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LA CIUDAD MERCANCÍA

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LA CIUDAD MERCANCÍA

Turistificación, renovación urbana


y políticas de control del espacio público

Juliana Marcús, José A. Mansilla, Martín


Boy, Sergi Yanes y Giuseppe Aricó
(coordinadores)

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La ciudad mercancía: turistificación, renovación urbana y políticas
de control del espacio público / Juliana Marcús … [et al.]; fotogra-
fías de Silvia Hernández. – 1a ed. – Ciudad Autónoma de Buenos
Aires: Juliana Marcús, 2019.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-783-464-2
1.Patrimonio. 2. Turismo. 3. Conflicto. I. Marcús, Juliana II. Her-
nández, Silvia, fot.
CDD 711.1

Este libro fue editado con el apoyo del Ministerio de Cultura


de la Nación, en el marco de la línea INVESTIGA CULTURA /
Fondos concursables para la realización de encuentros internacio-
nales de reflexión y debate sobre patrimonio cultural, del Proyecto
de Investigación UBACyT (2014-2017) 20020130200080BA y del
Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà.
ISBN: 9789877834642
Imagen de tapa: Mural en Barracas (2015), Silvia Hernández
Las opiniones y los contenidos incluidos en esta publicación son
responsabilidad exclusiva del/los autor/es.
La ciudad mercancía
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ExLibrisTeseoPress 11278. Sólo para uso personal


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Índice

Del planeamiento urbanístico a la actividad turística.


Sobre la ciudad como mercancía ................................................9
José A. Mansilla, Juliana Marcús, Martín Boy,
Sergi Yanes y Giuseppe Aricó

Dinámicas de turistificación y políticas de


patrimonialización y regeneración urbana .................... 23
1. Preservar para transformar. El “patrimonio
industrial” en el proceso de recualificación del barrio de
Barracas (Buenos Aires, Argentina, 2003-2015).................. 25
Silvia Hernández
2. A nova política urbana para o centro antigo de
Salvador-Bahia .............................................................................. 63
Ícaro Macêdo Guimarães de Oliveira
3. Reforma y desalojo de centros históricos en el Golfo
Arábigo. Una aproximación al proyecto Msheireb
Downtown en Doha, Qatar ....................................................... 87
Marta Contijoch Torres
4. A cidade neoliberal e o contexto dos megaeventos. Os
impactos sobre as moradias das favelas do Rio de
Janeiro............................................................................................ 111
Taiana de Castro Sobrinho

Retóricas del espacio público y estrategias de control


de la conflictividad social.................................................. 127
5. Modalidades de control de la venta callejera y
criminalización de inmigrantes en Buenos Aires.............. 129
Brenda Canelo

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8 • Índice

6. A propósito de la “utilidad pública” de un proceso


expropiatorio. El caso de la relocalización de la Villa de
Paso de Mar del Plata (1999-2016)........................................ 149
María Laura Canestraro
7. Salvador da Bahia: um percurso [e algumas paradas]
para entender o dispositivo de pacificação dos espaços
públicos ......................................................................................... 173
Maria Isabel Costa Menezes da Rocha
8. Cartoneros y promotoras ambientales. Caminar,
desigualdad y experiencias urbanas en el espacio
público de la Ciudad de Buenos Aires .................................. 201
Mariano Daniel Perelman y Verónica V. Puricelli

III Jornadas Internacionales de Antropología del


Conflicto Urbano. (Buenos Aires, 13, 14 y 15 de
diciembre de 2017)..................................................................... 223

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Del planeamiento urbanístico
a la actividad turística

Sobre la ciudad como mercancía

JOSÉ A. MANSILLA, JULIANA MARCÚS, MARTÍN BOY, SERGI YANES


1
Y GIUSEPPE ARICÓ

Este libro reúne 8 trabajos, seleccionados de un total


de 64 ponencias que fueron presentadas en las III Jorna-
das Internacionales de Antropología del Conflicto Urbano
“El papel del patrimonio en el marco del nuevo turis-
mo urbano”. Dicho evento fue organizado por el Proyecto
UBACyT (2014-2017)2, el cual tiene su sede en el Instituto
de Investigaciones Gino Germani (IIGG), y el Observatori
d’Antropologia del Conflicte Urbà (OACU) de Barcelona de
forma conjunta y se llevó a cabo los días 13, 14 y 15 de
diciembre de 2017 en la Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina. Para su
realización se contó con el apoyo económico del Ministe-
rio de Cultura de la Nación y el auspicio institucional del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técni-
cas (CONICET).
Las III Jornadas se presentaron como una continuación
de las ediciones realizadas en Barcelona (2012) y Río de
Janeiro (2014), las cuales tuvieron como objetivo analizar

1 José A. Mansilla y Giuseppe Aricó (OACU), Juliana Marcús y Martín Boy


(IIGG/CONICET) y Sergi Yanes (Turismografias).
2 Nos referimos al proyecto de investigación “La incidencia de los procesos de
mercantilización de la Ciudad de Buenos Aires en los usos legítimos e ilegí-
timos del espacio urbano”, dirigido por Juliana Marcús (20020130200080-
BA).

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10 • La ciudad mercancía

las tensiones, contradicciones y conflictos que se generan


en la producción y reproducción de la ciudad contemporá-
nea, enfatizando aquellos aspectos que más influyen en la
distribución y el consumo diferencial de bienes y servicios
urbanos e identificando los fenómenos de desacatamiento
cotidiano o extraordinario dirigido al rechazo de un orden
espacial, económico, político y social considerado como
injusto y desigual. El propósito de esta tercera edición fue
aportar nuevos enfoques conceptuales para la interpreta-
ción de la problemática urbana en el marco de las actuales
transformaciones sociales y territoriales de las principales
metrópolis iberoamericanas. En este sentido resulta rele-
vante comprender la aplicación y significación del nue-
vo orden neoliberal en la ciudad mediante la apuesta por
un diálogo constructivo entre diferentes disciplinas, tales
como la antropología, la sociología, la historia, la geografía,
la arquitectura, el urbanismo y la economía política. En par-
ticular, se propuso otorgar protagonismo a la investigación
sobre la articulación entre los procesos de mercantiliza-
ción urbana, el patrimonio cultural urbano, los procesos de
turistificación y gentrificación.
Las ponencias fueron presentadas en mesas de trabajo
que se correspondían con tres ejes temáticos: “Políticas de
patrimonialización y dinámicas de turistificación y gentri-
ficación”, “Procesos de regeneración urbana y estrategias de
control de la conflictividad social”, y “Retóricas del espacio
público y producción del espacio urbano desde las resis-
tencias”. Los 8 artículos reunidos en este volumen resul-
taron seleccionados y superaron el proceso de evaluación
realizado por los y las integrantes del Comité Científico
Internacional de las Jornadas a través del sistema doble
ciego. Todos ellos son una muestra de la diversidad temá-
tica, disciplinaria, geográfica y de género presentada en las
Jornadas.

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La ciudad mercancía • 11

La producción del espacio en la ciudad


contemporánea: del planeamiento urbanístico
a la actividad turística

En las últimas décadas, asistimos a un cambio gradual en


lo concerniente al turismo como fenómeno global. En las
ciudades, los usos urbanos cotidianos han pasado a convivir
con los turísticos. Los cambios en los gustos y en las deman-
das de este tipo de consumidores de espacio se han movido
desde las artificiosas recreaciones de ciudades como Las
Vegas, en Estados Unidos, o los entornos emblemáticos
como el del Taj Mahal, en la India, a la búsqueda de expe-
riencias urbanas bajo la premisa de vivir el destino junto a las
denominadas comunidades locales, y donde los ejemplos de
Barcelona o Berlín se nos aparecerían como punta de lan-
za de esta dinámica particular. Por su parte, el capitalismo
neoliberal necesita de nuevos procesos, bienes y servicios,
para continuar alimentando la máquina del crecimiento en
la cual está basado. Tal y como señalara en su momento
David Harvey (1982), la solución a la crisis del capitalismo
fordista vino determinada por la eliminación de las barre-
ras geográficas al capital y por un incremento sustancial
de la velocidad de rotación del mismo. En ambos aspectos
el turismo desempeña un rol esencial. Es por este tipo de
cuestiones que el turista actual ya no muestra atención por
elementos consolidados –patrimoniales, culturales, etc.–,
que se han ubicado tradicionalmente en lo que se ha venido
en denominar la burbuja turística (Judd, 1999), sino que huye
de la misma en búsqueda de lo que considera auténtico.
Demanda y producción se dan la mano en este ejemplo de
superación de anteriores límites internos. Además, las apro-
ximaciones a fenómenos urbanos como la gentrificación3 o

3 Daniel Hiernaux y Carmen I. González introducen el concepto de “gentrifi-


cación criolla” para el caso latinoamericano definiéndolo como aquel que
“distingue los procesos ya tradicionales y bien explicados de transformacio-
nes inducidos por los recambios de población en espacios degradados del

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12 • La ciudad mercancía

los problemas de transporte y movilidad han quedado, en


cierta medida, obsoletas ya que es imposible diferenciar los
efectos generados por la presencia constante y decidida de
consumidores de espacios turísticos, de aquellas otras diná-
micas originadas por sujetos que desembarcaban en ciertos
barrios en busca de experiencias urbanas (Gravari-Barbas y
Guinand, 2017). Hasta tal punto se ha desarrollado el fenó-
meno que, en aquellos territorios –barrios, calles y otros
emplazamientos– que han vivido dinámicas de gentrifica-
ción anteriores y ahora se han visto convertidos, en parte,
en novedosos destinos turísticos, ambos procesos se apare-
cen como indiferenciables (García Herrera et al., 2007).
En este novedoso contexto, el patrimonio juega, cada
vez más, un papel fundamental como disputado recurso
turístico. Los centros históricos –auténticos reservorios de
elementos ideológico-simbólicos– han pasado a convertir-
se en parques temáticos, donde la memoria colectiva está
ausente y el turismo termina desplazando al modelo de
relaciones sociales anteriormente vigente. La idea tras ello
no es más que continuar con el proceso de mercantilización
de las relaciones sociales, acabar con los barrios populares
y aprovecharse de pretéritos intentos de monumentalización
de la periferia (Bohigas, 1986).
El contexto de todo ello no deja de ser aquella máxi-
ma que daba título a una canónica obra de David Harvey
(1989) –el paso de la gestión al emprendimiento– y don-
de el geógrafo británico destacaba y alertaba sobre el rol
cada vez más importante que jugaban las ciudades, en las
actuales sociedades occidentales, en las dinámicas de acu-
mulación. Tomando en cuenta este contexto, el papel de las
ciencias sociales podría ser constatar los efectos que dichas
transformaciones están suponiendo para la vida urbana, en
una nueva vuelta de tuerca de fenómenos anteriores, y dar

primer mundo, de aquellos que adquieren matices mucho más críticos en


tanto que son más violentos frente a la población residente, en lo material
como en lo simbólico” (2014: 63).

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La ciudad mercancía • 13

respuesta, en la medida de lo posible, a todos aquellos y


aquellas que entienden y conocen que, no hace tanto, existía
la aspiración de convertir la ciudad en un verdadero espacio
de y para el uso; en un territorio para ejercer el derecho a la
ciudad (Lefebvre, 1978).

Políticas de patrimonialización y dinámicas


de turistificación y gentrificación

Tras décadas de denostación del turismo de masas, el llama-


do turismo cultural se ha ido imponiendo como alternativa
amable, virtuosa y coherente de la economía posfordista
que impera en la organización del turismo actual (Russo y
Richards, 2016). En la búsqueda de lo que podríamos deno-
minar la experiencia del patrimonio cultural de un lugar, resul-
ta clave el papel que ejerce lo patrimonial en la producción
del universo de sentidos que, del mismo modo que atraen
y orientan a los y las turistas, construyen y transforman la
ciudad, esto es, producen su espacio (Lefebvre, 2013).
Pero esto no es en absoluto algo nuevo, el patrimo-
nio es uno de los elementos fundacionales del turismo.
A pesar de su actual cotidianidad, el viaje extraordinario
por excelencia de la modernidad, un renovado Grand Tour,
siempre ha precisado territorios y paisajes culturales ale-
jados –espacial y temporalmente– de las urbes emisoras
de turistas. El patrimonio ha actuado en numerosas oca-
siones como una herramienta de singularización, como un
atributo diferenciador que ha permitido componer relatos
y escenografías turísticas de diversa condición y alcance.
Trascendido el debate autenticidad/simulacro de los años 70,
es necesario reflexionar sobre la construcción misma de lo
patrimonial, es decir, sobre el proceso mediante el cual lo
material o inmaterial llega a ser considerado y tratado como

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14 • La ciudad mercancía

patrimonio/s. En este sentido, el análisis de los patrimo-


nios obliga necesariamente a detenerse en las políticas de
patrimonialización y sus actores.
Las dinámicas de turistificación permiten, además,
observar cómo el patrimonio no es algo inmanente, sino
sujeto a múltiples producciones y legitimaciones. El interés
turístico establece unos particulares órdenes patrimoniales
e invisibiliza o somete aquellos otros elementos y significa-
dos sociales que distorsionan la nitidez de los primeros. Y es
que cuando el espacio urbano es la mercancía, su turistifica-
ción lleva habitualmente implícita alguna actuación sobre lo
patrimonial, ya sea para poner en valor o sencillamente para
eliminar su rastro. El orden patrimonial de un lugar no es
inmune a la renovación, regeneración, reforma o reestruc-
turación que normalmente traen consigo las ya habitua-
les transformaciones urbanas de la ciudad neoliberal, pero
tampoco a la normativización de los comportamientos que
le suele ir acompañado (Delgado, 2011).
Es por esto que, desde las ciencias sociales, resulta
interesante plantear los siguientes interrogantes: ¿qué diná-
micas conectan la turistificación con la gentrificación?, ¿qué
estrategias de patrimonialización colaboran o resisten a
estos procesos?, ¿se intuyen elementos patrimoniales anti-
turísticos?, ¿qué lugar ocupa el conflicto social en la ciudad
turística? Y es que si bien podemos entender los proce-
sos de turistificación como catalizadores de procesos de
gentrificación, no podemos obviar que, en realidad, tal y
como ya hemos señalado, ambos se retroalimentan. En tal
sentido, para que el relato urbano del turismo tenga soli-
dez, necesita extirpar aquellos elementos del lugar –sean
personas, comercios, edificios, olores, sonidos, etc.– que lo
desmientan como lugar turístico. En estos procesos capita-
listas de “higienización” y “sanación” urbana, las tensiones,
conflictos o acuerdos entre cosmos patrimoniales juegan
un papel fundamental en la configuración del lugar como
espacio turístico. Aquellos elementos que de un modo u
otro interceden en la construcción de lugares impregnados

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La ciudad mercancía • 15

de modernidad, seducción, progreso, seguridad y bienes-


tar, son contenidos, sometidos, desmembrados y finalmen-
te borrados. En un momento como el actual, en el que
el turismo se erige como una de la creaciones perfectas
y sofisticadas del neoliberalismo, resulta totalmente per-
tinente generar reflexiones en torno a dichas políticas de
patrimonialización y el vínculo que establecen con dinámi-
cas de turistificación y gentrificación, las mismas que hoy
por hoy protagonizan una parte importante de las tensiones
y los conflictos urbanos que organizan las ofensivas y las
resistencias en la ciudad.

Procesos de regeneración urbana y estrategias


de control de la conflictividad social

No podemos olvidar, sin embargo, aquellos aspectos de


la urbanización capitalista ligados a los procesos de des-
posesión y apropiación de plusvalías que se presentan en
los proyectos de regeneración y recualificación urbana. No
todo es turismo. Bajo la lógica del urbanismo neoliberal, el
espacio urbano se constituye como una mercancía producto
del accionar de desarrolladores inmobiliarios, operadores
turísticos y gobiernos de todos los niveles, de forma que
las ciudades devienen marcas registradas, experiencias o
estilos de vida para ser comercializadas y consumidas por
elites locales y globales con capacidades económicas dife-
renciales. Estos usos de la ciudad como valor de cambio y
reserva de valor entran en conflicto con aquellas prácticas
ligadas a su valor de uso, es decir, a las apropiaciones que
los habitantes de la ciudad hacen del espacio urbano en la
reproducción de su vida cotidiana.
Es necesario, entonces, reflexionar sobre los distintos
mecanismos utilizados en los procesos de regeneración
urbana localizados en centros históricos y zonas degra-
dadas, cuyo objetivo es apropiarse de grandes plusvalías

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16 • La ciudad mercancía

urbanas y, simultáneamente, ejercer la dominación en el


plano de la producción y la regulación del espacio (Delgado,
2007). En la ciudad neoliberal, las estrategias de control de
la conflictividad social se ocultan detrás de una apariencia
de participación y gobernanza, delegando la expulsión de
los sectores indeseados a las fuerzas del mercado. Lejos de
ser meros saberes técnicos y neutrales, la arquitectura y el
urbanismo funcionan entonces como dispositivos de orde-
namiento y de control social para desplazar hacia los már-
genes de la ciudad a aquellos sectores considerados como
problemáticos, ya sea por una supuesta carencia moral, esté-
tica o económica. De este modo, la planificación y el diseño
urbano buscan canalizar las fuerzas sociales en las direccio-
nes establecidas por quienes detentan capital y poder.
En este sentido, es necesario avanzar en el conocimien-
to de cómo actúan los actuales procesos de regeneración
y recualificación urbana, proyectos de regulación del espa-
cio urbano, y grandes proyectos urbanos y su impacto en
los usos y los modos de habitar la ciudad. Particularmen-
te, avanzar en el conocimiento sobre las transformaciones
espaciales y sus impactos en la población local, y los meca-
nismos y recursos que fueron desplegados para gestionar
los conflictos, legitimar las transformaciones y doblegar
resistencias. Ejemplos de ello son las dinámicas ocurridas
en los frentes marítimos y fluviales de grandes ciudades
como Barcelona o Guayaquil, los proyectos urbanos reali-
zados en el marco de grandes eventos deportivos y cultura-
les, como los acontecidos recientemente en Río de Janeiro
y Buenos Aires, y la circulación de modelos de ciudad y su
influencia en distintas ciudades de Iberoamérica, los cuales
promueven proyectos de regeneración urbana impulsados
por las administraciones locales y nacionales con el fin de
atraer turismo y grandes capitales inmobiliarios (Cuenya,
2016; De Mattos, 2007; Pírez, 2014). Estos proyectos tien-
den a favorecer la residencia de sectores medios y altos
en detrimento de los grupos conformados por los secto-
res populares los cuales, mediante mecanismos implícitos y

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La ciudad mercancía • 17

explícitos, deben migrar de barrios centrales a zonas perifé-


ricas de la ciudad (Carman, 2006; Marcús, 2014; Rodríguez
y Di Virgilio, 2014).

Retóricas del espacio público y producción del espacio


urbano desde las resistencias

Existen, por otro lado, elementos cruciales que definen


y caracterizan a las actuales retóricas del espacio público,
un término que, durante las últimas décadas, ha llegado a
encarnar un concepto intrínsecamente etéreo y paradójico
y del que algunos autores consolidados han hecho bandera y
acción (como, por ejemplo, Jordi Borja, en sus publicaciones
de 2003 y 2014). Aunque la idea de espacio público se funda,
a un nivel meramente teórico, en la igualdad entre quienes
lo ocupan y transitan, en la práctica éste funcionaría en
base a la exclusión. De hecho, lo que realmente subyace a
este concepto no sería sino un discurso prefabricado que se
fundamenta en el carácter consensualista y, por ende, sustan-
cialmente burgués que el propio Jürgen Habermas asignara
a la idea de esfera pública (Delgado, 2011). Evidencia bien
ilustrativa de ello sería el actual discurso mediático, político
y económico, que legitima e incluso eleva el espacio público
a la categoría de valor. Se trataría de una verdadera retórica
estructurada de tal manera que se oculta, a la vez que resuel-
ve, las contradicciones que se dan en el mismo. Así, los
conflictos sociales profundos, que repetidamente se vuelven
a presentar en la realidad práctica y simbólica de espacios
públicos concretos, esto es, en lo urbano, son presentados
como consecuencia de determinadas fórmulas urbanísticas
que se pretenden urbanas y, por tanto, son solucionables
desde la intervención física. Ligado a ello, y como si de
un ideal normativo se tratara, el espacio público apare-
ce insistentemente representado como un lugar armonioso

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18 • La ciudad mercancía

e igualitario, reflejando el producto de cierto imaginario


social –destinado a las clases medias, pero también a los y
las turistas– antes que un lugar empíricamente constatable.
La inoculación de estos elementos ideológicos en la
calle constituiría la elevación a norma del ideal burgués
de un espacio desconflictivizado y civilizatorio, en el cual
desaparecerían mágicamente todas las desigualdades socia-
les reales gracias a las habilidades deliberativas de sujetos
racionales capaces de superar sus diferencias mediante el
diálogo. Sin embargo, la calle, con su caótica deriva, no
parece el espacio ideal para situar la mítica esfera pública.
Así, los que quieren transformar la calle en espacio público,
entendido desde el consensualismo liberal habermasiano,
se encuentran con la presencia ineludible de las denomi-
nadas resistencias.
Efectivamente, la irrupción e inmediata censura de los
usos y prácticas no regladas en el espacio público revelaría
que la esfera pública se encuentra conformada por la con-
frontación entre diversos públicos que pugnan por el espa-
cio. De ese modo, la tensión en el espacio público aparece
de igual forma en los casos donde los sectores más vulne-
rables se autogestionan a partir de una serie de prácticas
de las denominadas informales, que, si bien a primera vis-
ta parecen espontáneas, en realidad están profundamente
organizadas. Estas prácticas, además, las suelen llevar a cabo
actores sociales percibidos por el imaginario hegemónico
como sectores naturalmente excluibles del espacio públi-
co –inmigrantes, trabajadoras sexuales/prostitutas, vende-
dores y vendedoras ambulantes, personas que viven en la
calle, cartoneros y cartoneras, etc.–, pero que hacen de la
calle su refugio, campo de juegos o medio de subsistencia
asumiendo formas de desorganización social de carácter
no burocrático.
Así, cabe preguntarse en relación a esto, ¿hasta qué
punto las retóricas del espacio público consiguen confor-
mar, normativizar y fiscalizar lo urbano en directa con-
sonancia con los valores de las democracias liberales?, ¿es

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La ciudad mercancía • 19

posible que el espacio público se construya también gracias


a las prácticas periféricas llevadas a cabo desde las resisten-
cias, es decir, mediante la acción contestataria de diferen-
tes colectivos excluidos y marginalizados?, ¿quiénes que-
dan excluidos y excluidas cuando se señala que el espacio
público es de y para todos y todas?, ¿el espacio público repre-
senta simplemente un concepto, un ideal, una creencia, o
refleja también la forma urbana que adoptan los conflictos,
es decir, el escenario donde se manifiestan y materializan
disputas concretas que apelan, precisamente, al tan manido
derecho a la ciudad?
Estas y otras preguntas intentarán ser abordadas en la
presente publicación. Sin ánimo de dar respuestas acabadas,
este libro persigue el objetivo de avanzar, desde las ciencias
sociales, en el conocimiento de los nuevos roles que el turis-
mo, el patrimonio, las reformas urbanas y el espacio público
desempeñan en las urbes contemporáneas.

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Dinámicas
de turistificación
y políticas
de patrimonialización
y regeneración urbana

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1

Preservar para transformar

El “patrimonio industrial” en el proceso


de recualificación del barrio de Barracas
(Buenos Aires, Argentina, 2003-2015)

SILVIA HERNÁNDEZ1

Introducción2

Barracas, al sudeste de la Ciudad de Buenos Aires (Argenti-


na), es un barrio de marcada historia portuaria e industrial,
que albergó desde fines del siglo XIX grandes estableci-
mientos manufactureros. El proceso de desindustrializa-
ción nacional y la mudanza de plantas al Gran Buenos Aires
desde la última dictadura cívico-militar (1976-1983) forzó
el cierre de muchos de estos establecimientos, provocando
una caída de la actividad general del barrio y una degrada-
ción de las condiciones de vida de sus habitantes (González
et al., 2015). En la década de 1990 se inició una nueva oleada
de cierre de plantas, efecto de una serie de políticas desfa-
vorables para la producción, así como de la concentración

1 Universidad de Buenos Aires (UBA) / Universidad Paris VIII.


2 Este trabajo se enfoca sobre uno de los ejes de una investigación doctoral
más amplia acerca del proceso de patrimonialización de Barracas entre los
años 2003 y 2015.

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26 • La ciudad mercancía

de la industria alimenticia, que dejó en desuso numerosos


inmuebles industriales, algunos de los cuales fueron adqui-
ridos por inversores inmobiliarios.
Comienza así una tendencia al reciclaje de fábricas,
talleres, almacenes, depósitos e infraestructuras ferroviarias
desafectados y a su refuncionalización como destinos prio-
ritariamente comerciales, como parte del creciente desarro-
llo de los servicios en la economía urbana. Esto se acentuó
en los años 2000 con la incorporación de nuevas refun-
cionalizaciones de edificios fabriles orientadas también a
residencias de categoría, dentro de un proceso más amplio
de extensión del centro de la ciudad hacia los barrios del
sur, especialmente del sudeste. Ello fue acompañado, por
una inédita movilización por parte de los desarrolladores
inmobiliarios y de sus aliados, de la categoría de “patrimo-
nio industrial” como aspecto emblemático de Barracas.
En este trabajo se analizarán la circulación y los sen-
tidos que adquiere dicha categoría dentro del proceso más
amplio de patrimonialización y recualificación de Barra-
cas que cobra fuerza luego de la crisis de 2001-2002; un
proceso que, si bien no se realiza sin contradicciones3, se
orienta en favor de una reconversión de usos hacia las resi-
dencias y los servicios, y de una elevación del valor del
suelo. En el discurso que acompaña la recualificación, las
fábricas refuncionalizadas en los años 2000 aparecen como
marcador de distinción y originalidad, en contraste con
otras zonas de la ciudad que habrían perdido personali-
dad a causa de la gran cantidad de demoliciones y nuevas
construcciones entre 2003 y 2008. Contribuyen, luego, a
compensar simbólicamente el desclasamiento y el riesgo
que supone invertir en el “sur”, área históricamente estig-
matizada como peligrosa, degradada u olvidada. Se pre-
sentan, por último, como iniciativas “de interés cultural y

3 Dada la extensión y los objetivos de este artículo, no profundizaré en los


conflictos que atraviesan este proceso, que serán sólo esbozados.

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La ciudad mercancía • 27

comunitario” en respuesta a una “demanda de los vecinos”4:


la caracterización de las refuncionalizaciones como proyec-
tos que implican una “puesta en valor del patrimonio” tien-
de a diluir los aspectos conflictivos y de clase del proceso de
recualificación, desdibujando su orientación hacia sectores
de alto poder adquisitivo y permitiendo a los promoto-
res inmobiliarios sortear el conflicto existente en Barracas
desde 20075.
En primer lugar, este artículo retoma brevemente la
emergencia de la categoría de patrimonio industrial tanto
en ámbitos académicos como en la gestión cultural y la
preservación patrimonial, y ubica el modo en que ha sido
abordada la cuestión del patrimonio industrial en el estudio
de procesos de recualificación urbana. Luego, se desglosan
las condiciones más inmediatas en las cuales emerge la cate-
goría de “patrimonio industrial” en Barracas, para mostrar
que, si bien el proceso analizado tiene características nove-
dosas, se monta sobre algunas iniciativas y narraciones pre-
cedentes. Finalmente, se analizan algunos de los principales
sentidos discursivos e ideológicos que adquiere el “patri-
monio industrial” en las prácticas discursivas de distintos
actores implicados (desarrolladores inmobiliarios, agencias
de marketing, la exposición de arquitectura, diseño y deco-
ración Casa FOA, el diario La Nación, y entidades guberna-
mentales como el Ministerio de Desarrollo Económico, el
Centro Metropolitano de Diseño –CMD– y el Distrito de
Diseño), emergiendo como el rasgo distintivo de Barracas
que permite legitimar un proceso de recualificación orien-
tado hacia nuevas actividades (servicios e “industrias crea-
tivas”) y hacia residencias para sectores medios y altos.

4 Empleo comillas para aludir a categorías o giros nativos.


5 Ligado a la formación de Proteger Barracas, una asociación de residentes
que rechazan la “especulación inmobiliaria” y la construcción de “torres”,
mediante el recurso a la defensa del “patrimonio barrial”. Acerca del rechazo
en la Ciudad de Buenos Aires a la construcción de edificios en altura, desig-
nados mediante la categoría de “torres”, cf. Marcús et al. (2016), González
Bracco (2013), Elguezábal (2015).

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28 • La ciudad mercancía

El objetivo del trabajo es mostrar cómo la categoría de


“patrimonio industrial” se inserta en la pugna de los actores
del mercado inmobiliario por fijar el sentido del cambio de
imagen del barrio y cómo la historia fabril es retomada en
una narración que justifica los nuevos proyectos. Asimis-
mo, se mostrará que los sentidos asociados al patrimonio
industrial distan de ser un conjunto coherente y unificado:
el discurso patrimonial ofrece una matriz de producción de
sentido versátil, capaz de funcionar en estrategias disímiles,
y de albergar formas heterogéneas de patrimonialización
del paisaje industrial.

Acerca de las estrategias de abordaje


y de la metodología

Este análisis se interesa por cómo los discursos, las repre-


sentaciones y los mitos contribuyen de manera específica
a la conformación de la geografía simbólica de la ciudad.
Por ejemplo, la sanción de un área o un inmueble como
“patrimonio” recualifica al objeto en cuestión, modifica la
imagen del lugar donde se emplaza y reestructura su posi-
ción respecto de otros lugares. Por ello, contra ciertos sen-
tidos que aparecen como evidentes, este trabajo focaliza en
las prácticas discursivas que nombran, dividen, jerarquizan,
cualifican a ciertos inmuebles en particular y al barrio de
Barracas en general. Esto supone comenzar por una des-
naturalización del valor patrimonial como cualidad de los
objetos. Contrariamente a un esencialismo que presupone
que el patrimonio es un atributo de bienes y prácticas, el
valor patrimonial es un efecto de atribución, y el “patrimo-
nio” es un modo histórico, entre otros posibles, de objetivar
y tratar la memoria colectiva.
Esta problematización se ubica en un espacio interme-
dio entre dos vertientes teóricas principales. Por un lado,
los estudios en comunicación, entendidos como aquellos

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La ciudad mercancía • 29

atravesados por una preocupación acerca de la ideología,


el discurso y la producción de subjetividades6 y dedicados
al análisis de la producción social de significaciones y la
politicidad de dichos procesos (Caletti, 2002). Por el otro,
una sociología urbana crítica que, preocupada por la pro-
ducción y los efectos de sistemas de clasificación social y
espacial, permite abordar los procesos de transformación
del barrio atendiendo a la conformación disputada de espa-
cios sociales. Aquí, se retoma el concepto acuñado por Pie-
rre Bourdieu de “luchas de clasificación”, que permite dar
cuenta de las luchas que se orientan a establecer principios
de división del mundo y que arroja luz sobre el carácter
procesual y conflictivo de los sistemas clasificatorios que
dan consistencia al sentido común en una sociedad dada
(Bourdieu 1985; 2012 [1979]; Depaule y Topalov, 1996;
Topalov, 2002).
El trabajo se basa en observaciones realizadas en cam-
po y en el análisis de distintos tipos de documentos. Respec-
to del material de prensa, se privilegió el diario La Nación
(dada su alianza con actores del mercado inmobiliario y
con otros actores intervinientes en la recualificación de
Barracas, como Casa FOA, y por su apoyo al partido polí-
tico Propuesta Republicana (PRO), gobernante en la ciudad
desde 2007), y el suplemento de arquitectura y urbanismo
“Metro Cuadrado” del diario Página/12 (opositor al PRO),
suplemento cuyo editor se posicionó en favor de la pre-
servación patrimonial en la ciudad, convirtiéndose así en
un importante aliado de las asociaciones vecinales patri-
monialistas. Más allá de este privilegio, se recurre también
a otras fuentes hemerográficas, tanto de prensa nacional

6 Para la formulación de este enfoque se recuperan conceptos de la teoría


marxista de la ideología, del análisis del discurso y de la teoría política con-
temporánea, que abren nuevos caminos para pensar los vínculos entre signi-
ficación, política y subjetividad. Cf. Aguilar et al., 2013-2014; Althusser,
2004 [1967]; 1984 [1970]; Foucault 1992 [1969]; 1992 [1970]; Laclau y
Mouffe 2004 [1985]; Pêcheux, 1975; 2013 [1984]; Rancière, 2007 [1996];
Zizek, 1992.

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30 • La ciudad mercancía

como local y de archivo7. Se utilizan también entrevistas


realizadas en 2014 con un arquitecto responsable de una
de las refuncionalizaciones y con una funcionaria a cargo
de la política de distritos económicos8. Se recurrió además
a un conjunto heterogéneo de documentos, que abarcan
folletos, publicidades, guías turísticas y material promocio-
nal, sitios web de actores relevantes (de las desarrolladoras
de las refuncionalizaciones, del CMD), con el fin de rele-
var el modo en que aparecen la arquitectura y el paisaje
industrial y en que son relatadas las operaciones sobre ellos
ejercidas. Finalmente, este estudio se completa con obser-
vaciones y visitas al campo que incluyen la participación
en visitas guiadas y exposiciones ligadas a la cuestión del
patrimonio en Barracas.

La emergencia del patrimonio industrial en el marco


de los procesos contemporáneos de transformación
urbana

Los cambios en el modo de acumulación capitalista que,


con distintos ritmos, se dieron en la segunda mitad del
siglo XX, son fundamentales para comprender la emergen-
cia histórica de lo industrial como un tipo específico de
patrimonio. El crecimiento del sector de servicios dentro
de las economías urbanas, la importancia adquirida por el
sector financiero en detrimento del productivo, la descon-
centración de los procesos productivos en establecimien-
tos pequeños, provocaron, entre otros efectos, que grandes
establecimientos fabriles, infraestructuras de transporte, y
otras instalaciones como galpones y depósitos, quedaran
obsoletos y desafectados. Este proceso hizo posible que los

7 El material de archivo se obtuvo prioritariamente en el Archivo Histórico


Enrique H. Puccia, ubicado en Barracas.
8 Estas entrevistas son solo algunas de las que componen el trabajo de investi-
gación doctoral ya mencionado.

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La ciudad mercancía • 31

edificios industriales (así como las maquinarias, los moli-


nos, las chimeneas, etc.) pudieran ser separados de su fun-
ción utilitaria y recibir una nueva significación, esta vez
estética. Entonces, es posible sostener que, en tanto modo
de reinscripción simbólica de las fábricas obsoletas en un
nuevo discurso sobre la ciudad, el “patrimonio industrial”
constituye una respuesta ideológica a la transformación del
modo de producción y a las consecuencias de este proceso
en la economía y la morfología de las ciudades.9
A mediados del siglo pasado, el patrimonio industrial
emergió en estudios académicos y en ámbitos ligados a
la gestión cultural y la salvaguarda patrimonial. En 1955,
en un artículo publicado en la Universidad de Birming-
ham, Michael Rix denominó “arqueología industrial” a una
naciente disciplina encargada de producir un saber acerca
de los “monumentos industriales”. Esta disciplina fue reco-
nocida institucionalmente tan sólo cuatro años después,
con la creación por el Consejo Británico de Arqueología del
National Survey of Industrial Monuments, organismo consa-
grado a la preservación de esta arquitectura.
Un evento pionero en la consideración específica de
las fábricas desafectadas como objetos patrimoniales fue
el primer Congreso Internacional para la Salvaguarda del
Patrimonio Industrial realizado en 1973 en Ironbridge,
Gran Bretaña, del cual se desprendió la creación del Comité
Internacional para la Conservación del Patrimonio Indus-
trial (TICCIH, sus siglas en inglés), que desde la década de
1980 es asesor del Consejo Internacional de Monumentos

9 Tomando como base los desarrollos montados sobre la teoría althusseriana


de la ideología (Althusser, 2004), afirmo que el patrimonio es ideológico
porque en las ciudades del capitalismo tardío constituye una de las formas
simbólico-imaginarias principales mediante la cual experimentamos nues-
tra relación con los procesos de acelerada transformación urbana. El patri-
monio como ideología es uno de los lenguajes materiales con los que los
sujetos estructuran de forma imaginaria su relación con la historia de la ciu-
dad y de su identidad colectiva, así como con las contradicciones que ema-
nan de la intervención del capital en el entorno urbano. Es a través de ese
lenguaje que se libran disputas acerca del presente y el futuro de los lugares.

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32 • La ciudad mercancía

y Sitios (ICOMOS-UNESCO). Asimismo, la Convención de


Granada para la Salvaguarda del Patrimonio Arquitectónico
de Europa de 1985 sumó a los criterios de patrimonializa-
ción existentes (interés histórico, arqueológico, artístico, y
científico), el interés social y técnico, lo que permitió incluir
fábricas y demás construcciones de abastecimiento, infra-
estructura y transporte. El impulso a la patrimonialización
se tradujo también en una promoción de las refuncionali-
zaciones: en la misma declaración de Granada se subrayó
la necesidad de una reafectación del patrimonio a nuevos
usos, algo que ya había sido mencionado en la Carta de
Venecia del ICOMOS de 1964.
La primera inscripción de un edificio industrial en la
lista de patrimonio cultural de la UNESCO llegaría en 1994,
con el complejo siderúrgico Völklingen (Alemania). Al año
siguiente, Louis Bergeron, presidente del TICCIH, propuso
descartar el giro “arqueología industrial” y hablar de “patri-
monio de la industria”, incorporando el argumento de la
memoria sociocultural:

[…] la herencia de la civilización industrial es también toda


una memoria del trabajo, toda una historia de la organización
del trabajo, de los métodos de producción, más allá incluso
de la tecnología de las herramientas stricto sensu. Ello le da al
estudio de la arqueología industrial una dimensión humana,
social y de identidad, que le confiere su pleno valor y, sobre
todo, su derecho a formar parte del conjunto del patrimonio
nacional con la misma categoría que la historia de la literatu-
ra, de las bellas artes o de las grandes corrientes espirituales
de un país en concreto. (Bergeron y Dore-Ferré, 1996:177)

La emergencia de lo industrial como patrimonio en


ámbitos académicos y de gestión cultural puede ser analiza-
da a la luz de otros procesos: los de recualificación urbana
y de generación de nuevas tipologías residenciales, ligados
a transformaciones en las sociedades del capitalismo tar-
dío. El lugar de la cultura y del patrimonio (en este caso,
industrial) ha sido ampliamente relevado en estudios sobre

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La ciudad mercancía • 33

gentrificación y recualificación urbana, que han mostrado


cómo, desde la década de 1980, en el marco del mencionado
retroceso de la producción manufacturera en las ciudades
de los países centrales (y, posteriormente, en algunas ciu-
dades de otras partes del globo) y de una creciente com-
petencia interurbana (por la cual las ciudades se enfrentan
entre sí a la hora de atraer y retener capitales, profesionales,
turistas, etc.), el patrimonio permite revalorizar la identidad
local como “marca” y generar espacios “únicos” explotables
como recurso económico (Carman, 2006; Harvey, 2013;
Lacarrieu et al., 2004; Yúdice, 2002; Zukin, 1995; Zunino
Singh, 2006). Estos estudios focalizan en el lugar de una
economía simbólica en los procesos de mercantilización del
espacio urbano que, en muchos casos, desencadenan gentri-
ficación (Deutsche, 2001; Zukin, 1995). La cultura urbana,
el patrimonio y el arte público, movilizados por actores
corporativos, del sector público y/o por actores del campo
artístico y cultural, devienen fuerzas activas en la resignifi-
cación de los espacios urbanos y en el establecimiento y jus-
tificación de principios de inclusión/exclusión de sujetos,
dejando a la vista la relación entre capital cultural, político
y económico en la producción de la ciudad contemporánea.
En este marco, autores como Julier (2005) muestran que
la patrimonialización de edificios e infraestructuras indus-
triales obsoletas constituye una respuesta, con variaciones
según las ciudades, a los efectos en el ámbito urbano de
las transformaciones del modo de producción dominante.
También, distintos estudios han mostrado la correlación
entre la promoción cultural y patrimonial de las adminis-
traciones locales y procesos de aumento de la rentabilidad
del suelo (Julier, 2005; Rousseau, 2010), aporte fundamental
dada la importancia que adquieren en Latinoamérica los
gobiernos locales en la conducción de procesos de recua-
lificación y gentrificación (Di Virgilio y Guevara, 2015;
Herzer, 2008; Herzer, 2012; Janoschka y Sequera, 2014;
Rodríguez et al., 2012).

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34 • La ciudad mercancía

En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, un caso rele-


vante es el de Puerto Madero, que por lo general es tratado
como un caso emblemático de “empresarialismo urbano”
(Cuenya y Corral, 2010; Di Virgilio y Guevara, 2015; Rodrí-
guez et al. 2008). Menos atención se presta a que, en su
primera etapa, fue un caso relevante de refuncionalización
acompañada de patrimonialización de la infraestructura
portuaria. En 1991 se declaró la zona como distrito espe-
cial U32 (“Área de Protección Patrimonial Antiguo Puerto
Madero”) y en 1993 se aprobó una reglamentación específi-
ca para la preservación de los depósitos portuarios, califica-
dos como “arquitectura industrial inglesa” por la Corpora-
ción Puerto Madero, a cargo del proyecto. Aquí el discurso
patrimonial fue usado para aportar un valor distinguido a
los docks y para justificar la intervención sobre la Costanera
Sur, que, al ser referida como “patrimonio” incrementaba su
prestigio simbólico (Girola et al., 2013).
Por otra parte, el desarrollo del loft como tipología resi-
dencial ligada a la refuncionalización de fábricas en desuso
comenzó a instalarse en el mercado inmobiliario de los
Estados Unidos desde la década de 1970. Tal como señalan
distintos estudios (Sequera, 2015; Zukin, 1989 [1982]), los
lofts, asociados al modo de vida de los artistas, devinieron
un modelo residencial y cultural para sectores medios y
altos, y las fábricas desafectadas se convirtieron progresiva-
mente en un novedoso soporte de expresión para la socie-
dad postindustrial. Uno de sus impulsores en Buenos Aires
fue el artista y empresario inmobiliario Osvaldo Giesso. En
los años 1980 promovió el reciclado de fábricas en desuso
en San Telmo con destino residencial, de la mano de la
formación de un clima artístico y bohemio. Asimismo, en
otras zonas de la ciudad ya existían refuncionalizaciones
de infraestructura industrial a gran escala, como los silos
de Dorrego, los lofts de Darwin o los mencionados docks
de Puerto Madero. También, grandes centros comerciales
como el Spinetto (1988), el Alto Palermo (1990), o el Abasto
(1998) se emplazaron en antiguas fábricas y mercados. Sin

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La ciudad mercancía • 35

embargo, el caso de Barracas se distingue de éstos en tanto


aquí la categoría de “patrimonio industrial” trasciende una
recualificación restringida a unos edificios en particular y
emerge como un elemento central de la nueva identidad
de un barrio.

