir determinados requisitos:

I- REQUISITOS DE ADMISIBILIDAD

1. Extrínsecos:

a- Procesales: este grupo se refiere a los requisitos previstos para


los sujetos, el objeto, la causa y la falta de concurrencia de Litis
pendencia o cosa juzgada.

Respecto de los sujetos

o Tribunal: debe tener capacidad tanto sustancial como


procesal. La sustancial se refiere a la observancia de las
normas constitucionales y de las legales que sean su
consecuencia para la válida constitución del tribunal (juez
natural), designación del juez o de los jueces, etc. La
procesal se refiere a la competencia, el territorio, el grado y
el turno, salvo la posibilidad de prórroga (en general en
materia de competencia territorial).

o Partes: deben tener capacidad para ser parte (aptitud para


ser titular de derechos y deberes procesales) y a la vez
capacidad procesal (aptitud para realizar personalmente, o
por medio de un mandatario convencional, actos procesales
válidos). Los defectos en esas capacidades autorizan a
oponer la excepción dilatoria de “falta de personería”.

Respecto del objeto

o Idoneidad: el objeto debe resultar idóneo con relación al


tipo de proceso en el cual la pretensión se ha deducido (no
resulta idóneo cuestionar la existencia de un contrato de
compra y venta como fuente de una obligación caratular en
un juicio ejecutivo).

Carga menciona con exactitud la “cosa demandada” y


formular la “petición en términos claros y precisos”. No
deben surgir dudas acerca de lo que se pide pues la
oscuridad, la deficiencia en la exposición atenta contra el
derecho de defensa, lo que conduce al rechazo in limine de
la demanda o la interposición de la excepción de “defecto
legal” por parte de quien tiene derecho de defenderse.

• Respecto de la causa
La pretensión debe estar fundad en hechos de los cuales
surja, prima facie, su carácter de jurídicos, es decir, hechos
contemplados por el derecho.

• Respecto a la actividad

o Lugar: la pretensión debe deducirse ante el tribunal


competente por razón de la materia.

o Tiempo: existen limitaciones de naturaleza sustancial y


procesal respecto de las distintas pretensiones. Existen
derechos que no pueden ser ejercidos transcurrido cierto
transcurso del tiempo (prescripción). A la vez la demanda
debe interponerse en días y horas hábiles, en el horario de
atención al público de los tribunales.

o Forma: los códigos procesales establecen formas para la


presentación de la demanda y de la contestación, las cuales
deben ser observadas bajo sanción de inadmisibilidad.

b- Extrínsecos Fiscales: la falta de pago de la tasa de justicia y


aportes debidos por los profesionales trae aparejado, en la práctica, la
no admisión de la demanda en el ámbito civil y comercial, a pesar de
que el CPCCba. en su art. 86 dispone que antes de efectuar algún
rechazo por este motivo, los tribunales deben emplazar a la parte para
que lo haga.
2. Intrínsecos

a- Sujetos: además de la amplitud genérica APRA ser parte y


capacidad procesal, se requiere que los intervinientes como parte del
proceso sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo
tal calidad. Se trata de la amplitud jurídica denominada legitimación
para obrar o legitimación procesal y que se entiende como aquel
requisito en cuya virtud debe mediar una coincidencia entre las
personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas a las
cuales la ley habilita especialmente para pretender y contradecir al
respecto de la materia sobre la cual versa el proceso. La pauta para
determinar esta legitimación está dada por la titularidad, activa o
pasiva, de la relación jurídica sustancial controvertida en el proceso.

b- Objeto: que el objeto de la pretensión sea jurídicamente posible:


no lo será aquella pretensión tendiente a obtener el pago de una deuda
de juego, pues se trata de una pretensión que versa sobre un objeto
acerca del cual se encuentra vedada cualquier decisión judicial.

c- Interés: los adagios “si interés no hay acción” y “el interés es la


medida de las acciones” no son caprichosos; el interés es la base
genética del proceso, el presupuesto para el ejercicio del derecho de
acción.

II- REQUISITOS DE FUNDABILIDAD

Una vez admitida la demanda y desarrollado el proceso, el juez estará en


condiciones de pronunciarlas sobre el mérito de la pretensión, es decir
sobre si ésta es o no fundada. Para esa tarea el juez fija el hecho y aplica el
derecho, pudiendo prescindir de las normas invocadas por las partes y
suplir las omisiones de fundamentación en que hubiesen incurrido. Sin
embargo las partes son las encargadas mediante la institución de la carga
procesal de probar mediante la aportación de pruebas los hechos
controvertidos.

Acumulación objetiva de las pretensiones

Expresa Palacio que por proceso acumulativo se entiende aquel que sirve
para la satisfacción de dos o más pretensiones. La acumulación tiene dos
fundamentos:

• Evitar el desgaste jurisdiccional y el ahorro de tiempo.

• Evitar la eventualidad de dos pronunciamientos contradictorios en


razón de tratarse de pretensiones conexas.
En el ámbito penal, la acumulación produce un desplazamiento de
competencia.

Para la acumulación objetiva originaria, las pretensiones se proponen


conjuntamente desde el comienzo del proceso. Permite reunir en una
misma demanda distintas pretensiones que el actor tenga contra el
demandado en la medida que:

o No se excluyan entre sí, es decir una contradiga a la otra.

o Correspondan a la competencia del mismo juez, es decir,


competencia material: no puede acumularse una pretensión civil,
con una laboral o comercial.

o Pueden sustanciarse por los mismos trámites, por razones de orden


procesal, no es posible acumular una pretensión ordinaria con una
ejecutiva, pues los trámites son distintos, los plazos también.

Los requisitos exigidos para que proceda la acumulación difieren de los del
ámbito penal, en donde la acumulación produce el desplazamiento de la
competencia del tribunal en cuanto su fundamente atiende a otras
razones, como la necesidad de que se produzca aunque no la acumulación
de procesos, si la acumulación d penas y esta se resuelva en la misma
sentencia, atendiendo el interés del estado en la investigación y el interés
del individuo en el ejercicio de su derecho de defensa.

Medidas preparatorias en el proceso


civil y penal. Definición, contenido y
manifestaciones.
Las medidas preparatorias se limitan a los trámites requeridos para salvar
jurisdiccionalmente los obstáculos que impiden presentar válida y
derechamente la demanda. Esta instancia preparatoria implica ya el
ejercicio del poder de acción.

Las medidas preparatorias están reguladas en el art. 485 del CPC Cba, el
que dispone:

“1- El juicio ordinario podrá prepararse por la persona que pretenda


iniciarlo, solicitando que:
2- La persona contra quien se dirija la demanda, preste declaración jurada
sobre hechos relativos a su personalidad y sin cuyo conocimiento no sea
posible promover el juicio.

3- Se exhiba la cosa mueble que fuere objeto del pleito y se deposite a la


orden del tribunal, en poder del mismo tenedor o de un tercero.

4- Se exhiba algún testamento, cuando el solicitante se crea heredero,


coheredero, legatario o albacea y a quien fuere necesario para comenzar
la demanda.

5- El vendedor o el comprador, en caso de evicción, exhiba los títulos u otros


documentos relativos a la cosa vendida.

6- El socio, comunero o quien tena en su poder los documentos o cuentas de


la sociedad o comunidad, los presente o exhiba.

7- El tutor, curador o administrador de bienes, presente las cuentas de su


administración

8- Se nombre tutor o curador para el juicio de que se trate

9- Se practique mensura del inmueble objeto de la demanda

10- La persona que pueda ser demandada por reivindicación u otra


acción sobre cosa determinada que exija conocer si la ocupa y el carácter
en que lo hace, exprese si reconoce tenerla en su poder y a qué título la
tiene.

11- Si el eventual demandado tuviere que ausentarse del país,


constituya domicilio dentro del plazo que el tribunal fije, bajo
apercibimiento de rebeldía.

Se cite para el reconocimiento de la obligación de rendir cuentas.

Salvo los casos de los inc. 8 y 10, no podrán invocarse las diligencias
decretadas si no se dedujere la demanda dentro de los treinta días de su
realización. En relación al inc. 1, si el reconocimiento fuere ficto el plazo
correrá desde que hubiere quedado firme la declaración que lo declare”
7.3. El ejercicio de la acción en el
procedimiento civil, penal, laboral y de
familia. Requisitos, contenido, efectos.
Alsina define a la demanda, en su acepción estricta, como “el acto procesal
por el cual el actor ejercita la acción solicitando al tribuna la protección, la
declaración o la constitución de una situación jurídica”.

Palacio, define a la demanda como un acto que se funde con la pretensión


del actor, de modo simultáneo, “es la petición encaminada a lograr la
iniciación de un proceso, a cuyo efecto quien la formula ejerce y agota el
derecho de acción que le compete”.

En definitiva, es un acto procesal, un acto jurídico voluntario. A la vez es un


acto formal que debe cumplir una serie de requisitos mínimos establecidos
por las leyes procesales: ser escrito y firmado. De esta manera constituye
un documento que tiene la siguiente importancia:

• Es el acto inicial que da origen a la relación procesal e influye en su


desarrollo.

• Abre la instancia y a partir de su admisión se cuenta el plazo para la


perención de la instancia.

• Pone en ejercicio a la jurisdicción y, con ella, a los poderes del juez,


pero al mismo tiempo los limita en tanto aquél no puede
pronunciarse sobre peticiones que no estén deducidas en la
demanda.

• Establece lo relativo a la prueba.

Contenido y requisitos
Contiene las afirmaciones de hechos jurídicamente relevantes que
justifiquen la pretensión del actor. En su esencia la demanda constituye un
silogismo: la premisa mayor es la norma jurídica invocada, la menor, la
relación de los hechos y la conclusión, es el resultado al que arriba el actor
entre ambas premisas y se exterioriza en la petición.

Posee sujetos (actor y demandado), objeto (que conste en la petición),


causa (fundamento de la pretensión expuesta) y finalidad (fin perseguido
por el actor). El contenido de la demanda es la petición, de allí que cuando
la pretensión no existe, es imposible, ilícita o inmoral, la demanda debe ser
rechazada in limine, de oficio por el tribunal.

Nuestro CPCCba establece en su artículo 175 que la demanda se deducirá


por escrito y expresará:

• El nombre, domicilio real, edad, estado civil del demandante; tipo


número de documento de identidad.

• El nombre y domicilio del demandado

• La cosa que se demande designada con exactitud. Si se reclamase el


pago de una suma de dinero, deberá establecerse el importe
pretendido, cuando lo fuese posible, inclusive respecto de aquellas
obligaciones cuyo monto depende del prudente arbitrio judicial.

• Los hechos y el derecho en que se funde la acción.

• La petición en términos claros y precisos.


Para una mejor comprensión, exponemos a continuación el siguiente
modelo de demanda ordinaria por daños y perjuicios:
Señor Juez: ..., abogado, CPACF,... con domicilio legal en patrocinado por el Dr. ...
con igual domicilio legal a V.S. digo:

1. PERSONERIA: actúo por... según poder general cuya fotocopia adjunto y que
juro está vigente en su totalidad bajo los términos de la fotocopia.

2. Domicilio actora: el domicilio real de la actora es en esta ciudad, en...

3. Antecedentes instrumentales: individualizo en este mismo Juzgado y Secretaría


los juicios que, sobre desalojo por un lado, y sobre cobro ejecutivo por otro lado,
sigue contra la demandada. Integran el juicio de cobro ejecutivo y el presente
también, los fiadores solidarios principales pagadores. A los efectos del presente
juicio oportunamente se tendrán a la vista para sentenciar, esos expedientes y
la documentación que forma parte de los mismos, contrato de locación, carta
documental, demanda, contestaciones, sentencia, etc.

4. Demandados: son demandados solidarios en este proceso por restitución de


dinero y daños de rescisión, la locataria... domiciliada en... de esta ciudad;... y...

5. Monto de este juicio: el monto estimativo del presente juicio se establece en la


suma de... pesos ($...) o lo que en más o en menos resulte de la prueba que se
rinda, más intereses, costas, costos, hasta el momento de su efectivo pago. La
estimación se funda en lo siguiente: a) Valor locativo real de mercado a la fecha
del inmueble dado en locación a ..., pesos ... y meses faltantes de contrato ...
(...), total: $ ... b) Impuestos y tasas adeudadas y sus intereses y multas
estimativos a la fecha $ ... Total, en más o en menos, son ... pesos en las
condiciones y con las sujeciones arriba descriptas (sobre monto actual sin
accesorios de tasas e impuestos, ver fotocopia que agrego de carta documental
también referida).

6. HECHOS Y DERECHO: el contrato de locación vencía el... pero queda rescindido


en... por culpa de la demandada por falta de pago según surge de los otros dos
juicios de este mismo Juzgado y Secretaría. La locataria y sus fiadores solidarios
principales pagadores responden del daño causado por la rescisión con causa
(daño emergente y lucro cesante) hasta el fin del contrato; además de tener que
restituir montos de impuestos y tasas a su cargo que como se aprecia y sostengo
no se han pagado. Sin perjuicio de otras deudas posteriores por esos conceptos,
daños en el inmueble, etc., que serán materia de otro juicio. Dispone el art. 1579
CCRA que si el locatario no paga los alquileres es pasible de desalojo y debe
indemnizar los daños y perjuicios causados. Este es el caso. La responsabilidad
se extiende a los demandados fiadores principales pagadores conforme a los
términos del contrato de locación, ver cláusula... La jurisprudencia ha estimado
prudente establecer el monto de los daños por permanencia indebida o por los
meses no utilizados, en el monto de los alquileres reales multiplicados por el
lapso comprendido. Esos parámetros ha tomado mi cliente.

7. PRUEBA: a) instrumental la individualizada y toda la actuación de ambos juicios


individualizados que se requerirán de V.S. por oficio, se certificará, testimoniará,
etc., conforme a las exigencias de este proceso; b) confesión de los demandados
y sometimiento de reconocimientos de sus respectivas firmas; caso de negativa
desde ya pido prueba pericial caligráfica; c) prueba pericial de arquitecto para
que dictamine sobre el valor locativo de mercado del inmueble objeto del juicio
habida cuenta de sus características, objeto y bondades; d) reconocimiento
judicial; e) oficios a Correo Argentino para autenticidad, remisión y recepción de
la carta documental agregada al juicio de desalojo cuya fotocopia obra en
autos; a Aguas Argentinas y Municipalidad para que informe sobre montos,
pagos y no pagos de tasas e impuestos de la unidad objeto del juicio a partir de
las cuotas de ... debiéndose informar sobre intereses y multas. Diligenciará el
oficio el suscripto. Designo como consultor técnico al Arq. ..., con domicilio en...
Otro oficio: al Registro de la Propiedad para que informe sobre la titularidad del
dominio del bien objeto de la locación rescindida.

PETITORIO: 1) se me tenga por parte, presentado, domiciliado; 2) por ofrecida


prueba e individualizados los documentos; 3) en el carácter invocado iniciada esta
acción; 4) Se dé traslado a la demanda bajo apercibimiento; 5) se tengan
presentes las reservas; 6) en su hora se haga lugar a la acción en todas sus partes
y se condene solidariamente a los demandados al pago de lo reclamado, con más
intereses y costas o a lo que en más o en menos resulte de la prueba que se rinda
en autos, con costas. SERA JUSTICIA.

Efectos de la demanda
• Sustanciales: aquellos que se relacionan con la validez y vigencia de
las normas positivas de fondo:
o Interrupción de la prescripción: surge del Art. 2546 del C.C. y C.
de La Nación que la presentación de la demanda tiene por
efecto la interrupción del curso de la prescripción adquisitiva
contra el poseedor y de la prescripción liberatoria contra el
deudor.

o Caducidad de ciertos derechos: son casos especiales regulados


por el derecho de fondo, y que implican caducidad de derechos,
casos relacionados con el derecho de familia (acción de nulidad
de matrimonio).

o Extinción de las opciones del actor: la presentación de la


demanda produce efectos respecto de diversas opciones que
puede realizar el actor desde que, elegida una, ya no le es
posible solicitar la otra prevista en la misma norma. Se trata de
obligaciones alternativas, en las cuales se obliga a optar 8arts.
635, 641, 646 y 648 CC).

o Incapacidad de derecho para la compra de cosas litigiosas: la


interposición de la demanda produce el efecto previsto en el
art. 1361 del CC que establece la prohibición queresa para los
abogados, jueces, fiscales, defensor de menores, procurador,
escribanos y tasadores de adquirir, aun en remate, los bienes
mencionados en la demanda, los que adquieren la calidad de
litigiosos.

• Procesales: se relacionan con normas establecidas en la ley


procesal específica que regula el proceso:

o Apertura de instancia: la demanda es el acto mediante el cual se


pone en ejercicio el poder de acción, medio por el cual queda
abierto el juicio pues provoca la excitación de la jurisdicción,
referida al acceso al primer grado de instrucción del proceso y
de conocimiento de sus actos por el juez. Para el actor aparece
la carga procesal del impulso procesal para evitar la perención
de la instancia.

o Estado de litispendencia: con la interposición de la demanda, aun


antes de su notificación, se produce el estado de litispendencia,
el que será perfeccionado con la respectiva notificación.

o Competencia del juez respecto del actor: el actor al interponer la


demanda, hace una elección que puede implicar una prórroga
de competencia en razón del territorio.
o Objeto litigioso: salvo excepciones, el actor no podrá modificar el
objeto de la demanda. El demandado, mientras no reconvenga,
deberá limitarse a contestar sobre el objeto litigioso, sin poder
variarlo. Además establece un límite a los poderes del juez en la
sentencia, quien deberá pronunciarse sobre éste, manteniendo
el principio de congruencia.

o Confesión: interpuesta la demanda, los hechos expuestos por el


actor pueden implicar confesión de su parte, respecto de
aquellos acontecimientos lícitos no contrapuestos a la prueba
rendida.

Hipótesis práctica.
El caso: el peticionante de las medidas preparatorias apeló la resolución del
juez de primera instancia que denegó el pedido de devolución de la
documental acompañada en sustento de las medidas solicitadas fundado
en la oposición del futuro demandado (que compareció
espontáneamente). La Cámara revocó la resolución y ordenó la restitución
de la documental requerida por el oferente.

1. En el sistema de la ley procesal las medidas preliminares y prueba


anticipada (art. 485 y 486 C.P.C.) tienen un régimen recursivo muy estricto
conforme al cual sólo es apelable la resolución denegatoria de la diligencia.
Esto es así no solo porque lo establece la norma específica que regula el
régimen impugnativo de las medidas (art. 487 C.P.C.), sino por aplicación
del régimen legal de los recursos (ausencia de gravamen irreparable). Sin
embargo ello no obsta la interposición del recurso de reposición,
impugnación ésta que constituye el instrumento apto para cuestionar
resoluciones que hayan sido dictadas sin sustanciación y no causen
gravamen irreparable.

2. La decisión de resguardar la documental a despecho de la voluntad del


oferente, antes de imprimir trámite a las medidas peticionadas, en
principio, debe considerarse una resolución respecto de las cual solo cabe
el recurso de reposición. Sin embargo, las particular situación planteada,
donde la decisión adoptada respecto de la documental, lo ha sido luego de
oír al enunciado como futuro demandado, nos inclina a admitir la
apelabilidad habida cuenta que la decisión es susceptible de ocasionar
gravamen irreparable, máxime si se repara en que ha mediado imposición
de costas.

3. Las diligencias preliminares no contienen una acción extraída del


derecho sustancial dirigida contra persona alguna, sino que entrañan una
pretensión fundada en normas adjetivas que autorizan el diligenciamiento
de aquellas sólo en los supuestos excepcionales mencionados. Es decir que
la solicitud de medidas preliminares es una petición de tipo procesal, cuya
admisibilidad depende del juicio del tribunal como director del proceso y
que sólo incumbe a la eventual contraria en la medida que el rito le otorga
la posibilidad de oponerse mediante la reposición en contra del decreto
que haya admitido el pedido.

4. La denegatoria a la restitución de la documental adoptada por el


tribunal, ponderando la oposición del futuro adversario a la entrega de los
originales adjuntados por el peticionante, importó admitir una suerte de
sustanciación incidental con intervención de un tercero que ninguna
injerencia puede tener en la fase previa a que el tribunal decrete la
diligencias.

5. Si ponderamos que las diligencias preliminares no constituyen una


demanda introductiva del proceso y que la citación de la contraria no
significa que constituya un conflicto de intereses, debemos concluir que la
oposición de esta última antes de que el tribunal despache las medidas
peticionadas, era inviable.

6. El peticionante de las diligencias preliminares es soberano en orden a


delimitar aquellos actos procesales que quiera realizar con anterioridad a la
demanda tendientes a asegurar la eficacia o evitar la frustración de las
etapas introductoria y probatoria. Ergo es el único habilitado para decidir
acerca de las medidas que solicita tendientes a la preparación del futuro
proceso de conocimiento (medidas preparatorias) o a la conservación de
las pruebas (prueba anticipada) sin que el futuro contradictor ni el propio
Jugador puedan limitarlo en tal libertad.

Cám. 2ª Civ. y Com. Cba. A. 119 10/04/2008 “Bernal Cornejo, Gabriel


Esteban c/ Chali, Jorge Alberto – Otras acciones societarias – Medidas
preparatorias”.
Bibliografía de referencia
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
La excepción
procesal

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)

1
El poder de excepción
Definición. Contenido. Caracteres.
Ejercicio.
Se identifica con el derecho de defensa atribuido a toda persona que es
demandada o sindicada como autor de un delito y se ejerce en las
oportunidades fijadas por la ley ritual. Se presenta, precisamente, como
una facultad o atribución de concurrir ante el juez para contradecir la
acción, en sentido amplio.

El poder de excepción como tal corresponde exclusivamente al demandado


o al perseguido penalmente y se ejerce en el ámbito del proceso. Por ello,
cierta parte de la doctrina entiende ver en el poder de excepción “un
diverso aspecto del derecho de acción”.

Según Clariá Olmedo, en una acepción genérica, la excepción “es un poder,


es toda defensa que el demandado opone a la pretensión del actor
esgrimiendo hechos modificativos, impeditivos o extintivos”.

Por su parte, Couture atribuye a la excepción un significado más amplio,


expresando que “es el poder jurídico de que se halla investido el
demandado para oponerse a la acción promovida en su contra”.

Este poder genérico de defensa también se manifiesta en el proceso penal


y le asiste muy especialmente al imputado. En efecto, el sujeto perseguido
penalmente como consecuencia del ejercicio de la acción y aún antes, esto
es durante la investigación fiscal preparatoria, se encuentra mundo del
poder de plantear pretensiones con fundamento opuesto o diverso al de la
imputación, postulando se lo absuelva o se dé una declaración de menor
responsabilidad. También puede pretenderse la eliminación, la paralización
o el cierre de proceso, por no ser viable el ejercicio de la acción o mediar
algún impedimento para resolver sobre el fondo.

Por ello se nos presenta la acción con el poder de atacar y la excepción


como la expresión del derecho a oponerse.

La excepción encuentra fundamento específico en el art. 18 CN que


expresa “es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos”,
abarcando dicho derecho la garantía del debido proceso, que no se agota
con el mero ejercicio de la jurisdicción sino que, además, requiere de otros
aditamentos que se actúan durante el trámite, comprensivo del derecho de
audiencia y de prueba. En este sentido, la doctrina ha señalado que “la
garantía de defensa en juicio consiste, en último término, en no ser privado
de la vida, libertad o propiedad sin la garantía que supone la tramitación de
un proceso desenvuelto en la forma que establece la ley”.

El poder de excepción, al igual que la acción, constituye un poder de


carácter abstracto pero con contenido determinado que denominamos
“pretensión”. Es así que el contenido del poder de excepción está
constituido por la afirmación de hechos con relevancia jurídica opuestos a
la pretensión del actor, que respecto de aquel presentan similitudes y
diferencias.

De tal modo, la acción o la postulación del actor debe ser ineludiblemente


formulada: en cambio, la pretensión del demandado, puede consistir en
afirmaciones de hechos opuestos con relevancia jurídica o estos hechos
pueden estar representados por simples actitudes omisivas. Estas
situaciones también configuran la pretensión del demandado y establecen
el vínculo entre el poder de excepción y las normas del derecho sustancial.
Es así que quien se defiende y ejerce el derecho de excepción en sentido
amplio, lo hace conforme al plexo jurídico sustancial, que regulan los
códigos de fondo, v.gr. el Civil, Penal, de Comercial, etcétera. No es posible
realizar oposición para satisfacer aspiraciones ajenas al orden jurídico.

Determinado el origen constitucional del poder de excepción, como su


necesaria vinculación con el derecho sustancial, cabe señalar, las vías
procesales para su ejercicio que se especifican en los códigos formales.

Técnicamente y utilizando un acepción restringida, el vocablo “excepción”


se refiere a ciertos tipos de defensas regladas por la ley procesal y en otros
casos, por la sustancial. Nos estamos refiriendo al concepto de excepción
en sentido estricto que reconocen identidad conceptual y nominación
expresa en el sistema jurídico.

La oposición de excepciones, en sentido estricto, importa para el


demandado una posibilidad de introducir objeciones fundadas en la falta
de algún presupuesto procesal, o dirigidas a poner de manifiesto alguna
obstancia sustancial. Tal sucede con las posibilidades previstas en los
códigos de fondo, para resistir la pretensión jurídica contra él ejercida que
se viabiliza a través de modos reglados por la ley sustancial Así podrá el
demandado alegar ante un reclamo de carácter patrimonial, el haber
pagado o que la obligación se encuentra prescripta.

Por otro lado, se señala que el ejercicio del poder de excepción en sentido
estricto se manifiesta en diferentes oportunidades, ya sea que se ejercite
en el proceso civil o en el proceso penal. Sin embargo, en forma
coincidente, sea cual fuere el tipo de proceso, la ley señala la secuencia o
tiempo en que debe ser puesto en acto.
En cuanto al órgano a quien corresponde este poder, se identifica con el
sujeto posicionado en la faz pasiva de la relación jurídica procesal.

