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Lingüística y Literatura Hispánica

Corrientes de la Lingüística
Dominique M. Palafox Ramirez
24 de octubre de 2017
Formalismo, funcionalismo y cognitivismo
El objeto de estudio de la Lingüística, la lengua, ha sido analizado desde diversas posturas
que, a partir de determinado enfoque, buscan explicar qué es, sus funciones, su adquisición.
En este trabajo se expondrán algunas de estas posturas desde los enfoques formalista,
funcionalista y cognitivista. Se presentarán sus aspectos más importantes y aquellos puntos
en contra que otros autores encuentran en ellos.

Desde 1957, con la aparición de su libro Estructuras sintácticas, Chomsky se


convirtió en una de las figuras más importantes de la lingüística. Su teoría es usualmente
llamada “Gramática Generativa” o “Gramática Generativa Transformacional” y se le
clasifica dentro del enfoque formalista. Además postuló el acceso al pensamiento como el
fin primordial de la lengua. En un primer momento, en sus teorizaciones sobre ella,
ocuparon un lugar central las transformaciones, reglas para relacionar una estructura
sintáctica con otra, pero más tarde fueron los universales los que sostuvieron esta posición.

Para encontrar las propiedades universales de la lengua humana y establecer una


“gramática universal”, proponía que el lingüista debía estudiar las lenguas individuales.
Hace referencia a estas propiedades en su definición de la lengua como un “conjunto (finito
o infinito) de oraciones, cada una de ellas de una longitud finita y construida a partir de un
conjunto de elementos finitos” (Chomsky, 2007, p. 2).

Otro término importante en su teoría es el del innatismo, el cual se refiere a que el


conocimiento que se tiene de la lengua está genéticamente dado, es parte del patrimonio
biológico; la evidencia estriba en el hecho de que a pesar de la complejidad de la lengua,
los niños la adquieren en un período remarcadamente corto, de manera involuntaria.

Entre las asunciones de sus predecesores con las que estaba en desacuerdo se
encuentra la pronunciada por B.F. Skinner sobre la lengua como un conjunto de hábitos
construidos gradualmente con los años. Chomsky la refutó al establecer que el
comportamiento es irrelevante para el aprendizaje de la lengua, pues no se puede predecir
la expresión humana ante un estímulo determinado. También expresó su rechazo por la idea

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de que la comunicación es una función necesaria o significativa de la lengua. Rechazo que
es compartido entre los demás autores formalistas.

David Palmer (1986) basa su crítica en el hecho que las ideas teóricas de Chomsky
han permanecido abstractas, puesto que las teorías útiles no pueden permanecer en ese
estado por siempre. Debido a que si se quedan así, no se pueden usar para predecir,
controlar o describir fenómenos. Esto lo encuentra desde los términos que utiliza
(intención, creencia, propósito, voluntad y mente), ya que no los define, y al hablar sobre
propiedades del sistema nervioso, puesto que no indica en qué parte del sistema nervioso se
encuentran.

Tampoco está de acuerdo con que no especifique los estímulos que puedan provocar
el comportamiento innato complejo y que, además de eso, ni siquiera lo considere posible:
“it is unlikely that a necessary and sufficient operational criterion might be invented for the
much more abstract and far more important notion of grammaticalness.” (Chomsky 1965,
citado por Palmer 1986, p. 46). Pues si no hay estímulo, criterios objetivos o siquiera un
conjunto de operaciones mediante las cuales los sujetos puedan identificar entidades
teóricas, entonces, cómo se pueden generar reglas generales que caractericen las relaciones
permisibles entre estas entidades.

Por otro lado, los lingüistas funcionalistas a pesar de retomar ideas de la Gramática
Generativa -el innatismo y la importancia de la estructura- redirigieron la atención hacia el
componente social involucrado en el uso y adquisición del lenguaje. Pues, en
contraposición a los formalistas, consideran a la comunicación como un elemento central
para el estudio y análisis de la lengua. Las teorías postuladas por este enfoque tienden al
estudio de la semántica y la pragmática al nivel de discurso, relegando la sintaxis a un
segundo plano, al contrario del formalismo.

Los acercamientos funcionalistas se dividen en conservador, moderado y extremo.


El primero, debido a que asume la misma noción básica de la estructura gramatical que las
teorías formalistas y que no propone ningún nuevo análisis de ella, es visto como una
extensión de dichas teorías. Por el contrario, el moderado propone un propone un análisis
funcionalista de la estructura, así que al buscar reemplazar o cambiar

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las explicaciones heredadas del formalismo o estructuralismo sobre la estructura, se le ve
como una alternativa a ellos. El extremo niega la realidad de la estructura como estructura.

La Gramática Funcional (FG) y la Gramática de Rol y Referencia (RRG) son teorías


funcionalistas moderadas. Ambas concuerdan en que la estructura gramatical sólo puede
ser entendida con referencia a sus funciones semánticas y comunicativas. Se comprometen
a explorar la interacción de estructura y función en el lenguaje. Para la Gramática de Rol y
Referencia las funciones comunicativas de las estructuras gramáticas tienen un papel vital
en la descripción gramatical y la teoría.

La diferencia que Van Valin encuentra entre el formalismo y funcionalismo es que


al momento de dar una explicación a fenómenos sintácticos, el primero sólo toma en cuenta
los criterios internos de la teoría mientras que el segundo considera tanto a los criterios
internos como a los externos de la teoría.

