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Movimientos sociales del

México contemporáneo:
Denuncia, resistencia,
construcción de alternativas
Movimientos sociales del
México contemporáneo:
Denuncia, resistencia,
construcción de Alternativas

Luis Rigoberto Gallardo Gómez


(Coordinador)

Universidad de Guadalajara
Colección
Estado de la investigación en ciencias políticas en México

eVolumen III f

Primera edición 2017

D.R. © 2017, Universidad de Guadalajara


Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades
Coordinación Editorial
Juan Manuel # 130, Zona Centro
44100 Guadalajara, Jalisco, México

Visite nuestro catálogo en http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/

Obra completa ISBN: 978-607-742-415-4


Tercer volumen ISBN: 978-607-742-814-5

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
Contenido

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Apuntes para el estudio de los movimientos sociales. . . . . . . 17


Paulina Martínez González

Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016.


Denuncia y resistencia a la economía criminal y al Estado narco . . . 73
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso


de democratización en México . . . . . . . . . . . . . . 121
Teresa Isabel Marroquín Pineda

La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos


sociales contemporáneos en México. Una revisión a la literatura
académica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Emmanuel Rojas Botello

Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132


en Guadalajara en 2012 . . . . . . . . . . . . . . . . 177
Guillermo Ortiz Vázquez

Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia


y renovación permanente . . . . . . . . . . . . . . . . 227
Margarita Teresa Robertson Sierra

Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco. . . . . . . . . 265


Lucía Ibarra Ortiz
Introducción

Si se nos pidiera trazar algunas pinceladas del contexto latinoame-


ricano y mexicano de los casos que se estudian, diríamos que entre
los años 2000 y 2015, en los países de América Latina, hemos visto
desarrollarse diversos tipos de proyectos de desarrollo nacional y de
integración regional.
México evitó inmiscuirse en las nuevas dinámicas planteadas
por los proyectos de desarrollo e integración alternativos de Améri-
ca Latina (con proyectos autodirigidos y tendientes a fortalecer las
capacidades endógenas de la región), y prefirió proseguir dentro de
dinámicas abiertamente capitalistas, neoliberales, de una manera
subordinada a los intereses y estrategias norteamericanos. México
se aisló así del resto de países de América Latina y de sus dinámicas
afanadas en construir un futuro de otro tipo.
Por ello, se afirma que en este país se decidió proseguir llevando
adelante tanto las relaciones capitalistas que generan injusticias y
desigualdad como las consecuentes reformas estructurales procapi-
talistas de todo tipo. Y lo que hoy día ya resulta inocultable es la per-
sistente destrucción que ha sufrido tanto el tejido social como la base
material-ambiental que durante siglos sirvió de sustento a este país.
Del mismo modo, se ha podido observar que en México no se
han hecho esperar las reacciones societales organizadas que han
mostrado interés en detener todas esas dinámicas destructivas e in-
tentar reconducir al sistema a relaciones más racionales entre sus ac-
tores, a mejores puertos de justicia, igualdad, democracia y bienestar
más equitativos y seguros para todos.
Sin embargo, no es evidente el logro de los objetivos de ese con-
junto de esfuerzos colectivos, de esos movimientos sociales (ms). Por
ello, nos ha parecido que es necesario analizar con mayor profundi-
dad los conflictos y sus contextos, los actores participantes, sus for-
mas de organización y lucha, sus objetivos, para, al fin, lograr enten-

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

der más cabalmente los resultados a los que han llegado, sus limita-
ciones y logros en lo estructural, socioeconómico, político y cultural.
En relación con la nutrida diversidad de enfoques epistemológi-
cos, metodológicos y teóricos existentes para estudiar los ms, como
se verá más delante, diremos por ahora que éstos y su capacidad de
influencia tienen relación directa con el tipo de realidad en que se
generan y se aplican.
Los ms uniclasistas con una demanda clara y verticalmente es-
tructurados de la sociedad capitalista de otro tiempo han ido cedien-
do paulatinamente su lugar a otros, los de la sociedad neoliberal ac-
tual, conformados por actores diversos y objetivos diferentes, que
prefieren organizarse reticularmente y actuar de múltiples formas,
conectando sus temáticas mediante acciones concertadas. Éstos
tienden a ser contrahegemónicos, independientes de instituciones
y partidos, a politizar la esfera pública y a presentar demandas de
diverso tipo, sin dejar de intentar ser democratizantes de las relacio-
nes sociales, generadores de nuevos códigos culturales y hasta de un
nuevo sistema.
Existe una amplia y más o menos añeja gama de enfoques epis-
temometodológicos y teóricos para estudiar los ms, cada uno de los
cuales cuenta con un diverso potencial explicativo. Muchos de ellos
se han generado en occidente y sus sociedades más representativas.
Los hay con inspiración en las teorías de la psicología social, del fun-
cionalismo, del estructuralismo y marxismo, de la producción simbó-
lica y de la subjetividad, de la movilización de recursos, del acciona-
lismo, del culturalismo, entre otras.
Existe también otro tipo de enfoques cuya raigambre socioe-
conómico-política y sentipensante es más latinoamericana. Estos
enfoques consideran que la realidad de la sociedad es una forma
histórica abierta, un campo donde permanentemente se desarrollan
antagonismos y luchas simbólicas diversas, algunas de las cuales lo-
gran establecerse, institucionalizarse y legitimarse temporalmente.
También desde estos enfoques, el tema de la emergencia de los
sujetos colectivos, por ejemplo, no depende de las estructuras sino
de la coexistencia en la sociedad de diversidad de subjetividades
que pueden llegar a ser desestructurantes de las instituciones y sus
sentidos y, por ello, potencialmente contrahegemónicas. Estas sub-

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Introducción

jetividades son en realidad nodos de sentipensamientos y prácticas


políticas diversas y susceptibles de entrar en conflicto.
De esta manera, los ms son fenómenos que surgen de una caren-
cia, falta, sentimiento de injusticia o agravio que experimenta un co-
lectivo; éste intercambia y discute hasta elaborar todos esos insumos
a manera de un problema, se organiza y actúa, desafía o rompe con
el orden existente, sus códigos y sus responsables, e intenta generar
(al tiempo que sus integrantes se constituyen como sujeto) nuevas
realidades, pero esto lo hace de una manera y en un sentido que no
están previamente determinados.
Las transformaciones pueden llegar a darse dentro de los límites
del sistema o bien por fuera de ellos, pero siempre tienen un condi-
cionamiento y un carácter histórico, no son atemporales. Entre los
objetivos de los ms pueden hallarse a) los que pretenden la repara-
ción del daño o restablecimiento del pacto social, b) los que preten-
den una transformación del sistema en mención y lograr el acceso
generalizado a mejor justicia y c) los que pretenden una innovación
institucional radical y la implantación de sus respectivos nuevos va-
lores morales.
Este último puede ser el caso de los ms hoy día conocidos como
autonomistas, que tanto en ámbitos rurales como en las periferias
de lo urbano desafían los ordenamientos hegemónicos, defienden su
territorio, su cultura, sus formas de organización, de producción y de
cuidado de la vida.
Ante la pregunta por el reto central de un posgrado orientado
a la investigación afirmamos, sin dudar, que éste consiste en formar
amplia, sólida y consistentemente recursos humanos capaces de de-
jarse tocar por las conflictivas y urgentes realidades sociopolíticas
concretas, y saber investigarlas consistentemente y a fondo a fin de
poder entenderlas e interpretarlas para aportar elementos pertinen-
tes para su transformación con un sentido humano, democrático e
innovador.
Nos parece que ante una realidad social compleja y un estado del
arte sobre los ms como los enunciados líneas arriba, lo que procede
entonces en un posgrado en Ciencia Política como el nuestro en la
Universidad de Guadalajara, fundamentalmente orientado a la for-
mación de recursos humanos de alto nivel para beneficio del país y su
población mediante la práctica de la investigación, es desatar un pro-

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

ceso recursivo en el que se seleccionan temas y dinámicas relevantes


de la realidad en la que se vive y se trabaja, se integra información
sobre ellos y se analiza partiendo de una postura epistemológica que
entiende que el proceso del conocimiento es pertinente si se vincula
con la acción transformativa hacia la mejoría de las realidades socio-
políticas; se utilizan todo tipo de enfoques teórico-metodológicos y
se generan conceptos que permitan entender y pensar pertinente-
mente la información que se recoge en las pesquisas; se traza una
ruta estratégica de tipo metodológico que posibilita seleccionar y
emplear adecuada y rigurosamente los métodos y técnicas pertinen-
tes para la investigación; se analiza, piensa, discute e interpreta con
el fin de generar resultados de investigación que resulten académica
y socialmente pertinentes.
Es decir, se trabaja en función de aportar análisis y propuestas
académicas bien sustentadas que puedan incidir en las discusiones
de académicos, activistas y otros agentes sociales y gubernamentales
involucrados en los múltiples procesos que hacen avanzar la demo-
cracia y la vigencia de los derechos fundamentales para toda la po-
blación.
Conviene recordar que los ms contemporáneos que se tocan en
esta obra hacen su aparición en el seno de una sociedad cruzada por
múltiples contradicciones y dinámicas de tipo conflictivo, las cuales
han estado presentes y han sido visibles desde hace al menos cuatro
décadas en los ámbitos económico, político, social, cultural y am-
biental.
Las dinámicas neoliberales impuestas por los sectores hegemó-
nicos globales y locales a la sociedad mexicana no han acabado de
aplicarse en su totalidad, ni han terminado de vencer un cúmulo im-
portante de resistencias de todo tipo; tampoco han logrado generar
un ordenamiento totalmente nuevo y su correspondiente cultura, al
grado que pudieran considerarse ya completamente instalados y es-
tables.
Es por esta razón que la mayoría de los ms analizados en estas
páginas comparten una característica central: en su acción se prioriza
la denuncia y la resistencia ante un sistema despojador y excluyente,
y sólo en un segundo término, en algunos casos, aparece el elemento
que apunta a la construcción de alternativas, de autonomías.

10
Introducción

Es decir, en los ms del México contemporáneo que aquí se in-


cluyen es posible registrar que éstos han sido motivados por agravios
que se consideran procedentes de un Estado que no cubre las expec-
tativas democráticas, que no garantiza a sus ciudadanos la vigencia
del Estado de derecho; procedentes de un Estado que desvía el po-
der a favor de terceros o que viola derechos fundamentales de los
ciudadanos en los ámbitos económico, civil, político, social, cultural
y ambiental. Y ante ello, en general, los ms han luchado por recom-
poner el orden de las cosas.
Los rasgos identitarios de los integrantes de estos ms contem-
poráneos en México no son en su mayoría los trabajadores sindica-
lizados, ni los agremiados en grandes centrales campesinas que era
ordinario ver entre los años de 1970-1990; son fundamentalmente
los ciudadanos organizados de infinidad de pueblos y ciudades que
se han cansado de sufrir agravios y despojos, de que no se les inclu-
ya en el ejercicio de sus derechos de ciudadanía, de que el Estado
mexicano no les garantice el respeto a la vida, a la propiedad, a la
seguridad, a la salud, a la educación, al voto libre y secreto, a la cer-
teza jurídica, al empleo y salario dignos, a la organización gremial, al
territorio y al acceso a recursos naturales, a su cultura, etc. Son los
representantes de millones de ciudadanos cuya calidad de vida se ha
visto crecientemente afectada a causa de la exclusión, la explotación,
el despojo, el desvío de poder que ejercen funcionarios del Estado a
favor de poderes, entidades o personajes importantes, por las instan-
cias y grupos que mueven la economía criminal y por quienes hacen
que el Estado narco sea una realidad.
Esta peculiaridad de los específicos objetos de estudio es la que,
como se verá, ha dado lugar a que cada autor opte por un determi-
nado punto de partida de carácter epistemológico, así como por su
respectivo marco teórico-metodológico para llevar adelante el traba-
jo que nos ofrece.
En el primer capítulo, de carácter teórico, “Apuntes para el estu-
dio de los movimientos sociales”, Paulina Martínez González plantea
que las ciencias sociales han seguido avanzando en el conocimiento
de los procesos implicados en la formación, trayectoria y caracte-
rísticas de los ms. Su trabajo ofrece primeramente una completa e
interesante exposición y una crítica de la amplia gama de las teorías
y conceptos que respecto de los movimientos sociales han sido for-

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

mulados desde las epistemologías, experiencias y teorizaciones de


los países centrales. En un segundo apartado, su trabajo menciona
una serie de aspectos a la vez desafiantes y polémicos para las teorías
existentes, mismos que surgen al calor de los peculiares ms de los
países de América Latina, los que, al ser acometidos desde amplias
perspectivas epistemológicas, metodológicas y teóricas, han permi-
tido enriquecer el pensamiento existente sobre los ms, así como ge-
nerar novedosas valoraciones del tipo de aporte que dichos ms están
haciendo a la transformación de las sociedades contemporáneas.
En el capítulo segundo de este libro, “Movimientos sociales
mexicanos del quinquenio 2011-2016. Denuncia y resistencia a la
economía criminal y al Estado narco”, Luis Rigoberto Gallardo Gó-
mez se pregunta por qué surgen, cómo se dan y qué mensajes lanzan
a la sociedad mexicana sus ms del último lustro. El autor fundamen-
ta que durante décadas, mientras los segmentos dirigentes de este
país impusieron una inserción de carácter subordinado a las dinámi-
cas de la globalización neoliberal, se generó una dinámica bipolar:
a) se comenzó a padecer la sistemática conculcación o violación de
derechos humanos y ciudadanos y b) los sujetos empezaron a orga-
nizarse y a movilizarse día a día contra tales agravios y su origen.
Tras relatar y analizar cinco ms representativos del periodo, el autor
arriba a la conclusión de que éstos han sido capaces de denunciar
y resistir –con particulares identidades, formas organizativas y re-
pertorios de acción– el agravio que les ha estado infringiendo un
oponente complejo, el que cobra forma cuando los imperativos de
la globalización neoliberal son llevados a cabo en un país capitalista
periférico e inconsistentemente democrático: la economía criminal
y el Estado narco.
Por su parte, en el tercer capítulo, “Incidencia de los nuevos mo-
vimientos sociales en el proceso de democratización en México”, Te-
resa Isabel Marroquín Pineda responde una pregunta de investiga-
ción muy interesante: si los nuevos movimientos sociales en México
han incidido o no en el proceso de democratización de México, y en
caso afirmativo, de qué forma lo han hecho. Ella presenta de entra-
da algunos conceptos básicos de la teoría del cambio político, con
el propósito de caracterizar el proceso democratizador mexicano e
identificar la fase del proceso en la que se encuentra en la actua-
lidad. Luego realiza algunas precisiones conceptuales para aclarar

12
Introducción

qué significa aludir a los nuevos movimientos sociales (nms). Poste-


riormente, analiza los casos concretos del movimiento zapatista y del
Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (mpjd) para reflexio-
nar sobre la incidencia de los ms en la democratización del régimen
político mexicano. Sostiene que los zapatistas tuvieron un impacto
determinante en el proceso de democratización en México, pues, al
cuestionar la legitimidad del régimen autoritario, provocaron la li-
beralización política que finalmente desembocaría en la alternancia
del año 2000. Sin embargo, considera que después de la liberaliza-
ción inicial y una vez concluida la transición por la vía electoral, los
zapatistas se replegaron y no desempeñaron un papel clave en la
llamada fase de instauración democrática. Considera que en su mo-
mento, el desafío presentado por el mpjd parecía abrir las puertas a
la posibilidad de reanudar el proceso democratizador, retomando la
instauración democrática suspendida.
En el cuarto capítulo, denominado “La construcción conflictiva
de un nosotros en los movimientos sociales contemporáneos en Mé-
xico”, Emmanuel Rojas Botello discute los aspectos problemáticos
de la construcción de un nosotros en los ms contemporáneos, pues
habitualmente se hace énfasis en todo aquello que coadyuva a la
cohesión de los individuos pero no en la dimensión conflictiva que
éste supone. La bibliografía revisada aporta elementos para pensar
que la construcción de un nosotros es un elemento sine qua non de
los ms, pero también que existe un constante proceso de negociación
y redefinición de estas uniones; aunque no suele mirársele, es per-
manente la relación conflictiva y de disputa dentro de los movimien-
tos. Entre otros, Petras (militancia discontinua y móvil), González
(contradicciones del nosotros) y Castells (activismo discontinuo) dan
cuenta de que la solidaridad en los movimientos nunca es estable.
Rojas Botello consigue plantear con su trabajo un novedoso nicho
de investigación en el tema de los movimientos sociales: el de su
conflictiva conformación.
Guillermo Ortiz Vázquez desarrolla en el quinto capítulo su tra-
bajo “Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132
en Guadalajara en 2012” que, compuesto fundamentalmente por
estudiantes universitarios, ocurrió de fines de mayo a diciembre de
2012, periodo de vigencia de los procesos electorales federal y esta-
tal.

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

El autor responde que sí a la pregunta de si el movimiento #Yo-


Soy132 puede ser conceptualizado como nms; además, señala que
esta movilización contribuyó a alentar el proceso democrático en el
país, pues a) introdujo en el panorama de las campañas electorales
en el estado y en el país un fuerte factor de identidad y de cohesión,
b) visibilizó significativamente a un segmento de los jóvenes univer-
sitarios con un potencial de movilización crítico hacia el sistema del
país (que se extendió a cada estado y región de México), c) sentó
el precedente de que cualquier partido u organización política que
pretenda movilizar por una demanda sentida necesariamente reque-
rirá contar con el factor juvenil, si quiere tener un impacto relevante
frente a sus oponentes y d) es una nueva fuerza colectiva que estará
presente en el escenario político del país de una manera activa o
latente.
En el sexto capítulo, “Los normalistas rurales: un sujeto políti-
co en resistencia y renovación permanente”, Margarita Teresa Ro-
bertson Sierra nos ubica en la temática que suscitan los reproba-
bles hechos de Iguala del 2014, pues hasta entonces poco se sabía
acerca de las normales rurales, de sus estudiantes, de sus luchas y
de la organización en la que durante más de ochenta años se han
aglutinado: la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de
México (fecsm). En este capítulo, en un primer momento, mediante
un esclarecimiento conceptual se identifica a este actor colectivo y se
le entiende constituido como sujeto político, primero aliado del Es-
tado y después opositor al mismo. Enseguida, por medio de un breve
recorrido histórico, se narra y analiza la interacción de la fecsm con
los distintos proyectos gubernamentales, desde su creación en 1935
hasta la fecha, lo cual conduce a a) identificar a los normalistas rura-
les como un sujeto político en permanente renovación y resistencia,
capaz de solidarizarse con las luchas sociales y de ir más allá de sus
demandas y b) entender que las normales rurales son espacios no
sólo educativos sino de construcción de identidad colectiva y de arti-
culación de acciones sociales y políticas.
En el séptimo y último capítulo, “Acciones colectivas en el dis-
trito 10 de Jalisco”, Lucía Ibarra Ortiz describe y analiza las accio-
nes colectivas con que el grupo integrado por ciudadanos del distrito
electoral local número 10 –que se identifican con un proyecto basa-
do en la solidaridad ciudadana–, aprovechando la coyuntura política

14
Introducción

que crearon las reformas constitucionales en materia electoral y que


posibilitaron las candidaturas independientes, logró impactar socio-
política y culturalmente la localidad, creando un nuevo espacio para
la representación distrital a cargo del candidato independiente Ku-
mamoto, quien resultó electo para ocupar el cargo de diputado local
del distrito 10 en el Congreso de Jalisco.
Tras estos análisis queda claro que los ms del México contempo-
ráneo viven los procesos internos considerados positivos o negativos
propios de dichos movimientos; denuncian opresiones, desviacio-
nes o corrupciones de sus oponentes, normalmente articulados con
diversas instituciones del Estado; resisten a los actores y proyectos
privados o gubernamentales que promueven la explotación y el des-
pojo e intentan incidir política y culturalmente en los procesos de
democratización de la sociedad y de construcción de alternativas al
sistema vigente.

Guadalajara, Jalisco, 30 de marzo de 2017


Luis Rigoberto Gallardo Gómez

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Apuntes para el estudio de los
movimientos sociales

Paulina Martínez González1

Resumen. Las ciencias sociales han avanzado en el conocimien-


to de los procesos implicados en la formación y trayectoria de los
movimientos sociales. No obstante, en las investigaciones contem-
poráneas es recurrente el uso de teorías y conceptos que fueron
formulados desde la experiencia de los países centrales. Sin duda,
algunas de estas teorías aún tienen potencial para explicar ciertos
aspectos de la acción colectiva, pero es necesario mantener una po-
sición crítica frente a los desafíos que representa el carácter com-
plejo, diverso e innovador de los movimientos sociales en Amé-
rica Latina. En este trabajo se presenta una crítica a los modelos
predominantes y se proponen algunas dimensiones clave para su
comprensión.
Palabras clave: movimientos sociales, teoría, pluralismo y comple-
jidad.

Introducción

La acción colectiva y los movimientos sociales despiertan una gran


curiosidad en el ámbito científico. Este interés se puede explicar,

1. Profesor-investigador del Departamento de Sociología, Universidad de Guadalajara.


Estudió el Doctorado en Ciencias Sociales y la Maestría en Ciencias Sociales por la
Universidad de Guadalajara. Es profesora de diseño de investigación, teoría social y eco-
logía política. Sus líneas de investigación son conflictos socioambientales, acción colecti-
va y cambio social. Correo electrónico: paulina.mar79@gmail.com

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Paulina Martínez González

entre otras razones, porque a lo largo de la historia han propiciado o


contribuido a la transformación de las sociedades y sus estructuras.
Además, en las últimas décadas la conflictividad y la protesta social
en América Latina se han incrementado; en ese sentido, su estudio
cobra relevancia en tanto que expresa las aspiraciones, deseos y uto-
pías de los grupos sociales. Una evidencia de la importancia que se
le ha otorgado a este campo de estudio es la existencia de un amplio
acervo de investigaciones elaboradas bajo distintos acercamientos
epistemológicos, teóricos y metodológicos que buscan conocer su
composición, sus dinámicas e incluso predecir sus alcances.
Sin embargo, la comprensión de los movimientos presenta desa-
fíos intelectuales porque se caracterizan por la innovación, la com-
plejidad y la diversidad. En efecto, la acción colectiva es un proceso
imbricado por una multiplicidad de factores y adquiere una diver-
sidad de formas porque se construye en contextos sociohistóricos
específicos. Asimismo, algunos movimientos tienen el potencial
de interrumpir la reproducción social porque mediante sus prácti-
cas introducen novedad en el plano de los significados y relaciones
sociales. Por estas razones, la acción colectiva no puede definirse y
comprenderse de manera mecánica, por el contrario, impela a ad-
quirir una disposición intelectual que permita aprehender las inno-
vaciones.
En este contexto, los investigadores nos encontramos con el reto
de elegir o proponer teorías y conceptos apropiados para los casos
que pretendemos comprender. Para ello es importante, por un lado,
reconocer y tomar posición frente a la existencia de la diversidad
epistemológica y disciplinar que se propone en los debates contem-
poráneos. No obstante, también es necesario recurrir a las teorías
clásicas con la finalidad de evaluar su vigencia. En suma, es posible
–y pertinente– desarrollar investigaciones que incorporen la plurali-
dad, pero de manera informada y coherente. El objetivo de este tex-
to es presentar una revisión crítica de los enfoques que han cobrado
hegemonía en el estudio de la acción colectiva y proponer algunas
rutas de análisis.

18
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

Teorías hegemónicas: límites y posibilidades

Existe un debate acerca de la viabilidad de los enfoques teóricos clá-


sicos para dar cuenta de los movimientos sociales. Estos enfoques
fueron pensados desde la experiencia de los países centrales para
explicar ciertos tipos de acción colectiva. Sin embargo, a partir de la
década de los sesenta los movimientos tradicionales –de clase, sec-
toriales y orientados hacia el Estado– perdieron centralidad en la
esfera pública y surgieron otras formas de acción que demandaron
explicaciones distintas.
La emergencia de nuevas expresiones se ha atribuido a distintos
factores: a las crisis económicas originadas por el desgaste progre-
sivo del capitalismo como modelo de desarrollo (Calderón, 1995),
a la profundización de las políticas neoliberales en América Latina
(Seoane y Taddei, 2004), al incremento de la exclusión social (Cal-
derón, Piscitelli y Reyna, 1992), al agotamiento del modelo de la
modernidad como horizonte del futuro (Escobar, 1992), a los efec-
tos del capitalismo internacional sobre las capacidades del Estado
(Offe, 1996; Calderón, 1995), al fracaso de las formas de represen-
tación tradicionales (Foweraker, 1989), a la agudización de las crisis
ecológicas provocadas por la economía de consumo (Leff, 2004),
entre otros.
Por otro lado, las formas de organización y orientación de la ac-
ción colectiva emergente son diferentes a las que desarrollaron los
movimientos sociales clásicos. En efecto, la militancia de los movi-
mientos étnicos y comunitarios (rurales y urbanos) se construye a
partir del arraigo al territorio y a la identidad (Escobar, 1992). Los
movimientos de defensa de los derechos humanos, los de mujeres,
los de vecinos, entre otros, están compuestos por una militancia in-
terclasista, con predominancia de la nueva clase media (Offe, 1996).
En el caso mexicano, Ramírez (2003) afirma que la estructura con-
trasta con los movimientos tradicionales, que todavía en la década
de los ochenta eran clasistas y sectoriales. Para el autor, la caracte-
rística central de los movimientos contemporáneos es la falta de una
organización formal y estructurada, se organizan como redes flexi-
bles que logran conectar temáticas lo suficientemente abarcadoras

19
Paulina Martínez González

como para atraer alianzas coyunturales y para llevar a cabo acciones


específicas.
Desde la perspectiva de Alonso (2013), los movimientos buscan
la autoorganización, la autoridad compartida y la eliminación de je-
rarquías. Con relación a las demandas, considera que se plantean
nuevas formas de ciudadanía y observa que hay una tendencia a la
demodiversidad, concepto que alude a alternativas para conseguir los
ideales democráticos, es decir, la libertad y la igualdad son deman-
das vigentes pero buscan alcanzarlas mediante estrategias distintas.
Otros investigadores concuerdan en que hay una búsqueda de la
autonomía frente al Estado y los partidos políticos (Zibechi, 2008;
Escobar, 1992; Holloway, 2003).
Por su parte, Santos (2001) señala que los movimientos sociales
trascienden los límites tradicionales de sus campos de acción me-
diante la politización de la vida cotidiana. Además, elaboran la tra-
ducción intercultural entre los derechos humanos y otras concepcio-
nes de la dignidad humana, y utilizan recursos e instrumentos de la
democracia en una dirección contrahegemónica (Santos, 2006). Por
último, conviene mencionar los planteamientos de Ramírez, quien
muestra que los movimientos politizan esferas de la vida que antes se
consideraban privadas y mantienen la aspiración de democratizar las
relaciones sociales, incluso han contribuido a difundir dichas aspira-
ciones en otros sectores de la sociedad. Finalmente, sostiene que los
movimientos no sólo exigen que las instituciones establecidas actúen
bajo los principios democráticos, también plantean innovaciones ins-
titucionales (Ramírez, 2003).
En suma, los hallazgos de las investigaciones descritas mues-
tran la existencia de una gama de formas organizativas, estrategias
de acción y composición de los protagonistas de la acción colectiva.
Asimismo, las demandas se han diversificado, destacan la protec-
ción formas de vida y bienes comunes de la identidad personal o
comunitaria y la búsqueda de autonomía sociopolítica de los poderes
centralizados.
Sin duda, conocer los procesos implicados en la emergencia y
pluralización de los movimientos sociales merece un tratamiento
más profundo, pero excede los propósitos de este texto. Sin embar-
go, es conveniente mencionar que las nuevas formas de acción colec-
tiva han propiciado la formulación de una variedad de acercamien-

20
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

tos analíticos en las ciencias sociales. Por ahora, el interés es discutir


si los enfoques clásicos aún tienen algo que aportar. Para ello, con-
viene retomar la clasificación propuesta por Ramírez (1996): funcio-
nalismo, teoría de la elección racional, teoría de la movilización de
recursos y de las oportunidades políticas, accionalismo, teoría de la
frustración-agresión, acercamiento sistémico, marxismo estructural,
analítico y su vertiente que estudia el sistema mundial y finalmente el
paradigma organizacional. Ramírez advierte que estos enfoques tie-
nen diferentes alcances y potencial explicativo, pero ninguno logra
abarcar todos los aspectos que implica la acción colectiva. Además,
apunta que comparten un común denominador: fueron elaboradas
desde sociedades centrales (Ramírez, 1999).
Con base en esa clasificación se presenta una selección de algu-
nos autores representativos de cada enfoque: Gurr en la teoría de la
frustración-agresión; Tarrow en las perspectivas de la movilización
de recursos y las oportunidades políticas; Wallerstein desde el mar-
xismo en su vertiente de los sistemas mundiales; Smelser desde el
enfoque funcionalista y finalmente Touraine y Melucci en el acciona-
lismo. Lo común en todos estos investigadores es que privilegian so-
lamente algunas dimensiones de los movimientos sociales, sin consi-
derar que la acción colectiva se encuentra imbricada por una serie de
factores que van desde las condiciones estructurales, las formas de
organización, la utilización de repertorios de acción, la producción
simbólica, la conformación de identidades colectivas, la historicidad
de los sujetos sociales, entre otros aspectos.
Gurr es un analista que ha utilizado el modelo de la privación
relativa para explicar el surgimiento la acción colectiva y más especí-
ficamente de las rebeliones. El modelo que presenta Gurr (1974) se
basa en estudios experimentales de la psicología social. Desde esta
perspectiva la acción colectiva se activa como consecuencia de la
frustración de las expectativas. Las expectativas están relacionadas
con la satisfacción de los sistemas apetitivos. Estos sistemas tienen
un componente social pues se conforman mediante el aprendizaje,
es decir, se instruye al individuo a buscar las cosas que le agradan
y a eludir las que le desagradan. Cuando los sistemas apetitivos no
encuentran su satisfacción se produce una tensión y el individuo bus-
cará “arremeter contra la causa de la tensión” (p. 24).

21
Paulina Martínez González

El mecanismo de la frustración-agresión está sobre la base del


modelo de la privación relativa, que plantea que las tensiones se
originan cuando existe una discrepancia entre los valores o bienes
que se espera obtener y los que se pueden adquirir. Estos valores se
refieren a la condición de vida “que uno se considera con derecho a
tener” (p. 25), y se establecen por referencia al grupo o nivel social
al que pertenece un individuo. Para Gurr, la privación relativa pue-
de experimentarse tanto a nivel individual como colectivo, aunque
no explica los procesos mediante los cuales se definen las expecta-
tivas colectivas. Gurr aduce que cuando un individuo o colectivo se
encuentran una situación de carencia se produce el sentimiento de
agravio, acompañado de una experiencia de cólera y la necesidad de
desahogarla frente al objeto identificado como causante de la frus-
tración. Es importante destacar que la privación siempre se atribuye
a una “fuente de interferencia” (p. 132), es decir, hay un proceso de
asignación de responsables del agravio y una tendencia a reajustar
la situación, para lo cual los grupos recurren a justificaciones nor-
mativas de lo que debería ser. Dichas justificaciones pueden tener
componentes ideológicos y culturales.
En algunos casos, la violencia es la respuesta a la frustración,
pero también es posible que los grupos formulen respuestas racio-
nales una vez que ha pasado el sentimiento de cólera, incluso pue-
den optar por contener el descontento debido a las inhibiciones o
prohibiciones del medio social. En su trabajo, Gurr hace énfasis en
las respuestas violentas, pues intenta explicar por qué se producen
las revueltas sociales. En ese sentido, sostiene la hipótesis de que a
mayor frustración corresponde una agresión mayor contra la fuente
de la frustración, y que mientras se intensifique el descontento social
se multiplican las posibilidades del estallido de la violencia.
En resumen, en esta perspectiva se asume que frente a la frustra-
ción de las expectativas individuales o colectivas se produce un senti-
miento de injusticia que conduce a la toma de posición por parte de
los agraviados, quienes buscarán reajustar las fuentes que originan la
privación. Sin duda, uno de los aportes de Gurr es el reconocimien-
to de la importancia de la identificación de una injusticia como un
componente necesario para el surgimiento de la acción. Además, es
un acierto incorporar los elementos culturales presentes en la elabo-
ración de las expectativas sociales.

22
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

Sin embargo, considero que es analíticamente insuficiente por


las siguientes razones. En primer lugar, se da por sentado que frente
a una injusticia o agravio se producirá de manera automática la ac-
ción. La experiencia demuestra que es necesario que se conjuguen
diferentes factores para que ésta se active, factores que tienen que
ver con la construcción colectiva del problema. En segundo lugar,
esta perspectiva presupone que el movimiento social es una suma
de individuos, pero lejos de ser un agregado de sujetos en realidad
el movimiento social es una entidad intersubjetiva en la que se des-
envuelven procesos que no son necesariamente análogos a los meca-
nismos psicológicos individuales. El enfoque de la privación relativa
no permite analizar las maneras mediante las cuales el grupo de indi-
viduos agraviados comienza a formular una identidad colectiva que
les permite pasar de la primera persona del singular yo a la primera
persona del plural nosotros. En esa línea es pertinente la propuesta
de Giménez (1994), quien argumenta que un movimiento social es
un fenómeno complejo y heterogéneo que no puede explicarse sufi-
cientemente con una perspectiva acotada a mecanismos psicológicos
o a reacciones espontáneas.
Por otra parte, desde la perspectiva de los sistemas mundiales,
Wallerstein (2004) acuñó el término movimientos antisistémicos. El
punto de partida de este autor es que la naturaleza misma del capi-
talismo produce la acción colectiva. Bajo una perspectiva de larga
duración, explica las condiciones estructurales que dieron paso a los
movimientos y la forma en que éstos contribuyeron a los cambios
estructurales en el sistema. Wallerstein identifica dos tipos de movi-
mientos a lo largo de la historia: los sociales y los nacionales. Ambos
surgieron a partir de 1848 en distintas zonas del mundo, y aunque
diferían tanto en el contenido de sus demandas como en las bases
sociales en las que se apoyaban, tuvieron en común el objetivo de to-
mar el poder del Estado y la conformación de organizaciones forma-
les. Los movimientos nacionales denunciaban la opresión ejercida
por un grupo etnonacional sobre otro. En cambio, los movimientos
sociales denunciaban la opresión que los patrones ejercían sobre los
trabajadores asalariados, es decir, la burguesía sobre el proletariado.
Este tipo de movimientos se planteó que la conquistan de la libertad,
la igualdad y la solidaridad se lograría a través del reemplazo del ca-
pitalismo por el socialismo. El debate sobre cómo obtener el poder

23
Paulina Martínez González

del Estado –por medio de la vía legal o a través de la lucha armada–


condujo a la formación de los movimientos socialdemócratas y los
movimientos comunistas.
Una vez en el poder, los movimientos antisistémicos lograron
algunos de sus objetivos, pero las gestiones que realizaron fueron
muy cuestionables. Wallerstein atribuye su fracaso al hecho de que
se concentraron en asegurar y ejercer el poder dentro del sistema
interestatal –desde sus estructuras estatales específicas–, y se vie-
ron atrapados por las limitaciones o constricciones de ese sistema.
Sin embargo, el autor afirma que el sistema capitalista se encuentra
en un momento de crisis que podría conducir a su desintegración o
transformación,2 y que los movimientos antisistémicos están frente
a la posibilidad de jugar un papel protagónico. El autor recupera la
noción lucha de clases, en virtud de que vivimos en una economía-
mundo capitalista y la lucha de clases continúa existiendo en todos
los Estados localizados en el interior del sistema mundial. Apunta
que sólo a través de la lucha de clases –y mediante movimientos an-
tisistémicos– es posible romper con la lógica de acumulación capi-
talista, pero es necesario que estas luchas trasciendan las fronteras
estatales para transformar las relaciones del sistema interestatal.
En suma, mantiene un enfoque marxista –específicamente en su
vertiente de los sistemas mundiales– que tiene vigencia para explicar
los aspectos estructurales que propician o aceleran el surgimiento de
la acción colectiva en las sociedades capitalistas, así como los obs-
táculos a los que se enfrentan los movimientos sociales en su bús-
queda por transformar las relaciones sociales. Asimismo, introduce
una dimensión muy importante: la temporalidad de las estructuras.

2. Los elementos de crisis, de acuerdo con Wallerstein (2004), se pueden describir de la


siguiente manera: a) la primera expresión de la crisis se aprecia en el impulso de cada
empresario para maximizar la competencia al reducir los costos y la imposibilidad
de obtener beneficios en una economía mundo expansiva y competitiva, si existe una
demanda mundial real insuficiente; b) la segunda expresión radica en que los intereses
de los empresarios como competidores tienden a ser incompatibles con sus intereses
de clase, la creciente mercantilización tiene como consecuencia el conflicto entre la
clase dominante por la división del superávit que podría estar ya declinando y c) la
tercera expresión de la crisis del sistema tiene que ver con el cuestionamiento de los
paradigmas hegemónicos. Los recientes cuestionamientos al universalismo y a la razón y
las implicaciones que han tenido en las ciencias sociales exigen que se construyan nuevas
categorías conceptuales.

24
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

De hecho, esta perspectiva es heredera del modelo del historiador


Braudel. En esa línea, Wallerstein reconstruye las diferentes fases de
la expansión capitalista a lo largo de la historia y reconoce coyuntu-
ras que han representado fisuras en el sistema. Sin duda, uno de los
aciertos de esta propuesta es la incorporación de la dimensión tem-
poral y el reconocimiento de la existencia de una diversidad de es-
calas. Asimismo, un insumo pertinente es su propuesta de construir
categorías conceptuales que permitan explicar al capitalismo como
un sistema a gran escala susceptible a las crisis y, eventualmente, a
transformarse.
A pesar del valor de su trabajo, un análisis de carácter estruc-
tural como el que ofrece, omite otros aspectos como la producción
simbólica y la conformación de la subjetividad e identidad colectivas
que son elementos indispensables para la emergencia de un movi-
miento social; como se señaló antes, si no hay una definición del
conflicto y del nosotros, difícilmente un problema común dará lugar
a acción colectiva alguna.
Wallerstein dedica una parte de su obra a describir las contra-
dicciones inherentes al capitalismo que conducirán al declive de este
orden social, pero se asume que el cambio vendrá de manera mecá-
nica. Al respecto, considero junto con Zemelman (2005) que uno
de los errores del marxismo es precisamente la suposición de que la
privación o el deterioro de las condiciones de bienestar provocarán
la reacción por parte de los sujetos dominados quienes buscarán el
cambio mediante la acción política, pues existen una serie de me-
diaciones (que pueden ser de carácter ideológico, institucional, etc.)
que alteran dicha fórmula. Finalmente, como se mencionó antes, hay
un reconocimiento entre los conocedores del tema, del cambio en la
composición y orientación de los movimientos sociales contemporá-
neos. Incluso algunas investigaciones han demostrado que algunos
movimientos latinoamericanos no buscan llegar a tomar posiciones
del Estado (Calderón, 1995; Zibechi, 2007). En suma, si los sujetos
no construyen ni definen su acción como lucha de clases, ni buscan
el poder estatal, la perspectiva de Wallerstein no es adecuada para
su estudio.
Por otra parte, Smelser es uno de los representantes más des-
tacados del funcionalismo. Es heredero de la teoría de la acción de
Parsons. En su obra analiza los “componentes de la acción que se

25
Paulina Martínez González

encuentran descompuestos” (Smelser, 1989: 83) y que provocan el


comportamiento colectivo. Como punto de partida, el autor señala
que tanto el comportamiento individual como el comportamiento
colectivo son semejantes en esencia ya que ambos se afrontan a las
exigencias de la vida social, por ello propone que se utilice el mismo
marco teórico para analizar los dos tipos de comportamiento, aun-
que su trabajo se ocupa de la acción en el nivel del sistema social. La
acción social consta de cuatro componentes: a) los fines generaliza-
dos, o valores, que proveen las orientaciones del comportamiento
social, b) las reglas o normas que regulan la consecución de los valo-
res, c) la movilización de la energía individual para alcanzar los fines
definidos dentro del marco normativo, es decir, la forma en la que
se organizan los individuos en roles y organizaciones y d) los instru-
mentos, herramientas y aptitudes que utilizan los individuos como
medios para lograr metas concretas.
El autor presenta un esquema de los componentes de la acción
en el que los valores ocupan el nivel más alto en el sistema social y
los instrumentos el nivel inferior. El meollo del asunto radica en que
cuando existe presión o disfunción en alguno de estos componentes
y no se cuenta con los medios para aliviar la tensión, surgen los mo-
vimientos colectivos que buscan reconstruir el o los componentes
de la acción que provocan la tensión. Define al comportamiento co-
lectivo como “una movilización no institucionalizada para la acción,
a fin de modificar una o más clases de tensión, basadas en una re-
construcción generalizada de un componente de la acción” (p. 86).
Los tipos de comportamiento o movimientos colectivos que Smelser
distingue son los siguientes: a) el movimiento orientado hacia el va-
lor, que es la acción colectiva movilizada en nombre de una creencia
generalizada que preconiza una reconstitución de los valores; b) el
movimiento orientado hacia las normas, que es la acción movilizada
en nombre de una creencia generalizada que busca la reconstitución
de las normas; c) el estadillo hostil, que se activa de acuerdo con una
creencia generalizada que asigna a algún agente la responsabilidad
de un estado de cosas poco deseable y d) el furor y el miedo-pánico,
que son formas de comportamiento basadas en una redefinición ge-
neralizada de las facilidades de la situación.
Sin embargo, aduce Smelser, para que ocurra algún episodio de
comportamiento colectivo es necesario que se presenten ciertas con-

26
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

diciones, aun cuando exista presión en alguno de los componentes


de la acción social. Estas condiciones son las que el investigador de-
nomina como los determinantes del comportamiento colectivo. La
utilidad de distinguir entre estos determinantes radica en que a me-
dida que se combinan, el investigador puede encontrar la especifici-
dad del tipo de comportamiento en cuestión. Los determinantes del
comportamiento son los siguientes: 1) la conductividad estructural,
que se refiere a las características estructurales que permiten los epi-
sodios del comportamiento colectivo; 2) la tensión estructural, que
cae dentro del campo establecido por la conductividad (en cualquier
episodio de comportamiento colectivo se encuentra siempre alguna
clase de tensión estructural en el fondo); 3) el surgimiento y difusión
de una creencia generalizada; 4) los factores precipitantes, como
pueden ser los hechos dramáticos que precipitan el surgimiento
del comportamiento colectivo; 5) la movilización de los participan-
tes para la acción y 6) la operación del control central, que son los
determinantes que impiden, interrumpen, distorsionan o inhiben la
acumulación de los determinantes antes mencionados; estos contro-
les determinan la rapidez, la extensión y las direcciones del episodio.
Smelser advierte que ninguno de estos determinantes por sí mismos
pueden suscitar un episodio de comportamiento colectivo, sino que
debe presentarse en combinación con los otros determinantes; ade-
más, reconoce que siempre existe un grado de indeterminación en
las relaciones entre tensiones específicas y episodios de comporta-
miento colectivo específicos, pero considera que su marco teórico
puede ayudar a la investigación de la forma en que se combinan las
tensiones en los componentes de la acción y los determinantes en un
suceso empírico particular.
En resumen, en la teoría del comportamiento colectivo se en-
cuentra un modelo de análisis que contempla diferentes aspectos de
la acción colectiva, y que permite el acercamiento a las relaciones
entre las condiciones estructurales, las creencias y los instrumentos
que impulsan la acción. No obstante, hay que cuestionar algunos
de los supuestos subyacentes en esta perspectiva. Uno de ellos asu-
me argumentos similares al modelo de la frustración-agresión. En
efecto, Smelser considera que cuando uno de los sistemas presenta
alguna disfunción (por ejemplo cuando se interrumpe el suminis-
tro de ciertos bienes, cuando los intereses de un grupo social no se

27
Paulina Martínez González

satisfacen) entonces se produce el comportamiento colectivo. Como


se vio, el problema con esta perspectiva es que supone una reacción
más o menos automática por parte de los afectados por las llamadas
disfunciones. En otro tenor, la teoría de la acción (sobre la cual se
apoya este modelo) supone que la sociedad está organizada a partir
de valores, de los cuales se derivan las normas, las organizaciones y
los medios con los que los individuos orientan y llevan a cabo sus me-
tas. Es decir, se trata de un sistema coherente, integrado y funcional
en el que hay una cierta homogeneidad en los intereses y valores de
los individuos. En mi opinión, la construcción de las sociedades se
caracteriza por el conflicto y la divergencia. Aquí cabría retomar las
aportaciones de Wallerstein y reconocer que en las sociedades capi-
talistas persiste la lucha de clases, además de proyectos societales y
políticos en disputa (Mouffe, 2007); para el caso latinoamericano,
las investigaciones dan cuenta de proyectos sociales y políticos di-
vergentes (Dagnino, Olvera y Panfichi, 2006). La acción colectiva
pensada bajo este paradigma no rompe con los límites del sistema,
es decir, no hay cabida a la conformación de una hegemonía y orden
social alternativos. Al respecto, cabe recordar que las acciones de
algunos movimientos sociales desafían aspectos del orden social y
contribuyen a una posible emergencia de un orden alternativo.
Finalmente, el problema con esta perspectiva es que pretende
tener un estatus de validez con base en la generalización desde el
punto de vista de la objetividad de la ciencia. De esta manera, deja
fuera del análisis las especificidades culturales de los grupos socia-
les, la historicidad de los componentes estructurales y de los propios
sujetos que protagonizan la acción; es decir, se trata de un modelo
que supone una acción colectiva deslocalizada y atemporal. Al res-
pecto, investigadores han demostrado que tanto el espacio –enten-
dido como el territorio o el lugar– (Zibechi, 2007; Escobar, 1992;
Leff, 2004; Giménez, 2009) y la historicidad (Zemelman, 2005) son
dimensiones que no pueden faltar en el análisis de los movimientos
sociales. Incluso se propone que el tiempo-espacio es una propie-
dad constitutiva de todas las sociedades o grupos, de manera que
no podremos comprenderlos si no se conocen sus temporalidades
específicas (Valencia, 2007).
Por otra parte, para conocer los principios del accionalismo se
analizará el trabajo de uno de sus principales exponentes, Alain Tou-

28
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

raine. Sin duda, uno de sus aciertos más destacados ha sido rescatar
el papel del sujeto en los estudios sobre los movimientos sociales,
posición que contrasta con las tradiciones estructuralistas. En efecto,
desde sus primeras investigaciones enfatizó la necesidad de desarro-
llar enfoques que pongan la atención en el sujeto. El autor aboga por
“una sociología según la cual los hombres hacen su historia y saben
que la están haciendo aunque al mismo tiempo estén encerrados en
sus ideologías” (1987: 183). Otro aspecto interesante que hay que
destacar de su obra es el esfuerzo por establecer diferencias entre los
tipos de acción colectiva. Las conductas colectivas son las acciones
defensivas orientadas hacia la reconstrucción de un elemento ame-
nazado del sistema social, tales como los valores o las normas. Estas
conductas son consideradas como efectos de la descomposición y los
esfuerzos de reconstrucción de un sistema social amenazado. Las
luchas son mecanismos de modificación de decisiones y por lo tanto
factores de cambio, pero en la mayoría de los casos se trata de ac-
ciones limitadas, dirigidas contra autoridades administrativas para
mejorar algunas condiciones de vida. Finalmente, los movimientos
sociales son las acciones conflictivas que tratan de transformar las
relaciones de dominación social ejercidas sobre los principales re-
cursos culturales y que pueden desembocar en reformas institucio-
nales o en una ruptura del sistema:

[…] el movimiento social es la acción, a la vez culturalmente orientada y so-


cialmente conflictiva, de una clase social definida por su posición dominante
o dependiente en el modo de apropiación de la historicidad, de los modelos
culturales de inversión, de conocimiento y moralidad, hacia los cuales él mismo
se orienta (p. 99).

Además de estos tipos de acción, propone una clasificación de los


movimientos sociales (Touraine, 1999b). Los movimientos culturales
que están más centrados en la afirmación de los derechos culturales
que en el conflicto con un adversario son movimientos de autoa-
firmación, de liberación y de defensa de la identidad, que apelan
al sujeto mismo. Los movimientos históricos ponen en cuestión a
una élite y apelan al enfrentamiento del pueblo contra el Estado,
con frecuencia tienden a convertirse en un instrumento en manos de
una contra-élite política o en un medio de defensa de ciertos intere-

29
Paulina Martínez González

ses creados. Los movimientos societales son aquellos en los que los
actores entran en conflicto con un adversario por la gestión y el uso
social de los recursos y modelos culturales. Un movimiento societal
“afirma la existencia de actores capaces de derribar una dominación
social para hacer triunfar, contra su adversario, las orientaciones cul-
turales que éste, como ellos mismos, reivindica” (p.109). Por último,
las rebeliones se definen por lo que rechazan y no por un objetivo
positivo ya sea social, cultural o político, creen en la lógica de la
dominación y de las contradicciones del sistema, en las revueltas
sociales y en la necesidad de una acción propiamente política para
darles sentido.
Para Touraine es más frecuente que surjan movimientos cultura-
les e históricos que societales, y considera que éstos constituyen un
llamamiento al sujeto más directo que los anteriores, además, con-
tienen en sí mismos una aspiración democrática. El autor subraya la
importancia de los movimientos societales porque desde su punto de
vista los problemas laborales y salariales han dejado de ser el foco
de la acción colectiva. Los movimientos que tienen como objetivo la
defensa de los derechos culturales se oponen también al imperio del
mercado y a los movimientos de inspiración comunitarista, es decir,
a los movimientos clásicos que se limitaban a la acción política en
contra del orden imperante sin tener un contenido positivo propio.
En este sentido, afirma que para que surja un movimiento social es
necesario que reivindique atributos positivos, que apele a los dere-
chos del sujeto y a valores considerados esenciales por el conjunto
de la sociedad y no sólo que se oponga a determinada forma de do-
minación (Touraine, 1999b).
En trabajos más recientes, Touraine (2005) centra su atención
en el movimiento de las mujeres, pues considera que son las que han
llevado a cabo de manera destacada y exitosa la defensa del sujeto.
Desde su punto de vista, la globalización (proceso que define como
capitalismo extremo) aceleró las consecuencias negativas de la mo-
dernidad occidental y produjo la fragmentación de la sociedad. Esta
pérdida de seguridad, certidumbre e identificación con las institu-
ciones tradicionales, el mercado, la sociedad de consumo, los parti-
dos, los sindicatos, la democracia representativa y el individualismo
liberal conduce a la búsqueda de la construcción de las experiencias
vitales individuales y colectivas, la producción de sí mismo y la bús-

30
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

queda de los derechos culturales. En este contexto aparece el sujeto


como la voluntad de construcción de sí mismo frente a las fuerzas del
mercado, la globalización y la fragmentación social.
En coherencia con sus planteamientos anteriores, Touraine con-
sidera que un hecho fundamental en las sociedades contemporáneas
es la transición de una sociedad orientada por la economía (desarro-
llo, distribución), la sociedad (bienestar, negociaciones colectivas)
y la política (representación) hacia modelos culturales alternativos,
hacia la defensa del sujeto. Los actores fundamentales en esta tran-
sición han sido y son las mujeres, pues el centro de su lucha descan-
sa en la liberación sexual, que consiste en la emancipación de las
relaciones de dominación masculina, el derecho a decidir sobre el
cuerpo y específicamente la reproducción, pero sobre todo el de-
recho a construirse a sí mismas. Además, la punta de lanza en la
recomposición de la sociedad iniciada por las mujeres presenta una
alternativa que tiende a la unión frente a la polarización y las opo-
siciones (binomios) sobre las cuales el mundo masculino construyó
la sociedad: por ejemplo hombre/mujer, ciencia/religión, naturaleza/
cultura, cuerpo/espíritu, razón/emoción, entre otras. Estas dicotomías
suponen una relación jerárquica, en donde una de las opciones es in-
ferior. El mundo masculino es el mundo de las jerarquías, del poder,
de las relaciones de dominación. En contrapartida, la lucha de las
mujeres tiende a recomponer sin excluir, es decir, tiende a la síntesis
o incorporación de la vida pública y vida privada, hombre y mujer,
naturaleza y cultura, todo esto con el sentido de lograr la libertad del
sujeto en un mundo diverso. Otro argumento interesante es que la
mujer contemporánea, en su capacidad de jugar roles diversos que
combinan lo profesional y público con lo privado como la familia, la
maternidad y los afectos, muestran una visión compleja del mundo de
cara fragmentación de la perspectiva masculina. Por eso la sociología
en sus intentos por comprender el cambio en las sociedades contem-
poráneas debe fijar su atención en el papel de la mujer.
Sin duda, esta nueva línea de exploración que aborda Tourai-
ne muestra una interpretación distinta de las luchas de las mujeres
en las sociedades contemporáneas, pero no de todas las sociedades.
En efecto, es interesante contrastar sus argumentos con los estudios
realizados por Rivera (2004) sobre las mujeres indígenas en Bolivia,
en los que la autora encuentra que las concepciones modernas del

31
Paulina Martínez González

derecho, del espacio público y de los derechos humanos están ancla-


das en una visión letrada, blanca y masculina del sujeto. Esta visión
sobre la cual se ordenó la sociedad y la política en los países colo-
nizados se instaló en el Estado y desde ese lugar se jerarquizan los
conocimientos y culturas; de modo que los conocimientos, nociones
de derechos, roles y prácticas de mujeres e indígenas han sido his-
tóricamente excluidos y minimizados, y se reproduce la dominación
colonial en los países latinoamericanos independientes. Es por ello
que la lucha de las mujeres cobra significados y trayectorias distintas
a las planteadas por Touraine. Traigo a colación las aportaciones de
Rivera para ejemplificar las dificultades que entraña utilizar mode-
los, conceptos y teorías que aluden a experiencias y trayectorias so-
ciopolíticas ajenas.
Por otra parte, comentando de modo general a los trabajos del
autor, no me queda duda de que el accionalismo de Touraine ha
contribuido considerablemente al desarrollo del conocimiento sobre
los movimientos sociales. Considero que uno de sus aportes esen-
ciales es colocar al sujeto en el centro del escenario del cambio social,
el sujeto como una construcción autónoma de identidad, necesidad y
destino, como productor de sí mismo y con potencial de transformar
la sociedad. Touraine se aleja de las posiciones, como la de Smelser,
que intentan homogeneizar o armonizar las aspiraciones individuales
y las colectivas. Asimismo, destaca su esfuerzo por sistematizar da-
tos empíricos para dar lugar a una tipología que puede ser útil como
herramienta analítica para distinguir las diferentes clases de acción
colectiva. Además, introduce una idea muy importante para este cam-
po: la idea de un movimiento que trasciende su carácter defensivo o
reactivo para proponer modelos de sociedad alternativos con base en
el reconocimiento de la diversidad de identidades sociales.
No obstante estos aciertos, me parece que habrá que tomar
distancia con algunos de sus planteamientos. En primer lugar, una
lectura global de su teoría parece adecuada a la experiencia de las
sociedades centrales. En ese sentido, su propuesta es compatible con
los planteamientos de Inglehart (1998) acerca del cambio de valo-
res en las sociedades desarrolladas en las que se han desplazado las
preocupaciones por las condiciones materiales hacia valoraciones
que aluden a bienes postmateriales, como son la calidad de vida,
los derechos de las minorías, la conservación de la naturaleza, entre

32
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

otros. Touraine comparte la idea de que los problemas relativos a la


distribución económica, los salarios, los derechos sociales e incluso
los derechos políticos han dejado de ser relevantes, pues la defensa
de los derechos culturales que apelan al sujeto es el motor de los
movimientos. En el caso de América Latina, esta situación está lejos
de ser una realidad para las mayorías, por el contrario, la pobreza,
la falta de derechos sociales, los acendrados cuestionamientos a la
representatividad de las democracias, entre otras circunstancias pro-
blemáticas, nos obligan a cuestionar si ese cambio en los valores se
registra en la región. Incluso nuevas formas de desigualdad han sur-
gido, por ejemplo, la desigualdad en la distribución de los daños am-
bientales provocados por los patrones de producción y consumo en las
economías del continente. Finalmente, las relaciones de dominación,
como el patriarcado (Rivera, 2004), el racismo contra los pueblos in-
dígenas originarios (Quijano, 2000) y la exclusión de las clases subal-
ternas tienen un componente colonial muy marcado y la trayectoria de
los movimientos sociales que luchan en torno a estas relaciones es de
naturaleza distinta a las sociedades desde las cuales Touraine elaboró
sus planteamientos. En efecto, en una diversidad de movimientos se
observan la apelación a la identidad, a la conservación del territorio,
de los bienes naturales y las culturas locales; la acción colectiva es más
bien una especie de amalgama o articulación de demandas entre las
cuales se reclaman derechos sociales, además del reconocimiento.
Por su parte, Melucci (1999) también introdujo insumos relevan-
tes desde el mismo enfoque. Uno de los aciertos más reconocidos
del autor es que se dio a la tarea de profundizar en los procesos im-
plicados en la formación de los movimientos sociales. En efecto, en
su opinión un movimiento no debe tomarse como un dato ya dado,
por el contrario, hay que preguntarse por los aspectos que se desa-
rrollan en su interior y que posibilitan su emergencia y persisten-
cia. La acción colectiva debe considerarse como una interacción de
objetivos, recursos y obstáculos, como una orientación intencional
que se establece dentro de un sistema de oportunidades y de coer-
ciones. Define al movimiento social como un sistema de acción que
asocia orientaciones y significados plurales, como una unidad que
debe ser cuestionada para descubrir las relaciones, las orientaciones
y los significados que la componen. Además, propone la necesidad
de conocer diferentes elementos –las condiciones estructurales, la

33
Paulina Martínez González

identidad colectiva, la producción de significados, las formas organi-


zativas– para saber qué subyace tras la acción colectiva.
Melucci también otorga un papel central a los sujetos, pues afir-
ma que hay que explicar los movimientos atendiendo a los signifi-
cados que los actores dan su acción en la formación de la identidad
colectiva. Los actores producen la acción mediante la definición que
hacen de sí mismos y de su campo de acción, definiciones que se
negocian en la interacción, creando un nosotros colectivo. Incluso
para Melucci, la construcción social de lo colectivo es un proceso
continuo y central en el movimiento social, de manera que el fracaso
o ruptura de este proceso haría imposible la acción. Para este autor
la construcción de una identidad colectiva es fundamental, incluso
sostiene que los participantes de una acción colectiva son motiva-
dos más por la búsqueda de solidaridad e identidad, que por una
orientación económica mediante el cálculo del costo-beneficio o por
objetivos políticos; en este sentido, apunta que la confrontación con
el Estado o el sistema político es solamente un factor del conflicto,
pues éste puede afectar también tanto el modo de producción social
como la vida cotidiana. Otra de las características de los movimien-
tos contemporáneos es que tienen un contenido simbólico más que
político: luchan por proyectos culturales, por un significado diferen-
te de la acción social. Es por esto que funcionan como mensajes que
desafían los patrones dominantes, por ejemplo, los movimientos de
mujeres, los movimientos ecologistas y de las minorías raciales.
Las dimensiones analíticas propuestas son la solidaridad, como
capacidad de los sujetos para reconocerse a sí mismos y ser reco-
nocidos por los demás, la presencia de un conflicto, en donde hay
oposición entre dos o más actores que compiten por los mismos re-
cursos, y la transgresión de los límites de compatibilidad del sistema
de relaciones en el que tiene lugar la acción. Con respecto a esta
última dimensión, Melucci hace énfasis en la necesidad de identi-
ficar si el conflicto en cuestión desborda los límites del sistema o si
puede ser absorbido por éste. El potencial de movilización se refiere
a la percepción interactiva de las oportunidades y restricciones de
la acción en la población que mantiene actitudes favorables hacia
cierto movimiento. Las redes de reclutamiento aluden a las redes de
relaciones preexistentes a la acción colectiva que facilitan la partici-

34
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

pación y el compromiso con la acción. En estas redes se producen las


referencias cognoscitivas y motivacionales necesarias para la acción.
Melucci también propone una tipología de los movimientos. Los
movimientos reivindicativos se sitúan en el ámbito de la organiza-
ción social y luchan contra el poder que garantiza las normas y los
roles sociales; un movimiento de este tipo tiende a una redistribu-
ción de los recursos y a una reestructuración de los roles al margen
de los procedimientos institucionales. Los movimientos políticos ac-
túan para transformar los canales de la participación política o para
modificar las relaciones de fuerza en los procesos de toma de de-
cisiones; su acción tiende a romper las reglas de juego y los límites
institucionalizados del sistema, también en este caso la acción tiende
a desplazarse hacia el nivel superior y combate las relaciones socia-
les dominantes. Finalmente, el movimiento antagónico es la acción
colectiva dirigida hacia un adversario social en la búsqueda de la
apropiación, el control y la orientación de los medios de producción
social. Cabe mencionar que Melucci advierte que un movimiento
concreto no se presenta en estado puro con relación a la tipología
expuesta y es posible que contenga una combinación de rasgos.
Con respecto a las formas de organización, propone que es más
exacto hablar de redes de movimiento porque la acción colectiva se
organiza a través de conexiones de grupos que comparten identida-
des y objetivos comunes. Estas redes pueden estar compuestas tanto
por organizaciones formales como por relaciones informales que co-
nectan individuos y grupos clave en áreas extensas. Gracias a las nue-
vas tecnologías de la comunicación las personas y las informaciones
circulan a lo largo de la red, aunque la militancia suele ser de corta
duración y en momentos específicos.
Melucci sostiene que los movimientos sociales juegan un papel
protagónico para el cambio social, sin embargo, considera que los
cambios se producen fundamentalmente a causa de las contradiccio-
nes internas del sistema que se manifiestan en la pérdida de relación
entre producción, apropiación y reconocimiento. Cuando ocurren
estos desajustes, el sistema intenta controlar las tensiones e incom-
patibilidades que se generan. Para Melucci (1999), la activación del
movimiento social “es siempre el encuentro entre la existencia es-
tructural del conflicto y las condiciones coyunturales en las que se

35
Paulina Martínez González

encuentra el sistema. Los movimientos, a su vez, provocan nuevos


cambios que acentúan o reducen las contradicciones” (p. 54).
En otras palabras, el cambio es provocado por disfunciones inhe-
rentes a todo sistema y puede acelerarse por medio de la acción del
movimiento. Por último, es importante destacar que este autor criti-
ca el historicismo ingenuo que asume una continuidad o evolución en
el devenir social ocultando que el cambio no es un proceso natural,
sino producto de las relaciones sociales.
En suma, Melucci logró posicionar una perspectiva que pone el
acento en la producción simbólica que los movimientos construyen
en torno a la definición del campo conflictivo, los límites y posibili-
dades de la acción, la identidad colectiva y los fines de la acción. En
este enfoque aparece claramente el sujeto como constructor activo
de la realidad. Asimismo, se proponen dimensiones analíticas que
permiten profundizar en las dinámicas y recursos utilizados para lle-
var a cabo sus objetivos, como las redes de reclutamiento y el poten-
cial para la movilización. Otro acierto es que reconoce la presencia
de contradicciones inherentes al sistema y la posibilidad latente del
conflicto, es decir, no se supone una sociedad organizada con base
en la armonización de intereses y valores. Sin embargo, me gustaría
apuntar algunas críticas. Considero que uno de los puntos débiles de
su modelo es la centralidad que le concede a la construcción de la
identidad colectiva como una meta o fin de los movimientos sociales.
De la misma manera que Touraine, este autor se refiere a las socie-
dades en las que la motivación para la acción o el objetivo primordial
de un movimiento es la defensa de la identidad personal o colec-
tiva. En el caso latinoamericano, si bien existen movimientos que
reivindican una identidad (ya sea étnica o social), las demandas no
se reducen a su reconocimiento; en todo caso, la defensa de la iden-
tidad forma parte de una articulación de demandas que en muchas
ocasiones se insertan en la búsqueda de autonomía sociopolítica, la
defensa de un territorio y de otra serie de derechos, ya sean cultura-
les, económicos o sociales. Sin embargo, la acepción que Melucci le
otorga a la identidad como factor posibilitante de la conformación
del movimiento es relevante y útil para el estudio de los movimien-
tos, pues permite la profundizar en los procesos que implica la iden-
tificación del nosotros frente al adversario.

36
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

Por último, desde la perspectiva de la movilización de recursos


y las oportunidades políticas, Tarrow (1998) define al movimiento
social como un desafío colectivo planteado por un grupo de personas
que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción
mantenida con sus oponentes, que pueden ser élites o autoridades.
Aquí se entiende que la acción colectiva se produce cuando se am-
plían las oportunidades políticas en un contexto determinado, pero
para que la acción colectiva pueda cristalizar en un movimiento es
necesario que se construyan marcos colectivos de significación a tra-
vés de las redes sociales y estructuras de conexión preexistentes. Ta-
rrow se apoya del enfoque del frame analysis para definir los marcos
de la acción, y plantea que son componentes básicos de los movi-
mientos sociales. Estos marcos implican la definición del problema,
la asignación de responsables, la propuesta de soluciones y la bús-
queda de simpatizantes. Incluso considera que la producción simbó-
lica es fundamental para activar nuevos ciclos de protesta, pues los
movimientos difunden mensajes que anuncian nuevos conceptos y
demandas que quedan ancladas en las redes de relaciones.
Por otra parte, el autor desarrolla dos dimensiones centrales
para este enfoque: las oportunidades políticas, que se refieren a las
dinámicas del entorno político que fomentan la acción colectiva, y
las restricciones políticas, como los factores que la desincentivan.
La importancia de analizar estas dimensiones radica en que éstas
crean los principales incentivos para la acción. Oportunidades y res-
tricciones no son dimensiones fijas, están en constante movimiento
y se sitúan en diferentes escalas sociales. Si bien la estructura de
oportunidades y restricciones condicionan el surgimiento de la ac-
ción colectiva y de los movimientos sociales, éstos propician cambios
que pueden ser aprovechados en acciones futuras. Tarrow dedica
especial atención al Estado como una estructura de oportunidades
y restricciones, pues considera que es un foco esencial para la movi-
lización social ya que las demandas de los movimientos han estado
históricamente dirigidas hacia la autoridad burocrática, pero alude
que los objetivos de la acción colectiva contemporánea también se
dirigen a la escala transnacional.
Otra proposición central es la existencia de ciclos de protesta
(concepto que retoma de Charles Tilly), que son los periodos en los
que se registra una intensificación de la acción colectiva. Estas fases

37
Paulina Martínez González

estarían determinadas por las oportunidades y restricciones, y aun-


que tienen un momento de visibilidad no significa que cuando termi-
na el episodio colectivo el movimiento desaparezca, por el contrario,
se encuentra en un estado de latencia y aparecerá en un nuevo ciclo
haciendo uso de la experiencia, las redes y los insumos simbólicos y
organizativos desarrollados en los ciclos anteriores. Con relación a
las formas organizativas, el autor apunta que las nuevas tecnologías
de la información son recursos a los que recurren los movimientos,
ya que éstas facilitan el funcionamiento de las redes de relaciones
y la interconexión permanente entre los participantes mediante la-
zos formales o informales. Finalmente, cabe mencionar que Tarrow
comparte con Touraine y Melucci la idea de que las demandas de los
movimientos contemporáneos no se refieren únicamente a la distri-
bución de la producción, sino también hacia los derechos culturales
en oposición con los modelos dominantes.
En resumen, en este modelo se enfatizan las condiciones de po-
sibilidad para el desarrollo de la acción colectiva. Uno de los aportes
importantes es la incorporación del análisis de la construcción sim-
bólica inmersa en la constitución de los movimientos sociales. Otro
acierto es el reconocimiento de los ciclos como periodos o coyuntu-
ras, pues permite complejizar la dimensión temporal de los procesos
sociales. Sin embargo, considero que el peso que Tarrow le otorga a
las oportunidades y restricciones está sobrevalorado. Es cierto que
los movimientos sociales aprovechan oportunidades y evalúan las
restricciones del contexto, sin embargo, en este enfoque se asumen
como determinantes para la acción y se excluye la posibilidad de que
los movimientos produzcan la acción al margen de las condiciones
favorables o desfavorables del contexto. Con ello se ignora, por una
parte, la capacidad de los movimientos para disputar el orden y la
orientación autonomista de algunos movimientos que no se orientan
por los ritmos y marcos de acción de las instituciones. En este senti-
do, en distintas medidas los movimientos sociales mantienen una re-
lación compleja con la autoridad institucional. Algunos buscan cons-
truir una autonomía sociopolítica pero al mismo tiempo, al dirigir
sus demandas hacia el Estado, le atribuyen responsabilidad como el
ente indicado para solucionar al menos una parte de sus demandas.
Esta complejidad no puede aprehenderse desde la perspectiva de las

38
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

oportunidades políticas. Incluso esta perspectiva descarta la poten-


cia de los movimientos para instituir prácticas no estatales.
Hasta aquí se presentado una revisión de las teorías que pre-
dominan en el campo de estudio de los movimientos sociales. Asi-
mismo, se han apuntado líneas críticas que ponen en cuestión su
pertinencia. Recapitulando, he criticado que en su totalidad las
perspectivas presentadas fueron formuladas desde las experiencias
sociopolíticas de los países centrales. Además, es importante seña-
lar que desde algunos enfoques se estudia la acción colectiva desde
arriba, es decir, el punto de partida es el Estado y las oportunida-
des y restricciones políticas que ofrece (Tarrow), las dinámicas de la
economía capitalista y sus contradicciones inherentes (Wallerstein)
o las fallas en los componentes estructurales del sistema (Smelser,
Gurr). Bajo esta mirada se excluye el análisis del papel de los suje-
tos como productores de sentidos y prácticas antisistémicos. Por su
parte, el accionalismo otorga centralidad a la construcción simbóli-
ca y al reconocimiento, pero estas demandas no corresponden con
la trayectoria sociopolítica latinoamericana. No obstante, considero
que algunas dimensiones de análisis que se describieron arriba son
pertinentes para comprender la acción de los movimientos sociales,
me refiero en particular a las que proponen Wallerstein y Melucci.
En la misma línea, es importante destacar que hay enfoques que
privilegian el análisis desde abajo. Por ejemplo, los estudios de la
subalternidad otorgan centralidad a la trayectoria y subjetividad de
los movimientos subalternos para develar la autonomía y capacidad
de agencia de los grupos dominados. Asimismo, en esta tradición
los investigadores se alejan de las perspectivas teóricas producidas
desde la modernidad occidental en el intento por recuperar conoci-
mientos, experiencia, cultura, cosmovisiones y prácticas alternativas
(Dube, 2001). Es decir, se trata de permitir que los sujetos domina-
dos representen su propio pasado (historicidad), su presente y su
futuro. En la misma línea, desde la perspectiva de Santos (2006), el
predominio de las categorías eurocéntricas impide la comprensión
de la experiencia latinoamericana y se traduce en un epistemicidio
o silenciamiento de los conocimientos del sur. Santos reconoce que
en las ciencias sociales hay una vuelta al marxismo, pero destaca su
incapacidad para dar cuenta de la diversidad y riqueza cultural de
los dominados. Además, señala que desde la perspectiva marxista

39
Paulina Martínez González

las fases del desarrollo o del progreso siguen una cronología lineal,
y con ello se ignora que los tiempos y luchas de los grupos o comu-
nidades subordinados son distintos. Considera que los movimientos
ponen de manifiesto la crisis del paradigma del contrato social, pues
es imposible traducir algunas de las demandas en la visión occiden-
tal moderna sobre la cual se han erigido los derechos humanos y los
derechos liberales. En la misma línea, Zibechi (2007) refiere que las
intenciones afirmativas de la identidad y la cultura por parte de los
movimientos indígenas están siendo retomadas por movimientos de
las periferias urbanas.
Por otro lado, conviene recordar los vacíos en los enfoques pro-
puestos con la finalidad de presentar desarrollos teóricos alterna-
tivos. Los problemas más relevantes de los enfoques hegemónicos
son que no se problematiza la relación entre sujeto y estructura en
el contexto de la acción colectiva, se excluye la dimensión temporal y
no se problematizan las nuevas expresiones autonómicas de los mo-
vimientos sociales. Sobre ello apuntaré algunas reflexiones.

