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CRISIS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN EL PERÚ CONTEMPORÁNEO

ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIA POLÍTICA

DOMINGO, 12 DE MAYO DE 2013

Renatto Josephe Bautista Rojas

Asambleísta Universitario por Mayoría (2011-2012)

Alumno de Pre-Grado de la Escuela de Ciencia Política

Los Partidos Políticos son indispensables para la democracia como interlocutores de


las demandas y necesidades de la ciudadanía hacia el Estado. Una democracia efectiva
y real se debe respaldar en Partidos Políticos que representen los tres espectros
históricos en el mundo (la izquierda socialista, la socialdemocracia y la democracia
cristiana). Los principales actores políticos no deben ser los Medios de
Comunicaciones; que en su mayoría de casos representan los intereses particulares,
sino los Partidos Políticos como base social de nuestra sociedad.

En el caso peruano, en cada elección presidencial podemos ver la agudización de la


crisis de representatividad e institucional que padecen los Partidos Políticos. Muchos
analistas políticos se atreven a decir que nuestra democracia es sui géneris ya que
nuestros Partidos Políticos están en una debacle cerca de la extinción, por lo cual
nuestra democracia se concreta sin Partidos Políticos. Esto es un atrevimiento. Si bien
es cierto la agudización de la crisis de los Partidos Políticos es un hecho real, no se
puede negar la presencia de éstos a través de sus representantes en el Congreso de la
República, Gobiernos Regionales y Municipalidades.

En el presente artículo abordamos la crisis de los Partidos Políticos llamados


tradicionales en nuestro país, Acción Popular, Partido Popular Cristiano (PPC) y
Partido Aprisa Peruano (PAP). No veremos el caso de la izquierda peruana porque
ellos no han tenido un partido político unificado más bien en la década de los 80´s
giraron en torno a una Alianza Electoral denominada Izquierda Unida. Luego de la
Caída del Muro de Berlín esta Alianza se fragmentó en varios grupos situación vigente
hasta nuestros días. Para las Elecciones Generales del 2011 giraron en torno a otra
Alianza Electoral denominada Gana Perú, teniendo como eje al Partido Nacionalista
que no se define como de izquierda y/o socialista. Ahora, esta Alianza Electoral Gana
Perú ha sido reducida al Partido Nacionalista, ya que las figuras de la vieja izquierda
han renunciado ha apoyar al actual gobierno de Ollanta Humala por una supuesta
claudicación por parte de él de su Primer Plan de Gobierno denominado “La Gran
Transformación.”

Luego del final de la dictadura militar y de los comicios de 1980 se pudo observar la
vuelta de los Partidos Políticos tradicionales. Luego de su primer gobierno el
arquitecto Fernando Belaúnde, de Acción Popular con una aura democrática vuelve al
poder en 1980 con el respaldo del 45% del electorado. Recordemos que su Primer
Gobierno (1963-1968) fue totalmente desastroso al grado que el Senado Censuro a
varios gabinetes y se dio el terrible escandolo de la Pérdida de la Página 11 que sirvió
como pretexto para el Golpe de Estado del 3 de octubre de 1968. A pesar de no haber
obtenido la victoria, el Partido Aprista Peruano, sin Víctor Raúl Haya de la Torre como
candidato presidencial, obtuvo 28% del electorado. Estos dos Partidos Políticos
representaban casi el 75% del electorado para su época. Lamentablemente, el
gobierno de Acción Popular debió afrontar graves problemas económicos y la
creciente amenaza terrorista de parte de Sendero Luminoso, dentro de su estructura
partidaria se hicieron cada vez más fuertes las tensiones entre Fernando Belaúnde y
Javier Alva Orlandini, lo que generó que Acción Popular perdiera representatividad
en desmedro del Partido Aprista Peruano y de la novísima Izquierda Unida.

