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I
El paso de un hombre Tomado de:
Rollo, May.
(l 988),
Libertad
Todo lo que yo hago con mis dis- y desrino en
psicoterapia.
. cípulos es librarlos de la esclavirud
Desclle.
por cualquier vÍa que el caso lo re- Págs. 53-93.
quiera. Cap.2y 5
Mientras estás encadenado con
una cadena, ya sea de oro, ya de
hierro, permaneces en cautividad.
Tus acciones virtuosas son la cadena
' de oro y tus viciosas la de hierro. EI
que sacude ambas cadenas, de lo
bueno y de lo malo ha alcanzado la
Suprema Verdad.
Et libro de Ángel Silesio
FRro¡rucn FMNCK
ella- Ella porfiaba que no podía ser monógama a menos que se casara
con ella, un paso que él no Se veÍa dispuesto a dar, pues sus dos ante-
riores matrimonios los consideraba como fracasos parciales y ahora se
encontraba con que había formado una familia con tres niños.
Felipe representa Ia imagen de un hombre radicalmente no libre.
se parecía, como la gente que viene regularmente a la terapia, a un
Gulliver encadenado por infinitos lazos, que no le dejan moverse para
un lado ni para otro. Cada pensamienlo centrado en Nicole le parecÍa
átarle más apretádamente.
Felipe, aiquitecto, se me reveló como ün símbolo de agotamienro
psicológico, cuando en una de nuestras primeras sesiones me mostró
iotos ¿é aigünas iglesias que él había diseñado. Los edificios daban la
impresión de un arrebatador movimiento hacia el cielo, un anhelo de
atravesar el cielo con sus camÉanáiios: Pude comprender por qué tal
arquitectura Se denomina muchas veces "múSica congelada". Los ci'
mientos de estos edificios., por otro lado, atractivos e imponentes, pare-
cÍan excesivámente pesados. La piedra y el hormi$ón parecían descar-
gados sobre el suelo, atados a la tierra. A medida que yo le oía, se me
iepr"sentaba en mi mente como un símbolo de él: un hombre de po-
deroso idealismo, subiendo al cielo, que prometía libertad, pero ál mis-
mo tiempo desintegrado, con una cadena que le ataba sin remedio al
barro y piedras del suelo.
Medio año después que él y Nicole se encontraran pasaron juntos
un verano en la finca de retiro, quedando los hijos de ella con su padre.
Cada mañana Nicole se ocupaba de sus escritos, Felipe, en un estudio
aparte en el campo, trabajaba en sus diseños arquitectónicos. Una vez,
al comienzo del verano, Nicole suscitó la cuestión del matrimonio; Fe-
lipe soslayó distraÍdamente el tema, dando Como razones SUS prece'
dentes experiencias matrimoniales, y que, aunque estaba encariñado
con sus dos hijos (de ella), no podÍa imaginarse formando una nueva
familia. A excepción de este encuentro habian pasado juntos un verano
idílico.
Al parecer habÍa obtenido de Nicole calor y ternura en abundancia.
Las relaciones sexuales parecían haber sido las mejores que jamás ha-
bía experimentado, una veces extálicas, otras dándoles a los dos un
sentimiento de estar totalmente sumergidos el. uno en el otro, pero
siempre ricas y vigorizantes. Las discusiones intelectuales habÍan sido
particularmente gratificantes para é1 aportando ella Sus Sugerencias
para la solución de los problemas en los proyectos arquitectónicos.
pstcOl-OCía HUMANISTA
' Compilación de artículos ' Vol. 2 75
PSICOLOGÍA HUMANISTA
Mientras hacían el amor ese mismo día, más tarde, ella le susurró
al oído que le amaba más de lo que había amado a ningún otro, y que
no amaba a ningún otro. Si podía hacer penetrar eso en su cabeza, ella
estaba convencida que sus problemas tendrían solución.
