Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Luego del final de la dictadura militar y de los comicios de 1980 se pudo observar la
vuelta de los Partidos Políticos tradicionales. Luego de su primer gobierno el
arquitecto Fernando Belaúnde, de Acción Popular con una aura democrática vuelve al
poder en 1980 con el respaldo del 45% del electorado. Recordemos que su Primer
Gobierno (1963-1968) fue totalmente desastroso al grado que el Senado Censuro a
varios gabinetes y se dio el terrible escandolo de la Pérdida de la Página 11 que sirvió
como pretexto para el Golpe de Estado del 3 de octubre de 1968. A pesar de no haber
obtenido la victoria, el Partido Aprista Peruano, sin Víctor Raúl Haya de la Torre como
candidato presidencial, obtuvo 28% del electorado. Estos dos Partidos Políticos
representaban casi el 75% del electorado para su época. Lamentablemente, el
gobierno de Acción Popular debió afrontar graves problemas económicos y la
creciente amenaza terrorista de parte de Sendero Luminoso, dentro de su estructura
partidaria se hicieron cada vez más fuertes las tensiones entre Fernando Belaúnde y
Javier Alva Orlandini, lo que generó que Acción Popular perdiera representatividad
en desmedro del Partido Aprista Peruano y de la novísima Izquierda Unida.
Tras el desgaste del segundo gobierno de Acción Popular, su partido entró a una grave
crisis de representatividad e institucional por lo cual en la elección general de 1985
su candidato Alva Orlandini obtuvo el 7% del electorado peruano.
El Partido Popular Cristiano fue fundado por Luís Bedoya Reyes en 1966 como una
escisión de la Democracia Cristiana, representa al social cristianismo peruano. En las
elecciones para la Asamblea Constituyente de 1978 obtuvo un 25% del electorado ya
que Acción Popular se abstuvo de participar, quedando en segundo lugar tras el
Partido Aprista Peruano que obtuvo su tercio histórico.
Tras los comicios de 1980, el PPC obtuvo el 9% del electorado. Históricamente tiene
arraigo en Lima más no en provincias. Para facilitar un buen gobierno a Acción
Popular forjo una alianza política en torno al Ejecutivo con participación de 4
ministros pepecistas y del Parlamento con lo cual Acción Popular logró mayoría en
ambas Cámaras, Diputados y Senado. Para evitar el escenario que afrontaron en el
primer gobierno accionpopulista donde primaba en ambas Cámaras la mayoría
aprista y odriístas.
El grave problema para el PPC fue que en el quinquenio de 1980-1985 debió asumir
el activo y pasivo de la administración de Acción Popular, lo cual le trajo una gran
derrota política en Lima, donde por primera vez ganó un alcalde socialista, Alfonso
Barrantes de la Izquierda Unida.
Tras las elecciones generales de 1985 el PPC en alianza con el Movimiento de Bases
Hayistas (escisión del Partido Aprista Peruano liderado por Andrés Townsend
Ezcurra) obtuvieron el 10% del electorado peruano. El PPC hasta hoy es un Partido
Político con arraigo sólo en Lima con escasa capacidad para organizarse en el interior
del Perú. Un problema institucional es que como partido gira en torno de la familia
Bedoya lo cual impide el surgimiento de liderazgos juveniles que probablemente
pudieran darle una imagen fresca y moderna al PPC.
García para la elección de 1985 habría logrado lo imposible, el PAP fue más allá de
su tercio histórico y casi bordeando el 50% supero largamente a Barrantes candidato
de la IU que quedo con un 22% del electorado peruano. El gran perdedor de esta
contienda electoral fue Acción Popular que pasó de un 45.4% en 1980 a un 7.3% en
1985.
Para la elección de 1985 se pudo hablar de una consolidación del sistema de Partidos
Políticos, lo cual lamentablemente no se dio.
Mientras en el PAP si fue una figura partidaria como Alva Castro, candidatura que
padeció el pasivo del gobierno de García Pérez al punto de que el PAP no superó
su tercio histórico.
Para fatalidad histórica, en esas elecciones se impuso un outsider que fue Alberto
Fujimori que se presentó como el abanderado frente a la derecha, por lo cual en
segunda vuelta los votos apristas y de las candidaturas de izquierda sirvieron para
que se ciñera la banda presidencial.
Con el autogolpe del 5 de abril de 1992 y la persecución contra los Partidos Políticos
llamados tradicionales, Fujmori pudo consolidarse en el poder hasta fines del 2000.
En la década fujimorista se pudo observar el casi colapso de los Partidos Políticos.
Para las presidenciales del 2006 se volvió a observar el resurgimiento de los Partidos
Políticos llamados tradicionales.
