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Identidad nacional.

Conjunto de elementos característicos de una nación, con los que sus habitantes se identifican, diferenciándose así de
otras naciones, sea esta por haber nacido en tal territorio, por formar parte de una comunidad o por sentir lazos de pertenencia con las
costumbres y tradiciones de tal nación.
Etimología
Identidad es una palabra de origen latino (identitas) que permite hacer referencia al conjunto de rasgos propios de un sujeto o de una
comunidad. Estas características diferencian a un individuo o a un grupo de los demás. La identidad también está vinculada a la conciencia
que una persona tiene sobre sí misma
Antecedentes
Desde un principio que los Seres Humanos sintieron la necesidad de formar grupos para poder obtener Mejores Recursos derivados de
sus actividades de la caza, pesca y recolección, llevó al establecimiento de las primitivas Comunidades o Tribus que fueron creciendo
constantemente hasta conllevar a la creación de Poblados y Ciudades que posteriormente evolucionaron hasta dar lugar a lo que hoy en
día son los Países y Naciones.
De la respectiva Organización Social se comenzó a trabajar en el establecimiento de Normas y Reglamentos que llevaban a mejorar la
convivencia y permitían dejar un asentamiento de cómo actuar ante la aparición de un Conflicto Social, y fue así que se comenzaron a
constituir las distintas Constituciones y Leyes que abrieron paso a lo que hoy en día son los Estados de Derecho, con sus poderes
asignados, sus límites, incumbencias como también los Derechos de los Ciudadanos que lo integren. El hecho de acatar y aceptar las Leyes
y Costumbres que forman parte de un país determinado está estrechamente ligado a la Herencia o Adquisición de un estado de Ciudadanía
que es acompañado de lo que es conocido como la Identidad Nacional, en el que un sujeto se considera como parte de una Cultura y
Tradición determinadas. A partir del siglo XVIII, las élites intelectuales de cada país, basándose en los rasgos esenciales del pasado de
sus respectivos pueblos, son las especialmente interesadas en imponer un determinado concepto de identidad nacional exclusivo y único
que, como bien destaca Benedict Anderson, las diferencie notoriamente del resto de identidades que están formándose al mismo tiempo
De este modo, las clases dominantes no solo se encuentran detrás del proyecto de formación de lo nacional desde sus mismos orígenes,
sino que también son plenamente conscientes de que el hecho de identificar la esencia de lo nacional con su/s propio/s perfil/es
ideológico/s es aquello que les permitirá alcanzar un mayor poder político y/o control social. En relación a este aspecto, la élite directora
de cada país es la primera interesada en conseguir que sus miembros se identifiquen con las figuras o representaciones que ellos
prefieren y han diseñado en cada momento. De ahí procede su fuerte y combativa elección selectiva, exaltación, mitificación, modificación
e incluso rechazo de aquellos datos del pasado que no concuerdan con sus propias aspiraciones de poder. Esto explica que una de las
características esenciales de la identidad nacional sea el cambio continuo en el que los diferentes aspectos que la definen pueden variar
dependiendo de cuál sea la orientación ideológica de las minorías dirigentes que lo controlan y manipulan desde arriba. La idea de nación
surgió a mediados del siglo XIX como consecuencia casi directa de los eventos desencadenados por la Revolución Francesa en 1789. Con
el avance de Napoleón y la reorganización nacional de muchos estados europeos, la idea de nación comenzó a establecerse como uno de
los elementos más importantes no sólo para un Estado o gobierno si no también para un pueblo. Las minorías intelectuales de cada país,
conscientes del papel primordial que la historia y el pasado desempeñan como nexos aglutinadores y definidores de lo nacional, han llevado
a cabo una ardua labor que, para unos, se traduce en una profunda exaltación y análisis de lo que representa la parte más exclusiva de la
historia y cultura nacionales y, para otros, implica el rechazo y, en ciertos casos, el menosprecio de aquellos aspectos que sus contrarios
consideran esenciales en la configuración del mismo pasado. La nación está representada por el sentimiento de pertenencia que un
individuo (y con él todos los que forman parte de su comunidad) puede tener hacia determinadas prácticas, tradiciones, formas de pensar,
estructuras culturales y religiosas, etc. La nación se representa también a través de numerosos símbolos que pueden ser bien concretos
al mismo tiempo que abstractos (aquellos que se encuentran en el imaginario común de las personas). La identidad nacional es un concepto
abstracto que se forma y moldea de manera continua a partir de las creencias, aspiraciones e intereses de la minoría intelectual que lo
gestiona; cobra cierta forma y existencia, aunque nunca definitiva, una vez que un conjunto de individuos lo acepta como aquello que
representa el verdadero reflejo de la realidad y la historia nacional; y, finalmente, encarna valores comunes como representación directa
de la nación a la que todos pertenecen. El proceso de génesis y formación de las distintas identidades nacionales occidentales, en el que
el pasado distintivo de cada sociedad ocupa un lugar primordial, se caracteriza por su elevado subjetivismo al intervenir en su producción
factores y condicionantes de índole política y cultural.

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