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Algunas reflexiones provisorias sobre los espacios curriculares opcionales

Prof Mercedes Prol

Para realizar una propuesta sobre espacios curriculares opcionales es necesario hacer primero una
comparación entre el viejo plan del año 2001 y lo establecido en el diagrama denominado Diálogo
entre campos. En la currícula del plan vigente del profesorado de Historia del Instituto Cossettini,
uso provisoriamente este caso porque es el que tengo más a mano, estos espacios corresponden
en la actualidad a diversas materias que están ubicadas en tercer y cuarto año, y se inscriben
claramente en el marco de la disciplina histórica: Historia del Arte, Historia Regional, Historiografía
Argentina, y La construcción histórica de la ciudadanía en Argentina. Estas materias opcionales
cubren problemas específicos que no se abordan del todo en las materias troncales, por razones
de tiempo. Los alumnos ELIGEN ciertos espacios para cursar, deben acreditar dos. Mientras que el
Espacio de definición institucional (EDI) es de cursado obligatorio. Quiero señalar con esto una
cuestión que me parece importante, la carrera ofrece materias opcionales, los ECO, y los
ESTUDIANTES ELIGEN, ARMAN SU RECORRIDO, con ello resalto que se trata de materias
verdaderamente opcionales.

En el diagrama del nuevo plan los espacios opcionales no se pierden, afortunadamente. Se definen
por carreras, y tienen dos formatos: 1- Unidades curriculares de contenido variable, dentro del
campo general, son dos, una ubicada en primer año y otra en cuarto; 2- Unidades de definición
Institucional que se seleccionan por institución y por carrera, las UDI no corresponden a ningún
campo. Aunque se les adjudica de antemano una serie de temas posibles a tratar, todos
vinculados a EDUCACIÓN. Estas últimas son cuatrimestrales, se plantean como seminarios y
representan un 20% de las horas totales de la carrera.

El escrito sobre UCCV y UDI del Diálogo de campos, no despeja algunas dudas: tenemos la
cantidad de espacios opcionales obligatorios que se deben acreditar en el caso de las UCCV, según
el diagrama que nos pasaron son dos, y la carga horaria total de los UDI, con los temas
correspondientes. No queda claro si sólo son materias opcionales para que los docentes de la
institución decidan los contenidos, pero, luego, son fijas para los alumnos, que no tienen la
posibilidad de optar. O, por el contrario, la carrera ofrece espacios con determinados problemas y
contenidos, y los alumnos eligen entre varias opciones, como ocurre con tres de los ECO
mencionados más arriba. Supongo que la resolución quedará a cargo de cada institución.

No obstante esta indefinición, creo que debemos pensar los espacios opcionales como integrantes
de la currícula flexible de la carrera. Si no se puede incluir a todos como flexibles, al menos que
eso suceda con buena parte de ellos. Estos espacios deben ofrecer aquellos problemas de análisis
que no desarrollan o no resuelven las materias de la currícula estructural. Flexible implica que
deben estar articulados de manera sólida a esta última. A partir de una lógica coordinación
horizontal y vertical con el resto de las materias. También pueden estar vinculados con algunas
otras materias del campo general, por ejemplo con Historia Social de la Educación, para evitar de
ese modo la carga excesiva de contenidos a la que están sometidos los estudiantes, tanto en el
plan viejo como en el que se pretende poner en marcha con esta reforma. Ahora bien, resulte
como resulte el diagrama de los espacios opcionales, este tiene que fortalecer el campo específico,
el de la disciplina histórica, no perdamos de vista ese objetivo. Fortalecer el campo específico no
significa cercenar el diálogo con otras disciplinas tales como la Sociología, la Ciencia Política, la
Antropología o la Economía. Los historiadores construyeron y construyen el conocimiento
histórico apoyados en ellas, en sus diversas corrientes internas, en una operación de actualización
permanente. Es necesario evitar que dichos espacios posean contenidos que refieran
exclusivamente a EDUCACIÓN, como indican las problemáticas estipuladas de antemano en los
UDI, es prioridad que el abordaje se realice desde la disciplina histórica. Además de fortalecer el
campo específico, se puede asegurar que los estudiantes del profesorado de Historia seleccionen
libremente qué espacios cursar, y lo hagan conforme a sus intereses, en el trayecto de formación
profesional.

Pueden tener, algunos de ellos, el formato del taller, para romper con la estructura de la clase
expositiva que predomina en los institutos terciarios, ya que en las materias troncales no se
observan generalmente divisiones entre clases teóricas y prácticas. Quizás los docentes realizan
por su cuenta tales divisiones, pero convengamos que las mismas no están contempladas en la
currícula. Con formato taller se pondera el trabajo minucioso de los textos en el aula. Permite un
análisis de contenidos y, al mismo tiempo, un análisis teórico y metodológico. Es preciso quizás
poner énfasis en algo bastante olvidado, un estudiante de historia del profesorado terciario tiene
que saber detectar la cocina de la investigación. En otras palabras, se trata de conocer cómo
construyen los historiadores sus textos: objeto, problema, hipótesis, conceptos, estructura
narrativa, trabajo de fuentes, etc. Esta deconstrucción no sólo sirve para quien decide investigar,
sino también ayuda a armar las clases que los estudiantes van a dictar el día de mañana en la
escuela secundaria, o en el instituto terciario, si logramos ampliar las incumbencias del título, para
que este no quede reducido a un sólo nivel. Algo de esto expusimos en la jornada de cambio
curricular realizada en Santa Fe. El trabajo de textos puede estar combinado con documentales u
otros recursos didácticos anclados en las denominadas nuevas tecnologías. Y es posible enfatizar
en este tipo de lecturas, gradualmente, con distinta intensidad, desde primer año.