Un tercer incidente ocurrió cuando Nicole, después de pasar un fin
de semana excepcionalmenre tierno y extático con Felipe en la casa de
éste, Ie pidió la llevara en coche a reunirse con algunos amigos del col-
lege donde solía enseñar. Los amigos la llevarían luego las otras cin-
cuenta millas que quedaban para su casa. ParecÍa nerviosa y la cosa
terminó en que se encontró con un solo amigo, Wilbur, que había sido
su apasionado amante hasta el tiempo en que ella marchó de su prime-
ra ciudad a la actual vivienda. Muchas veces había dicho a Felipe los
mares de lágrimas que había llorado inútilmente para persuadir a Wil-
bur que dejara a su mujer y se casara con ella. Cuando llegaron a la casa
que iba, Felipe le deseó toda ventura; el encuentro con un viejo amante
era siempre una ocasión, pero añadió que esperaba que no fuera a Ia
cama con Wilbur.
I John Bowlby, Attachement, vol. 1 de Aitachemeni and Los series (New York,
Basic Books, 1 969), p. 223.
4. Pequeño Felipe.
Cogí la foto dé retipe que yo le había pedido anteriormente que me
trajera. Le dije: "F.elipe, este niño pequeño en el perÍodo que tú circuns-
cribiste, está,amurallado. Te ruego que lo llames a pensar ahora. Déjale
sentarse en ese otro sillón. Háblale y que él te hable a ti".
En esta conversación entre Felipe y su imaginario interlocutor, el
niño de muchos años antes, habló primero el niño pequeño y dijo lo
terrorífico que era vivir día tras día en aquella atmósfera con aquellas
dos mentecatas histéricas en casa. Permanente imprevisibilidad, in-
constancia, inseguridad y, sobre todo, soledad. "Felipín", como le lla-
maba ahora Felipe, decía lo tremendamente solo que se sentÍa, el aire
emocionalmente frígido con que se iba a la cama por la noche con el
sent¡miento que no había ninguna otra persona en la casa. Las otras
dos personas parecÍan estar millones de millas lejos. Generalmente la
única relación que tenía con su madre y con su hermana consistía en
prepararse para los momentos en que ellas estaban enfadadas.
Pero lo más notable en aquella sesión fue la metamorfósis del pe-
queño Felipe. Mienras Felipe escuchaba la mayor parte del tiempo
durante esta extraña conversación, el pequeño Felipe parecía superar
su angustia. Ahora él posaba en posición de loto, parecido a un Buda
pequeño, más sabio de lo que pedían sus años. ¿Provenía esta sabidu-
ría de haber observado todas las cosas acontecidas en aquellos dos
primeros años y haberlas guardado depositadas en su corazón?
El pequeño Felipe se convirtió en una especie de guía y amigo de
Felipe. Ahora estaba sentado junto a Felipe. Estaba tranquilo, amable,
pero sin reír, emanando sentimientos de paz, como si durante todos
esios años, ignorado por el Felipe mayor, hubiera triunlado sobre los
problemas que tanto turbaban al Felipe mayor, el miedo del abandono
y el talante imprevisible de las mujeres, Ia cruel sbledad.
'Sí, él habiatriunfado de sus problemas", dije yo, "supuesto que no
sucumba usted, pues él es usted, sino que tenga éxito en la vida a pesar
de sus problemas".
y a la madre:
usted como el niño pequeño pidiendo a Maude
"Pé§ame, zúirame' ton tat que me dejes continuar viviendo
usted-qrre ser men-
aqu?'. Sí, ahora sé que en-aquella casa tuvo
tiro.so para sobrevivír: tenía que ocutar
lo que en el fondo sentía
libertad' Siempre trataba
y pensaba qrá .,o era renuntiar a su
de las otras personas
usieA de préveer cuál iba a ser la reacción
detrás de tan laudables pala-
antes de huuiu. uit.d se ocupaba
..responsabilidadn, ..déber,', ..bien nacido,,, y así por
bras como
estos papeles repre'
el estilo. pero uited renía que haber odiado
sentados con Maude Y su madre
F.: Por Cristo, sí-
ese sillón' Ha nnuerto hace
R.M.: Imagine agora a Maude sennda en
siente'
dos méses. HaUttle y diga lo que de veras
F.:Muybien.Maude.b¿iésiempreelveniraverte.Nuncatuve
penas. Yo
valár para decírtelo, tú te encontrabas con bastantes
hermano' Tú
me propuse-ser para tí el amable y responsable
del mucho que odia'
hablabas de los tiastornos de tus vísceras,
iba robando de tus
bas a los médicos, de lo que tu sobrina te
dineros y de todas las personas que te habían
traicionado' Yo
que tenía aún que
miraba disimulada*.ni. mi reloj para ver 1o
aguantar de aquel mundo paranoico"'
EldesahogodeestacóleraleproporcionabaaFelipeuncomienzo
que podía expresar todo lo
de ribertad. Al finar comenzó a daise iuenra
una cárcel. Faltaba toda'
que sentía. Pero eratodavía libertad dentro de
vÍadarconlafuentedelacóleraquelellevaraauncambiodevida'a
lavoluntadcapazdeabandonaralasolasellechónqueunoestáempu-
preocupacio-
jando, y de lañzar por la borda rodo el bagaje y todas las
nes mínimas.