Un punto de partida: sujetos, estructuras y temporalidades

Uno de los problemas fundamentales en el estudio de los movimien-


tos sociales es determinar cuáles son las condiciones que posibili-
tan la emergencia de los sujetos colectivos. Durante el siglo xx, las
corrientes predominantes consideraban que las estructuras, como
la economía y la cultura, tenían un gran peso en la conformación
de las subjetividades. Por ejemplo, para el marxismo las condicio-
nes impuestas por el desarrollo del capitalismo permitirían la toma
de conciencia de la clase obrera, quienes iniciarían el proceso de
transformación revolucionaria. Desde otra perspectiva, Berger y
Luckman (2003) consideraron que el ser humano era un reproduc-
tor de las relaciones sociales preexistentes, pues desde su nacimiento
se le proveía de los conocimientos, tradiciones, roles e instituciones
a los cuales el individuo tendería a amoldarse e incluso los repro-
duciría. Bajo estos planteamientos, la posibilidad del cambio social
se ve reducida. Por su parte, otro grupo de pensadores, provenien-
tes de diferentes disciplinas, proponen acercamientos en los que se
reconoce la posibilidad de que los sujetos desnaturalicen, cuestio-

40
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

nen y modifiquen las estructuras. Es decir, matizan la idea de que


los individuos se encuentran alienados por completo. Al respecto,
concuerdo con Retamozo (2009) en la afirmación de que todo orden
social produce y refuerza una subjetividad compatible con el mante-
nimiento de dicho orden, sin embargo, la relación del sujeto con los
principios estructurales que dan lugar al orden social es un asunto
complejo.
En su teoría de la estructuración, Giddens (1995) define a los
principios estructurales como los principios de organización de las
totalidades societarias y a las estructuras como conjuntos de reglas,
sanciones y recursos que articulan los sistemas sociales. Tanto los
principios como las estructuras aluden a prácticas y creencias re-
cursivas ordenadas en el tiempo y el espacio que tienen lugar por
periodos de larga data. La estructuración consiste en las condicio-
nes que gobiernan la continuidad o transformación de los principios
estructurales, es decir, la manera en que se reproduce y cambia la
sociedad. La reproducción encuentra su ancla precisamente en las
prácticas sociales normadas que se llevan a cabo de manera ruti-
naria, en otras palabras, la estructura como creencia y práctica son
realizadas por los sujetos concretos quienes son en última instancia
los responsables de la reproducción social. No obstante, Giddens
concede que los sujetos poseen una conciencia y una intencionali-
dad para la acción, pero alude que en muchas situaciones ordinarias
se busca mantener una seguridad básica mediante la rutinización, y
con ello se obtienen resultados no buscados de la acción, es decir, se
reproduce el orden. De esta manera, se entiende que la relación en-
tre el sujeto y la estructura es una relación dialéctica, la estructura es
al mismo tiempo límite (normas, sanciones) y posibilidad porque el
agente posee la capacidad inherente para producir resultados inten-
cionales. Las estructuras pueden reificarse pero también desnatura-
lizarse, incluso para el autor, estos dos procesos se aceleran cuando
se agudizan las contradicciones inherentes al orden social moderno.
En síntesis, ningún orden social es independiente de los sujetos, por
el contrario, éstos lo reproducen, pero ninguno es inmune a la trans-
formación, pues esos mismos sujetos pueden constituir la voluntad
de cambio.
En la misma línea, Laclau (2005) considera que no existe algún
centro estructural dotado de una capacidad a priori de determina-

41
Paulina Martínez González

ción última. El punto de partida del autor es la persistencia de una


heterogeneidad social no unificada, de modo que la única totalidad
posible es el conjunto de las diferencias. La exterioridad o los límites
de la totalidad solamente pueden provenir de su interior, mediante
la exclusión de alguno de sus componentes. No obstante, al carecer
de límites, la totalidad permanece siempre fallida. Como la totalidad
no puede nombrarse conceptualmente debido a su diversidad, algu-
na diferencia adquiere centralidad, tratando de representar a todo el
conjunto, pero siempre existirá la posibilidad de que otra diferencia
(o grupo de diferencias) adquieran la hegemonía. La totalidad, pues,
no es un fundamento, sino una plenitud inalcanzable.
Por su parte, Zemelman (1997) afirma que en la realidad social
conviven diversos horizontes de sentidos, es decir, también parte de
la pluralidad; el hombre con conciencia se convierte en un sujeto
histórico capaz de transformar el devenir, además, ninguna estruc-
tura es completamente cerrada, por el contrario están abiertas y en
constante movimiento. Estos planteamientos admiten que por más
estructurado que se encuentren los diversos campos sociales es posi-
ble el surgimiento de subjetividades contrahegemónicas.
Para Dussel (2006), el poder y las relaciones sociales institucio-
nalizadas no son otra cosa que subjetividad colectiva que aparece
como contexto antecedente. El problema, indica, es que esta subje-
tividad puede fetichizarse, en el sentido de que lo fundado aparece
como fundamento. Esto sucede porque el poder instituido requiere
mediaciones (procedimientos, instituciones) que tienen la caracte-
rística de la opacidad. Sin embargo, la alienación frente a lo institui-
do no puede ser total en razón de que todo orden político produce
víctimas, a quienes se les niega de alguna manera la posibilidad de
conservar la vida, de participar políticamente o de alcanzar el bien-
estar material y cultural. Es por ello que las acciones que llevan a
cabo las comunidades o sujetos organizados a fin de demandar el
cumplimiento de sus reivindicaciones pueden transformar parcial o
radicalmente la institucionalidad.
Por su parte, Retamozo (2009) considera que los movimientos
sociales desnaturalizan los productos sociales que dejan de percibir-
se como inmutables, y que estos procesos se relacionan con la con-
formación de subjetividades contrahegemónicas. En otras palabras,
si bien la sociedad produce e institucionaliza prácticas, sentidos, va-

42
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

lores y relaciones, los movimientos los desnaturalizan y reconocen


como construcciones sociales susceptibles de ser transformadas.
En suma, ninguna estructura, ya sea material, cultural o subje-
tiva, puede ser un determinante absoluto para los sujetos. La rea-
lidad, más allá de las condiciones materiales, es simbólica y, sobre
todo, es producto de la acción humana, y mediante la acción puede
transformarse. En este sentido, concuerdo con Castoriadis (1986)
quien afirma que la sociedad es una forma histórica que mantiene su
cohesión a través de su institución. La institución se entiende como
normas, valores, lenguaje, procedimientos y métodos que se apoyan
de magmas de significado, en ocasiones imaginarios en el sentido de
que no tienen referencia en lo real. Si bien la institución (y los sig-
nificantes que la nutren) se mantiene por lo regular a través de la
sanción –como vemos concuerda con Giddens– y en mucho menor
grado por la adhesión o el consenso, la sociedad puede cuestionar su
propio orden, su institución y su imaginario a través del pensamiento
y la política.
Asimismo, es importante enfatizar que ninguna totalidad social
tiene la capacidad de contener de manera coherente y armónica a
toda la diversidad que engloba. Esto es especialmente evidente en
el caso de los grupos subalternos que se resisten a ser integrados
u homogeneizados por el orden. Por ejemplo, en los conflictos so-
cioambientales, en los movimientos étnicos y de campesinos, las
formas de socialidad, las creencias, las tradiciones, las relaciones
que mantienen con su territorio y la naturaleza no están orientadas
completamente por las normas, valores y prácticas que reproduce
el orden capitalista. De hecho, estos componentes facilitan el man-
tenimiento de la acción colectiva y la disputa por la definición de la
justicia, libertad y democracia. Con las reflexiones que he presenta-
do, pretendo alejarme de los paradigmas que asumen o aspiran a la
existencia de un orden social relativamente homogéneo y estable,
específicamente del funcionalismo. Por el contario, aquí se sostiene
que en esa totalidad fallida la realidad se presenta como un campo
donde se desarrollan antagonismos y luchas simbólicas que buscan
definir la legitimidad o ilegitimidad del ordenamiento vigente o de
algunos de sus aspectos, e incluso donde se imaginan horizontes utó-
picos por construir.

43
Paulina Martínez González

En ese sentido, Dussel (2006) señala que el campo social no es


un espacio vacío o neutro, sino que está conformado por nodos de
subjetividad que pueden hacer surgir el conflicto debido a que siem-
pre existirán demandas incumplidas de las víctimas de la ineficacia
del orden político. Ricoeur (2004), quien propone el análisis de las
representaciones como prácticas teóricas o simbólicas, apunta que
en una de las dimensiones del campo social –la escala de la eficacia
y coacción de las representaciones– se puede observar la manera en
que los sujetos sociales cuestionan la legitimidad del orden, se susci-
tan conflictos y se negocia. De hecho, la misma escala propuesta de-
signa la existencia de un campo de conflictividad en donde se ponen
en juego distintas representaciones o maneras de significar lo justo
y lo injusto.
Valga decir que en dichas disputas suelen estar involucrados mo-
vimientos sociales. En efecto, Laclau (2005) considera que una de
las condiciones de posibilidad para el surgimiento de los movimien-
tos populares es la existencia de ese espacio fracturado en donde el
grupo popular establece una frontera que lo separa de su adversario,
quien es el responsable de la insatisfacción de sus demandas. Incluso
considera que sin la delimitación de dicha frontera el antagonismo
no se realizaría. De modo que cualquier movimiento popular emer-
gente siempre se caracterizará por presentar una ruptura con el or-
den existente y la introducción de un ordenamiento ahí donde existe
la fractura. El antagonismo es, pues, una posibilidad siempre latente,
y un antagonismo implica la identificación de la injusticia, necesi-
dad o falta y la asignación de un responsable; estos son elementos
indispensables para la conformación del movimiento, pero de ello
hablaré más adelante. Por su parte, Calderón (1995) afirma que los
movimientos sociales actúan en diferentes campos conflictivos en
donde se confrontan orientaciones sociopolíticas; el propio Melucci
(1999) propone que una característica que permite identificar a los
movimientos sociales es la presencia de un conflicto donde existe
oposición entre dos o más actores que compiten por los mismos re-
cursos a los que se les atribuye valor.
En resumen, un orden social que se presenta como una forma
histórica abierta y al mismo tiempo como un campo de subjetivida-
des heterogéneas es un espacio propicio para el desarrollo de la dis-
puta y el cambio social. Los movimientos encarnan dicha conflictivi-

44
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

dad cuestionando, reivindicando el cumplimiento de sus demandas,


elaborando sentidos y proyectos de transformación de las estructu-
ras, imaginando formas novedosas. En este punto me gustaría reto-
mar los planteamientos de Badiou (1990). Para este autor la fractura
con el orden sociopolítico es el acontecimiento. El acontecimiento
denota un antagonismo, pero éste tiene la peculiaridad de que no
encuentra posibilidades de negociación o solución en los límites del
orden. Ello porque el acontecimiento es la enunciación, la interpre-
tación de una imposibilidad histórica, de un derecho sin derecho, es
decir, de una demanda sin posibilidades. El acontecimiento es tam-
bién el derecho irrepresentable, en el sentido de que no tiene tra-
ducción en los lenguajes del orden y no puede ser representando por
medio de estadísticas, partidos o instituciones estatales. La potencia
del acontecimiento radica en que mediante la organización puede
interrumpir la comunicación estatal para que esa imposibilidad his-
tórica tenga posibilidad en una política no estatal adecuada para la
no dominación. Para Badiou, la organización (movimiento social) es
el medio a través del cual se enuncia el acontecimiento, pero ésta no
es un instrumento como fueron los movimientos tradicionales (las
vanguardias socialistas por ejemplo), sino un producto del aconte-
cimiento, es decir, es una organización que va conformándose sin
direcciones predeterminadas y que no camina hacia certidumbres
sino hacia futuros posibles.
Como podemos notar, en estos planteamientos se reconoce muy
claramente la factibilidad de transformación de estructuras y orde-
namientos, incluso me parece un acierto del autor el hecho de que
abre la posibilidad de la incertidumbre, de un orden social posible
donde las injusticias, las necesidades o demandas de los grupos so-
ciales sin derechos encuentren su realización. El acontecimiento
también se asemeja a esa irrupción que fractura las estructuras de
larga duración (prácticas, valores, normas, creencias) para dar lugar
a algo nuevo.
Me parece importante hacer notar que Zemelman (2005) con-
cuerda con Badiou en la incorporación de los resultados indeter-
minados de la acción de los sujetos colectivos. La indeterminación
consiste en la diversidad de horizontes u ordenamientos futuros po-
sibles, que deviene de la puesta en marcha de la potencialidad. La
potencialidad de los sujetos sociales se expresa en una subjetividad

45
Paulina Martínez González

que da lugar a variadas formas de expresión organizativa, prácticas


sociales e incluso duraciones temporales. Es importante destacar
que los planteamientos tanto de Zemelman como de Badiou con-
trastan con los paradigmas que asumen una dirección predetermi-
nada de la historia, por ejemplo el marxismo (la llegada inminente
del socialismo y después del comunismo) y el liberalismo radical (el
fin del Estado y la política, la libertad individual). Considero que la
visión destaca la indeterminación de la acción de los sujetos contra-
hegemónicos. Sin embargo, el alejamiento de dichos paradigmas no
se traduce en la ausencia total de significaciones que aluden a dere-
chos liberales o a demandas típicas de la izquierda tradicional. Esto
en razón de que no existen en los hechos concretos sujetos sociales
puros, más bien se trata de sujetos como proceso (Zemelman, 2005)
en el sentido de que en su caminar van elaborando las significaciones
de su acción, sus demandas y sus proyectos. Es por ello que tampoco
encontraremos programas políticos estructurados a priori.
Hasta ahora he tratado de dejar por sentada mi posición con
respecto al debate de la relación entre el sujeto (individual o co-
lectivo) y las condiciones estructurales. Además, argumenté que el
orden social en su naturaleza de producto humano es susceptible
de ser transformado y que los movimientos sociales han protagoni-
zado históricamente los conflictos. Sin embargo, la sola posibilidad
del sujeto como potencia no es suficiente para iniciar un proceso de
cambio, pues se requiere la formulación de sentidos y prácticas de
manera colectiva.
En efecto, de acuerdo con Retamozo (2009), un movimiento an-
tisistémico se produce mediante la conformación de subjetividades
(y prácticas) contrahegemónicas. Cuando un movimiento social re-
produce los sentidos dominantes en realidad sólo abona a la conso-
lidación del orden social, mientras que la reelaboración de sentidos
en el contexto de un campo conflicto representa desafíos al ordena-
miento vigente, sobre todo cuando los procedimientos subjetivos de
movilizar sentidos conllevan la intervención mediante la acción en el
marco de proyectos colectivos.
La capacidad de producir sentidos es la primera condición que
permite esa operación, y en última instancia facilita el surgimien-
to de la acción colectiva. En esa línea, Arendt (1995) aduce que el
ser humano tiene la capacidad inherente de cuestionar el mundo,

46
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

pues cada nacimiento irrumpe como una escisión entre el pasado y


el futuro y contiene el germen de posibilidades infinitas, es por ello
que representa potencialmente un nuevo comienzo. Arendt utiliza
la metáfora del nacimiento para ilustrar la capacidad para generar
nuevos sentidos y cambiar el mundo a través de la acción. Además,
considera que la actividad de pensamiento (o reflexividad) tiene un
potencial transformador porque saca a la luz y destruye las opinio-
nes, valores y teorías no examinadas. Pensar es una de las actividades
propias del humano, que entraña la búsqueda de sentido, es el diá-
logo que se sostiene internamente a fin de explicarnos los sucesos,
incluso nuestras acciones; es también un examen crítico de las reglas
y el conocimiento de sentido común. La capacidad de pensamien-
to permite ponerlo todo en cuestión y dota a los sujetos del poder
de actuar con miras a innovar y poner en marcha proyectos nuevos
(Arendt, 2007).
En el mismo tenor, De la Garza (2001) refiere que en el proceso
de dar sentido el punto de partida es la relación con el mundo ex-
terno al sujeto, de tal manera que el mundo presiona al sujeto para
dar respuestas y soluciones, es decir, se moviliza el aparato de dar
sentido que es la subjetividad. El sujeto elabora explicaciones acerca
de la realidad, incluso de sí mismo. La subjetividad, desde su punto
de vista, es heterogénea y es por ello que puede registrar contradic-
ciones, discontinuidades y polisemia de significados. Además, con-
sidera que las relaciones sociales son multidimensionales, es decir,
son económicas, políticas, simbólicas y culturales, de manera que la
subjetividad es solamente una de sus dimensiones. La cuestión radi-
ca en comprender las relaciones entre estructuras, subjetividades y
acciones sociales. De la Garza aduce que si bien las estructuras son
derivadas de las acciones, no pueden reducirse a ellas, pues a pesar
de que se encuentren fetichizadas (en el sentido de que siendo pro-
ductos humanos llegan a independizarse de sus creadores y a domi-
narlos) siempre hay un espacio para la ruptura, la rearticulación, la
asimilación y la creación de nuevas significaciones. Se reconoce que
aunque las estructuras efectivamente pueden representar restriccio-
nes o condicionantes, al mismo tiempo abren la posibilidad de que se
conformen configuraciones subjetivas contestatarias.
La capacidad de recrear e inventar nuevos sentidos permite co-
nocer la relación del sujeto con las estructuras (políticas, económi-

47
Paulina Martínez González

cas o culturales); además, los procesos de significación preceden y


acompañan a la praxis. Por estas razones, es conveniente situar el
análisis partir de la subjetividad. Este enfoque implica el reconoci-
miento del ser humano como generador de sentidos, de prácticas,
de inventiva y, siguiendo a Arendt, como germen de posibilidad. La
subjetividad en este caso no interesa en sus aspectos psicológicos
o fisiológicos, sino como proceso social de significación, de acumu-
lación de sentidos y de reformulación. Para Zemelman (1997), la
subjetividad implica un concepto de lo social a partir del dinamismo
de los sujetos, que son quienes conforman en última instancia los di-
ferentes tipos de nucleamientos colectivos. El sujeto representa una
potencialidad (posibilidad) en términos de alternativas de sentidos,
pues es un ser actuante.
Pero, ¿en qué consiste más precisamente la subjetividad? De la
Garza (2001) apunta que la subjetividad le da el contenido humano a
la relación del hombre con la naturaleza y con los otros. Se distancia
de las definiciones de cultura provenientes de la antropología, espe-
cíficamente de la visión de Geertz (2001) pues aunque concuerda
en que la realidad es simbólica y el hombre se desarrolla en tramas
de significación, considera que la subjetividad no se agota en los có-
digos, normas y valores, ya que los significados no sólo tienen que
ver con lo normativo sino también con la estética, los sentimientos y
la cognición; es decir, en la realidad se presentan múltiples campos
de significación. Para este autor, los significantes provenientes de
diferentes campos se presentan como conglomerados de sentidos,
cuyos elementos, lejos de encontrarse aislados, se relacionan entre sí
a través de vínculos duros –causales o deductivos– o blandos –bajo la
forma de analogías o metáforas–. Dichos conglomerados dan lugar a
las configuraciones subjetivas que tienen la función de generar sen-
tidos para situaciones concretas. Los significados acumulados (como
estructura subjetiva anterior) pueden efectivamente presionar para
dar determinados sentidos, pero las coyunturas también pueden dar
paso a la asimilación de nuevos códigos, a la emergencia de los que
estaban sumergidos o a cambios en la intensidad significativa.
En suma, una configuración subjetiva consiste en un conglomera-
do de sentidos provenientes de diversos campos, que tiene la función
de interpretar situaciones concretas. Al hablar de configuraciones
nos estamos refiriendo a las creencias, valoraciones, sentimientos,

48
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

cogniciones que se combinan a fin de obtener una explicación sobre


algún aspecto particular del mundo. Dichas configuraciones no son
estáticas, ni provienen totalmente de la tradición, pueden modificar-
se ya sea en intensidad –como fuerza de la convicción– o en su conte-
nido –mediante la incorporación de nuevos sentidos–. Por otra par-
te, es importante tener en consideración que la producción subjetiva
implica necesariamente la incorporación de la alteridad, es decir, la
definición del otro con quien se convive o se compite. Este aspecto
será retomado más adelante con referencia a la conformación de las
identidades colectivas.
Ahora bien, ¿de qué manera la subjetividad se relaciona con la
acción? Con relación a este punto existe un consenso entre los auto-
res citados. Para De la Garza (2001) la acción no existe al margen de
la subjetividad en razón de que las prácticas son simbólicas en dos
sentidos: primero, porque el sujeto dota de sentidos a su propia ac-
ción, y segundo, porque el significado acompaña a la práctica tanto
en su transcurrir como en su resultado. Heller (1980), por su parte,
afirma que la acción, el pensamiento y la implicación (sentimiento)
son actividades que caracterizan todas las manifestaciones humanas,
y que sólo pueden separarse con fines analíticos. En la misma línea,
Arendt (1995) apunta que el pensamiento –como asignación de sen-
tidos– antecede y transcurre junto a la acción. Por su parte, Laclau
(2005) denomina como discurso a la articulación entre palabras y
acciones, pues considera que las definiciones acerca de lo que es re-
presentable dentro de la sociedad nunca son solamente operaciones
verbales simbólicas, sino que están insertas en prácticas materiales.
Finalmente, Dussel (2006) considera que las víctimas del orden
social pueden pasar a la acción a partir de la activación de la volun-
tad, que es entendida como el deseo de vivir, de permanecer en la
vida, que es la tendencia originaria de todos los humanos. La volun-
tad también representa el poder en su sentido positivo, como poten-
cia que impulsa a la transformación. Pero además de la voluntad, se
requiere de la conformación de una conciencia crítica que cuestione
el consenso dominante. Todo esto supone la puesta en juego de sub-
jetividades rebeldes. Por último, es importante mencionar que para
este autor el poder original, como potencia, solamente puede des-
cansar en el conjunto de la comunidad, y solamente puede realizarse
o concretarse mediante la conjugación de la voluntad, el consenso

49
Paulina Martínez González

crítico y la acción, pues de otra manera quedaría solamente como


intencionalidad. En la misma línea, el propio Giddens (1995) apun-
ta que la acción nace de la aptitud del individuo para producir una
diferencia, en ese sentido, la acción implica poder. Pero la acción no
está escindida de un registro reflexivo, de una intencionalidad y de
una motivación.
Con base en las aportaciones anteriores, se puede afirmar que
la subjetividad y la acción son dos aspectos que se articulan en las
prácticas de los movimientos sociales. En otras palabras, en la com-
prensión de las prácticas de los movimientos sociales, acción y sub-
jetividad no debe considerarse como dimensiones aisladas, por el
contrario, hay que preguntarse por la producción simbólica, por la
relación entre los sentidos y la práctica, por los significados que los
movimientos otorgan a su acción y por la manera en que eventual-
mente la acción modifica o reconfigura las subjetividades y las confi-
guraciones simbólicas que se formulan para definir el agravio, iden-
tificar a los responsables, definir demandas y negociar estrategias.

El agravio

Como se ha dicho, la formación de un movimiento social implica la


definición de una situación como injusta, susceptible de modificarse.
En otras palabras, si no hay una construcción colectiva del problema
difícilmente se activará la acción colectiva. Una manera de conocer
cómo se constituye la acción colectiva es mediante la definición del
agravio.
En esta línea, Moore (1978) define el sentimiento de injusticia
como el coraje que se produce cuando alguien viola las reglas del
contrato social, y argumenta que este sentimiento tiene tanto com-
ponentes biológicos como sociales. El autor distingue las situaciones
conflictivas que históricamente han originado pugnas sobre la jus-
ticia: los conflictos sobre la autoridad, sobre la distribución de los
bienes materiales, sobre la falta de reciprocidad en las relaciones
humanas y sobre el castigo que debe aplicarse a los que rompen las
reglas. En la misma línea, estudios sobre psicología social afirman
que las experiencias de injusticia producen incomodidad y estrés
emocional en los individuos, y se propone clasificar las áreas en las

50
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

que se presentan problemas sobre la justicia: la justicia distributiva,


que se refiere a los bienes materiales y a las oportunidades sociales,
la justicia procedimiental, que se refiere a la imparcialidad de los
procedimientos, y la justicia retributiva, que se refiere a la repara-
ción de daños y la asignación de castigos (Tyler y Smith, 1997). En
suma, el sentimiento de injusticia se produce en diferentes ámbitos
de la coexistencia humana y tiene sus raíces en las necesidades bio-
lógicas y sociales.
Por su parte, Scott (2000) considera que el sentimiento de in-
justicia sofocado –por el autocontrol y por las condiciones de domi-
nación– genera una fuerte carga psicológica, la frustración. No obs-
tante, en ocasiones los individuos se ven impedidos a demostrar sus
sentimientos porque esto implica un peligro para la propia supervi-
vencia. En estos casos, de acuerdo con el mismo autor, el discurso
oculto que elaboran los dominados ayuda a desahogar la frustración.
Scott afirma que siempre hay una resistencia a la injusticia, y por lo
regular toma la forma de prácticas destinadas a disfrazar la rebel-
día. Incluso cuando las personas no pueden reaccionar abiertamente
frente a la injusticia, más tarde, cuando el ambiente represivo se ha
relajado, el sentimiento se manifiesta como agresión (Berkowitz cit.
por Scott, 2000). Es decir, el sentimiento de injusticia tarde o tem-
prano saldrá a la luz.
Como sabemos, algunos hechos históricos demuestran que al-
gunos individuos y grupos sociales han soportado por periodos pro-
longados explotación por parte de otros. No obstante, el paso del
sentimiento de injusticia a la acción debe ser explicado desde una
perspectiva compleja, pues como se dijo antes no surge de manera
espontánea como algunos pensadores afirmaron. Por ello, algunos
autores han estudiado los factores que explican por qué las perso-
nas se rebelan o no. En esta línea, para Scott es necesario que se
incrementen las condiciones de la dominación, que se reduzca el pe-
ligro de manifestar la inconformidad y que entre las víctimas exista
la esperanza de que las cosas puedan cambiar. Asimismo, desde la
psicología social se confirman el optimismo frente a las posibilida-
des del cambio y el aumento del sentimiento de injusticia (Tyler y
Smith, 1997). Para Moore (1978), la explicación incluye varios ni-
veles: los factores psicológicos, como la confianza en sí mismo y la
independencia frente a las autoridades, los factores sociales, como

51
Paulina Martínez González

la existencia de aliados, la cooperación entre los dominados y el cre-


cimiento de las injusticias, y los factores culturales, como la defini-
ción de patrones morales de condena y el reconocimiento de que no
es necesario ni deseable sufrir los agravios. De lo anterior podemos
concluir que el sentimiento de injusticia, a pesar de que requiere una
salida, no siempre se puede manifestar de manera abierta, puesto
que es necesario que se presente una combinación de circunstancias.
Es importante añadir que se ha comprobado que los individuos
son susceptibles a participar en la acción colectiva como medio de
protesta contra la injusticia cuando mantienen o se adhieren una
identidad colectiva y consideran que la injusticia es un problema co-
mún (Tyler, Smith, 1997), cuando han elaborado definiciones comu-
nes de la injusticia y comparten un discurso oculto (Scott, 2000) y
cuando han vencido colectivamente el sentimiento de inevitabilidad
de la injusticia (Moore, 1978). Es decir, es necesario que el grupo
social agraviado defina la situación como un problema.
Hasta el momento he utilizado el término sentimiento sin mayo-
res aclaraciones. De manera implícita se sugiere que con esa palabra
no me refiero a los afectos aislados, sino a los procesos cognitivos
que acompañan al sentimiento de injusticia; por ejemplo, cuando
el grupo elabora una definición del problema se elaboran signifi-
cados, se decide la manera para expresar el desacuerdo con la in-
justicia y sobre la conveniencia de actuar a nivel colectivo. En esa
línea, es conveniente recuperar los planteamientos de Heller (1980),
quien afirma que sentir significa estar implicado en algo. La impli-
cación “es el factor constructivo inherente del actuar, pensar, etcé-
tera […] es parte estructural de la acción y el pensamiento y no un
mero acompañamiento” (pp. 17-21). Incluso sostiene que “no hay
solución normal de problemas, selección de medios, percepción ni
pensamiento sin una implicación de trasfondo” (p. 24). Esto quiere
decir que no hay una desarticulación entre pensamiento, sentimien-
to y acción. Heller reconoce que existen afectos impulsados por los
instintos (como la rabia, el miedo y el instinto sexual), pero inclu-
so los afectos están mediatizados por la cognición. Esto ocurre en
las diferentes etapas de la socialización, cuando los individuos son
adiestrados para controlarlos (Heller, 1980). Algunos tipos de sen-
timientos (las emociones) tienen precisamente la función de regular
el afecto instintivo, evaluarlo y elegir la estrategia adecuada para su

52
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

expresión (Heller, 1980). En otras palabras, las emociones son situa-


cionales y cognitivas.
Con base en lo anterior, se puede decir que el sentimiento de
injusticia implica un afecto, la rabia o el coraje frente al agravio y
su expresión supone un cálculo de las acciones pertinentes a seguir.
En la misma línea, Moore (1978) argumenta su desacuerdo con la
escuela conductivista de la psicología, que sostiene la premisa de que
no es posible conocer los sentimientos de los hombres, solamente
su conducta. Moore argumenta que “las respuestas humanas son lo
suficientemente parecidas entre sí, para observadores que no sean
socialmente sordos, mudos o ciegos, como para ser capaces de decir
cuando aquellos a los que se observa están tristes o contentos” (p.
444), incluso considera que una perspectiva conductivista muy rigu-
rosa empobrecería cualquier tesis histórica o política significativa.
Por su parte, Offe (1996) arguye que los actores sociales no se
comportan únicamente en función de sus sentimientos, deseos y ne-
cesidades, sino que la realidad interior de los impulsos psíquicos está
condicionada por circunstancias objetivas, de manera que la acción
humana viene mediatizada por procesos cognitivos conscientes. Con
este argumento, Offe da crédito a las perspectivas que integran sen-
timiento, cognición y acción. En síntesis, el sentimiento de injusticia
no solamente hace referencia a impulsos afectivos, sino también a
las racionalidades (interpretaciones, evaluaciones) que se ponen en
juego en un conflicto.
Tomando en cuenta lo anterior quiero sugerir que los movimien-
tos sociales buscan corregir las situaciones que consideran injustas a
través del restablecimiento del contrato social existente, pero tam-
bién mediante la reformulación de algunos componentes del con-
trato social. Como vimos, ya sea de manera pública o velada, por
lo general los individuos reaccionarán frente a lo que consideran
injusto, aunque no siempre se tratará del mismo tipo de acción. No
obstante, entre los autores que se han revisado hay una proposición
común: las personas agraviadas buscan la venganza o la retribución
del daño. En efecto, Moore (1978) asegura que la venganza es una
constante en la experiencia humana, pues significa la reafirmación
de la dignidad, luego de que ha sido dañada. En el mismo tenor,
Scott (2000) refiere que la frustración de la acción recíproca conduce
a los subordinados a transferir estas respuestas al nivel de discurso

53
Paulina Martínez González

oculto y a fantasías de venganza y enfrentamiento. De no existir las


sanciones impuestas por las relaciones de poder, los dominados res-
ponderían “insulto por insulto, humillación por humillación” (p. 64).
Sin embargo, la venganza no es la única manera de enfrentar la in-
justicia. Por ejemplo, Tyler y Smith (1997) admiten que las personas
se inclinan a la idea de que el rompimiento de las reglas merece la
venganza, pero también se alude a la retribución del daño.
Cuando se habla de retribución se deduce que hay una identi-
ficación de las causas de la injusticia y una posición respecto de la
manera de corregir el daño. Al respecto, los mismos autores apuntan
que “el reconocimiento de una injusticia a menudo requiere que la
víctima identifique a un perpetrador particular o trate de corregir
la injusticia” (p. 608). En el mismo tono, Moore (1978) subraya la
importancia que cobra la atribución causal en los conflictos en torno
a la justicia: “cuando se pueden conocer las causas entonces surge la
posibilidad de cambiar y dominar las tendencias y los acontecimien-
tos” (p. 463).
Al experimentar una injusticia, el ofendido intentará vengarse o
buscará la reparación del daño. Estos dos procesos suponen la atri-
bución de responsables, y en el segundo caso también una valora-
ción de la forma apropiada del reestablecimiento de la justicia. Por
otra parte, las respuestas a los agravios estarán condicionadas por el
medio social. Desde mi punto de vista, solamente en las sociedades
donde existe un Estado de derecho por lo general las personas opta-
rán por respuestas no violentas dada la existencia de penalizaciones
por hacer justicia por la propia mano, y se recurrirá a la mediación
de terceros (las autoridades designadas para ello) para que operen
la restauración de la justicia. No obstante, dichas demandas también
pueden tomar un curso distinto: modificaciones en el contrato social.
Por contrato social me refiero al acuerdo, real o hipotético,
que establece los derechos y obligaciones tanto de los ciudadanos
como del Estado, así como los códigos morales que orientan las rela-
ciones entre ciudadanos. El uso del concepto puede ser útil porque
no sólo alude a los derechos establecidos, sino también los valores
que subyacen a dicho acuerdo. En las sociedades contemporáneas,
las leyes expresan los términos del contrato social, pero éste siempre
es susceptible a ser modificado. En efecto, Moore sostiene que una
de las fuentes de disputa alrededor de la justicia proviene del hecho

54
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

de que la vida en sociedad genera imperativos acerca de la autori-


dad, la distribución y la reciprocidad. Estos imperativos dan lugar a
la formulación de códigos morales que establecen la manera en que
los individuos deben actuar en función de las necesidades sociales.3
Los códigos morales se expresan en las reglas sociales, que cuando se
rompen generan el sentimiento de injusticia. No obstante, reconoce
la posibilidad de que las personas encuentren que las reglas existen-
tes están equivocadas y que deberían aplicarse otras. Para el autor,
los términos del contrato social en realidad “están siendo siempre
renegociados” (p. 31). Por su parte, Tyler y Smith (1997) confirman
que puede haber variaciones sobre el sentido de la justicia, y apuntan
que dichas variaciones responden a diferencias culturales; los auto-
res refieren que “las investigaciones sugieren que las personas no
necesariamente definen la justicia de la misma manera” (p. 619). Es
decir, el sentimiento de injusticia puede provenir del enojo porque
las reglas (leyes, derechos) no se cumplen o porque se considera que
las normas instituidas no son las apropiadas, en este caso estaríamos
hablando de una redefinición del contrato social.
En el mismo tenor, investigadores han estudiado las orientacio-
nes de los movimientos sociales contemporáneos con respecto a la
justicia. En esta línea, Santos (2009) enfatiza que algunos reivindican
la modificación del contrato social existente mediante la utilización
de recursos jurídicos que no sólo apelan a la justicia restaurativa y los
derechos individuales, sino también a un tipo de justicia transformati-
va que responda a las demandas de redistribución y reconocimiento
de la pluralidad; en su opinión, esto supondría la formulación de un
contrato social más inclusivo. Santos demuestra que algunos movi-
mientos, como los ecologistas, de trabajadores, los que promueven
la autogestión y los étnico-culturales, han llevado a cabo estrategias
que apuntan a la justicia transformativa. Finalmente, el autor critica
que la justicia restaurativa no tiene el potencial para provocar los
cambios estructurales que los movimientos sociales demandan. En el
mismo tono, otros encuentran que las demandas de los movimientos

3. En el lenguaje jurídico y en la ciencia política, estas necesidades se agrupan bajo el con-


cepto interés general. Precisamente el reconocimiento de dicho interés justifica la existen-
cia del Estado.

55
Paulina Martínez González

sociales no sólo se refieren a la vigencia de los derechos y al fun-


cionamiento de las instituciones ya establecidos, sino que también
proponen innovaciones que apuntan a nueva institucionalidad y a
nuevos valores (Calderón, 1995; Calderón, Piscitelli y Reyna, 1992;
Escobar, 1992; Offe, 1996; Ramírez, 2003).
Con esta breve discusión pretendo mostrar que algunos mo-
vimientos sociales no solamente aluden al restablecimiento de las
condiciones del contrato social, sino que pueden estar anunciando
la redefinición del código moral que le subyace. En el caso latinoa-
mericano, estos cambios apuntan a una tendencia creciente entre los
movimientos sociales, la autonomía sociopolítica.

Temporalidad

Uno de los asuntos pendientes a discutir tiene que ver precisamente


con la dimensión de historicidad de los movimientos sociales. En la
discusión sobre los enfoques teóricos clásicos hice notar que el fun-
cionalismo, la teoría de la frustración-agresión y el accionalismo (en
las dos versiones discutidas) suponen un movimiento social o una
acción colectiva atemporal y deslocalizada. También reconocí que el
estructuralismo de Wallerstein y la teoría de las oportunidades polí-
ticas de Tarrow sí integran la dimensión temporal de la acción colec-
tiva, en el primer caso aludiendo a la presencia de estructuras de
larga duración (capitalismo como sistema mundial) y en el segundo a
la existencia de una diversidad de coyunturas y ciclos de protesta. Sin
embargo, en ambos casos se omite la historicidad del movimiento.
En esa línea, para Zemelman (1997) el sujeto colectivo es un con-
densador de historicidad; con ello se refiere a que los movimientos
surgen en un momento histórico con determinaciones concretas y
realizan un proceso de articulación dinámica entre la memoria y el
futuro. Es decir, activan la memoria colectiva y definen proyectos
por venir. Para este autor, la incorporación de las temporalidades es
fundamental, en razón de que en su opinión la labor de investigador
consiste en rescatar las potencialidades del sujeto y su subjetividad
dentro de sus condicionamientos históricos. Asimismo, alude que
existe una variedad de temporalidades en los fenómenos sociales.

56
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

El tiempo y la diversidad de temporalidades han sido tratados


por otros autores. Por ejemplo, Ricoeur (2004) sostiene que la expli-
cación/comprensión de los fenómenos sociales debe poner en juego
la noción de variación de escalas temporales, ya que “puede cons-
tituir un camino privilegiado para esclarecer la dialéctica oculta de
la idea de representación emparejada con la de práctica social” (p.
283). Es decir, a través de la variación de escalas es posible visibilizar
el vínculo existente entre representación (significante) y acción, así
como la diversidad de orientaciones y sentidos desplegados por los
grupos sociales. La variación de escalas también trasciende las deli-
mitaciones tradicionales de la macrohistoria y microhistoria, pues se
refiere precisamente a la intersección de las diferentes temporalida-
des y dimensiones de la vida social. Ricoeur considera que las nocio-
nes de escala y variación de escala pueden aplicarse a las diferentes
modalidades del tiempo histórico, y advierte que hay que cuestionar
el presunto privilegio de una sola escala.
En el mismo sentido, Braudel (1968) fue uno de los primeros
historiadores que insistió en la diversidad de las duraciones socia-
les, y de la misma manera se opone a que se elija una de ellas en
detrimento de las demás. A grandes rasgos distingue tres tipos de
temporalidad de la vida social: la larga duración, que corresponde a
las estructuras casi inamovibles que determinan la vida del hombre,
entre éstas se encuentran las condiciones geográficas, ecológicas, la
cultura y las mentalidades; la segunda duración es la coyuntura, que
es lo que comúnmente conocemos como ciclos o periodos y al final
de la cadena están los acontecimientos. Estas duraciones están en
constante interacción, ninguna de ellas predomina por sí sola. La la-
bor del investigador consiste en identificar las rupturas o momentos
de quiebre en el curso de largas duraciones.
No obstante la coincidencia de Ricoeur y Braudel en torno a la
diversidad de escalas o duraciones, existen diferencias muy claras en
sus propuestas. La novedad de los planteamientos de Ricoeur con-
siste en la introducción de temporalidades que no son susceptibles
de cuantificación, como son la intensidad, la aceleración y velocidad
de los cambios, la persistencia, la acumulatividad, la recurrencia, el
olvido e incluso la dimensión que va del carácter latente a la ac-
tualidad temporal. En suma, estos autores permiten enriquecer la
dimensión del tiempo desde una perspectiva compleja y dinámica,

57
Paulina Martínez González

sin embargo, sus aportes dicen poco con relación a la historicidad


que producen los sujetos sociales concretos. Es por ello que con-
viene retomar las propuestas de Valencia (2007). Esta investigadora
también parte del reconocimiento de la existencia de una diversidad
de temporalidades pero bajo otra perspectiva: el tiempo de la termo-
dinámica, el tiempo cósmico, el tiempo de los fenómenos psíquicos y
el tiempo de los procesos sociales. Estas temporalidades son asimé-
tricas, es decir, no fluyen en la misma dirección, situación de la que
se apoya la autora para sugerir que tanto en el mundo físico como en
el social hay una diversidad de trayectorias posibles. Es importante
notar una distinción elemental en el tiempo social: el tiempo como
construcción social y la temporalidad de los procesos sociales.
En la primera distinción, el tiempo, como toda realidad, es social
e históricamente construido, es decir, no hay tiempo sin sociedad
que lo instituya, lo interprete, lo resignifique. En ese tenor, Valencia
afirma que incluso se puede hablar de una quinta dimensión del uni-
verso, que corresponde a la vivencia y la consciencia de los sujetos
sobre el tiempo; es la dimensión de un mundo donde concurren el
pasado, el presente y del futuro. Desde su punto de vista, el cambio
y la continuidad de los procesos sociales siempre son expresiones de
la subjetividad de los sujetos, de modo que las distintas temporali-
dades solamente pueden comprenderse a través de los mecanismos
simbólicos que los nombran. Cabe mencionar que Valencia asume
la existencia de un sujeto autoconsciente, con capacidad de imagi-
nación, abstracción e interpretación de su mundo, y con capacidad
de distender el tiempo en su conciencia hacia el pasado y el futuro.
A esa experiencia la denomina tiempo como vórtice y es a la que
corresponden los proyectos y utopías.
La posición de Valencia es la de la complejidad, es decir, se afir-
ma que no hay sino una articulación de temporalidades. Una prime-
ra distinción de ello es la existencia de dos dimensiones inseparables,
dos tipos de ahoras: el ahora horizontal situado en la sucesión y el
ahora vertical denso que está constituido por los pasados, presentes
y futuros imaginados o recobrados como memorias colectivas o futu-
ros posibles. La relación de estas temporalidades alude a la existen-
cia de campos temporales, que son las modalidades iterativas del eje
pasado-presente-futuro. Es precisamente en los campos temporales
donde el investigador debe situar la mirada.

58
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

Algunas formas de articulación en los campos temporales descri-


tas por Valencia son los siguientes: el presente es la única dimensión
que parece ser real, incluso se percibe como un tiempo fugaz y efí-
mero, pero el presente en su relación con el pasado proyecta futuro.
El pasado es el tiempo de la memoria colectiva, memoria en donde
el pretérito se conserva y se actualiza en el ahora con dirección hacia
el futuro; el pasado es, además, un tiempo sujeto a la reinterpreta-
ción y en su modalidad de pasado-presente puede empujar lo que
no se produjo y está en deuda (necesidades, deseos, expectativas).
Por último, el futuro es el tiempo de la creación, de la novedad, de
lo indeterminado. De hecho, considera que toda acción humana, in-
dividual o colectiva está orientada hacia lo que está por venir, es
decir, el sujeto vive futurizando, otorgado de intención a su praxis.
Bajo estas concepciones, Valencia propone abordar la multiplicidad
temporal en el marco de una relación permanente entre lo determi-
nado y lo posible, en donde se concibe al acontecimiento como una
irrupción en la historia que transforma la configuración del presente
y proyecta nuevos horizontes de futuro.
Como se puede ver, la propuesta de Valencia se asemeja, por
una parte, al papel del sujeto productor y actuante que suponemos
en este trabajo. Asimismo, concuerda con los planteamientos de Ze-
melman (2005) y Badiou (1990) en el sentido de que no hay deter-
minaciones últimas sobre el resultado de la acción de los sujetos que
interrumpen la continuidad de las estructuras y posibilitan la emer-
gencia de una novedad. Esto es cierto sobre todo en movimientos
o sujetos colectivos que no se reconocen en los paradigmas deter-
ministas, ni en ideologías ortodoxas. Por otra parte, considero que
la manera de abordar los procesos sociales que aporta Valencia es
muy atinada, pues el concepto campos temporales permite un acer-
camiento complejo.
En efecto, la temporalidad presente corresponde al ahora, al
acontecimiento (como proceso social) en el que los movimientos
rompen con el devenir de las estructuras (creencias y prácticas). En
el presente se construye la demanda que recupera las experiencias
de lucha, las expectativas no cumplidas y las representaciones simbó-
licas. El presente, además, es el tiempo de la puesta en marcha de re-
pertorios de acción, de las experiencias organizativas a las que alude
Zemelman (2005). El pasado como memoria colectiva permite com-

59
Paulina Martínez González

prender la conformación de la identidad colectiva y la resignificación


de las representaciones que los movimientos elaboran. Asimismo,
siguiendo a Braudel (1968), el pasado es también la temporalidad de
las estructuras de larga duración (la geografía, las creencias y prác-
ticas recursivas). Presente como demanda y pasado como memoria
se orientan hacia un futuro que es el tiempo de los proyectos, es la
temporalidad de las utopías colectivas y posiblemente de la concre-
ción de la novedad.
Finalmente, quiero enfatizar la importancia de mirar al movi-
miento social como condensador de historicidad, entendida ésta
como la articulación de experiencias, percepciones y significaciones
dentro de campos temporales complejos. Además, considero que
este enfoque contribuye a evitar la imposición de trayectorias a los
diferentes casos de estudio.

La búsqueda de autonomía

Antes de concluir con el texto es importante retomar brevemente


la manera en que los movimientos se relacionan con el Estado. Al
respecto, algunos investigadores afirman que existe una creciente
tendencia autonómica en los movimientos sociales latinoamerica-
nos. En esa línea Zibechi (2007) afirma que existen casos en Perú
(comedores de mujeres), Bolivia (movimiento indígena) y Argentina
(movimiento de desocupados) que buscan mantenerse al margen de
los partidos y del Estado, que se relacionan bajo los principios de
la horizontalidad para evitar ser cooptados por los gobiernos y que
llevan a cabo estrategias de autosuficiencia y autogobierno. Por su
parte, Santos (2006) considera que más que el autonomismo radical
lo que se busca (y requiere) es la reformulación del Estado como
novísimo movimiento social. Con ello se refiere a la descentralización
su poder político para dar lugar a la participación del tercer sector
(organizaciones no gubernamentales) y de movimientos sociales. De
esta manera se confrontarían y se llevarían al consenso distintos pro-
yectos que incluyan concepciones alternativas a la democracia liberal
y al modelo occidental del derecho. Sin embargo, desde su perspec-
tiva, el Estado seguiría jugando un papel fundamental pues fungi-
ría como garante de que el espacio público funcione bajo principios

60
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

democráticos. En el mismo tenor, otros investigadores encuentran


la existencia de proyectos de tipo democrático participativo en los
que se propugna por la reformulación Estado-sociedad mediante el
mejoramiento de la calidad de la democracia con base en la partici-
pación ciudadana y la recuperación de los partidos políticos como
portavoces de proyectos políticos diversos (Dagnino, Olvera y Pan-
fichi, 2006). En el siguiente cuadro se resumen las características de
ambos proyectos (esto no quiere decir que sean los únicos modelos
posibles, la investigación de campo nos dará luz sobre ello).

Cuadro 1
Proyectos políticos de los movimientos latinoamericanos

Tipo de proyecto Características


·· Se defienden los modelos de democracia participativa
Proyecto y deliberativa como complementarios de la democracia
democrático- liberal representativa.
participativo ·· La participación es vista como un instrumento para lograr
mayor igualdad, en la medida en que contribuye a la
formación de políticas públicas orientadas con ese objetivo.
·· La participación se concibe como compartir el poder
de decisión del Estado sobre asuntos relativos al interés
público. Se distingue de una noción de participación
limitada a la consulta.
·· Se exige el control social de lo público a través de la
rendición de cuentas con el objetivo de garantizar
derechos.
·· Se propone la creación de espacios públicos donde se
discutan y negocien (con o sin la participación del Estado)
los asuntos de interés público y en donde se publiciten los
conflictos.
·· Se redefine una noción integral de ciudadanía (que incluye
distintos tipos de derechos).
·· Configura una noción ampliada de la política, que se
reafirma en la multiplicidad de sus terrenos, sujetos, temas
y procesos. Se reconoce el surgimiento de nuevos sujetos
políticos.
·· Predomina la idea de que la lógica democrática e igualitaria
penetre en el ámbito de la producción y el mercado.

61
Paulina Martínez González

Tipo de proyecto Características


Proyecto ·· Las relaciones de poder que realizan son distintas a las que
autonomista practican el Estado, los partidos, los sindicatos y las Iglesias.
Dan prioridad a relaciones horizontales, a poderes difusos,
menos centralizados y jerárquicos. Se busca la autonomía
política de las comunidades al margen de los partidos y el
Estado.
·· Se busca fortalecer economías contestarias en las que
se privilegia el valor de uso sobre el valor de cambio. Se
establecen relaciones de no dominación en la producción.
Se busca la autogestión alimentaria.
·· Hay una lógica familiar comunitaria en donde la mujer
juega un papel central en la recreación de relaciones
afectivas de cuidados mutuos, inclusivas y solidarias. No
se opone al mundo masculino y racional, se basa en la
complementariedad de los opuestos.
·· Se busca el control de los territorios, desde los cuales se
practican relaciones sociales y con la naturaleza distintas a
las relaciones capitalistas.
·· Hay un alejamiento del modelo liberal de democracia. Los
derechos políticos se amplían hacia formas de democracia
directa.
Fuente: Elaboración propia con base en Dagnino, Olvera y Panfichi (2006) y Zibechi
(2008).

Para abundar un poco más en el tema describiré algunas re-


flexiones. Zibechi sostiene que existen tendencias autonómicas muy
marcadas en los movimientos latinoamericanos. En particular re-
fiere que el centro de estas experiencias se encuentra en la repro-
ducción de lazos sociales anticapitalistas (que privilegian el valor de
uso sobre el valor de cambio) y antiestatales (que buscan instituir la
horizontalidad) asentados sobre una territorialidad construida, re-
creada y resignificada por ellos mismos. Cobra especial importancia,
de acuerdo con el autor, que lo que afirman los movimientos no es
la defensa de la tierra sino de una nueva territorialidad anclada en la
cultura y nuevas relaciones sociales.
Dichas relaciones se apoyan en valores de tipo comunitario y
familiar y encarnan en emprendimientos colectivos que van desde
la autoorganización del movimiento, la formación de sus líderes con
base en las necesidades propias, la conformación de espacios de

62
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

toma de decisiones mediante el debate colectivo, la puesta en prác-


tica de procesos de educación popular inspirada en la pedagogía de
la liberación, la producción de alimentos mediante una organización
del trabajo no jerárquica y mediante métodos que evitan la aliena-
ción del trabajo, la instalación de ollas populares y huertos colectivos
y la autoorganización de las comunidades mediante la participación
en comisiones que regulan la tierra, el agua y el transporte.
Cuatro aspectos son especialmente subrayados por Zibechi. El
primer aspecto es que estas relaciones sociales se llevan a cabo en
las periferias bajo una territorialidad que desafía los ordenamientos
hegemónicos del espacio. Otro aspecto es que la defensa del terri-
torio se reproduce no sólo en el mundo rural, sino también en las
periferias de las ciudades y no tiene el sentido de otorgar a la tierra
un valor de uso, sino la defensa del espacio que contiene la vida y la
cultura. Asimismo, se afirma que estos movimientos no poseen un
programa político definido y no se encuentran unificados ni articu-
lados con la manera de los movimientos tradicionales. Por último,
enfatiza que uno de los actores fundamentales en estos espacios son
las mujeres, quienes han cobrado una importancia central al ocupar
espacios relevantes dentro de los movimientos y al extender el espa-
cio privado hacia el espacio público. Este nuevo papel de la mujer ha
dado lugar a que los movimientos se conformen como comunidades
de sentimientos y que se cohesionen por los afectos, vínculos fami-
liares y comunitarios y experiencias vividas más que por una identi-
dad de clase. Las experiencias concretas de las que se basa el autor
se han registrado en Argentina (piqueteros y fábricas recuperadas),
Chile (tomas de tierra), Perú (ollas populares), Uruguay (huertos
comunitarios), Venezuela (gestión de la tierra en los sectores po-
pulares), Bolivia (control del suministro y usos del agua) y México
(defensa de identidad, cultura y derechos indígenas, específicamente
el Ejército Zapatista de Liberación Nacional [ezln]).
En la misma línea, Alonso (2010) encuentra que la comunidad
de Mezcala, en la defensa de su territorio, ha logrado conformar
un espacio público no estatal, la Asamblea, que es el espacio donde
se discuten las necesidades, defienden su identidad y se atrincheran
para defender su territorio frente a los intentos de privatización para
convertirlo en un sitio turístico. Incluso han logrado erigir la Asam-
blea como la autoridad legítima en la comunidad y están realizando

63
Paulina Martínez González

una consulta entre sus habitantes con respecto al alcance y objetivos


que debería perseguir este espacio. Con respecto a la defensa de la
identidad, la comunidad está en un proceso de recuperación de las
tradiciones, pero la misma defensa del territorio implica una defen-
sa de su cultura para lo cual recurren a la memoria colectiva, a la
historia de las luchas de sus antepasados frente a los colonizadores
españoles, contra los cuales libraron importantes batallas. En esta
línea, Alonso encuentra que esta memoria es uno de los pilares fun-
damentales sobre los cuales se asientan sus luchas actuales.
Finalmente, según este autor, cada vez es más claro para la co-
munidad que en la Asamblea están surgiendo valores comunitarios
en la búsqueda de convivencias no jerárquicas y formas de hacer no
estatales. Cabe resaltar que esta comunidad ha establecido relacio-
nes con otros movimientos que propugnan por deslindarse de ma-
nera radical de los partidos y del Estado, como es la llamada Otra
Campaña emprendida por el ezln y, asimismo, participa como in-
tegrante del Congreso Nacional Indígena, que reúne varias decenas
de pueblos indios en el país que reivindican el reconocimiento de la
identidad y cultura indígenas en sus distintas vertientes.
Es necesario destacar que las tentativas de constituir una auto-
nomía frente al Estado ya han sido advertidas en estudios previos,
específicamente en alusión a movimientos comunitarios. En efecto,
se ha afirmado que manifiestan una disposición de autonomía frente
al Estado, que ya no es su objetivo primordial. Ello porque recrean
en la vida cotidiana formas de socialización basadas en la solidari-
dad, en el colectivismo –en oposición al individualismo– y en la reci-
procidad, y porque se busca el autogobierno local (Calderón, 1995).
Asimismo, algunas de sus prácticas anuncian maneras distintas de
concebir las relaciones entre el capital, el Estado, la cultura y la eco-
nomía (Escobar, 1992). También se ha encontrado que persiguen su
independencia de los partidos y de las instituciones, que buscan el
autogobierno y que llevan a cabo prácticas cotidianas conducentes
a la autogestión y la autonomía que pueden llegar a alterar el orden
institucional (Calderón, Pscitelli y Reyna, 1992).
Por su parte, Preciado (2010) presenta dos casos que son repre-
sentativos de las tendencias autonómicas en la región latinoameri-
cana en sus diferentes vertientes: por una parte, la autonomía que
reivindican élites o grupos oligárquicos frente a los proyectos de go-

64
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

biernos de progresistas; por la otra, la búsqueda de autonomía por


parte de grupos étnicos anclados en sus identidades territoriales y
culturales. En ambos casos, comenta el autor, las autonomías aludi-
das expresan la importancia del lugar y la localidad y un imaginario
que apunta a la redefinición del Estado nacional.
En el caso de las reivindicaciones de los pueblos oprimidos, se
busca la autodeterminación, el ejercicio de la autonomía política
dentro de los Estados y una descentralización de éstos; es decir, se
buscan diferentes grados de autonomía pero no la soberanía e inde-
pendencia de un territorio. La búsqueda de estas aspiraciones tiene
su origen en la necesidad de resolver los problemas locales que los
aquejan de frente a la incapacidad de los Estados para garantizar los
derechos fundamentales de la ciudadanía, por ejemplo, los derechos
culturales y los que apelan a la autonomía en la organización socio-
política de las comunidades indígenas. Por el contrario, los grupos
oligárquicos que buscan la autonomía de los Estados con gobiernos
de izquierda se inspiran en los principios de libertad individual, el
derecho de propiedad y el libre mercado, además mantienen el in-
terés de explotar los recursos naturales que yacen en su territorio.
Preciado ejemplifica estas últimas tendencias con los casos de Vene-
zuela, Ecuador y Bolivia. Cabe mencionar que en el marco de estos
procesos autonómicos se lleva a cabo la producción social del espa-
cio, de la representación y de la participación política con base en
las localidades. Asimismo, me parece que es una gran novedad del
artículo, que introduce no solamente las aspiraciones de los movi-
mientos sociales, sino también de las élites. Cabe subrayar que estas
últimas concuerdan con los autonomistas radicales en el sentido de
que apelan en última instancia a la desaparición del Estado.
En resumen, como se puede ver, existen diferentes investigacio-
nes que han encontrado la intencionalidad de algunos movimientos
de tomar distancia tanto de partidos como del Estado, pero la nove-
dad que introduce Zibechi es que estas orientaciones no sólo se pre-
sentan en el mundo rural, sino en las periferias de las ciudades. Este
hallazgo es de suma importancia, ya que en las comunidades rurales
existen condiciones que permiten realizar dichas intenciones. Por
ejemplo, al ser lugares geográficamente pequeños y generalmente
aislados de las ciudades ha sido posible conservar rasgos de la iden-
tidad rural o indígena, así como cierta independencia del mercado,

65
Paulina Martínez González

ya que por lo regular se produce para el autoconsumo. Asimismo,


la persistencia de la cohesión social es más factible, pues se cuenta
con espacios de socialidad (como las fiestas y el trabajo comunitario,
entre otros) que permiten la verificación del nosotros, es decir, de la
identidad. Con respecto al autogobierno, en el caso de las comuni-
dades indígenas es muy común que persistan los órganos de gobier-
no tradicionales, como los consejos de ancianos o de mayores, que
funcionan de manera paralela a las autoridades institucionales; en el
caso de las comunidades rurales no indígenas, por lo regular existen
órganos de representación y decisión de los asuntos relativos a la
posesión y usufructo de la tierra y los recursos naturales, como las
asambleas de ejidatarios o de comuneros, que pueden estar ligadas
a la estructura estatal pero al mismo tiempo mantener cierto grado
de autonomía. Por último, el arraigo al territorio se alimenta de la
cultura local y de la dependencia de la tierra y los recursos.
Todos estos factores, que permiten un grado considerable de au-
tosuficiencia alimentaria y una relativa independencia sociopolítica,
facilitan la acción colectiva dirigida intencionalmente a construir la
vida al margen de la estatalidad. En el caso de Jalisco existen una va-
riedad de ejemplos, como son las comunidades indígenas nahuas de
la Sierra de Manantlán y los huicholes de la sierra norte de Jalisco,
que han participado activamente en el movimiento indígena iniciado
por el ezln (Martínez, 2008). No me queda duda de que estos rasgos
se presentan en comunidades de las diversas regiones de América
Latina. Sin embargo, debemos preguntarnos si en su ausencia los
movimientos de pobres urbanos caminan en esa dirección.
Al respecto, me parece que es muy importante contrastar la pro-
puesta de Zibechi con la de Retamozo (2009) sobre el movimien-
to de los trabajadores desocupados de Argentina. En sus hallazgos,
este investigador encontró que si bien tras las reformas neolibera-
les el Estado perdió su carácter de medio de acceso al empleo, los
desocupados relacionan el trabajo con seguridad, certidumbre, de-
rechos sociales, integración y, sobre todo, consideran que el Estado
es el actor privilegiado para restablecer el trabajo y la ciudadanía.
Asimismo, encontró que solamente unos pocos dirigentes de al-
gunos grupos promovían y concebían una autonomía radical frente
al Estado y relaciones sociales anticapitalistas, es decir, estas ten-
dencias fueron limitadas. Además, cabe destacar que estos mismos

66
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

dirigentes mantenían un discurso ambiguo, ya que apelaban a la au-


tonomía pero también decían estar esperando recibir los beneficios
asociados al trabajo y derechos sociales proporcionados por el Esta-
do de bienestar como son vivienda, educación y atención a la salud.
En general, el movimiento presentó contradicciones, o podríamos
decir una pluralidad de significados, pues mientras se buscaba la au-
tonomía (mediante trabajo autogestivo, educación popular, servicios
de salud en los barrios) al mismo tiempo se anhelaba un trabajo es-
table y derechos.
En este estudio se muestra que el Estado mantuvo la centralidad
en el discurso de todo el movimiento como el garante del empleo y
la ciudadanía y las demandas del movimiento fueron dirigidas hacia
las instituciones estatales. Es importante mencionar que en los re-
clamos hubo una transferencia de legitimidad al reconocer en el Es-
tado al único interlocutor válido y con competencia sobre el objeto
de la disputa. En suma, los trabajadores desocupados de Argentina
en el momento álgido de sus protestas criticaron al neoliberalismo,
buscaron una reestructuración del Estado de bienestar de modo que
garantizara los servicios de salud, educación, vivienda y sobre todo
trabajo.
Las posiciones contrastantes de Retamozo y Zibechi merecen
cuando menos un comentario. He reseñado tres trabajos importan-
tes que sugieren tendencias encontradas, y debo reconocer que las
afirmaciones de Retamozo están suficientemente documentadas con
evidencias empíricas constatables. No así el trabajo de Zibechi en el
que no se informa sobre los datos que le permitieron aseverar sus
conclusiones. No obstante, más allá de ello, considero que la mejor
manera de tomar estas aportaciones es verlas como tendencias o po-
sibilidades, sobre todo si consideramos que los cambios ocurridos
en las últimas décadas han obligado a los sectores populares y a los
movimientos a replantear sus estrategias y horizontes de futuro. En
ese momento de ruptura se vislumbran tendencias autonómicas de
alcance hasta ahora limitado, y persiste en el imaginario la idea de
un Estado que regule y organice la distribución de los bienes públi-
cos. Más adelante se verá que existen propuestas concretas de refor-
mulación del Estado que van en la misma línea de las expectativas
de los algunos movimientos. En todo caso, debemos atenernos a las

67
Paulina Martínez González

orientaciones que los movimientos concretos recrean en el imagina-


rio y, sobre todo, llevan a la práctica.
Finalmente, habría que distinguir que la autonomía tiene dis-
tintos niveles para fines analíticos. En un primer nivel se trata de la
autonomía interna del movimiento con relación a los partidos polí-
ticos u otros agentes que traten de dar dirección a la organización,
estrategias y acciones. En un segundo nivel la autonomía se refiere
a la capacidad de la comunidad para tomar decisiones sobre asuntos
comunitarios, como son el manejo del territorio y espacios comuna-
les, el control del agua y otros recursos valiosos, incluidos los bienes
culturales. Aquí cabrían también los proyectos o prácticas tendien-
tes a la autosuficiencia alimentaria. Un último nivel se refiere a la
autonomía sociopolítica frente al ordenamiento político vigente, es
decir, el alejamiento de partidos, gobiernos, Estado. Se trataría de
ir construyendo un orden sociopolítico comunitario al margen del
Estado. Cabe mencionar que algunas de estas prácticas ya se están
llevando a cabo y otras se encuentran todavía planteadas como pro-
yecto. En resumen, los proyectos de los movimientos corresponden
al tiempo como vórtice, es decir, a un futuro imaginado con base en
la memoria colectiva y las luchas emprendidas en el presente. Los
proyectos son la utopía y expresan la articulación de sentidos que
aluden al deseo, a la eliminación de la injusticia y a la posibilidad de
un futuro mejor.

A manera de conclusión

En este trabajo intenté mostrar la importancia de avanzar en la com-


prensión de la acción colectiva desde una perspectiva compleja que
sea capaz de aprehender los elementos que la componen e interpe-
lan. Asimismo, traté de mostrar que es posible formular acercamien-
tos con base en una diversidad teorías y conceptos articulados de
manera coherente, pues ninguna teoría por sí sola tiene el potencial
para explicar todos los aspectos implicados.
La discusión de las teorías predominantes y la propuesta de in-
corporar el estudio de dimensiones como el agravio, los campos tem-
porales y las orientaciones sociopolíticas de los movimientos son una
manera –entre muchas otras– de tomar posición frente a los retos

68
Apuntes para el estudio de los movimientos sociales

que plantea el análisis de la en términos de su complejidad, diversi-


dad y su potencial de innovación.
Para concluir quiero proponer una definición coherente con los
argumentos que he planteado a lo largo del texto: un movimiento so-
cial es un espacio intersubjetivo, imbuido de historicidad, en el que
convergen sujetos orientados por objetivos comunes en el contexto
de un antagonismo. En dicho espacio se construyen identidades, sig-
nificados y acciones que se dirigen a disputar aspectos específicos
del orden social. Un movimiento social irrumpe en la historicidad
dominante e introduce la posibilidad de ordenamientos alternativos.
Debo advertir que de la misma manera que otras definiciones,
ésta se plantea a partir de la necesidad de delinear las características
un ámbito de la realidad con la finalidad de comprenderlo, pero sin
lugar a dudas se trata de un descripción tentativa, en construcción,
en movimiento.

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72
Movimientos sociales mexicanos
del quinquenio 2011-2016.
Denuncia y resistencia a la economía
criminal y al Estado narco

Luis Rigoberto Gallardo Gómez1

Resumen. Con el fin de responder a las preguntas de por qué sur-


gen, cómo se dan y qué mensajes lanzan a la sociedad mexicana
sus movimientos sociales (ms) del último lustro, en este trabajo se
fundamenta que durante décadas los segmentos dirigentes de este
país han impuesto a toda costa a las estructuras sociales y jurídicas
del mismo y a la población en general una inserción sumisa y de
carácter subordinado a las dinámicas de la globalización neolibe-
ral. Sobresale que todo ello, además de importantes cambios jurí-
dicos e institucionales, implicó, por un lado, que los individuos de
diversos y amplios sectores de la población comenzaran a padecer
la sistemática conculcación o violación de sus derechos humanos
y ciudadanos y, por el otro, que estos sujetos comenzaran a orga-
nizarse y a movilizarse día a día contra tales agravios. Tras relatar
y analizar cinco casos de ms representativos del periodo, se arriba
a la conclusión de que los ms mexicanos del último lustro, porta-
dores de identidades de nuevos, complejos y bien definidos tipos,
han sido capaces de denunciar y resistir –con particulares formas
organizativas y repertorios de acción– el agravio que les ha estado

1. Profesor-investigador adscrito al Departamento de Estudios Políticos del Centro


Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.
Agradezco la puntual asistencia investigativa de Moisés Islas de Anda. Correo
electrónico: gallardo.rigoberto@gmail.com

73
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

infringiendo un oponente complejo, ese que cobra forma cuando


los imperativos de la globalización neoliberal son llevados a cabo
en países capitalistas periféricos, el que resulta de la interacción
dinámica entre las reformas estructurales neoliberales, las activi-
dades de la economía criminal y el Estado narco.
Palabras clave: movimientos sociales, globalización neoliberal, ca-
pitalismo criminal, Estado narco, desvío de poder y violaciones a
los derechos humanos.

Introducción

Con el fin de exponer los resultados de la investigación que se llevó


a cabo, se comienza por atender y articular diversos aportes de
relevantes autores, con los que se apunta a construir el entramado
analítico-conceptual que permitirá entender, leer e interpretar la
situación por la que ha estado pasando el país. Este entramado tiene
la virtud de resaltar la peculiar manera que han adoptado los pro-
cesos globales para poder llevarse a cabo en medio de las peculiares
condiciones mexicanas y sus diversos procesos locales.
Enseguida, se presta atención al contenido central de los infor-
mes y reportes que sobre el caso México han elaborado en los úl-
timos años algunos de los más prestigiados organismos nacionales
e internacionales defensores de los derechos humanos (ddhh). En
ellos se halla información bien sustentada y pormenorizada acerca
de los saldos que en materia de todos los ddhh han arrojado los
procesos de la inserción mexicana a los procesos de la globalización
neoliberal; se pone especial atención a los datos del último quin-
quenio. Al final de este apartado se puede apreciar claramente que
estos saldos son los que, precisamente, constituyen el contexto en el
que ocurren los diversos tipos de agravios específicos que están en la
base o en el origen de los ms.
En un tercer momento se pone atención a los más visibles ms
que se han dado en México durante el último lustro, y se hace un sin-
tético relato de cada uno de ellos. Todo esto con el fin de esclarecer
el agravio y las violaciones a determinados derechos que estos ms de-
nuncian, así como para poner de relieve los sujetos que los constitu-

74
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

yen, las formas en que se organizan y las formas en que actúan para
enfrentar a sus oponentes y propiciar el paso a una nueva situación.
Finalmente, se procede a hacer una interpretación del conjunto
de información, hallando apoyo tanto en el marco analítico-concep-
tual expuesto al inicio del trabajo como en el esquema analítico bási-
co de los ms que ha propuesto Alain Touraine y retomado en varios
de sus trabajos Manuel Castells. El trabajo concluye afirmando que,
dadas las condiciones que la globalización neoliberal ha ido impo-
niendo tanto a México como a otras sociedades latinoamericanas
ancladas en el llamado capitalismo periférico, la inserción del país
en dichos procesos globales se ha dado de una manera subordinada
y acompañada de la emergencia creciente tanto de una economía
criminal como de la acción de un Estado narco. Estos, de maneras
ineluctables, han ido operando en los intersticios y los vacíos que han
ido dejando los paulatinamente desmantelados Estados de derecho
y estructura de derechos ciudadanos. Por ese cúmulo de razones se
ha deteriorado la vigencia de los derechos ciudadanos y humanos de
la población y se ha propiciado el desarrollo de situaciones que han
terminado agraviando gravemente a diferentes sectores del pueblo.
Estos sectores, como se verá, finalmente se han levantado, organiza-
do y lanzado a la manera de potentes ms que denuncian los ultrajes,
resisten y se oponen a quienes los agravian.

El análisis y los conceptos que esclarecen la mirada

Los aportes del siguiente conjunto de autores permiten tejer un


entramado de índole analítico conceptual que ayudará a entender
cómo la articulación de los actores y dinámicas económica-políticas
globales con sus contrapartes en la escala nacional y local han dado
lugar a una realidad agraviante, que tanto los organismos defensores
de los ddhh como los propios ms han denunciado.

