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RESUMEN
La atención a la salud tiene tres componentes: la atención técnica, el manejo de la relación
interpersonal, y el ambiente en el que se lleva a cabo el proceso de atención. La evaluación de cada
uno de estos aspectos permite estimar la calidad de la atención brindada, siempre y cuando se tomen
en consideración las características especificas del país en que se dala atención del paciente. De
cultura a cultura cambian las normas de adecuación y la disponibilidad de recursos, las preferencias
de la gente, sus creencias, y consecuentemente deben cambiar los criterios para evaluar la calidad de
la atención. Una vez definidos estos criterios, garantizar la calidad depende del diseño de un sistema
adecuado a las particularidades de cada caso, y de la monitoría eficiente del desempeño de ese
sistema.
Palabras clave: garantía de calidad, evaluación de la calidad, atención a la salud, salud internacional.
ABSTRACT
Healthcare can be considered in terms of three components: technical care, management of the
interpersonal relationship, and the amenities of care. Evaluation of these parameters allows an
assessment of the quality of care, but only if the specific characteristics of the country involved are
taken into account. Standards, resource availability, customs, and beliefs change from one society to
another. Care assessment criteria must change accordingly. Similarly, quality assurance depends on
the design of a system appropriate to the particular conditions of each place, and on the efficient
monitoring of the system's performance.
Solicitud de sobretiros: Dr. Avedis Donabedian. 1739 Iuywood Drive. Ann Arbor, Michigan 48103, USA.
Introducción
AUNQUE EN EL transcurso de los años he tenido cuatro pasaportes diferentes y he viajado a muchos
países, no pretendo saber mucho de salud internacional. Entonces, ¿por qué acepto hablar ante
ustedes sobre la evaluación y garantía de la calidad desde una perspectiva internacional? En primer
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lugar porque Julio Frenk, nuestro animoso conductor y promotor, me ha pedido que lo hiciera, y
porque hasta ahora no he sabido decirle: ¡No! (O, más bien, sé decirle que "no", pero él sabe
convertirlo en un "sí").
Sin embargo, existen el reto, el espíritu de aventura, la atracción del peligro en este tema. ¿Me atrevo
a tratar de abordarlo? ¿Acaso podría hacerlo con éxito?
Por último, y más importante, considero que si de hecho soy el buen teórico que pretendo ser, deberé
demostrar que mi teoría tiene capacidad de pronosticar las maneras en que la evaluación y garantía
de la calidad podrían variar entre países y culturas, aun en casos en que yo no tuviese ni pruebas ni
experiencia. Y esto es precisamente lo que me propongo hacer, por lo que ustedes podrán juzgar por
sí mismos la fecundidad o esterilidad de mi teoría. Mi método consistirá en tratar, primero, el
significado de la "calidad" misma, y, luego, en abordar brevemente los mecanismos empleados para
mejorarla y protegerla.
EL SIGNIFICADO DE "CALIDAD"
En su esencia, "calidad" significa conformidad con normas, y al respecto, hace más de medio siglo Lee
y Jones reconocieron, en su admirable exploración del concepto de calidad, que tales normas no son
absolutas, sino que varían de una sociedad a otra. Desarrollaré su tema al considerar, a su vez, tres
componentes de la atención a la salud: 1) atención técnica, 2) el manejo de la relación interpersonal y
3) el ambiente físico en el que se desarrolla el proceso de atención. Por razones que serán obvias, los
trataré en orden inverso.
El ambiente de la atención se refiere a las características del medio dentro del cual se proporciona
ésta, que las hacen aceptables o deseables.
Nos es posible aceptar, casi intuitivamente, que lo que se estima aceptable o deseable en este
respecto, tiene que variar de una sociedad a otra. Ello se debe en parte a diferencias de riqueza
material y de nivel de vida. De una manera más fundamental, lo aceptable o deseable del medio
ambiente en que se proporciona la atención, depende de nociones culturales determinadas de lo que
es bueno o correcto. Son ejemplos obvios la separación de las mujeres de los hombres, o de los
enfermos de sus familiares.
Es fácil ver que lo que se considera bueno en la relación entre el paciente y el proveedor de la
atención médica, también tiene que variar entre un lugar y otro. Los valores que incorporan la cultura
y las costumbres locales determinan lo que es correcto, propio o moral en las transacciones paciente-
proveedor. Y estos valores influyen, a su vez, en cuáles estilos de los que se usan para manejar las
transacciones lograrán que los pacientes participen con la mayor efectividad en su propia atención.
