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MISAL ROMANO
I. Manejo del Misal Romano: cuatro claves de lecturas de su nueva Ordenación General
1ª. El Misterio
El ambiente de misterio hay que entenderlo no tanto como secretismo sino como atracción
de nuestro corazón por el Misterio de Cristo (cf Jn 12, 32) y como experiencia de Dios que purifica,
transforma y diviniza todo nuestro ser y nuestro obrar. La Iglesia, en la celebración, siente
internamente los latidos del Dios viviente. La liturgia es espacio privilegiado de teofanía y
experiencia de Dios. Léanse, como obertura de la ordenación, los números 16 y 91.
La Ordenación general del Misal Romano dista mucho de ser un mero rubricismo; es, sobre
todo, una “teología de la celebración”. Para descubrir toda la grandeza de la Teología de la
celebración, recomendamos la lectura serena y sabrosa de lo que podemos llamar “los tres números
de oro” de la Constitución conciliar sobre la Liturgia: 5, 6 y 7. también los números del Catecismo
1076-1109. En el Compendio, los que van del 218 al 249. En esta dimensión teológica nos sitúa el
cap.1 de la Ordenación (Importancia y dignidad de la celebración Eucarística).
2ª. El respeto
“Tradidi quod et accepi” (1Cor 15, 3). San Pablo recibe y transmite no sólo el misterio sino
también el modo de celebrarlo. San Pablo, siendo San Pablo, no se considera dueño del misterio
sino servidor del mismo; por eso no transmite “su” forma de celebrar sino “la” forma de celebrar la
Iglesia. Así ha de ser todo ministro sagrado. Pero lógicamente para ser un fiel y seguro servidor del
Misterio, se ha de conocer muy bien la forma eclesial de celebrarlo. Por ahí se ha de empezar, por
conocer de verdad y a fondo el modo eclesial de celebrar. No es suficiente con airarse contra las
transgresiones normativas; es preciso conocer consciente y cordialmente las normas celebrativas de
la Iglesia. La ignorancia advertida y consentida de las normas es una ofensa grave al Señor. Léase
La Introducción a la Ordenación para despertar esa actitud y ese deseo de conocer la voluntad
celebrativa de la Iglesia.
creatividad en la fidelidad y para la elección de materiales celebrativos, Léanse, en este sentido, los
capítulos VII (Elección de la Misa y de sus partes) y IX (Las adaptaciones que competen a los
obispos y a sus conferencias) de la Ordenación.
Y junto al conocimiento y observancia de las normas, la explicación de las normas. Hay que
desplegar una gran acción formativa; no sólo formación especulativa sino formación mistagógica.
Es tarea lenta, paciente, silenciosa, tenaz, artesanal, sacrificada, pero a la larga es la que mejores
frutos da. El reciente Sínodo ha propuesto, por eso mismo, un “itinerario mistagógico” (proposición
16). Un buen curos de formación mistagógica se puede desarrollar siguiendo el cap. II de la
Ordenación (Estructura de la Misa, sus elementos y partes).
3ª. La Calidad
Los verdaderos tesoros de la Iglesia son los tesoros celebrativos. Tesoros que han de ser
mostrados y ofrecidos al pueblo cristiano para que disfrute de ellos y se beneficie espiritualmente.
Entre los tesoros celebrativos destacamos las diez plegarias eucarísticas; plegarias que deben ser
empleadas inteligentemente para provecho tanto de fieles como de pastores.
Además de las plegarias eucarísticas, los distintos formularios de misas: misas rituales,
votivas, por diversas necesidades, de difuntos. Ayudará también para una celebración enriquecida y
mejorada el estudio del cap. IV de la Ordenación (Misas y oraciones por diversas necesidades y
misas de difuntos).
Comprende una sección introductoria con los documentos de promulgación del libro y las
respectivas normas, el cuerpo del misal donde están los formularios litúrgicos y un apéndice, al que
siguen los índices.
1. SECCIÓN DOCUMENTAL
Enseguida aparece la Constitución Apostólica “Misal Romano”, de Pablo VI, por la que se
promulga el conjunto del misal, o sea, todos los libros que se usan en la misa, y se especifican las
palabras esenciales de la plegaria eucarística que constituyen la consagración. En este importante
documento el Papa justifica la reforma del Misal y hace historia de ésta desde san Pío V hasta el
Concilio Vaticano II. Después explica las principales innovaciones: plegarias eucarísticas,
simplificación del Ordinario de la misa, homilía, oración de los fieles, acto penitencial, ampliación
del leccionario y del gradual.