La realización o desenvolvimiento del poder de excepción, exige de su


titular que ostente capacidad procesal.

En el proceso penal, en cambio, el titular del poder de excepción es


cualquier persona que debe soportar la persecución penal.

Oposición a la pretensión. Formas en el


procedimiento civil.
Contingencias resultantes de la conducta del demandado en la
contestación de la demanda.

Contestación de la demanda. Definición.


Notificada la demanda, nace para el demandado la “carga” de contestarla.
El demandado debe realizar este acto procesal dentro del plazo legal según
el tipo de procedimiento de que se trate si no desea ser declarado rebelde;
se trata de un plazo improrrogable pero no perentorio, de allí que una vez
finalizado no precluye la oportunidad, salvo que el actor acuse rebeldía y el
juez la declare, a partir de esa declaración firme de rebeldía, precluye para
el demandado la facultad de contestar.

La doctrina mayoritariamente entiende que la contestación de la demanda


constituye un acto jurídico procesal que importa el ejercicio del derecho de
defensa. Palacio define a la contestación de la demanda como “el acto
mediante el cual el demandado alega, en el proceso ordinario, aquellas
defensas que no deban ser opuestas como de previo y especial
pronunciamiento, y en los procesos sumario y sumarísimo (se refiere al CPC
de la nación), toda clase de defensas que intente hacer valer contra la
pretensión procesal”.

La contestación de la demanda, consiste en un acto que exterioriza el


ejercicio del derecho de excepción procesal y, como tal, se dirige al
juzgador, al estado, de allí que se entienda al traslado de la demanda como
una interrogación que el juez hace al demandado acerca de su deseo de
ejercer su respectivo poder de excepción, y con él, su derecho de defensa.

Se la ha definido como un “acto procesal mediante el cual quien ha sido


demandado (convenido) opone a la pretensión del actor la propia
pretensión de sentencia declarativa de certeza negativa: desestimación de
la demanda”.
• Ante la notificación de la demanda, el demandado puede:

• No comparecer, por lo que a pedido del actor puede incurrir en


rebeldía.

• Comparecer, pudiendo luego de ello:


a- Oponer excepciones previas.

b- No contestar el traslado de la demanda o hacerlo de modo no


correcto.

c- Allanarse, lo que implica aceptar la demanda en todos sus


términos; el allanamiento también puede ser parcial, es decir,
acepta alguno de los hechos. d- Niega cada uno de los hechos. e-
Reconoce algunos hechos y niega otros.

f- Reconoce hechos pero les niega trascendencia en el derecho


pretendido.

g- Reconoce hechos pero alega otros impeditivos o extintivos de la


relación jurídica como la prescripción o el pago.

h- Responde con afirmaciones que se oponen o resultan negativas a


las efectuadas por el actor.

i- Reconviene, es decir, contrademanda.

En nuestro CPCCba se encuentra contemplada en el art. 192, el que


expresamente señala que “en la contestación, el demandado deberá
confesar o negar categóricamente los hechos afirmados en la demanda,
bajo pena de que su silencio o respuestas evasivas puedan ser tomadas
como confesión.

La negativa general no satisface tal exigencia.

Deberá también reconocer o negar categóricamente la autenticidad de los


documentos acompañados que se le atribuyan y la recepción de las cartas y
telegramas a él dirigidos que se acompañen, bajo pena de tenerlos por
reconocidos o recibidos, según el caso”.

• Manifestación sobre los hechos: confesión o negación categórica:


El demandado debe efectuar sus manifestaciones sobre cada uno
de los hechos expresados en la demanda, de una manera rotunda y
terminante, sin vacilaciones ni reservas. Esas manifestaciones
pueden consistir en afirmaciones, aserciones o confesión.
Reconocido un hecho por el demandado se excluye respecto de él
la prueba, puesto que desaparece respecto de ese hecho el
carácter controvertido.

Si la manifestación consiste en una negación u oposición estamos ante la


expresión amplia de la defensa, que se exterioriza como la oposición al
progreso de la pretensión del actor. La negación debe serlo de cada uno de
los hechos en particular, o de un conjunto de hechos que constituyan una
unidad. La negativa general, lo dice el art. 192, no satisface la exigencia y
produce al demandado el perjuicio señalado para el caso de silencio o
respuestas evasivas.

El perjuicio consiste en crear una presunción en contra del demandado, en


tanto supone confesión de los hechos sobre los que guardó silencio, vaciló
o incluyó en una negación genérica. Estas situaciones pueden ser tomadas
por el juez como confesión, lo que dependerá de los demás elementos de
valoración en el momento de dictar sentencia. Ahora bien, es distinta esta
situación de la que se presenta en el caso de reconocimiento de firma o
absolución de posiciones, para los cuales la ley establece, de manera
definitiva, que si el demandado no comparece o contesta evasivamente, se
lo tendrá por confeso.

• Manifestación sobre los documentos: el demandado tiene la carga


de manifestar acerca de ellos, debiendo distinguirse entre
documentos privados y públicos.

 Respecto a los primeros, si se le atribuyen deberá expresar si son


auténticos; en cuanto a la firma y al contenido. El código prevé la
pericial caligráfica e subsidio en caso de no reconocimiento del
documento.

 Respecto a los públicos; habrá que distinguir si se trata de falsedad


material, en cuyo caso habrá que plantear el incidente de
redargución de falsedad, lo que implica un ataque directo al oficial
público interviniente; si se trata de falsedad ideológica (respecto de
los dichos de los intervinientes acerca de los hechos no
presenciados por el oficial público) bastará el procedimiento
seguido para los instrumentos privados.

Defensas y excepciones no previas


El demandado puede reconocer el hecho y el derecho invocados, pero
alegar un hecho impeditivo o extintivo de la relación sustancial. Es con la
contestación de la demanda cuando el demandado puede oponer todas
aquellas excepciones que no han sido calificadas por la ley procesal como
de previo y especial pronunciamiento, debido que para su constatación se
requiere la apertura a prueba de la causa.

Dentro de estas llamadas defensas están la de espera, compensación,


falsedad o inhabilidad de título, nulidad, inconstitucionalidad, pago,
novación, remisión de deuda, etc.

De tal modo, queda trabada la Litis, es decir, se integra y perfecciona la


relación jurídica procesal. Se pierde el derecho a oponer la prescripción y
se establece de modo definitivo el aspecto fáctico del debate, respecto del
cual recaerá la prueba y la sentencia; es decir, fija las pautas del objeto
litigioso.

Reconvención
Alsina dice que se trata de “una demanda que introduce el demandado en
su contestación, y constituye un caso de pluralidad de Litis en un proceso
entre las mismas partes”. Pluralidad de Litis en tanto se trata de
pretensiones distintas, la reconvenida puede o no tener relación con la
planteada por el actor.

Es una contestación, que además de negar los hechos, el demandado


asume una posición de ataque hacia el actor. Es una acción que puede
ejercerse de modo independiente, pero que se admite en el presente
proceso por cuestiones de economía procesal, y por la cual el demandado
asume el carácter de sujeto activo.

Produce los mismos efectos procesales y sustanciales que la demanda. Se


traba una nueva Litis a resolverse en la sentencia definitiva, conjuntamente
con la demanda, pero en forma independiente al resultado de ésta.

La defensa en el proceso penal.


La excepción en materia penal, por las características de orden público que
el proceso penal involucra, determina que en la mayoría de los casos el
imputado penal tiene el deber legal de comparecer o en otros hasta puede
ser detenido a tal efecto, o inclusive su ausencia puede determinar la
paralización del proceso. Estas circunstancias determinan que no pueda
asignarse la categoría de carga procesal, Standard indiscutible en el
proceso civil, son que según las contingencias del caso concreto podrá
manifestarse como un poder y a la vez como un deber.
En este enfoque, el primer deber esencial del imputado es el de
comparecer ante el llamado del juez, aunque el incumplimiento de ese
deber no da lugar a sanciones procesales ni disciplinarias; no puede dar
origen a caducidad alguna, puesto que la defensa es inviolable y no hay
juicio en rebeldía del imputado, sin perjuicio de los efectos que pueda
producir.

El segundo deber se manifiesta en la sujeción a medidas coercitivas. Tiene


el deber de someterse a ellas, no obstante su simple condición de
sospechoso.

Por otra parte, también el imputado es titular de poderes que inciden


sobre el contenido formal del proceso y que responden a intereses
tutelados jurídicamente.

En este sentido le compete el derecho de defensa, concepto que abarca


tanto la defensa material como la formal. Constituyen expresión de estos
poderes el de presentarse a declarar, el de abstenerse de declarar, el de
elegir defensores y hablar con ellos, el de proponer pruebas, el de
interponer excepciones durante la investigación preparatoria, dirigir
preguntas a los tetaos durante el debate, por intermedio de su abogado, el
de hablar por última vez, antes de cierre del debate y el de recurrir. Ello
amén del poder que se manifiesta en el derecho a la libertad personal que
se ejerce conforme las disposiciones adjetivas fijadas al efecto, como
garantía del imputado.

Sin embargo, es posible señalar que la excepción penal sigue la tendencia


civilista, marcándose cada vez más nítidamente la diferencia entre
defensas y excepciones. En este sentido encontramos la regulación
específica de las denominadas excepciones que reconocen articulación
como de previo y especial pronunciamiento (art. 17 C.P.P.Cba).

El contenido del poder de excepción en este sector jurídico se manifiesta


con similar alcance al atribuido en el proceso civil, esto es en sentido
amplio o restringido, en este último caso con la oposición de específicas
excepciones.

En la primera modalidad, podrá expresarse desde la simple negativa que


formule el imputado de haber cometido el hecho antijurídico o la
participación que se le adjudica en éste, o también podrá invocar
circunstancias que atenúen o excluyan su responsabilidad penal.

En cuanto a las excepciones en sentido estricto que consagra nuestro CPP,


el mismo permite articular cuestiones previas que impiden la decisión
sobre el fondo y también cuestiones perentorias.
Las excepciones que pueden oponerse en forma de previo son por regla
general, la incompetencia de jurisdicción, falta de acción y extinción de la
pretensión penal.

La primera constituye un argumento susceptible de fundar la oposición al


haberse violado las normas procesales que delimitan el ámbito territorial
de la actuación del fiscal de instrucción.

La falta de acción alude a la inexistencia de la pretensión punitiva en el


sujeto que ejercita la acción penal lo cual determina la absolución del
imputado. Es el caso de cuando el ejercicio de la acción se verifica por
quien no se encuentra autorizado para ello (por ej., un fiscal de instrucción
intenta promover una acción privada -art. 73 del C.P.-, cuyo ejercicio está
reservado exclusivamente al ofendido penal).

Las causas extintivas se encuentran contenidas en la ley penal de fondo.


Pueden consistir en hechos naturales como la muerte, o en el transcurso
del tiempo (prescripción) o en actos de realización oficial directa (amnistía)
o en determinadas conductas (pago de la multa).

El efecto que produce el acogimiento de una excepción dilatoria es el


archivo del proceso y la libertad del imputado, sin perjuicio de que se
declaren las nulidades que correspondan.

El proceso continuará tan luego se salve el obstáculo formal al ejercicio de


la acción (art. 23 CPPCba).

En cambio si la excepción que se plantea es perentoria, dado el efecto


extintivo de esas defensas, determinará el dictado del sobreseimiento del
imputado y se ordenará ponerlo en libertad si estuviera detenido (art. 22
CPPCba).

Oposición a la pretensión en el
proceso laboral y de familia.
Las excepciones en el proceso de familia responden a la misma sistemática
del proceso civil y son tratadas como incidentes y resueltas por el juez de
familia, con apelación por ante la cámara.

La ley del fuero establece la oportunidad para su planteamiento y rige al


respecto el principio de eventualidad y la regla de la preclusión para las que
no sean allí introducidas. Opera como ley supletoria el CPCCba.
En el proceso laboral, las excepciones encuentran un trato especial en el
art. 38 de la ley 7987. El mandato especifica qué defensas pueden
deducirse como de artículo previo aunque presentan ribetes particulares.

De este modo, el juez debe relevar y ordenar subsanación de cualquier


deficiencia de la que adolezca la demanda o el trámite en general. Así,
debe verificar la legitimación procesal de las partes; si la demanda
adoleciera de algún defecto, el juez tiene el deber de indicar cuál es la
deficiencia y ordenar en el plazo que determine su subsanación, bajo
apercibimiento de tenerle por desistido.

Las excepciones en sentido estricto en


los distintos fueros.
• Incompetencia: Se trata de un reclamo por falta de presupuesto de
competencia, constituyendo un impedimento procesal. Cuando la
competencia es prorrogable, la cuestión debe oponerla el interesado en el
plazo legal, la falta oportuna de planteamiento de la excepción de
competencia comporta sumisión tácita a la jurisdicción del juez
interviniente. La incompetencia absoluta debe ser declarada de oficio por
el juez, sin perjuicio de que la parte lo pida.

• Falta de personería: tanto en el actor como en el demandado sólo puede


fundarse en que la parte carece de capacidad civil para estar en juicio, o en
que la representación invocada no existe o es insuficiente. Tal es el caso del
actor que es menor de edad y no está suficiente o debidamente
representado o cuando el mandato adolece de defectos de forma o la
demanda se dirige a una persona distinta de la indicada en el poder.

• Litis Pendencia: Se origina cuando existe otro proceso pendiente entre las
mismas partes, en virtud de la misma causa y por el mismo Objeto (triple
identidad). La excepción, además de evitar un desgaste jurisdiccional
innecesario, se funda en la necesidad de impedir el pronunciamiento de
fallos contradictorios.

Palacio señala los requisitos para que prospere la excepción: o

Existencia de triple identidad

o Que el primer trámite ante otro tribunal competente (en el mismo).


No procederá si en el proceso invocado para fundarla recayó
declaración de incompetencia firme, o se ha operado la caducidad
de instancia.
o Que el traslado de la demanda del primer proceso haya sido
notificada.

o Que ambos procesos sean susceptibles de sustanciarse por los


mismos trámites.

o Que las partes actúen con la misma calidad en ambos procesos.

• Defecto legal: Tiende a lograr el cumplimiento de las formalidades


prescriptas para la interposición de la demanda, de modo de permitir el
eficaz ejercicio del derecho de defensa. Existe defecto legal cuando la
demanda es oscura, lo que impide conocer o comprender lo que se
demande, o no se precisa la cosa demandada.

Esta circunstancia vulnera el ejercicio del derecho de defensa, pues es


imposible defenderse de lo que no se conoce.

• Arraigo: Consiste en una garantía que reclama el demandado al actor que


no tiene domicilio ni bienes en la República, para que afiance su pedido, en
virtud de las eventuales responsabilidades del juicio.

• Cosa juzgada: Es el reclamo por la que se pretende que una cuestión sobre
la que recayó decisión jurisdiccional firme no sea nuevamente planteada
entre las mismas partes y por la misma causa. Firme es la resolución
jurisdiccional que no admite recurso o impugnación alguna.

Los requisitos son la triple identidad de sujeto, objeto y causa.

• Transacción: es un medio de extinción de las obligaciones y un medio


anormal de terminación del proceso. Tiene el efecto de cosa juzgada
respecto de los derechos transigidos, esto es, los dudosos y litigiosos,
aunque también admite renuncia de derechos.

• Conciliación: es como la transacción un acuerdo de partes, pero en


general, a diferencia de aquella, está prevista sólo para cuestiones de
hecho dudosas, que no impliquen la renuncia de los derechos protegidos
por el orden público –derechos no disponibles (laboral, familia).

• Desistimiento del derecho: es un acto unilateral por el cual se renuncia al


derecho que se pretendía hacer valer mediante el proceso. Al ser
unilateral, no requiere conformidad de la otra parte, pero el juez debe
examinar si el derecho renunciado es disponible.

• Pago, es el cumplimiento de la prestación que constituya el objeto de la


obligación, sea de hacer o de dar. Constituye una forma típica de extinguir
las obligaciones, el abono de una suma de dinero debida. El efecto más
importante del pago es la liberación del deudor la extinción de la
obligación, haciendo ilusorio, entonces, el derecho que se reclame en
juicio.

• Novación: Como una de la formas de extinción de las obligaciones,


consistente en la transformación de una en otra, supone una obligación
anterior que le sirve de causa y que es, la que con sus accesorias queda
extinguida. Puede referirse al cambio en el objeto o en las personas
obligadas: al del anterior deudor por otro o al del acreedor precedente por
uno distinto.

• Renuncia: dimisión o dejación voluntaria de una cosa que se posee o de un


derecho que se tiene, está referida a toda clase de bienes, de derechos
públicos o privados o de acciones procesales. Si no tiene, si no hay
voluntad no tiene razón de ser el proceso.

• Prescripción: Hay dos tipos de prescripciones: la adquisitiva y la liberatoria,


pudiendo ambas oponerse. El efecto sustancial de la prescripción es el de
extinguir la acción (la pretensión) pero no el derecho (la obligación
prescripta se transforma en obligación natural).

Nuestro ordenamiento jurídico prescribe que debe oponerse al contestar la


demanda o en la primera presentación en el juicio que haga quien intente
oponerla.

Rebeldía.
En materia civil la noción de rebeldía atiende al silencio del demandado, a
su conducta omisiva planteada mediante respuestas evasivas o negativa
genérica y que procesalmente implican ausencia de contestación de la
demanda.

Las consecuencias de esta conducta pueden consistir, según las distintas


legislaciones, en:

• Tener al demandado por confeso en cuanto a los hechos de la demanda y


por aceptado el derecho expuesto por el actor. Mediante este sistema se le
impone al demandado el ejercicio del poder de excepción, con lo que
rompe la igualdad sustancial. Nuestro código de procedimiento civil,
soluciona este inconveniente.

• Tener al demandado por confeso en cuanto a los hechos de la demanda,


entendiendo esta confesión como presunción que será valorada en
conjunto con las otras pruebas reunidas. Ese sistema considera que el
silencio del demandado genera una presunción en su contra, pero al actor
le cabe la carga de probar sus afirmaciones, si no lo hace la sola presunción
no es suficiente para condenar al demandado.

Será el juez el encargado de decidir en base a los elementos de prueba


introducidos al proceso.

- Establece el art. 192 CPCCba.: Considerar la actitud omisiva como


negación de los hechos y el derecho expuestos por el actor.

¿Y quiénes pueden ser declarados rebeldes?


Establece el art. 110 del CPCCba.: “será declarado rebelde:

o El demandado que no hubiere comparecido a estar a derecho en el


plazo que se le hubiere acordado.

o La parte que habiendo comparecido a juicio no constituyera


domicilio en el radio que corresponda.

o La parte que actuando por apoderado o representante, fuere


emplazado de acuerdo con los art. 96 o 97 (renuncia, muerte o
incapacidad del apoderado), y no compareciere en el plazo
otorgado.

o La parte que revocando el poder que hubiere otorgado no


compareciere por sí o por apoderado.

La rebeldía será declarada por decreto, a petición de parte, salvo


disposición en contrario.”

Hipótesis Práctica.
Fecha: 16/07/1982

Materia: Civil y Comercial

Carátula: Sucesión de José M. Martinoli c/ Municipalidad de Córdoba


(daños y perjuicios).

Cám. Civ. y Com. de 7ª Nom. (Córdoba)

Citar este artículo con el código: 3108

EXCEPCIÓN DE LITIS PENDENTIA - Fundamentos - Requisitos para su


procedencia –

EXCEPCIÓN DE DEFECTO LEGAL - Requisito para su procedencia.


Sumario

1. La Litis pendentia, en nuestro sistema procesal, se funda en la


posibilidad jurídica de que en dos procesos se juzgue una misma situación
de hecho y derecho, lo que puede llegar a provocar el dictado de
sentencias contradictorias, dejando librado al prudente criterio del
juzgador, según las constancias acompañadas, para que determine la
posibilidad del dictado de fallos contradictorios. Debe tratarse de dos
procesos en los cuales concurren las tres identidades clásicas de sujeto,
objeto y causa, en los que por razones de conexidad dan la posibilidad del
dictado de sentencia contradictorias, lo que hay que evitar para la
seguridad jurídica de las partes.

2. Si la pretensión concreta de los actores, formulada en la demanda


contenciosa administrativa sustanciada ante el Excmo. Tribunal Superior de
Justicia, es la declaración de inconstitucionalidad de una ordenanza y que
se deje sin efecto un Decreto expedido por la Comuna de esta Capital,
haciéndose la reserva de los daños y perjuicios y de la acción de
expropiación, en tanto en el sub-lite se acciona por daños y perjuicios,
resulta evidente que no existe identidad de objeto entre la pretensión del
juicio tramitado ante el Excmo. Tribunal Superior de Justicia y el presente.

3. Las exigencias del efectivo cumplimiento de las formalidades prescriptas


por el art. 155 del C.P.C. que deben tenerse en cuenta al interponer una
demanda, tienden a permitir a la contraria el eficaz ejercicio del derecho de
defensa.

4. Para la procedencia de la excepción de defecto legal, es necesario que la


demanda no sea lo suficientemente clara y precisa, colocando a la
demandada en una situación que le impida o dificulte la refutación de la
misma o la producción de las pruebas pertinentes, tratando de asegurar
que la demandada sepa lo que se solicita y que el Juez condicione el fallo a
la acción deducida.

5. Si en el sub-examen los actores no determinaron en forma clara y


concreta cada uno de los rubros indemnizatorios, lo que, indudablemente,
imposibilitó a la contraparte refutar y probar los hechos controvertidos,
resulta procedente la excepción de defecto legal planteada.
Bibliografía de referencia
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
Los sujetos
procesales en los
distintos fueros

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)

1
Sujetos del proceso
Sujetos Procesales: esenciales y
eventuales. Atribuciones y sujeciones.
El título de sujetos necesarios o esenciales y eventuales, se trata en forma
directa con el concepto lógico de proceso, es decir, son necesarios para la
existencia de un proceso dos partes que debaten en perfecto pie de
igualdad ante un tercero que reviste el carácter de autoridad y que es
como ya se ha dicho imparcial e independiente.

Son necesarios y esenciales

o la parte actora, o quien acusa,

o el demandado o ante quien se acusa o imputado en el


proceso penal;

o y ante quien ese acusa o ante quien se dirime la cuestión,


el tribunal.

Son esenciales estos tres sujetos.

Son sujetos principales o esenciales los sujetos que no pueden dejar de


intervenir en determinado proceso para que éste sea válido, aunque esta
intervención tenga cumplimiento por representación oficial, como ocurre
en los casos de rebeldía. Lo característico de estos sujetos esenciales es
que la ausencia o falta de intervención de uno de ellos, a lo menos
potencial, implica carencia o defecto de un presupuesto procesal. De aquí
que la primera parte del procedimiento judicial deba dirigirse a la
integración de todos ellos para no incurrir en invalidez de toda la actividad
posterior, y se den las condiciones para dictar la sentencia sobre el fondo.

Deben intervenir necesariamente en el proceso otras personas, aunque no


sean sujetos procesales. Se trata de colaboradores esenciales del juez y de
las partes, como lo son el secretario, el defensor penal y los asistentes
letrados de las partes privadas. Junto con estos colaboradores, lo esencial
de los sujetos integrados que podría significarse como el trípode subjetivo
integrado por el Tribunal y las dos partes iniciales: demandante o acusador,
y demandado o imputado.

No obstante lo expuesto, también nos encontramos en el escenario


procesal otros sujetos intervinientes, que serían los eventuales, como los
testigos o el querellante particular o actor civil en sede penal.
Los sujetos eventuales o secundarios son aquellos que pueden ingresar en
el proceso, pero que éste se puede desplegar sin su presencia. Su presencia
no resulta indispensable para el válido cumplimiento del trámite procesal y
del pronunciamiento sobre el fondo.

De tal modo, si bien sigue siendo cierto que el proceso, continuará siendo
válido aun sin la presencia de estos sujetos eventuales, cuando su
intervención está autorizada por la ley en los casos específicos y se han
cumplido las condiciones establecidas, no puede ser evitada ni restringida
por el tribunal porque se así ocurriera se caerá en nulidad.

En efecto, si una parte pide la citación de un tercero conforme a lo previsto


por la ley civil, el tribunal debe proveer a la citación observando todos los
recaudos legales para asegurar su regular intervención a los fines de que
pueda ser alcanzado por los efectos de la cosa juzgada. Lo mismo puede
ocurrir con la llamada intervención espontánea. En ambos casos la nulidad
no ha de tener más extensión que la referida a esa intervención.

Estos sujetos eventuales aparecen mejor definidos en el proceso penal.


Atento el carácter accesorio de la acción civil cuando es ejercida en el
proceso penal, los sujetos que se introducen exclusivamente con motivo de
la cuestión emergente del supuesto hecho delictuoso son considerados
eventuales. Tal es el caso del actor civil y el tercero civilmente demandado.
También resulta ser eventual o secundario el querellante particular cuando
se autoriza su intervención en los procesos penales por delitos perseguibles
por acción pública.

Sujetos en el proceso civil, familiar y


laboral: las partes:
definición, legitimación procesal y
sustancial, diferencias. Legitimación
individual y colectiva (intereses difusos).
Sustitución y sucesión procesal. Cargas
procesales.
El concepto de parte viene determinado por la titularidad de las
pretensiones y prestaciones conflictivas que, faltando la realidad del
conflicto, se reducen a la pretensión estrictamente procesal. Puede
tratarse de un individuo físico o una persona jurídica.

El carácter de parte debe ser esencialmente de carácter formal, con total


independencia de la relación material debatida.

Según Chiovenda, parte es la que demanda en nombre propio (o en cuyo


nombre se demanda) una actuación de la ley y aquél frente al cual ésta es
demandada.

En el marco de los sujetos procesales sólo es parte el titular de la


pretensión (quien demanda y aquél contra quien se demanda) y no quien
lo hace por otro, de allí que no es parte procesal el abogado patrocinante
ni el apoderado o representante de la parte propiamente dicha.