Saldos de una inserción subordinada en la globalización neoliberal

Tras haber entrado hace poco menos de cuarenta años al torbellino


de la globalización y el neoliberalismo sin la fortaleza que da un pro-
yecto propio orientado firmemente por intereses nacionales y popu-

75
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

lares, México ha sido supeditado geopolítica y estructuralmente en


términos financieros, económicos, militares y políticos; su estructura
jurídica e institucional ha sido paulatinamente desmantelada; el país
ha sido despojado en términos de sus recursos ambientales y tam-
bién en lo social está siendo violentado y empobrecido.
Conducido por élites de privilegiados que se han asegurado de
poner los medios para garantizar su propio enriquecimiento, hoy día
el país se encuentra supeditado a dinámicas ingobernables, vivien-
do múltiples crisis coincidentes y superpuestas que redundan en el
incremento de la violencia y en la conculcación o violación de los
derechos de la gran mayoría de la población.
Múltiples autores han coincidido en señalar y sustentar que Mé-
xico fue uno de los primeros países en participar de manera marca-
damente sumisa o subordinada en las dinámicas y los procesos de la
llamada globalización neoliberal. Desde los tempranos años ochenta,
las principales decisiones en México se tomaron por parte de la élite
nacional, siguiendo los mandatos del Banco Mundial (bm) y del Fon-
do Monetario Internacional (fmi).
Como lo afirma claramente el dictamen final que sobre el caso
México emitió el Tribunal Permanente de los Pueblos (tpp) (2014),
que sirve como columna vertebral en la argumentación de este apar-
tado, en este país, desde pocos años antes de la firma del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (tlcan), también se impuso
al pueblo una adecuación general de la legislación y de las políticas
económicas nacionales a los imperativos de la producción y del co-
mercio internacional dictados por las empresas trasnacionales y por
las grandes potencias. Desde entonces se ha estado dando un pro-
ceso de lento pero grave desmantelamiento y reforma de artículos
esenciales de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexica-
nos que garantizaban intereses nacionales y populares, para pasar a
redefinirlos y redactarlos en función del beneficio de los dueños de
los grandes capitales y del comercio internacional.
Hasta 2016, Estados Unidos y otras potencias no cesaron de
proponer e imponer a México nuevos acuerdos productivos, comer-
ciales y arancelarios aún más severos para este país, como el nuevo
Acuerdo Transpacífico (tpp, por sus siglas en inglés) que se ha ido
construyendo a espaldas del público de los países firmantes y que,

76
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

aun ahora, se halla en proceso de revisión por parte del poder legis-
lativo mexicano.
Entre otros autores, Bessi y Navarro (22 de junio de 2016) re-
cuerdan que las reformas estructurales forman parte de los Progra-
mas de Ajuste Estructural (pae), orientados por el bm, el fmi y el
Banco Interamericano de Desarrollo (bid), a los que las élites mexi-
canas han decidido someterse. En México en total han sido aproba-
das once reformas estructurales: la reforma laboral, la hacendaria,
la educativa, la financiera, la energética, la reforma en materia de
transparencia, la político-electoral, la reforma en materia de tele-
comunicaciones y radiodifusión, la nueva ley de amparo, el código
nacional de procedimientos penales y la reforma en materia de com-
petencia económica.
En otro apartado de la sentencia del caso México, prosigue el
tpp (2014), indica que es sabido que los tratados comerciales como
el tlcan han ido desarmando a los pueblos, despojándolos de sus
propios mecanismos de defensa como lo es un Estado legítimo que
defiende la soberanía de la nación, una Constitución Política pro-
pia, una fuerza de transformación, una capacidad de organización,
expresión y resistencia ante los embates de los proyectos ajenos. En
México se ha ido adecuando paulatinamente la esfera del derecho
público hasta llegar a tener una estructura jurídica de corte neoli-
beral que sirve para tutelar la acumulación del poder económico y
político, así como la parte sustantiva de la riqueza, en manos de unos
pocos.
Hoy día, en los escenarios latinoamericano y mundial, México se
distingue por contar con un diseño institucional que sustenta prácti-
cas de abuso e impunidad que benefician a los grandes capitales y sus
empresas por sus niveles de desigualdad y por la pobreza que lacera
a grandes masas de su población.

La economía mexicana ha sido “reformateada” en clave neoliberal.


Ahora se halla maltrecha y articulada al crimen

Es interesante saber que entre los años que van de 2011 a 2014
los integrantes del tpp recorrieron el país para conocerlo y para
poder llegar a la siguiente conclusión, fundamentada a partir de las
denuncias debidamente documentadas que recibieron y de la voz de

77
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

los sectores agraviados que escucharon en cientos de reuniones y


asambleas: que el área manufacturera construida en México con un
esfuerzo de aproximadamente un siglo –misma que en su momento
fue una de las más potentes en América Latina, con todo y sus múl-
tiples cadenas industriales– se ha desmantelado paulatinamente
debido a las exigencias del proyecto de libre comercio. También se
ha llegado a constatar que la reindustrialización neoliberal asignó a
México el papel de país maquilador.
Es notorio que en estas décadas de inserción de México en la
globalización neoliberal y el libre comercio, el país ha empezado a
distinguirse por ser extremadamente activo en la actividad extracti-
va, la cual ahora es no sólo petrolera sino que incluye diversas acti-
vidades. Existe ahora en México un extractivismo energético cada
vez más complejo, un extractivismo minero cada vez más intenso
y también un extractivismo hidrológico devastador. Todo ello está
dirigido a abastecer la demanda de los mercados estadounidense y
canadiense, entregando los recursos naturales estratégicos del país a
empresas petroleras y gasíferas de Estados Unidos, a empresas eléc-
tricas españolas, a empresas mineras de Canadá y a empresas turís-
ticas españolas y norteamericanas.
Por otra parte, la agricultura tradicional y la soberanía alimen-
taria que existían en México antes de la firma del tlcan han sido
afectadas. Los programas de apoyo a la producción rural se han
ido desmantelando. Las grandes agencias comerciales estatales que
existían en el campo (como la Compañía Nacional de Subsistencias
Populares [Conasupo], así como las pequeñas y medianas empresas
productivas y comercializadoras familiares) se han ido destruyendo,
con la consecuente elevación de la tasa de desempleo rural.
A cambio, se ha implantado en el país de manera apresurada una
agricultura para la exportación, que ha implicado la autorización de
la privatización de la tierra y el fomento de su producción para el
mercado. El territorio productivo ha sido reorganizado en función
de nuevos corredores industriales estratégicos. Al menos hasta fina-
les de 2014, al tiempo que el país importaba alrededor de ocho mi-
llones de toneladas anuales de maíz y otros productos básicos para
satisfacer la dieta de los mexicanos, sometía su producción agrope-
cuaria a la demanda de los mercados del norte: hortalizas, berries,
aguacates, frutas tropicales, marihuana, amapola, etcétera.

78
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

La gran sujeción de México a Estados Unidos ha sido un dato


conocido y real, especialmente en lo tocante a la producción y tras-
lado de drogas. Durante la Segunda Guerra Mundial se le adjudicó
a México el papel de productor del opio con el que se produciría
la morfina requerida para atender al mercado conformado por los
soldados y heridos de guerra norteamericanos. Esas actividades pro-
ductivas fueron el comienzo de ciertos grupos organizados que, más
tarde, se conocieron con el nombre de cárteles, los que, en lugar
de seguir sembrando maíz y manzana, sumaron a sus actividades en
México el cultivo y traslado de marihuana a los cada vez más amplios
y demandantes mercados del norte.
Estos cárteles, por un lado, comenzaron a tejer alianzas ilegales
de mutua conveniencia con funcionarios gubernamentales locales,
mismas que luego fueron escalando hasta que llegaron a trabajar
articulados con representantes de las más altas esferas de la élite
política y del Gobierno, y, por el otro, también se fueron aliando con
sectores de la clase empresarial, con ciertos segmentos de la cual co-
menzaron a emprender proyectos de mutuo beneficio. Es necesario
reparar en que estas cadenas de actividad y generación de riqueza no
son pequeñas ni despreciables, suponen una estructura compleja ca-
paz de ejecutar la producción, cuidado, traslado y venta clandestinas
de toneladas de drogas, así como de ejecutar el lavado y blanqueo de
jugosos capitales generados en circuitos ajenos a la legalidad.
A esto es a lo que el tpp se refiere cuando habla de la existencia
de una dimensión criminal de la economía, que refiere a la articu-
lación de las actividades económicas ilegales y sus recursos con las
actividades legales. Estas actividades legales en México al mezclarse
y confundirse con las actividades y los fondos criminales dan lugar
a que éstos encuentren en este país una especie de paraíso para su
acción, pues legal e institucionalmente se carece de mecanismos
efectivos para el control consistente de los monopolios, para frenar
el accionar financiero de carácter opaco de los bancos, para lograr
la detección oportuna de operaciones de lavado de dinero sucio,
así como para evitar la manipulación de los mercados financieros,
como insistentemente (y coincidentemente con el tpp) han señalado
el reconocido especialista en economía criminal Buscaglia (2015) y
Kaplan (2015).

79
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

Es debido a todas estas razones que los grandes grupos econó-


micos del país no han mostrado un efectivo interés por erradicar la
economía criminal mexicana; más bien durante décadas han acepta-
do convivir con ella (incluido el narcotráfico y sus crímenes atroces),
en una relación de consistente y perversa utilidad mutua.
Pero no todo concluye ahí. Es necesario sumar a todo esto el he-
cho de que en México se paga uno de los salarios más bajos del mun-
do, en términos comparativos, aprovechando la economía informal y
la sobreoferta de mano de obra (tres de cada cuatro trabajadores en
México son informales).
¿Cómo ha sido que todos estos factores que se mencionaron no
hayan propiciado la destrucción absoluta de la economía nacional?
La respuesta está en las abundantes remesas que provienen de los
mexicanos que trabajan en Estados Unidos, en las actividades cri-
minales y en la llamada economía informal. En efecto, son veintidós
mil millones de dólares anuales en promedio los que los migrantes
envían a sus familiares radicados en México, son alrededor de vein-
tinueve mil millones de dólares anuales los que se generan en activi-
dades criminales o relacionadas con el lavado de dinero, según Bus-
caglia (2015), y a estas cifras habría que sumar, además, los ingresos
que generan las actividades de la llamada economía informal.
Es suficiente con analizar un poco las dinámicas primordiales
del país para constatar que existe un permanente control por par-
te de los intereses norteamericanos sobre la economía, la política
y el accionar de las fuerzas armadas mexicanas, lo cual afecta di-
rectamente al Estado mexicano limitando sus márgenes para desa-
rrollarse democráticamente y llevándolo a desarrollar –como rasgos
estructurales suyos– las prácticas de manipulación, fraude electoral
y corrupción, mediante las cuales garantiza el alineamiento del país
a los proyectos e intereses del norte.

El rostro del neoliberalismo en los países periféricos: capitalismo


criminal y violencia

La investigadora Calveiro (2014) añade algunos elementos relevan-


tes que nos permiten completar el análisis. Ella habla de que en el
capitalismo se ha dado el surgimiento de una nueva fase de acumu-
lación a la que denomina capitalismo criminal, cuyo rasgo central es

80
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

la violencia. Esta pasa de la esfera económica a la política y la social.


A diferencia de lo que el tpp entiende por dimensión criminal de
la economía y con una acepción más profunda, la autora Calveiro
sostiene que el mundo actual comprende extraordinarios niveles de
violencia, cuya manifestación más visible o nivel se alcanza en la lla-
mada guerra, en la lucha contra el crimen organizado y en el aban-
dono del Estado de grandes masas de la población para dejarlas a
merced de abusos de todo orden.
Estas violencias se ejercen mediante circuitos que conectan lo
legal con lo ilegal y lo público con lo privado. En estos escenarios las
estructuras estatales se asocian con las corporaciones privadas en los
procesos de guerra o represión, al tiempo que se crean conexiones
con las redes delictivas. La indefinición entre legalidad e ilegalidad,
que también es auspiciada por los mercados financieros internacio-
nales y su opacidad, conduce a pensar en un capitalismo criminal
como nueva fase de acumulación.
La conexión entre circuitos legales e ilegales surge en el ámbito
económico pero se expande hacia el espacio político, jurídico, social
y represivo. De esta manera, se establece una relación de interde-
pendencia entre lo ilegal y los espacios estatales.
El capitalismo criminal utiliza el miedo y el terror como herra-
mientas de represión. Por un lado, el terror funciona como un impe-
dimento total de la acción y hace uso de la violencia de exterminio,
la cual es constante, masiva, indiscriminada y visible pero negada,
una violencia que no se sabe con exactitud de dónde proviene y que
amenaza potencialmente al conjunto social logrando inmovilizarlo.
Por otro lado, el miedo se imprime mediante tácticas violentas
menores y desde diferentes frentes y planos. El miedo puede sem-
brarse desde el frente económico a partir de la pobreza, la desigual-
dad y la falta de empleo, desde el frente político por medio de la
deficiencia de las instituciones democráticas o desde el frente de lo
social por medio de la ausencia del Estado de derecho. El capitalis-
mo criminal es percibido por la población desde el plano interna-
cional con la llamada guerra antiterrorista, desde el plano nacional
con la llamada guerra contra el narco y en el plano local mediante el
abandono de importantes franjas de población por parte del Estado,
que las desatiende y las deja indefensas ante los explotadores priva-

81
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

dos que hacen uso de diferentes formas de violencia para alcanzar


sus objetivos.
Todas estas formas de la violencia se alimentan desde distintas
estructuras de poder, las que en alguna medida cuidan su constante
irrupción anómala para legitimar las legislaciones y prácticas repre-
sivas de excepción contra terroristas, criminales e ilegales que su-
puestamente amenazan el orden establecido. Es decir, legitiman y
normalizan la suspensión del derecho cuando y donde las diferentes
instancias estatales lo consideren conveniente.
Entonces el miedo puede traducirse en parálisis de la acción, en
huida o en acción. Las dos primeras opciones no combaten al miedo,
sólo lo evitan y eso le da ventaja al que busca causar miedo. En cam-
bio, la acción tiene como objetivo terminar con la fuente del miedo,
combatirla. De esta manera, como dijera Castells (2012), el miedo
se convierte en un elemento fundamental de la resistencia. Para en-
frentar el miedo, el individuo busca información que le permita com-
prender el problema y restablecer redes de confianza y solidaridad
con otros afectados; se reactiva lo común y lo colectivo que da paso
al valor. Finalmente, el valor y el espíritu de lucha se transmiten,
expandiéndose así el espíritu de resistencia.

El Estado narco

Como se podrá apreciar en los párrafos que siguen, el aporte de


Solís (2013) resulta complementario de los anteriores y convincente,
porque en su amplio razonamiento sostiene que la poderosa pre-
sencia del crimen organizado en América Latina, y específicamente
en México, se explica a partir de la convergencia histórica de varias
crisis. Las crisis del modelo de sustitución de importaciones (msi) y la
del capitalismo global, sumadas a la aplicación de políticas neolibe-
rales han sumergido a México en una crisis orgánica constituida por
un déficit de racionalidad en la intervención económica del Estado
y un déficit de legitimidad del Estado y sus instituciones. Todo ello
de tal manera que este panorama ha permitido que el crimen orga-
nizado llene los vacíos que la crisis deja.
En una rápida revisión de la evolución de la economía mexica-
na es posible detectar un viraje en el sistema económico que va del
modelo de sustitución de importaciones a uno de enclave secundario

82
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

exportador, fincado en la presencia cada vez más importante, al inte-


rior del territorio nacional, de las llamadas empresas maquiladoras,
así como en la configuración de un sector industrial crecientemente
desnacionalizado y desintegrado internamente, dominado por gran-
des conglomerados transnacionales.
Como consecuencia del viraje económico, el Estado poco a poco
comenzó a perder poder de decisión sobre la economía del país.
Prueba de ello es la adopción por parte del Estado mexicano de las
políticas de ajuste basadas en la austeridad. Las pequeñas y media-
nas empresas (al carecer de protección por parte del Estado) no pu-
dieron competir contra las grandes empresas maquiladoras. Se pro-
dujo un proceso de desindustrialización precoz y un estancamiento
productivo al tiempo que el capital transnacional, principalmente es-
tadounidense, se convertía en la fracción hegemónica del capital en
la estructura industrial de México. Paralelo a ello, el sector informal
fue creciendo y fortaleció las vías de integración de la ciudadanía con
las actividades identificadas con la ilegalidad.
La crisis económica y el fracaso de los automatismos del mer-
cado preconizados por la ideología neoliberal han contribuido a
profundizar el déficit de legitimidad del Estado, pues al no darse
la esperada reactivación de la economía se ha agravado su déficit
de racionalidad democrática. Por ello, se puede decir que no debe
extrañar que sectores cada vez más importantes de la población vie-
ran en la economía de la droga una alternativa para obtener una
fuente de ingresos que les permitiera acceder a mejores condiciones
de vida, así fuera al precio de su propia vida o de su libertad. Este
fenómeno configura una tendencia hacia una cierta legitimación de
las actividades del narcotráfico, lo que corroe aún más los resabios
de legitimidad que le restan al Estado y alienta el surgimiento de
antivalores que debilitan la cohesión social. A esto hay que agregar
también los altos índices de corrupción de los funcionarios públicos
y la impunidad promovida por el vínculo entre empresarios y clase
política con los miembros del crimen organizado, los cuales minan
la legitimidad de las instituciones. Mientras tanto, por su acción el
Estado aparece a los ojos de todos como un instrumento directo del
capital y de la oligarquía en el poder.
Esta relación simbiótica entre el régimen político neoliberal y el
crimen organizado ha alterado las relaciones sociales de producción

83
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

en el seno del actual régimen de acumulación, dando paso al sur-


gimiento de una nueva forma de Estado: el Estado narco, cuya ex-
presión fenoménica como régimen político neoliberal, autoritario y
clientelista ha sido penetrada en todos sus niveles de gobierno por el
narcotráfico, mientras que la ilegalidad del Estado se traduce en una
parálisis funcional basada sobre todo en el terreno de la corrupción
y la impunidad. Se vive en México en ausencia de Estado de derecho.
Entre los rasgos más sobresalientes del actual régimen econó-
mico-político mexicano están los siguientes: 1) omnipresencia del
crimen organizado y narcotráfico en los diversos aparatos e institu-
ciones del poder público; 2) muy restringida autonomía relativa del
Estado en relación con la oligarquía dominante; 3) férrea y sistemá-
tica política de traslación de riqueza nacional, recursos públicos y
oportunidades de negocio al llamado sector privado, con corrupción
de por medio, mediante diversas vías; 4) persistente, sistemática y
acelerada política de desvalorización del trabajo; 5) utilización de la
corrupción y la impunidad como mecanismos regulares para llevar
a cabo la acumulación del capital y la redistribución del ingreso en
favor de la alianza oligárquica de las clases dominantes y 6) predo-
minio de las finanzas internacionales y de las actividades financieras
especulativas, legales e ilegales.
En el 2006, a la falta de credibilidad del Estado y de sus institu-
ciones se sumó la ilegitimidad de una elección presidencial polémi-
ca. Para subsanar este vacío de legitimidad, Felipe Calderón, el nue-
vo presidente de México, decidió hacer una guerra contra el narco
utilizando toda la fuerza del Estado. Esta guerra desató fuerzas que
han terminado por sustraer del poder del Estado a regiones enteras
del país, donde los cárteles del crimen organizado y del narcotráfico
imponen su ley.
Con un mercado cada vez mayor, el narcotráfico ha podido abas-
tecerse de mano de obra –sicarios, halcones, narcomenudistas, se-
cuestradores, etc.– de las filas de cientos de miles de desempleados
que las grandes decisiones económicas del país han generado, ha
podido adquirir armas sin restricción a partir de la política de venta
de armas de Estados Unidos y ha logrado minar las instituciones a
placer mediante el uso de prácticas de corrupción. De esta manera,
el crimen organizado y el narcotráfico han respondido a la guerra

84
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

del Estado mexicano, y no es de sorprender que la violencia haya


crecido a niveles exponenciales.
El Estado periférico mexicano se presenta como el instrumento
particular de grupos de poder fáctico que se disputan la hegemonía
dentro de una oligarquía facciosa y voraz, de la cual forman parte
los diferentes cárteles de la droga. El Estado de derecho aparece
así como algo inacabado o abiertamente inexistente y la democracia
representativa como una ficción. Es así que como resultado de todo
esto tenemos la emergencia de una nueva forma de Estado capitalis-
ta periférico: el Estado narco.
En un contexto en el que las crisis económicas globales y nacio-
nales persisten, en el que el neoliberalismo y sus instituciones im-
ponen sus programas a rajatabla, el Estado mexicano se encuentra
sumergido en una parálisis que le impide reforzar el capital nacional.
Esto trae como consecuencia el agravamiento de su déficit de racio-
nalidad y socava aún más su ilegitimidad. Con el arribo del priista
Enrique Peña Nieto a la presidencia de México en el 2012, otra vez
tras un proceso electoral sumamente impugnado y obscuro, el Esta-
do narco ha seguido ganando espacios ya que se ha dado continui-
dad a un régimen político neoliberal autoritario e ilegítimo, cuyo
proceder es ajeno a parámetros democráticos. Todo ello deriva en lo
que el tpp ha caracterizado conceptualmente como desvío de poder.

El desvío de poder

El análisis del tpp (2014) al respecto es contundente, y se expone


a continuación en unos cuantos esclarecedores párrafos. El tpp
sostiene que debido a su tradicional buena fama internacional no
se percibe en el exterior la amplitud y la gravedad con que el sis-
tema político mexicano utiliza un esquema de violencia institucional
para imponer políticas económicas que responden al interés de una
minoría y que, por tanto, restringen o conculcan los derechos y los
intereses de grandes sectores de su población. Más allá del habitual
recurso a la violencia opaca del narcotráfico, es el conjunto de las
instituciones del Estado mexicano, en todos sus niveles, el que, por
acción o por omisión, planifica, impulsa y contribuye a mantener
este patrón violento de conducta.

85
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

Esta situación es calificada por el tpp como un desvío de poder.


Es decir, se da una transformación del sentido del poder del Estado.
En México es el aparato estatal el que, a la vez que refuerza, ter-
ceriza y actualiza una tremenda capacidad punitiva, abandona de-
finitivamente toda preocupación por el bienestar de la población,
utilizando el poder público para la consecución de intereses particu-
lares y violando en dicho proceso todas y cada una de las conquistas
históricas de los pueblos en su larga lucha.
Así pues, este desvío de poder se da con el objetivo de favorecer
y garantizar jurídicamente los intereses y privilegios de unas cuantas
empresas trasnacionales y nacionales en contra de los derechos, las
necesidades y aspiraciones históricas del pueblo mexicano.
En México, la función prioritaria del Estado se ha reformulado
hasta convertirlo en organizador y ejecutor de la transformación y
destrucción de las estructuras jurídica y productiva, de despojos y
expropiaciones, de la implementación de masacres, represiones y
numerosas violaciones de ddhh de todo tipo. Sin duda, esta manera
de proceder del Estado ha contribuido importantemente a romper
el tejido social en México.
En todo ese proceso de transformación, afirma el tpp, tienen
responsabilidad cuatro tipos de actores: a) empresas transnaciona-
les, b) Estados de origen de dichas empresas (fundamentalmente
Estados Unidos y Canadá), c) instituciones internacionales como la
Organización Mundial del Comercio (omc), el fmi, el bm, la Organi-
zación Mundial de la Propiedad Intelectual (ompi), entre otras, que
actúan como representantes de las empresas transnacionales y d) el
propio Estado mexicano.

Los informes de los organismos nacionales e internacionales


defensores de los ddhh

Los importantes señalamientos y las denuncias que han ido plan-


teando los ms del país se han complementado (y, en alguna medida,
avalados) en los años recientes por los informes generados y dados
a conocer por los organismos defensores de ddhh que trabajan en
distintas escalas, y que van desde la estatal hasta la internacional.

86
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

En esta investigación se revisaron los informes generados por


algunos de los organismos que gozan de mayor presencia pública
y prestigio en el país. Es preciso señalar que una buena parte de su
prestigio y utilidad parten de que la acepción de derechos humanos
con la que trabajan estos centros es la acepción integral de estos de-
rechos (la cual contempla e incluye los derechos sociales, políticos,
civiles, económicos, culturales, ambientales) y no la acepción restrin-
gida de los mismos, que suele utilizar el Gobierno (la cual ha sido
restringida y sólo es capaz de mirar violaciones a ciertos derechos
civiles y políticos, concretamente los relacionados con los procesos
de detención de personas, buen trato y la correspondiente adminis-
tración de la justicia).
Entre estos organismos civiles prestigiados que mencionamos
están la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos
Todos los Derechos para Todas y Todos (rtdt), el Centro de De-
rechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh), el Centro de
Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria (Centro Vitoria), el
Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Fray-
ba), el Centro para la Paz con Justicia y Dignidad, la Comisión Inte-
ramericana de Derechos Humanos (cidh), etcétera.

Los organismos defensores de los ddhh denuncian graves violaciones


desde el año 2010

En el ejercicio de revisión de los informes que van del año 2010 hasta
2015 es posible observar constantes que revelan que la problemá-
tica señalada no es eventual sino que tiene un carácter estructural,
además de continuidad en el tiempo en lo tocante a los datos que se
ofrecen sobre cómo los contextos condicionan o no la violación de
derechos, en la materia de las denuncias, en el tipo de derechos que
se violan, en el perfil de los violadores, entre otros elementos.
Ya desde el informe del Prodh (2010) se fundamenta y señala a
la pobreza como una condición asociada a las violaciones de dere-
chos, la criminalización de la protesta social, los ataques a los pro-
yectos autonómicos a los que se acusa de perjudicar la paz social, la
militarización, la impunidad, el autoritarismo, los abusos de poder,
la violación de derechos laborales y ambientales y la manipulación
política de carácter mediático. Por su parte, el Centro Vitoria (2010)

87
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

documenta en su informe un amplio conjunto de limitaciones y vio-


laciones a los derechos sexuales, reproductivos, laborales, políticos y
culturales de los jóvenes, así como de la población migrante. De igual
manera, el informe del Frayba (2011) del estado de Chiapas destaca
la violencia generalizada que imponen a la población mayoritaria-
mente indígena y pobre del sur del país los llamados megaproyectos
de desarrollo, con su cauda de despojos de tierras, contaminación
de ríos, militarización y paramilitarización, destrucción del medio
ambiente, limitaciones a la libertad de expresión y el asesinato de
periodistas, entre otras muchas violaciones.

En 2015 los organismos defensores de los ddhh denuncian que las


violaciones han continuado y se han profundizado

Como se podrá apreciar, existe una línea de continuidad en los con-


tenidos y denuncias de los informes, lo que apunta a que las viola-
ciones a los derechos humanos de la población en realidad tienen
causas que en buena medida son de carácter sistémico. Por ser más
recientes, se da más amplitud a los informes de 2015 de los organis-
mos civiles defensores de los ddhh.

Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas


El informe del Frayba (2015) reporta un panorama en el que la situa-
ción general de los derechos humanos se va deteriorando cada día
más, teniendo como uno de los principales agentes de esta situación
al Estado en sus diversos niveles.
El informe denuncia que la militarización que se vive en Chiapas
y otros estados del país aumenta la violencia, el número de los muer-
tos, los desaparecidos, de las personas afectadas que nada tienen que
ver con el crimen organizado; además de que sirve para acotar o
confrontar luchas sociales genuinas, hostigarlas, criminalizarlas para
conseguir, a costa de sangre y fuego, los bienes comunes de las co-
munidades y de las poblaciones con el único objetivo de ponerlos al
servicio de proyectos lucrativos o de negocios ávidos de maximizar
ganancias.
En este afán, el Estado colabora con empresarios tanto transna-
cionales como nacionales o con grupos criminales para explotar los
recursos de las regiones, apostándole a los intereses económicos, pa-

88
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

sando encima de los distintos tipos de derechos de los pueblos, en es-


pecial del pueblo de Chiapas y de los pueblos originarios e indígenas.
Los grupos que responden a esta agresión de los beneficiados
por el sistema resisten a esta violencia y se organizan para buscar
otro destino. Sin embargo, contra ellos se enderezan estrategias de
contrainsurgencia para generar dependencia a la estructura del Es-
tado, para buscar someterlos y para detener su búsqueda y construc-
ción de procesos de autonomía; también se les ataca física y psicoló-
gicamente con acciones de violencia y desalojo de parte de distintos
grupos, por ejemplo, paramilitares.
Por otra parte, el informe del Frayba fundamenta y señala que el
sistema de justicia en Chiapas promueve prácticas como la tortura y
el arraigo, que van en contra de los ddhh y los transgreden.
Según este informe, el Estado en Chiapas es uno de los principa-
les perpetradores de la violencia contra los pueblos. El Estado falta
a su deber de promover, respetar, proteger y garantizar la vigencia
de los ddhh, además de prevenir, investigar, sancionar y reparar sus
violaciones, dejando una situación de impunidad estructural. El Fra-
yba sostiene que el Estado tiene participación directa e indirecta,
por acción y por omisión, en la comisión de crímenes de lesa huma-
nidad, mismos que se han comprobado como ejecución extrajudicial,
desplazamiento forzado, privación arbitraria de la libertad, tortura,
persecución de un grupo o colectividad con identidad propia funda-
da en motivos políticos y étnicos, lesiones graves a la integridad física
y psicológica de pueblos y organizaciones que luchan y construyen su
autonomía.
Sí, el Estado practica métodos represivos y lleva a cabo ocupa-
ción militar, terrorismo de Estado y crímenes de lesa humanidad,
tales como la tortura, desaparición forzada, ejecuciones extrajudicia-
les, desplazamientos forzados y feminicidios.
Respecto de la tortura, en la Ley General para Prevenir, Investi-
gar y Sancionar la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhuma-
nos o Degradantes hay muchos avances, sin embargo, en las leyes de
los estados de la república muchas de las definiciones de tortura son
ambiguas. Esto permite que en la práctica la tortura se pueda tipifi-
car de otra manera, como malos tratos, abuso de autoridad, etc. El
relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (onu),
Juan Méndez, señaló que en México la tortura es generalizada y es

89
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

parte de la cultura judicial (El Economista, 9 de marzo de 2015). Mé-


xico negó el informe del relator (Martínez y Castillo, 3 de marzo de
2016). La implementación de los llamados megaproyectos y la pro-
ducción de su correspondiente desarrollo se dan a costa del someti-
miento, la explotación y, en su caso, la esclavización de los pueblos.
Para lograr la satisfacción de los intereses de los grandes poderes
económicos se necesita efectuar el control geopolítico del territorio.
Es por ello que las leyes se modifican para lograr esos objetivos sin el
mayor problema, dando por resultado que las leyes no están al servi-
cio de los pueblos ni del bien común. Y cuando no se puede lograr el
objetivo mediante la ley, aparece la faceta del Estado criminal; ése
que es capaz de aliarse con el narcotráfico, los grupos delictivos, los
paramilitares y las organizaciones sembradoras de muerte. Se dice
en el informe que el crimen organizado llega a ser un ente orgánico
del Gobierno, de manera que la guerra que se lleva a cabo es contra
los pueblos, no contra el crimen organizado.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos


La situación socioeconómica en México es desigual. Las zonas del
país con mayor nivel de violencia también tienen los más altos índi-
ces de pobreza, desigualdad y marginación.
Los megaproyectos provocan violencia en las comunidades del
país. Sobre todo en las zonas rurales y territorios de comunidades
indígenas se puede encontrar violencia relacionada con megapro-
yectos de extracción de recursos naturales, construcción de presas,
etc. La violencia surge cuando las personas que habitan en esos terri-
torios oponen resistencia a los proyectos; quienes se oponen reciben
hostigamiento y pueden ser desaparecidos o asesinados.
Acerca de los migrantes, la cidh (2015b) sostiene que a través
del uso de la violencia y de la utilización de cifras millonarias para in-
tentar corromper funcionarios y autoridades del Estado, grupos del
crimen organizado manejan el tráfico ilícito de drogas, de armas y la
explotación de migrantes, así como las redes de secuestro y extorsión
de personas, además de que realizan el reclutamiento involuntario
de personas.
Existe una preocupante situación de tráfico ilegal de armas, las
cuales provienen principalmente de Estados Unidos. La cidh reto-
ma las críticas hechas a la guerra contra el narcotráfico y señala que

90
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

esta estrategia no cambió desde 2006 y que ha posibilitado que la


violencia aumente, que haya más desaparecidos y que se incremente
el desplazamiento de miles de personas en el país. En especial esta
situación pone en mayor riesgo a los grupos vulnerables como las
mujeres, la niñez, las personas migrantes, defensores de los ddhh,
periodistas, entre otros. La cidh señala que muchas víctimas denun-
cian que cuando buscan justicia la respuesta del Estado es mera si-
mulación.
Los homicidios en el país se reportan al alza: 151 233 el mes de
agosto de 2015, según el alto comisionado de la onu. Por su parte,
para el 30 de septiembre de 2015 el Estado mexicano reportaba 26
798 personas no localizadas o desaparecidas (Registro Nacional de
Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas cit. en cidh, 2015a).
Menciona la cidh que la violencia en el país está sectorizada de
manera diferenciada. Los estados fronterizos con Estados Unidos
reportan de manera cruda y vívida la violencia relacionada con el
narcotráfico, el crimen organizado y las fuerzas armadas. Por su par-
te, en el sur de México, poseedor de las principales rutas de tránsito
de migrantes, también resienten la violencia relacionada con el tráfi-
co de drogas y armas y la trata de personas. En el centro, por ejem-
plo en Michoacán, se encuentran violentos grupos de narcotrafican-
tes que son despojadores, productores y exportadores de la droga.
Señala que el número de desapariciones forzadas se ha elevado
de forma dramática. Existen mecanismos de la práctica de desapa-
riciones forzadas que incluyen la participación, complicidad y tole-
rancia de los agentes del Estado. Se sabe que muchas denuncias de
desapariciones no se hacen por falta de confianza en las instituciones
estatales, es por ello que el número registrado es irreal.
La desaparición forzada de los 43 jóvenes normalistas de Ayo-
tzinapa, Guerrero, en septiembre de 2014 constituye una grave tra-
gedia para el país en materia de ddhh, y muestra de manera holo-
gramática la colusión existente entre agentes del Estado y los grupos
criminales, así como la impunidad reinante y las graves deficiencias
que sufren las investigaciones sobre este tipo de hechos. Marca que
ante la inoperancia del Estado, los familiares de las víctimas han asu-
mido la búsqueda de sus seres queridos. Las autoridades se hacen
de la vista ciega, no cumplen con su deber de investigar, encontrar e
identificar a las víctimas como les corresponde.

91
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

La cidh ha constatado niveles críticos de impunidad y una aten-


ción inadecuada e insuficiente a las víctimas y familiares, que crea
una situación de impunidad de carácter estructural, la cual tiene el
efecto de perpetuar y en ciertos casos impulsar la repetición de las
graves violaciones a los derechos humanos. Es común que las perso-
nas que buscan justicia sean sistemáticamente violentadas, amenaza-
das, hostigadas, desaparecidas o asesinadas, y que esta situación cree
miedo generalizado en la sociedad mexicana. El Estado de derecho
se encuentra debilitado. Por tanto, el gran desafío del Estado radi-
ca en romper el ciclo de impunidad imperante a fin de lograr una
efectiva prevención, investigación, procesamiento y sanción de los
responsables de violaciones de los ddhh.
La cidh reporta violencia, represión y expresiones de autorita-
rismo estatal, en los casos del asesinato de 22 personas en Tlatlaya,
Estado de México, de la muerte de civiles a manos de elementos de
la Policía Federal en Apatzingán, Michoacán, en enero de 2015, el
presunto enfrentamiento en los límites entre Tanhuato y Ecuandu-
reo, Michoacán, en junio de 2015 en el que perdieron la vida 42 ci-
viles y un elemento de la Policía Federal, entre otros. Menciona que
varias investigaciones y testimonios apuntan a confirmar la presunta
participación de autoridades federales y miembros de las fuerzas ar-
madas en la alteración de la escena del crimen a fin de presentar la
situación como si se tratara de enfrentamientos.
La cidh coincide con otros organismos internacionales al de-
nunciar que en México la tortura es una práctica alarmante y de uso
generalizado por parte de las autoridades. Se presenta frecuente-
mente entre el momento de una detención y antes de que la persona
sea puesta a disposición de un juez. Las detenciones regularmente
son arbitrarias. En la investigación de los hechos ocurridos en Igua-
la, el 77% de las personas investigadas mostraban lesiones corpora-
les, un indicio, por lo menos, de la existencia de apremios ilegales y
posibles torturas perpetradas en su contra.
La cidh también reporta violencia hacia los defensores de los
ddhh, así como hacia quienes buscan justicia y los periodistas, mis-
ma que se ejerce con el objetivo de silenciar las denuncias y los recla-
mos de verdad y justicia, y también perpetuar la impunidad.
La cidh marca que entre los agentes estatales violadores de los
ddhh se ha documentado que los hay de diversos tipos: los pertene-

92
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

cientes a las fuerzas armadas como la Secretaría de la Defensa Na-


cional (Sedena) o la Secretaría de Marina (Semar), los de la Policía
Federal y otros distintos destacamentos policiales de las entidades
federativas y municipales, los elementos de la Procuraduría General
de la República (pgr) y de las distintas procuradurías de justicia de
las entidades federativas, el personal del sistema penitenciario tanto
federal como estatal y los elementos de otras agencias estatales, por
ejemplo, el Instituto Nacional de Migración (inm).
Informa textualmente que “la corrupción y la impunidad han
permitido a las organizaciones criminales desarrollar y establecer
verdaderas estructuras de poder paralelas” (cidh, 2015a: 38). El
narcotráfico se ha vuelto un poder fáctico, al cual se le permite en
muchos casos actuar con impunidad. Entre las actividades delictivas
de estos grupos se señalan asesinatos, extorsión, secuestro, cobro de
piso, robo, mercantilización del fenómeno migratorio, trata de per-
sonas, control y tráfico de armas.
Además, la misma comisión reporta que las fuerzas privadas de
seguridad son otros de los agentes violadores de los ddhh. Su proli-
feración es un fenómeno nuevo y creciente. Reporta la existencia de
empresas privadas que incluso operan algunos centros penitencia-
ros. La ausencia de un marco legal que regule la seguridad privada
preocupa a esta comisión.

Tribunal Permanente de los Pueblos


Finalmente, retomando los aportes centrales de la visión analítica
que el tpp dio a conocer en su sentencia del caso México (2014), se
procede a cerrar este gran apartado sobre la situación real de los
ddhh en México en los últimos años.
Tras celebrar una serie de preaudiencias y audiencias durante
alrededor de tres años en diversos estados del país, y de acopiar una
enorme cantidad de pruebas jurídicamente válidas y testimonios, el
tpp ha podido constatar la extrema gravedad de las violaciones a los
ddhh en México, hasta el punto que habla de la existencia de una
crisis humanitaria generalizada que afecta a muy amplios sectores
de la población y que ha llevado al país a una situación de crisis de
Estado.
Indica el tpp en su sentencia que ha documentado que en México
se han cometido crímenes de lesa humanidad en los cuales es clara la

93
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

línea de conexión entre organizaciones criminales y las instituciones


del Estado (sean éstas fuerzas policiales o militares y grupos para-
militares) que operan a nivel federal, estatal o local. Han existido
crímenes de lesa humanidad en las siguientes nueve modalidades: 1)
asesinato, 2) exterminio (en México ha habido frecuentes masacres
–definidas como ataques a un grupo con un número de cinco o más
víctimas en un mismo hecho– tanto por parte de las fuerzas estatales
como por otros actores armados), 3) esclavitud (se han presentado
también evidencias de la utilización de trabajo esclavo en algunos
casos y territorios), 4) deportación o traslado forzoso de población
(el desplazamiento forzado en México es una realidad que afecta a
cientos de miles de personas). Entre los causantes están los mega-
proyectos mineros e hidroeléctricos o los efectos de la militarización
y violencia desatadas por la llamada guerra contra la droga, 5) encar-
celamiento u otra privación grave de la libertad física en violación de
normas fundamentales de derecho internacional, 6) tortura, 7) viola-
ción sexual, 8) persecución de un grupo o colectividad con identidad
propia fundada en motivos políticos (cabe señalar aquí como uno de
los grupos de personas perseguidas el de los defensores de los ddhh
y del medio ambiente, con el objetivo de eliminar los principales fo-
cos de resistencia a las violaciones de los ddhh y a la destrucción del
medio ambiente, y fomentar el miedo como base de la aceptación
forzada de medidas y de proyectos diversos a las comunidades) y
9) desaparición forzada de personas (el Gobierno federal reconoció
que entre 2006 y 2012 había habido más de 26 000 personas desapa-
recidas o en paradero desconocido).
Los hechos probados ante el tpp no pueden ser comprendidos
como un conjunto más o menos numeroso de crímenes aislados, sino
que por sus características y contexto adquieren en el ámbito inter-
nacional la categoría de crímenes de la mayor trascendencia, mismos
que dan lugar a la responsabilidad penal de los individuos que los
cometen o ayudan a cometerlos.
En el conjunto de las mencionadas audiencias llevadas a cabo
por el tpp han quedado probadas una serie de violaciones a los dere-
chos civiles y políticos, como son los siguientes: 1) obligación general
de respetar los derechos humanos, 2) derecho a la vida, 3) derecho
a la integridad física, 4) derecho a la igualdad y no discriminación
(se puede apreciar el trato diferenciado del Estado si se considera

94
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

quiénes son las víctimas de su poder represivo: los que son miem-
bros de grupos que protestan, quienes disienten de las políticas gu-
bernamentales y quienes reclaman los abusos de poder; en cambio,
las personas que están cercanas a quienes ejercen el poder político,
policial y económico no sólo nunca son reprimidas, sino que gozan
de la protección policial para sus actividades, sean éstas legales o ile-
gales), 5) libertades de expresión, opinión y manifestación (las pro-
testas que se han dado y que fueron documentadas en el tpp han sido
pacíficas y tienen que ver con el reclamo de derechos reconocidos
en la Constitución y en instrumentos internacionales de los ddhh,
mismos que han sido vulnerados por la acción o la omisión del Esta-
do). Por otra parte, en los casos escuchados y analizados por el tpp
se pudo apreciar el grado de intolerancia de las autoridades públi-
cas a la protesta, mediante el uso frecuente de aparatos represivos,
de difamación pública, de deslegitimación de las demandas sociales,
del uso de cercos policiales, de detenciones arbitrarias, agresiones
físicas y golpizas, 6) derecho de asociación y 7) derecho al debido
proceso y a las garantías judiciales.
Poco a poco el miedo se ha convertido en parte de una estrategia
de control de la población. La criminalidad organizada, el secuestro
y tráfico de personas, la expropiación y explotación de recursos natu-
rales implican acciones violentas que generan miedo o terror, las que
en muchos casos, al imponer silencio y disuadir la protesta, violan
derechos fundamentales.
Este esquema dominante someramente descrito impide la vigen-
cia de las libertades de información, expresión y organización. Se
puede detectar en México, con toda claridad, un elevado nivel de
control político de la información. El oligopolio de los medios de
comunicación y su fuerte concentración de información demuestran
cada día una enorme capacidad de controlar la información pública,
lo que está reñido con la vigencia de los derechos ciudadanos y de-
mocráticos.
Sostiene la sentencia del tpp que también se han cometido sis-
temáticamente violaciones a los derechos económicos, sociales y
culturales. Del grupo de los derechos laborales y sindicales, princi-
palmente han sido violados los siguientes: a) derecho al trabajo (la
vulneración del derecho al trabajo tiene un impacto que va más allá
del ámbito laboral, por degradar la vida misma de cada individuo y

95
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

destruir los equilibrios familiares y los tejidos sociales), b) libertad


sindical (se ha evidenciado también una práctica de obstaculización
del ejercicio de asociación y de libertad sindical, hasta llegar a casos
muy graves de persecución de las actividades sindicales), c) derecho
a la negociación colectiva (se ha documentado igualmente la nega-
ción de contratos colectivos de trabajo, lo que implica la imposibili-
dad para los trabajadores y las trabajadoras de definir y regular los
aspectos de las relaciones laborales, cuáles son sus salarios, jornada,
descanso, régimen de despido y en general sus condiciones de traba-
jo), d) derecho a las libertades de pensión (se ha constatado que la
modalidad de subcontratación fomentada por el Estado –denomi-
nada outsourcing– socava los derechos laborales y, en particular, el
derecho a la percepción de pensión, e) derecho a condiciones dignas
de trabajo, f) derechos específicos de las mujeres trabajadoras (se ha
constatado igualmente el alto nivel de discriminación que en el ám-
bito laboral afecta a las mujeres. Entre las formas de discriminación
documentadas están además la de la posibilidad real de acceder al
trabajo y la de la discriminación salarial y ocupacional) y g) derechos
de los trabajadores migrantes y sus familias (la problemática de la
violación a los derechos humanos de las personas migrantes, inclu-
yendo el derecho de tránsito y el de destino de las mismas, involucra
también la responsabilidad de sus respectivos Estados de origen).
Finalmente, y de manera contundente, concluye el tpp que se ha
constatado la responsabilidad de las autoridades de diferentes go-
biernos en el desmantelamiento de las garantías legales, especial-
mente con sucesivas y continuas reformas constitucionales que han
ido implicando una pérdida de los derechos de la población mientras
aumentan las garantías para las empresas transnacionales o las élites
económicas.
Por lo que hace al derecho a la alimentación, en 1983 el presi-
dente Miguel de la Madrid anunció que un millón de campesinos
dejarían de tener acceso al crédito oficial para la producción agríco-
la; al siguiente año agregó otro millón. El presidente Salinas aceleró
ese desmantelamiento y en 1992 impulsó la reforma constitucional
que permitió́ poner en el mercado la tierra ejidal. Lo que se visibili-
za es una intención clara de acabar con la capacidad de los pueblos
y comunidades de asegurar de manera autónoma su subsistencia y
formas de vida, para imponerles su integración en el mercado agro-

96
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

industrial globalizado. Uno de los resultados más visibles de esta


política es que la producción de maíz se ha estancado durante la
última década, mientras que año tras año aumenta la necesidad de
la importación de millones de toneladas de ese grano básico en la
alimentación de los mexicanos. Así pues, la pérdida de soberanía
alimentaria que esta política ha provocado tiene como uno de sus
componentes centrales la modificación inducida de la dieta mexica-
na, con efectos catastróficos. A ello se ha unido la estrategia de pe-
netración del maíz transgénico, promovido por las grandes empresas
transnacionales del sector, con el apoyo decidido de los gobiernos
mexicanos y de una parte de la comunidad científica, lo que ha cau-
sado la contaminación del maíz nativo.
En relación con el derecho a la educación, el tpp sostiene que las
políticas educativas llevadas a cabo por los gobiernos neoliberales
de México han favorecido el deterioro de la enseñanza pública en
beneficio de la privatización de la enseñanza, lo que ha favorecido la
exclusión de una gran mayoría de la sociedad mexicana que habita
en pueblos y comunidades rurales e indígenas.
Destaca también el tpp que se han cometido sistemáticamente
violaciones al derecho al medio ambiente. Las denuncias presen-
tadas en las preaudiencias y en la audiencia complementaria sobre
devastación ambiental que organizó el propio tpp, señalaron pro-
blemas ambientales que beneficiaban a 211 empresas nacionales
y transnacionales, las que a su vez afectaban a 433 municipios de
21 entidades federativas del país, en los que habitan unas cuarenta
millones de personas, esto es, una tercera parte de la población de
México. El país vive una crisis ambiental de enormes proporciones.
Destaca el tpp la afirmación del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (inegi) de que en los veinte años posteriores a la entrada
en vigor del tlcan México perdió el 34.68% de sus bosques y selvas.
El 70% de los ríos del país están gravemente contaminados. Esto se
debe en parte a que se da preferencia a la minería, la petroquímica,
los proyectos industriales y los agroindustriales. Estos proyectos no
sólo acaparan el agua, sino que la inutilizan con sus descargas al am-
biente. El acaparamiento y destrucción de las cuencas hidrológicas,
así como la sobreexplotación y contaminación de decenas de acuífe-
ros obliga ya a transferir millones de metros cúbicos de agua entre
cuencas a un costo económico, energético y ambiental impagable,

97
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

generando migraciones forzadas en las cuencas saqueadas, la desa-


parición de comunidades y culturas, la intoxicación y destrucción de
la salud de miles de personas en las regiones saqueadas y el despojo
de bienes y patrimonios naturales, culturales y sagrados asociados
con el agua que sostienen la vida de los pueblos. Ha sido inmiseri-
corde la depredación ambiental aparejada a la grave afectación y
destrucción cultural de los pueblos afectados por ésta.
Se han cometido sistemáticamente violaciones a los derechos co-
lectivos de los pueblos indígenas. Aunque la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos reconoce los derechos de los pueblos
indígenas a la libre determinación y autonomía, muchos de los tes-
timonios escuchados por el tpp permitieron ver no sólo la compleja
diversidad étnica de México sino también las históricas, reiteradas y
constantes violaciones a los derechos de los pueblos indígenas.
Organizaciones internacionales de ddhh han constatado la
existencia en México de un mecanismo estructural que da lugar a la
impunidad. La cidh ha indagado en los niveles de impunidad que
reflejan los casos de los feminicidios de Ciudad Juárez. Por su parte,
Amnistía Internacional (ai) ha retratado el panorama general de la
impunidad en México. Según ai, en el lapso de finales de 2006 y
2012 ha habido 7 441 denuncias por abusos cometidos por las fuerzas
armadas, de las que, sin embargo, solamente se habían derivado 27
condenas; según fuentes oficiales mexicanas, en 2013, de 33.1 millo-
nes de delitos cometidos y denunciados, solamente el 6.2% fueron
esclarecidos.

Movimientos sociales relevantes del periodo 2011-2016

A continuación se presentan breves relatos de algunos de los ms


mexicanos más destacados del último lustro. Cabe decir que su voz
es paradigmática, pues expresa a cabalidad los agravios que la mayo-
ría de la población está viviendo, lo que está denunciando y lo que
está haciendo para plantear desacuerdos y retos a sus oponentes con
tal de conseguir la vigencia de sus derechos o construir alternativas.
Así como son los ms representativos de lo que ha estado sucediendo
en el país, son también los que lograron mayor cobertura por parte

98
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

de los medios de comunicación nacionales e internacionales en los


últimos cinco años.

El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad

El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (mpjd) surgió en


2011 en Cuernavaca, Morelos, después del asesinato de Juan Fran-
cisco Sicilia Ortega, hijo del poeta Javier Sicilia, éste último recono-
cido también por sus opiniones críticas hacia el Gobierno mexicano.
El intento de las autoridades por criminalizar a su hijo y relacionar
su muerte con el crimen organizado indignó al poeta (Sicilia, 2011)
y lo motivó a exigir al Gobierno la dignificación de su hijo en calidad
de víctima y que se hiciera justicia ante el crimen (Morelos, 29 de
marzo de 2011).
Ante la falta de resultados por parte de las autoridades en el
esclarecimiento del crimen contra su hijo, Sicilia decidió salir a las
calles, recuperando el espacio público que el terror de la violencia
les había arrebatado a los ciudadanos en el país, para demostrar su
dolor y su indignación. Sus amigos y familiares formaron el contin-
gente en esa primera protesta en Cuernavaca el 28 de marzo de 2011
(Morelos, 29 de marzo de 2011). Pero más importante que la solida-
ridad de la gente fue la identificación de miles de personas alrededor
del país con el caso de Sicilia: familiares y amigos de víctimas que
demostraban que en el país la paz se había perdido a partir de la im-
plementación de la guerra contra las drogas del gobierno de Felipe
Calderón. Por otro lado, los niveles de impunidad en los casos que
poco a poco fueron descubriéndose, dejaban en claro que la justicia
era una fantasía en México (Alonso y Alonso, 2015).
Ante este escenario, el 6 de abril Sicilia convocó a una marcha
para exigir una solución a la violencia generalizada en el país. Esta
marcha salió de Cuernavaca con destino a El Zócalo, en la capital del
país. La demanda particular del caso de Juan Francisco se convirtió
así en una exigencia de carácter nacional. Dicha caminata convocó
a más de veinte mil ciudadanos (El Universal, 15 de enero de 2014).
Dado el carácter público del poeta Javier Sicilia, su trayectoria
como colaborador de diversas revistas y diarios nacionales y su rela-
ción dentro del ámbito intelectual y artístico del país, la convocatoria
posterior para llevar a cabo una caravana por el norte del país tuvo

99
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

gran repercusión. Numerosas organizaciones lo siguieron a lo largo


de este camino denominado la Caravana por la Paz, recogiendo tes-
timonios, atendiendo víctimas y develando los nefastos resultados
ocultos de la guerra contra el narcotráfico (Alonso y Alonso, 2015).
Al final de la caravana en Ciudad Juárez, entidad emblemática
por sus altos niveles de violencia de género, se realizaron múltiples
mesas de trabajo conformadas por víctimas, miembros de organiza-
ciones civiles, académicos y activistas de todo el país en las cuales se
discutieron las principales problemáticas de la sociedad mexicana y
sus posibles soluciones desde el gobierno y desde la sociedad. Los
resultados fueron revisados y aprobados en una asamblea plenaria.
Era un Pacto Nacional por la Paz (pnp) impulsado por ciudadanos
pero que involucraba a todos los actores políticos y sociales del país
(mpjd, 10 de junio de 2011). En él se resumían las demandas y la
agenda de lo que se conocería como el mpjd:
1) Esclarecer los asesinatos y desapariciones y nombrar a las vícti-
mas.
2) Fin a la estrategia de guerra y que se asuma un enfoque de segu-
ridad ciudadana.
3) Combatir la corrupción y la impunidad.
4) Combatir la raíz económica y las ganancias del crimen.
5) La atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de
recuperación del tejido social.
6) Democracia participativa y democratización de los medios de
comunicación.

Aunque la organización del movimiento es considerada horizontal,


está conformada por un núcleo central encabezado por Sicilia y otros
personajes de la vida pública del país. Este núcleo llevaba la batuta
general en cuanto a la estrategia de acción. Las caravanas posterio-
res por el resto del territorio nacional e incluso por Estados Unidos
fueron promovidas desde ahí (Alonso y Alonso, 2015).
Sin embargo, una de las acciones más polémicas impulsadas fuer-
temente por el propio Javier Sicilia fue entablar un diálogo directo,
público y abierto con el presidente, impulsor de la guerra contra el
narco, Felipe Calderón Hinojosa. Los Diálogos por la Paz o Diálo-
gos de Chapultepec fue la manera en la que se conoció a las charlas
que se mantuvieron por parte del mpjd con el jefe del Ejecutivo, la

100
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

primera en junio y la segunda en octubre del 2011. La intención era


exponer ante el presidente las consecuencias de la política de segu-
ridad que se había mantenido desde diciembre de 2006 y, a partir de
eso, llegar a acuerdos para su modificación (Martínez, 24 de febrero
de 2012).
Aunque con una menor repercusión mediática, también se lleva-
ron a cabo diálogos con el Poder Legislativo y con los candidatos a
la presidencia de país de las próximas elecciones, las cuales se reali-
zarían en el 2012. El encaramiento con los miembros del Congreso y
con el sucesor de Calderón, Enrique Peña Nieto, marcaría las bases
de uno de los principales resultados del movimiento: la promulga-
ción de la Ley General de Víctimas en 2013. Aunque los miembros
del mpjd se encargaron de elaborar una propuesta de ley para su
rápida sanción (Azaola, 2012; Gil, 2012), Calderón, en un acto de
traición hacia los Diálogos por la Paz, suspendió la revisión de la
propuesta dejándola en la congeladora y asegurándose de que por
lo menos durante el resto de su gestión no se promulgara (Alonso y
Alonso, 2015).
Fue a partir de este golpe por la espalda propinado por su prin-
cipal interlocutor, Felipe Calderón, que el mpjd, que seguía con las
asambleas y caravanas, comenzó a declinar. Sin la interlocución con-
sistente con Felipe Calderón, el mpjd, que funcionaba en la lógica
de diálogo con el Estado, perdió gran parte de su impulso. Incluso
el propio Javier Sicilia decidió apartarse del puesto de vocero y líder
moral del movimiento debido a la traición de Calderón (Islas, 2016).
En 2013, dos años después de haber surgido el movimiento, en-
tre los principales resultados de éste destacaron el hecho de que se
visibilizaron y dignificaron las víctimas de la guerra contra el narco-
tráfico, se demostró lo contraproducente de la estrategia de Calde-
rón contra el narcotráfico, se reactivaron innumerables indagatorias
e investigaciones que habían quedado suspendidas y se aprobó, con
todo y sus deficiencias, la Ley General de Víctimas en el 2013, a
manera de muestra de respaldo y continuidad discursivos por parte
del gobierno priista de Enrique Peña Nieto hacia la estrategia de
seguridad de su antecesor (Islas, 2016).

101
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

El movimiento de las autodefensas en Michoacán

Desde la aparición de los Caballeros Templarios, grupo criminal que


surgió como una escisión del cártel La Familia Michoacana, los crí-
menes contra los civiles se agudizaron en Michoacán, estado ubicado
en el centro del país. Extorsiones –que afectaban desde pequeños
comerciantes hasta grandes exportadores–, secuestros y robo de
mujeres se cometían en la entidad con total impunidad (Zepeda,
23 de febrero de 2014; Villamil, 2014). Esta situación fue creciendo
durante dos años hasta que el hartazgo popular pudo más que el
temor. El 24 de febrero de 2013 los habitantes de los poblados de La
Ruana y Tepalcatepec (en la zona michoacana de Tierra Caliente) se
armaron para combatir a los miembros del grupo criminal Caballe-
ros Templarios. Así nacieron los grupos de autodefensa (ga).
La expansión de estas autodefensas fue explosiva. A un año de
su surgimiento, controlaban ya más del 50% del territorio michoaca-
no (Valdivia, 2014), por lo que poco a poco el problema de la inse-
guridad en que se vivía se iba solucionando. Hasta entonces, los ga
habían logrado mantener la paz por medio de una modesta coordi-
nación con las fuerzas armadas federales y el hermanamiento con
cada nuevo grupo de ciudadanos armados que surgía en diferentes
comunidades (Emmerich, 31 de enero de 2014; Guerra, 2015).
Sin embargo, fue a principios de ese mismo año cuando el Go-
bierno federal decidió cambiar su postura inicial ante el fenómeno.
El 13 de enero de 2014, el entonces gobernador Fausto Vallejo y el
secretario de Gobernación del país, Miguel Ángel Osorio Chong,
firmaron un acuerdo en el que se especificaba el apoyo especial por
parte de fuerzas federales, el cual garantizaría la seguridad en todo
el estado de Michoacán. En ese mismo acuerdo se exhortaba a los
miembros de los ga a deponer las armas, a regresar a sus lugares
de origen y a reintegrarse a sus trabajos (Zepeda, 23 de febrero de
2014).
Ante la negativa de algunos y la cooperación de otros se llevaron
a cabo los desarmes y la institucionalización del movimiento. Entre
los que se negaron a legalizarse se encontraba el doctor José Manuel
Mireles (Guerra, 2015). Su falta de cooperación con el Gobierno
federal generó que lo convirtieran en criminal, debido a la portación
de armas. La detención de Mireles por parte de los elementos de las

102
Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

fuerzas armadas federales se llevó a cabo el 27 de junio del 2014 en


Acalpican, Michoacán. La agencia de noticias Sin Embargo el 23 de
febrero de 2016 señaló lo siguiente: “Manuel Mireles, quien fue líder
y vocero de las autodefensas en el municipio de Tepalcatepec, fue
acusado por delitos contra la salud y presunta portación de armas
de uso exclusivo del Ejército” (Rincón, 23 de febrero de 2016). El
movimiento de las autodefensas se quedó así sin su principal vocero
y líder moral (Milenio, 12 de febrero de 2014).
El jueves 2 de febrero, a punto de cumplirse tres años de su apa-
rición, se hizo oficial el fin de los ga en Michoacán. En un even-
to encabezado por Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa
Nacional, y por Silvano Aureoles Conejo, gobernador del estado de
Michoacán, se reconoció que hubo un momento en el que fue nece-
saria la intervención de los civiles en la lucha contra la delincuencia
y el crimen organizado, pero que eso quedó atrás, puesto que en
Michoacán se haría valer la ley (El Universal, 11 de febrero de 2016).

El movimiento de la comunidad indígena de Cherán

El 15 de abril de 2011, los habitantes del municipio de Cherán, indí-


genas purépechas, alzaron la voz con un “ya basta” en contra de los
talamontes, integrantes del grupo criminal La Familia Michoacana
y de la indiferencia del gobierno municipal a cargo de Roberto Bau-
tista (2008-2011). El bosque, que en 2008 contaba con 27 000 ha,
había sido reducido a sólo 7 000 ha en el año 2011 (Calveiro, 2014).
La presencia de partidos políticos y su competencia habían lo-
grado dividir a la comunidad. En el año 2008 en un tejido social lleno
de fisuras logró colarse al municipio el crimen organizado (Calvei-
ro, 2014). Tres años después, los habitantes de la comunidad indíge-
na Cherán se encontraban hartos de ver cómo su bosque se estaba
consumiendo y el Gobierno municipal no hacía nada al respecto,
pues gozaban de impunidad quienes ejecutaban la tala clandestina
del bosque que el crimen organizado había ordenado. La ausencia
de castigo se explica por la relación de complicidad existente entre
el Gobierno municipal y el grupo criminal La Familia Michoacana,
que se fortaleció desde 2008 cuando entró a la presidencia municipal
Roberto Chapina Bautista del Partido Revolucionario Institucional
(pri) (Vice, 2013).

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

El crimen organizado se encargó de mantener atemorizada a la


comunidad por medio del uso de violentas tácticas como el acoso,
violación, desaparición y asesinato de miembros de la comunidad de
Cherán (Campos y Partida, 20 de abril de 2015). Sin embargo, tras
tres años de vivir con miedo, un grupo de mujeres se organizó para
demostrarle al Gobierno municipal y al crimen organizado la fuerza
que tenía su dignidad como pueblo indígena, para mostrar el hartaz-
go que provocó la indiferencia cómplice mostrada por el presidente
municipal.
Por la mañana del 15 de abril de 2011, las mujeres y los jóvenes
se convirtieron en los actores protagónicos que lograron movilizar
a los habitantes del municipio para defender su bosque. Armados
con palos, piedras y hasta con armas lograron detener a los crimi-
nales que se habían encargado de talar cerca de 20 000 ha de su
bosque. En esta acción de la comunidad atraparon a dos talamontes
y quemaron sus respectivas camionetas cargadas de madera, pues
llegaban a circular diariamente alrededor de doscientas camionetas
cargadas con leña. El presidente municipal trató de disuadir al mo-
vimiento alegando la presencia del narcotráfico en la organización
popular, pero fue éste quien junto con sus cómplices tuvo que aban-
donar el territorio de Cherán.
Una vez recuperado el municipio, los habitantes vieron la ne-
cesidad de cerrarlo. “Cherán se bloqueó durante 15 días y todo se
concentró en la defensa. Fue un momento de corte, de excepción,
de cierre de la comunidad sobre sí misma” (Calveiro, 2014: 208).
La primera decisión de la comunidad fue desconocer a la autoridad
municipal y exigir la salida de los partidos políticos del municipio,
dejando a la Iglesia católica fungir como la interlocutora con otras
instituciones y dependencias del exterior del municipio, como el Go-
bierno federal y el estatal. Por su parte, el Gobierno estatal se encar-
gó de mantener incomunicada a la comunidad, pues hizo cortar las
líneas de teléfono y no hubo en Cherán señales de radio ni televisión
durante tres meses.
Después del desconocimiento del Gobierno municipal, se for-
maron cinco barricadas para vigilar las entradas y salidas del mu-
nicipio, con el objetivo de revisar cada vehículo y evitar el ingreso
de bebidas alcohólicas y de drogas a la comunidad. Estas barricadas
fueron operadas por integrantes de la Ronda Comunitaria, formada

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Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

por voluntarios desde la toma de Cherán, que además se encargaron


de patrullar el municipio y vigilar el bosque.
En cada esquina de las calles del pueblo se establecieron foga-
tas por las noches con el fin de reunir a los habitantes para hacerse
cargo de su territorio y, al volver a relacionarse y a hablar entre sí,
facilitar el restablecimiento del tejido social (Calveiro, 2014). En es-
tas fogatas se habló mucho de las necesidades de la gente del pueblo
y fueron la primera instancia en que se generaron las peticiones e
ideas que después se habrían de llevar a la asamblea de los cuatro
barrios del pueblo (integradas por los habitantes de Cherán mayores
de 18 años) y, después, al Consejo Mayor. En esas fogatas salieron
las propuestas de nombres de las personas que deberían formar par-
te del Consejo Comunal o Mayor (Calveiro, 2014).
El Consejo Comunal de doce integrantes se formó a partir de
la elección de tres representantes de cada uno de los cuatro barrios
en que está dividido el pueblo. Para formar este consejo se retomó
la forma de gobierno indígena tradicional purépecha. Se buscó que
ésta, basada en usos y costumbres indígenas, fuese reconocida por las
instancias del Estado, pero el Congreso local de Michoacán desechó
esta petición de reconocimiento. Tras hacer muchas gestiones, por fin,
el día 2 de noviembre del 2011, se logró que esta forma de gobierno
fuese reconocida por la Sala Regional del Tribunal Electoral del Po-
der Judicial de la Federación, correspondiente a la Quinta Circuns-
cripción Plurinominal Electoral, con sede en la ciudad de Toluca de
Lerdo, Estado de México (tepjf, 2011; Martínez, 4 de mayo de 2015).
Durante más de cinco años de autogobierno ha habido en Che-
rán diversos procesos comunitarios, incluyendo los de algunos ciu-
dadanos que insisten en la conveniencia de reinstalar las instancias
partidarias. El Consejo Mayor ha habilitado diversos Consejos Ope-
rativos y Comisiones, que tienen el encargo de atender las necesi-
dades y sugerencias de los habitantes participantes en las fogatas y
en el proceso. Estas instancias elaboran sus planes de trabajo, por
ejemplo, la instalación de un vivero que en el año 2013 contaba con
doce mil pinos, para que cada temporal de lluvias la comunidad pue-
da ir llevando a cabo la reforestación de su bosque. En estos planes
se incluye a los miembros de la comunidad que, por causas de la
migración de sus familiares a Estados Unidos, se encuentran solos, a
las mujeres y a las personas de la tercera edad.

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

En mayo de 2015 se nombró al segundo Consejo Mayor, el cual


fue elegido por las asambleas de los cuatro barrios; además, se insta-
laron dos nuevos Consejos Operativos, a petición de los habitantes
de Cherán (Campos y Partida, 20 de abril de 2015).

El movimiento por Ayotzinapa

El movimiento por Ayotzinapa surgió a partir de los hechos violen-


tos del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, en los cuales
6 estudiantes normalistas fueron asesinados mientras que otros 43
fueron víctimas de desaparición forzada. El motivo oficial fue la
detención de estudiantes normalistas por sus supuestos vínculos
con grupos del narcotráfico. Las víctimas fueron estudiantes de la
Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Los per-
petradores de los crímenes eran miembros de las policías municipal,
estatal y federal, así como elementos del Ejército Mexicano en com-
plicidad con miembros del crimen organizado, el alcalde y el gober-
nador de Guerrero. La lista sigue en ascenso jerárquico, tal y como
lo expresaran los padres de los normalistas con la consigna “Tope en
donde tope”.
Los normalistas sobrevivientes al ataque, así como sus compa-
ñeros solidarizados con los desaparecidos, fueron poniendo plazos
para que los 43 desaparecidos fueran entregados con vida. Todos
los plazos se fueron venciendo sin éxito. La noticia se hizo viral en
medios nacionales e internacionales y numerosas muestras de apoyo
se hicieron visibles a lo largo y ancho del país y del mundo. Las in-
vestigaciones eran poco precisas y sin resultados, se sospechaba que
las autoridades sabían más de lo que decían.
Dado el precedente de los Diálogos por la Paz establecidos entre
el mpjd y Felipe Calderón, los padres de los estudiantes desapareci-
dos se reunieron con el presidente Enrique Peña Nieto (Rea, 10 de
diciembre de 2014). La reunión fue tensa. Los padres de familia le
hicieron saber al presidente que no confiarían en él ni en su gobier-
no hasta que sus hijos aparecieran o se vieran avances claros en la
investigación. Tras los retrasos en la investigación oficial, surgió una
investigación alternativa liderada por los propios padres de familia
con el apoyo de distintas organizaciones no gubernamentales (Alon-
so y Alonso, 2015). En las sierras de Guerrero fueron encontradas

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Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

numerosas fosas clandestinas con cuerpos de personas que no eran


los de los estudiantes normalistas desaparecidos.
Para entonces, los ecos de indignación generados por los asesi-
natos y las desapariciones forzadas se expresaban a lo largo y ancho
del país en una amplia e impresionante movilización social. Cientos
de miles de personas se sumaron a las jornadas nacionales de pro-
testa e indignación, a los paros y las marchas multitudinarias. Ecos
similares de este profundo descontento se registraron visiblemente
en muchos países y en las redes sociales.
El caso Ayotzinapa puso al descubierto los altos niveles de impu-
nidad e inseguridad que se han estado viviendo en el país, pero sobre
todo la articulación existente entre los grupos del crimen organizado
y los agentes del Estado (Alonso y Alonso, 2015). Prueba de ello
fue el descubrimiento de que el alcalde de Iguala, José Luis Abarca,
y su esposa mantenían estrechos nexos con el narcotráfico. Fueron
señalados como los principales responsables del crimen en contra de
los estudiantes y detenidos en noviembre de 2014. La licencia indefi-
nida que a toda prisa tuvo que gestionar el entonces gobernador del
estado de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, fue otro de los resulta-
dos de las investigaciones oficiales que apuntan en el sentido de esa
complicidad criminal.
Sin embargo, la demanda principal del movimiento sigue sin
encontrar satisfacción: la aparición con vida de los 43 estudiantes.
Las investigaciones resultaron tortuosas y truncas, y al descubrirse
la colusión existente entre el crimen organizado y los agentes del
gobierno, los padres de los estudiantes dejaron de confiar en ellas.
Las muestras de indignación masivas en todo el país y la des-
calificación de los hechos por parte de la comunidad internacional
seguían creciendo mes a mes, lo cual se tradujo en una urgencia para
el Gobierno mexicano: darle carpetazo al asunto. El procurador
general de la república, Jesús Murillo Karam, fue el encargado de
presentar al público la llamada verdad histórica sobre el caso: los 43
normalistas fueron trasladados al basurero de Cocula e incinerados
ahí, en una pira al aire libre, durante la madrugada del 27 de sep-
tiembre, razón por la cual sería imposible recuperar los restos. Con
esa verdad histórica, según el Gobierno, el caso estaba resuelto y los
principales culpables ya habían sido encarcelados. Por supuesto que
esta versión oficial de los hechos fue masivamente rechazada.

