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Validez del concepto de objeto en la obra de

Melanie Klein

Willy Baranger *

Si es cierto, como creemos haberlo demostrado, que existen en


la obra de Freud distintos conceptos de objeto, si hay una distancia con-
siderable entre el objeto de la pulsión tal como lo leemos en los "Tres
ensayos", y el objeto como nos lo presenta "Duelo y melancolía", el
concepto kleiniano de objeto se origina sin duda ninguna en esta segunda
línea del pensamiento de Freud.
Es de suponer que Melanie Klein, por razones de coherencia, nunca
hubiera retomado por su cuenta la afirmación' de Freud de que el objeto
es el aspecto más inesencial de la pulsión (ya que puede ser fácilmente
sustituido por otro). El pasaje de Freud a Melanie Klein se manifiesta
primero en un cambio de énfasis que se desplaza de la pulsión al objeto.
Otro punto nos hace percibir esta diferencia: Freud nunca adoptó del todo,
aunque use el término en repetidas' ocasiones desde su introducción por
Férenczl, el concepto de lntroyecclón. Al contrario, para Melanie Klein el
objeto es inseparable de las operaciones que se realizan a propósito de
él;' antes que todo el "splitting", la introyección y la proyección. Proba-
blemente, la reticencia dé Freud a utilizar el concepto de introyección pro-
viene de la conciencia de las modificaciones que tal uso hubiera exigido
en su construcción teórica' acerca de las pulsiones. Por ello en "Duelo y
melancolía" abre una nueva línea ,de teorización, pero no la explota a fon-
do, ni en las obras ulteriores como "El Yo y el Ello", donde se da cuenta
dé: que' los fenómenos descriptos en "Duelo 'y melancolía" desbordan am-
pliamente' el campo del duelo, e inciden en todo el desarrollo psíquico .
. ' ", Cuando Melanle Klein habla de objeto no designa con ello exacta-
mente lo' mismo queFreud, ni aun en las obras de éste que le sirvieron
d'e punto de partida: Pero tampoco el concepto de objeto es unívoco en
Melanle Klein. Sin buscar en 'sus obras discriminaciones demasiado mi-
nuciosas podemos distinguir un uso metapsicológico y un uso fenoménico,
descriptivo, 'del concepto, sin que esta diferencia se presente, salvo ex-
cepctones.' co~o: tajante, Esta ambigüedad tiene su aspecto positivo: per-

~ Dirección: Sevilia 2954, Buenos Aires, Argentina.


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Willy Baranger

mite a M. Klein una mayor riqueza y plasticidad en la comprensión de los


fenómenos clínicos, si bien trae aparejada, como polo negativo, un cierto
número de dificultades teóricas. 'Estas "aporías" del concepto de objeto
que traté de formular en un trabajo anterior 1, me propongo ahora ilustrar-
las a propósito del' objeto absolutamente privilegiado de la metapslcolo-
gía kleiniana, el pecho. Esto llevó al problema esencial de esta clase de
sustancialidad del objeto que constituye quizás el aporte más imprescindi-
ble de M. Klein al enriquecimiento del concepto.

l. De la estructura endopsíquica a la casi-persona

La misma distancia que recalcábamos entre el objeto del duelo pa-


'ra Freud y el objeto internalizado de M. Klein, la observamos entre el obje-
to de la metapsicología kleiniana y el objeto como estructura endopsíquica
de Fairbairn. Melanie Klein se cuida de no emplear nunca la expresión
"estructura endopaíqulca" aunque, cuando describe las funciones del ob-
jeto internalizado le atribuye todas las características de una estructura.
El objeto internalizado se nos presenta como algo que subyace a una mul-
tiplicidad de representaciones y estados afectivos y los condiciona. No
se nos aparece nunca directamente, sin intermediación, sino mediante
imágenes, conceptos, recuerdos, angustias o deseos que varían al infinito.
Pero ésta variabilidad caleldoscóplca no 'impide' una permanencia a veces
extremadamente rígida,' con tendencia a determinar la repetición de sltua-
clones estereotipadas. 'El mismo perseguidor se reviste de -dlsfraces in-
numerables en la serie' indefinida de suspersonlñcaclones, el mismo ob-
[etoIdeallzado aparece como 'paraíso perdido, como príncipe azul, como
ideología. '
, 'No es que esta permanencia' signifique ---.sino quizás en casos ex-
r ••