Tras el desgaste del segundo gobierno de Acción Popular, su partido entró a una grave
crisis de representatividad e institucional por lo cual en la elección general de 1985
su candidato Alva Orlandini obtuvo el 7% del electorado peruano.

El Partido Popular Cristiano fue fundado por Luís Bedoya Reyes en 1966 como una
escisión de la Democracia Cristiana, representa al social cristianismo peruano. En las
elecciones para la Asamblea Constituyente de 1978 obtuvo un 25% del electorado ya
que Acción Popular se abstuvo de participar, quedando en segundo lugar tras el
Partido Aprista Peruano que obtuvo su tercio histórico.

Tras los comicios de 1980, el PPC obtuvo el 9% del electorado. Históricamente tiene
arraigo en Lima más no en provincias. Para facilitar un buen gobierno a Acción
Popular forjo una alianza política en torno al Ejecutivo con participación de 4
ministros pepecistas y del Parlamento con lo cual Acción Popular logró mayoría en
ambas Cámaras, Diputados y Senado. Para evitar el escenario que afrontaron en el
primer gobierno accionpopulista donde primaba en ambas Cámaras la mayoría
aprista y odriístas.
El grave problema para el PPC fue que en el quinquenio de 1980-1985 debió asumir
el activo y pasivo de la administración de Acción Popular, lo cual le trajo una gran
derrota política en Lima, donde por primera vez ganó un alcalde socialista, Alfonso
Barrantes de la Izquierda Unida.

Tras las elecciones generales de 1985 el PPC en alianza con el Movimiento de Bases
Hayistas (escisión del Partido Aprista Peruano liderado por Andrés Townsend
Ezcurra) obtuvieron el 10% del electorado peruano. El PPC hasta hoy es un Partido
Político con arraigo sólo en Lima con escasa capacidad para organizarse en el interior
del Perú. Un problema institucional es que como partido gira en torno de la familia
Bedoya lo cual impide el surgimiento de liderazgos juveniles que probablemente
pudieran darle una imagen fresca y moderna al PPC.

El tercer caso es el del histórico Partido Aprista Peruano de orientación


socialdemócrata fundado en 1930 por Víctor Raúl Haya de la Torre. En vida de su
fundador siempre obtuvieron su tercio histórico pero no pudieron llegar al poder de
manos de su fundador ya que tenían la animadversión de la derecha peruana y del
militarismo. Las estructuras oligárquicas desde la Independencia son muy fuertes y
no han permitido hasta el día de hoy un gobierno de centro izquierda de amplia base
democrática que permita el desarrollo industrial del Perú.

Luego de la muerte de Haya de la Torre en 1979, el Partido Aprista Peruano sufrió un


grave conflicto interno entre Armando Villanueva y Andrés Townsend por el cual el
PAP en la elección presidencial obtuvo el 28% del electorado. Después del retiro de
Townsend y de la debacle aprista en las elecciones municipales de noviembre de 1980
donde obtiene un 16%, surge el liderazgo de Alan García Pérez discípulo de Haya de
la Torre, que por primera vez en su historia lleva al poder al PAP. Este triunfo se debió
al nuevo rostro del PAP que le otorgo García y debido a la insatisfacción de las clases
medias sobre el gobierno de la alianza Acción Popular – PPC.

García para la elección de 1985 habría logrado lo imposible, el PAP fue más allá de
su tercio histórico y casi bordeando el 50% supero largamente a Barrantes candidato
de la IU que quedo con un 22% del electorado peruano. El gran perdedor de esta
contienda electoral fue Acción Popular que pasó de un 45.4% en 1980 a un 7.3% en
1985.
Para la elección de 1985 se pudo hablar de una consolidación del sistema de Partidos
Políticos, lo cual lamentablemente no se dio.

La Izquierda Unida se fragmentó lanzando 2 candidatos presidenciales para 1990


mientras que el PAP tuvo que pagar caro el costo de la grave crisis económica y
padecer las disputas entre Alan García y Luís Alva Castro visibles en el Congreso
Partidario de 1988 donde Alva Castro fue elegido Secretario General del PAP.

