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A favor:
El Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM) y la Asociación Americana del Corazón
(AHA) (2) recomiendan, con el objetivo de mantener un estado óptimo de salud, que todos los
sujetos sanos con una edad comprendida entre los 18 y los 65 años realicen ejercicio
cardiovascular de intensidad moderada durante un mínimo de 30 minutos y con una
frecuencia de 5 días a la semana; o ejercicio cardiovascular de intensidad vigorosa, durante al
menos 20 minutos, y con una frecuencia de tres días por semana (Tabla 1). En la misma
recomendación Haskell y col., 2007 (2) añaden la posibilidad de combinar ejercicio de
intensidad moderada con ejercicio de intensidad vigorosa en diferentes días de la semana,
siendo caminar rápido un ejercicio de moderada intensidad y correr suave un ejercicio de
intensidad vigorosa.
En la misma línea, Helguerud y col., 2006 (4) observaron mayores incrementos del VO2máx y
del volumen sistólico en los sujetos sanos que realizaron entrenamiento interválico de alta
intensidad en comparación a los que entrenaron a intensidades más bajas.
En el caso de sujetos con diabetes, también se han observado mayores beneficios asociados al
entrenamiento de alta intensidad. Di Pietro y col., 2005 (7) observaron un aumento de la
sensibilidad a la insulina superior en las mujeres mayores que practicaban ejercicio a alta
intensidad (80%VO2pico) en comparación a las que entrenaron a intensidad más baja
(65%VO2pico).
En contra:
A pesar de los estudios citados con anterioridad, existe una importante controversia sobre si la
intensidad observada en las sesiones de CI puede resultar peligrosa para la salud de los
participantes. Algunos autores han mostrado su preocupación respecto a las elevadas
intensidades observadas durante la práctica del ciclo indoor (9-12).
En un importante trabajo de revisión, Thompson y Col., 2007 (1) analizaron las consecuencias
para el sistema cardiovascular que puede tener el entrenamiento a intensidad vigorosa.
Thompson y col., 2007 (1) afirmaron que la actividad física practicada de manera regular, con
el objetivo de mantener una buena condición física general, puede ayudar a reducir la
aparición de eventos cardiovasculares como un infarto de miocardio; ya que un gran número
de eventos cardiovasculares suceden cuando un sujeto desentrenado realiza un esfuerzo físico
vigoroso al que no está acostumbrado. Además recalcan las consecuencias negativas para el
sistema cardiovascular que el ejercicio de elevada intensidad puede provocar en sujetos
jóvenes con patología cardiaca oculta. En el caso de sujetos adultos sanos, Thompson y col.,
2007 (1) afirman que el ejercicio de alta intensidad conlleva un mayor riesgo de padecer un
infarto de miocardio durante la práctica en sujetos sedentarios no acostumbrados a ese tipo
de entrenamiento, sin embargo el riesgo de padecer un infarto de miocardio durante el
entrenamiento disminuye cuando el sujeto está entrenado en la práctica de actividad física.
Thompson y col., 2007 (1) recomiendan la práctica de ejercicio moderado con el objetivo de
mantener un buen nivel de condición física general, excluir a los sujetos con riesgo
cardiovascular de las actividades de intensidad vigorosa, evaluar la condición física y la
presencia de patologías cardiovasculares antes del inicio del programa de entrenamiento y ser
prudente a la hora de programar el ejercicio físico.
CONCLUSIONES
Tras analizar las publicaciones revisadas, se puede considerar que el ejercicio cardiovascular de
intensidad elevada parece tener importantes beneficios para la salud del practicante, aunque
se deben poner los medios de control necesarios para evitar riesgos como por ejemplo:
- Pasar un reconocimiento médico previo al inicio del programa de ejercicio.
- Realizar una etapa de acondicionamiento físico previo de baja-moderada intensidad
previamente al inicio del programa de intensidad vigorosa.
- Realizar los entrenamientos bajo la supervisión de un profesional cualificado.
- Monitorizar la FC durante el entrenamiento.
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