El concepto formal de parte es evidente en el plano procesal.

En lo que hace a caracteres, le son propios los siguientes:

• Son duales: siempre son dos, actor y demandado, siempre hay


alguien que pretende (actor) y otro contra quien se pretende
(demandado). Las partes siempre son dos por más que en cada polo
existe más de una persona.

• Son antagónicas: siempre se encuentran enfrentadas, una pretende


y la otra se resiste a esa pretensión, de lo contrario “no hay proceso
si las partes inicialmente están de acuerdo entre ellas”.

• Son iguales: la igualdad deriva de la manda constitucional de


declaración de igualdad ante la ley.

Legitimación procesal y sustancial. Definición.


Diferencias
Generalmente existe una confusión entre los conceptos de legitimación y
capacidad, denominándose generalmente a la capacidad procesal como
legitimatio ad procesum.

En cuanto a la legitimatio ad causam, surge el derecho sustantivo,


planteando el interrogante de si su estudio es propio de la materia
procesal. La legitimatio ad causam es presupuesto del acto a sentenciar,
pues el ejercicio de la acción es independiente de la titularidad del
derecho.

Devis Echandia afirma que puede ser parte en el proceso quien no lo sea en
la relación sustancial…porque puede demandarse sin derecho o sin
legitimación en la causa e interés sustancial y que influyen en la suerte de
las pretensiones y en el contenido de la sentencia, pero no presupuestos
de la acción ni de la calidad de parte.

Se deduce la conveniencia de definir a la legitimación como: “la titularidad


de la pretensión sin titularidad del derecho”

La legitimación es en realidad un presupuesto de la sentencia que acogerá


o no la pretensión, en cuanto se haya confirmado dicha titularidad, lo cual
no significa que si quien pretendió no tuvo derecho y, por ende, se le
rechazó en sentencia su pretensión, no haya sido “parte”, calidad que
revistió durante todo el proceso.

La legitimación ad causam es la condición especial que exige la ley para ser


parte. Esta legitimación resulta de la imputación normativa sustancial
mediante la cual se establece si cualquiera de las partes, o ambas, son
quienes hubieron de demandar o ser demandadas útilmente, por ello:
“como se puede apreciar, no se trata aquí de investigar si el actor o el
demandado tienen capacidad jurídica para ser parte procesal, sino si uno o
los dos son las personas ante las cuales cabe emitir útilmente la sentencia”

Legitimación ad processum

Es la “capacidad para comparecer en juicio, o sea para realizar actos


procesales con efectos jurídicos en nombre de o representado a otro”

Se trata de capacidad procesal, lo cual resulta independiente de la


legitimación. Se puede actuar, efectivamente como parte sin estar
legitimado, legitimación que surge resuelta al momento de sentenciar.

Legitimación individual y colectiva (intereses difusos)


La legitimación para actuar en el proceso y para ejercer determinadas
funciones o cargos puede manifestarse en forma individual o colectiva, es
decir, representada la parte que pretende por personas individuales,
reclamando derechos adquiridos o intereses subjetivos.

En el nuevo proceso colectivo se protegen derechos o intereses difusos. Son


aquellos derechos colectivos, que pertenecen a toda la comunidad, son los
derechos que tiene un grupo humano determinado o indeterminado de
personas, de vivir en el ambiente sano y libre de peligros que afecten a su
calidad de vida, la calidad del medio donde habitan o comparten la calidad
de vida de la generaciones futuras. Sobre todo en lo referido a los derechos
ambientales y los que tienden a proteger el medio ambiente, a evitar el
llamado daño ambiental, lo referido a la utilización racional de los recursos
naturales, la preservación del patrimonio cultural y de la diversidad
biológica, a la información y educación ambientales.

Este derecho colectivo a reclamar tiene rango constitucional, incorporado


en los art. 41, 42 y 43 C.N.

La acción de amparo, por ejemplo, puede ser interpuesta por el defensor


del pueblo y las asociaciones que propendan a la protección de los
derechos del ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor contra
cualquier forma de discriminación, y lo referido a los derechos de
incidencia colectiva.

De tal modo, los legitimados en el proceso son:

• El afectado: cualquiera que se sienta afectado por una


contaminación ambiental.

• El defensor del pueblo: organismo que defiende y representa en


juicio los intereses de la comunidad.

• Asociaciones con fines protectorios no lucrativos.

Sucesión procesal
Existe sucesión procesal cuando “el sujeto que ocupa efectivamente una de
las posiciones procesales originarias es reemplazado por otro u otros, a
consecuencia de un acto entre vivos o por causa de muerte que transmite
los derechos litigiosos –con consiguiente pérdida de legitimación- y
convierte al reemplazante en el nuevo legitimado para obtener una
sentencia de mérito.

En efecto, se enumeran los siguientes casos de sucesión procesal:

• La sucesión de una parte por sus herederos mortis causae. Es a


título universal.

• La sucesión de una parte que muere por el legatario del derecho


litigioso o del bien objeto del proceso. Es una sucesión mortis
causae a título particular.

• La sucesión de una parte por el cesionario mediante actos entre


vivos. La sucesión procesal se produce por convención entre quien
es parte y un tercero, a quien se le ceden y transfieren los derechos
litigiosos o el objeto mismo del litigio mediante venta, donación,
permuta, dación en pago, etc. Ahora bien, si la parte contraria no
acepta la sustitución, tradente y cesionario continúan como partes
litisconsorciales.

• La sucesión de una persona jurídica extinguida por quienes reciben


los derechos o asumen sus obligaciones discutidas en el proceso.

La sustitución procesal
Es el fenómeno que se produce cuando la parte procesal es reemplazada
por un tercero al cual la ley legitima a intervenir en el proceso a los fines de
ejercitar un derecho o asumir una obligación de garantía o contractual.

Estos terceros no son los “representantes” que actúan en nombre de la


parte, ni tampoco son los sucesores ni a título universal ni particular, los
cuales se manifiestan en el fenómeno de la sucesión procesal.

Es un reemplazo mediante sustitución (no continúa a la parte, sino que la


sustituye), como ocurre en el caso de la acción subrogatoria o en la citación
en garantía, en los cuales el tercero se trata en rigor de un nuevo
legitimado, con poderes propios en el proceso.

Cargas procesales
Goldschmidt afirma que “sólo existe en el proceso “cargas”, es decir
situaciones de necesidad de realizar determinado acto para evitar que
sobrevenga un perjuicio procesal. Se trata de imperativos de propio
interés. Las cargas procesales se hallan en una estrecha relación con las
posibilidades procesales, puesto que toda posibilidad impone a las partes la
carga de ser diligente para evitar su pérdida. El que puede, debe: la ocasión
obliga (es decir grava) y la más grave culpa frente a sí mismo, es la de haber
perdido la ocasión”

Las partes ingresan al proceso a los fines de debatir conforme a


determinadas reglas conocidas de antemano y a las cuales se someten.

Alvarado Velloso señala que la carga “es un imperativo que la parte tiene
respecto de sí misma”

Y nadie puede compelerla a que la cumpla, no se trata de una obligación,


pues la obligación supone que otro sujeto tiene un derecho correlativo con
esa obligación y que por ende puede exigir su cumplimiento.

El incumplimiento de la carga no genera una sanción, sino la consecuencia


de preclusión y un efecto contrario a su situación procesal.
3.3. Sujetos en el proceso penal.
El Tribunal
Es uno de los sujetos esenciales del proceso penal. En esta materia se
debate entre un órgano técnico (jueces de derecho), o el cumplimiento de
un mandato constitucional que es el de la institución del jurado.

El juez técnico evalúa los hechos y resuelve conforme a las reglas de la sana
crítica racional. Funda su decisión legalmente.

En el juicio por jurados, el tribunal está compuesto por ciudadanos no


letrados en derecho que resuelven la existencia del hecho conforme a su
íntima convicción, solamente expresan la inocencia o culpabilidad del
imputado.

Ahora bien, nuestro CPPCba., en su art. 369 establece que si el máximo de


la escala penal prevista para el o los delitos contenidos en la acusación
fuere de quince años de pena privativa de la libertad o superior, el tribunal
–a pedido del ministerio público, del querellante o del imputado-,
dispondrá su integración con dos jurados”

Así, junto al jurado existe el juez técnico en derecho, cuya función consiste
en dirigir el proceso, proceso que es observado por el jurado previa
decisión.

Luego de la decisión y tras la deliberación (secreta y reservada) el jurado


emite su decisión acerca de la inocencia o culpabilidad del acusado, y será
recién el juez técnico quien aplicará la ley penal mediante el
pronunciamiento de la condena fundada en derecho.

Acusador fiscal
Comprende la función procesal del ministerio público en el proceso penal,
en el cual la acción penal es asumida por el Estado en forma exclusiva.

El ministerio público tiene a su cargo el ejercicio de la acción penal, y para


ello, la fiscalía ejerce dos grandes actividades:

Por un lado, practica la investigación penal preparatoria Por

otro, el ejercicio de la acción penal mediante la acusación

En síntesis, es el órgano estatal competente para la persecución penal.


Así, la investigación penal preparatoria debe impedir que el delito
cometido produzca consecuencias ulteriores y reunir las pruebas útiles
para dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento (art. 302
CPPCba)

De tal suerte, tiene por objeto comprobar si existe un hecho delictuoso,


establecer las circunstancias que lo califiquen, agraven o atenúen,
individualizar sus responsables, verificar las condiciones personales de los
mismos, comprobar la extensión del daño causado por el delito (art. 303
CPPCba)

Así, tras la investigación penal preparatoria, el fiscal puede solicitar el


sobreseimiento del imputado (art. 348 y 350) o determinar la elevación de
la causa a juicio (en este último caso, siempre que hubiere elementos de
convicción suficientes para sostener como probable la participación
punible del imputado en el hecho intimado (art. 354)

Promovida la acción penal, ya en el juicio la Fiscalía queda en posición de


“parte actora”, es decir acusador en contra del imputado “parte acusada”,
en un perfecto pie de igualdad entre ambas, en contradicción y duales.

Entre ellas se desarrollará el debate, ante el tribunal, quien dirige el


proceso, estándole prohibido al tribunal el despliegue de actividad
probatoria de oficio, y teniendo participación activa recién el tribunal en el
acto de sentenciar.

El imputado
Es el polo pasivo de la pretensión penal, quien es acusado por un delito.

Se mantiene en estado de inocencia hasta el momento en que se dicte


sentencia declarándolo culpable del delito del cual se le imputa, y del cual
ha otorgado el derecho de defensa.

Es sobre quien recaerá la pretensión punitiva, siendo necesario obviamente


un proceso con garantías y eficacia.

Su declaración es un elemento de descargo, siendo el principal momento


de su defensa.

En el ejercicio de su defensa, el imputado tiene derechos activos de


intervención, pudiendo hacer valer sus derechos desde el primer momento
de la persecución penal dirigida en su contra, pudiendo incluso formular
sus instancias defensivas ante el funcionario encargado de la custodia.
Sujetos eventuales:
El querellante particular: es el ofendido penalmente por un delito de acción
pública, sus representantes legales o mandatarios, quienes tienen la
facultad de actuar en el proceso para acreditar el hecho delictuoso y la
responsabilidad penal del imputado.

Se trata de una función coadyuvante y que no es parte, la intervención de


una persona como querellante particular no la exime del deber de declarar
como testigo, aunque en caso de sobreseimiento o absolución podrá ser
condenado por las costas que su intervención causare.

El actor civil: Puede acontecer que, con motivo de la afirmación de la


existencia de un hecho delictivo, pueda generar la afirmación de una
persona de ser titular de un derecho resarcitorio derivado de la
responsabilidad del hecho delictivo investigado.

Surge así que se puedan acumular dos procesos mediante la acumulación


pretensional de una pretensión civil de resarcimiento en el marco de un
proceso donde se debate la pretensión punitiva del Estado.

Se está frente a una demanda que contiene una acción o pretensión civil.

El actor civil es quien despliega esta pretensión indemnizatoria en el


proceso penal.

En el sistema de la provincia de Córdoba, la víctima o sus herederos pueden


constituirse en actor civil aun cuando no estuviere individualizado el
imputado; y si son varios los imputados, la pretensión resarcitoria puede
dirigirse contra alguno de ellos o contra todos.

El actor civil puede actuar en el proceso para acreditar el hecho delictuoso,


la existencia y extensión del daño pretendido y la responsabilidad civil del
demandado (art. 107 CPPCba).

3.4. Partes con pluralidad de sujetos.


Las partes son dos (actor y demandado). Una de las partes pretende y la
otra reacciona contra esa pretensión. Por eso el carácter dual de las partes,
sólo dos.

Pero, en cada una de las partes (polo activo y pasivo) puede existir más de
una persona pretendiendo o reaccionando, e incluso en ambas partes
puede existir también más de un sujeto.
Cuando en una, otra o ambas partes existe más de un sujeto, el derecho
procesal lo denomina partes con pluralidad de sujetos.

La parte con pluralidad de sujetos es el género, el litisconsorcio o relación


litisconsorcial es la especie. Digamos que siempre que existe litisconsorcio
(especie) nos encontramos ante una parte con pluralidad de sujetos, pero
no siempre que exista una situación de partes con pluralidad de sujetos
estaremos frente a un litisconsorcio.

El Litisconsorcio: existe litisconsorcio cuando entre varios sujetos que


ocupan una misma posición procesal se presenta un vínculo de conexidad
causal o de afinidad. Está contemplado en el art. 181 del CPCCba, el cual
trata la posibilidad de acumulación de acciones (pretensiones) en la
demanda, estableciendo que “podrá, igualmente acumularse y ejercitarse
simultáneamente las acciones que uno tenga contra varias personas o varis
contra una sola, siempre que emanen de un mismo título o se funden en
una misma causa de pedir”.

Es necesaria la conexidad causal a los fines de que esa parte con pluralidad
de sujetos se constituya en un litisconsorcio.

El mismo puede ser:

• Activo: cuando se manifiesta en el polo actor

• Pasivo: En el polo demandado

• Mixto: en ambos

• Facultativo: cuando su formación obedece a la libre voluntad de las


partes. Los actos de cada litisconsorte son independientes en sus
efectos de los demás sin beneficiar ni perjudicar al litisconsorte, la
rebeldía de uno no perjudica a los otros, los costos de pruebas
como los peritos, oficios, son a cargo del oferente. Estos efectos se
dan por tratarse de relaciones jurídicas escindibles (divisibles) y en
realidad nos encontramos ante procesos acumulados.

• Necesario: cuando lo impone la ley o la característica de


inescindibilidad de la relación o situación jurídica que constituye la
causa de la pretensión, lo que produce que al litigio resulte
imposible decidirlo válidamente sin la concurrencia de la
integración de la relación litisconsorcial. Entre varios sujetos existe
una relación sustancial única e inescindible, y la sentencia sólo
puede dictarse útilmente frente a todos los integrantes de la
relación jurídica sustancial controvertida en el proceso. Los actos
procesales de uno de los litisconsortes beneficial o perjudican a los
otros, la prueba, acreditación o confirmación de un hecho, se
analiza y valora para todos.

Intervención de Terceros.
Es un instituto que permite que quien es tercero al momento inicial del
proceso se incorpore a éste adquiriendo la calidad de parte.

Se trata de otorgar el derecho de defensa en sentido amplio a aquella


persona que siendo tercero acredita determinado interés a los fines de que
se le otorgue la participación de ley.

De tal modo, nuestra ley ritual establece que “declarada admisible la


intervención del tercero, éste asume la calidad de parte con sus derechos,
obligaciones, cargas, facultades y deberes, porque el propósito de la
institución consiste en brindar a aquél la protección judicial de un derecho
o interés propio”.

Clases
• Intervención espontánea o voluntaria: La intervención del tercero
es facultativa cuando el tercero se incorpora al proceso por su
propia, libre y espontánea voluntad. Adquiere las formas de :

o Adhesiva autónoma o litisconsorcial: Este tipo de intervención


implica que el tercero que ingresa al proceso lo hace
asumiendo la calidad de parte y posee independencia de
estrategia actividad procedimental respecto del sujeto con el
cual conforma el litisconsorcio.

o Adhesiva coadyuvante: este tercero al solicitar su intervención


no lo hace en forma principal. Su intervención se debe a hacer
valer un interés que puede verse perjudicado por el dictado de
una sentencia contraria a una de las partes. No adquiere una
calidad de parte plena en las mismas condiciones, sino que su
intervención es a los fines de ayudar o coadyuvar a la parte en
su relación procesal, por ello, su participación es secundaria o
accesoria a la parte y sus poderes y cargas se ven supeditadas a
la estrategia procesal de la parte a la cual coadyuvan.

o Ad excludendum: es una intervención principal, mediante la cual


el tercero opone una pretensión en contra de ambas partes. Su
intervención es autónoma respecto de ambas partes, pues sus
intereses son contrarios a los intereses de ambas partes. El caso
típico se da cuando las partes discuten su derecho posesorio
sobre un determinado inmueble. El tercero interviene
interponiendo su derecho de propiedad que excluye para un
segundo plano la discusión entre las partes para el momento
posterior a la determinación de la pretensión del tercero
principal o ad exludendum. Se dicta
un pronunciamiento único respecto de las tres relaciones.

• Intervención provocada o coactiva: se deriva de la citación que


realiza el tribunal a este tercero a los fines de que integre la relación
procesal adquiriendo la calidad de parte.

Esta citación puede ser efectuada, conforme las legislaciones procesales, de


oficio o a petición de parte, vinculando al tercero como consecuencia de
dicha citación a la relación procesal originaria. La sentencia que se dicte lo
vinculará con los efectos del caso juzgado.

Tercerías. Concepto, clases.


La doctrina mayoritaria trasladó el concepto a la faz subjetiva, es decir,
teniendo en cuenta a un sujeto que siendo tercero se ve perjudicado en un
derecho e intenta hacerlo valer en el proceso, en el cual se ha afectado el
dominio de un bien de su propiedad o hacer valer un derecho privilegiado a
los fines de su cancelación mediante el producido de la venta de un
determinado bien en subasta.

Su incorporación al proceso se realiza mediante la forma accidental, siendo


que el tercerista no adquiere la calidad de parte, como acontece con la
denominada intervención de terceros.

Su legitimación no es ad causam en cuanto al debate procesal, sino que


interviene accidentando el proceso, interponiendo en forma de cuya una
pretensión en contra de las partes procesales derivadas de la afectación de
un bien de su propiedad (tercería de dominio) y solicitando el preferente
pago con el producido de la subasta de un bien determinado (tercería de
mejor derecho).

Clases

Tercería de dominio: se denomina así a la pretensión deducida en


proceso por un tercero que, en virtud de haberse afectado un bien
de su propiedad por una medida cautelar dictada en proceso,
solicita el levantamiento de dicha medida.

Está regulado en el CPCCba a partir del art. 436, prescribiendo el


art. 437 que “el tercerista debe acreditar, con instrumentos
fehacientes, conforme se trate la tercería o la clase de los bienes de
que se trate, la verosimilitud del derecho invocado, o dar garantías
por los perjuicios que pueda ocasionar la suspensión del proceso
ejecutorio, todo bajo sanción de inadmisibilidad.”

Puede incorporarse en cualquier momento mientras no haya sido


otorgada la posesión de los bienes, no obstante, si ella fuera
interpuesta con posterioridad a los diez días de haberse conocido la
traba cautelar o de la ejecución, o desde el rechazo del
levantamiento de embargo sin tercería, el tercerista cargará con las
costas causadas por su presentación tardía.

Se tramita por cuerda separada y en ella interviene el tercerista y


las dos partes principales del proceso.

El efecto de la interposición de la tercería de dominio, una vez


admitida ésta, es la de suspender el trámite del remate.

Tercería de mejor derecho: procede cuando un tercero al proceso,


hace valer un privilegio o un derecho de preferencia sobre el bien o
patrimonio del ejecutado.

La finalidad no es el levantamiento de la medida cautelar, sino que


con el producido de la subasta se le pague preferentemente el
crédito que aduce con privilegio.

También se sustancia por pieza separada con la participación del


tercerista y del ejecutante y ejecutado, por el trámite del juicio
declarativo que corresponda.

El efecto es la suspensión del pago, a diferencia de la suspensión de


la subasta que es el fin de la tercería de dominio.

Interpuesta la tercería de mejor derecho, y aun no resuelta, se


procede a la subasta, pues ésta no ha sido suspendida, lo que sí se
suspende en el pago del producido de la subasta, tal cual lo
preceptúa el art. 438 del CPCCba.

Hipótesis Práctica
El caso: En grado de apelación se decidió declarar perimida la primera
instancia de la presente tercería de dominio. El tercerista dedujo recurso
de casación invocando el supuesto previsto en el inc. 3° art. 383 CPC,
esgrimiendo que se ha subsumido erróneamente el procedimiento de
tercería en la hipótesis normativa del inc. 2° del art. 339 del C. de P.C., o
sea que se la ha calificado como un incidente, y por consiguiente se ha
estimado equivocadamente que el plazo de caducidad de instancia que le
es aplicable es el de seis meses previsto en el precepto para este tipo de
trámites. Consideró que la tercería de dominio constituye al contrario un
procedimiento autónomo e independiente frente al juicio donde se trabó
el embargo cuyo levantamiento se pretende, razón por la cual debe ser
encuadrada en el supuesto del inc. 1° del art. 339, ib., y en consecuencia
está sometida a un término de perención de un año. La Sala Civil del TSJ
rechazó la casación.

1. La tercería de dominio es un procedimiento de naturaleza incidental que


encuadra en el "factum" del inc. 2° del art. 339 CPC., porque la propia ley
procesal ha catalogado a la tercería como un incidente en cuanto ha
incluido el capítulo III en el cual se contienen todas las normas que la
regulan dentro del título V del código, el que justamente se denomina
"incidentes" y en cuyo seno se agrupan en forma ordenada y sistemática
todos los preceptos legales correspondientes, comenzando por un régimen
general que es común a todos los incidentes (art. 426/430) y siguiendo con
una serie de capítulos destinados a regir distintas categorías de incidentes,
entre los cuales se cuentan las tercerías.

2. La tercería es susceptible de encuadrarse dentro del concepto general


de incidente que, con arreglo a las enseñanzas de la ciencia procesal, se
define en el art. 426 del C. de P.C., de modo que inversamente no es
posible calificarla como un proceso autónomo respecto del juicio principal,
porque a pesar de las características particulares que ella reviste y
teniendo presente la amplitud y generalidad que es propia del instituto del
incidente, en cuyo ámbito es dable incluir articulaciones de los más
variados tipos, es de considerar que en ella concurren los dos elementos
esenciales de los incidentes.

3. La tercería se suscita o sobreviene durante el desarrollo de un juicio


preexistente en cuanto el embargo dispuesto en éste para garantizar el
resultado práctico de la demanda motiva al tercero a presentarse en el
pleito para impetrar el levantamiento de la medida arguyendo ser el
verdadero propietario del bien afectado. Configúrase así la típica dualidad
que es connatural a los incidentes, esto es, la promoción de un
procedimiento secundario o accesorio que se inserta en un procedimiento
en curso, el que pasa, en consecuencia, a revestir el carácter de principal
frente a aquél.

4. La subordinación de la tercería al juicio principal, y por tanto su perfil


incidental, es tan acusada que una eventual extinción anormal y anticipada
del proceso donde se dispuso el embargo, por ejemplo por desistimiento
del accionante o por perención de la instancia, llevará consigo la extinción
de la tercería que no podría subsistir por sí misma al margen del principal, a
diferencia de lo que ocurre con los procesos que son verdaderamente
autónomos, la existencia de los cuales no está ligada a otro juicio (cfr. CPC.,
art. 348).

5. La pretensión del tercerista guarda inocultable conexión con el pleito


pendiente porque como es sabido persigue la cancelación de un embargo
trabado en el mismo para asegurar la eficacia del derecho que allí se
ventila. Tanto es así que de avanzar normalmente el juicio en cuyo seno se
decretó la medida, no podrá subastarse el bien gravado ni satisfacerse el
crédito del acreedor accionante hasta que concluya la tercería y se dilucide
definitivamente quién es el verdadero propietario de aquél (art. 438).

6. Por reunir la tercería notas tipificantes de los procesos incidentales no


es posible conceptuarla como un proceso independiente, y si bien ella
reviste algunos rasgos especiales, es de entender que éstos son
irrelevantes a los fines que nos ocupan y no empecen a la calificación que
se propicia. La circunstancia de que el tercero impetra la declaración
judicial de un derecho subjetivo que se atribuye, concretamente el dominio
que invoca respecto del bien embargado, de donde resulta que el
procedimiento que se inicia comporta un juicio declarativo o de
conocimiento en cuyo ámbito se ventila un litigio nuevo y diferente del que
se canaliza en el pleito en el cual se decretó el embargo y el que concluirá
por providencia que pasará en autoridad de cosa juzgada sustancial.
Justamente en esta característica de las tercerías se funda la tesitura que
las conceptúa como un procedimiento autónomo y las subsume en la
hipótesis del inc. 1° del art. 339.

7. El hecho de que en el procedimiento se discutan cuestiones materiales y


aun cuando en él se controvierta una relación jurídica distinta de la que se
ventila en el juicio donde se ordenó el embargo, pudiendo la decisión que
recaiga a su término pasar en cosa juzgada, es indiferente a los fines de
desentrañar la naturaleza de la tercería, porque el carácter incidental de un
procedimiento no depende del tenor de las cuestiones que en él se
proponen, sino que proviene única y exclusivamente de la relación en que
él se encuentra frente al proceso preexistente de que se trata. Es sólo esa
vinculación de carácter puramente formal o procesal la que resulta
determinante a estos efectos, con abstracción de la naturaleza de las
cuestiones que puedan constituir su objeto, las que no por ser de carácter
sustancial desvirtúan aquel vínculo de dependencia y subordinación que es
esencial para tipificar los procedimientos incidentales.