Para las elecciones presidenciales de 1990, los Partidos Políticos llamados


tradicionales ya padecían de una crisis de representatividad e institucional visible al
punto que el PPC y Acción Popular se coaligaron con el Movimiento Libertad para
postular la candidatura de Mario Vargas Llosa. Por primera vez en su historia estos
Partidos Políticos no mandaron a la candidatura presidencial a un miembro de sus
filas políticas.

Mientras en el PAP si fue una figura partidaria como Alva Castro, candidatura que
padeció el pasivo del gobierno de García Pérez al punto de que el PAP no superó
su tercio histórico.

Para fatalidad histórica, en esas elecciones se impuso un outsider que fue Alberto
Fujimori que se presentó como el abanderado frente a la derecha, por lo cual en
segunda vuelta los votos apristas y de las candidaturas de izquierda sirvieron para
que se ciñera la banda presidencial.

Con el autogolpe del 5 de abril de 1992 y la persecución contra los Partidos Políticos
llamados tradicionales, Fujmori pudo consolidarse en el poder hasta fines del 2000.
En la década fujimorista se pudo observar el casi colapso de los Partidos Políticos.

Para la caída de la dictadura fujimorista y la elección presidencial del 2001 se produjo


el reencuentro de los Partidos Políticos con la ciudadanía.

El Partido Aprista Peruano, casi al borde de la desaparición política, pudo pasar a la


2º vuelta de manos de Alana García Pérez con un 25% del electorado, mientras que la
Alianza Unidad Nacional con el PPC como eje, con su candidata presidencial Lourdes
Flores obtuvo un 24% del electorado siendo su gran limitación y fortaleza a la vez el
electorado de Lima Metropolitana.

Para las presidenciales del 2006 se volvió a observar el resurgimiento de los Partidos
Políticos llamados tradicionales.
El Frente de Centro (cuyo eje era Acción Popular) presentó a Valentín Paniagua,
Unidad Nacional (cuyo eje central era el PPC) volvió a presentar a Lourdes Flores
(discípula del fundador del PPC) y el Partido Aprista Peruano volvió a presentar por
3º vez a Alan García Pérez que obtuvo finalmente la victoria en 2º vuelta gracias a la
construcción de una plataforma democrática de amplia base democrática.

Para estas presidenciales del 2011 los Partidos Políticos tradicionales, no


presentaron propias candidaturas presidenciales. Acción Popular, tras la muerte de
Paniagua y la apertura de su dirigencia a otras generaciones, decidieron salvar su
representación parlamentaria aliándose con Alejandro Toledo de Perú Posible. El
PPC, tras la derrota electoral de Lourdes Flores en Lima en alianza con otros
movimientos sin mayor trayectoria histórica la candidatura de Pedro Pablo
Kuczynski, debido a la ausencia de liderazgos alternos a Lourdes Flores dentro del
PPC.

Finalmente, el Partido Aprista Peruano ante un grave conflicto interno entre


diferentes grupos y la ausente relación de sus dirigentes partidarios con la ciudadanía
presentaron la candidatura de la liberal Mercedes Araoz que finalmente renunció
dejando al Partido Aprista Peruano por primera vez en su historia sin candidatura lo
cual llevó a que tenga la bancada más reducida para el quinquenio 2011-2016.

La tentación autoritaria no cesa en nuestro país. Así lo demostró la polarizada


contienda entre el fujimorismo representado por la hija de Alberto Fujimori y Ollanta
Humala en la que los grandes medios optaron por un apoyo fuerte y coordinado por
la primea sin tener en cuenta los antecedentes dictatoriales.