La emergencia del “patrimonio industrial”


en el proceso de recualificación de Barracas

Tras la salida de la crisis económica iniciada a fines de los


años 1990, la Ciudad de Buenos Aires experimentó des-
de 2003 y, mayormente, desde 2005, un marcado aumen-
to de la actividad de la construcción que se mantendría
hasta fines de dicha década. Durante los primeros años de
este auge, la mayor cantidad de inversiones –especialmente
para la construcción de viviendas de categoría de varios
pisos– se concentró en barrios ya previamente más coti-
zados ubicados en el centro y norte (Baer, 2008) y mos-
tró una tendencia a la construcción de nuevos edificios de
gran altura. Este “boom” tuvo su contrapartida en conflic-
tos llevados adelante desde 2006-2007, donde agrupaciones
barriales y ONGs como Basta de Demoler, acompañados
por algunos medios de prensa y por funcionarios y políticos
de la oposición al gobierno, se alzaron contra las demo-
liciones y la verticalización, movilizando categorías como
la de “torres”, “construcción indiscriminada” y “especula-
ción inmobiliaria”.
A partir de 2007, con el encarecimiento y la escasez
de terrenos vacantes en los barrios más demandados, las
miradas de algunos grandes inversores inmobiliarios se vol-
caron hacia Barracas, un barrio que hasta entonces no había
mostrado mayor movimiento ni aumentos en el precio del
suelo, históricamente bajo en comparación con el resto

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36 • La ciudad mercancía

de la ciudad.10 Dada su cercanía al centro, se volvió una


zona posible de inversiones. Según datos del Ministerio de
Desarrollo Urbano de la ciudad, en 2001, inmediatamente
antes de la eclosión de la crisis, el valor del metro cua-
drado en Barracas representaba el 60% del promedio del
valor en la ciudad (U$S335 contra U$S550). Sin embargo,
en diciembre de 2008, esta relación había pasado a ser del
70% (U$S821 contra U$S1149). Además, existen diferen-
cias entre los barrios al sur: mientras que en diciembre de
2001 el precio promedio en Barracas superaba sólo en un
20% a La Boca (U$S335 contra U$S271), para diciembre
de 2008 esta diferencia se había hecho del 74% (U$S821
contra U$S470).
Entre 2000 y 2004 los pedidos de permisos de cons-
trucción otorgados en Barracas estuvieron en promedio
entre el 1 y el 1,5% de los pedidos totales de la ciudad
durante el quinquenio, mientras que el barrio de Palermo
concentraba en promedio el 7,5%. En 2008, Barracas alcan-
zó el 2,1% de los permisos otorgados en la ciudad, con un
importante incremento de permisos en viviendas “lujosas”
y “suntuosas”11. Asimismo, aumentó el peso de Barracas en
la distribución porcentual por barrio de metros cuadrados
en departamentos entre 2001 y 2011, pasando de un 0,6%
a un 1,9%, dato que permite hablar de una tendencia a la
residencialización. Dentro de Barracas existen heterogenei-
dades en el precio del suelo: al este de la autopista 9 de
Julio Sur, donde se concentra la mayor densidad y actividad
comercial, los precios son más elevados que en la zona cen-
tro o sur. Según datos del Ministerio de Desarrollo Urbano,

10 Salvo en algunas zonas específicas, como la Avenida Montes de Oca y las


zonas más cercanas a San Telmo, donde los precios eran más altos que en el
resto del barrio, aunque de todas formas inferiores a los de los barrios más
cotizados.
11 En las estadísticas provistas por el gobierno local, las viviendas se clasifican
en “suntuosas”, “lujosas”, “standard” y “modestas”.

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La ciudad mercancía • 37

todos los terrenos ofertados en el barrio en 2008 y 2009


se ubicaban en zonas aptas para construcciones de varios
pisos, favoreciendo una tendencia a la verticalización.
La viabilidad de Barracas como zona alternativa de
inversiones requería, no obstante, una recualificación sim-
bólica que permitiera despegarlo de la histórica imagen
negativa del “sur” y lo hiciera atractivo tanto para inver-
sores como para clientes.12 En este marco, la categoría de
“patrimonio industrial” comenzó a tener una importante
circulación en prensa especializada como el rasgo distin-
tivo del “renacimiento” de la zona. La muestra anual de
decoración Casa FOA realizada en 2005 en la fábrica refun-
cionalizada Barracas Central fue un momento decisivo en
este sentido. A fines de ese año, el editor del suplemento
“Metro Cuadrado” realizó un balance anual de la cuestión
patrimonial en la ciudad y destacó en primer lugar:

Este va a ser recordado como el año en que despegó Barracas,


el lado sur que continúa físicamente ese éxito inmobiliario
llamado Puerto Madero. Ya se siente una electricidad en ese
barrio, que en los últimos años recicló mejor o peor algu-
nos edificios industriales para destinos comerciales. La etapa
actual es la de creación de vivienda de alto impacto y esti-
lo, reutilizando también edificios como el de Bagley, en el
emprendimiento Moca, y la vieja fábrica de hilados donde se
realizó el FOA 2005, un proyecto impecablemente respetuoso
del aspecto patrimonial del bello, muy bello, edificio de cúpu-
la y manzana completa, triangular. (“Un año de patrimonio”,
Metro Cuadrado, Página/12, 17/12/2005)

12 En mi investigación doctoral analizo la construcción ideológica en medios


de comunicación y en las palabras de funcionarios gubernamentales de un
diagnóstico del “sur” de la ciudad a partir de tres ejes de representaciones: el
sur olvidado; el sur peligroso; y el sur como cuna de lo porteño. Por razones
de espacio y pertinencia no me explayo aquí sobre el punto. Para otros desa-
rrollos acerca de la construcción de una ideología del “sur”, cf. Gorelik, 2010
[1998].

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38 • La ciudad mercancía

Pero esta emergencia hundía sus raíces en procesos


previos. Ya en la década de 1980 algunos arquitectos, histo-
riadores y urbanistas habían señalado la arquitectura indus-
trial en Barracas como una tipología reutilizable y patrimo-
nializable.13 La posible convergencia de patrimonialización
y refuncionalización de la arquitectura industrial aparecía
en el Inventario de Patrimonio Urbano de Barracas (IPU-B) de
198914, que separaba al patrimonio de la monumentalidad y
se lo resituaba en lo cotidiano de la vida barrial. El acento
estaba puesto en la refuncionalización como modo de rein-
tegrar la arquitectura industrial (devenida patrimonio) con
las necesidades actuales del barrio:

El patrimonio arquitectónico y urbano es parte integral de la


identidad de un barrio y es por esto que su puesta en valor
y protección requiere de precisa identificación, clasificación,
análisis y amplia difusión para que sea reconocido por todos.
Las barracas, que en su conjunto identifican este barrio, son
edificios significativos que le dan carácter a una esquina, a
una calle o a una manzana. Este ejemplo de arquitectura
industrial ladrillera es representativo del patrimonio cons-
truido en el barrio, que es necesario poner en valor adecuán-
dolo a un nuevo uso correspondiente con las necesidades
actuales de trabajo, educación y vivienda. (IPU-B, 1989:163)

Las refuncionalizaciones propuestas durante la década


de 1980 apuntaban generalmente a la creación de entida-
des públicas o para la comunidad local.15 En cambio, las

13 Una refuncionalización pionera fue la antigua “Gran Fábrica de Corsés La


Ninfa”, reabierta en 1984 por la Academia Nacional de Bellas Artes y la Fun-
dación Antorchas como sede de la Fundación Tarea, dedicada a la conserva-
ción del arte colonial argentino.
14 Aslan, L., I. Joselevich, G. Novoa, D. Saiegh y A. Santaló (1989). Inventario de
Patrimonio Urbano de Barracas 1872-1970.
15 Un ejemplo fue el proyecto finalmente no concretado de un equipo de
arquitectos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad
de Buenos Aires, dirigido por Jorge Slautsky, que, en 1985, proponía instalar
en el antiguo Mercado del Pescado (hoy CMD) un espacio de servicios
comunitarios.

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La ciudad mercancía • 39

refuncionalizaciones a partir de 2003 estuvieron principal-


mente impulsadas por grandes actores del mercado inmo-
biliario que orientaron las residencias y oficinas producidas
a sectores de alto poder adquisitivo. En los proyectos de
mayor visibilidad, el valor patrimonial resultará un plus de
distinción tanto de los inmuebles en cuestión como de la
zona en general, y, posteriormente, una estrategia de afir-
mación de una vocación ética de preservación de la iden-
tidad local, en una coyuntura ya marcada por el conflicto
contra la construcción de “torres”. En el marco del conflic-
to “anti-torres” mencionado, la asociación vecinal Proteger
Barracas (fundada en 2007 y aún existente) rechazó des-
de entonces las “construcciones en altura” argumentando
la necesidad de “preservar el patrimonio” barraquense y la
“calidad de vida de los vecinos”.
Veremos a continuación qué sentidos fueron asignados
al “patrimonio industrial” y cómo esta categoría se vinculó,
en la estrategia de los impulsores de la recualificación de
Barracas, con memorias preexistentes y con formas hetero-
géneas de intervención sobre el paisaje industrial.

Un barrio con “olor a galletitas”: la revitalización


de la memoria olfativa barrial

Una de las operaciones discursivas centrales es el recurso


a la memoria local, a la nostalgia, que permite enraizar
los actuales proyectos inmobiliarios en la historia afectiva
del barrio. En otros términos, la categoría de “patrimonio
industrial” fue movilizada apelando no sólo a lo arquitec-
tónico, sino también a imágenes propias de la memoria
barrial. La agencia de marketing “Remolino”, a cargo de la
promoción de la ex fábrica Bagley (devenida complejo resi-
dencial “MOCA Viviendas Creativas”), creó en 2006 la eti-
queta “Barracas Dulce” para designar la zona más céntrica,
cercana a los barrios de San Telmo y Constitución, movi-

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40 • La ciudad mercancía

lizando la imagen olfativa del “olor a galletitas”.16 Según


Gastón Trajtemberg, representante comercial de Copelle,
desarrolladora de MOCA: “Barracas dulce es lo que está
entre la ex Canale y la antigua Bagley […]. El barrio es
recordado por todos los que vivían acá por el olor que había
y por la atracción que generaban estas dos fábricas.”17 Esta
referencia captura la pregnancia que el aroma posee en la
memoria de los locales (“Amábamos el aroma a vainillina
que emanaba de Bagley”, dice un nacido en Barracas)18 y se
expande hacia los artículos periodísticos que anuncian el
“renacimiento” de Barracas:

Barracas dulce: un barrio que crece al Sur con el recuerdo


del aroma a galletitas
A medida que el Sur de la Ciudad crece y se equipara con
los barrios del Norte, la tendencia a reciclar las viejas fábri-
cas de galletitas se cotiza en alza. Canale, Bagley y Terrabusi
lideran los proyectos que se combinan con la nostalgia.
El olor a bizcochos y galletitas recién horneadas todavía
es un recuerdo presente entre los vecinos de Barracas. La
vigencia del aroma suave permanece en la memoria mien-
tras las antiguas fábricas de Canale y Bagley se transforman.
La primera se convirtió este año en escenario de la muestra
de decoración “Casa FOA” y la segunda está en obra para
ofrecer muy pronto un complejo de departamentos de lujo
llamado: viviendas creativas “MOCA”. Por eso, el sector que

16 Ya desde mediados de la década de 1990 habían aparecido, junto con la


diversificación de las funciones y profesiones asociadas al Real Estate, estra-
tegias de marketing aplicadas al rubro inmobiliario, por las cuales los nuevos
edificios ya no eran identificados por su dirección postal sino por su nom-
bre “propio”, que es la marca puesta por su promotor (Elguezábal, 2015),
como MOCA, Barracas Central, Central Park o Palacio Lezama, en Barra-
cas. El aumento de la competencia en el sector luego de 2003 iría acompaña-
do de la proliferación de particiones de los barrios que procuran darle a cada
sector un “perfil” que cualifique a los productos inmobiliarios, como Paler-
mo Soho, Palermo Hollywood, Palermo Queens.
17 Fuente: “Barracas dulce: un barrio que crece al Sur con el recuerdo del aro-
ma a galletitas” (20/11/2006). Clarín. Recuperado de https://goo.gl/
DJ9e9W.
18 Retomado de un comentario recibido en el blog de Proteger Barracas el
20/11/2010.

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La ciudad mercancía • 41

delimitan en uno de los barrios más antiguos de la ciudad,


adquiere un nuevo nombre: Barracas dulce. (“Barracas dulce:
un barrio que crece al Sur con el recuerdo del aroma a galle-
titas”, Clarín, 20/11/2006)

El olor a galletitas remite a un pasado barrial añorado,


dorado, mítico, sin conflicto: los años de la infancia, y cuen-
ta su historia a partir de la percepción olfativa de niños,
vecinos y consumidores. Este recurso sensorial contribuye
al proceso de cualificación del barrio en dos sentidos: por
un lado, lo separa del “gris” y del “abandono” con que se
lo caracterizó en años previos, y, por el otro, lo integra al
conjunto de los barrios deseables y con identidad propia.
Esta apelación sensorial se combinará, como veremos, con
otras referencias a la memoria barrial y con un énfasis pues-
to en otro tipo de operaciones, como por ejemplo el recurso
al color y al diseño para conjurar el gris que se atribuye
al paisaje industrial.

Central Park y MOCA: Los desarrollos inmobiliarios


como “polos culturales”

Además del recurso a la memoria afectiva del barrio, en


la estrategia de desarrolladores y sus aliados, los gerentes
de las fábricas refuncionalizadas se esfuerzan por aparecer
como actores culturales del barrio, lo cual permite apartar
estos emprendimientos inmobiliarios del reino del interés
económico y los acerca al del aporte desinteresado al bien
común. Asimismo, la puesta en marcha de iniciativas vin-
culadas al arte y la cultura compensa anticipadamente el
“desclasamiento” que el sur significa para posibles clientes.
Finalmente, el recurso al patrimonio industrial, a la promo-
ción cultural y al color constituye una respuesta al desafío
estético que supone la imagen industrial de los edificios así
como el paisaje industrial “gris”.

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42 • La ciudad mercancía

En Central Park (ex imprenta Fabril Financiera), un


complejo de oficinas y comercios ubicado en una antigua
fábrica que ocupa toda la manzana19 funciona el “Sector
de los Artistas”, con estudios tipo loft. En 2004 los artistas
que tenían allí sus talleres eran tres; menos de una década
después ya se habían instalado más de diez, en su mayoría
consagrados en el espacio local, y en la actualidad, se cuen-
tan unos veinticinco artistas. En mayo de 2011 se hizo la
primera edición de “Talleres Abiertos de Par en Park”, un
evento que se promocionaba como una “apertura a la comu-
nidad” y que consistía en la apertura al público de los ateliers
(con posibilidad de venta de obra) complementada con un
desfile de modas, que anticipaba la creación del Distrito de
Diseño que llegaría dos años más tarde al barrio.
Por otro lado, en 1998 los propietarios encargaron al
artista plástico Pérez Celis la pintura de la fachada, hoy
devenida su rasgo característico, y en 2001 éste realizó una
escultura visible desde la autopista 9 de Julio, dando cuenta
de la centralidad otorgada al arte y al color en la reconver-
sión del “gris” asignado al paisaje fabril:

“Barracas arty. […] ‘En Recoleta esto hubiera sido un mama-


rracho, pero en este barrio tan gris vino a revitalizar la zona’
dice Bernardo Fernández, presidente de la firma y responsa-
ble de semejante jugada. Con un banco interno, piscina y bar-
restaurante, aquí conviven en perfecta armonía las oficinas de
los empresarios con los talleres de los mejores artistas.”20

Por su parte, el complejo “Viviendas Creativas MOCA”,


emplazado en la antigua fábrica de alimentos Bagley, fue
promocionado desde su lanzamiento en 2007 por sus desa-
rrolladores como poseyendo todas las prestaciones de un

19 Inaugurada la primera etapa en 1998, Central Park fue originariamente un


“hotel de empresas” emplazado en la ex-imprenta Fabril Financiera. Además
de oficinas en alquiler, el complejo posee actualmente un banco, locales gas-
tronómicos, outlets de ropa de marca (“Barracas Outlets”) y un sector de
ateliers de artistas.
20 “El boom Barracas”. Revista Oh La La!, mayo de 2008.

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La ciudad mercancía • 43

barrio cerrado (country) pero en un espacio urbano cén-


trico21, aspecto en el que no difiere del modo en que se
promociona cualquier otro edificio de categoría.
Ahora bien: en las “torres country”22 el esfuerzo de desa-
rrolladores y residentes está puesto en un “trabajo de encla-
vamiento” que mantenga –o que proporcione al menos la
ilusión de– cierta separación entre el interior pretendida-
mente homogéneo y el exterior (Elguezábal, 2015), aspecto
que se observa en MOCA cuando se lo promociona como
un country cerca del centro. Sin embargo, también aquí
se observa el movimiento inverso: si bien el edificio no
se encuentra oficialmente catalogado, el patrimonio y la
actividad cultural forman parte del corazón del programa
llevado adelante por los desarrolladores para legitimar su
presencia y promover a Barracas como barrio deseable para
grupos acomodados. Por ejemplo, en el Salón del Merca-
do Inmobiliario 2009 organizado por el diario La Nación,
Viviendas Creativas MOCA obtuvo el premio a la Exce-
lencia Inmobiliaria en la categoría Restauración y Puesta
en Valor. Por otra parte, la generación y la promoción de
“poros” culturales –como el espacio PICA (una vidriera que
abría al interior y que exhibía obras de artistas nóveles),
el Centro Cultural MOCA y la Fundación Lebensohn (con
actividades culturales y exposiciones artísticas gratuitas), las
visitas guiadas o las muestras especiales como “Fuga indus-
trial” 23– formarían parte de un trabajo de “desenclavamien-

21 La planta de Barracas dejó de producir en 2004, año en que Bagley fue com-
prada por Arcor y Danone, y devino Bagley Latinoamérica. El desmantela-
miento de la planta venía realizándose de forma confidencial desde la com-
pra por Danone en 1996. Luego de la compra, se dividió en cuatro predios,
uno de los cuales corresponde a MOCA.
22 Categoría con la que se suele denominar a los edificios de muchos pisos,
perímetro libre y servicios adicionales como salón de usos múltiples, gimna-
sio, lavadero común, piscina, seguridad privada, etc.
23 El centro cultural funcionó solo un año (2008-2009) y PICA no se encuentra
actualmente en uso. La galería de arte de la Fundación Lebensohn estuvo
activa hasta 2017, cuando se mudó al norte de la ciudad. “Fuga industrial” se
realizó en diversas ocasiones, ocupando un depósito donde se conservan
inmensos toneles de Hesperidina.

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44 • La ciudad mercancía

to”: aparecen como vasos comunicantes entre el interior y


el exterior, y como muestras de la voluntad de los desarro-
lladores de contribuir a la vida del barrio.

El “patrimonio industrial” como emblema de Barracas:


el rol de Casa FOA24

Además de los desarrolladores inmobiliarios, la exposición


de diseño, decoración y arquitectura Casa FOA25 (realizada
en Barracas en 2005, 2006, 2011 y 2012) tuvo un rol central
en la movilización de la impronta industrial como rasgo
diferencial del barrio. En todas sus ediciones, Casa FOA
pone de relieve el “valor patrimonial” de los inmuebles don-
de se instala, sin abrir la discusión sobre los usos de los edi-
ficios reciclados ni sobre sus efectos en la zona. Casa FOA
no sólo promueve el diseño y la decoración, sino también
el desarrollo inmobiliario del lugar donde se instala. En
palabras de Marcos Malbrán, organizador: “todas las obras
realizadas tienen carácter de permanencia ya que, detrás
de la exposición, hay un proyecto inmobiliario.”26 Por su
parte, el “valor patrimonial” aparece siempre como un ges-
to de responsabilidad de la muestra para con los “vecinos”
del lugar: “En todos los casos, la memoria urbana de los
edificios monumentales se activó con propuestas de diseño
contemporáneo”.27 El recurso al patrimonio permite tomar
distancia del interés puramente económico, de forma simi-
lar al recurso a la cultura en MOCA y Central Park.

24 Para un estudio más detallado del rol de Casa FOA en la patrimonialización


de Barracas, cf. Hernández (2015).
25 Casa FOA es una exposición anual organizada desde 1985 por la Fundación
Malbrán. Se realiza en sedes rotativas a beneficio de la Fundación Oftalmo-
lógica Argentina (FOA).
26 Fuente: “Casa FOA renueva su apuesta en el Sur” (01/09/2006), La Nación,
Información general. Recuperado de https://goo.gl/g4BJoi.
27 Fuente: “Casa FOA y Macri se mudan a Barracas” (13/09/2011), La Nación,
Martes visuales. Recuperado de https://goo.gl/BNfouF.

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La ciudad mercancía • 45

Si bien las localizaciones predilectas de las exposicio-


nes de Casa FOA han sido desde sus comienzos Barrio
Norte y Recoleta (barrios del norte ligados a la burguesía
tradicional argentina), la exposición ha salido en ocasiones
hacia otros lugares, iluminando o bien tipologías residen-
ciales novedosas orientadas a sectores de alto poder adqui-
sitivo (como lofts en Palermo en 1989 y 1992, y countries
en las afueras de la ciudad en 1996 y 1997), o bien zonas
que estaban siendo producidas como suelo atractivo para
la inversión inmobiliaria (como Puerto Madero en 1993 y
1999, y Barracas a partir de 2005). La primera exposición
en el sur de la ciudad se hizo en un edificio histórico de
San Telmo en 1995 y permaneció como un episodio aisla-
do. Recién desde 2005 se hicieron frecuentes las locacio-
nes situadas en la zona sur, más precisamente en Barracas,
tomando cada una de estas ediciones una antigua fábrica en
vías de refuncionalización. Este desplazamiento geográfico
y de tipología edilicia fue acompañado por la ampliación
de los alcances de la categoría de “patrimonio” empleada
por los organizadores a la hora de justificar la elección del
edificio sede. “Patrimonio” no podía restringirse ya a los
hôtels particuliers o a la arquitectura francesa del norte de la
ciudad: el análisis de artículos publicados por el diario La
Nación, principal medio de comunicación promotor de las
exposiciones, del sitio web de Casa FOA y de otros artículos
de prensa, muestra que la elección de fábricas refunciona-
lizadas en Barracas en 2005 y 2006 vehiculiza la estrategia
de consolidación del “patrimonio industrial” como factor
de atracción para la oferta y demanda inmobiliarias.
La edición de 2005 se realizó en Barracas Central, ex
textil Piccaluga, cuyos lofts de categoría salieron a la venta
una vez terminada la muestra.28 Casa FOA trajo aparejada

28 Es una antigua fábrica textil de planta triangular construida en 1920. El edi-


ficio está catalogado y fue adquirido en 2005 por BARESA SA para el desa-
rrollo de setenta lofts con spa, piscina y gimnasio, doce locales comerciales
(en su mayor parte hoy inactivos) y una galería de arte.

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46 • La ciudad mercancía

también una intervención sobre el entorno: antes de la feria,


los frentes de las casas del Pasaje Lanín (sobre uno de los
laterales del edificio), que habían sido pintados con diseños
abstractos en 2001 por iniciativa del artista plástico Marino
Santa María, fueron cubiertos por coloridas venecitas. Se
puso de relieve la arquitectura industrial como un valor
patrimonial, convocando aspectos estéticos y afectivos: “[…]
el sitio elegido es una esquina muy querida para los veci-
nos del barrio de Barracas porque representa algunas de las
corrientes estéticas que influyeron en la arquitectura indus-
trial rioplatense de principios del siglo pasado.”29
Casa FOA 2006 se hizo en el Palacio Lezama (ex-
Canale, fábrica de productos alimenticios)30. La mención al
edificio como “patrimonio industrial” es central, y la pre-
servación de las antiguas instalaciones se presenta como
respuesta a una demanda de los “vecinos”:

“Al igual que en Barracas Central y otra decena de inmuebles


donde se realizó la exposición, la recuperación arquitectó-
nica del Palacio Lezama vuelve a ser una pieza clave. Gran
parte del interior del edificio y la fachada serán reciclados y
el emblemático reloj de la torre, que quedó en desuso casi
al mismo tiempo que cerró la fábrica, volverá a funcionar

29 Fuente: “Casa FOA ahora mira al Sur” (22/10/2005), La Nación, Sección


Información general. Recuperado de https://goo.gl/azxppf.
30 El edificio data de 1910, se encuentra catalogado y está dentro del Área de
Protección Histórica N°1. La fábrica de Canale, que ya tenía dificultades
financieras desde comienzos de la década de 1980, fue adquirida en 1994
por el grupo SOCMA de Franco Macri, y revendida en 1999 a la multinacio-
nal norteamericana Nabisco. Edelven SA, desarrolladora de Central Park,
estuvo a cargo de su refuncionalización tras la compra del inmueble en
2006. Posee oficinas de categoría y un sector comercial, seguridad las 24
horas, zonas de exposición de arte y salones de usos múltiples, un sector
comercial y gastronómico y 400 cocheras. Se estima que podría albergar
entre cinco y seis mil empleados. Desde marzo de 2015 es sede de varios
ministerios del Gobierno de la Ciudad, mudados allí tras el fracaso en 2013
del traslado a los terrenos linderos a los hospitales psiquiátricos Borda y
Moyano, también en Barracas.

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La ciudad mercancía • 47

gracias al pedido de todos los vecinos”, cuenta Inés Cam-


pos Malbrán. (“Casa FOA renueva su apuesta en el Sur”, La
Nación, Información general, 01/09/2006)

Por un lado, la inserción de la arquitectura industrial en


el paisaje contemporáneo a través del reciclado refuerza lo
que aparece como una “continuidad natural” entre el “pasa-
do industrial” y las actuales oficinas. Por el otro, se opera un
corte entre el “declive industrial” y la actual “revitalización”,
como se observa en la elipsis de los cien años y la contrapo-
sición entre el “caos” y el “palacio”:

Palacio Lezama: patrimonio urbano


Reciclar el pasado
Proponen oficinas con servicios cinco estrellas como des-
tino para la antigua fábrica de bizcochos. […] Casi cien años
más tarde, y de prosperar la actual iniciativa, ese caótico con-
junto de hormigón y ladrillo se convertirá en el Palacio Leza-
ma, un ejemplo de cómo la arquitectura industrial del siglo
pasado puede insertarse en el paisaje contemporáneo y adap-
tarse a las exigencias del mercado inmobiliario. (“Reciclar el
pasado”, La Nación, Sección Arquitectura, 18/10/2006)

Casa FOA volvió a realizarse en Barracas en 2011 en el


actual Centro Metropolitano de Diseño (CMD, ex-Mercado
del Pescado)31; y en 2012, en Molina Ciudad, ex-Alpargatas

31 El edificio, inaugurado en 1934, funcionó como mercado abastecedor de


pescado hasta su cierre en 1983 por la apertura del actual Mercado Central.
Mientras estuvo inactivo, fue locación de múltiples filmaciones y ya desde la
década de 1990 hubo diferentes proyectos para reutilizarlo, como por ejem-
plo como museo del fútbol o del tango. Finalmente, en 1999 el gobierno
local anunció las inversiones para un centro de moda y diseño y en 2001 se
llamó a concurso para la primera etapa de refacción y remodelación. La
refuncionalización se completó en 2010. El CMD promueve actividades
ligadas al diseño (apoyo a empresas, capacitación, centro de exposiciones,
etc.). En 2007, el edificio y su área aledaña fueron declarados APH7. En
noviembre de 2013, el CMD se convirtió en el corazón del Distrito del Dise-
ño.

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48 • La ciudad mercancía

(Planta 2)32. En estas dos ediciones, los sentidos asociados


con la categoría de “patrimonio industrial” se reconfiguran
por efecto de las protestas de “vecinos patrimonialistas” del
barrio y de otras partes de la ciudad en curso desde 2006.
Así, se observan marcas discursivas de la urgencia de los
actores ligados a las refuncionalizaciones por posicionarse
como “defensores del patrimonio” en una coyuntura don-
de el conflicto por las demoliciones y la verticalización se
encontraba avanzado.
Uno de los sentidos novedosos es la aparición del dis-
curso de la “sustentabilidad”: reciclar edificios obsoletos
sería una práctica “sustentable”. Si por un lado, y teniendo
en cuenta que la edición 2011 se realizó en un edificio de
gestión pública, ello se relaciona con las declaraciones des-
de el gobierno local del objetivo de impulsar una “ciudad
verde”, por el otro aparece como una toma de posición en
el escenario de conflicto donde no sólo se cuestionaba la
construcción de “torres” en términos ambientales (Azuela
y Cosacov, 2013), sino que también el rechazo a la “espe-
culación inmobiliaria” amenazaba con volverse en contra
de la gestión del propio Jefe de Gobierno Mauricio Macri
(2007-2015), acusado de favorecer y participar de ella. En
este marco, la aparición del discurso de la sustentabilidad
puede interpretarse como un intento por parte del gobierno

32 Tras la quiebra de la firma de indumentaria Alpargatas, los siete edificios


que le pertenecían en el sur de la ciudad fueron vendidos. En la antigua
Planta 2, un inmueble inaugurado en 1883 que ocupa una manzana entera,
tuvo lugar el primer outlet de la ciudad –de venta de artículos escolares–
durante la crisis de 2001-2002. Existió luego un proyecto para trasladar allí
una sede del Gobierno de la Ciudad, finalmente desestimado. En 2011, el
Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales determinó que se trataba de un
inmueble con valor patrimonial. “Molina Ciudad”, iniciado ese mismo año,
es un proyecto que comprende 315 lofts, 400 cocheras, oficinas y locales
comerciales en una planta baja de acceso público, llevado adelante por GES
Desarrollos SA. El propio Mauricio Macri (Jefe de Gobierno de la Ciudad
entre 2007-2015 y actual Presidente de la Nación) participó en la adquisi-
ción y refuncionalización del actual complejo a través de un fideicomiso
constituido en 2011, y desde 2012 se encuentra dentro del Distrito de las
Artes.

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La ciudad mercancía • 49

local y de los actores inmobiliarios por mostrarse preocu-


pados por la cuestión urbana: se sancionan ciertos edifi-
cios como “patrimoniales” y su reciclado es mostrado como
una “puesta en valor” respetuosa del paisaje, por contras-
te con las “torres”, que serían incrustaciones artificiales y
no “sustentables”.

Preservación histórica
La estructura principal del cuerpo del edificio [de la ex
Alpargatas] se restaurará y se conservarán todos los rasgos
que hagan a la identidad y la historia del lugar: la chimenea,
las pilastras y los ornamentos. […] “Es una gran puesta en
valor lo que estamos haciendo”, [dice] Aglianon [director de
GES]. “Ahora estamos justo en la etapa de demolición. Pero
no hay demolición por sí misma y eso que podríamos demo-
ler todo y hacer dos torres inmensas, porque el código [de
Planeamiento Urbano] da. No nos interesó y a la gente que
compró tampoco. Ellos pagaron por este pedazo de historia”,
agrega Barenboim. […] (“La huella de Alpargatas”, El cronista,
Sección Real Estate, 26/04/2012)

El arquitecto levantaba acta del conflicto en torno de


las demoliciones, y se anticipaba: “no hay demolición por sí
misma”. La “puesta en valor” aparece como una actitud ética
–“podríamos demoler todo y hacer dos torres inmensas”–
mediante la cual legitima sus intervenciones poniéndose
por fuera del blanco de ataque de los “vecinos patrimonia-
listas”. En esta “revitalización” del barrio, que aparece como
respetuosa de su identidad y cuidadosa de su ambiente, no
se someten sin embargo a debate ni los usos de esos espacios
refuncionalizados ni sus posibles efectos sociales (recambio
poblacional, encarecimiento, fragmentación urbana, etc.).

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50 • La ciudad mercancía

El CMD y el Distrito de Diseño: la activación cultural


y patrimonial de “Barracas al fondo”33

El Centro Metropolitano de Diseño (CMD), institución


dependiente en la actualidad de la Subsecretaría de Desa-
rrollo Económico del Ministerio de Modernización, Inno-
vación y Tecnología la ciudad, se instaló en 2001 en el
ex-Mercado del Pescado, un antiguo mercado ubicado al
sudoeste del barrio, que desde 2013 es núcleo del Distrito
de Diseño (DD). Además de su función declarada de pro-
moción de una industria estratégica34, el CMD es un actor
central en el cambio de imagen de un área que los locales
denominan como “Barracas al fondo”, devaluada en térmi-
nos inmobiliario y escasamente demandada por el mercado
inmobiliario por su distancia al centro, por la presencia de
talleres y depósitos, por la cercanía de la Villa 21-24 y el
Riachuelo, y por las restricciones a la construcción en altura
(Scillamá, 2014). Este rol se vio potenciado por la creación
del DD, un área dentro de la cual las empresas vinculadas
al diseño obtienen exenciones impositivas y líneas de crédi-
to preferenciales. Como contrapartida, el gobierno local se
compromete a invertir en infraestructura y seguridad. Si en
otras áreas del barrio más cercanas al centro porteño, son
los actores directamente vinculados al negocio inmobiliario
los que desplazan las fronteras para hacer de Barracas un
barrio deseable o visitable (como “Barracas dulce” o “Barra-
cas outlets”), cuando lo que está en juego es volver atractivo

33 Para un análisis más detallado del rol del CMD-DD en el proceso de recuali-
ficación de Barracas, cf. Hernández (2017).
34 El diseño aparecía, en el cambio de milenio, como una rama dinámica capaz
de ofrecer soluciones a la recesión económica que había eclosionado en
2001. Esta promoción recibió un fuerte impulso en 2005, cuando, tras una
campaña realizada desde el propio CMD, la UNESCO declaró a Buenos
Aires la primera “Ciudad de Diseño” en el marco de su programa Red de
Ciudades Creativas, al que luego se unirían otras ciudades del mundo.

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La ciudad mercancía • 51

un sector que promete escasa rentabilidad como “Barracas


al fondo”, serán los poderes públicos los que asuman esa
tarea ligada al empresarialismo urbano (Harvey, 1989).
En este marco, la cultura, el arte y el patrimonio serán
movilizados por la gestión del CMD como herramientas
de conversión de la degradación urbana en algo atracti-
vo, como productores de representaciones de un lugar que
visibilizan y transforman a la vez. A diferencia de otros
procesos de cambio urbano donde se recurre al arte y al
patrimonio, aquí la intervención no está impulsada por
actores ligados al campo del arte, ni por residentes dis-
puestos a invertir su capital social y cultural en la produc-
ción de formas de distinción, ni por institutos de gobierno
especializados en áreas de cultura, sino por una institución
gubernamental ligada al desarrollo económico.
Cabe detenerse primero en la patrimonialización ofi-
cial del antiguo Mercado. A comienzos de los años 2000, el
edificio era valorado positivamente por su carácter “repre-
sentativo” de la identidad de Barracas y de su “pasado
industrial”. En la voz de sus promotores, su reciclado y
“puesta en valor” aparecían como un modo de restituir su
carácter pintoresco al sur y de atraer inversores:

“Este mercado fue una contribución muy importante al


barrio, porque consolida la identidad barrial (Barracas ya
tenía un perfil industrial) e inaugura un nuevo referente que
le va a dar mayor actividad y mayor densidad de edificación.
Es un referente de identidad para Barracas”, asegura Jorge
Tartarini, encargado de la investigación histórica y el estudio
planimétrico del edificio. (“Reciclaje del ex Mercado del Pes-
cado, en Barracas: El diseño tendrá casa propia”, Página/12,
Metro Cuadrado, 24/03/2001)

El antiguo Mercado posee actualmente un nivel de


protección cautelar y forma parte, desde 2007, del Área de
Protección Histórica N°7. Esto muestra un desplazamiento
respecto de los alcances y la relevancia otorgada a lo patri-
monial. El edificio que fuera calificado como “testimonio

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52 • La ciudad mercancía

de un pasado pero [sin] demasiada importancia histórica”


por el arquitecto Slautsky en 198535, es considerado hoy
en día por los promotores del CMD como una “ciudad-
usina creativa” basada en una “estética neo-industrial”, con
una “fachada histórica”, implantada en un área con “valor
patrimonial” (Becerra et al., 2013), aspectos que permiten
proyectar dicha imagen hacia afuera del barrio y hacia otros
grupos sociales más allá de los residentes.
Sin embargo, la patrimonialización del edificio es sólo
un aspecto del rol del CMD-DD en el cambio de imagen
del sudoeste de Barracas: este proceso se completa con la
puesta en circulación de imágenes del pasado, del presente
y del futuro del barrio, del lugar del diseño, la cultura y el
patrimonio en el espacio urbano, y de los sujetos implicados
en la actual “transformación”. Esta tarea ideológica puede
analizarse a través de cuatro operaciones puestas en juego
desde el CMD-DD en eventos dirigidos al público en gene-
ral, así como en notas periodísticas:
Del pasado fabril al presente creativo: El pasado
fabril del barrio aparece como fundamento de los nuevos
usos del suelo ligados a las “industrias creativas”, permi-
tiendo establecer una continuidad no conflictiva entre la
producción manufacturera y la basada en la “innovación” y
la “creatividad” que se intenta instalar en la zona: “La revita-
lización del barrio de Barracas a través de la promoción del
diseño se orienta a mantener el perfil industrial pero dotán-
dolo de creatividad e innovación” (Becerra et al., 2013: 24).
La desindustrialización y posterior reconversión de usos
del suelo aparecen como procesos de “diálogo” armónico
entre lo viejo y lo nuevo. Lo fabril queda definitivamente
relegado a un tiempo pretérito, mientras lo “creativo” es
asumido como su heredero.

35 Fuente: “¿Una nueva casa para los viejos barrios porteños?” (30/06/1985),
Clarín.

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La ciudad mercancía • 53

El diseño como creador de sentido urbano: El diseño


aparece aquí como una disciplina vinculada al urbanismo y
la arquitectura, cuya especificidad radicaría en su capacidad
de dotar de sentido a espacios urbanos que carecerían de él
o que lo habrían perdido.36 A diferencia del punto anterior,
el pasado fabril emerge ahora como un muro gris que es
necesario cubrir con color, en un sentido similar al visto en
el caso de Central Park. Esta representación del color y el
diseño como operadores de la revitalización del área apare-
ce especialmente en torno de las iniciativas y certámenes de
muralismo realizadas en los alrededores del CMD. En las
palabras de Leandro Frizzera, director artístico del encuen-
tro internacional de arte callejero Meeting of styles (2012)37:
“El aporte que [el festival] deja es poder exhibir nuestro tra-
bajo dentro de un marco que es para todos. En este caso hay
mucha gente que se está convocando para cambiarle total-
mente la cara a un lugar que está completamente gris.”38
Los “creativos” y la épica refundacional: La tercera
operación ideológica muestra a los diseñadores o “creati-
vos” (designación que se extiende a los artistas callejeros
cuando participan de actividades programadas de “embe-
llecimiento urbano”) como los artífices del “renacimiento”,
como los “héroes” que atraviesan la frontera urbana entre
una ciudad cualificada y un territorio sin cualidades. En dos
ediciones consecutivas (2014 y 2015) el CMD-DD llamó
a diseñadores a renovar las fachadas de cuatro comercios
del Boulevard Iriarte mediante el siguiente slogan: “En el

36 Para mayores referencias acerca de la consolidación del diseño como una


disciplina que trasciende la elaboración de objetos singulares para pasar a
ser central en la orquestación estética de espacios urbanos, cf. Julier, 2005.
37 El festival convocó a casi cien artistas callejeros de diferentes países para
pintar murales en los grandes paredones exteriores de playas de camiones,
galpones y fábricas aledaños al CMD.
38 Fuente: “Graffiteros y muralistas lucen su arte en un festival en Barracas”
(22/11/2012), La Razón.

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54 • La ciudad mercancía

Distrito de Diseño, los héroes son diseñadores” y con el


hashtag #DiseñadoresABarracas, dando forma a una épica
del arribo al barrio de la “clase creativa”.
Los “vecinos” como protagonistas del cambio
urbano: En las intervenciones y los eventos analizados apa-
rece asimismo el “vecino”, categoría genérica que interpela
a un sujeto identificado con el barrio, llamado a “prota-
gonizar” su “renacimiento”. Ahora bien, esta participación
se encuentra restringida a la elección de colores y formas
sobre un espacio urbano estetizado y festivo, que apare-
ce despojado de conflicto. Esta interpelación a los suje-
tos como “vecinos” se apoya en la apropiación de fechas
de valor simbólico local, como el día de Barracas (30 de
agosto)39. En 2014 se convocó a los “vecinos” a votar entre
las propuestas recibidas para la intervención en el bajo-
autopista de la avenida Iriarte:

¿Sabías que podés participar en la elección de la obra artística


que va a intervenir el paso Bajo Autopista 9 de Julio Sur
e Iriarte? Diseñadores y arquitectos ya están trabajando en
pensar propuestas que le den vida a la puerta de entrada del
Distrito de Diseño. Imaginate graffitis, murales o un cam-
bio de fachada que llene de color el arco: durante el Día
de Barracas vas a poder votar el proyecto que más te gus-
ta. (CMD, “Intervenciones de diseño en el Bajo Autopista”,
buenosaires.gob.ar, s/f)

El CMD-DD opera como un actor central del cambio


de imagen del sudoeste del barrio a través de intervenciones
callejeras y de la puesta en circulación de representaciones
de la tradición barrial como una marca de identidad posible

39 Las instituciones barriales, como la Junta de Estudios Históricos de Barra-


cas, organizan anualmente festejos para cada aniversario. El CMD-DD rea-
liza también actividades para la fecha, pero con un programa diferenciado,
lo que revela la distancia entre lo que está en juego para unos y para otros,
así como la no coincidencia de los públicos a los que se dirigen.

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La ciudad mercancía • 55

de ser consumida, así como de imágenes que agregan a ese


sector rasgos que señalen su plena pertenencia a un cir-
cuito de vanguardia.

Conclusiones

Este trabajo mostró el proceso por el cual la categoría de


“patrimonio industrial” adquiere un rol central en la recua-
lificación de Barracas. Primeramente, permite conectar la
recualificación actual con algunos elementos de la memoria
local, al tiempo que agrega un plus de exotismo, exclusi-
vidad, y bohemia a los proyectos inmobiliarios de refun-
cionalización. Por otro lado, las fábricas funcionan como
puntos emblemáticos, como sinécdoques del barrio o de
partes (como en el caso de “Barracas dulce”), contribuyendo
a su recualificación global a través del fortalecimiento de su
imagen de “antiguo barrio industrial que renace”.
La emergencia del patrimonio industrial no supone la
recuperación de una historia hasta entonces no tenida en
cuenta. Es más bien una operación ideológico-discursiva
triple, por la cual fábricas, puentes, mercados, estaciones
de tren, son escindidos del presente, trasmutados en testi-
monios de un pasado más o menos lejano, y nuevamente
reinscriptos en el presente bajo la forma del patrimonio.
El pasado industrial no desaparece, sino que es fijado y
neutralizado de dos modos: como un tiempo pretérito, ter-
minado, y como una imagen pacificada sobre la que montar
un nuevo “renacimiento”. La conversión del paisaje fabril
en un objeto de contemplación estética, la reintroducción
de la monumentalidad y del peso del poder de las clases
dominantes a través de la exaltación de la “sólida arquitec-
tura” y de las “fuertes columnas”, son rasgos de un reorde-
namiento simbólico del paisaje sustentado en una empresa
de clase. Que el “patrimonio industrial” llegue a ser el rasgo

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56 • La ciudad mercancía

emblemático de Barracas puede ser leído como una victoria


de actores corporativos y de ciertas áreas del gobierno local
en la fijación del sentido del proceso de recualificación.
Así, la historia de los trabajadores no ha pasado al
actual repertorio de lo patrimonial. Por un lado, porque sus
viviendas, sus lugares de reunión, sus comercios, no han
pervivido salvo en contadas ocasiones, y, en estos casos,
han sido traducidos en buena medida a formas pintorescas
como el conventillo. Pero, fundamentalmente, porque con
la trasmutación de las fábricas en patrimonio industrial, la
huella del trabajo se borra en favor de un barrio mítico
de patrones audaces, de chimeneas humeantes y de niños
golosos. Nada se dice, por mencionar sólo algunas, de las
huelgas generales de 1896, de la huelga de cuatro meses de
Fabril Financiera de 1969, o de la de Alpargatas de 1979.
Nada se dice, tampoco, de la existencia de la villa más gran-
de de la ciudad dentro del barrio mismo. Nada se dice de la
cercanía de los hospitales públicos neuropsiquiátricos40. Se
invisibilizan además otras problemáticas acuciantes dentro
del área, como la contaminación, la ausencia de políticas de
vivienda integrales o la precariedad habitacional.
Ahora bien: este proceso no ocurre sin contradicciones.
Por un lado, porque en el período analizado, correspon-
diente a un ciclo de intensificación (en las zonas previamen-
te más valorizadas) y de expansión (hacia áreas llamadas
“alternativas”, como Barracas) de la inversión inmobiliaria,
manifestada especialmente bajo la forma de demoliciones
y verticalización, pudo verse en Barracas que la recualifi-
cación fue desigual, lo que se manifiesta en tres grandes
características: siguió el patrón de las fragmentaciones pre-
existentes –localizándose las nuevas inversiones espacial-
mente sobre las grandes avenidas y en la zona más cercana
al centro y a San Telmo–; reforzó algunas centralidades dis-
persas –como el entorno del pasaje Lanín–; y trajo consigo

40 Únicamente mencionados cuando existía la posibilidad de reconvertirlos en


edificios de la administración pública en 2013.