107
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

Los padres de los estudiantes y muchos más normalistas con-


formaron entonces la Asamblea Popular Nacional (apn), en alianza
con numerosas organizaciones, movimientos y comunidades autó-
nomas. Lo que se impulsó a partir de esta asamblea en coordinación
con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh) y el Esta-
do mexicano (que tuvo que participar en la decisión a regañadientes)
fue que un grupo interdisciplinario de expertos independientes –que
asegurara un trabajo serio y objetivo– llevara a cabo una investiga-
ción alternativa (Alonso y Alonso, 2015).
Mientras esta investigación se llevaba a cabo, los padres de los
normalistas desparecidos y otros estudiantes normalistas emprendie-
ron caravanas de denuncia del horror y exigencia de verdad por todo
el país y visitaron instancias internacionales y universidades; buscaban
señalar la responsabilidad de las diferentes instancias del Gobierno
mexicano y de las fuerzas armadas en estos nefastos hechos, así como
denunciar su corrupción e impulsar la construcción desde abajo de
una nueva sociedad en la que rija el Estado de derecho.
Entre los logros más importantes del movimiento hasta julio de
2016 están la detención de José Luis Abarca Velázquez y de su espo-
sa María de los Ángeles Pineda Villa, la salida por licencia indefinida
del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, el hecho de que
gracias a las investigaciones independientes coordinadas por los pa-
dres de los estudiantes se descubrieron fosas clandestinas y, con ello,
se conoció el paradero de otros muchos desaparecidos, además se
impulsó que varias poblaciones fueran encontrando sus propias for-
mas de organización autónoma del gobierno y de la clase política. En
síntesis, se ha logrado poner en jaque al Estado mexicano a partir de
la exhibición ineluctable de los altos niveles de corrupción y colusión
con el crimen organizado que tienen instituciones como el Ejército
Nacional, la Policía Federal, las policías estatales y municipales, las
alcaldías y las gubernaturas (Alonso y Alonso, 2015).
La gran movilización social que se ha dado alrededor del caso
Ayotzinapa ha afectado fuertemente al gobierno de Enrique Peña
Nieto, que ha sido exhibido internacionalmente como un gobierno
corrupto, criminal, represor y asesino. El caso Ayotzinapa vino a se-
pultar definitivamente la imagen de presidente salvador de México
que, utilizando cuantiosos fondos públicos, ordenó construir en los
medios de comunicación nacionales e internacionales.

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Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

Cabe mencionar también que aunque el movimiento por Ayo-


tzinapa ha tenido momentos de ascenso y descenso en cuanto a su
cobertura en medios se refiere en estos casi dos años, a la fecha si-
guen dándose diversas acciones alusivas al tema en todo el país y en
otros países desde diversos frentes de lucha. La publicación de li-
bros, artículos, documentales, festivales y ciclos de conferencias son
sólo unos pocos ejemplos de que es un potente movimiento social de
larga duración.
Las acciones estratégicas del movimiento posibilitaron que éste
fuera creciendo hasta alcanzar la internacionalización. El manejo
de las redes sociales como herramientas de expansión del mismo ha
sido una de las claves para ello. La intervención de la cidh ha sido
otro factor de los innegables alcances internacionales que han lo-
grado las demandas de los padres de los normalistas de Ayotzinapa.
También es necesario resaltar la sinergia que este movimiento ha
logrado generar con otras muchas organizaciones, movimientos, sec-
tores vulnerables y pueblos en lucha del país. Esta relación-acción
con muchos otros ha dotado de complejidad y capacidad de trans-
formación social al movimiento.
El movimiento por Ayotzinapa es la expresión de una gran con-
vergencia popular nacional e internacional que opone resistencia so-
cial y política a la globalización que impone el capitalismo neoliberal
para llevar a cabo el despojo de recursos, la destrucción de la cultura,
la explotación de la mano de obra de los pueblos con la connivencia
del Estado y sus grupos criminales aliados (Alonso y Alonso, 2015).

El movimiento de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores


de la Educación

La Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación


(cnte) surgió en el estado de Chiapas los días 17 y 18 de diciembre
de 1979, debido a la inconformidad del magisterio con las prácticas
antidemocráticas que han regido al Sindicato Nacional de los Traba-
jadores de la Educación (snte) desde hace décadas. Esta expresión
de inconformidad magisterial tiene como base una serie de legítimas
demandas históricas que mantiene vigentes hasta la fecha: la demo-
cratización del snte, la democratización de la educación y la demo-

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

cratización del país entero, con lo cual se dota de carácter nacional


al movimiento (Hernández Navarro, 2011).
La primera etapa histórica de la cnte, que va de 1979 a 1983,
consistió en posicionarse en los diferentes estados-secciones sindi-
cales del país. A partir de 1984 y hasta 1988 el movimiento sufrió
duros embates represivos, tanto del Gobierno como de la Secretaría
de Educación Pública (sep), por lo cual se caracteriza a esta segunda
etapa como un periodo de repliegue y reflujo. Es en 1989 cuando,
agudizadas la lucha y la resistencia, se llevó a cabo la primera huelga
nacional del magisterio mexicano. Entre los logros de esta acción sin
precedentes están el haber roto con el tope salarial de 10%, alcan-
zando el 25%, además de la conquista de la sección 9 del snte en el
Distrito Federal, la integración paritaria de la sección 10 y las rein-
corporaciones de comisionados de la cnte en varias secciones del
país. También se logró derrocar al grupo Vanguardia Revolucionaria
(vr) del snte y a su líder Carlos Jongitud Barrios, quien fue dirigen-
te del snte y promotor del sindicalismo institucional o charro. A esta
etapa de auge se le conoce como la Primavera Magisterial. Desde
entonces los paros, las huelgas y los plantones han sido los métodos
de luchas más utilizados por los maestros de la cnte, además de la
negociación política.
Después del auge magisterial vino la contraofensiva del Gobier-
no. Con el apoyo del entonces recientemente nombrado presiden-
te Carlos Salinas de Gortari, Elba Esther Gordillo Morales, alias la
Maestra, fue impuesta en 1989 como sucesora de Jonguitud Barrios,
tomando así el control del snte. Junto con la llegada de Gordillo a
uno de los puestos más importantes para la política nacional, fueron
impuestas en el país las llamadas políticas neoliberales, impulsadas
por los gobiernos tecnócratas. El control y la influencia ejercidos
por Elba Esther Gordillo por medio de la cooptación y la represión,
frenaron durante años el avance democrático buscado por la cnte,
estancaron la educación y las condiciones laborales y de vida de al-
rededor de un millón doscientos mil maestros del país (Hernández
Morales, 2011).
Disputas políticas dentro del partido en el gobierno acabaron
mandando a Gordillo a la cárcel y poniéndola fuera de la escena
política en 2012. La cnte buscó entonces reactivar los procesos de
democratización. Sin embargo, otro obstáculo surgiría en su camino,

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Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

ahora procedente del Gobierno federal, específicamente del presi-


dente priista Peña Nieto, quien maniobró con varios partidos po-
líticos aliados a él hasta conseguir que el Congreso dictara, bajo el
nombre de reforma educativa, una reforma laboral y administrativa de
carácter neoliberal que afecta sensiblemente los ddhh y constitucio-
nales del magisterio nacional, así como allana el camino para realizar
la privatización de la educación en el país, que recomienda la Orga-
nización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos  (ocde) y
ansían los grandes empresarios nacionales e internacionales.
A partir de 2013 el objetivo más relevante de la cnte ha sido re-
vertir la tal reforma educativa del gobierno neoliberal de Peña Nie-
to, en particular las arbitrarias modificaciones hechas a los artículos
3 y 73 de la Constitución, que protegen derechos esenciales de los
trabajadores (Durán, 28 de agosto de 2013).
La batalla ha sido continua desde hace décadas y la cnte ha
construido aliados en otros campos de la lucha social. La experiencia
más reciente es su activa participación en el movimiento por Ayotzi-
napa. En síntesis, la cnte se ha autodefinido como un movimiento
de masas y de clases que ha resistido los embates del sistema neo-
liberal y antidemocrático durante casi cuatro décadas (cnte, 31 de
junio de 2009).
En la actualidad, la lucha más importante de la cnte es la que
se ha dado contra la reforma educativa, que impulsa sin cesar un
bloque de fuerzas poseedor de muchos recursos y muy bien defini-
do: el gobierno de Peña Nieto, los empresarios de la asociación civil
Mexicanos Primero, los medios de comunicación sumisos y el duo-
polio televisivo, la ocde, los actores impulsores de la globalización
neoliberal, la cual, sostienen los profesores miembros de la cnte,
vulnera el derecho del pueblo a la educación pública y gratuita, así
como los elementales derechos laborales del magisterio mexicano
(Cisneros, 2016).

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

Conclusión. ms mexicanos: denuncia y resistencia


ante las 3 aristas constitutivas del agravio: la inserción
subordinada en la globalización neoliberal, la economía
criminal y el Estado narco

A manera de conclusión, el siguiente análisis parte de una clara ins-


piración toureniana y castellsiana (que incluye los puntos aportados
por Touraine de identidad, oponente y objetivos del ms, y añade el
contexto o procesos que provocan la existencia del mismo), porque
se centra en la comprensión de los ms que aparecen en una socie-
dad capitalista periférica, la cual ha sido violentamente inserta por
sus élites y sólo por ellas, no por decisión democrática, de manera
subordinada en las dinámicas de la globalización neoliberal. En una
sociedad de este tipo son más que evidentes tanto los rastros de un
Estado social desmontado como las huellas muy frescas y en ascenso
de la economía criminal y del Estado narco.
A) La implantación contra viento y marea de una inserción subordi-
nada de México a las dinámicas de la globalización y del modelo
neoliberal para beneficio de unos cuantos, ha dado lugar a im-
portantes cambios jurídicos e institucionales, a desajustes, crisis
y rupturas del sistema económico, a afectaciones muy importan-
tes al medio ambiente, al desmantelamiento del aparato institu-
cional y a contradicciones sin fin en el sistema político, así como
a una merma significativa de los derechos civiles, ambientales,
políticos y sociales como la seguridad, educación, salud, empleo,
salario, vivienda y calidad de vida de la mayoría de la población.
Es decir, en el México del último lustro la mayoría de los ciuda-
danos viven en una permanente crisis a la que continuamente se
le encabalgan otras crisis.
B) En las últimas cuatro décadas el diseño del andamiaje jurídico e
institucional del Estado se ha transformado profundamente para
adecuarlo a las normativas que imponen las instancias y agentes
que dirigen la globalización neoliberal, y, al lado de ese proceso,
las prácticas de los funcionarios del Estado y gobernantes tam-
bién se han modificado radicalmente. Toda esa estructura se ha
modificado a tal grado que hoy día, en un trayecto de poco me-
nos de cuarenta años, el Estado mexicano ha sufrido una impor-

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Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

tante transformación: de ser la instancia que estaba más cercana


a la posibilidad de ser garante de la soberanía y de los recursos
nacionales y de asumir plenamente la responsabilidad de garan-
tizar la vigencia de los ddhh y ciudadanos de la población, pasó,
en los hechos, a ser protectora de las élites y sus intereses, a ser
propiciadora y facilitadora del mecanismo del mercado y de la
apropiación y acumulación privada de bienes (la cual en México
ha podido llevarse a cabo de maneras legales o ilegales, formales
o informales), a desentenderse de garantizar los derechos de la
población y a ser controladora política y represora de aquellos
movimientos o sectores que se organizan para protestar y luchar
por sus derechos.
C) Son estas dinámicas las que han llevado a México a ser un país
cuya economía y Estado se hallan en una fase de postración y
descomposición tal que hay quienes afirman con sustento que
en el neoliberalismo mexicano estamos viviendo un capitalismo
criminal, bajo un Estado narco. La revisión cuidadosa de la tra-
yectoria de los procesos estructurales de carácter socioeconómi-
co y político, de los informes anuales de respetados organismos
defensores de derechos humanos, así como el análisis de los más
recientes y potentes ms (que, por cierto, en conjunto representan
simbólicamente a millones de jóvenes, pequeños empresarios,
mujeres, campesinos, indígenas, ciudadanos rurales, ciudadanos
urbanos, trabajadores asalariados, jubilados, etc.) nos ha permi-
tido sustentar estas afirmaciones.
D) Los elementos de la denuncia y resistencia de los ms estudiados
son los siguientes:
• El mpjd: al poner de manifiesto el hartazgo de ciudadanos
de todos los sectores sociales del país ante la violencia gue-
rrerista del gobierno de Felipe Calderón Hurtado, exhibió
los compromisos y sumisión de éste ante la estrategia de se-
guridad antidrogas de Estados Unidos; mostró también que
la guerra contra el narco obedeció más a fines de legitima-
ción política de un gobierno surgido de un fraude electoral
que a una confrontación eficaz con el crimen organizado.
Hizo ver que el Gobierno fue más eficaz para ensangrentar
las calles del país que para cortar las cuentas bancarias, las
inversiones y los contactos de los cárteles de la droga con

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Luis Rigoberto Gallardo Gómez

los empresarios de cuello blanco, tanto nacionales como ex-


tranjeros. Este potente movimiento se enfrentó a un Estado
sumiso ante Estados Unidos, que se militarizó porque decía
pretender acabar con el narco, pero que en realidad resultó
ser un Estado muy violento respecto de la población civil.
• El movimiento de autodefensas de Michoacán: develó clara-
mente el dominio de la economía criminal entrelazada con
el Estado narco en Michoacán y, con las armas en la mano,
se enfrentó a ellos. Este ms que involucró a ciudadanos de
todos los sectores de actividad y estratos sociales denunció
que el crimen organizado que opera en ese estado, además
de ser un violento depredador, extorsionador y asesino de
ciudadanos de todos los estratos sociales, logró instalarse
en esa entidad federativa gracias a las alianzas que tejió con
funcionarios del Estado en los ámbitos municipal, estatal y
federal, así como con representantes de los cuerpos de segu-
ridad y las fuerzas armadas.
• El movimiento de la comunidad indígena de Cherán: echó
luz sobre otra faceta del binomio economía criminal y Estado
narco, así como evidenció la potente voluntad de la comuni-
dad indígena cheranense de autonomizarse de ese sistema
de muerte. Este ms exhibió el brutal despojo de los recur-
sos vitales que sufrió la comunidad indígena, mismo que fue
llevado a cabo de violentas maneras (asesinatos, levantones,
acosos, violaciones, etc.) por parte de los grupos criminales
aliados con funcionarios corrompidos de un Estado violento
que fue capaz de dejar sin protección los ddhh de su pobla-
ción (pues, en el cúmulo de hechos delictivos, estuvieron in-
volucrados funcionarios municipales, estatales y federales).
• El movimiento por Ayotzinapa: que inicialmente implicó a
estudiantes de la escuela normal rural de esa localidad del
estado de Guerrero pero que luego sumó a cientos de miles
de ciudadanos de todos los sectores, dentro y fuera del país,
ha buscado la presentación de los desaparecidos y, en su lar-
go recorrido, exhibió que la globalización neoliberal en curso
tiene facetas y actores oscuros y ocultos, como son los grupos
criminales clandestinamente articulados con los potentes in-
tereses que atienden las exigencias del mercado norteame-

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Movimientos sociales mexicanos del quinquenio 2011-2016

ricano de drogas, los que, a fin de mantener a toda costa la


producción y transportación de éstas hacia Estados Unidos,
construyen importantes narcoalianzas con empresarios y con
funcionarios civiles y militares del Estado mexicano para que
les brinden protección a toda costa. El emblemático caso
Ayotzinapa mostró otra faceta más de la economía criminal
y el Estado narco, la corrupción institucional del sistema de
impartición de justicia del país, así como la prevalencia de la
impunidad a toda costa que disfrutan los grupos criminales.
• El movimiento de la cnte: integrado esencialmente por
profesores trabajadores del sistema de educación pública y
arropado por sectores populares, es un ms muy relevante
pues denuncia otra faceta del Estado que –en aras de im-
pulsar una participación subordinada en las dinámicas de la
globalización neoliberal– ha decidido generar las decisiones
conducentes para ir disolviendo la estructura de derechos
ciudadanos que fue construida en el país a lo largo de déca-
das. Este ms ha confrontado a ese Estado que se torna socio
de las élites que –mediante el discurso de la modernización,
el desarrollo y las reformas estructurales– pretenden lograr
la apropiación privada de bienes y servicios públicos, como
la educación. Al llevar adelante su lucha contra la llamada
reforma educativa del gobierno de Peña Nieto –que en reali-
dad es una reforma administrativa y laboral disfrazada– este
ms ha conseguido exhibir y denunciar a un Estado que opera
política y jurídicamente de manera truculenta y es violador
de derechos fundamentales de la población; a un Estado que
ha sido capaz de llegar al grado de reprimir y asesinar a sus
profesores y a sectores de la población civil con tal de borrar
del mapa a quienes cuestionan y se oponen a sus llamadas
reformas estructurales.
E) En el contexto descrito, se observó el surgimiento de potentes
ms mexicanos en el periodo que va de 2011 al 2016. En general
–siguiendo el esquema analítico que propuso Touraine (1999)
y retomó Castells (2000)–, podríamos decir que en lo que res-
pecta a la identidad, estos ms se han caracterizado, sobre todo,
por ser núcleos ciudadanos específicos (ciudadanos víctimas de
la violencia criminal o directamente de las fuerzas del Estado,

115
Luis Rigoberto Gallardo Gómez

indígenas, estudiantes, trabajadores del Estado) que han resul-


tado agraviados e inmediatamente han recibido solidaridad y
han sido rodeados por amplios y espesos círculos de personas
y organizaciones de la sociedad civil profundamente indignados
con respecto al nuevo estado de las cosas. Estos círculos con-
céntricos de solidaridad han fortalecido y dotado de visibilidad
y peso político al núcleo central del ms. En el análisis referido al
adversario o enemigo, hallamos que para los ms estudiados éste
es el nuevo orden social que se ha venido imponiendo, del cual
forman parte medular los segmentos del Estado o los gobiernos
locales que actúan de manera sumisa y servicial ante los agentes
económicos y sus proyectos privatizadores o criminales, y arti-
culados con agentes del crimen organizado y el narco. Respecto
del orden social que el movimiento tiene por objetivo, se aprecia
que los ms aquí considerados coinciden en saber generar nuevas
formas de organización y dirigencia, en que tienen novedosos re-
pertorios de acción, en que saben utilizar las nuevas tecnologías
de comunicación para lograr la organización del movimiento y
convocar e implicar la solidaridad de las redes nacionales e in-
ternacionales; también coinciden en apuntar la necesidad de un
orden social en el que la vigencia del Estado de derecho sea un
hecho. Se pretende una sociedad sin gobernantes que desvíen
el sentido del poder del Estado, sin presencia de la economía
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120
Incidencia de los nuevos
movimientos sociales en el proceso
de democratización en México

Teresa Isabel Marroquín Pineda1

Resumen. El presente capítulo pretende valorar si los nuevos mo-


vimientos sociales (nms) en México han incidido o no en el proce-
so de democratización en nuestro país, y en caso afirmativo, de qué
forma lo han hecho. Inicialmente, se presentan algunos conceptos
básicos de la teoría del cambio político, con el propósito de carac-
terizar el proceso democratizador mexicano e identificar la fase del
proceso en la que nos encontramos en la actualidad. Adicionalmen-
te, se realizan algunas precisiones conceptuales a efecto de aclarar
a qué se refiere cuando se alude a los nms. Posteriormente, a través
de los casos concretos del movimiento zapatista y del Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad (mpjd), se reflexiona sobre la
incidencia de los movimientos sociales (ms) en la democratización
del régimen político mexicano. Se sostiene que los ms tuvieron un
impacto determinante en el proceso de democratización en Méxi-
co. Al cuestionar la legitimidad del régimen autoritario provocaron
la liberalización política que finalmente desembocaría en la alter-
nancia del año 2000. Sin embargo, se considera que después de la
liberalización inicial y una vez concluida la transición por la vía

1. Profesor-investigador del Departamento de Estudios Políticos del Centro Universitario


de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Es maestra
en Política Social y Planeación por The London School of Economics y estudiante del
Doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Guadalajara. Forma parte del cuerpo
académico 782, Consolidación y Calidad de la Democracia: Instituciones, Participación y
Comunicación. Correo electrónico: terema41@gmail.com

121
Teresa Isabel Marroquín Pineda

electoral, los ms se replegaron y no desempeñaron un papel clave


en la fase de instauración democrática. En la actualidad, el desafío
presentado por el mpjd parece abrir las puertas a la posibilidad
de reanudar el proceso democratizador, retomando la instauración
democrática suspendida.
Palabras clave: régimen político, democratización, liberalización,
transición democrática y movimiento social.

Introducción

A pesar de haber transitado formalmente a la democracia en el año


2000, se observa en la sociedad mexicana una percepción negativa de
la política, irritabilidad y conflictividad crecientes, así como una pér-
dida de apoyo hacia el sistema democrático mismo. No existe con-
senso respecto de la etapa del proceso de democratización en que se
encuentra el país. Para algunos no hubo transición democrática, para
otros nos encontramos en un lento proceso de consolidación, y otros
opinan que México se encuentra en franca regresión autoritaria.
En las últimas décadas han surgido en nuestro país nuevos acto-
res sociales que han buscado canales de expresión alternativos, fuera
de los cauces institucionales. La naturaleza del régimen político pro-
vocó el surgimiento de nms como expresiones de rechazo y como vías
para exponer demandas; estos movimientos a su vez repercutieron
en el régimen político. De ahí la importancia de analizar qué papel
han desempeñado los nms en el proceso democratizador mexicano.
El objetivo del presente capítulo es valorar si los nms en Méxi-
co han incidido o no en el proceso de democratización en nuestro
país, y en caso afirmativo, de qué forma lo han hecho. Para ello,
primeramente será necesario presentar ciertos conceptos básicos de
la teoría del cambio político, que permitan posteriormente intentar
categorizar el proceso mexicano e identificar la fase de la democrati-
zación en la que nos encontramos en la actualidad. Más adelante, se
definirán los llamados nms, para finalmente –a través de dos casos
concretos– reflexionar respecto de la incidencia de los mismos en la
democratización del régimen.
Se ha acotado la temporalidad del análisis hasta el sexenio de
Felipe Calderón (2006-2012), teniendo claro que los dos movimien-

122
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

tos tomados como referencia, el zapatismo y el mpjd, aún están en


curso, por lo que sus impactos en el régimen no pueden darse por
concluidos.

El proceso de democratización en la teoría del cambio


político: breve revisión conceptual

La teoría del cambio político pretende comprender la problemática


del cambio de los regímenes políticos. A partir de las transiciones
democráticas que sucedieron en Europa en los años setenta (España
en 1978, Portugal en 1976 y Grecia en 1976), así como de las transi-
ciones ocurridas en América Latina en los años ochenta y posterior-
mente en Europa del Este, se ha ido integrando un marco teórico
que pretende analizar los factores que permiten, promueven, entor-
pecen o configuran el cambio, las distintas formas que asume una
transición política y su dinámica, así como el papel que desempeñan
los distintos actores.
De acuerdo con Cansino (2002), se entiende por cambio político

[…] cualquier transformación que acontezca en el sistema político y/o en sus


componentes. Cuando el cambio político acontece en el nivel del régimen po-
lítico se está en presencia de transformaciones sensibles en uno o más de sus
componentes (valores, normas y estructuras de autoridad) (p. 59).

Uno de los aspectos más relevantes dentro de la teoría del cambio


político es la democratización, la cual alude básicamente a que las
instituciones políticas incorporen principios y valores nuevos basa-
dos en la noción de ciudadanía, así como dar acceso a individuos o
grupos antes excluidos de la comunidad política al ejercicio pleno de
sus derechos ciudadanos. O’Donnell y Schmitter (1994), en la obra
clásica Transiciones desde un gobierno autoritario, exponen que la
democratización se refiere a

[…] aquellos procesos en que las normas y procedimientos de la ciudadanía


son, o bien aplicados a instituciones políticas antes regidas por otros principios
(por ej., el control coactivo, la tradición social, el juicio de los especialistas o
las prácticas administrativas), o bien ampliadas de modo de incluir a individuos
que antes no gozaban de tales derechos y obligaciones (por ej., las personas

123
Teresa Isabel Marroquín Pineda

que no pagan impuestos, los analfabetos, las mujeres, los jóvenes, las minorías
étnicas y los residentes extranjeros) o para abarcar problemas e instituciones
que antes no participaban de la vida ciudadana (por ej., organismos del Estado
o militares, organizaciones partidarias, asociaciones de intereses particulares,
empresas productivas, entidades educativas, etc.) (p. 22).

Los procesos de democratización incluyen un amplio abanico de


casos muy diversos, con grandes diferencias entre sí, y cada uno
con una complejidad particular. Sin embargo, es posible identificar
dentro del fenómeno de la democratización mínimamente tres fenó-
menos más acotados, precisos y diferenciados: transición, instaura-
ción y consolidación democrática. En un esfuerzo por particularizar
aún más las distintas etapas del proceso, Morlino (2012) propone las
siguientes fases: transición a la democracia e instauración democrá-
tica, consolidación democrática y crisis y profundización o empeora-
miento de calidades democráticas; y su contrario, transición de una
democracia al autoritarismo u otro régimen, crisis y empeoramiento.
Para efectos del tema que nos ocupa, se utilizará la clasificación
más amplia que incluye transición, instauración y consolidación de-
mocrática. Se revisarán cada una de dichas fases.

a. Transición a la democracia

Cansino (1997) define al régimen político como

[…] el conjunto de patrones, explícitos o no, que determinan las formas y cana-
les de acceso a las principales posiciones gubernamentales, las características
de los actores que son admitidos en y excluidos de este acceso, y los recursos y
estrategias que pueden usarse para tener acceso (p. 2).

Una transición política es el intervalo entre un régimen político y


otro, que comienza por el cuestionamiento a las prácticas y los arre-
glos del régimen vigente, y continúa con la lucha por la definición de
unos nuevos. Una transición democrática es el paso de un régimen
autoritario a uno democrático.
O’Donnell y Schmitter (1994) definen a la transición como el
intervalo que se extiende entre un régimen político y otro:

124
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

Las transiciones están delimitadas, de un lado, por el inicio del proceso de


disolución del régimen autoritario, y del otro, por el establecimiento de alguna
forma de democracia, el retorno a algún tipo de régimen autoritario o el surgi-
miento de una alternativa revolucionaria. Lo característico de la transición es
que en su transcurso las reglas del juego político no están definidas. No sólo se
hallan en flujo permanente sino que, además, por lo general son objeto de una
ardua contienda; los actores luchan no sólo por satisfacer sus intereses inme-
diatos y/o los de aquellos que dicen representar, sino también por definir las
reglas y procedimientos cuya configuración determinará probablemente quié-
nes serán en el futuro los perdedores y los ganadores (p. 19).

Para Cansino (1997), la transición democrática es

[…] el intervalo durante el cual se pasa de un conjunto de arreglos institucio-


nales y prácticas políticas definidos y controlados discrecionalmente por la élite
en el poder, a otro acuerdo en el que la definición y el funcionamiento de las
estructuras y prácticas políticas se someten a la discusión, están garantizadas
por la Constitución y respaldadas por la participación ciudadana (p. 2).

Cansino estima que la transición es una “estructura de ambigüedad


política” (p. 3) en la que interactúan aspectos del viejo régimen que
no ha sido desplazado del todo y aspectos del nuevo régimen demo-
crático. Estos aspectos comprenden, según el autor, orientaciones
normativas, estilos de acción y valores heterogéneos entre sí:

La ambigüedad política en la transición democrática puede observarse en dos


niveles: uno de orden estructural, que concierne a las instituciones de ascen-
dencia diversa y a los nuevos lugares de actuación, tanto de los nuevos actores
como de los actores del régimen precedente; y un segundo nivel, que concierne
a las conductas de los actores respecto a las normas, valores, programas, ideo-
logías, etcétera (p. 3).

El autor señala que la transición es una etapa de interacción de


elementos autoritarios y democráticos, un momento que presenta
“elementos de preinstitucionalización y de desinstitucionalización;
es decir, muestra, respectivamente, instituciones y procedimientos
democráticos que no han logrado legitimarse y afirmarse plena-
mente, junto con instituciones y prácticas autoritarias en franco pro-
ceso de deslegitimación y desestabilización” (p. 3).
Es importante señalar que una transición puede darse por la vía
de la liberalización o de la democratización. Ambos conceptos sue-

125
Teresa Isabel Marroquín Pineda

len manejarse indistintamente, sin embargo, responden a lógicas y


condiciones diversas, y le imprimen a la transición rasgos y caracte-
rísticas particulares. Una liberalización puede llevar a la democrati-
zación, pero no forzosamente. La democratización es uno de los re-
sultados posibles de un proceso de liberalización. Sólo cuando dicho
proceso conduce a la democratización se puede decir que se trata de
una transición democrática. De lo contrario, se estaría hablando de
una transición limitada o inconclusa (Cansino, 1997).
En Problems of Democratic Transition and Consolidation:
Southern Europe, South America and Post-Communist Europe (Pro-
blemas de la transición y consolidación democráticas: Sur de Europa,
América del Sur y Europa poscomunista), Linz y Stepan (1996) seña-
lan varios elementos que deben estar cubiertos para poder conside-
rar una transición completa:

Una transición democrática está completa cuando se ha alcanzado acuerdo sufi-


ciente sobre los procedimientos políticos para producir un gobierno electo, cuan-
do un gobierno llega al poder como resultado directo del voto libre y popular,
cuando este gobierno de facto tiene la autoridad para generar nuevas políticas, y
cuando los poderes ejecutivo, legislativo y judicial generados por la nueva demo-
cracia no tiene que compartir el poder con otros órganos de jure (p. 3).2

O’Donnell y Schmitter (1994) señalan que se puede identificar


el inicio de una transición cuando los gobernantes autoritarios
“comienzan a modificar sus propias reglas con vistas a ofrecer mayo-
res garantías para los derechos de los individuos y grupos” (p. 20).
A partir de este momento se puede hablar de otra etapa a la que
denominan liberalización. Ésta es un proceso en el que se redefinen
y amplían los derechos: “entendemos por liberalización el proceso
que vuelve efectivos ciertos derechos, que protegen a individuos y
grupos sociales ante los actos arbitrarios o ilegales cometidos por el
Estado o por terceros” (p. 20). Aunque no puede determinarse hasta
dónde serán ampliadas las garantías o si éstas serán absolutamente
respetadas, sí constituye un cambio en la dinámica del régimen y
en el comportamiento de los gobernantes autoritarios, además de

2. La traducción es propia.

126
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

provocar un círculo virtuoso al disminuir los costos de quienes se


manifiesten de manera individual o colectiva.
Existe una estrecha relación entre liberalización y democratiza-
ción. Si no existe una liberalización que haga efectivas las libertades
individuales y de grupo, la democratización puede volverse una mera
fachada. Del mismo modo, si no hay una democratización real, la li-
beralización puede ser manipulada por los gobernantes. O’Donnell y
Schmitter aclaran que en el curso de una transición ambos procesos
pueden no darse simultáneamente, y que la liberalización puede ser
no sólo tolerada, sino incluso promovida por el régimen autoritario
para aliviar presión y obtener apoyo, sin tener que modificar las es-
tructuras de autoridad. De acuerdo con los autores,

es posible que se otorguen garantías fundamentales y a la vez se impida a los


individuos o grupos participar en elecciones libres, dar a conocer su opinión
acerca de las medidas oficiales y/o ejercer los derechos que harían a los gober-
nantes razonablemente responsables hacia ellos (p. 25).

O’Donnell y Schmitter denominan liberalización al proceso de rede-


finir y ampliar los derechos: “[es] el proceso que vuelve efectivos
ciertos derechos, que protegen a individuos y grupos sociales ante
los actos arbitrarios e ilegales cometidos por el Estado o por terce-
ros” (pp. 20-21). Una característica en la etapa inicial de la transi-
ción es que depende de la voluntad gubernamental.
Linz y Stepan (1996) señalan que la democratización implica li-
beralización como un primer elemento esencial, pero la democrati-
zación va más allá y conlleva procesos más amplios relacionados con
la oposición, la competencia y la designación de los gobernantes:

En un entorno no democrático, la liberalización puede implicar una mezcla de


políticas y cambios sociales, tales como menor censura a los medios de comu-
nicación, un poco más de espacio para la organización de actividades laborales
autónomas, la introducción de algunas garantías legales para los individuos
como el hábeas corpus hábeas, la liberación de casi todos los presos políticos,
el retorno de los exiliados, quizás medidas para mejorar la distribución del in-
greso, y lo más importante, tolerancia a la oposición. […] La democratización
requiere oposición abierta sobre el derecho a ganar el control del gobierno, y
por lo tanto, a su vez requiere elecciones competitivas libres, cuyos resultados

127
Teresa Isabel Marroquín Pineda

determinen quien gobierna. Usando estas definiciones, es obvio que puede ha-
ber liberalización sin democratización (p. 3).3

Morlino (2005) en Democracia y democratizaciones aporta su con-


cepto de liberalización, en el que destaca que se trata de un proceso
vertical cuyo propósito es controlar a la sociedad civil. Así pues, la
liberalización es

[…] el proceso que tiene lugar durante la transición y con frecuencia la carac-
teriza, de concesión desde arriba de mayores derechos políticos y civiles, jamás
amplios y completos, pero que permiten la organización controlada de la socie-
dad civil a nivel tanto de élite como de masas (p. 149).

Por su parte, Cansino (1997) enfatiza la intencionalidad de una libe-


ralización, la cual es puesta en marcha por la clase gobernante como
una medida para aminorar los reclamos sociales, y preservar con ello
la permanencia del régimen autoritario. De la forma en que se haya
dado la transición dependerán las fases sucesivas de instauración y
consolidación, de ahí la importancia de diferenciar con claridad los
procesos de liberalización y de democratización. En este segundo
caso, los cambios no son impuestos verticalmente como una medida
para alargar la vida del régimen autoritario, sino son el resultado de
acuerdos entre los distintos actores; la ampliación de derechos es
real y provoca que durante la instauración se definan las bases del
funcionamiento del nuevo régimen democrático. Señala Cansino:

Como proceso político, la liberalización política de un régimen autoritario


presenta características peculiares con respecto a los procesos de democrati-
zación. En términos generales, el primero es un proceso de apertura gradual
y controlada de un régimen autoritario, puesto en marcha por la propia élite
en el poder como respuesta institucional a la emergencia que ha puesto en
riesgo la estabilidad o la propia continuidad del régimen. A través de este pro-
ceso se flexibilizan, en una dirección supuestamente democrática, los límites
tradicionales impuestos al pluralismo social y de partidos, y a la competencia
política, pero sin extenderse ni reconocerse plenamente sus prerrogativas. La
democratización, por su parte, constituye un proceso de efectiva ampliación
de derechos políticos y civiles, producto de acuerdos o negociaciones entre (y
reconocimiento de) prácticamente todas las fuerzas políticas actuantes, y cuyo

3. La traducción es propia.

128
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

desenlace lógico lo constituye la instauración de un arreglo institucional, nor-


mas y valores reconocidamente democráticos (p. 32).

De acuerdo con el autor, la liberalización es una “estrategia adapta-


tiva”, en tanto que la democratización es una “estrategia negociada”
(p. 34). Es decir, en el primer caso, el régimen persigue la conti-
nuidad; en el segundo caso, existe un acuerdo entre los diferentes
actores políticos para transformar el régimen. Es de destacar que
puede suceder que la liberalización acentúe la crisis del régimen
que persigue mantenerse, conllevando finalmente a su colapso. El
régimen autoritario liberaliza con objeto de recuperar la legitimidad
perdida. Sin embargo, es poco factible que se legitime, y más bien
provoca el efecto contrario al generar “una lógica de competencia y
de participación que termina por acelerar el colapso del régimen y/o
su transformación en dirección democrática” (p. 38).

b. Instauración democrática

Esta etapa supone la destitución del régimen autoritario, y además


la creación y puesta en marcha de las nuevas reglas, instituciones y
valores del régimen democrático. Suele incluir la derogación de la
vieja constitución y la aprobación de una nueva, así como el diseño
de todo el andamiaje que sustentará las nuevas relaciones de la
sociedad con el régimen.
En Changes for Democracy: Actors, Structures, Processes (Cambios
para la democracia: actores, estructuras, procesos), Morlino (2012)
señala que la instauración es un proceso “diferente, alternativo y a
veces posterior al de liberalización” (p. 86). Puede desembocar en la
plena instauración democrática o el proceso puede no completarse,
en cuyo caso se recurre a las viejas reglas del juego autoritario.
La instauración implica la elaboración, aprobación y puesta en
práctica de todos los aspectos relativos al funcionamiento del nuevo
régimen:

Implica la expansión completa y el reconocimiento genuino de los derechos


civiles y políticos; en su caso, la “civilización” plena de la sociedad; la apari-
ción de una serie de partidos y un sistema de partidos, así como de grupos de
intereses colectivos, como los sindicatos y otras organizaciones; la elaboración
y aprobación de los principales procedimientos e instituciones democráticos

129
Teresa Isabel Marroquín Pineda

que van a caracterizar el régimen, comenzando por la ley electoral; la espe-


cificación de las relaciones entre los órganos legislativos y ejecutivos, y otros
aspectos relativos al funcionamiento del régimen (Morlino, 2015: 24).

Al respecto, Cansino (2004) sostiene que para que la instauración


se complete y sea exitosa requiere no sólo que se destituya al viejo
régimen, sino también el rediseño institucional y normativo:

Por destitución autoritaria se entiende el proceso de derogación de las estruc-


turas y los comportamientos que caracterizaron al régimen autoritario prece-
dente y su gradual deslegitimación. En el proceso de destitución autoritaria
pueden identificarse tres dimensiones. La primera, de carácter simbólico, se
refiere a la deslegitimación del antiguo régimen. La segunda, de orden nor-
mativo, se refiere a la derogación de aquellas normas jurídicas existentes en el
régimen autoritario y que no corresponden a una lógica propiamente democrá-
tica. La tercera por su parte, tiene que ver, por el contrario, con el compromiso,
por parte de los actores favorables al régimen democrático, de no coalicionar
con actores contrarios a dicho régimen y que fueron relevantes en el preceden-
te ordenamiento autoritario (pp. 37-38).

c. Consolidación democrática

Como se mencionó previamente, la instauración puede desembo-


car en la consolidación, pero no necesariamente. Puede, en sentido
inverso, provocar una nueva crisis que se resuelva con los viejos
recursos autoritarios. La consolidación es un momento en que las
nuevas reglas del juego se congelan y ya no existe la posibilidad de
una regresión autoritaria. Durante la instauración, las normas e ins-
tituciones fluctúan, pues los diferentes actores intentan redefinirlas
a su favor. En la consolidación, las leyes e instituciones creadas se
estabilizan y fijan. Señala Morlino (2005):

[…] la consolidación democrática se puede definir como el proceso de defini-


ción-fijación en sus caracteres esenciales, y de adaptación de los secundarios,
de las distintas estructuras y normas particulares del régimen democrático, pro-
mulgadas también en el transcurso del tiempo (pp. 173-174).

La instauración democrática termina y comienza la etapa de consoli-


dación “cuando el nuevo régimen ha podido conjurar por la vía pací-
fica las amenazas y los embates autoritarios de quienes se resisten a

130
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

aceptar el cambio” (Cansino, 2004: 39). La consolidación depende


de lo que se haya diseñado, aprobado e implementado durante la
instauración. De ahí la enorme importancia de dicha fase, pues de lo
que ahí se haya realizado dependerá la dinámica y el funcionamiento
del nuevo régimen:

La consolidación democrática depende, entre otras cosas, del adecuado diseño


y aprobación de las nuevas normas que han de regular la actividad del nuevo
arreglo institucional. Es por ello que la fase de instauración adquiere una im-
portancia fundamental (p. 39).
[…]
La consolidación se refiere al proceso de firme establecimiento y adaptación
de las estructuras democráticas, normas y relaciones entre el régimen y la so-
ciedad civil, que permiten que el régimen democrático gane autonomía y legi-
timidad (p. 47).

La (difícil) categorización del proceso democratizador


en México

En México, la transición a la democracia inició en 1977, cuando un


año después de que José López Portillo fuese el único candidato a
la presidencia de la república se crea la Ley Federal de Organizacio-
nes Políticas y Procesos Electorales para ampliar la representación
popular y permitir la entrada a más actores a la arena electoral. En
sentido estricto, nuestra transición concluyó con la llamada ley elec-
toral definitiva de 1997, bajo las cuales se llevaron a cabo las emble-
máticas elecciones del año 2000, en las que Vicente Fox Quezada se
alzó con el triunfo en la presidencia de la república.
El régimen autoritario al que se pretendió desplazar por la vía
de las urnas se caracterizaba particularmente por contar con una fi-
gura presidencial excepcionalmente poderosa, por estar dotado de
facultades constitucionales y metaconstitucionales, y por un partido
hegemónico que actuaba como un administrador de corporaciones
y que mantenía relaciones clientelares con actores organizados que
le brindaban apoyo.
La transición democrática se llevó a cabo a través de sucesivas
reformas electorales, y concluyó por la vía de la alternancia. El énfa-
sis en lo electoral y en el sistema de partidos es comprensible debido

131
Teresa Isabel Marroquín Pineda

a que la legislación electoral estaba diseñada para favorecer la per-


manencia del partido hegemónico. Por ello, se consideró un logro
extraordinario contar con instituciones, leyes y procesos electorales
que permitieran la llegada al poder de otras fuerzas partidistas.
Sin embargo, el gobierno de Fox fue de minoría, ya que su parti-
do no logró la mayoría ni en la Cámara de Diputados ni en el Sena-
do, y más de la mitad de las gubernaturas permanecieron en manos
del Partido Revolucionario Institucional (pri). A pesar del enorme
capital político con el que inició por contar con el llamado bono de-
mocrático, Fox provocó una enorme desilusión y fue criticado por su
poca capacidad de negociación, por su falta de visión y por su inca-
pacidad para concretar las reformas estructurales prometidas en ma-
teria laboral, energética y fiscal. La vida del mexicano promedio no
mejoró de manera significativa por la llegada del primer presidente
de oposición, y la enorme desilusión con la democracia comenzó.
Los mexicanos comenzaron a perder la confianza en la democracia,
en buena parte debido a la amplia demanda social por un cambio
más dinámico.
El gobierno de Calderón, por su parte, estuvo marcado por el in-
cremento espectacular en los niveles de violencia, criminalidad e in-
seguridad. En términos generales, la población no percibió avances
sustantivos en términos de bienestar, y las expectativas no cumplidas
provocaron la pérdida de confianza en las instituciones, la clase po-
lítica, los partidos y los legisladores. El nuevo sistema electoral que
tanta euforia provocó en el año 2000 no se tradujo en decisiones de
gobierno que provocaran beneficios perceptibles para la gente, y el
temor de la regresión autoritaria apareció en el panorama. Los limi-
tados márgenes de maniobra de Fox y Calderón condujeron al país
al desencanto democrático.
El regreso del pri a Los Pinos con la llegada de Enrique Peña
Nieto en 2012 es considerado por muchos como una restauración
autoritaria, para otros se trata de una regresión, y hay quien opina
que es tan solo una “alternancia de regreso” (Cansino, 2012: 9).
Caracterizar el proceso democratizador en México no es una
empresa sencilla. Por un lado, hay quienes sostienen que nunca ocu-
rrió la transición; por otro, hay quienes dicen que ésta sí ocurrió,
pero que aún nos resta consolidar la democracia y profundizarla; fi-
nalmente, se encuentran quienes consideran que sí hubo transición,

132
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

pero que con la vuelta del pri a Los Pinos en 2012 nos encontramos
en franca regresión autoritaria.
Entre quienes consideran que sí ocurrió la transición, se pue-
de encontrar a aquellos que sostienen una versión optimista de la
misma, que le da un sentido determinado a las particularidades del
proceso. Señalan que la transición fue pacífica, gradual e incremen-
tal, que se produjo desde el ámbito electoral a través de sucesivas
reformas provocando lo que Becerra, Salazar y Woldenberg (2000)
han denominado la mecánica del cambio político. Desde esta pers-
pectiva, la voluntad democratizadora de la clase gobernante sumada
a los reclamos democráticos de la sociedad dieron lugar a un pacto
en el cual los diferentes actores políticos acordaron el desplazamien-
to paulatino del viejo régimen, y la liberalización fue permitiendo
el pluralismo y la competencia electoral. Según esta perspectiva, la
creación de reglas, organismos y procedimientos permitieron elec-
ciones libres, la eliminación del fraude electoral y de la imposición,
y generaron una dinámica en donde cada vez más actores contaron
con la posibilidad de transmitir de manera legal y pacífica sus in-
conformidades. Ello provocó que distintas fuerzas políticas lograran
llegar al poder, generando un círculo virtuoso en el que, a medida
que la oposición fue cobrando mayor fuerza, fue siendo capaz de
demandar mayor apertura y consiguiendo con ella mayores posibili-
dades de acceder al poder por los cauces institucionales. Desde esta
interpretación, la transición democrática duró veinte años, pues era
el tiempo necesario para un desplazamiento pacífico, ordenado y
pactado del viejo régimen.
A dieciséis años de la alternancia, la realidad nacional pareciera
exhibir la verdadera naturaleza de nuestro proceso democratizador.
En estricto apego a las teorías sobre la transición democrática (Dia-
mond, Hartlyn y Linz, 1999; O’Donnell y Schmitter, 1994), México
sí transitó a la democracia, pero por la vía de la liberalización más
que de la democratización; de ahí que la siguiente etapa del proce-
so democratizador, que es la instauración, esté configurada por las
características que dicha liberalización imprimió. Hay que recordar
que de la forma en que se haya dado la transición dependerá la fase
de la instauración, y que la liberalización puede desembocar en una
democratización, pero no siempre es así. Para que pueda efectiva-
mente considerarse que provocó una transición democrática exitosa,

133
Teresa Isabel Marroquín Pineda

sería necesario que hubiera logrado la destitución del régimen au-


toritario y la reforma de todo el entramado constitucional e institu-
cional que le daba sustento al viejo régimen. Sin embargo, lo que se
puede observar es lo siguiente:
• El régimen autoritario inició una liberalización dirigida y con-
trolada, no por auténtica vocación democratizadora, sino como
una estrategia adaptativa para remontar la crisis de legitimidad
y preservarse en el poder. Las reformas se concentraron en lo
electoral y en el sistema de partidos. Pero fueron reformas insu-
ficientes, que preservaban privilegios para el partido hegemóni-
co y la clase gobernante. Eventualmente, la apertura centrada en
lo electoral provocó “una lógica de competencia y participación
que a la larga vulneró la continuidad del régimen que se trataba
de preservar” (Cansino, 2004: 43). Se podría decir que la alter-
nancia del año 2000 fue más una consecuencia no prevista que el
resultado de la voluntad democratizadora de la élite en el poder.
• Cansino señala que “la destitución autoritaria y el rediseño nor-
mativo e institucional constituyen el anverso y el reverso de la
estructuración de un nuevo régimen político” (p. 38). Agrega
también la importancia de que los opositores al viejo régimen y
los partidarios de la democracia no coalicionen con actores anti-
democráticos. Si se logran las tres dimensiones, señala el autor,
se puede hablar de una “destitución autoritaria fuerte”, pero si
sólo se logra la tercera dimensión y en menor medida las dos pri-
meras, entonces se habla de una “destitución autoritaria débil”
(p. 38). Lamentablemente, este pareciera ser el caso mexicano.
• La transición sí concluyó, pues se derrumbaron los dos pilares
básicos que sostenían al régimen autoritario: la figura de la pre-
sidencia de la república excepcionalmente fuerte y el partido he-
gemónico. Sin embargo, la liberalización no fue producto de un
pacto entre actores del viejo régimen con actores prodemocráti-
cos. Ante la ausencia de un pacto, no se llevó a cabo el rediseño
de las leyes y de las instituciones nuevas. El viejo régimen no
fue desplazado del todo. Se preservaron los cimientos legales e
institucionales que le daban soporte. Una vez concluida la transi-
ción, durante el periodo de instauración democrática, no se creó
el andamiaje apropiado para montar y preservar un auténtico
régimen democrático.

134
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

• Podría decirse que nos encontramos en la fase de instauración


democrática. Sin embargo, la instauración ha sido lenta y tor-
tuosa, incluso parece encontrarse estancada. Algunos hablan
incluso de una transición fallida, debido a la criminalización de
la economía y la descomposición de las instituciones de seguri-
dad. A efecto de poder avanzar en el proceso democratizador,
tendría que concluirse una instauración que verdaderamente lo-
grara destituir al viejo régimen y que produjese nuevas leyes e
instituciones, inspirados en los valores democráticos.

Comprendiendo los nuevos movimientos sociales

Se inciará por realizar algunas precisiones conceptuales a efecto de


poder comprender a qué se refiere cuando se alude a los nms. Lo pri-
mera será definir qué es la acción colectiva. Vallés (2007) la entiende
como la “[acción] concertada entre varios sujetos de un mismo grupo,
que comparten una misma posición y un mismo proyecto y que se
organizan de modo relativamente centralizado” (p. 344).
Vallés llama la atención sobre la creciente complejidad de las
sociedades contemporáneas, tanto de sus estructuras sociales como
de los asuntos que requieren de una gestión del conflicto. Esto se
ha traducido en el surgimiento de múltiples y diversos actores co-
lectivos. Señala tres grandes tipos de actores: los ms, los grupos de
interés y los partidos.
En el presente documento no se abordará ni a los partidos ni a
los grupos de interés. Sin embargo, conocer sus finalidades ayuda a
diferenciar a los ms. Los partidos políticos son organizaciones de ca-
rácter permanente, cuya intención es alcanzar el ejercicio del poder
público mediante su acceso al gobierno. Esto es, aspiran a ocupar
formalmente los poderes del Estado y gobernar. En el caso de los
grupos de interés, su intención es ejercer poder pero no de manera
directa, sino a través de la influencia que puedan ejercer sobre el
gobierno. Los ms son más difíciles de definir, y sus objetivos suelen
ser muy amplios y diversos.
De acuerdo con Vallés, se puede diferenciar a los ms, a los par-
tidos y a los grupos de interés a través de su estructura, su discurso y
su escenario preferente de intervención. Los grupos de interés y los

135
Teresa Isabel Marroquín Pineda

partidos tienen una estructura sólida y permanente, en tanto que la


estructura de los ms puede presentar “variaciones y oscilaciones” (p.
345) Los partidos desarrollan un discurso de amplias pretensiones
que puede abordar un campo temático o varios, los grupos de interés
suelen tener un campo de intervención muy acotado, en tanto que
los ms tienden a “subrayar una sola dimensión de carácter ‘trans-
versal’, que afecta a una pluralidad de campos temáticos” (p. 345).
Finalmente, los partidos prefieren intervenir en el escenario institu-
cional, los grupos de interés pretenden incidir en las instancias insti-
tucionales, en tanto que los ms se caracterizan por actuar fuera del
ámbito institucional. Los ms son fenómenos menos integrados, con
fronteras más difusas, comúnmente con varios núcleos interiores,
con una “articulación relativamente débil, descentralizada y poco o
nada jerárquica” y con un discurso y objetivos que abordan ámbitos
diversos de las relaciones colectivas (p. 353).
Alonso (2014) nos permite diferenciar la acción colectiva de los
ms. Hablando en plural, el autor señala que las acciones colectivas
son aquellas que defienden “activamente intereses comunes por me-
dio de actos reivindicativos”. El ms es un tipo especial de acción co-
lectiva, “pues además de la actuación voluntaria a favor de una causa
hay una identificación de adversarios y se dinamiza un proceso de
formación de identidades en la disputa por lo que resulta central a la
sociedad en turno” (p. 5).
Melucci, Touraine, Zibechi, Castells y Alonso son autores claves
que permitirán comprender la especificidad de los ms, particular-
mente de aquellos denominados como nuevos.
Melucci (1999), en Acción colectiva, vida cotidiana y democracia,
señala que las sociedades contemporáneas han experimentado cam-
bios profundos, y con ellas ha cambiado también la acción colectiva.
De ser sociedades industriales, somos ahora sociedades complejas,
postindustriales y avanzadas. Con ello, la acción colectiva ha expe-
rimentado una alteración morfológica al surgir nms con caracterís-
ticas, formas de actuar y demandas diferentes. Estos movimientos,
a diferencia de los actores tradicionales, no se limitan a demandar
condiciones laborales, y van más allá de denunciar la dominación
económica. Por ello, señala Melucci, el analista que desee estudiar
dichos movimientos deberá hacerlo con ojos nuevos, para lograr en-
tender una realidad compleja.

136
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

Touraine (1999) señala que el renacimiento de la vida pública en


los años ochenta se dio a través de la formación de actores nuevos
cuyas reivindicaciones son de tipo cultural. A este tipo de actores
con dichas reivindicaciones les denomina movimiento social. Señala
Touraine que “los conflictos más significativos se han desplazado del
terreno de los derechos sociales al de los derechos relacionados con
los factores culturales” (pp. 2-3). A diferencia de las luchas clásicas,
que tienen como objetivo la defensa de las condiciones salariales y
laborales, las nuevas luchas persiguen el reconocimiento de derechos
culturales. Si bien los movimientos nuevos vienen siempre acompa-
ñados del rechazo a la economía liberal, sus reivindicaciones se cen-
tran en ciertos atributos positivos, en valores que son relevantes para
la sociedad, por lo que su lucha no se concentra exclusivamente en
el rechazo al orden imperante. A efecto de poder distinguir un ms
dentro del amplio mundo de la acción colectiva, Touraine propone
observar tres principios: la identidad del movimiento, su adversario
y su objetivo social. Esto es, cómo se autodefine el movimiento, cuál
es su principal enemigo y el orden o tipo de organización social que
proponen o a la que aspiran.
En “Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias y
desafíos”, Zibechi (2003) señala que los actores tradicionales bus-
caban modificar las relaciones de propiedad, establecer alianzas con
otros sectores sociales y partidos políticos para modificar la correla-
ción de fuerzas y arrancarle derechos al Estado. Los nms, en cambio,
ya no exhiben formas estadocéntricas de organización, y evidencian
el impacto que el neoliberalismo ha provocado en los sectores po-
pulares.
Como rasgos comunes de los nms, Zibechi señala los siguientes:
• El arraigo territorial en los espacios físicos recuperados o con-
quistados, en donde los nuevos actores producen y reproducen la
vida de una forma alternativa al modelo hegemónico.
• La búsqueda de autonomía material y simbólica, tanto de los
Estados como de los partidos políticos.
• La revalorización de la cultura y la afirmación la identidad de sus
pueblos y sectores sociales (especialmente afirman las diferen-
cias étnicas y de género).
• La creación de su propia intelectualidad.

137
Teresa Isabel Marroquín Pineda

• El establecimiento de nuevas relaciones entre los géneros; las


mujeres asumen papeles de relevancia política o de dirección
dentro de los movimientos, al tiempo que son claves para la arti-
culación de la vida familiar y laboral.
• El establecimiento de relaciones laborales igualitarias y horizon-
tales no jerárquicas, y con una relación diferente hacia el medio
ambiente.
• La sustitución de formas de acción tradicionales por acciones
autoafirmativas, mediante las cuales los nuevos actores afirman
sus rasgos e identidad.

Al igual que Touraine, para Castells (2009) los nuevos actores socia-
les son aquellos que provocan el cambio cultural, entendido éste
como “un cambio de valores y de creencias procesado en la mente
humana a una escala lo suficientemente grande como para afectar a
la sociedad en su conjunto” (p. 1). Estos cambios son “el resultado
de la voluntad de los actores sociales guiados por sus capacidades
cognitivas y emocionales en sus interacciones recíprocas y con su
entorno” (p. 1). Así pues,

a los actores sociales que aspiran al cambio cultural (cambio de valores) los
conceptualizo como movimientos sociales, y a los procesos que aspiran al cam-
bio político (cambio institucional) en discontinuidad con la lógica incorporada
en las instituciones políticas los defino como políticas insurgentes (p. 1).

Los ms florecen en el espacio público, el cual es un ámbito muy dis-


putado pues ahí se lleva a cabo la reproducción cultural de los pro-
yectos dominantes o puede gestarse el cambio cultural. De ahí que
para los nms la autonomía de la comunicación es de gran relevancia,
pues el cambio social sólo puede darse a través de la reprograma-
ción de códigos culturales y de valores. Castells asigna un peso muy
grande a los aspectos tecnológicos: la Internet y las redes sociales
que permite, al grado de identificar a la sociedad red como una nueva
estructura social en la que surgen ms.
En Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en
la era de internet, Castells (2012) analiza los ms en la red que surgie-
ron en la segunda década del presente siglo en diferentes lugares del
mundo, desde la revolución egipcia, las indignadas en España hasta

138
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

el movimiento Occupy Wall Street. Éstos surgen de la combinación


del deterioro de las condiciones materiales de vida y de una crisis de
legitimidad de los gobernantes, lo que provoca que la gente busque
participar en la definición de sus formas de vivir fuera de los canales
institucionales.
Castells encuentra los siguientes rasgos comunes en los indig-
nados:
• Están conectados en la red: las nuevas tecnologías de la infor-
mación facilitan la evolución del movimiento, la coordinación,
la deliberación, y disminuyen la amenaza de la represión. Si bien
estos movimientos comienzan en las redes sociales, se convierten
en movimiento al ocupar el espacio urbano.
• Los movimientos son locales y globales a la vez: comienzan en
contextos determinados, pero están conectados en todo el mun-
do; están arraigados en su identidad específica, al tiempo que
muestran una cultura cosmopolita; combinan la conciencia de
un posible desalojo del espacio público con sus proyectos de for-
mas de vida y comunidad alternativas.
• Surgen espontáneamente: se desencadenan por una “chispa
de indignación” relacionada con un acontecimiento concreto o
porque “han llegado al límite de repugnancia ante el comporta-
miento de los gobernantes” (p. 215).
• Son virales: ver y oír las protestas de otros sitios inspira la mo-
vilización porque dispara la esperanza en la posibilidad de un
cambio.
• Son deliberativos: al estar integrados por redes horizontales
multimodales no hay líderes ni jerarquías.
• Son altamente reflexivos: se cuestionan constantemente, no son
violentos y llevan a cabo la desobediencia civil pacífica. Y si bien
ocupan espacios públicos y actúan fuera de los cauces institucio-
nales, lo hacen para presionar a las autoridades políticas.
• No son programáticos: incluyen reivindicaciones múltiples con
motivaciones ilimitadas, lo cual impide formalizar una organiza-
ción y un liderazgo, así como la elaboración de un programa con
demandas específicas.

Castells señala que las fortalezas de estos movimientos constituyen al


mismo tiempo sus debilidades: su amplitud y receptividad del males-

139
Teresa Isabel Marroquín Pineda

tar al mismo tiempo les impide concretar un programa con demandas


específicas; su falta de localización los protege de la represión, pero
la ocupación de espacios públicos, aunque tiene un efecto simbólico,
no constituye una reapropiación (como sí sucede con otros nms); el
no tener la obligatoriedad de cumplir con actividades cotidianas les
brinda la flexibilidad y la oportunidad de cambiar con rapidez, pero
también les impide concretar cambios en la gestión cotidiana de sus
vidas; los plantones les permiten la deliberación, pero no los vuelve
una comunidad con un conjunto de valores compartidos.
Alonso (2011) considera que los movimientos de indignados son
tan amplios que pueden llegar a ser confusos y difusos. Protestan
en contra de las políticas neoliberales, la intromisión de organismos
financieros internacionales en políticas domésticas, la crisis econó-
mica, la corrupción, el desempleo, el incremento de la desigualdad,
entre otros aspectos, y demandan desde rendición de cuentas, dere-
chos ciudadanos, libertad, puestos de trabajo, formas de democracia
diferentes hasta formas de interacción social diferentes. Alonso en-
cuentra que lo relevante de estos movimientos, a pesar de su hete-
rogeneidad, es que logran aglutinar muchas demandas y expresar el
hartazgo, no defender territorio ni identidad, buscar formas alternas
de vida e interrelación social y cuestionar la legitimidad de sus res-
pectivos gobiernos y del sistema económico neoliberal:

Estos movimientos de indignados se inscriben en el conjunto de movimientos


que no sólo no buscan el poder, sino que sienten aversión hacia él, que no
buscan mejorar el sistema actual, sino propiciar la creación de otra manera de
convivir, que saben que el cambio de fondo no se dará en un momento dado,
sino que se hará produciendo entre similares paulatinamente. Pueden ser cata-
logados como movimientos sociales porque van erosionando, haciéndole rup-
turas al dominio estatal y a la explotación capitalista con formas cotidianas de
convivencia no capitalistas y no estatales. Lo destacable de los movimientos de
indignados del 2011 es que se trata de una irrupción social similar y hasta su-
perior a la de 1968, y que el mundo no será igual después de ellos. Su impronta
será profunda y duradera, y se irán consolidando las búsquedas de autonomías
desde abajo y de creación de formas novedosas de convivencia fuera de la ló-
gica capitalista (p. 61).

140
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

Los nuevos movimientos sociales y su incidencia


en el proceso democratizador mexicano

Dentro de la teoría del cambio político se menciona la gran impor-


tancia que tiene la sociedad civil para el empuje de una transición a
la democracia, y la necesidad de la construcción de una ciudadanía
consciente de sus derechos para que pueda consolidarse el nuevo
régimen.
O’Donnell y Schmitter (1994) señalan la importancia de la mo-
vilización generalizada:

La “apertura”, el “deshielo”, “la descomprensión” de la dominación au-


toritaria […] por lo común produce un rápido y agudo incremento de la poli-
tización general y la activación popular –“la resurrección de la sociedad civil”,
como la llamó O´Donnell. Sin embargo, tarde o temprano esta ola llega a su
cresta, según el caso. Se afirma luego una cierta normalidad, a medida que
individuos y grupos vuelven a despolitizarse, se quedan sin recursos o se des-
ilusionan, y a medida que otros se radicalizan, al reconocer que sus esperanzas
maximalistas no serán alcanzadas. Y aún hay otros que simplemente se cansan
de la movilización permanente y de la intrusión que esto implica en su vida
privada (p. 47).
[…]
Una vez que los “blandos” prevalecieron sobre los “duros” y comenzaron a
otorgar garantías individuales y ciertos derechos de cuestionamiento, y a ne-
gociar con algunos opositores escogidos del régimen es probable que haya una
movilización generalizada, que hemos preferido describir como “la resurrec-
ción de la sociedad civil” (p. 79).

Cansino (1997) señala que la movilización política de la sociedad


civil puede contribuir a acelerar la crisis política del régimen autori-
tario, al incrementar los desafíos que le presentan y aumentando con
ello la pérdida de legitimidad:

[…] la movilización política intensa no es otra cosa que una acelerada elevación
de demandas que se constituyen en desafíos políticos visibles para la coalición
política dominante, es decir, para el conjunto de actores políticos, económicos,
militares, etcétera, que sostienen y apoyan al régimen. Cabe señalar que el peso
de la movilización social puede medirse, empíricamente, a partir de ciertos pa-
rámetros: número de personas que plantean el desafío, intensidad con que se
plantea, importancia de la demanda para los grupos sociales políticamente re-
levantes, etcétera. En este sentido, las movilizaciones políticas emanadas desde

141
Teresa Isabel Marroquín Pineda

el seno de la sociedad civil contribuyen a acelerar una crisis política, o influyen


en un proceso de cambio de régimen así como en su posterior consolidación
(p. 21).

Previamente, cuando se habló de la diferencia entre liberalización y


transición, se señaló –citando a Cansino– que la primera se trata de
una estrategia adaptativa del régimen que persigue su permanencia.
Ante una creciente movilización social, la élite gobernante genera
una apertura gradual y limitada para neutralizar el conflicto que la
movilización puso en evidencia, y para “buscar legitimidad por la vía
de la competencia partidista y electoral, aunque controlada” (p. 38).
Lejos de lograrlo, una mayor participación y competencia acaba por
acelerar la caída del régimen.
En el caso mexicano, los conceptos sociedad civil y ms no forma-
ban parte de nuestro lenguaje cotidiano. Quizá una de las principa-
les dificultades para analizar los ms sea que en la literatura acadé-
mica ambos términos se utilizan indiferenciadamente. Olvera (1999)
señala que la idea de ms ha sido usada en México, como en muchas
partes, para describir una generalización empírica. Sin embargo, en
nuestro país existe una “multiplicidad semántica de la noción” (p. 2),
de forma tal que ha sido empleada “como una manera de describir
toda forma de acción colectiva, en especial la proveniente de los sec-
tores populares” (p. 2). El problema con esta confusión semántica
es que los ms recientes en nuestro país han cambiado tanto en su
naturaleza, composición, reivindicaciones y forma de interrelación
con el Gobierno.
Olvera (1999) considera que en México hemos padecido una
confusión analítica, denominando sociedad civil a aquello que en
Europa occidental se denominaba nms. Por ms entendíamos exclu-
sivamente a los actores clásicos. Las definiciones y los principios que
Touraine presentó para categorizar si una acción colectiva califica
como ms o no vinieron a agravar la confusión, pues dentro de dicha
perspectiva “sólo unos cuantos movimientos de orden urbano-cul-
tural podían ser entendidos como movimientos sociales en sentido
estricto” (Olvera, 1999: 2). Posteriormente, conforme fue avanzan-
do el proceso de democratización, surgieron las Organizaciones No
Gubernamentales (ong) y se autodenominaron como sociedad civil,
monopolizando el término y dejando fuera a otras expresiones.

142
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

La situación se hizo más compleja debido a que el régimen au-


toritario de 71 años estableció pautas determinadas de comporta-
miento en la sociedad; ello se traduce en una baja tendencia a la
asociación, y que la sociedad organizada tenga escasa articulación
y tienda a activarse sólo en momentos coyunturales. Por otro lado,
ciertos factores provocaron que los diversos colectivos organizados
–conforme el régimen se fue liberalizando– optaran por hacerlo en
los circuitos formales de la lucha por el poder político; y finalmente,
la dinámica y la etapa actual del proceso de democratización han
afectado también la forma en que la sociedad manifiesta sus deman-
das y agravios.
En este sentido, señala Olvera (2009):

La peculiar configuración de las relaciones entre sociedad, mercado y Estado


que produjo el régimen de la Revolución Mexicana está en el origen de la “par-
ticularidad mexicana” en este campo, pero también el carácter tardío y prolon-
gado de la transición a la democracia explica la centralidad de la arena político-
electoral en el imaginario y en las luchas sociales de toda una generación de
activistas sociales y civiles (p. 4).

En “El concepto de movimientos sociales. Un balance inicial sobre


su empleo en México (1970-1996)”, Olvera (1999) explica cómo el
Estado mexicano monopolizó el espacio público y político, dejando
poco margen para la autonomía asociativa. A través del corporati-
vismo y la política de masas, el Estado organizó en grandes colectivos
a obreros y campesinos. De ahí que al hablar sobre ms lo entendié-
ramos como las exigencias y demandas al Estado por parte de estos
colectivos organizados. Ello provocó también que no pusiéramos
suficiente atención en movimientos provenientes de otros actores no
convencionales, como los empresarios o las clases medias.
A continuación se explicará más a detalle. A través de la repre-
sentación corporativa de la sociedad, netamente por medio del sin-
dicalismo y las organizaciones campesinas, y más adelante el sector
popular, agrupadas cupularmente en el partido hegemónico, el Es-
tado mexicano provocó una forma de interrelación particular con la
sociedad (Olvera, 2007). Las grandes centrales obreras y campesinas
defendían los intereses de sus agremiados, al tiempo que desem-
peñaban una función de representación en el partido hegemónico

143
Teresa Isabel Marroquín Pineda

(Confederación de Trabajadores de México, Confederación Nacio-


nal Campesina y más adelante Confederación Nacional de Organi-
zaciones Populares). El Partido Nacional Revolucionario-Partido
de la Revolución Mexicana-Partido Revolucionario Institucional
(pnr-prm-pri) operó como un administrador de corporaciones,
estableciendo relaciones clientelares de mutua conveniencia. Esta
interrelación funcionó bastante bien aproximadamente hasta la dé-
cada de los ochenta, cuando “cambió fundamentalmente la compo-
sición de la sociedad y debilitó las raíces corporativas del régimen al
crear nuevos actores sociales no encuadrados dentro del sistema de
representación” (p. 16). El régimen perdió su capacidad inclusiva,
no sólo porque la población aumentó notablemente, sino debido a
los procesos de urbanización e industrialización, el surgimiento de
una clase empresarial y de las clases medias. Estos nuevos actores no
encuadraban en el esquema corporativo estatal. De ese modo, “los
orígenes de una sociedad civil –en el sentido de grupos gremiales-
clasistas que van diferenciándose del Estado y la economía– pueden
localizarse en el periodo 1971-1980” (p. 17).
Olvera hace una revisión de las formas de asociación alternativas
que fue adoptando la sociedad, desde los estudiantes radicalizados
tras la represión de 1968, las comunidades eclesiales de base organi-
zadas por la Iglesia católica, los empresarios del norte y occidente del
país, las clases medias urbanas hasta la insurrección electoral de 1988.
Esta movilización de apoyo a Cárdenas fue particularmente relevante,
pues ante la posibilidad real de un triunfo electoral los distintos ms
optaron por participar en el sistema de partidos. Analiza Olvera:

La sorpresiva insurrección electoral que acompañó el súbito ascenso del car-


denismo cambió radicalmente los parámetros de la acción política y creó por
primera vez para la izquierda la posibilidad de propiciar un cambio de régimen
por la vía electoral.
[…] En un primer momento el fenómeno del cardenismo creó en la iz-
quierda una nueva ilusión: el colapso del régimen a partir de la resistencia civil.
Cuando se percibió que no estaba a la orden de día la autodestrucción o la
deposición del régimen, la izquierda confió demasiado en un triunfo electoral
inmediato, considerándose a sí misma una mayoría política virtualmente auto-
mática. Las consecuencias de este autoentendimiento fueron severas, pues la
gran mayoría de los dirigentes de los movimientos sociales populares autóno-
mos invirtieron su capital político en campañas electorales y pasaron a dedicar
buena parte de su tiempo a las luchas intestinas dentro del naciente Partido de

144
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

la Revolución Democrática (prd) […] El nuevo interés en la acción político-


electoral y la centralidad que adquirieron los conflictos poselectorales en el
país condujeron a una pérdida de visibilidad de los movimientos populares, que
además habían entrado ya en una fase de franco declive (pp. 20-21).

Para comprender la incidencia que los ms han tenido y tienen en


la actualidad en el proceso de democratización mexicana, es con-
veniente considerar varios aspectos. Por un lado, los rasgos carac-
terísticos del régimen autoritario que se pretendió desplazar; por el
otro, las particularidades de nuestra transición a la democracia; y
finalmente, la etapa del proceso de democratización en la que se
encuentra en la actualidad nuestro país. A continuación, se abun-
dará sobre estos tres aspectos:
a) Características del régimen autoritario: el régimen basado prin-
cipalmente en el presidencialismo y un partido hegemónico, que
organiza y controla a las masas a través de las jerarquías verticales
que impone el corporativismo y las relaciones clientelares, provo-
có una sociedad con una baja tendencia a asociarse, y que temero-
sa de la reacción represiva del Estado, optó por no participar.
b) Las particularidades de la transición democrática: la transición
se centró en la cuestión electoral y en el sistema de partidos.
Por ello, tal como señala Olvera, la apertura electoral, la cre-
ciente competitividad partidista y la convicción del triunfo de la
izquierda en 1988 llevaron a que muchos colectivos optaran por
competir en los circuitos formales del poder político. La diná-
mica de la transición, su gradualismo, su discontinuidad, sus re-
formas sucesivas, sus avances y sus retrocesos provocaron que la
movilización social se activara en coyunturas particulares, lo que
le restó articulación.
c) La etapa actual del proceso de democratización: el hecho de que
la transición se haya dado a través de una liberalización contro-
lada y dirigida por la élite en el poder, así como que durante la
instauración democrática no se haya destituido del todo al viejo
régimen ni se haya creado el nuevo andamiaje legal e institucio-
nal para sustentar al régimen democrático, limitan la pluralidad
y las posibilidades de articulación de la acción colectiva.