8. Es irrelevante la circunstancia de que en la tercería se ventile una acción


diversa de la que se hace valer en el pleito central, en tanto lo dirimente
para identificar un incidente es la posición que el procedimiento
sobrevenido ocupa respecto del juicio en curso.
9. Carece de importancia el hecho de que las tercerías tramiten como
juicio declarativo (art. 439, 1° par.) pues éste es un aspecto puramente
extrínseco del procedimiento derivado en la circunstancia de que en él se
debate una relación jurídico sustancial que, empero, no ejerce gravitación
alguna sobre la clase de vinculación que la tercería mantiene con el pleito
en desarrollo, lo que resulta definitorio para efectuar una adecuada
diagnosis jurídica de ella; aparte de que la propia ley resta trascendencia al
trámite con que deben sustanciarse los incidentes (art. 427).

10. La captación de los efectos que la perención de la tercería de


dominio provoca, permite corroborar la naturaleza incidental que es dable
reconocerle. Diversamente de lo que ocurre con los procesos
verdaderamente independientes cuya caducidad no impide promoverlos
de nuevo (art. 346, inc. 1°) la tercería que ha sufrido perención no puede
ser iniciada nuevamente, tal como sucede con los auténticos incidentes
(art. 346, inc. 2°).

11. Desde el punto de vista axiológico si bien la deducción de la


tercería no suspende el desenvolvimiento del juicio principal, el que puede
continuar tramitándose normalmente, en especial durante su etapa de
conocimiento (art. 429), con todo, su pendencia impide la realización de la
subasta del bien embargado, la cual quedará suspendida hasta que la
tercería concluya y se esclarezca en forma definitiva quién es realmente el
propietario de la cosa en vía de enajenación (art. 438, inc. 1°). Por
consiguiente, causando la tercería la suspensión del remate e impidiendo
por tanto la satisfacción forzada del derecho de crédito ventilado en el
juicio principal, el que deberá esperar la terminación de la tercería, cuyo
trámite puede eventualmente transitar dos instancias y hasta radicarse en
sede extraordinaria (art. 384, 1° par.), es enteramente razonable sustraerla
al término largo de caducidad previsto por el inc. 1° del art. 339 y
someterla al contrario al plazo breve de seis meses captado en el inc. 2° del
art. 339.

12. Con la contemplación de la suspensión de la subasta que se


verifica en virtud de la pendencia de la tercería y con sólo imaginar que en
tal caso pudiera ésta estar paralizada válidamente por el lapso de un año,
prolongando por añadidura durante igual tiempo aquella suspensión, se
pone en evidencia la naturaleza accesoria y secundaria que no puede dejar
de reconocerse en la tercería a pesar de las características particulares que
ella reviste, se advierte la conveniencia y oportunidad de asignarle un plazo
de perención cuya brevedad cause el menor retardo posible en el
desenlace final del pleito central.

TSJ -Sala Civil- Cba. AI 29 17/2/2005 Trib. de origen: Cám. 1° Civ. y Com.
Cba. "Tercería de dominio de Caram Manzur en autos: Bco. Francés S.A. c/
Aldo Antonio Villarreal Ejecución hipotecaria Recurso de casación"
Bibliografía de referencia
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
Los actos
procesales

Derecho
Procesal I
(Teoría General
del Proceso)

1
Actos procesales
Actos Procesales. Definición.
Elementos. Clasificación
Alsina sostiene que en forma objetiva el acto procesal se presenta como un
hecho o una omisión, es un acontecimiento que influye en la relación
procesal; sin embargo, admite, hay ciertos hechos que influyen en ella y no
son actos procesales.

Palacio conceptualiza al acto jurídico procesal a los hechos voluntarios que


tienen por efecto directo e inmediato la constitución, el desenvolvimiento
o la extinción del proceso, sea que proceda de las partes o de los auxiliares,
del órgano judicial o de sus auxiliares, o de terceros vinculados a aquel con
motivo de una designación, citación o requerimiento destinados al
cumplimiento de una función determinada.

Este último autor citado expone los elementos del acto procesal de la
siguiente manera:

• Sujetos: se requiere que los sujetos que realizan el acto procesal


tengan aptitud para producirlo, el órgano judicial debe ser
competente, y las partes o sus representantes, ser procesalmente
capaces.

• Objeto: es la materia sobre la cual el acto procesal recae y debe ser:


idóneo (apto para lograr la finalidad) y jurídicamente posible, es
decir, no prohibido por la ley.

• Actividad: el conjunto de actos orientados hacia determinada


finalidad. La actividad procesal está constituida por una serie
gradual, progresiva y concatenada de actos jurídicos procesales,
que se conciben como una unidad coordinada y adaptable a un
proceso cualquiera. Es procesal debido a la naturaleza del objeto y a
su finalidad. Se trata de una actividad que tiende al inicio,
desarrollo y conclusión del proceso judicial y que tiene los
siguientes caracteres:
o Complejidad en su estructura o

Fraccionamiento en su

contenido o Progresividad en su

desarrollo

o Concatenación,

Clasificación
La clasificación de los actos es siempre parcial, depende de la esencia
diferenciadora. La doctrina mayoritaria la realiza desde la siguiente
distinción:

• Actos de iniciación: el acto de iniciación por excelencia es la demanda,


pero nuestro proceso civil permite la realización de una serie de actos
procesales, que pueden ser anteriores a la demanda, tales como las
medidas cautelares (por ej. el embargo preventivo).

• Actos de desarrollo: son los actos, que una vez iniciado el proceso, tratan
de conducirlo hacia un determinado fin, que no es otro que sentenciarlo y
hacer cumplir lo decidido en la causa. Estos actos requieren, a diferencia de
los de iniciación, la intervención de dos o más órganos, es decir, aunque
emanen de las partes, o sus auxiliares, o de terceros, es necesaria la
intervención del tribunal y sus auxiliares para la eficacia del acto. Ejemplo:
cuando una de las partes formula una petición, el tribunal debe ordenar el
traslado a la contraria, y si se notifica a domicilio debe realizarse la
providencia mediante un oficial notificador. Es necesaria una
subclasificación en:

o Actos de instrucción: importan dos actividades, por un lado que las


partes o auxiliares introduzcan al proceso datos de hecho y de
derecho y por otro lado tales datos deben ser compulsados, es decir
probados.

o Actos de dirección: son aquellos que tienen por finalidad posibilitar


la realización de los actos de instrucción y pueden subdividirse en:
actos de ordenación, de comunicación, de documentación y
cautelares.

• Actos de conclusión: tiene por objeto concluir con el trámite del proceso.
El acto de conclusión por excelencia es la sentencia que lleva siempre una
declaración de derechos, sin embargo algunas no se agotan con esa simple
declaración y necesitan de algo más, es decir, su “ejecución” que no es otra
cosa que hacer cumplir lo decidido en la causa, para lo cual es necesario, a
veces, una actividad procesal posterior, que se denomina “ejecución de
sentencia”.

Comunicación procesal. Definición.


Modos.
Etimológicamente es la acción y efecto de notificar.

De la Rúa la entiende como el acto procesal mediante el cual se hace


conocer de una manera auténtica una resolución jurisdiccional.

Es un acto procesal de participación de conocimiento, por lo tanto


comprende todos los medios de hacer saber a un litigante lo acordado por
el tribunal, abarcando la citación, el emplazamiento y el requerimiento.

• Comunicación o transmisión interna: dentro del proceso la comunicación


entre el tribunal, las partes y el resto de los sujetos procesales no es
directa, salvo la que se produce en los procedimientos orales. Este tipo de
comunicación, que se realiza por distintos medios, es lo que se conoce
como interna, y alcanza a todo sujeto que se halle vinculado a la decisión
del juez.

Los medios de comunicación interna son: los traslados, las vistas y


las notificaciones.

• Comunicación o transmisión externa: es la comunicación del tribunal con


autoridades o entidades ajenas al proceso y que no pueden ser traídas
dentro de él, si bien contribuyen a éste en alguna medida. Los medios de
comunicación externa son el oficio y el exhorto.

La comunicación entre jueces (provincial, nacional e


internacional):
La comunicación es el documento de un juez o tribunal con objeto de
informar, pedir o notificar algo a otra autoridad judicial.

El exhorto es la comunicación librada por un juez y dirigida a otro juez de su


misma categoría, pero diferente jurisdicción, a fin de que practique alguna
diligencia (notificación, embargo, declaración de testigos) que deba
realizarse en la jurisdicción de éste.

Se llama mandamiento cuando se pide algo a un juez de inferior categoría,


mientras que suplicatoria a uno de mayor (v.gr. de un juez de primera
instancia a un juez de cámara).

La notificación en el proceso. Definición. Formas.


Es uno de los actos de comunicación interna, es el acto mediante el cual se
pone en conocimiento de las partes o de terceros, el contenido de una
resolución judicial, asegurando la vigencia del principio de contradicción y
estableciendo el punto de partida para el cómputo de los plazos. La
notificación va dirigida a quien tiene el derecho de conocer la resolución o
la obligación de cumplirla.

Puede asumir diversas formas dicha notificación, según la importancia de la


resolución a comunicar:

• Notificación personal: Se la conoce como notificación “en la oficina” y la


lleva a cabo el interesado mediante diligencia en el expediente, suscripta
personalmente por él, su apoderado o patrocinante. Esta notificación suple
a cualquiera de las otras especies.

• Notificación por cédula: la cédula es un documento que consta de un


original y de una copia, y que debe contener:

o Nombre, y apellido de la persona a notificar, o designación que


corresponda; su domicilio o Juzgado y secretaría donde se tramita
el juicio. o Carátula del asunto por su objeto.

o Transcripción del decreto o de la parte resolutiva del auto o


sentencia.

o Si se acompañan documentos, hacer la mención

o Firma del apoderado o del letrado patrocinante, síndico, tutor o


curador ad litem, en su caso con aclaración de firma. Firma del
secretario cuando fuere conveniente por razones de urgencia o por
el objeto de la providencia, o cuando la notificación fuere de oficio.

Una vez diligenciada la cédula por el notificador, el letrado retira la


copia y la agrega al expediente.
• Notificación por ministerio de la ley: es una notificación ficta, en tanto no
existe un acto real de transmisión y sólo por ficción de la ley se la tiene por
realizada.

Nuestro CPCCba establece en su art. 153 que “salvo los casos en que
proceda la notificación a domicilio, las resoluciones se considerarán
notificadas, por ministerio de la ley, el primer martes o viernes posterior al
día en que hubieren sido dictadas, o el siguiente hábil, si alguno de aquellos
fuere inhábil. No se considerará cumplida la notificación si el expediente no
se encontrare en secretaría y se hiciere constar esa circunstancia en el libro
especial que se llevará al efecto, bajo la firma del letrado o de la parte y del
secretario”

• Notificación por edictos: aquella que se practica mediante publicaciones


por la prensa, tendientes a hacer conocer una resolución judicial a alguna
persona incierta o cuyo domicilio se ignore.

Establece el art. 152: “cuando no fuese conocido el domicilio de la persona


que deba notificarse o fuera incierta, las notificaciones se efectuarán por
edictos, cuyo texto deberá contener en forma sintética las enunciaciones
indispensables, de conformidad con la reglamentación que dicte el TSJ. Los
edictos se publicarán en el Boletín Oficial y en un diario de la ciudad que sea
sede de la circunscripción judicial donde se tramite el juicio.”

• Notificación por telegrama o carta documento: establece el art. 149 del


CPCCba: “cuando la notificación deba practicarse a personas que se
domicilian en otras localidades de la provincia, podrá hacerse por medio de
telegrama copiado o colacionado, carta documento, o carta certificada con
aviso de recibo. En el último caso a petición de parte.

Los telegramas y cartas documentos se confeccionarán de acuerdo con las


normas que rijan al respecto y contendrán los requisitos del art. 146.”

• Notificación tácita:

o Por retiro de expediente: establece el art. 151 del CPCCba: “el retiro
del expediente por el apoderado o el patrocinante, importará
notificación de todo lo actuado”.

Se diferencia de la notificación ficta en cuanto ésta se tiene por


producida sin tener en cuenta el efectivo conocimiento que el
interesado pueda tener. La tácita, atiende a que dadas
determinadas circunstancias, el interesado resulta anoticiado, en
tanto su fundamento responde a principios de celeridad y buena fe
procesales.
o Por retiro de copias de escritos por al parte, o su apoderado o
letrado, implica notificación personal de traslado que respecto del
contenido de aquellos se hubiere conferido.

o Por presentación de cédula en secretaría: establece el art. 146


CPCCba: “….la presentación de la cédula a los fines de su
diligenciamiento importará la notificación de la parte que la
suscribe, si no se hubiere notificado con anterioridad por otro
medio…”

• Notificación a miembros del ministerio público: art. 154 CPCCba.: “los


integrantes del MP serán notificados en sus despachos, debiendo
acompañarse el respectivo expediente. A tal fin se expedirá a quien lo
presentare un control numérico en el que se hará constar la fecha de su
recepción.”

El tiempo en el proceso. Plazos


procesales.
Concepto
Son los modos de computar los intervalos en el proceso. La dimensión
temporal del proceso no es otra cosa que ese conjunto de lapsos
destinados al cumplimiento de cada acto procesal en particular. A dichos
lapsos, el código procesal les denomina “plazos”, que es el lapso que media
entre la fecha que se ordena la realización del acto procesal y aquella en
que ese se realiza, a diferencia de “término” que constituye el extremo
legal del plazo.

El art. 45 del CPCCba nos indica la forma de computar el inicio del plazo que
es a partir de su notificación (o de la última si son comunes), no
contándose el día en que se practicó la diligencia de notificación.

El art. 46 determina que “en los plazos señalados en días, se computarán


solamente los días hábiles y los fijados por meses y años se contarán sin
excepción de día alguno”.

El art. 23 prescribe que los días, meses y años se contarán para todos los
efectos legales, por el calendario gregoriano, y el art. 43 especifica que
debe entenderse por “días hábiles” todos los del año, con excepción de los
sábados, domingos y feriados o los declarados inhábiles por leyes, decretos
y resoluciones del TSJ. A diferencia del código civil que computa de
medianoche a medianoche (art. 24), el código procesal determina que las
horas hábiles son las comprendidas entre las siete y las veinte.

Clasificación. Efectos
• Si tomamos en cuenta la forma de fijación, podemos hablar de:

o Plazos legales: aquellos cuya duración se halla expresamente


establecida por la ley.

o Judiciales: aquellos que la ley permite su fijación por el tribunal.


o Convencionales: aquellos que, por delegación legal, se le acuerda a
las partes la facultad de fijarlos de común acuerdo.

• Si vemos sus efectos, hablamos de plazos fatales y no fatales, o


prorrogables y no prorrogables: por regla general se establece que los
plazos procesales son improrrogables, pero las partes pueden cumplir el
acto motivo de la diligencia, no obstante estar vencidos, mientras no se les
haya acusado la rebeldía, salvo que fueren fatales (art. 47 CPCCba), que
son aquellos que una vez transcurrido el tiempo establecido, no puede
realizarse el acto de que se trata válidamente, es decir no se admite en
juicio la acción, excepción, recurso o derecho para que estuvieren
concedidos. Estos plazos fenecen por el mero transcurso del tiempo, sin
necesidad de declaración judicial ni de petición de parte y con ellos los
derechos que se hubieren podido utilizar.

• Si tenemos en cuenta a quienes se otorgan, distinguimos entre:

o Individuales: los plazos que se conceden independientemente a


cada parte para la ejecución de los actos procesales determinados.

o Comunes: aquellos plazos que se acuerdan en forma conjunta a


ambas partes a fin de que realicen uno o más actos procesales de la
misma índole.

• También podemos distinguir los plazos en:

o Ordinarios: cuando se encuentra previsto para los casos comunes y


normales.

o Extraordinarios: cuando atienden a circunstancias especiales, tales


como la distancia existente entre el domicilio de las partes y la sede
del tribunal.
Sanciones procesales. Definición,
clasificación. Inadmisibilidad y nulidad.
Definición. Principio y efectos.
Son conminaciones de invalidez que se ciernen sobre los actos procesales
tendientes a resguardar la regularidad del trámite. (Zinny)

Nuestro ordenamiento procesal ha receptado el sistema privatista,


mediante el cual la sanción debe ser peticionada por parte interesada,
siempre que el vicio del acto le haya producido un perjuicio; otro criterio es
el judicialista, por el cual corresponderá al juez la decisión sobre el alcance
del vicio y la existencia del perjuicio para imponer la sanción, haya o no
habido petición de parte, según el vicio de que adolece el acto vulnere
intereses privados o, además de aquellos, se violen principios de orden
público; otro sistema es el de la legalidad, en cuanto sólo puede ser
sancionado determinado acto cuando la ley expresamente conmine con
sanción la inobservancia específica o genérica de la conducta procesal
cumplida.

Clasificación
• Caducidad: se entiende a aquella sanción que produce la ineficacia
de un acto producido extemporáneamente, es decir, fuera del plazo
perentorio o fatal dentro del cual debía realizarse. Ej.: contestar la
demanda una vez declarada la rebeldía.

• Inadmisibilidad: es la sanción por la cual se impide ab initio la


producción de efectos procesales con respecto a los actos de las
partes y sus auxiliares o de algunos terceros, no provocados por el
Tribunal, cumplidos sin observar determinados requisitos de forma
o sin tener la facultad para actuar eficazmente.

• Preclusión: sanción que produce la ineficacia de un acto procesal


porque su ejecución resulta incompatible con una conducta
procesal anterior. Ej.: oponerse a la citación del tercero hecha por la
contraparte y más tarde solicitar su citación.

• Nulidad: sanción por la cual se elimina un acto por inobservancia de


un requisito modal extrínseco relativo a su estructura exterior.

Es importante señalar que para un sector de la doctrina (Clariá Olmedo,


Alsina, Palacio) existen sólo dos sanciones procesales: la nulidad, como
sanción genérica que produce la ineficacia del acto ya cumplido, y la
inadmisibilidad, que es específica e impide que un acto viciado pueda
cumplirse válidamente. La caducidad y la preclusión serían vicios, no
sanciones, que dan lugar a la sanción de nulidad o de inadmisibilidad,
según el acto sancionable, que tiene vicios, pero puede o tiene efectos en
el proceso; y el acto inexistente, que no tiene ni puede tener efectos
jurídicos dentro del proceso (Ej. de este último, una demanda sin firma de
parte ni letrado).

Inadmisibilidad y nulidad
Inadmisibilidad es la sanción por la que se impide el ingreso jurídico del
acto al proceso y consecuentemente, que produzca efectos en él (Zinny)

• Admite dos causales:

o Vicios en la estructura del acto, por no adecuarse al esquema legal


regulado imperativamente.

o Vicios de poder, consistente en la ausencia de la atribución para


realizar la actividad que se pretende cumplir, sea porque se ha
extinguido la posibilidad de actuar (operó la caducidad) o por
haberse agotado por su ejercicio anterior (preclusión).

• La inadmisibilidad es declarable de oficio o a petición de parte.

Nulidad: es la sanción que involucra a todas las demás que puedan ingresar
a una clasificación. Cuando el acto viciado es admitido por el tribunal, ya la
admisibilidad no puede ser aplicada, desde que el acto ha tenido ingreso
jurídico al proceso y ha producido efectos, por lo que para hacerlos cesar
deberá producirse su invalidación mediante la declaración de nulidad.

• La nulidad tiene por objeto quitar eficacia a un acto que ha ingresado al


proceso y producido efectos jurídicos procesales. Debe estar expresa en la
ley. No hay nulidades implícitas. La ley las puede establecer de modo
genérico (para todo acto) o específico (para un acto en particular).

Establece el art. 76 CPCCba: “procederá la nulidad de los actos procesales


cuando la ley prevea expresamente esa sanción o cuando el acto carezca de
los requisitos indispensables para la obtención de su finalidad, salvo que, no
obstante su irregularidad, el acto haya logrado la finalidad a la que estaba
destinado.”
• La nulidad de un acto no importará la de los anteriores o posteriores que
sean independientes de dicho acto; ni la de una parte del acto afectará las
otras partes que sean independiente de aquélla.

• Las nulidades se clasifican en:

o Genéricas, son las conminadas para todos los actos procesales. Tal
la que obliga al uso del idioma nacional, fecha de los actos
procesales, etc.

o Específicas: son las previstas de modo expreso para cada caso en


particular: nulidad de las notificaciones, nulidad de la declaración
del imputado, etc.

o Nulidades absolutas: cuando un interés público indisponible


aparece comprometido en la observancia de la forma (la forma
protege la vigencia en el proceso de los derechos y garantías
constitucionales). Revisten esencial importancia en sede penal,
aunque las hay en civil, por ej.: no intervención del ministerio
pupilar en juicios donde están en juego intereses de los incapaces, y
tiene los siguientes caracteres:

- Son declarables de oficio en cualquier estado o grado del


proceso.

- No son subsanables

- No pueden ser consentidas ni expresa ni tácitamente

- No puede peticionarla quien dio lugar a la nulidad

Sin embargo, en todo caso, la nulidad tiene que haber producido un


perjuicio.

o Nulidades relativas:

- Nulidad declarable de oficio: aquellas nulidades provocadas por


un vicio que afecta el interés público, pero disponible por la
naturaleza de los intereses en juego (patrimoniales), ej juez la
puede declarar sin necesidad de petición de parte, pero el vicio
puede ser subsanado por el consentimiento de los interesados.

- Nulidad declarable a petición de parte: la declaración de nulidad


sólo es procedente en la medida que la parte agraviada
peticione la sanción.

Establece el art. 77 CPCCba: “la nulidad se declarará a petición


de parte, quien al promover el incidente deberá expresar el
perjuicio sufrido del que derivare el interés en obtener la
declaración o mencionar la defensa que no ha podido oponer…”

El art. 78 establece las condiciones para la procedencia del incidente de


nulidad: “el incidente debe ser promovido dentro de los cinco días de
conocido el acto viciado”.

Transcurrido dicho plazo se entenderá que ha sido consentido por la parte


interesada en la declaración de nulidad.

• No se admitirá el pedido de nulidad cuando:

o Hubiere transcurrido el plazo previsto en el art. citado.

o Fuere manifiestamente improcedente. o El peticionante de la

nulidad haya dado lugar a la misma.

o No concurran los requisitos exigidos por dicho artículo, consistentes


en:

- Existencia de un vicio en alguno de los elementos del acto


procesal.

- Demostración de interés jurídico en la invalidación del acto;


existencia de agravio; mencionando las defensas que no se han
podido oponer con motivo de la nulidad.

- Que la nulidad no sea imputable a quien la pide.

- Falta de convalidación del acto viciado

• Las formas de alegar una nulidad son:

o El incidente: expresa Palacio que el incidente constituye la única vía


adecuada para plantear la nulidad de cualquier acto procesal
realizado en el curso de la instancia, aun cuando se haya dictado
alguna resolución interlocutoria o definitiva.

o El recurso: que en nuestro caso es absorbido por el recurso de


casación y tiende a obtener la nulidad de la sentencia por vicio de
forma o procedimiento.

o La excepción de nulidad: que prevé el CPC Nación como excepción


admisible en el juicio ejecutivo frente a la hipótesis de que mediare
incumplimiento de las normas establecidas para la preparación de
la vía ejecutiva. En nuestro código se utiliza directamente la vía
incidental.

o La acción de nulidad: vía autónoma (absorbida en el CPCCba. por el


recurso de revisión) tendiente a obtener la nulidad total o parcial de
un proceso.

• Efectos: La nulidad de un acto importa la nulidad de aquellos que sean


dependientes, que sean consecuencia directa del acto anulado.
Bibliografía de referencia
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría
General del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría
General del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.
La prueba
judicial

Derecho
Procesal I
(Teoría
General del
Proceso)
1
Teoría General de la
prueba judicial
La Prueba.
Definición
La expresión “prueba” admite varias acepciones: en sentido amplio se
refiere al procedimiento para probar, al medio por el cual se intenta
hacerlo y al resultado de lo que ha sido probado, el hecho mismo de la
convicción judicial.

En tal sentido, Alsina la define como “la comprobación judicial, por los
modos que la ley establece, de la verdad de un hecho controvertido del
cual depende el derecho que se pretende”.

En similar sentido, Palacio la explica como la “actividad procesal, realizada


con el auxilio de los medios establecidos por la ley, y tendiente a crear la
convicción judicial sobre la existencia o inexistencia de los hechos
afirmados por las partes como fundamento de sus pretensiones o
defensas”.

En un esfuerzo por aunar las distintas definiciones que al respecto brinda la


doctrina, podemos concluir que la actividad probatoria es el movimiento, el
esfuerzo, que realizan todos los sujetos del proceso, con la finalidad de
introducir elementos capaces de producir en el juzgador un conocimiento
(elemento de prueba), respecto de los hechos afirmados por las partes en
sus alegaciones.

Distinción entre medio, órgano y elemento


• Medios de prueba: son las vías, caminos o procedimientos establecidos en
la ley procesal para introducir válidamente al proceso, los elementos de
prueba. Generalmente estos medios están nominados en la ley (ej.,
testimonial, pericial, documental, etc.), amén de que existen otros
(innominados) tales como grabaciones magnetofónicas, filmaciones de
video, que si bien no están regulados explícitamente por la legislación
procesal, se pueden introducir al proceso bajo ciertas condiciones legales.

• Elemento de prueba es todo dato o circunstancia de conocimiento que se


obtiene del medio de prueba, que introducido en el proceso, provoca
conocimiento sobre algún hecho, para su posterior valoración (los dichos
de un testigo, el informe pericial, el contenido del documento, etc.)

• Órgano de prueba es la persona, el documento, el sujeto productor del


elemento de prueba, que lo contiene y lo trae al proceso, y que debe ser
siempre una persona distinta del juzgador. Por ej.: el testigo, el perito.