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La ciudad mercancía • 57

la avanzada por parte del gobierno local sobre áreas aún


no rentables para la inversión privada, como es el caso
del CMD.
Por el otro, porque suscitó una disputa alrededor de los
sentidos asociados a la emergencia de Barracas como barrio
patrimonial. Los actores interesados en la “revitalización” a
través de la atracción de inversión privada de gran escala
mantendrán una concepción de patrimonio restringida a
lo singular y lo monumental, donde las fábricas serán el
patrimonio barraquense por excelencia. Esta versión res-
tringida deja lugar a la posibilidad de demoler otras edifi-
caciones de menor porte, para habilitar la construcción de
nuevos edificios. En cambio, los “vecinos patrimonialistas”
agrupados en Proteger Barracas y sus aliados defenderán
una concepción ampliada del patrimonio, donde las fábri-
cas son un elemento más dentro de un conjunto amplio de
bienes patrimonializables. Para este conjunto de actores, el
eje de la identidad barraquense serán las “casas bajas”, y su
estrategia estará ligada a lograr formas de patrimonializa-
ción que impidan su demolición y favorezcan su rehabili-
tación. Resulta importante señalar que, aún para posicio-
nes enfrentadas, la consideración de Barracas como barrio
patrimonial aparece como una evidencia y la valoración
positiva de su patrimonialización se encuentra fuera de dis-
cusión. El patrimonio forma parte de un consenso básico,
sobre el cual se montan disputas acerca de su sentido y de
sus alcances, así como los conflictos acerca del curso de la
recualificación del barrio. El estudio de los alcances y las
implicancias políticas de dichos conflictos queda como una
línea de trabajo que se desprende de lo dicho hasta aquí.

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58 • La ciudad mercancía

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2

A nova política urbana para


o centro antigo de Salvador-Bahia
ÍCARO MACÊDO GUIMARÃES DE OLIVEIRA1

Introdução

Nos recentes processos de renovação urbana pelo mundo,


um termo tem sido amplamente difundido entre planejado-
res: o planejamento estratégico. Apoiados na ideia de cidade
tal qual uma empresa, esses planejadores –dentre os quais se
encontram urbanistas, políticos, economistas, empresários,
administradores, dentre outros– buscam encontrar no mer-
cado uma saída para grandes entraves econômicos e sociais
vividos por suas cidades. A partir desse ponto de vista, a
cidade e sua cultura postas como mercadoria, são encaradas
como meios de rentabilidade e não mais como local onde
residem pessoas de hábitos e culturas distintas. Esse mesmo
caldeirão cultural é muitas vezes utilizado como um dos
principais fatores a ser explorado para a comercialização da
imagem de um ambiente urbano, ainda que o mesmo pro-
cesso venha a negá-lo, sufocando-o com sua política urbana
de interesse puramente mercadológico.
Diversas cidades pelo mundo já desenvolveram expe-
riências similares, reforçando o caráter internacional desse
novo modelo de planejamento. A atração de investimentos
externos advindos do turismo e do setor imobiliário tem

1 Universidade Federal da Bahia (UFBA).

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64 • La ciudad mercancía

exercido forte influência em administrações municipais na


busca por uma competitividade entre centros urbanos. De
caráter volátil, esse capital ao passo que traz num primei-
ro momento questionáveis benfeitorias estruturais para as
cidades, ao longo de seu processo, acomete esses locais e
em especial suas áreas centrais em perdas maiores quando
comparadas à sua situação inicial.
Em Salvador, um grande exemplo se deu com a
desastrosa reforma do Pelourinho no início da década de
1990, que transformou essa área tombada numa espécie
de shopping center à céu aberto, expulsando moradores tra-
dicionais e uma população vulnerável para “vender” uma
imagem de território bem estruturado aos investidores e
turistas. Passados poucos anos, o Plano não se sustentou e,
pior, terminou escancarando as mazelas sociais até então
ali “abafadas”. Além disso, acabou expulsando comerciantes
e empresários atraídos justamente pela ideia propagada de
consumo cultural de shopping mall em Centros Históricos.
Hoje, mais uma vez, o mesmo grupo político agora na admi-
nistração municipal, volta com a ideia de quase 30 anos
atrás, promovendo uma série de iniciativas para “revitali-
zar” –nas palavras de seu mais novo plano de investimen-
tos– uma área que jamais esteve “sem vida” e que, ao contrá-
rio, abriga uma população que justamente tem contribuído
para a manutenção física e cultural dessa região.

Contexto Histórico: ascensão e decadência do Centro


Antigo de Salvador

Fundada em 1549 segundo o modelo urbano português de


cidades à beira-mar, Salvador teve no ordenamento mili-
tar a premissa básica para sua implementação enquanto
núcleo forte e administrador de todo o território brasileiro.
Erguida como acrópole, no topo de uma encosta de difícil
acesso, abrigada pelo mar por uma grande baía (Baía de

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La ciudad mercancía • 65

Todos os Santos) e ao fundo protegida por um dique de


águas represadas, a primeira capital do Brasil se mostrava
como sítio perfeito para abrigar a sede do Governo Geral
da Colônia. Essa disposição a dividiu morfologicamente em
duas cidades: a Cidade Alta, onde se encontravam o setor
administrativo, residencial e religioso, e a Cidade Baixa,
onde estava localizada a atividade comercial-portuária. Seu
rico legado arquitetônico nos revela hoje sua importância
durante o Período Colonial, levando a mesma ao posto de
segunda cidade do Império Ultramarino Português, atrás
apenas da capital Lisboa.
Com o passar do tempo, sua importância comercial,
administrativa e militar fazem a cidade –ainda muralhada–
crescer e se expandir para zonas extramuros conquistando
outros vales e cumeadas à sua volta, enquanto sua estrei-
ta faixa de terra entre o mar e a encosta ganha seus pri-
meiros aterros sob o mar para melhor abrigo da atividade
comercial-portuária. As primeiras edificações erguidas de
terra vão sendo pouco a pouco substituídas por construções
robustas e sólidas de cantaria, ao passo que edifícios públi-
cos e religiosos ganham monumentalidade. Ainda com a
mudança da capital para o Rio de Janeiro, a cidade continua
como um dos principais portos do Atlântico Sul, dada sua
intensa atividade comercial. Sob forte influência da busca
por novos mercados de consumo gerados com a Revolu-
ção Industrial ocorrida na Inglaterra, o paulatino fim do
comércio escravocrata vai sendo substituído pelo comércio
de produtos manufaturados, conferindo um novo momento
de desenvolvimento urbano para a cidade.
Ainda no século XVIII, a maior parte da atividade urba-
na se desenvolvia em torno do seu núcleo original. As áreas
limítrofes a esta zona, passam a ser ocupadas com mais
vigor a partir do século XIX, indo até a metade do século
XX com grande importância e representatividade para a
cidade. A partir da década de 70, com o êxodo rural e o
inchaço populacional, o Governo do Estado inicia um pro-
cesso de expansão da malha urbana da capital para áreas

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66 • La ciudad mercancía

mais afastadas, tomando como premissa a descentralização


das atividades administrativas e de serviços. Assim, ao passo
em que surgem novos centros comerciais e residenciais
afastados do seu Centro Antigo, inicia-se aí um processo de
abandono e decadência de sua área central que segue até o
início do presente século.

O momento atual: contradições em torno da política


urbana

A partir do final do século XX, a crise urbana em Salvador


em consonância com a brasileira trouxe paradoxos comuns
às economias neoliberais em que a ausência de controle do
Estado sobre o território urbano, fez gerar “bolsões vazios”
em áreas centrais em função de um processo especulativo
do setor imobiliário. Dentro dessa lógica neoliberal, o Poder
Público acabou se eximindo de seu papel regulador do uso e
ocupação do solo urbano e, moldado pelo poder econômico
do capital, acabou investindo na expansão de novas áre-
as urbanas distantes das áreas centrais. Ironicamente, boa
parte dessas novas áreas de expansão, ainda hoje esperam
pela implementação de estrutura urbana básica como ruas,
avenidas, escolas, postos de saúde, iluminação pública, rede
de abastecimento de água e esgoto, linhas de ônibus, dentre
outros serviços, enquanto as áreas centrais já dotadas desse
aparato acabaram abandonadas ou subutilizadas.

Finalmente, nunca é demais repetir o que é muito óbvio,


mas pouco considerado na sociedade global, que a ausência
de controle público sobre a propriedade da terra contribui
para a carência habitacional, segregação territorial, aumento
do custo da infra-estrutura e serviços, além de impor maior
sacrifício à população pobre excluída da cidade. A “desor-
dem” do mercado fundiário e imobiliário (que evidentemente

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La ciudad mercancía • 67

pressupõe uma outra “ordem”) impõem custos à administra-


ção pública que resultam em rendas diferenciais apropriadas
privadamente (Maricato, 2009: 19).

Tal circunstância além de encarecer o custo de vida


urbano, ainda reduz a qualidade de vida de sua população
mais vulnerável que passa a ter que se deslocar grandes dis-
tâncias entre moradia e trabalho. Nesse processo, inúmeros
imóveis abandonados por seus proprietários –à espera de
uma futura valorização da área– e pelo Poder Público na
região do Centro Antigo, passaram a ser ocupados infor-
malmente por uma população à margem dos processos de
cidadania e direito à cidade, que muitas vezes reside aí
em condições degradantes. Em Salvador, assim como nas
maiores capitais brasileiras, de um modo geral, o déficit
habitacional poderia ser resolvido –ou ao menos em boa
parte atenuado– com o aproveitamento justamente desses
imóveis vazios existentes nas áreas centrais já dotadas de
infraestrutura urbana, como mostra Nelson Baltrusis e Lai-
la Nazem Mourad em Política Habitacional e Locação Social
em Salvador:

De acordo com dados do Ministério das Cidades, em 2011,


o déficit habitacional em Salvador foi estimado em 114.524
unidades, o que correspondia a 13,3% do parque residencial
da cidade. Já os domicílios vazios ou sem uso correspondiam
a 12,5%. Grosso modo, poder-se-ia suprir a falta de moradias
utilizando os imóveis vazios (Baltrusis& Mourad, 2014: 268).

Apesar desse quadro persistir até os dias de hoje, é


um paradoxo saber que o Brasil conta com uma das mais
modernas legislações urbanísticas do mundo. Aprovada em
2001, a Lei Federal nº 10.257/2001, mais conhecida como
Estatuto da Cidade, representou um marco na mudança de
postura de legislações urbanísticas do País. A função social da
propriedade –característica fundamental para a justiça social
e o direito à cidade– mencionada pela primeira vez em uma
normativa brasileira desde a Constituição de 1934, veio

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68 • La ciudad mercancía

com o referido Estatuto muito bem apoiada em diversos


instrumentos para sua aplicabilidade nos Planos Diretores
locais. Apesar disso, tem comumente esbarrado na vontade
política de administrações municipais descompromissadas
com a promoção da justiça social urbana. Em seu Artigo 39,
a referida lei define que:

A propriedade urbana cumpre sua função social quando


atende às exigências fundamentais de ordenação da cidade
expressas no plano diretor, assegurando o atendimento das
necessidades dos cidadãos quanto à qualidade de vida, à jus-
tiça social e ao desenvolvimento das atividades econômicas,
respeitadas as diretrizes previstas no art. 2o desta Lei (Bra-
sil, 2001).

A ausência de controle do Estado sobre o tecido urba-


no, comum dentro da ideologia neoliberal, tem contribuído
para o agravamento da crise urbana brasileira. Em Salva-
dor, a especulação imobiliária se faz presente há muito em
diversas áreas do seu Centro Antigo quando, de tempos em
tempos, um novo empreendimento surge com a promessa
de renovação e valorização urbana. A simples aquisição de
um grande conjunto de imóveis nessa região, já desencadeia
todo um processo especulativo que por si só eleva os custos
de determinada região do entorno dessas ações, expulsando
moradores tradicionais e uma população vulnerável que,
vivendo na informalidade, apresenta-se muitas vezes em
condições de vida degradantes.
Como é óbvio, a especulação imobiliária não se expri-
me tão somente pela retenção de terrenos que se situam
entre um centro de suas zonas periféricas. Ela se apresen-
ta também com imenso vigor dentro das próprias áreas
centrais, quando zonas estagnadas ou decadentes recebem
investimentos em serviços ou infra-estruturas básicas. O
surgimento de uma rodovia ou vias expressas, a canaliza-
ção de um simples córrego, enfim, uma melhoria urbana
de qualquer tipo, repercute imediatamente no preço dos
terrenos. (…) Forja-se assim –e o poder público através

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La ciudad mercancía • 69

de desapropriações e planos de “reurbanização” interfere


diretamente neste processo– uma nova configuração espa-
cial que visa ao mercado residencial ou de serviços das
camadas abastadas, enquanto os grupos pobres tendem a
ser expulsos para áreas mais distantes. Desta forma, um
transporte de massa, que deveria servir ao deslocamento da
população operária, devido à alquimia especulativa do setor
imobiliário-construtor e à “neutralidade” tecnicista do pla-
nejamento público, converte-se em instrumento dos inte-
resses dos estratos privilegiados (Kowarick, 1979: 37).
No contexto local, o mais recente PDDU-Plano Diretor
de Desenvolvimento Urbano, aprovado em 2016, ainda que
mencione por diversas vezes os direcionamentos impos-
tos pela já citada Lei Federal nº 10.257/2001, não expõe
um conjunto de planos, ações e metas a serem seguidas
pelo poder público municipal, deixando de lado a grande
oportunidade de se fazer uma política urbana mais enga-
jada, coerente e que promova o direito à cidade e a justi-
ça social. Diversos instrumentos trazidos pelo Estatuto da
Cidade para melhor aproveitamento da estrutura urbana já
existente nas áreas centrais não foram postos como meta
nem sequer mencionados como se daria sua aplicabilidade,
resultando em apenas citações sem nenhum compromisso
com sua efetiva prática dentro da política urbana municipal.
Um dos mais importantes instrumentos criados na esfera
federal para frear ou mesmo reverter o processo de esvazia-
mento e abandono das áreas centrais, o IPTU progressivo2,
uma vez não posto como meta, tem contribuído para a dete-
rioração dessas zonas e, em Salvador, a região do Comércio,
Centro Histórico e Centro Antigo, são as mais afetadas.

2 Em atendimento à “função social da propriedade” estabelecida pela Consti-


tuição de 1988 e reforçada pela Lei Federal 10.257/2001, esse mecanismo
busca através do aumento progressivo da taxa do Imposto Predial e Territo-
rial Urbano – IPTU, evitar que proprietários legais deixem seus imóveis oci-
osos ou subutilizados.

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70 • La ciudad mercancía

Aprovado em 26 de abril deste ano sob forte crítica de


diversas entidades de classe, a Universidade, a Associação
de Moradores e demais movimentos sociais envolvidos com
a questão do Centro Antigo, o Projeto de Lei nº 302/16
estipulou o Programa de Incentivo à Restauração e Recuperação
de Imóveis do Centro Antigo de Salvador, mais conhecido como
“Revitalizar”. Elaborado sem a participação popular, espe-
cialmente da comunidade que ali vive há décadas, o referi-
do programa direcionou incentivos fiscais tão somente aos
“proprietários formais” como forma de estímulo para que
estes reformem seus imóveis. No entanto, não reconheceu
os “proprietários informais” representados pelas famílias
que ali residem há muito tempo e que justamente contri-
buíram para a manutenção desses imóveis até os dias de
hoje. Dessa forma, ao reconhecer apenas o direito de pro-
priedade e não o de posse, o Programa deixou de lado uma
população que vive e trabalha no local e que, assim, tem
contribuído com a dinâmica e salvaguarda do que ainda
resta de patrimônio histórico e cultural nessa área. Ironi-
camente, os proprietários legais que outrora abandonaram
esses imóveis e que assim contribuíram de certo modo para
sua degradação, foram beneficiados com o perdão de dívi-
das e incentivos fiscais.
Não por acaso o referido programa é intitulado “Revi-
talizar”. Com a ideia já obsoleta de “revitalizar” algo que,
contrariamente, não está sem vida, e pregando incentivos
fiscais somente aos proprietários formais, o Programa ter-
mina por viabilizar processos de expulsão e desapropriação
de comunidades que já estavam à margem de processos do
direito à cidade e acesso à cidadania. Além disso, em sua
composição, o referido documento apesar de citar a ques-
tão residencial como importante para o Centro Antigo, não
chega a estipular caminhos, meios, objetivos e instrumentos
diretos que impeçam a expulsão desses moradores.

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La ciudad mercancía • 71

O planejamento estratégico e a realidade


soteropolitana3

Depois de muito se expandir a cidade em direção ao Norte,


seguindo o eixo da Avenida Luís Viana Filho, ou Avenida
Paralela, o mercado imobiliário chegou a ensaiar uma ocu-
pação na orla marítima de Salvador, entretanto, as condi-
ções climáticas com elevada salinidade da região e a falta de
uma política urbana verdadeiramente eficaz que contemple
sua espacialidade e belezas naturais, têm barrado esse movi-
mento. Diante da escassez de terrenos rentáveis, este setor
–aliado ao trade turístico– volta-se agora para o Centro
Antigo, mais precisamente em áreas históricas e na borda
marítima da Baía de Todos os Santos. Aliando identidade
cultural, referências históricas, centralidade urbana e bele-
zas naturais, essa região vem observando um crescente inte-
resse por parte do empresariado de grandes corporações e
do Poder Público que, em plena cooperação, se mostram
interessados em investir nesse que promete ser o novo vetor
de crescimento do mercado imobiliário da cidade.
Em consonância com os processos de renovação urba-
na desenvolvidos nas últimas décadas por diversas cidades
pelo mundo, Salvador também vem experimentando essa
nova forma de urbanização. Surgido no final do século XX
nos Estados Unidos e Europa a partir da incorporação da
dinâmica empresarial à gestão de cidades, o planejamento
estratégico –como é propagado por seus idealizadores e con-
sultores– vem encontrando na crise econômica do capita-
lismo, terreno fértil para a implementação de seus ideais
de renovação e reabilitação urbana através de forte inves-
timento de agentes privados. Não obstante a isso, soma-se
uma ausência de controle do Estado sobre o ordenamento

3 Termo relativo à cidade de Salvador, o que é seu natural ou habitante.

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72 • La ciudad mercancía

do uso do solo urbano que, sob a lógica neoliberal, “fle-


xibiliza” e incentiva as parcerias com a iniciativa privada,
detentora do poder do capital.
Ideologicamente, a competição pelo reconhecimento
internacional de cidades foi posta como solução para a atra-
ção de investimentos e consequente geração de emprego e
renda como formas de combate à dita crise. A uniformiza-
ção do imaginário popular sobre o aceite de tais soluções,
aliada a uma liderança local (mais especificamente repre-
sentada na figura de um prefeito) capaz de reunir grande
apoio popular em torno de suas ações, se tornaram peças-
chave de uma espécie de “receita” disseminada em diversos
países pelo mundo. Em O mito da cidade-global: o papel da
ideologia na produção do espaço urbano, João Sette Whitaker
Ferreira nos traz um apanhado geral desse novo processo:

A idéia que sustenta o conceito é a de que, no mundo da


“acumulação flexível”, em que dominam as “novas” dinâmicas
econômicas da globalização, as cidades devem ser mais com-
petitivas na sua capacidade de oferecer a base física para esse
novo cenário, e para isso devem ser pensadas não mais como
cidades, mas sim como empresas. (Ferreira, 2007: 116)

Tal como Jordi Borja afirma em As cidades e o planeja-


mento estratégico: uma reflexão europeia e latino-americana, a
figura de um administrador local –um prefeito, por exem-
plo– com grande poder de articulação com o mercado com-
petitivo internacional, é colocado como peça-chave para a
viabilização de um planejamento estratégico. Para o caso
de Salvador, o atual chefe do Poder Executivo soteropo-
litano, jovem articulador entre grandes representantes do
capital privado, poderia ser enquadrado nessa idealização
propagada por Borja. Sua elevada popularidade refletida no
grande número de votos de sua última eleição, deu a ele
direta ou indiretamente o consentimento da maior parte
da população frente à importantes ordenamentos urbanos à
que ele tem proposto para a Capital.

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La ciudad mercancía • 73

Dificilmente pode-se reagir positivamente a tais desafios sem


uma liderança personalizada. Em muitos casos a figura do
prefeito é decisiva, […]. Não se pode entender a competiti-
vidade internacional e a boa imagem de cidades que não são
grandes capitais […] sem levar em conta a forte personalidade
e o dinamismo de seus prefeitos. (Borja, 1997: 83)

Comumente no planejamento estratégico, repetem-se


modelos e padrões de estruturação urbana mundo a fora
como um receituário aplicado indiscriminadamente a todos
os sítios urbanos, ignorando as particularidades de cada
local. Essa conceituação teórica encontra forte embasamen-
to na experiência urbana de Barcelona para sediar os Jogos
Olímpicos de 1992. Na ocasião, grande soma de recur-
sos públicos e privados foi aplicada na reabilitação de sua
área portuária decadente. Posteriormente, essa região agora
valorizada com a implantação de equipamentos esportivos
e com as unidades da Vila Olímpica, foi incorporada à cida-
de na forma de moradia e espaços públicos.
Ainda que a reestruturação de sua região portuária seja
considerada um grande legado urbano, é importante salien-
tar que o direcionamento desses espaços pós-olimpíada não
abarcou todas as camadas sociais, se restringindo à classe
média e alta. Além disso, mesmo sendo uma das cidade-
símbolo do planejamento estratégico e mundialmente pro-
pagada por seus “urbanistas consultores” como uma expe-
riência de sucesso a ser seguida, a cidade passa hoje por
um processo de autorreflexão quanto à sua identidade local,
muitas vezes abalada pelo alto fluxo turístico vivenciado
diariamente por seus moradores tradicionais.
O marketing urbano e a “produção de consensos” vêm
em todo o mundo pregando a mesma receita pautada
no dito planejamento estratégico, colocando cidades sob
a mesma ótica comercial da disputa por investimentos
estrangeiros. Nesse sentido, a atração desses investimen-
tos notadamente atrelados ao mercado imobiliário e trade
turístico, são colocados como solução para a geração de

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74 • La ciudad mercancía

emprego e renda nessas cidades. A cultura local é posta


como elemento fundamental para a venda da imagem de
uma cidade para, assim, atrair esses grandes investidores
externos em seu tecido urbano. Dessa forma, o turismo
tornou-se, então, na visão de empresários e administrado-
res vinculados a essa nova forma de planejamento, o “gran-
de herói” responsável pela saída da crise econômico-social,
ainda que para isso promova a exclusão e perda do pleno
acesso de moradores à sua cidade, que passa a ser voltada
prioritariamente a um público e mercado externos.
Paradoxalmente, a aplicação de uma “receita” externa
direcionada indiscriminadamente para todas as cidades do
mundo, termina por negar a tradição local dessas áreas
onde se pretende investir. O resultado são espaços desloca-
dos de sua realidade que não se sustentam por longo perío-
do ou, quando muito, impõe uma internacionalização de
ambiências urbanas nas quais seus moradores tradicionais
não se reconhecem. As diferenças sociais e culturais que
separam o Brasil de outros países desenvolvidos, por si só já
explicaria a impossibilidade de aplicação do mesmo modelo
de plano de cidade pregado pelos consultores e urbanistas
do planejamento estratégico pelo mundo.
Assim, como ocorre com o conceito da “cidade-global”,
o problema não está tanto nas suas formulações em si, nem
nas bases empíricas originais (Barcelona, para o Planeja-
mento Estratégico, e Nova York, Londres e Tóquio para as
cidades globais), mas à sua transferência para a realidade urba-
na de outros países, no que acaba se tornando um instrumen-
to ideológico de difusão de alguns preceitos urbanísticos de
perfil nitidamente liberal. Em outras palavras, são as “idéias
fora do lugar”. (Ferreira, 2007: 116-117. Grifo do autor)
Sobre a criação de consensos em torno do ideário do
planejamento estratégico, Arantes (2002) em Uma estratégia
fatal. A cultura nas novas gestões urbanas nos fala:

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La ciudad mercancía • 75

Animação que se expressa na convergência entre governan-


tes, burocratas e urbanistas em torno de uma espécie de
teorema-padrão: que as cidades só se tornarão protagonistas
privilegiadas, como a Idade da Informação lhes promete, se, e
somente se, forem devidamente dotadas de um Plano Estra-
tégico capaz de gerar respostas competitivas aos desafios da
globalização […]. (2002: 13)

E ainda:

A fabricação de consensos em torno do crescimento a qual-


quer preço –a essência mesma de toda localização– torna-se
a peça-chave de uma situação de mobilização competitiva
permanente para a batalha de soma zero com as cidades
concorrentes. Uma fábrica por excelência de ideologias, por-
tanto: do território, da comunidade, do civismo etc. Mas
sobretudo, a fabulação de senso comum econômico, segun-
do o qual o crescimento enquanto tal faz chover empregos.
No coração dessas coalizões, a classe rentista de sempre,
hoje novamente na vanguarda dos “movimentos urbanos”:
incorporadores, corretores, banqueiros etc., escorados por
um séquito de coadjuvantes igualmente interessados e pode-
rosos, como a mídia, os políticos, universidades, empresas
esportivas, câmaras de comércio e, enfim, nossos dois perso-
nagens desse enredo de estratégias: os planejadores urbanos
e os promotores culturais. (2002: 27)

Algumas iniciativas e planos embasados no planeja-


mento estratégico já vem sendo aplicados em Salvador em
parcerias do Poder Público local com a iniciativa privada.
Nas duas últimas décadas foram lançados –ou ao menos
especulados– grandes projetos de restruturação urbana de
áreas do Centro Antigo em cooperação com agentes pri-
vados do mercado imobiliário e do setor hoteleiro. Exem-
plos como o Projeto Santa Teresa no bairro Dois de Julho,
a compra de diversos imóveis na Rua Direita de Santo
Antônio por empresária do ramo do varejo, os empreen-
dimentos e aquisição de mais de uma centena de imóveis
na Rua Chile pelo grupo Fera Empreendimentos, o projeto

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76 • La ciudad mercancía

do Hotel Hilton, a reforma dos Arcos da Ladeira da Con-


ceição, o empreendimento Clock Marina Residence, dentre
outros –todos locados dentro ou no entorno de poligonais
de tombamento– são alguns exemplares desse modelo de
planejamento.
Em todas essas ações, alguns pontos se fa zem comuns,
como o distanciamento ou mesmo negação desses empre-
endimentos com a ambiência física e cultural à sua volta.
Desenvolvidos em atendimento a uma classe social que não
pertence (ou mesmo não se reconhece com ela) à tradicio-
nal região do Centro Antigo, esses projetos esbarraram na
dificuldade de adaptação à realidade local e principalmente
na resistência das comunidades locais e demais movimen-
tos sociais para sua implementação. Ainda que os males do
turismo não sejam elencados por esses moradores como
um problema a ser enfrentado no momento atual, visto que
muitos ainda tiram dessa atividade parte de seu sustento,
a atual política municipal vem sob o disfarce do incen-
tivo à esse setor, promover uma limpeza social e étnica
dessa região.
Tradicionalmente a região do Centro Antigo de Salva-
dor vem sofrendo com políticas de expulsão de sua popu-
lação pobre e negra em equivocados processos disfarçados
de reforma ou valorização urbana. Desde a formação da
cidade, esses grupos foram colocados à margem da condi-
ção de cidadãos em pleno gozo de seus direitos e, portanto,
excluídos da malha urbana melhor estruturada. Ainda que
vivessem inseridos no ambiente urbano das elites, viviam
em condições degradantes física ou moralmente, sejam em
espaços enclausurados internos aos lotes e às residências
(mais precisamente no período da escravidão) ou externa-
mente, em locais onde as elites supostamente não queriam
residir. À estas, sempre coube a primazia na escolha de onde
morar e, assim, ocupavam as melhores localidades enquanto
que aos marginalizados, restavam as “sobras” territoriais,

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La ciudad mercancía • 77

ou seja, os locais menosprezados por diversos motivos, seja


pelo difícil acesso, falta de saneamento, ou ainda abandona-
dos pelos seus proprietários formais.
Nesse sentido o Centro Histórico de Salvador ao passo
que se mostra vitrine histórica da cidade para o mundo,
vem se consolidando também como território de resistência
urbana na cidade. Do outro lado dessa disputa de interesses
pela região está o poder público e do capital de empresá-
rios e investidores que, em apoio mútuo, se insinuam de
tempos em tempos na produção de cenários fictícios para
expansão aí de um mercado consumidor de luxo. Na mesma
linha, o poder público ao fomentar prioritariamente a atra-
ção desses investidores voltados ao turismo e ao mercado
imobiliário, deslegitima toda uma luta de grupos histori-
camente à margem dos processos inclusivos da sociedade,
além de não reconhecer o grande patrimônio cultural que
esses mesmos ajudaram a construir e se perpetuar. A limpe-
za étnico-social, marca constante nesses planos de suposta
valorização urbana sem uma valorização humana do Cen-
tro Histórico de Salvador há pelo menos cinco décadas,
ressurgem na atual política urbana sob o disfarce de equivo-
cados processos de “revitalização” para fomento dos inves-
timentos gerados com o turismo.
Alguns dos principais movimentos sociais atuantes na
região do Centro Antigo de Salvador que lutam por mora-
dia digna e reconhecimento enquanto patrimônio, se arti-
cularam conjuntamente formando a Articulação do Centro
Antigo, uma rede de cooperação e luta que vem ganhando
cada vez mais espaço nas mesas de discussão sobre políti-
ca urbana da cidade. Se colocando contra a formulação de
processos de gentrificação e exclusão, a rede é composta
pelos movimentos dos Artífices da Ladeira da Conceição
da Praia, Associação Amigos de Gegê dos Moradores da
Gamboa de Baixo – Moradores da Ladeira da Preguiça,
Movimento Nosso Bairro é 2 de Julho, Movimento dos Sem

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78 • La ciudad mercancía

Teto da Bahia –MSTB, Coletivo Vila Coração de Maria e


Associação de Moradores e Amigos do Centro Histórico–
AMACH.
Paradoxalmente, o fator histórico-cultural é justamen-
te um dos pontos fortes do interesse de grandes corpo-
rações pela região. Apesar disso, a não identificação de
seus planos com a estrutura física e social local e o não
reconhecimento de seus tradicionais moradores como per-
tencentes àquela conjuntura, talvez sejam alguns dos prin-
cipais fatores que fizeram muitos destes empreendimentos
serem cancelados. Outro ponto em comum é a falta de con-
trole do Estado pelo uso e ocupação dessa região que, ao
se eximir da responsabilidade por garantir a permanência
de moradores tradicionais aí locados, termina por viabilizar
processos de gentrificação e especulação imobiliária que
contam com a volatilidade do capital.
É importante salientar que, ironicamente, nesse “novo”
momento de incentivos, planos e leis para reabilitar comer-
cialmente a área, são repetidos erros do passado como na
desastrosa reforma urbana do Pelourinho (no Centro His-
tórico) no início da década de 1990. Àquela época, o Poder
Público ao tentar transformá-lo num shopping center à céu
aberto, enaltecendo o comércio e o turismo, desconsiderou
sobremaneira a questão da moradia – vital para a manu-
tenção de áreas tombadas. Além disso, promoveu indireta-
mente uma limpeza étnica e social da região com a designa-
ção de inúmeras famílias em condições de vulnerabilidade
social para bairros distantes e desprovidos de infraestrutura
urbana à qual já estavam habituadas. Afastadas de suas rela-
ções de emprego e renda na área do Centro Histórico, essas
famílias acabaram voltando para a região, agora sem abrigo
ou em condições ainda mais precárias.

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La ciudad mercancía • 79

A memória intelectual e profissional endógena, nos PCPs4, é


constantemente solapada ao longo da história. A convivência
secular com idéias provenientes do exterior freqüentemente
os coloca diante de uma matriz histórica postiça ou virtual.
Em especial no campo da cultura vivem-se as “idéias fora do
lugar”: um conjunto de valores, idéias, símbolos e formas des-
locados da base produtiva. Problemas importantes são trazi-
dos à baila recorrentemente, mas permanecem sem solução.
De tempos em tempos seu enfrentamento é retomado sem
considerar o acúmulo do conhecimento desenvolvido pelas
gerações anteriores […] (Maricato, 2009: 7)

Hoje, as unidades comerciais advindas com essa refor-


ma já não existem mais. As atividades comercial e turís-
tica da região, setores para os quais foram direcionados
investimentos maciços, em meio à uma série de fatores,
estão enfraquecidas assim como as atividades de lazer que
outrora enchiam suas ladeiras e praças durante as noites.
São fatores que só comprovam que o modelo anteriormen-
te proposto –influenciado por experiências externas– em
que a lógica do consumo cultural e de eventos abarcaria
a problemática do Centro Histórico, não coube à realida-
de local. Comprovam também a ineficácia de um modelo
que não abarca a questão da moradia como fator-chave na
manutenção dessas áreas. Uma vez existindo moradores,
promove-se um contínuo e necessário zelo por suas unida-
des habitacionais. Além disso, seu “ir e vir” habituais, pro-
move uma dinâmica social e cultural que dá vida e convívio
urbano à essas áreas.
Lançado em maio deste ano, o Programa Salvador
360 é o mais novo conjunto de ações estabelecidas como
meta pelo Poder Executivo local para fomentar o desen-
volvimento econômico e social da cidade. Curiosamente,
todos os seus anúncios foram realizados em alguns dos mais

4 Termo designado por Ermínia Maricato em Globalização e Política Urbana na


Periferia do Capitalismo em referência aos Países Capitalistas Periféricos –
PCPs.

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80 • La ciudad mercancía

importantes e emblemáticos espaços do setor turístico-


hoteleiro de Salvador, o que só corrobora o argumento
da grande parceria deste setor junto ao Poder Público no
planejamento estratégico. Aí, trade turístico, empresariado,
banqueiros, mercado imobiliário e administração munici-
pal se entrelaçam em ações e se empenham conjuntamente
na promoção da cidade ao mercado externo. Objetiva-se
vender uma imagem –e porque não os espaços– da cidade
à uma promoção (ou competição) internacional diante de
outros núcleos urbanos para atrair investimentos e, supos-
tamente, empregos.
Dentre os oito eixos de atuação do Salvador 360, o
4º Eixo do Programa traz o Centro Histórico como foco
e, já em seu discurso preliminar, é notável a ausência de
maiores estudos e projetos que priorizem ou mesmo via-
bilizem a implementação de efetivos programas de habi-
tação nessa área. Muito vagamente, na mesma audiência
pública, a Prefeitura Municipal anunciou a implementação
de mil unidades habitacionais sem, no entanto, mencionar
qualquer projeto definitivo para sua realização. Ademais o
fato de serem bem superficiais enquanto discurso, sequer
houve uma explanação –nem se encontra nada referente
em sua plataforma virtual– a respeito de como se daria
esse investimento. Aspectos como “para quem”, “onde”, “de
que forma” e ainda “com qual estrutura” não foram sequer
mencionados.
O hotel Fera Palace não por acaso foi escolhido como
local para anúncio deste Eixo de ações e investimentos. Sua
reforma e processo de aquisição de mais de uma centena
de imóveis na Rua Chile –importante centro comercial do
passado, com arquitetura e ambiência histórica peculiares–
configure talvez –juntamente com a aquisição de mais de 30
imóveis na Rua Direita de Santo Antônio por empresária do
ramo do varejo– um dos maiores processos especulativos
de “enobrecimento” de áreas históricas da última década em
Salvador. O audacioso plano do grupo Fera Investimentos

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La ciudad mercancía • 81

prevê a implementação de espaços culturais, galerias de


arte, hotéis, lazer, entretenimento, estacionamento e demais
serviços locados na Rua Chile e seu entorno.
Antes mesmo do lançamento público de todos os
demais eixos de investimentos previstos pelo Salvador 360,
já é possível notar a ausência de temas mais diretamen-
te ligados ao campo social como habitação, saneamento
básico, contenção de encostas, regularização fundiária, saú-
de, educação, dentre outros, fundamentais para a melhoria
das condições de vida da população mais vulnerável. Tal
aspecto dá o tom dos novos investimentos, direcionados ao
empresariado local e externo, disposto a investir no cresci-
mento de seu campo de atuação na cidade. Os eixos giram
em torno de questões econômicas, em atendimento a gran-
des grupos econômicos do mercado.
Com o 4º Eixo de investimentos, a Prefeitura Munici-
pal de Salvador espera, assim, fomentar o desenvolvimento
econômico da região com incremento principalmente do
turismo, atividade elencada na ocasião como “a maior fonte
de renda” do município, o que supostamente justificaria sua
política de incentivos fiscais. Dentro do conceito de cidade-
mercadoria, ele é visto como a solução para o fim das maze-
las sociais das áreas urbanas, especialmente as tombadas.
Nesse processo, a cultura local –atrelada à venda de uma
imagem de cidade tal qual o turismo tem sido pautado–
paradoxalmente parece relegada a um consumo cultural de
shopping center, sem se reconhecer a vivência de seus mora-
dores como subsídio e base sustentadora dela própria. O
culto ao consumo cultural de shopping center já foi descrito
por Harvey (2013):

Como em todas as fases anteriores, a expansão mais recente


do processo de urbanização trouxe consigo mudanças incrí-
veis no estilo de vida. A qualidade da vida nas cidades virou
uma mercadoria, num mundo onde o consumismo, o turis-
mo e as indústrias culturais e do conhecimento se tornaram
aspectos importantes da economia urbana. A tendência pós-
modernista de incentivar a formação de nichos de mercado,

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82 • La ciudad mercancía

nos hábitos de consumo e nas expressões culturais, envolve


a experiência urbana contemporânea numa aura de liberda-
de de escolha – desde que se tenha dinheiro. Proliferam os
shopping centers, cinemas multiplex e lojas padronizadas, as
lanchonetes e as lojas artesanais. Temos agora, nas palavras
da socióloga Sharon Zukin, a “pacificação pelo cappuccino”.
(Harvey, 2013)

Considerações finais

Nos últimos anos, muito se tem debatido sobre o tema da


gentrificação em que moradores tradicionais e mais vulne-
ráveis frente aos processos de renovação urbana são expul-
sos de seu local de moradia e convívio social. Sem um con-
trole efetivo do Estado para assegurar a permanência dessas
comunidades, o poder do capital vem ditando as regras e
impondo onde cada estrato social urbano poderá viver. A
nova estratégia do capitalismo, ao passo que vem transfor-
mando zonas degradadas em novos vetores do crescimento
econômico, vem gerando também inúmeros questionamen-
tos quanto à efetiva participação e permanência de seus
membros mais tradicionais nesse processo.
Pouco a pouco, a ideia do planejamento estratégico como
saída para a crise internacional e para a atração de novos
investimentos tanto do setor de serviços e mercado imo-
biliário, como do setor turístico, vem mostrando sua ver-
dadeira face. Exclusão, expulsão e enobrecimento de áreas
tradicionais agora destinadas para um público externo a
elas, já vem sofrendo resistência da sociedade nas cidades
onde o modelo foi adotado. Em Salvador, movimentos, gru-
pos e articulações de moradores e membros da sociedade
civil como Meu Bairro é Dois de Julho, Aqui Podia Morar Gente,
Associação de Moradores e Amigos do Centro Histórico
– AMACH, Articulação do Centro Antigo (que reúne diver-
sos movimentos sociais relacionados com a área), dentre
outros, têm resistido bravamente às inúmeras tentativas do

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La ciudad mercancía • 83

mercado aliado ao Poder Público de expulsão de morado-


res ou mesmo de descaracterização social e cultural des-
sas áreas.
Em uma outra vertente, a rejeição de comunidades tra-
dicionais diante do crescimento do turismo tem despertado
um sentimento de repulsa em relação à atividade predatória
em que ele está se tornando. Em muitas cidades pelo mundo
–contrariamente ao que pregam os consultores, urbanis-
tas e administradores municipais, que enaltecem o turis-
mo como alternativa para geração de emprego e renda–
o elevado fluxo turístico já começa a ser questionado por
seus moradores, que veem nessa atividade a causa para a
elevação do custo de vida dessas localidades e o seu conse-
quente esvaziamento.
Auxiliados por plataformas virtuais de aluguel de leitos
domésticos, os moradores agora saem de suas casas para
obtenção de renda extra com seu aluguel, principalmente
em períodos de alta temporada turística. De outro lado,
grandes corporações têm investido na compra desses imó-
veis como aluguel temporário, o que implica diretamente
na conformação de cidades-fantasma em períodos de baixa
temporada. Em outras palavras, pode-se aferir que a mesma
globalização que possibilitou o livre acesso de produtos e
pessoas por todo o mundo na tão falada “aldeia global”,
agora cria (ou aprofunda) uma crise social que exclui cada
vez mais moradores tradicionais de seu próprio ambiente
de convívio em detrimento da presença de “investidores”
estrangeiros e “usuários solventes”, os turistas.

A reunião dessas observações revela que, durante o período


de reinvenção das cidades, diferentemente dos períodos ante-
riores, não é o cidadão a razão do urbanismo ou da interven-
ção nos centros históricos. Ela é feita para a população flutu-
ante. Sendo assim, a cidade, que outrora refletiu o contexto
social, agora valoriza exacerbadamente a imagem, a estética e
a maquilagem. (Vargas e Castilho, 2006: 44)

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84 • La ciudad mercancía

Numa outra vertente, nos últimos anos, muito se tem


debatido sobre o tema da gentrificação em que morado-
res tradicionais e mais vulneráveis frente aos processos
de renovação urbana são expulsos de seu local de mora-
da e convívio social. Sem um controle efetivo do Estado
para assegurar a permanência dessas comunidades, o poder
do capital de tempos em tempos vem ditando as regras e
impondo onde cada estrato social urbano poderá viver. A
nova estratégia do capitalismo ao passo que vem transfor-
mando zonas degradadas em novos vetores de crescimen-
to econômico, vem gerando também inúmeros questiona-
mentos quanto à representatividade da identidade cultural
citadina e a efetiva participação e permanência de seus
membros mais tradicionais nessa conjuntura. Em Salvador,
ao tentar empreender uma política urbana de reforma e
refuncionalização de seu Centro Antigo voltado priorita-
riamente ao turismo, sem atentar para a consolidação de
políticas sociais que promovam a fixação da população resi-
dente como natural mantenedora dessa dinâmica, poderá
facilmente acarretar em dispendiosos processos de “maqui-
agem” e criação de cenografias que além de não se perpetu-
arem ao longo do tempo, contribuirão para intensificar as
mazelas sociais já bem presentes.

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86 • La ciudad mercancía

Vainer, C. B. (2002). Pátria, empresa e mercadoria. Notas


sobre a estratégia discursiva do Planejamento Estraté-
gico Urbano. In: Arantes, O.; Vainer, C.; Maricato, E. A
cidade do pensamento único. Desmanchando consensos. (pp.
75-104). Petrópolis: Vozes.
Vargas, H. C. y de Castilho, A. L. H. (2006). Intervenções
em Centros Urbanos: objetivos, estratégias e resultados. Edi-
tora Manole.

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3

Reforma y desalojo de centros


históricos en el Golfo Arábigo1

Una aproximación al proyecto Msheireb


Downtown en Doha, Qatar2

MARTA CONTIJOCH TORRES3

Introducción

En las últimas décadas, el rápido desarrollo urbano de algu-


nas de las capitales de la Península Arábiga, en buena parte
derivado de los ingresos obtenidos con las exportaciones
de petróleo y gas natural, parece haber emergido como una
cuestión de creciente interés, incluso más allá de la acade-
mia. Como la última de estas ciudades en incluirse en esta
dinámica de crecimiento (Mohammad y Sidaway, 2016: 4),

1 Si bien la denominación reconocida internacionalmente sería la de Golfo


Pérsico, el término preferido en la región árabe de este cuerpo geográfico
sería el de Golfo Arábigo o Khaleej. A lo largo de este texto se ha optado por
hacer uso de esta segunda denominación.
2 El presente artículo da cuenta de las impresiones obtenidas en una aproxi-
mación al campo realizada en la ciudad de Doha en dos estadías de tres
semanas cada una en los meses de marzo y julio de 2016, una investigación
realizada al amparo del proyecto I+D Transformaciones urbanas, sistemas de
transporte y siniestralidad vial en África (TRANSAFRICA), financiado por el
Ministerio de Economía y Competitividad con referencia
CO2015-68476-P.
3 Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà (OACU).

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88 • La ciudad mercancía

Doha ha experimentado pareja transformación de su tejido


urbano, una transformación basada en dinámicas de libe-
ralización, desregulación y especulación, acompañadas de
grandes inversiones de capital público y en la implemen-
tación de grandes proyectos estrella. Todo ello de la mano
de procesos de zonificación y segregación que cabe poner
en paralelo con procesos de exclusión social que afectan
de manera especial a una población trabajadora que con-
tribuye de manera estratégica a la prosperidad económica
del emirato.
Cabe, por lo tanto, hablar de Doha como una capital
fabricada en el marco de un mercado-mundo en el que los
países del Golfo luchan por hacerse un lugar más allá del
rol de nuevos ricos, sostenido en una economía asentada en
la exportación de los recursos energéticos de que disponen,
conscientes de la posición privilegiada que esta les otorga,
junto con el desplazamiento de los centros de poder en
la región árabe hacia las capitales del GCC4 (Elsheshtawy,
2010: 249). Un panorama en el que las metrópolis de la
zona, asumiendo un lugar como epicentros de la econo-
mía mundial, compiten en la búsqueda de reconocimiento
por medio de una espectacularización que las haga atrac-
tivas para los intereses que determinan el juego del orden
(urbano) global (Urry, 2007: 133-134).
Es ese objetivo lo que lleva a estas ciudades de la Penín-
sula Arábiga a convertirse en escenificaciones al servicio
de su propia comercialización como producto en condi-
ciones de seducir a grandes corporaciones transnaciona-
les, para ser elegidas como ámbito de su actuación, si no
directamente emplazamiento de sus oficinas centrales, o en
pos de devenir sedes de grandes eventos que las posicio-
nen en el calendario internacional. Una dinámica en la que
resulta crucial el papel de la arquitectura y el urbanismo,

4 Gulf Cooperation Council, integrado por Bahrain, Kuwait, Qatar, Arabia


Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.

