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Las empresas B fueron creadas inicialmente en Estados Unidos por tres emprendedores para promover empresas que generen un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, así como beneficios financieros. Ahora el modelo se está expandiendo a Suramérica, donde algunos países como Chile han certificado más empresas B, mientras que en Brasil el concepto es más nuevo aunque existen iniciativas ambiciosas. Todavía no existe una definición completamente compartida de empresa B en la región.
Las empresas B fueron creadas inicialmente en Estados Unidos por tres emprendedores para promover empresas que generen un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, así como beneficios financieros. Ahora el modelo se está expandiendo a Suramérica, donde algunos países como Chile han certificado más empresas B, mientras que en Brasil el concepto es más nuevo aunque existen iniciativas ambiciosas. Todavía no existe una definición completamente compartida de empresa B en la región.
Las empresas B fueron creadas inicialmente en Estados Unidos por tres emprendedores para promover empresas que generen un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, así como beneficios financieros. Ahora el modelo se está expandiendo a Suramérica, donde algunos países como Chile han certificado más empresas B, mientras que en Brasil el concepto es más nuevo aunque existen iniciativas ambiciosas. Todavía no existe una definición completamente compartida de empresa B en la región.
Las empresas B fueron creadas inicialmente en Estados Unidos de la mano de tres emprendedores de éxito, Jay Coen, Bart Houlahan y Andrew Kassoy. Son emprendedores con historias de éxito. La venta de su empresa AND1, les dejó, sin embargo, un sentimiento de frustración, pues las mejoras de impacto ambiental y social de AND1 fueron desmontadas rápidamente por los nuevos propietarios. La estrategia de Coen, Houlahan y Kassoy fue crear una organización sin ánimo de lucro, llamada B Lab, para desarrollar en los EE.UU. una comunidad de empresas a partir de la certificación de Empresa B (B Corps), y promover al mismo tiempo, cambios legislativos que permitan crear en los EE.UU. un nuevo tipo de empresa, las Benefit Corporations, asumiendo correctamente que crear nuevos tipos legales tomaría mucho más tiempo. Para apoyar el desarrollo de la inversión de impacto, B Lab creó también el Global Impact Investment Rating 22 Service (GIIRS), un servicio de evaluación de impacto para inversionistas que buscan empresas con impacto social y ambiental positivo. La empresa B es un nuevo fenómeno empresarial que amplía el deber fiduciario de los accionistas y gestores para incluir intereses no financieros. Su objetivo es crear un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. Opera con altos estándares de gestión y transparencia, al tiempo que busca el mejor rendimiento financiero y permite la repartición de utilidades entre accionistas. Su filosofía es que la mejor manera de provocar un cambio social o ambiental es a través del mercado. En este sentido, la empresa B considera las utilidades como la herramienta para lograr sus objetivos y no como un fin en sí mismas. El carácter no sustentable de la economía refleja consecuencias económicas y financieras: si algunas empresas ganan, pierden el planeta y la sociedad. Las utilidades de las empresas aumentan, pero se acaba el agua, aumentan la obesidad y la delincuencia. nos ha llevado a evidenciar que el desarrollo de las mismas a la par que nos dan un surgimiento económico nos atrasan en otros campos como son los recursos sostenibles si avanzamos en la explotación de petróleo con el fracking se nos acaba un gran recurso como es el agua. No se trata de ignorar los evidentes avances que pueden traer los cambios graduales, tanto en el consumo de materiales, energía y recursos biológicos, como en las consecuencias sociales del quehacer de las firmas. Se trata de reconocer que la adaptación gradual a los temas socio ambientales está muy lejos de un mundo de siete billones de personas, caminando hacia nueve billones en menos de cuarenta años (Rockstrom, 2012). En los últimos años la separación tradicional entre empresas, organizaciones sin ánimo de lucro y servicios públicos se hace cada vez más difusa. En Sur América y en el resto del mundo se reconoce el surgimiento de empresas que buscan redefinir el sentido del éxito en los negocios: operan vendiendo bienes y servicios pero lo hacen compitiendo por su capacidad de lograr un cambio social y ambiental positivo y no sólo por precio y calidad. Estas empresas híbridas, empresas con propósito, o empresas sociales, son una tendencia creciente, desafiando con su acción la concepción tradicional de negocios y de sostenibilidad. El tradicional concepto de empresa, entendida como sector privado con fines de lucro, incorpora como eje central la creación de un beneficio económico para sus dueños o accionistas. No obstante, con la incorporación del concepto de desarrollo sostenible, y en respuesta a un contexto cada vez más demandante en términos sociales y ambientales, el sector privado evidencia un avance significativo hacia modelos de negocios en los cuales se incorpora las prácticas de Responsabilidad Social Empresarial (Gatica et al., 2013). En Brasil,Chile y Colombia han surgido organizaciones que proponen explícitamente romper con el modelo que dominó la representación del sector privado desde mediados del siglo XX, el cual ha tenido un papel relevante, pero una historia marcada por la defensa de intereses sectoriales más que por construir nuevas conductas empresariales. En Chile, buscan organizar nuevas coaliciones para incluir en la agenda de empresas y gobiernos cuestiones decisivas como acabar con la corrupción, la erradicación del trabajo infantil y esclavo, y la reducción de los daños ambientales. Se pueden evidenciar mediante resultados investigación que las empresas de B de Colombia Chile y Brasil no comparten una visión común sobre lo que es una Empresa B o una “empresa social”, no existe una definición clara, compartida por practicantes del sector y empresarios, lo cual refuerza lo presentado por estudios como los de ANDE/Avina (2011) sobre negocios sociales y negocios inclusivos en Brasil. La definición de una empresa con potencial de ser Empresa B es además supremamente amplia, pues la realidad es que las empresas consideradas potenciales confirman su posibilidad e interés de convertirse en Empresas B solamente cuando logran pasar los requisitos de la certificación y sus accionistas deciden asumir los cambios en los estatutos de constitución. De los tres países en los que el estudio se lleva a cabo, Chile es donde se han realizado mayores esfuerzos de promoción del modelo Empresa B, con 36 empresas certificadas a mayo 2013, y Brasil es donde el concepto es más incipiente. Existen sólo cuatro empresas certificadas y no existen esfuerzos de articulación dedicados a la promoción del modelo. Al mismo tiempo, dada la diversidad de su economía, la fuerza de sus organizaciones y su propia importancia global, no es de extrañar que en Brasil existan algunas de las iniciativas más ambiciosas y prometedoras.