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Curso de Intercesión 2017

¿Qué es la intercesión?

1. ¿QUÉ ES LA INTERCESIÓN?

Según el Diccionario de la lengua española, intercesión es una


“oración o petición de parte de otro”. En la petición Dios hace algo
por nosotros; en la intercesión Dios hace algo a través de nosotros.
La oración de intercesión es una oración para otros. Un
intercesor es aquel que toma el lugar de otro o ruega por la
situación de otro. Otra definición de intercesión es: “Oración santa,
con fe y perseverante por la cual alguien ruega a Dios de parte de
otro u otros que necesitan desesperadamente la intervención de
Dios.” Según el Catecismo de la iglesia Católica, “La intercesión es
una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la
oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de
todos los hombres, de los pecadores en particular” (numero 2634).

5. NUESTRO LLAMADO A LA INTERCESIÓN

La responsabilidad de todo cristiano


La intercesión no es solo para un grupo selecto de personas o para
ungidos. La Palabra de Dios nos enseña claramente que todos los
cristianos están llamados a ser intercesores. La razón es muy simple:
Dios ama a todas las personas. Dios no envió a su Hijo al mundo para
salvar a un círculo cerrado de discípulos elegidos. Él envió a su Hijo
«para que el mundo se salve por él» (Jn 3,17). Dios «quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad»
(1 Tim 2,4). Así, cada cristiano tiene una tarea específica que ha de
desempeñar en la salvación de toda la humanidad. «Porque la
creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos
de Dios» (Rom 8,19). Como discípulos de Jesús, somos
corresponsables de la salvación del resto del mundo. Para cooperar
en la obra redentora de Jesús, ¿hay un mejor medio disponible aparte
de la intercesión? Dios, en su infinita sabiduría, quiere que haya una
colaboración humano divina en la renovación y redención del mundo.

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Él nos espera para interceder por situaciones y áreas que requieren la


intervención del poder del Espíritu Santo.

El diablo ha logrado afianzarse indirectamente en los puestos altos de


las naciones, corporaciones, organizaciones, movimientos e incluso
en instituciones religiosas en el mundo (1 Jn 5,19). En otras palabras,
Satanás ha establecido su estructura de gobierno en los espacios y
situaciones. Sus principados y potestades y dominadores de las
tinieblas (Ef 6,12) siguen ganando espacio en los puestos de
autoridad de las áreas locales y regiones, ciudades y naciones.

Cuando la Iglesia no intercede por estos entes, los poderes de las


tinieblas tienen la oportunidad de influir sobre ellos. Nuestros
gobiernos y dirigentes son tan a menudo acusados de estafas,
mordidas, sobornos, impudicias, prácticas ocultistas y
comportamientos delictivos de todo tipo. Es importante saber que la
intercesión tiene el poder de cambiar el clima espiritual de un país,
una ciudad o una organización, para impedir la influencia de los
poderes de las tinieblas y lograr un sentido de justicia tanto en los
corazones de las autoridades como en los corazones de los
ciudadanos.

Nuestra llamada
En Redemptoris Missio, el Papa Juan Pablo II enfatizo el papel de la
intercesión en la evangelización efectiva: “La oración debe acompañar
el camino de los misioneros, para que el anuncio de la Palabra resulte
eficaz por medio de la gracia divina.” (№ 78). San Pablo nos exhorta
a “orar constantemente” (1 Tes 5, 17). “Siempre en oración y suplica,
orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
perseverancia e intercediendo por todos los santos” (Ef 6, 18).

Algunas personas han testimoniado acerca de tal ‘peso’, una


sensación de urgencia y convicción que experimentan de orar por la
salvación de las almas, la restauración de la unidad de un grupo de
personas divididas o del reavivamiento en un lugar particular. Hay
personas que se despiertan en las altas horas de la madrugada para
interceder por personas, lugares y situaciones.

