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Colegio Santa Teresa

Coordinación Técnica
Illapel

FICHA LENGUAJE CUARTO BÁSICO

Nombre:…………………………………………………………………….. Curso: :……………………………..

Programa de Compresión Lectora


El Pintor Tuo Lan

En la China, antigua y milenaria, vivió hace


mucho tiempo un pintor llamado Tuo Lan. Era
un anciano delgado, de larga y blanca barba y de
una mirada aguda, penetrante. Habitaba una
modesta cabaña de bambú, situada en las afueras
del pueblo. Rara vez salía de su casa, y cuando lo
hacía, era tan sólo para ir al mercado a comprar
las provisiones para la semana. Luego, después
de las comprar, se sentaba en un banco de
madera, a la salida del mercado, y se situaba a
mirar los rostros de la gente que entraba y salía
del recinto.

Así permanecía horas inmóvil, y mirando.

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Cuando volvía a su casa, colocaba sobre la mesa sus pinceles, sus tintas
sus papeles de seda, sus acuarelas y se ponía a pintar. Cada día pintaba siete
rostros. Su trabajo lo absorbía completamente, tanto así que no oía ni el
viento no la lluvia ni los pájaros.

Al final de la semana, colgaba los trabajos en las paredes y tenía siete


veces siete rostros, que tapizaban los muros de su casa. Tuo Lan los
contemplaba largamente con las manos cruzadas en la espalda, la cabeza
echada hacia un lado y sonreía, porque sentía una secreta satisfacción: la del
deber cumplido.

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Una noche, cuando se afanaba en terminar un retrato, alguien golpeó a
su puerta, pero Tuo Lan estaba igualmente trabajando.

 ¿Quién es? – preguntó , sin levantar la cabeza de la pintura.


 Soy la muerte –respondió una voz potente desde afuera–. Y vengo a
buscarte.

El viejo se levantó refunfuñando y fue a abrir la puerta.

 ¡Por Dios! –le dijo–. ¡Qué inoportuna eres! ¡Qué mal momento para
venir a buscarme! ¿No ves que estoy a punto de terminar este retrato y me
encuentro en la parte más delicada, que es la sonrisa de la muchacha?

Y diciendo esto, sin mirar siquiera a la Muerte a la cara, volvió a su


mesa de trabajo.

La muerte, alta, imponente, vestida de negro, con una enorme guadaña


en las manos, se quedó perpleja. Nunca nadie la había recibido de ese modo.
Se acercó a Tuo Lan y, mirando por encima de su hombro, vio el retrato que
estaba pintando. Era una sonrisa, era la sonrisa de una hermosa muchacha
del pueblo.

En su largo recorrido, la Muerte había visto todas las muecas, todos los
gestos posibles; sin embargo, nunca se había encontrado así, de frente, con
una sonrisa humana.

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Fue tanta la impresión, que no se atrevió a colocar su esquelética mano
sobre la nuca de Tuo Lan. Salió de la casa y se alejó confundida.

Cuando estuvo de vuelta en su morada, el Rey de los Cielos la vio


aparecer en su palacio con las manos vacías. Entonces, le preguntó con voz
áspera.

 Bueno, ¿por qué vuelves sola? ¡Qué ha pasado?

Y ella respondió:

Majestad, es que entré a la casa del pintor Tuo Lan


y estaba pintando la sonrisa de un rostro infantil y no
quise molestarlo hasta que la terminara.

El Rey de los Cielos sonrió y pensó para sí:

 ¡Qué hombre tan especial debe ser, capaz de intimidar a la propia Muerte!
¡Tengo que conocerlo!

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Y le ordenó a la de la guadaña que se lo trajera de inmediato, a riesgo
de perder su trabajo si no lo hacía, y como los trabajos escasean en todas
partes, la Muerte regresó rauda y decidida a la casa del pintor. No se molestó
en golpear la puerta. La vela todavía estaba encendida en la pequeña
cabaña de bambú. Al entrar, se encontró a boca de jarro con Tuo Lan, quien
la esperaba en medio de la habitación. Se había puesto una vieja túnica
raída, unas sandalias igualmente usadas y en el brazo llevaba un gran
canasto lleno de sus papeles, sus pinturas, sus pinceles, sus sedas.

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 ¡Por Dios! ─le dijo Tuo Lan─. ¿Dónde te metiste? ¡Hace rato que te
estoy esperando! ¡Ya estoy listo, ahora puedes llevarme!

Entonces, sin demora, la muerte lo cubrió con su negra capa y se lo llevo


a la otra vida.

Tuoa Lan entró en el palacio divino. El Rey de los Cielos lo contempló


detenidamente desde su trono y vio la figura endeble del anciano mortal ,
pobremente vestido con ropas cien veces remendadas y cargado de papeles,
pinceles y frascos de tinta.

 Quiero saber algo ─le dijo el todopoderoso─. Nunca has pintado


otra cosa que rostros ¿Por qué?

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Y Tuo Lan, mirándolo con sus ojos claros, luminosas, penetrantes, le
respondió:

 Porque los rostros humanos, Señor, son los paisajes más bellos del
mundo.

El Rey de los Cielo se levantó de su trono, le tendió la mano y,


sonriendo, le dijo:

 Ven. Acompáñame.

Salieron juntos a un espacioso jardín. En su centro, bajo los árboles y


entre las flores, manaba agua cristalina desde una fuente situada en una
pequeña gruta cubierta de musgo. Un sol inmóvil brillaba en el cielo. Era la
luz ideal, no hacia ni frío y calor.

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Esta será tu morada eterna ─le dijo el Rey de los Cielos ─. Aquí vivirás
junto al espíritu de la vida y pintaras rostros, y cada vez que nazca un niño
sobre la tierra, elegirás uno para dárselo.

Y tal ha sido, desde el principio y hasta el final de los tiempos, el trabajo


de Tuo Lan.

De manera que cada vez que nos emocionemos, nos regocijemos o nos
enternezcamos anta la belleza, la suavidad y la dulzura del rostro de un
recién nacido, no nos olvidemos de agradecer al viejo pintor, al pobre pintor
andrajoso, que allá en el cielo sigue pintando caras y rostros para cada uno de
nosotros.

Carlos Genovese. Las más bellas historia para ser contadas


Santiago de Chile Don Bosco S.A.. 1999.

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Actividades

1. ¿Dónde vivía el pintor Tuo Lan?


a. En la India.
b. En un lugar imaginario
c. En china.

2. En anciano vivía en:


a. Una cabaña de bambú.
b. Un palacio antiguo.
c. Una enorme y lujosa cabaña.

3. La historia que se relata ocurrió:


a. Hace un siglo.
b. En la antigüedad.
c. No hay información.

4. Dibuja en lugar en el que se encuentran el Rey de los Cielos y Tuo Lan.

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5. ¿Quién dijo? Une con una línea.

a) ¿Por qué vuelves solo?

b) ¡Qué mal momento para venir a


buscarme!

c) ¡Hace rato que te espero!

d) Los rostros humanos son los


paisajes más bellos del mundo.

e) No quise molestarlo hasta que


terminara.

f) Esta será tu morada eterna.

6. Vuelve a leer el primer párrafo de la lectura y marca la idea principal:

a. Tuo Lan compraba muchas provisiones cada semana.


b. Tuo Lan era un anciano y modesto pintor de la china.
c. En la china antigua los ancianos rara vez salían de sus casas.
d. La gente más modesta vivía en cabañas.

7. En la página 9, se utiliza la expresión: “a boca de jarro” ¿Qué significa


esta expresión?

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