145
Teresa Isabel Marroquín Pineda

Schmitter (1998) destaca la importancia de la acción colectiva cohe-


rente para representar un desafío verdadero al régimen autoritario:

[…] para montar un desafío efectivo y perdurable a la dominación autorita-


ria, y para que la democracia política se convierta en y siga siendo un modo
alternativo de dominación política, un país debe poseer una sociedad civil en
la cual existan ciertas identidades comunitarias y grupales con independencia
del Estado, y ciertos tipos de unidades auto-constituidas que sean capaces de
actuar con autonomía en defensa de sus propios intereses e ideales. Además,
estas identidades e intereses no sólo deben estar distribuidos en todo el país;
también es necesario que puedan ser concentrados cuando la ocasión lo exige,
es decir, que deben ser organizados para la acción colectiva coherente (pp.
21-22).

En el caso mexicano, resta aún completar la instauración demo-


crática. Sin embargo, se observa que los ms y la sociedad civil en
general presentan una dinámica particular en la que se aglutinan en
coyunturas particulares para luego dispersarse: momentos de crisis
debido a una manifestación represiva del régimen autoritario (la
matanza de Tlatelolco en 1968), la cerrazón del sistema electoral
(José López Portillo como candidato presidencial único en las elec-
ciones de 1976), desastres naturales (sismos de 1985), manipulación
de los procesos electorales (fraude de 1988), represión a minorías
históricamente excluidas (movimiento zapatista de 1994), exigencia
de respeto a la voluntad popular (desplazamiento del pri de la silla
presidencial en 2000), ineficacia de políticas gubernamentales (con-
secuencias de la lucha contra el narcotráfico), manipulación del elec-
torado (medios de comunicación sesgados), etcétera.
A manera de ejemplo, las movilizaciones de apoyo al zapatismo
ante la reacción represiva del Estado mexicano, aunado a la cobertu-
ra de los medios de comunicación, contribuyeron a que la represión
abierta cesara. Al transcurrir los años y haber una relativa paz, la
sociedad organizada entró en un periodo de retraimiento, pero re-
surgió ante la matanza de Acteal y la llamada traición de Zedillo, al
fingir la intención gubernamental de llegar a acuerdos con los zapa-
tistas en tanto se detectaba la identidad del subcomandante Marcos
y poder emitir órdenes de aprehensión. Al grito de “Todos somos
Marcos”, nuevamente se observó movilización de apoyo y solidari-
dad. Lo que interesa destacar es la gran aportación a la democratiza-

146
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

ción que podría tener una sociedad movilizada de forma coherente,


tal como señala Schmitter (1998).
Una vez que se transitó a la democracia por la vía de la alternan-
cia, se observó un periodo de retraimiento de la sociedad civil, que
despertó nuevamente en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012)
ante la creciente inseguridad y la afectación a la población civil por la
lucha del Gobierno en contra del narcotráfico. Surgieron aquí nms
que exhiben no sólo el fracaso estatal en materia de seguridad, sino
también las terribles consecuencias en la población de la estrategia
gubernamental adoptada. La fuerza simbólica de este movimiento
logró articular mucho del malestar social acumulado.
Se abundará ahora en el movimiento zapatista, que encarna to-
dos los rasgos característicos que Zibechi encuentra en los nms, y el
mpjd, encabezado por Javier Sicilia, que se puede caracterizar como
parte de la tendencia mundial de los movimientos de los indignados.

a. El movimiento zapatista

En el marco de la nueva economía global y las políticas de liberali-


zación emprendidas desde fines de los años ochenta por la adminis-
tración de Carlos Salinas de Gortari para insertarse en el comercio
internacional, aproximadamente unos tres mil hombres y mujeres
indígenas, principalmente tzeltales, tzotziles y choles, le declararon
la guerra al Ejército Mexicano el 1 de enero de 1994, pidiendo entre
otras cosas la renuncia del presidente de la república ilegítimo y la
autonomía de los pueblos indígenas. Tras décadas de olvido, de abuso
gubernamental y de los terratenientes, desplazamientos y reasenta-
mientos forzados, el evento disparador fue la firma del Tratado de
Libre Comercio (tlc) con Estados Unidos y Canadá –en una posi-
ción de clara desventaja para México, y con una afectación directa a
las comunidades indígenas de la región por las crecientes importa-
ciones de maíz y la eliminación del precio del café–. Al rezago histó-
rico de dichas comunidades, hay que agregar la reforma al artículo
27 constitucional, que ponía fin a la propiedad comunal del ejido
permitiendo la comercialización de la propiedad individual. Entre
1992 y 1993 los indígenas se manifestaron de forma pacífica, pero
ante la indiferencia gubernamental iniciaron los preparativos de la
guerrilla. En mayo de 1993 tuvieron un primer enfrentamiento con

147
Teresa Isabel Marroquín Pineda

el Ejército, pero la administración salinista minimizó el conflicto


para que nada entorpeciera las negociaciones para la firma del tlc
(Baronnet, Mora y Stahler-Sholk, 2011).
Castells (2000) analiza al movimiento zapatista a través de los
tres principios propuestos por Touraine para identificar a un ms. A
saber, la identidad del movimiento, su adversario y su objetivo social:
• Identidad: los zapatistas se consideran indios y mexicanos lu-
chando por “su dignidad, sus derechos, su tierra y la nación mexi-
cana” (Castells, 2001: 31). El autor no considera que la defensa
de la identidad étnica sea el elemento central del movimiento,
sino la explotación política, económica y social.
• Adversario: la hegemonía capitalista en el nuevo orden global,
el imperialismo estadounidense y el gobierno corrupto e ilegíti-
mo del pri. Denuncian la modernización económica excluyente,
particularmente las reformas de apertura y liberalización comer-
cial del gobierno salinista.
• Objetivo social: Castells (2000) considera que el zapatismo no
provee un proyecto social, aunque sí ofrece una visión alternati-
va de sociedad con base en la reacción y defensa ante el adversa-
rio global. Los zapatistas son rebeldes legitimados que persiguen
justicia social y democracia. Son “patriotas mexicanos levanta-
dos en armas contra las nuevas formas de dominación extranjera
del imperialismo estadounidense”, que llaman a clausurar la era
del partido hegemónico priista (pp. 31-32).

De acuerdo con Castells, el impacto de los nms se debe en buena


medida a su presencia en los medios de comunicación y a su uso
efectivo de la tecnología de la información. En el caso del zapatismo,
su estrategia de comunicación fue clave para su sobrevivencia ante
el ataque inicial del Estado mexicano. Parte de dicha estrategia era
poder comunicarse de forma autónoma y directa con el país y el
mundo. Castells denomina al zapatismo como la primera guerrilla
informacional; su capacidad de utilizar las nuevas tecnologías de la
comunicación y su atinada estrategia lograron concitar el apoyo y la
solidaridad de mexicanos y extranjeros.
Zibechi (2003) señala entre algunos de los rasgos comunes de los
nms la autonomía material y simbólica, la revalorización cultural y la
afirmación identitaria. Valorando al zapatismo desde esta perspecti-

148
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

va: a) el movimiento zapatista buscó la autonomía tanto del Estado


como de los partidos políticos, lo que coadyuvó a que la sociedad se
percatara de la importancia de esferas autónomas, y la posibilidad
de la acción colectiva al margen de los circuitos formales de la lucha
por el poder político, b) el zapatismo contribuyó a la toma de con-
ciencia nacional del pasado indígena, de la existencia de minorías
históricamente desaventajadas y de la exclusión de los indígenas del
modelo de desarrollo emprendido por el régimen autoritario y c)
coadyuvó a la revalorización de la cultura de los pueblos indígenas y
a la noción de una concepción de ciudadanía comunitarista y pluri-
cultural, a través de sus reivindicaciones autonómicas.
El principal efecto del zapatismo fue provocar la toma de con-
ciencia nacional tanto de la exclusión social como de la precariedad
del modelo modernizador salinista. El proyecto económico estaba
sustentado en buena medida en la confianza de inversionistas ex-
tranjeros que encontraron en nuestro país el paraíso idóneo para sus
capitales golondrinos. Sin embargo, la economía ficción del salinismo
era altamente sensible a la inestabilidad política y social. Si bien los
zapatistas no se propusieron colapsar la economía, su irrupción justo
el día en que entraba en vigor el tlc provocó la pérdida de confianza
de los inversionistas en la economía mexicana. Este acontecimiento
inauguraría un año terrible para la economía mexicana, en donde la
correlación entre los acontecimientos políticos y la estabilidad eco-
nómica exhibieron la fragilidad del proyecto del salinismo. Se puede
afirmar que el camino que llevó a que la sociedad mexicana optase
por el cambio a través de las urnas en 2000, fue pavimentándose con
la evidencia de la exclusión de grandes sectores de la población, así
como por el malestar ante la ineficacia gubernamental en la gestión
de la economía, la cual empezó a derrumbarse en enero de 1994 has-
ta caer estrepitosamente con el llamado error de diciembre.

b. Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad

A las pocas semanas de llegar a la presidencia de la república, el


panista Felipe Calderón (2006-2012) anunció un ataque frontal al
narcotráfico. Aunque el Gobierno logró algunos éxitos al capturar
a algunos líderes, desencadenó una guerra entre los cárteles y un
cúmulo de represalias que incluyeron actos en contra de la pobla-

149
Teresa Isabel Marroquín Pineda

ción civil para generar un ambiente de terror. El mpjd, encabezado


por Javier Sicilia, forma parte de la ola mundial de indignados. El
asesinato de su hijo en el contexto de la estrategia gubernamental
de la lucha contra el narcotráfico conmovió profundamente, concitó
la empatía y la solidaridad, pero especialmente logró transformar
una multiplicidad de emociones de la sociedad en una sola clara-
mente 1identificable: la indignación. El movimiento logró aglutinar
los duelos individuales, que acabaron por convertirse en un duelo
colectivo que movilizó además de la indignación, la ira, la rabia y la
impotencia.
El mpjd reclamó al Estado mexicano el incumplimiento de una
de las funciones básicas del contrato social: la protección de las vidas
de aquellos que integramos la comunidad política. Reconociendo lo
anterior como uno de los grandes logros del movimiento, éste gene-
ra algunas interrogantes, especialmente a la hora en que –desde la
academia– se pretende categorizarlo. La centralidad del personaje
de Sicilia contrasta con la horizontalidad y el rechazo a la jerarquía,
que suelen caracterizar a los nms. Particularmente, llama la atención
que Sicilia negoció con el adversario del movimiento (en términos
de Touraine), y que se expresó en un lenguaje de perdón y reconci-
liación (más que de exigencia de rendición de cuentas) con el actor
que provocó el agravio y que además persistió en la misma estrategia
fallida que repetidamente se le pidió cambiar.
Zibechi (2003) menciona que uno de los desafíos de los nms la-
tinoamericanos es la definición de su actitud en relación con los go-
biernos progresistas, si optar por la autonomía a ultranza u optar por
formas de representación. En el caso mexicano, aunque el gobierno
de Felipe Calderón se tratase de un gobierno panista, no se trataba
de un gobierno progresista, por lo que lo más evidente parecería
ser que el mpjd no interactuara con los agentes estatales. Especial-
mente tratándose de un Estado permisivo con el crimen organizado,
ineficaz para garantizar la seguridad de sus ciudadanos, insensible e
inmutable ante una estrategia que provocó la pérdida de vidas ino-
centes.
Como mucho de lo que acontece en México, el movimiento que
encabezó Sicilia –sin demérito de su calidad de movimiento social–
debe ser analizado desde su excepcionalidad. Alonso (2014) señala
que cada movimiento es una experiencia singular irrepetible, y que

150
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

no es posible pretender que leyes rígidas expliquen la impredecible


acción humana. Así pues, el mpjd debe ser analizado en su excepcio-
nalidad, en el contexto de un proceso de instauración democrática
incompleta, lenta y tortuosa.
Alonso (2011) lleva a cabo una magnífica relatoría del surgi-
miento y evolución del mpjd, así como de la ineficacia de la interac-
ción del movimiento con los agentes gubernamentales, los intentos
de grupos radicalizados por secuestrar el movimiento, el aglutina-
miento de protestas y demandas que, aunque justas, modifican la
identidad del movimiento, entre otros aspectos.
A la luz de la interpretación de Castells (2012) de los movi-
mientos de los indignados puede comprenderse mejor el efecto y
las consecuencias del mpjd. El autor sostiene que el cambio social
tiene una base emocional, especialmente la ira y al miedo. La ira
surge ante la percepción de una acción injusta y con la identificación
del agente responsable de la acción, lo cual lleva a comportamien-
tos arriesgados, pero también surge el miedo a ser reprimido. Sin
embargo, cuando a través de la acción comunicativa nos identifica-
mos con otros que también sienten miedo, éste se supera y lleva a
los indignados a desafiar el poder. Castells señala que no todos los
movimientos de indignados surgen de la pobreza o la desesperación
política; lo que es seguro es que se trata de “una movilización emo-
cional que la ira desencadena contra la injusticia y por la posibilidad
de un cambio” (p.210). En este sentido, el mpjd aglutinó la ira y la
indignación, provocando una toma de conciencia colectiva ante la
ineficacia gubernamental y los agravios cometidos por una clase po-
lítica permisiva, corrupta e impune.
Antes de esbozar un balance final respecto de la incidencia del
movimiento zapatista y del mpjd en el proceso de democratización
en México, hay que recuperar dos aspectos relevantes de Alonso y de
Melucci. Alonso (2014) señala que una característica de los ms es “la
búsqueda incesante, con manifestaciones fuertes intermitentes” (p.
21), por lo que a veces irrumpirán y serán visibles, pero en otros mo-
mentos permanecerán latentes hasta que el agravio se vuelva inso-
portable e intolerable. Agrega Alonso que los ms siempre pretenden
alcanzar un cambio, y los dominantes siempre persiguen cooptarlos
o reprimirlos; aunque pareciese que algunos ms son derrotados, “és-
tos siempre mellan al poder” (p. 21). Melucci (1999) observa que

151
Teresa Isabel Marroquín Pineda

el principal aporte de los nms no es el logro de objetivos concretos,


sino su existencia misma, a través de la cual alteran los códigos cul-
turales dominantes. Por ello, no deben ser analizados bajo la óptica
convencional del éxito o del fracaso. Con su mera existencia y acción
denuncian realidades, evidencian fracasos y omisiones y ofrecen for-
mas alternativas de pensar y vivir la vida.
A la luz de esta perspectiva, y aunque ambos movimientos han
tenido crestas y retraimientos (O’Donnell y Schmitter, 1994), sin lu-
gar a dudas han mellado al poder a través de su carga simbólica. En
el caso del zapatismo, su principal aporte fue el desafío simbólico al
régimen autoritario. En el caso del mpjd, fue el cuestionamiento a la
legitimidad de un Estado que no cumple con la función esencial de
proteger la vida de los ciudadanos.

Conclusiones

A pesar de que los ms en nuestro país parecieran articularse ante


coyunturas políticas particulares, alcanzar su cresta y después disol-
verse, sí se puede observar un impacto de los mismos en el proceso
de democratización en México. Durante la transición democrática
su papel fue importante en la medida en que desafiaron la legiti-
midad del régimen autoritario. Ante la crisis de legitimidad, la élite
gobernante optó por ampliar ciertas libertades con objeto de dismi-
nuir la presión social acumulada.
Se trató de una liberalización gradual dirigida por el régimen au-
toritario con la intención de mantenerse en el poder. Aunque el vie-
jo régimen siempre controló la apertura, y ésta no respondía a una
auténtica vocación democrática, la liberalización generó un círculo
virtuoso: los opositores al régimen rozan límites antes no permitidos,
y al encontrar que los márgenes de tolerancia se han ampliado y que
se han establecido cauces para la competencia política, provocan
que otros opositores conciban también la posibilidad de participar y
destituir al autoritarismo por la vía pacífica, legal y electoral. Cansi-
no (2004) señala que ello acabó por generar una “lógica de compe-
tencia y participación” (p. 43), que terminó por desplazar al régimen
que pretendía mantenerse en el poder.

152
Incidencia de los nuevos movimientos sociales en el proceso de democratización en México

La etapa de la transición democrática sí concluyó, pues se de-


rrumbaron los dos pilares esenciales del viejo régimen: el presiden-
cialismo y el sistema de partido hegemónico. Sin embargo, dado que
la transición se concentró en los aspectos electorales y no hubo un
pacto entre los actores políticos del viejo régimen y los opositores
partidarios de la democratización, la estructura normativa e institu-
cional se preservó prácticamente intacta.
Lamentablemente, la obstinación del régimen autoritario por
continuar llevó a que sólo se efectuaran reformas parciales, siempre
convenientes para la élite gobernante. Cansino ha señalado que el
viejo régimen ganó perdiendo en 2000, pues aunque perdió la presi-
dencia de la república, logró preservar normas, instituciones y prác-
ticas autoritarias. Aunque durante dos sexenios la presidencia de la
república haya sido ocupada por panistas, mucho de lo que sustenta-
ba al viejo régimen se mantuvo.
Las características de nuestra transición configuraron que la si-
guiente etapa del proceso democratizador –la instauración– quedara
inconclusa. Como consecuencia, en sentido estricto y en apego a la
teoría del cambio político y a las fases del proceso democratizador,
México no ha concluido la instauración y no ha procedido a la con-
solidación democrática.
Desde nuestra perspectiva, después de la liberalización inicial y
una vez concluida la transición por la vía de la alternancia en el año
2000, los ms se replegaron y no desempeñaron un papel clave en el
proceso de instauración democrática. Es importante señalar que sí
provocaron procesos de toma de conciencia. Sin embargo, no es sino
hasta el surgimiento del mpjd que se observó un movimiento de al-
cance nacional con alguna posibilidad de incidencia real. Al denun-
ciar a los gobiernos de la alternancia (y también al de la alternancia
de regreso) por el incumplimiento de sus funciones esenciales, la
corrupción de la élite política (sin distinción de partido) y la inefica-
cia de las políticas públicas en materia de seguridad, el movimiento
incide en el proceso de democratización al retar –implícitamente– a
retomar el proceso de instauración democrática para desplazar del
todo los vestigios autoritarios.
En el presente documento intencionadamente se optó por aco-
tar la temporalidad de análisis hasta el sexenio de Felipe Calderón.
En el presente sexenio de Enrique Peña Nieto existen focos rojos

153
Teresa Isabel Marroquín Pineda

en la sociedad que exhiben el hartazgo, la desafección política, el


desencanto con la democracia y el desprecio por la clase gobernante.
Existe una crispación creciente y un malhumor ante los alarmantes
niveles de violencia e inseguridad, la precariedad de nuestro Estado
de derecho, la corrupción rampante de la clase política y la impu-
nidad; pero especialmente existe una profunda indignación ante el
abuso de las fuerzas del orden y ante la colusión entre aquellos que
en principio debieran protegernos con el crimen organizado. Casos
como Atenco, Tlatlaya, Ayotzinapa y Nochixtlán han generado nue-
vas movilizaciones. Habrá que esperar un tiempo antes de poder va-
lorar si dichas acciones colectivas constituyen ms, y si logran o no
provocar una nueva liberalización del régimen y completar el proce-
so de instauración democrática.

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Touraine, A. (1999). ¿Cómo salir del liberalismo? México: Paidós.
Vallés, J. M. (2007). Ciencia Política. Una introducción. España: Ariel.
Zibechi, R. (2003). Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias
y desafíos. Observatorio Social de América Latina, 9, 185-188.

156
La construcción conflictiva de un
nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México.
Una revisión a la literatura académica

Emmanuel Rojas Botello1

Resumen. En este artículo interesará discutir, a través de los di-


ferentes autores que han abordado a los movimientos sociales en
México, el estado que guarda el análisis de la construcción de un
nosotros en los movimientos sociales contemporáneos. La idea de
la que se parte indica que cuando se toca el proceso de construc-
ción de este sujeto colectivo en los movimientos sociales, se hace
énfasis en todo aquello que coadyuva a la cohesión de los indivi-
duos. No obstante, queda fuera de foco el análisis de la dimensión
conflictiva que éste supone.
En la bibliografía revisada, se aportan elementos para pensar
a la construcción de un nosotros como un elemento sine qua non de
los movimientos sociales, no obstante, hay poco sobre el constante
proceso de negociación y redefinición de estas uniones. Se habla
bastante bien de la relación antagónica de estos movimientos so-
ciales con el Estado por ejemplo, pero poco hay sobre la relación
conflictiva y de disputa al interior de los movimientos.

1. Licenciado en Historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,


maestro en Comunicación por la Universidad de Guadalajara y estudiante del Doctorado
en Ciencia Política por la Universidad de Guadalajara. Sus temas de investigación son
análisis del discurso, conformación de políticas públicas y movimientos sociales. Correo
electrónico: emmanuelrojasb@gmail.com

157
Emmanuel Rojas Botello

Lo que Petras et al. (2004) llaman “militancia discontinua y


móvil” (p. 269), González (2002) lo llama “las contradicciones del
nosotros” (p. 33), y para Castells (2000) es “activismo discontinuo”
(p. 213); esto da cuenta de que, en la literatura, los límites de la
solidaridad en los movimientos nunca son estables, pero no se da
cuenta de los factores y la lógica de estas rupturas y movimientos
en los contornos de la construcción de un nosotros.
Interesa explorar la manera en que los diferentes autores que
escriben sobre movimientos sociales en México conciben la idea de
nosotros, de qué manera la han estudiado dentro de las acciones
colectivas que analizan y cuáles son los límites de dicho análisis,
para así plantear un nicho de investigación sobre la conformación
de los movimientos sociales contemporáneos.
Palabras clave: movimientos sociales, México, conflicto, nosotros y
dinámicas internas.

Introducción

Es intención de estas palabras aclarar los conceptos básicos sobre


los cuales se han realizado las lecturas y análisis de los textos acadé-
micos sobre movimientos sociales contemporáneos. Es menester en
esta introducción ofrecer al lector un mapa a partir del cual pueda
comprender la posición y perspectiva que se ha seleccionado para
realizar este trabajo.
Así pues, se entenderá a los movimientos sociales como acciones
desarrolladas por un conjunto de personas con objetivos similares
y unidos por lazos solidarios, por “la capacidad de reconocerse a sí
mismos y ser reconocidos como parte de una unidad social” (Meluc-
ci, 1999: 41), a partir de la cual establecen una relación antagónica
con las élites, autoridades y demás adversarios.
Son formas de acción colectiva no institucionalizada. Es decir,
son acciones colectivas diferentes de los partidos políticos, gremios,
sindicatos, etcétera.
• Son formas de acción colectiva con prácticas disruptivas.
Inventan nuevas formas de participación política al margen de
las tradicionales.
• Son formas de acción no violentas. En el momento en que se
vuelven violentas, hacen uso de instrumentos coercitivos o hacen

158
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

explícito el uso de milicias, se acercan más a la conformación de


un grupo guerrillero o terrorista y se aleja de la definición de
movimiento social.
• Son heterogéneos en la composición de sujetos que la confor-
man. Ya no se aglutinan alrededor de una clase social (no se asu-
men solamente como la clase obrera o campesina, por ejemplo),
sino que se acercan más a la identificación con la ciudadanía.
Si bien el lazo que los une no se encuentra determinado por el
lugar de los individuos en las relaciones de producción, la unión
es lograda por referentes de identidad como valores, tradiciones
y objetivos similares.

Como lo indica Castells (2012), “el Big Bang de un movimiento


social empieza con la transformación de emoción en acción” (p. 30).
Pero pasar del sentimiento de indignación a acciones concretas a
partir de las cuales se puedan resolver las demandas planteadas es
un asunto complejo. Es un reto importante “coordinar a poblaciones
desorganizadas, autónomas y dispersas de cara a una acción común
y mantenida” (Tarrow, 1997: 33). Y es justo en este punto donde
la constitución de las solidaridades, como un proceso complejo, se
vuelve importante.
La definición de todo conjunto social, de toda agrupación o de
toda unión entre individuos sólo puede ser posible a través de la
construcción de referentes identitarios que parten de la conforma-
ción de “fenómenos de equivalencia y efectos de frontera” (Laclau y
Mouffe, 1987: 231). Dicho proceso contempla tres momentos.
El primer momento es el de encadenamiento equivalencial, que
en esencia significa la formación de un nosotros, es decir, la cons-
trucción de un referente a partir del cual los diferentes individuos
pueden asumirse como parte de un cuerpo colectivo. En el segundo
momento está la dislocación, que según Laclau (2011) es la incapa-
cidad de establecer con éxito una fijación definitiva de la identidad y
del orden social, en la medida que existe siempre un exterior consti-
tutivo, un otro que pone en peligro la conformación de tal identidad
fija o estable. En tercer lugar, Mouffe (1999) afirma que la construc-
ción de toda identidad implica un juego oposicional. Para que algo
se pueda constituir tiene que hacerlo en relación con otro elemento
diferenciado del primero, es decir, una frontera antagónica.

159
Emmanuel Rojas Botello

Esto recuerda a la disertación que Laclau tuvo a partir de la idea


de reversiones dialécticas introducida por Mann, en donde la liber-
tad no podría ser entendida como tal si no es por su contraposición
con la ley.

[…] lo que está en juego en “reversiones dialécticas” de Thomas Mann no es


una libertad determinada que se da cuenta de en sí misma en un contenido
determinado sino determinabilidad como la condición de la realización de la
libertad. “Ella [la libertad] da cuenta de sí misma en la subordinación a la ley,
regla, la coacción, el sistema” (Laclau, 1994: 13).

Esta diferencia es el lugar de la confrontación, por tanto, todo pro-


ceso de identificación (y significación en general) en sí mismo es un
lugar de oposición y en ese sentido lo político, como expresión de esa
disputa, es permanente.
Así pues, la construcción de un nosotros implica que un conjunto
de elementos y valores sean asumidos por un grupo de individuos,
por medio de los cuales se constituyen como parte de una unidad
social. No obstante, para Lechner (1984) la constitución del nosotros
no podría asumirse como colectividad sin la existencia de ciertos mi-
tos como los del consenso o la soberanía popular.
En ese sentido, la cohesión como condición para la fundación
del nosotros no es algo que esté dado naturalmente, sino algo que
se construye a partir de referentes que logran poner alguna zona co-
mún, en la cual los diferentes individuos puedan reconocerse como
parte de un conjunto.
A partir de ello, se puede entender a los movimientos sociales
como una arena de la lucha oposicional por erigir significados que
den coherencia a lo que en el mundo habita. Es una de las expresio-
nes más desnudas de la lucha por volver hegemónica una manera de
concebir el orden de las cosas.
Es indudablemente amplia la cantidad de páginas que se han
escrito a razón de los movimientos sociales, y es también indudable
que la manera en que se ha escrito es una pléyade de perspectivas
(unas más distantes de otras). Ahora bien, pensando en el eje rector
de esta investigación hace falta echar un vistazo a la manera en que
se construyen referentes de identidad en México, es decir, nosotros.

160
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

Movimientos sociales en México e investigación.


Un recorrido paralelo

La literatura sobre movimientos sociales está condicionada por


su entorno. En otras palabras, la investigación sobre movimientos
sociales tiene repuntes, estancos y transformaciones en función del
momento histórico en el que es escrita y ligada a los acontecimientos
de la cual forma parte. Así pues, se traza una línea paralela entre
los acontecimientos y lo que resulta relevante, pertinente y priorita-
rio para los investigadores y científicos sociales. Este apartado dará
cuanta parcial de ello.
Después de la década de los setenta, los movimientos obreros y
campesinos, es decir, los movimientos articulados por clases socia-
les comenzaron a declinar, dando lugar a nuevas características para
esta especifica clase de acciones colectivas. Durante las décadas de
los ochenta y noventa estas movilizaciones comenzaron a articularse
con diversos individuos, eminentemente urbanos que no necesaria-
mente estaban constituidos en una clase social.
Estos nuevos movimientos sociales difirieron de sus antecesores
en más situaciones, una de ellas tenía que ver con el alcance de sus
objetivos; ahora ya no solamente se buscaban logros o prebendas
de clase. Estos nuevos movimientos sociales tampoco buscaban sólo
una transición hacia lo institucional por medio de uniones o sindica-
tos a través de los cuales se estableciera cierta relación con el Esta-
do. Proponían distintas maneras de organización social (algunos al
margen del Estado mismo), lo cual implicaba (en ciertos escenarios)
quiebres de cultura política.
Desde luego, el centro de identificación entre los individuos
también se transformó. Los lazos solidarios que en esencia implican
la capacidad de reconocerse y ser reconocidos como parte de una
unidad social ya no podían concentrarse únicamente en la articula-
ción por clase social.
Estas nuevas movilizaciones constituyeron problemáticas socia-
les demasiado heterogéneas para ser pensadas solamente a través de
la lógica de clase, o en algunos casos para ser pensadas en las lógicas
de Estados nacionales. Estas cuestiones han llevado a los estudios

161
Emmanuel Rojas Botello

sobre movimientos sociales a un proceso de transformación de su


mirada.
Después de la década de los setenta y tras el periodo de la llama-
da Guerra Sucia en México, el Estado mexicano desplegó un conjun-
to de políticas y acciones tendientes a llevar por la vía institucional
a cualquier tipo de acción colectiva. Como decía el subsecretario de
Presidencia en los tiempos de Luis Echeverría: “es mejor, incompa-
rablemente mejor, la oposición en el Parlamento a la oposición en la
sierra” (Arriola, 1974: 521).
Esto generó un periodo de relativa latencia en los movimientos
guerrilleros y –por medio del corporativismo– cooptó algunas luchas
obreras y campesinas, pero los puentes entre Estado y sociedad ya
estaban rotos (a partir del traumático momento de octubre de 1968),
lo cual generó nuevas formas de participación política a través de las
cuales se gestionaron las demandas populares. Indiscutiblemente,
esto repercutió también a la investigación que sobre ellos se hacía.
Esta situación marcó un viraje importante en cuanto a las accio-
nes colectivas en México, como Ramírez (2005) revela fue entre las
décadas de los setenta y los ochenta que “emergieron las formas más
estructuradas de organización urbano-popular” (p. 115).
Así pues, buena parte de la literatura sobe movimientos sociales
comenzó a poner el foco de sus investigaciones en las organizaciones
urbano-populares que funcionaban como centro cohesionador de
importantes movimientos. Ejemplo de ello es lo escrito por Farrera
(1994), quien intenta mostrar el recorrido y sobre todo las transfor-
maciones que se han registrado dentro del movimiento urbano po-
pular y cómo éste navegó entre las turbulencias políticas de la segun-
da mitad del siglo xx.
Hay que poner especial atención al tipo de movimientos que sur-
gieron después de la década de los setenta, pues fueron objeto de
cambios analíticos alejándose de la tradicional mirada desde un pun-
to de vista marxista-estructuralista. Estas cuestiones han llevado a
los estudios sobre movimientos sociales a un proceso de renovación
teórica, que como señala Mauro (2011) están articuladas entre “las
corrientes anglosajonas (centradas en la dimensión estratégica) y
continentales (centradas en la dimensión identitaria) para redefinir
su objeto de estudio, enfocándose en la acción colectiva como una
instancia lógicamente anterior a la del movimiento social” (p. 253).

162
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

Justo en este cambio de la mirada analítica se verificó la apari-


ción de unos incipientes movimientos pro derechos humanos, am-
bientalista y feministas en México. Tal vez, como señala Bizberg, esto
fue posible gracias al declive de las organizaciones corporativas que
se sintió con especial fuerza durante los años ochenta (Bizberg y Za-
pata, 2012) a razón del resquebrajamiento del partido de Estado y
las concesiones democráticas que comenzaron a abrir (a cuentago-
tas) nuevos espacios para la negociación de derechos.
A partir de finales de 1980 y por motivo de las crecientes insti-
tuciones internacionales (como Greenpeace y Earth First!) y de la
formación de episodios locales como la defensa de Laguna Verde
contra la construcción de una planta nuclear en Veracruz o la forma-
ción del Grupo de los Cien en México, se comenzó a abrir espacio
para el estudio de la situación ambiental y posteriormente sobre la
movilización ambientalista en nuestro país, como lo revelan las in-
vestigaciones de Gerez (1991) quien narra el inicio los movimientos
sociales ambientalistas desde sus acciones, sus motivaciones y sus
incipientes organizaciones.
Otras investigaciones interesantes son las de Velázquez (2012),
quien pone en discusión el recorrido histórico de los movimientos
ambientales mexicanos en el siglo xx, enfatizando en “los recursos
con los cuales los grupos realizan sus protestas y la manera en que los
gobiernos mexicanos han respondido a estas movilizaciones” (p. 117).
El movimiento feminista, por su parte, tuvo un notable auge des-
pués de la revolución sexual que se vivió en México en la década de los
setenta. A partir de ese momento, comenzó a ser visto no solamente
como un fenómeno cultural, sino como una acción colectiva que bus-
caba incidir en la obtención de derechos sociales y en la hechura de
políticas públicas. Esta nueva visión sobre los movimientos sociales
se puede observar en la investigación Encuentros y desencuentros: el
Movimiento Amplio de Mujeres en México, 1970-1993, llevada a cabo
por Lamas, Martínez, Torres y Tuñón, entre otras (1995).
Justamente, Tuñón (1994) buscó identificar y agrupar (aunque
fuera conceptualmente) “en un movimiento amplio a núcleos de
mujeres de tres sectores fundamentales: mujeres de los sectores po-
pulares, militantes de partidos políticos y mujeres con conciencia de
género o feministas” (pp. 128-129). Aunque rápidamente señala los

163
Emmanuel Rojas Botello

riesgos y problemas de intentar dar cierta homogeneidad a un movi-


miento tan heterogéneo y en ocasiones disperso.
Como se puede notar, este tipo de movimientos ya no estaban
organizados por clases sociales y no respondían solamente a desafíos
programáticos, sino que ahora también sacaban a la luz cuestiones
que tenían que ver con derechos sociales y cambios culturales.
Otro tipo de movilizaciones que acusó especial relevancia du-
rante las décadas de los ochenta y noventa fueron las llamadas Or-
ganizaciones de la Sociedad Civil (osc). Al respecto, el trabajo de
Bizberg señala que:

En las últimas dos décadas ha surgido con vigor otro tipo de organización social
que no representa a un grupo, sector o intereses específicos de la sociedad, sino
que se aboca al trabajo social y político en muy diversos ámbitos […] las organi-
zaciones de la sociedad civil (osc) son formas de acción sobre la sociedad que
no generan ni una identidad ni un proyecto de acción alternativo, sino que res-
ponden a necesidades de diversos grupos sociales (Bizberg y Zapata, 2012: 81).

Por su parte, Olvera (2012) se preguntaba sobre los aportes de este


tipo de acción colectiva para la democracia en el país. Se cuestio-
naba sobre los alcances de un tipo específico de acciones colectivas
que si bien había acusado gran relevancia y había tomado nuevos
espacios, no parecía contribuir de manera nutrida y sostenida a la
democratización en México.
A pesar de la visibilización de los movimientos urbano-popu-
lares, ambientalistas, feminista o las osc, el verdadero boom de la
investigación sobre movimientos sociales en México se registró en
1994, a razón del levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación
Nacional (ezln).
Cuando el ezln salió de la selva para denunciar el despojo mi-
lenario del que han sido víctimas los indígenas del sur mexicano, la
omisión de los gobiernos locales y federal, así como las políticas ten-
dientes a la desterritorialización y mercantilización plantearon nue-
vos retos para la política mexicana, pero también sembraron nuevas
cuestiones a los investigadores y estudiosos.
Con motivo de este levantamiento, las plumas de cientos de in-
vestigadores también se levantaron y se pronunciaron por los proble-
mas diversos que esta acción colectiva acusó. En primer lugar, puso

164
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

de nuevo sobre la mesa la cuestión indígena, que después de la pri-


mera década del siglo xx había sido sistemáticamente enterrada; en
segundo lugar, abrió la vía para pensar los aspectos contradictorios
del “flamante” modelo neoliberal mexicano; y en tercer lugar, abrió
la puerta para repensar la salida altermundista en el país.
La intención de rescatar la investigación sobre este tipo de movi-
mientos es observar que todos comparten un común denominador:
la constitución de un sujeto movilizado empezó a ser abordada des-
de diversas áreas, el sujeto de los movimientos sociales ya no era más
el obrero o el campesino, sino el ciudadano en busca de derechos
políticos.
El movimiento feminista, ambientalista, indigenista o pro dere-
chos humanos lanzaba ante los investigadores a un nuevo sujeto in-
vestido de un alto grado de heterogeneidad, exigiendo espacios que
tradicionalmente se le habían negado.
Después del movimiento zapatista y hasta finales del siglo xx,
hubo una peculiar caída en las actividades de los movimientos so-
ciales en el país. No obstante, tras las elecciones del año 2000 y al
cobijo de la llamada alternancia política, surgieron nuevas acciones
y resurgieron las investigaciones en torno a éstas.
Al parecer, la alternancia política rompió cierto statu quo en el
país, lo cual se convirtió en suelo fértil para las protestas y movili-
zaciones en diversos puntos, como el caso de la huelga general de
la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) en 1999, el
Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (fpdt) de Atenco en 2001
o la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (appo) en 2005,
entre otras que lograban tener un impacto mediático importante.
Las características y recorridos de estos nuevos movimientos
postzapatistas abrieron nuevas cuestiones, sobre todo hubo algunas
que tenían que ver con la salud de los movimientos sociales. Investi-
gadores como Zermeño (2009) indicaban que los

movimientos o luchas sociales que en los últimos quinquenios han surgido con
gran vigor […] han terminado o están terminado abatidos por la represión
gubernamental y, en un gran desgaste, pierden aceleradamente apoyo ante el
público amplio que les otorgó una legitimidad indiscutida y también adeptos
entre sus seguidores más cercanos (p. 66).

165
Emmanuel Rojas Botello

Por su parte, López (2009) argumentaba

[…] que los movimientos sociales en México pasan por un momento de des-
estructuración generalizada, caracterizado por el final de un ciclo de movili-
zaciones colectivas que inició en 1968 […] que culminaron 31 años después,
con la huelga fallida de los estudiantes de la unam contra el aumento en las
colegiaturas (p. 106).

Y lanzaba una cuestión de sumo interés: “¿es posible encontrar una


renovación de los movimientos sociales a pesar de la profunda frag-
mentación social y cultural por la que atraviesa el país?” (p. 118).
La ruptura de pactos de cierto estado de la política mexicana ha-
bía causado movilizaciones, pero esta ruptura al parecer también ha-
bía causado transformaciones en las articulaciones de los movimien-
tos. El ojo del investigador estaba ahora puesto en esta situación,
en la desarticulación y reconfiguración del espacio político nacional
(institucionalizado o no).
Con este tenor Olvera ponderó, desde 1999, la necesidad de ver
la composición interna de los movimientos sociales contemporáneos
en México. Olvera indica que la estabilización (o falta de ella) de los
movimientos sociales, su capacidad para institucionalizarse y sobre-
vivir en el tiempo tiene que ver con la composición social y cultural-
mente heterogénea de los mismos, y que el análisis de estos factores
es fundamental para lograr hacer un balance sobre las limitaciones
de estas acciones para el sistema democrático y la sociedad civil (Ol-
vera, 1999).
Así pues, la investigación de las acciones colectivas sufrió una
radical transformación de sus preguntas, sus enfoques y sus alcances.
Durante la segunda década del siglo xxi, con el incremento de la
violencia y el reflujo autoritario, se constituyó una nueva coherencia
y cohesión a las movilizaciones abriendo nuevos nichos de oportuni-
dad para las investigaciones sobre movimientos sociales en el país.
Las acciones colectivas que se desarrollaron en esta segunda
década tienen como común denominador un sentimiento de inda-
gación y agravio frente a los atropellos y vejaciones de las que era
víctima la población. Situación que los obliga a gritar “¡Ya basta!”,
a exigir que se detengan esas situaciones que los han llevado has-
ta condiciones extremas. Los colectivos que surgieron se tornaron

166
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

altamente heterogéneos, ya no era el estandarte de la lucha de cla-


ses el que los convocaba sino el sentimiento generalizado de sufrir
un mismo agravio. En ese sentido, pueden resultar (y es frecuente)
ideológicamente variados los sujetos que a esta movilización acuden.
Alonso (2011) reconoce movimientos de indignados por todo el
mundo de entre los que destacan los indignados de España (15-M)
o Grecia, que surgieron a raíz de la fuerte crisis económica; Occupy
Wall Street es el ejemplo norteamericano de este tipo de moviliza-
ciones, al igual que la llamada Primavera Árabe.
En el caso mexicano se pueden reconocer algunas expresiones
de este tipo de movimientos: el movimiento No+Sangre, la Carava-
na por la Paz con Justicia y Dignidad, el movimiento #YoSoy132 y
más recientemente el desencadenado a partir de la desaparición de
43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero. Estos movimientos socia-
les si bien no critican los principios de la democracia liberal (igual-
dad y libertad), exigen cambios profundos en los sistemas políticos y
económicos. Ninguno parece cuestionar a los sistemas democráticos
como vías de organización social, pero sí denuncian los mecanismos
y acciones que han impedido el desarrollo sostenido de niveles de
bienestar para los grupos mayoritarios en el país.
Respecto de estas movilizaciones, pronto aparecieron investiga-
ciones interesantes, como las hechas por Alonso y Alonso (2015),
Galindo y González-Acosta (2013), Reguillo (2013), Estrada (2014),
entre muchos otros. Autores que reflexionaron sobre esta nueva
oleada de acciones colectivas a la luz del incremento de la violencia,
la cerrazón de las vías institucionalizadas a partir de las cuales cana-
lizar su inconformidad y ante la incompetencia de las instancias para
hacer frente a las problemáticas crecientes en el país.
Fue intención de este breve apartado hacer un balance sobre los
movimientos sociales en México y mostrar cómo a la par de estos
se ha desarrollado literatura académica para explicarlos. Ahora, es
tiempo de observar la manera en que algunos de los autores han bus-
cado explicar la construcción de nosotros como un centro de unidad
dentro de este tipo de acciones colectivas.

167
Emmanuel Rojas Botello

Qué implica el nosotros en la literatura sobre movimientos


sociales contemporáneos en México

A partir de la revisión a la literatura disponible sobre movimientos


sociales en la última década del siglo xxi en México, es evidente que
una de las grandes cuestiones que se han erigido respecto de este tema
tiene que ver con la crisis de cohesión dentro de los movimientos.
Como ya se vio en el caso de lo escrito por Zermeño y López,
parece que en los últimos años se asiste a la desestructuración de
los lazos a través de los cuales se genera unión entre los individuos
participantes en los movimientos sociales.
A estas voces se une por ejemplo González Aguirre (2013),
quien en su artículo titulado “Ciudadanía, subjetividad, acción colec-
tiva y movimientos sociales en la zona metropolitana de Guadalajara
(zmg)” señala que:

[…] la producción de subjetividad se vuelve importante, ya que ninguna de


estas posturas provee de elementos suficientes para cohesionar las nuevas for-
mas en las que los sujetos se construyen, pues los paradigmas tradicionales son
desbordados por la demanda de subjetividad. La capacidad instituyente que
detenta el Estado ya no es la panacea en cuestión a la producción de subjetivi-
dad. Los lugares desde los que los sujetos se construyen se han fragmentado.
Inclusive eso mismo que son los sujetos se ha erosionado de manera significati-
va. Los paradigmas tradicionales ya no interpelan a los sujetos de una manera
integral (p. 199).

Esta cita hace recordar la discusión que sostenía Lechner desde


2002, cuando hablaba de “un acelerado proceso de individualiza-
ción” (Lechner, 2015: 266) como quiebre cultural que explica el
retraimiento de las personas hacia el mundo privado en detrimento
de la construcción de comunidad. Dice Lechner: “El individuo se
despega de los vínculos y hábitos tradicionales que, a la vez, lo ence-
rraban y lo protegían” (p. 266). Esa desafección hacia la constitución
de una comunidad y –para seguir usando el lenguaje de este autor–
disolución de la constitución de un nosotros afecta directamente al
imaginario que sobre la democracia se ha creado. “En el caso de
Chile, por ejemplo, la precaria experiencia de sociedad […] estaría
asociada a un débil imaginario de Nosotros” (p. 273).

168
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

La salida a esta individualización, es decir, a la reconstrucción de


lazos potentes a partir de los cuales se constituye un nosotros, está
en las posibilidades de construir nuevos referentes subjetivos que
interpelen a los sujetos.
Respecto de esto, Alonso encuentra que los movimientos de in-
dignados, a partir de la segunda década del siglo xxi, han logrado
solventar esa falta de un centro subjetivo cohesionador, a partir del
reconocimiento mutuo de una situación adversa que los vuelve víc-
timas de los mismos males. Un ejemplo profundo al que se remite
Alonso es el caso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
(mpjd), impulsado por el poeta Javier Sicilia tras el asesinato de su
hijo a manos del crimen organizado.
En este movimiento se constituyó como el centro de confluen-
cia el creciente clima de violencia, concentrando a aquellas perso-
nas que habían vivido episodios cercanos. No obstante, uno de los
grandes logros (y retos) del movimiento consistía en extender la
acción colectiva hacia una ciudadanía que percibía un México cada
vez más violento que ya no se constituía como un asunto aislado,
perteneciente a algunos agraviados, sino ponerlo en la mesa como
una circunstancia potencialmente peligrosa para cualquier ciudada-
no (Alonso, 2011).
Galindo y González-Acosta (2013) también se cuestionaron so-
bre las características de aquellos elementos que contribuyeron a la
conformación de unión entre los individuos participantes en el mo-
vimiento #YoSoy132. En primer lugar, identificaban que hay una
brecha entre los sujetos que participan en acciones colectivas y los
referentes tradicionales de cohesión.
Luego resolvieron que el #YoSoy132 se constituyó como una co-
munidad estética2 que bien se podía constituir como otra matriz de
sociabilidad, “que permite que los individuos jueguen a múltiples
identidades, aprendan, actúen, y en colectivo modifiquen de fondo las
estructuras rígidas, autoritarias, prescriptivas, de la sociedad de infor-
mación previa a la emergente sociedad de la comunicación” (p. 58).

2. A diferencia de la comunidad territorial, este tipo de comunidad se construye por la


identificación con ciertos objetos no rígidos ni lineales. Se puede ser parte de cierta
comunidad estética sin renunciar a otras formas y centros de identificación.

169
Emmanuel Rojas Botello

El mismo caso de estudio (#YoSoy132) fue retomado por Es-


trada (2014), quien a diferencia de Galindo y González-Acosta lo
enfoca como un sistema de protesta, el cual

[…] se caracteriza por su constitución y reproducción mediante comunicacio-


nes orientadas al conflicto, las cuales se expresan temáticamente como movi-
lizaciones de protesta en contra de diferentes oponentes (como el gobierno,
las organizaciones eclesiales, las empresas, los medios de comunicación), o en
contra de las consecuencias no previstas de las operaciones de las organizacio-
nes de los sistemas funcionales de la sociedad (como la política, el derecho, la
economía, la ciencia o el arte) (p. 86).

Y es precisamente mediante estas comunicaciones tendientes al con-


flicto que se constituye identidad. La construcción de un oponente
es en esencia la construcción de un cuerpo de diferencias que cons-
tituyen al movimiento como una singularidad. Idea de identidad que
no está tan lejos de la idea de exterior constitutivo en el imaginario
laclausiano. Es decir, como el otro a partir de cual se puede consti-
tuir unidad y dar coherencia a la conformación de cierto grupo.

¿Qué falta? Una propuesta

Dentro de la literatura revisada, salta a la vista cierta ausencia sobre


investigaciones que cuestionen y que hurguen en los procesos inser-
tos en la constitución misma del nosotros, y no solamente que expli-
quen qué factores determinan la unión entre diferentes individuos
o la manera en que éstos se organizan, sino que dé cuenta de los
procesos por lo que atraviesa dicha unidad. A lo que se refiere esto
es a poner atención a los procesos de conflicto dentro de los movi-
mientos sociales.
Probablemente, la investigación sobre movimiento(s) femi-
nista(s) sea la excepción más tangible. Ya desde finales del siglo pa-
sado diversas investigaciones dan cuenta de ello. Lamas publicó en
el año 2000 un texto titulado La radicalización democrática feminis-
ta. En aquel escrito se ocupó en señalar las dificultades por la que
atravesó el movimiento feminista en México durante la década de
los noventa para organizar, en pocas voces, las demandas de todas.
Pero más allá de la complicación para cohesionar coherentemente a

170
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

las diversas demandas, también revela los obstáculos derivados de la


“inmadurez política y conflictos afectivos de sus militantes” (p. 83).
Este trabajo también indica que estos conflictos dentro de las
diferentes corrientes feminista han contribuido a demostrar que no
existe una “unidad natural” (p. 90) entre las mujeres, que los sitios
comunes deben ser negociados constantemente y articulados con
cierta estabilidad para logar hacer un frente común y para la resolu-
ción de sus exigencias. Dicho asunto que es crucial para comprender
los procesos que atraviesan la constitución de cualquier movimiento
social.
Es probable que este tipo de enfoques sean especialmente pro-
líficos en el caso de los movimientos feministas porque estas movili-
zaciones han sido recurrentes e ininterrumpidas desde la década de
los setenta y a la fecha (aunque con altibajos en su participación e
intensidad). Es probable que a lo largo de esas décadas hayan dejado
de manifiesto –más que cualquier otro movimiento social– las con-
tradicciones y disputas internas por la dirección del movimiento, los
objetivos y la organización que se ven reflejadas desde las posturas
más programáticas hasta las abiertamente intolerantes.
Lo que se sostiene en este artículo es que esta situación no es
exclusiva del movimiento feminista, sino que es un asunto que cada
vez más preocupa a los investigadores de otros movimiento sociales,
por ello lo que hace falta es diversificar esta visión hacia otro tipo de
unidades sociales.
Esta mirada investigativa poco a poco empieza a ser abordada
desde otros movimientos, como el caso del movimiento desencade-
nado a partir de la llamada Otra Campaña convocada por el ezln,
que es estudiado por Hernández (2001) quien, aunque de manera
breve, deja ver que había disputas y diferencias políticas entre los
diferentes grupos indígenas. Hace mención de la ausencia de la
Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía (anipa) por
diferencias políticas con el ezln, y también da un breve esbozo de
las disputas por “la priorización de las agendas locales o nacionales,
y la tensión entre los movimientos indígenas abiertamente anti neoli-
berales y aquellos que buscan transformar las relaciones de mercado
a partir de una concepción de comercio justo” (pp. 118-119).
Es justo reconocer investigaciones como la de Estrada (2014) y
González Villarreal (2013) para el caso del #YoSoy132. El primero

171
Emmanuel Rojas Botello

reflexiona sobre las tensiones organizativas dentro del mismo, sobre


todo al momento de erigirse la Coordinadora Interuniversitaria, la
cual fue cuestionada por cierto grupo de universitarios como un tipo
de organización que negaba horizontalidad al movimiento (Estrada,
2014).
El segundo dedica ocho páginas para referirse a los diferentes
virajes que dio el movimiento como consecuencia de la diversidad
de intereses y aspiraciones que a él confluyeron hasta organizar di-
ferentes mesas de trabajo por temáticas, respetando e incluyendo
a la mayor cantidad de personas posible. A esto lo llamó agonística
del común para hacer referencia a esas disputas por la dirigencia del
movimiento (González Villarreal, 2013).
Un texto reciente que toca el mismo caso de estudio y se acerca
hacia la construcción conflictiva de nosotros es el escrito por Gon-
zález Contreras (2015), titulado “Espacio, subjetividad y política”.
En aquel escrito interesa observar la subalternidad y el antagonismo
(como componentes subjetivos), y los espacios de resistencia e insu-
bordinación (como componentes de espacialidad) que se desarrolla-
ron en el movimiento #YoSoy132.
Gonzáles Contreras afirma que “un movimiento configura si-
multáneamente un proceso de subjetivación política, basado en
discursos y prácticas, y un proceso de espacialización encargado de
configurar una suerte de territorio político de discusión, deliberación
y acción colectiva” (p. 219).
Para el autor, en estas dimensiones está implícita una compleja
trama de relaciones y dinámicas que están presentes tanto al interior
como al exterior del movimiento: “#YoSoy132 fue un movimiento
inestable en sus definiciones políticas y en su trayectoria estratégi-
ca, un proceso que se condujo con una ambigüedad que le permitía
reunir a polos diferentes, incluso excluyentes, en un determinado
momento” (pp. 222-223).
A pesar de lo acertado de las afirmaciones que hace González
Contreras, su estudio queda limitado por sus herramientas. Al escu-
driñar en las Actas de Asamblea, logra observar como estos compo-
nentes espaciales y subjetivos tienen presencia y van transformando
al movimiento, pero no le permite observar cuáles eran los puntos
de disputa dentro del movimiento, cómo se resolvían y qué acciones
generaron. Se asume que la configuración dentro del #YoSoy132

172
La construcción conflictiva de un nosotros en los movimientos sociales
contemporáneos en México. Una revisión a la literatura académica

fue compleja y disputada, pero no se observan los choques y las con-


secuencias de estos.
Alonso (2011) para el caso del mpjd ya da algunas señas al res-
pecto. Este autor narró de manera interesante como el mpjd registró
una gama variada de posiciones sobre las acciones a emprender, des-
de los que buscaban la negociación con el Gobierno federal (el caso
de Sicilia) hasta los que proponían acciones violentas. O el caso de la
dispersión de la agenda del movimiento al encontrarse con diversos
reclamos (y agravios) en sus reuniones en Ciudad Juárez (Alonso,
2011).
No obstante, ninguna de estas investigaciones toma como centro
de su reflexión el conflicto dentro de la constitución de un nosotros,
sino como una cuestión periférica a la conformación de un sistema
de protesta (en el caso de Marco Estrada) o a la caracterización de
los movimientos de indignados (en el caso de González Villarreal y
Alonso).

A manera de cierre (o a manera de invitación)

Olvera en 1999 hizo un balance sobre los movimientos sociales de


aquella década, pero aún más importante hizo un balance de las
investigaciones que versaban sobre esos movimientos. En aquel
escrito sostenía que “el análisis académico de los movimientos socia-
les tarda mucho en adaptarse a los cambios” (p. 135).
Y es verdad, los tiempos cambiantes, las coyunturas por las que
ha pasado México y el resto del mundo abren nuevas cuestiones y
exigen nuevas reflexiones y explicaciones. El siglo xx dio muestra de
que el marco referencial a parir del cual se comprendían los movi-
mientos sociales resultaba insuficiente ante los nuevos panoramas.
Las crisis políticas y económicas que vivió México reconfigura-
ron el terreno sobre el cual se construía lo político3 y sobre el cual
los individuos tomaban parte en la política. Esta reconfiguración ha

3. Pensando lo político como la arena de confrontación, como la negociación, imposición y


conformación de los contornos del ejercicio del poder.

173
Emmanuel Rojas Botello

obligado a abrir nuevas rutas analíticas a partir de las cuales hacer


sentido de todo lo que en el mundo pasa.
Lo que se pretendió en esta breve revisión bibliográfica es poner
la mirada en problemas que aún no han sido analizados profunda-
mente. La intención fue advertir de un nicho para las investigaciones
posibles. En medio de un mundo cambiante, los movimientos socia-
les toman nuevas formas, tienen nuevos ritmos, longevidades y com-
posiciones, y es menester de los investigadores prestarles atención.
El conflicto, el desacuerdo o la capacidad de disentir han tenido
tintes peyorativos dentro de los movimientos, y dentro de la acade-
mia pareciera el lado negro de toda unidad social que no hay que ver,
que es necesario desdeñar para apreciar lo varadamente importante.
No obstante, es también interés de estas letras sostener y su-
brayar que, lejos de ser un asunto negativo o desdeñable dentro de
cualquier unidad social, el conflicto es el motor de las alternativas;
la divergencia es la creencia de que otros mundos y otras formas de
relacionarnos son posibles.
Al igual que Mouffe, hace falta pensar que no es positivo para los
movimientos sociales desdeñar el conflicto, sino que, por el contra-
rio, resultaría enriquecedor poner una plataforma a partir de la cual
se confronten las diferentes miradas sobre el mundo y las diferentes
perspectivas de un orden deseado. Y para los investigadores sería
profundamente esclarecedor girar la mirada hacia estos procesos,
pues existe la posibilidad de que sean precisamente esos conflictos
los que determinen la definición y redefinición de acuerdos entre los
integrantes, la articulación de los sujetos, la duración del movimien-
to, sus logros, su solidez, su permanencia y las características de su
organización.

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176
Movimientos sociales y democratización.
El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

Guillermo Ortiz Vázquez1

Resumen. El movimiento #YoSoy132 en Guadalajara ocurrió a


finales de mayo de 2012 a propósito de las campañas electorales
(federal y estatal); fundamentalmente se componía de estudiantes
universitarios. Hacia inicios del mes de diciembre de 2012 perdió
visibilidad ante la opinión pública, lo cual muy probablemente
fue provocado por la represión que el Gobierno aplicó en torno
a la toma de posesión del Ejecutivo federal electo en junio de ese
mismo año. El presente trabajo gira en torno a la pregunta si el
movimiento #YoSoy132 en el país puede ser conceptuado como
nuevo movimiento social, a propósito de la reflexión propuesta por
algunos autores, y si la movilización contribuyó en modo alguno
con el procedimiento democrático en el país. La evidencia apunta
a reconocer al #YoSoy132 como un nuevo movimiento social y a
considerar que aportó a la democracia relevante en cuanto algunos
factores: a) introdujo en el panorama de las campañas electorales
en el estado y en el país un fuerte factor de identidad y de cohesión;
b) visibilizó significativamente a un segmento de los jóvenes uni-
versitarios del país con un potencial de movilización crítico hacia el
sistema. Esto no es nuevo en la historia del país, pero lo extendió a

1. Actualmente cursa el Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de Guadalajara;


es licenciado en Filosofía y Ciencias Sociales y en Derecho. Desde 1982 participó en
distintos procesos de organizaciones sociales en Guadalajara, Oaxaca y Los Ángeles,
California. De 2003 a 2007 fue responsable de la articulación de la Comisión Estatal
de Derechos Humanos de Jalisco con los organismos sociales del estado. Actualmente
investiga sobre las candidaturas independientes y su aporte a la democracia en el proceso
de 2015. Correo electrónico: miux73@gmail.com

177
Guillermo Ortiz Vázquez

cada estado y región de México; bastaba que un joven se autodeno-


minara como #YoSoy132 para que se le diera por cierta esa identi-
dad, incluso la denominación y la referencia siguió vigente en 2016
en el espacio de la opinión pública; y c) cualquier partido y organi-
zación o política que pretenda movilizar por una demanda sentida,
necesariamente requerirá contar con el factor juvenil de este país
si quiere tener un impacto relevante frente a sus oponentes. Pese a
reportarse que pasó a una fase de retracción organizativa, algunos
de sus participantes activos y líderes reaparecieron en episodios
sociales y políticos posteriores a 2012, y es de considerarse que el
potencial de movilización del #YoSoy132 se mantiene vigente, por
lo que es probable que esta fuerza (con esta denominación u otra)
pudiera reactivarse en próximos procesos electorales.
Palabras clave: movimiento social, democracia, potencial de movi-
lización, oponente, identidad y proceso electoral.

En este trabajo se analiza si el movimiento denominado #YoSoy132


que se movilizó en Guadalajara a propósito del proceso electoral de
2012, puede conceptuarse como nuevo movimiento social y determi-
nar en alguna medida su impacto sobre el procedimiento democrá-
tico. Una respuesta preliminar es que hay evidencia para considerar
este movimiento dentro del concepto de movimiento social a partir
del aporte conceptual de algunos autores, mismos que se revisan, y
que su contribución al proceso democrático es relevante aunque no
se tradujo en un cambio dramático o de gran impacto.
Para concretar esta reflexión, primero se parte de un concepto
de los nuevos movimientos sociales desde la ciencia política, y así
poder determinar si este grupo, autodenominado #YoSoy132 –guar-
dando identidad con sus homónimos en otras partes del país, espe-
cialmente en la Ciudad de México–, encuadra en alguna definición
(de nuevo movimiento social) y en qué condiciones.
En un segundo paso, se traza una crónica en torno a cómo apa-
reció en la prensa escrita en Jalisco el grupo #YoSoy132 en Gua-
dalajara, especialmente lo publicado por el diario Mural del Grupo
Reforma que dio cuenta de la irrupción en el panorama social y po-
lítico del estado; estos reportes permitirán esbozar su impacto en el
panorama político de Jalisco.

178
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

En tercer lugar, se exponen las reflexiones de cinco actores que


participaron con liderazgo en la organización y las movilizaciones
del #YoSoy132 en Guadalajara durante el periodo que se propone,
entre mayo y diciembre de 2012; el núcleo de este grupo eran estu-
diantes del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occi-
dente (iteso),2 que progresivamente se fue ampliando por su convo-
catoria a estudiantes de otras universidades en el estado. El grupo de
estudiantes del iteso se autodenomina Aún Más de 131. El objetivo
es identificar qué dicen sobre ellos y sobre el alcance de su movi-
lización en un horizonte democrático. Este apartado se denomina
“La dinámica del movimiento social #YoSoy132 y su marca en la
sociedad (para el caso de Jalisco)”, e incluye dos testimonios: uno de
un miembro organizador del grupo y otro de una joven universitaria
que sufrió los efectos de la represión policiaca el 1 de diciembre de
2012. Finalmente, se formulan algunas consideraciones a modo de
conclusión sobre este caso.

#YoSoy132, ¿nuevo movimiento social?

Con relación a los grupos identificados como #YoSoy132 en la


Ciudad de México y otras partes del país en 2012, surge la pregunta
si es procedente que sean conceptuados como parte de los nuevos
movimientos sociales que proponen algunos autores en el campo
de las ciencias sociales y la ciencia política. Algunas voces críticas
aludían al #YoSoy132 como una efímera presión contra el Partido
Revolucionario Institucional (pri), organizada por operadores del
Partido de la Revolución Democrática (prd) y del Partido Acción
Nacional (pan) durante las campañas electorales de 2012; incluso
corrió el rumor de que se trataba de un artificio a cargo del Centro
de Investigación y Seguridad Nacional (cisen)3 para exhibir al can-
didato del pri como alguien no apto para el cargo de presidente de
la república. Trascendió que en el #YoSoy132 participaron agentes

2. Universidad jesuita en Guadalajara. La sede está en el municipio de Tlaquepaque y tiene


instalaciones en Guadalajara, Jalisco.
3. Organismo del Gobierno federal, controlado por un funcionario postulado por el Partido
Acción Nacional (pan) entonces.

179
Guillermo Ortiz Vázquez

vinculados con los partidos políticos contrarios al pri, pero nunca se


demostró que el movimiento como tal fuera una maniobra partidista
o guiado por los operadores del gobierno federal. En esta reflexión
interesa identificar el impacto de este grupo sobre las reglas del proce-
dimiento democrático y si son un factor de mejora del sistema político.
En términos generales, el movimiento #YoSoy132 puede consi-
derarse como un movimiento de estudiantes que se fue ampliando
por su convocatoria, y que apareció en los primeros días de mayo de
2012 en México, inicialmente confrontando a los actores partidistas
del proceso electoral en 2012, de modo especial vinculados con la
campaña del candidato del pri, denunciando la imposición ideológi-
ca y de personajes violentos con tendencias autoritarias. Las movili-
zaciones y el discurso del movimiento marcaron al proceso electoral
de 2012 en México tanto por su oposición al pri y su crítica a la forma
en que la empresa Televisa junto con otros medios pretendían con-
vencer al electorado de que el candidato y la plataforma política del
pri eran una opción democrática que resolvería los problemas del
país. En el marco de las campañas electorales, el debate giraba en
torno a la oportunidad que tenía el pan para mantener la presidencia
de la república por el voto popular, considerando que su triunfo en
la elección del año 2000 con Vicente Fox había sido contundente y
luego había sido ratificado en 2006 con Felipe Calderón. En 2012 ha-
bía una tendencia que marcaba el posible triunfo electoral del pri de
modo especial por el voto de castigo por parte del electorado en con-
tra del pan por su errática política en materia de seguridad pública
identificada como la guerra contra la delincuencia del narcotráfico;
guerra que reportaba lamentables pérdidas en vidas, daños materia-
les y un deterioro serio en la legitimidad del gobierno federal por
su incapacidad de mostrar logros convincentes en este campo. Esta
percepción de baja legitimidad del gobierno federal hacía palidecer
otros logros del gobierno en diferentes campos. En ese proceso, las
fuerzas identificadas con las izquierdas mantenían tal dispersión que
reducían sus probabilidades de ganar la elección federal de 2012
para integrar los poderes legislativo y ejecutivo, así como otros po-
deres en algunas entidades federativas, como era el caso de Jalisco.
El movimiento #YoSoy132 se hizo visible como un grupo críti-
co de jóvenes universitarios de inicio que logró captar la simpatía y
movilizar en la calle a no pocas personas; su discurso se manifestaba

180
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

en contra del control político ejercido desde los medios masivos de


comunicación, porque a su juicio se distorsionaba el proceso demo-
crático y generaba una pérdida en legitimidad de los gobiernos al
tratar de imponerse a un candidato con probada ineptitud para el
gobierno y haber reprimido a la población durante su cargo como
gobernador recién concluido en el estado de México.
Visto a la distancia, el movimiento #YoSoy132 resultó ser una
prevención dirigida a la sociedad, al estilo profético, que alertaba
de un desastre autoritario en la política del país, que se daba por el
inminente regreso del pri a la presidencia de la república por vía
de las urnas. La posición del #YoSoy132 era promover el no voto
por el pri en la elección de 2012, sin señalar otra opción política
partidaria; al mismo tiempo demandaban lo que conceptuaban la
democratización de los medios para evitar la manipulación de los
grandes medios de comunicación, de modo especial refiriéndose a
la corporación mexicana Televisa, porque a su juicio esta empresa
en realidad había estado fungiendo como el agente de comunicación
del pri y su candidato a la presidencia de la república, tratando de
mostrarlo como alguien carismático, capaz y querido por el pueblo,
cuando en realidad no se había mostrado más que un gobernante
represor y autoritario.
La resistencia simbólica del movimiento #YoSoy132 en 2012
contra del sistema político (y el sistema de poderes fácticos en el
país) podría considerarse que en algún modo continuó vigente en
2016, por su denuncia contra el autoritarismo del gobierno federal,
la violencia en torno a la delincuencia organizada que se mantiene
sin resolverse aún por la incapacidad del gobierno federal para con-
tenerla, así como por las políticas de privatización de bienes públicos
retomadas del sexenio 1988-1994 y profundizadas por Enrique Peña
Nieto y el grupo de intereses que representó en 2012.
La contienda electoral se dirimió a favor del pri con el 38% de la
votación, y el 25% de la votación resultó a favor de la candidata del
pan; en Jalisco, para la elección presidencial el pri ganó con el 40%
de la votación, en tanto que el pan obtuvo el 32% de los votos.4 Al

4. Datos del Instituto Federal Electoral (ife). Disponible en http://siceef.ife.org.mx/


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181
Guillermo Ortiz Vázquez

iniciar el sexenio 2012-2018, precisamente el día de la toma de po-


sesión de Enrique Peña Nieto, el 1 de diciembre de 2012 la jornada
se marcó con un gesto de represión policial dirigido al movimiento
#YoSoy132 en Guadalajara y sus simpatizantes que salieron a la ca-
lle a manifestar su descontento en el entorno a las instalaciones de
la Expo Guadalajara.
En el ámbito de los movimientos sociales, las derrotas y los triun-
fos nunca son definitivos, su ritmo es cíclico. En su aparición, los
movimientos sociales algo marcan en el sistema y en la memoria his-
tórica de la sociedad, porque su existencia misma es ya un mensaje
que remite a un problema social con diversos grados de gravedad y
deterioro social, que en algún modo no está resuelto como lo sos-
tienen algunos autores. ¿Puede ser considerado el #YoSoy132 un
movimiento social nuevo? Para dilucidar esta pregunta es necesario
partir de lo que define a un movimiento social sobre la referencia
teórica de algunos autores, y así identificar si cumple las notas de
esta acepción.

Los movimientos sociales

Se recurre a algunos autores para esbozar una primera conceptua-


lización de los movimientos sociales y después identificar sus com-
ponentes. Para este primer acercamiento se retoman los trabajos de
Cadena-Roa (2016), Alonso (2014) y Melucci (1999). Cadena-Roa
señala que

[…] los movimientos sociales pueden considerarse como oleadas reiteradas de


eventos de protesta […] como acciones colectivas que de manera sostenida
presentan demandas a otros, mediante el uso de uno o varios repertorios de
protesta, en lugares públicos y momentos determinados (p. 25).

Para Alonso (2014), los movimientos sociales

[…] son manifestaciones fuertes e intermitentes, de búsqueda incesante; son


una respuesta afectiva de hartazgo, agravio, ante una situación que se conside-
ra injusta e intolerable: Irrumpen, se hacen visibles; hay una secuencia de la-
tencia, para abrirse y jugar en dos ejes: aspiración (totalidad, ética) y demanda
específica (p. 2).

182
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

En el desarrollo de su concepto, Alonso refiere que el contenido


afectivo de los movimientos sociales (su mensaje) se remite a expe-
riencias de enojo, negación y rechazo, muchas veces mantenidas en
silencio y otras expresadas con estridencia. El autor concluye que
hay rupturas progresivas de la tensión y rupturas transversales que se
dan por campos, de acuerdo con el sector social donde se manifies-
tan los efectos de determinados problemas, económicos, políticos,
sociales y culturales que tienen un punto de quiebre y no siempre de
reconstrucción.
Melucci (1999) conceptúa los movimientos sociales como una
forma de acción colectiva que abarca las siguientes dimensiones: a)
basada en la solidaridad, b) que desarrolla un conflicto y c) que rom-
pe los límites del sistema en que ocurre la acción. Para Melucci, la
acción colectiva expresa solidaridad, entendida ésta como la capaci-
dad de los actores de reconocerse a sí mismos y de ser reconocidos
como miembros del mismo sistema de relaciones sociales. El conflic-
to es la oposición de dos o más actores en torno a un objeto común,
en un campo disputado por ambos; son actores que disputan por
algo contra alguien más. En el interior de un sistema social, hay cier-
tos límites para tolerar el conflicto sin llegar a variar dicho sistema;
sobrepasar estos límites implica una crisis en el sistema (Melucci,
1999).
Cadena-Roa (2016) sostiene que los movimientos sociales son
acciones colectivas, libres y acordadas previamente con un sentido
para quienes las impulsan y convocan, generado en una experien-
cia reflexiva-afectiva ante una situación que valoran como injusta e
insostenible frente a quien se considera el responsable de tal situa-
ción o ante quien tendría la obligación de responder y hacer algo al
respecto, sea para atender la fuente o las consecuencias de la situa-
ción que se considera injusta. Las solas precondiciones objetivas y
situaciones de injusticia no constituyen por sí mismas la causa que
generan la movilización, sino que los movimientos sociales se activan
en las variaciones en las oportunidades políticas, las amenazas a los
intereses y valores de la gente y los cambios en su libertad de acción
Es decir, hay un componente adicional a las tensiones estructurales
que los actores (individuos y grupos) perciben en la situación y el
contexto, que antes no se captaba o no del mismo modo.