Por ello es necesario forjar una democracia institucionalizada, capaz de atender las
necesidades de la sociedad, respetando las reglas de la interdependencia económica
vigente en el siglo XXI. Las democracias más sólidas tienen Partidos Políticos sólidos
que son los defensores de la Gobernabilidad Democrática, no permitamos que
ninguna crisis de representación e institucional acabe con los Partidos Políticos y que
ello permita un nuevo autoritarismo en el Perú.
Entrevistas exclusivas a Gastón Cajina (PPC) – 65 años – Ex alcalde de Santa
Rosa y César Combina (PPC) – 25 años

Hoy en día, muchas personas, sobre todo los jóvenes no se interesan por la política,
mucho menos, en pertenecer a un partido político donde pueda ejercerla. A pesar que
algunos de ellos tienen en mente luchar por sus derechos, trabajar en voluntariados por
las personas menos favorecidas y participar en campañas sociales no ven a los
partidos políticos con una verdadera preocupación social y no depositan su confianza
en ellos para trabajar juntos. Esto está íntimamente relacionado con el mundo actual,
pues se priorizan otras cosas dejando a un lado el ejercicio ciudadano que refuerza la
democracia. Esta conducta es errónea, pues la política constituye un campo importante
en el conocimiento y actuar humano, y es por ello que, con mucha más razón, se debe
participar en ella para contribuir con la ciudadanía y el bien común.

Los partidos políticos son un mecanismo real de participación ciudadana pues en ellos
las personas se unen en torno a una ideología común para establecer un pensamiento
y de esa forma continuar con la historia del país como república democrática. Estos
ciudadanos que se adhieren a partidos políticos comparten la creencia en los mismos
mecanismos adecuados para el desarrollo del país, así como el modelo económico y el
estilo de gobierno.

Los partidos políticos tienen como fin llegar al poder y aplicar sus propuestas e ideas
para lograr el rumbo que ellos creen conveniente en el país; para ello deben de tener
un respaldo popular que les permita acceder al cargo al que aspiran. Así mismo son un
canal participativo entre el pueblo y el gobierno, ya que filtran los pedidos y
necesidades de todos los sectores de la población imparcialmente.

En el Perú generalmente no se cumple este concepto y los partidos políticos se llegan


a convertir en una suerte de ´´clubes electorales’’ donde solo activan su participación
cuando está cerca un evento electoral. Algunos partidos son acusados de ser ´´vientre
de alquiler’’ y no respetar una votación interna o la ‘meritocracia’ sino que se ofrece
postular un cargo al mejor postor económico. Otros por su parte, llenan la lista de
invitados con personajes mediáticos y pocos preparados restando espacio e
importancia a sus propios cuadros, que muchos de ellos trabajaron en el campo
durante comicios anteriores.

Los peruanos no confían en los partidos políticos. La figura de estos se ha desgastado


y desprestigiado en los últimos años. Actualmente son la institución peruana con
menos respaldo (13%), sin embargo un 76% los considera importantes[1]. Según el ex
secretario de organización del PPC, Gastón Cajina el debilitamiento de los partidos y el
surgimiento de movimientos populares es una de las consecuencias lamentables de la
época del gobierno fujimorista. Afirmó que Fujimori destruyó los partidos por todo lo
que hizo: por la Constitución, el tema de tratamiento a los partidos políticos. Finalizó
diciendo que en su momento las elecciones se manipulaban o se ganaban en mesa.
Esto también puede ser el inicio del análisis de por qué en provincia los movimientos
regionales se han posicionado por encima de los partidos. Lo que ocurre es que las
personas ya no creen en estos, lo asocian con el fracaso, la corrupción y la deslealtad.
Esto sucede porque cuando el elector deposita su voto, deposita un sueño, el sueño
que la autoridad elegida solucione sus problemas. Y en muchos casos prometen
desmedidamente y no cumplen con lo ofrecido. Es cuando la población se desilusiona,
se siente traicionada y defraudada con el político tradicional.