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La ciudad mercancía • 89

herramientas al servicio del diseño de megainfraestructuras


y construcciones icónicas (Jenks, 2005) como emblemas de
sus respectivas marcas de ciudad (Kong, 2012).
Es en este contexto que cabe situar la agenda de cre-
cimiento urbano de la capital qatarí y el papel que en ella
juega el proyecto de remodelación del barrio del Msheireb.
Se trata de un plan de intervención urbanística, con un
presupuesto de unos cinco billones de euros, a aplicar sobre
un área situada en el centro de la ciudad que concentra
las viviendas más antiguas y vetustas del conjunto urbano.
Se trata de un sector ocupado principalmente por traba-
jadores extranjeros con bajos ingresos que sustituyeron a
los antiguos habitantes qatarís que, a partir de la década de
1970, abandonaron su residencia en el distrito por nuevos
asentamientos periféricos (Wiedmann, Salama y Thierstein,
2012: 42). Una actuación que pretende reconquistar este
espacio, morfológicamente central pero socialmente peri-
férico, como el corazón de lo que se prevé que sea la nue-
va imagen de la capital, por medio de una “remodelación”
y una “regeneración” que “conserve el centro histórico de
Doha”5, pero que no consiste en otra cosa que en la substi-
tución de las viviendas más degradadas y habitadas por la
cara más oscura de la modernización del emirato: nuevos
enclaves más adecuados a los nuevos objetivos en mate-
ria de promoción de la ciudad. Ni que decir tiene que esa
transformación urbana trae consigo inevitablemente, como
ocurre casi siempre en este tipo de procesos, la expulsión
de sus actuales vecinos y la liquidación de las formas de
sociabilidad que les eran propias.
Se trata, como se ve, de un ejemplo más de las diná-
micas de apropiación capitalista de las ciudades, en con-
creto de las que, sobre todo a partir de los años 1970, han

5 Véase la página web del proyecto en Msheireb Downtown Doha, Project


Overview: [En línea] https://goo.gl/zR74Pn [18/1/2017]. Todas las citas de
libros, artículos y páginas webs referenciadas en otras lenguas son traduc-
ciones propias.

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90 • La ciudad mercancía

conocido o están conociendo otras ciudades del mundo que


encuentran en la tematización6 de sus antiguos cascos viejos
un recurso para la generación de nuevas ofertas residencia-
les, comerciales o turísticas, pero también para la legitima-
ción simbólica de sus gobiernos. Se trata de jerarquizacio-
nes del espacio urbano destinadas a hacer atractivas ciertas
parcelas –con frecuencia sus cascos antiguos– en tanto
que exponentes de la verdad de un determinado entorno
construido. Una vez marcado su perímetro, llevadas a cabo
las reformas pertinentes y ejecutadas las correspondientes
tareas de marketing, esa área pasa a ser objeto de vigilancia
especial en orden a garantizar que su rehabilitación monu-
mental sea también social, operación que consiste en inha-
bilitar a quienes habían sido sus habitantes y frecuentado-
res, ahora considerados como presencias indeseables para la
“buena imagen” de la zona exaltada (Delgado, 2014),7 todo
ello en el marco general del ciclo actual de globalización
económica, política y cultural y la entrega de las ciudades
a la mercantilización neoliberal (cf. Brenner, 2014; Smith,
2008; Brenner, Marcuse y Mayer, 2012; Harvey, 2013).
En el caso de Doha, ese ingrediente tematizador ser-
viría al objetivo de desmarcarse del modelo regional de
desarrollo que ha pretendido significar Dubái (Rizzo, 2013:

6 Recuérdese que por tematización Niklas Luhmann (1998: 77-92) entiende la


reducción a la unidad de que una determinada realidad puede ser objeto,
con el fin de reducir sus índices de complejidad y orientar su percepción en
un sentido homogéneo. Por supuesto, tematización no es, para Luhmann,
sólo sometimiento de la vida social a una simplicidad representacional ins-
pirada en lugares comunes que son permanentemente enfatizados, sino
también monitorización, es decir control de las conductas que en tales esce-
narios deben desarrollarse.
7 Los trabajos sobre este tipo de procesos de recreación artificial de “centros
históricos” son abundantes y remiten a casos en todo el planeta. Para una
visión en perspectiva menciono a Melé (1998) y como ejemplo paradigmáti-
co, al tiempo que precedente destacable, el excelente trabajo de Cócola
(2011) sobre la invención del “Barrio Gótico” de Barcelona en los años 20
del siglo pasado. Para la forma que este tipo de implantaciones se ha produ-
cido en otros países árabes, véanse los casos reunidos por Elsheshtawy
(2011).

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La ciudad mercancía • 91

540-541), emparentado a su vez con el de otras ciuda-


des como Hong Kong, Singapur o Shanghái (Elsheshtawy,
2004) y seguido por buena parte de las grandes urbes de
lo que se ha denominado Oriente Medio, basado en una
rápida diversificación y un crecimiento urgente en múlti-
ples direcciones (Wiedmann, Salama y Therstein, 2012: 47).
Como una estrategia para mantenerse en liza, con un perfil
propio, con otras capitales del Golfo para la captación y el
mantenimiento de sectores económicos que, en el marco
de una economía post-petróleo, conviertan estas metrópolis
en grandes centros receptores de flujos globales de todo
tipo (Salama y Wiedmann, 2013: 93), Doha aspira a promo-
cionar, tomando su propio tejido urbano como instrumento
fundamental, una imagen de Qatar como participante acti-
vo en los asuntos de la región, gran hub de inversiones,
medios de comunicación, tránsito de personas, mercancías
y capitales, pero igualmente en la producción de conoci-
miento y la atracción de turismo en tanto que referencia
cultural internacional y sede de grandes eventos deportivos
(Salama y Wiedmann, 2013: 94). Es en esta línea que cabe
leer proyectos como la intervención sobre el Msheireb o la
Educational City; esta última supone un ejemplo del esfuer-
zo por convertir Doha en centro de la educación superior
regional e internacional, lo que la desmarcaría del modelo
emiratí, que parece haber descuidado esta dimensión de la
producción de conocimiento a la hora de perfilar su marca
urbana. Todo ello sin renunciar a lo que se supone que es su
identidad; es más, convirtiendo a esta en parte del producto
a colocar en el mercado internacional de ciudades mediante
las correspondientes técnicas de marketing urbano.
De este modo, el proyecto Msheireb Dowtown Doha
no sólo persigue la recuperación del centro urbano para
la población qatarí que un día lo habitara, así como para
empleados procedentes de países eminentemente europeos,
ambos grupos con mucho mayor poder adquisitivo que
los actuales residentes del barrio, sino, igualmente, abrir
la puerta al desarrollo de una arquitectura de inspiración

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92 • La ciudad mercancía

supuestamente vernácula que rompa con la dependencia


respecto a los modelos constructivos occidentales que han
guiado la urbanización de la capital qatarí hasta el momen-
to, erigiéndose, de este modo, en un núcleo cultural y patri-
monial de la ciudad que recree, en su propia morfología,
“un estilo de vida enraizado en la cultura qatarí”8, de acuer-
do con las aspiraciones de preservación de las “tradiciones
culturales” que recoge el documento Qatar National Vision
2030 (General Secretariat for Development Planning, 2008:
4 y 2011: 20; Scharfenort, 2013)9.
Un ejemplo más de la asunción de un cierto orien-
talismo (Said, 2016 [1978]) por parte de algunas ciudades
árabes como una estrategia para vindicar, a través de la mis-
ma configuración urbana, su propia especificidad en tanto
que tales en un contexto postcolonial. Ello por medio de la
creación de un entorno concebido de acuerdo con lo que
se considera una tradición urbana árabe y qatarí, en la línea
de las referencias a la ciudad islámica que encuentran sus
raíces en la visión de orientalistas ingleses y franceses en
la década de 1920 (Abu-Lughod, 1987; Stewart, 2001). Es
a partir de ahí que Doha aspira a generar un diferencial
propio a la hora de convertirse en un nuevo paradigma

8 Véase Msheireb Downtown Doha. Project overview. [En línea]


https://goo.gl/zR74Pn [18/1/2017].
9 La QNV 2030 es un documento publicado en 2008 en el que el emir determi-
na las estrategias y objetivos que en principio deben guiar el desarrollo
humano, social, económico y ambiental del país, como los cuatro pilares que
deben sustentar todas y cada una de las acciones que se lleven a cabo tanto
desde el sector público como el privado. Dichas directrices se concretan en
planes quinquenales apodados Qatar National Development Strategy, donde se
recogen las acciones específicas orientadas a materializar las aspiraciones de
la QNV 2030.

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La ciudad mercancía • 93

regional de ciudad árabe moderna, cosmopolita, sostenible,


ecológica, pero igualmente fiel a aquello que se considera la
autenticidad de su tradición (Scharfenort, 2013)10.
A partir de estas consideraciones previas, el objetivo
aquí será ofrecer una primera aproximación al barrio del
Msheireb y al proyecto de intervención sobre él, de forma
que se dé especial cuenta de las formas de sociabilidad que
registraba, en la primavera y el verano de 2016, este dis-
trito en destrucción, todo ello contrastándolo con el nuevo
perfil urbano y social que vaticinan los espacios culturales,
las sedes gubernamentales, las nuevas áreas residenciales y
comerciales que conformaran el futuro Msheireb Down-
town. Esta inmersión inicial en lo que se espera que sea el
marco de una futura investigación en mayor profundidad
sobre las consecuencias sociales del modelo de crecimiento
urbano que está conociendo Doha, pretende, por lo tanto,
poner en discusión las formas singulares de tematización de
centros urbanos y los consecuentes fenómenos de gentrifi-
cación que están teniendo lugar en algunas de las principa-
les ciudades del Golfo.

Consideraciones metodológicas

Este trabajo contiene impresiones obtenidas en una apro-


ximación al campo realizada en la ciudad de Doha en dos
estadías de tres semanas cada una en los meses de marzo
y julio de 2016. Se trata de un análisis atento a las con-
secuencias sociales del modelo específico de crecimiento
urbano que está conociendo la capital qatarí, con énfasis
en la actuación sobre esta parte de su centro urbano; un

10 Una lógica parecida es la que están siguiendo los planes directores de otras
ciudades de la Península Arábiga, como Riad y Yeda, en Arabia Saudí, o
incluso en la creación de nuevas ciudades que incorporan morfologías o
hitos arquitectónicos “islámicos”, como Masdar, en Abu Dabi, o el proyecto
KA CARE, a 30 kilómetros de Riad (Herrero de Jáuregui, 2013).

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94 • La ciudad mercancía

proceso que permite conocer de cerca formas singulares


de tematización de centros urbanos y de los consecuentes
fenómenos de gentrificación que están conociendo ciuda-
des del Golfo Pérsico.
Estos primeros pasos etnográficos consistieron en deam-
bulaciones por las calles de Doha a distintas horas del día
y diferentes días de la semana, a pie y, cuando no era posi-
ble de otra forma, en coche. El objetivo fue obtener una
impregnación de los diferentes ambientes urbanos y recopi-
lar observaciones sobre la vida social en la ciudad, es decir,
atendiendo solo el flujo de acción que transcurría ante
mí, siguiendo las técnicas clásicas habituales en el regis-
tro de la actividad en lugares públicos (Lofland y Lofland,
1984 [1971]; Whyte, 2004 [1980]), a la manera de lo que
Colette Pétonnet (1982) denominara observación flotante.
Es importante remarcar al respecto que Doha es una ciudad
sin apenas nada que recuerde a la noción eurocéntrica de
espacio público, con escasos marcos de sociabilidad viandante
más allá de los centros comerciales, con una prestación de
transporte público mínima y en la que desplazarse a pie
entre puntos de la ciudad resulta prácticamente imposible,
habida cuenta del despotismo ejercido por el automóvil en
la organización de la movilidad urbana.
Por supuesto que mi condición de mujer europea ha
sido una dificultad añadida en esta primera fase de trabajo
a pie de calle, en especial a la hora de acceder al Msheireb,
un barrio habitado principalmente por hombres, trabaja-
dores inmigrados y raramente visitado por los empleados
de origen europeo, y en el que las diferencias de género,
clase y raza convertían en discordante mi mera presencia.
El mismo tipo de problemática se acentuó en el momento
de aproximarme al complejo Barwa Al Baraha, situado en
la Industrial Area, donde buena parte de los antiguos vecinos
del Msheireb están siendo realojados a medida que se lleva
a cabo la demolición de sus antiguas viviendas y las tien-
das que regentaban. Si mi presencia ya resultaba extraña
en el Msheireb, iba a resultarlo aún más en este complejo

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La ciudad mercancía • 95

situado en el extrarradio de la ciudad, a prácticamente una


hora del centro, alejado de todos aquellos servicios a los
que cualquiera que habite en alguna de las áreas residen-
ciales que salpican el anillo suburbano de la capital qatarí
tiene acceso en apenas 20 minutos de trayecto en coche, y
donde la visita de alguien europeo no vinculado a la empre-
sa que pueda haber contratado a alguno de sus residentes
resulta insólita.
El reconocimiento de estos problemas en la aproxima-
ción al terreno de la que aquí se informa son, al mismo
tiempo, expresión de la consciencia que la investigadora
tiene de las tareas pendientes –profundización y sistema-
tización de los registros empíricos, compilación de datos
de archivo y administrativos, entrevistas con informantes
clave–, que desde luego serán prioritarias en futuras incur-
siones al campo para abordar la investigación prevista.

Impresiones sobre los restos del antiguo Msheireb

Resultado de las primeras expansiones urbanísticas de


mediados del siglo XX, derivadas de la inversión pública
de los ingresos obtenidos con la explotación de los recur-
sos energéticos de que dispone Qatar (Rizzo, 2013.: 537),
el área que se extiende entre Al Rayan Street, delante de
la sede del Gobierno (Amiri Diwan), Al Diwan Streety Al
Asmak Street, frente al nuevo Souq Waqif –inaugurado en
2008 como preludio de la intervención más amplia que
supondría el proyecto que nos ocupa– concentra una suma
de edificios mal conservados, ordenados en una retícula
de vías más estrechas que las que tejen las áreas de urba-
nización más reciente de la ciudad. Allí, una urdimbre de
callejuelas da acceso a los edificios de viviendas y desem-
boca en calles flanqueadas de pequeños comercios, que, a
su vez, fluyen hacia vías intraurbanas más rápidas, de dos a
cuatro carriles que, dependiendo de la hora, absorben con

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96 • La ciudad mercancía

dificultad el tráfico que se dirige hacia otros puntos de la


ciudad. Son estas pequeñas avenidas, junto con los parterres
de césped que bordean Ahmed Bin Mohammed Bin Thani
St. –una de esas vías rápidas que contribuye a delimitar
el barrio–, las que cada noche, terminada la jornada labo-
ral, o los viernes, siempre festivos, se convierten en lugar
de encuentro para los habitantes del barrio, en su mayoría
asalariados extranjeros empleados sobre todo en la cons-
trucción, llegados principalmente de países asiáticos como
India, Pakistán, Sri Lanka, Nepal o Filipinas, pero también
de otros países árabes11.
El conglomerado urbano del actual Msheireb lo for-
man viviendas, pequeñas tiendas de electrónica, de ropa
tanto de hombre como de mujer, lavanderías, barberías o
cafeterías y restaurantes, casi todos regentados y frecuenta-
dos por los mismos residentes del distrito que, sobre todo
tras salir del trabajo, suelen ir en grupo a por comida y
bebida que consumen en el mismo establecimiento en que
la adquieren o bien en alguna de las calles aledañas, de pie
o sentados en la misma acera o en los escalones de acceso

11 A falta de fuentes estatales o más recientes, según las cifras que proporciona
Agatino Rizzo (2013: 533-534) para el año 2008, tan sólo el 20% de la pobla-
ción del emirato estaba nacionalizada como qatarí, mientras que el 80% res-
tante lo conformaban trabajadores procedentes principalmente de los países
asiáticos mencionados, además de otros países árabes, como Sudán, Argelia,
Egipto, Jordania, Libia y Líbano, así como de los países apodados occidenta-
les. Como parte de la falta general de datos oficiales relativos a la población
foránea en el país, el estado qatarí no proporciona información desglosada
por nacionalidades, y menos aquella concerniente a los ingresos de estos
trabajadores (véase el último censo en Ministry of Development Planning
and Statistics, abril 2015). Sin embargo, son ostensibles las amplias diferen-
cias en las condiciones de vida de los extranjeros provenientes de países
occidentales, que realizan trabajos de mayor cualificación asociados a retri-
buciones más elevadas, y los que proceden de países asiáticos y árabes, que
ocupan puestos con menos cualificación –lo que no significa que su cualifi-
cación sea, en efecto, menor– y con salarios significativamente más bajos.
Para una aproximación en mayor profundidad a las condiciones de vida de
este segundo grupo y al sistema kafala de contratación en origen que dispo-
ne la presencia de trabajadores foráneos en el país, véanse los trabajos de
Gardner et al. (2013) y Nagy (2006).

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La ciudad mercancía • 97

a algún comercio o a algún edificio de viviendas. Las dos


mezquitas con las que cuenta el barrio y sus entornos devie-
nen también lugar de reunión para algunos de sus habitan-
tes, especialmente durante los instantes previos y posterio-
res a los dos últimos salat del día, sobre las seis y media
y las ocho, respectivamente. En algunos casos, los peque-
ños puestos de relojeros repartidos por distintas esquinas
devienen también lugar de congregación para algún gru-
po de hombres, que charlan alrededor del sitio mientras
beben algún refresco.
Estos pequeños comercios conviven con hoteles de
nueva construcción y grandes descampados que funcionan
como aparcamientos, donde no es extraño ver, de nue-
vo, pequeños grupos de hombres conversando, comiendo y
bebiendo refrescos alrededor de algún pick up Toyota Hilux
–el modelo de vehículo que este grupo de población suele
conducir–, aparcado entre camiones de distintos tamaños
e incluso algún que otro autocar blanco de los que tras-
ladan a estos obreros desde donde son alojados hasta sus
puestos de trabajo. Son estos trabajadores, empleados en
la edificación del mismo Msheireb Dowtown o de cual-
quiera de los otros proyectos en ejecución en el distrito,
como la futura estación de metro, los que pueden verse
vestidos con el característico mono azul que los distingue
como obreros de la construcción, algunos también con cha-
leco reflectante y casco. Se les puede observar comiendo
en alguno de los restaurantes o sentados en la esquina de
la calle Wadi Musheirib con Al Asmakh St., esperando el

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98 • La ciudad mercancía

autocar proporcionado por sus empresas para llevarlos de


nuevo a alguno de los labour camps12 del extrarradio, si es
que no habitan en el barrio.
Toda esta actividad, que encuentra su punto álgido
entre las siete y las nueve de la noche e incluso algo más
tarde los jueves, se desarrolla a la sombra de numerosos edi-
ficios antiguos ya vacíos, tapiados para su demolición, espe-
rando el avance de las obras de remodelación del barrio,
que complican todavía más la circulación en coche en uno
de los pocos lugares de la ciudad en el que el automóvil
se ve obligado a subordinarse a los peatones. Es así como
algunos tramos de acera se encuentran prácticamente inu-
tilizados por las labores de derribo y edificación en calles
como Umm Wishad St., cercana a la zona del Msheireb
Dowtown ya en construcción, donde es habitual ver colum-
nas de viandantes avanzando por la calzada en fila o por
parejas, compartiendo espacio con quienes tratan de des-
plazarse en bicicleta. Lo hacen contribuyendo a su manera
a la regulación del tráfico, proporcionando indicaciones a
algún coche que intenta avanzar por unas calles todavía
más estrechas por los vehículos aparcados, muchos en doble
fila, y en las que la visibilidad, una vez anochece en torno
a las seis, es escasa.

12 Con el término labour camp se hace referencia a las instalaciones situadas en


la periferia de la capital qatarí en las que son alojados buena parte de estos
trabajadores (Gardner et al., 2013: 10). Se trata de complejos-dormitorio de
un tamaño variable, donde el empleador proporciona habitación a sus
empleados contratados en origen. Han sido reiteradas las críticas a nivel
internacional por las condiciones de hacinamiento, falta de servicios bási-
cos, así como por la segregación que impone este tipo de residencia en el
extrarradio. Una reprobación que, tal y como se reportaba en la publicación
digital Doha news (Kovessy, 5 noviembre 2015), ha motivado la construcción
de nuevos enclaves, igualmente periféricos y con reforzadas medidas de
seguridad y control, pero publicitados por las mejores condiciones que
supuestamente ofrecen, y que tratan de limpiar la mala reputación que bue-
na parte de los países de la Península Arábiga merece mundialmente por el
trato que en ellos recibe esta mano de obra contratada en origen.

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La ciudad mercancía • 99

Cabe, igualmente, destacar que la presencia de mujeres


en la calle es, con muy raras excepciones, casi nula, en un
distrito en el que, de acuerdo con los datos que proporciona
el último censo del año 2015 (Ministry of Development
Planning and Statistics, abril 2015), de sus 9.791 habitan-
tes, tan sólo 1.690 eran mujeres13. Esos datos oficiales no
incorporan la pirámide de edad de la población del barrio,
pero en ningún momento de la observación sobre el terreno
se constató la presencia de niños o personas de edad. De
hecho, no existen en el distrito parques o plazas destinados
total o parcialmente a este tipo de usuarios, como tampoco
instalaciones deportivas o educacionales. Como en buena
parte de la ciudad, no se aprecia actividad policial o de vigi-
lancia privada. Finalmente, algunos de los pocos autobuses
empleados casi en exclusiva por estos trabajadores –única
forma de transporte público hasta que finalice la construc-
ción de la red de metro– parten de la estación central de Al
Ghanim, a unos pocos metros del área, y recorren las prin-
cipales vías que la rodean, con una frecuencia mínima de 30
minutos que puede llegar a extenderse hasta las dos horas.

El proyecto Msheireb Dowtown Doha

Todo este paisaje social y sus protagonistas ha desaparecido


por completo en el proyecto Msheireb Downtown, finan-
ciado por la promotora inmobiliaria Msheireb Properties,
subsidiaria de la organización semiprivada y con capital
estatal Qatar Foundation, que pretende jugar un papel fun-
damental en el logro de los propósitos de la QNV 2030 de
alcanzar una economía menos dependiente de la explota-
ción de los combustibles fósiles para esa fecha. Según lo

13 Si bien estas cifras se equilibran para el conjunto de la ciudad –con un total


de 956.457 residentes, sobre los más de 2,4 millones que habitan el país, en
que el número de varones (706.430) sigue superando con creces el de muje-
res (250.027) –.

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100 • La ciudad mercancía

planeado, supondrá la reconstrucción de un total de 31


hectáreas, que serán reconvertidas en cinco nuevos distri-
tos que harán cohabitar sedes gubernamentales, espacios
culturales –un museo, casas museo y el archivo nacional–,
oficinas (280.000 m²), áreas residenciales (222.000 m² y un
total de 900 nuevas unidades), hoteles (117.000 m²), una
mezquita y, sobre todo, establecimientos comerciales, que
probablemente trasladen al centro de la capital el modelo
de los malls que proliferan en las zonas suburbanas. Por
último, 11.000 plazas de aparcamiento completarán el futu-
ro Mshreireb14.
Si bien el diseño del plan de intervención urbanística, a
cargo del estudio de arquitectura inglés Allies & Morrison,
juntamente con las constructoras Arup y Aecom, también
inglesas, se inició en el año 2005, las labores de demolición
y reconstrucción no empiezan hasta cuatro años más tarde
y su finalización no está prevista hasta 2022, coincidiendo
con la celebración de la FIFA World Cup de la que Doha
será sede (Woodman, 2012). Igualmente, el proyecto ha con-
tado con tres años de investigación previa –con la colabora-
ción del arquitecto y urbanista Tim Makower como Archi-
tectural Language Advisor15– con el objetivo de desarrollar
un lenguaje arquitectónico distintivo que reinterprete los
elementos de diseño considerados tradicionales y “refleje
y recree auténticamente el patrimonio qatarí”16, pero que
al mismo tiempo contribuya con un diseño “sostenible”17 a

14 Véase la descripción de la disposición del nuevo distrito en el apartado


Quarters de la página web del proyecto: [En línea] https://goo.gl/gy22iP
[19/1/2017].
15 De acuerdo con la referencia que se hace en la propia página del urbanista
inglés (véase Makower Architects. Msheireb: [En línea]
https://goo.gl/qwwVWt [19/1/2017]), el término Architectual Language
Advisor haría referencia a una figura creada expresamente para designar el
rol de Makower en la creación de este nuevo lenguaje arquitectónico.
16 Véase el apartado A new architectural language en la página web del proyecto:
[En línea] https://goo.gl/KBTio7 [19/1/2017].
17 Véase el apartado Sustainability en la página web del proyecto: [En línea]
https://goo.gl/zM8BCZ [19/1/2017].

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La ciudad mercancía • 101

revertir el modelo de crecimiento urbano de la ciudad, mar-


cando, de este modo, una doble distinción con los procesos
de dubaización que, como se ha dicho, han caracterizado el
desarrollo urbano de algunas de las capitales de Oriente
Medio, como por ejemplo El Cairo (Adhan, 2004), y de
otros países del mundo árabe, como Jartum y Nouakchott
(Choplin y Franck, 2010).
Doha sigue así la tendencia emulada por otras ciudades
de la región, donde proliferan los proyectos basados en una
mirada sobre el pasado que no consiste en otra cosa que
en una relectura moderna de los esquemas urbanísticos y
arquitectónicos propios de lo que se considera la ciudad
árabe tradicional (Herrero de Jáuregui, 2013; Elshseshtawy,
2004: 3-6). No hace falta evidenciar las dificultades e impli-
caciones que –como ya denunciara Abu-Lughod (1987)–
supone la enumeración positiva de aquello que condensa-
ría el carácter islámico, árabe o, para este caso, qatarí, de
una ciudad; algo que supondría asumir que dichas carac-
terísticas serían, en efecto, consecuencia de la naturaleza
igualmente islámica o árabe atribuida a quienes se supone
que la habitan y que sería, también, delimitable de manera
más o menos objetiva.
Para el caso del nuevo Msheireb, propiedades como
“la simplicidad, la solidez y el diseño pasivo de bajo consu-
mo”18 son las que sintetizan esta tradición qatarí en la que
se basaría el proyecto, poniendo el acento en la adaptación
al territorio por medio de la adopción de técnicas cons-
tructivas y elementos arquitectónicos –como los baghdir,
que permiten captar el viento para una mejor ventilación
de los edificios colectivos– que se quieren distintivos, tra-
dicionales y adaptados a las condiciones medioambientales
del lugar. Igualmente, se pretende recuperar el modelo de
casa patio, sustituida en su momento por el modelo de las

18 Véase de nuevo la página del estudio Makower Architects dedicada al pro-


yecto.

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102 • La ciudad mercancía

villas suburbanas, junto con la relación entre los espacios


distinguidos como públicos y privados que dicho esquema
de vivienda propone (Herrero de Jáuregui, 2013).
De este modo, el desarrollo y la plasmación sobre el
tejido urbano de la capital qatarí de este nuevo lenguaje
arquitectónico no propone sino la tematización de lo árabe
y lo qatarí para una publicitación competitiva de la ciudad y
su centro urbano que atraiga de nuevo aquellos grupos con
mayor poder adquisitivo, especialmente población qatarí19,
pero igualmente flexible como para que pueda ser leído de
forma adecuada por usuarios no nacionales: “Construir a
partir de la tradición arquitectónica qatarí haciendo uso
de un nuevo lenguaje, rico en referencias y fuerte en reso-
nancias, flexible para ser hablado en distintos acentos, pero
consistente para ser entendido por todos”20. Todo ello como
una vía para restaurar los fuertes vínculos sociales que una
vez definieron la sociedad qatarí, pero sin por ello renunciar
a todas aquellas comodidades que se consideran propias de
un estilo de vida moderno.

Expulsión y desalojo

Es bajo este alegato que centros comerciales con aire acon-


dicionado, nuevos hoteles, oficinas y residencias de lujo
sustituirán las viejas viviendas habitadas por unos trabaja-
dores con pocos ingresos que hasta ahora encontraban en
las calles de este barrio un espacio donde desplegar un tipo
de sociabilidad que difícilmente puede tener lugar, al menos
con la misma intensidad, en otros lugares de la ciudad en
los que su presencia no siempre es bien recibida. El destino

19 Tal y como recogía Le Figaro (7 marzo 2012), la población no qatarí podrá


tan sólo acceder a contratos de arrendamiento a largo plazo, sin poder
optar, por el momento, a la compra de vivienda o locales comerciales.
20 Véase Msheireb Dowtown Doha. A new architectural language. [En línea]
https://goo.gl/KBTio7 [19/1/2017].

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La ciudad mercancía • 103

de algunos de estos residentes desalojados será ahora el


mencionado nuevo complejo Barwa Al Baraha, a más de 20
km del centro, en la Industrial Area, a donde también irán a
parar algunos de los negocios que regentaban (Mohammad
y Sidaway, 2016: 10-11). Con capacidad para unos 50.000
residentes –de acuerdo con los datos que proporciona la
promotora Barwa en su página web21– esta suerte de colo-
nia emula los labour camps, igualmente situados en el extra-
rradio de la capital. Ubicado a prácticamente una hora de
coche del centro, al final de una carretera que empieza sien-
do E Industrial St. –la vía rápida, de cuatro a cinco carriles
por sentido, que conecta esta zona de la ciudad con el res-
to–, pero que termina por convertirse en una vía de tan sólo
dos carriles por sentido, con grandes áreas sin urbanizar
que se abren a lado y lado, combinándose con algunos tra-
mos en obras mal señalizadas y por la que, aparte de algunos
camiones de obra, circulan muy pocos vehículos.
Si bien, a diferencia de otros labour camps –sobre todo
aquellos de nueva construcción como la nueva Labour City,
a unos pocos kilómetros–, el complejo de Barwa no está
cercado, al menos por el momento, aunque sí presenta la
misma disposición y está igualmente equipado con cáma-
ras de videovigilancia repartidas entre distintos puntos del
área. Lo componen el mismo tipo de edificios de unos cua-
tro pisos de altura, numerados y colocados en batería a los
márgenes de una avenida principal con un carril para cada
sentido, separados por una mediana que en algunos tramos
todavía se encuentra abierta y con restos de obra, probable-
mente esperando que acaben de instalar la infraestructura
de algunos servicios. Es en este eje central donde conflu-
yen perpendicularmente las pequeñas calles que dan acceso
a los módulos de viviendas, algunos todavía sin ocupar y
en otros casos incluso todavía inacabados, que contrastan
con aquellos ya habitados. Las luces de estos últimos son

21 Véase la página que la promotora Barwa dedica al proyecto: [En línea]


https://goo.gl/okn1SC [10/4/2017].

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104 • La ciudad mercancía

unas de las pocas fuentes de iluminación, junto a la línea


de farolas de la vía principal, que emiten una luz tenue que
apenas aporta visibilidad. Las torres de focos repartidas por
el campo se mantienen, por el momento, apagadas.
Un espacio central, a modo de plaza, separa y divide
en dos las zonas de apartamentos, y concentra algunas tien-
das de tecnología, de ropa, colmados, pequeñas cafeterías
y algún restaurante, acompañados por otros locales toda-
vía vacíos o señalados con un cartel que indica la próxima
apertura. De manera parecida a como sucede en el actual
centro de la ciudad, tanto esta zona central de tiendas como
las áreas de césped que se abren en el espacio entre bloques,
las aceras y los accesos a los apartamentos, devienen lugares
de encuentro y se reproduce en ellos la imagen de hombres
sentados, solos o en grupo, congregados charlando junto a
alguna cafetería, en la entrada de alguno de los módulos de
viviendas o sencillamente ocupando la acera o alguna de
las zonas con hierba que sirven de mediana en la avenida
principal. Como ocurre en los alrededores de otros labour
camps, filas de autocares blancos se encuentran aparcados
en los descampados que rodean el complejo y en los que son
contados los vehículos particulares.

A modo de conclusión

Bien podemos hablar de la existencia de un mercado global


de ciudades, en el que éstas competirían por atraer aquellos
flujos de capitales, actividades y personas solventes que las
sitúen en posiciones de privilegio, y en el que la especta-
cularización de la vida social en general –en los términos
en los que hablara de ella Guy Debord (1992 [1967])– juega
un papel fundamental a la hora de exhibir atributos singu-
lares que la hagan reconocible y atractiva, dotada de una
idiosincrasia formal y vital propia, una tendencia de la que
tampoco escapan las capitales del Golfo.

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La ciudad mercancía • 105

Y es en el marco de esta competición interurbana por


la captación de capitales que cabe leer la implementación
de proyectos como el Msheireb Dowtown Doha y el papel
que en él juega la tematización de lo árabe y lo qatarí, como
herramientas fundamentales para generar una marca de
ciudad distintiva que haga el centro de la capital del emirato
atractivo para sectores sociales con mayor poder adquisi-
tivo que aquellos que todavía ahora residen en el distrito,
aunque ya esté en marcha su deportación a otros barrios. De
este modo, la realización de un nuevo tipo de entorno edi-
ficado viene de la mano de una propuesta de vida específica
que, de forma paralela al modo en que pretende hacerlo el
nuevo espacio construido, aúna y sintetiza tradición, iden-
tidad y cosmopolitismo, pero de la que ha sido expulsada
la realidad, para el caso que protagonizan los miles de tra-
bajadores extranjeros que viven todavía en el casco antiguo
de Doha en transformación, y para quienes la cotidianeidad
aparece dominada por todo tipo de abusos y negaciones.
Algo importante a subrayar aquí. La presente aporta-
ción ofrece un ejemplo de dinámica de gentrificación, en el
sentido que habitualmente se emplea el término en la actua-
lidad, es decir como proceso de suplantación de vecindarios
populares por otros bienestantes. Pero también advierte
sobre los usos abusivos, por generalizadores, del concepto
desde que fuera acuñado por Ruth Glass en los años 60
y adoptado luego por otros autores como Michael Pacio-
ne o Neil Smith, siempre para transformaciones urbanas
en contextos anglosajones como Londres, Boston o Nueva
York. Ha sido más tarde que el término se ha acabado por
ser empleado para etiquetar dinámicas urbanísticas mar-
cadas por dimensiones económicas, político-institucionales
y socio-culturales particulares y que invitarían al uso del
plural gentrificaciones (Chabrol et al., 2016) para referirse a
esa heterogeneidad de dinámicas de reapropiación capita-
lista de las ciudades basada en la expulsión de pobres e
indeseables.

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106 • La ciudad mercancía

Un ejemplo de ello nos lo brinda este caso del Meshreib


de Doha, en que la gentrificación ha sido puesta al servi-
cio de dinámicas de revitalización de centros urbanos, una
modalidad específica y relativamente reciente de gentrifi-
cación que tiende a extenderse ya a nivel planetario (Bidou-
Zachariasen, 2003). Lo que tenemos en procesos como este
es que, más allá de la evidente estrategia de creación de
plusvalías por medio de la intervención sobre parte del teji-
do urbano, y la expulsión de sus actuales residentes hacia
áreas morfológica y socialmente periféricas, el proyecto
Msheireb Downtown ofrece un ejemplo de cómo este tipo
de expresiones de urbanización del capital en clave patri-
monial funcionan también en orden a la creación de nuevos
espacios de unificación simbólica y de consenso que sirven
a la legitimación simbólica de las élites que se beneficiarán
de su implementación y los Estados que las amparan. En
este caso, como en tantos otros, el Msheireb está destinado
a ser un espacio-escenario en el que, de nuevo, no habrá
lugar para quienes precisamente lo habrán hecho posible
con su trabajo.

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4

A cidade neoliberal e o contexto


dos megaeventos

Os impactos sobre as moradias das favelas


do Rio de Janeiro

TAIANA DE CASTRO SOBRINHO1

Introdução

As reestruturações urbanas realizadas na cidade do Rio de


Janeiro nos últimos oito anos consolidaram uma mudança
no padrão de gestão urbana municipal que já vinha tentan-
do ser implementada desde a década de 90, com a criação
do primeiro plano estratégico da cidade2, em 1995, o qual
tinha como meta, dentre outras, estimular a competitivi-
dade urbana no cenário internacional. Ele simbolizaria o
marco inicial do modelo de gestão empreendedora neoli-
beral na cidade, submetendo-a à lógica de cidade mercado-
ria, cidade-empresa, a qual deve ter a sua imagem vendida
de forma que atraia os interesses do mercado e estimule
o florescimento de atividades lucrativas (Arantes, Vainer y
Maricato, 2002).

1 Laboratório de Estudos das Transformações do Direito Urbanístico Brasi-


leiro (LEDUB) / Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ).
2 Conjunto de metas específicas e iniciativas estratégicas a serem perseguidas
pelo poder público municipal na gestão do território urbano.

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112 • La ciudad mercancía

Essas alterações foram resultado de uma nova rodada


de mercantilização na cidade, em razão do aprofundamento
do planejamento estratégico por ocasião dos dois maio-
res megaeventos esportivos mundiais, Copa do Mundo de
Futebol (2014) e Jogos Olímpicos Mundiais (2016). Para
tanto, a administração pública realiza profundas reestrutu-
rações tanto no formato da gestão urbana, como também
no ambiente físico da cidade, por meio de intervenções
urbanísticas que alteram os padrões de uso e ocupação do
solo; criam novos meios de transporte de modo a facilitar
a mobilidade, bem como novos equipamentos culturais e
esportivos. Essas intervenções, neste contexto de empre-
endedorismo urbano, se dão através do aprofundamento
da relação do Estado com a iniciativa privada, tendo a
parceria público-privada como seu principal instrumento
(Harvey, 2005).
No caso do Rio de Janeiro, entretanto, no meio desse
caminho de destruição e reconstrução da cidade tinha gen-
te. E foi o que ocorreu com a população residente em fave-
las, implicando na remoção de aproximadamente 22.059
famílias (Comitê Popular, 2015), num claro processo de
liberação de terras para a reprodução e expansão econômi-
ca do mercado da construção civil, incluindo as obras para
a construção de novos equipamentos viários.
Assim, o presente trabalho se dedica a analisar quais
os impactos dessa recente reestruturação pela qual a cidade
passou nas moradias existentes em favelas, ou seja, o novo
ciclo de remoções que atingiu as favelas cariocas no con-
texto dos grandes eventos esportivos realizados na cidade.
O recorte escolhido foram os processos de remoções rea-
lizados no âmbito da política urbana praticada nas duas
gestões do ex-prefeito Eduardo Paes (2009-2016), quando
então se pôde verificar o resgate das remoções como forma
de intervenção estatal no território das favelas.
No que tange à justificativa científica da pesquisa, se
tem por objetivo contribuir com uma discussão crítica em
relação à temática das remoções e do direito à moradia,

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La ciudad mercancía • 113

optando-se, assim, pela investigação a partir de marcos teó-


ricos do direito à cidade, da teoria crítica do direito e da
teoria crítica dos direitos humanos, considerando uma con-
cepção de direitos humanos crítica e comprometida com as
práticas sociais concretas, bem como alternativa à ordem
sociojurídica hegemônica marcada pelo positivismo jurídi-
co e pela reprodução social orientada pelos ideais neolibe-
rais de acumulação capitalista.
Assim, partiu-se da hipótese de que o novo ciclo de
remoções foi resultado de uma política urbana orientada
pró-mercado e pautada pelo planejamento estratégico, que
contribuiu para o aumento da vulnerabilidade das moradias
em favelas, bem como para a invisibilização dos proble-
mas relacionados à proteção da moradia de seus habitantes,
considerando que não foram observados mecanismos para
evitar a expulsão dos pobres das áreas de interesse econô-
mico da cidade e a sua transferência para regiões afastadas
e periféricas, acentuando, em certa medida, a segregação
socioespacial no espaço urbano.
No aspecto metodológico, a pesquisa que foi desenvol-
vida se situa no campo das pesquisas jurídico-sociológicas,
visto que a sua proposta não se reduz à mera análise das
remoções a partir de uma perspectiva normativa alicerça-
da na legislação urbanística em si, por ser demasiado sim-
plista para abarcar a complexidade deste objeto. A análise
que foi feita se estruturou em compreender o fenômeno
da remoção no ambiente social com um olhar vinculado
aos direitos humanos, relacionando a sua ocorrência e as
suas implicações com determinado contexto social e políti-
co (Gustin e Dias, 2006).
O mesmo é resultado de uma pesquisa realizada ao
longo de dois anos (2015-2017) que, além de envolver um
levantamento bibliográfico específico sobre as favelas, sua
história e seus marcos normativos, compreendeu também
pesquisa de campo nas favelas atingidas, permitindo uma
aproximação com o contexto de demolições e um contato
direto através dos relatos dos moradores.

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114 • La ciudad mercancía

O histórico das favelas: tolerância x repressão

A história das favelas cariocas se confunde com as históricas


remoções ocorridas na cidade, tendo em vista que a relação
entre o poder público e as favelas sempre foi marcada pelo
caráter da ambiguidade. Isto porque, ao mesmo tempo em
que as diretrizes da legislação urbanística, desde o surgi-
mento das primeiras normas relativas à política urbana,
aparentemente adotavam uma postura de tolerância3 diante
da existência das mesmas, permitindo a sua manutenção na
paisagem da cidade, por outro lado, sempre reforçaram o
caráter jurídico ilegal e provisório desses espaços, restando
claro o papel desempenhado pelo Direito na construção da
sua marginalização (Magalhães, 2013).
Esta condição de ilegal dispensada às favelas acabou
contribuindo para uma presença estatal precária na regu-
lação e proteção das relações sociais presentes nesses
territórios, transformando-as em espaços carentes de infra-
estrutura e iniciativas sociais e urbanísticas, acentuando
ainda mais a dicotomia existente entre a cidade e a favela
(Gonçalves, 2006) e permitindo a sua associação à ilega-
lidade urbana.
As remoções surgem neste contexto de construção
política do espaço (Bourdieu, 1999) e de monopólio do
espaço físico e social determinado pela distribuição desi-
gual do capital, o que culmina nas tensões e disputas pelo

3 As primeiras ocupações consideradas favelas verificadas na cidade do Rio de


Janeiro, inclusive, foram incentivadas pelo poder público, que estimulava
que certos trabalhadores ocupassem as encostas próximas a seus locais de
trabalho. Este foi o caso da Favela da Praia do Pinto, que surgiu a partir de
pescadores e operários que trabalharam na construção do Jóquei Clube do
Brasil, nas imediações (regiões dos bairros do Leblon e da Lagoa, localizados
na zona sul, e mais valorizada, da cidade do Rio de Janeiro), e que receberam
permissão para se instalarem no local (“Praia do Pinto acaba e deixa Ipane-
ma que ajudou a construir” (11/05/1969), Jornal do Brasil).

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La ciudad mercancía • 115

território de acordo com seu grau de valorização econômi-


ca e na segregação de quem não tem renda suficiente para
ocupar as centralidades.
No entanto, de acordo com Raquel Rolnik (2015), não
seria somente pela lógica de rentabilidade que estes pro-
cessos estariam orientados, acrescentando que também se
trataria de uma visão discriminatória que define como proi-
bidas determinadas formas de morar inscritas em certas
práticas socioculturais. Assim, associada à lógica de produ-
ção capitalista do espaço urbano (Harvey, 2005), estaria o
próprio estigma do favelado4, que foi potencializado neste
processo de erradicação de favelas a fim de legitimá-lo.
Em que pese o surgimento de novos instrumentos jurí-
dicos ligados à concessão de direitos às favelas, inclusive
garantindo o direito a não remoção, instituído desde a rede-
mocratização em razão da mobilização dos movimentos
de luta pela moradia, a sociedade carioca não conseguiu
romper com o imaginário do estigma dirigido às favelas,
principalmente após a expansão do tráfico de drogas dentro
do território das mesmas, que se deu a partir da década
de 90, perpetuando-se a visão da favela como sinônimo de
espaço ilegal e principal razão dos mais graves problemas
da cidade, tais como a violência urbana, a degradação ambi-
ental e paisagística do ambiente urbano.