Por ejemplo, al variar la estructura y dinámica familiares variarían de conformidad los derechos de
confidencialidad y de autonomía familiar. Asimismo, en algunas sociedades la plena revelación y la
negociación pueden representar el sello distintivo de lo bueno, mientras que en otras, es posible que
se espere del personal médico ser distante y omnisapiente, si no oracular y misterioso, y que gire
instrucciones que deben ser obedecidas sin cuestionamiento.
En cuanto a la gente que busca la atención, algunos pueden estar acostumbrados a la medicina
indígena exclusivamente, otros a la occidental exclusivamente; pero es posible que muchos recurran a
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ambas. Cuando se usan los dos sistemas, a veces se debe a que se asignan a uno y a otro tipos de
eficacia bastante definidos, o bien porque se hace el intento con un sistema después de que el otro ha
fallado, o debido a que se cree que el uso simultáneo de ambos hará aumentar las posibilidades de
éxito.
Podríamos, claro está, tratar de evaluar la calidad de la medicina indígena por medio de sus
resultados. La satisfacción de los pacientes podría servir como un indicador razonable. Pero si
deseamos ir más allá de eso, a fin de incluir medidas más "objetivas" del bienestar y del
funcionamiento, tendríamos que contar con información científicamente válida sobre la relación entre
el proceso y los resultados. Para poder evaluar la calidad, necesitamos una base comprobada con
anterioridad en la evaluación de tecnología, tanto para la medicina indígena como para la medicina
occidental.
Por su misma naturaleza, la medicina indígena es local en vez de universal. En cambio, nos gustaría
creer que la medicina occidental, que pretende basarse en la ciencia, es universal. Sabemos que, en
gran medida, tal no es el caso. Existen diferentes escuelas de pensamiento y diferentes estilos de
práctica incluso dentro de un mismo país. Inevitablemente también, los estilos nodales de la atención
no pueden sino diferir sustancialmente de un país a otro. Podríamos llamar a algunas de estas
diferencias "primarias", pues reconocemos que se originan en las incertidumbres en la ciencia misma
de la atención de la salud. En cuanto a las demás diferencias, podríamos llamarlas "derivadas", ya que
representan la consecuencia de circunstancias locales, tales como las que describiré a continuación.
Entre las circunstancias locales que pueden influir en cómo se evalúa la atención técnica, se
encuentran diferencias en la disponibilidad y las características de los recursos humanos y materiales.
Desde luego, es posible pasar tales diferencias por alto, basando nuestro juicio sólo en si se ha
diseñado y ejecutado de una manera tendiente a producir los mayores beneficios de salud que
posibilitan la ciencia y la tecnología actuales. Esta es una norma importante que hay que establecer,
pero en muchas situaciones no tiene relevancia inmediata. Más bien, puede haber necesidad de
calificar el rendimiento de los proveedores de la salud comparándolo con los mejores resultados
posibles a partir de los recursos de que éstos disponen. Resulta fácil aceptar esta modificación de
normas cuando existen recursos materiales limitados. Tal vez debe ser aceptada también cuando los
proveedores del servicio padecen limitaciones de conocimiento y de capacidad que pueden atribuirse a
causas sociales y ambientales generalizadas, y no a fallas individuales.
Las evaluaciones de la atención técnica también pueden variar debido a que los pueblos que la reciben
varían en tres maneras: (1) en sus características biológicas, (2) en su comportamiento y (3) en sus
preferencias.
A veces, las diferencias en el comportamiento de los pacientes durante la atención de su salud surgen
de las diferencias en valores, cultura, conocimiento y situación. A su vez, estas diferencias deben
influir en la elección entre las estrategias de atención disponibles. Por ejemplo, hay que considerar si
el paciente se presta a una observación prolongada, si llegará a las citas y si se someterá realmente a
un régimen de atención, ya que todo eso ayudará a determinar si las investigaciones deben iniciarse
inmediatamente o si pueden posponerse, si los medicamentos se darán oralmente o se inyectarán, y
si la intervención elegida será el tratamiento quirúrgico o médico.
Debemos recordar que los pacientes y los proveedores son socios en la producción de la atención. No
basta calificar lo que el proveedor hace o se propone hacer. También es importante juzgar lo que el
paciente es propenso a hacer o a no hacer cuando se le recomienda un tratamiento, y lo que
realmente hace posteriormente.
Diferencias en preferencias, la tercera manera en que los pacientes suelen variar entre sí, alteran el
significado de calidad del modo más fundamental. Después de todo, es lo que los pacientes valoran lo
que determina cuáles objetivos y logros de la atención vale la pena alcanzar. Las diferencias en
preferencia surgen en parte de valores culturalmente determinados. El apego a la vida, miedo a la
muerte, aceptación del riesgo, aceptación de la incapacidad y el valor del futuro en relación con el
presente, son todas diferencias que probablemente están determinadas culturalmente, por lo menos
en parte. Otras diferencias en preferencias reflejan lo que es funcional o útil en una sociedad dada,
según el estilo de vida dominante, los papeles sociales y las ocupaciones. Los resultados que son
funcionales para los trabajadores urbanos pueden ser inadecuados para trabajadores rurales o para
una población de nómadas.