Nuestra respuesta
La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de hombres y mujeres,
santos canonizados y otros, que han intercedido por sus prójimos y
han traído muchas bendiciones a nuestro mundo. La pregunta
principal es: ¿Estamos convencidos de las diversas promesas de Dios
sobre la eficacia de la intercesión? “Invócame y yo te responderé, y
te anunciare cosas grandes e impenetrables, que tú no conocías.”
(Jer 33, 3). Pues Él es “…Aquel que tiene poder para realizar todas las

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cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar,


conforme al poder que actúa en nosotros” (Ef 3, 20). Tenemos esta
seguridad de parte de Jesús: “Todo lo que pidáis en la oración con fe,
lo alcanzareis” (Mt 21, 22). San Pablo también infunde confianza en
el intercesor: “Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de
gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda
oportuna” (Heb 4, 16).

El caballo debe ser colocado delante del carro. La intercesión,


por lo tanto, debería ser el detonador y el motor principal de
todas nuestras iniciativas.

6. LA URGENCIA DE LA INTERCESIÓN

No con violencia, sino por mi espíritu


Se dijo que Lord Tennyson solo dijo la mitad de la verdad cuando
escribió: «Por la oración se hacen más cosas que lo que este mundo
sueña*». La otra mitad de la verdad es: «En la oración no se buscan
más cosas que este mundo sueña*». Vivimos en peligro, dejando
fuera de nuestro círculo de oración muchos asuntos importantes. El
Señor habló sobre ello por medio de dos profetas en dos momentos
de la historia distintos: «El Señor ha visto consternado que nadie
interviene» (Is 59,16); «Busqué entre todos ellos alguien que
construyera una muralla y se mantuviera en la brecha frente a mí, en
favor del país, para que no lo destruyera, pero no pude encontrarlo»
(Ez 22,30). El Señor ve todo el mal, pecado y sufrimiento que hay en
el mundo y busca intercesores, aunque sea un único verdadero
intercesor, que intervengan por el bien de los necesitados.

Lamentablemente, existe una creciente tendencia a centrarnos en


nuestras propias fuerzas, conocimientos y recursos más que en los
del Señor. Cuando hay un proyecto, sentimos que lo que es más
importa es nuestra planificación, estrategias de sensibilización,
movilización de fondos, capacidad de gestión y liderazgo, apoyo
profesional y técnico, y así sucesivamente. «Ni con violencia ni por la
fuerza, sino por mi espíritu, dice el Señor del universo» (Zac 4,6).
Es la necesidad de nuestro tiempo
Ahora estamos en un momento interesante de la historia de la
humanidad. Hay más creyentes hoy en día que en cualquier otro
momento. La Iglesia se ha extendido a más zonas del mundo; hoy
más personas alaban a Dios con más fe y fervor; hay evangelizadores
y predicadores de la Palabra como nunca antes; se lleva a cabo más
trabajo misionero en el mundo de hoy; tenemos hoy más que nunca
herramientas de evangelización eficaces, y tenemos fondos más que

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suficientes. Entonces, ¿qué falta? ¡No es otra cosa que la intercesión!


La mayor necesidad hoy en día es más oración. Necesitamos un
mayor número de personas que tomen en serio la intercesión y se
comprometan a dedicar tiempo a orar.
Prescindiendo del aumento del número de evangelizadores,
misioneros, obreros cristianos, infraestructuras y recursos,
pudiéramos ver múltiples resultados si solo se multiplica la oración.
La oración intercesora es el recurso más importante de la Iglesia. Es
la manera más efectiva de prepararse para el Reino de Dios en la
tierra. Puede que no todos tengamos la capacidad de predicar,
enseñar y evangelizar. Sin embargo, la intercesión es algo que todos
podemos hacer. Y créanme, es la cosa más grande que podríamos
hacer. En resumen, la clave para la evangelización del mundo es la
oración intercesora. ¿Usted y yo estamos dispuestos a
comprometernos a comenzar a interceder hoy mismo? Se dice que
«el diablo tiembla cuando ve al más débil hijo de Dios de rodillas».
¡Imagínese lo que pasaría si todos los cristianos realmente
tomáramos en serio el llamado a orar!

Por todo tenemos que. El mundo está lleno de problemas. Hay que
interceder por todas las necesidades del mundo. Interceder por
aquello que sintamos dentro de nosotros, movidos por el Espíritu, por
las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, por los intercesores
para que no se cansen de orar...

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