Es por eso que, en algunos casos en señal de descontento social, se elige por la figura
de un outsider (Ricardo Belmont, por ejemplo), un ´´candidato independiente’’ o figuras
mediáticas, pues lo ven más cercanos, sin la malicia política que poseen los
tradicionales.

Los partidos políticos se han desgastado y han entrado en una crisis que parece no
tener una luz al final del túnel. Para Gastón Cajina una de las principales causas de
este problema son los militantes, quienes no respetan el principio de institucionalidad,
el respeto a las formas, a los principios. El ex alcalde de Santa Rosa, señala que los
políticos solo buscan sus intereses personales y no el bienestar del pueblo. A causa de
eso no les importa su ideología y se da paso al ´´transfuguismo’’, lo cual es una falta de
respeto al electorado porque ellos votan por un partido, por una idea, por un estilo, que
al final es burlado.

De esta forma se demuestra que en nuestro país, los partidos políticos no canalizan
adecuadamente la voluntad popular. Claros ejemplos son el ´´transfuguismo’’, las
promesas incumplidas y el nulo acceso de las personas a participar en política.
Mientras César Combina y Gastón Cajina se jactan que en el PPC las candidaturas se
definen en elecciones internas, todo el Perú sabe (o tiene la sospecha) que muchos
partidos ofrecen estos puestos al mejor postor.

Los partidos políticos, en el Perú, no son un sistema institucionalizado, carecen de


seriedad. Algunos parecen un remedo de caudillismo, donde se personaliza la imagen
del líder y las decisiones del partido se toman en torno a él, endiosándolo y
convirtiendo a sus militantes en fieles devotos. Las fragmentaciones de éstos también
afectan a las decisiones que se van a tomar en el ejecutivo, por eso es conveniente
formar alianzas o coaliciones para que algunos partidos sobrevivan y si es tiempo
electoral, pasen la valla.

El funcionamiento de los partidos políticos debe ser más transparente. Permitir a sus
militantes la participación activa en cargos públicos y no limitar a los jóvenes a
desempeñar funciones exclusivamente en campañas. Los partidos deben educar al
electorado para formar una verdadera conciencia ciudadana en la preocupación para
lograr el desarrollo colectivo al establecer propuestas y soluciones para una agenda
concertada.
Para recuperar la confianza de la ciudadanía, los partidos deben ser fieles reflejos de la
voluntad popular y dar más apertura a la juventud. Precisamente al realizar la presente
investigación decidimos tener dos opiniones contrapuestas. La de un conservador de
antaño como Cajina, que piensa que los jóvenes deben hacer méritos comenzando a
pegar carteles, que considera a Marisol Pérez Tello como una congresista joven y el
punto de vista de César Combina, un joven reformista que es crítico de su mismo
partido y cree que un cambio generacional sería la solución a esta crisis que viven los
partidos.

Los jóvenes deben respetar fielmente los principios doctrinarios del partido al cual se
afilien, pero su participación es vital para añadirle oxígeno a la política nacional. Las
ganas, ímpetu y honestidad de los jóvenes son la esperanza de ´´limpiarle la cara al
país’’. Esta ´´idea bonita´´ se va alejando cuando los políticos antiguos se aferran a los
cargos, quitándoles espacio a los jóvenes y esto lo reconoce Combina, quien ha sido
testigo de la falta de espacios a los jóvenes en el Partido Popular Cristiano (PPC).

Pero existe otro problema en los partidos políticos, que el PPC vive en carne propia y
es la centralización. Dicho problema hace que el Perú no se ha una sola nación y se
fragmente. Poco se ha hecho al respecto. Una muestra de ello es que para elegir al
presidente del PPC el 50% de los votos son de Lima y el 50% restante de provincias.
Cuando solo en Lima viven 9 millones de peruanos y en el resto del país 20 millones
aproximadamente. Esta escala no es nada representativa y refleja el fracaso del PPC
en el sector rural, serrano y selvático en los comicios presidenciales. Desde su propia
concepción interna partidaria, el PPC tiene una concepción centralista y eso es un daño
a la institucionalidad de los partidos políticos, pues el PPC no es un movimiento
provincial de Lima sino es nacional (o al menos en el papel eso es)

Sin embargo, a pesar de estas deficiencias, los partidos políticos han aportado algo a la
construcción de la democracia, y aunque no en la medida esperada, han servido para
poner paños fríos a las situaciones difíciles por las que ha pasado el país.

