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Todo individuo con una formación académica para ejercerla con un fin en
cierta área del ámbito profesional debe cumplir con reglas éticas que forman
parte de la deontológica que rige su profesión. Es importante resaltar que en
cada profesión están presentes faces bastante diferenciales dependiendo de
la actividad a ser empleada, de los principios básicos de mencionadas reglas
éticas, tales como no ocasionar perjuicios o impedir actitudes dañosas
tomando en cuenta intereses particulares. De modo que es necesario pre-
establecer dichas normas particulares, basadas en las normas técnicas
generales, para cada tipo de profesión a ejercer, incorporándose a los
Estatutos de los Colegios Profesionales para hacer saber tales códigos.
No cabe duda que también existen reglas éticas generales que toda
persona adopta en su proceso de crecimiento, en el seno de familia que se
desarrolla y los valores que se imponen dentro del mismo, conociendo lo que
es bueno y malo basado en fundamentos que no necesariamente recaen ante
los valores morales que dictan los reglamentos.
De manera, que cada ente establece su propia conciencia moral durante su
periodo de crecimiento y les da forma a sus criterios, ya sea hacia sus
convenientes posturas éticas determinando lo que para él es correcto o no es
correcto (cabe resaltar que para juzgar un acto, moral o inmoral, se debe
poseer conocimiento y libertad, conocimiento que ayude a esclarecer las
diferentes alternativas que se pueden propiciar ante su obrar y las causas que
conlleva cada una de ellas, y la libertad de poder decidir cualquiera de estas
sin estar sujeto a cierta presión) o impuestas por la cultura en la cual fue
inmerso.
No cabe duda que para salir de una cognición moral que solo se base en la
simple aceptación hay que acceder a un nivel de compromiso e independencia
de sí mismo, que, de paso a una moral autónoma, aislándose de la estricta
aprobación de los modelos tradicionales aprendidos para entrar en una acción
transformista de nuestra propia realidad, implicando un sentido propio y
responsable hacia nosotros mismos, un deber que ya recae en lo personal.