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La argumentación, parafraseando a Atienza[1], contribuye a que los juristas sean más conscientes de
su propio quehacer, esto es, dentro de una faceta descriptiva de la argumentación. Así mismo, una
perspectiva prescriptiva nos lleva a concluir cómo deberían decidir los jueces en los casos difíciles. Pero
¿qué se argumenta? Según el maestro español, significa exponer las premisas, normativas o no, de una
inferencia práctica, es decir, de un razonamiento cuya conclusión es una norma. Nos dice, también, que
no es posible estudiar la argumentación jurídica aisladamente, sin ninguna atención a la razón práctica,
así como que la argumentación jurídica nos va servir para resolver conflictos de envergadura compleja.
Y en efecto, prevemos que es así. Los casos sencillos no nos van a exigir más allá de la aplicación de la
subsunción como procedimiento de resolución directa.
Lo anterior implica que si el caso puesto en nuestro conocimiento no es complejo, bastará que hallemos
la solución al conflicto en el sentido previsiblemente literal de la norma jurídica. Pero, ¿qué sucede si un
problema jurídico está caracterizado por la concurrencia de numerosas premisas factuales y si llegan a
concurrir muchas normas jurídicas para resolver el conflicto? Es aquí, según Atienza, donde tiene lugar
la intervención y utilidad de la teoría de la argumentación jurídica para definir, de otra forma, cuáles han
de ser las herramientas conceptuales más idóneas para dar solución al conflicto. El juez deberá así
acudir a las herramientas estándares del razonamiento jurídico para hallar la solución al conflicto.
El producto de estos estándares no se resume sino en una argumentación suficiente, válida e idónea
que ya no necesita solo del concurso de los abogados en la formulación de la pretensión, sino que va a
requerir medir todas las destrezas y fuerzas del juez para hallar una solución equilibrada, justa y
razonable al problema. Debemos valorar aquí el rol que cumple el abogado en atención a que, si el
mismo materializa su deber de formular ordenadamente su pretensión, si desarrolla una capacidad
argumentativa que no solo recurra al esquema persuasivo, sino al mapa conceptual del conocimiento
suficiente y profundo de los hechos, entonces la tarea motivadora del juez se beneficia enormemente,
dado que ante una argumentación insoslayablemente buena, y sobre todo fundamentada en el derecho
y la prueba aportada, no le queda al decisor racional sino conceder tutela respecto de la pretensión
propuesta.
Es conveniente diferenciar, conforme señala Guastini[2], que en tanto la intervención del abogado
respecto a la solución del conflicto es de valoración, elección y decisión, y fundamentalmente de
persuasión, la tarea del juez difiere por cuanto representa una actividad de conocimiento.
En efecto, el abogado valorará la dimensión de solución del problema de su patrocinado desde la óptica
de atender a la defensa de la posición de su cliente, a lo cual debemos agregar que ello es
razonablemente legítimo. A su turno, el abogado deberá construir la argumentación que va a sustentar
mejor la posición de su cliente y de seguro, propiamente no resulte razonable invocar las razones que
desmerecen su defensa. Finalmente, la tarea del defensor es también de decisión dado que deberá
proyectar una posible solución al problema de su defendido desde la perspectiva de cuál es la mejor
solución aplicable al caso.
Distinto es, en cierto modo, el rol que concierne al juez, a quien le compete básicamente una actividad
de conocimiento en la medida que sin perjuicio de lo importante que pueda resultar la actividad
persuasiva del abogado, al decisor racional le corresponde un estudio imparcial y detallado de las
pruebas aportadas así como de la procedencia de la pretensión.
Toda actividad de conocimiento, la cual podemos también entender como averiguar el verdadero
significado de las leyes, se aleja de una actitud valorativa per se. Los jueces, sin embargo, en cierto
modo hacemos una valoración de los argumentos concurrentes para la solución del problema, mas ella
se encuentra racionalmente guiada por una actitud imparcial, muy distinta al interés del abogado por
poner de manifiesto los intereses que conciernen más a la opción de su cliente.