Objeto de prueba
Expresa Alsina que “objeto de prueba son los hechos que se alegan como
fundamento del derecho que se pretende”, ampliando Palacio tal concepto
al expresar que “son los hechos controvertidos y conducentes a la decisión
de la causa, afirmados por los litigantes”. De tal modo, el último autor
citado sostiene que es posible inferir que el objeto de prueba está
constituido por hechos externos o internos que pueden ser objeto de
conocimiento; que deben ser susceptibles de percepción por los sentidos o
deducción por la razón; cualquiera sea su naturaleza (física, psíquica, o
mixta); hallarse controvertidos por las partes y afirmados por ellas; ser
hechos que conduzcan (pertinencia y utilidad) al esclarecimiento de la
cuestión controvertida.

Procedimiento probatorio
Corresponde ahora dar respuesta a la pregunta, y ¿cómo se prueba?

Se trata, básicamente, de saber cuáles son las formas a respetar para


ingresar o incorporar al proceso prueba que se considere válida,
limitándonos por el objeto de estudio de la materia, al aspecto general
constituido por el conjunto de formas y reglas que son comunes a todos los
medios de prueba, es decir todo lo relativo al ofrecimiento de la prueba,
oportunidad para solicitarla y recibirla, y a su valoración posterior.

Así, dentro de ese aspecto general referido, se pueden distinguir dos


momentos o etapas fundamentales:
1. Introductivo o práctico, que comprende los actos cumplidos por todos los
sujetos del proceso, que persiguen el ingreso definitivo en él de todos los
elementos probatorios, etapa que se integra por:

• El ofrecimiento de la prueba: consiste en un anuncio de carácter formal,


realizado por las partes en el escrito pertinente, no existiendo para ello
fórmula sacramental alguna, siendo suficiente que del escrito surja
claramente el ánimo de ofrecer al juez la proposición de medios de prueba
de donde, posiblemente, han de surgir los elementos de convicción que
tiendan a acreditar o desacreditar los hechos que se invocan.

• Recepción de la prueba: a las partes les incumbe la elección de los medios


de prueba de que han de valerse en el proceso; al juez, en cambio, le
incumbe admitir o no admitir los medios de prueba por ellas ofrecidos.

La admisión es el acto procesal por el cual el juez accede a que un medio de


prueba determinado, ingrese al proceso como posible elemento de
convicción, ordenando agregarlo o practicarlo según el caso.

A los fines de la admisión de las pruebas, el juez se limita a ejercer un


control solamente formal de la prueba ofrecida por las partes, que se
circunscribe a la oportunidad del ofrecimiento (es decir, que haya sido
ofrecida en término, conforme a la legislación procesal, por ejemplo,
rechazará la prueba testimonial que no haya sido ofrecida dentro de los
diez primeros días del término de prueba, si se trata de un juicio ordinario),
y a la observancia de los requisitos formales exigidos por la ley para cada
medio de prueba, a los fines de su introducción en el proceso; por ejemplo,
que se hayan determinado los puntos de pericia junto con el ofrecimiento
de ese medio de prueba (art. 260 CPCCBA.)

Esto es, en materia civil el juez no puede rechazar la prueba por


considerarla impertinente o irrelevante, y en consecuencia “únicamente en
la sentencia podrá el Tribunal pronunciarse sobre la pertinencia de los
hechos alegados o de la prueba solicitada”, según lo preceptúa el art. 199
CPCCba. Más allá de lo cual el mismo artículo en su segunda parte, aclara
que en ningún caso el tribunal negará la apertura a prueba ni el despacho
de diligencias probatorias, salvo que estuviesen prohibidas por la ley (ej.,,
art. 309 del CPCCba., que contiene limitaciones sobre testigos parientes),
fueren manifiestamente inadmisibles (por ej., no ofrecer prueba junto con
la demanda en el juicio abreviado, y pretender hacerlo después) o
imposibles de producir (se ofrece la declaración testimonial de una persona
fallecida).

Finalmente, el Tribunal dictará un decreto o proveído admitiendo la


prueba, si se cumplen las condiciones analizadas, o rechazándola en su
caso, y en el cual fijará las audiencias a los fines de recepcionar las
declaraciones testimoniales ofrecidas, la absolución de posiciones, el
sorteo de peritos, ordenará librar los oficios requeridos, etc.

En contraposición a este sistema que impera en la legislación provincial de


Córdoba y que podríamos tipificar como de “libertad probatoria”, en el
procedimiento nacional y en lo que a la admisión se refiere, rige un sistema
de precalificación discrecional de prueba, en tanto y en cuanto el juez ante
su ofrecimiento, puede rechazar aquella que considere “manifiestamente
improcedente, superflua o meramente dilatoria” (art. 364 segunda parte
CPCN).

• Diligenciamiento de la prueba: una vez ofrecida la prueba, y admitida por el


tribunal, se inicia este momento. El diligenciamiento de una prueba,
consiste en el conjunto de actos procesales que es necesario cumplir para
introducir a la causa los distintos elementos de prueba que tiendan a
acreditar la veracidad o falta de veracidad de las afirmaciones de hechos
que interesa a un proceso.

Comprende este momento, la actividad que realizan todos los sujetos del
proceso a los fines de producir la prueba ofrecida, como la confección de
las cédulas de notificación para la comunicación a las partes y para la
citación de los testigos, la confección de los oficios en la prueba
informática, el sorteo de los peritos, etc.

• Introducción definitiva: finalmente, ocurre cuando la prueba


oportunamente ofrecida, admitida y diligenciada, se agrega, se incorpora a
la causa, por ejemplo, la declaración del testigo, el dictamen pericial, y de
esta manera el elemento probatorio queda incorporado al proceso.

Es en este momento cuando, en forma indiscutible, opera el principio


procesal de gran trascendencia, el de adquisición o comunidad de la
prueba, en virtud del cual la misma no pertenece a quien la aporta, y una
vez introducida legalmente al proceso, debe tenerse en cuenta para
determinar la existencia o inexistencia del hecho a que se refiere, sea que
resulte en beneficio de quien la propuso o de la parte contraria, que bien
puede invocarla.

2. Momento valorativo, que constituye el segundo momento del


procedimiento probatorio, de carácter eminentemente intelectual, que a
su vez se manifiesta en dos momentos consecutivos y precisos.

• El primero, que corresponde a las partes: esta valoración se materializa en


los alegatos, como paso anterior al momento decisorio. En éstos las partes
hacen mérito de la prueba rendida valiéndose, para ello, de
argumentaciones favorables a sus pretensiones o defensas, con la finalidad
de convencer al tribunal y obtener finalmente una decisión que satisfaga
sus intereses. Dicha valoración consiste no sólo en destacar el éxito de su
resultado probatorio, sino también la deficiencia o ineficacia de la prueba
de la contraria.

• El segundo momento, consiste en la intervención del juez o tribunal, que


está limitada a la recepción de los alegatos, y una vez agregados al
expediente, queda la causa en estado de dictar sentencia; correspondiendo
ahora al juez analizar los elementos de convicción incorporados al proceso,
para fundar su decisión, conforme al último paso o momento del
procedimiento que es la valoración de la prueba.

Principios de la prueba
• Admisibilidad: es el acto por el cual se permite el ingreso o práctica de la
prueba, con independencia de su eficacia, se le puede conceder el crédito
inicial o hasta que sea desvirtuado. Es el principio de dar entrada a una
prueba.

• Libertad: implica que las partes y el juez deben gozar de libertad para
obtener todas las pruebas que sean útiles pertinentes a la averiguación de
la verdad, salvo que por razones de moral y de orden público no puedan
ser realizadas. Este principio se resuelve en otros dos: libertad de medios
de prueba y libertad de objeto de prueba.

Este concepto significa que todo puede probarse por cualquier medio,
cualquier hecho puede ser objeto de prueba y esa prueba puede alcanzarse
por cualquier medio. Ahora bien, es importante destacar que ante el riesgo
de que amparándose en este principio, se produzcan pruebas innecesarias,
es que los ordenamientos procesales más modernos ponen ciertos límites
al mismo, prohibiendo la producción de pruebas manifiestamente
improcedentes, inconducentes o inidóneas.

• Pertinencia: la prueba que puede producir la convicción del juzgador es la


que resulta útil, idónea y pertinente para demostrar las afirmaciones
controvertidas. Este principio se relaciona con el de economía procesal y
tiende a evitar que uno de los litigantes dilate innecesariamente el proceso
con pruebas impertinentes.

• Negligencia procesal: es el abandono o falta de diligencia en la tramitación


de los juicios. En ella pueden incurrir tanto los funcionarios judiciales y sus
auxiliares o subordinados, cuanto las partes y sus representantes o
patrocinantes. La negligencia procesal tiene dos formas de sanción: una es
la pérdida del trámite o actuación no cumplidos o no reclamados a tiempo,
y otra es la pecuniaria, que puede imponerse para el pago de las costas o
de parte de ellas, al mandatario negligente o a éste conjuntamente con la
parte y su patrocinante. (caducidad y prescripción).

• Publicidad: se relaciona con el principio de contradicción, en tanto implica


que las partes deben tener igual oportunidad para conocer la prueba,
participar en su producción, impugnarlas, discutirlas y valorarlas, además
de conocer la valoración efectuada por el juez al dictar sentencia.

La verdad jurídica objetiva


Todo proceso judicial persigue como finalidad específica inmediata la
fijación de los hechos fundamentadores de las pretensiones de las partes
mediante la búsqueda y adquisición de la verdad. Se trata de confirmar o
desechar el acontecimiento histórico sobre el cual ha de fundamentarse la
solución que corresponde dar a la res iudicanda.

El objeto del proceso consiste en una conceptualización fáctico-jurídica que


se afirma con los introductivos de las partes para fundamentar las
respectivas pretensiones. Las afirmaciones de hechos deben ser probadas
positiva o negativamente, su encuadramiento en las normas jurídicas debe
encontrarse mediante la confrontación de la materialidad fijada con el
supuesto de hecho normativamente descripto. Por ambos mecanismos se
llega a la certeza jurídica. Se trata de la certeza de los hechos
(controvertidos o no, según los casos) y de la certeza del derecho objetivo
vigente, ya que éste debe ser aplicado a aquéllos.

Es corriente sostener en doctrina que la verdad obtenida mediante el


proceso judicial con respecto a los hechos de la causa, en cuanto
perseguida como finalidad inmediata tiene unas veces alcance material o
histórico y otras veces un alcance meramente formal. Lo primero
constituirá una exigencia del proceso penal, que procura llegar a la verdad
histórica de lo acontecido según la prueba obrante en la causa, y lo
segundo se advertirá en el proceso civil, donde el hecho queda fijado
conforme a lo que las partes quieren, con exclusión de la averiguación de la
verdad.
Sistemas de valoración de la
prueba.
En doctrina clásica, se han destacado tres sistemas de valoración de la
prueba: el de la Tarifa legal o prueba legal; el de la íntima convicción y el de
la sana crítica racional o libre convicción.

1. Sistema de Prueba o tarifa legal: consiste en que el valor de la prueba


está predeterminado por la ley; es ésta la que le señala por anticipado al
juez, el grado de eficacia que debe atribuirle a determinado elemento
probatorio; por lo tanto, el juzgador se encuentra obligado a valorar las
pruebas de acuerdo a los extremos o pautas predeterminadas por el
legislador en la norma jurídica.

Ha sido prácticamente abandonado por las legislaciones modernas, aunque


existen aún algunos resabios como es el caso del art. 236 de nuestro
C.P.C.Cba), que textualmente expresa que “la confesión judicial hace plena
prueba contra el absolvente…”.

2. Sistema de libre apreciación: es la antítesis del anterior e implica el


otorgamiento de facultades discrecionales al juzgador, quien aprecia la
prueba libremente, sin estar atado a criterios legalmente preestablecidos.

El juez para obtener la íntima convicción se vale de los sentimientos, de las


intuiciones, de las impresiones, o de otros estados emocionales, de sus
conocimientos personales, además de los razonamientos lógicos y de la
experiencia.

3. Sana crítica racional: el juez valora la prueba sin sujeción a criterios


legalmente establecidos, pero, a diferencia del anterior, sin la interferencia
de factores emocionales, debiendo fundamentar su decisión.

Como señala Couture, las reglas de la sana crítica racional son “las reglas
del correcto entendimiento humano”. La sana crítica es la unión de la
lógica, la experiencia y la psicología.

En cuanto a la primera, y refiriéndonos a la lógica formal, juega un papel


trascendental, a través de los principios lógicos supremos que actúan como
controles racionales en la decisión judicial, y que conforme a la concepción
clásica son:

• Principio de identidad: cuando en un juicio el concepto-sujeto es


idéntico total o parcialmente al concepto-predicado, el juicio es
necesariamente verdadero.

• Principio de contradicción: dos juicios opuestos entre sí


contradictoriamente, no pueden ambos ser verdaderos.
• Principio de tercero excluido: dos juicios opuestos entre sí
contradictoriamente, no pueden ambos ser falsos (uno de ellos es
verdadero y ningún otro es posible).

• Principio de razón suficiente: todo juicio para ser realmente


verdadero, necesita tener una razón suficiente que justifique lo que
en el juicio se afirma o niega con pretensión de verdad.

Facultades del juez para ordenar de


oficio medidas probatorias.
El intento de introducción de la prueba (iniciativa) por parte del tribunal se
produce, con la orden de recepción emanada de él sin instancia de parte.
La previsión al respecto implica otorgar al tribunal un poder autónomo de
investigación para seleccionar y reunir o suplementar la prueba.

Es el régimen característico del tipo procesal inquisitivo, razón por la cual


tiene aplicación en el proceso penal durante el período de la investigación
penal preparatoria. En la etapa del juicio oral, la única prueba que el código
de procedimiento de la provincia de Córdoba autoriza al tribunal a ordenar
de oficio, es la inspección judicial.

En el proceso laboral, la iniciativa probatoria del tribunal ha tenido también


cierta acogida.

Las modernas legislaciones procesales civiles ponen empeño en que no


quede eliminada la regla probatoria resultante del principio dispositivo. Sin
embargo han comenzado a quebrantarla mediante el otorgamiento de
mayores atribuciones de oficio para el tribunal. Orientadas por el carácter
publicístico del proceso, han cedido a la tentación de obtener en alguna
medida un procedimiento que se considere más justo, permitiendo e
incluso imponiendo al juez la integración de la actividad de las partes en la
tarea de arrimar inicialmente la prueba al proceso judicial.

Como ejemplo, el C.P.C.Cba., en su art. 279 párrafo 2° expresa que “…el


tribunal podrá, de oficio o a petición de parte, disponer que se amplíe el
dictamen si lo creyere deficiente u ordenar que se nombren otros peritos,
sin recurso alguno”.
Carga de la prueba en el proceso civil,
laboral y familiar.
Responde a la pregunta de ¿quién debe probar? se trata de determinar,
cuál de los sujetos que actúan en el proceso debe producir la prueba
materia del debate, o sea, la distribución del onus probando.

En el proceso civil, eminentemente dispositivo, son reglas para que las


partes produzcan la prueba de los hechos, con la finalidad de demostrar la
verdad de sus respectivas proposiciones. Carga de la prueba significa
entonces, una conducta impuesta a uno o a ambos litigantes para que
acrediten la verdad de los hechos por ellos alegados.

La carga de la prueba (onus probando) constituye pues como toda carga


procesal, un imperativo del propio interés, una circunstancia de riesgo;
quien omite probar, no obstante la regla que pone tal actividad a su cargo,
no es pasible de sanción alguna, quedando expuesto a la perspectiva de
una sentencia desfavorable.

En otro aspecto, también es una regla para el juzgador o regla de juicio, en


cuanto implica cómo debe resolver cuando no existe la prueba de los
hechos sobre los cuales debe basar su decisión.

La ley procesal debe distinguir anticipadamente entre las partes la fatiga


probatoria, determinando las circunstancias que el actor y el demandado
deben acreditar, según las proposiciones formuladas por ellos en el juicio.

Concepción clásica
Las reglas sobre la carga de la prueba son aquellas que tienen por objeto
determinar cómo debe distribuirse, entre las partes, la actividad
consistente en probar los hechos controvertidos que son materia de litigio.
Mantiene aún su vigencia, con algunas modificaciones, aunque existen
situaciones complejas, donde el problema de determinar quién debe
probar se hace de muy difícil solución. Trataremos de establecer, en
síntesis, las cargas o responsabilidades de cada uno para lograr zanjar dicha
dificultad.

Generalmente, se puede analizar la existencia de tres clases de hechos; los


constitutivos, los impeditivos y los extintivos, que funcionan de la siguiente
manera en el tema que nos ocupa:

• Al actor le incumbe la prueba de los hechos constitutivos de su


pretensión, atribuyéndosele el carácter constitutivo al hecho
específico del que surge, en forma inmediata, el efecto jurídico
pretendido. Así por ej., en un contrato de compra venta, el actor
deberá probar la existencia de dicho contrato, como asimismo, las
demás circunstancias que lo tipifican, por ej.: cosa vendida, precio,
etc.

• En cuanto a los hechos impeditivos, como regla le corresponde su


prueba al demandado. Siguiendo el ejemplo anterior, podemos
decir que son hechos impeditivos la existencia de un vicio en el
consentimiento o la incapacidad de los contratantes,
correspondiendo la prueba de su existencia a quien los invoca como
fundamento de su defensa.

• De la misma manera, corresponderá al demandado probar la


existencia de los hechos extintivos, que en relación al supuesto
citado, será, por ejemplo: el pago del precio o cualquier otro medio
extintivo de las obligaciones.

Si bien generalmente estos hechos deben ser probados por el demandado,


existen supuestos en que los hechos impeditivos y extintivos deberán ser
probados por el actor, cuando constituyeren el fundamento de su
pretensión, pues existen situaciones en las que un hecho impeditivo o
extintivo funda una demanda; en tal caso, el actor deberá probar el hecho
que impidió la constitución de una relación jurídica o que la extinguió,
como sucede cuando se solicita la nulidad de un acto jurídico,
correspondiéndole al actor la prueba del error, dolo, violencia o cualquier
vicio de la voluntad en que funda la demanda.

Como consecuencia de lo expresado, podemos concluir que, tal como lo


sostiene la doctrina, cada parte soportará la carga de la prueba respecto de
los hechos a los que atribuye la producción del efecto jurídico que
pretende (Palacio).

La legislación procesal civil de la provincia de Córdoba (ley 8465) no incluye


normas generales que fijen pautas de distribución de la responsabilidad
probatoria, con excepción del art. 548 C.P.C.Cba., referido al juicio
ejecutivo: corresponderá al demandado la prueba de los hechos en que
funde las excepciones. En cambio, el art. 377 del C.P.C.N. expresa que
“cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma
o normas que invocare como fundamento de su pretensión, defensa o
excepción”.
Reformulación
Modernamente, se ha ido desarrollando en la doctrina y jurisprudencia, un
movimiento de cambio que tiende a atenuar en el proceso civil su marcado
perfil dispositivo, por otro de tipo publicístico o inquisitivo que otorga al
juez un rol más activo o protagónico en el proceso.

Se hace necesario, como consecuencia de ello, adaptar las tradicionales


reglas de distribución de la carga probatoria que expresáramos
precedentemente, a las necesidades que impone esta nueva tendencia. De
esta manera surge lo que se ha dado en llamar “teoría de la carga
probatoria dinámica”, cuya regla de distribución, básicamente, puede ser
expresada de la siguiente manera: “la carga de acreditar determinado
hecho, debe recaer sobre el litigante que se encuentre en mejores
condiciones de producirla”. Es decir, se atenúa el rigorismo de los
principios llamados clásicos y encuentra su máxima expresión en aquellos
supuestos donde la prueba, o parte de ella, resulta inaccesible a una de las
partes –supongamos al actor- (por ejemplo, los casos de mala praxis
médica, simulación, etc.) En estos casos, se impone la carga probatoria, a
quien se encuentre en mejores condiciones de probar; todo ello en virtud
de los principios de la lógica, justicia, igualdad de partes antes la ley y
solidaridad.

Además, es necesario que concurra otra circunstancia determinante: que la


parte se encuentre en reales posibilidades de probar, ya que de lo
contrario, atribuir responsabilidad de prueba a quien no tiene esa
posibilidad, carecería de todo sentido.

Adviértase también, que no debe confundirse este sistema con el de la


inversión de la carga de la prueba, aunque presenta ciertas similitudes. En
el último de los nombrados, esa inversión proviene de la ley (art. 39 del C.P.
Laboral de Cba. –Ley Prov. Nº 7987-, art. 509 inc. 2 C.P.C.Cba.), pero en el
sistema de la reformulación, se trata de un sistema que,
circunstancialmente, permite que esa responsabilidad probatoria sea
atribuida a una u otra parte, tal como ya lo hemos señalado.

Sin discutir la justicia del sistema, el problema se presenta porque en la


actualidad no existe en nuestra legislación procesal, normas precisas que
den seguridad jurídica al justiciable en este sentido, y que determinen
cómo y cuándo el juzgador ha de atribuir esa responsabilidad probatoria a
una de las partes en un caso concreto.
Responsabilidad probatoria en el
proceso penal.
En nuestro sistema penal, las doctrinas precedentemente enunciadas
resultan inaplicables por cuanto:

El estado de inocencia impide que se obligue al imputado a aportar prueba


acerca de aquella y mucho menos sobre su culpabilidad. No tiene el deber
de probar nada.

Nuestro sistema reposa en el carácter público del interés represivo, por lo


que la obligación de investigar la verdad y de aportar en consecuencia las
pruebas necesarias, incumbe al estado a través de sus órganos
predispuestos, sin que la actividad probatoria y el objeto de la prueba
puedan encontrar límites derivados de la conducta de las partes. La
responsabilidad que nace para el Ministerio Público por imperio de la ley
8123 durante la etapa del juicio, por la cual el ofrecimiento de prueba es de
su exclusiva competencia, no pudiéndola suplir el tribunal de oficio, no
responde a la teoría de la carga probatoria pues el fiscal, objetivamente,
está obligado a efectuar dicho ofrecimiento, de la misma forma que el juez
está obligado a juzgar.

La actividad probatoria en el proceso penal no es una simple verificación,


desde que ésta presupone una afirmación previa, y lo que se pretende es
reconstruir objetiva, imparcial, histórica y libremente el hecho hipotético
que supone delito.
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría General
del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría General
del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.

Nombre de la
materia
Alegato y
sentencia

Derecho
Procesal I
(Teoría
General del
Proceso)
1
Discusión y decisión
Alegatos.

Definición y formas en los diferentes procesos


La discusión es la actividad que realizan las partes para acercar al tribunal
los argumentos que puedan determinar una decisión de fondo a su favor,
sobre las cuestiones y pruebas introducidas en el proceso. Se trata de una
discusión bilateral sobre la causa, manifestada en informes, alegatos o
exposiciones finales de las partes, producidos ante el Tribunal en forma
oral o escrita según el sistema de procedimiento adoptado (Clariá Olmedo).

El contradictorio es pleno, cada una de las partes se expide con


argumentaciones favorables a sus pretensiones mediante una merituación
que hacen de las pruebas producidas en la etapa que acaba de clausurarse.
Su intención es convencer con sus argumentos al tribunal y obtener de esa
manera una decisión que satisfaga sus respectivos intereses, sin perjuicio
de que en esos alegatos puedan contenerse reconocimientos a concretas
afirmaciones de la contraria.

Si el alegato se produce oralmente, como en el caso del proceso laboral,


penal, familiar, el tribunal asume una actitud pasiva y su función se limita a
escuchar los argumentos y conclusiones de las partes, a dirigir y mantener
el orden de la audiencia. Cuando se produce en forma escrita, como en el
caso del proceso civil, la intervención del tribunal, por intermedio de la
secretaría correspondiente, se limita a la recepción de los alegatos o
informes.

Por su parte, dentro del mismo proceso civil, hay casos como el del juicio
abreviado (art. 507 del C.P.C.Cba.), para el cual el art. 514 prescribe que
“recibida la prueba o vencido el plazo para su recepción, el tribunal llamará
autos para definitiva y dictará sentencia”.

Con la salvedad de la excepción precedentemente expuesta, en el juicio


escrito la discusión se perfila nítidamente, ya que en aquél se marcan
claramente tres fases:
1. introducción de las cuestiones.

2. introducción de las pruebas.

3. Momento crítico, que se compone de la discusión y la decisión final. Son


momentos discontinuos que van precluyendo con la iniciación del
próximo. Así, la discusión se abre cuando se clausura la prueba.

De tal modo y puntualmente en el juicio civil ordinario, concluida la etapa


probatoria el tribunal ordena correr traslado de ley por su orden.

Art. 505 del C.P.C.Cba.: “vencido el período probatorio y agregadas a los


autos las que se hubieren producido, se correrá traslado por seis días
sucesivamente a cada litigante para que alegue de bien probado,
reservándose los escritos en secretaría hasta el decreto de autos.”

También se prevé en el art. 497 que contestada la demanda o la


reconvención, si no se procediere la apertura a prueba, se correrá traslado
a cada uno por seis días para que aleguen sobre el mérito de la causa.

En el procedimiento oral, en cambio, la etapa esencial es la vista de la causa


(en laboral) o el debate (en penal), en la que por efecto del principio de
concentración e inmediación, no se distinguen con claridad etapas o fases
dentro de él. Después de la producción de las pruebas ofrecidas
previamente y de la agregación de la prueba producida antes de iniciarse el
debate, se ubica la etapa discusoria. En general, la etapa de vista de la
causa (repetimos, tiene lugar en el proceso laboral) se desarrolla de la
siguiente manera:

1. lectura de demanda y su contestación y reconvención, y a su vez de la


contestación de ésta última, en caso de haberse producido.

2. Ingreso por lectura de la prueba producida con anterioridad.

3- Producción de las pruebas oportunamente ofrecidas y previstas para ser


introducidas en el debate, dado su eminente oralidad (confesional,
testimonial).

4. discusión que se realiza oralmente –aunque en muchos procesos se


desvirtúa en cuanto se permite a los letrados dejar memoriales o apuntes
de sus respectivos alegatos-.