En el caso del Partido Popular Cristiano, Cajina y Combina coinciden en señalar que su
aporte más importante al país fue la inserción de la economía social de mercado como
modelo económico efectivo. Cajina además señala que la principal virtud del PPC es la
decencia y Combina que el partido del mapa siempre ha mantenido una línea
coherente y ha dejado trabajar a los gobiernos de turno convirtiéndose en una tercera
fuerza de oposición responsable.

Para César Combina existe esperanza en el PPC de revertir la derrota en los últimos
comicios, pero lamenta que por una decisión política no se haga. Gastón Cajina
considera que el PPC es uno de los pilares de la democracia en el país y según él ha
dado la posibilidad de triunfo a otros, como Belaúnde y Luis Castañeda. Como el
mismo dice, consuelo de tontos.

Investigación: Fernando Eslava Mendoza


Los riesgos de vivir, y gobernar, sin
partidos políticos sólidos
La falta de agrupaciones políticas eficientes que refuercen la representación ciudadana y
respalden el proyecto político de quien llega al gobierno genera, cuando menos, conflictos
sociales que suelen poner en jaque al Estado, pero también la irrupción de grupos que, como
el Movadef, solo debilitan la democracia.

Por: Francesca García

Imagine un club de fútbol en el que los socios no se sientan representados por su dirigencia.
Con una institución ineficiente y sin un equipo que respalde sus decisiones, el grupo en el
poder deberá lidiar con conflictos entre sus miembros, problemas que, a su vez, serán difíciles
de resolver por su poca capacidad de negociación. Con jugadores principales novatos, ajenos
a una mística de equipo y propensos a marcar autogoles, el sistema y la forma de seleccionar
del equipo se pondrían en duda.
Ahora llame a ese club 'Perú', y verá cómo la metáfora deportiva se refleja claramente en
nuestra realidad política.

Durante varias décadas el Perú ha visto interrumpida su línea de democracia por regímenes
autoritarios que aprovechan los vicios del sistema para alzarse como la solución a los
problemas. La causa principal, se dice, es la ineficiencia del sistema político en general, y de
los partidos en lo específico.

Dicta la doctrina que la democracia moderna es una democracia de partidos. Estos últimos,
entendidos como un engranaje que facilita al grupo en el poder las condiciones necesarias
para la búsqueda de consensos que le permitan gobernar. En nuestro país, contraviniendo la
teoría, más de un régimen ha gobernado sin este soporte.

GOBERNAR SIN PARTIDOS

A partir del 2001, tras la caída del régimen autoritario de Alberto Fujimori, con el gobierno
de transición de Valentín Paniagua y posteriormente durante la gestión de Alejandro Toledo,
se inició la reestructuración de las instituciones del Estado y el fortalecimiento de los partidos
políticos.

Elegido presidente luego de protagonizar la oposición contra el gobierno de Alberto Fujimori,


Alejandro Toledo llegó al poder en julio del 2001 con Perú Posible, agrupación fundada en
1994. Su gestión evidenció, entre conflictos sociales y escándalos políticos, los límites de una
democracia sin partidos sólidos.
Con un grupo mejor constituido, en el quinquenio siguiente Alan García gobernó con menos
altibajos que su antecesor y forjó –con el apoyo de la bancada fujimorista– una mayoría en el
Congreso que le permitió impulsar normas. Pese a lo anterior, no fue ajeno a las protestas
sociales y su maquinaria partidaria no evitó tragedias como la de Bagua.