4 “O favelado era visto como alguém não-integrado ao bairro onde a favela se


localizava, em que pese a sua participação na cidade de diversas formas. No
mínimo, através do mercado de trabalho das redondezas, como peões, por-
teiros, faxineiras, garçons, etc., o favelado estava integrado. Imputava-se,
porém, exclusivamente a ele toda a responsabilidade pela relação conflituo-
sa que a Cidade tinha com as favelas” (Brum, 2012: 115).

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116 • La ciudad mercancía

Uma crítica à produção capitalista do espaço: o direito


à cidade como conjunto de práticas emancipatórias

A análise do fenômeno da remoção de favelas demanda


um esforço teórico que contemple a sua complexidade para
além dos efeitos jurídicos, considerando principalmente as
suas implicações sociais. Deste modo, uma abordagem mais
ampliada do sentido do direito à moradia se torna neces-
sária, sendo importante discuti-lo no contexto do espaço
urbano e a partir de uma perspectiva do direito à cida-
de (Harvey, 2014; Lefebvre, 2016), aqui concebido como
um dos mais importantes direitos humanos – considerando
uma concepção de direitos humanos crítica e alternativa
à reprodução social orientada pelos ideais neoliberais de
acumulação capitalista (Flores, 2009; Santos, 2016).
Para tanto, a fim de compreender estas duas teorias
de forma conjunta e cruzada, é preciso ter em mente uma
leitura dos direitos humanos que vá além da universalidade
e igualdade formais. Uma concepção desses direitos não
como algo dado, pura e simplesmente por estarem positiva-
dos no ordenamento jurídico interno ou em tratados e leis
internacionais, mas sim como direitos a serem adquiridos
(e construídos) pelo exercício das lutas e práticas sociais
necessárias à reprodução humana e a uma vida digna, ou
seja, os direitos humanos como um processo dinâmico (Flo-
res, 2009; Santos, 2016).
No entanto, de que forma esta construção teórica e
prática seria possível? Essa construção somente é possível
por meio de uma nova cultura dos direitos humanos, que,
além de romper com o formalismo jurídico abstrato, com-
preenda o Direito como resultado provisório dos conflitos
e lutas sociais em busca de emancipação e empoderamento
humano, considerando o contexto histórico e social destas
práticas coletivas. Desta forma, o Direito como ciência e
garantias normativas seria entendido como criado e recri-
ado conforme o processo de atuação social na realidade
(Flores, 2009).

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La ciudad mercancía • 117

Neste sentido, no qual os direitos humanos são direitos


anteriores e superiores a qualquer lei, a concepção do que é
direito, considerando o padrão normativo dominante, abar-
caria, inclusive, o “não-direito” a partir de uma percepção
ampliada e menos simplista do que a legalista (Lyra Filho,
2005). Em razão disso, é que se ressalta que “a visão dialética
precisa alargar o foco do Direito, abrangendo as pressões
coletivas (e até, como veremos, as normas não-estatais de
classe e grupos espoliados e oprimidos) que emergem na
sociedade civil” (Lyra Filho, 2005: 9-10).
Assim, cabe destacar que se torna imprescindível a
percepção de que, apesar de determinados direitos esta-
rem garantidos na ordem jurídica estabelecida, em certos
territórios da cidade (como a favela) e para alguns segmen-
tos sociais o respeito às garantias jurídicas não consiste na
regra, mas sim é marcado por um caráter de exceção, em
razão da relativização da proteção destas garantias (Vai-
ner, 2011).
Com isso, a fim de que se possa compreender o direito
à cidade como um direito humano, é necessário este esfor-
ço teórico da concepção do Direito como uma ruptura
com os padrões normativos dominantes –não no sentido
de ignorar a normatividade, mas de excedê-la– mediante
uma construção teórica crítica e realista, que reconheça a
pluralidade e a diversidade cultural, bem como reconheça
que as práticas sociais alternativas e contra-hegemônicas
são uma condição essencial para a emancipação humana
(Flores, 2009; Santos, 2016).
Deste modo, a vida na cidade deve ser entendida como
uma contraposição ao sentido da cidade como mercado-
ria, como lugar do consumo e de consumo do lugar, con-
templando o valor de uso (a cidade como habitar, a vida
urbana, o encontro) em detrimento do valor de troca (a
cidade como mercadoria, os espaços comprados e vendidos,
o consumo exacerbado de produtos, bens, lugares e símbo-
los) (Lefebvre, 2016).

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118 • La ciudad mercancía

Posto isto, qual seria então a melhor forma de reivin-


dicar este direito? Por meio de lutas sociais que persigam
algum controle democrático sobre o processo de configu-
ração da cidade, em busca de uma cidade que atenda às suas
necessidades coletivas e na qual sejam respeitadas as iden-
tidades socioculturais de cada cidadão, como suporte para
a inclusão e reconhecimento das diferenças e das heteroto-
pias. A estas lutas David Harvey dá o nome de “cidadania
insurgente”, que consistiria na reação dos cidadãos contra
a cidade centrada no valor de troca e na privatização dos
espaços públicos (Harvey, 2014).
Com isso, destaca-se a importância do conflito nas
decisões envolvendo o planejamento urbano das cidades,
uma vez que, se estes projetos ocorrem sem tensões sociais
e políticas, é como se estivessem sendo impositivos, con-
trariando toda a legislação urbanística e a própria Cons-
tituição Federal, que contemplam a gestão democrática da
política urbana.

Um novo ciclo de remoções nas favelas cariocas

De acordo com o que foi visto ao longo desta pesquisa e


analisando a histórica relação da remoção com as moradias
em favelas, é possível perceber que as remoções são utiliza-
das como medida de controle social e de controle do espaço
urbano, principalmente no controle da expansão do cresci-
mento de ocupações e espaços favelizados (em especial, nas
áreas de interesse do mercado imobiliário).
Em algumas ocasiões, as remoções forçadas são condu-
zidas de forma arbitrária e violenta, envolvendo ameaças,
terror psicológico e até mesmo agressões físicas contra os
moradores. Ademais, muitos episódios de despejo ocorrem
por meio de incursões noturnas e com prazos muito restri-
tos para a desocupação, pois se argumenta a urgência dos
prazos para o início das reestruturações como justificativa

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La ciudad mercancía • 119

para a inobservância dos direitos da população afetada,


principalmente do direito à participação e à informação em
relação a estes projetos urbanísticos (A/HRC/13/20, 2009).
Além do discurso do legado, este novo ciclo de remo-
ções nas favelas da cidade também foi viabilizado por um
marco legal que excepcionalizou as diretrizes da legisla-
ção urbana e de favelas, flexibilizando o princípio da não
remoção5 e espoliando os direitos dos seus moradores, mes-
mo os que, inclusive, moravam em favelas consolidadas,
tituladas e com anos de existência.6 Além disso, a maioria
destas intervenções se materializou na forma de Decretos
Municipais, ou seja, instrumentos de competência privativa
do chefe do executivo, no caso o prefeito, que não passa
pela discussão e aprovação legislativa, como seria se fosse
o caso de uma lei.
Em relação aos novos instrumentos jurídicos criados
neste contexto, para respaldar e facilitar o manejo desta
forma de intervenção nos territórios das favelas, destacam-
se o Plano Diretor de 20117 (pós Estatuto da Cidade), os

5 O artigo 429, inciso VI, da Lei Orgânica do Município do Rio de Janeiro


estabelece que: “Art. 429 –A política de desenvolvimento urbano respeitará
os seguintes preceitos: [...] VI –urbanização, regularização fundiária e titula-
ção das áreas faveladas e de baixa renda, sem remoção dos moradores, salvo
quando as condições físicas da área ocupada imponham risco de vida aos
seus habitantes, hipótese em que serão seguidas as seguintes regras: a. laudo
técnico do órgão responsável; b. participação da comunidade interessada e
das entidades representativas na análise e definição das soluções; c. assenta-
mento em localidades próximas dos locais de moradia ou do trabalho, se
necessário o remanejamento”. Disponível em https://goo.gl/8SRt8S. Acesso
em 19/07/2016.
6 Como a favela da Vila Autódromo, localizada no bairro de Jacarepagua (área
de expansão imobiliária), que mesmo possuindo um título de concessão real
de uso para fins de moradia pelo prazo de 99 anos (concedido na década de
80) teve aproximadamente 530 famílias removidas das 550 que lá viviam
inicialmente.
7 Além de não prever o princípio da não-remoção - palavra esta que foi sim-
plesmente excluída de seu texto legal, sendo substituída pela palavra realo-
cação, conforme redação do artigo 15, §2º, da Lei Complementar nº 111 de
2011, o seu artigo 3º, em seus incisos IV, V e VI, prevê a contenção da irregu-
laridade fundiária e urbanística; a urbanização de favelas e loteamentos irre-
gulares, visando sua integração às áreas formais da Cidade, ressalvadas as

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120 • La ciudad mercancía

Decretos desapropriatórios e o Decreto de congelamento


urbanístico de favelas com base no interesse público expe-
didos pela Prefeitura do Rio de Janeiro nos recentes pro-
cessos de remoções.8
Essa construção legislativa afasta as práticas urbanís-
ticas estabelecidas nestes espaços por seus moradores, des-
legitimando não só os formatos de moradia existentes nas
favelas, que, inclusive, compõem o histórico do desenvol-
vimento urbano da cidade do Rio de Janeiro, bem como
dificultando a sua regularização, tendo em vista que se tenta
aplicar a realidade ao modelo e não o modelo à realidade
de forma que seja condizente com ela e que compreenda as
diferenças e particularidades presentes em cada favela.
A descrição do passo a passo que envolve a remoção
não é tarefa tão fácil, pois todas as informações referentes
a este processo são de acesso dificultado, especialmente os
dados relativos às favelas que foram apontadas para serem
removidas, bem como os motivos que ensejaram a remoção
e, ainda, os projetos de urbanização usados como justificati-
va, quando a remoção é fundamentada neste aspecto. Além
disso, os dados atualizados do quantitativo da população
removida e das medidas que foram oferecidas a essas famí-
lias como forma de compensação não são divulgados com
facilidade pelas secretarias vinculadas à prefeitura e que
são responsáveis pelo armazenamento destas informações.
Esses dados, muitas vezes, são considerados como sendo
sigilosos, embora vigore no país todo um sistema que prevê
a transparência na gestão pública, bem como apesar de se
tratar de uma medida que afete direitos coletivos e funda-
mentais das pessoas atingidas.

situações de risco e de proteção ambiental; e a contenção do crescimento


e expansão das favelas, por meio da fixação de limites físicos e de regras
urbanísticas especiais, respectivamente.
8 Decreto nº 33.648, de 11 de abril de 2011, este contexto se acentua, pois o
referido decreto determina o congelamento urbanístico nas favelas, uma vez
que revoga o direito de construir novas edificações em favelas declaradas
como Área de Especial Interesse Social – AEIS.

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La ciudad mercancía • 121

Contudo, as particularidades que dizem respeito à


remoção podem ser conhecidas a partir de relatos dos ato-
res sociais que estiveram envolvidos neste processo, como
é o caso dos moradores afetados, dos relatos e da atuação
de defensores públicos, líderes de movimentos sociais, bem
como por meio de documentários reproduzidos sobre a
forma como as remoções foram conduzidas. Assim, é pos-
sível perceber um padrão na atuação do Estado dentro das
favelas no que se refere à remoção, variando apenas (i) a
extensão da área a ser removida, (ii) o motivo alegado para a
remoção, (iii) as medidas compensatórias que foram nego-
ciadas, (iv) a intensidade do emprego da violência e (v) o
grau de resistência que foi encontrado.
Um elemento característico deste último ciclo de
remoção foi a completa inexistência de negociação coletiva,
pois a abordagem inicial, feita por parte dos agentes da
prefeitura, era geralmente realizada de forma individual e
por meio de propostas de medidas compensatórias que se
diferenciavam de uma família para a outra. Ademais, não
era disponibilizada, e às vezes sequer produzida, qualquer
documentação que registrasse o processo de negociação,
sempre realizado na forma do “boca-a-boca”.
Por outro lado, no entanto, esse processo não ocorreu
sem tensões e resistências, constituindo-se dinâmicas de
mobilização em oposição às remoções que irromperam em
ações concretas de insurgência, seja por meio da articula-
ção, em cada favela, dos moradores e moradoras atingidos,
bem como por meio do auxílio de órgãos e coletivos que
lhes prestaram apoio, destacando-se aqui a atuação do Con-
selho Popular do Rio de Janeiro9, da Pastoral de Favelas10

9 Coletivo formado a partir da articulação de moradores de favelas ameaçadas


de remoções. Atualmente, continuam promovendo reuniões mensais na
sede da Pastoral de Favelas, no bairro da Glória, na cidade do Rio de Janei-
ro.
10 Instituição vinculada à Igreja Católica, criada em 1976 em decorrência das
remoções de favelas que ocorreram ao longo das décadas de 60 e 70 no Rio
de Janeiro. Disponível em https://goo.gl/4kTdgX. Acesso em 28/05/2017.

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122 • La ciudad mercancía

e a assessoria jurídica do Núcleo de Terras e Habitação da


Defensoria Pública do Estado do Rio de Janeiro (NUTH).
Outras instituições também contribuíram com a articulação
na luta contra as remoções, como, por exemplo, coletivos
de luta pela moradia e pela reforma urbana, diversas Uni-
versidades que atuaram por meio da litigância estratégica e
Organizações Não Governamentais (ONGs), especialmente
as de direitos humanos.
Considerando a litigância estratégica realizada por
alguns coletivos e a assessoria jurídica prestada pelo Núcleo
de Terras e Habitação da Defensoria Pública do Estado
do Rio de Janeiro (NUTH), a Ação Civil Pública11 foi o
principal instrumento jurídico utilizado para enfrentar esse
processo de despossessão de moradias. Esse tipo de ação
judicial foi interposta pelo NUTH, no caso de algumas
favelas, a fim de tentar impedir a concretização da inter-
venção do município, sendo usada tanto para questionar
laudos de risco geotécnico (em situações em que a remoção
era fundamentada no risco), como para solicitar, por par-
te da prefeitura, que fossem disponibilizadas informações
que justificassem a necessidade das remoções e também
em razão da inobservância de participação popular nessas
tomadas de decisões.
A luta articulada entre moradores e moradoras e suas
redes de apoio alcançou alguns resultados materiais positi-
vos, como, por exemplo, o reassentamento em localidades

11 A ação civil pública é o instrumento processual, previsto na Constituição


Federal brasileira e em normas infraconstitucionais, de que podem se valer
o Ministério Público, a Defensoria Pública e outras entidades legitimadas
para a defesa de interesses difusos, coletivos e individuais homogêneos. Tal
instrumento é disciplinado pela Lei n. 7.347, de 24 de julho de 1985, tendo
por objetivo reprimir ou mesmo prevenir danos ao meio ambiente, ao con-
sumidor, ao patrimônio público, aos bens e direitos de valor artístico, estéti-
co, histórico e turístico, a qualquer outro interesse difuso ou coletivo, por
infração da ordem econômica, à ordem urbanística, ao patrimônio público e
social, à honra e à dignidade de grupos raciais, étnicos e religiosos, podendo
ter por objeto a condenação em dinheiro ou o cumprimento de obrigação de
fazer ou não fazer.

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La ciudad mercancía • 123

mais próximas; melhores indenizações e até mesmo a per-


manência de parte das favelas que se encontravam amea-
çadas de remoção. Além disso, tal mobilização gerou refle-
xos inclusive na esfera institucional, no caso, na produção
normativa da própria prefeitura que, após intensa reivin-
dicação dos moradores, alterou os critérios para o cálculo
das indenizações12 por meio do Decreto nº 38.197 de 2013,
incorporando o valor médio do metro quadrado da região
onde está localizado o terreno objeto de remoção.
O papel desempenhado por essa resistência e mobili-
zação conjuntas contribuiu para o empoderamento legal da
população atingida, e, consequentemente, para sua emanci-
pação enquanto sujeitos de direitos e para o efetivo exercí-
cio do direito à cidade.

Considerações finais

Para concluir, o legado positivo, que se compreende neste


trabalho como decorrência de todo esse processo de espo-
liação de moradias e de outros direitos humanos, para além

12 Antes da publicação desse Decreto, as indenizações eram calculadas com


base nas benfeitorias realizadas no imóvel. Neste sentido, é indispensável se
ter em mente que, em que pese a infraestrutura das moradias em favelas ter
tido uma melhora significativa ao longo dos anos, como, por exemplo, com a
substituição de habitações compostas por tábuas de madeiras, na forma de
barracos, por imóveis de alvenaria, além de algumas favelas terem, inclusive,
sido beneficiadas com programas de urbanização, os materiais utilizados na
construção dessas moradias ainda continuam sendo de baixo valor no mer-
cado, tendo em vista as condições socioeconômicas de seus habitantes, ou
seja, tais benfeitorias acabam acarretando em indenizações que também são
de baixo valor. A partir de sua publicação, não só as dimensões do terreno
habitado passaram a ser levadas em conta, bem como o valor médio dos
imóveis naquela região em específico, determinado pela localização que o
imóvel ocupa no espaço urbano, os quais são os aspectos que mais valori-
zam, ou desvalorizam, um imóvel. No entanto, em que pese esta mudança
significativa no cálculo das indenizações devidas aos moradores removidos,
cabe destacar que, quando de sua publicação, grande parte das remoções
previstas já havia sido realizada.

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124 • La ciudad mercancía

de qualquer legado físico que as intervenções físicas de


melhoria realizadas na cidade possam representar, foi a per-
manência de algumas favelas que, inclusive, tiveram a sua
remoção integral anunciada.13 Ademais, os moradores que
se empenharam na resistência à remoção e assumiram para
si a reivindicação do direito à moradia urbana e do direi-
to à cidade, compreendido aqui como o direito de atuar
diretamente nos processos urbanos e de recriar e propor a
cidade na qual se vive, simbolizam a conquista da emanci-
pação e tomada de consciência como sujeitos de direitos, a
metamorfose proposta pela teoria crítica do direito para os
oprimidos e despossuídos.
O autorreconhecimento como cidadãos e sujeitos de
direitos abriu espaços de luta e contestação à lógica de cida-
de que vinha sendo imposta, permitindo o florescimento
de novas perspectivas que possibilitem transformações na
realidade da cidade, que se apresenta tão homogeneizada e
vinculada à promoção do Rio de Janeiro nos circuitos de
cidades globais, especialmente aprofundada após os megae-
ventos realizados na cidade nos últimos anos.
Sendo assim, a insurgência dos moradores e moradoras
de favelas às iniciativas públicas de relativização, e até mes-
mo retirada, de seus direitos impulsiona as favelas como
espaços políticos e alternativos de criação do direito e de
um direito como manifestação dos princípios de uma legí-
tima organização social da liberdade, o direito como liber-
dade, o próprio “direito achado na rua” (Sousa Junior, 2011)
resultado de “cosmopolitismo subalterno”, que consiste nas
práticas emancipatórias de reivindicação da inclusão social
e de superação das condições de opressão e de espoliação
de direitos (Santos, 2016).

13 Como os simbólicos casos das favelas da Estradinha (bairro de Botafogo) e


Vila Autódromo (bairro de Jacarepagua), localizadas em áreas de intensa
valorização imobiliária e de incidência de conflitos por sua apropriação.

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La ciudad mercancía • 125

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Retóricas del espacio
público y estrategias
de control de la
conflictividad social

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5

Modalidades de control de la venta


callejera y criminalización
de inmigrantes en Buenos Aires1
BRENDA CANELO2

Cuadro de situación y propuesta analítica

La criminalización de los inmigrantes en Argentina hunde


sus raíces en matrices sociopolíticas de larga data que
comenzaron a explicitarse ante el arribo masivo de euro-
peos y, concretamente, durante la discusión y sanción de
las leyes de Residencia (1902) y de Defensa Social (1910),3
y continuaron permeando el tratamiento estatal de la cues-
tión migratoria en las décadas subsiguientes. Pero mientras
que a principios del siglo XX la supuesta peligrosidad de los
inmigrantes era vinculada con su potencial politicidad, pos-
teriormente las agencias estatales la fueron asociando con la
ilegalidad en que muchos de ellos se encontraban, y que era

1 Agradezco los comentarios y sugerencias que el Dr. Mariano Perelman rea-


lizara a una versión previa de este trabajo.
2 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) /
Universidad de Buenos Aires (UBA).
3 Ambas normativas buscaban expulsar del cuerpo nacional a inmigrantes con
afiliaciones anarquistas, comunistas y socialistas, o que promovieran la
organización obrera, en tanto los entendían como una amenaza para la segu-
ridad nacional. La Ley de Residencia fue derogada recién en 1958, pero las
atribuciones que otorgó al Poder Ejecutivo quedaron recogidas en decretos
posteriores que delegaban el control y la expulsión de extranjeros en instan-
cias meramente administrativas (Pacecca, 2011).

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130 • La ciudad mercancía

producida por las propias normas estatales que dificultaban


su regularización. El carácter amenazante de los inmigran-
tes para la seguridad nacional fue explicitado con plenitud en
la Ley General de Migraciones y Fomento de la Inmigración
N° 22.439 de 1981 (conocida como “Ley Videla”), que dene-
gaba distintos derechos y obligaba a los empleados y fun-
cionarios públicos a denunciar ante la autoridad migratoria
a aquellos inmigrantes que se encontraran en situación irre-
gular. La criminalización de esta población aparecerá con
particular fuerza en la esfera pública en la década de 1990,
decaerá bajo la retórica de inclusión prevaleciente en instan-
cias oficiales durante los años 2000 (Domenech, 2012), y
volverá a cobrar protagonismo desde fines del año 2010.
En efecto, los hechos acontecidos a partir de la ocupa-
ción del Parque Indoamericano de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (CABA)4 conformaron un punto de quiebre
en el tratamiento estatal de la cuestión migratoria (Canelo
2016 y 2017; Monclús Masó y García, 2012), y una suerte
de retorno a las prácticas xenófobas y persecutorias de los
inmigrantes, similares a las imperantes en los años noven-
ta.5 El entonces Jefe de Gobierno de la CABA, Mauricio

4 El Parque Indoamericano es un predio de cerca de 130 hectáreas ubicado en


el suroeste de la ciudad, zona con la mayor proporción de población resi-
dente en villas de emergencia de la ciudad, cuyo 11% de hogares registra nece-
sidades básicas insatisfechas (Rodríguez, 2013). En diciembre de 2010, el
predio fue ocupado por cerca de 6000 personas que demandaban soluciones
habitacionales a las autoridades. Dicho conflicto tuvo una escalada represiva
requerida por las autoridades locales que desembocó en el asesinato de tres
personas (todas ellas inmigrantes) en circunstancias aún no esclarecidas.
Finalmente, los ocupantes desalojaron el lugar, bajo la promesa de las auto-
ridades nacionales y locales de créditos blandos para viviendas. Dicho com-
promiso no fue cumplido hasta el momento. Para más información al res-
pecto, ver AAVV, 2011 y Cravino, 2014.
5 El caso fue considerado un evento crítico paradigmático de los procesos que
vinculan desigualdad urbana y racismo, ya que durante él se activaron prác-
ticas y discursos que pusieron en duda la condición humana de los indios
internos y externos responsabilizados por lo acontecido. Dicha deshumaniza-
ción implicó “un proceso de invisibilización, desconocimiento de alguien
con el cual existe algún tipo de lazo, vínculo o relación y en general esa rela-

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La ciudad mercancía • 131

Macri, responsabilizó a los inmigrantes por esa ocupación


y los vinculó con prácticas delictivas. Así, en conferencia
de prensa, manifestó:

No podemos seguir tan expuestos como sociedad a una inmi-


gración descontrolada, al avance del narcotráfico, al avance a
la delincuencia. […] La Argentina vive expuesta a una política
inmigratoria descontrolada, donde el Estado no se ha hecho
cargo de su rol. […] Todos los días llegan cien, doscientas per-
sonas a Buenos Aires y no sabemos quiénes son porque llegan
de manera irregular. Insisto, de la mano del narcotráfico, la
delincuencia […] (Todo Noticias, 9 de diciembre de 2010).

Como señalamos en otro lugar (Canelo, Gavazzo y


Nejamkis, 2018), estas expresiones disruptivas de la retóri-
ca de inclusión de inmigrantes que había caracterizado a la
década de 2000, habilitaron otras similares emitidas pocos
años después por altos funcionarios nacionales de signo
político contrario al que gobernaba la CABA. Entre ellos se
destacan el ex secretario de seguridad de la Nación Sergio
Berni y el senador nacional Miguel Ángel Pichetto, ambos
del Frente para la Victoria, quienes en 2012 (Todo Noticias,
13 de septiembre de 2012) y 2014 (Diafar TV, 9 de noviem-
bre de 2014), respectivamente, vincularon el delito con la
inmigración y propusieron la implementación de políticas
más duras contra los inmigrantes. Dos años después, tras
la derrota electoral del partido que había gobernado el país
por doce años (Frente para la Victoria) y la asunción de
Mauricio Macri (Alianza Cambiemos) como presidente a
la Nación, Pichetto volvió a criminalizar a los inmigrantes
enfatizando la existencia de “perfiles delictivos” por nacio-
nalidad: “colombianos que rompen puertas […] y tienen la

ción coloca al otro, o el otro está colocado, en una situación no sólo de


desigualdad sino de inferioridad” (Álvarez Leguizamón, Aguilar y Perel-
man, 2012: 209).

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132 • La ciudad mercancía

especialidad del narcotráfico, peruanos que hacen el tráfico


de drogas en las villas, y paraguayos que ingresan marihua-
na” (Todo Noticias, 4 de noviembre de 2016).
Los dichos de Pichetto fueron inmediatamente respal-
dados por el Secretario de Derechos Humanos de la Nación,
Claudio Avruj, quien afirmó que la Argentina necesitaba
“controles migratorios más firmes” y destacó que “en los
últimos años, por responsabilidad de las autoridades ante-
riores, no se realizaron los controles que marca la ley” (Info-
bae, 6 de noviembre de 2016). Posteriormente, la Ministra
de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, culpó públi-
camente a peruanos, paraguayos y bolivianos por el narco-
tráfico y expresó que el gobierno nacional iba a endurecer
los controles para el ingreso de extranjeros con anteceden-
tes penales, y a acelerar los mecanismos para expulsarlos
del país (Perfil, 24 de enero de 2017).6 Las declaraciones
de la ministra ocurrieron en la misma semana en que el
Poder Ejecutivo Nacional presentó el Decreto de Necesidad
y Urgencia (DNU) 70/2017, que modificó aspectos sustan-
ciales de la Ley Nacional de Migraciones N° 25.871 y de la
Ley de Nacionalidad y Ciudadanía N° 346.
Dicho decreto liga inmigración con criminalidad orga-
nizada y narcotráfico a partir de datos utilizados de forma
engañosa.7 Esta norma también confunde criminalidad (un
delito) con irregularidad migratoria (un problema adminis-
trativo), permite impedir el ingreso y/o la permanencia y
cancelar la residencia por causas judiciales en Argentina

6 Los medios hegemónicos replicaron y reforzaron esta perspectiva. Para un


análisis acerca del tratamiento mediático de la cuestión migratoria en 2016,
ver Meccia, 2017.
7 Así por ejemplo, en sus considerandos alude a un incremento en la cantidad
de personas extranjeras detenidas en el Sistema Penitenciario Federal, omi-
tiendo los valores considerablemente más bajos existentes en los Sistemas
Penitenciarios Provinciales. Asimismo, dicho incremento se mantiene en
una tendencia histórica sin mayores alteraciones y de modo acorde al
aumento en las estadísticas de criminalidad, que incluyen también a los nati-
vos. Para información detallada, ver Sistema Nacional de Estadísticas sobre
Ejecución de la Pena, 2017.

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La ciudad mercancía • 133

o en el exterior (aún si ellas carecen de sentencia firme)


en tiempos sumarísimos –suspendiendo así la presunción
de inocencia–, y habilita deportaciones como meras ges-
tiones administrativas, de forma independiente a los años
de residencia en Argentina y al riesgo de fragmentación
familiar, entre otros aspectos (Poder Ejecutivo de la Nación
Argentina, 2017).8
Ahora bien, estos discursos y normas anti inmigrantes
constituyen una de las vías para conocer el tratamiento
estatal de la temática; pero no son la única. En efecto, dis-
tintas acciones y omisiones estatales pueden no tomar a
la cuestión migratoria como objeto explícito de actuación,
pero de todos modos incidir en ella profundamente (Cane-
lo, 2016). Entre tales intervenciones estatales, las concer-
nientes a los usos de los espacios públicos por inmigrantes
conforman una entrada analítica particularmente revela-
dora. En este sentido, en otro trabajo (Canelo, 2018) he
señalado que tras años de relativo sosiego, desde 2011 los
Ministerios de Seguridad y de Ambiente y Espacio Público
de la Ciudad, y el Ministerio de Seguridad de la Nación
comenzaron a efectuar enormes operativos de control ante
la conmemoración del Día de los Difuntos que la colecti-
vidad boliviana realiza cada 2 de noviembre en el Cemen-
terio de Flores de la CABA desde 1996.9 El impresionante
despliegue de personal policial y de Gendarmería Nacional
ante una actividad ceremonial que nunca provocó mayores

8 Más información respecto de los supuestos y riesgos de esta normativa pue-


den verse en AAVV, 2017 y Comisión Interamericana de Derechos Huma-
nos, 2017. Pocos meses antes de la publicación de este texto, en marzo de
2018, el DNU 70 fue declarado inconstitucional por la Sala V de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, deci-
sión que fue apelada por el Poder Ejecutivo Nacional pocos días después. En
este marco, quien deberá expedirse respecto de la legalidad de la norma es la
Corte Suprema, momento hasta el cual el DNU continúa vigente.
9 Dichos operativos incluyen el despliegue de más de una centena de agentes
de la Policía Metropolitana que controlan los ingresos y circulan por el
cementerio (realizando, por ejemplo, tests de alcoholemia e inspecciones de
cochecitos de bebé), la presencia de personal del Ministerio de Ambiente y
Espacio Público que recorre el lugar tras eventuales contravenciones, y de

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134 • La ciudad mercancía

incidentes constituyó un indicio etnográfico resultante de


mi investigación de que el tratamiento estatal de la cuestión
migratoria en la CABA estaba cambiando, en sintonía con
lo sucedido meses antes en el Parque Indoamericano.
Esta sospecha comenzó a afianzarse cuando tomé
conocimiento de una escalada en la persecución estatal
hacia los vendedores callejeros de la CABA, quienes en gran
parte son de origen extranjero.10 Como veremos, distintos
estudios académicos, notas periodísticas, y testimonios de
referentes de organizaciones de inmigrantes y organismos
de derechos humanos afirman que a partir del año 2009 se
fue registrando una progresiva intensificación en los allana-
mientos y secuestros de mercadería a los vendedores calle-
jeros del Área Metropolitana de Buenos Aires.11 Pero los
informes y las estadísticas públicas disponibles para inda-
gar lo acontecido con la población de origen extranjero y
la administración estatal de la conflictividad social en la
CABA son escasos, fragmentarios, poco sistemáticos y de
difícil acceso (Fernández y Patallo, 2016). Ante este escena-
rio, una de las pocas fuentes oficiales y públicas disponibles
para indagar la mencionada sospecha son los Informes de
Conflictividad Social elaborados por el Ministerio Públi-
co Fiscal de la CABA para el período comprendido entre

personal de Gendarmería Nacional que corta el tránsito vehicular en torno


al Cementerio, entre otros aspectos que marcan el carácter anómalo de la
jornada y de sus protagonistas.
10 Hasta el momento no he encontrado datos oficiales ni privados que den
cuenta de la cantidad de inmigrantes entre los vendedores callejeros, pero
quienes trabajan con esta población coinciden en que gran parte de ella está
conformada por personas de origen extranjero.
11 Comprende a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y veinticuatro
municipios lindantes de la Provincia de Buenos Aires.

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La ciudad mercancía • 135

201012 y 2016,13 donde se brinda información estadística


acerca de las contravenciones que contaron con la interven-
ción de las unidades fiscales del Poder Judicial de la Ciudad,
incluyendo datos acerca de la nacionalidad de los contra-
ventores. No obstante, como veremos, las características de
los hechos relevados por estas fuentes requieren una inda-
gación a la luz de información cualitativa, sin la cual llega-
ríamos a conclusiones erróneas. En efecto, esa información
permite analizar los datos estadísticos considerando cam-
bios en las estrategias de control de la venta callejera a partir
de la aparición de actores estatales novedosos: el Cuerpo de
Inspectores (Ministerio de Ambiente y Espacio Público), la
Policía Metropolitana (Ministerio de Justicia y Seguridad)
y la Unidad de Coordinación de Investigaciones Complejas
(Ministerio Público Fiscal).
El propósito de este trabajo radica en indagar si desde
2010 se registra un incremento en el control y hostilidad
estatal hacia la venta callejera en general, y hacia los inmi-
grantes que realizan esta actividad en particular.

La venta ambulante: entre los “arreglos” y el “crimen


organizado”

Una de las estrategias de supervivencia desarrolladas por


los inmigrantes residentes en Argentina es la venta calleje-
ra. Al igual que para sectores nativos empobrecidos, pero
especialmente entre quienes se encuentran en situación

12 Si bien a los fines de este trabajo sería importante conocer la cantidad de


contravenciones realizadas a extranjeros con antelación a 2010, las estadís-
ticas publicadas por el Ministerio Público Fiscal brindan este dato recién
desde el Tercer Informe de Conflictividad, correspondiente a 2010. Las con-
travenciones realizadas a extranjeros antes de esa fecha se publican junto
con los delitos penales (usurpación, amenazas, daños, etc), para los cuales el
procedimiento es diferente.
13 Corresponde al Noveno y último Informe de Conflictividad disponible a la
fecha de elaboración de este trabajo (mayo de 2018).

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136 • La ciudad mercancía

irregular, desconocen el idioma o carecen de redes para


acceder a un empleo formal, los inmigrantes encuentran
en la venta informal una alternativa para sobrevivir. En la
CABA dicha actividad está sancionada por la Ley 1472/04,
que establece el carácter contravencional de las “activida-
des lucrativas no autorizadas en el espacio público” (Arts.
83 y 84), y por la Ley 451/00, que instituye como “falta”
a la “venta en la vía pública sin autorización” (Sección 4,
Capítulo 1), fijando multas y el decomiso de la mercadería.
El procedimiento formal contemplado ante esta actividad
es sencillo: la policía debe actuar como agente preventor
labrando actas para derivar a la Justicia Contravencional,
donde luego se debate mediante pruebas y declaraciones
si la acción detectada constituye o no una contravención
(Pita, 2013). No obstante, en la práctica se constatan “fron-
teras porosas e inciertas entre lo legal y lo ilegal” (Telles
e Hirata, 2007), que establecen una “zona donde la misma
legalidad es mercancía” (Misse 2007, en Pita 2013). Allí las
contravenciones devienen “ilegalismos tolerados”, esto es
actividades que se encuentran legalmente prohibidas pero
sobre las cuales se trazan límites de tolerancia, lo cual habi-
lita “la administración y regulación abusiva y discrecional
por parte de agencias del Estado” (Pita, 2013: 207). En su
extensa investigación sobre los “territorios sociales y mora-
les de control policial”, Pita encuentra la conformación de
espacios políticos con reglas y acuerdos que ponen en duda
la idea de una distribución igualitaria de la legalidad, en
los cuales algunos grupos sociales tendrían más dificultades
que otros para entablar acuerdos con las fuerzas policiales
(en su análisis, la Policía Federal) (Pita, 2013). En tal sentido,
la investigadora afirma que:

distintos grupos (y por consiguiente los individuos que for-


man parte de ellos) encuentran, en virtud de su mayor o
menor vulnerabilidad y status jurídico, de sus conocimientos
locales e ingenio, de su habilidad adquirida en el trato con

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La ciudad mercancía • 137

diferentes agencias e instituciones, y también de sus compe-


tencias lingüísticas, posibilidades de mayor o menor éxito en
esa negociación (Pita, 2012: 119).

Por ello, las estadísticas contravencionales, más que dar


cuenta de la frecuencia de los procedimientos sobre los dis-
tintos grupos poblacionales, informan la capacidad de estos
últimos para negociar el labrado de las actas (Pita, 2013). Y
lo que muestran las estadísticas es que entre los años 2010
y 2013 hubo una alta presencia de extranjeros entre las
personas imputadas por contravenciones (con un guarismo
superior al 27%, mientras que los extranjeros residentes en
el Área Metropolitana de Buenos Aires representan al 8,9 %
de su población según el último censo nacional), y una mar-
cada reducción de las actas contravencionales a extranjeros
desde 2014 (ver Gráfico 1). Siguiendo la hipótesis de Pita,
por tanto, entre 2010 y 2013 los extranjeros habrían tenido
escasa capacidad de negociar con los agentes policiales el
labrado de actas contravencionales.

Gráfico 1. Proporción de extranjeros entre personas imputadas


por contravenciones en CABA. En porcentaje. Años 2010 a 2016

Fuente: Elaboración propia en base a Informes de Conflictividad del Minis-


terio Público Fiscal (2011-2017).

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138 • La ciudad mercancía

Vemos así que la participación de extranjeros entre las


personas a quienes se les labraron contravenciones decli-
na en casi veinte puntos porcentuales entre 2010 y 2014
(Gráfico 1). A este dato se suma una reducción drástica de
las contravenciones por “uso de espacio público sin auto-
rización para actividades lucrativas”, tanto en el año 2011
como (especialmente) en 2013 (Ministerio Público Fiscal,
2011 a 2017) (Gráfico 2).

Gráfico 2. Cantidad anual de contravenciones por uso de espacio público


sin autorización para actividades lucrativas en CABA. Valores absolutos.
Años 2007 a 2016

Fuente: Elaboración propia en base a Informes de Conflictividad del Minis-


terio Público Fiscal (2011-2017).

Ahora bien, ¿cuál puede ser la causa de la reducción


en cerca de un 63% de las contravenciones por uso de
espacio público para actividades lucrativas, entre 2010 y
2013 (cuando pasaron de 9.999 a 3.740)? Siendo que en
ese período la venta callejera no disminuyó drásticamente
(como informaba cualquier recorrido por la CABA), la causa
se puede vincular con un incremento de los arreglos con el
personal policial para evitar dicha sanción, o bien con un

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La ciudad mercancía • 139

cambio en la modalidad estatal de control de esta actividad.


En cualquier caso las estadísticas citadas deben ser inter-
pretadas bajo la luz provista por otras fuentes.
Podemos comenzar a despejar la disyuntiva planteada
al considerar que durante ese período nuevos actores esta-
tales fueron aumentando su protagonismo en el control
del espacio público porteño: el Cuerpo de Inspectores del
Ministerio de Ambiente y Espacio Público (creado en 2008
mediante el decreto N° 111) y la Policía Metropolitana
(también creada en 2008 por la ley N° 2894, pero con entra-
da en funciones en febrero de 2010). Lo que se observa
desde entonces es que tanto el labrado de actas contraven-
cionales como los acuerdos (desiguales) para evitarlas fueron
perdiendo protagonismo frente al mero uso de la violencia
(Pita, 2013). En efecto, según distintos académicos, activis-
tas de derechos humanos y vendedores, desde el año 2009
comienza una escalada de violencia policial y crecientes
allanamientos y secuestros de mercadería ofrecida en la
vía pública (Pacecca, Canelo y Belcic, 2017; Pita, 2012 y
2013).14 Otros referentes de organismos de defensa de los
derechos humanos sitúan al año 2011 como el momento
en que se modifican las formas en que desde el Estado de
la CABA se administra la venta callejera. Ello habría sido
provocado por la sanción de la Ley N° 4121/11 que quitó

14 Entre los casos de resonancia pública puede mencionarse el hostigamiento y


maltrato a vendedores de origen africano en el barrio de Constitución, que
comenzó a conocerse en el verano de 2009 y derivó en una denuncia del
accionar institucional efectuada por vendedores senegaleses ante la Justicia
Contravencional (Pita, 2012); el desalojo violento de la calle Florida del
microcentro entre la primavera de 2011 y el verano de 2012, tras el cual se
impulsaron causas contravencionales y penales contra los vendedores, y que
fueron acompañados de una campaña de desprestigio y criminalización de
los trabajadores (Pita, 2013); una violenta serie de allanamientos y operati-
vos en la vía pública en el barrio de Once a principios de 2014, con inusita-
dos despliegues de personal policial y del cuerpo de inspectores del Ministe-
rio de Ambiente y Espacio Público (Pacecca, Canelo y Belcic, 2017), entre
otros. Las acciones violentas para expulsar a los vendedores callejeros conti-
nuaron profundizándose desde entonces y hasta la escritura de este texto
(mayo de 2018) en distintos barrios de la Ciudad.

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140 • La ciudad mercancía

la salvedad establecida en la Ley N° 1472 por la cual la


venta de mera subsistencia no constituía contravención. Con
la norma sancionada en 2011, pues, el Poder Legislativo
habilitó la expulsión de los trabajadores de la vía pública
que se desempeñasen fuera de las ferias autorizadas, institu-
yéndolos en invasores que transgreden la anterior tolerancia
a su posesión precaria del espacio público (Pires, 2017).
Como explica Lenin Pires, esto muestra que lo “precario no
es el carácter de la autorización/concesión, sino el propio
sujeto en su derecho a reproducirse socialmente a través del
acceso igualitario a la utilización del espacio público” (2017:
351, traducción mía).
Sea 2009 o 2011 el punto de quiebre, lo acontecido en
estos años no puede desvincularse de la paulatina entrada
en funciones de la Policía Metropolitana y del Cuerpo de
Inspectores del Ministerio de Ambiente y Espacio Público,
y que ocurrió hacia la misma época en que el Ministerio
Público Fiscal de la CABA crea la Unidad de Coordina-
ción de Investigaciones Complejas (cuyo primer coordina-
dor fue designado en 2010 por la Res. N° 376, y que fue
incorporando personal en los años subsiguientes). Dicha
Unidad comienza a impulsar investigaciones sobre los ven-
dedores callejeros bajo el supuesto de su participación en
delitos o contravenciones complejos, entendidos como aque-
llos que requieren un abordaje diferenciado, son ejecutados
por estructuras delictivas, involucran a una gran cantidad
de imputados, requieren analizar documentación compleja
o precisan la coordinación entre varios organismos, entre
otros criterios (Ministerio Público Fiscal, 2013). Los ope-
rativos en la vía pública registrados desde entonces darían
cuenta de una “articulación funcional” (Pita, 2013) entre
dicho ministerio (que cuenta con autonomía funcional y
autarquía dentro del Poder Judicial), la Policía Metropolita-
na y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público (depen-
dientes del Poder Ejecutivo) (Pacecca, Canelo y Belcic,
2017). Vale decir que, aunque no haya un acuerdo formal
de esta articulación entre el Poder Judicial y el Ejecutivo,

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La ciudad mercancía • 141

en la práctica funcionarios de la Justicia Contravencional


suelen requerir la realización de allanamientos en presun-
tos depósitos de mercadería y tareas de inteligencia policial
sobre los vendedores bajo el supuesto de que participan de
una red de delitos complejos, casi al mismo tiempo que el
Cuerpo de Inspectores (Ministerio de Ambiente y Espacio
Público) y agentes de la Policía Metropolitana (Ministerio
de Justicia y Seguridad) efectúan violentos desalojos de la
vía pública aledaña y confiscan la mercadería remanente.
Todo ello respaldado por el Poder Legislativo vía la Ley N°
4121 anteriormente mencionada, y por altos funcionarios
del Poder Ejecutivo que vinculan públicamente a la venta
callejera con mafias organizadas.
Volviendo a la pregunta anterior, la reducción de las
actas contravencionales labradas desde 2013 (Gráfico 2)
indicaría, por tanto, un cambio en la modalidad de con-
trol estatal de la venta ambulante, por el cual el labrado
de contravenciones y las presiones para acordar evitarlas
fue perdiendo peso frente a grandes y violentos operati-
vos efectuados de forma coordinada por distintos poderes
públicos, y /o legitimados por ellos.