El Frente de Centro (cuyo eje era Acción Popular) presentó a Valentín Paniagua,
Unidad Nacional (cuyo eje central era el PPC) volvió a presentar a Lourdes Flores
(discípula del fundador del PPC) y el Partido Aprista Peruano volvió a presentar por
3º vez a Alan García Pérez que obtuvo finalmente la victoria en 2º vuelta gracias a la
construcción de una plataforma democrática de amplia base democrática.
Por ello es necesario forjar una democracia institucionalizada, capaz de atender las
necesidades de la sociedad, respetando las reglas de la interdependencia económica
vigente en el siglo XXI. Las democracias más sólidas tienen Partidos Políticos sólidos
que son los defensores de la Gobernabilidad Democrática, no permitamos que
ninguna crisis de representación e institucional acabe con los Partidos Políticos y que
ello permita un nuevo autoritarismo en el Perú.
Entrevistas exclusivas a Gastón Cajina (PPC) – 65 años – Ex alcalde de Santa
Rosa y César Combina (PPC) – 25 años
Hoy en día, muchas personas, sobre todo los jóvenes no se interesan por la política,
mucho menos, en pertenecer a un partido político donde pueda ejercerla. A pesar que
algunos de ellos tienen en mente luchar por sus derechos, trabajar en voluntariados por
las personas menos favorecidas y participar en campañas sociales no ven a los
partidos políticos con una verdadera preocupación social y no depositan su confianza
en ellos para trabajar juntos. Esto está íntimamente relacionado con el mundo actual,
pues se priorizan otras cosas dejando a un lado el ejercicio ciudadano que refuerza la
democracia. Esta conducta es errónea, pues la política constituye un campo importante
en el conocimiento y actuar humano, y es por ello que, con mucha más razón, se debe
participar en ella para contribuir con la ciudadanía y el bien común.
Los partidos políticos son un mecanismo real de participación ciudadana pues en ellos
las personas se unen en torno a una ideología común para establecer un pensamiento
y de esa forma continuar con la historia del país como república democrática. Estos
ciudadanos que se adhieren a partidos políticos comparten la creencia en los mismos
mecanismos adecuados para el desarrollo del país, así como el modelo económico y el
estilo de gobierno.
Los partidos políticos tienen como fin llegar al poder y aplicar sus propuestas e ideas
para lograr el rumbo que ellos creen conveniente en el país; para ello deben de tener
un respaldo popular que les permita acceder al cargo al que aspiran. Así mismo son un
canal participativo entre el pueblo y el gobierno, ya que filtran los pedidos y
necesidades de todos los sectores de la población imparcialmente.
Es por eso que, en algunos casos en señal de descontento social, se elige por la figura
de un outsider (Ricardo Belmont, por ejemplo), un ´´candidato independiente’’ o figuras
mediáticas, pues lo ven más cercanos, sin la malicia política que poseen los
tradicionales.
Los partidos políticos se han desgastado y han entrado en una crisis que parece no
tener una luz al final del túnel. Para Gastón Cajina una de las principales causas de
este problema son los militantes, quienes no respetan el principio de institucionalidad,
el respeto a las formas, a los principios. El ex alcalde de Santa Rosa, señala que los
políticos solo buscan sus intereses personales y no el bienestar del pueblo. A causa de
eso no les importa su ideología y se da paso al ´´transfuguismo’’, lo cual es una falta de
respeto al electorado porque ellos votan por un partido, por una idea, por un estilo, que
al final es burlado.
De esta forma se demuestra que en nuestro país, los partidos políticos no canalizan
adecuadamente la voluntad popular. Claros ejemplos son el ´´transfuguismo’’, las
promesas incumplidas y el nulo acceso de las personas a participar en política.
Mientras César Combina y Gastón Cajina se jactan que en el PPC las candidaturas se
definen en elecciones internas, todo el Perú sabe (o tiene la sospecha) que muchos
partidos ofrecen estos puestos al mejor postor.
El funcionamiento de los partidos políticos debe ser más transparente. Permitir a sus
militantes la participación activa en cargos públicos y no limitar a los jóvenes a
desempeñar funciones exclusivamente en campañas. Los partidos deben educar al
electorado para formar una verdadera conciencia ciudadana en la preocupación para
lograr el desarrollo colectivo al establecer propuestas y soluciones para una agenda
concertada.
Para recuperar la confianza de la ciudadanía, los partidos deben ser fieles reflejos de la
voluntad popular y dar más apertura a la juventud. Precisamente al realizar la presente
investigación decidimos tener dos opiniones contrapuestas. La de un conservador de
antaño como Cajina, que piensa que los jóvenes deben hacer méritos comenzando a
pegar carteles, que considera a Marisol Pérez Tello como una congresista joven y el
punto de vista de César Combina, un joven reformista que es crítico de su mismo
partido y cree que un cambio generacional sería la solución a esta crisis que viven los
partidos.