5. sin solución de continuidad el tribunal pasa a deliberar con el fin de


arribar a la decisión final (por imperio del principio de concentración y
continuidad que obligan al tribunal a producir su decisión sin
interrupciones, pasando a deliberar inmediatamente después de la
clausura del debate, disponiendo en general de un plazo perentorio o fatal
para el dictado de la sentencia).
Contenido
Como adelantáramos, la discusión debe versar sobre todos los elementos
del pleito hasta el momento reunidos, y no sólo sobre las pruebas. Es en
este momento que se brinda la oportunidad de meritar con claridad y
precisión todas las cuestiones planteadas y las afirmaciones y refutaciones
existentes en la demanda y contestación. No sólo debe estarse a las
cuestiones controvertidas, sino también las aceptadas por ambas partes y
las afirmadas al trabarse la Litis, ya que el juez no solamente resolverá
sobre lo discutido sino también sobre todas las afirmaciones del actor.

Para su elaboración debe seguirse un procedimiento lógico argumental,


cuyo primer paso consiste en efectuar un planteo, luego ordenar las
cuestiones para proceder al análisis de la prueba y la refutación de las
afirmaciones o negaciones de la contraparte en función de la ineficacia de
la prueba ofrecida por aquélla. Finalmente, planteados los hechos,
analizadas las pruebas, debe realizarse una exposición jurídica del caso,
fundamentando las respectivas pretensiones en el derecho: primero, en la
norma, luego en la doctrina y por último en la jurisprudencia. Recién en
este momento se agota la discusión, pues las partes concreta, amplían y
explicitan sus pretensiones iniciales, ya que no se agotan en la demanda
todos los argumentos jurídicos a los que pueden recurrir las partes.

La valoración efectuada por las partes es parcial. No se les puede exigir


imparcialidad, la que queda reservada al juzgador.

12.2. Sentencia. Definición, clasificación,


formalidades, principio de congruencia.
La sentencia es la resolución jurisdiccional que pone fin al proceso en el cual
se dicta y resuelve en definitiva la cuestión litigiosa.

Se trata de una norma particular, aplicable exclusivamente al caso concreto


sometido a juzgamiento. Puede ser vista desde dos aspectos, uno legal y
otro sustancial.

Desde el punto de vista legal, la sentencia es aquella resolución


jurisdiccional que, como tal, ha sido definida o caracterizada en la ley. Es
aquél pronunciamiento que pone fin al proceso, cualquiera sea la cuestión
que en ella se resuelva.

Desde el punto de vista sustancial, sentencia es aquella resolución


jurisdiccional que decide en definitiva sobre el fondo de la cuestión traída
al proceso, por lo que para su existencia requerirá que aquél se haya
tramitado integralmente. Desde este punto de vista, no será sentencia el
sobreseimiento, pues no resuelve la cuestión de fondo –no absuelve ni
condena, sólo dice que la pretensión ha prescripto, o que el hecho no es
delito, o que el imputado no participó en él.

O sea, para sintetizar y a efectos de una mejor comprensión:

• Punto de vista legal: resolución que decide en definitiva cualquier


tipo de cuestiones que pone fin al proceso (como un
sobreseimiento, por ejemplo).

• Punto de vista sustancia: resolución que decide en definitiva sobre


la cuestión de fondo, pendiendo fin al proceso.

Decimos que sentencia es una resolución jurisdiccional definitiva. Esto


quiere decir que con ella se agota la jurisdicción de conocimiento del juez
en ese proceso –no su actividad en el mismo-. Es decir, ya sea desde el
punto de vista legal o sustancia, sentencia es decisión que pone fin al
proceso en su momento cognoscitivo, después de su integral tramitación.

En primer lugar, el juez debe empezar por obtener las cuestiones de hecho
contenidas en la causa para delimitar el campo dentro del cual han de
proyectarse las pruebas efectivas y legítimamente introducidas al proceso –
para el juez, lo que no está en el expediente o en el acta, no existe en el
mundo. Al mismo tiempo deberá ir comparando esas cuestiones con el
hecho específico descripto en las normas jurídicas aplicables. Delimitados
los hechos deberá fijarlos en el siguiente orden:

1. los que las partes aceptaron como ciertos –no controvertidos-;

2. los que no requieren demostración –hechos evidentes y presunciones


iure et de iure-;

3. presunciones iuris tantum no destruidas por prueba en contrario y


hechos controvertidos.

Fijados los hechos deberá iniciar la valoración de la prueba en busca de la


obtención de certeza respecto de la verdad el acontecimiento sometido a
su decisión.

Para esta valoración deberá aplicar las reglas de la lógica, la psicología y la


experiencia, cuya omisión, en nuestro sistema, está conminada con la
nulidad y constituye un vicio in iudicando.

La regla que prohíbe el non liquen obliga al juez a dictar sentencia cualquier
que sea el estado intelectual al que arribe –duda, probabilidad o certeza-.
Frente a estos grados de conocimiento se alcanzan los siguientes
resultados:

• En caso de certeza negativa, el juez decidirá a favor de las


pretensiones del actor o de quien opuso la excepción, en su caso.

• En caso de certeza negativa, el juez decidirá la no aceptación lisa y


llana del hecho afirmado, lo que conduce al rechazado de la
pretensión del actor o de quien opuso la excepción.

• En caso de duda, el juez hallará un equilibrio entro los elementos


negativos y los positivos, lo que significará ausencia de toda prueba
e incertidumbre respecto del hecho afirmado. Si esto ocurre se
tendrá como no probado aquél.

• En caso de probabilidad, esto es, mayor cantidad de elementos


positivos pero que no excluyen por completo a los negativos, habrá
insuficiencia de prueba para cualquier tipo de proceso, lo que
impide acoger de plano la afirmación, no pudiendo darse por
existente el hecho y aunque esta misma probabilidad permitió
ordenar durante la sustanciación del proceso previo a la sentencia,
una medida cautelar.

• En caso de improbabilidad, se estará en la situación inversa a la


anterior, por lo que los hechos cuya existencia se afirma deben ser
considerados inexistentes.

Por su parte, en el ámbito penal estos estados intelectuales responden a las


siguientes soluciones:

• Certeza negativa durante la instrucción: sobreseimiento.

• Probabilidad durante la instrucción: procesamiento, vista fiscal,


prisión preventiva, según los distintos sistemas.

• Duda durante la instrucción: continuación de la investigación hasta


el plazo legal y si persiste, sobreseimiento.

• Certeza positiva durante el juicio: condena.

• Duda o probabilidad en juicio: absolución.

Formalidades
En general, la sentencia debe cumplir dos requisitos básicos:
• Emanar de un órgano jurisdiccional;

• Resolver un caso concreto, controvertido y judicial. Concreto en


cuanto el juez no hace declaraciones en abstracto; controvertido,
en cuanto el conflicto es promovido en juicio.

Formalidades extrínsecas:

• Debe otorgarse por escrito y en idioma nacional

• Se debe mencionar lugar, fecha, tribunal y causa

• Se la debe enumerar y expedir en doble ejemplar

• Debe llevar la firma del juez o jueces en caso de tribunal colegiado

Formalidades intrínsecas:

Están relacionadas con las partes de la sentencia a las cuales nos hemos
referido. Dentro de cada una de estas partes existen requisitos de forma
cuya inobservancia trae aparejada nulidad:

Resultandos o vistos: el relato del juez debe efectuarse desde la recepción


de la demanda hasta el llamamiento de autos para sentencia o definitiva.
Es fundamental no sólo para que la sentencia se baste a sí misma sino
también para que las partes e interesados conozcan lo que ha ocurrido
objetivamente en el proceso y comprueben que la decisión guarda relación
con los principios de autosuficiencia y congruencia.

Cuando decimos que la sentencia debe bastarse a sí misma –principio de


autosuficiencia-, queremos decir que su sola lectura debe ser suficiente
para conocer y entender cuáles fueron las pretensiones de las partes,
incidentes ocurridos, pruebas producidas, alegatos y cómo resolvió el
tribunal en consecuencia.

El principio de congruencia exige que la parte dispositiva se adecue


rigurosamente a los sujetos, objeto y causa que individualizan la pretensión
y oposición, pronunciándose sobre toda la demanda y la reconvención en
su caso, y no más allá de los límites de ella. En el ámbito penal, por
ejemplo, implica que no puede condenarse a alguien por homicidio, si la
acusación que da base al juicio lo es por un delito de lesiones.

Considerandos: una vez hecha la descripción de la causa y la prueba


producida, entra el juzgador a efectuar el análisis de los elementos de
prueba con la finalidad de fijar los hechos –las cuestiones fácticas- y el
derecho aplicable –cuestiones de derecho-.
Para fijar los hechos deberá seleccionar y valorar los elementos probatorios
introducidos por las partes y por las medidas para mejor proveer que haya
ordenado. Esta es la parte de fundamentación o motivación del fallo,
fundada en la sana crítica y exigida por el art. 326 del C.P.C.Cba., que
expresamente señala que toda decisión definitiva deberá tener
fundamentación lógica y legal, bajo pena de nulidad.

Fijados los hechos, el juzgador procederá a elegir en el ordenamiento


jurídico positivo la norma aplicable, lo que puede hacer directamente o a
través de un análisis interpretativo con aplicación de doctrina y
jurisprudencia.

En esta parte de la sentencia se impone la aplicación de las reglas de la


sana crítica racional, la que como lo expresáramos en la unidad anterior,
incluye los principios lógicos de identidad, tercero excluido, contradicción y
razón suficiente. Amén de ya haber sido desarrollados, volveremos a
insistir sobre el último nombrado, por su trascendental importancia.

Así, el principio de razón suficiente expresa que no puede hallarse ningún


hecho verdadero o existente ni ninguna enunciación verdadera, sin que
haya una razón suficiente para que sea así y no de otro modo. A este
principio está adscripta la ley de derivación por la cual, de las pruebas
producidas debe surgir necesariamente una única conclusión –el
antecedente infiere necesariamente al consecuente-. Apenas se advierta
que, paralelamente a la conclusión arribada, es admisible conjeturalmente
otra diversa basada en las mismas pruebas de la causa, se produce la
inobservancia del principio de razón suficiente, porque éste exige que el
consecuente deba ser ése y no otro diverso.

Parte resolutiva: fijados los hechos y establecido el derecho aplicable, el


juez procede a plasmar su conclusión, sin la cual no habría sentencia. Es la
consecuencia del juicio lógico efectuado y permite efectuar la siguiente
clasificación de las sentencias:

Pueden distinguirse los siguientes tipos de sentencia:

• Sentencia declarativa o meramente declarativa, es aquella en la


cual el juez se concreta simplemente a determinar la certidumbre o
no respecto de una situación que se mostró incierta durante todo el
proceso. Esta clase, sin embargo, no siempre es autónoma, sino que
existe necesariamente como antecedente en las sentencias
condenatorias y constitutivas, pues antes de resolver en este
sentido, el juzgador deberá fijar los hechos de la causa, lo que
implica poner fin a un estado de incertidumbre fáctica, y con ella,
jurídica.
• Sentencia constitutiva es aquella que crea, modifica o extingue un
estado jurídico –tal el caso de cuestiones de estado: divorcio,
adopción, filiación, etc.-. En consecuencia nace una situación
diversa a la que existía antes de la sentencia.

• Sentencia condenatoria es la que impone el cumplimiento de una


prestación contenida en la pretensión del actor.

La cosa juzgada. Clases.


Palacio la define como la inmutabilidad o irrevocabilidad que adquieren los
efectos de la sentencia definitiva cuando contra ella no procede ningún
recurso ordinario o extraordinario susceptible de modificarla, o ha sido
consentida por las partes.

No es un efecto de la sentencia sino la irrevocabilidad de los efectos de


aquélla o de cualquier resolución jurisdiccional que ha quedado firme.

Clases
Cosa juzgada en sentido formal: se configura cuando a pesar de ser firme e
irrevocable la sentencia dentro del proceso en el cual se dictó, sin embargo
la causa allí resuelta puede ser nuevamente discutida en un proceso
ulterior. Es decir, carece del atributo de indiscutibilidad. Tal es el caso de la
sentencia dictada en un juicio ejecutivo que, sin embargo, y a pesar de que
se proceda a la ejecución ordenada en ella, permite que la causa sea
discutida por vía ordinaria. Esto ocurre porque en el juicio ejecutivo no se
permite discutir la causa de la obligación y por ende, se trata de cuestiones
no resueltas que ameritan la sustanciación de otro proceso. La doctrina
entiende que no estamos ante una autoridad de cosa juzgada.

Cosa juzgada material o sustancial: se trata de aquella sentencia que ha


quedado firme, es irrevocable y no admite discusión posterior por la misma
causa; no se puede ir más allá, no admite supuesto contrario alguno; en
consecuencia, es un presupuesto de la conclusión que torna vano todo
logicismo que intente desconocerla.

Efectos de la cosa juzgada material:


Una vez que la sentencia que resuelve acerca de las pretensiones de las
partes ha sido dictada y ha quedado firme, esto es, no susceptible de
recursos ordinarios o extraordinarios, aparece la res iudicata o cosa
juzgada. Sin embargo, su sola existencia puede no alcanzar para satisfacer
en forma real y efectiva las pretensiones de quien salió victorioso. Si se
trata del actor, si bien su pretensión ha sido declarada cierta, será
necesario que el demandado satisfaga su derecho cumpliendo con la
obligación impuesta por la sentencia. De no hacerlo será necesario forzarlo
judicialmente. Para que esto sea posible deberá efectuar una acción de
ejecución de sentencia que tiene fundamento en la cosa juzgada, por
cuanto ésta es la que le proporciona el actio iudicati.

Ahora bien, para que la actio iudicati sea procedente, será necesario que la
sentencia firme adquiera ejecutoriedad. Y una sentencia firme hará
ejecutoria cuando haya vencido el término ordenado en ella dentro del
cual el condenado debe cumplir con la obligación impuesta. En
consecuencia, para que proceda la actio iudicati, será necesario que la
sentencia esté firme y ejecutoriada.

Modos anticipados de conclusión del


proceso en el procedimiento civil, penal,
laboral y de familia.

Allanamiento
Art. 352 del C.P.C.Cba.: “el demandado podrá allanarse a la demanda en
cualquier estado de la causa anterior a la sentencia.

El Tribunal dictará sentencia conforme a derecho, pero si estuviere


comprometido el orden público, el allanamiento carecerá de efectos y
continuará el juicio según su estado.”

Palacio conceptúa al allanamiento con una declaración de voluntad del


demandado en cuya virtud reconoce a la fundabilidad de la pretensión
interpuesta por el actor.

Doctrina y jurisprudencia mayoritariamente conciben esta figura como:

• Una declaración de voluntad del demandado en cuya virtud admite


someterse a la pretensión interpuesta por el actor.
• Un acto procesal unilateral por el cual el demandado admite la
legitimidad de las pretensiones del actor.

• Puede ser total o parcial, según el demandado admite la totalidad o


parte de las pretensiones del demandante, aunque no reconozca la
exactitud de los hechos y el fundamento del derecho de la
demanda.

• Se puede extender al actor en caso de que medie reconvención del


demandado.

• Determina la extinción del proceso.

• Sólo puede darse en juicio, no existe el allanamiento extrajudicial.

• Puede ser expreso o tácito; el segundo acontece cuando el


demandado, sin formularlo expresamente, cumple la prestación
reclamada.

• Puede ser condicionado, ya sea a una determinada forma de pago,


a una quita parcial, etc.; para que sea procedente deberá concurrir
la conformidad del actor de manera expresa o tácita (en este caso
se aproximaría a una transacción)

• Formulado el allanamiento, corresponde al juez dictar sentencia a


fin de que las pretensiones del actor no se discutan nuevamente –
non bis in ídem- de modo que el demandado se beneficie con los
efectos de la cosa juzgada.

Desistimiento
Establecen los arts. 349 y 350 del C.P.C.Cba.:

Art. 349 (desistimiento del juicio): en cualquier estado de la causa anterior


a la sentencia, las pares, de común acuerdo, podrán desistir del juicio
manifestándolo por escrito al tribunal quien, sin más trámite, lo declarará
extinguido y ordenará el archivo de las actuaciones.

Cuando el actor desistiera del juicio después de notificada la demanda


deberá requerirse la conformidad del demandado, a quien se dará traslado
notificándosele, bajo apercibimiento de tenerlo por conforme en caso de
silencio. Si mediare oposición, el desistimiento carecerá de eficacia y
proseguirá el trámite de la causa.

2
El recurrente podrá desistir de su impugnación en cualquier estado de la
causa.

Este tipo de desistimiento importa el pleno abandono del proceso, pero no


afecta el derecho sustancial alegado como fundamento, razón por la cual
no impide su reiteración en otro proceso. Esta última circunstancia impone
la necesidad de contar con el consentimiento de la contraparte, salvo que
el actor desistiera antes de notificada la demanda. Notificada ésta, deberá
correrse vista del desistimiento al demandado para que lo consienta o se
oponga. Si hay oposición, el desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá
el juicio.

En general, salvo que se produzca antes de la notificación de la demanda,


en cuyo caso se tratará de un acto unilateral, el desistimiento del juicio es
un acto bilateral que implica un libre acuerdo de voluntades.

Tiene como efecto truncar y extinguir el proceso iniciado impidiendo que


se llegue a la sentencia.

Art. 350 (desistimiento del derecho): en las mismas oportunidades y forma


a que se refiere el artículo anterior, el actor podrá desistir del derecho en
que fundó la acción. No se requerirá la conformidad del demandado,
debiendo el tribunal limitarse a examinar si el acto procede por la
naturaleza del derecho en litigio, y a dar por terminado el juicio en caso
afirmativo. En lo sucesivo no podrá promoverse otro juicio por el mismo
objeto y causa.

Expresa Palacio que el desistimiento del derecho es el acto por el cual el


actor declara su voluntad de abdicar del derecho material invocado como
fundamento de la pretensión. Trae aparejado, también, el desistimiento de
la pretensión o del proceso, toda vez que no se concibe la subsistencia de
una pretensión sin fundamento.

Se trata de una declaración de voluntad unilateral, que no requiere el


consentimiento del demandado porque no le causa perjuicio alguno. Esta
renuncia extingue, además del proceso, el derecho material que funda la
pretensión.

En caso de que el actor pretendiese otra vez la misma pretensión contra el


demandado, éste puede oponerle la excepción perentoria del
desistimiento del derecho.

Sólo es posible desistir de aquellos derechos disponibles, esto es, que


según el derecho civil son renunciables.
Puede ser total o parcial, pero en todo caso deber ser expreso, pues no se
presume, y la interpretación de los actos que induzcan a probarlo debe ser
restrictiva.

Puede interponerse en cualquier etapa del proceso.

Transacción
Está prevista en el art. 1641 del Código Civil y Comercial y es definida como
“Un contrato por el cual las partes, para evitar un litigio, o ponerle fin,
haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas o
litigiosas.

Importa un recíproco sacrificio, a los fines de superar el diferendo


producido por hechos dudosos y contradichos. Hay, entonces, un mutuo
renunciamiento que no se identifica con el proceso y que tiene por objeto
dar certeza a una situación jurídica hasta entonces incierta. Su efecto no
sólo consiste en extinguir la obligación nacida por imperio del derecho
sustantivo, sino también produce la extinción de la acción, cuando esta ha
sido promovida, efecto éste que es el que nos interesa.

Además de ser un medio de extinción de las obligaciones, desde el punto


de vista formal se trata de un acuerdo de voluntades, un contrato, que se
define por la finalidad que tiene y por los medios escogidos para alcanzarla
–voluntad de cada una de las partes que asienten efectuar recíprocas
concesiones.

La transacción puede ser judicial o extrajudicial: la primera puede surgir por


iniciativa de las partes o como resultado de una audiencia de conciliación.

La transacción se perfecciona como tal en el momento en que es conocida


por el tribunal; ya sea porque se produjo en la audiencia o alguna de las
partes presentó el escrito donde se hizo constar.

Caracteres:

• Capacidad para transigir

• Poder especial. El mandatario necesita un poder especial –puede


estar contenido en un poder general.

• Que se trate de derechos transigibles –disponibles, dudosos o


litigiosos.
• La transacción judicial debe celebrarse por escrito, por instrumento
público o privado y ser homologada por el juez que entiende en la
causa.

• Puede celebrarse en cualquier estado del proceso pero antes de


que se encuentre firme la sentencia, pues con ella acaban las
cuestiones litigiosas o dudosas sobre las que debe versar.

• Son de interpretación restrictiva. En caso de duda sobre los


derechos comprendidos en ella o sobre la medida de las
concesiones efectuadas, debe interpretarse en el sentido de que los
derechos o la extensión sobre la cual se duda no se encuentren
incluidos en aquella.

Efectos:

• Con la transacción se extinguen las obligaciones entre las partes


relacionadas con los derechos transigidos.

• Obliga a las partes desde su presentación ante el juez, pero no


vincula a éste, quien puede negar la homologación si las partes no
hubiesen observado los requisitos correspondientes.

• Esto no obsta a que las partes la cumplan privadamente y no la


sometan a la homologación.

Homologación:

Es un acto procesal integrativo que confiere a la transacción el carácter de


título ejecutorio, lo que permite ejecutarla en el mismo expediente y ante
el mismo juez. Si ésta faltare, el proceso no se extingue y continúan los
procedimientos del juicio. El juez se limita a examinar los requisitos
formales. En el ámbito del juicio laboral, el juez debe examinar, además,
que la transacción no implique una renuncia de derechos por parte del
trabajador.

La homologación proporciona a la transacción la autoridad de cosa juzgada.

Conciliación
Si bien esta figura no está contemplada expresamente en el código
procesal civil y comercial de la provincia de Córdoba, a diferencia del
código de la nación, surge del art. 58. Es una figura similar a la transacción,
utilizada fundamentalmente respecto a problemas de familia o
controversias laborales. Importa un sacrificio recíproco de las partes,
aunque expresa Alsina que, a diferencia de la transacción, no requiere que
las partes se hagan mutuas concesiones sino que cada una reconozca a su
adversario “lo que haya de justo en su demanda, por el convencimiento de
que su oposición es injusta”. Se trata de una autocomposición.

Advierte Podetti que la conciliación se efectúa sobre cuestiones de hecho y


que no puede afectar derechos subjetivos de las partes. En este sentido se
la conceptúa en el ámbito laboral.

Asimismo, expresan Fassi y Yañez que se trata de un acto procesal por


medio del cual, a iniciativa y con la intervención de un juez, las partes
arriban a un avenimiento para poner fin al litigio”. Este acto, a diferencia de
la transacción, requiere de la actuación de un tercer imparcial, el juez,
quien tiene el deber-facultad de convocar a las partes a una audiencia y
proveer todo o conducente a procurar el avenimiento.

La ley 24753 impone para el proceso nacional una instancia de mediación y


conciliación obligatoria, que debe efectuarse previo a cualquier juicio, salvo
las excepciones que en ella se establecen.

De tal modo, la conciliación judicial puede ser facultativa u obligatoria. La


primera importa una facultad ordenatoria del órgano judicial en toda clase
de juicios. La segunda se impone en supuestos específicos y constituye un
verdadero deber del juez disponer el comparendo de las partes a tales fines
(familia, trabajo, etc.)

Hipótesis Práctica
Fecha: 09/12/2001

Materia: Laboral

Carátula: IBARRA, Rubén Arnaldo c/EL PLATA S.R.L. y otros – Laboral.

Cám. Civil y Com., Trab. y Flia. Cruz del Eje (Córdoba)

Resolución: Sentencia 92

Citar este artículo con el código: 5121

PROCESO LABORAL: Desistimiento de la acción y del derecho; Requisitos.

COSTAS: Costas por el orden causado.


Sumario

1 – El art. 16 de la Ley 7987, faculta al actor para desistir de la acción y/o


del derecho en cualquier estado de causa, imponiendo como requisitos que
los efectúa personalmente, con patrocinio letrado. Si se hubiere trabado la
Litis, sólo podrá desistirse de la acción con el consentimiento del
demandado. Esta disposición es consecuencia directa del texto del art. 277,
segunda parte de la Ley de Contrato de Trabajo Nº 20.744 T.O., según el
cual “el desistimiento del trabajador de acciones y derechos se ratificará
personalmente en el juicio y requerirá homologación”.

2 – El desistimiento del proceso o instancia continúa regido por las


normas de los Códigos de Procedimientos y requiere conformidad del
demandado. Si media oposición al desistimiento carecerá de eficacia y
proseguirá el trámite de la causa. Admitido en cambio, se declarará
extinguido el proceso, pudiendo reproducirse la acción mediante un juicio
posterior. El desistimiento del derecho, en cambio, no requiere
conformidad del demandado, debiendo el juez limitarse a examinar si el
acto procede por la naturaleza del litigio y dar por terminado el juicio en
caso afirmativo. En este caso se requerirá la ratificación personal en juicio y
homologación judicial.

3 – Este instituto tiende a permitir a la parte que no prosiga con la


contienda cuando aparece verosímil su falta de razón para litigar, con lo
cual no se expone el pago de las costas que correspondan por las etapas
posteriores y el dispendio que significa mantener abierto un trámite sin
viabilidad alguna al éxito.

4 – Habiéndose cumplimentado con los extremos legales exigidos por los


arts. 16 de la Ley 7987 y 277 de la L.C.T. y estando suficientemente fundada
la renuncia ante la posibilidad de obtener una sentencia que le sea
desfavorable, debe hacerse lugar al desistimiento e imponer las costas por
el orden causado de acuerdo lo dispuesto por el art. 28, 2º párrafo de la
Ley 7987.
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría General
del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría General
del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.

Nombre de la
materia
Los medios
impugnativos

Derecho
Procesal I
(Teoría
General del
Proceso)
1
Teoría general de las
impugnaciones
La impugnación procesal:
fundamentos, efectos, clasificación.
El instituto denominado “impugnación”, es definido por Couture como el
poder y actividad de atacar, tachar o refutar un acto del proceso judicial
(por ejemplo: un documento, una declaración testimonial, un dictamen de
peritos, un proceso, etc.) con el fin de obtener su revocación o invalidación.

