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ESPACIO BUCALES
1. Region vestibular
2. Region palatina
3. Region sub lingual
ESPACIO CERVICOFACIALES SUPERFICIALES.
1. Región mentoniana
2. Región geniana
3. Espacio canino
4. Región temporal superficial
ESPACIO CERVICOFACIALES PROFUNDOS.
1. Espacio pterigomandibular.
2. Espacio submanxilar o mandibular.
3. Espacio temporal profundo
4. Region cigomatica
5. Region parotidea
6. Espacio maseterino
7. Espacio faringeo
8. espacio laterofaríngeo
9. espacio retrofaríngeo
10. Espacio prevertebral.
ESPACIO BUCALES
REGION VESTIBULO BUCAL.
Son aquellos que aparecen en el espacio vestibular, es decir en el espacio virtual entre el
periostio del hueso alveolar y la musculatura de la mímica facial, abombando la mucosa a nivel
del vestíbulo de la boca.
Se produce en relación con aquellos dientes que poseen alguna raíz orientada hacia vestibular,
cuando la inserción de los músculos de la mímica se encuentra por encima de las raíces de os
dientes superiores o debajo de los inferiores.
Cuando se detecta un absceso vestibular el diente implicado suele ser aquel o aquellos
próximos al abceso. En principio, prácticamente cualquier pieza puede dar lugar a un absceso
vestibular.
Aunque el diagnóstico diferencial es fácil, siempre debe efectuarse un examen radiológico que
nos ayudará a confirmar el diagnóstico; gracias a él descartaremos dos situaciones importantes:
que este absceso vestibular sea la manifestación de la infección de un quiste de los maxilares y
que exista una diseminación hacia la medula ósea en forma de osteomielitis.
REGION PALATINA
Su afectación es siempre primaria a partir de alguna raíz palatina o del incisivo lateral superior.
Los flemones o abscesos palatinos se presentan como una tumefacción redondeada y sésil que
asienta en un hemipaladar -siempre respetan la línea media- altamente dolorosa si afecta la
premaxila, son de consistencia variable, y cuando están a tensión, simulan una cierta dureza; si
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la infección proviene de las raíces apicales de los molares, puede quedar afectado el velo del
paladar.
El diagnóstico diferencial debe hacerse con patología quística, odontogénica o no, tumoral
benigna (sialomas como el adenoma pleomorfo) o maligna (también sialomas, en este caso el
carcinoma adenoide quístico, así como carcinomas de células escamosas generados en la
propia mucosa palatina o en la del seno maxilar).
La radiología simple en el caso de los quistes y las pruebas más sofisticadas, tomografía
computadorizada (TC), resonancia magnética (RM), ofrecen un rápido, incruento y fácil
diagnóstico de estas lesiones que no respetan, en su crecimiento, la línea media.
ESPACIO SUBLINGUAL
El espacio sublingual queda limitado por el musculo milohioideo, que le hace de suelo, la cara
interna de la mandibula anterior y lateralmente, la musculatura de la lengua medialmente, el
hueso hioides posteriormente y la mucosa del suelo de la boca superiormente.
Los dientes que pueden dar lugar a una infección en este espacio son fundamentalmente los
molares inferiores (sobre todo primero y segundo) y más raramente los premolares, caninos e
incisivos, cuando los ápices del diente responsable están situados por encima de la inserción
del milohioideo, drenando la infección por encima de este músculo.
Clínicamente la infección en este espacio produce tumefacción del suelo de la boca, con mayor
o menor grado de anquiloglosia, siendo frecuentemente bilateral, debido a los tejidos laxos que
separan a nivel de la línea media ambos espacios sublinguales, lo que permite que la infección
se extienda de uno de los espacios al contralateral.
También, si tenemos la suerte de efectuar el examen clínico en una fase inicial, veremos que la
tumefacción queda adosada a la cortical interna mandibular; en cambio, si la causa es
glandular, la tumefacción se apreciará de entrada más medial.
ESPACIO MENTONIANO
Se encuentra limitado por el músculo borla de la barba y el mentón superiormente, los vientres
anteriores de los músculos digastricos lateralmente y la piel, tejido celular subcutáneo y fascies
cervicales inferiormente. Este espacio raramente se afecta de forma aislada por una infección, y
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los dientes que puede desencadenar un proceso infeccioso en él son de forma exclusiva, los
incisivos inferiores.