Los jóvenes deben respetar fielmente los principios doctrinarios del partido al cual se
afilien, pero su participación es vital para añadirle oxígeno a la política nacional. Las
ganas, ímpetu y honestidad de los jóvenes son la esperanza de ´´limpiarle la cara al
país’’. Esta ´´idea bonita´´ se va alejando cuando los políticos antiguos se aferran a los
cargos, quitándoles espacio a los jóvenes y esto lo reconoce Combina, quien ha sido
testigo de la falta de espacios a los jóvenes en el Partido Popular Cristiano (PPC).
Pero existe otro problema en los partidos políticos, que el PPC vive en carne propia y
es la centralización. Dicho problema hace que el Perú no se ha una sola nación y se
fragmente. Poco se ha hecho al respecto. Una muestra de ello es que para elegir al
presidente del PPC el 50% de los votos son de Lima y el 50% restante de provincias.
Cuando solo en Lima viven 9 millones de peruanos y en el resto del país 20 millones
aproximadamente. Esta escala no es nada representativa y refleja el fracaso del PPC
en el sector rural, serrano y selvático en los comicios presidenciales. Desde su propia
concepción interna partidaria, el PPC tiene una concepción centralista y eso es un daño
a la institucionalidad de los partidos políticos, pues el PPC no es un movimiento
provincial de Lima sino es nacional (o al menos en el papel eso es)
Sin embargo, a pesar de estas deficiencias, los partidos políticos han aportado algo a la
construcción de la democracia, y aunque no en la medida esperada, han servido para
poner paños fríos a las situaciones difíciles por las que ha pasado el país.
En el caso del Partido Popular Cristiano, Cajina y Combina coinciden en señalar que su
aporte más importante al país fue la inserción de la economía social de mercado como
modelo económico efectivo. Cajina además señala que la principal virtud del PPC es la
decencia y Combina que el partido del mapa siempre ha mantenido una línea
coherente y ha dejado trabajar a los gobiernos de turno convirtiéndose en una tercera
fuerza de oposición responsable.
Para César Combina existe esperanza en el PPC de revertir la derrota en los últimos
comicios, pero lamenta que por una decisión política no se haga. Gastón Cajina
considera que el PPC es uno de los pilares de la democracia en el país y según él ha
dado la posibilidad de triunfo a otros, como Belaúnde y Luis Castañeda. Como el
mismo dice, consuelo de tontos.
Imagine un club de fútbol en el que los socios no se sientan representados por su dirigencia.
Con una institución ineficiente y sin un equipo que respalde sus decisiones, el grupo en el
poder deberá lidiar con conflictos entre sus miembros, problemas que, a su vez, serán difíciles
de resolver por su poca capacidad de negociación. Con jugadores principales novatos, ajenos
a una mística de equipo y propensos a marcar autogoles, el sistema y la forma de seleccionar
del equipo se pondrían en duda.
Ahora llame a ese club 'Perú', y verá cómo la metáfora deportiva se refleja claramente en
nuestra realidad política.
Durante varias décadas el Perú ha visto interrumpida su línea de democracia por regímenes
autoritarios que aprovechan los vicios del sistema para alzarse como la solución a los
problemas. La causa principal, se dice, es la ineficiencia del sistema político en general, y de
los partidos en lo específico.
Dicta la doctrina que la democracia moderna es una democracia de partidos. Estos últimos,
entendidos como un engranaje que facilita al grupo en el poder las condiciones necesarias
para la búsqueda de consensos que le permitan gobernar. En nuestro país, contraviniendo la
teoría, más de un régimen ha gobernado sin este soporte.
A partir del 2001, tras la caída del régimen autoritario de Alberto Fujimori, con el gobierno
de transición de Valentín Paniagua y posteriormente durante la gestión de Alejandro Toledo,
se inició la reestructuración de las instituciones del Estado y el fortalecimiento de los partidos
políticos.
Por su parte, Ollanta Humala llegó a la Presidencia de la República en julio del 2010 con la
coalición electoral Gana Perú, integrada por el Partido Nacionalista y varias agrupaciones de
línea izquierdista.
Fundado en el 2005, el PNP era una agrupación en pañales cuando se aventuró a su primer
intentó presidencial. La alianza electoral que formó junto a Unión Por el Perú (UPP) perdió
las elecciones generales frente al Apra. Sin embargo, se convirtió en la segunda fuerza política
en el Parlamento.
Lo que siguió encaja en las historias pasadas. El débil vínculo que agrupaba a la bancada
opositora se evidenció con la separación de quienes habían sido elegidos por UPP y no
faltaron los nacionalistas que resaltaron por los escándalos.
"BAJA" DEMOCRACIA
"Los conflictos sociales se generan porque el gobierno no tiene lazos sólidos con las bases, no
tiene cuadros, operadores y aliados en los gobiernos locales”, explicó.