A modo de cierre

Las expresiones emitidas en 2010 por el Jefe de Gobierno de


la CABA ante el conflicto del Parque Indoamericano con-
formaron un punto de quiebre en el tratamiento estatal de
la cuestión migratoria en Argentina. Ellas habilitaron posi-
cionamientos públicos xenófobos de funcionarios de dis-
tinto signo político, que durante la década anterior habían
optado por mantenerse bajo la retórica de inclusión de inmi-
grantes impulsada por el gobierno nacional, en sintonía con
una política exterior que priorizaba consolidar vínculos fra-
ternos con otros países de la región. El progresivo retorno
a discursos públicos que criminalizan y estigmatizan a los

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142 • La ciudad mercancía

inmigrantes registrado desde entonces ha sorprendido pro-


fundamente a quienes trabajamos en torno a la temática.
Pero los cambios ocurridos desde entonces no fueron sólo
discursivos. Antes bien, se desarrollaron y afianzaron nue-
vas formas de regulación de la conflictividad social en la
CABA tendientes a la expulsión física y simbólica de sujetos
no deseados en el proyecto urbano estatal, entre ellos, los
inmigrantes. En este sentido, los cambios en torno a la cues-
tión migratoria que estaban ocurriendo en los posiciona-
mientos públicos de altos funcionarios también se expresa-
ban en diferentes modalidades de intervención estatal ante
apropiaciones espaciales efectuadas en gran parte por inmi-
grantes, como la venta callejera, tal como muestra el análisis
de estadísticas enriquecido por materiales etnográficos y
fuentes secundarias.
A lo largo de este trabajo hemos visto que el análisis
de las contravenciones labradas desde 2010 constituye una
vía para indagar eventuales modificaciones en la adminis-
tración estatal de la venta callejera en general, y en el trato
hacia los inmigrantes que realizan esta actividad, en parti-
cular. Un dato significativo destacado en estas páginas es
que las contravenciones (incluyendo aquellas por “uso de
espacio público sin autorización para actividades lucrati-
vas”) labradas a extranjeros declinó en casi veinte puntos
porcentuales entre 2010 y 2014. La mencionada reducción
también se observó en las contravenciones por venta de la
vía pública, que disminuyeron en cerca de un 63% entre
2010 y 2013. El análisis de material etnográfico y fuen-
tes secundarias me ha permitido afirmar que estos valores,
lejos de indicar una reducción del control estatal, mues-
tran un cambio en las estrategias de administración de la
actividad. Dichas estrategias pasan del labrado de actas (y
de arreglos para evitarlas) a grandes y violentos operati-
vos efectuados de forma coordinada por distintos poderes
públicos, con el propósito de limpiar de vendedores a la vía
pública de la CABA.

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La ciudad mercancía • 143

Dicho proyecto higienizador, el consiguiente impedi-


mento de una de las pocas estrategias de reproducción
social disponible para sectores sociales empobrecidos, y su
exclusión de la ciudad son, de por sí, preocupantes. Pero
además, como afirmamos en otro lugar:

la construcción del problema manteros como un delito complejo


que debe abordarse con técnicas investigativas y judiciales
equivalentes a las que se usan para desbaratar grandes orga-
nizaciones mafiosas abre el camino a una doble intervención
violenta. Por un lado, la que habilita judicialmente el brutal
y desmedido accionar policial hacia quienes no están sien-
do investigados por delitos sino por contravenciones. Por
el otro, la construcción mediática/discursiva que erosiona
matices y diferencias, de modo que no sea posible pensar
a ningún mantero por fuera del crimen organizado, y que
apunta a justificar el ostensivo y costoso despliegue punitivo
(Pacecca, Canelo y Belcic, 2017: 216).

Si bien la población destinataria de dicha política per-


secutoria y criminalizadora no es la de inmigrantes en tanto
tales sino la de trabajadores de la vía pública en general,
ella opera con particular fuerza sobre los primeros. Esto
ocurre debido a que la venta callejera constituye una de
sus principales estrategias de supervivencia, pero funda-
mentalmente debido a que dichas modalidades de control
de nivel local se articulan con matrices xenófobas de larga
data en Argentina, así como con políticas nacionales que
habilitan la expulsión del país de aquellos extranjeros que
resisten dichos hostigamientos. En efecto, la victoria elec-
toral lograda por Mauricio Macri en 2015 y que lo llevó a
la presidencia de Argentina, permitió que las tendencias en
el tratamiento de la cuestión migratoria desarrolladas bajo su
gestión a nivel de la CABA se hayan profundizado y amplia-
do a escala nacional. Logro que terminó de plasmarse con
la sanción del DNU N° 70 en enero de 2017, que modificó
aspectos sustanciales de la Ley Nacional de Migraciones
N° 25.871 y de la Ley de Nacionalidad y Ciudadanía N°

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144 • La ciudad mercancía

346, impulsando la creciente estigmatización y persecución


de las personas migrantes. Dicho decreto permite, entre
otras cosas, expulsar del país en tiempos sumarísimos a los
extranjeros procesados por cualquier delito, incluso los que
contemplan penas de entre un mes y tres años, como “aten-
tado y resistencia a la autoridad”.
De este modo, la vigencia del DNU 70/2017 a nivel
nacional, su articulación con estrategias locales de control
de la conflictividad social combinadas entre distintos pode-
res públicos que encuadran a la venta callejera como un deli-
to complejo, y la posibilidad de que casi cualquier conducta
realizada en la vía pública derive en una causa por resistencia
a la autoridad, generan una situación de particular vulnera-
bilidad y precariedad para los extranjeros. Me refiero a la
posibilidad concreta y a la amenaza latente de ser expulsados
del país y de que se les prohíba el reingreso por las mismas
acciones por las cuales un argentino ni siquiera iría preso.
Ante este escenario, los temores, abusos y sanciones se com-
binan produciendo modalidades novedosas y preocupantes
de control de la venta callejera y de criminalización de los
inmigrantes que habitan la CABA.

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6

A propósito de la “utilidad pública”


de un proceso expropiatorio

El caso de la relocalización de la Villa de Paso


de Mar del Plata (1999-2016)

MARÍA LAURA CANESTRARO1

A modo de introducción

El suelo constituye uno de los elementos centrales de los


procesos de urbanización, por tanto es esencial abordarlo
no sólo como soporte al asentamiento y a la aglomeración
social (Pírez y Salazar, 2016) sino además en relación a los
procesos de transformación de la propiedad, en función de
sus usos y destinos. En ese marco, la práctica expropiato-
ria se erige como un poder excepcional y fundamental del
Estado que, a través de la supresión legítima de la propie-
dad a nombre de un interés considerado como superior,
viabiliza su transformación. Si desde una perspectiva socio-
lógica, se asume el carácter estructurante de la propiedad,
el momento de la expropiación es de desestructuración o
reestructuración, en tanto un propietario es reemplazado
por otro (Azuela, Herrera y Saavedra Herrera, 2009).

1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) /


Centro de Estudios Sociales y Políticos (CESP), Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).

teseopress.com 149
150 • La ciudad mercancía

Siendo así, esta práctica devela no sólo las tensiones


existentes en torno al derecho de propiedad sino también la
forma en que el orden estatal se produce. Por tanto, su ejer-
cicio nos permite observar, en simultáneo, la propiedad y el
Estado (Azuela, 2013), y con ello, las múltiples controversias
que atraviesan tal relación en un tiempo y espacio histó-
ricos determinados. En ese marco, la expropiación es una
práctica central en el desarrollo de las ciudades que, lejos
de ser novedosa, ha sido recurrente en diversas coyunturas
destacándose su centralidad en las políticas de urbanización
del mundo industrializado2 (Duarte y Oyhandy, 2013).
Históricamente, a lo largo de toda América Latina, se
han favorecido las instituciones del libre mercado y los
derechos de propiedad, generando tensiones y contradic-
ciones para las políticas públicas (Salazar, 2012)3. A media-
dos del siglo XX, con la aparición del Estado de Bienestar
tales controversias fueron contrarrestadas con lógicas regu-
latorias redistributivas que viabilizaron el acceso al suelo a
través de formas desmercantilizadas (Pírez y Salazar, 2016).
Sin embargo, con la crisis del Estado Social y la posterior
reestructuración neoliberal, la lógica regulatoria pasó a ser
predominantemente competitiva, sujeta a la disciplina de
mercado. En este nuevo contexto, se intensificó la mer-
cantilización de todos los aspectos de la vida social, de la
mano de instrumentos financieros especulativos orientados
a allanar nuevos nichos de acumulación de capital (Brenner,

2 Por ejemplo, la creación de bienes públicos –la más frecuente–, la distribu-


ción de la riqueza urbana, la promoción del desarrollo económico y la regu-
larización de la tenencia de la tierra (Azuela, 2013).
3 Una de las primeras reflexiones de la teoría social en torno a la relación
entre expropiación y especulación del suelo aparece en Maurice Halbwachs,
en su libro Les expropriations et le prix de terrains á Paris: 1860-1900 (E. Cor-
nely & Cie, 1909). El autor sostiene que las expropiaciones son un problema
de la ciudad, de morfología urbana y, por tanto, no pueden reducirse al pro-
blema de la oferta y la demanda. Por ende, en tanto son consideradas como
factores de cambio, deben analizarse como parte de un movimiento en el
cual se expresan necesidades colectivas que, en definitiva, resultan creado-
ras de las estructuras urbanas (Lezama, 1993).

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La ciudad mercancía • 151

Peck y Theodore, 2011). Ello constituye el meollo de lo que


Theodore, Peck y Brenner (2009) llaman neoliberalización y
que tiene su correlato en las transformaciones urbanas. Así,
resulta necesario indagar en torno a las complejas cone-
xiones institucionales, geográficas y sociales de este proce-
so que, si bien opera globalmente bajo ciertos parámetros,
al interior de otros contextos –nacional, regional, local–
asume diversas especificidades. De allí, como dicen estos
autores, la idea de abordar el neoliberalismo realmente exis-
tente. Desde esa perspectiva, retomamos particularmente la
centralidad de las experiencias regulatorias a escala local
(Theodore, Peck y Brenner, 2009)4. En tal sentido, la ciu-
dad de Mar del Plata presenta especificidades en relación
a la forma en que opera el proceso de neoliberalización
en las transformaciones urbanas. En líneas generales, las
intervenciones urbanas recientes se han orientado hacia la
construcción de equipamientos de jerarquía –Museo MAR,
Estación Ferroautomotora–, la recualificación de centros
comerciales –Güemes, 12 de octubre, Alem– y la puesta
en valor del frente marítimo, a través de la privatización y
concesión de espacios públicos –sobre todo en las Playas del
Sur– y la refuncionalización de zonas estratégicas. Se des-
taca además la construcción de emprendimientos de cate-
goría para sectores de altos ingresos en zonas centrales, el
desarrollo de barrios privados y urbanizaciones cerradas en
zonas periurbanas –Rumencó, Las Prunas, Arenas del Sur,
entre otros– y la retención de tierra vacante especulativa.
Como contrapartida, se produce un déficit de suelo urbano

4 En un trabajo reciente, Reese y Catenazzi (2010) relevan el estado del pla-


neamiento y la gestión territorial en 90 ciudades de distintas regiones
argentinas y sistematizan las iniciativas en curso o elaboración en torno a
cuatro grandes grupos: experiencias de planes estratégicos, experiencias de
planes urbano-ambientales, instrumentos normativos de regulación urbana
y grandes proyectos urbanos. Precisamente, los instrumentos de regulación
del uso, ocupación, subdivisión y/o de diferentes aspectos de la problemáti-
ca ambiental constituyen el grupo más numeroso. Siendo, en general, nor-
mas desactualizadas y que remiten frecuentemente a modificaciones y
excepciones.

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152 • La ciudad mercancía

y vivienda para sectores sociales medios y bajos, un aumen-


to de la inquilinización, un crecimiento de la población
que habita en villas y asentamientos y, con ello, un marca-
do proceso de conurbanización de la ciudad, caracterizado
por la expulsión intraurbana hacia la periferia (Canestraro,
2016). Todo ello, viabilizado por políticas urbanas que, aún
en un contexto de relativa mejora de los ingresos de sec-
tores medios y bajos (Kessler, 2014; Segura, 2014), no sólo
obstaculizaron el acceso al suelo y la vivienda para éstos
sino que favorecieron prácticas crecientemente especulati-
vas orientadas a (re)producir nuevas formas de acumulación
de capital, principalmente, financiero.
Es en este contexto que la expropiación se constituye
como uno de los mecanismos privilegiados para garanti-
zar crecientes procesos de desposesión y apropiación de
plusvalías urbanas a partir de proyectos de recualificación
urbana (Harvey, 2004)5. Y en ellos, la definición de utili-
dad pública, como uno de los componentes que viabiliza su
materialización, constituye un debate en sí mismo.
En Argentina la Constitución Nacional de 1853 esta-
blece en su artículo 17 que “la expropiación por causa de
utilidad debe ser calificada por ley y previamente indem-
nizada”, mientras que el Código Civil en su artículo 2511
expresa las condiciones: “por causa de utilidad pública y
previa disposición de una justa indemnización”. Sin embar-
go, recién en 1948 se sanciona una Ley Nacional de Expro-
piación (13.264), derogada en 1977 con la Ley 21.499, que
regula actualmente los procesos expropiatorios. En ella se
estipula que “la utilidad pública que debe servir de funda-
mento legal a la expropiación, comprende todos los casos
en que se procure la satisfacción del bien común, sea éste
de naturaleza material o espiritual” (art. 1). A su vez, cada

5 Harvey (2004) sostiene que este proceso radica en el corazón de la urbaniza-


ción capitalista y consiste en un desplazamiento que se constituye como la
contraimagen de la absorción de capital por medio del redesarrollo urbano,
la historia de la destrucción creativa inscripta en la evolución del paisaje
físico y social del capitalismo.

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La ciudad mercancía • 153

provincia y/o municipio con autarquía tiene la potestad


de legislar sobre la práctica expropiatoria. En la provincia
de Buenos Aires, es la ley 5708 la que define alcances y
fija condiciones, estableciendo que, en términos generales,
cualquier bien es expropiable por causa de utilidad pública
o interés general (art. 1) y que las expropiaciones requieren
de una ley especial para definir explícitamente su alcance y
la calificación de utilidad pública (art. 3). Excepcionalmente,
se prevén destinos específicos que no requieren tal declara-
ción para que opere la expropiación6.
Ahora bien, desde nuestra perspectiva, poner el foco
en la práctica expropiatoria pergeñada en el proceso de
relocalización de la Villa de Paso –y de manera específica,
en los sentidos que asume la idea de utilidad pública como
requisito de aquella–, supone orientar el abordaje hacia la
función simbólica del derecho. Por ello, nos centramos en
los significados que otorgan a ella los actores involucrados
en el conflicto, prescindiendo del análisis de su función
regulatoria –propia de una perspectiva jurista– que pone
el énfasis en el problema de la eficacia de la ley (Azuela,
2006). Siendo así, ello implica adentrarnos en la diversidad
de destinos y finalidades que se definen en términos de
utilidad pública (Duarte y Oyhandy, 2013), analizando qué
actores y prácticas, sentidos y disputas se articulan alrede-
dor de la expropiación, y dentro de ella cuáles logran hacer
legítima la idea de que existe un interés general que puede
ser materializado7.
Partimos de considerar que, tal como sostienen Casas
y Villanueva (citado en Duarte y Oyhandy, 2013),

6 “Exceptúense de tal requisito los inmuebles afectados por calles, caminos,


canales y vías férreas, y sus obras accesorias en las que la afectación expro-
piatoria está delimitada y circunscripta a su trazado, quedando la califica-
ción de utilidad pública declarada por la presente Ley” (Ley 5708, art 3).
7 Encontramos algunos antecedentes en relación al estudio de la expropia-
ción en Argentina que, haciendo foco en la provincia y ciudad de Buenos
Aires, analizan prácticas y debates en torno a la utilidad pública (Maldonado
y Oyhandy, 2013). Sin embargo, lo hacen desde la perspectiva del derecho.

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154 • La ciudad mercancía

“el concepto de utilidad pública no es unívoco, por el contra-


rio, varía según el lugar, la época y el ordenamiento jurídico
que se considere, porque lo que es de utilidad pública en
un lugar y momento determinado puede no serlo en otros,
por lo que tiene una naturaleza contingente y circunstancial
según los momentos históricos, sociales o políticos de cada
sociedad” (2013: 73).

Por ende, no existe un correlato entre la utilidad y la


necesidad, sino que más bien existe un carácter relativo del
concepto, y deben considerarse aspectos artísticos, cultura-
les, sociales, entre otros, frente a acepciones estrictamente
materialistas (Duarte y Oyhandy, 2013).
Con este horizonte, nos preguntamos ¿Qué actores y
prácticas se articulan alrededor de la expropiación? ¿Qué
sentidos de “lo público” y del “interés general” promueven?
¿Se generan disputas? ¿Cuáles y cómo logran imponerse
legítima y legalmente? ¿Qué concepciones acerca de la pro-
piedad y el orden estatal se (re)producen?

El conflicto por la relocalización de la Villa de Paso

La Villa de Paso de Mar del Plata se configura alrededor


de la década de 1940 sobre tierras de dominio privado, en
una localización considerada inmejorable por ubicarse en
una de las zonas más altas de la ciudad pero que carece de
infraestructura de servicios (Núñez, 2000). Sus habitantes
son mayoritariamente migrantes internos, provenientes de
las provincias de Santiago del Estero y Tucumán, ubica-
das en el noroeste argentino, que en verano trabajan en
servicios como gastronomía y hotelería, en primavera en
la pesca y en invierno en la construcción. Hacia fines del
año 2006, previo al inicio de los primeros traslados en el
marco de la relocalización, habitan en ella casi 1.500 perso-
nas –aproximadamente 430 familias– de manera estacional.
En verano llegan a ser 1.900, pero terminado el período

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La ciudad mercancía • 155

muchos regresan a sus ciudades de origen y retornan en


el mes de octubre para “hacer la temporada”. Actualmen-
te, constituye una de las zonas de mayor crecimiento y
con suelo altamente valorizado estimándose, según fuen-
tes ligadas a operaciones inmobiliarias, en U$S 600 el m2
aproximadamente.
Ya en 1970, se lleva adelante un primer intento de
relocalización de la villa por iniciativa de la Asociación
Vecinal de Fomento del barrio, que impulsa el traslado de
algunos de sus habitantes al Hogar Municipal de Tránsito.
Sin embargo, no prospera (Núñez, 2000). Años más tarde,
su posible traslado continúa vigente en el imaginario de
quienes invierten en la zona, ya sea como renta futura o
por la posibilidad de comprar más barato, naturalizando el
conflicto existente en torno a su apropiación8.
Sin embargo, desde este frustrado intento de relocali-
zación hasta la definición del actual proyecto no aparecen
intenciones firmes por parte del gobierno municipal. Es
durante la intendencia de Elio Aprile (1995-2002), que se
reinstala en la agenda local la problemática de la villa. Uno
de las propuestas, diseñada por un entonces concejal y ex
presidente de la Asociación Vecinal de Fomento Barrio San
Carlos (AVF San Carlos), plantea la rezonificación de algu-
nos habitantes de la villa y el reconocimiento de derechos

8 “Cuando compré, compré una obra iniciada, abandonada, y desde el punto


de vista económico me salía un poco más barato que comprar un poco más
alejado […] pensé, bueno, en algún momento se solucionará este problema”
(HA, vive enfrente de la Villa. Integró la Comisión Mixta para la Relocaliza-
ción y fue Concejal. Una de las principales figuras que impulsó el proceso.
Entrevista personal, 18/02/2005).
“Yo lo compré pensando en que la lógica de que la villa no iba a poder estar
demasiado tiempo, lo compré en el 89 [...] Yo lo quise vender un montón de
veces y nunca pude... por suerte, porque ahora se está valorizando” (JR,
vecino de barrio y propietario de un lote enfrente de la Villa. Integró la
Comisión Mixta para la Relocalización, actualmente preside la Asociación
Vecinal de Fomento. Entrevista personal, 17/02/2005).

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156 • La ciudad mercancía

posesorios de otros. Pero la propuesta no prospera y habrá


que esperar hasta 1999 para que se apruebe el proyecto
actual9 (Canestraro, 2007).
En 1999 se aprueba el Programa de Relocalización
Asentamiento Precario Poblacional Paso, que si bien en
su debate inicial plantea algunos matices en relación a los
derechos adquiridos de quienes habitan la villa, luego omi-
te tal reconocimiento y traslada el compromiso del Esta-
do con la garantía del derecho a la vivienda hacia zonas
periféricas, mayoritariamente carentes de infraestructura y
equipamiento de consumo colectivo10. Claro está, desde una
acepción limitada del mismo, pues lo reduce a su carácter
de objeto-mercancía sin contemplar la satisfacción de otras
necesidades habitacionales (Yujnovsky, 1984).
Son diversos los argumentos que se entremezclan en
la discusión sobre el proyecto: la obligación constitucio-
nal que es soslayada, la discriminación que se les hace a
los villeros, la voluntad política, las señales de especula-
ción inmobiliaria por parte de los titulares de dominio11, las
necesidades de acceder a una vivienda digna, entre otros.
A la villa se le otorga un carácter emblemático no sólo por
las características particulares del asentamiento sino por
el hecho de que esta intervención le confiere al gobierno
municipal cierto reconocimiento por lograr un objetivo que
asumen largamente esperado y consensuado por la comu-
nidad marplatense:

9 Su autoría se reconoce en el escribano OP, por entonces presidente del Con-


cejo Deliberante, luego Secretario de Legal y Técnica y Secretario de
Gobierno hasta diciembre de 2007.
10 En su origen se plantea el traslado hacia los barrios Don Emilio, Las Heras I,
Las Heras II y Fortunato de la Plaza. Luego, se descartó Fortunato de la Pla-
za porque se hallaba previamente afectado a un proyecto educativo de la
provincia y Las Heras II fue vetado porque las obras necesarias para alcan-
zar su aptitud eran demasiado costosas.
11 Quienes, según OP, en muchos casos han adquirido los terrenos con poste-
rioridad a la existencia de la villa y que poco han reclamado judicialmente
“esperando la acción del Estado que venga a generar la plusvalía” (Acta de
Sesiones del Honorable Concejo Deliberante, 16/07/1999).

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La ciudad mercancía • 157

Gente que vive a 10 kilómetros de la villa de Paso… habla de


la villa de Paso… gente que nunca ni pasó cerca de la villa,
habla de la villa… gente que vive lejísimo y que no le molesta
la villa, habla de la villa […] tenía ese carácter de cuestión
emblemática. Y nosotros creímos que para poder demostrar
que desde el accionar del Estado se puede lograr esto, tenés
que empezar con lo más fácil de comunicar.12

Con el propósito de sustentar el Programa de manera


autónoma, con fondos genuinos del Municipio, dentro del
paquete de ordenanzas aprobadas se encomienda al Depar-
tamento Ejecutivo la realización de gestiones para contratar
un empréstito y la (re)asignación de recursos del presupues-
to municipal (ordenanza 12719/99, artículo 8). Con igual
fecha, se sanciona entonces la modificación del Presupuesto
de Gastos de Administración Central y del Ente Municipal
de Servicios Urbanos para el año 1999 (ordenanza 12739).
Luego, ésta se incorpora al Cálculo de Recursos del Ente
Municipal de Servicios Urbanos para el ejercicio del año
2000. Posteriormente, en julio del 2000, la relocalización se
incluye como parte del Plan de Obras Mar del Plata 2000
(ordenanza 13424)13, e incluso, en el año 2001, a través de
la ordenanza 13958 el Ejecutivo se compromete a destinar
el 40% de las viviendas a construirse como contrapresta-
ción por la adjudicación de inmuebles comprendidos en
una licitación del Organismo Nacional de Administración
de Bienes del Estado (ONABE) a pobladores del asenta-
miento poblacional Paso. En definitiva, la financiación es
objeto de innumerables discusiones e implementación de

12 OP, Entrevista personal, 4/11/2004.


13 Creado en 1996, el plan se componía inicialmente de veinticinco obras que
conformaron tres ejes de actuación: 1) productividad, 2) calidad de vida y 3)
turismo. Estos ejes se materializaban como propuesta espacial a partir de la
construcción de una serie de obras de equipamiento o infraestructura que
además generaría mano de obra y volcaría dinero al financiero local como
eje para la reactivación económica, en un contexto en el que la ciudad lide-
raba la desocupación a nivel nacional (Canestraro, 2014).

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158 • La ciudad mercancía

instrumentos jurídicos para hacerla viable. Sin embargo,


halla su eje central en el impulso de la expropiación de las
tierras por parte del Municipio.

El derrotero de la práctica expropiatoria

Como dijimos anteriormente, la expropiación supone un


proceso de reestructuración de la propiedad (Azuela, Herre-
ra y Saavedra Herrera, 2009) que, según la literatura espe-
cializada en la temática, tiene entre sus principales propósi-
tos la regularización de la tenencia de la tierra, en conflictos
similares al que aquí se abordan –esto es, originados en la
ocupación– y, por tanto, justifican legítimamente su utili-
dad pública en la concreción de procesos de radicación y
urbanización de asentamientos que, en definitiva, garanti-
cen el derecho a la ciudad. Sin embargo, en este caso la
utilidad pública asume un sentido controvertido.
La expropiación aparece como posibilidad de finan-
ciamiento del programa. Se fundamenta en que, si bien a
través de ella las tierras no ingresarán en forma permanen-
te al dominio municipal, lo obtenido por la futura subas-
ta de aquellas permitirá financiar la implementación de la
operatoria de relocalización, tanto la construcción de las
viviendas como algunos gastos de las indemnizaciones a los
titulares de dominio14.
A su vez, se considera que para poder materializarla es
preciso contraer un empréstito. Así, se plantea un endeu-
damiento para pagar las indemnizaciones producto de la

14 Artículo 10 de la ordenanza 12719/99. Además, el recupero que se produci-


ría a partir del cobro de la Tasa por Alumbrado, Barrido y Conservación de
la Vía Pública. Al respecto, OP sostiene: “[la villa] está ocupada en terrenos
que tienen alto valor de reventa, que si después no subastamos no tendría-
mos posibilidades financieras de hacer hoy las inversiones o tomar los cré-
ditos necesarios para pagar la indemnización y para hacer las viviendas”
(Acta de Sesión del HCD, Debate Proyecto de Relocalización, 16 de julio de
1999).

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La ciudad mercancía • 159

expropiación (artículo 1, ordenanza 12740/99) para luego


destinar en su totalidad el producido de la venta de los
inmuebles para el pago del empréstito gestionado (art. 10,
ordenanza 12719). Este propósito se constituye como uno
de los argumentos que vertebra la declaración de utilidad
pública e interés general, y por tanto sujetos a expropiación,
de algunos de los lotes de la villa (ordenanza 12740/99)15.
Tal como se estipula en el proyecto de relocalización, la
misma “encuentra su justificación en la necesidad de resol-
ver tanto social como legalmente la actual situación de las
familias ocupantes. Esa legalidad buscada tiene un costo en
un sistema de mercado y para ello se destinarán los fondos
provenientes de la subasta de las tierras”.16
Así, el interés general se sustenta en la promoción de
la legalidad, anclada en la defensa y protección del derecho
de propiedad por parte del Estado. En ese proceso, asume el
rol de garante contrarrestando tanto las prácticas que que-
dan por fuera de ella (ocupantes) como el incumplimiento
de obligaciones que devienen de la misma (propietarios).
Siendo así, “la expropiación en definitiva es un castigo a los
titulares de dominio que han tenido los lotes y que no han
defendido su propiedad. Porque si nosotros trasladábamos
de dominio que nunca había hecho nada para conseguirlo,
un mayor valor sobre ese lote”.17 Ello refuerza el sentido
de interés general que pretende imponerse legítimamente,
cuya utilidad remite a la posibilidad de liberar y movili-
zar tierras para valorizar el sector, no así de los ocupantes

15 Del total de los aproximadamente 144 lotes que se extienden en las 6 man-
zanas que ocupa la villa se prevé expropiar sólo 72.
16 Proyecto de ordenanza “Programa de Relocalización Asentamiento Preca-
rio Poblacional Paso” (1999).
17 OP, Entrevista personal, 4/11/2004.

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160 • La ciudad mercancía

legítimos18. Es decir, frente a las tensiones existentes en


torno al derecho de propiedad, su reestructuración se pro-
duce a favor del Estado (Azuela, 2013).
El logro de un instrumento jurídico que posibilite la
práctica plantea serios obstáculos para quienes promueven
el plan. En el año 2001 se presentan por primera vez dos
proyectos de ley para tales fines. El primero prevé su des-
tino como área verde, libre y pública. El segundo, en el mar-
co de las disputas por la relocalización, su declaración de
utilidad pública y/o interés general para lograr la expropiación
de los terrenos. Sin embargo, al lograr este último sólo, en
el transcurso de dos años, con la media sanción de la Cáma-
ra de Senadores, y no así de Diputados, el proyecto queda
sin efecto19. Incluso el presidente del Honorable Concejo
Deliberante20 (HCD) solicita la aceleración de la sanción
de la misma, a partir del inicio de un expediente, que es
acompañado por la firma de vecinos que adhieren a la ini-
ciativa21. Pero las tensiones dilatan los tiempos políticos

18 Tal como se estipula en la ordenanza correspondiente (12737/99), de los 72


lotes seleccionados quedan excluidos de la práctica expropiatoria aquellos
propietarios cuyos lotes estuviesen ocupados parcial o totalmente y hubie-
sen iniciado acciones legales, teniendo en su haber la sentencia firme de des-
alojo, a la fecha de sanción de la ley provincial de expropiación. También
aquellos que, con igual fecha, fueren terrenos baldíos totalmente desocupa-
dos. Finalmente, en la normativa, se faculta al ejecutivo municipal a realizar
ante el legislativo provincial las gestiones necesarias para lograr la sanción
de la ley de expropiación.
19 Nos referimos al proyecto de ley “Expropiación de inmuebles en la localidad
de Mar del Plata con destino al ‘Programa de Relocalización, Asentamiento
Precario Poblacional Paso” (expte E 268 2001-2002), presentado el
29/11/01 al Senado.
20 Nombre que recibe en Argentina el cuerpo de concejales que forman el
poder legislativo a escala municipal.
21 En octubre de 2002 el entonces presidente del HCD, GP, presenta un pro-
yecto de resolución tendiente a acelerar los tiempos de la sanción del expe-
diente (Expte HCD 1968-V-2002). Reglamentado bajo el nº 1796 se envía a
los Diputados y Senadores provinciales, en noviembre de 2002, acompaña-
do por “firmas de vecinos que exhortan al parlamento bonaerense den rápi-
do tratamiento al proyecto”, adherentes a la campaña iniciada desde la AVF
(Nota presentada por la AVF San Carlos al Pte del HCD, Expte
1968-AM-2002).

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La ciudad mercancía • 161

y el proyecto cae. En julio de 2003 vuelve a presentarse.


Meses después se crea la Comisión Administradora Mix-
ta Municipalidad-Vecinos para la Erradicación del Asen-
tamiento Paso22, que es integrada por representantes de la
Municipalidad de General Pueyrredón y vecinos del Barrio
San Carlos, y excluye a los principales involucrados: los
habitantes de la villa. La misma se constituye formalmente
a los fines de que los propios vecinos movilizados tomarán
parte en el proceso de definición del programa, encami-
nando ahora sus estrategias hacia la búsqueda de contactos
para presionar la aprobación en la legislatura de la citada
ley (Canestraro, 2005).
Ahora sí la correlación de fuerzas creada entre el muni-
cipio y la provincia, y el “lobby” realizado por distintos acto-
res interesados, posibilita que el 4 de diciembre de 2003 se
sancione la ley 13158 declarando la utilidad pública y/o el
interés general de 72 terrenos localizados en las 6 manzanas
que ocupa la villa y autoriza al Estado Municipal su expro-
piación. Todo ello, como parte de una operatoria municipal.
Pero al dilatarse los tiempos y las decisiones políticas, la
solución viene de la mano del gobierno provincial a través
del Subprograma Provincial “Dignidad” de desarrollo de
viviendas en asentamientos críticos, bajo la tutela del Insti-
tuto Provincial de la Vivienda de Buenos Aires23. Con ello,
el escenario se complejiza. Dicho Programa se implementa

22 Mediante la ordenanza 15831, sancionada el 18 de diciembre de 2003, con


el objetivo de proponer al Ejecutivo anualmente un proyecto de aplicación
de fondos de la cuenta afectada a la “erradicación” que podría tener como
destino distintas erogaciones: desocupación, demolición y limpieza de
terrenos del asentamiento, indemnización a poseedores de tierras, reubica-
ción de habitantes, propiciar modificaciones del presupuesto a aplicar, suge-
rir medidas de seguridad para la zona, etc.
23 Este organismo crea dicho programa en julio de 2003, con el doble objetivo
de: “[la] eliminación de las viviendas insalubres y el hacinamiento, propen-
diendo a la instalación de una modalidad integral que actúe sobre el hábitat
de la pobreza […] garantizando una correcta utilización de los recursos y
convocando a una participación activa de los futuros beneficiarios” y, en un
plano más amplio “la intervención de las Pymes, generadoras de empleo,
asignándoles un rol gravitante, a través de un procedimiento transparente y

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162 • La ciudad mercancía

en el municipio de General Pueyrredón, previendo la cons-


trucción de 500 viviendas, entre ellas las casi 400 para las
familias de la Villa de Paso. Así, entonces, el proyecto es
financiado por la provincia de Buenos Aires, a través del
Instituto Provincial de la Vivienda. Al enmarcarse ahora la
relocalización del asentamiento dentro del programa pro-
vincial, se resuelve la cuestión formal de la financiación.
De hecho, se derogan los instrumentos jurídicos oportu-
namente producidos24, sin embargo no se da marcha atrás
a la expropiación, en tanto forma de legalizar el desalojo-
erradicación, devenido en llamarse relocalización. Ahora, la
renta generada en el circuito expropiación-valorización se
justifica con la provisión de infraestructura de servicios a
los barrios de destino25.
Hacia fines de 2006 comienzan los primeros trasla-
dos26. Según cifras aportadas por la gestión municipal ante-
rior, para enero de 2008 han sido relocalizadas aproxima-

con el compromiso de asumir las cargas sociales, laborales, sindicales y de


seguridad de los trabajadores […]” (Resolución del Ejecutivo provincial nº
2260, con fecha 23/07/2003).
24 Mediante la Ordenanza 16445 del 2004, que modifica los artículos 10 y 11
de la Ordenanza 12719.
25 “El dominio de los setenta y pico de lotes que expropiamos pasa al estado
municipal. Cuando nosotros logremos el traslado de la gente de esos lotes, y
los lotes queden limpios, los subastamos. Con esa plata que recuperamos de
la subasta, del remate público, compensamos el gasto que tuvimos para
pagar la indemnización y afectamos el saldo a obras de infraestructura en
los barrios de destino de las viviendas” (Entrevista a OP, 04/11/2004).
26 Los primeros traslados se realizan al barrio Don Emilio. Luego se inician las
obras en Las Heras I y finalmente en El Martillo, barrio de destino seleccio-
nado en el marco de la operatoria a través del Subprograma Dignidad.

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La ciudad mercancía • 163

damente el 45% del total de familias. Con dilación en los


traslados27, existen escasos avances en la liberación de las
tierras, y se van resolviendo algunos casos de exclusión.
Por otra parte, cuando se inician los juicios de expro-
piación se prevé que hacia mediados de 2008 se emitan
las primeras sentencias que vehiculizaran la titularidad del
Estado sobre los lotes expropiados de la Villa. En 2012, el
entonces presidente de la AVF San Carlos y ex integrante
de la Comisión Mixta, haciendo uso de la Banca Abierta del
HCD manifiesta que aún no se ha subastado ningún lote y
se pregunta qué sucede con la situación legal, proponiendo
que con la subasta se financie la vivienda social faltante28.
A lo largo del período, algunas inmobiliarias confirman el
aumento de precios de lotes de la zona y también algunos
propietarios especulan para vender luego de traslado.
Sorpresivamente, en 2013 se trata en el HCD un cam-
bio de destino de las tierras que progresivamente serían
liberadas y los concejales de la oposición respaldan la idea
del oficialismo de convertir a la ex Villa de Paso en un
parque. Ello supone desechar la idea original de subastar los
lotes expropiados: “Se pensó que sería mejor dejar de lado el
lucro para que la ciudad tenga otro tipo de ganancia a largo

27 En marzo de 2008, se produce la toma de 145 viviendas en construcción en


el barrio El Martillo destinadas a la relocalización, por unos 300 vecinos del
barrio Pueyrredón, también con críticas necesidades habitacionales. En vir-
tud del reclamo de las empresas constructoras y la intermediación munici-
pal, el desalojo se concreta en menos de 24 horas. Las siguientes 20 familias
se relocalizan recién en noviembre de 2008 y febrero de 2009 en Barrio Las
Heras, en paralelo con la licitación de obras de agua y cloacas. En este con-
texto, en enero de 2009, 54 familias del Pueyrredón reinciden en la ocupa-
ción de El Martillo, generando diversas prácticas autogestivas y acompaña-
dos por una red de organizaciones. El 17 de abril, la justicia local ordena el
desalojo, que se tradujo en un fuerte ejercicio de represión policial.
28 Esto es un 20% del total. Este planteo se sostiene. En 2014, desde SF San
Carlos, insisten en subastar los lotes para terminar la construcción de
viviendas. Afirman que esas tierras valen “casi 6 millones de dólares” y que
con ese dinero podrían terminar las viviendas de Plan Dignidad. Asimismo,
exige el funcionamiento de la Comisión Mixta, por entonces sin actividad al
no haber sido nombrados los representantes del Ejecutivo desde hacía 3
años.

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164 • La ciudad mercancía

plazo”, sostiene un concejal al justificar por qué el gobierno


plantea resignar la venta de las tierras29. Sin embargo, aten-
diendo a que si bien muchos lotes pasarían a ser fiscales y
otros tantos tienen propietarios privados, la definición de
un destino único se torna compleja.
Podríamos decir que incluso ello genera diversas con-
troversias respecto de la legitimidad de la expropiación en
sí, en relación a la eventual modificación de la finalidad
de la misma, ¿acaso no atañe a la definición de la “utili-
dad pública y el interés general”? Pero ello se dirime en
la “necesidad” de erradicar la villa y liberar suelo para
el mercado. Independientemente del cambio de destino,
ese proceso podrá materializarse. Las eventuales tensiones
se omiten e invisibilizan. Por el momento, el proceso de
expropiación aún no ha finalizado, ningún lote fiscal ha
sido subastado y el destino final continúa siendo incierto.
Incluso, recientemente se han producido nuevas ocupacio-
nes sobre esos lotes.

Reflexiones preliminares… o a propósito de cuando


la utilidad pública legitima la desposesión

“Significan cambiar la postal de la ciudad de Mar del Plata


y cambiar el desarrollo urbano de barrios importantes.”
Concejal S. Debate Proyecto de Relocalización Villa de
Paso, Acta de Sesiones del Honorable Concejo Deliberante,
16/07/1999

“¿Cuál será el futuro urbanístico de las manzanas que ahora


están cubiertas por la villa? El de residencias privadas, de manera
que los barrios que flanquean el sector, Los Troncos y San Carlos,
tengan continuidad.”
Diario La Capital, 17/06/2004

29 Fuente: “Amplio respaldo del Concejo Deliberante a los dos nuevos espacios
públicos” (15/03/2013). Diario La Capital.

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La ciudad mercancía • 165

“No queremos sacarnos de encima la gente de la villa, queremos


una reurbanización del barrio, que quien compre un terreno cons-
truya con la normativa vigente y que a las familias de los asenta-
mientos le den una oportunidad de tener una vivienda digna.”
JR, declaraciones al portal 0223.com.ar, 18/9/2017

Al iniciar este trabajo nos propusimos responder una serie


de preguntas vinculadas al proceso expropiatorio impulsa-
do para la relocalización de la Villa de Paso, focalizando en
los sentidos que se disputan alrededor de su declaración de
utilidad pública como requisito para viabilizarlo.
En primer lugar, nos preguntamos ¿Qué actores y
prácticas se articulan alrededor de la expropiación? Como
punto de partida se evidencia que no son los propietarios
quienes motorizan la iniciativa. De hecho, han realizado
escasos reclamos sobre sus tierras. Así, el interés general
se sustenta en la promoción de la legalidad, anclada en la
defensa y protección del derecho de propiedad por parte
del Estado. A diferencia de lo que recuperan otros estudios
sobre el tema (Maldonado y Oyhandy, 2013), respecto de
que el principal actor estatal de estos procesos es el legisla-
tivo, provincial o nacional. Aquí juegan un rol vertebrador
tanto los legisladores locales como los vecinos moviliza-
dos. En ese proceso, aquel asume el rol de garante contra-
rrestando tanto las prácticas que quedan por fuera de ella
(ocupantes) como el incumplimiento de obligaciones que
devienen de la misma (propietarios). Incluso son pocos los
propietarios originarios que se presentan ante el Munici-
pio para conciliar los términos de la indemnización por el
pago de los terrenos, siendo así, el resto sería denunciado
como “herencia vacante”30, quedando bajo el dominio del

30 El Código Civil y las normativas en la materia contemplan que los bienes de


una persona física sin sucesor legítimo o testamentario constituyen una
herencia vacante. Una vez finalizado el proceso judicial correspondiente,
dichos bienes pasarán al dominio privado del Estado Provincial. Éste debe
intervenir denunciando aquellos bienes provenientes de herencia vacante,
para luego subastarlos o en su defecto mantener la iliquidez destinándolos a
fines propios del Estado. La ley 7322/67 establece que es deber de todo fun-

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166 • La ciudad mercancía

Estado. En diciembre de 2004, al momento de iniciar los


juicios de expropiación, de entre los efectivamente presen-
tados existen diferentes situaciones. Algunos no tienen toda
la documentación pertinente, por lo cual se les inicia juicio.
Otros llevan la documentación y negocian el valor de la
expropiación sin juicio. Finalmente, existen casos de juicios
de desalojo que tampoco se expropian31.
Seguidamente, indagamos ¿Qué sentidos de “lo públi-
co” y del “interés general” se promueven? ¿Se generan
disputas? ¿Cuáles y cómo logran imponerse? En líneas
generales, como hemos mencionado, el sentido que se
impone aparece con una acepción inversa al que suele defi-
nirse en este tipo de conflictos donde se prioriza la regu-
larización dominial a favor de los ocupantes, a través de la
adjudicación por venta directa y a título oneroso a aquellos
(Duarte y Oyhandy, 2013). Aquí se reivindica la cuestión
emblemática, cambiar la postal de la ciudad, darle continuidad
al barrio, asumidos como portadores de los intereses de la
“comunidad marplatense”. Ello supone echar por tierra el
legítimo proceso de apropiación de la Villa. Historias de
vida e identidades y, principalmente, trayectorias socioha-
bitacionales de quienes allí habitan que se homogeneizan
para realizar la expropiación, ubicando a todos los ville-
ros en un plano de igualdad en su calidad de ocupantes
–por tanto, “ilegales”–, pero no en relación a la garantía
de su derecho al hábitat. Si bien aparecen alternativamente

cionario público denunciar las presuntas herencias vacantes que lleguen a


su conocimiento y además contempla la posibilidad de que los particula-
res denuncien las herencias vacantes, incentivándolos con un premio cuyo
importe asciende al treinta por ciento del producido, una vez subastado el
acervo sucesorio. En cuanto a los destinos de los terrenos, se consideran tres
líneas directrices que no son excluyentes entre sí: 1) como aprovechamiento
para uso propio del Estado, por ejemplo: para el cumplimiento de sus pro-
gramas de vivienda; 2) como herramienta de regularización dominial, sien-
do una figura apta para la transmisión del dominio a favor de sus actuales
ocupantes, obteniendo de esta manera nuevos contribuyentes y aumentan-
do la oferta formal del suelo urbano: 3) como movilización del suelo ocioso,
en tanto factor decisivo en la reinserción de los bienes al circuito formal.
31 De acuerdo a declaraciones de OP al Diario La Capital (23/12/2004).