Dentro del concepto de impugnación, que constituye el género están


comprendidos como especies:

• los recursos (como el de apelación, casación, directo),

• los incidentes de reposición y aclaratoria,

• el incidente de nulidad (art. 76 y ss. del C.P.C.Cba.);

• la acción de revisión, denominada incorrectamente por el art. 395


del CPC como ”recurso”

• y las excepciones o defensas que puede ejercer el demandado.


Desde un punto de vista didáctico, el análisis de la impugnación procesal
debe dar respuesta a estas preguntas:

• ¿Quién impugna?

• ¿Qué se impugna?

• ¿Cómo se impugna?

• ¿Cómo se tramita la impugnación?


Desde un punto de vista subjetivo y a los fines de responder a la primer
pregunta, se puede conceptualizar a la impugnación procesal como la
facultad que la ley confiere a las partes, y excepcionalmente a los terceros
interesados, para obtener por el mismo juez u otro superior, la invalidación
del acto procesal irregularmente cumplido, o la revocación, modificación o
sustitución de la resolución jurisdiccional injusta.

El requisito indispensable para la procedencia de la impugnación es la


existencia del “agravio” o “gravamen”. Entendiéndose por agravio la
injusticia, la ofensa, el perjuicio material o moral que ocasiona al
impugnante el acto atacado.

Así como el interés es la medida de la acción, el agravio es la medida de la


impugnación.

En materia de recursos, el agravio está representado por el rechazo total o


parcial de las pretensiones hechas valer en el proceso por el recurrente.

Al respecto, el primer párrafo del art. 354 C.P.C.Cba., dispone que sólo
podrá recurrir la parte que tuviere un interés directo. Este interés directo
es el “agravio” o “gravamen” antes referenciado, es decir, aquél que se
tiene con respecto a la resolución que se considera injusta o ilegal. Así por
ejemplo, una de las partes no podrá agraviarse de la sentencia que acogió
su pretensión porque ésta se fundó en una doctrina distinta a la que ella
sustentó en el proceso, o porque, por ejemplo la sentencia acogió una sola
de las tres causales de divorcio en que se fundó la pretensión contenida en
la demanda.

Fundamentos
Motivos o causales de impugnabilidad: alude a la pregunta ¿qué se
impugna? La impugnación en general y el recurso en particular, procuran
eliminar errores o vicios inherentes a ciertos actos procesales.

El error en materia procesal, visto desde el punto de vista de la función del


juez, puede afectar un doble orden de intereses: o es un error en la
apreciación de la norma jurídica aplicable al caso, o es un error en la
tramitación del proceso.

En el primer caso, el error consiste en la aplicación de la norma jurídica y


entonces afecta la justicia de la sentencia, “error in indicando”.

En el segundo, el error consiste en el apartamiento o quebrantamiento de


las formas procesales establecidas, y entonces afecta la validez de la
sentencia, la validez formal de la misma: “error in procedendo”

En el primer caso, los errores de la justicia de la sentencia se remedian


mediante los medios impugnativos cuyo arquetipo es el recurso de
apelación, por ejemplo: sentencia injusta porque no aplicó bien la ley que
resuelve la cuestión (art. 1109 por ejemplo); en el segundo, no se trata de
reparar una injusticia, sino de mantener las formalidades legales,
establecidas como garantía del justiciable (por ejemplo, la defensa en
juicio), y la impugnación típica es la nulidad (mediante incidente, recurso o
acción impugnativa), la cual privando la eficacia del acto, restablece la
imperatividad formal del proceso.

En síntesis, mediante el poder de impugnación se procura que los actos


procesales (resoluciones judiciales, actos de partes y de terceros
intervinientes en el proceso) sean justos, como condición indispensable
para obtener la paz social, pero además de justos, que los mismos respeten
las disposiciones establecidas por las leyes de procedimiento, como medio
de salvaguardar en última instancia, los derechos y garantías
constitucionales (derecho al debido proceso adjetivo, derecho de defensa
en juicio, derecho al juez natural, derecho a la “nulla poena sine previa
lege”). Es decir, que los actos procesales vistos en su faz dinámica deben
respetar os principios técnicos jurídicos por los cuales se orientan en el
proceso moderno, pero además de ello, se requiere que el acto procesal
sea “justo” en cuanto a su conformidad con las reglas ético-jurídicas por las
cuales se determina la licitud o ilicitud de la conducta humana, con el fin
último de proveer a una mayor tranquilidad del orden establecido.

El acto impugnativo: La tercera de las preguntas planteadas: ¿Cómo se


impugna?, requiere analizar la facultad de impugnar que se traduce en una
actividad que ha de desarrollar el impugnante, dentro del tiempo hábil
establecido en la ley procesal para evitar que se produzca el efecto
preclusivo, y con ello, la caducidad de esa facultad.

El acto impugnativo, siguiendo a Zinny, consta de dos partes, que pueden o


no cumplirse simultáneamente, según sea la previsión legal.

La primera es la manifestación de voluntad de impugnar, que se exterioriza


en la concreta interposición de la impugnación (por ej.: la interposición del
recurso de apelación); la segunda, es la expresión de los agravios, es decir,
la indicación de las razones por las cuales el agraviado considera afectado o
perjudicado su derecho con el acto procesal impugnado.

La expresión de agravios consiste en el desarrollo de una línea argumental


con la que el impugnante intenta demostrar mediante una crítica concreta,
precisa y circunstanciada, la existencia del error o vicio que imputa al acto
procesal atacado, en virtud del cual sufre el agravio que expresa,
proponiendo además, el impugnante, fundadamente la solución que
estima correcta.

Admisibilidad: La impugnación, como toda actividad de las partes, para ser


eficaz requiere de una actuación del tribunal, que se conoce con el nombre
de juicio de admisibilidad.
Una vez interpuesta la impugnación, el tribunal que dictó el
pronunciamiento cuestionado deberá resolver sobre su admisión, para
conceder o denegar dicha impugnación.

Las condiciones que debe cumplir el acto impugnativo par que no sea
declarado inadmisible son las expresamente previstas por la ley, a más de
las que surjan de los principios generales: resolución recurrible
(impugnación objetiva), tener el recurrente legitimación (impugnación
subjetiva, por ejemplo: ser parte o tercer afectado), regularidad y
completividad del acto (formalidad, como en el recurso de reposición que
debe fundarse en el mismo acto que se interpone), cumplimiento en el
plazo fijado (oportunidad). Esas condiciones de admisibilidad varían de un
medio impugnativo a otro.

El juicio de admisibilidad no es definitivo cuando se trata de un recurso en


el sentido estricto (que tiene efecto devolutivo), pues aunque el tribunal “a
quo” o inferior haya concedido el recurso, el tribunal “ad quem” o superior
podrá denegarlo con el argumento de que el recurso no debió ser
admitido. En este sentido el segundo párrafo del art. 355 del C.P.C.Cba.
establece que “si el recurso hubiera sido erróneamente concedido, el
superior así lo declarará sin pronunciarse sobre el fondo.”

Efectos
El estudio de los efectos de las impugnaciones en general y de los recursos
en particular, significa analizar las consecuencias inmediatas de la instancia
impugnativa o recursiva.

Debemos tener en cuenta que los efectos que desarrollaremos tienen cada
uno de ellos su efecto opuesto, pudiendo en muchos casos aplicarse uno
de los efectos a la regla y el otro a las excepciones cuando ambos
funcionan para el mismo medio o vía impugnativa, como ejemplo: el
recurso de apelación tiene por regla efecto suspensivo o excepcionalmente
no suspensivo (art. 558 del CPCCba), o ese recuso tiene por regla
tramitación inmediata (art 368 y ss del mismo cuerpo adjetivo) y como
excepción el carácter diferido.

• Efecto devolutivo o no devolutivo


Se entiende por efecto devolutivo la remisión del fallo apelado al superior
que está llamado, en el orden de la ley, a conocer de él. No hay
propiamente devolución, sino envío para el reexamen. La jurisdicción se
desplaza del juez recurrido al juez que debe intervenir en la instancia
superior.

Digamos que sobre el fundamento del recurso debe escrutar y expedirse,


por regla general, un órgano jurisdiccional distinto y de mayor jerarquía
(tribunal de alzada o ad quem) que el que dictó la resolución impugnada (a
quo). Es el denominado efecto devolutivo.

Este efecto es típico de los recursos propiamente dichos y conlleva el


efecto suspensivo. Cuando adolece de este efecto devolutivo, más que
recurso es un incidente.

• Efecto suspensivo o no suspensivo


Consiste en la paralización provisional de las consecuencias del acto
atacado una vez interpuesta la impugnación de que se trata y hasta tanto la
misma sea resuelta.

Para evitar que la posible injusticia de la resolución recurrida se comience a


consolidar durante el trámite del recurso, se dispone, de ordinario, que se
suspenda la ejecución de lo resuelto por el pronunciamiento recurrido,
durante el plazo acordado para impugnar, y si esto ocurre, también
durante el tiempo de sustanciación del recurso.

Lo que se suspende con la interposición de la impugnación no es el


desarrollo del proceso, sino lo que ha dispuesto la resolución impugnada.

Como lo adelantamos más arriba, un mismo recurso puede tener por regla
el efecto suspensivo, pero también a veces y a modo de excepción ser no
suspensivo. Por ejemplo, una excepción al efecto suspensivo del recurso
reapelación, se encuentra en el proceso por alimentos y Litis expensas,
donde se procura proteger al beneficiado de esas prestaciones.

• Efecto personal o extensivo (o comunicante)


El efecto personal consiste en que una vez interpuesta una impugnación o
un recurso contra determinada resolución judicial, y salvo el caso de
adhesión, sólo será beneficiado por el resultado favorable del
pronunciamiento que resuelva esa impugnación, el litigante que impugnó,
quedando excluidos los sujetos que no lo hicieron. El efecto se limita a la
persona del impugnante, no pudiendo favorecer al colitigante,
colitisconsortes o terceros que no impugnaron.
No obstante, en determinados supuestos las impugnaciones tienen efecto
comunicante o extensivo, para los colitigantes o colitisconsortes que no
hay recurrido las resoluciones judiciales. Excepcionalmente puede
quebrarse el efecto personal, por ejemplo: el caso de las obligaciones
indivisibles y solidarias en las cuales tanto el comunero como el deudor
solidario hay de beneficiarse o perjudicarse por igual con la sentencia,
hayan o no recurrido.

Otro caso es el incidente de reposición con apelación en subsidio al auto


que deniega la apertura a prueba de la causa, o del decreto que llama a
autos para definitiva. En el caso de que el impugnante triunfe,
consiguiendo la revocación de las resoluciones mencionadas, el proceso se
abrirá a prueba para todos, o quedará eliminado el llamamiento de autos,
también para todos los sujetos intervinientes, aunque no todos hayan
recurrido esas resoluciones.

• Efecto diferido o instantáneo


El trámite a imprimirse a una impugnación interpuesta y admitida, se
produce por regla, sin solución de continuidad desde su concesión hasta el
pronunciamiento que la resuelva. Esta tramitación se conoce con el
nombre de “efecto inmediato” (recurso de apelación, casación, incidente
de reposición)

Pero a modo de excepción al efecto inmediato, se encuentra el


denominado “efecto diferido” de la impugnación, que sólo se justifica
frente al recurso ordinario de apelación interpuesto contra resoluciones
ordenatorias, dictadas durante la sustanciación del proceso, por ejemplo:
las resoluciones que admiten la demanda, ordenan que se abra a prueba la
causa, declaren la causa de puro derecho, etc. El efecto diferido procura la
no interrupción del trámite procesal en la primera instancia, que
generalmente se produce por el efecto devolutivo que provoca la elevación
de la causa del tribunal “a quo” al “ad quem” como consecuencia de la
apelación de las resoluciones ordenatorias relativas a la tramitación del
proceso. La impugnación de estas resoluciones ordenatorias, como
consecuencia del recurso diferido, será promovida, sustanciada y resuelta
por la alzada, siempre y cuando a ella llegar la causa por recurso ordinario
contra la sentencia definitiva.

En efecto, el art. 515 del C.P.C.Cba. consagra el recurso diferido con


relación a las resoluciones ordenatorias dictadas durante la tramitación del
proceso abreviado, estableciendo al respecto que “únicamente la sentencia
será apelable, pero en la segunda instancia, al conocer de lo principal, se
podrán reparar los agravios causados en los incidentes o en el
procedimiento”.

Medios impugnativos: Incidente,


recurso y acción. Clasificación. Vías
recursivas ordinarias y extraordinarias.
Acción impugnativa.
El poder de impugnación puede ponerse en práctica a través de diversas
vías o medios procesales, que se denominan “vías impugnativas”. Ellas son:

El incidente impugnativo
El de reposición, aclaratoria, incidente de nulidad, implican por regla, la no
devolución a otro tribunal de superior jerarquía, procurándose por vía del
incidente, que el mismo tribunal de la resolución impugnada o del acto
defectuoso, la revoque o anule por “contrario imperio”, o corrija algún
error material, aclare un concepto oscuro o supla una omisión (en el caso
de la aclaratoria: art. 336 del CPCCba.), o declare la nulidad de un acto
procesal defectuoso (en el caso del incidente de nulidad art. 76 y ss del
CPCCba)

El incidente impugnativo y el recurso tienen en común que se interponen


contra resoluciones no firmes, impidiendo que adquieran fuerza de cosa
juzgada, pero se diferencian por su objeto, ya que mientras el incidente
puede deducirse contra un acto procesal (por ejemplo, contra una
notificación defectuosa) o contra un procedimiento; el recurso, en cambio,
sólo puede tener por objeto decisiones judiciales y mediante él se procura
que un tribunal de superior jerarquía al que dictó la resolución cuestionada
controle la legalidad y justicia del mismo.

El recurso
En sentido estricto, implica devolución, y por regla tiene efecto suspensivo.
Con la admisibilidad del recurso se abre la competencia funcional por grado
del tribunal superior. Procede contra las resoluciones judiciales (sentencias,
autos o decretos) y persigue la revocación, modificación, sustitución o
invalidación de la resolución impugnada. Los medios recursivos son la
apelación, casación, la inconstitucionalidad y el directo.

Demanda o acción impugnativa


Importa el ejercicio del poder de acción procesal cuyo contenido es una
pretensión invalidatoria contra la cosa juzgada írrita fundada en los
motivos previstos por la ley (art. 395 del CPCCba) que se interpone y
tramita ante el Tribunal Superior (art. 397 CPCCba).

Clariá Olmedo opina que la acción impugnativa, además de atacar una


sentencia que ha pasado en autoridad de cosa juzgada (revisión), también
puede dirigirse contra la ilegitimidad de una decisión dictada por la
Administración Pública, que ha quedado firme luego de haberse agotado la
vía administrativa, que es lo que se conoce como demanda
contenciosoadministrativa.

Profundizaremos ahora sobre cada uno de estos medios:

A-Incidentes impugnativos
Reposición
Constituye en paridad de conceptos un incidente, porque no tiene efecto
devolutivo propio de los recursos, toda vez que por su intermedio se
pretende que el mismo tribunal que dictó la resolución impugnada,
utilizando su poder decisorio, la elimine, modifique o revoque por contrario
imperio.

El recurso de reposición procede contra los decretos o autos dictados sin


sustanciación, traigan o no gravamen irreparable, a fin de que el tribunal
que los haya dictado, los revoque por contrario imperio.

Lo decisorio para que las resoluciones mencionadas puedan ser


susceptibles de ser atacadas por la reposición es que hayan sido dictadas
sin sustanciación.

Una vez interpuesta la reposición el tribunal corre traslado de la misma


(arts. 170 del CPCCba) por tres días a la otra parte, y luego dicta el
pronunciamiento resolviendo la misma.
Incidente de Nulidad:
El art. 76 del CPC.Cba. dispone que: “procederá la nulidad de los actos
procesales cuando la ley prevea expresamente esa sanción o cuando el acto
carezca de los requisitos indispensables para la obtención de su finalidad…”

En cuanto al trámite, el art. 78 del mismo cuerpo legal prescribe el plazo de


5 día hábiles –desde que fue conocido el acto viciado- para interponer
dicho recurso, transcurrido el cual se entiende que ha sido consentido.

El interesado deberá presentarlo por escrito. Admitido, el tribunal correrá


vista a la contraparte para que en el plazo de seis días conteste y oponga
las pruebas que hagan a su derecho.

La prueba deberá diligenciarse en el plazo de 15 días. Una vez recibida y


vencido el Tribunal llamará autos para definitiva y dictará sentencia, la que
será apelable.

B- Recursos:
• Apelación
Es sin dudas el más libre y amplio de todos los medios impugnativos, que
según Claría Olmedo “se interpone ante el juez el pronunciamiento
agraviante por quien tenga interés, para que el tribunal de instancia
inmediata superior reexamine lo resuelto y revoque o modifique la decisión
impugnada”. Carece la limitación de motivos, lo que permite entonces la
multiplicidad de instancias.

Tiene como caracteres esenciales:

• Efecto devolutivo

• Por regla suspensivo

• Ordinario

• De instancia plural

• Positivo Principal y subsidiario

• CPCCba: contiene al de nulidad


La doctrina mayoritaria concibe que la apelación, si bien libre y amplia, no
deja de ser un reexamen de los resuelto, limitado por la acción interpuesta,
las defensas y alegaciones producidas en primera instancia, límites éstos
que no pueden ser transpuestos por el tribunal de alzada.
Nuestro CPCCba, regula la procedencia de la apelación en el art. 361,
prescribiendo que sólo será viable respecto de sentencias, autos y
providencias (éstas últimas, que causen gravamen que no pueda ser
reparado por la sentencia).

Respecto a la sentencia, se puede apelar toda o parte de ella, debiendo, en


caso de duda, entender que se ha recurrido en su totalidad.

Respecto a los autos, éstos son en general resoluciones que resuelven


incidentes en los que ha habido contradicción, sin embargo la ley admite
todas las posibilidades, causen o no gravámen irreparable.

Para las providencias simples, meros decretos, se requiere que no puedan


ser reparadas por la sentencia, es decir, que causen gravamen irreparable.

• Nulidad
El recurso de nulidad es el que procede contra la sentencia pronunciada
con violación de formas procesales o por haberse omitido en el juicio
trámites esenciales, y también, por haberse incurrido en error, cuando éste
por determinación de la ley anula las actuaciones.

En la legislación procesal cordobesa, y como se adelantara, se encuentra


comprendido en el recurso de apelación (art. 362 del CPCCba).

Vías recursivas extraordinarias

• Casación
El recurso de casación es el medio de impugnación por el cual, por motivos
de derecho específicamente previstos por la ley, una parte postula la
revisión de los errores jurídicos atribuidos a la sentencia de mérito que la
perjudica, reclamando la correcta aplicación de la ley sustantiva, o la
anulación de la sentencia, y una nueva decisión, con o sin reenvío a nuevo
juicio.

Es un recurso extraordinario en cuanto no implica, la posibilidad del


examen y resolución ex novo de todos los aspectos, sino que dicho examen
se limita a las cuestiones nacidas de la aplicación de la ley sustantiva o
procesal y procede para corregir errores de derecho que vicien la
resolución impugnada. De dicho carácter extraordinario se desprende
también la imposibilidad de introducir en el procedimiento actos de
prueba.

El art. 383 del CPCCba establece que el recurso de casación procederá por
los siguientes motivos:
o Que la decisión se hubiere dictado violando los principios de
congruencia o de fundamentación lógica y legal, o que se hubiere
dictado con violación a las formas y solemnidades y prescriptas para
el procedimiento o la sentencia. No procederá si el recurrente
hubiere concurrido a producirla, aceptando los actos nulos, o que
éstos, no obstante, la irregularidad hubieren logrado la finalidad a
que estaban destinados; o no resultare afecta la defensa en juicio.

o Violación al principio de congruencia: el principio indica que debe


existir una correlación entre la pretensión y la decisión.

o Falta de fundamentación lógica y legal: la sentencia debe ser


necesariamente fundada, pero esa fundamentación debe
enmarcarse, además, dentro de las reglas de la sana crítica racional.
Este motivo conduce a considerar arbitraria a la sentencia y, con
ello, a abrir otra vía recursiva distinta de la casación –
inconstitucionalidad por arbitrariedad de la sentencia.

o Violación de las formas y solemnidades prescriptas para el


procedimiento o la sentencia: se trata de todos aquellos actos cuya
inobservancia está sancionada con inadmisibilidad, caducidad,
preclusión o nulidad.

- Que se hubiere violado la cosa juzgada.

- Que el fallo se funde en una interpretación de la ley que sea


contraria a la hecha, dentro de los cinco años anteriores a la
resolución recurrida, por el propio tribunal de la causa, por el
Tribunal Superior de Justicia, un tribunal de apelación en lo civil y
comercial, u otro tribunal de apelación o de instancia única de esta
provincia. Si el fallo contradictorio proviniere de otra sala del
Tribunal Superior de Justicia, o de un tribunal de otro fuero, el
tribunal de casación se integrará con la Sala Civil y con la sala que
corresponda, del Tribunal Superior de Justicia.

- Que el fallo contraríe la última interpretación de la ley hecha por el


Tribunal Superior de Justicia en ocasión de un recurso fundado en el
inciso precedente.

Ahora bien, ¿qué resoluciones son recurribles por éste medio?

o Las sentencias definitivas

o Los autos que pongan fin al proceso, hagan imposible su


continuación o causen un gravamen irreparable, dictados
por la cámara.
o Resoluciones no definitivas, sólo por los motivos de los
incisos 3 y 4 del art. 383 del CPCCba.

Inconstitucionalidad provincial

Es el recurso extraordinario, devolutivo, que versa sólo sobre cuestiones de


derecho, acordado para impugnar las sentencias o resoluciones
equiparables a éstas, que hayan decidido un caso constitucional,
entendiéndose por tal a aquel que versa sobre la validez o invalidez de una
norma cuestionada como contraria a la constitución de la provincia.

Así, el art. 391 de la ley adjetiva civil cordobesa prescribe que el recurso de
inconstitucionalidad procederá por los siguientes motivos:

o Cuando en el proceso se haya cuestionado la validez de una


ley, decreto, ordenanza o reglamento, bajo la pretensión de
ser contrarios a la constitución.

o Cuando en el proceso se haya puesto en cuestión la


inteligencia de alguna cláusula de la constitución y la
decisión haya sido contraria a la validez del título, derecho,
garantía o exención que sea materia del caso y que se funde
en esa cláusula.

Se trata de vicios in indicando respecto de cuestiones de derecho, y debe


plantearse durante el proceso, al criticar la norma provincial que se
considera aplicable al caso llevado a juzgamiento.

C- Acciones Impugnativas: revisión


Es una acción extraordinaria y de interpretación restrictiva, fundado en
causa legal (es decir, coincidir con alguno de los motivos taxativamente
autorizados por la ley para su procedencia). Sólo contempla el aspecto
formal de la sentencia y corrige errores in procedendo, no in iudicando, por
lo que no constituye una tercera instancia. Debe hacer caer la sentencia, y
procede contra la cosa juzgada, cualquiera que sea el tribunal que la haya
dictado.

Debe interponerse por escrito ante el Tribunal Superior de Justicia, quien


dentro de los diez días de interpuesto resolverá sobre su admisibilidad. Si lo
admite emplazará al recurrido, en ambos domicilios para que comparezca
ante él y constituya domicilio bajo apercibimiento de rebeldía.
El recurso se sustanciará por el trámite de juicio ordinario (arts. 397 a 400
del C.P.C.Cba).

Incidentes: procedencia y clases.


Las cuestiones incidentales son aquellas oposiciones de razones o
argumentos sobre un tema, es una propuesta para averiguar la verdad de
algo controvertido. Es toda cuestión o controversia conexa con la principal
que va a ser resuelta en forma autónoma.

Se diferencia de las cuestiones prejudiciales, en que estas últimas tienen


que ser incidentalmente resueltas por el mismo o por otro tribunal, a
efectos de poder tramitar o resolver en el orden civil o en el derecho penal
la cuestión principal sometida a juicio. Las cuestiones prejudiciales dan
lugar a los incidentes de previo y especial pronunciamiento y a las
excepciones dilatorias y perentorias.

Según el art. 426 del CPCCba, “los incidentes son cuestiones que se suscitan
durante la tramitación de un pleito y que tienen alguna conexión con él.”

Se sustancia por el trámite del juicio abreviado, si no tienen una


tramitación especial.

Pueden plantearse antes, durante la tramitación del juicio a que se


refieren, o también en la etapa de ejecución de sentencia.

Desde el punto de vista de su regulación formal y de su tramitación, a los


incidentes se los distingue entre:

• Nominados e innominados: dependiendo si están regulados en la


ley procesal, con nombre determinado o si no tienen cabida
legalmente.

• Autónomos o genéricos: según la ley procesal los considere o no en


forma específica: autónomos, es decir que son objeto de una
regulación legal como por ejemplo la recusación con causa.
Genéricos, son las cuestiones que tiene relación con el objeto
principal del juicio pero que no se encuentran sometidos a un
procedimiento especial.

• Incidentes suspensivos: Son los que impidieren la prosecución de la


causa principal, se sustanciarán en la misma pieza de autos,
quedando entre tanto en suspenso el curso de aquella.
El incidente impedirá la prosecución de la causa, cuando es imposible de
hecho o de derecho continuar sustanciándola sin que aquél sea
previamente resuelto. (art. 428 C.P.C.Cba)

Incidentes no suspensivos: son los incidentes que no impidan la


prosecución de la causa, se sustanciarán en pieza separada de autos, que
se formará con los insertos que las partes designen y con los que el tribunal
creyere necesario (art. 429).

Hipótesis Práctica
COSA JUZGADA - REVISIÓN. Violación al derecho de defensa.
Procedimiento. Interpretación normativa y jurisprudencial. INCIDENTE
AUTÓNOMO DE NULIDAD. Finalidad. Improcedencia.