A modo de conclusión
Resulta esencial que el juez desarrolle una labor de examen del problema sobre la base de que su
decisión en modo alguno podrá implicar una conducta parcial hacia una de las partes y si acaso decidiere
que una de ellas tuviere la razón y encontrare consistencia respecto de sus argumentos, entonces deberá
justificar idóneamente por qué adoptó esa posición. Argumentar significa entonces brindar buenas
razones y es sobre ellas que se produce la legitimación de la delicada función de impartir justicia.
https://edwinfigueroag.wordpress.com/2010/09/27/importancia-de-la-argumentacion-juridica/
Las defensas planteadas en un caso penal generalmente se dividen en dos categorías: usted no cometió el
crimen o usted cometió el crimen, pero no debe ser considerado responsable.
Incluso si usted no tiene evidencia documental o testimonial directa que le absuelva, puede utilizar
evidencia circunstancial en su defensa. La evidencia circunstancial solicita al jurado que haga una
deducción razonable de todas las pruebas que justifican que no pudo haber cometido el crimen.
Los tribunales también aceptan testimonios sobre su persona, pero este tipo de evidencia es altamente
subjetiva.
Justificación: Esta defensa admite el acto, pero sostiene que usted tenía una justificación legal
para realizar la acción. Los argumentos típicos incluyen la defensa propia, la de los demás y la
necesidad de defender su casa o propiedad de los intrusos. Ante las justificaciones de
autodefensa, los tribunales normalmente se preguntarán si respondió a la amenaza con una
fuerza razonable.
Excusa: Esta defensa refleja habitualmente una falta de capacidad legal, es decir, que usted no
entendía que lo que estaba haciendo era ilegal. Los tipos de defensas que caen bajo esta
categoría incluyen la locura, la edad, la incompetencia mental, la intoxicación involuntaria, la
coacción o cualquier otro caso de disminución de la capacidad.
Defensas procesales
También puede pedirle al tribunal que lo absuelva si los agentes de la ley o los fiscales han violado sus
derechos durante el proceso penal. Ejemplos incluyen inducción al crimen, doble incumplimiento,
conducta inapropiada del fiscal, manipulación de jurado, procesamiento selectivo (discriminación racial)
y violación de cualquiera de sus derechos constitucionales.
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Las defensas planteadas en un caso penal generalmente se dividen en dos categorías: usted no cometió el
crimen o usted cometió el crimen, pero no debe ser considerado responsable.
Incluso si usted no tiene evidencia documental o testimonial directa que le absuelva, puede utilizar
evidencia circunstancial en su defensa. La evidencia circunstancial solicita al jurado que haga una
deducción razonable de todas las pruebas que justifican que no pudo haber cometido el crimen.
Los tribunales también aceptan testimonios sobre su persona, pero este tipo de evidencia es altamente
subjetiva.
Justificación: Esta defensa admite el acto, pero sostiene que usted tenía una justificación legal
para realizar la acción. Los argumentos típicos incluyen la defensa propia, la de los demás y la
necesidad de defender su casa o propiedad de los intrusos. Ante las justificaciones de
autodefensa, los tribunales normalmente se preguntarán si respondió a la amenaza con una
fuerza razonable.
Excusa: Esta defensa refleja habitualmente una falta de capacidad legal, es decir, que usted no
entendía que lo que estaba haciendo era ilegal. Los tipos de defensas que caen bajo esta
categoría incluyen la locura, la edad, la incompetencia mental, la intoxicación involuntaria, la
coacción o cualquier otro caso de disminución de la capacidad.
Defensas procesales
También puede pedirle al tribunal que lo absuelva si los agentes de la ley o los fiscales han violado sus
derechos durante el proceso penal. Ejemplos incluyen inducción al crimen, doble incumplimiento,
conducta inapropiada del fiscal, manipulación de jurado, procesamiento selectivo (discriminación racial)
y violación de cualquiera de sus derechos constitucionales.
