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Carmen Araujo Aguirre

Profesor Pedro Pérez del Solar


LIT204: Literatura Contemporánea Española
19 de noviembre de 2018

Resumen de “The Idea of Tragedy in García Lorca’s ‘Bodas de sangre’” de Reed Anderson
El artículo de Reed Anderson analiza las condiciones en que se configura la tragedia en
“Bodas de sangre”. Para comenzar, afirma que Lorca se hallaba impelido, por la coyuntura de
crisis cultural y por su sentido de compromiso social del teatro, a retomar la tragedia para
expresar la auténtica complejidad de la época. Así, en la obra que se estudia se muestra un
estado de profunda crisis en la España rural. La acción dramática desarrolla sobre todo la
experiencia de disonancia y contradicción entre el individuo y la sociedad. Según Anderson, la
fuente de la crisis radica en los principios imperantes en las relaciones familiares y conyugales,
y por extensión, en los principios que fundan la comunidad entera. Asimismo, señala que se
debe considerar la peripeteia, en cada acción, que desencadena la catástrofe final. El autor se
propone, entonces, explicar el conflicto interior que enfrenta a cada personaje con las
imposiciones sociales que lo constriñen; y también, de qué manera sucede el cambio de fortuna
en contra de sus deseos o como consecuencia de sus esfuerzos por cumplirlos. De acuerdo al
autor, se identifica una acción transversal y una serie de fuerzas subyacentes: “the objective
movement of the plot on one level and the intimate forebodings of La Madre on another” (175),
es decir, de un lado, la celebración de la boda entre El Novio y La Novia y, de otro, los
presentimientos de fatalidad que la madre atisba. Cada escena en el Primer Acto opone la acción
central de unión matrimonial contra las intuiciones y emociones que sugieren la imposibilidad
de su concreción.
Los tres personajes femeninos principales La Madre, La Novia y La Mujer representan
en sí mismas los movimientos antagónicos. La primera sufre por años el duelo por el asesinato
de su esposo y su hijo mayor en manos del clan Félix; a pesar del horror por la crueldad que ha
presenciado y el miedo que le provoca perder a su último hijo, sostiene un odio encendido
contra los perpetradores del crimen y la convicción de que la justicia se cumplirá en la venganza.
El Novio, en cambio, ajeno a la profundidad de estos sentimientos, expresa entusiasmo por el
futuro casamiento. La Madre, aunque aturdida por un presagio inexplicable contra la prometida,
acepta pedir la mano de la muchacha. Sus temores se agudizan cuando descubre que el anterior
pretendiente de La Novia fue Leonardo, miembro del clan Félix. Sin embargo, decide satisfacer
a su hijo cumpliendo con arreglar la boda con El Padre. Este sostiene un discurso mercantil
sobre el matrimonio que considera una transacción conveniente en términos agrícolas. El tono
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neutral del convenio se obscurece con la conversación entre La Novia y La Criada sobre las
visitas de Leonardo, ya que confirman las inquietudes de La Madre. La Mujer de Leonardo
también anticipa las futuras desgracias en la canción de cuna que poetiza estas prefiguraciones.
Las mujeres implicadas muestran niveles íntimos de experiencia que contradicen el
inquebrantable orden patriarcal mientras El Novio y El Padre solo son capaces de advertir la
superficie de la trama: “they represent the self-inflicted and necessary blindness of the
controlling members of the society […] the blindness that allows the regular achievement of
the society material ends, but which gives rise to the serious perversion and distorsion of human
feelings and relationships” (177).
La sumisión y obediencia aparentes de La Novia esconden una frustración amorosa,
producida por el rechazo de El Padre a la condición social de Leonardo, y una poderosa voluntad
de rebelión reprimida que se resuelven en la huida tras su boda. Con la fuga, se cancela
temporalmente la opresión femenina en beneficio de la pasión erótica que equilibra la agencia
de los amantes. De acuerdo a Anderson, “survival and continuity are based upon the
subordination of women in the family and the inhibition of sexual love” (182), por ello
culturalmente se preserva la institución matrimonial con el código del honor y se asegura la
estigmatización de lo puramente erótico relacionándolo con conceptos peyorativos de pecado,
vergüenza y culpa, inculcados por la Iglesia, como mecanismos de autocensura. La carga de las
prohibiciones sexuales y los castigos recaen en las mujeres; en el romance literario, el amor es
representado como un ideal liberador “against all the alienating prohibitions of family, tradición
and social class” (182-3). Cuando La Novia acusa a Leonardo de rapto, él señala la
responsabilidad compartida: “their relationship, based as it is in the erotic, is felt equally by
both male and female, and cannot therefore be subordinated to the categories of material life in
a society which is based on the absolute inequality between man and woman” (183). No
obstante, el triunfo del arrebato erótico, por su carácter transgresor, es transitorio, y pronto se
prevé la resolución sangrienta. El término “sangre” sintetiza la tensión constante entre las
emociones de los individuos y los preceptos morales que sostienen la sociedad: por un lado,
puede significar parentesco y pasión erótica; y por otro, violencia y muerte.
En conclusión, la acción dramática de la tragedia muestra la transformación de las bases
del orden social devenidas obsoletas y amenazantes para preservar la vida. Los antiguos
principios que definen las relaciones entre hombres y mujeres (las jerarquías de clase y el honor)
repercuten nocivamente en las emociones humanas y determinan el desenlace fatal de los
destinos. Lorca representa de esta manera la crisis que apremiaba a la sociedad en el momento
histórico de creación de “Bodas de sangre” y “Yerma”: “De la realidad son fruto las dos obras.
Reales son sus figuras; rigurosamente auténtico el tema de cada una de ellas” (187).

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