La principal crítica hacia el funcionalismo alude a la discontinuidad entre lenguaje


verbal humano y comunicación. Esta discontinuidad se manifiesta en que el lenguaje verbal
humano -con sus propiedades estructurales y semánticas- sólo se presenta en esta especie a
pesar de que hay sistemas de comunicación en todo el mundo animal. También se presenta
en la existencia de sistemas de comunicación no lingüísticos y el empleo del lenguaje para
fines no comunicativos. Finalmente, se puede encontrar disociación entre la habilidad
comunicativa y la lingüística, pues un sujeto puede ser capaz de construir oraciones
gramaticales y aun así tener impedimentos comunicativos, como ocurre con los autistas.
(Soto, 2001, p. 136).

El cognitivismo, formulado también a partir del rechazo al generativismo, de


acuerdo con Amparo Farjado (2007) considera al lenguaje como “un instrumento de
conceptualización” (p. 68) que es responsable de la interiorización del mundo. Establece
que en el inconsciente cognitivo reside un sistema conceptual, en el que estás organizados
los conocimientos y creencias de los individuos. Si todas las facultades están relacionadas,
entonces no tiene sentido analizar el lenguaje como un módulo autónomo, sino buscar las
conexiones entre la facultad lingüística y otras facultades cognitivas.

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Una estrategia, compartida tanto por las facultades lingüísticas y otras facultades
cognitivas, que, si bien tiene una base automática e inconsciente, puede modularse
conscientemente es la de la segregación figura y fondo. Langacker la denominó
perfilamiento. Ésta consiste en utilizar la atención para seleccionar aquella información
que el organismo juzga más relevante en una determinada situación. Mediante este
mecanismo se pueden explicar fenómenos como la variación “voz activa-voz pasiva”, pues
permite que el agente o paciente sea el que se convierta en figura atencional, el que recibe
atención deferencial; y construcciones lingüísticas como la topicalización, en la cual la
atención se desplaza intencionalmente a uno de los elementos de la oración. (Ibarretxe-
Antuñano, 2012, p.14)

Otra estrategia es la de categorización que, de acuerdo a la lingüística cognitiva con


base experiencialista, se realiza con base en relaciones prototípicas. Las categorías se
conciben como entidades graduales, en las que hay elementos que ocupan la posición
central (prototipos), y que comparten más información entre sí que otros elementos, que
aun siendo incluidos dentro de la categoría, ocupan posiciones más periféricas (elementos
marginales). Los elementos prototípicos son los primeros que adquieren los niños. Por ello,
el significado al que hacen referencia las palabras y las expresiones lingüísticas se
estructura de manera prototípica, como cualquier otra categoría cognitiva (lingüística o no
lingüística). (p.15).

Para el cognitivismo la corporeidad adquiere importancia en la adquisición y


creación del lenguaje, pues al tener la mente esta cualidad, los sistemas conceptuales que
surgen de ella y que están subordinados a ella, implicarán una correlación entre el cuerpo y
el lenguaje. La estructura gramatical solo es retomada como un fenómeno de la mente.

Otro de sus principios característicos es que el lenguaje está basado en el uso, pues
el conocimiento que de él tienen los hablantes se basa en la abstracción de unidades
simbólicas que se extraen del uso regular del lenguaje. Conforme determinadas expresiones
lingüísticas se encuentran de manera frecuente en el discurso, las características asociadas a
ellas se van uniendo en estructuras de entidad más o menos sólida y autónoma, las
construcciones. Éstas por tanto no son innatas.

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La lingüística cognitiva desde la óptica del experiencialismo establece que el
lenguaje debe estudiarse considerando su función cognitiva y comunicativa, además de que
su objeto de estudio se debe centrar en la actuación. Con este último término se refiere a la
función que diversas estructuras comunicativas cumplen, el uso que de ellas se hace y el
significado que adquieren en el intercambio real. Debido a que considera estos factores, la
lingüística cognitiva muestra que favorece un estudio integral y al hacerlo, es posible que la
barrera entre los componentes de la gramática (sintaxis, semántica, pragmática) se
desvanezca.

A pesar de ser enfoques diferentes había algunas similitudes entre ellos. Las
variaciones entre unas y otras dependen de la función principal que le asignan a la lengua,
de los aspectos (sintácticos, semánticos o pragmáticos) a los que les den mayor importancia
y de la jerarquía en que establezcan entre lo social y lo individual en el proceso de
adquisición y uso del lenguaje.

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Referencias
Chomsky, N. (2007). Estructuras sintácticas. México: Siglo xxi.

Fajardo, L. (2007). “La lingüística cognitiva: principios fundamentales.” Cuadernos de


lingüística hispánica. Vol. 9, pp. 63-82.

Ibarretxe-Antuñano, I. (2012). Lingüística Cognitiva. J. Valenzuela, (Ed), Barcelona:


Anthropos.

Palmer, D. C. (1986). Chomsky's nativism: A critical review. Psychological aspects of


language, 39-50.

Soto, G. (2001). Perspectivas para la lingüística: más allá de la dicotomía


formalismo/funcionalismo. Revista chilena de humanidades, 21, pp. 115-154..
Van Valin, R. D. (2003). “Linguistic Functionalism”. En Arnodd, M y Rees-Miller, J.
(2003). The Handbook of Linguistic. Cornwall; Blackwell.

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