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La solidaridad

La solidaridad nace del ser humano y se dirige


esencialmente al ser humano.
La verdadera solidaridad, aquella que está
llamada a impulsar los verdaderos vientos de
cambio que favorezcan el desarrollo de los
individuos y las naciones, está fundada
principalmente en la igualdad universal que
une a todos los hombres. Esta igualdad es una
derivación directa e innegable de la verdadera
dignidad del ser humano, que pertenece a la
realidad intrínseca de la persona, sin importar
su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o
partido.

1. Garantizar que las políticas e intervenciones incluyan explícitamente a las


poblaciones excluidas y menos favorecidas, y tengan un foco central en la
infancia, desde los primeros años de vida.
2. Priorizar enfoques comunitarios y basados en contextos sociales, en lugar de
aquellos enfoques que plantean una visión de “arriba hacia abajo”.
3. Incorporar el enfoque de equidad en la programación y las políticas basadas
en evidencia.
4. Impulsar la participación de las poblaciones más vulnerables, en particular de
niños, niñas y jóvenes, no sólo como beneficiarios sino también como
agentes de cambio social.
5. Invertir en estrategias inclusivas de protección social, como un componente
clave de la política pública.
6. Priorizar en políticas y programas de reducción de la pobreza y, al mismo
tiempo, involucrar estructuras macroeconómicas a través de la tributación
progresiva, y profundizando las medidas contra la corrupción, las
transferencias financieras ilícitas y la evasión fiscal.
7. Establecer respuestas y políticas integrales para toda la vida y a partir de
enfoques intersectoriales que aborden privaciones multidimensionales y
superpuestas.
8. Desarrollar metas medibles para monitorear el progreso en la reducción de
las brechas de desigualdad social y económica.
9. Promover e incorporar un enfoque de equidad en los marcos institucionales,
organizativos y políticos, más allá de lo desarrollado en temas de género en
las últimas décadas.
10. Desarrollar una terminología coherente de los componentes clave del
concepto de equidad.

Actitud ante los pobres

EnriqueCases

21 agosto 2017

Sección: Vida de Jesús

Actitusantelospobres.encuentra.com.intEl orden social se hace abierto y misericordioso, sin


afectaciones.

“Decía también al que le había invitado: Cuando des una comida o cena, no llames a tus amigos, ni
a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea que también ellos te devuelvan la
invitación y te sirva de recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, llama a pobres, a
tullidos, a cojos, y a ciegos; y serás bienaventurado porque no tienen para corresponderte; se te
recompensará en la resurrección de los justos” (Lc). Muchas pobrezas son fruto de las mil
desgracias de la vida, y aún en el caso de que sean culpables, se debe vivir misericordia con el que
padece necesidad. El orden social se hace abierto y misericordioso, sin afectaciones.

“Cuando oyó esto uno de los comensales, le dijo: Bienaventurado el que coma el pan en el Reino
de Dios”. Pero Jesús le dijo: “Un hombre daba una gran cena, e invitó a muchos. Y envió a su
criado a la hora de la cena para decir a los invitados: Venid, pues ya está todo preparado. Y todos a
una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado un campo y tengo necesidad de ir a
verlo; te ruego que me des por excusado. Y otro dijo: Compré cinco yuntas de bueyes, y voy a
probarlas; te ruego que me des por excusado. Otro dijo: Acabo de casarme, y por eso no puedo ir.
Regresó el criado y contó esto a su señor. Entonces, irritado el dueño de la casa, dijo a su criado:
Sal ahora mismo a las plazas y calles de la ciudad y trae aquí a los pobres, a los tullidos, a los ciegos
y a los cojos. Y el criado dijo: Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio. Entonces
dijo el señor a su criado: Sal a los caminos y a los cercados y obliga a entrar, para que se llene mi
casa. Os aseguro, pues, que ninguno de aquellos hombres invitados gustará de mi cena”(Lc). Este
“oblígalos a entrar” muestra el deseo ardiente de Jesús para que todos puedan gozar de la dicha
de la salvación, las bodas eternas con Dios en el cielo y en la tierra. La invitación a todos es clara
una vez más, no caben excusas, por muy justificadas que parezcan.