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¿Cómo puede el abogado elaborar la
argumentación del informe oral?
Tras un detenido estudio del asunto, la preparación del informe constituye un ejercicio
de reflexión estratégica, ya que cuando encaramos esta fase debemos sopesar todo el
material estudiado con el fin de plantear la estrategia más acorde con nuestras
pretensiones. Ya sabemos cuáles son los hechos; incluso disponemos de una idea
aproximada de cómo se va a desarrollar la prueba; también sabemos las normas
jurídicas, doctrina y jurisprudencia aplicables al caso.
Con estos antecedentes, en el post de hoy vamos a examinar con detalle una opción
para la elaboración del informe oral en lo que atañe a la argumentación, o lo
que es lo mismo, la fase en la que los abogados fundamentan las ideas centrales de
su discurso a través de un ordenado examen crítico de las pruebas y la aplicación de la
ley, doctrina y jurisprudencia, con el fin de sostener la validez de los hechos que se
hicieron durante la fase de la narración, todo ello con el fin de persuadir y convencer al
auditorio.
Dicho esto, hemos de comenzar afirmando que la elaboración del informe oral no
sigue unas reglas fijas, existiendo múltiples opciones, puesto que como afirma el
refrán «cada maestrillo tiene su librillo». Aquí es esencial el aprendizaje obtenido a
través de la práctica que nos da la experiencia. En esta materia, soy de la opinión de
que cada método será válido si con él el abogado se siente cómodo y
seguro para preparar la exposición. Por lo tanto, si bien podemos dar algunas
ideas a modo de consejo, su eficacia dependerá del provecho que pueda extraerle cada
uno.
La primera idea que hemos de transmitir reside en que la elaboración del informe va
de la mano del estudio del asunto, puesto que a través de esta fase, el abogado
puede ir obteniendo la información necesaria para la preparación del informe. Sólo a
través del conocimiento del asunto, podremos organizar correctamente las ideas,
puesto que de eso se trata, de sistematizar y organizar las ideas esenciales del
caso en cuestión.
La lectura de los documentos rectores y fundamentales del asunto es
indispensable para comenzar a elaborar el informe. Demanda y contestación; denuncia
o querella y declaraciones; demanda laboral, etc., constituyen documentos cuya
detenida lectura nos permitirá extraer sin dificultades los argumentos claves de
ambas partes. La obtención de tales argumentos se encontrará recogida de forma
expresa en dichos escritos o, en su caso, podremos intuirla gracias a esa habilidad que
disponemos los abogados para saber donde se encuentran los elementos esenciales del
debate. Una vez dispongamos de los mismos, deberán sistematizarse a través del
correspondiente esquema, cuya finalidad será ilustrarnos de forma rápida sobre los
argumentos que ambas partes sostienen.
Una vez concluido el esquema, disponiendo de todos y cada uno de los elementos
necesarios para defender el caso y exponerlo oralmente, es cuestión de elaborar el
informe oral por escrito, siguiendo las reglas de división del informe que hemos
examinado en nuestro post
Concluir recordando que esto no es más que una opción, y que el proceso que se siga
dependerá del estilo y experiencia de cada abogado. No obstante, en ocasiones, poner
por escrito la estructura de nuestra forma de trabajar puede ayudarnos a tener una
visión más completa y eficaz de nuestro trabajo. Espero que pueda serviros de ayuda.
Encuentra este y otros artículos del autor en su página web y conoce sus
obras en la página e-autor.
http://www.legaltoday.com/blogs/gestion-del-despacho/blog-manual-interno-de-gestion/como-
puede-el-abogado-elaborar-la-argumentacion-del-informe-oral
otro pdf
file:///C:/Users/raval/Downloads/4579-11469-1-PB.pdf