El caso: En el marco de una quiebra indirecta un acreedor laboral cuyo


crédito fue declarado inadmisible en la sentencia verificatoria en razón de
la ausencia de suficiente acreditación de la causa dedujo acción autónoma
de nulidad pretendiendo que se anule el acto sentencial por haberse
formado la cosa juzgada con violación de su derecho constitucional al
debido proceso. Tal petición fue desestimada por el juez a quo. Dicha
decisión fue apelada por el incidentista quien denunció que se configura
una verdadera cosa juzgada írrita. La Cámara rechazó la apelación.

1. La posibilidad en el ámbito local de obtener la revocación de la cosa


juzgada por una vía diversa a la prevista expresamente en nuestro Código
procesal local (art. 395 y ccdtes C.P.C. aplicable por expresa remisión del
Estatuto Concursal art. 278 L.C.Q.) constituye una cuestión nada pacífica en
la doctrina procesal local y nacional, desde que prestigiosos procesalistas
entienden con medulosos argumentos que estando regulada la revisión en
el Código procesal la revocación de la cosa juzgada no debería poder
intentarse en nuestro procedimiento por otra vía que no sea la de ese
recurso, ni por otros motivos que no constituyan causas legales de revisión,
pues la utilización de la acción autónoma en lugares que –como en
Córdoba- la revisión está expresamente legislada, no tiene otra finalidad
que la de habilitar motivos no legales de revisión lo que en última instancia
significa dejar librada la santidad de la cosa juzgada a la mayor o menor
vocación justiciera de cada intérprete o tribunal.

2. Lo decisivo para que pueda tener andamiento la vía excepcional de


revisión de la cosa juzgada por violación al derecho de defensa, es que se
haya perpetrado una desventaja, inferioridad de condiciones de una de las
partes respecto de la otra en orden al ejercicio efectivo de su derecho de
defensa o cuando ese ejercicio se haya visto paralizado por circunstancias
invencibles o por obstáculos de hecho insuperables, ajenos a la voluntad
del vencido como son verbigracia la ignorancia inculpable, el dolo, la fuerza
mayor, la violencia en la medida que esas circunstancias hayan constituido
la causa del vencimiento.

3. El derecho de defensa en juicio supone un litigante interesado por


defenderse y las únicas circunstancias que justifican una revocación tan
extraordinaria como revisión de la cosa juzgada por violación al derecho de
defensa deben ser ajenas al proceso en el sentido que el vencido no haya
podido alegarlas y denunciarlas antes de la formación de la cosa juzgada.
Todo hecho que el vencido hubiera podido introducir durante el desarrollo
normal del proceso y no lo hubiera hecho por su propia ignavia, es
necesariamente ajeno a la nulidad, sencillamente porque escapan a esta
acción excepcional todas las cuestiones que pudieron o debieron juzgarse
dentro de la Litis y no se hicieron por exclusiva inacción del nulidicente.

4. La acción autónoma de nulidad no puede tener por finalidad otorgar al


vencido una segunda oportunidad para aportar hechos o pruebas no
propuestos o no producidas antes de la sentencia, si tuvo la posibilidad de
hacerlo, pues permitirlo importaría consagrar – en nombre de la justicia- un
grave cuño a la certeza y seguridad que debe presidir todo proceso.

Cám. 2ª Civil y Com. Cba. AI 440 26/11/2004 Trib. de origen: Juzg. 39ª Nom.
C.C. Cba. “Metalúrgica Escal S.R.L. - Quiebra Propia Simple – Otros
Incidentes (Arts. 280 y Sgtes. L.C.) - Acción de Nulidad Iniciada por José
Domingo Tognali”.
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría General
del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría General
del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.

Nombre de la
materia
Las medidas
cautelares

Derecho
Procesal I
(Teoría
General del
Proceso)
1
Medidas Cautelares
Definición, naturaleza, caracteres
requisitos y efectos.
En el ámbito civil han sido definidas como aquellas que tienden a impedir
que el derecho cuya actuación se pretende, pierda virtualidad o eficacia
durante el tiempo que transcurre entre demanda y sentencia.

Con mayor amplitud de concepto se ha señalado que son resoluciones


jurisdiccionales provisionales, que se dictan in audita parte (sin previo oír al
afectado) o con trámite sumario o de conocimiento limitado, con el fin de
evitar el menoscabo inminente de derechos personales o patrimoniales.

Expresa Palacio que proceso cautelar es aquel que tiende a impedir que el
derecho cuyo reconocimiento o actuación se pretende obtener a través de
otro proceso, pierda su virtualidad o eficacia durante el tiempo que
transcurre entre la iniciación de ese proceso y el pronunciamiento de la
sentencia definitiva.

Naturaleza
Fassi y Yañez expresan que todas las medidas cautelares son de naturaleza
preventiva. Constituyen un anticipo de la garantía jurisdiccional, y son un
accesorio o instrumento del proceso. Se hallan supeditadas y encuentran
su justificación en la necesidad de mantener la igualdad de las partes en el
juicio y evitar que se convierta en ilusoria la sentencia que ponga fin al
mismo. No constituyen un fin en sí mismas, sino que se hallan
ineludiblemente preordenadas a la emisión de una ulterior resolución
definitiva (Calamandrei).

Procedencia, Objeto
Las medidas cautelares, en el ámbito del proceso civil, son aquellas que
tienden a impedir que el derecho cuyo reconocimiento o actuación se
pretende obtener a través de otro proceso, pierda su virtualidad o eficacia
durante el tiempo que transcurre entre la iniciación de aquél y el
pronunciamiento de la sentencia definitiva. En consecuencia, su objeto
consiste en asegurar el cumplimiento del pronunciamiento que
eventualmente ha de dictarse en un juicio.

Su carácter es eminentemente preventivo, y más que a hacer justicia, está


destinada a asegurar que la justicia alcance el cumplimiento eficaz de su
cometido. Es de hacer notar que en el ámbito del proceso penal, las
medidas cautelares que pueden imponerse contra la persona del
imputado, tienden no sólo a asegurar el cumplimiento de la sentencia
definitiva, sino la normal sustanciación del proceso en su integridad, que
pretende alcanzar la verdad real y, con ella, la actuación del derecho
sustantivo.

Nuestro artículo 456 del C.P.C.Cba, sostiene que salvo el embargo


preventivo y los supuestos contemplados en las leyes de fondo, las
medidas cautelares pueden ser solicitadas conjuntamente con la demanda
o después.

El escrito debe expresar el derecho que se pretende asegurar, la medida


que se pide, la disposición legal en que se funda, y el cumplimiento de los
requisitos que correspondan, en particular, a la medida requerida.

Presupuestos de procedencia

La doctrina y la legislación reconocen tres supuestos o requisitos


fundamentales para la procedencia de estas medidas:

1. La verosimilitud del derecho invocado: no es preciso la demostración


fehaciente y contundente de la existencia real del derecho invocado, basta
la posibilidad de que este exista, dado que recién tras la sustanciación del
proceso se lo podrá establecer como una incontestable realidad. En
consecuencia no se requiere una prueba terminante y plena de aquél, por
lo que el procedimiento probatorio impuesto es meramente informativo y
sin intervención de la persona contra la cual se pide la medida.

Señala Ferreira de la Rua que en algunas oportunidades basta la


enunciación clara, lógica y coherente de la pretensión; en otras, es
necesario además que se aporten ciertos elementos probatorios
indispensables para la admisión de la cautelar por el Tribunal.

El carácter de información que se requiere se pone de manifiesto en el art.


457 del C.P.C.Cba, el cual expresa que “cuando fueren necesarias las
declaraciones de testigos para obtener medidas cautelares, aquéllos
podrán firmar el escrito en que se solicitan, debiendo ratificarse por ante el
tribunal, salvo que exista certificación judicial o notarial de sus firmas”.
2. Temor fundado y peligro en la demora: la existencia de peligro
fundamenta el temor. Este peligro implica la posibilidad de que, en caso de
no adoptarse la medida, sobrevenga un perjuicio o daño irreparable pues
se transformará en tardío e ilusorio el eventual reconocimiento del
derecho invocado. Destaca Palacio que el riesgo reside en el interés
procesal que respalda a toda pretensión cautelar y existen circunstancias
que permiten presumir su existencia, sin necesidad de que la parte lo
invoque.

La doctrina considera que existe una necesaria vinculación entre el peligro


en la demora, como fundamento de las medidas precautorias, y la
solvencia de la parte contra quien se dirigen, de manera que, mientras
menos sea ésta, mayor será el peligro.

3. Contracautela: salvo en el caso de que se otorgue el beneficio de litigar


sin gastos, la contracautela constituye un presupuesto para la procedencia
de la medida cautelar, con el fin de asegurar o garantizar a la otra parte el
resarcimiento de los daños que aquella puede ocasionarle en la hipótesis
de haber sido pedida indebidamente. Advierte Palacio que en cierto modo
se concreta la igualdad de partes en el proceso, pues viene a contrarrestar
la falta de contradicción inicial que la caracteriza.

Expresa Martínez Crespo que los jueces deben buscar un verdadero


equilibrio entre dos derechos legítimos: el del demandante de que se le
asegure el resultado de la acción que ha interpuesto y el no menos legítimo
derecho de defensa del demandado.

Es dable señalar que quedan exentos de este requisito, conforme al art.


460: la nación, la provincia, las municipalidades, los entes oficiales
autárquicos, y a quien litigue asistido por asesor legrado o con beneficio de
litigar sin gastos.

Efectos
Medidas para asegurar bienes:
a. Tienden a asegurar la ejecución forzada: embargo preventivo,
intervención sustitutiva del embargo, secuestro e inhibición general.

b. Tienden a mantener un statu quo: prohibición de innovar y de


contratar, anotación de Litis e intervención de mera vigilancia

Medidas para asegurar personas:


a. Para la guarda provisional de ellas

b. Para la satisfacción de sus necesidades urgentes.


Las medidas cautelares tienen los efectos de la demanda, pero se operará
la caducidad si transcurren diez días sin tramitarse el procedimiento, o si no
se entabla aquélla en el mismo plazo luego de culminado. (art. 465 CPCCba)

Medidas Cautelares en particular en el


procedimiento civil, laboral y de familia.

Embargo
Es la afectación o individualización de un bien del deudor al pago del
crédito cuestionado.

La medida de embargo impone obligaciones pero no impide el uso racional


del bien cuando fue el propio deudor quien resultó designado depositario.

También debe advertirse que la afectación que implica el embargo no


impide que el objeto pueda ser enajenado con autorización judicial a
condición que se comunique fehacientemente al adquirente su nueva
situación jurídica y éste asuma el compromiso que genera la situación.

Es de especial importancia respecto al uso del bien el hecho de quién fue


designado depositario: si lo fue el deudor, puede usarlo racionalmente,
salvo expresa disposición del juez en sentido contrario. Si por el contrario el
depositario es un tercero, le está vedado su uso y además deberá
conservar al bien en condiciones hasta el momento de la subasta.

Palacio define al embargo preventivo como la medida cautelar en cuya


virtud reafectan e inmovilizan uno o varios bienes de quien ha de ser
demandado en un proceso de conocimiento o en un proceso de ejecución,
a fin de asegurar la eficacia práctica de las sentencias que en tales procesos
se dicten.

Existen tres clases de embargo:

• Preventivo: Es el que se traba antes de la iniciación del juicio o


durante el trámite del juicio ordinario o abreviado. Para su
despacho, en nuestro sistema legal se requiere solamente el
otorgamiento de contracautela.
Cuando es trabado antes de la demanda rige un plazo de caducidad
y pesa sobre el embargante la carga de entablar demanda en el
término de 10 días; si así no lo hace deberá responder por las costas
y daños y perjuicios que hubiere ocasionado.

• Ejecutivo: Es el que se ordena juntamente con la demanda ejecutiva


y que, como se funda en un título que goza de presunción de
autenticidad, no requiere demostración de la verosimilitud del
derecho y tampoco deberá prestarse fianza.

• Ejecutorio: Es el que se traba después de la sentencia con miras a su


ejecución.

Es minuciosa la regulación que contiene el CPCCba respecto a los dos


primeros, estableciendo modalidades del trámite y formas especiales de
efectivización.

Así, si el objeto de la medida son bienes muebles, se oficiará al oficial de


justicia o juez de paz para que lleven adelante la medida.

Por lo general, se designa como depositario judicial al mismo demandado,


adquiriendo desde ese momento la condición de un simple guardador y
conservador de la cosa con diferentes facultades y obligaciones según sea o
no propietario del bien embargado; y en esta última hipótesis, su
obligación es mantener la cosa en condiciones de seguridad adecuadas a
los fines de que no se deteriore disminuyendo de esta manera la garantía
para el acreedor.

De recaer la medida sobre bienes inmuebles o muebles registrables, el


oficio deberá dirigirse a las reparticiones públicas respectivas y se
efectivizará previo informe sobre dominio y gravámenes. En caso de
solicitarse sobre créditos bastará una notificación al tenedor con orden de
depósito del monto en una entidad bancaria a la orden del tribunal.

Decimos que es una medida “mutable”. ¿Y por qué? Porque puede


sustituirse el depositario, como así también ampliarse (por ejemplo,
cuando los bienes sean insuficientes o de dudosa realización), o reducirse.

En forma simultánea el código regula el secuestro, que es la medida


cautelar en virtud de la cual se desapodera al demandado de un objeto de
su propiedad, o que se encuentra bajo su guarda, con el fin de evitar que
éste se pierda o que pueda ser destruido o deteriorado. No obstante, el
depósito de los bienes embargados en persona distinta del deudor se
asemeja al secuestro.
Intervención y administración judicial
Es aquella medida cautelar en virtud de la cual una persona designada por
el juez, en calidad de asesor externo de este, interfiere en la actividad
económica de una persona física o jurídica, sea para asegurar la ejecución
forzada o para impedir que se produzcan alteraciones en el estado de los
bienes – Palacio-.

Son dos las situaciones que se presentan:

• Aseguramiento de la ejecución forzada, la intervención se


caracteriza por la circunstancia de que se decreta con el objeto de
que el interventor proceda a recaudar renta o frutos ya
embargados. Es el interventor recaudador.

• Regularización o mantenimiento de una situación determinada, se


pueden distinguir dos tipos de intervención, según el alcance de las
funciones a cumplir:

a- Interventor informante o veedor: cuando se limita a fiscalizar o


controlar la administración de una sociedad, asociación o
patrimonio, de oficio o a petición de parte se designa para que dé
noticia acerca del estado de los bienes objeto del juicio o de las
operaciones o actividades (art. 477 CPCCba).

b- Interventor administrador: cuando su función consiste en


reemplazar provisoriamente a la administración de la entidad o
bienes.

Inhibición general de bienes


Es la medida cautelar que impide genéricamente gravar o enajenar bienes
registrables. Su anotación en los asientos dominiales, tiene como objeto
evitar actos de disposición o la constitución de derechos reales. Funciona
como subsidiario del embargo y procede en los casos en que habiéndose
solicitado éste, la medida no pudo hacerse efectiva por no conocerse
bienes del deudor o porque los que existen son insuficientes. Anotada,
quedará sin efecto si el deudor presentase bienes o diere caución
suficiente.
Anotación de Litis
Tiene por objeto asegurar la publicidad de los procesos relativos a bienes
inmuebles o muebles registrables, con el fin de que la sentencia que sobre
ellos recaigan puedan de ser opuestos a terceros adquirentes del bien
litigioso o a cuyo favor se constituyó el derecho real sobre éste.

No impide su enajenación ni produce los efectos del embargo o de la


inhibición ni restringe las facultades del propietario. Busca hacer conocer la
existencia de un juicio que afecta al bien.

Prohibición de innovar
Tiende a impedir que se modifique una situación de hecho o de derecho
existente en un momento determinado a los fines de mantener la igualdad
de pares con intereses contrapuestos.

Como contracara de ella se admite también la medida innovativa que


implica una orden tendiente a reponer las cosas a un momento anterior a
la iniciación del proceso.

Medidas cautelares genéricas o


innominadas.
Es la que puede dictar el juez, según las particularidades del caso, cuando
no existe en la ley una previsión específica que satisfaga la necesidad de
aseguramiento. Constituye una regla importante ya que la realidad
cotidiana presenta permanentemente nuevas situaciones y cuestiones a
solucionar que no se ajustan específicamente a los institutos legales
previstos en la ley.

Su otorgamiento está condicionado a que no pueda utilizarse otra medida


cautelar; que exista temor fundado de perjuicio, y que se trate de medidas
de seguridad que resulten más aptas al objeto del juicio.
Medidas cautelares en el
procedimiento penal.
Se las denomina medidas de coerción y pueden afectar a personas o bienes
(personales o reales). Se configuran por la restricción que imponen a
derechos personales o patrimoniales del individuo sometido a proceso
penal. Persiguen asegurar el cumplimiento de los fines del proceso y tornan
necesario el empleo de la fuerza pública estatal si fuera indispensable para
doblegar la resistencia a su instrumentación.

Tienen por objeto evitar que el imputado obstaculice la investigación de la


verdad, asegurar su intervención personal en el juicio y también garantizar
el cumplimiento de la posible condena.

La potestad jurisdiccional puede manifestarse en actos que limiten o


restrinjan la libertad personal durante la sustanciación del proceso, pero
sólo en aquellos casos en que exista un peligro grave y concreto de que el
imputado al estar en libertad, obstaculice la consecución de los fines del
proceso, el juicio plenario o la efectiva actuación de la ley.

De tal modo, concluimos que las medidas de coerción personal son


accesorias o instrumentales; es decir, están impuestas para asegurar los
fines de un proceso principal.

Como toda medida cautelar, las de coerción personal requieren para su


ordenamiento que se acredite la verosimilitud del derecho y razones de
urgencia (peligro en la demora). Tal sucede cuando en el CPPCba se impone
la necesidad de un mínimo de elementos probatorios sobre la existencia
del delito y en su caso sobre la participación del imputado.

Son provisionales, mutables y de interpretación restrictiva.

Por mencionar las más comunes, daremos un concepto de la detención, el


arresto y la prisión preventiva.

• La detención consiste en la privación de libertad impuesta al


imputado a efectos de hacerlo intervenir en el proceso y recibirle
declaración, cuando se tema o presuma que no concurrirá por
simple citación o que intentará entorpecer la investigación. Sólo
procede si existe presunción de que se ha cometido un hecho
delictivo o cuando ello resulte indispensable para asegurar los fines
del proceso. La ordena el juez o fiscal y la efectiviza a través de la
policía.

• La aprehensión consiste en una medida que puede utilizar la policía


en forma excepcional, privando de la libertad a un individuo que ha
sido sorprendido “in fraganti” en la comisión de un delito de acción
pública. Es al solo efecto de ponerlo a disposición de la justicia.
• La prisión preventiva es la medida de coerción que se presenta
como el encarcelamiento que se impone al procesado, cuando
existieren elementos de convicción suficientes sobre la
participación del mismo en el hecho que se le imputa, y existiere un
peligro procesal grave. ¿Qué es el peligro procesal? Es el riesgo de
que con su libertad pueda obstaculizar la consecución de los fines
del proceso, sea fugándose, sea entorpeciendo la investigación
(amenazando testigos, por ejemplo).

Para distinguirlo de la detención, digamos que requiere un mayor


caudal probatorio respecto a la participación del imputado en el
hecho. Es una medida más gravosa que la detención, lo que justifica
que para su dictado se requiera un mayor grado de probabilidad de
participación en el hecho.

Hipótesis Práctica.
PRISIÓN PREVENTIVA. Improcedencia. Requisitos. PELIGROSIDAD
PROCESAL. Existencia de una solicitud de paradero: insuficiencia para
presumir que el imputado abusará de su estado de libertad eludiendo la
acción de la justicia

El caso: La Sra. Fiscal de Instrucción del Distrito II Turno 6° ordenó la Prisión


Preventiva de la encartada por supuesta autora de Hurto Simple en Grado
de Tentativa –Primer hecho-, Hurto Simple Reiterado –hechos Segundo y
Tercero- y Hurto Simple – Cuarto hecho-, en concurso real en tanto los
delitos que se le atribuye a la nombrada son de “acción pública y que se
encuentran reprimidos con pena privativa de libertad” y, teniendo en
cuenta que la misma registra antecedentes varios que han sido acumulados
en la presente causa, pero ninguna condena y un pedido de paradero por
una contravención, se puede inferir que en el caso de recaer condena la
misma sería de ejecución condicional sin embargo atento a que en otra
oportunidad (ver pedido de paradero) la imputada no prestó colaboración
con la justicia puede suponerse que si recupera su libertad la misma tratará
de eludir la acción de la justicia. La defensa presentó Control Jurisdiccional
solicitando se revoque la prisión preventiva y se ordene la inmediata
libertad de la nombrada. El Juez resolvió revocar la medida de coerción y
ordenar la inmediata libertad de la encartada, bajo caución personal por la
suma de $ 5000.

1. Como bien señala la Dra. Romero Díaz, la Prisión Preventiva se trata de


una medida que pone un límite a una garantía constitucional doblemente
reconocida (libertad locomotora – art. 14 C.N. y estado de inocencia y
consecuente libertad procesal – art. 18 C.N.), por lo que su aplicación
durante el proceso debe ser proporcional a la gravedad del riesgo o peligro
que existe de que dicho imputado impida la consecución del proceso y la
actuación efectiva de la ley penal sustantiva; en todo momento la medida
coercitiva personal procesal que se disponga debe guardar
proporcionalidad con la gravedad del peligro que se trata de evitar.

2. A la hora de disponer la prisión preventiva del imputado, el juez


competente deberá valorar que la misma sea estrictamente necesaria para
evitar que el sujeto entorpezca el proceso e impida la aplicación de la ley
sustantiva. Como consecuencia de estas condiciones, la prisión preventiva
debe tener dos presupuestos ineludibles: a) En primer lugar, debe existir
“fumus boni iuris”, que establece la necesidad de un cuadro probatorio que
cuente con elementos de convicción suficientes para considerar posible la
existencia del hecho delictuoso y la participación punible del imputado en
la comisión del mismo; b) En segundo lugar, debe existir el “periculum in
mora”, o sea “el riesgo que puede derivarse para el derecho que se quiere
proteger, de la no aplicación tempestiva de la medida cautelar”.

3. Como la concreción del derecho de punir, y con ello el propósito de


afianzar la justicia, se podrían ver en peligro si el imputado entorpeciese la
investigación o impidiese la efectiva aplicación de la ley, se regulan las
medidas procesales coercitivas que tienden a evitar esos peligros. Estos son
los requisitos de cualquier medida cautelar, sobre los que conviene
enfatizar precisamente para resaltar que ésta es la verdadera naturaleza de
la coerción procesal, y son los que en verdad evitarán que sea ilegal o
arbitraria

4. Nuestro Código Procesal Penal individualiza las hipótesis en las que


considera que habrá riesgos para los fines del proceso si la coerción no se
dispone tempestivamente, a la vez que instituye y regula las medidas
coercitivas encaminadas a neutralizarlos, las que tienen diferente
intensidad, pretenden ser proporcionales a la gravedad del peligro y han
sido fijadas de antemano.

5. Para dar por existentes tales riesgos procesales que justifican aquellas
restricciones y cuya existencia deberá ser demostrada en cada caso, se
consultan tanto pautas objetivas (vinculadas a la gravedad de la posible
pena a imponer y a las modalidades de ejecución), como subjetivas
(relacionadas con la personalidad del imputado).

6. La Sra. Representante del Ministerio Público Fiscal fundó la medida de


coerción en virtud de lo dispuesto por el inc. 2° del art. 281 del CPP.
Comentando el dispositivo legal, Cafferata-Tarditti expresan que estas
pautas restrictivas tienen como característica fundamental, la de estar
vinculadas a la personalidad del imputado, que se deduce del
comportamiento que ha tenido antes del proceso y se toma como base
para realizar un pronóstico sobre la actividad futura. Pero sólo tendrán
efecto restrictivo cuando permitan presumir fundadamente que el
imputado aprovechará su libertad para eludir la acción de la justicia o
entorpecer las investigaciones.

7. Por obedecer a un simple pronóstico sin base científica alguna, y siendo


por ello incomprobables “ex ante” su aplicación debe ser sumamente
cuidadosa y razonable, debiendo evitarse que funcionen como un modo –
ilegal- de que la prisión preventiva en el segundo proceso se aplique como
una sanción a una reiteración delictiva puramente conjetural y sin reflejo
de la condicionalidad de la futura condena por todos los delitos imputados,
pues en ese caso la Prisión Preventiva prosperará por el inciso 1° y no por
el 2° del 281 C.P.P..

8. La existencia de una solicitud de paradero sobre la que la Instructora


funda la medida de coerción personal – y que por otra parte no era más
que para notificar una resolución dictada en sede contravencional- no
autoriza presumir que la encartada abusará de su estado de libertad
eludiendo la acción de la justicia, máxime si tenemos que cuenta que la
aplicación de la prisión preventiva debe ser „restrictiva‟ solo cuando sea
absolutamente indispensable a los fines de la salvaguarda del proceso. En
tal entendimiento, considero que privar de su libertad a la imputada
aparece desproporcionado respecto de los fines que se pretenden
salvaguardar, bastando a mi criterio con imponerle una caución personal
para afianzar sus obligaciones con la justicia. Juz. Control Nº 8 Cba. AI 49
29/03/05 Fisc. de origen: D. II Tº 6“Control Jurisdiccional solicitado por el
Dr. Juncos, Manuel O. en autos „Britos, Yohana Micaela (o) Pinto, Yanina
Vanesa y otros p.ss.aa. Hurto, etc.”.
Bibliografía de referencias
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2003). Teoría General
del Proceso. Tomos I y II. Córdoba: Advocatus
Ferreyra De De La Rua, A. y González De La Vega De OPL, C. (2015). Teoría General
del proceso. Tomo 1 y 2. Córdoba: Advocatus.

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materia

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