El espacio bucal o yugal se extiende desde el ángulo de la boca hasta el borde anterior del
músculo masetero, quedando limitado en profundidad por el músculo buccinador y por la piel y
el tejido celular subcutaneo de la mejilla en superficie.
Las piezas dentarias que pueden dar lugar a un absceso en esta localización son
preferentemente los MOLARES, tanto superiores como inferiores (y de estos
fundamentalmente los dos primeros).
Cuando las raíces se dispone por encima de la inserción del buccinador en piezas superiores o
por debajo en inferiores, la infección pasa al espacio yugal y ocasiona un absceso a este nivel.
Clínicamente la afectación de este espacio determina una gran inflamación que afecta toda la
mejilla, dándole al paciente un aspecto de “trompetista” o “soplador de vidrio”.
ESPACIO CANINO
Este espacio se encuentra situado entre la superficie anterior del hueso maxilar y los músculos
elevadores del labio superior, músculo propio del labio superior y del ala de la nariz (llamado
también musculo del canino).
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El que se produzca un absceso vestibular o en el espacio canino depende de la disposición de la
raíz del canino respecto al músculo canino.
Cuando el musculo se inserta en una posición alta respecto a la raíz del diente, la infección
suele atravesar el hueso alveolar en un punto inferior a la inserción muscular, dirigiéndose al
vestibulo bucal y produciendo un absceso vestibular; cuando se inserta por debajo del ápice de
la raíz del canino, la infección produce un absceso canino.
Clínicamente la inflamación se produce a lo largo del surco nasogeniano, borrando este y
ascendiendo en los casos más severos hacia el canto interno del ojo.
Debido al recorrido anatómico de la vena angular, una infección en este espacio puede
ocasionar una tromboflebitis séptica de dicha vena y progresión a través de las venas oftálmicas
hasta el seno cavernoso.
Su afectación siempre es secundaria; el origen primario suele estar en la zona del tercer molar
inferior, aunque también, en menos ocasiones, puede estar en el tercer molar superior.
El diagnóstico diferencial debe hacerse con secuelas postraumáticas de la zona, así como con
patología musculotendinosa englobando una serie de entidades de pronóstico dispar que van
desde banales miositis hasta verdaderas neoplasias, como los sarcomas, pasando por lesiones
benignas pero agresivas, como los tumores desmoides.
Clínicamente no hay signo externo de inflamación, pero el paciente presenta intenso trismus,
dificultad para deglutir y el paladar blando y el pilar amigdalino anterior están inflamados y
causan un desplazamiento de la úvula hacia el lado contralateral al de la infección.
La clínica es muy semejante a la del absceso periamigdalino, de origen habitual en una
amigdalitis, y en el que no hay historia previa de compromiso dentario.
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Conocido también como flemón de Escat, se caracteriza porque no llega a evidenciarse ninguna
tumefacción externa o como máximo un ligero abultamiento en la región preamigdalar.
El signo más característico es el trismo intenso, que se acompaña con sensación de odinofagia.
El diagnóstico diferencial que debe hacerse es con la patología amigdalar, en concreto con un
absceso amigdalino, pero también cabe la posibilidad que la infección en esta zona se haya
producido en el transcurso de una anestesia troncular del nervio dentario inferior al inocular
gérmenes con la aguja contaminada.
Los dientes que de forma práctica exclusiva pueden causar una infección en este espacio son
los molares inferiores, fundamentalmente segundo y terceros molares inferiores, y mucho más
raramente el primero.
La infección en este espacio se produce cuando las raíces afectadas se disponen en la cara
medial de la mandíbula.
Asimismo, se observa una ocupación más o menos discreta del suelo de la boca que presenta
las mismas características, al igual de lo que sucedía en la afectación del espacio sublingual, de
vecindad íntima con la cara interna de la mandíbula.
Funcionalmente, en las formas puras no hay trismo, que sí aparece cuando la infección se
propaga hacia el espacio pterigomandibular.
Clínicamente la sintomatología es similar pero hay menos tumefacción que en el caso del
espacio temporal superficial, y el diagnóstico es más difícil, puesto que el propio músculo
dificulta la palpación.
