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Son muchos los datos que sobre su propia vida nos legó Nebrija, recogidos en los
prólogos y en las cartas preliminares de algunas de sus obras. Así, en la carta
dedicatoria con que se abre el Vocabulario español-latino (1495), que dirige a
Juan de Zúñiga -maestre de la orden de Alcántara, al mismo tiempo que protector
y amigo-, el humanista traza una breve semblanza de su persona. En ella evoca
su niñez, transcurrida en tierras de Lebrija, a la vez que recuerda su adolescencia,
que dedicó por completo al estudio: primero, en Salamanca; después, en Italia. De
este modo, nos consta que nació en el año 1444, aunque quepan ciertas dudas a
este respecto, pues existen documentos que llevan la fecha de su nacimiento a
1441. Sin embargo, de atender a su testimonio, no cabe duda sobre la primera
datación:
Su niñez se dibuja con trazos más emotivos y delicados en las poesías que
compuso en honor de su tierra y de sus padres a su regreso de Italia. Son
su Antonii Nebrissensis salutatio ad patriam multis ante annis non visa et
memorata infantia sua, y la intitulada De patria antiquitate fertilitateque eius et
parentibus auctoris, donde recuerda su casa, sus primeros pasos e incluso las
canciones de su madre. Gracias a estas composiciones panegíricas de notable
brevedad, conocemos algo acerca de sus hermanos y hermanas (muertos muy
jóvenes) y de sus padres, de quienes dice eran de mediana condición.
De ese modo, se sabe que Antonio Martínez de Cala y Jarava aprendió los
primeros rudimentos de las letras latinas en su pueblo natal. Este recuerdo
permanece en la carta que escribió al Rey Católico con motivo de su
nombramiento como historiador regio en 1509:
"Así que en edad de diez y nueve años yo fui a Italia, no por causa que otros van,
o para ganar rentas de iglesia o para traer fórmulas de Derecho civil y canónico,
más para que, por la ley de la tornada, después de luengo tiempo restituyese en la
posesión de su tierra perdida los autores del latín, que estaban ya muchos siglos
había desterrados de España". Vocabulario español-latino.
Fue precisamente esa estancia en Bolonia, como becario del colegio español de
San Clemente, la que hubo de marcar sus pasos posteriores. De hecho, ese
periplo italiano determinó que, en España, Nebrija fuese el principal valedor de
muchos de los fundamentos del Humanismo, al que Petrarcahabía insuflado no
pocas energías en el siglo XIV. Nicolás Antonio, en la biografía de Nebrija inserta
en su Biblioteca Hispana Nova, arroja luz sobre algunos aspectos más de esta
etapa de formación. Nos recuerda que visitó numerosos centros de estudio y que
pudo traer consigo "los excelentes frutos de las lenguas latina, griega y helena y
los de la erudición de todas las artes liberales". Todo ello fue posible gracias a
profesores de la talla del gramático Martino Galeoto. Del mismo modo, Nicolás
Antonio recuerda que penetró en los secretos de la Teología, de los dos Derechos
(utriusque iuris) y del arte de la Medicina.
"Y cierto así es que no solamente los enemigos de nuestra fe tienen ya necesidad
de saber el lenguaje castellano más los vizcaínos, navarros, franceses, italianos y
todos los otros que tienen algún trato y conversación en España y necesidad de
nuestra lengua si no vienen desde niños a la deprender por uso, podránla más
aína saber por esta mi obra".
Para retomar el hilo de las obras de este período de otium, compuestas junto al
maestre de Alcántara, señalemos su Muestra de Antigüedades de España (1499),
que constituye un claro ejemplo del interés humanístico que despertaban los
restos arqueológicos, en los que se buscaba testimonio de un pasado cultural
glorioso; en el fondo de esta preocupación por los vestigios de la Antigüedad latía
un claro sentimiento nacionalista que Nebrija no había dudado en manifestar en
alguna que otra ocasión, como en el prólogo a su Gramática ("Y porque mi
pensamiento y gana siempre fue engrandecer las cosas de nuestra nación [..]").
Otras muestras del interés de este humanista por las ruinas son varios poemillas
dedicados a determinados monumentos romanos, que compuso por esas mismas
fechas: el De Emerita restituta, su De Traiani Caesaris ponte y el De statua
Amaltheae, incluidos todos en la edición de su poemario de 1491. Por último, hay
que recordar una nueva obra dedicada a Zúñiga: su Isagoge Cosmographiae (ca.
1498), que, como han recordado algunos críticos, responde al interés suscitado
por la materia geográfica y astronómica en una época marcada por los grandes
viajes y descubrimientos.
Por estos años, brilló también con especial fulgor el Nebrija polígrafo, entregado a
materias científicas como la astronomía; de hecho, su aportación fue decisiva para
la recuperación de la figura y la obra de Ptolomeo, con la indicación exacta de las
latitudes y longitudes para cada lugar del orbe. Al respecto, Nebrija ofreció el
epítome In Cosmographiae libros introductorium (1499), obra en la que el punto de
partida se halla en el signo de aries en la esfera celeste y en la isla de Hierro en la
terrestre. En esta obra se alude a los descubrimientos en el Nuevo Mundo, lo que
le confiere un valor añadido.
