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La filosofía cristiana remite a una nueva etapa del pensamiento, a un nuevo capítulo en
la Historia de la Filosofía, a una nueva forma de interpretar el mundo perfectamente
diferenciado de la filosofía griega. Sin embargo, no hay que olvidar que es dentro del
área de influencia griega donde irrumpe el cristianismo. Por eso, es preciso analizar las
relaciones entre cristianismo y filosofía.
Consultar en el texto básico de la asignatura, recursos en plataforma y otras
fuentes los contenidos de la Unidad VIII
1-Para la época había dos concepciones por las cuales se podía percibir la filosofía. La
primera se inclinaba a objetivizar a la filosofía como una enemiga para la fe. La
segunda -y la apoyada por San Agustín- establecía que la misma podía ser una
herramienta útil para defender al cristianismo. Es por esto que se puede afirmar que no
hay una brecha entre la razón y la fe bajo las creencias de este santo, sino que, son
cuestiones que van de la mano y se confabulan para beneficio de todos.
2-Dentro del discurso de San Agustín y su filosofía hay una gran inclinación hacia la
Interiorización, la cual, explica que la purificación del alma es la única forma de alcanzar
la felicidad. Además, aquí se menciona que solo mediante esta práctica se puede llegar
a la certeza. Un hombre no podía saber la verdad ni alcanzar la felicidad plena a menos
que fuese un hombre de fe.
3-San Agustín y su filosofía postran a Dios como el principal dador de amor en el universo.
Dios no solo es la verdad aspirada, sino que además es la meta final para la vida del ser
humano. Todo empieza y termina en Dios.
4-Considera que la creación y el universo son creados por Dios. Habla, incluso de cómo
la evolución sucede según las manos de Dios.
5-Su filosofía a pesar de estar fuertemente influida por el cristianismo también toma
aspectos del Platonicismo y el Estoicionismo y los adapta al modelo de vida de la fe.
4- En la cuarta vía Santo Tomás argumenta la existencia de Dios desde los grados de
perfección, esto quiere decir que el hombre imperfecto procede de algo perfecto,
ningún hombre es totalmente bueno y bello pues la suprema bondad y la suprema
belleza solo las posee Dios y lo que el hombre posee solo es un reflejo de Dios de
forma limitada, por lo tanto para que lo bueno y bello exista en el hombre este debe
acercarse a Dios; si lo bueno y bello no procedieran de Dios entonces de dónde lo
hacen, no podrían engendrarse en la nada.
CONCLUSIÓN
La ciudad terrena aspira a una paz que coincide con el bienestar corporal. La ciudad
celestial aspira, en cambio, a una paz eterna que se obtiene después de la muerte.
Estos dos esquemas intuitivos (ciudad terrena y ciudad divina) sirvieron a San Agustín
para señalar la oposición política entre el Estado y la Iglesia.