Luego viene la Institución General del Misal Romano. El mismo documento aparecido en
1969, pero ahora dotado de un Prólogo de 15 puntos, en el que se muestra históricamente la
identidad y continuidad de la tradición católica desde Trento hasta el actual misal, al tiempo que se
explican algunas realizaciones y cambios, recordando cómo la acentuación del aspecto memorial
no significa exclusión del sacrificio o de la presencia real. El documento consta de 8 capítulos que
describen todos los elementos de la celebración de la misa y exponen todas las principales normas
para su desarrollo ritual.
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El “Propio del tiempo”. Es la parte fundamental del misal, el ciclo que desarrolla el misterio
salvador en su totalidad en torno al sagrado recuerdo de la vida y de la obra de Cristo (Cf S C 102).
Todas las secciones han sido enriquecidas al máximo, dotando de formulario completo, o al menos
de colecta , a todas las ferias de Adviento, Navidad, y Pascua, ya que el Misal anterior, sólo hacía
eso en la Cuaresma. Al mismo tiempos e hace descansar toda la fuerza de cada tiempo litúrgico en
los domingos, revalorizados y elevados de categoría litúrgica, especialmente en Adviento y Pascua
(Cf S C 106).
El adviento tiene tres grupos de formularios: el de los 4 domingos, el de las ferias hasta el
16 de Diciembre y el que comprende las ferias desde el 17 hasta el 24 en la misa de la mañana. Este
grupo y el primero contienen formularios completos; el segundo ofrece una colecta propia para cada
día de la semana, siendo comunes los textos restantes. La orientación de los textos está marcada por
el predominio del tema de la última venida de Cristo en la primera parte del Adviento, y por la
preparación de la navidad a partir del 17 de Diciembre. Destaca el domingo IV de Adviento por su
colorido mariológico y, en general, la temática cristológica de todos los textos.
El tiempo de navidad-epifanía comprende una serie de formularios festivos y otra serie para
las ferias. La serie festiva reutiliza bastantes textos del misal anterior, especialmente el día de
navidad en las cuatro misas, pero incorpora bellísimas del Sacramentario Veronense atribuidas a
San León Magno. Las novedades mayores de este ciclo están en las misas de los domingos de
navidad, en la solemnidad del 1 de Enero y en la fiesta del Bautismo del Señor, domingo que cierra
el ciclo. La serie ferial contiene doble colecta, una para las ferias antes de la Epifanía y otra para los
días siguientes. La temática es la propia del ciclo.
Los formularios del triduo pascual hacen de gozne entre la cuaresma y el tiempo de pascua
que comienza con la vigilia pascual. Los formularios presentan una simplificación mayor incluso
que la del Ordinario de la semana santa de 1955, habiendo bastantes textos nuevos y estando
modificados algunos, como las oraciones del viernes santo. La vigilia pascual, estructurada más
claramente que en la reforma de 1951, separa cada parte, indicándolo expresamente y conteniendo
unas moniciones antes de la primera y de la segunda. Las oraciones reutilizan textos procedentes de
las vigilias de pascua y de Pentecostés del misal de 1570, y ofrecen, siguiendo en orden de lecturas,
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la posibilidad de elegir entre dos o tres fórmulas. La plegaria de bendición del agua es una
refundición de la antigua plegaria contenida en el Sacramentario Gelasiano
El tiempo pascual contiene dos series de misas; una dominical, en la que se incluye también
la solemnidad de la ascensión –trasladable a domingo- y otra ferial. Esta última serie comprende
tres bloques de formularios: para las ferias de las semanas II, IV y VI de pascua, para las semanas
III y V y para la semana VII. De este modo se incluyen colectas propias para cada día, siendo
comunes las otras dos oraciones (sobre las ofrendas y poscomunión) dentro de cada día de la
semana.
La última sección del Propio del tiempo la comprenden los formularios de los domingos
del tiempo Ordinario y los de las solemnidades del Señor que tienen lugar en este tiempo:
Santísima Trinidad, Corpus Christi, Corazón de Jesús y Cristo Rey. Los formularios de los 343
domingos –en realidad, 32, ya que el domingo I es la fiesta del Bautismo del Señor, y el 34 la
solemnidad de Cristo Rey; en su lugar hay un formulario para la semana correspondiente- forman
un bloque sucesivo, de manera, de manera que se resuelve fácilmente la interrupción de la serie al
llegar la cuaresma. Los textos proceden del antiguo misal en su mayor parte. En cuanto a los
formularios de las solemnidades del Señor, ofrecen pocas novedades, entre las que hay que destacar
los textos de la misa del Corazón de Jesús.