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La ciudad mercancía • 167

algunos cuestionamientos al proceso en términos del des-


conocimiento arbitrario de los derechos de posesión de
muchas de las familias residentes, ellos se desdibujan y per-
siste el discurso que los penaliza. Atrás quedan la propuesta
de rezonificación y el reconocimiento de derechos poseso-
rios de algunos habitantes que en cierto momento lograron
visibilizarse. Sin embargo, la ley de expropiación impone
una homogeneidad: por una parte, respecto de quienes esta-
rían amparados por el “derecho oficial”: los propietarios y,
por otra, de aquellos que estarían en camino de acceder a
la propiedad, por ejemplo por medio de la usucapión32 o la
Ley Pierri33 u otros mecanismos legales34. Más aún, desde
2013, se suma a estos mecanismos la normativa que, sobre
expropiación, contempla la Ley de Acceso Justo al Hábitat35.
Esto significa que, no habiendo reclamos por parte de
los propietarios originarios, hecho que en este caso se evi-
dencia, ellos están en medio del proceso de adquisición y
se han convertido en poseedores legítimos. Es decir que,

32 El Código Civil de la nación, mediante el artículo 4015, garantiza la adquisi-


ción de un dominio a través de la prescripción. Esto significa que habilita “la
propiedad de cosas inmuebles y demás derechos reales por la posesión con-
tinua de veinte años, con ánimo de tener la cosa para sí, sin necesidad de
título y buena fe por parte del poseedor” y, a través de la ley 14159, regla el
juicio de adquisición del inmueble. Este procedimiento ha sido conocido
como usucapión.
33 La ley Pierri contempla diversas situaciones que posibilitan escriturar un
inmueble y, en la situación particular que nos interesa, acorta los tiempos de
la usucapión dado que el proceso deja de ser veinteañal y pasa a ser decenal.
A partir de ella “se convertirá de pleno derecho en dominio perfecto trans-
currido el plazo de diez años contados a partir de su registración” (artículo
8, ley 24374/94, modificado en noviembre de 2003, por la Ley 25797).
34 Por ejemplo, la ley provincial 11622 que instrumenta la transferencia de
aquellas a favor del municipio a cambio de la condonación de la deuda que,
por impuesto inmobiliario u otros tributos provinciales, registren los
inmuebles particulares. De hecho, eso sucede en uno de los casos en que se
autoriza la exclusión del proceso de expropiación de tres lotes, cuyos pro-
pietarios proponen la transferencia de uno de ellos a favor del municipio a
cambio de la condonación de deuda por tasas municipales. Una vez transfe-
rido el inmueble, el municipio desiste de acción judicial de expropiación
directa (ordenanza 19421, 2009).
35 Capítulo 5, artículo 64.

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168 • La ciudad mercancía

en el camino de “legalizar” su condición de irregularidad


respecto de la tenencia del terreno son considerados como
ocupantes/poseedores “legítimos”36. En definitiva la pose-
sión, en tanto transitoria, legalizada y legitimada mediante
una ley que ahora se omite, que no establece ningún tipo de
garantía para una figura que ahora es legal pero no legítima:
el poseedor del dominio. Por tanto, desde su propia arbi-
trariedad el gobierno omite la posesión legítima, en tanto
figura estatuida por el Estado.
Finalmente, analizamos ¿qué concepciones acerca de
la propiedad y el orden estatal se (re)producen? Pareciera
que los discursos –acciones y omisiones– del Estado son
múltiples e incluso contradictorios, desplegando alterna-
tivamente –como sostuviera Pierre Bourdieu (1999)– su
mano izquierda y su mano derecha. Esos dilemas se dilu-
yen al calor de un proceso de destrucción creativa del espa-
cio existente (Theodore, Peck y Brenner, 2009), esto es, la
destrucción (parcial) de diversos acuerdos políticos e insti-
tucionales –que implican el legítimo reconocimiento de la
ocupación: existencia de derechos posesorios, extensión de
servicio eléctrico, etc.37– y la creación (tendencial) de una
nueva infraestructura orientada al mercado, la mercantili-
zación de bienes y servicios y una normatividad centrada
en el capital (Theodore, Peck y Brenner, 2009). En tal sen-
tido, la Avenida Juan José Paso, arteria principal sobre la
que se emplaza el asentamiento, es el “paso obligado” a la

36 No es casual que la ley presente ambigüedades, ligadas principalmente a la


figura de poseedor-propietario, que en apariencia sugeriría cierta equiva-
lencia pero que no la tiene. El “ocupante” recibe un certificado de dominio
transitorio, mientras se desarrolla un trámite administrativo y judicial de
diez años de duración, en los que el propietario original puede accionar en
su contra.
37 Como expresa Duhau (2002) la introducción de servicios públicos y la reali-
zación de obras de infraestructura y mejoramiento tienen la misma eficacia
que la regularización, en el sentido de que implica la aceptación del asenta-
miento por parte del gobierno como un hecho consumado.

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La ciudad mercancía • 169

vista del turista38, por lo cual requiere ser renovada. En


ese contexto, entre los diversos destinos pensados para los
terrenos sobre los que se asienta la villa, se encuentran: un
hotel cinco estrellas, un complejo de multicines, una ciudad
judicial, entre otros.
Este proceso creativo, que en el caso analizado se
vehiculiza centralmente a través de la práctica expropia-
toria, implica un proceso de reestructuración de la pro-
piedad (Azuela, Herrera y Saavedra Herrera, 2009) a favor
de los intereses del Estado, que moviliza tierras en el cir-
cuito mercantil en su beneficio. En él se naturaliza la
(re)mercantilización/movilización de las tierras como uti-
lidad pública, velada como “castigo a los dueños” que no
es sino la adaptación de la regulación a las condiciones de
mercado, habilitada por un contexto de neoliberalización
que opera a través de actores locales (funcionarios, desarro-
lladores inmobiliarios, entre otros).

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38 A pocas cuadras de allí desemboca en la costa, donde se ubican el Hotel She-


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170 • La ciudad mercancía

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7

Salvador da Bahia: um percurso [e


algumas paradas] para entender
o dispositivo de pacificação dos
espaços públicos
MARIA ISABEL COSTA MENEZES DA ROCHA1

Experimentando o método-caminho

O caminhar em meio urbano era o nosso foco inicial, assim


como era também foco das políticas de apaziguamento das
mobilidades, aquelas que priorizam a presença do pedestre
nos espaços públicos. No entanto, o contexto urbano de
Salvador, onde foi se dar o trabalho de tese, nos provocou
outras questões à medida em que passávamos à experiên-
cia habitante cotidiana, intensificada sobretudo a partir de
finais de 2013 e praticada até finais de 2015. O estranha-
mento provocado pela nova experiência urbana foi respon-
sável por deslocar nosso foco inicial, ou, segundo as pala-
vras de Mariza Peirano, foi responsável por acionar o nosso
instinto etnográfico, enquanto urbanista, e nos fazer adotar
uma postura etnográfica durante o período citado.
Peirano reitera que etnografia não é apenas método,
é também teoria, visto que o que se entende por postu-
ra etnográfica foi se delineando teoricamente a partir das
primeiras incursões, quando “os etnógrafos de um século

1 Universidade Federal da Bahia (UFBA).

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174 • La ciudad mercancía

atrás iam a campo com um projeto aberto, sempre dispos-


tos a reconfigurar as questões originais e colocar outras”
(Peirano, 2014: 381). Assim, “a disposição a nos expor ao
imponderável e a vulnerar a nossa própria cosmologia”
(Ibid, p.382), juntamente com outras características de uma
postura2 foram sendo reconhecidas como teoria ou “for-
mulações teórico-etnográficas” (Ibid, p.383), e nos inspira-
ram a “desvendar novos caminhos” (Ibid, p.389), em termos
metodológicos, para realizar o nosso percurso de pesquisa
em Salvador.
O convite havia sido feito e, assim, levamos em conta
a necessidade de engajamento e de disponibilidade ao que
Felix Guattari (1992) chamou contaminação afetiva ou/e
apreensão transversal. Este modo de captação das subjetivi-
dades mutantes “a partir de percepções e de estados de alma
banais”, segundo Guattari (Ibid, p.114), possibilita a passa-
gem para fora do que é padronizado, e nisto se inclui, no
nosso caso, o discurso sobre a mobilidade urbana pedes-
tre. Ao integrar a contaminação afetiva como prática coti-
diana e método, a distinção entre o trabalho de campo e
o uso enquanto habitante dos espaços públicos da cidade
resta injustificada. Estávamos em campo à medida em que
habitávamos Salvador. Embora houvéssemos programado
algumas idas à Avenida Sete e demais caminhadas pela cida-
de, os momentos de observação programada e de vivência
habitante integraram igualmente o processo de apreensão
urbana, da mesma forma, tanto os livros de história quanto
notícias do período e outros suportes também somaram-se
na nossa contaminação afetiva. Neste sentido, a mudança

2 Em entrevista a Paola Berenstein Jacques, Alessia de Biase (2012) toca no


assunto da “postura antropológica”, salientando que também pode ser ado-
tada pelo arquiteto e urbanista que deseje perceber de outras maneiras a
cidade –se isso for questão central ao seu trabalho– “no sentido de se abrir
para a possibilidade de ver que, o mesmo lugar, se temos que falar de espaço,
pode ser interpretado, visto e sentido de maneiras outras, e que essas manei-
ras outras participam da construção desse lugar, e essas outras maneiras
constroem também a nossa maneira de olhar a cidade.” (Ibid, p.14)

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La ciudad mercancía • 175

para a cidade foi um facilitador da experiência da alteridade


como modo de apreensão da realidade urbana. Nosso méto-
do experimental se baseia, finalmente, na potência crítica
do caminhar errante, aberto e disponível aos afetos e per-
ceptos do ambiente urbano, em contrapartida às propos-
tas objetivadoras para os espaços (a serem) vividos. Condiz
então com o “elogio” de Paola Jacques à prática da errância,
como desvio dos modos técnicos de pensar e fazer cidade.

Essa postura crítica e propositiva com relação à apreensão e


compreensão da cidade, por si só, já constitui uma forma de
resistência tanto aos métodos mais difundidos da disciplina
urbanística […] quanto ao próprio processo de esterilização
da experiência, de espetacularização das cidades contempo-
râneas e de pacificação de seus espaços públicos. (Jacques,
2012: 24)

Presenciamos então em Salvador, um período de trans-


formações urbanas, quando o discurso objetivo (que se
quer) hegemônico, sobretudo trazido ou fortalecido pela
Copa do Mundo da FIFA veio disputar o espaço público
com muitos outros os modos de vida, desejos e usos. Des-
ta forma, o conflito se configura com a chegada de novas
concepções do urbano e novos modos de ocupar o espaço
público que confrontam os primeiros que ali se davam.
Trazemos aqui algumas situações que vivemos, alguns
processos que acompanhamos em nossa apreensão cotidia-
na, os quais nos fizeram perceber a atuação de um dispositivo
de pacificação dos espaços públicos urbanos, visando transfor-
mar o lugar da experiência urbana cotidiana em um espaço
para uma experiência formatada (e passageira) de cidade.

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176 • La ciudad mercancía

Primeiros passos estrangeiros

A nossa busca por apreender como seria um espaço público


disponível à apropriação pedestre, nos levou à prática da
caminhada na cidade. Sem conhecer bem a cidade de Sal-
vador, participando do cotidiano de pesquisa3 e também do
cotidiano habitante da cidade, caminhamos sobretudo na
sua região mais central.
Nos enxergamos então na condição de estrangeiras, de
acordo com o entendimento de Simmel: aquela pessoa que
não está de passagem, nem pode-se dizer do lugar onde se
encontra. “O estrangeiro é um elemento do grupo, como
também o são os pobres e os demais ‘inimigos internos’.
É um elemento cuja posição supõe ao mesmo tempo exte-
rioridade e confrontação.” (Simmel, 2012 [1908]: 21, tra-
dução nossa).4 Seguindo esta afirmativa, enquanto estran-
geiras, podemos dizer que nos aproximamos da condição
de estrangeiros em que vivem outros habitantes; os pobres
e os “inimigos internos”? Tal questionamento vem com-
por a problematização sobre os processos de pacificação
dos espaços públicos na medida em que interroga tam-
bém quem são os sujeitos autorizados a permanecer em um

3 Juntamente com um grupo do Centre de Recherche sur l’Espace Sonore et


l’environnement urbain (CRESSON) francês, participamos da pesquisa sobre
“os enigmas sensíveis das mobilidades urbanas” (MUSE), cujo eixo sobre “o
apaziguamento das mobilidades urbanas no século XXI”, tratava especifica-
mente de duas localidades na cidade de Salvador; o Porto da Barra e a Praça
da Piedade. Para mais informações sobre MUSE, acessar
https://goo.gl/DRs8aT.
4 “El extranjero es un elemento del grupo, como también lo son los pobres y
los distintos ‘enemigos interiores’. Es un elemento cuya posición supone al
mismo tiempo exterioridad y confrontación.” (Simmel, 2012 [1908]: 21).
Na versão brasileira, temos a seguinte tradução: “Assim como o indigente e
as variadas espécies de ‘inimigos internos’, o estrangeiro é um elemento do
próprio grupo. São elementos que se, de um lado são imanentes e têm uma
posição de membros, por outro lado estão fora dele e o confrontam” (Sim-
mel, 1983: 183).

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La ciudad mercancía • 177

espaço público pacificado (ou seja, coerente com as concep-


ções urbanísticas) e, em contrapartida, quem são os sujeitos
estrangeirizados nesse processo.
A presença estrangeira considerada “amiga”, por outro
lado, foi fortemente levada em conta nas formulações sobre
a imagem das cidades brasileiras. Muitos relatos de via-
gem se tornaram referências para estudos contemporâneos,
na busca por conhecer os contextos anteriores e compre-
ender a situação atual das cidades brasileiras. A partir de
tais formulações, seria possível entender a relação entre
as configurações e as práticas socioespaciais de ontem e
de hoje. Além de serem base para textos historiográficos,
tais relatos podem ser comparados atualmente a textos de
cunho etnográfico.
Há ainda que se considerar a diferença entre estran-
geiros e aventureiros. André Botelho (2013), ao estudar a
narrativa de viagem de Mário de Andrade ao Amazonas
–intitulada O turista aprendiz– observa que “suas viagens
guardam um sentido próximo ao da ‘aventura’, tratado por
Georg Simmel como uma experiência de ruptura com o flu-
xo do cotidiano, e também com certa abertura empática em
relação ao desconhecido” (Idem:18, grifo nosso).
Tomando o gancho de Botelho, convidamos a percor-
rer algumas situações em Salvador, observando como as
reformas propostas pelos gestores municipais –em conso-
nância com os interesses do capital empresarial, sobretudo
da indústria movimentada pelo turismo– manipulam ações
e noções relativas aos diferentes usos dos espaços públi-
cos ditos estratégicos. Assim se fazem (usuários) turistas
e estrangeiros, que servirão para caracterizar e descarac-
terizar lugares.
No texto de Botelho, o autor traz trechos de uma carta
de Mário de Andrade a Manuel Bandeira escrita duran-
te a sua viagem –de turista aprendiz– à Amazônia. A carta
evidencia sentimentos do turista que remetem a uma pas-
sivização:

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178 • La ciudad mercancía

O êxtase vai me abatendo cada vez mais. Me entreguei a


uma volúpia que nunca possuí à contemplação destas coisas,
e não tenho por isso o mínimo controle sobre mim mes-
mo. A inteligência não há meios de reagir nem aquele pou-
cadinho necessário para realizar em dados ou em bases de
consciência o que os sentidos vão recebendo. (Andrade Apud
Botelho, 2013: 19)

Aqui, associamos este efeito sobre o corpo aos objetivos


da chamada espetacularização urbana, já denunciada desde
a década de 19605.
Em Salvador, o espetáculo materializa-se especialmen-
te em momentos eventuais. O seu carnaval é o apogeu do
que podemos entender aqui como espetáculo urbano pré-
fabricado; quando diversas áreas da cidade se transformam
com estruturas móveis para dar passagem aos enormes trios
elétricos. A Avenida Sete de Setembro contém algumas des-
sas áreas que se fantasiam para o carnaval, principalmente
nas proximidades do Farol da Barra e nas proximidades
do Campo Grande.
A maquiagem, no entanto, não é apetrecho utilizado
apenas em dias festivos. A Secretaria de Ordem Pública
(Semop), da gestão recém-eleita em finais de 2012 (para o
exercício 2013-2016), fez um pronunciamento consideran-
do a emergência de uma reformulação na imagem da cida-
de, ao que a secretária chamou de “maquiagem”, afirmando
haver “dificuldades na estética da cidade”.

5 Segundo a noção de sociedade do espetáculo, de Guy Debord (2003), onde


ele coloca a “consciência espectadora” se fazendo dependente de um tempo
espetacular, o qual é a “alienação necessária, o meio pelo qual o sujeito se
realiza perdendo-se” (2003: 128).

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La ciudad mercancía • 179

Ordem pública

Rosemma Maluf, a secretária de Ordem Pública, afirmou,


em dezembro de 2012; “Enfrentamos dificuldades na esté-
tica da cidade. Precisamos realizar um trabalho de maqui-
agem para receber [os visitantes]… Mas não só para isso,
mas também tornar a cidade boa para quem mora aqui. Esse
que é o objetivo principal”.6 Assim como o carnaval, o foco
dessa nova gestão é no espetáculo voltado para o entre-
tenimento de quem vem de fora. Sem dúvida, o carnaval
também se constitui em entretenimento para os habitantes
de Salvador. Assim também, a maquiagem urbana de que
fala a secretária objetiva atrair uma parte da população que
não utiliza e os espaços públicos centrais.
Por outro lado, o discurso da Ordem Pública também
evidencia o foco de atuação da secretaria sobre os vende-
dores ambulantes.

Vamos dar uma atenção grande ao comércio das ruas, porque


realmente ele está tomando as calçadas. Mas tudo isso de for-
ma calma, tranquila, com o diálogo com as lideranças de cada
segmento. A arma principal da minha gestão será o diálogo
com as lideranças e um trabalho técnico e efetivo na busca de
resultados dentro dos objetivos da secretaria. (Bahia Notícias,
15 de dezembro de 2012).

O ordenamento dos vendedores ambulantes se torna


uma obsessão da nova gestão municipal, especialmente na
região central onde vai implementar o programa Território
Empreendedor, no qual nos deteremos mais à frente.
Por enquanto, gostaríamos de salientar a relação entre
a ordem pública, a iminência da Copa do Mundo de 2014 e
o urbanismo espetacular. Como fio condutor, observamos
aqui a prática das transformações urbanas efêmeras para a
realização das chamadas Festas de Largo, muito presentes

6 Disponível em https://goo.gl/A3yeKh. Consultado em 20/10/2017.

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180 • La ciudad mercancía

na cidade de Salvador. São momentos de ruptura do flu-


xo cotidiano, mas que já fazem parte de uma certa rotina
urbana, visto que estão presentes no calendário da cidade
há muitos anos.

Festa de Iemanjá

Antes de chegarmos à Avenida Sete, como exemplo, tra-


zemos aqui a festa que ocorre, tradicionalmente, no dia
2 de fevereiro, desde a década de 1970, quando passou a
ser reconhecido o seu potencial turístico, o que a tornou,
assim como o carnaval, uma marca (ou marco) da expressão
cultural da/na cidade.7 A Festa de Largo dedicada ao Orixá
Iemanjá é, originalmente, uma manifestação religiosa, que
reúne diversas comunidades seguidoras (principalmente)
do candomblé para levarem seus presentes à entidade que
rege as águas do mar, portanto, a padroeira dos pescadores.
Presenciamos em 2014, ano da Copa, a Festa de Ieman-
já, no litoral do Rio Vermelho, onde sempre se dá, e vimos,
naquele ano, a intenção de ordenar, estetizar, controlar a
festa. Tal intenção casava os interesses do poder público, em
consonância com o poder privado de determinadas empre-
sas, interessadas diretas no controle da festa.
Este casamento, era revelado desde a chegada na festa,
com as logomarcas estampadas no pórtico que dava acesso à
mesma. Além da própria logomarca da festa, vemos as logos
da Prefeitura Municipal juntamente com aquela da cerveja
Schin. Esta cerveja comprou os direitos de comercialização
na festa e os policiais que guardavam a entrada também

7 Em outra oportunidade, propusemos uma narrativa da experiência da festa,


vivenciada naquele ano de Copa do mundo, em artigo intitulado “A festa de
Iemanjá: o espetáculo na vitrine” (Rocha e Migliano, 2016). No artigo, pro-
curamos, a partir da narrativa de nossa experiência, compreender como tal
manifestação religiosa existe, ainda, em resistência aos agenciamentos da
espetacularização urbana.

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La ciudad mercancía • 181

fiscalizavam os vendedores ambulantes, para garantir que


se cumprisse o contrato da Prefeitura e vendessem apenas a
cerveja da “patrocinadora”.
É importante salientar que as manifestações de reli-
giões de matriz africana foram abominadas em um Brasil
que teve um dos mais longos regimes escravagistas. Ainda
hoje, existem pessoas que desrespeitam essas matrizes cul-
turais e cometem crimes baseados na intolerância contra
a cultura de povos que vieram para o Brasil em porões de
navios para sofrer o exílio, a escravidão e a violência tam-
bém da aculturação religiosa forçada.

Pórtico de entrada na festa de Iemanjá vigiado pela polícia. (fotografia


da autora, 2014).

Nesse sentido, confrontamos duas acepções de espetá-


culo: a realização da festa em questão como uma represen-
tação espetacular da resistência dos cultos afro-brasileiros;
e a sua espetacularização estratégica operada pelo poder

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182 • La ciudad mercancía

público, seguindo o interesse privado. No primeiro caso, o


espetáculo dos orixás nas festas de Largo da Bahia é consi-
derado uma tática de resistência, como se o dar-a-ver fosse
capaz de combater ou reverter a marginalização dos cultos,
além de “tornar assimilável” a religião em si, como conside-
rou Nina Rodrigues (1896:117).
Já no último caso, entendemos que há a intenção de
dominação e domesticação do espetáculo religioso, visto
que tomou grandes proporções, aumentando a potência
de lucro de possíveis investidores. Segundo Henri-Pierre
Jeudy, “A arte e a cultura se fazem objetos de um verdadeiro
negócio de gestão, fundada na separação das relações entre
vida e cultura.” (Jeudy, 1999: 7). Essa separação visa tornar
tais manifestações culturais e artísticas facilmente consu-
míveis por aqueles que não as vivenciam em seu cotidiano,
turistas que visitam momentaneamente o espaço da festa.
Podemos nos remeter à imagem da vitrine para ilustrar
a separação do objeto do seu lugar de “vida real”, colocando-
o com atrativo para quem está de passagem. Assim, se dá
uma espécie de espetáculo para o consumo que em muito
difere de uma terceira acepção de espetáculo; espetáculo
cotidiano das ruas.

A rua é o lugar onde se dá o social também como espetáculo.


Daí o seu fascínio. Como forma dramática, é um espetáculo
que permite assumir certas identidades, desempenhar deter-
minados papéis e, até certo ponto, escolher os enredos dos
quais se vai participar. É o palco por excelência do social.
(Ferreira dos Santos, 1985: 83)

Salientando a imagem da vitrine como separação,


aquele ano foi a primeira vez em que houve delimitações
físicas do lugar da festa. A delimitação da rua principal,
estabelecendo um dentro e um fora, visava definir o espaço
ordenado pelas empresas cujos nomes estavam estampados
nos gradis e demais estruturas.

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La ciudad mercancía • 183

A dependência de limites físicos para proporcionar um


maior controle de determinados espaços públicos pode ser
encontrada em diversas situações e contextos históricos,
inclusive de Salvador. Aqui, em se tratando de estrutu-
ras temporárias, vimos exacerbado este modelo disciplinar
(Foucault, 2014) na hipermidiatizada festa da Fifa.

FIFA Fun Fest

Enquanto na festa dedicada a Iemanjá nos perguntávamos


se “políticas (urbanas) de matriz identitária podem ser estra-
tegicamente planejadas?” (Arantes, Vainer, Maricato, 2011:
14) –visto que houve uma preocupação em capturar o
espaço-tempo da festa, em consonância com os anseios de
empresas diretamente envolvidas, interessadas em se bene-
ficiar do novo negócio– a transformação do espaço público
da orla da Barra para a festa “padrão Fifa”, parecia buscar
desprover o lugar, e sua ambiência, da matriz identitária. O
lugar –o Farol, o mar, o pôr-do-sol, as pessoas– foi levado
a tornar-se cenário, pano de fundo para o empreendimento
do mundial. A reforma urbana operada na área, especial-
mente o alisamento do piso, pretendia tornar o espaço em
frente ao Farol uma imensa área neutra, destinada a receber
as estruturas móveis do grande capital envolvido na festa
da Fifa. A reforma também visava favorecer as empresas
que utilizam o espaço durante o carnaval, impondo-se às
diferentes apreensões, percepções, apropriações dos sujei-
tos que por ele transitam e o habitam cotidianamente.
Entre tantas impressões8 que pudemos tirar daquele
espaço que se pretendia asséptico e internacional, aqui,
(sejamos breves) podemos dizer apenas que até as baianas

8 Algumas impressões sobre diversas cidades brasileiras que receberam os


jogos podem ser lidas no blog pelada x copa: narrativas de outros jogos pelo bra-
sil na copa 2014, disponível no link: https://goo.gl/ZZ6YLM. Acessado em
20/10/2017.

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184 • La ciudad mercancía

do acarajé9 tiveram de se curvar ao famigerado “padrão


Fifa”. No espaço cercado da Barra, o destaque era destina-
do às marcas parceiras do evento, aquelas que foram elei-
tas para lucrarem com ele. O superdimensionamento das
estruturas que emolduravam os telões maravilhava os tran-
seuntes que podiam adentrar o espaço não-mais-público e
deixava-os pequeninos, passivos.

Palco-telão na área destinada à festa da Fifa, em frente ao Farol da Barra,


final da Av. Sete. (fotografia da autora, 2014)

Especialmente no tocante às baianas do acarajé, vimos


na época da Copa serem levantadas várias questões a respei-
to do seu trabalho, sobretudo quanto à higiene e a estética

9 “Baiana do acarajé” é como são conhecidas as mulheres que trabalham com a


venda de comida típica nas ruas da cidade. Se vestem a caráter, evocando as
suas pioneiras, descendentes diretas de África, presentes nas ruas de Salva-
dor desde a época colonial, quando eram chamadas “ganhadeiras” e vendiam
produtos os mais diversos.

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La ciudad mercancía • 185

(vestimenta, maquiagem) com que se apresentam ao públi-


co dos jogos. Muitas notícias10 divulgaram o conflito das
baianas com a Fifa e a adequação ao tão invocado padrão
Fifa, que viria a desestabilizar algumas profissionais em seus
modos de fazer tradicionais. Além de receberem instruções
de higiene, também tiverem que adequar suas condutas de
“atendimento ao público” e adequar-se ao fogão elétrico no
lugar do fogão a gás, por motivos de segurança. O pro-
cesso de adaptação das baianas ao padrão Fifa nos serve
para ilustrar as formas de pacificação dos sujeitos ocupan-
tes dos espaços que se tornam foco do poder estratégico,
já que apenas as baianas atuantes no perímetro do even-
to tiveram que atender às novas normas. Mostra também
como as questões de disciplinamento e códigos de condu-
ta11 ainda apresentam suas reminiscências nos mecanismos
de gestão de espaços públicos com vistas a sua gourmeti-
zação. Ao desestabilizar a prática de produção e venda de
alimentos, a imposição do novo padrão evidencia a atuação
daquilo que Milton Santos chamou de “ordem desordeira”
(Santos, 2001: 86). O acarajé gourmet vem então com os
adicionais de limpeza, beleza e segurança, permitindo que os
visitantes estrangeiros tenham a experiência do consumo
do Outro com “risco zero”. Sugere assim, que a garantia
de uma “boa” experiência daquilo que é típico, ou popular
do lugar –diferenciando-a da experiência habitante coti-
diana– depende da sua pasteurização. Todos esses termos,
referentes aos processos de gourmetização, disciplinamen-
to, ordenamento público, higienização, vem integrar o que
entendemos como dispositivo de pacificação; um disposi-
tivo que visa assegurar que os usos e sujeitos tidos como
dissonantes, se não são excluídos do espaço de interesse

10 Como esta: https://goo.gl/EhDPsk. Consultada em 31/08/2016.


11 Que já se fizeram fortemente presentes no momento das modernizações,
pelas quais passaram as cidades grandes no início do século XX, sobretudo à
exemplo do modelo da Paris Haussmanniana.

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186 • La ciudad mercancía

estratégico, sejam adaptados (pacificados) a esse interesse,


eliminando-se assim o conflito existente entre a espetacu-
larização estratégica e o uso cotidiano.

A vendedora do Porto

O que conhecemos como baianas, hoje associadas à venda


do acarajé, é apenas um segmento da classe das ganhadeiras,
que de tudo vendiam nas ruas da cidade, quando as ruas
eram consideradas sujas e perigosas demais paras as classes
abastadas, sobretudo para as mulheres dessas classes. Em
nosso processo de apreensão do espaço público em Salva-
dor, pudemos conviver com movimentos táticos de outras
mulheres, empreendedoras ou não, que enfrentam cotidi-
anamente a intervenção estratégica observada em certos
lugares da cidade. Uma dessas mulheres é Jô, permissionária
de um dos quiosques que foram demolidos na orla da Bar-
ra. O alisamento do piso, citado anteriormente, implicou
na demolição de todos os quiosques destinados à venda de
coco. Nós acompanhamos mais de perto o caso do quiosque
do “Coco da Jô”, que ficava em frente ao Forte Santa Maria,
no Porto da Barra.

Antes da reforma, o quiosque. Depois, o carrinho e o ponto alugado.


(http://www.anr-muse.fr/#porto-do-barra; https://www.vanezacomz.com.br/
2015/04/agua-de-coco-por-r250-na-barra.html; acervo da autora, 2014.)

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La ciudad mercancía • 187

O Porto da Barra –trecho litorâneo da Avenida Sete–


viu acontecer a festa da Fifa em obras, assim como outros
locais da cidade que deveriam estar prontos para a Copa
e não estavam. Tudo estava móvel, ambulante. Os permis-
sionários para venda de coco foram instruídos a utilizar o
carrinho (no lugar do quiosque), portando uma quantidade
bastante reduzida de cocos e sendo proibidos de portar o
facão, também por razões de segurança.
Afim de manter o mesmo padrão com que vinha traba-
lhando, Jô não abriu mão do uso do facão, por isso, preferiu
fazer um esforço financeiro para alugar um ponto próximo
ao antigo quiosque, onde pudesse continuar trabalhando
também com a quantidade habitual de cocos que armazena-
va semanalmente. A sua decisão foi motivada por acreditar
na promessa de reconstrução do quiosque pela Prefeitura.
No entanto, teve que esperar por quase quatro anos, perío-
do em que continuou pagando os impostos como permis-
sionária e também o aluguel do ponto temporário, mesmo
sem a certeza de que teria seu quiosque reconstruído.12
Jô conseguiu manter o mesmo padrão de atendimento,
apesar de a localização do ponto não ser tão favorável quan-
to o quiosque que, por estar no espaço público, possibilitava
uma participação intensa da vida do lugar. A forma de cor-
tar o coco continua impecável: com um primeiro golpe, ela
aplaina a base do coco para que o mesmo possa ser apoiado
em qualquer superfície horizontal, com mais três golpes de
facão certeiros, ela esculpe no coco um pequeno chapéu,
sob o qual se encontra a abertura para a água, onde entra
canudo. Jô limpa o coco com uma flanela antes e depois
de abri-lo, assim como faz com o facão reluzente. O coco
aberto, ela envolve a sua base em um papel-toalha e, só
então, o entrega ao cliente, que se serve de um dos canudos
individualmente embalados para beber a água. Se, depois de

12 Em março de 2018, recebemos a notícia do falecimento de Jô (por uma


“complicação cirúrgica”), exatamente no mesmo mês em que deveria rece-
ber o seu novo quiosque.

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188 • La ciudad mercancía

terminada a água, o cliente quiser comer a polpa do coco, Jô


novamente veste as luvas e limpa o facão para, com outros
três golpes, partir o coco em terços. De cada terça parte, ela
cava com uma colher, soltando a polpa para facilitar o seu
consumo com um garfinho plástico que entrega ao cliente
em espera. Este tem sido o seu padrão de atendimento, mas,
se o cliente preferir comer o coco do modo tradicional, Jô
limpa bem a casca para arrancar dela, com outros golpes
de facão, espátulas de fibra de coco, com as quais o próprio
cliente pode retirar e comer a polpa.
Todo esse saber-fazer artesanal era impossibilitado
com o uso do carrinho, daí a sua persistência em preservar
uma prática aperfeiçoada em anos de trabalho. Se o gourmet
se refere a uma graduação de qualidade de serviços e pro-
dutos, podemos dizer que o Coco da Jô teria obrigatori-
amente esse selo.

Feira da Cidade

A destruição dos quiosques e o estímulo a uma presença


mais passageira dos vendedores no espaço público, provo-
caram a indagação sobre qual seria o interesse do poder
público em afastar ao máximo, daquilo que se entende
por espaço público, as possibilidades de estabelecimento
de redes de relações sociais inerentes do lugar. Ao lado
das intervenções desestruturadoras de tais arranjos sociais
–como as diversas padronizações e limitações impostas, a
exemplo do padão Fifa– observamos ainda a promoção de
uma “praça de alimentação” ambulante que vem ocupar, em
formato de evento, uma vez por semana, uma nova locali-
dade pública da capital baiana. A nova tendência da oferta
de comida ambulante se baseava no modelo dos chamados

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La ciudad mercancía • 189

foodtrucks.13 Assim, o gourmet apareceu em nosso percurso


também de forma ambulante, ou itinerante. Nos fez ques-
tionar a espetacularização urbana em curso, pois propunha
uma experiência de cidade não passiva, no seu discurso.
A proposta do evento “A Feira da Cidade”, é a de “reve-
lar o que há de melhor em Salvador”, segundo sua pági-
na nas redes sociais. Para tanto, propõe a venda da dita
alta gastronomia de chefs renomados em versão fastfood, ou
melhor, em versão ambulante, a preços acessíveis às classes
médias (em torno de 15 reais). A proposta é fruto de uma
parceria público-privada e tem a intenção de trazer para
a “rua” uma população elitizada –de empreendedores e de
consumidores– que a renegou durante séculos de história e
que, hoje, só vem a utilizá-la nas situações/lugares excepci-
onais, espetacularizados pelos “fazedores de cidades”. Entre
estes, além dos tradicionais arquitetos e urbanistas parcei-
ros do poder público, vemos atualmente diversos tipos de
empreendedores que intervém, fazem e pensam a cidade,
como afirmou Carla Maciel, produtora e idealizadora d’a
Feira da Cidade; “A Feira é isso, é pra pensar, pra construir
esse espaço público juntos.”14 Pela sua fala, busca atuar inde-
pendentemente das grandes corporações, para que não haja
disputa de marcas (especialmente de bebidas).
Aqui vemos a captura do sentido de feira, por um
empreendimento privado e verticalmente planejado, dife-
rentemente das feiras tradicionais. Se tomamos a diferen-
ça entre tática e estratégia em Michel de Certeau, aqui
temos um claro exemplo de feira estrategicamente conce-
bida, o contrário das feiras originadas e cotidianamente
transformadas pelas táticas habitantes. Além disso, ainda
que as feiras populares tenham suas estruturas desmontá-
veis e móveis, elas se associam fortemente ao lugar onde

13 Os food trucks são pequenos camiões e Kombis adaptados para a venda


ambulante de comidas e também têm a sua feira, evento autorizado pela
Prefeitura, apesar de não ser atividade regularizada pelo poder público.
14 Entrevista disponível em https://goo.gl/mUCDhn

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190 • La ciudad mercancía

se implantam, sempre o mesmo e sempre na mesma peri-


odicidade. Por outro lado, a Feira da Cidade vem propor
uma ocupação genérica dos espaços públicos da cidade, sem
construir uma relação duradoura com nenhum deles, mas
com a cidade, como elemento subjetivo totalizante, quase
imaterial.
Quanto aos demais empreendedores que atuam no
espaço público, estes são submetidos a uma pacificação seja
no sentido de exclui-los, seja no sentido de torná-los ade-
quados ao padrão de espaço público que interessa ao poder
econômico das grandes empresas. Estes, devem pagar regu-
larmente os impostos que garantem a permissão de tra-
balhar no espaço público. Ao passo disto, ocupações mais
elitizadas como a Feira e outras iniciativas gourmet recebem
incentivo e patrocínio municipal para ocuparem os espa-
ços públicos. As propostas de feiras gourmets se baseiam
no argumento da promoção cultural, que, no discurso, se
sobrepõe à lucratividade das empresas envolvidas.

“Conhecer o lugar”, “Inspirar as pessoas” e “Intervir no espa-


ço”. A Feira da Cidade é um projeto pioneiro já consolidado
em Salvador e que ganhou o amor da cidade com a transfor-
mação dos espaços públicos em locais de convívio, cultura,
arte e lazer com foco nas pessoas. As ocupações inspiram
e estimulam as relações entre as pessoas, e entre as pesso-
as e a cidade, oferecendo qualidade de vida as comunidades
e incentivando os cidadãos a se envolverem nas transfor-
mações urbanas. (release disponível para download na página
<www.afeiradacidade.com.br> na aba imprensa)

Podemos dizer que a Feira da Cidade é uma espécie de


miniatura da atuação estratégica sobre o território, pois visa
conquistar –ao invés de praticantes ordinários (De Certeau,
2013) e participantes cotidianos da cidade– consumidores
de um modelo eventual de cidade. Vê-se, portanto, o foco
(dos investimentos públicos) em um tipo de participação
também efêmera nos espaços públicos urbanos. O que nos
remete à contraposição que fizemos no início deste artigo,

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La ciudad mercancía • 191

entre o estrangeiro e o aventureiro ou turista. Eventos


como a Feira da Cidade acabam promovendo a visitação
fantasiada (ou maquiada, para retomar a expressão da secre-
tária da Semop) de participação. Tal “participação” é esti-
mulada desde que se respeitem as normas estabelecidas pelo
projeto do evento, e estas se pretendem tão inquestionáveis
quanto os benefícios que o evento traria para a cidade e
as “comunidades” afetadas, apresentados incessantemente
pela divulgação. Afinal, os “cidadãos” que questionem uma
iniciativa considerada (ou vendida como) saudável para a
cidade, ou aqueles que desejem participar de modo mais
ativo, debatendo a proposta de ocupação, correm o risco de
serem excluídos do projeto de cidade empreendedora que se
constrói, estrangeirizados.

Território Empreendedor – shopping a céu aberto

Adentramos, finalmente, através do tema do empreende-


dorismo, na região de maior atividade comercial da cidade,
aquela que é estruturada pela Avenida Sete de Setembro.15
Este trecho da Avenida se tornou foco da gestão municipal,
especialmente da secretaria de Ordem Pública, notadamen-
te por apresentar um vivo comércio de rua praticado por
vendedores ambulantes.
A questão do comércio ambulante na região é objeto
de estudos e propostas desde a década de 1990, no entanto,
a operação de ordenamento começou mais fortemente em
vista da Copa do Mundo de Futebol, no início de 2014. O
“Estado de Exceção” declarado em nome da Copa –ampa-
rado pela Lei Municipal nº 8414/2013, que dispõe sobre
medidas relativas à Copa das Confederações Fifa de 2013 e

15 A Avenida Sete de Setembro cruza vários bairros soteropolitanos, começa


no Centro Antigo e vai até a Barra, no entanto, é a sua porção onde há a pre-
dominância do uso comercial (dos lotes e das ruas) que é cotidianamente
conhecida como Avenida Sete.

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192 • La ciudad mercancía

a Copa do Mundo Fifa de 2014 e dá outras providências16–


possibilitou uma “ação emergencial” sobre diversos pontos
da cidade, entre eles a Avenida Sete. Aqui, no centro urba-
no comercial, a ação dizia-se no sentido de desobstruir os
passeios com a requalificação das vias transversais transfor-
madas em pequenas feiras de ambulantes.
Nesta Avenida Sete, as ações emergenciais iniciais vêm
a ser continuadas durante e depois daquele ano de 2014,
quando é proposto o Programa Território Empreendedor,
atuando de forma genérica para a “promoção da área”.
Segundo o prefeito, o projeto faz parte das “ações da admi-
nistração municipal para devolver a cidade à população”
(AGECOM, 09/12/2014),17 ignorando, desta forma, a forte
presença popular existente na área. Assim, a administração
cria um discurso de crise sobre a Avenida Sete que não é
coerente com o que se observa in loco, induz e norteia a
percepção da realidade, ou fala apenas para uma camada
da população que não a frequenta, sobre a qual poderíamos
interrogar o seu caráter de “turistas internos” –seguindo
a lógica da noção de “inimigos internos” em Simmel– que
passam sem estabelecer um vínculo mais duradouro, ou
exercer uma participação mais a(fe)tiva no/com o lugar.
Os ordenamentos, aqui exemplificados com o caso dos
ambulantes da Avenida Sete, fazem parte de um projeto
mais amplo de instauração da ordem. Esta ordem quando
colocada no espaço público da cidade, concerne diretamen-
te à gestão urbana, baseando-se em argumentos técnicos
que induzem ao consenso, como o de “garantir o livre
acesso” ou, mais genericamente, “tornar a cidade boa para
quem mora aqui”. Mais sintomático ainda do disciplina-
mento estratégico, é quando a “Semop objetiva transfor-
mar a Avenida Sete em um shopping center a céu aberto”,
segundo foi publicado no Diário Oficial do Município do
dia 29 de abril de 2015. Desta forma, a secretaria entende

16 Disponível em: https://goo.gl/irjpqh. Consultado em 12/07/2016


17 Disponível em: https://goo.gl/3xPMK2. Consultado em 20/10/2017.

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La ciudad mercancía • 193

o seu Território Empreendedor: para além da estruturação


do espaço físico, se trata de uma questão de gestão daquele
espaço. A referência ao modelo de gestão privada do espaço
comercial esclarece a intenção de controle de um espaço
delimitado e deixa entrever um processo de privatização
daquele ambiente público.
Nesse sentido, o ordenamento do comércio ambulante
responde também a um desejo de adequar determinados
espaços públicos a um modelo estético dominante, como já
havia sido feito no início do século XX, momento da aber-
tura da Avenida Sete, obedecendo ao desejo civilizatório das
elites urbanas, com base no modelo haussmanniano que se
importava, à época ao Brasil. A escolha dos lugares a serem
civilizados obedecia, sobretudo, às conformações topográ-
ficas. Hoje, propõe-se um “retorno ao seu estado áureo”
–como nos disse pessoalmente um funcionário da Semop–
do Setor de Proteção à Estética da Cidade (SEPEC).
Da escolha desses espaços, também delineia-se o cha-
mado Território Empreendedor. Este, apesar de não se
constituir em um lugar assim referido, identificado por seus
praticantes, habitantes ou usuários, surgiu em nosso per-
curso de maneira bastante provocadora, pois contém um
discurso que visa estrangeirizar os empreendedores locais,
desmontando a sua organização territorial e impondo-lhe
uma nova estrutura à qual devem se adaptar. A qualida-
de de empreendedor ressalta a proposta do programa em
gourmetizar o território, sendo –como o próprio selo gour-
met– uma característica valorizada no universo empresari-
al. Segundo encontramos na página Internet do Sebrae: 18

Numa visão mais simplista, podemos entender como empre-


endedor aquele que inicia algo novo, que vê o que ninguém
vê, enfim, aquele que realiza antes, aquele que sai da área
do sonho, do desejo, e parte para a ação. Ser empreendedor

18 Serviço Brasileiro de Apoio às Micro e Pequenas Empresas. Disponível


online: https://goo.gl/q1VwRN. Consultado em 09/10/2018.

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194 • La ciudad mercancía

significa, acima de tudo, ser um realizador que produz novas


ideias através da congruência entre criatividade e imagina-
ção. (SEBRAE)

Com base nesta definição, podemos dizer que a região


está de fato repleta de sujeitos e suas táticas empreende-
doras. Seu Eduardo, é um exemplo desses sujeitos; afiador
de tesouras, alicates e afins, construiu sua banquinha na
largura exata da grade de proteção do prédio onde ficava o
antigo Senado, “para não atrapalhar a passagem”.
Aqui poderíamos citar, não apenas vendedores, mas
também pessoas e movimentos que ocupam o espaço públi-
co há anos e se veem impelidos a modificar a sua relação
com o lugar. O chamado Movimento de Ocupação Cultural
Poetas e Poetizas (MOCPOP) nos chamou a atenção já no
primeiro momento de contato com a Praça, em 2011, por
sua forma simples (apenas uma mesa com som, livretos,
vinis) e sua feição engajada (evidenciada na padronização
na cor preta). O movimento começou em 2007 e tornou-se
cotidiano. Bob Baiano, seu idealizador, está sempre na área
com outros personagens já típicos da Praça. Ele nos fala que
seu trabalho é espiritual, o que quer dizer, seguindo a sua
fala, ao mesmo tempo, uma forma de lidar com os espíritos
que rondam o Centro –e que se revelam em alguns sujeitos
que transitam por ali– e uma forma de conservar o espírito
revolucionário e/ou subversivo do lugar.19

19 Certa vez, Bob esclareceu que o MOCPOP é como se fosse um eco do Movi-
mento dos Poetas da Praça, proposto nos últimos anos da ditadura brasilei-
ra, como forma de contestação. Além disso, sempre afirma a importância
simbólica da Praça, como referência da Conjuração dos Búzios –também
conhecida como Conjuração Baiana, ou Revolta dos Alfaiates, ou Movimen-
to Revolucionário de 1798– quando os negros lutaram por “liberdade, igual-
dade e fraternidade”, ideais de sua contemporânea Revolução Francesa.