Donado cita que cuando coexiste la inflamación de los espacios temporales con la del espacio
geniano la tumefacción adopta el aspecto de reloj de arena o gemelos de camisa debido a la
presencia del arco cigomático.
ESPACIO CIGOMATICO
Clínicamente el absceso del espacio cigomático se traduce por una tumefacción externa, poco
importante, sobre la región de la escotadura sigmoidea, mientras que intrabucalmente se
aprecia la ocupación del fondo del vestíbulo a nivel de la tuberosidad del maxilar superior;
funcionalmente se observa cierto grado de trismo.
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ESPACIO PAROTIDEO
Es muy difícil que una infección odontogénica se propague hacia el espacio parotídeo; su
afectación se produce por vía hematógena o por vía ascendente, aprovechando el conducto de
Stensen. Si la causa es odontogénica, es siempre secundaria, previo paso por los espacios con
los que comunica: maseterino profundo, pterigomandibular y faríngeo lateral. La patología de
origen radicará en los terceros molares, tanto superiores como inferiores.
Clínicamente la tumefacción se sitúa en las regiones preauricular, sin sobrepasar por delante el
borde anterior de la rama ascendente mandibular y por arriba el arco cigomático, y
subauricular, razón por la que se observa el lóbulo de la oreja levantado. El dolor se refiere al
oído y se acentúa al comer. Funcionalmente no hay trismo, pero la tumefacción suele ser la
causa de que los movimientos masticatorios estén dificultados.
El diagnóstico diferencial es sin duda muy complejo, ya que deben descartarse un gran número
de entidades. Hay que descartar de entrada la patología propia de la glándula parótida y, de
forma algo similar al caso de la afectación del espacio submaxilar, la de los ganglios intra y
extraparotídeos.
En segundo lugar las celulitis de los espacios geniano - cuya situación topográfica es más
adelantada, y que cursa además con edema palpebral-, y maseterino; en éste hay trismo.
Tampoco hay que olvidar la patología de la articulación temporomandibular y la de la esfera
otorrinolaringológica, tanto del oído como faringoamigdalar; finalmente hay que tener
presente las tumoraciones laterocervicales altas, sean congénitas o no.
ESPACIO MASETERINO
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Clínicamente se aprecia una tumefacción externa en la rama ascendente mandibular, de
consistencia dura, pero sin afectación de la piel, ya que la infección queda separada de ella por
el propio músculo masetero.
La inflamación no sobrepasa el borde anterior del musculo masetero, lo que la diferencia de la
infección del espacio yugal.
Por otra parte, en la visión frontal del paciente, la oreja parece quedar “escondida”, lo que la
diferencia de la inflamación del espacio parotideo, en la que la oreja queda elevada y más
prominente.
ESPACIO FARINGEO
Clínicamente la afectación de este espacio no suele tener expresión externa muy llamativa. El
paciente refiere intensa disfagia y odinofagia y la irritación del músculo pterigoideo medial
produce un grado variable de trismus.
Las infecciones de este espacio pueden dar lugar graves complicaciones, tanto al extenderse
hacia áreas posteriores (extensión hacia el espacio retrofaringeo, erosión de la arteria carótida,
tromboflebitis de la vena yugular interna) como al hacerlo hacia la superior (extensión hacia el
interior del cráneo, trombosis del seno cavernoso, meningitis, abscesos craneales, etc(.
En ocasiones también puede ser causa de déficits de los pares craneales dispuestos en su limite
posterior (especialmente alteraciones en la frecuencia cardiaca por alteración del vago) y del
simpático cervical (en forma de síndrome de Horner, con ptosis, miosis y enoftalmos).
Finalmente, la infección de este espacio puede ser causa del síndrome de Lemierre, que cursa
con trombosis de la yugular interna y émbolos sépticos pulmón e hígado, Y mortandad.
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Clínicamente se produce disfagia, odinofaia, disnea y rigidez de nuca, y el paciente presenta
mal estado general y fiebre habitualmente.
A través de este espacio una infección, en principio odontogénica, puede extenderse hacia el
mediastino ( lo cual puede ocurrir a través de otros espacios, aunque más raramente).