183
Guillermo Ortiz Vázquez

Desde un enfoque ético, sólo se considerarían movimientos so-


ciales aquellos orientados por ideas favorables a la democracia, de
modo que una movilización a favor de las ideas nazis o de corte ra-
cista no cabría en esta concepción esbozada; es igual para el caso
de posiciones excluyentes y discriminatorios que restringen o niegan
derechos fundamentales reconocidos en instrumentos internaciona-
les de derechos humanos.
La propuesta analítica de Ramírez (1999) en su trabajo “Plura-
lismo teórico y metodologías combinadas para el análisis de la ac-
ción colectiva” remite a una matriz más profunda del sistema social
y productivo (de apropiación y distribución) de bienes, incluidos los
simbólicos, que permite a una sociedad articularse para subsistir y
cubrir sus necesidades, sin desbordarse por los conflictos gestados
en su interior.
A continuación se muestran los componentes teóricos de los
movimientos sociales en la tabla 1, construida a partir del trabajo
de varios autores y con elaboración propia. Se parte del trabajo de
Cadena-Roa (2016) tratando de lograr mayor claridad y síntesis
conceptual; se corre el riesgo de dejar de lado algún matiz de algún
autor. Primero se indican los ejes conceptuales en torno a los movi-
mientos sociales (columna 1) y después el contenido de su definición
(columna 2).

Tabla 1
Ejes y contenido de los constitutivos de los movimientos sociales

Ejes Contenido
Movilización, Actividades públicas, acordadas y preparadas que en forma abierta,
acción no esporádica o única, manifiesten una queja o demanda específica
colectiva dirigida a un organismo público y con referencia a una comunidad.
Oposición- Se refiere a una situación o circunstancia que genera un daño o un
conflicto agravio en contra de determinadas personas o grupos (no necesa-
riamente quien se manifiesta), cuya realización pudiera interesar a
otra persona (puede ser el Gobierno o algún otro sector social) que
implique un interés diverso o contrapuesto a la solución del pro-
blema que se denuncia.

184
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

Ejes Contenido
Identidad Se establece una relación de solidaridad grupal entre quienes acuer-
dan llevar a cabo la acción colectiva, sea por la motivación o los
valores subyacentes, a partir del análisis de la situación que valo-
ran como dañina (el afectado puede ser una persona, un grupo, un
pueblo o incluso el género humano). Hay un proceso de construc-
ción de pertenencia simultánea en la valoración del daño, el sen-
timiento de rechazo a la injusticia y el acuerdo para movilizarse o
realizar una acción pública para enfrentarla.
Fin, objeto Se establecen dos polos: el logro de la reivindicación específica que
se denuncia y la transformación tanto en el oponente como en las
circunstancias en las que se generó el daño que se pretende reparar
(o prevenir); puede establecerse en forma explícita y verbalizada.
Algunos autores (como Melucci) enfatizan el hecho de que la exis-
tencia misma del grupo y su acción de protesta pública ya es un men-
saje que pone en evidencia el programa en su complejidad social.
Campo social Se identifica el campo de los movimientos sociales como el sector
(totalidad) de la sociedad en que se manifiesta el grupo, el tipo de problema
que afecta a un sector social específico, así como las consecuencias
relativas al poder político que tiene determinada jurisdicción (en
el campo en que puede intervenir por el mandato de la ley que lo
rige), y que en términos éticos se convierte en una referencia de
valor que incumbe a toda la sociedad en algún modo.
Dinámica/ Se identifican ciertos tipos de movimientos sociales por el alcance
tipos pretendido de sus demandas (reivindicaciones o cambios en el
sistema político) según puedan ir escalando sus acciones, sobre
demandas reivindicativas específicas, si van por un cambio en
las reglas y las asignaciones de recursos y roles o si van por la
transformación institucional, de un sector del Gobierno o aspecto
que involucra a grandes sectores de la sociedad.
Fuente: Elaboración propia con base en datos de varios autores, especialmente
Cadena-Roa (2016).

185
Guillermo Ortiz Vázquez

Tabla 2
Constitutivos de los movimientos sociales

Autores Alberto Melucci Anibal Norberto Bobbio, Alain Touraine


Viguera Nicola Mateucci y
Gianfranco Pasquino
Referencia Melucci, 1999 Viguera, Bobbio, Mateucci y Touraine, 1999
2009 Pasquino, 1976

Movilización, Movilización racio-   Comportamientos Conducta colec-


acción nal y voluntaria colectivos tiva orientada
colectiva hacia objetos de
los conflictos de
clase; proceso de
organización a
partir del sistema
de acción histó-
rico
Oposición- Oposición (pro- Horizontes Evidencian tensión Conflicto de clase,
conflicto testa y resistencia) de resisten- social transición política,
cia contra la resistencia
hegemonía,
disrupción
Identidad Genera identidad   Se centra en valores Implica identidad
compartidos
Fin, objeto En torno a un fin:   Intentos para rede- Los objetos de los
justicia, derechos, finir las formas de conflictos de clase
democracia, acción social e influir
mejora social en sus consecuencias
y solidaridad;
construye futuros
posibles; erosión
del capital
Campo social Diverso: cultural, Relaciones Impulsan el cambio Impacto sobre
(totalidad) económico, comu- de domi- la totalidad (el
nicación, lucha de nación, sistema de acción
clases, político o hegemonía histórica)
institucional y reproduc-
ción. Campo
simbólico

186
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

Autores Alberto Melucci Anibal Norberto Bobbio, Alain Touraine


Viguera Nicola Mateucci y
Gianfranco Pasquino
Dinámica/ -Reivindicativos: Tipología: his-
tipos redefinen reglas y tórico, dinámica
procedimientos de social, adversario
acceso a recursos. de clase; capaci-
-Políticos: redefi- dad del sistema
nen los sistemas político para
de participación y absorberlo.
las relaciones de
fuerza.
-De clase sobre
objetivos: contra el
orden y las clases
sociales y el modo
de producción.

Fuente: Elaboración propia con base en datos de varios autores, especialmente


Cadena-Roa (2016).

Con estas consideraciones, se pueden identificar los elementos


constitutivos de los movimientos sociales de acuerdo con cuatro au-
tores revisados, según se indica en la tabla 2. En el encabezado se
indican los autores consultados, en tanto que en la columna primera
se exponen los ejes que corresponden a los mismos ejes de la tabla 1
sobre los que se identificó el contenido. La tabla permite trazar una
comparativa conceptual interesante en torno a lo que constituye y
distingue a los movimientos sociales, referidos al caso del continente
americano y europeo al menos.
En términos de lo avanzado hasta este punto, sí parece viable
conceptuar dentro del enfoque de los nuevos movimientos sociales
el caso del #YoSoy132, por cuanto que se trata de una serie de accio-
nes colectivas de oposición y resistencia a un factor de poder (parti-
do político o régimen de gobierno) en una dinámica que les genera
identidad y solidaridad referidos a un fin social que les da sentido de
totalidad (como referente ético). Encuadra en la categoría de nuevo
movimiento social, porque de entrada no hay un factor que vincule
este proceso analizado con los movimientos sociales que aparecie-
ron hasta la década de los años sesenta del siglo xx en torno a la
identidad y las causas que enarbolaban los sindicatos y gremios, los
movimientos feministas políticos y las reivindicaciones de los pue-

187
Guillermo Ortiz Vázquez

blos indígenas. Este movimiento se puede vincular más con la oleada


de movimientos sociales a partir de los años setenta del siglo xx, que
simbolizan una respuesta social a episodios sociales críticos que evi-
dencian reclamos, problemas sin resolver y situaciones que operan
en perjuicio de la población o un sector de ella. En estos términos,
sigue la categorización que se sintetiza en la tabla anterior y orienta
el análisis aplicado en la siguiente parte; primero, se toma el registro
de las movilizaciones según como aparecieron en la prensa (Mural
del Grupo Reforma), y luego se muestran los términos en que se
describieron en 2016 a sí mismos algunos actores que participaron
con cierto rol de liderazgo en dicho movimiento en Guadalajara en
las fechas que se consideran, entre mayo y diciembre de 2012.

#YoSoy132 en Guadalajara: una cronología (en prensa local)

Para el presente caso, se identificaron reportes en la página web del


Grupo Reforma que publica el diario Mural en la ciudad de Gua-
dalajara; la orientación ideológica del medio puede estar a discu-
sión por presentar cierto sesgo y variaciones en los últimos procesos
electorales,5 pero podría considerarse en principio y salvo prueba
en contrario un testigo confiable en los últimos procesos electorales,
incluidos sus reportes sobre preferencias electorales.
Se buscó sobre los términos #YoSoy132 y Más de 131 en la edi-
ción de Mural en Guadalajara. El reporte incluyó 91 notas, con 19 de
ellas para referir hechos en Guadalajara y el resto para dar cuenta
de situaciones y análisis en otras partes del país, de modo especial
en la Ciudad de México, todo ello entre el mes de mayo y diciembre
de 2012.
Con estas notas se construyó una tabla sinóptica que incluía la fe-
cha, el título del reporte y de qué tipo era (si era crónica de marcha,
plantón, asamblea o debate, si se trataba de la opinión de un autor o

5. El observatorio de medios del iteso ha llevado el registro detallado del comportamiento


de los medios de comunicación locales desde 2008; en sus diversos análisis y valoraciones
del Grupo Reforma y su medio en Jalisco (Mural) reporta un desempeño aceptable como
medio informativo y de análisis, salvo una revisión más exhaustiva del caso. Consúltese
http://qmedios.iteso.mx/quienes-somos/

188
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

personaje local o una posición editorial del medio). Adicionalmente,


se trató de identificar si refería una demanda específica, el personaje
o la entidad opositora y el número de participantes cuando se trata-
ba de movilizaciones (plantón, marcha o asamblea).6
Las movilizaciones más relevantes fueron tres, que fueron con-
vocadas por el grupo autodenominado #YoSoy132 (y su núcleo de
estudiantes del iteso Más de 131). La primera fue el 22 de mayo
de 2012 para protestar contra Televisa y el pri. Según el reporte de
prensa, participaron ochocientas personas. La segunda movilización
fue reportada el 4 de julio de 2012 y refieren haber congregado a
cinco mil personas contra la elección de Enrique Peña Nieto y Aris-
tóteles Sandoval. En la tercera concentración y marcha relevante se
reunieron quinientas personas en varias arterias de la ciudad y los
puntos de referencia: la sede del pri en Jalisco, la sede de Televisa y
las instalaciones Expo Guadalajara (en las avenidas Mariano Otero
y Las Rosas), donde fueron reprimidos por las fuerzas policiales es-
tatal y municipal de Guadalajara. Una situación interesante resulta
la versión de que el grupo como tal, bajo la denominación que a
partir de finales del mes de mayo de 2012 se identificó con el #Yo-
Soy132, no fue el organizador de la interpelación del candidato a la
gubernatura de Jalisco en la sede del iteso, ocurrida a la semana
siguiente de la protesta que se llevó a cabo en la sede de la Univer-
sidad Iberoamericana (uia) en la Ciudad de México, cuando una
gran cantidad de estudiantes confrontó al candidato Enrique Peña
Nieto en su encuentro con la comunidad estudiantil universitaria y
lo presionó para salir de la sede universitaria en medio de airados
reclamos de un gran número de estudiantes. El conflicto y la con-
frontación entre los estudiantes universitarios de la Ciudad de Mé-
xico (articulados bajo la denominación #YoSoy132) se prolongaría
durante todo el proceso electoral y se vería lleno de agresiones, ame-
nazas y movilizaciones contra el principal aliado –que el movimiento
consideraba– del pri: el grupo de medios denominado Televisa. Esta
confrontación, más simbólica que organizativa o de agresión física,
fue reconocida e identificada por el gran público en el país y otras

6. La base de datos está disponible en formato Excel y puede solicitarse al correo electrónico
del autor. No se reprodujo aquí por razones de extensión.

189
Guillermo Ortiz Vázquez

partes del mundo, y en alguna forma condicionó y puso en alerta


al Gobierno federal electo en el proceso de 2012 para dar un tra-
tamiento especial a los sectores estudiantiles universitarios que, en
términos generales, le resultan adversos. Este parece ser un primer
aspecto del impacto del movimiento #YoSoy132 en el país (en la
Ciudad de México y en Guadalajara) y es que en las apariciones, in-
tervenciones y encuentros del presidente de la república con grupos
y sectores sociales, en actos masivos, el control de la convocatoria, el
ingreso y las manifestaciones de los asistentes es férreo y se evita a
cualquier costo un pronunciamiento o movilización que lejanamente
se parezca a esa primera confrontación estudiantil o juvenil en la
que se interpele o se le denuncie al presidente de la república por
alguna de sus decisiones o programas. Posteriores hechos violentos
en el país que involucran por acción u omisión al Gobierno fede-
ral o alguna de sus dependencias, confirman este férreo control en
las apariciones del presidente de la república a fin de evitar que se
manifieste el reclamo o la denuncia contra la figura del titular del
Ejecutivo. Este tipo de control y prevención de las manifestaciones
contra la figura presidencial no es nuevo en el país, pero se ha visto
notoriamente ríspido a partir de los dos últimos sexenios con Felipe
Calderón y Enrique Peña Nieto.

La dinámica del movimiento social #YoSoy132 y su marca


en la sociedad (para el caso de Jalisco)

A partir de la cronología de las movilizaciones y análisis en torno al


movimiento de #YoSoy132 que publicó el Grupo Reforma (perió-
dico Mural en Guadalajara, Jalisco) y el encuentro con algunos acto-
res que tuvieron un liderazgo en el movimiento,7 se pueden cruzar

7. Entrevista con Óscar Augusto Juárez Jiménez, estudiante de Ciencias Políticas en


el iteso (en agosto de 2012 iniciaba su primer semestre de la carrera) llevada a
cabo el 26 de abril de 2016 en Guadalajara; de esta entrevista hay registro de audio
y su transcripción consta en un documento de 26 cuartillas (tipografía de 12 puntos a
renglón seguido en tamaño carta). La segunda entrevista tuvo lugar en Guadalajara,
Jalisco, con Aldo Osorio estudiante de Relaciones Internacionales, Montserrat Nallo
de Relaciones Internacionales, Juan Yves Palomar de Ciencias Políticas, Óscar Augusto
Juárez J. de Ciencias Políticas y Federico Gómez de Ciencias de la Comunicación, todos

190
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

algunos conceptos con algunas frases a modo de evocación a efecto


de confirmar sus características de nuevo movimiento social en
los términos trazados antes, en su parte más visible (entre mayo y
diciembre de 2012). En esta parte, para la referencia de los testi-
monios de los participantes entrevistados se indican en cursivas, en
tanto que las anotaciones y aportaciones se indican en tipografía sin
efectos. En una interpretación muy libre, se identifican algunas de
sus expresiones de los actores entrevistados del #YoSoy132 con los
planteamientos teóricos en algunos ejes relevantes:
• Identidad
• Desafío al sistema político
• Oponente (enemigo)
• Aspiración (totalidad)
• Esquema organizativo

Identidad

Uno de los actores protagónicos en el movimiento, Óscar Augusto


Juárez J. (estudiante de Ciencias Políticas en el iteso), el 26 de abril
de 2016 reflexionó sobre su incorporación al movimiento que recién
arrancaba a finales de mayo de 2012 por un grupo de estudiantes del
iteso interesados en incorporar la agenda política electoral entre
la comunidad universitaria. Esta actividad se fue acelerando con los
hechos del 11 de mayo en la uia en la Ciudad de México para evolu-
cionar al grupo Más de 131 y #YoSoy132 en Guadalajara.

… Después de esa marcha (del 19 de mayo) se convoca una asamblea el 30 de


-mayo… 2 junio –no recuerdo– en el Parque Rojo (avenida Juárez y Federalismo,

ellos estudiantes del iteso recién egresados o por egresar. En este segundo encuentro
también estuvo presente Alejandro Pablo Torres Guízar, quien es diputado suplente en el
Congreso de Jalisco del diputado titular Pedro Kumamoto, candidato independiente que
ganó la elección en el distrito 10 de Jalisco. De esta entrevista hay un cuadro sinóptico
de elaboración personal a partir de la narración de la experiencia colectiva que se
manifestó durante el encuentro que duró aproximadamente dos horas, al término de
una manifestación y protesta frente a las instalaciones de la delegación en Jalisco por
la desaparición de los estudiantes normalistas en Ayotzinapa, Guerrero, en septiembre
de 2014, en la que participaron todos ellos. Ambos materiales están disponibles para su
consulta vía correo electrónico.

191
Guillermo Ortiz Vázquez

en Guadalajara: la nota es mía) en distintos colectivos donde se iba a hacer el


movimiento que (iba a desarrollarse) todo un mes antes de las elecciones, de tra-
bajo intenso; yo, como todavía estaba yendo al iteso (por) que yo entré como un
alumno y conocí una maestra que había conocido en la prepa, me presentó uno de
los jesuitas de la filosofía que estaba metido ahí; entonces fui a una reunión con
los que la estaban organizando y pues me metí a ese grupo y ya junio, julio fue de
organizar durante el Parque Rojo las marchas que iba a ver con organización; (…)
había distintos grupos como el iteso le denominaban el Círculo Azul, estaban
los grupos (ya) un poco más radicales, (como el) lado izquierdo, que ya habían
tenido participación activa en otras cuestiones anteriores…Todo eso grupo que se
conformó y los colectivos ahí estaba también estaban chicos de udg (Universidad
de Guadalajara) socialistas, comunistas.
Entrevistador: ¿Había estos grupos que son anarquistas radicales que dicen
“vamos hacer planes de acción”?
Óscar Juárez: -Estaban con ellos, pero en ese momento no estaban tan fuer-
tes; después de la acción es cuando después empezaron a tener más visibilidad,
pero los más visibles eran estos grupos y colectivos (como era el caso del colectivo
denominado) Embici.
Me tocó pues, todo junio: fueron las asambleas, en el Parque Rojo se forma-
ron comisiones y pues ya también a nivel nacional, iban algunos representantes
a asambleas o a eventos… Apenas andaba recién desenvuelto de allá (como vo-
luntario en un proyecto social en Veracruz) tenía que agarrar el rollo y pues era
también en el primer movimiento en el que yo participaba como muchos también,
fue nuestro primer movimiento; …no sabíamos cómo, pues fueron todo junio las
marchas que hubo y fue un proceso como muy interesante sobre todo de ver cómo
era la participación política (…) había de estos grupos distintos la lucha de egos
y protagonismos.
Al inicio quienes coordinábamos éramos nosotros porque nosotros tuvimos
que sacar la convocatoria y quienes teníamos digamos comunicación más directa
con el (grupo de la universidad) Ibero, con quien había… digamos, cierta unidad
(entre las) universidades jesuitas; teníamos como que la misma línea entonces
éramos los que dirigíamos al inicio todo pero luego los otros grupos comenzaron
a como que ganar más fuerza, cuestionando que las cosas no se hacían de esta
manera que se tenían que hacer de otra manera y pues obviamente comenzaron a
dividir; nosotros nos bajamos de (digamos) la tribuna porque era un movimiento
horizontal y pues también porque se nos empezó a echar mucha gente encima a
parte en si influía mucho el rollo de la universidad, no para muchos de ellos por
ser del iteso éramos los chicos fresas lo que no sabíamos qué pedo con la vida…
y ellos por ser de universidad pública, pues si eran los que sabían y tenían cono-
cimiento.
Era muy desgastante y decidimos dejarlo por la paz porque era lidiar con estos
grupos si era tener la agenda nivel nacional que se estaba dando y pues ver cómo
íbamos a mover la parte, pues ya empezaba con los rumores de cómo que se había
medio quebrados era como muy desgastante estar todo el día en el Parque Rojo

192
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

entonces pues ya decidimos dejarlo en comisiones, pues ya hay una comisión para
las marchas una comisión para redactar el manifiesto una comisión… yo estaba
en la comisión de las marchas entonces a mí me tocaba como que organizarlo
hasta lo de la ruta que se iba a llevar y ver lo de la seguridad…

La transcripción de la entrevista contiene otros elementos que remiten


a la forma en que se fue desarrollando la solidaridad y la confluencia
en la causa que iban construyendo de modo simultáneo entre la expe-
riencia individual y el grupo, que se agregaba cada día en complejidad
y número tanto en la universidad de referencia del grupo como con
otras universidades en la Zona Metropolitana de Guadalajara (zmg)
y en otras ciudades del país. En el encuentro grupal se describió este
proceso entre los meses de mayo y junio de 2012.

En la semana siguiente a los hechos en la uia Santa Fe se estableció contacto entre


estudiantes uia-iteso a través de una compañera (Yusel) de iteso que recién es-
tuvo de intercambio en la uia; les enviaron propuestas de organización y acciones
(mesas de trabajo) el contacto se amplió a otras universidades jesuitas del sistema
educativo SJ.
En la Asamblea en el Parque Rojo participaron 300 personas y en la marcha
(es la marcha a de principios de junio de 2012) se dio la constitución de mesas
de trabajo: Organización de foros, ife y iepc para el debate entre candidatos en
iteso.
Preparación de la marcha del 23 de mayo en el df tras la asamblea constituti-
va en la unam (itam, Anáhuac, itesm Sta. Fe, unam y la uia Santa Fe) vs Televisa
en el parque México. Organización espontánea de estudiantes en más de una ciu-
dad, con la denominación #YoSoy132 se define el movimiento: pacífico, anti-pri,
democratización de los medios, no imposición de candidatos por televisoras.
Se integran estudiantes de diversas universidades en la asamblea del Parque
Rojo: Gdl en bici, grupo anti Peña, estudiantes de uteg, Ciudad para todos y Más
de 131 iteso, UdeG.

Una parte relevante de este proceso de organización en el grupo,


entre finales de mayo hasta el día de la elección en julio, se evidencia
como un entramado espontáneo, que responde a una movilización
nacida de la percepción de que se abría una gran oportunidad para
evidenciar la manipulación de la empresa televisora que actuaba de
manera conjunta con el pri y con el poder ideológico para imponer
a un candidato impresentable, cuyo antecedente como gobernador
se caracterizaba por la represión autoritaria ante la protesta social.
Por un lado, la gran dificultad para lograr acuerdos entre distintos

193
Guillermo Ortiz Vázquez

grupos universitarios y de otro tipo, con diversas posturas, concre-


taba en un poder de convocatoria que aumentaba, según se advierte
en la cronología. Por otro lado, queda la impresión de que en ese
lapso narrado, cualquier joven o grupo de jóvenes en cualquier
ciudad del país que se manifestara en un espacio público, que con-
tuviera cierto tono de protesta y oposición al pri podía llanamente
autodenominarse como parte del #YoSoy132 y así ser tenido por tal
en la opinión pública, y bajo ese registro quedar acreditado su iden-
tidad como parte de un movimiento en los reportes de periodísticos.
Esta circunstancia puede ser fácilmente verificable con una consulta
en los reportes de prensa (y en general en medios de comunicación)
de ese periodo para verificar el tremendo potencial de identidad que
otorgaba para un joven en México el autodenominarse públicamente
como #YoSoy132. Quienes vivieron en este país por la época de los
hechos en 1968 entre julio y los meses posteriores a la represión del 2
de octubre, podrán recordar que por ese tiempo cualquier joven que
se mostrara en público con alguna manifestación de protesta inme-
diatamente podía ser considerado (lo fuera o no) parte del movi-
miento de “os estudiantes. El caso se repite en varios movimientos
sociales e incluso guerrilleros en algunos países durante el siglo xx,
sin perder de vista las diferencias en cada caso, en cuanto a proce-
sos y resultados. Esta figura simbólica de identidad de la referencia
#YoSoy132 permanece con nitidez en 2016.

Desafío al sistema político

En la vertiente del desafío al sistema que representaba el grupo


#YoSoy132, sobresale su discurso trazado con las primeras movi-
lizaciones y como continuó en 2016; incluso es la forma en que el
grupo originario del #YoSoy132 denominado Más de 131 del iteso
se presenta en su página de la red social de Facebook.8 Los datos se
indican en la siguiente tabla.

8. Consúltese https://www.facebook.com/Masde131ITESO/info/?entry_point=page_nav_
about_item

194
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

Tabla 3
Autodenominación del grupo #YoSoy132

Inicio Nacimiento el 11 de mayo de 2012


Descripción Facebook: Más de 131 iteso, Twitter: @Masde131ITESO, sitio web:
breve www.masde131.com 
Descripción Esta página pertenece a un grupo de estudiantes del iteso,
larga universidad del sistema jesuita junto con la uia, quienes forman
parte del colectivo Más de 131
Misión Democratización de los medios, derecho a una información veraz y
transparente y derecho a la libertad de expresión. No a la imposición
de ningún candidato por medios de comunicación o grupos de
poder. No a la imposición de los medios.
Fuente: Elaboración propia con base en datos de http://www.masde131.com

En su presentación (versión sitio web) sigue el trazo colectivo


que autodefine su irrupción en la campaña electoral de 2012, contra
la corporación de comunicación televisiva (que incluye otros me-
dios) Televisa y su alianza con el pri para imponer su candidato. La
página web del grupo Más de 131 refiere al día de hoy:

¿Quiénes somos? Másde131 es un medio de comunicación independiente que


nace como respuesta a las exigencias de información más incluyente y plu-
ral. Ejercemos un periodismo humano más cercano y comprometido con las
personas y sus entornos. Nuestros contenidos son textos periodísticos éticos
apoyados en materiales audiovisuales y galerías fotográficas que buscan una
alternativa a la forma de informar y contar las historias. El trabajo que reali-
zamos apuesta a fortalecer la libre expresión y los derechos humanos de las y
los jóvenes en México, mediante el seguimiento, investigación y visibilización
de procesos organizativos de comunidades y colectivos que buscan construir
formas de vivir más democráticas y justas. Los temas y casos que abordamos
difícilmente llegan a los medios corporativos comerciales de comunicación.
Contamos las historias desde la perspectiva de quienes las viven. Apostamos
a ser un referente innovador de concientización, sensibilización, información
y formación de opinión pública. Valoramos la creatividad y nos apoyamos en
la tecnología.9

9. Consúltese https://www.masde131.com/quienes-somos/

195
Guillermo Ortiz Vázquez

Es de advertirse su desafío definido en el campo político, con un


tono ideológico y cultural, ceñido a la denuncia de que se estaba
aplicando el poder de ciertos medios de comunicación masiva para
manipular la percepción y orientar la votación a favor de los candi-
datos del pri, para que de esa manera se pudiera mantener el con-
trol político por parte del gobierno (en este caso) federal; algunas de
las expresiones se registraron en los reportes de prensa publicados
(se indican en la siguiente tabla según la fecha, el título de la nota,
el lugar que refieren, los participantes y las demandas formuladas).

Tabla 4
Reportes en prensa de las movilizaciones del #YoSoy132
en Guadalajara, 2012

Fecha Título Lugar Participantes (#) Demandas


23-mayo- Culmina Guadalajara Ochocientos A favor de que los medios
2012 marcha asistentes. sean más incluyentes.
#YoSoy132
en
Guadalajara
23-mayo- Crece Guadalajara Poco más de Exige medios incluyentes
2012 protesta de ochocientos y veraces, que se revise la
jóvenes jóvenes, según calidad de la información
estimaciones de la y que los medios reflejen
Unidad Estatal de lo que verdaderamente
Protección Civil y sucede, para permitir una
Bomberos. elección limpia.
24-mayo- Pasa Guadalajara Sin dato Exige una elección
2012 ‘Yosoy132’ informada haciendo
de la red a la actividades adicionales a
calle las manifestaciones.

196
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

Fecha Título Lugar Participantes (#) Demandas


25-mayo- De la Red a la Guadalajara Reunió a casi Exige una elección
2012 calle mil jóvenes de informada haciendo
instituciones como actividades adicionales a
la Universidad las manifestaciones como
de Guadalajara, la que se realizó este
Universidad del miércoles en Guadalajara.
Valle de Atemajac,
Universidad del
Valle de México,
Universidad
Tecnológica de
Guadalajara y
Universidad de
Especialidades. En
la Ciudad de México
reunió a quince mil
personas.
09-junio- Cartas del Guadalajara Sin dato No permitiremos que
2012 Lector / Es los medios secuestren la
lucha de verdad y la democracia,
conciencia ni que impongan a sus
títeres.
09-junio- Cartas del Guadalajara Sin dato Esta lucha es por la
2012 Lector / Es auténtica libertad, aquella
lucha de que ilumina el espíritu
conciencia y el entendimiento del
hombre.
17-junio- EN EL Guadalajara Sin dato Son una consecuencia del
2012 DEBATE / hartazgo de la ciudadanía
Hablan los y, en este caso, de los
estudiantes universitarios. Es el inicio
de una transformación
de la ciudadanía que
busca cambiar la realidad
que los políticos han
construido y sobre la que
se han erigido.

197
Guillermo Ortiz Vázquez

Fecha Título Lugar Participantes (#) Demandas


18-junio- Quieren Guadalajara Sin dato “Le pedimos, por medio
2012 debate en C7 de las facultades que le
concede la Constitución
Política del Estado de
Jalisco, inste y le pida
al Canal 7, o al Sistema
Jalisciense de Radio y
Televisión, a que apoye
en la difusión, producción
y promoción del debate
132 que realizaremos el
día 21 de junio”, indicó
Óscar Vangelis Téllez,
alumno de la Universidad
de Guadalajara.
18-junio- Pide Guadalajara Sin dato Solicita al Sistema
2012 #Yosoy132 Jalisciense de Radio y
a sjrt Televisión (sjrtv) que
transmitir transmita el debate
debate organizado por los
estudiantes entre
candidatos al Gobierno
del Estado para el
próximo 21 de junio.
19-junio- CÚPULA Guadalajara Sin dato Sin dato
2012

30-junio- Niega Guadalajara Sin dato Se deslinda del uso de


2012 #132 actos su nombre por parte
proselitistas de diversos partidos,
en propaganda contra
candidatos o institutos
políticos.
04-julio- Y ahora: Guadalajara Reunieron hasta Inconformes con Enrique
2012 ‘Todos Somos tres mil personas, Peña Nieto y Aristóteles
Pueblo’ según la Secretaría Sandoval; buscan justicia
de Vialidad y y democracia.
Transporte, pero
los organizadores
consideraron que
participaron más de
cinco mil jóvenes.

198
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

Fecha Título Lugar Participantes (#) Demandas


04-julio- Marchan Guadalajara Mil jóvenes. Marchan por justicia y
2012 por justicia y democracia.
democracia

05-julio- Y ahora: Guadalajara Miles de Reclamo a la autoridad


2012 ‘Todos Somos manifestantes. electoral por una
Pueblo’ elección que consideran
fraudulenta ante la
evidencia de compra de
votos.
12-julio- Cartas del Guadalajara Sin dato Ya no aceptan ni
2012 Lector / aceptarán el regreso
Crece más el de las imposiciones o
movimiento autoritarismo.
22-julio- [Memoria Guadalajara Sin dato 1989 me regresé a
2012 viva]: Beatriz Guadalajara y se vino la
Híjar Medina lucha contra Raúl Padilla,
cuando se apodera
de la Universidad de
Guadalajara.
01-diciem- Van ante pgje Guadalajara Alrededor de Protesta en contra de
bre-2012 tras protesta quinientas personas. Enrique Peña Nieto.

03-diciem- Salen 3 Guadalajara Sin dato Sin dato


bre-2012 detenidos por
marcha en fil

24-diciem- Comentarios Guadalajara Sin dato Sin dato


bre-2012 a MURAL.
COM

Fuente: Elaboración propia con base en datos de Mural.

Contexto, identidad y punto de partida

El movimiento #YoSoy132 se ubica en un plano de reto al sistema


político (que remite a su función legislativa que define las reglas de
la competencia y la función comunicativa para efectos de los proce-
sos político electorales) y la alianza de una grupo político que en ese
momento pugnaba regresar a controlar el poder ejecutivo federal vía
elecciones. Resulta notorio el silencio con relación al desempeño del
pan en el sexenio anterior (Vicente Fox, 2000-2006) y con el próximo

199
Guillermo Ortiz Vázquez

a terminar (Felipe Calderón, 2006-2012), así como la alusión a los


competidores del candidato del pri en el proceso electoral de 2012:
en la notoria oposición a Enrique Peña Nieto no completaba el dis-
curso, pues si la opción no era el pri, ¿a favor de quién se definiría el
movimiento que irrumpió con dureza contra Enrique Peña Nieto en
su intervención en la uia en la Ciudad de México el 11 de mayo de
2012? La primera reacción violenta por parte de los operadores de
la campaña de Enrique Peña Nieto por el incidente del 11 de mayo
de 2012 en la uia Santa Fe fue descalificar el hecho como una falta
de cortesía y que se trataba de un pequeño grupo de jóvenes mani-
pulados por el prd y que en número no superaba los 131; de ahí la
autodenominación de ser más de 132 los inconformes. Esa ola hizo
eco en Guadalajara y otras partes del país, tanto en el núcleo univer-
sitario y otros sectores juveniles.

Oponente

Tanto en el registro de las notas periodísticas del periódico Mural


(Grupo Reforma) como en las expresiones en otros medios de comu-
nicación, se denunciaba la intención de manipular las preferencias del
electorado para imponer al candidato del pri, abusando del poder de
influencia de los medios de comunicación. En este abuso se señalaba
como causante y beneficiario la empresa de medios Televisa.
El oponente del movimiento #YoSoy132 se identificó en dos
vertientes: en el sistema político (que involucra reglas modos de
ejercer el poder en decisiones que afectan la vida de la población en
el país) y el cultural (a través del moldeo de creencias, percepciones
y formas de pensar que articulan el control tanto de los medios como
de sus mensajes hacia la población).
Si se pudiera graficar el campo en el que operó el movimiento
#YoSoy132, podría usarse unas coordinadas con un eje vertical que
representaría al sistema (al que se opusieron estos jóvenes). Este
sistema tiene subsistemas, como es el caso de la producción econó-
mica, las relaciones sociales, la organización política y los aspectos
culturales de la práctica social; a partir de estos campos, el desafío y
la decisión de incidencia de parte del movimiento #YoSoy132, fun-
damentalmente se dirigió o se movió en el subsistema político y en

200
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

algún modo cultural. Esta incidencia se identifica en el plano políti-


co al oponerse al pri y al disputarle la manipulación en los medios
de comunicación (especialmente contra Televisa) que daba especial
cobertura y apoyo al candidato de dicho partido. No hay evidencia
de que desde el movimiento #YoSoy132 (en el caso de la Ciudad
de México ni en Guadalajara) hayan acudido al poder legislativo (al
menos en la etapa que se analiza) para demandar su intervención
desde sus facultades en torno a sus demandas. La intersección que se
indica en esta parte relativa al componente de oponente se muestra
en la tabla 5.

Tabla 5
Relación oponente/desafío del #YoSoy132

Oponente (sistema) Cultural


Político
Social
Económico
Desafío / incidencia
Fuente: Elaboración propia.

Esta perspectiva implica una dificultad para concretar por parte


del movimiento una negociación con el oponente: ¿era el Gobierno
federal?, ¿eran los integrantes del poder legislativo federal?, ¿era la
dirigencia del pri?, ¿eran los directivos de Televisa?, ¿eran los due-
ños de los principales medios de comunicación?
Podrían ser todos. Si fuera alguno, ¿con quién negocia?, ¿con la
asamblea de estudiantes de la Ciudad de México?, ¿cómo se elegi-
ría? Había poco tiempo frente a un gran reto.
Que el Estado mexicano aceptara generar un proceso para la
democratización de los medios de comunicación implicaría que el
Gobierno federal en turno, con el poder legislativo y los partidos con
fuerza para un pacto político relevante, formulara una agenda de
largo plazo incluidas vertientes en la norma constitucional, su ver-
tiente en la legislación reglamentaria y su inclusión en el plan na-
cional de desarrollo. Tal pretensión se formulaba por el movimien-
to #YoSoy132 en el calor de una campaña para la elección federal

201
Guillermo Ortiz Vázquez

que incluía el cargo de la presidencia de la república, diputados y


senadores, además de algunas elecciones locales concurrentes. En
el tenor de la campaña para la elección federal muchos medios de
comunicación enfatizaban precisamente la crítica que les lanzaba el
movimiento #YoSoy132: la manipulación de cifras en los estudios de
preferencia electoral que apuntaban una ventaja notoria del candi-
dato del pri, en tanto que el movimiento #YoSoy132 como tal nunca
se pronunció a favor de un contendiente en la elección. Esta circuns-
tancia podría formularse como una autocontención o como la anu-
lación de su potencial social y político para influir en el transcurso
de la contienda y sus resultados. Es probable que al hacer el pronun-
ciamiento a favor de una candidatura o una fuerza política específi-
ca (prd, Movimiento Regeneración Nacional [Morena] o incluso el
pan) hubiera generado una escisión notoria en el movimiento, pero
lo hubiera puesto como un actor político definido con un potencial
orientado hacia una agenda más amplia y con posibilidades de esta-
blecer alianzas o constituirse como una fuerza política organizada
para influir en la correlación de fuerzas políticas nacionales en el
país, por su gran atracción identitaria, por su gran sentido crítico
opositor al gobierno y su resistencia al sistema de dominación. El
horizonte de su incidencia en el sistema político desapareció por re-
nunciar a optar por un contendiente en la lucha política-electoral en
la que había irrumpido y desde la cual atrajo a un sector relevante
de jóvenes de clase media, con acceso a la educación superior y con
un potencial de movilización que no parecía irrelevante (al menos
en la etapa de las campañas). La irrupción en las campañas políticas
de 2012 y la búsqueda de un eje articulador de la movilización ge-
neró un potencial enorme que otorgaba identidad, pero careció de
capacidad para orientar su demanda a largo plazo; incluso si hubiera
quedado la cuestión limitada a la democratización de los medios, se
podría haber articulado una interlocución con el legislativo para se-
guir a un segundo paso y presionar desde la movilización la función
legislativa para concretar una reforma en términos aceptables para
las partes involucradas. Tendría que explorarse si esta circunstancia
fue una decisión del movimiento o fue el resultado de sus decisiones
o sus omisiones, un fallo del sistema (potencial de movilización) o
su diseño, si hubo tal. Es probable que la composición diversa en
cuanto a orientaciones políticas en el movimiento y su pretensión

202
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

de dar espacio a quien solamente manifestaba adherirse al movi-


miento (como concretando una sociedad y un movimiento social
democrático, tolerante, incluyente y unificado por un gran sentido
de solidaridad) generó al final del día una total incapacidad para
constituirse en un factor político consistente para la interlocución
del sector juvenil crítico frente a un estado autoritario y excluyente,
que por efecto de sus orientaciones canceló el proyecto de vida de
millones de jóvenes desde hace muchos años, y en no pocos casos de
una manera violenta.
La reacción del oponente se mostró en dos etapas. En una pri-
mera, durante la campaña, las corporaciones de seguridad mostra-
ron un papel que se limitaba a observar las movilizaciones del movi-
miento de estudiantes, de modo especial por lo que tocaba en la Ciu-
dad de México a las autoridades del gobierno del Distrito Federal
y en Jalisco al gobierno estatal de extracción panista los gobiernos
municipales (priistas) en 2012. Una vez que obtuvieron la victoria los
candidatos del pri y se perfilaron en la toma de posesión del cargo,
aplicaron el rigor de la fuerza y ordenaron (se puede deducir a par-
tir de los hechos reportados) una dura represión contra los jóvenes
manifestantes (de modo especial el día de la toma de posesión del
presidente de la república) tanto en la Ciudad de México como en
Guadalajara. No hay evidencia de que en algún momento entre este
periodo de visualización se haya establecido alguna comunicación
o negociación que mostrara a gobiernos salientes con un ánimo de
ceder o pactar algunos términos de las demandas del movimiento
#YoSoy132, y lo que se evidenció fue una represión contundente
hacia los jóvenes en la movilizaron del 1 de diciembre de 2012; en
esta parte final, por lo que toca a Guadalajara, revela la decisión del
oponente en su versión Gobierno federal que recién iniciaba su pe-
riodo que era de adscripción al pri; se aplicó una despiadada y cruel
represión, según se apunta en la tabla 6. El oponente recién iniciado
como Gobierno, optó por la represión, lo que abrió un periodo de
derrota y repliegue del movimiento; las demandas del movimiento
no se consideran logradas ni siquiera en forma parcial.
Al final del periodo que se considera (diciembre de 2012) el ba-
lance parece establecerse en dos ejes: la aspiración, disparada a una
exigencia ética social (el concepto de totalidad que refiere Albero
Melucci) que, más que una reivindicación específica (como pudo ha-

203
Guillermo Ortiz Vázquez

berlo sido el tener acceso a los medios, exigencia de debate y tomar


en cuenta la posición política de los jóvenes) se aludía a un cambio
en la normatividad –las reglas del juego político– a efecto de que
tuviera una articulación más democrática, ajena a la manipulación,
dejando que los competidores convencieran al electorado y que los
factores de poder cultural y económico por la vía del poder de in-
fluencia de los medios de comunicación se abstuvieran de pervertir
la naturaleza democrática de la contienda electoral. Este concepto
de condición previa de democracia (el ejercicio libre del sufragio sin
la manipulación de los medios masivos de comunicación) de alguna
manera también involucraba al Gbierno federal en funciones (enca-
bezado por el pan), pero por alguna razón no se aludía directamente
por el movimiento, o al menos no aparece en el registro de deman-
das y opositores del movimiento #YoSoy132.

Tabla 6
Relación oponente/demanda del movimiento #YoSoy132

Gobierno: Represión del 1 de diciembre


reprime en las inmediaciones de la
Expo Guadalajara, incluida la
detención y el maltrato a algunos
participantes; se evidencia que
los agentes de seguridad tenían
órdenes de aplicar maltrato
especialmente dirigidos a
Oponente (actor)

los jóvenes del movimiento


Gobierno

#YoSoy132 y no se descarta
agentes provocadores de la
agresión, infiltrados entre los
manifestantes.
Gobierno:
pacta
Gobierno:
cede
Lograda Parcialmente Derrota / repliegue
lograda
Demandas del Movimiento
Fuente: Elaboración propia.

204
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

La aspiración de totalidad se identifica en una espera de máxima


justicia y de un evidente cambio cultural en el que operan nuevas
reglas de la competencia política para que sea más democrático el
acceso al poder político por parte de los competidores; esto se in-
tersecta con los posibles escenarios de los alcances del movimiento
(logro, pacto, resistencia) según se muestra en la tabla 7.
El movimiento parece (al menos en caso del #YoSoy132 en Gua-
dalajara) pasar a una etapa de latencia a partir de diciembre de 2012
con una sensación de derrota y de resistencia de bajo perfil ante el
actual gobierno (que concluye en 2018), según se muestra en los ejes
de interacción entre las aspiraciones y demandas del movimiento y
sus alcances como movimiento; éste parece transitar a una latencia
manteniendo su máxima aspiración de justicia y sus estructuras de
movilización en una especie de resistencia. La latencia se evidencia
con la aparición y movilización de algunos de sus miembros, líderes
reconocidos, en actividades sociales de oposición y crítica al gobier-
no después de 2012 en Guadalajara, como esperando a que se den
circunstancias y oportunidades para resurgir de su experiencia de
derrota en 2012.

Tabla 7
Relación aspiración (totalidad)/movimiento #YoSoy132

Máxima espiración: Máxima aspiración de


Aspiración (totalidad)

justicia, cambio justicia en resistencia


cultural
Cambio normativo
Reivindicación
específica
Movimiento: Movimiento: Movimiento: resiste
logra pacta
Movimiento
Fuente: Elaboración propia.

Por lo que toca al esquema organizativo, las narraciones y re-


ferencias de los entrevistados aluden a un intenso intercambio con
otros grupos (dentro de la propia universidad iteso) y luego su ar-
ticulación con otros grupos de universitarios en la zmg, así como

205
Guillermo Ortiz Vázquez

con universitarios de instituciones tanto públicas como privadas;


en el marasmo de la irrupción de movilizaciones simultáneas a la
campaña electoral, la articulación también incluía otro tipo de or-
ganizaciones sociales con trabajo previo y de diversa índole, con el
correspondiente nivel de desgaste por los intereses diversos pero en
confluencia con el discurso del movimiento #YoSoy132. A partir del
mes de agosto se mantuvo el contacto con los grupos del movimiento
#YoSoy132 en el país e incluso participaron en dos reuniones (una
en Huesca, Morelos, del 4 al 6 de agosto de 2012 y otra en las insta-
laciones del iteso en Tlaquepaque). En todas estas expresiones, se
evidencia un eje relevante en los movimientos sociales: su negativa a
institucionalizarse y profesionalizarse o su conversión a un esquema
de partido político; la latencia transcurre para sus miembros como la
vuelta a sus tareas ordinarias (en lo personal, siguiendo su formación
universitaria) y en el caso de algunos grupos, a realizar sus activida-
des que llevaban tiempo sosteniendo en el campo social.
El movimiento #YoSoy132 en su parte más visible (entre el mes
de mayo hasta principios de diciembre de 2012) siguió un esquema
asambleísta horizontal con los que construyo acuerdos, con el res-
pectivo desgaste y conflictos que van aparejados con una intensidad
emocional no menor, por la esperanza y expectativa que guardaban
sobre que el electorado podría acusar recibo de su mensaje y podría
su voto a favor de un partido que no fuera el pri. Estos acuerdos
se proponían, validaban y ejecutaban a través de asambleas en las
distintas universidades de origen de los estudiantes; no se evidencia
que siguieran un esquema de disciplina partidaria con órganos direc-
tivos y una militancia que acatara directrices e instrucciones. Estas
alternativas se muestran en la tabla 8: de los esquemas organizativos
(tipo partido) para la incidencia política (esquema de partido, asam-
blea, dirigentes y militantes), el movimiento #YoSoy132 optó por un
esquema de asamblea, de corte horizontal, sin reconocimiento de
cúpulas ni órganos que emitieran determinaciones que los militantes
y sectores del movimiento acataran.

206
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

Tabla 8
Esquema organizativo (tipo partido) frente
a un esquema asambleísta

Esquema de Acuerdos grupales


partido: asamblea validados por asambleas
por universidad y ciudad
organizativo

Dirigentes
Esquema

Militantes
partido

Miembros Asambleas Acuerdos


Esquema asamblea (horizontal)
Fuente: Elaboración propia.

El movimiento #YoSoy132 y su aporte al procedimiento


democrático

Morlino (2005) afirma que en la estructuración del procedimiento


democrático hay grados (el mínimo son las democracias sin calidad),
y sus elementos constitutivos son 1) el sufragio universal, las eleccio-
nes libres, competitivas, regulares y correctas, 2) la participación de
más de un partido y 3) que hayan fuentes de información diversas
y alternativas. Una buena democracia incluye la operación de ins-
tituciones a cargo de las funciones del Gobierno, que operen en un
respeto a las libertades de los habitantes del país y haya condiciones
de igualdad. Todo ello da formalmente como resultado un régimen
legitimado, estable y que satisface a los ciudadanos (pp. 217 y ss.).
En estos componentes, ¿cómo contribuiría un movimiento del
tipo #YoSoy132? La demanda del movimiento (democratización
de los medios de comunicación, no a la manipulación política sobre
candidatos de partidos políticos) alude a las fuentes de información
diversas y alternativas para los efectos de que el cuerpo de electores
tenga pleno conocimiento sobre qué y a quién elige para integrar los
poderes públicos del gobierno. De largo plazo, como movimiento
integrado, institucionalizado y con mecanismos de presión sobre los
poderes públicos, sería más probable incidir para que por una refor-
ma legal, por la aplicación de las leyes de la materia o por un pacto
político entre los factores de poder se podría arribar a una situación

207
Guillermo Ortiz Vázquez

que por efecto de los mecanismos específicos del caso, se pudieran


generar proceso en los que la información se constituyeran como
diversas, alternativas y eficaces para que los electores de un país (y
sus demarcaciones regionales) proporcionaran la información sufi-
ciente como para hacer del sufragio popular un acto consciente y
responsable basado en información cierta, objetiva y confiable. Si un
gobierno tiene un mal desempeño (y así se da cuenta en los medios
de información disponibles) es muy probable que el elector prome-
dio tome en cuenta dicha circunstancia a efecto de emitir su voto en
consecuencia en la siguiente elección o así ponga de manifiesto en
los mecanismos de participación ciudadana con relación al gobierno
durante el periodo en el cargo. En tal sentido, un movimiento social
como el #YoSoy132 pudiera aportar al mejoramiento del procedi-
miento democrático en la vertiente en que hace intersección con la
propuesta de los autores citados. La condición sustancial necesaria
para el caso sería su permanencia y consolidación a través de meca-
nismos de seguimiento y movilización. De otro modo, puede pasar
como un momento incómodo pero superado para los partidos po-
líticos involucrados en el episodio de las campañas en el proceso
electoral de 2012.
Otro factor que pudiera haber quedado para los partidos políti-
cos por efecto del movimiento #YoSoy132 en 2012, es que los parti-
dos políticos en las sucesivas campañas electorales no pueden tomar
a la ligera las posibles respuestas, movilizaciones y formas de partici-
pación por parte del sector juvenil del electorado (personas entre 18
y 30 años) de modo especial que estén involucradas en procesos de
formación universitaria.
Tanto por la negativa del movimiento a tomar partido por un
candidato alternativo al pri y por su desmovilización a partir del
triunfo electoral del pri en la presidencia de la república y la re-
presión de diciembre de 2012 (en la Ciudad de México y en Gua-
dalajara), el componente del aporte al procedimiento democrático
del movimiento #YoSoy132 se diluyó por su falta de permanencia
como actor social y político y desapareció de la escena pública; de
acuerdo con el repaso de los autores sobre los movimientos sociales,
este movimiento pasó a una etapa de latencia, como disminuido a su
mínima expresión, como aguardando una circunstancia que les fuera

208
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

relevante y tuviera la fuerza para convocar a sus miembros y a otros


nuevos integrantes, a movilizarse ante un oponente.
Dada la configuración social del movimiento, es probable que
este viraje a la latencia haya sido una decisión colectiva condiciona-
da por una falta completa de homogeneidad en la orientación polí-
tica e ideológica y la persistencia de mantener una demanda que en
cierta forma queda lejana a la vida política local: la democratización
de los medios de comunicación. Esto opera porque el campo legal de
estas leyes corresponde al Legislativo federal y no había un incentivo
inmediato que mantuviera la movilización (oposición y resistencia)
sobre un problema local de Jalisco que requiriera su atención y se-
guimiento.
Con relación al eje constitutivo de movimiento social, los tes-
timonios de Óscar Juárez y Marisol Germaine Montessuit (véanse
anexos 1 y 2) concentran todos estos componentes analíticos en tor-
no al movimiento social #YoSoy132: el empuje y expresión crítica
de un sector juvenil de clase media con acceso a educación superior,
pero un tanto ajeno a los mecanismos de la competencia y la presión
política; la demanda parecía desprenderse de un análisis social cen-
trado en la dominación cultural de las élites políticas para hacerse
del control del Estado, pero que no tenía ni experiencia ni vincula-
ción con las fuerzas políticas contendientes por el voto del pueblo.
Estas narraciones en sí mismas simbolizan en nivel los factores de los
movimientos sociales: de la indignación (generada en una precep-
ción y un marco educativo sensibilizado hacia los problemas de justi-
cia social), pasó a la movilización en una ventana de oportunidad en
que parecía que se podría lograr un cambio significativo en la vida
política nacional; dicha movilización y expresión de su indignación
y resistencia generó una respuesta por el Estado en término que no
parece inexacto calificar de represivo e incluso abusivo e ilegal. La
trama de la represión y los provocadores de la violencia del 1 de
diciembre de 2012 frente al inmueble de Expo Guadalajara no sólo
marcó la vida de estos jóvenes, sino la historia del estado de Jalisco:
parece haberse dado la orden de golpear a los jóvenes por su atre-
vimiento crítico a la autoridad. Este es un episodio que oscurece el
sentido de las corporaciones de seguridad pública cuyo deber es el
cuidado y la protección de las personas. Tal abuso de poder parece
haber quedado en la completa impunidad, y como suele ocurrir en

209
Guillermo Ortiz Vázquez

la historia humana, la comisión de un delito al quedar impune invita


a su reiteración.
El final represivo, indignante en sí mismo, confirmó y selló (al
menos por ese episodio) la incapacidad y la decisión de no consti-
tuirse en un actor que fuera interlocutor del Estado en una agen-
da legislativa para el siguiente periodo. Los integrantes del movi-
miento #YoSoy132 sí parecían tener capacidad analítica, crítica y
comprensiva del sistema político, al menos en la parte más visible
y nítidamente en algunos de los líderes del movimiento en Guada-
lajara; parece que la incapacidad de constituirse orgánicamente en
interlocutor social y político del Estado se derivó del origen social y
la orientación diversa de los integrantes que impidió aprovechar el
poder de convocatoria y organización que generaron en la coyuntura
política de 2012 en México.

A modo de conclusión

Las oleadas de acciones colectivas (mantenidas entre mayo y diciem-


bre de 2012) que define Alonso, de alguna manera evocan las etapas
que traza Smelser tratándose de movimientos sociales: 1) en primer
lugar, hay una percepción del orden social imperante en el que se
mueven los actores; 2) luego irrumpe o se manifiesta una tensión o
serie de tensiones; 3) estas tensiones tocan alguna creencia general
del sistema (que se vive como si fuera un factor externo) en un área
del sistema, sobre un tipo de problema o problemas específicos en
torno al cual (o a los cuales) se da el 4) factor precipitador que en el
caso que nos ocupa, podría considerarse que fue el proceso electoral
(iniciado desde octubre de 2011) de modo especial con el arranque
de las campañas electorales federales y la visita de Enrique Peña
Nieto a la uia; 5) la movilización evoca la resistencia, una presencia
relevante en medios y varias movilizaciones en diversos momentos y
lugares en todo el país por jóvenes que con gran facilidad y fluidez
se autoidentificaban con la denominación #YoSoy132, creando un
poderoso factor de identidad que al mismo tiempo nunca fue obje-
tado ni negado por algún actor social y político, excepto por algunos
sectores del pri que siempre insistieron que se trataba de artificios
del prd y no aceptaban el sentido que tenía para los jóvenes del movi-

210
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

miento de constituirse en una forma de hartazgo, rechazo y resisten-


cia a la imposición autoritaria de candidatos y de formas de poder
opresivas, como las que aplica el pri y sus aliados; 6) finalmente, la
reacción del sistema, en el esquema de Smelser, que aterriza en una
marca adversa al gobierno como adversario y represor de los secto-
res juveniles que le son críticos y que luego de una jornada difícil,
mantuvo a algunos de ellos entre horas y meses sujetos al rigor de la
cárcel y el maltrato. Esta marca parece ser imborrable en las apari-
ciones y exposiciones del Ejecutivo federal en actos públicos y en la
negativa aparente del Gobierno federal para aparecer en lugares y
espacios públicos en los que suponga alguna interacción con sectores
juveniles y estudiantiles de nivel superior.
Se confirman algunas de las características o componentes de los
movimientos sociales en el caso del #YoSoy132 en su vertiente de
Guadalajara; fue una experiencia de intenso activismo, altas expec-
tativas de que los jóvenes podrían marcar un cambio en la conciencia
y en el comportamiento del electorado en el país (y en la región co-
rrespondiente a Jalisco) presionando por trampas y manipulaciones
ideológicas, pautas de cultura política y de imposición de candidatos
a través del poderío ideológico de los medios de comunicación. Su
contribución a reforzar ciertas demandas, visiones y orientaciones
que puedan considerarse dentro de la trama simbólica y sistémica
democrática es notoria. Procesos de movilización del tipo del movi-
miento #YoSoy132 pueden considerarse como contribuciones con
orientación democrática, tanto en su orientación como en sus resul-
tados a mediano plazo por sus señalamientos y oposición a formas
autoritarias del ejercicio del poder público.
El lenguaje de triunfos y derrotas no parece aplicarse en este
tipo de procesos, como lo anota Melucci en su trabajo, sino que la
irrupción de este movimiento ciertamente pudo sacar de cierto ba-
lance al pri (identificado como uno de sus oponentes principales)
y su aliado Televisa (como empresa gigante de los medios de comu-
nicación con mayor influencia y penetración en el país), e incluso les
obligó a tomar medidas y variar sus rutinas y rituales de exposición al
gran público. La exposición de la figura presidencial y ciertos líderes
políticos (gobernadores y secretarios del gabinete presidencial) a par-
tir del movimiento #YoSoy132 ya no se puede arriesgar a verse some-
tida a la prueba de la confrontación y el reclamo ríspido de un grupo

211
Guillermo Ortiz Vázquez

de jóvenes que irrumpieran o se mostraran de pronto, suspendiendo


su discurso o un ritual/ceremonial diseñado para el aplauso fácil.
La sensación de derrota para algunos miembros del movimiento
#YoSoy132 en el caso de Guadalajara coincide con la previsión de
lo que ocurre con este tipo de movimientos, que en su negativa de
institucionalizarse se disgregan, abren la probabilidad de un resurgi-
miento en una siguiente situación en la que se abra de nueva cuenta
la oportunidad de incidir en el sistema de dominación política (o
ideológica) o porque pretenda alterar los valores articulados como
resistencia a un sistema injusto de relaciones o daños creados contra
la población o un sector de ella, o bien, por abrir de manera con-
tundente la amenaza de un daño mayor al tejido social o el acceso
a unos bienes (tangibles o intangibles) a los que la población tiene
derecho.
Tal situación está ya abierta: para los integrantes y líderes del
movimiento #YoSoy132 probablemente dejó una marca en la bio-
grafía personal, que tal vez pueda ser un componente en su visión de
la vida en su trayectoria profesional; algunos de ellos fueron forma-
dos en un ambiente familiar e institucional educativo en los que se
favorecía y promovía la consideración y el espíritu de servicio a favor
de los sectores empobrecidos de la sociedad. La participación en el
movimiento #YoSoy132, tal como ocurre con algunas experiencias
formativas universitarias, confirma esa visión del mundo tendiente a
la solidaridad y la ayuda para resolver problemas que dañan el tejido
social e incluso ponen en riesgo al género humano.
La prevalencia de situaciones que se consideran socialmente
injustas, ajenas a los valores y la dignidad humana (formulada en
términos de derechos fundamentales), así como la orientación del
gobierno federal a favor de grupos poderosos del sector del gran
capital, las situaciones que se consideran deficitarias para controlar
la violencia en el país por los excesos de la delincuencia y las denun-
cias de delitos cometidos por los funcionarios públicos, especialmen-
te aquellos que han causado dolor y muerte para algunos sectores
del país, apuntan a generar condiciones para que los jóvenes (junto
con otros sectores agraviados del país) hagan causa común desde
su reivindicaciones particulares, los formulen en términos políticos-
sistémicos y se desencadenen antes y durante el próximo proceso

212
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

electoral federal (que coincide con algunos procesos locales) entre


2016 y 2017.
Las movilizaciones y los mensajes del #YoSoy132 sembrados en
términos simbólicos y proféticos en 2012 alcanzaron al país al con-
firmar que no podían salir grandes beneficios a favor de la población
de un candidato de precaria preparación política y educativa, que
resultaba parte de una trama de telenovela para cometer un fraude
y llegar al poder por un engaño, prometiendo beneficios para el pue-
blo que luego se convertirían y mantendrían en daños para la calidad
y las condiciones de vida del pueblo. Tal es la perversión del sistema
democrático que vive el país, por una secuencia de malos gobiernos
para el pueblo que en la etapa de las campañas promueven un futuro
mejor y luego empobrecen más a las mayorías del pueblo. Tal es la
trampa que se insistía con estridencia por el movimiento #YoSoy132
y que parece no se escuchó ni comprendió en todos los segmentos
del electorado, como si vivieran en otro sistema.
El aporte democrático del movimiento #YoSoy132 se ve acota-
do por la decisión de los integrantes y liderazgos reconocidos, para
desmovilizarse y mantener una presencia política a partir de las po-
siciones y las biografías personales, pero no como organización que
implica un movimiento social.
En 2016 algunos de los componentes de la vida social y política
del país fueron distintos a los que se vivían en 2012; lo más probable
es que algunos reportaran problemas más graves a los que prevale-
cían entonces. La denuncia de la participación de funcionarios pú-
blicos (empezando por el titular del Ejecutivo federal) y la agudiza-
ción de algunos aspectos del a violencia y el recrudecimiento de las
condiciones de pobreza de algunos sectores de la vida del pueblo en
México, abre la probabilidad de aparición de movilizaciones de toda
índole para reclamar mejores respuestas que el Gobierno en sus di-
versos órdenes no está dando al pueblo.
Movimientos como el #YoSoy132 nos recuerdan esa vitalidad
que constituye parte de la fuerza de una sociedad para saber reco-
nocer y aceptar sus problemas y deficiencias, y contribuir a construir
formas de respuesta a tales problemas (estructurales, sectoriales o
incluso coyunturales) que disminuyen la calidad en las condiciones
de vida del pueblo. Saber escucharlas y atenderlas en su sentido últi-

213
Guillermo Ortiz Vázquez

mo es parte de una sabiduría que no se ha sabido mostrar en algunos


órdenes de gobierno en este país.