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La ciudad mercancía • 195

Movimento de Ocupação Cultural Poetas e Poetizas (fotografia da autora,


2011)

Considerações finais: revelando o dispositivo

Apresentamos aqui aspectos do nosso percurso que evi-


denciam alguns elementos do que entendemos como um
dispositivo de pacificação dos espaços públicos. Devido à
complexidade de relações que se tecem entre elementos de
naturezas diversas –discursos, formas, ações, instituições,
etc.– tomamos a pacificação como dispositivo de poder,
segundo a noção de Michel Foucault. “O dispositivo é a
rede que se pode estabelecer entre esses elementos.” (Fou-
cault, 2014: 364).
Em meio a esses elementos, podemos encontrar inclu-
sive outros dispositivos, como é o caso do urbanismo,
com seus enunciados, proposições, organizações especí-
ficas, ou a própria ordem pública que, no caso estudado,

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196 • La ciudad mercancía

através da secretaria, abarca inclusive práticas urbanísticas.


Ao lado dela, está ainda a pedestrinização do espaço públi-
co, expressado no alisamento do piso, o qual, no caso estu-
dado é sobretudo favorável à realização de eventos espe-
taculosos, ou seja, à privatização eventual do espaço por
seus patrocinadores.
O discurso hegemônico adotado pelo dispositivo pôde
ser confrontado com as diversas narrativas construídas e
vivenciadas junto aos muitos outros sujeitos (Ribeiro, 2015)
do espaço público de Salvador. Nesse sentido, chamamos a
atenção para a potência crítica do caminhar errante, aber-
to e disponível aos diversos encontros no espaço públi-
co, os quais nos fornecem elementos capazes de confron-
tar os discursos normatizadores do ambiente urbano. Este
método-sem-método de pesquisa se constituiu a partir de
uma necessidade e uma dificuldade em definir um método
que desse conta do objeto a ser apreendido, visto que deve
permitir relacionar os diversos elementos; da cidade e do
dispositivo de pacificação dos seus espaços.
No corpo-a-corpo com a vida urbana cotidiana, pode-
mos, além de exercitar a alteridade, penetrar em um “con-
junto de temas proibidos”, como observou Ana Clara Torres
Ribeiro, temas que não interessam às grandes organizações
/corporações, e entre eles está o próprio cotidiano, deixa-
do de lado em prol do espaço-tempo do (grande) evento.
Da mesma forma, o chamado espaço banal (Santos, 2001) é
desconsiderado em benefício do espaço espetacular (Debord,
2003 ), o qual é concebido muitas vezes com a pretensão
de tornar-se vitrine, expondo o que pode ser consumível de
uma localidade, notadamente, pela indústria do turismo.
Notamos finalmente, a tensão existente, quando do
jogo de prioridades, entre uma prática de cidade passageira,
que se aproxima do campo do turismo e outra prática de
cidade habitante, que é estrangeira ao modo coorporativo
de gestão. No primeiro caso, vemos como são propostos
modelos ou roteiros de experiência urbana coerentes com
os interesses de determinados grupos – a festa disciplinada,

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La ciudad mercancía • 197

o acarajé e a feira gourmet, o shopping a céu aberto. No


segundo, vemos a tentativa de captura ou de exclusão das
formas de vida urbana não apenas destoantes de um ideal de
cidade, mas estrangeiras à máquina de produção estratégica
de lugares. No tocante a esses estrangeiros internos questi-
onamos a sua relação de associação/dissociação com uma
construção de imagem de cidade espetacularizada –são uti-
lizados como elementos autênticos (Zukin, 2010) do lugar,
ao mesmo tempo em que são mantidos à margem de tal
espetáculo. Assim, as cidades vão sendo requalificadas a
partir dos seus espaços públicos, utilizados como instru-
mentos para atrair o lucro, inclusive através dos turistas
internos.

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8

Cartoneros y promotoras ambientales

Caminar, desigualdad y experiencias urbanas


en el espacio público de la Ciudad
de Buenos Aires

MARIANO DANIEL PERELMAN Y VERÓNICA V. PURICELLI1

Introducción

La implementación de políticas neoliberales durante


los gobiernos menemistas (1989-1999) y de la Alianza
(1999-2001) generaron un creciente deterioro de las con-
diciones de vida de la mayor parte de los/as argentinos/
as. Este proceso iniciado por la última dictadura cívico-
militar (1976-1983), tuvo un punto crítico en 2001, con
la salida de la convertibilidad, la posterior devaluación de
la moneda nacional y el crecimiento de la desocupación y
la pobreza. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA)
asistió a la presencia de miles de personas que revolvían la
basura en busca de materiales reciclables para su reutiliza-
ción o reventa. En el año 2002, producto de la salida de la

1 Mariano Daniel Perelman (Universidad de Buenos Aires / CONICET) y


Verónica V. Puricelli (Universidad de Buenos Aires).

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202 • La ciudad mercancía

convertibilidad –la paridad, por ley, del peso argentino y


el dólar estadounidense– y de la devaluación de la moneda
nacional, los precios de varios materiales reciclables subie-
ron de manera exponencial. Ello fue un facilitador para
que miles de personas –en un contexto de desocupación de
más del 25% y de pobreza de más del 50%– se volcaran a
las calles en busca de medios de supervivencia, aunque la
recolección no sólo se explica por ello.2
Casi 15 años más tarde de esta gran transformación en
la actividad, es posible destacar numerosas políticas públi-
cas orientadas al sector entre las que destacan las leyes
Nº 992 y Nº 1854. En términos generales estas leyes han
reconocido el trabajo de recuperación urbana como un ser-
vicio de higiene pública a ser realizado, principalmente,
por cooperativas de recuperadores. Progresivamente los/
as recuperadores urbanos/as se han constituido como un
eslabón central del sistema de reciclado de la ciudad. Des-
de el Estado se han fomentado nuevas nominaciones para
referirse a quienes se dedican a la recolección urbana (de
cartonero o ciruja a recuperador urbano o promotora ambien-
tal3) buscando generar una relación entre recuperación y
cuidado ambiental.
Actualmente, existe en la Ciudad de Buenos Aires un
complejo mapa de actores ligados al proceso de reciclado.
Entre éstos puede incluirse a cartoneros/as que trabajan
de manera individual, recuperadores cooperativizados/as e
incluso promotoras ambientales que no recuperan residuos.
A excepción de los/as primeros/as, que realizan su trabajo
de manera informal (es decir, no registrada), el conjunto

2 Para un estudio histórico del cirujeo ver (Perelman, 2012; Paiva y Perelman,
2010). Para un estudio sobre el proceso más allá del desempleo ver (Perel-
man y Boy, 2010; Perelman, 2011a).
3 Se resaltará con bastardillas las categorías nativas. En este caso, se hace refe-
rencia al modo en que los cartoneros son denominados desde los agentes
estatales y en las políticas públicas.

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La ciudad mercancía • 203

de los y las recuperadores se encuentran asociados/as a


cooperativas de reciclado cuya modalidad de recolección y
gestión del residuo varía según cada caso.4
En este trabajo nos interesa centrarnos en dos de estas
figuras –la de los/as cartoneros/as no cooperativizados y
la de las promotoras ambientales–. A partir de su estudio
daremos cuenta de las diferentes formas de experimentar
y acceder al espacio urbano. El foco estará puesto en la
recuperación urbana a partir del caminar. Encontramos una
centralidad en el caminar como desplazamiento por la ciu-
dad especialmente porque durante el transitar se construye
y reproduce una experiencia urbana desigual (Perelman,
2018b). Por ello, focalizarnos en los momentos de trasla-
do así como de interacción entre los distintos sujetos no
sólo ayudará a comprender la recolección urbana en sí sino
también al modo en que cotidianamente se construye un
orden urbano.
Tomamos como punto de partida la noción de orden
urbano de Emilio Duhau y Ángela Giglia (2004: 262) quie-
nes lo definen como “conjunto de normas y reglas tanto
formales (pertenecientes a alguna jerarquía jurídica) como
convencionales a las que recurren explícita o tácitamente
los habitantes de la ciudad en su interacción cotidiana en
el espacio público, y por medio de las cuales establecen sus
expectativas y organizan las prácticas relacionadas con los
usos, la apropiación y los significados atribuidos a los espa-
cios y a los artefactos urbanos”. Así “adoptamos creencias y
puntos de vista respecto a las actividades y usos del espacio
público y del privado que en distintos contextos son o no
válidas (están autorizadas o cumplen con un “reglamento”) o
son adecuadas o no (aun cuando sean formalmente válidas)

4 Las diferencias entre cada cooperativa son numerosas. Una de las principa-
les es el acceso o no a un “Centro Verde”. Sólo algunas cooperativas tienen la
posibilidad de gestionar un espacio físico en donde depositar, clasificar y
enfardar los materiales reciclables. Los que no tienen acceso se dedican
principalmente a la recolección de materiales de la vía pública, quedando la
venta a criterio de cada miembro/a.

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204 • La ciudad mercancía

en términos prácticos, morales o de estatus social” (Duhau


y Giglia, 2004: 262-263). Pero nuestra posición va un poco
más allá. Pensamos que también es necesario abordar ese
orden a partir de la experiencia urbana en tanto modos de
ver, sentir y hacer la ciudad (Segura, 2015). Ramiro Segura
plantea que la experiencia urbana implica pensar(la) como
objeto que se mira, como experiencia corporal y como
experiencia pública. A su vez, tensionando un poco más esta
idea, es preciso dar cuenta que esa experiencia, ese orden
urbano no puede ser pensado sólo desde la reproducción.
Es decir, poder dar cuenta de lo que las personas hacen
(Garzón Rogé, 2017) nos permite mostrar el modo en que
se genera ese orden a partir de las experiencias comparti-
das que se producen con cada interacción. Al caminar se
producen multiplicidad de actos mínimos que producen y
reproducen formas desiguales de vivir (Perelman, 2018b).
Los vínculos que establecen los/as recuperadores urbanos/
as –en sentido ampliado– con los vecinos y las vecinas de
la ciudad así como con otros actores, generan formas de
apropiación simbólica, imaginaria y diferencial que impac-
tan en las formas de vivir. Pensamos en este sentido que la
desigualdad social es un concepto central para comprender
la relacionalidad de los procesos sociales entre grupos y cla-
ses. Göran Therborn (2015) plantea que los seres humanos
son a) organismos, cuerpos y mentes, susceptibles al dolor, al
sufrimiento y la muerte; b) personas, cada una con su yo, que
viven su vida en contextos sociales de sentido y emoción; c)
actores, capaces de actuar en función de objetivos y metas.
A partir de aquí diferencia tres tipos de desigualdades: a)
vital: que refiere a la desigualdad socialmente construida
entre las oportunidades de vida a disposición de los orga-
nismos humanos; b) existencial: designación desigual de los
atributos que constituyen la persona (autonomía, grados
de libertad, derechos al respeto, etc.); c) de recursos: refiere
a los recursos para actuar. Estos tipos de desigualdad, no
son esferas autónomas sino que interactúan y se entrelazan.
Para Therborn las desigualdades “se producen y sostienen

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La ciudad mercancía • 205

socialmente como resultado de ordenamientos y procesos


sistemáticos, así como la acción distributiva, tanto indivi-
dual como colectiva” (Therborn, 2015: 59). Reconoce cuatro
mecanismos de la desigualdad con dinámicas interactivas:
el distanciamiento; la exclusión; la jerarquización; y la explo-
tación. En esta línea, pensamos que la experiencia urbana
de los y las recuperadores produce desigualdad tanto de
recursos (por poder acceder o no a los residuos), existencial
(en tanto proyectos de vida posibles en el sentido que lo
plantea Gilberto Velho (1994) y en la vital (en tanto afecta la
reproducción de la vida).
En cuanto a los casos analizados, con cartoneros/as
hacemos referencia a las personas que trabajan de manera
individual, generalmente con un carro y sin identifica-
ción. Recorren las calles de la ciudad buscando materiales
que puedan ser reciclados o reutilizados. Las promotoras
ambientales, por su parte, son mujeres que participan en
el “Programa de Promotoras Ambientales”, coordinado por
el Ministerio de Espacio y Ambiente Público (MayEP) y
que poseen trayectoria como cartoneras. Al ser parte del
programa, ellas asumen como su principal tarea la concien-
tización del vecino/a. Esto es, capacitar a los/as vecinos/as
porteños/as sobre la separación doméstica de los residuos
mediante la visita domiciliaria o la organización de charlas
públicas en distintos espacios. La condición excluyente para
su participación en el programa (y así poder constituirse
como promotoras) es poseer una trayectoria cartonera. En su
práctica diaria se actualizan y resignifican sus trayectorias
laborales, encontrando puntos de contacto con la prácti-
ca de los recuperadores urbanos. O tomando distancia de
ésta. Sin embargo, a diferencia de los/as cartoneros/as, las
promotoras cuentan con cierta ajenidad en relación a la
basura y ello, como mostraremos, tiene implicancias en su
experiencia urbana.
En ambos grupos, el caminar aparece como una acti-
vidad central. En los recolectores porque así buscan resi-
duos. Suelen moverse por decenas de cuadras en los barrios

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206 • La ciudad mercancía

de la ciudad que generalmente son los barrios de las cla-


ses más pudientes. Allí encuentran materiales reciclables
en grandes cantidades y que presentan mejores condicio-
nes para la venta.
En el caso de las promotoras, si bien no recuperan
residuos, el caminar por la ciudad continúa siendo central
al momento de realizar su labor ya que les son asignadas
numerosas cuadras que deben recorrer diariamente a fin de
conocer si en cada domicilio se separa o no la basura. Pese
a la centralidad que el caminar tiene en la cotidianeidad
laboral de los recolectores y las promotoras, los desplaza-
mientos y el caminar han sido poco abordados en la lite-
ratura académica. Avanzando en una línea comenzada en
otros trabajos (Perelman, 2018a, 2018b), proponemos una
mirada de la recuperación urbana a partir del caminar.5
Para clarificar más la cuestión, sostenemos que no
se puede reducir el caminar a la realización de una úni-
ca actividad o con un fin último. Aun cuando éste exista,
el caminar genera una serie de interrelaciones en el que
se (re)produce el orden urbano. En este sentido, nuestra
propuesta analítica consiste en tomar el caminar como un
hecho social total6. Caminar junto a ellos/as permite ver la
explotación, así como formas de “ocio”, generación de rela-
ciones de afinidad, de amistad y de apropiación del espacio
(Perelman, 2018b). En ese caminar, en esas interacciones

5 Los argumentos sobre cirujeo-desigualdad y caminar son retomados de


Perelman (2018b).
6 Recuperamos aquí la propuesta de Mariano Perelman (2018b) quien dice
“mi propuesta analítica es tomar el caminar cercano a la idea de hecho social
total (Mauss, 2010) […] El desplazamiento por el territorio tiene implicacio-
nes políticas, culturales y estéticas, a la vez que incide en las significaciones
adscritas al movimiento y en las modulaciones de la corporalidad desde el
mismo movimiento (Aguilar Díaz y Pérez López, 2016). A partir de aquí,
sostengo que analíticamente pensar el caminar más allá de la realización de
una única actividad o con un fin último, lo que suele ser pensado desde los
estudios del marche-loisir o del marche-déplacement (Monnet, 2016) es posible
comprender la centralidad del caminar en la circulación de bienes materia-
les e inmateriales, la construcción de sujetos sociales, la producción de fenó-
menos estéticos y procesos de desigualdad social”.

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La ciudad mercancía • 207

cotidianas, en los diferentes pasos que dan, se producen


múltiples procesos que generan constelaciones (Gordillo,
2014) y formas de habitar desiguales (Perelman, 2018b).
Esta posición permite pensar la movilidad espacial, en
tanto fenómeno socio-espacial (Cosacov, 2017) que se pro-
duce en una articulación compleja, siempre en estructura-
ción, entre individuos, lugares, imaginarios, infraestructu-
ras y redes de relaciones (Agüero y Perelman, 2018).
Un abordaje desde los “excluidos” –o desde los que
no tendrían derecho a hacerlo por ciertas áreas– requiere
algunas precauciones. En principio existen fuertes fronteras
morales que construyen a los/as recuperadores urbanos/as
como personas fuera de lugar (Cosacov y Perelman, 2015).
Existen procesos de expulsión –que van desde el acto físico
de echar a las personas, de detenerlos hasta mecanismos
sutiles como negar residuos, mirar mal) que se producen
cotidianamente a partir de las interacciones que se dan en
el caminar. Comentarios peyorativos sobre la actividad y su
desarrollo, maltratos, indiferencia y desinterés son algunas
de las respuestas que hemos identificado por parte de los/
as vecinos/as hacia los/as recuperadores urbanos/as.
Estas formas de estar e interacciones han ido cam-
biando (Puricelli, 2017). Sintéticamente es posible decir que
hasta la despenalización y posterior reglamentación de la
actividad en el año 2002 quienes cartoneaban eran conside-
rados/as promotores de una actividad ilegal y, en algunos
casos, incluso como delincuentes. Sin embargo, el paso del
tiempo y la posterior legalización de la actividad fue gene-
rando nuevas interacciones aun cuando la persecución con-
tinuó siendo una posibilidad concreta (Perelman, 2018a).
En este trabajo nos interesa reconstruir algunos de los
múltiples procesos que ocurren en esa geografía urbana.
Nuestra visión busca comprender las vivencias particulares,
las experiencias históricas de las personas de carne y hueso
que cuando caminan construyen esa geografía y se cons-
truyen como personas.

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208 • La ciudad mercancía

Presentar los dos casos de forma conjunta nos permite


complejizar tanto la actividad en sí como la presencia y
construcción de la otredad en la ciudad. En el caminar por
la ciudad, los/as cartoneros/as no sólo traen su pobreza a
cuestas sino que la constituyen espacialmente en las múl-
tiples relaciones con actores y con el espacio (Perelman,
2018b). El caminar no se emplaza como fenómeno abstrac-
to: los cartoneros circulan por los barrios céntricos de la
ciudad que ha sido imaginada como homogénea y blanca
(Lacarrieu, 2005). En otras palabras, se trata de la existencia
de un “discurso civilizatorio, moralizador, higienista, supe-
rador, europeizante [propio de principios del siglo XX y
que] tendió a construir una ciudad de élite que se mantiene
en el imaginario social–aunque resignificado– hasta nues-
tros días” (Boy y Perelman, 2010: 400).
En definitiva, la práctica del caminar debe entenderse
de manera relacional. En su transcurrir se generan disputas
entre distintos grupos sociales y personas. Por más bana-
les que parezcan las interacciones urbanas nos refieren a
la construcción de un orden urbano que posee un orden
moral específico y que se encuentra delimitado no sólo
por vallas, barreras y muros, sino por fronteras simbólicas
entre nosotros-ellos. Ello genera, como mostraremos, for-
mas diferenciales de apropiarse del espacio, haciendo que
algunas personas tengan más derecho a circular libremen-
te que otras.
En este trabajo comenzaremos refiriéndonos breve-
mente a la aparición masiva de cartoneros/as en la ciudad.
Luego nos focalizaremos en las relaciones que se producen
al caminar por la ciudad basándonos en nuestras produc-
ciones etnográficas. Finalmente, más adelante nos centra-
remos en su relación con la producción de la desigualdad
social.

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La ciudad mercancía • 209

Caminar como forma de construir territorio7

La Ciudad de Buenos Aires (CABA) ha sido construida


como una ciudad de élite. Ello quizás merezca algunas
aclaraciones. En principio, la Ciudad de Buenos Aires for-
ma parte del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)
compuesta por CABA y veinticuatro partidos. Tiene una
población de alrededor de tres millones de habitantes y el
resto de los partidos lindantes alrededor de once millo-
nes. Referir a los límites administrativos entre la Ciudad de
Buenos Aires y el conurbano es importante ya que existen
diferentes legislaciones y formas de intervención estatal.
Sin embargo, no se trata únicamente de límites adminis-
trativos ya que sobre éstos se tejen diferentes apreciaciones
simbólicas que se hacen carne en la interacción entre los/as
recuperadores urbanos/as –quienes provienen mayormen-
te del conurbano– y los vecinos de la Ciudad de Buenos
Aires. Se construye imaginariamente, a ojos de parte de la
sociedad, a quienes provienen del conurbano bonaerense
como “la cristalización de todos los males del país, de la
descomposición, de las grandes desigualdades y de los mie-
dos sociales” (Kessler, Svampa y González Bombal, 2010:
16). Incluso, al indagar un poco más en la construcción de
fronteras simbólicas encontramos que también dentro de la
ciudad misma existen diferencias entre “el norte” rico y “el
sur” pobre de la ciudad.
Sin embargo, esta visión es incompleta. Es cierto que
hay una construcción imaginaria entre la “ciudad” y el con-
urbano, pero esa construcción no agota ni explica las viven-
cias de las personas de carne y hueso que generan diferentes
formas de delimitación socio-espacial con los “otros”. En
otras palabras, a la vez que asistimos a la construcción de
este tipo de fronteras de orden administrativo encontra-
mos un distanciamiento simbólico y moral que define y

7 Parte de esta sección es recuperada de Perelman (2010; 2018b).

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210 • La ciudad mercancía

diferencia un nosotros de un ellos. En este sentido, si bien


gran parte de los/as recuperadores urbanos/as y de las pro-
motoras ambientales con quienes hemos realizado nuestro
trabajo de campo provienen de sectores alejados del centro
de la Ciudad (frecuentemente del segundo o tercer cordón
del conurbano bonaerense) también nos encontramos con
recuperadores que viven en zonas “céntricas” de la ciu-
dad. También en este caso es posible encontrar procesos de
estigmatización relacionados principalmente a la labor que
realizan la cual ha estado históricamente vinculada a secto-
res marginalizados en términos económicos y sociales.
Retomando lo dicho más arriba, tanto los/as cartone-
ros/as como las promotoras se trasladan cotidianamente
desde el conurbano hasta los límites administrativos de la
ciudad. El cruce de estas fronteras simbólicas entre regio-
nes tiene implicancias ya que extranjeriza a ciertos grupos
de personas tanto de un lado como del otro. Cruzar una
frontera implica estar en un espacio moral diferente. Los/
as cartoneros/as son personas pobres que llegan desde el
conurbano al norte “rico” en busca de materiales reutiliza-
bles. Siguiendo una geografía moral de la Ciudad de Buenos
Aires parecen estar fuera de lugar. Es por ello que tienen
que generar una serie de prácticas a fin de establecer víncu-
los permanentes con los vecinos y las vecinas. Si, como ha
sido desarrollado, existe cierta capacidad de los transeún-
tes de caminar y de ser anónimos en el espacio público
(Delgado, 1999a; Monnet, 2012), para los/as cartoneros/as
ello ha sido imposible (Perelman, 2010). El anonimato es un
privilegio de clase y la corporalidad de los/as cartoneros/
as es un territorio marcado por su pobreza. En el caso de
los/as cartoneros/as este aspecto es más evidente en tan-
to se movilizan junto a un carro de grandes dimensiones
en el que depositan los materiales recolectados. Tomar los
residuos de la calle, inspeccionar las bolsas de la vereda o
incursionar en los grandes recipientes de basura son prác-
ticas que le otorgan mayor visibilidad.

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La ciudad mercancía • 211

Por su parte, las promotoras no recuperan residuos y por


lo tanto no realizan ciertas prácticas (aunque en algunos
casos es posible que tomen algún desecho o manipulen la
basura). Su visibilidad pasa por otro lado: para transitar
por la ciudad es condición excluyente la portación de un
uniforme (que en este caso en particular reza “Promotoras
Ambientales” junto al nombre de la cooperativa de recu-
peradores de la que provienen) y credencial, lo cual es lle-
vado por todos/as los/as recuperadores cooperativizados/
as. Esta vestimenta presenta puntos de contacto con lo que
hemos llamado “uniforme de pobreza” ya que, las visibiliza,
les otorga la marca de quien no es residente. Al portar dicho
uniforme son resaltadas, diferenciadas del resto de los/as
transeúntes y, por lo tanto, se posibilita –y condiciona–
su interpelación directa. Sin embargo, el entrecruzamiento
de lógicas que supone el programa, es decir su carácter de
trabajadoras del Estado y su trayectoria como recupera-
doras, despierta en los/as vecinos/as reacciones diversas y
divergentes. No siempre es clara su identificación con el
cartoneo y aun así la experiencia urbana es interpretada,
por parte de las promotoras, como una experiencia signada
por la exclusión y el maltrato y como consecuencia directa
de su vinculación con el mundo cartonero.
La generación de recorridos, la frecuencia con la que
visitan ciertos domicilios, es uno de los principales modos
en que los/as cartoneros/as logran apropiarse del espacio.
Ellos/as generan recorridos más o menos fijos en función
de las relaciones de afinidad que van creando con vecinos/
as que les guardan los residuos. La visión de Julio, un reco-
lector de unos setenta años da cuenta de su visión sobre la
generación de relaciones:

[…] entonces, los 10 vecinos que hay en esta cuadra, te cono-


cen y los diez vecinos que hay… son veinte vecinos por cua-
dra que te conocen, de las cruzadas, y de las largas te conocen,
cada cuadra veinte vecinos. Te conoce toda la gente.
Pregunta: ¿Y por qué es importante que lo conozcan?

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212 • La ciudad mercancía

J: [Para que] sepan que andás correctamente, que no sos


chorro8, que no sos borracho, que no sos drogadicto, que no
sos violador, todas esas condiciones tenés que tener sino no
podés caminar la calle. Entonces, llega un momento que la
gente, sabe que vos sos un tipo que salís a rebuscarte el man-
go9 y que no robás, y que hacés todo lo que hacés. Entonces, la
gente se pone a juntarte botellas, vidrio, diario, revistas, tra-
po, lana, colchón […] ante la corrección que tenés que andar
en la calle, tenés que andar limpio, afeitado, no digo ropa de
lujo. (Entrevista, abril de 2004)

Los recorridos formados sobre las basuras son mucho


más que rutas caminadas. Porque, como dice Julio, las
interacciones van configurando modos de comportarse.
En tanto operaciones concretas, estos comportamientos les
permiten a los actores formas de comprender y leer el mun-
do social. Los conocimientos personales necesarios para
lograr residuos de forma regular fueron haciendo que se
generen modos de ser y de estar que, a la inversa de lo
buscado, fueron generando cartoneros/as que a los ojos de
los vecinos eran buenos en su trabajo (Perelman, 2011b).
Julio camina por las calles de la ciudad buscando gene-
rar confianza. Ello lo hace a partir de intentar entablar
modos de caminar, charlar, llevar el carro de una forma que
cree acorde a aquellos lugares por los que recolecta. Así,
intenta no obstaculizar el tránsito de autos o de personas.
Como dijo una vez: “yo sé que a los vecinos les molesta
que andemos con los carros. ¿Pero cómo voy a recolectar
sin carro? Pero los entiendo. Yo intento dejar pasar a los
autos, dejar el carro en lugares donde no moleste” (Nota de
campo, julio de 2007).
Tal como hemos dicho más arriba, en el caso de las pro-
motoras ambientales los recorridos no dependen de sus pro-
pias decisiones, sino que son definidas por los/as agentes
estatales que coordinan el programa laboral. Sin embargo,

8 N. de los E.: chorro significa “ladrón” en el argot rioplatense.


9 N. de los E.: mango significa “dinero” en el argot rioplatense.

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La ciudad mercancía • 213

también para ellas se torna significativo poder establecer


vínculos cordiales y de afinidad con los/as vecinos/as ya
que entienden su trabajo como una manera de visibilizar
la trayectoria de la cooperativa de la que provienen. En
ese sentido, remarcan la necesidad de comportarse “bien”,
lo que implicaría escuchar a los/as vecinos/as, conversar
con ellos/as, escuchar sus opiniones y/o quejas a fin de
que la sociedad apoye el trabajo que realiza la cooperativa
en particular y los recuperadores urbanos en general. Sin
embargo, esto presenta ciertas dificultades ya que, según la
referente de la cooperativa, se trata de combatir una

[…] mirada estigmatizante que existió y que, si bien hoy en


día es menor, todavía existe. Y lo que nosotros planteamos
es la evolución del movimiento cartonero. […] No vamos a
dejar de tocarle el timbre a ese vecino. De hecho, es algo que
yo trato de trabajar mucho con las promotoras… Es re difícil
cuando un vecino te cierra la puerta, te bardea [insulta], te
dice que no servís y después tenés que ir a tocarle el timbre
de nuevo. Pero bueno, es algo que laburamos todo el tiem-
po con las chicas, que tiene que ver con la superación, con
hacerse cargo de esa superación, que no es fácil. Porque es re
fácil decirlo: bueno, ya estoy superada. Pero bueno, hay que
demostrar que estamos superadas y hay que volver a tocarle
el timbre a ese vecino y cumplir con nuestro trabajo. (Notas
de campo, octubre de 2015)

Este fragmento resalta las tensiones que encuentran las


promotoras al momento de desarrollar su trabajo, que con-
siste específicamente en la circulación por el espacio urbano
y en el contacto permanente con los vecinos de la ciudad.
En el transcurso de su andar, las promotoras se encuen-
tran con sentidos y significados que superan la interacción
particular establecida con cada vecino/a y que hace refe-
rencia a su trayectoria como cartoneras. Son numerosas
las anécdotas, narradas por las promotoras, en las que son
interpeladas por la “suciedad” que los cartoneros/as dejan
sobre la vereda. Peleas, insultos y rechazos son vivencias

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214 • La ciudad mercancía

que aparecen al finalizar cada jornada. Frente a estas valo-


raciones, las promotoras encuentran necesario reflexionar
y revisitar sus prácticas diarias y sus maneras de presentar-
se ante los vecinos en el espacio urbano. Sin embargo, su
uniforme laboral y su implícita referencia al Gobierno de la
Ciudad, tampoco pasa inadvertida al momento de dialogar
con los vecinos. Un fragmento de una salida a campo puede
resultar ejemplificadora:

Caminábamos con Julia10 por la calle y venía caminando una


pareja, un varón y una mujer. Al pasar a nuestro lado, el
muchacho dijo “Aguante Cristina [Kirchner]”. Julia me dijo
que fue dirigido a ella y que seguramente se lo dijo porque
lleva el slogan del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en
el chaleco.11 Seguimos caminando y cuando nos estábamos
acercando a una puerta donde había un señor nos dimos
cuenta que al acercarnos ya no estaba más. Julia se detuvo
frente de la puerta, miró el lugar y me dijo “vamos, una ya
conoce a los vecinos. Vamos porque se escondió” […] En
general, noto una queja por parte de los vecinos que es com-
partida. Dicen “el cartonero rompe la bolsa” reiteradas veces.
Se lo hago notar a Julia y ella replica “Sí, pero no se dan cuenta
que es culpa de ellos” yo le pregunto: “¿por no hacer una bue-
na separación?” y ella me contesta que sí. Ese día había mucho
viento y apunté que un señor le ayudaba a Julia a sostener
las planillas. Julia hizo un comentario sobre el viento, dijo:
“al pedo me planché el pelo”. Seguimos caminando, hablando
con los vecinos y al rato volvió a pasar al lado nuestro la pare-
ja que había hecho un comentario sobre Cristina Kirchner. Se
lo dije a Julia, quien me contestó: “sí, igual yo lo tapé” y me
mostró que colocaba su credencial de tal manera que tapaba
el slogan de “Ciudad Verde” sostenido por el Gobierno de la
Ciudad. (Notas de campo, junio de 2016)

10 Los nombres son ficticios, a fin de preservar la identidad de las entrevista-


das.
11 Hasta 2015 Cristina Fernández de Kirchner fue presidenta de la Nación. El
jefe de Gobierno era Mauricio Macri, opositor al gobierno nacional, que en
las elecciones de ese año fue electo presidente. Como jefe de Gobierno de la
Ciudad fue electo Horacio Rodríguez Larreta del partido político Propuesta
Republicana (PRO), el mismo partido de Macri.

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La ciudad mercancía • 215

En este extracto se visibiliza que la circulación por


la Ciudad de Buenos Aires, portando un slogan que refie-
re directamente al Gobierno de la Ciudad, también puede
generar tensiones al momento de dialogar con los vecinos.
El vínculo que se establece entre las promotoras y los/as
vecinos/as puede ser un vínculo hostil o de reclamo que las
coloca como referentes del Gobierno mientras que la mayor
parte de las veces se inscribe a las promotoras dentro de
una esfera más amplia, la de los/as recuperadores urbanos/
as en general, lo que, como hemos dicho más arriba, des-
pierta quejas sobre el comportamiento de éstos vinculados
al cuidado y a la limpieza de las veredas. Sin embargo, tal
como puede verse en el fragmento, la respuesta de los/
as vecinos/as no es homogénea: algunos intercambios pre-
sentan tensiones y producen incomodidades mientras que
otros establecen relaciones de colaboración y solidaridad,
como el vecino que buscó ayudar a Julia a llevar adelante
su trabajo. En suma, en todos estos casos la presencia de las
promotoras ambientales no pasa desapercibida aun cuando
no sean identificadas en un primer momento como carto-
neras (Puricelli, 2017).
Encontramos en nuestros trabajos de campo corpo-
ralidades multiespaciales en tanto cuerpos que han sido
construidos como extranjeros en función de una relación
de espacios/territorios y de pertenencia que se superponen
al caminar. Son cuerpos extraños a partir de la mirada y
la comparación con otros cuerpos (Marcús, 2007). En todo
caso, aquellos cuerpos europeizados, que residen en el ima-
ginario de la ciudad blanca (Lacarrieu, 2005). Son personas
en las que la pobreza y la extranjeridad (Álvarez Leguiza-
món, 2017) se corporiza.
En sus estudios sobre la interacción entre personas
en las calles, Erving Goffman (1979) destaca que no todos
los contextos son iguales. Más bien, se trata de normas
que pueden ser pensadas como situacionales, en función
de los contextos y de los encuentros establecidos. De esta
manera, y según los cánones de los/as habitantes porteños/

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216 • La ciudad mercancía

as, los/as cartoneros/as son vistos como quienes “rompen”,


“ensucian” e “invaden” el espacio público de la ciudad, espa-
cio que pretendidamente les pertenece a partir de su con-
dición de residentes y ante el cual los cartoneros/as son
vistos como extranjeros. Códigos morales que modelan un
“buen” comportamiento. Marco de referencia a partir del
cual se les exige ciertos comportamientos a los recuperado-
res urbanos. Las pruebas de confianza en el espacio públi-
co (Goffman, 1979) son constitutivas de las interacciones.
Existen ciertas personas que gozan de la posibilidad de la
cortés desatención –al decir de Delgado (1999a)–. Ello no
ocurre con los cartoneros/as.
Más bien todo lo contrario, se encuentran en las calles
con un uniforme de pobreza que los hace tan reconocibles
como a policías o bomberos (Perelman, 2010). Y que trae
consigo todo un estigma que hace visible la pobreza más
estigmatizada12.
Pedro, de 45 años, relata sus sensaciones:

no es fácil caminar por la calle ¿Sabés lo que siento? Un


cuchillo en mi espalda, todo el tiempo. La gente te mira con
desprecio, se corre, te esquiva, cruza la calle y cuando le
querés hablar se apura. Me siento un criminal y estoy labu-
rando13. Me gano el pan haciendo algo digno, llevo la comida
a mi familia. (Notas campo, julio de 2004)

Ahora bien, Felipe –de 57 años–, va más allá, dando


cuenta de su percepción con respecto a las actitudes de los
porteños a partir de una serie de encuentros. Ante nues-
tra pregunta si pensaba que estaba mal visto ser cartonero,
contestó:

En el caso particular mío, desde mi punto de vista, ahora


lo miro como que es algo aceptable, desde el punto de vista
de mucha gente creo que no, que no los aceptan, que no

12 Parte de este argumento es retomado de Perelman (2010).


13 N. de los E.: laburar significa “trabajar” en el argot rioplatense.

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La ciudad mercancía • 217

nos aceptan mejor dicho porque yo en una oportunidad fui


a hacerle una pregunta a uno que estaba bajando cosas del
auto y prácticamente me cerró la puerta en la cara. Entró,
porque era un edificio con seguridad, entró y cerró el portón,
me contestó así muy de mal manera, de muy pocas ganas […]
pensará que yo iba a robarle. (Entrevista, junio de 2003)

En estos relatos, más que “la cortés desatención” lo que


surge es el reconocimiento del otro como peligroso. La jus-
tificación que Felipe encuentra no es que el otro lo ignora,
sino que lo reconoce y lo percibe como un “ladrón”.
Dijimos que los cartoneros/as no pueden esconder su
pobreza. A diferencia de los sectores medios empobrecidos
que han buscado mantener su status social invisibilizan-
do su “caída” al mantenerla dentro del ámbito privado, y a
partir de las características del cirujeo, para los “nuevos”
cartoneros/as la pobreza y sus marcas estigmatizantes se
transforman en algo público (Perelman, 2010).
El espacio urbano es una dimensión central de estos
procesos. La desigualdad espacial –en tanto una de las
dimensiones específicas que componen las diferentes for-
mas de desigualdad– tiene una temporalidad propia gene-
rada a partir del espacio construido, la apropiación his-
tórica de los grupos sociales sobre éste y las moralidades
dominantes dentro de cada espacio. El espacio físico y los
procesos sociales espacializados producen y reproducen
formas de desigualdad social que se encarnan en modelos
hegemónicos sobre el orden urbano, reglando las múltiples
formas de apropiación del espacio en las interacciones que
se producen al caminar. La construcción del territorio a
partir de unir puntos al caminar y, sobre todo, de lo que
ocurre al unir esos puntos es central en la construcción de
sujetos sociales dentro de un orden urbano. Más allá de la
obvia producción de desigualdad de ingreso, el caminar por
las calles de la ciudad va construyendo a los cartoneros/as
–en términos generales– como sujetos con menos derecho,
sujetos cuya corporalidad y maneras de llevar adelante su

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218 • La ciudad mercancía

trabajo son cuestionables a ojos de los residentes de la ciu-


dad. Así, la dificultad de caminar por la calle relatada por
Pedro da cuenta de esa imposibilidad (que puede ser imagi-
naria pero que tiene efectos reales y concretos) en la posibi-
lidad de desarrollar proyectos de vida (Perelman, 2018b).
En el caso de las promotoras si bien ya no recuperan
residuos también en su cuerpo es depositada esa imposi-
bilidad. Sin embargo, colectivamente se diseñan una serie
de prácticas compensatorias como por ejemplo la prohi-
bición de usar el teléfono celular en horarios de trabajo
o mascar chicle cuando se le habla a los/as vecinos/as. Se
recomienda la escucha atenta y se destacan atributos como
la empatía y la simpatía frente a ellos/as en función de
desenvolverse de un modo que sea acorde a esta moralidad
hegemónica la cual se percibe a partir de las interacciones
en el caminar y se apoya en la propia memoria de quienes
realizan este trabajo.
Analíticamente, entonces, prestar atención al continuum
de procesos que se producen al y en el caminar permiten
comprender la construcción de una experiencia histórica
concreta que es sólo entendible a partir de los múltiples
procesos que se dan al caminar por la ciudad y en las inter-
acciones que allí se entablan.
Caminar por la ciudad no es entonces un hecho banal.
Incluso cuando se presenta como tal. Para los distintos suje-
tos que participan de la recuperación urbana el caminar da
cuenta de la apropiación de un orden social y urbano que
antecede a quienes por allí circulan. El caminar por la ciu-
dad produce experiencias de lugar enmarcadas en experien-
cias históricas concretas que se materializan en memorias,
sujetos, cuerpos y espacios.

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La ciudad mercancía • 219

A modo de cierre. Corporalidades y caminar


en el pasado, en el presente y en el futuro

Si hay algo que caracteriza a la recuperación urbana de


residuos en la Ciudad de Buenos Aires es la continua cir-
culación por el espacio público. Es evidente que para obte-
ner residuos los cartoneros/as tienen que buscarlos reco-
rriendo las calles de la ciudad mientras que las promotoras
ambientales deben hacerlo en función de contactarse con
los vecinos y las vecinas. No tan evidente es el proceso de
construcción y producción de desigualdades que ocurren
en ese caminar.
El cuerpo de los cartoneros/as es parte de una expe-
riencia histórica. Así también es el territorio que tiene una
historia. Sobre ella caminan los recolectores y las promoto-
ras. Su caminar se da en un presente cotidiano donde ese
pasado surge todo el tiempo y se transforma.
Analizar ese caminar cotidiano de las personas que
buscan en los residuos materiales y, con algunas diferencias,
de las promotoras permite comprender la constitución de la
desigualdad en sus múltiples formas (vital, existencial y de
recursos). Caminan en función de acceder a los recursos que
garantizan su reproducción social, pero al mismo tiempo
se ponen en juego las formas de vida. La extranjería en un
espacio determinado da cuenta de la construcción de una
forma de vida negada en términos materiales pero también
sociales, culturales, simbólicos y de modos de vida.
Reconocer, entonces, el caminar como un hecho social
total nos permite ver estas dinámicas concretas y cotidianas
de la producción de un orden urbano desigual.

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220 • La ciudad mercancía

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III Jornadas Internacionales
de Antropología del Conflicto Urbano

(Buenos Aires, 13, 14 y 15 de diciembre


de 2017)

Comité organizador

Responsables
Giuseppe Aricó (OACU)
José A. Mansilla (OACU/Ostelea/UdL)
Juliana Marcús (IIGG-UBA/CONICET/OACU)
Marco Luca Stanchieri (OACU)
Sergi Yanes (OACU/Turismografías)

Equipo
Joaquín Benitez (IIGG-UBA/UNGS/CONICET)
Martina Berardo (IIGG-UBA/CONICET)
Martín Boy (IIGG-UBA/UNPAZ/CONICET)
Khalil Esteban (IIGG-UBA)
Magdalena Felice (IIGG-UBA)
Agustina Márquez (IIGG-UBA/CONICET)
María Agustina Peralta (IIGG-UBA)
Diego Vazquez (IIGG-UBA/CONICET)

Comité científico internacional

Eduardo Álvarez Pedrosian (Labtee/ACTCom/FIC-Udelar)


Felipe Berocan (LeMetro/IFCS-UFRJ)

teseopress.com 223
224 • La ciudad mercancía

Caterina Borelli (OACU)


Rodrigo Caimanque (DPU-UCL)
Ernest Cañada (CETT-UB)
María Carman (IIGG-UBA/CONICET)
Jorge Carpio (CIPSU-UNTREF)
Ana María Carrillo (UArtes)
Adrián Cordero (UAM)
Natalia Cosacov (IIGG-UBA/CONICET)
María Cristina Cravino (UNGS/CONICET)
Luis del Romero (UV)
Víctor Delgadillo (UACM)
Manuel Delgado (UB)
Mercedes Di Virgilio (IIGG-UBA/CONICET)
Ibán Díaz Parra (US)
Horacio Espinosa (OACU)
Rodrigo Ganter (UDEC)
Jordi Gascón (UdL)
Letícia Giannella (ENCE-IBGE)
Samuel Jaramillo (ULA)
Mónica Lacarrieu (ICA-UBA/CONICET)
Cecilia Laskowski (LIGHaM-UNT)
Felipe Link (IEUT-PUC)
Leticia Luna (LeMetro/IFCS-UFRJ)
Martin Lundsteen (UAB-OACU)
Maíra Machado Martins (LeMetro/IFCS-UFRJ)
Muna Makhlouf De la Garza (CEIICH-UNAM/OACU)
Daniel Malet (CIES-ISCTE-IUL)
José María Manjavacas (UCO)
Mario Margulis (IIGG-UBA)
Miguel Ángel Martínez (IHUR-UU)
María Luisa Méndez (UDP/COES)
Carolina Mera (IIGG-UBA/CONICET)
Marc Morell (UIB/OACU)
Gabriela Navas (GRECS-UB/OACU)
Jofre Padullés (GRECS-UB/OACU)
Saida Palou (UdG)
Mariano Perelman (IIGG-UBA/CONICET)

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La ciudad mercancía • 225

Pedro Pírez (IEALC-UBA/CONICET)


Stefano Portelli (ULE/ICA/OACU)
Paulo Raposo (CIES-ISCTE-IUL)
María Carla Rodríguez (IIGG-UBA/CONICET)
Juan Rodríguez Medela (GEA La Corrala)
Sonnia Romero Gorski (FHUCE-Udelar)
Oscar Salguero (GEA La Corrala/ARESIMA-IMA)
Ramiro Segura (IDAES-UNSAM/CONICET)
Jorge Sequera (CICS-NOVA-UNL)
Nilton Silva dos Santos (UFF-GAP-PPGA)
Aritz Tutor (UAB)
Neiva Vieira da Cunha (LeMetro-IFCS-UFRJ/CEMS-
EHESS)
Matías Zarlenga (UNTREF/CONICET)

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