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SUP-RAP-383/2018

Buen día magistrado presidente, magistradas y magistrados:

Mucha tinta ha corrido en relación a lo que este Tribunal haría o dejaría de hacer en
torno al asunto que hoy, aquí se discutirá.

Agradezco el interés de los Medios y Analistas en mis anteproyectos. Estoy a favor


de un Tribunal abierto al escrutinio público, pero tambien del cumplimiento estricto
de lo que marca la Constitución.

En este sentido, garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales de todas y


todos los mexicanos es una obligación que tiene la judicatura; y, para llegar a ello, es
necesario considerar el contexto y todos los elementos que rodean a un proyecto.

Sin embargo, previo a una deliberación siempre existen esbozos que nos conducen
a tomar la última decisión, que se define aquí: en sesión pública.

Son esos esbozos los que le garantizan a la ciudadanía que una sentencia fue pensada
varias veces en un afán de dar la mejor resolución posible; es decir, la más justa.

Nuestra Constitución Política es una construcción viva, en la que tanto ciudadanas y


ciudadanos, como organizaciones de la sociedad civil, academia e instituciones
públicas, incluyendo al Poder Judicial, somos un material que le otorga movimiento,
fuerza y unidad.

Las juezas y los jueces tenemos dos caminos en cada una de nuestras sentencias: la
interpretación formal y literal de la Constitución; y la re-interpretación que se ajuste
a las necesidades y situaciones actuales que no fueron contempladas por el
Constituyente.

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Este es un caso inédito que requirió muchas consideraciones, pues será un
precedente para nuestro sistema electoral. Antes de deliberarlo, había que
responder a dos preguntas:

La primera:

¿Debemos interpretar la Constitución –de manera literal- a fin de materializar


el valor protegido por la propia Carta Magna y salvaguardar los derechos de
la ciudadanía?

Y, la segunda:

¿Podemos afirmar que los escaños obtenidos por un partido político, por
mayoría relativa, no reflejan representatividad ciudadana y, por ende, debe
perder su registro al no haber logrado el 3 % de la votación requerida?

Es imposible para quienes ejercemos un puesto de decisión responder a la primera


pregunta sin considerar las razones de la última. Nuestra ética judicial necesita
ponderar siempre la validez de los argumentos que sostienen a ambas respuestas.

El espíritu de nuestra Constitución es progresivo y racional; es dinámico y evolutivo;


y es, precisamente, por ello, que leer cada uno de sus artículos no es igual a resolver
una ecuación matemática.

Es la propia carta fundacional la que somete un análisis normativo de su texto con


perspectiva amplia, en la que la protección de los derechos humanos y la
racionalidad de su sentido constituya la guía y fin de su análisis.

Es en ese sentido que la integración de esta Sala Superior –y puedo atreverme a decir
que todas las integraciones anteriores- realizamos cada una de nuestras sentencias.

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Las decisiones emitidas en este Tribunal Electoral deben sostenerse de manera
jurídica antes que política.

La legitimidad del poder público se encuentra en su origen democrático. Este


Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es un tribunal que garantiza la
certeza jurídica en cada una de sus decisiones.

Es, también, un tribunal unido y un tribunal colegiado en el que nuestras decisiones


no deben, jamás, ser aisladas sino entretejidas.

Quienes conformamos el pleno de esta Sala Superior generamos discusiones sobre


cada uno de los proyectos que resolvemos, de esas discusiones se generan
reflexiones individuales que se reflejan en un trabajo conjunto de nuestras
ponencias y de nosotros como magistradas y magistrados: esa es la esencia de un
órgano colegiado.

Sin embargo, no solo nos escuchamos entre nosotros: también, y sobre todo,
escuchamos la voz pública y ciudadana, así como la voz particular de aquellas y
aquellos que estudian la materia electoral, ya sea desde la academia, o desde
diferentes asociaciones. Una democracia escucha todas las voces posibles: ahí
reside su pluralidad.

Cito una frase pronunciada por Venustiano Carranza en el discurso de apertura del
Congreso Constituyente en su sesión del 1 de diciembre de 1916: “La paz y seguridad
de una nación dependen de la clara inteligencia de la ciudadanía”.

Tomando en cuenta esas voces expreso, magistrado presidente, magistradas y


magistrados, el sentido del proyecto que presento a ustedes:

Es a través de los partidos políticos que la ciudadanía se ve representada y es por


ello que el Partido Encuentro Social no puede seguir siendo un partido político
nacional, pues, en la marca de los emblemas de las boletas electorales queda claro

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que no alcanza la representación ciudadana necesaria, al no tener suficientes votos
por sí mismo en las pasadas elecciones federales, sino por mayoría relativa.

La solución de este caso se traduce en la aplicación literal y directa de la regla


constitucional, en el artículo 41. Si un partido no obtiene, por lo menos, el 3 % de la
votación válida emitida en las elecciones federales se pierde el registro. Esto le
sucedió al Partido Encuentro Social. Es, entonces, la verdad númerica y por ende
tambien la verdad legal.

Para finalizar mi intervención, doy lectura enfática al párrafo cuarto, del apartado
1, del artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos:

“El partido político nacional que no obtenga, al menos, el tres por ciento
del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que
se celebren para la renovación del Poder Ejecutivo o de las Cámaras del
Congreso de la Unión, le será cancelado el registro”.

Y eso, a mi juicio tiene que pasar con el partido Encuentro Social.

Gracias.

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