Anexo 1

Testimonio de Óscar Augusto Juárez Mora publicado en su cuenta


de Facebook: http://faceboo.com/oscar.juarezmora1 Twitter: @
oscar_jmora
El gas pimienta llegó a nublar la visión y un diálogo en busca de
paz…
01 de Diciembre del 2012
Esa fecha que jamás creí que llegaría, Enrique Peña Nieto era nom-
brado presidente de México tras un periodo electoral negro, donde la
compra y coacción de votos fue el factor común en todo el país, donde
el pri usó todos sus recursos para afianzarse de nuevo en el poder.
Tras ver la toma de protesta por televisión, salí de mi casa rumbo
a la marcha: a revivir aquellos tiempos de mayo y junio, cuando sien-
do miembro del movimiento #YoSoy132, junto a miles de jóvenes
salí a las calles y me manifesté en contra de la manipulación de los
medios y la imposición de una imagen presidencial construida por
una televisora.
“epn no es mi presidente”, “Me dueles México”, “México está
de luto”, eran las consignas que decoraban las pancartas, reflejando
en ellas el descontento, pero sobre todo el dolor de una sociedad
lastimada por la situación que vive México…
El contingente conformado por jóvenes, niños, personas de la
tercera edad y familias, comenzó a movilizarse cerca de las 4:10 pm.
Tomamos Av. Calzada del Campesino rumbo al edificio estatal del
pri; al pasar frente a él, se escuchó “Esos son, esos son, los que chin-
gan la nación”, acompañados de una gran rechifla por parte de los
asistentes. Justo en ese momento, un grupo de personas vestidas de
negro y con el rostro cubierto, comenzó a arrojar piedras contra el
inmueble, nos separamos de los agresores y le pedimos a una chica
que traía un megáfono, que calmara a los compañeros y les recorda-
ra que era una manifestación pacífica, a esta petición respondió: “La
banda está harta y necesita expresarse”. Nos acercamos a una de las

214
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

patrullas que custodiaba la manifestación y les pedimos a los policías


que hicieran algo, ante nuestra petición sólo se rieron...
Los ataques cesaron y a pesar de la incertidumbre, continuamos
el recorrido; nos percatamos que algunos de los agresores comenza-
ron a recolectar piedras y botellas, era obvio que más adelante las
utilizarían... Volteé hacia atrás y me di cuenta de que dos patrullas
de la Policía de Guadalajara nos seguían.
A dos cuadras del pri se encontraba Milenio –diario que duran-
te las campañas había destacado por su afinidad con el candidato
priista– por lo que también era un punto estratégico para que pasara
aquel contingente del descontento electoral, sin embargo debido al
ambiente de tensión que se respiraba, se optó por no pasar por ahí.
Así seguimos por Av. Alemania y antes de llegar a las instalaciones
de Televisa Guadalajara, la marcha se detuvo, los organizadores les
recordaron a los asistentes que íbamos en una marcha pacífica y les
rogaron no arrojar objetos a las instalaciones de la televisora. Cuan-
do íbamos llegando a Televisa, el mismo grupo de jóvenes vestidos
de negro corrió hacia las instalaciones y replicó lo ocurrido en el
pri. “Ya valió madre”, murmuré cuando los cristales del inmueble se
rompieron ante la lluvia de piedras…
Nos separamos del contingente y nos cuestionamos sobre si sería
prudente continuar; ya no había más edificios hasta la entrada de la
fil, así que teóricamente no se presentaría una situación de violen-
cia. Ingenuamente, decidimos seguir el recorrido…
Detrás de nosotros, ya teníamos a 6 patrullas siguiéndonos, “algo
anda mal”, “¿por qué no detuvieron a los agresores cuando podían,
si vieron cómo atacaban el edificio?”, pensé.
Con la incertidumbre hecha pregunta, continuamos el recorrido
y llegamos a la Glorieta de los Niños Héroes, donde el ánimo comen-
zó a subir al pasar por dicho monumento, dedicado a aquellos jóve-
nes que defendieron a México; así nos sentíamos nosotros, jóvenes
que luchaban por un México donde la justicia y la dignidad fueran
una realidad. La euforia seguía presente y aumentó cuando pasamos
debajo de los túneles ubicados en Av. Mariano Otero, la acústica
motivaba a que la gente gritara con mayor entusiasmo y fuerza las
consignas, continuamos caminando animados y más por el sonido
del claxon que se escuchaba cada vez que un auto pasaba al lado de
nosotros, “no estamos solos”, le murmuré con alegría a un compañe-

215
Guillermo Ortiz Vázquez

ro. Al salir de los túneles, me di cuenta de que había un señor vestido


con un traje negro, que nos observaba desde la banqueta mientras
hablaba por celular, se me hizo extraño, pero no le di importancia.
La marcha comenzó a subir el puente de los Arcos del Milenio,
mientras el sol se escondía tras las nubes, un paisaje realmente bello
se formaba con el contraste de las pancartas levantadas y ese cielo
de fondo; varios sonreímos y cantábamos con orgullo. El sonido de
una sirena de policía rompió el momento y nos hizo voltear para
atrás; ya no había 6 patrullas, sino 10 detrás de nosotros, además en
el carril del lado izquierdo, se acercaban a toda velocidad 10 policías
en motocicleta, con intenciones de pasar. “Nos quieren encapsular”
gritó alguien, y en un abrir y cerrar de ojos, la mitad del contingente
se movió hacia la izquierda y la otra mitad nos quedamos en el carril
de la derecha, ocupando en su totalidad el puente.
Comenzó a escucharse el sonido de varias sirenas de policías,
pero no podíamos detectar de dónde venían, algunos de los asisten-
tes sacaron de su mochila, latas de aerosol y comenzaron a hacer
pintas en los muros de contención del puente.
Bajamos del puente y a 100 metros vimos un cerco de aproxima-
damente 30 granaderos, los cuales habían puesto vallas en el cruce
de Av. Mariano Otero y Av. Las Rosas para evitar nuestro ingreso
a la Expo Guadalajara. “Hagamos un ocho” dijeron algunos, noso-
tros creímos que era para hacer alusión a la noviolencia, pero no, la
acción consistió en sentarse en el suelo, contar hasta 8, levantarse y
correr; así lo hicimos pero avanzamos solamente 30 metros, bajamos
la velocidad aunque nos seguíamos acercando, y justo cuando deci-
dimos si continuar la marcha o retirarnos, otro conato de violencia
estalló.
Un grupo se adelantó para intentar pasar por el cerco, pero ante
la negativa de los uniformados, comenzó el forcejeo, la lluvia de
palabras empujones y gritos sería sustituida por piedras, botellas y
hasta naranjas de los árboles de la avenida. El grupo de amigos con
el que venía, nos movimos del lado opuesto a la discusión y nos sen-
tamos en el suelo, esta vez sí en señal de no violencia, les gritamos
a nuestros compañeros del contingente para que hicieran lo mismo,
algunos nos imitaron y comenzaron a cantar el Himno Nacional, se-
guido de la consigna “policía hermano, tu lucha es de este lado” y

216
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

así fue, su lucha fue de este lado, nuestros cuerpos fueron parte del
campo de batalla…
Se escucharon las sirenas de las patrullas y en ese momento los
policías rompieron el cerco y empezaron a dirigirse hacia donde nos
encontrábamos, la gente comenzó a correr desesperada, rociamos el
vinagre en algunas de las prendas que traíamos para poder resistir el
gas que comenzó a caer, nublando nuestra visión y el diálogo.
Frente a nosotros comenzaron a llegar policías estatales y mu-
nicipales de Guadalajara, los cuales ejercían su poder a través de
sus toletes, hechos que afortunadamente quedarían documentados
en video y fotos que tomaron varios asistentes, transeúntes y perio-
distas. En ese momento, un policía de la corporación “Lobos”, se
acercó a nosotros con el arma levantada, hizo ademán de golpearnos
y exclamó “Ahora no son tan valientes, ¿verdad cabrones?”, le diji-
mos que éramos pacíficos y que no estábamos haciendo nada, que
nos dejara ir; en ese momento un joven se acercó y golpeó al policía
con una rama, el uniformado se volteó para responder la agresión y
nosotros aprovechamos para escapar de ahí.
Caminamos rápido pensando en rutas de salida, pero era inútil,
al parecer todo estaba cerrado, ese temor se confirmaría segundos
más tarde cuando un grupo de chavos pasó corriendo al lado de no-
sotros y se metió por una calle aledaña; pensamos hacer lo mismo,
pero detrás de ellos se lanzaron 5 motos, acompañadas de una patru-
lla municipal de la policía de GDL, y pude escuchar claramente a un
policía que pasaba al lado de mí, decir por radio: “Cerquen la zona,
que no salga ni entre nadie”, era verdad, estábamos rodeados…
Caminamos sobre Av. Mariano Otero, nuestro objetivo era lle-
gar hasta la Av. Lázaro Cárdenas y salir de ese campo de guerra,
cuando nos topamos con una chica que estaba herida en el suelo,
al parecer la habían golpeado los policías, la chava se encontraba
acompañada de conocidos nuestros, así que decidimos quedarnos
para ver en qué podíamos auxiliar. Poco a poco se empezaron a acer-
car policías municipales y se llevaron detenido a uno de los presen-
tes, al ver a la chica tirada, un conocido increpó a los policías y les
gritó “golpear mujeres no es de hombres”, un municipal se acercó y
les dijo a sus compañeros “llévense a ese cabrón también”, entre 4
uniformados lo tiraron al piso y lo comenzaron a jalar para treparlo a
una patrulla, una amiga se aferró a él para evitar que eso pasara, los

217
Guillermo Ortiz Vázquez

policías nos gritaron “quítense”, pero hicimos caso omiso a la adver-


tencia, a pesar de los manotazos que comenzaron a darnos; el policía
se acercaba más y más, levantaba su brazo con el tolete en mano en
dirección a mi amiga… 
Lo que vino a continuación fue tan rápido que ni siquiera me di
cuenta, pero lo resumiré: Sentados en el piso y viendo que el tolete
iba directo sobre mi amiga, tiré patadas y le pegue al policía, este se
enojó y me dijo “quítate a la chingada” al momento que me pateó la
rodilla y me pisó el tobillo –el dolor que sentí en ese momento que-
daría retratado en una fotografía que circularía días posteriores por
redes– acto seguido, golpeó con el tolete el brazo de mi amiga y en-
tre 3 policías se llevaron al joven que los había increpado, arrastrán-
dolo y aventándolo a la patrulla, donde vi que lo seguían golpeando.
“Seguimos nosotros” pensé, preparándome para lo peor…
Los policías nos dijeron que no nos moviéramos y nos tuvieron
ahí durante unos minutos que parecieron eternos. Uno de ellos, al
parecer con mayor rango, después de hablar por radio, nos dijo que
nos fuéramos; comenzamos a caminar lentamente, con el miedo de
que nos volvieran a golpear, observé que mucha gente traía la cara
roja y los ojos llorosos, así que iba a mojar mi paliacate con vinagre
para compartirles, cuando un estatal de un golpe lo tiró al suelo y me
dijo “ni se te ocurra recogerlo, porque te va peor”.
Llegamos por fin al Parque de las Estrellas, un sitio donde es-
taríamos seguros, pero a pesar de eso, en el ambiente se respiraba
miedo; intentamos llamar a nuestras familias, pero no se podía, la
comunicación en la zona estaba cortada. Había dos heridos, y en la
calle quedaban restos de la batalla entre la boca que canta y la bota
que mata; lamentablemente, una batalla entre ciudadanos, entre
hermanos.
Después de caminar varias cuadras pudimos salir del cerco po-
licial que se extendía alrededor de la zona, costaba trabajo cami-
nar debido a los golpes recibidos en la pierna, pero a pesar de eso
teníamos que irnos de ahí. Salimos de la zona con muchas dudas,
algunas hasta la fecha nos carcomen ¿Quiénes eran los infiltrados
que lanzaron piedras? ¿Estaba todo planeado? ¿Qué pasaría con los
compañeros detenidos? ¿Los golpes recibidos serían de gravedad?
Ese primero de diciembre sentimos en carne viva la represión
violenta por parte del Estado, esa represión que antes enarbolába-

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Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

mos bajo las banderas del “68”, “71”, “Atenco” o el “28 de mayo”, ya
no sería ajena, ya éramos parte de la historia, de esa oscura historia
que se ha escrito con sangre, sangre que se derramó el primer día del
gobierno priísta encabezado por Enrique Peña Nieto…
“Las sonrisas son contagiosas, contagiemos al otro y hagamos
una pandemia” Óscar Augusto Juárez Mora Twitter: @oscar_jmora

Anexo 2

Testimonio redactado por Marisol Germaine Montessuit Chávez


para propósitos del presente estudio. Correo electrónico: mcm_
mcm@hotmail.com

Germaine Montessuit Chávez, Marisol. Todos tenemos que respirar


juventud para reavivar las fuerzas: Recordar el primero de diciembre de
2012, Guadalajara, Jalisco, julio de 2016
Estudié la licenciatura en psicología en iteso, anteriormente estuve
en la preparatoria Cervantes Costa Rica, secundaria Franco Mexicano
y primaria en el Albert Camus.
Siempre fui una persona que se preocupa y es muy sensible hacia los
y lo demás, sobre todo hacia los que están más “desprotegidos”, desde
joven estuve involucrada en proyectos que pudieran ser útiles para la
gente, cada años iba a misiones (a pesar de no ser religiosa), me comen-
cé a interesar en grupos vulnerables (presos, personas con problemas
mentales, migrantes, jóvenes en situación de riesgo, enfermos, etc.) y
se acabó por convertir en mi proyecto de vida después de que por expe-
riencias personales, decidí que eso era lo que quería hacer. Al meterme
más en el mundo de las poblaciones vulnerables, por añadidura tuve
que aprender de cuestiones políticas y sociales, y comprender al mundo
como un todo, todo es consecuencia de algo más, las cosas se reparan
desde el fondo, a luchar por lo que creo y a defender a aquellos que no
siempre pueden hacerlo o que no saben cómo.
Recuerdo bien que durante el proceso electoral yo estaba trabajan-
do con jóvenes en situación de riesgo, en colonias de la periferia. Y a
pesar de siempre estar involucrada en cuestiones sociales y con pobla-
ciones vulnerables, era la primera vez que veía mi vida encaminada a
dedicarme a esto. Conocí a fondo las problemáticas, los modos de vida,

219
Guillermo Ortiz Vázquez

las carencias, las asquerosidades de cada gobierno que se aprovechó de


la gente más vulnerable, pero también conocí una generación de jóve-
nes que ya no se iba a callar, que estaba consciente de sus derechos y
de hacerlos valer, fuera cual fuera el modo. Me llené de información y
experiencias terribles, de las treguas del narco con los gobiernos (y no
en discurso, sino en la vida real), de los pesares de una sociedad, que
aunque esté dividida por clases sociales y económicas (como es tan vi-
sible en zmg), todos luchábamos por lo mismo, y era la primera vez que
yo veía que para esa lucha no había distinción alguna, todos íbamos
por un mismo objetivo: no volver a tener el Gobierno de este país tan
hermoso, gente que nos quisiera hundir a todos a costa de sus propios
intereses. Mucha gente no lo creyó y henos aquí.
Traté de seguir todo el proceso, los discursos, la información que los
medios revelaban sobre los candidatos. Y a pesar de no saber mucho
de política y no poder ser tan analítico sobre todo lo que sucede, como
mucha gente que admiro lo hace, sí sabía algo, con la información que
tenía me bastaba para saber a quién no quería en el poder. Los chavos
con los que estaba trabajando estaban muy interesados en el tema y
nos encargábamos de recolectar información para compartirla después,
desde lo visible para todos como son los medios de comunicación, has-
ta lo invisible que se vivía en la colonia día a día (regalar calentadores
solares, credenciales por dinero, despensas, etc.).
Días posteriores a la marcha del 1 de diciembre de 2012, tres ami-
gas y yo decidimos que iríamos a manifestarnos al df para demostrar
nuestro repudio hacia lo sucedido y ser parte de un movimiento juvenil
(y más que eso) que daba la esperanza de un cambio genuino. Por aza-
res del destino no pudimos ir a la capital pues nos iríamos en el auto de
mi madre y ella partiría a la playa, por lo que nuestra presencia sería en
la marcha de Guadalajara. Nos quedamos de ver en el Cultural para
salir juntas. Íbamos 3 amigas (Alejandra Rivas, Alejandra Vázquez y
Cecilia de la Mora), 2 niñas pequeñas (5 y 7 años) y yo. Había hombres,
mujeres, bebés, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, viejos, mascotas,
todo estaba reunido en un solo lugar y eso causaba que todos nosotros
nos sintiéramos con más energía, todos alzando la voz; para mí, la pri-
mera vez que veía que, sin distinción de nada, la gente se unía a recla-
mar el futuro de su país. A lo largo de la marcha se repetían los mismos
coros; y durante todo el recorrido no pararon las filmaciones de civiles
(aunque no participaran directamente en la marcha), de medios de co-

220
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

municación y demás. El primer incidente fue a la llegada de las oficinas


de Televisa y del pri, algunas personas comenzaron a arrojar piedras
hasta romper algunos vidrios de las instalaciones, hasta que, entre los
mismos participantes, comenzaban a calmar la adrenalina mencionan-
do que era una marcha pacífica; no pasó a mayores, a pesar de tener
patrullas rodeándonos no hubo represalia ni advertencia alguna, yo lo
vi como algo inevitable sin consecuencias graves, era normal, la gente
estaba enojada y era su manera de demostrarlo. Seguimos caminando,
cada vez había más gente en las calles, los puentes peatonales estaban
llenos de gente grabando la marcha, algunos traían aerosoles y todo el
camino fue estampado con mensajes de inconformidad, la gente estaba
dolida, enojada e inconforme, y los “humos” subían cada vez más al ser
tantos, al sentirnos unidos, con un mismo fin. A lo largo de todo el ca-
mino vimos a un señor robusto de traje gris que iba apareciendo en los
camellones, cada cierto tiempo, observando la marcha y hablando por
celular, se nos hizo extraño y tomamos algunas fotografías, pero no pasó
a más. Nuestro plan era llegar a la fil pues el esposo de Alejandra Rivas
estaría esperándonos para pasar la tarde ahí dentro. Sin embargo al
bajar el puente de los Arcos del Milenio vimos a lo lejos una muralla de
policías completamente protegidos con cascos, “escudos” y unas vallas
de metal al frente de ellos. No nos dejaron llegar a nuestro destino, que
era la explanada de la Expo y por supuesto comenzó a haber disturbios,
de ambos lados, pero los policías comenzaron a responder muy agresi-
vamente y algunos de nosotros decidimos sentarnos en el piso y cantar
con todos los demás en son de paz, la señal era no separarnos, todos
juntos. A media canción vimos que la gente comenzaba a levantarse y a
correr y los policías venían como tromba hacía los manifestantes. Aga-
rré de la mano a mi amiga Alejandra (las otras dos se fueron corriendo
para atrás con las niñas) y comenzamos a correr hacia el único lugar
que podíamos, el estacionamiento del hotel. Debido a que todo el mun-
do corrió hacia allá nos separamos. Mientras la buscaba vi como tres
policías, a base de macanazos, estaban golpeando a un joven, había-
mos mucha gente gritando alrededor de él diciendo que lo soltaran, ya
estaba sangrando de la boca, pero todo se puso más agresivo aún los
policías nos comenzaron a empujar diciendo groserías. Mientras se lo
llevaban, varios caminábamos detrás de él para evitarlo, ya había mu-
cha gente subida en las patrullas que gritaban su nombre y que pedía, a
quienes estaban grabando, que no pararan de hacerlo y que registraran

221
Guillermo Ortiz Vázquez

sus nombres. La situación era sumamente estresante, una de las patru-


llas avanzó y una muchacha corrió detrás de ella para tratar de subirse,
a lo lejos se vio como trataron de bajarla con golpes pero ella se resistió
hasta que la patrulla paró un poco y la subieron; por más que varios
corrimos no la alcanzamos. Yo comencé a caminar por la calle buscan-
do a mis amigas y las niñas y no las veía por ningún lado, vi familias
con bebés sometidas en el piso con policías encima, gente lastimada,
gente llorando, temblando y gritando. Para mí era como un sueño, no
era posible que eso estuviera pasando, no era el objetivo, la brutalidad
con la que trataron a los manifestantes era inconcebible. Dando vueltas
en un mismo espacio, sentía como si mis oídos se hubieran tapado y
solo podía ver todo en cámara lenta, tenía un nudo en la garganta, has-
ta que dentro de las imágenes vi a un policía, que yo pienso que estaba
igual que yo de desconcertando y angustiado, estaba solo, en medio de
todos y lloraba, ahí fue cuando volví en mí y me dije “esto no es normal
y no está bien”, comencé a preocuparme aún más por las niñas y seguí
caminando, un policía me dijo que me regresara le dije que no porque
estaba buscando a unas niñas. En mi caminar vi como una policía ve-
nía ahorcando a una muchacha con una rabia impresionante y me dije
a mi misma que no podía pasar a un lado como si nada estuviera ocu-
rriendo, me llené de mucha furia y comencé a decirle que la soltara que
la estaba ahorcando, que no era modo de remitir a alguien, la policía
enojada me dijo que me quitara de su camino y que no me metiera en
lo que no me importaba, por lo que comencé a seguirla y a decirle que
la dejara en paz que la estaba lastimando, traté de evitarlo y ella volteó
enojada y me tomó del pelo, la otra chica se fue corriendo. Primero
sentí miedo, luego mucho coraje y le dije “Suéltame ya”, ella siguió ja-
lando fuertemente y ahí fue cuando comencé a lanzar patadas para que
me soltara, nos comenzamos a decir de palabras y eso la enojaba más
porque decía que no podía faltarle al respeto a un oficial, hasta que
llegó otro policía, tenía un pasamontañas y uniforme distinto, me “abra-
zó” por detrás impidiendo que pudiera moverme, pero yo seguía patean-
do a la mujer para que soltara mi cabello. Después vi que no iba a llegar
a nada porque de todas maneras no iba a poder zafarme y le dije a la
policía “está bien, suéltame y yo me voy caminando a la patrulla”, me
tomó por el cuello (justo como a la joven que traté de defender), le dije
que me estaba lastimando, que me ahorcaba, que podía caminar sin
necesidad de estar así; había varia gente alrededor que filaba y le pre-

222
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

guntaban a la policía “¿por qué te la llevas?” y pedían mi nombre com-


pleto para, supongo, registrar que había sido detenida. Me subieron a
una patrulla sola, minutos después subieron a un muchacho. Mientras
estaba en la patrulla saqué mi celular y a le marqué a mis amigas, les
mencioné que estaba detenida y corrieron a la patrulla, les di las llaves
de mi casa porque se supone que yo tenía que cuidar a mi papá en la
ausencia de mi mamá y tenía que tomar sus medicinas, eso era en lo
único que me preocupaba en ese momento. La camioneta arrancó y
nos llevó a una “delegación” (o no sé cómo le llamen), ahí llegamos y
había varias personas en una especie de jaulas al aire libre, me metieron
con las niñas, aún no llegaba la primer patrulla que se había llevado a
varios y los amigos estaban preocupados, yo no conocía a nadie. Des-
pués de un tiempo llegó la camioneta (la cual hizo una parada en otro
lugar antes de llevarlos ahí, al parecer asustándolos de “desaparecerlos”
por revoltosos), y una vez todas juntas en la jaula varias se quejaban de
dolores, una de ellas tenía la cabeza abierta, la mayoría tenía moretones
por todas partes, y una de ellas tenía el pie, parte de la pierna y su brazo
completamente morado, ya ni siquiera le entraba el tenis. Una joven,
que tenía un desorden mental, estaba detenida (ya después nos entera-
mos que venía saliendo de la fil y se subió sola a la patrulla porque no
quería dejar solas a las personas que estaban ahí) y la policía-la cual me
detuvo- comenzó a desesperarse con ella y le decía que si no se callaba
la iba a callar. Ya no sabiendo que más hacer, si la gente que nos estaba
buscando sabía dónde estábamos, más preocupaciones personales, en-
tablé conversación con la policía y al mencionar que trabajaba en ite-
so comenzó a tratarme bien, inclusive entre los policías me decían “la
psicóloga”, le dije que ella sabía perfectamente que no había hecho
nada, y me dijo que lo sabía pero que para qué me metía, y le di mis
motivos, a lo cual ella dijo “pues si te entiendo, pero pues nosotros tam-
bién nos prendemos y tenemos órdenes”. Todos se comunicaban por
mensajes a escondidas. Después de estar ahí hasta el anochecer nos
volvieron a subir a la patrulla y nos llevaron a la (Calle)10 14. La chica
con desorden mental trató de tirarse varias veces de la patrulla hasta
que la esposaron, y así estuvo toda la noche, gritando y demás, al final

10. Sede de la Fiscalía General del Estado donde se presentan detenidos por presuntos
delitos.

223
Guillermo Ortiz Vázquez

para mi ella me hizo llevadero el suceso (aunque suene horrible) pues


tenía brotes de felicidad y nos hacía reír con lo que hacía y decía. En la
14 nos sentaron a todos contra la pared a la intemperie (y vaya que
hacía frío), no nos dieron ni agua ni comida, y ya en la madrugada
dejaron que las personas que estaban afuera esperándonos nos pasaran
con qué cubrirnos. Las personas que estaban afuera gritaban los nom-
bres de todas las personas detenidas para ver si estábamos ahí y no ha-
bía ningún desaparecido. En la madrugada nos metieron a las celdas,
con todo el procedimiento anterior de tomarnos datos, fotografías, qui-
tarnos las agujetas, pertenencias y demás; nos pasaron a todos al segun-
do piso (hombres y mujeres). Ellos te decían dónde meterte, el algunas
celdas había 4 o 5 personas, a mí me dejaron sola. Como la luz es arti-
ficial pues no sabíamos qué hora era, hasta que nos llevaron de desayu-
nar. Los familiares metieron cobijas y comida para compartir. Ni siquie-
ra recuerdo cuánto tiempo estuve ahí. Me subía a la litera (que es donde
había una rendija y te entraba poquito aire) a platicar con los demás o
escuchar sus pláticas, luego me bajaba a dormir (cama de cemento),
caminaba en la mini celda, ya no sabía ni que hacer. De las personas
que estaban a cargo de cuidarnos, unos eran muy amables, inclusive
uno de ellos me dejó salir para ayudarle a repartir unas naranjas que
habían mandado los padres de algún detenido, porque le dije que me
iba a volver loca ahí encerrada, lo único que quería era fumar; sin em-
bargo hubo un jovencito prepotente que fue un grosero con todos, no
nos quería dar ni agua y decía que no estábamos en un hotel que lo
entendiéramos de una vez por todas. Algunos compañeros al parecer
fueron llevados a los puntos ciegos de las cámaras y golpeados. Estuvi-
mos largo tiempo entre que nos iban a dejar salir y entre que no, no sa-
bíamos que pasaba afuera ni cómo iba a proceder el caso. Un día nos
dejaron bajar con los familiares para que ellos vieran que estábamos
ahí y estábamos bien (en mi caso fue mi amigo Oscar, esposo de Alejan-
dra Rivas, porque mi mamá había tomado un camión para regresarse
del mar y llegar conmigo), me comentaron, si mal no recuerdo que para
poder salir tenía que pagar como $15,000.00 y yo enojadísima dije que
estaban locos que ni si quiera había hecho nada y que aparte no tenía
dinero, ellos dijeron que iban a seguir negociando, por otro lado me
dijeron que ya tenía un abogado (el papá de una amiga) y que la versión
que tenía que dar era distinta a lo que había pasado, que tenía que decir
que yo iba directo a la fil y que no había participado en la marcha; eso

224
Movimientos sociales y democratización. El caso #YoSoy132 en Guadalajara en 2012

a mí me causó desconcierto pues no quería decir que no estaba en la


marcha y lavarme las manos, me sentía mal con todos los demás dete-
nidos, aparte de que todos tenían una misma abogada y yo tenía otro;
al momento de hacer la declaración el abogado me dijo que tenía que
decir eso sino el proceso iba a ser terriblemente largo, costoso y si no se
resolvía rápido iría a parar a la penal y ahí todo sería mucho más com-
plicado, y entre tanta confusión accedí a esa versión. La primera noche,
si mal no recuerdo, dejaron salir a la joven que tenía el desorden men-
tal, al final su familia pagó la fianza completa porque necesitaba medi-
cación y demás. Al final para poder salir, individual o en grupo, la fian-
za era de 80mil y cacho de pesos; después nos enteramos que se hizo
colecta lo más rápido posible para sacarnos de ahí, sino nos llevarían a
la penal. Un día me llamaron y yo fui la segunda en salir, mi gente ni
siquiera sabía, salí por la parte trasera, recogí mis cosas, fui a comprar
un cigarro, y llegué a la parte delantera donde estaba la gente. Alejandra
al verme corrió y me abrazó y se soltó llorando. Vi que estaban ahí mis
amigos y familiares, tenían pancartas y demás. De repente la gente se
dio cuenta que una de las detenidas había salido y toda la prensa se
dejó venir. Dije que esperaría a que salieran los demás pero me dijeron
que no tenía caso, que no sabían a qué hora saldrían, y que yo tenía que
ir a descansar. Así lo hice; los compañeros salieron hasta en la noche,
todos juntos. Ya después supe que varios amigos, conocidos y demás
movieron todo lo que estuvo en sus manos y por eso yo salí antes. Deci-
dí que realizaría el proceso junto con los demás aunque tardara más
tiempo y esfuerzo, por lo que, seguí con la abogada que nos defendió a
todos, firmando cada 15 días durante más de dos años. Lo que siguió a
continuación fue un largo proceso de muchos años, hasta que hace al-
gunos meses, por fin, todo terminó.
Para mi esta experiencia ha sido de las que más aprendizajes me ha
traído. Me dejó claro algo, cuando la gente se quiere unir para lograr
algo, se hace. Sin embargo es un primer mini paso para nuestra socie-
dad porque todo se nos olvida muy rápido, y estamos ahí en el momento
de la acción, de la adrenalina, no damos seguimiento; nos cansamos
muy fácil. Esta vez nos tocó a nosotros seguir un proceso largo y duro,
y nadie se enteró, ni se interesó, o lo dejaron pasar porque de todos mo-
dos no podían hacer nada. Y como este miles de casos que vemos día
a día en las calles: los 43, los derechos de los homosexuales, la lucha
de los maestros, las guerras de nuestros estados del sur, la violación

225
Guillermo Ortiz Vázquez

de derechos a grupos vulnerables, la matanza de migrantes, etc. Y nos


quejamos un rato pero luego lo dejamos pasar porque los mexicanos, si
no tenemos resultados inmediatos, lo soltamos y se nos olvida, o más
bien “no se olvida” pero ya no se hacer nada al respecto. A pesar de
todo, como dije, vamos paso a pasito, hay mucho que aprender en el
camino, hay mucho que no debemos soltar. Muchos jóvenes están aho-
ra metidos en asuntos políticos, no siempre está bien porque hay mucho
que aprender, pero eso no importa ahorita, lo importante es que esté la
pasión y la unión para que juntos (no solo jóvenes) sigamos luchando
por nuestro país. Es un placer ver que la juventud se despierta, todos
tenemos que respirar juventud para reavivar las fuerzas.

Bibliografía

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Universidad de Guadalajara.
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226
Los normalistas rurales:
un sujeto político en resistencia
y renovación permanente1

Margarita Teresa Robertson Sierra2

Resumen. Antes de los hechos de Iguala del 2014, poco se sabía


acerca de las normales rurales, de sus estudiantes y sus luchas y
de la organización en la que durante más de ochenta años se han
aglutinado: la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas
de México (fecsm). En este capítulo se pretende en un primer
momento reflexionar en torno a algunos conceptos teóricos que
ayudan a identificar a este actor colectivo y a entender la consti-
tución de este sujeto político primero aliado y después opositor al
Estado. Posteriormente, se hace un breve recorrido histórico que
narra la interacción de la fecsm con los distintos proyectos guber-
namentales desde su creación en 1935 hasta la fecha, lo que lleva
a identificar a los normalistas rurales como un sujeto político en
permanente renovación y resistencia que se solidariza con luchas
sociales y va más allá de sus demandas, y a las normales rurales

1. Este trabajo forma parte de la tesis que se presentará para el Doctorado en Ciencia
Política en la Universidad de Guadalajara.
2. Es socióloga y maestra en Estudios de la Región; actualmente cursa el Doctorado en
Ciencia Política. Ha participado en diversas investigaciones y formó parte del equipo
fundador de lo que hoy es el Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de
Guadalajara. Su pasión es la radio en la que incursionó desde hace más de treinta años
como integrante de la producción del primer programa infantil de Radio Universidad
de Guadalajara, y del espacio dedicado a los pueblos Indios Territorios. Desde hace
siete años conduce en la misma estación junto con Ignacio Román y Carlos Ramírez el
programa Multiverso. Correo electrónico: margaritarobertson@hotmail.com

227
Margarita Teresa Robertson Sierra

como espacios no sólo educativos sino de construcción de identi-


dad y de articulación de acciones sociales y políticas.
Palabras clave: normalismo rural, sujeto político, resistencias, expe-
riencia y conciencia de clase.

Introducción

Las escuelas normales rurales nacieron para formar do-


centes que impartan clases en los lugares más margina-
dos, generalmente comunidades campesinas; la misión
de todo normalista rural es combatir la ignorancia en
los pueblos, luchar contra el analfabetismo y obtener un
cambio social y cultural. Es por eso que mientras la po-
breza exista y continúe la explotación del hombre por el
hombre, las normales rurales tendrán razón de ser.

fecsm, 2013

La desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayo-


tzinapa no sólo asaltó la conciencia de muchos mexicanos al hacer
patente la podredumbre y corrupción de los entresijos del Estado
mexicano, sino que hizo visible la actuación de un sujeto político
como la fecsm. Durante más de ochenta años la fecsm ha mante-
nido su ideología y sus reivindicaciones, al mismo tiempo que se ha
renovado permanentemente y ha logrado perdurar y transformarse
para enfrentar diversas circunstancias como la difícil interacción con
los distintos gobiernos.
Se ha escuchado fuerte en este 2016 la voz de los maestros en
defensa de la educación pública, de sus derechos como trabajadores
y en rechazo de un Estado autoritario que se resiste al diálogo y
pretende imponer una reforma que de educativa no tiene nada. En
estos momentos resulta aún más pertinente el detenernos a analizar
cómo es que los normalistas rurales agrupados en la fecsm se han
constituido como un sujeto político, que nació como un aliado de
los gobiernos revolucionarios y que desde los años cuarenta no sólo
lucha por la permanencia de sus normales, sino que se opone a un

228
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

proyecto de país que defiende los intereses de los de arriba y excluye


a los de abajo.
A casi cien años de existencia, el normalismo rural es conside-
rado como herencia de la Revolución mexicana o como el último
eslabón de la educación socialista promovida en México:

Marginado, olvidado y perseguido por el Estado, el normalismo rural es el úl-


timo eslabón de la educación socialista promovida en México en la etapa pos-
revolucionaria. Después de 80 años es uno de los pocos y genuinos espacios de
resistencia estudiantil contra la imposición de políticas neoliberales (Catalán,
24 de febrero de 2014).

Más ochenta años de vida de la fecsm han contribuido a que un


grupo de estudiantes de estas escuelas pertenecientes a esta orga-
nización hayan desarrollado un pensamiento crítico, defiendan sus
conquistas como trabajadores y estudiantes y se comprometan con
las luchas de las regiones donde estudian y trabajan.
Esta conciencia y práctica política de los normalistas rurales, que
recuerdan a través de sus acciones y sus demandas que la Revolución
mexicana está muy lejos de haberse consumado y de hacer justicia
entre los de abajo, han resultado inconvenientes para los proyectos
liberales, industrializadores y neoliberales al grado de que a partir de
los años cuarenta, bien se les ha abandonado a su suerte, bien se les
ha querido abiertamente desaparecer como lo hizo Díaz Ordaz con
dieciséis de ellas, o más actualmente Osorio Chong con El Mexe,
Hidalgo, hasta llegar a la absurda y lamentable tragedia de la desa-
parición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Es muy difícil ubicar a este sujeto político en permanente for-
mación y renovación dentro de algunas de las teorías de los movi-
mientos sociales, ya que no podemos encasillarlo ni como viejo o
nuevo movimiento social. Por ello, el objetivo de este documento
es presentar algunas reflexiones acerca de planteamientos teóricos
que pueden servir para entender mejor las luchas de los normalistas
rurales y explorar la categoría de movimientos sociopolíticos que ha
desarrollado Modonesi (2015). Se hará también un breve recorrido
por los ochenta años de vida de la fecsm para entender su consti-
tución y desarrollo como sujeto político primero aliado y después
opositor al Estado.

229
Margarita Teresa Robertson Sierra

Reflexiones teóricas para acercarnos a los normalistas rurales

Constitución del sujeto político. “Leer el mundo a través de la realidad”

Mediante nuestra educación integral reivindicamos el


marxismo leninismo y rechazamos cualquier tipo de dog-
ma o superstición en la explicación de nuestro entorno.
Nos refrendamos como estudiantes aliados del proleta-
riado en su lucha por la transformación social; pero tam-
bién porque proletarios somos. Por eso estamos seguros
que el papel del estudiante no se encierra en los cuatro
muros del aula, y que no basta con leer libros para enten-
der la situación del mundo: es necesario leer al mundo
a través de la realidad para enfrentar los problemas que
afectan a la sociedad.

fecsm, 2013

Si se está de acuerdo con Giddens (1984) en que los sistemas sociales


son producto de la interacción de los sujetos sociales, y que sujeto y
estructura son una dualidad, se puede pensar también que el sujeto
es producido en esta interacción. El sujeto se constituye en relación
con los demás. No se puede hablar de sujeto sin sociedad. El sujeto
es entonces una construcción social, y este proceso de subjetivación,
como lo ha llamado Zemelman (1997), sucede en determinadas cir-
cunstancias sociales, culturales, económicas y políticas. El sujeto es
pues un concepto dinámico que se construye en la interacción con
los otros.

[…] son los sujetos, los que, en última instancia, consisten en las diferentes
modalidades que pueden asumir los nucleamientos de los colectivos como los
espacios de constitución de las fuerzas capaces de determinadas construcciones
sociales. En este sentido, la idea de proyecto colectivo supone entender la dia-
léctica interna en que descansa la constitución de la subjetividad social (p. 22).

La fecsm es un proyecto colectivo que se ha constituido por suje-


tos en intensa y permanente interacción al tratarse de escuelas con
internados, es un sujeto político que se renueva constantemente y

230
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

que se ha transformado ante las diversas circunstancias por las que


ha atravesado durante sus más de ochenta años de historia.
Se está de acuerdo con Zemelman (1997) en que una teoría del
sujeto es una teoría de lo social, y que el desafío consiste en encon-
trar un concepto de subjetividad que aborde la relación dialéctica
entre individuo y colectivo sin que se reduzca a la dimensión psi-
cológica o a la simple expresión de procesos macrohistóricos de la
dimensión estructural-social.
Para acercarse al proyecto colectivo de los normalistas rurales
será de vital importancia hacerlo sin perder de vista este papel activo
de los sujetos como lo hace el historiador inglés Thompson (1981),
quien considera que mediante la experiencia “la estructura se trans-
muta en proceso y el sujeto vuelve a ingresar en la historia” (p. 262),
así la experiencia es la “huella que deja el ser social en la conciencia
social” (p. 14).
Thompson considera que con la experiencia humana los hom-
bres y las mujeres retornan como sujetos; no autónomos ni libres,
sino como personas que experimentan situaciones productivas y re-
laciones dadas y elaboran su experiencia de acuerdo con su concien-
cia y su cultura. Para este historiador, el investigador se topa con una
serie de datos empíricos, de acontecimientos “cuya interrelación es
objeto de nuestra investigación” (p. 253).

Acontecimientos que si bien forman parte del ser social parecen a menudo
acometer a la conciencia social existente, asaltarla, chocar contra ella. Plantean
nuevos problemas y, sobre todo, dan continuamente lugar a experiencia, cate-
goría que por imperfecta que pueda ser, es indispensable para el historiador,
ya que incluye la respuesta mental y emocional de un individuo o de un grupo
social a una pluralidad de acontecimientos relacionados entre sí o a muchas
repeticiones del mismo tipo de acontecimiento (p. 19).

En el caso de los normalistas rurales se puede observar claramente


este proceso del que habla Thompson de transformación a partir de
experiencias vividas dentro de la normal, experiencias que acometen,
asaltan y chocan a la conciencia social de los estudiantes de diversas
maneras. Algunos se convierten en líderes sociales o activistas aun
después de egresados, otros incorporan lo aprehendido en la prác-
tica docente y cotidiana, y se sabe que otros también se convierten en
líderes anquilosados o se incorporan al sistema. Lo que es innegable

231
Margarita Teresa Robertson Sierra

es que en las normales rurales los estudiantes tienen experiencias


que van más allá del aula y que impactan en su formación, su identi-
dad y su práctica política.

De las normales rurales han salido muchos líderes de diversos bandos polí-
ticos: en sus primeros años, maestros que se fueron involucrando en proce-
sos políticos locales, dentro del magisterio o de los mandos medios de la sep.
Posteriormente, senadores, gobernadores y líderes sindicales, como Carlos
Jonguitud Barrios, líder magisterial cercano al partido oficial y a las prácticas
poco democráticas y autoritarias del que por años fuera el partido oficial […].
De ahí salieron también mujeres, como Celia Rangel, […] líderes de los movi-
mientos campesinos que en los años setenta tomaron tierras ante la corrupción
y el burocratismo de la reforma agraria, o como el líder de la guerrilla Genaro
Vázquez, en esa misma época. Junto a estos maestros que han llegado a ser
muy importantes en la historia del país, un buen número de egresados, sin
tanta visibilidad política, encabezaron en el campo o en las ciudades proyectos
educativos que rebasan los límites del edificio y el horario escolar, comprome-
tidos con el mejoramiento de las condiciones de vida de las capas populares,
o que emprendieron luchas políticas importantes en el nivel regional (Civera,
2013: 200).

Este sujeto político del que habla Civera, una de las investigadoras
que más ha profundizado en el estudio de las normales rurales, es el
que interesa hacer más visible. Maestros como Pepe, egresado de la
Escuela Normal Rural Miguel Hidalgo de Atequiza, director de una
escuela rural de Jalisco, militante y defensor de la educación popu-
lar, fueron marcados de por vida en su paso por las normales rurales:

Yo ingresé a la Normal Rural de Atequiza porque no hubo otra opción. Entrar


a cualquier otra escuela hubiese implicado recursos. […] Fue una escuela muy
grande para la vida porque imagínate; yo que no conocía la central camione-
ra en ese mismo año de ingreso en el 78, fui a Pachuca, al Distrito Federal,
a Aguascalientes, estuve en Puebla, Ciudad Guzmán. Se te abre otro mun-
do. Recuerdo que llegué el 2 de septiembre y el 15 de septiembre estábamos
tomando 12 o 13 camiones en la carretera para irnos a una manifestación a
Pachuca. La Normal fue una casa durante 4 años, aprendes mucho más de geo-
grafía en esos procesos que leyendo libros y también de las culturas, muy pluri-
cultural el ambiente de la Normal. También aprendes a defenderte porque hay
confrontas internas, y también nos tocaron los golpes del Ejército, vivir cuestio-
nes de prisión de compañeros, órdenes de aprehensión, no sé cómo diablos las
giraban pues éramos menores de edad. […] Te enseña también este asunto del
derecho, que no es tan derecho, que importa mucho la lucha política no sólo

232
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

la lucha jurídica, por este estado tan corrupto que tenemos y sus instituciones.
[…] Había muy buena relación con los padres de familia, nos movilizábamos y
acudían nuestros papás con nosotros, codo a codo, eso le da mucha relevancia
a la lucha estudiantil que no sea meramente estudiantil y levantar otras reivin-
dicaciones. Ahí aprendimos el ABC de la lucha en general, y yo jamás vi cursos
de guerrilleros. […] No garantiza que seas un gran luchador como estudiante
que seas un luchador en el magisterio. […] La sensibilidad te la da la Normal, y
no propiamente los planes y programas oficiales, yo aprendí más en la vivencia
cotidiana con los compañeros de todas las normales rurales más que con mis
maestros, en eso soy categórico, ya reflexionando 35 años después (Pepe, co-
municación personal, 30 de octubre de 2016).

Movimientos sociales o movimientos sociopolíticos.


“Tomar nuevas armas en nuestras manos”

Como puede verse, la Federación de Estudiantes Cam-


pesinos Socialistas de México ha sido un movimiento es-
tudiantil desde su creación; a veces en contiendas serias
y otras veces no tanto, pero nunca inmóvil. Sin embargo,
falta mucho por hacer todavía y era necesario escribir
esto a modo de autocrítica. Invitamos a las organiza-
ciones estudiantiles de México a replantear sus formas
de lucha y sus metas. Nosotros hemos iniciado y es tan
probable que lo logremos, como improbable. Después de
todo, organizar una marcha conmemorativa, tomar una
institución gubernamental, bloquear carreteras, realizar
tomas de caseta son actos relativamente fáciles en com-
paración con la tarea de erradicar de nuestra práctica lo
caduco y tomar nuevas armas en nuestras manos.

fecsm, 2011

Desde hace más de un siglo los movimientos y organizaciones socia-


les han provocado el interés tanto de sociólogos, historiadores y poli-
tólogos. Según Pont (1988), las ciencias sociales se ocupan de los
movimientos sociales desde hace aproximadamente ciento cincuenta
años, con la aparición de los primeros estudios derivados de los cam-
bios sociales producidos por la Revolución industrial.
Durante casi todo el siglo xx el sujeto principal de los movimien-
tos sociales fue el movimiento obrero. Según Garretón (2009), entre
los años treinta y setenta la acción colectiva se ubicaba en una matriz

233
Margarita Teresa Robertson Sierra

político céntrica. Los movimientos nacionales populares aglutinaban


a la mayoría de los movimientos sociales. Todos se sentían parte del
pueblo como único sujeto de la historia. El objetivo era el cambio so-
cial global, y se entendía que el movimiento obrero llevaba la batuta
y el interlocutor era el Estado (Garretón, 2002).
A partir de los sesenta surgió una explosión de movimientos
diversos tanto en sus objetivos como en sus formas, que ameritaba
un nuevo abordaje epistemológico a lo que se dedicaron diversos
investigadores. Melucci (2002), por ejemplo, cuestiona las miradas
empiristas y reduccionistas desde las cuales se habían abordado an-
teriormente y que daban por hecho que el movimiento social es un
dato empírico unitario: una huelga o una manifestación. Destaca la
importancia de no sólo describir sino de entender el origen y los pro-
cesos de formación de estos movimientos en sus múltiples dimensio-
nes, como por ejemplo la de la identidad que hace posible que los
actores se vayan reconociendo como parte de un nosotros:

Mi posición cuestiona el ingenuo supuesto de que la acción colectiva es un dato


y una unidad. El entendimiento más difundido sobre los movimientos sociales
los considera como actores empíricos unificados, dando por sentados sus va-
lores, intenciones y fines; así, la ideología de los líderes o los atributos que les
pone el observador se convierten en la verdadera “realidad” del movimiento.
La tarea del análisis sociológico debería ser cuestionar este dato, con el fin de
indagar la unidad empírica para descubrir la pluralidad de elementos analíticos
–orientaciones, significados y relaciones– que convergen en el mismo fenóme-
no (p. 30).

En este esfuerzo por buscar nuevos conceptos que ayuden a abordar


los nuevos movimientos sociales, Melucci prefiere hablar de redes
o áreas de movimiento que de movimientos como un “reajuste pro-
visional para cubrir la ausencia de definiciones más satisfactorias y,
tal vez, para facilitar la transición a otro paradigma. […] Una red
de grupos compartiendo una cultura de movimiento y una identidad
colectiva” (p. 73).
Para Melucci, los movimientos contemporáneos funcionan en un
ir y venir a dos polos parte de un mismo ciclo: latencia y visibilidad.
La latencia corresponde al ámbito de las pequeñas redes en las que
se produce un cambio cultural, un cambio en los significados, en los
códigos y en las prácticas culturales, la visibilidad muestra la oposi-

234
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

ción a la lógica que lleva a la toma de decisiones en la política pú-


blica. Se trata de grupos, de colectivos, de redes, de comunidades de
vida que van transformando patrones culturales, simbólicos, de con-
sumo, sexuales, familiares, desde abajo al mismo tiempo que en de-
terminados momentos se articulan. Los movimientos se hacen más
fuertes en la medida en que los sujetos practican en su vida cotidiana
aquello por lo que se lucha: igualdad, justicia social, paz, etcétera.
Ochenta años de existencia de la fecsm hablan de una continui-
dad de espacio y tiempo de una identidad que al mismo tiempo que
se recrea mantiene la orientación política con la que nació. En este
caso el ámbito en el que se va produciendo un cambio en los signi-
ficados, en los códigos y en las prácticas culturales es el de la vida
cotidiana de las normales, su comunidad de vida, su organización
interna, su vinculación con las comunidades y su esencia:

Cada institución de nivel superior cuenta una esencia que la caracteriza como
única. La que diferencia a las normales rurales de las otras instituciones nor-
malistas –y de todas las instituciones de educación superior, incluyendo uni-
versidades e institutos– está basada en una educación integral de cinco ejes:
político, académico, cultural, módulos de producción y deportivo. El objetivo
de una normal rural no es sólo formar docentes capacitados en la enseñanza
de la educación primaria, sino de cubrir las necesidades que se requieren en
una comunidad rural. […] Con el eje político se busca formar personas críticas,
analíticas y reflexivas; informadas de lo que ocurren en el país y las causas de
la pobreza y las condiciones materiales en que viven las comunidades rurales;
también busca desarrollar las capacidades de interlocución, gestión y organi-
zación de los alumnos. […] El eje de los módulos de producción reivindica el
carácter rural y campesino de los estudiantes, tanto en su origen como en su
formación profesional. Se busca que los alumnos se capaciten en la crianza de
ganado y la producción de tierras. Como en el eje cultural, el eje de los módulos
de producción permite un vínculo estrecho con las comunidades circunvecinas
(fecsm, 2013).

Garretón (2001) también habla de dos polos, que corresponden a


“la respuesta coyuntural a una determinada situación o problema
y la encarnación del sentido de la historia y el cambio social” (p.
14). Estos dos polos no tienen por qué ser opuestos o excluyentes,
pueden ser vistos más bien como dos dimensiones de los movimien-
tos sociales:

235
Margarita Teresa Robertson Sierra

Por un lado, movimientos sociales (plural, minúsculas), orientado al nivel


Social (mayúsculas, singular) orientado al nivel histórico-estructural de una de-
terminada sociedad y definiendo su conflicto central. Por otro lado, movimien-
tos sociales (plural, minúsculas), que son actores concretos que se mueven en
los campos de los mundos de la vida y de las instrumentalizadas, organizacional
o institucional, orientados hacia metas específicas y con relaciones problemá-
ticas, que se definen en cada sociedad y momento, con el Movimiento Social
Central (Garretón, 2002: 9).

En este sentido, Gramsci (2013) distingue en el estudio de una


estructura los movimientos orgánicos (relativamente permanentes)
de los movimientos de coyuntura (ocasionales, inmediatos, casi acci-
dentales), y explica la relación que existe entre ellos:

Los fenómenos de coyuntura dependen también de movimientos orgánicos,


pero su significado no es de gran importancia histórica; dan lugar a una crítica
política mezquina, cotidiana, que se dirige a los pequeños grupos dirigentes y
a las personalidades que tienen la responsabilidad inmediata del poder. Los
fenómenos orgánicos dan lugar a la crítica histórico-social que se dirige a los
grandes agrupamientos, más allá de las personas inmediatamente responsables
y del personal dirigente. Al estudiar un período histórico aparece la gran im-
portancia de esta distinción. […] El error en el que se cae frecuentemente en el
análisis histórico-político consiste en no saber encontrar la relación justa entre
lo orgánico y lo ocasional. Se llega así a exponer como inmediatamente activas
causas que operan en cambio de una manera mediata, o por el contrario a
afirmar que las causas inmediatas son las únicas eficientes. En un caso se tiene
un exceso de “economismo” o de doctrinarismo pedante; en el otro, un exceso
de “ideologismo”; en un caso se sobrestiman las causas mecánicas, en el otro se
exalta el elemento voluntarista e individual. La distinción entre “movimientos”
y hechos orgánicos y de “coyuntura”, u ocasionales, debe ser aplicada a todas
las situaciones, no sólo a aquellas en donde se verifica un desarrollo regresivo o
de crisis aguda, sino también a aquellas en donde se verifica un desarrollo pro-
gresivo, o de prosperidad, y a aquellas en donde tiene lugar un estancamiento
de las fuerzas productivas (p. 411).

En el proceso de constitución del sujeto político que interesa, se


encuentran presentes estas dos dimensiones. Sus luchas van desde
la defensa de sus conquistas como estudiantes y trabajadores que
en algunas ocasiones podrían considerarse como fenómenos o res-
puestas coyunturales a una reducción en la matricula por ejemplo,
hasta la solidaridad con luchas regionales o nacionales sumándose al

236
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

Movimiento Social con mayúsculas del que habla Garretón (2002) o


los movimientos orgánicos de Gramsci (2013).

La fecsm se mantiene alerta, en defensa del sistema educativo de internado


para las personas de escasos recursos económicos y que luchará por la creación
de centros educativos suficientes y adecuados que pongan fin a la discrimi-
nación; y que defenderá y fomentará la participación de los estudiantes en la
planificación y dirección de las actividades escolares (fecsm, 2010).

En resumidas cuentas el movimiento estudiantil de las normales rurales, con 76


años de existencia, es parte del movimiento social. Lucha por los intereses de
su sector y se solidariza con toda causa que tenga como finalidad la ruptura con
el sistema y la construcción de uno nuevo (fecsm, 2011).

La fecsm surgió en los años treinta con una ideología que privi-
legiaba la dimensión estructural como lo es la marxista-leninista,
aunque también se nutrió de las ideas de luchadores y pensadores
latinoamericanos como el Che Guevara o mexicanos como Lucio
Cabañas, y a partir de algunas declaraciones se puede ver cómo han
tratado de adaptarse también a estos cambios de paradigmas. Como
se dijo anteriormente, abordar este sujeto político que durante sus
más de ochenta años de vida ha generado mecanismos de resistencia
para defender sus normales y hasta la fecha continua solidarizándose
con las luchas locales nacionales e internacionales, plantea un reto
emocionante pues encontramos en este movimiento de los maestros
rurales elementos que remiten a una u otra perspectiva. Un ejemplo
es el siguiente: para ingresar a una normal rural un requisito es el ser
hijo de campesinos u obreros, lo que determina de por si el carácter
clasista de este movimiento, característica que corresponde al para-
digma de los viejos movimientos sociales. Por otro lado, la fecsm se
ha llegado a plantear la necesidad de abrirse a los paradigmas de los
nuevos movimientos sociales:

El sistema por el que peleamos ya no le llamamos socialismo o comunismo,


pues la realidad ha cambiado y nosotros con ésta. Nuestra filosofía política
es ahora mucho más abierta y no cerrada a verdades eternas ni a modelos de
sociedades prefabricados; por eso, en sentido amplio, nuestra contienda es an-
ticapitalista, porque consideramos que faltan muchos caminos por descubrir
y formas de sociedades alternativas que conocer y poner en práctica frente al
sistema actual.

237
Margarita Teresa Robertson Sierra

Naturalmente, nuestra base ideológica se basa en la teoría del comunis-


mo científico. Por eso nos llamamos Federación de Estudiantes Campesinos
Socialistas de México, pero aspiramos a conducir nuestra lucha en el sentido de
las exigencias de este siglo. De esto se desprende que el esfuerzo de la fecsm
en estos días no es una batalla frontal con el Estado, sino contra sí misma, que
tiene como finalidad remover y revisar las viejas formas de hacer las cosas, de
ver el mundo y sustituirlas por nuevas y actuales. Nuestra finalidad es convertir
nuestra lucha actual en una anti sistémica. Y ésta ha resultado ser la batalla
más difícil de todas (fecsm, 2011).

El historiador y sociólogo Modonesi (2015) desde la óptica marxista


prefiere hablar de movimientos sociopolíticos, pues considera erró-
nea cualquier hipótesis de autonomía de lo político o de lo social.
Considera que la denominación movimientos sociales está despoliti-
zada debido al momento en que se gestó esta acepción en el mundo
académico y a los objetos de estudio a los que se refería.
Modonesi (2005) distingue entre dos maneras de entender la re-
sistencia: una de origen teórico que considera débil a la que llama
subalterna, y otra de origen político, la acepción fuerte a la que llama
antagonista. La resistencia débil es la que es vista como parte inte-
grante de la relación de dominación:

Como hermana siamesa del poder, como una constante que, para Scott, por
ejemplo, se ubica en el terreno de la infra política y, salvo en casos extraor-
dinarios, se manifiesta en un discurso oculto. […] La resistencia, vista como
expresión de la condición subalterna, no deja de ser una acción pensada desde
la dominación, al interior de la dominación, en un marco hegemónico dado
(Modonesi, 2005).

El autor considera que la resistencia fuerte “ilumina los aspectos


transformadores –reales o potenciales– de los procesos de moviliza-
ción en curso” (Modonesi, 2005).
A partir de estos dos tipos ideales, resistencia subalterna y resis-
tencia antagonista, Modonesi identifica por lo menos cinco niveles
o planos que giran alrededor de la categoría de resistencia: sujeto,
ámbito, temática, correlación de fuerzas y proyección/alcance sisté-
mico.
La resistencia subalterna es animada por individuos o grupos re-
lativamente fragmentados, se ubica en el ámbito de la vida cotidiana,

238
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

surge en torno a temas parciales, es defensiva y se plantea como re-


curso en función de la conservación.
La resistencia antagonista tiende a rebasar el marco hegemónico
establecido y combina los elementos anteriores con otras caracte-
rísticas. Reúne y unifica distintos sujetos en el marco de un movi-
miento social (entendido como movilización sostenida y orientada,
y no como suma de organizaciones), amplia la dimensión de la vida
cotidiana hacia una dimensión política, articula los temas en disputa
con un visión de la totalidad del conflicto, articula la lógica defensiva
con una perspectiva ofensiva para modificar la correlación de fuer-
zas más allá de los ajustes coyunturales, combina la conservación de
lo existente con una proyección de cambio (Modonesi 2005).

Experiencias y conciencia de clase. “En defensa de los derechos


del pueblo y del proletariado”

La fecsm se mantiene en defensa de los derechos del


pueblo y en apoyo fraternal a las organizaciones sociales
que defienden y promueven los derechos del proletaria-
do. Esto somos y desde esta perspectiva buscaremos con-
tribuir al debate informado, honesto y en entera libertad.

fecsm, 2010

Para entender a los normalistas rurales como un sujeto político no


podemos ceñirnos a una idea que, según Viguera (2009), está muy
extendida y que estudia a los movimientos sociales desde una línea
contraria a la perspectiva de la lucha de clases. Para este autor no
es incompatible hablar de movimientos sociales desde una lente
que visualiza a la lucha de clases como constitutiva de la sociedad
capitalista. Sin ser excluyente, la lente de la lucha de clases sigue
siendo para Viguera “un interrogante analítico central, articulador
e ineludible en tanto apunta a captar y explicar esa compleja dialéc-
tica entre dominación y resistencia, hegemonía y contrahegemonía,
reproducción y disrupción de cuyo desarrollo depende el rumbo que
tome la totalidad social” (p. 23).
Se coincide con el autor en que la diferencia entre movimientos
sociales y lucha de clases es sustancial y no se pueden poner en la mis-
ma canasta, ya que según Viguera la lucha de clases tiene una matriz

239
Margarita Teresa Robertson Sierra

teórica definida que es el marxismo con una visión totalizadora de la


realidad que contempla al capitalismo como el elemento central:

Desde la tradición marxista el tema de la acción social colectiva se definió des-


de un principio en términos de la identificación de actores centrales en función
de la estructura de clases, considerada como el principio articulador del análi-
sis de la totalidad social y del antagonismo inherente que la atraviesa. La exis-
tencia de un conflicto central y la conceptualización de un “sujeto esperado”
desde la teoría, ha sido la clave analítica de este paradigma y el eje de una serie
de desarrollos y debates. Un problema que se plantea desde esta perspectiva es
el de las condiciones de emergencia de la clase como actor –momento diferente
al de la existencia misma de una estructura de clases– y como sujeto que lleva
adelante un proyecto determinado de cambio estructural. En este sentido, la
definición misma del concepto de clase constituye un primer desafío analítico;
la conformación de la correspondiente “conciencia de clase” y la existencia o
no de una acción colectiva “de clase” es un segundo momento que ha promovi-
do importantes debates al interior del propio marxismo, así como el dilema de
cómo conceptuar a los actores que no se conforman explícita y/o nítidamente
en torno a clivajes clasistas (p. 20).

Como parte de estos debates, la concepción dinámica de clase de


Thompson es la que nos parece más adecuada para entender la cons-
titución de este sujeto político. Para Thompson (1989), la clase es
“un fenómeno histórico que unifica una serie de sucesos dispares y
aparentemente desconectados en lo que se refiere tanto a la materia
prima de la experiencia como a la conciencia” (p. xiii). La clase para
Thompson no es ni una estructura, ni una categoría, sino algo que
tiene lugar de hecho (y se puede demostrar que ha ocurrido) en las
relaciones humanas. Para este autor, la noción de clase entraña la
noción de relación histórica y la relación debe estar siempre encar-
nada en gente real y en un contexto real:

La clase cobra existencia cuando algunos hombres, de resultas de sus experien-


cias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la identidad de sus
intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos intere-
ses son distintos de y habitualmente opuestos a los suyos. La experiencia de cla-
se está ampliamente determinada por las relaciones de producción en que los
hombres nacen o en las que entran de manera involuntaria. La conciencia de
clase es la forma en que se expresan estas experiencias en términos culturales:
encarnadas en tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales.
Si bien la experiencia aparece como algo determinado, la conciencia de clase
no lo está. Podemos ver una cierta lógica en las respuestas de grupos laborales

240
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

similares que tienen experiencias similares, pero no podemos formular ningu-


na ley. La conciencia de clase surge del mismo modo en distintos momentos y
lugares, pero nunca surge exactamente de la misma forma (p. xiv).

En términos de Thompson (1978), la experiencia es un “punto de


unión entre estructura y proceso” (p. 14), es la huella que deja el ser
social en la conciencia reconociendo el papel activo de los sujetos, en
el mismo sentido que Giddens (1984) considera que los sistemas socia-
les son producidos y reproducidos en las interacciones de los sujetos
sociales, y que sujetos y estructura no pueden concebirse como fenó-
menos aislados el uno del otro, sino que representan una dualidad y la
estructura no debe verse como algo externo a los actores.
Modonesi (2015) también recurre a Thompson y enfatiza el pa-
pel de la experiencia en la lucha como parte esencial del proceso de
subjetivación política. Para él, el sujeto político lucha porque existe
y existe porque lucha, y se va forjando a través de los procesos que
activa. Por ello le interesa la dimensión política de la construcción
del sujeto:

[…] la hechura de los sujetos está, pues, directamente asociada con las expe-
riencias de lucha en torno a la reconfiguración de los campos de poder en que
se desenvuelven […] de este modo, si la lucha hace al actor, éste adquiere espe-
sor político sólo en la medida en que se sitúa, contesta y trastoca las líneas de la
dominación vigentes en determinada formación social (p. 30).

Al igual que a Modonesi, interesan dos dimensiones de los procesos


de subjetivación política: los cambios internos de los sujetos a partir
de las experiencias de lucha y la relación que tienen los sujetos polí-
ticos con el campo de la dominación.
La fecsm, como se ha visto, es un sujeto político que durante
ochenta años se ha renovado permanente, pues al ser una organiza-
ción estudiantil sus militantes van cambiando con los ciclos escola-
res. Se ha transformado también al enfrentar las diversas circunstan-
cias. La primera gran transformación fue cuando las normales rura-
les dejaron de ser prioritarias y útiles para el Estado como difusores
de la ideología revolucionaria, y a partir de entonces han tenido que
movilizarse para defender sus escuelas.
Cuando se fundó la fecsm en 1935, había 36 normales rurales.
En 1969 Díaz Ordaz cerró la mitad y la fecsm se fue a la clandes-

241
Margarita Teresa Robertson Sierra

tinidad para volver en 1972 a la semiclandestinidad en un congre-


so que se celebró en Atequiza, Jalisco. Durante los años setenta las
normales rurales no escaparon a la represión de la llamada Guerra
Sucia. Durante los años ochenta sufrieron las repercusiones de las
políticas de abandono y despojo al campo mexicano, y en los noventa
se redujo la matrícula y el presupuesto para estas escuelas de manera
sistemática. Hasta el día de hoy los normalistas rurales continúan de-
fendiendo sus escuelas, solidarizándose con otras luchas y haciendo
frente a la persecución y represión.
Para entender cómo es que los normalistas rurales se han cons-
tituido como un sujeto político, nos gustaría alejarnos de miradas
empiristas y reduccionistas y entender el origen y los procesos de for-
mación del movimiento de los normalistas en sus múltiples dimen-
siones. Se parte de la concepción de un sujeto que se construye en
relación con los demás y que tiene un papel activo en la construcción
de la sociedad, por lo que se resalta la importancia que tiene la ex-
periencia vivida por estos sujetos en la formación de una conciencia
de clase. Es imposible entonces dejar de lado la lente de la lucha de
clases, ya que se está hablando de una resistencia antagonista pues
tiende a rebasar el marco hegemónico establecido.

Un recorrido por ochenta años de resistencia.


La escuela rural. Equidad y justicia

El normalismo rural ha sido la alternativa para los hijos


de campesinos de escasos recursos. Mientras la pobreza
exista en nuestro país, la importancia de un maestro rural
seguirá vigente. Cada egresado de una normal rural está
comprometido con la sociedad que costeó su educación
y está listo para emprender la labor más noble de la hu-
manidad: llevar el saber a las comunidades rurales más
apartadas del país; y cumplir con la ardua tarea que la
sociedad les ha confiado, porque están convencidos de
que mañana la humanidad será mejor.
fecsm, 2013

La Constitución de 1917 estableció en sus artículos 3 y 27 la obliga-


ción de fundar escuelas y dotar ejidos a comunidades campesinas e

242
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

indígenas del país. Por ello, Rafael Ramírez, uno de sus impulsores,
dijo que la escuela rural es hija legítima de la Revolución mexicana,
y argumentaba que la mayoría de quienes la hicieron eran campesi-
nos. Esta hija legítima de la revolución nació también con una gran
misión a cuestas: contribuir al logro de más equidad y justicia.

La escuela rural es […] la más indicada para un país como México que aspira
a llegar a un estado social de mayor equidad y de mayor justicia. Es la institu-
ción educativa más democrática, primero porque se dirige a mayor número, y
segundo porque está llamada a corregir el error en que hemos incurrido duran-
te más de un siglo, de formar mediante la educación, unos cuantos sabios en
medio de millones de analfabetos. Esto explica la simpatía con que el gobierno
emanado de la Revolución mira el problema de las escuelas rurales y la devo-
ción que pone para multiplicar su número y extender su acción igualitaria hasta
los más pequeños poblados del territorio nacional (sep, 1959: 49).

Estas escuelas requerían de instituciones que formaran maestros


para atender a los niños campesinos. Las normales urbanas no eran
suficientes, además de que no contemplaban las necesidades y carac-
terísticas de las comunidades indígenas y campesinas. De esta forma
nacieron las normales rurales que jugaron un papel importante
durante la implementación del proyecto de educación socialista
encabezado por Lázaro Cárdenas, pues el maestro rural se convirtió
en un canal para difundir e implementar las ideas revolucionarias y
el normalismo rural en una bandera que aún se porta con orgullo.
Desde un principio se estableció que para conseguir la instruc-
ción del pueblo, el maestro rural debía estar preparado para atender
no sólo a niños, también a jóvenes y a personas adultas, es decir a la
comunidad en general. Y debía contar con conocimientos acerca de
la producción de animales y del campo. Este compromiso se sostenía
por la enorme convicción del maestro rural en que el trabajo colec-
tivo emanciparía al pueblo. Además, debía contar con un carácter
crítico en el que se fincara su estrecha relación con la comunidad y
le permitiera coadyuvar en la resolución de los problemas de la pro-
pia comunidad. Con estos principios se fundó el normalismo rural
(fecsm, 2010).

243
Margarita Teresa Robertson Sierra

La educación socialista “popular, científica y sin discriminación social”

Que se pronuncia por el fortalecimiento de la educación


popular, científica y sin discriminación social. Condena la
educación profesionalista, religiosa e imperialista porque
estas corrientes no permiten que el individuo tenga con-
ciencia de su realidad y el universo.

fecsm, 2010

El 10 de octubre de 1934 se aprobó de manera unánime el proyecto


de reformas del artículo 3 constitucional:

La educación que imparta el Estado será socialista, y además de excluir toda


doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escue-
la organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la
juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social (Cámara
de Diputados, 2003).

La idea de educación socialista del presidente Lázaro Cárdenas era


la de una enseñanza utilitaria, colectivista y humanista. La escuela
tenía que contribuir a la formación o consolidación de una concien-
cia de clase en favor del proletariado. Este es un extracto del dis-
curso que pronunció Cárdenas en Durango el 30 de junio de 1934:

[Una escuela] que prepare a los alumnos para la producción, que les fomente
el amor al trabajo como un deber social; que les inculque la conciencia gremial
para que no olviden que el patrimonio espiritual que reciben está destinado al
servicio de su clase, pues deben recordar constantemente que la educación es
sólo una aptitud para la lucha por el éxito firme de la organización (Montes de
Oca, 2008: 3).

Algunos maestros participaron activamente en la revolución y des-


pués en la reforma agraria, otros militaban en organizaciones o parti-
dos de izquierda. Según Loyo (1991), el número de maestros dentro
del Partido Comunista Mexicano (pcm) aumentó considerablemente
durante el cardenismo. Habla de 4 865 en 1938, lo que represen-
taba la quinta parte de sus integrantes. En 1935 en la escuela normal
superior se agregaron dos materias a los programas de estudio: “Arte
y literatura al servicio del proletariado” y “Legislación revoluciona-

244
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

ria”, y un año después el Consejo Técnico de la Escuela declaró ser


socialista y eligió el marxismo como método:

En las Escuelas Regionales Campesinas, en su sección Normal Rural, se inclu-


yeron materias de orientación socialista y de economía política, en las que se
estudiaban los mecanismos de la sociedad capitalista y la sociedad socialista: El
capital, El manifiesto comunista y otras obras marxistas eran la bibliografía del
curso (p. 176).

Las normales rurales fueron campos fértiles para estas ideas. La


situación de pobreza y despojo de los campesinos e indígenas,
además de su propio origen y situación como maestros rurales con
salarios más bajos que los maestros de las zonas urbanas y las difi-
cultades en cada región para llevar a cabo la tarea que la revolución
les había encomendado, además de la formación marxista, fueron
elementos que contribuyeron a que los maestros rurales se constitu-
yeran como un sujeto político radical en ocasiones, lo que provocó
la persecución de algunos sectores como la Iglesia que se oponían a
que la educación fuera laica y socialista.

La Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México

La fecsm –fundada el 18 de junio de 1935 en la Central


Campesina El Roque, Guanajuato– está integrada por
todos los miembros de las Escuelas Normales Rurales del
país. Estas escuelas –resultado de la Revolución Mexica-
na, en la que la unión del pueblo hizo valer el derecho
fundamental de la educación pública y gratuita y logró
que este derecho quedara inscrito en la Constitución Po-
lítica de los Estados Unidos Mexicanos– ofrecen educa-
ción a los hijos de campesinos pobres.

fecsm, 2010

En 1935 se redactó el manifiesto para la celebración del Primer Con-


greso Constitutivo de la fecsm, que se realizó en la Escuela Regional
Campesina de Roque, Guanajuato. Sus dirigentes fueron José Dolo-
res Ponce Rodríguez, Juan Sánchez García y José Natividad Rosales,
entre otros, y agrupó a todas las escuelas normales rurales del país.

245
Margarita Teresa Robertson Sierra

La fuerza de la fecsm se fue consolidando, según Ortiz (2012),


desde el seno de las normales, pues durante sus primeros años de
existencia, los alumnos encontraron la posibilidad de organizarse en
sociedades de alumnos con un régimen interno autónomo, una im-
portante forma de participación en la administración y regulación
de la vida de sus instituciones. Este autor explica cómo adoptaron el
materialismo histórico al darle un sentido más de organización para
la conquista y defensa de sus derechos, sustentado política e ideoló-
gicamente a favor de la lucha de clases la causa emancipadora del
proletariado y la condena en contra del imperialismo.
Estas normales y esta organización estudiantil nacieron de la
mano de un Estado también en gestación que defendía cierto so-
cialismo, momento en el que pueden visualizarse como instrumen-
tos difusores de la ideología estatal. Esta tarea resultó mesiánica,
pues además de las difíciles condiciones de vida de las comunidades
campesinas e indígenas se enfrentaban a la oposición de hacenda-
dos, curas y en ocasiones de la misma comunidad que se resistía a
la imposición de patrones culturales ajenos. Raby (1981) encontró
139 incidentes concretos de violencia o amenazas de violencia contra
maestros rurales en los años de 1931 a 1949:

Los comentarios en la prensa y los folletos son intensamente polémicos; para


los radicales y los educadores en general se trata de una hagiología de los
“mártires” de la educación rural, mientras los conservadores ven a los maes-
tros agredidos únicamente como “buscapleitos”, “ateos”, “protestantes” o “co-
munistas”. En este último punto el dicho malintencionado de los detractores
no deja de ser cierto en muchos casos, ya que muchos maestros ingresaron al
partido Comunista de México en los años treinta (aunque a fines de la década
muchos se salieron o fueron expulsados por “trotskistas “, “divisionistas”; o
por otras “desviaciones”). En cuanto a lo de “protestantes” o “ateos” se puede
afirmar que casi no existían protestantes en el magisterio, y los ateos tampoco
eran numerosos (p. 192).

Coll (2015) refiere como para la primera normal rural establecida en


Tacámbaro, Michoacán, las dificultades aumentaron cuando en ese
mismo lugar se estableció un seminario por lo que se tuvo que tras-
ladar a Tiripetío, Michoacán, en donde actualmente se encuentra la
Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga.

246
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

Ortiz (2012) destaca como un aspecto que caracteriza a este tipo


de instituciones, sobre todo en sus primeros años, que sus integran-
tes, trabajadores y estudiantes eran de izquierda y comulgaban con
el pcm.

Los profesores muy tempranamente lograron establecer importantes relacio-


nes con los obreros y campesinos de algunas regiones del país en su oposición
a las disposiciones oficialistas ganándose con esto el calificativo de “peligrosos
agitadores comunistas” por parte de las autoridades gubernamentales de los
estados (p. 112).

La ofensiva: de aliados a contrincantes

En 1940 con Ávila Camacho se produjo un giro radical en la política


económica, social y educativa; comenzó un proceso de reprivatiza-
ción del campo y de industrialización con capital extranjero. A partir
de entonces estas escuelas que habían contado con el apoyo de los
primeros gobiernos revolucionarios se convirtieron en opositores,
pues no se sumaron a las nuevas ideas de los gobiernos como el de
Ávila Camacho quien derogó la educación socialista y las normales
rurales eran un obstáculo para su contrarreforma agrícola, situa-
ción que se intensificó con el proyecto industrializador de Miguel
Alemán. Los maestros pertenecientes al ala radical del magiste-
rio fueron cesados, perseguidos, encarcelados, y se reformaron los
planes de estudio, excluyendo los contenidos socialistas.
En 1942, como parte del proyecto industrializador y liberal del
país, se aprobó un solo plan de estudios para la carrera de profesor
que se aplicaría en las normales y las urbanas. Con éste se extendía
el periodo de formación de los maestros de seis años y se eliminaban
contenidos relacionados con el campo, ignorando nuevamente las
necesidades y características específicas de las zonas rurales.
Pero el daño ya estaba hecho, estos primeros veinte años de nor-
malismo rural y la transformación que algunos maestros tuvieron
con la Revolución mexicana fueron determinantes para la confor-
mación de un sujeto político con identidad dentro del magisterio y
opositor al Estado, dispuestos a defender sus espacios de autonomía
y sus conquistas como trabajadores y a solidarizarse con las luchas
y movimientos sociales locales y nacionales. En los años cuarenta,

247
Margarita Teresa Robertson Sierra

veinte normales rurales se fueron a huelga “exigiendo prácticamente


lo mismo que reclaman hoy: mejor alimentación, ampliación y me-
joramiento de las aulas e instalaciones, material didáctico y herra-
mientas para el campo” (Coll, 2015: 84).
Comenzaron entonces una serie de movilizaciones y huelgas que
duraron hasta los años sesenta cuando la Dirección Federal de Se-
guridad (dfs) comenzó a espiar y hostigar a estudiantes en general
y estudiantes de la fecsm, según consta en el Archivo General de la
Nación.

Tan sólo la versión pública del espionaje a la fecsm –integrada en la


Galería 1 del Archivo General de la Nación a solicitud de Contralínea (folio
0495000006008, presentada por medio de la Ley Federal de Transparencia y
Acceso a la Información Pública Gubernamental)– consta de 31 legajos con
10 mil 3 fojas. Se trata de reportes de seguimiento a estudiantes, fichas de los
alumnos que los informantes del régimen elaboraban, memorandos y repor-
tes de las actividades de los normalistas rurales. Incluso, transcripciones de
discursos y conferencias que se realizaban en las escuelas; folletos, carteles y
otros documentos que los estudiantes generaban; y hasta informes de las com-
petencias deportivas que se desarrollaban entre las normales (Camacho, 2014).

El primer documento contenido en el expediente de 31 legajos data


del 12 de junio de 1959, en la que se advierte la gestación de un
movimiento estudiantil en las normales del estado de Jalisco. El más
reciente es del 21 de octubre de 1984. También informa de una movi-
lización en la Escuela Normal Rural de Atequiza, Jalisco (Camacho,
2014).
En 1962 los estudiantes de la fecsm presentaron un pliego peti-
torio a las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (sep)
que contenía doce puntos relativos a la inscripción con derecho a
beca, inclusión de los alumnos en el Instituto Mexicano del Seguro
Social (imss), jubilación de los maestros con edad avanzada, mejo-
ramiento de la infraestructura de la escuela, incremento de la ra-
ción alimenticia de 4.75 a 5 pesos por día, incremento de la beca
para gastos académicos, aumento de la matricula estudiantil, entre
otros. Esta información se encuentra en los documentos de la dfs
que analizó Camacho (2014), quien reproduce la recomendación a
las autoridades educativas de ser inflexibles con los alumnos: “ya que
[de acceder] daría lugar a fincar un precedente, que perjudicaría los

248
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

intereses del Gobierno, y afectaría directamente al presupuesto de


la Secretaría de Educación Pública, y Planteles de otra rama presen-
tarían peticiones similares” (Camacho, 2014).
Algunos representantes de la fecsm se reunieron con el director
de Normales, Alfonso Sierra Partida, quien les prometió evaluar sus
peticiones pero nunca obtuvieron respuesta. En octubre de 1963, 29
normales rurales anunciaban que se lanzarían a huelga si no se resol-
vían sus demandas (El Informador, 28 de octubre de 1963). En 1965
las normales rurales realizaron una serie de paros escalonados que
llegaron a la huelga por no resolverse sus peticiones.
La lucha de los estudiantes no se ha limitado al ámbito de sus
normales, muchos de ellos han participado activamente en movi-
mientos campesinos y en movimientos guerrilleros como el caso de
estudiantes de las escuelas normales rurales de Salaices y de Sau-
cillo, las dos de Chihuahua, que participaron en el asalto al cuartel
de Madera. En 1965, Fernando Gutiérrez Barrios, titular de la dfs,
firmó un documento que daba cuenta de este hecho: “Según obser-
vaciones por algunos oficiales del Ejército que estuvieron en el lugar
de los hechos, se constató que los elementos de la gavilla que resul-
taron muertos, eran jóvenes de 18 a 25 años que portaban mochilas
[sic]” (Camacho, 2014).
A raíz de estos acontecimientos en los que quedó asentado el
espíritu combativo de los estudiantes se buscaba acabar con las nor-
males rurales:

La información recabada por los agentes policiacos, y sistematizada por los


analistas de Gutiérrez Barrios, permite señalar que el golpe al normalismo ru-
ral se preparó durante varios años. El gobierno federal, sin embargo, no encon-
traba el pretexto ni un ambiente político a favor para desaparecer a las norma-
les rurales. La embestida contra el movimiento estudiantil en 1968 y la masacre
del 2 de octubre de ese año significaron un punto de no retorno. Si ya había
reprimido a los alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam), del Instituto Politécnico Nacional (ipn) y de otras instituciones en la
Ciudad de México, era hora de ajustar cuentas con los combativos alumnos de
las normales rurales de los estados de la República (Camacho, 2014).