de su excursión a
De vuelta a aquella re§ión, una semana después
de su aventura con
Trinidad, donde Ñicole le había contado la historia
Felipe le había pregunta-
el hombre en el jardín de césped de enfrente,
do directamente si Ia historia era verdadera o
fingida. Nicole' sorpren-
preguntó a su vez con aire
dida, le dijo que por supuesto era fingida y le
realmente tal cosa' El
rerórico si conocía él aiguien que hulierá hecho
había replicado: "SÍ, mi hermana"'
EstoabriÓunanuevadimensión,laidentificacióndeMaudecon
Nicoleylaprobabilidaddeciertaproyecciónsobre|i1o]equeahora
los
habia cazado
venía de su hermana Maude había siáo promiscua;
mortalmente afligido alver
hombres por la calle. Felipe se encontraba
gría, no parando hasta lograr lo mejor posible cara a ponerlo por obra,
sin mirar lo que sobre ello se hubiera dicho. Lo más sorprendente de
todo es:que él era el mayor estírhulo para el sentido del humor de Feli-
pe. El mozo verde-azul reía en su derrota, algo así como.Zorba el grie-
go. Ya podría pincharse intrépido cuando chocaba con el suelo; podía
"arriesgarlo todo a caru y cruz" al estilo KiplinS. Parecía estar libre de
todo bagaje conformisra. Espontáneo, parecÍa moverse como para bai-
lar y estar en todo momento como rompiendo a reír.
' Un par de semanas después de que hubiera hecho su aparición el
mozo verde-azul en la imaginación de Feliile, éste escribió en su diario
Io que sisue y luego me lo leyó a mí:
El mozo verde-azul viene a mí cuando me hallo en baja forma, cuando no me
siento capaz de nada excepto de reaccionar con rabia ante las cosas. Puedo estar
bajo como el personaje de Dickens, Uriah Heep, rebajándose adulatoriamente,
capaz sólo de hacer la voluntad de otro cualquiera. De repente el mozo verde-azul
aparece y me cambia por contagio. Justamente al ver su cara y sus movimientos
energéticos, de pronto mé siento como hombre, riendo de mi tribulación y de mi
derrota. Mi estima propia renace, Me siento fuerte, capaz de competir. Entonces
no existe para mí,lo que suena a derrota, porque dentro de mí encuentro salida
para todo. Incluso una derrota hacia el exterior en la vida es una victoria para mis
adentros, pues lo veo como hecho por mí , es mi acción. El mozo verde-az ul y yo no
conocemos otro mundo que el del puedo: sólo conocemos posibilidades. No existe
el mundo del no puedo para el compañero verde-azul y para mí cuando estamos
juntos.
7. Soledad y renacimiento
y Ambos operan
. ¿Qué relaciÓn media entre libertad determinismo?
en ru-restras vidas en el día de hoy. Si rehusáramos aceptar uno de los
dos, libertad o determinismo, disminuirÍamos nuestras posibilidades
de vivir. Sin el determinismo y la posibilidad de presidir los pasos
registrados en la lista de vuelo que lleva nuestro avión, por ejemplo,
nu"estras vidas caerían en la anarquía. Pero sin la libertad
y la exube-