"Non possum non magni facere tuum de me iudicium, clarissime Princeps, quod,
ex tanta doctissimorum virorum copia qui per omne ditionis tuae imperium diffusi
sunt, me potissimum delegeris, cui immortalia tua gesta latino sermone
describenda mandares". ("No puedo dejar de estimar en mucho el juicio que de mí
tienes, clarísimo príncipe, porque de entre tantos doctísimos varones que están
dispersos por tu reino me has elegido a mí como el más indicado para escribir en
latín tus inmortales hazañas").
A pesar de que en esa misma epístola, Nebrija decía haber estado recogiendo
documentos y noticias relativos a la época que tenía que historiar, otros autores
contemporáneos nos indican que su labor se limitó a la de mero traductor de la
obra de Hernando del Pulgar escrita en castellano. La obra se publicó
póstumamente en 1545 gracias a su hijo Sancho, quien, abandonada su
dedicación a las leyes, fundó una imprenta en Granada con el deseo de publicar
versiones fidedignas de las obras de su padre, en especial del Diccionario, que, en
sus palabras, "andaba sumamente depravado". Así, vieron la luz las Rerum a
Fernando et Elisabe Hispaniarum foelicissimis regibus gestarum decades duas,
junto a otros dos libros sobre la guerra de Navarra compuestos por el humanista.
A la accidentada labor de Nebrija como historiógrafo le estaba reservado algún
varapalo adicional, como el propinado por un comentario de Andreas Scoto, que
definía su estilo de humilis ('bajo'), "ya sea porque recibió ya viejo el encargo de
escribir dicha historia, ya porque interrumpido por la muerte no pudo pulirla".
En agosto de ese mismo año 1509, Nebrija volvió a opositar a una cátedra en
Salamanca, la de Retórica, que obtuvo al no presentarse nadie más. Obras
íntimamente relacionadas con esta nueva etapa en el seno de la academia
salmantina son la Repetitio sexta: De Mensuris, de 1510, donde trata de las
unidades métricas de capacidad y longitud usadas por los antiguos; la Repetitio
septima: De Ponderibus de 1511, que trata de las viejas unidades de peso y
capacidad con la inclusión de un interesante glosario de términos relativos a estos
conceptos; y la Repetitio octava: de Numeris de 1512, donde recoge las diversas
denominaciones que los clásicos tenían para los números ordinales y cardinales.
Más tarde, las tres se imprimieron juntas bajo el título de Repetitio septima: De
Ponderibus en 1527. Como recuerda J. M. López Piñero con respecto a estas
materias, "en cambio, no está demostrado que [Nebrija] midiera un grado del
meridiano terrestre, como afirman varios historiadores de orientación apologética
desde Fernández de Navarrete. El único fundamento es un testimonio poco
preciso de la Silva de varia lección (1542) de Pedro Mexía".
Ésta fue la gota que colmó el vaso. Su último acto académico en Salamanca lo
constituyó la lectura de su Relectio nona de accentu latino aut latinitate donato, en
1513. Cuando ese mismo año quiso ocupar la cátedra de Gramática, en la que
curiosamente el libro de texto no era otro que sus Introductiones, sólo logró quedar
en un segundo puesto, pues la plaza fue otorgada al bachiller García del Castillo.
Nebrija en la Universidad de Alcalá de Henares (1514-1522).
"Cuando vine de Salamanca, yo dejé allí publicado que venía a Alcalá para
entender en la enmendación del latín, que está comúnmente corrompido en todas
las Biblias latinas, cotejándolo con el hebraico, caldaico y griego. Y que ahora, si
alguna cosa o falta en ello se hallase, que todos cargarían en mí la culpa y dirían
que aquella ignorancia era mía pues que daba tan mala cuenta del cargo que me
era mandado. Entonces V. S. me dijo que hiciese aquello mismo que a los otros
había mandado, que no hiciese mudanza alguna de lo que comúnmente se halla
en los Libros antiguos [...]".
Algunas de las obras de este último período en la vida de Nebrija son la Tabla de
la diversidad de los días y de las horas de 1517, donde incluyó unos cuadros por
los que se podían averiguar las horas y partes de hora en las ciudades de España
y del resto de Europa. Inédita quedaría su De ratione calendarii, obra cuyo punto
de partida era una consulta que el papa León X había hecho a la Universidad de
Salamanca en 1515; además, sobre esta materia dio a la luz veintiséis axiomas,
que tituló Carmina ex diversis aucthoribus in calendarii rationem collecta. Sobre la
cronología trata también la Tabla de la diversidad de los días y horas y partes de
hora en las ciudades, villas y lugares de España y otros de Europa, que les
responden por sus paralelos (1517), basada en el
célebre Almanach o Almanaque de Abraham Zacut. Discípulo suyo fue Juan Ginés
de Sepúlveda, cuyo De correctione anni et mensium romanorum, escrito hacia
1535, gozó de un largo éxito editorial.
Al lado de estas obras, que podemos llamar de creación, hubo algunas más que
fueron inspiradas por su labor docente; nos referimos a su tarea como editor de
textos latinos, en especial poéticos. Hemos de citar sus ediciones con comentarios
más o menos amplios de Persio, Sedulio, Prudencio; de forma póstuma, apareció
su comentario a Virgilio. Junto a estos textos, cuyo talante es claramente escolar,
hay otros como su Artis Rhetoricae compendiosa coaptatio ex Aristotele que,
escrita por encargo de Cisneros, poseía también un fin propedéutico, y un breve
tratado sobre la educación de los hijos, De liberis educandis, compuesto para
Miguel de Almazán.