En febrero de 1968, 29 normales rurales se habían ido a huelga y


fueron aprehendidos ocho alumnos de la normal rural de Xalisco,
Nayarit, 13 de la de El Quinto, Sonora, y ocho de la de Atequiza,

249
Margarita Teresa Robertson Sierra

Jalisco. Insistían, según Agustín Yáñez secretario de Educación


Pública, en tres puntos: que se aumente la ración de alimentos de
5.50 a 6.50 pesos, que la Compañía Nacional de Subsistencias Popu-
lares (Conasupo) no surta los alimentos de las normales y que les
den dos equipos de vestuario por año en vez de uno (El Informador,
1 de marzo de 1968).
Según Camacho (2014), los documentos evidencian que el Go-
bierno tenía la intención de cerrar todas las normales rurales. Final-
mente se cerraron más de la mitad. No había justificaciones acadé-
micas o de situaciones regionales para ello, como después se quiso
hacer creer. Las escuelas cerradas fueron las que no pudieron resistir
el cerco de la policía y el Ejército, la fecsm se fue a la clandestinidad
para volver en 1972 a la semiclandestinidad en un congreso que se
celebró en Atequiza, Jalisco.
Durante los años setenta las normales rurales no escaparon a la
represión de la llamada Guerra Sucia de Echeverría, quien mandó
asesinar y desaparecer a campesinos, luchadores sociales, estudian-
tes, y utilizando el ejemplo de egresados de las normales rurales que
se convirtieron en guerrilleros como Lucio Cabañas, las normales
rurales fueron blanco de constantes agresiones y linchamientos. En
mayo de 1974 las quince normales existentes se declararon en huel-
ga y se concentraron en la Escuela Normal Rural de Atequiza. El
Ejército al mando del coronel Antonio Eguiza Uzcanga penetró al
plantel rompiendo la huelga. En el interior de la escuela se encon-
traban veinticinco jóvenes de la Escuela Normal Rural de Canatlán,
Durango, dos mujeres de Cañada Honda, Aguascalientes, y de Te-
teles, Puebla. Fueron obligados a subir a vehículos del Ejército para
trasladarlos a su lugar de origen. Detuvieron también en la entrada
de Atequiza un autobús de la escuela normal de El Mexe, Hidalgo,
con cincuenta estudiantes (De Dios, 2004). En 1978, tres normales
rurales (Atequiza, Jalisco, Tamuzuluapan, Oaxaca, y Heselchecan,
Campeche) realizaron un paro de actividades ante la indiferencia de
las autoridades educativas a sus demandas y en contra de la repre-
sión. Sus dirigentes declaraban que el secretario de Educación había
comenzado a eliminar las becas y que tenía la intención de eliminar
el sistema de internados. En septiembre de 1979, mil quinientos es-
tudiantes rechazados de dieciséis normales rurales acamparon en-
frente de la sep de la capital (El Informador, 24 de septiembre de

250
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

1979). Un año después, dos mil aspirantes rechazados de las escuelas


normales rurales y escuelas regionales se manifestaron en Guadala-
jara. Demandaban un aumento del número de becas e inscripciones
“para que no quede un solo aspirante rechazado” (El Informador, 24
de septiembre de 1979). El diario El Informador termina así la nota:
“sin embargo, además de las demandas específicas antes menciona-
das, durante la manifestación se incluyeron otros aspectos políticos
ajenos a las demandas normalistas” (El Informador, 24 de septiem-
bre de 1980).
Este mismo diario reportaba al día siguiente la suspensión de
salidas de Guadalajara a Colima, Ciudad Guzmán, Ocotlán y La
Barca, debido al secuestro de curante camiones por parte de los nor-
malistas rurales rechazados.

El neoliberalismo: la educación como instrumento


para formar mano de obra

Mediante la globalización económica, la oligarquía mun-


dial ha logrado un control casi absoluto de las economías
nacionales e, incluso, de las locales. Con ello, llega a to-
dos los espacios de la actividad humana. La educación
no es la excepción: se ha convertido en un instrumento
útil para formar la mano de obra que, en el mejor de los
casos, será explotada (en el peor, habrá de engrosar las
filas de la miseria).

fecsm, 2010

Durante los sexenios de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988),


de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y de Ernesto Zedillo Ponce
de León (1994-2000) se buscó por todos los frentes conducir al país
hacía el neoliberalismo, cediendo la soberanía en áreas estratégicas
y abriendo las puertas a organismos internacionales como el Banco
Mundial (bm), el Fondo Monetario Internacional (fmi) y la Orga-
nización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde).
No sólo los estudiantes de la fecsm plantean cuestiones que son
calificadas por algunos de panfletarias, como que la educación se
ha convertido en un instrumento para la oligarquía mundial. Salas

251
Margarita Teresa Robertson Sierra

(2011), profesor-investigador de la Escuela Nacional Preparatoria,


considera que estos organismos

[…] presionaron para que el Estado mexicano abriera, a diestra y siniestra, la


educación privada en menosprecio de la inversión en educación pública, y cam-
biara los planes y programas de estudio, de los diferentes subsistemas educa-
tivos y ciclos terminales de estudios, para adecuarlos a cualificaciones técnicas
intermedias y mano de obra barata para la industria maquiladora. Así mismo,
esos planes y programas de estudio disminuyeron la enseñanza de ciencias so-
ciales y humanidades al máximo en el sistema educativo nacional con la idea
de producir gente no pensante, que pudiera ser crítica y emancipadora de su
circunstancia (p. 87).

Estos organismos no sólo vinieron a suplir al Estado benefactor,


obsoleto para el neoliberalismo, con programas asistenciales y com-
pensatorios a través de los cuales se busca ejercer el control sobre la
población más vulnerable, sino que efectivamente pretenden incidir
en políticas públicas como la educativa en función de los intereses
de la economía mundial. Noriega (2000) cita de manera textual un
fragmento del proyecto para combatir el rezago de primaria del bm en
donde busca apoyar al país para “incrementar la inversión en educa-
ción primaria y en consecuencia ayudar a acumular el capital humano,
cuya escasez es un serio obstáculo para el crecimiento” (p. 172).
Durante los años ochenta las normales rurales sufrieron las re-
percusiones de las políticas de abandono y despojo al campo mexi-
cano. Hernández (2012) sostiene que las políticas anticampesinas y
antiagrícolas de 1983 trajeron consigo el abandono de las normales
rurales y la presión para que dejaran su misión. Explica como desde
1982 la inversión pública destinada al campo disminuyó de manera
sostenida. Sostiene que el resultado de estas políticas fue una caída
generalizada en la rentabilidad del sector agropecuario, la disminu-
ción del ingreso campesino, el incremento de la pobreza rural y el
aumento de la migración.
En este contexto, Miguel de la Madrid Hurtado propuso una re-
volución educativa, que establecía la elevación de la educación nor-
mal a nivel profesional. Se otorgaba a las escuelas normales el nivel
de licenciatura, por lo que para ingresar se requerirían los estudios
completos del bachillerato general.

252
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

En 1986 detuvieron en Ocotlán a tres estudiantes de Atequiza


y dos de Ayotzinapa por realizar actividades políticas de apoyo a
las normales rurales. En 1988 se produjo un fuerte movimiento de
las normales rurales en contra del proyecto de Miguel de la Ma-
drid, seiscientos estudiantes locales y foráneos se concentraron en
Atequiza en donde irrumpió la Dirección de Seguridad Pública y
detuvieron a 56 estudiantes, 21 mujeres. Algunos pobladores de Ate-
quiza escondieron a los estudiantes en sus casas.
Como parte del paquete para modernizar al país, Salinas de
Gortari propuso la modernización educativa. Según Coll (2015), con
las reformas salinistas y bajo el discurso de la modernización, se pre-
tendía acabar con las normales, por lo que la sep comenzó a reducir
la matrícula y el presupuesto de manera sistemática. El caso más
emblemático es el de la escuela normal de El Mexe, Hidalgo, donde
en 1994, con Murillo Karam en la gubernatura, se redujo considera-
blemente la matrícula.
En 1990, los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Atequi-
za se solidarizaron con los campesinos de la Ciénega de Chapala.
Según explicaban en un comunicado ya no podrían producir trigo,
sorgo ni maíz debido a que prohibieron los regadíos con aguas del
Lago de Chapala, por lo que 16 000 ha ya no fueron sembradas “y
las familias cuyo único sostén había sido el cultivo de algún grano u
hortaliza tendrán que buscar otro medio de vida si no quieren mo-
rirse de hambre” (Escuela Normal Rural de Atequiza Jalisco, 1990).

Desde Atequiza hasta Yurécuaro habrá niños desnutridos, deserción en las es-
cuelas y bajo rendimiento escolar, ¿así quiere el gobierno modernizar la edu-
cación?, ¿ésta es la ayuda que ofrecía Salinas a los campesinos cuando andaba
en campaña?
Llamamos al pueblo de México a frenar estas medidas fascistas que hacen
con el pretexto de “salvar a Chapala”. ¿Acaso sólo las industrias de Guadalajara
y los ricachones tienen derecho a la vida?, ¿de esta manera se pretende evitar
la emigración de los campesinos hacia las capitales para ya no ensanchar más
los cinturones de miseria?
Somos pobres pero tenemos dignidad y el suficiente coraje para defender
Io que nos corresponde. No estamos en contra de mejorar las condiciones del
Lago, pero sí de que se quieran eliminar por hambre a miles de mexicanos.
¡¡¡Por la liberación de la juventud y clase explotada!!! (Escuela Normal Rural
de Atequiza Jalisco, 1990).

253
Margarita Teresa Robertson Sierra

En 1996 la Escuela Normal Rural de Atequiza junto con las nor-


males de Ocotlán, San Antonio Matute y Ciudad Guzmán realiza-
ron un paro de actividades y paralizaron por unas horas el centro
de Guadalajara (El Informador, 26 de mayo de 1996). Julio Germán
Bazán, entonces director de Educación Normal del Organismo para
la Integración del Sistema Educativo en Jalisco, declaraba que “las
normales rurales como las de Atequiza cumplieron ya su función”
(El Informador, 28 de mayo de 1996). En 1997 nuevamente la normal
de Atequiza fue a huelga junto con las normales de Ocotlán, San
Antonio Matute y Ciudad Guzmán, y pasaron una noche en plantón
frente al Palacio de Gobierno de Guadalajara exigiendo que se cum-
pliera con la plaza automática para los egresados de estas normales
(El Informador, 7 de noviembre de 1997).
En 1999 hubo protestas en las normales rurales de El Mexe, Hi-
dalgo; Amilcingo, Morelos; Ayotzinapa, Guerrero; Hecelchakán,
Campeche; Teteles, Puebla; Acaponeta, Nayarit; Atequiza, Jalis-
co; Tiripetío y Cherán, Michoacán, y la normal de maestros de San
Marcos, Zacatecas, en respuesta a las amenazas de cierre por parte
de los funcionarios educativos, la reducción de la matrícula, desa-
parición de los internados y reducciones en el presupuesto. Según
la fecsm, el Gobierno planeaba desaparecerlas “por el alto grado
de politización que adquieren los estudiantes” (Ramírez Cuevas, 13
de marzo de 2000). En Jalisco, trescientos estudiantes de la Escuela
Normal Rural de Atequiza ocuparon durante cuatro horas el Con-
greso. Exigían al gobernador Alberto Cárdenas Jiménez destinar
una partida presupuestal para garantizar empleo a los egresados de
las dos escuelas normales de la entidad (Ramírez Cuevas, 13 de mar-
zo de 2000).
En enero de 2000, cuando los estudiantes de la Escuela Normal
Rural Luis Villarreal de El Mexe se manifestaban por un aumento
de becas, el gobernador de Hidalgo cortó el agua, el gas y la comida
al internado y se trató de cerrar la normal. En febrero del mismo
año, agentes de seguridad regional desalojaron a un grupo de alum-
nos que cumplía una semana en huelga de hambre a las puertas del
Palacio de Gobierno y detuvieron a estudiantes y padres de familia
que los apoyaban. Pero los estudiantes junto con padres de familia
de la comunidad de Tepatepec, El Rosario y otros pueblos que perte-
necen a la región del Valle del Mezquital quemaron patrullas y cap-

254
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

turaron a 64 policías a quienes ataron y exhibieron semidesnudos en


la plaza del municipio Francisco I. Madero. En la noche que fueron
liberados los estudiantes y padres de familia la comunidad liberó a
los policías (Camacho, 6 de julio de 2008).

La continuación del proyecto neoliberal

Hoy, ante el contexto neoliberal en que México se en-


cuentra, los estudiantes de las normales rurales redo-
blamos la lucha por la defensa de la educación pública
y por la defensa de la formación que nuestras escuelas
nos ofrecen: la de personas críticas, analíticas, reflexivas
y activas, de carácter socialista (marxista-leninista). El
embate actual contra la organización estudiantil ya no
sólo es a través del hostigamiento y la represión física y
sicológica: ahora también es mediante las estrategias de
divisionismo al interior de nuestras bases.

fecsm, 2010

Los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón encon-


traron la mesa puesta para consolidar el proyecto neoliberal. Los
organismos internacionales continuaron teniendo injerencia en la
educación como lo demuestra la defensa que hacía Robert Zoellick,
presidente en ese momento del bm, de la Alianza para la Calidad de
la Educación (ace) en México, promovida también por Elba Esther
Gordillo (Hernández, 23 de septiembre de 2008).
Ya en 2003 se había cancelado el sistema de internado en Mac-
tumaczá, Chiapas, y El Mexe, “escuela clave en la geografía nor-
malista, porque durante medio siglo fue la sede de la Federación
de Estudiantes Campesinos Socialistas de México” (Herrera, 14
de diciembre de 2003). En abril de 2004, tres mil estudiantes de las
diecisiete escuelas normales rurales marcharon de El Ángel de la
Independencia a El Zócalo; se manifestaban por la reapertura del
sistema de internado en estas dos normales y la creación de más pla-
zas para maestros (Herrera, 30 de abril de 2004). En el 2008 Osorio
Chong, actual secretario de Gobernación, en ese entonces goberna-
dor de Hidalgo junto con Elba Esther Gordillo dieron la estocada
final a la normal rural de El Mexe, Hidalgo, la última generación fue

255
Margarita Teresa Robertson Sierra

de 75 alumnos, que pasaron a la historia como los últimos egresados


de esta emblemática normal rural, dando “vuelta a otra página de lo
que hace casi un siglo nació como un proyecto de país” (Hernández,
23 de septiembre de 2008).
Hernández (2012) habla de una “cruzada contra las normales
rurales”. Recuerda la ceremonia de inicio del ciclo escolar 2008-2009
y las palabras de Elba Esther Gordillo:

Queremos que las normales sean instituciones para técnicos en turismo, técni-
cos en actividades productivas, se debe evitar que haya tantos docentes como
manejadores de carro y servidores de mesa. El sistema de normales ha sufrido
un quiebre y por ello la sep debía buscar vocaciones más cercanas al empleo,
en lugar de las licenciaturas de pedagogía (Hernández, 2012).

Para Hernández, la ofensiva en contra del normalismo en general


y del normalismo rural en particular es tan sólo la punta del ice-
berg del ataque de la derecha empresarial en contra de la educación
pública y los maestros. Considera que ha gastado millones en una
campaña en medios masivos de comunicación cuyo mensaje central
es que el país está rezagado porque tiene una educación pública
mediocre. Sostiene que los gobiernos del Partido Acción Nacional
(pan) (2000-2012) profundizaron estas políticas colocando al frente
de la política agropecuaria a los enemigos históricos de los campe-
sinos que durante décadas les han disputado la tierra, el territorio y
los recursos naturales.
El 12 de diciembre de 2012, estudiantes de la normal rural de
Ayotzinapa presentaron al gobernador Ángel Aguirre las mismas
demandas de cada año: aumento de su ración diaria para comidas,
mejora de la infraestructura de la escuela y los internados, aumento
de la matrícula y becas para los egresados. Bloquearon la salida de la
autopista de Chilpancingo-Acapulco. La policía desalojó a balazos.
Dos estudiantes murieron. Dos años después sucedió un hecho que
cimbró a México y al mundo entero, y que visibilizó por un lado la
realidad de los normalistas rurales y por el otro la de los desapare-
cidos en México: la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzina-
pa el 26 de septiembre cuando regresaban de recaudar fondos para
trasladarse a la manifestación en conmemoración del 2 de octubre.

256
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

Imposible de concluir: resistencia y huella permanente


y en permanente renovación

A 75 años de su fundación, la Federación de Estudiantes


Campesinos Socialistas de México (FECSM) se ha man-
tenido en permanente resistencia. La sobrevivencia de las
escuelas normales rurales, como de la propia organización,
ha sido posible con base en actividades de presión y en ges-
tiones ante las diferentes instancias gubernamentales.

fecsm, 2010

Quizás uno de los más grandes aciertos de los normalistas rurales


fue integrarse en 1935 en una organización que hasta la fecha se
mantiene viva, y que a pesar de los conflictos internos y de las diver-
sas corrientes les ha permitido adquirir una formación política y
hacer frente a varios intentos de acabar con estas escuelas que para
muchos jóvenes siguen siendo una de las pocas opciones que tienen
para estudiar.
Se ha podido constatar a través de este breve recorrido por el
normalismo rural que esto de la permanente resistencia no es mera
retórica. Los estudiantes de las normales rurales se pronuncian no
sólo en defensa de la educación pública, sino en “la defensa de la
formación que nuestras escuelas nos ofrecen: la de personas críticas,
analíticas, reflexivas y activas” (fecsm, 2010).
Se ha visto cómo estos jóvenes han tenido que luchar práctica-
mente cada año para mantener abiertas sus escuelas y defender sus
becas y raciones de comida, y cómo muchas veces la respuesta a estas
demandas ha sido la represión. El caso más reciente es en abril de
2016, cuando los estudiantes de la Escuela Normal Rural Vasco de
Quiroga de Tiripetío se manifestaban y demandaban las becas que
el Gobierno de Michoacán no les ha entregado desde septiembre
de 2015. Los adeudos corresponden a la beca alimenticia y a la de
Apoyo a la Práctica Intensiva y al Servicio Social para estudiantes de
los últimos dos semestres de la carrera (Gilet, 12 de abril de 2016).
La respuesta del Gobierno fue la represión, un fuerte operativo po-
liciaco-militar encabezado por la Policía Estatal Fuerza Ciudadana,
la Policía Federal y patrullas del Ejército Mexicano reprimieron a
los estudiantes (fecsm, 12 abril de 2016). La fecsm se mantiene

257
Margarita Teresa Robertson Sierra

alerta, responsabiliza mediante un comunicado al gobierno del esta-


do que encabeza Silvano Aureoles Conejo, y el gobierno federal de
Enrique Peña Nieto. Primero, por no solucionar las demandas del
movimiento estudiantil de las escuelas normales oficiales del estado,
y segundo, por la represión brutal hacia los estudiantes normalistas.
Se ha visto también que los estudiantes de las normales rurales
históricamente se han solidarizado o se han integrado a otros movi-
mientos campesinos, estudiantiles o políticos “en defensa de los de-
rechos del pueblo y en apoyo fraternal a las organizaciones sociales
que defienden y promueven los derechos del proletariado” (fecsm,
2010).
Se ha observado cómo estas experiencias de lucha y resistencia
van dejando huella en los jóvenes, y en algunos casos continúan mi-
litando o refrendando su compromiso con estos ideales y principios
desde las aulas. El director de una escuela primaria rural de Jalisco
es egresado de la Escuela Normal Rural de Atequiza al igual que
otros dos maestros. Lo primero que llama la atención al visitar esta
escuela, y que remite a la Escuela Normal Rural de Atequiza, son los
murales, algunos hechos por niños, otros por artistas callejeros in-
vitados. En una sola visita no es posible adelantarse a conclusiones,
pero también sorprenden los espacios dedicados al cultivo de plantas
de la región, el hecho de que en vez de refrescos hay agua fresca y los
tacos de tortillas hechas a mano por doña Mari que suplen la venta
de comida chatarra.
El director de esta escuela participa activamente en la actual
lucha magisterial, considerada por Hernández (2 de julio de 2016)
como “el último baluarte social organizado con una dimensión na-
cional, capaz de enfrentar al proyecto neoliberal y a una de las refor-
mas estructurales con relativo éxito”. Se coincide con este analista
en que se trata de un movimiento inédito que no se puede pensar
con viejas categorías ni asignarle atributos y misiones. Hernández
apunta como característica central que no estamos en muchos luga-
res, frente a un movimiento exclusivo del magisterio, sino que se ha
convertido en un movimiento social pues la lucha de los maestros
se ha cruzado con las luchas de las comunidades. La fecsm no sólo
apoya, sino que se sabe parte de esta lucha en contra de la reforma
educativa y de muchas otras.

258
Los normalistas rurales: un sujeto político en resistencia y renovación permanente

Nos solidarizamos a la lucha del magisterio democrático de la cnte, respal-


dando la huelga nacional que impulsaran a partir del 15 de mayo del 2016. Nos
solidarizamos con todo el movimiento estudiantil que se manifieste y desarrolle
en México, resaltando el apoyo total al Politécnico Nacional (fecsm, 2016).

En mayo de 2016 esta organización estudiantil cumplió 81 años. A


través de un pronunciamiento se reafirma como un sujeto político
en resistencia que “siempre ha luchado por la defensa de la educa-
ción gratuita científica y popular, por una pedagogía que libere las
conciencias de la niñez, la juventud y el pueblo de México” (fecsm,
2016), y con un proyecto de sociedad, ya que se pronuncian a favor
de “la superación del capitalismo en pro del régimen que nos lleve a
una igualdad económica, política y social, esa sociedad de plena jus-
ticia es; el socialismos con meta final el comunismo” (fecsm, 2016).
Refrenda también su solidaridad con movimientos “en defensa
de los intereses comunes de las amplias masas populares y por la
transformación del régimen capitalista existente, para la edificación
de una sociedad libre de explotación, desigualdad y muerte” (fecsm,
9 de mayo de 2016), y se declaran en contra de las reformas estruc-
turales de corte neoliberal, la violencia legal e ilegal del gobierno en
contra del movimiento estudiantil y popular y el terrorismo de Esta-
do como método de control. Se pronuncian por “la unidad de todo
el pueblo organizado y no organizado, para evitar una lucha aislada
más” (fecsm, 9 de mayo de 2016) y se mantienen en guardia ante las
proyecciones a futuro:

Entendemos que las condiciones económicas seguirán complicándose en el


país, lo que empeorará la situación de vida, trabajo, estudio y salud. Esto trae-
rá el aumento del descontento de las masas populares que se expresara en
movimiento social (marchas, mítines, huelgas, etc.) y con esto la violencia del
Estado se acelerará y debemos estar listos para responder.
Por lo tanto como fecsm vemos que solo unidos y organizados vencere-
mos y por todos los presos políticos, desaparecidos políticos y caídos, seguire-
mos luchando hasta vencer (fecsm, 2016).

Con lo expuesto se ha observado a los normalistas rurales como un


sujeto político en permanente renovación, a la fecsm como una
organización revolucionaria que se solidariza con luchas sociales y
que va más allá de la defensa de sus escuelas, y a las normales rurales

259
Margarita Teresa Robertson Sierra

no como simples instituciones de formación académica sino como


lugares de construcción de identidad y de articulación de acciones
sociales y políticas.

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263
Acciones colectivas en el
distrito 10 de Jalisco

Lucía Ibarra Ortiz1

Resumen. Descripción de las acciones colectivas dentro del dis-


trito 10 local que impactaron social y culturalmente mediante el
grupo integrado por ciudadanos y habitantes del lugar, quienes
se identifican con un proyecto basado en la solidaridad y quienes
aprovechando la coyuntura política que crearon las candidaturas
independientes crean un nuevo espacio público para la represen-
tación distrital.
El presente texto permite observar el fenómeno surgido por la
coyuntura política que se vive en México por las reformas constitu-
cionales en materia electoral y a partir de la postulación del candi-
dato independiente por el distrito 10 local en Jalisco, así como co-
nocer las condiciones socioeconómicas y políticas que permitieron
el triunfo que lo posicionó en el Congreso del Estado mediante las
acciones colectivas generadas dentro de la geografía del distrito.
Palabras clave: acciones colectivas, candidaturas independientes,
representación y solidaridad.

Introducción

Jalisco es un estado en donde los jóvenes han impactado social y


culturalmente con su movimientos y acciones colectivas; los grupos

1. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Guadalajara, maestra en Derecho por


la Universidad de Guadalajara y estudiante del Doctorado en Ciencia política por la
Universidad de Guadalajara. Correo electrónico: colombia2000@hotmail.es

265
Lucía Ibarra Ortiz

estudiantiles, los colectivos y las tribus urbanas han contactado por


medio de redes sociales y a través de un mensaje especifico a sus
similares, quienes mediante una identidad de proyecto o de resis-
tencia logran un objetivo común, ya que como indica Alonso (2001):
“La identidad es fuente de sentido para la gente, organiza el sentido”
(p. 8). De esta forma, se entiende que cada grupo determina sus
necesidades a satisfacer y establece las acciones mediante las cuales
pueden conseguir su objetivo, tal es el caso de los habitantes del dis-
trito 10 local de Zapopan, Jalisco, quienes desarrollaron acciones
colectivas en apoyo del candidato independiente José Pedro Kuma-
moto Aguilar.
Un ejemplo de lo anterior es la formación del bloque #YoS-
oy132 en Jalisco, quienes tenían como objetivo común impedir la
llegada de Peña Nieto a la presidencia de México más allá de sus
preferencias partidistas o antipartidistas, en el año 2004 la marcha
de los globalifóbicos2 en el centro de la ciudad de Guadalajara por
el movimiento de altermundistas que se oponían a las prácticas de
la Cumbre de Jefes de Gobierno y Estado de América Latina y El
Caribe (alcue), quienes llevaron a cabo la iii Cumbre en Jalisco,
además de todos aquellos colectivos que se integran con grafiteros,
ravers, darketeros (darks) y por supuesto los movimientos religiosos
que desde la década de los años veinte han tenido lugar en la geogra-
fía que Jalisco ocupa.
Entre los estudios que ocupan a la ciencia política se encuentran
aquellos que derivan de las diversas formas de representación y los
fenómenos que se producen dentro de los Estados democráticos en
busca de establecer nuevas formas de gobernar, volviéndolas más
transparentes, responsables y con una debida rendición de cuentas,
además de buscar un equilibrio para mantener el Estado de derech.
Desde el año 2000 en México como en toda América Latina se pre-
sentaron intercambios en las formas de representación, ya que en
esta época de cambios como refiere Madonesi (2008): “estamos en
un cambio de época y no en una simple época de cambios” (p. 1), lo

2. La marcha tuvo lugar el día 28 de mayo del año 2004, causando graves destrozos al
comercio local y dejando varios detenidos por la marcha. Información obtenida del
diario El Informador, además de revisar la información generada en la página de Cruz
Negra Anarquista México (2004).

266
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

cual se observa en el estado de Jalisco en donde la tradicional for-


ma de representación partidista ha quedado en segundo plano, pues
en uno de los distritos más representativos del municipio de Zapo-
pan (distrito 10) se observó un fenómeno que activó a la ciudadanía,
quienes decidieron formar una red y tomar acciones colectivas que
contribuyan y permitan obtener bien común para los habitantes que
residen en el distrito referido.
El inicio del proyecto comenzó con los jóvenes estudiantes del
Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (iteso),
quienes opinaron dentro del observatorio político manifestando el
rechazo a las nuevas figuras de la ley electoral en México. Dicho
grupo creó la oportunidad para que la ciudadanía pueda participar
en un grupo incluyente, ya que al cabo de unos meses se integró un
equipo de trabajo que organizó un proyecto político independiente
en donde no sólo los jóvenes participan, dando muestra de cómo una
sociedad organizada y decidida a llevar a cabo acciones colectivas
incide en la vida política del estado con la formulación de propuestas
y toma de decisiones, puesto que el ciudadano hasta el año 2014 sólo
era un actor que no participaba en la elección de los candidatos par-
tidistas pues ese privilegio sólo era para los militantes de los partidos
políticos.
Las campañas de partido se llevaban a cabo mediante actos pú-
blicos en donde los candidatos sólo leían un discurso previamente
escrito por algún asesor y basado en los principios generales de su
partido, tendiente a crear en el ciudadano la idea de que el apoyo
institucional es un apoyo de partido, situación que creó desencanto
entre los ciudadanos ya que una vez en el poder era muy difícil que
el ciudadano pudiera ser escuchado por el gobernante.
En el presente artículo describiré las acciones colectivas que
surgieron entre los habitantes del distrito 10 para mejorar la repre-
sentación del mismo, mediante un diputado electo que surgió como
independiente y no proveniente de un partido.
El objetivo es entender cuáles fueron estas acciones colectivas y
cómo fueron conformadas dentro del proyecto pues la identidad del
proyecto se basó en la solidaridad, y de acuerdo con lo que indica
el Dr. Jiménez (2014): “La acción colectiva está construida teórica-
mente como comportamiento que no está totalmente controlado por
las normas ni por las tradiciones que definen el orden social” (p. 3),

267
Lucía Ibarra Ortiz

y bajo este tenor actuaron los integrantes del grupo ciudadano pues
no hubo una estructura jerárquica que ordenara y una base que obe-
deciera y ejecutara las acciones que cumplieran el objetivo común.
El grupo ciudadano tiene como característica lo que los teóricos lla-
man heterogeneidad, puesto que no hay un grupo dominante o una
evidente división de clases sociales entre los participantes, ya que la
mezcla de jóvenes estudiantes, adultos de edad mediana y adultos de
tercera edad es una característica de este movimiento.

La nueva representación objetivo común


de las acciones colectivas

El reto a cumplir para quien obtuviera el triunfo como diputado del


distrito 10 local consistía precisamente en mantener el nexo entre
ciudadanos y autoridades con su representante, el cual permite con-
servar la estabilidad que el distrito ha tenido durante las últimas dos
décadas en materia de seguridad pública, servicios como agua pota-
ble y alcantarillado, parques y jardines y control sobre el crecimiento
comercial y de vivienda.
Olson (1965) señala lo siguiente: “observe que el interés que se
espera de todos estos diversos tipos de organizaciones para promo-
ver son en su mayor parte intereses en común” (p. 7). 3 En el caso
que nos ocupa doy cuenta de cómo el interés de cada individuo no
era lejano del de los demás; por el contrario, al hallar una arena pú-
blica en donde exponer ese interés se formó un grupo que deseaba
realizar las acciones necesarias para satisfacer estos intereses, es así
como los habitantes del distrito 10 tenían expectativas por cumplir ya
fuera para mantener el orden social que han establecido desde hace
varios años mediante sus asociaciones vecinales o bien para que el

3. La frase original escrita por Olson es “Notice that the interests that all of these diverse
types of organization are expected to further are for the most part common interests”, la
traducción es propia. Hace referencia como ejemplo a la situación de los sindicatos
señalando que el interés común puede consistir en salarios más altos, los agricultores
tienen interés en una legislación favorable, etc., para ilustrar como es que los grupos
se van formando de acuerdo con ese interés que cada individuo tiene en lo particular,
pero que definitivamente al unirse encuentran la fuerza e impulso necesario, así como la
optimización de recursos.

268
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

representante elegido actúe conforme a sus intereses y no a los inte-


reses que un partido tenga.
En la sociedad actual la forma de representación ha cambiado y
para los ciudadanos hoy día es indispensable ser considerados parte
de la red que mueve la vida pública del Estado, pero en la realidad
la estructura del ente estatal ya no es suficiente pues su capacitad de
respuesta no es la ideal; además resulta ineficaz e ineficiente para
dar solución a las necesidades del ciudadano en lo individual, las
relaciones que antiguamente privaban (verticales) son arcaicas; ya
no es aceptable la idea de que las gestiones públicas solo atañen al
gobernado; “La reciente formación de estructuras multicéntricas
proviene de un contexto de ruptura con la concepción tradicional
del Estado, como núcleo prácticamente exclusivo de representación,
planificación y conducción de la acción pública” (Fleury, 2015:03),
así entonces constatamos que el ambiente social ha creado una nue-
va consciencia en el individuo que se dirige a satisfacer el objetivo
común de bienestar4 y en donde ya no interfiere la jerarquía guber-
namental o los estatutos de partido que impedían la comunicación
directa entre ciudadano y representante, pues cada uno tenía un
interés diverso, con lo anterior queda manifiesto que la pluralidad
política no fue la única alternativa para los habitantes del distrito 10
quienes optaron por una representación directa sin intermediarios
eligiendo al independiente.
En las democracias modernas, el apego al Estado de derecho no
es absoluto pues las condiciones económicas no permiten garantizar
todas las prerrogativas y derechos humanos del ciudadano, pero en
América Latina los modelos existentes no permiten la participación
ciudadana como en países de Europa, por tanto los movimientos so-
ciales que tienen lugar desde la década de los noventa son un reflejo
de lo que sucede en la relación entre gobernantes y gobernados, la
cual no va en función del Estado de bienestar sino en función de
proteger el interés de grupos y élites que cuentan con estructuras or-
ganizadas y recursos económicos inmensos (transnacionales, grupos

4. Es el estado ideal del hombre que vive en sociedad por contar con todos los satisfactores
proporcionados por el Estado moderno: “El Estado Moderno clásico se define como
Estado Protector y su existencia adquiere sentido como tal, si y sólo sí garantice, y
defiende los derechos individuales del hombre” (Furloni, 2009: 43).

269
Lucía Ibarra Ortiz

financieros y partidos políticos), por tanto la lucha va encaminada


a la apertura de conductos que mejoren la capacidad de respuesta
del Estado combinando los esfuerzos y recursos que los ciudadanos
puedan aportar.

La apertura del sistema político y su capacidad de respuesta, despejan el ca-


mino y posibilitan la existencia de la acción colectiva. Pero los movimientos no
se agotan en la representación; la acción colectiva sobrevive por encima de la
mediación institucional reaparece en nuevas áreas del sistema social y alimenta
nuevos conflictos (Melucci, 1999: 103).

La democracia representativa que tenemos en México es producto


de diversos procesos evolutivos, la forma de participación ha ido
cambiando conforme se complementan los mecanismos que la
hacen efectiva: “la democracia participativa es el resultado de la
evolución de la democracia representativa” (Ramírez, 2009: 6); con
esto se entiende que las nuevas formas de representación deben con-
juntarse con la participación ciudadana, y este objetivo es el interés
común de los habitantes del distrito 10 quienes buscaban un repre-
sentante comprometido con realizar propuestas de acuerdo con
el interés del grupo de habitantes, que manifestara opiniones por
contar con conocimiento empírico y que al final la toma de deci-
siones se efectuara de forma conjunta. Estos intereses comunes en
el ciudadano que habita el distrito 10 crearon el perfil del repre-
sentante que requerían en el Congreso local, por tanto el mensaje
difundido en redes sociales y en los actos públicos por el candidato
independiente fue empático con la ciudadanía; la construcción de
estos marcos permitió ejecutar acciones que otorgaron sentido a su
decisión como grupo, “un marco de acción colectiva es un conjunto
de creencias y construcciones de sentido que inspiran y legitiman las
acciones y campañas de los movimientos sociales” (Grau, 2000: 2).
La nueva forma de representación consiste en ejercer una de-
mocracia participativa, que vaya de acuerdo con las necesidades y
la voluntad de los individuos que forman el tejido social en Jalisco,
para contextualizar planteo el concepto de Ramírez (2009):

Consiste en una serie de instrumentos o mecanismos jurídicos, cuya introduc-


ción se pretende en la democracia representativa con el objetivo y la volun-
tad de complementarla haciéndola más participativa al ampliar la participa-

270
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

ción popular en el gobierno de la comunidad, con el deseo no solo de acercar


el gobierno a los ciudadanos y profundizar en el derecho de los mismos a la
participación política, sino también con la voluntad de controlar mejor a los
gobernantes, de someterlos, mediante dichos instrumentos de participación
popular, a una mayor transparencia y a un control más severo por parte de los
ciudadanos (p. 7).

Una propuesta del candidato independiente fue precisamente que


la toma de decisiones no fuera interrumpida por las conductas indi-
vidualistas o provenientes de un partido político que tuviera interés
(particular) en legislar sobre un tema, cuyo origen y efectos fueran
desconocidos para el gobernado o bien que fuera en su contra y
por lo tanto se realizará en sesiones privadas y sin discusión pública
previa. Para hacer referencia a este concepto contextualizaré como
es que los intereses de un grupo parlamentario no deberían estar
por encima de los intereses de la colectividad, ya que el derecho se
establece en función de las necesidades de regular las relaciones en
beneficio del ciudadano, y como indica Gidi (2004): “una acción
colectiva es la acción promovida por un representante (legitima-
ción colectiva), para proteger el derecho que pertenece a un grupo
de personas (objeto del litigio), y cuya sentencia obligará al grupo
como un todo (cosa juzgada)” (p. 66), entendiendo que cada vez
que el representante distrital participa en una discusión pública debe
reflexionar la exposición de motivos para considerar la aprobación o
desaprobación de una ley, además de fundar y motivar el porqué de
su voto. Dicho voto debe emitirse en función de las preferencias del
gobernado, ya que la ley debe favorecer al gobernado protegiendo
sus derechos y no los de una minoría (ya sea un grupo de élites cor-
porativistas o élites políticas que tienen participaciones en corpora-
ciones nacionales e internacionales).
Por esta razón, se planteó ante los ciudadanos una estructura de
trabajo que permitiera llevar a la ley positiva el establecimiento de
mecanismos que proporcionaran el acceso del ciudadano a la parti-
cipación directa, los conocidos y aceptados hasta el momento son el
plebiscito, referéndum y consulta popular, agregando a su lista los
siguientes:
• Juntas municipales
• Cabildo abierto

271
Lucía Ibarra Ortiz

• Consulta popular
• Revocación de mandato
• Ratificación constitucional
• Presupuesto participativo
• Iniciativa popular municipal

La implementación y uso de estos mecanismos regulados por la ley


permitirían mejorar la calidad de la democracia que actualmente se
tiene en Jalisco, ya que como indica Morlino5 dejar atrás las tradi-
ciones autoritarias permiten la transición democrática, situación que
se vive día a día ya que las instituciones están plagadas de servidores
públicos que actúan bajo estas reglas que opacan la función pública.

Requerimientos

Como se ha referido, las acciones colectivas que se llevaron a cabo


por el grupo tenían como intención lograr un fin común; dicho inte-
rés del grupo era establecer una democracia participativa, que como
ya se ha mencionado es parte de la democracia representativa, así
que los requerimientos para que fluya esta relación en armonía ini-
cian con la aprobación de la ley que contenga los mecanismos deta-
llados en el siguiente punto de este texto, ya que sin una ley que
regule estos aspectos y las formas en que se deben llevar a cabo cada
uno de ellos es imposible que el ciudadano participe de forma orde-
nada, puesto que puede haber voluntad para participar, pero sin una
estructura que indique el paso a paso de cada mecanismo resulta
imposible llevar a buen puerto el objetivo común.

La democracia participativa puede colaborar con la democracia representativa


para el gobierno del conjunto del Estado, así se permite y se prevé en muchos
textos constitucionales en el presente, pero la práctica y la experiencia demues-
tran que no es en la ámbito nacional donde la democracia participativa tiene el
mayor éxito (Ramírez, 2009: 18).

5. Morlino (2009) indica que superar aquellos comportamientos, reglas, relaciones y


situaciones políticas y sociales que fueron introducidos por el régimen autoritario
permiten la transición democrática.

272
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

De acuerdo con este autor se entiende que el primer paso para que
funcione la democracia participativa como nueva forma de repre-
sentación se debe seguir un cauce que permita a los ciudadanos con-
ducirse de menor a mayor, ya que para llegar a un acuerdo entre más
participantes haya equivale a duplicar esfuerzos y recursos, por lo
tanto en un área de aplicación local dicha ley atraería beneficios múl-
tiples a la colectividad, es decir, establecer medios y procedimientos
para que la Ley de Participación Ciudadana sea de aplicación eficaz.
Los requerimientos para el funcionamiento de la democracia
participativa como nueva forma de representación son los siguientes:

i. Aprobación de la Ley de Participación Ciudadana y su reglamento


por la inclusión de figuras que deben estar presentes en toda demo-
cracia, tales como:
• Juntas municipales
• Comités vecinales
• Cabildo abierto
• Contraloría social
• Consulta popular
• Revocación de mandato
• Ratificación constitucional
• Presupuesto participativo
• Iniciativa popular municipal
• Gobierno abierto
• Plebiscito
• Referéndum

ii.La conformación de comités vecinales integrados de forma hori-


zontal para mantener la comunicación constante entre quienes habi-
tan el distrito 10.

iii.Establecimiento de nuevas arenas para los ciudadanos mediante


el uso de plataformas informativas que apoyadas en las nuevas tec-
nologías de la información (nti) permitan al ciudadano:
• Presentar o exponer ideas (temas de interés)
• Realizar solicitudes
• Discutir y plantear soluciones
• Deliberar sobre la toma de decisiones

273
Lucía Ibarra Ortiz

iv. Inclusión de los ciudadanos interesados en algún tema relevante


para la agenda legislativa aun cuando no pertenezcan al distrito 10,
ya que la comunicación constante permite a los individuos manifes-
tar ideas y expresar voluntades.

v. Crear la plataforma interinstitucional que reciba, acumule y trans-


mita la información generada de acuerdo con el tema propuesto por
los ciudadanos.

vi. Creación de grupos de estudios y evaluaciones que optimicen


las propuestas y de acuerdo con la prioridad las categorice, minimi-
zando el esfuerzo de análisis y discusión.

Geografía distrital

La geografía distrital es una rama de la geografía electoral que per-


mite conocer las zonas de responsabilidad de las autoridades elec-
torales locales. El distrito 10 local de Zapopan se caracteriza por
contar con ciudadanos de clase económica media alta y con un nivel
de estudios superior, tomando como referencia la media nacional.
Dentro de esta geografía surgió el primer candidato independiente
que integró un proyecto basado en principios de representación
diversa a los propuestos por los partidos políticos de Jalisco, ya que
conoce y vive los problemas del distrito porque reside en él desde su
infancia, además en los últimos años sólo han ganado los diputados
del Partido Acción Nacional (pan) quienes no realizan actividades
de reconocimiento y convivencia con los habitantes del distrito.
Así entonces, después de varios años de no contar con un candi-
dato y un proyecto que se identificara con los ciudadanos surgió la
candidatura independiente para diputado que obtuvo una curul den-
tro del Congreso del Estado; de esta manera, la forma tradicional de
representación que se basaba en obtener votos para los candidatos
de un partido o coalición sufrió un cambio radical al incluir un ciuda-
dano que se postulaba por iniciativa propia y sin fines partidistas que
proponía mediante el diálogo ordenar la prioridades de los ocupan-
tes del distrito y realizar las actividades tendientes a cumplir dichos
objetivos.

274
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

[…] cada uno de los 300 Distritos Electorales Federales; contiene el trazo de
las fronteras municipales y seccionales; así como nombres su delimitación con
otros distritos y municipios, con sus respectivas claves geoelectorales. En este
producto son visibles todas las claves de sección distritales que permiten el voto
del ciudadano según el domicilio (ine, 2017).

La relevancia de conocer las secciones distritales entre otras bonda-


des permite a los candidatos conocer la distribución de casillas, y por
lo tanto saber en dónde se debe poner en práctica un trabajo arduo
de acompañamiento ciudadano.

¿Por qué surge esta candidatura en el distrito 10?

Dentro de la geografía que ocupa el distrito 10 existe una tradi-


ción sobre el establecimiento de las juntas de colonos, asociaciones
vecinales, mesas directivas, etc., quienes regulan a las colonias que
integran este distrito, el cual está compuesto por amplios espacios
públicos, áreas verdes y áreas comerciales, zonas habitacionales de
clase media alta, pero desde al año 2000 dichas áreas ya no eran
respetadas, los usos de suelo cambiaban conforme el partido en el
poder, la inseguridad iba en aumento y la llegada de la delincuencia
organizada que decidió radicar dentro de los límites de este distrito
empeoraron año con año desde 2006.6 De acuerdo con el estudio
realizado por Morlan y Nodyc (2014):

Es un proceso que requiere el trabajo en conjunto de la comunidad, autori-


dades locales, y sociedad civil, pero que tiene un gran potencial para la toma
de decisiones y ejecución de políticas específicas que aborden las verdaderas
preocupaciones de las personas, pues permite que estas opinen y conozcan so-
bre el estado de seguridad de sus colonias de manera más objetiva, aparte de
fortalecer la convivencia ciudadana e incentivar su inclusión en el desarrollo de
política pública (Morlan y Nodyc, 2014).

6. Del estudio hecho por Morlan y Nodyc (2014) se tomaron los datos que se obtuvieron
como resultado, los cuales reflejan el crecimiento de la inseguridad; en la investigación
referida se da cuenta de la metodología que se utilizó, así como la acumulación de datos
e informes y en sus resultados el impacto que la violencia tuvo. El estudio se encuentra
disponible a la fecha.

275
Lucía Ibarra Ortiz

Lo anterior fue motivo de nueva organización para los habitantes del


distrito 10 para llevar a cabo acciones colectivas que impidieran el
autoritarismo, la corrupción, la negligencia y el nepotismo por parte
de los representantes del distrito, quienes no realizaron tareas que
permitieran la conservación y las mejoras necesarias para mantener
el orden.
De acuerdo con los estatutos de cada partido político, un requi-
sito indispensable para ser propuesto como candidato a diputado es
“ser militante tanto el propietario como el suplente y la ley estatal
estipula que los diputados pueden obtener un triunfo por Repre-
sentación Proporcional o por Mayoría Relativa según el Artículo 19
del ‘Código Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de
Jalisco’” (iepc Jalisco, 2015a), situación que ha sido ineficaz en los
últimos periodos ya que no existe una verdadera legitimación sobre
estos métodos electivos, pues al no pertenecer a una organización o
partido político el ciudadano no tiene una participación directa en
los procesos de selección, sólo puede emitir el sufragio el día de la
jornada electoral alejándolo de las formas deliberativas que le per-
miten proponer y acordar soluciones para los problemas de su dis-
trito. El concepto de democracia enmarcado en la Constitución fe-
deral permite idear un estado de igualdad para todos los ciudadanos
(ideal) y por tanto la participación de cada uno de ellos en la cosa
pública se debería garantizar; la escucha por parte de los represen-
tantes elegidos es indispensable para conocer las opiniones y prefe-
rencias del ciudadano, pero no existen métodos de participación que
propicien esta cercanía.
El distrito 10 local en Jalisco se integra con 136 secciones dis-
tritales, actualmente colinda con el distrito 6 de Zapopan, 7 de Tla-
quepaque, 4, 8 y 12 de Guadalajara.7 Dentro del perímetro se en-
cuentran diversas asociaciones de colonos que permanecen vigentes
desde hace treinta años, algunas de ellas han obtenido beneficios
tanto para el área que ocupan como para sus habitantes8 mediante

7. Mapas consultados de iepc Jalisco (2015b).


8. Las asociaciones de colonos hasta el año 2010 alcanzaban el número oficial de 47, es
decir que cuentan con escritura pública vigente que ampara la legal constitución de
la asociación civil; pero existen otro tipo de comités vecinales que funcionan dentro
de colonias de estrato económico medio bajo, sin perjuicio de no contar con la legal

276
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

acuerdos establecidos entre los representantes (de militancia panista


de 1998 a 2012) que habían permanecido en la diputación, así como
con los gobiernos estatales; tales acuerdos han permitido la conser-
vación de áreas verdes, asignación de espacios abiertos en comoda-
to, remodelación y acondicionamiento de parques y jardines, progra-
mas preventivos de seguridad pública los cuales funcionan mediante
patrullas y policías municipales que realizan rondas en zonas comer-
ciales en horarios determinados para mantener la seguridad pública.
Así pues, se entiende que los movimientos, las movilizaciones y las
acciones colectivas generadas no germinan en un instante, cada uno
de ellos va generándose poco a poco y crecen de acuerdo con las ac-
ciones que cada individuo realiza para impactar justo en el momento
en que se produce una coyuntura política.
Con los cambios constitucionales en materia electoral, el Insti-
tuto Nacional Electoral (ine) procedió a realizar las modificaciones
en las áreas distritales locales para facilitar las tareas de supervisión
que el Organismo Público Local llevaría a cabo durante el proceso
electoral. Hoy día el distrito 10 de Zapopan es uno que se distingue
por su participación ciudadana, ya que si bien es cierto que los índi-
ces de votantes son altos en todo el estado de Jalisco pues la media
nacional se mantiene entre 40% y 56% y Jalisco lo refleja en los
históricos electorales, en los dos últimos procesos electorales los ciu-
dadanos del distrito 10 han participado activamente en las campañas
políticas manteniendo los resultados de las jornadas electorales con
amplios márgenes para el ganador. Las colonias más participativas y
que mantuvieron acciones numerosas fueron La Calma, Las Águilas,
Jardines del Sol, Paseos del Sol, Moctezuma Poniente y Residen-
cial Moctezuma, lugares en donde se llevaron a cabo actos públicos
estableciendo así nuevas arenas en donde los ciudadanos pudieron
deliberar y tener acceso a medios para presentar propuestas.
De los 152 467 votos emitidos en la jornada electoral se deduce
que 10% aproximadamente de la población total del municipio de
Zapopan acudió para emitir el sufragio dentro del perímetro geo-

constitución, que realizan funciones de enlace con autoridades municipales para realizar
labores de comunicación con fin de obtener un bien público que puede ser temporal o
permanente (Gobierno Municipal de Zapopan, 2010).

277
Lucía Ibarra Ortiz

gráfico electoral, lo cual indica un alto índice de participantes, pero


como la ley lo marca sólo los mayores de 18 años con credencial para
votar vigente y que aparecen dentro del listado nominal entran en
estas cifras, así que no podemos dejar fuera a quienes participaron
dentro de las acciones colectivas a pesar de no cumplir con los requi-
sitos establecidos. Para contextualizar se identificará a las colonias
que tuvieron más acciones colectivas.
Es importante considerar la geografía electoral que ocupa el dis-
trito 10, pues es precisa la forma en que los ciudadanos son parte de
un proyecto de acuerdo con la forma de representación, y la repre-
sentación gráfica es parte fundamental de los trabajos que realizó el
equipo de simpatizantes: “la cartografía electoral es la representación
gráfica de la organización del Marco Geográfico Electoral (mge) y
se encarga, entre otras cosas, de conocer la distribución de los ciuda-
danos con derecho al sufragio en el territorio nacional” (sige, 2016).
Los trabajos fueron planeados para que el candidato tuviera acceso a
los ciudadanos y viceversa; en un intercambio enriquecedor de pro-
puestas, solicitudes y planteamiento de ideas que llevaran a soluciones
efectivas se generó la red de personas dispuestas a llevar a cabo tra-
bajos y tareas de forma conjunta con el equipo del nuevo candidato,
iniciando un nuevo paradigma en lo que acciones colectivas se refiere,
ya que la identidad de un proyecto se hizo presente.

Tabla 1
Muestra del número de habitantes del distrito 10 dividido entre
hombres y mujeres de 15 a 64 años de edad

Colonia Habitantes Hombres Mujeres 15-64


La calma 9 511 4 528 4 975 6 802
Las águilas 10 085 4 728 5 342 6 920
Jardines del sol 3 906 1 824 2 082 2 888
Paseos del sol 16 842 7 962 8 877 12 337
Moctezuma poniente 2 683 1 254 1 429 1 934
Residencial moctezuma 3 352 1 565 1 786 2 452
Total 46 379 33 333
Fuente: Elaboración propia con base en los datos del Sistema de Información
Territorial de Jalisco.

278
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

La dimensión del distrito es amplia, pero las tareas para dar a


conocer –la candidatura independiente, la integración del equipo,
las propuestas del candidato, la plataforma tecnológica, así como las
formas en que se daba acceso para la participación ciudadana y la
recolección de firmas– se realizaron tanto por el equipo como por el
propio candidato en toda jurisdicción.9

Historia del distrito y sus habitantes

El distrito ubicado en Zapopan cuyo nombre se deriva de la voz


náhuatl tzapopantl, que ha sido interpretado como “lugar entre
zapotes o en el zapotal” (Gobierno Municipal de Zapopan, 2016)
se encuentra dentro de la zona sur del municipio y cuenta con un
historial conocido por sus áreas ejidales dedicadas a la siembra y
cosecha de maíz, pero con la llegada de la modernidad y los pro-
cesos de urbanización aproximadamente en 1965 surgen las prime-
ras colonias como Las Fuentes, La Calma, Las Águilas, Arboledas,
Colli, Colli Urbano i y ii, Pinar de la Calma, La Estancia, Haciendas
de Tepeyac, Jardines Universidad, Jardines Vallarta, Mariano Otero,
Paseos del Sol, Residencial Moctezuma, Moctezuma Poniente y
Ciudad del Sol emergen y se consolidan por la forma disciplinada en
que constituyen sus reglas e implementan los procedimientos para
expedir permisos y licencias ya sean de construcción o comerciales,
conservando el entorno y la seguridad del lugar y manteniendo una
relación cercana con sus representantes distritales.

9. Imágenes disponibles en http://us9.campaign-archive1.com/?u=c26e869f4b7151a8f3c48


7913&id=7bb3fb3643

279
Lucía Ibarra Ortiz

Imagen 1
Mapa del distrito 10, geografía electoral

Dichas asociaciones vecinales mantienen el orden y se autorregu-


lan por acuerdos que los colonos y vecinos acatan ya que la mayoría

280
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

tiene la visión de mantener el bien común sobre sus bienes y pose-


siones, además de considerar el servicio que los bienes públicos les
otorgan y por tal razón son cooperativos para dar mantenimiento y
cuidado a los mismos, son asociaciones que también buscan mantener
acuerdos con todas las instancias de gobierno y con ello se proveen de
servicios y recursos que las colonias y sus habitantes necesitan.
Para el año 2010 el municipio tenía una composición de 1 243
756 habitantes quienes tienen acceso a servicios públicos y de salud,
lo que permite considerar que el crecimiento del distrito 10 ha sido
ordenado y cuenta con vivienda digna, empleos generados por co-
mercios locales y el acceso a centros educativos y escuelas públicas
es sencillo, por lo tanto se considera que los habitantes del distrito
tienen un nivel de instrucción medio tendiente a medio alto. Hay
autores que indican como las acciones colectivas son generadas por
pequeños grupos no necesariamente por organizaciones o asocia-
ciones establecidas formalmente, en el caso que nos ocupa son pre-
cisamente los vecinos, amigos y familiares que habitan el distrito 10
quienes inciaron este proceso para avanzar hacia un objetivo. Así
lo manifiesta Alonso (2014): “Hay quienes destacan que la acción
colectiva no comienza necesariamente en grandes organizaciones,
sino en grupos, en corrientes formales e informales, en relaciones
familiares y vecinales, comunitarias, estéticas, políticas y de solida-
ridad” (p. 10).
En la tabla 2 se puede constatar que para el año 2015 los habi-
tantes del municipio zapopano alcanzaron la cifra de 1 332 272 per-
sonas, lo cual deja ver que el crecimiento demográfico del municipio
no es desproporcionado.
Hoy en día se puede ver que la situación no ha cambiado, ya
que el censo del año 2015 indica de forma similar al anterior que
los habitantes eran 1 332 2772, los cuales pertenecían a un estrato
económico medio alto y con buen nivel educativo; según la encuesta
elaborada por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi),
su escolaridad era en promedio: “de la población de 15 años y más es
de 9.2, lo que equivale a poco más de secundaria concluida” (inegi,
2015). Por lo tanto, la ciudadanía que participó en el proceso electo-
ral 2014-2015 cuenta con las condiciones necesarias para participar
en un proyecto político, integrándose a las tareas de publicidad, pro-
puestas y toma de decisiones.

281
Lucía Ibarra Ortiz

El municipio de Zapopan está en el séptimo lugar dentro de la


tabla de población económicamente activa de todos los municipios
de la república mexicana, es decir, son fuerza laboral y simbolizan
parte esencial de la economía tanto del estado de Jalisco como del
país; dicho lugar se mantiene y va a la alza, infiriendo de tales datos
que los habitantes que se encuentran en el rango de los 15 a los 64
años son personas activas en la vida del estado y tienen interés en la
vida política del municipio al que pertenecen, su nivel sociocultural
les permite entender los conceptos relativos a cultura política lo que
les permite generar su red ciudadana, la cual realiza trabajos y ac-
ciones en conjunto con la red política del candidato independiente.
Así, se percibe que los habitantes del distrito 10 se han informado
sobre las cuestiones políticas que inciden en su espacio territorial,
economía, cultura y sociedad, estas características que les permiten
convertirse en actores de una acción colectiva deriva de su rol ya
que, como indica Melucci (1999), existen tres sectores dentro de la
nueva estructura social: “la nueva clase media o clase de capital hu-
mano, es decir, quienes trabajan en sectores tecnológicos avanzados
basados en la información, las profesiones de servicios humanos y/o
el sector público” (p. 71); los integrantes de este sector son aquellos
que poseen estudios de nivel superior y que cuentan con empleos
en áreas públicas y privadas que requieren de toma de decisiones de
tipo gerencial y de dirección estratégica, ya que inciden en la eco-
nomía, cultura y educación de la sociedad, además están aquellos
que el autor define como “quienes ocupan una posición marginal
respecto al mercado de trabajo (por ejemplo estudiantes, juventud
desempleada o periférica, personas jubiladas, amas de casa de clase
media” (p. 71).

Tabla 2
Número de habitantes por municipio en Zapopan, Jalisco, año 2015

Clave Municipio Habitantes 2015


120 Zapopan 1 332 272
Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Encuesta Intercensal 2015.
Consúltese inegi, 2015.

282
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

Tabla 3
Población económicamente activa
Estado Municipio Población
Total Hombres Mujeres
Distrito Federal Iztapalapa 1 815 786 880 998 934 788
México Ecatepec de Morelos 1 656 107 806 443 849 664
Baja California Tijuana 1 559 683 783 653 776 030
Puebla Puebla 1 539 819 734 352 805 467
Jalisco Guadalajara 1 495 189 717 404 777 785
Guanajuato León 1 436 480 701 781 734 699
Chihuahua Juárez 1 332 131 665 691 666 440
Jalisco Zapopan 1 243 756 607 907 635 849
Distrito Federal Gustavo A. Madero 1 185 772 571 233 614 539
Nuevo León Monterrey 1 135 550 561 656 573 894

Como se puede apreciar en la tabla, el municipio de Zapopan,


Jalisco, se encuentra en el lugar 7 a nivel nacional en cuanto al nú-
mero de habitantes, por lo tanto es de suma relevancia. Fuente: Ela-
boración propia con base en datos de inegi (2015).

Tabla 4
Posición respecto de la población económicamente activa
Estado Municipio Población Económicamente Activa (pea)
Total Hombres Mujeres
Distrito Federal Iztapalapa 792 297 491 236 301 061
México Ecatepec de Morelos 699 245 456 236 243 009
Baja California Tijuana 696 907 441 347 255 560
Jalisco Guadalajara 686 294 410 954 275 340
Puebla Puebla 652 756 399 853 252 903
Guanajuato León 619 614 396 341 223 273
Jalisco Zapopan 562 233 343 935 218 298
Chihuahua Juárez 530 465 345 981 184 484
Distrito Federal Gustavo A. Madero 526 179 320 071 206 108
Nuevo León Monterrey 488 181 314 922 173 259
La información contenida en esta tabla se obtuvo de inegi (2015) respecto de la
información generada en el Censo 2010, en donde resulta evidente que Zapopan,
Jalisco, es un municipio que destaca entre los primeros diez a nivel nacional por el
porcentaje de población económicamente activa. Fuente: Elaboración propia.

283
Lucía Ibarra Ortiz

Bajo la descripción que Melucci hace sobre los sectores que par-
ticipan en las acciones colectivas, se entiende que la conformación de
la red ciudadana se facilitó gracias a la convivencia cercana y el tipo
de relaciones de quienes habitan y comercializan dentro del mencio-
nado distrito, ya que las redes como conceptualiza Fleury (2015) son
“conjunto de relaciones y estructuras de apoyo socioafectivo de cada
una” (p. 5); estas interrelaciones crearon el ambiente necesario para
reproducir el mensaje entre quienes buscaban una nueva forma de
representación, una que si bien es directa, también les permitiera la
participación constante en los temas públicos más relevantes.
Esta dinámica de redes ciudadanas permite que los objetivos co-
munes sean alcanzados si se invierten los recursos de forma justa,
programada y equitativa, no se trata de desconocer los mecanismos
que la autoridad impone o a la autoridad misma y que a la par ad-
ministra al Estado; sólo se trata de construir un modelo que permita
una gestión más sencilla entre los agentes públicos y privados ha-
ciendo más flexibles estas relaciones y constituyendo además firme-
za en el tejido social, ya que es oportuno señalar la contribución del
núcleo académico del iteso, quienes participaron activamente en la
asesoría y apoyo a la candidatura independiente pues la red creada
entre académicos y estudiantes forjó una base de trabajo conjunta
con la red ciudadana que trabajaba con base en la realidad predomi-
nante del distrito 10, ya que el objetivo consistía en generar cambios
políticos: “los movimientos producen la modernización, estimulan la
innovación e impulsan la reforma” (Melucci, 1999: 74).
Los actores que intervienen en la vida política del Estado pue-
den ser diversos, y cada uno de ellos conserva un interés propio, pero
esto no quiere decir que sea motivo para no interactuar y obtener un
objetivo común, por el contrario concibiendo estas nuevas formas de
acciones se entiende la importancia de regular esta pluralidad de re-
laciones, en donde se debe buscar la forma de satisfacer los intereses
que haya en común y que beneficien a un alto porcentaje de la so-
ciedad, y en un segundo plano fijar metas para cumplir los objetivos
particulares. Esta compleja relación entre actores, fines y acciones
no se encuentra regulada en ningún compendio ni de normas mora-
les ni éticas, o de normas jurídicas y sociales, de ahí se desprende la
importancia que una acción colectiva tiene en un núcleo social y por

284
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

supuesto de los efectos o el impacto que estas acciones tienen en la


vida del ente estatal, así lo refiere Melucci (1999):

El comportamiento colectivo representa una situación “no estructurada”, esto


es, no plenamente controlada, de las normas que rigen el orden social. Pero
precisamente por esto es importante, porque es un factor de transformación y
está en grado de crear nuevas normas” (p. 26).

Siendo la forma de trabajo establecida sin acuerdo previo por el


grupo; es decir; cada uno participó estableciendo un compromiso
basado en sus tiempos y recursos, pero cuidando que se cumpliera el
objetivo común.
La complejidad de estas redes que interactúan mediante accio-
nes colectivas fue minimizándose; gracias al uso de las redes sociales
y el apoyo de las nti los integrantes del grupo organizador (núcleo
académico y estudiantil) pudieron dar cumplimiento a los objetivos
de precampaña y campaña, desde la plataforma electrónica gene-
rada para recibir e intercambiar impresiones con los simpatizantes,
colaboradores y votantes. Se imprimió un sello característico que a
la fecha perdura, pues el equipo del hoy diputado mantiene comuni-
cación permanente con el ciudadano por las redes sociales conocidas
(Facebook, WhatsApp, Twitter, correo electrónico y pagina web);
esta situación permite el flujo de la información de forma horizontal
y no vertical como antaño sucedía, esta característica permite que
todos los involucrados en las acciones colectivas participen de forma
igualitaria, conservando un principio de equidad en la autoridad ya
que no existe jerárquicamente un líder que sólo emita órdenes a los
subordinados. “En los espacios donde la información circula hori-
zontalmente, se forman los futuros combatientes sociales, se tejen
redes de relaciones cara a cara en base a la fraternidad y la confianza
mutua” (Zibechi, 2007: 94). De acuerdo con este concepto confirma-
mos que la actitud solidaria que mostraron todos los participantes
del movimiento es la base sobre la cual se cimentó el triunfo del
candidato independiente.
Para los jóvenes estas prácticas resultan de lo más cómodo y co-
nocido, pues como una herramienta tecnológica para los estudiantes
de la década de los ochenta la formación de espacios virtuales per-
mitió compartir información en tiempo real por todos los medios:

285
Lucía Ibarra Ortiz

imágenes, voz, videos, etc.; para la sociedad contemporánea resulta


un instrumento invaluable el contar con estos accesos, ya sea por la
cantidad de información disponible, por la que se puede acumular y
transmitir, consintiendo que se pueda planificar y ejecutar una serie
de acciones que en diversos espacios físicos que los individuos con-
sideren convenientes al cumplimiento de sus objetivos. Como señala
Ávila (2003): “la denominada superautopista de la información no
es más que un conjunto de tecnologías contemporáneas que permi-
ten la distribución electrónica de texto, videos, datos y voz que circu-
lan a través de gigantescas redes telemáticas” (p. 2).
El comportamiento observado dentro del núcleo formado por
asesores, colaboradores, simpatizantes y votantes permite observar
cómo incide la toma de decisiones de acuerdo con la época que vivi-
mos, cada elemento dentro de la estructura conservó sus caracterís-
ticas no obstante la pluralidad de pensamientos, condicionantes e in-
tereses, hubo acuerdo para apoyar la candidatura del independiente
aun cuando se desconocían sus posibles resultados. “La Racionali-
dad es la característica que poseen los individuos para calcular y se-
leccionar los resultados que determina sus pautas de comportamien-
to en la búsqueda de maximización de la utilidad esperada” (López,
2011: 69); bajo esta visión de la elección racional damos cuenta de
cómo los ciudadanos apostaron por dejar el individualismo y en la
colectividad descansaron la toma de decisiones, que al final tuvo una
respuesta óptima.
Una vez que los nodos de esta red se establecieron, sus funciones
se articularon y las acciones que se llevaron a cabo terminaron por
conseguir el objetivo primario: las firmas que avalan la solicitud de
registro del candidato, quien estaba en evidente desventaja ya que
la ley estatal no hace distinción entre los requisitos de un aspirante
partidista y los candidatos independientes quienes no cuentan con la
mega estructura que incluye las firmas de los ciudadanos que avalan
dichas candidaturas. El objetivo principal se estableció en función de
la jornada electoral, llevando a cabo tareas de supervisión y apoyo
en las casillas del distrito y en su momento la asistencia al Consejo
Distrital para observar el desarrollo de las actividades de los funcio-
narios electorales, vigilando que las actividades estuvieran apegadas
al procedimiento electoral.

286
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

Propuestas

El concepto de democracia enmarcado en la Constitución federal


permite idear un estado de igualdad para todos los ciudadanos y,
por tanto, la participación de cada uno de ellos en la cosa pública se
debería garantizar mediante la escucha por parte de los representan-
tes elegidos, pero no existen métodos de participación que propicien
esta cercanía.
“Los romanos disponían de la palabra ‘representare’, de la cual
deriva nuestra “representación” a través del francés antiguo” (Feni-
chel, 1985: 2), así lo indica Fenichel en el inicio de su obra señalando
que el día de hoy el concepto de representación tiene una diversidad
de conceptos que hacen casi imposible contar con una definición
única, ya que no todos los ciudadanos se sienten representados en
la misma forma y en el mismo sentido. Dicho concepto ha evolucio-
nado no sólo por quienes son representantes y representados, sino
por las propias instituciones de donde proviene esa representación.
Es en esta parte de la democracia en donde se debe realizar una
combinación de elementos que permitan sentirse representados a un
grupo de ciudadanos, quienes tienen un mínimo de condiciones para
calificar como satisfactoria una forma de representación:
I. Democracia participativa. Siempre que se pueda y hasta donde
se pueda; son los ciudadanos quienes tienen el control sobre las
propuestas que deben plantearse, pues son ellos quienes tienen
necesidades específicas y cuya solución sólo puede generarse
gracias a la dinámica entre los gobernantes y los gobernados, de-
jando atrás las prácticas que solo beneficiaban a los intereses de
unos cuantos.
II. Rendición de cuentas y transparencia. Estas dos tareas son esen-
ciales para los políticos, en caso de no aprobar de forma satisfac-
toria el ciudadano debe justificar por qué no aprueba las accio-
nes y resultados obtenidos.
III. Ratificación de mandato y revocación del mismo. Cada evalua-
ción debe ir aparejada de un beneficio o bien de una sanción; en
el caso de los políticos se debe observar un sistema que sólo el
ciudadano pueda juzgar y mediante el procedimiento estableci-
do en la ley pueda revocar el mandato a quienes no cumplen o
causan perjuicio por acción u omisión; la contraparte debe ser
287
Lucía Ibarra Ortiz

precisamente mantener un proyecto benéfico dando continuidad


al político que lo lleva a cabo.
IV. Fiscalización continua. Ya que el dienro del pueblo debe utilizar-
se para satisfacer las necesidades del propio pueblo, se debe es-
tablecer un sistema exclusivo para publicar las finanzas públicas
de cada diputad. Dicha contabilidad debe permanecer a la vista
y sin tachaduras o enmendaduras para que conste la forma en
cada uno de ellos realiza erogaciones responsables.
V. Transparencia. Las tareas legislativas requieren de la aprobación
por parte de los ciudadanos a quienes impactarán, por lo tan-
to debe considerarse el uso de plataformas basadas en las nti
y mediante éstas considerar los votos a favor o en contra para
realizar la votación durante la sesión correspondiente, ya que
como indica Alonso (2014): “los movimientos que se conectan
en red para constituirse y hacer que las tecnologías de la red
social son esenciales para ir más allá del control mediático y es-
tatal” (p. 10). Es decir, mediante mecanismos abiertos al público
los ciudadanos deben acceder a la información en tiempo real,
debe abrirse un canal que permita la comunicación continua y la
disposición para recibir mensajes, peticiones y propuestas direc-
tamente entre representante y ciudadano.

Conclusiones

El día de hoy damos cuenta de cómo la alternativa de candidatos


jugó a favor de los habitantes del distrito 10, pues durante la cam-
paña desarrollada por el candidato independiente se deja ver que no
es necesario pertenecer a una organización o grupo político, y tam-
poco es garantía de triunfo el dilapidar dinero de los contribuyentes
invirtiéndolo en campañas basadas en estrategias de mercadotecnia
(sin propuesta ni contenido de interés social), ya que la democracia
se basa en el valor de un voto razonado, fundado no sólo en una
preferencia partidista; también es de un proceso consciente del ciu-
dadano en donde visualiza que requiere de satisfactores a sus nece-
sidades esenciales.
Los comités vecinales son esenciales para mantener la comunica-
ción horizontal y no vertical, puesto que estas tendencias en donde la

288
Acciones colectivas en el distrito 10 de Jalisco

jerarquía impide el conocimiento de lo que sucede con el pueblo no


permite el avance, la rendición de cuentas, la fiscalización, etcétera.
La Ley de Participación Ciudadana impulsada por el diputado
independiente abre las puertas para la participación directa en te-
mas relevantes dentro de la agenda legislativa, dejando las prácticas
que solo atendían de interés para unos cuantos, pues como indica el
autor Gramajo (2009): “hay que tomar en cuenta que los legados no
son un simple resultado de la inercia, son producto de una voluntad
de agencia de actores políticos que requieren promover su propia
agenda” (p. 35), dando cuenta con estas líneas de la importancia que
tiene los intereses de grupos políticos que tienen nexos con la élite
empresarial, con las instituciones financieras, las transnacionales y
todos aquellos grupos que tienen poder.
Para avanzar hacia una democracia de calidad se deben dejar
atrás las herencias y legados que se arrastran a partir de los regí-
menes autoritarios que han precedido a los gobiernos actuales, ya
que actualmente las instituciones se rigen por estas antiguas reglas
que mediante su jerarquía horizontal impiden la comunicación en-
tre gobernados y gobernantes. Como afirma Gramajo, “los legados
son el producto de especificas luchas históricas y su reproducción
es un proceso dinámico que se puede entender sólo si se conoce
quien exactamente está involucrado en los arreglos institucionales”
(p. 36), por tanto se debe considerar que los cambios partidistas no
son necesariamente cambios políticos tendientes a establecer una
democracia, debe haber otras opciones como las candidaturas inde-
pendientes.

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DE%20LA%20COMUNICACI%C3%93N.pdf

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Movimientos sociales del México contemporáneo:
Denuncia, resistencia, construcción de alternativas
se terminó de imprimir en agosto de 2017
en los talleres de Ediciones de la Noche
Madero #687, Zona Centro
Guadalajara, Jalisco

El tiraje fue de 300 ejemplares

www.edicionesdelanoche.com

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