Las diferencias en objetivos sociales representan la última fuente de variaciones en las evaluaciones
de la atención técnica que abordaré hoy. Los dos principios relevantes al caso son la eficiencia de
asignación y la equidad.
La eficiencia de asignación tiene que ver con el logro del mayor mejoramiento en el bienestar humano,
empleando recursos limitados según un sistema de prioridades basadas en la relación entre costo y
efectividad. La equidad depende de la asignación de recursos de acuerdo con algún principio de
justicia o imparcialidad. Ambos objetivos suelen influir en cómo uno califica la calidad de la atención
proporcionada a pacientes determinados. Ambos pueden variar de una nación a otra de acuerdo con
diferencias en valores religiosos, sociales y políticos, así como a diferencias en los problemas que una
sociedad dada tiene que atacar y de los medios de que dispone para ello.
De lo que he afirmado podemos concluir que el significado de calidad y de las normas usadas para
calificarla, serán diferentes entre una sociedad y otra, pero de una manera sistemática que se
encamina en una dirección predeterminada en un marco conceptual fundamental. Sin duda, lo mismo
puede decirse de la garantía de la calidad. Pero, en ese caso, la situación es más compleja y no cuento
con un buen marco conceptual que me sirva de guía. Por lo tanto, me limitaré a hacer unos cuantos
comentarios generales al respecto.
LA GARANTÍA DE LA CALIDAD
Es útil pensar en la garantía de la calidad como consistente en dos componentes. Uno es el diseño de
sistemas y los recursos, y el otro es la monitoria del desempeño del sistema. Los recursos y el diseño
del sistema afectan la calidad de la atención profundamente, pero sólo de un modo general.
Necesitamos la monitoria del desempeño a fin de poder adecuar la atención más exactamente a los
criterios y normas de calidad. Mis comentarios se dirigirán básicamente a la supervisión del
desempeño, pero, como veremos, ésta y el diseño de sistemas difícilmente se separan, incluso para
los propósitos de una exposición.
aplicar un control administrativo y profesional más directo. Pero ahora que las técnicas de monitoria
se han desarrollado, existe mayor probabilidad de que se conviertan en un rasgo adicional y
característico de sistemas más altamente organizados.
Cuando un organismo público o cuasi-público asume la responsabilidad de la calidad, ésta puede ser
cumplida directamente o por delegación, y la actividad correspondiente puede centralizarse
totalmente o descentralizarse en diferentes grados. Asimismo, los métodos empleados para cambiar el
comportamiento de quienes proporcionan la atención a la salud pueden variar, dependiendo en parte
de los medios de control disponibles al organismo de supervisión, y parcialmente de las tradiciones del
sistema de atención a la salud. La gama de estos métodos cubre desde el castigo a la exhortación, y
en el punto medio tenemos incentivos monetarios, incentivos profesionales, educación y
retroalimentación.
Los objetivos de la monitoría también pueden variar, dependiendo de cuáles son los problemas
existentes o que se consideran importantes. En algunos sistemas, los problemas principales pueden
ser la inaccesibilidad y la poca frecuencia de uso, mientras que en otros, la atención puede estar
enfocada en un acceso demasiado fácil o un uso excesivo de los servicios. También existen diferencias
en las metas de monitoria. Podría haber diferencias en el escrutinio dirigido a las condiciones de salud
individuales, a componentes del sistema de atención de la salud y a segmentos de la población. La
elección del aspecto a supervisar depende en parte de dónde se considera que se encuentran las fallas
más importantes en la calidad, y parcialmente de la disponibilidad de información y de la presencia de
alguna forma de palanca con qué inducir un cambio.
Es también probable que un examen más detallado delas técnicas de monitoria revele diferencias
entre países, dependiendo de factores como la disponibilidad de información y la tecnología necesaria
para captarla y procesarla, y de la preferencia por sistemas de vigilancia diseñados y administrados de
manera centralizada en vez de esfuerzos participatorios, en círculos de calidad, al nivel en que la
atención realmente se proporciona.
Estas y otras variaciones internacionales en la evaluación y la garantía de la calidad nos brindan una
excelente oportunidad para hacer observaciones empíricas y consolidar teorías. Pero la lección más
inmediata es la siguiente: la evaluación y la monitoría de la calidad deben adaptarse cuidadosamente
a las situaciones particulares en cada país si han de tener éxito. No existe una máquina productora de
garantía de calidad universalmente adecuada que se pueda comprar con dinero.
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