¿Cómo puedo ayudar a los necesitados?


“Me gustaría ser electricista cuando salga de la escuela porque quiero
ayudar a construir Salones del Reino.”—Tristan, de 14 años.

“Les envío 20 dólares para la nueva prensa. Es el dinero que me dan


para mis gastos, pero quiero donarlo.”—Abby, de 9 años.

EN UNA época en la que fácilmente se tilda a los jóvenes de egoístas, muchos de ellos,
como los antes mencionados, demuestran ser justo lo contrario. Entre los testigos de
Jehová, un buen número de jóvenes emplean su tiempo, energías y recursos para servir al
prójimo (Salmo 110:3). Veamos algunos ejemplos más.

En Australia, Jirah, de siete años, recibió de su abuelo 50 dólares australianos poco


después de morir su abuela. ¿Qué hizo con el dinero? En la siguiente reunión cristiana lo
puso todo en la caja de contribuciones. ¿Por qué? Jirah le explicó a su madre: “Tengo
suficientes juguetes, pero solo tenía una abuelita. Estoy seguro de que a ella le hubiera
gustado que pusiera el dinero en la caja, porque quería mucho a Jehová”.

Hannah, una niña estadounidense de cinco años a quien le encantan los caballos, tenía la
ilusión de comprarse uno de juguete que costaba 75 dólares. Sus padres le daban de vez
en cuando dinero para que lo metiera en un “cerdito” y así aprendiera a ahorrar. Al poco
tiempo ya tenía ahorrado más que suficiente para comprarse el caballito.

Sin embargo, por las mismas fechas, el huracán Katrina arrasó la costa estadounidense del
golfo de México. Hannah se compadeció de las víctimas y decidió donar todos sus ahorros
(más de 100 dólares) para socorrerlas. Escribió lo siguiente a la sede de los testigos de
Jehová: “Les mando este dinero porque amo a Jehová y deseo ayudar”. ¿Se fija nuestro
Dios en estas muestras de generosidad? La Biblia dice: “No olviden el hacer bien y el
compartir cosas con otros, porque dichos sacrificios le son de mucho agrado a Dios”
(Hebreos 13:16).
Después que dos huracanes azotaran Florida en el año 2004, una jovencita llamada Tiffany,
también de Estados Unidos, envió una carta a la sede de los testigos de Jehová en la que
decía: “A mi hermano Timothy y a mí nos gustaría donar 110 dólares. Aunque nuestra casa
no sufrió muchos daños, vimos lo que les pasó a otras. Queríamos colaborar de alguna
manera, así que comenzamos a ahorrar. Timothy se ganó 10 dólares ayudando a quitar
paneles de yeso en una casa, y yo pude ahorrar 100”. Tiffany tiene 13 años, y su hermano
solo 7. ¿Cuál es el resultado de anteponer los intereses de los demás a los
nuestros? Proverbios 11:25 afirma: “El que liberalmente riega a otros, él mismo también
será liberalmente regado”.

Un grupo de Testigos estadounidenses de entre 4 y 15 años se enteraron de que sus


hermanos africanos necesitaban Salones del Reino, de modo que decidieron hacer algo.
“Nos pusimos a vender galletas y bizcochitos en el jardín delantero de una casa —
relatan—, y ganamos 106 dólares con 54 centavos. Les decíamos a los vecinos que el
dinero ayudaría a construir en África locales para enseñar la Biblia, y muchos colaboraron.
Pasamos allí nueve largas horas, pero valió la pena porque lo hicimos para Jehová.”