Por su parte, Ollanta Humala llegó a la Presidencia de la República en julio del 2010 con la
coalición electoral Gana Perú, integrada por el Partido Nacionalista y varias agrupaciones de
línea izquierdista.

Fundado en el 2005, el PNP era una agrupación en pañales cuando se aventuró a su primer
intentó presidencial. La alianza electoral que formó junto a Unión Por el Perú (UPP) perdió
las elecciones generales frente al Apra. Sin embargo, se convirtió en la segunda fuerza política
en el Parlamento.

Lo que siguió encaja en las historias pasadas. El débil vínculo que agrupaba a la bancada
opositora se evidenció con la separación de quienes habían sido elegidos por UPP y no
faltaron los nacionalistas que resaltaron por los escándalos.

"BAJA" DEMOCRACIA

Steven Levitsky, politólogo y profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard,


explica que la principal consecuencia de un gobierno sin un Estado eficiente y el respaldo de
un partido político sólido es la baja calidad de la democracia. Esto –añade– si bien no implica
la “muerte” del sistema, sí es un factor que provoca una desvinculación entre los que
gobiernan y los ciudadanos.

"Los conflictos sociales se generan porque el gobierno no tiene lazos sólidos con las bases, no
tiene cuadros, operadores y aliados en los gobiernos locales”, explicó.

El analista añadió que lo anterior provoca que, al no poder asegurar la gobernabilidad a través
de un engranaje propio, el grupo de poder intente conseguirlo por medios que a veces son
poco transparentes y que suelen dar paso al "clientelismo" y la "corrupción".

La elección de los llamados outsiders –novatos en la política– es otro de los más fuertes
pasivos. Levitsky opina que en países con agrupaciones partidarias sólidas las personas
electas suelen ser políticos de carrera con una experiencia previa de gobierno, condición que
"reduce los autogoles” en el manejo de un país y permite afrontar mejor las crisis.

“Si repasamos los últimos 20 años en América Latina, los presidentes que han respondido a
las crisis con medidas autocráticas, cerrando Congresos con autogolpes, casi siempre son los
que no tienen experiencia, como Fujimori, (Rafael) Correa, Chávez y Lucio Gutiérrez. Los
políticos experimentados suelen saber responder a la crisis de una forma más democrática",
sentenció.

El politólogo Rodrigo Barrenechea considera que cuando un gobierno no cuenta con partidos
políticos que cumplan con la función de canalizar los "conflictos" y "contradicciones" de
ciertos sectores, llegar a acuerdos en las decisiones políticas es muy complicado.

"Lo que requieres es capital organizativo, y un partido puede ser utilizado para armar redes
de apoyo que le permitan sostenerse", refirió.

PARTIDOS PERSONALISTAS

El carácter personalista de nuestras agrupaciones políticas es una herencia de la crisis de


partidos de fines de los años 80, opina a su turno Nelson Manrique. El sociólogo e historiador
refiere que la violencia generada por los grupos terroristas y la crisis económica del primer
gobierno de Alan García derivó en un desprestigio de las agrupaciones políticas que
posteriormente se profundizó con Alberto Fujimori.

“Fujimori inauguró el estilo de gobierno en que se dice una cosa y se hace otra. Constituyó un
poder personalista y de ahí en adelante hemos vivido en esa lógica”, sostuvo.

Otro riesgo de un gobierno con un partido desarticulado, opina Rodrigo Barrenechea, es la


imposibilidad de “legitimar” su proyecto político, es decir, que no cuente con representantes
en distritos, provincias y regiones que trabajen para conseguir el apoyo social necesario,
dejando el riesgo de que se busquen a ello soluciones "policiales y militares”.

“Muchos de los que gobiernan regiones y municipios son operadores políticos sin partidos y
se dedican a canalizar su propia carrera política o la de líderes o grupos poco orgánicos cada
cuatro o cinco años. No trabajan para ningún proyecto de largo plazo”, precisó.