Los espacios opcionales pueden resolver, además, cuestiones prácticas: convertirse en


constructores de los nuevos contenidos que se dictan en la escuela secundaria. Me refiero, por
ejemplo, al caso concreto de las materias de ciudadanía: ciudadanía e identidad, ciudadanía y
participación, ciudadanía y derechos, de tercer, cuarto y quinto año. Estas obligan a los profesores
a relevar problemas asociados a otras ciencias: la psicología, la sociología, la antropología, la
ciencia política y el derecho. Me atrevo con el tema porque intento trabajar de ese modo en el
ECO denominado La Construcción Histórica de la Ciudadanía en Argentina.

Ese ECO propone realizar un recorrido histórico por los procesos sociales, culturales y políticos
que contribuyeron a la construcción de la ciudadanía en Argentina, desde la coyuntura
revolucionaria, a comienzos del siglo XIX, hasta la consolidación de la ciudadanía social a mediados
del siglo XX, e incluye los nuevos planteos de ciudadanía multicultural. Recupera cuestiones que
discuten con algunos presupuestos sobre los que se ha basado la explicación de la construcción de
la ciudadanía en Argentina. En primer lugar, su desarrollo no debe ser interpretado como una
sucesión lineal y progresiva de derechos que tienen sus inicios con los civiles en el siglo XIX, sigue
con los políticos a principios del XX y culmina en la posguerra con los sociales, como simple
proceso ampliatorio de aquellos niveles de participación e inclusión del régimen democrático. Se
considera que la emergencia y desarrollo de la ciudadanía ha tenido un trayecto sinuoso de dos
siglos y, a veces, contradictorio, resultado de conflictos políticos y sociales donde no se cumple el
esquema clásico presente, muchas veces, en los manuales de estudio. En segundo lugar, esa
construcción está vinculada a la configuración de la propia Argentina como unidad política y a la
formación del Estado nacional durante el siglo XIX. Así como a la alternancia de regímenes
autoritarios y democráticos en el siglo XX. Entran en el análisis problemas vinculados a la/las
soberanía/s, a la representación política, a las ideas de nación, a los regímenes políticos de
gobierno, la violencia política, y las instituciones estatales. En tercer lugar, este tipo de
reconstrucción excede el campo del Derecho Político y, dentro de éste, del Derecho
Constitucional, las nociones jurídicas necesitan relacionarse con las que provienen del análisis
histórico.

Uno de los objetivos de la materia es reconocer la formación, a lo largo de la historia argentina, de


diversas identidades colectivas, sociales, políticas y culturales, tales como las originadas por los
inmigrantes durante el siglo XIX y XX, los partidos políticos, el movimiento obrero, etc.. Así como
objetos de estudios más novedosos: los pueblos originarios, la emergencia de una cultura juvenil,
sus transformaciones, y la radicalización política, entre otras cuestiones. Es preciso buscar
explicaciones a la articulación entre las identidades individuales con las colectivas. Eso se hace
mediante el diálogo de la historia con otras disciplinas sociales.

En esa dirección, junto con los contenidos específicos, surgen preguntas, de índole teórica y
metodológica, que se inscriben en la relación entre la historia y las demás ciencias sociales. Por
ejemplo: ¿cómo trabaja un historiador en el terreno de las subjetividades?. ¿Cómo intervienen las
variables sociales y culturales en la producción de identidades?. ¿Cómo se configura la memoria
histórica?. ¿Cuáles son los aportes del derecho político a la historia de la ciudadanía?. ¿Cómo
impactan los conflictos políticos en la producción de normas e instituciones?. ¿Cómo podemos
mostrar a los jóvenes que las normas que regulan la vida social son una construcción histórica y no
están dadas naturalmente?. ¿Qué generaciones pensaron proyectos de nación?, ¿qué tipo ideal de
ciudadanos imaginaron?.

Esta propuesta peca por ser bastante autorreferencial. Sin dudas, las modalidades y contenidos se
discutirán dentro de cada institución, conforme al perfil de la carrera y al del graduado que se
pretenda formar. No obstante, resulte como resulte, insisto, los espacios opcionales pueden
pensarse como parte de una currícula flexible, que ofrezcan problemas que no estén presentes en
las materias troncales. Y que, al mismo tiempo, ayuden a evitar la acumulación de contenidos que
se observa en la cantidad de materias que están en cada año. El formato puede ser el de taller, se
tiene que intentar, a partir de los mismos, resolver cuestiones prácticas, y fomentar el diálogo
entre las disciplinas. Considerando siempre que pretendemos “formar” profesores de historia,
esto quiere decir, es imprescindible mediante los mismos fortalecer la disciplina.
Por último considero que dentro de los espacios opcionales no debe incluirse los dedicados a la
investigación histórica, o a una especie de iniciación a la investigación. Me parece que estos
últimos tienen que formar parte de la currícula estructural como seminarios, no hay que
adjudicarles la calidad de optativos. Aunque dicho seminario puede estar articulado a los espacios
opcionales por medio de problemas o temáticas específicas. Y fomentar así el trabajo
interdisciplinario en equipo.

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