El analista añadió que lo anterior provoca que, al no poder asegurar la gobernabilidad a través
de un engranaje propio, el grupo de poder intente conseguirlo por medios que a veces son
poco transparentes y que suelen dar paso al "clientelismo" y la "corrupción".
La elección de los llamados outsiders –novatos en la política– es otro de los más fuertes
pasivos. Levitsky opina que en países con agrupaciones partidarias sólidas las personas
electas suelen ser políticos de carrera con una experiencia previa de gobierno, condición que
"reduce los autogoles” en el manejo de un país y permite afrontar mejor las crisis.
“Si repasamos los últimos 20 años en América Latina, los presidentes que han respondido a
las crisis con medidas autocráticas, cerrando Congresos con autogolpes, casi siempre son los
que no tienen experiencia, como Fujimori, (Rafael) Correa, Chávez y Lucio Gutiérrez. Los
políticos experimentados suelen saber responder a la crisis de una forma más democrática",
sentenció.
El politólogo Rodrigo Barrenechea considera que cuando un gobierno no cuenta con partidos
políticos que cumplan con la función de canalizar los "conflictos" y "contradicciones" de
ciertos sectores, llegar a acuerdos en las decisiones políticas es muy complicado.
"Lo que requieres es capital organizativo, y un partido puede ser utilizado para armar redes
de apoyo que le permitan sostenerse", refirió.
PARTIDOS PERSONALISTAS
“Fujimori inauguró el estilo de gobierno en que se dice una cosa y se hace otra. Constituyó un
poder personalista y de ahí en adelante hemos vivido en esa lógica”, sostuvo.
“Muchos de los que gobiernan regiones y municipios son operadores políticos sin partidos y
se dedican a canalizar su propia carrera política o la de líderes o grupos poco orgánicos cada
cuatro o cinco años. No trabajan para ningún proyecto de largo plazo”, precisó.
Por su lado, el historiador Antonio Zapata reconoce que en el Perú no existe una tradición de
partidos políticos y que, por el contrario, el electorado ha inclinado la decisión de su elección
por personas más que por organizaciones.
Zapata coincide con Manrique y Barrenechea en que la dirección que tome el gobierno de
Humala dependerá del equipo que logre formar y con quienes diseñe y ponga en práctica las
políticas de gobierno.
Lo anterior, añade Levitsky, dependerá además del crecimiento de la economía, que frente a
los problemas podría brindarle al gobierno actual "cierto margen de maniobra".
¿RESPALDO NORMATIVO?
Luego de su aprobación en octubre del 2003, la Ley de Partidos Políticos ha sufrido reformas
orientadas, fundamentalmente, según sus impulsores, a formalizar a las agrupaciones
políticas.
Aunque hasta hoy existen críticas por los resultados que ha logrado en 8 años.
Levitsky coincide con ello y agrega que los partidos nacen de conflictos históricos, sociales y
políticos y que sin "identidad" o "mística" no pueden ser considerados como tal.
Se entiende entonces, también, que de pronto surjan grupos como el Movadef, que siendo
antidemocráticos aprovechen bien ese peligroso vacío.
EN CIFRAS
27 son las organizaciones políticas que se encuentran inscritas, según el ROP del JNE, y 36
suman las agrupaciones canceladas o con proceso de inscripción culminado.
11 son las fuerzas políticas que se encuentran representadas en las bancadas en el Congreso.
2003 fue el año en el que se promulgó la ley de partidos políticos. Tuvo entre sus principales
aportes los temas referidos a la democracia interna y al financiamiento de los partidos.
EN EL PODER
Ollanta Humala (2011-2016). Llegó al poder con la alianza electoral Gana Perú, integrada por
el Partido Nacionalista y grupos de izquierda como el Partido Socialista, de los cuales ya se ha
desprendido.
Alan garcía (2006-2011). En su segundo gobierno tuvo el apoyo de la dirigencia de su partido
y, en el Congreso, de grupos como la bancada fujimorista.
Alejandro Toledo (2001-2006). Su partido Perú Posible logró ser la primera fuerza en el
Parlamento, pero hubo congresistas que desertaron de la bancada y protagonizaron
escándalos que pusieron en riesgo su gobierno.
Alberto Fujimori (1990-2000). Fue el outsider de las elecciones de 1990. Fundó un partido
que desactivó con prontitud y desde entonces su grupo ha mutado de nombre en cada elección
para evitar compromisos políticos.
Alan García (1985-1990). Ganó las elecciones con apoyo popular forjado por el Apra, pero
sobre todo por su juventud, simpatía y gran oratoria, cualidades que no le ayudaron cuando
provocó la hiperinflación.
Fernando Belaunde Terry (1980-1985). Líder de Acción Popular, volvió al poder once años
después de haber sido derrocado por la Junta Militar, que convocó a elecciones que se
realizaron el 18 de mayo de 1980.