Tú también puedes ayudar


Todos los jóvenes mencionados hasta ahora han aprendido por experiencia propia que
Jesús tenía razón cuando dijo: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35). Tú
también puedes descubrir la felicidad de dar. ¿De qué modo?
¿Has oído que hay hermanos pasando necesidades? Por ejemplo, ¿ha habido algún
desastre natural? Imagínate cómo te sentirías si perdieras tu casa, tus pertenencias o
incluso si muriera algún familiar o amigo tuyo. El apóstol Pablo les dijo a los cristianos que
‘no vigilaran con interés personal solo sus propios asuntos, sino también los de los demás’
(Filipenses 2:4). Aunque vivas lejos del lugar de la catástrofe, tal vez puedas colaborar con
una donación para las operaciones de socorro que organicen los testigos de Jehová.*
Hay otras maneras de ayudar a los necesitados. Por ejemplo: si eres testigo de Jehová,
piensa en los miembros de tu congregación. ¿Puedes ayudar a los mayores o a otros
hermanos? ¿Puedes tenderles una mano en las labores de la casa? El apóstol Pablo escribió
a los romanos: “En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a
mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera” (Romanos 12:10). Si ves que alguien
necesita ayuda, toma la iniciativa; ofrécete para efectuar hasta las tareas más humildes.
Recuerda que hay una estrecha relación entre servir a los demás y servir a Dios. La Biblia
dice: “El que muestra favor al de condición humilde le presta a Jehová, y Él le pagará su
trato” (Proverbios 19:17).
Claro está, la mejor manera de ayudar a los demás es hablándoles de lo que sabes de la
Palabra de Dios, la Biblia. Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo
conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”
(Juan 17:3). Ahora es más necesario que nunca que la gente escuche el mensaje de la
verdad de la Biblia, un mensaje que salva vidas. Por lo tanto, sigue predicando
celosamente, con la confianza de que tu “labor no es en vano” (1 Corintios 15:58).

Puedes encontrar más artículos de la sección “Los jóvenes preguntan...”


en www.watchtower.org/yps

[Nota]
Se agradecen mucho los donativos para operaciones de socorro concretas; sin embargo, es
preferible hacerlos al fondo para la obra mundial de los testigos de Jehová, porque de ahí
se extrae el dinero cuando surge la necesidad.

PARA PENSAR
▪ ¿Hay alguien a quien puedas tenderle una mano?
▪ ¿Cómo puedes ayudar?
[Comentario de la página 25]
“No olviden el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque dichos sacrificios le
son de mucho agrado a Dios.” (Hebreos 13:16)
[Ilustraciones y recuadro de las páginas 24 y 25]
¿POR QUÉ AYUDAR?

“Al ver a mis padres dedicar su tiempo y energías a servir a Jehová y al prójimo, se
despertó en mí el deseo de hacer lo mismo. Mi padre me dijo en una ocasión: ‘Cualquier
cosa que hagas por Jehová, por pequeña que sea, será para siempre. Jehová es eterno, y
nunca la olvidará. Pero si solo vives pensando en ti, no te servirá de nada, porque cuando
te mueras, lo que hayas hecho morirá contigo’.”—Kentaro, de 24 años (Japón).

“La verdad es que lo último que deseaba hacer un sábado por la tarde era ayudar a los
mayores con las tareas de la casa. Lo que quería era divertirme con mis amigos. Pero
cuando por fin dediqué tiempo a los hermanos mayores, disfruté mucho. Comprendí que
son personas como yo que también fueron jóvenes. Al conocerlos mejor, me sentí
motivado a ayudarlos.”—John, de 27 años (Inglaterra).

“De pequeño colaboraba en la limpieza del Salón del Reino y en muchas tareas más.
También me gustaba realizar trabajo físico a favor de los hermanos de la congregación.
Cuando ayudas a alguien, ves lo feliz que lo haces. Por ejemplo, una vez otros hermanos y
yo empapelamos el apartamento de una hermana mayor, y se puso contentísima. Al hacer
feliz a alguien, tú también te sientes feliz.”—Hermann, de 23 años (Francia).

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