Por su lado, el historiador Antonio Zapata reconoce que en el Perú no existe una tradición de
partidos políticos y que, por el contrario, el electorado ha inclinado la decisión de su elección
por personas más que por organizaciones.

Zapata coincide con Manrique y Barrenechea en que la dirección que tome el gobierno de
Humala dependerá del equipo que logre formar y con quienes diseñe y ponga en práctica las
políticas de gobierno.

Lo anterior, añade Levitsky, dependerá además del crecimiento de la economía, que frente a
los problemas podría brindarle al gobierno actual "cierto margen de maniobra".
¿RESPALDO NORMATIVO?

Luego de su aprobación en octubre del 2003, la Ley de Partidos Políticos ha sufrido reformas
orientadas, fundamentalmente, según sus impulsores, a formalizar a las agrupaciones
políticas.

Aunque hasta hoy existen críticas por los resultados que ha logrado en 8 años.

A decir de Rodrigo Barrenechea, las leyes ayudan a encaminar el funcionamiento de las


organizaciones políticas pero la concepción de los partidos trasciende a ellas.

"Lo que da origen a los partidos políticos es la acumulación en el tiempo de recursos


organizativos o de prestigio en organizaciones", precisó.

Levitsky coincide con ello y agrega que los partidos nacen de conflictos históricos, sociales y
políticos y que sin "identidad" o "mística" no pueden ser considerados como tal.

"Suena paradójico, pero en el Perú no ha habido en los últimos 20 o 25 años un conflicto


ideológico que le permita poseer partidos de verdad. El conflicto que ha habido ha sido militar
con Sendero y no ha sido un conflicto político", dijo.

Se entiende entonces, también, que de pronto surjan grupos como el Movadef, que siendo
antidemocráticos aprovechen bien ese peligroso vacío.

EN CIFRAS

27 son las organizaciones políticas que se encuentran inscritas, según el ROP del JNE, y 36
suman las agrupaciones canceladas o con proceso de inscripción culminado.

11 son las fuerzas políticas que se encuentran representadas en las bancadas en el Congreso.

2003 fue el año en el que se promulgó la ley de partidos políticos. Tuvo entre sus principales
aportes los temas referidos a la democracia interna y al financiamiento de los partidos.

EN EL PODER

Ollanta Humala (2011-2016). Llegó al poder con la alianza electoral Gana Perú, integrada por
el Partido Nacionalista y grupos de izquierda como el Partido Socialista, de los cuales ya se ha
desprendido.
Alan garcía (2006-2011). En su segundo gobierno tuvo el apoyo de la dirigencia de su partido
y, en el Congreso, de grupos como la bancada fujimorista.

Alejandro Toledo (2001-2006). Su partido Perú Posible logró ser la primera fuerza en el
Parlamento, pero hubo congresistas que desertaron de la bancada y protagonizaron
escándalos que pusieron en riesgo su gobierno.

Valentín Paniagua (2000-2001). Al caer el régimen fujimorista, fue presidente transitorio.


Era de Acción Popular, pero su mandato fue constitucional por ser titular del Congreso.

Alberto Fujimori (1990-2000). Fue el outsider de las elecciones de 1990. Fundó un partido
que desactivó con prontitud y desde entonces su grupo ha mutado de nombre en cada elección
para evitar compromisos políticos.

Alan García (1985-1990). Ganó las elecciones con apoyo popular forjado por el Apra, pero
sobre todo por su juventud, simpatía y gran oratoria, cualidades que no le ayudaron cuando
provocó la hiperinflación.

Fernando Belaunde Terry (1980-1985). Líder de Acción Popular, volvió al poder once años
después de haber sido derrocado por la Junta Militar, que convocó a elecciones que se
realizaron el 18 de mayo de 1980.

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