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Por lo tanto, la razón de los ilustrados es la razón de Locke y de Newton: es una razón
independiente de las verdades de la revelación religiosa y que no reconoce verdades innatas. Se trata de
una razón limitada a la experiencia y controlada por ésta. La razón ilustrada es crítica en la medida en que
es empírica, en la medida en que se halla ligada a la experiencia. Y precisamente porque es experimental
e inductivo, el racionalismo ilustrado comienza en Inglaterra y Francia, con un quebrantamiento de la
anterior forma de conocimiento filosófico, la forma de los sistemas metafísicos.
La originalidad filosófica del pensamiento ilustrado reside en el examen crítico de sus contenidos
y en el uso que se propone darles, en vista de un mejoramiento del mundo y del hombre que habita en este
mundo. La filosofía ilustrada no es una manera de reflejar la vida a través de la reflexión. La auténtica
filosofía de la Ilustración no se identifica con las teorías de los ilustrados, no consiste en determinadas
tesis; sino en la forma y el modo de la disquisición conceptual.
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Montesquieu afirma que las leyes son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de
las cosas. Mario Cattaneo escribió que las características generales de la doctrina ilustrada son: 1) una
actitud racionalista con respecto al derecho natural; 2) una actitud voluntarista en relación con el derecho
positivo. La racionalidad y la universalidad de la ley, la traducción que hace el legislador de las reglas
eternas e inmutables del derecho natural transformándolas en derecho positivo, y la certidumbre del
derecho serían las instancias más importantes de la doctrina ilustrada, la cual se configura como una lucha
por la elaboración y la puesta en práctica de valores jurídicos esenciales.
Basándose en las ideas iusnaturalistas de los ilustrados se elaboró la doctrina de los derechos del
hombre y del ciudadano, que halla su realización más elocuente en la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano, mediante el cual la Asamblea constituyente francesa quiso especificar en 1789
aquellos principios que servirían como documento programático de la revolución. Los derechos del hombre
y del ciudadano que la Asamblea constituyente considera naturales, son los siguientes: la libertad, la
igualdad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
La ley es igual para todos y señala límites precisos al poder ejecutivo, con objeto de proteger la
libertad personal y la libertad de opinión, de religión y de palabra. La ley es manifestación de la voluntad
general y se elabora con el concurso directo de todos los ciudadanos o a través de sus representantes. Se
afirma que la propiedad es un derecho sagrado e inviolable.
Los principios establecidos en la doctrina de los derechos del hombre y del ciudadano sirven de
base a los ordenamientos constitucionales de los Estados democráticos de tipo occidental. La ilustración
jurídica aún perdura en la teoría y en la práctica del Estado de derecho en nuestros días. En Francia, la
unificación del sujeto de derechos no consistía en otra cosa que en la eliminación de los múltiples estados
jurídicos (noble, eclesiástico, comerciante, católico, protestante, judío, hombre, mujer, primogénito, etc)
que poseían relevancia procesal y substancial, y que correspondían a la estratificación social del ancien
régim.
La propiedad privada y la libre competencia son naturales, mientras que es contraria al orden
natural cualquier intervención estatal que tienda a bloquear o a obstaculizar estas leyes naturales. La
función del Estado o del soberano es esencialmente negativa: debe limitarse a quitar los obstáculos que
impiden el normal desarrollo del orden natural.
Ilustración y burguesía