tremos- una inmovilidad estática. Estas estructuras sufren variaciones


de 'pulsación más lenta que los acontecimientos superficiales de la hlsto-
488 rla individual, entran en combinación entre sí, .setnfluyen.recíprocamente,
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

contribuyen a constituir las instancias organizadas que regulan nuestra


vida psíquica: el yo y el superyó.
El objeto internalizado polariza las tendencias generales de la vida
psíquica 'a la integración y a la desintegración.
A veces, por ser excesivamente idealizado o perseguidor, se rebe-
la a todo tipo de modificación, no puede ser asimilado, permanece en-
quistado en el ello, constituye' un "núcleo psicótico", queda como una
amenaza potencial muda, hasta que un debilitamiento circunstancial de las
instancias organizadas le permita irrumpir ruidosamente en el primer pia-
no de la escena psíquica, con su cortejo de manifestaciones patológicas.
Otras veces, sigue un proceso de paulatina modificación y entra en el
circuito madurativo de la introyección y de la proyección, se vuelve en
cierta medida permeable a las influencias del mundo externo y contribuye
a la integración.
'No insistiré sobre su función en la constitución dei yo. Melanie
Klein lo reitera a menudo: el pecho bueno Internallzado es el núcleo al-
rededor del cual se va constituyendo el yo. Es fuente de gratificación y
reaseguramiento; permite tolerar la frustración o el retraso de la gratifi-
cación impuesto por la realidad; aplaca las angustias persecutorlas y de-
presivas; permite al sujeto el uso y desarrollo de sus propias capacida-
des'. En este sentido, es estructura y es estructurante.
, Naturalmente, el hecho mismo' de su lntroyecclón impllca una ins-
tancia lntroyectante dentro del sujeto mismo, es decir, otro "núcleo" del
yó rudlmentarlo, ya no' de origen objetal, sino considerado como unidad
de funéi~nes. ' " ' ,
, La fo'rma'en que estos dos núcleos -funcional y
obj eta 1"":" , del yo lle-
gan a cornblnarse en una estructura única, siendo su naturaleza profunda-
mente heterogénea. suscita un problema teórico de difícil solución, pero
no ¡ fundamentalmente distinto del' problema que presenta 'la dualidad del
'yo' en'la metapslcoloqía freudlana: el yo como "residuo de sucesivas i'den-
tiflcaciones'!, y e'l yo como conjunto de funciones Ipercepclón, memoria,
etcétera) presentan la misma dificultad a qulen quisiera dar cuenta de l~ 489
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forma en que se' realiza su integración en una' unidad. Ni Freud, ~i M.


Klein parecen poder escapar a un concepto híbrido de la formación del yo.
o 'La visión kleiniana de la formación de 'la estructura del superyó a
partir del objeto introyectado escapa a esta dificultad (como también lo
hiciera,la·descripción de Freud, 'muy distinta por lo demás). Un examen
de- los ·textos pertinentes de M. 'Klein muestra que el superyó se consti-
tuye .por aproximación' de 'dos núcleos objetales, extremadamente contra-
dietarios' al principio, pero semejantes en su .naturaleza objetal, el pecho
perseguidor' y el pecho idealizado. Del objeto perseguidor, el superyó
conserva-la crueldad, la' peligrosidad, la omnipotencia .sometedora. Del ob-
jeto idealizado que contribuyó a su constitución, hereda su grandeza, su
derecho a castigar o .reeompensar, su poder de dictaminar lo que está
bien' y lo que está mal. Su dualidad de origen- da cuenta de su 'naturaleza
violentamente contradictoria, y de su relativa fragilidad: .los estados re-
gresivos tienden a romper su unidad, 'restituyendo' sus' partes constltutl-
vas.en su fisonomía original, un perseguidor y un ser ideal.
... ': Podría decirse, teniendo en cuenta los objetos que pueblan el ello,
y'el superyó, que el 'objeto como, estructura endopsíquica, constituye el
I •

concepto clave de la metapsicología klelniana. Sería sin embargo una


visión parcial del pensamiento deM. Kleín.
Una ojeada hacia .el origen del .objeto en la concepción kleiniana
nos invita a' matizar esta afirmación .. Mostré en otra parte" que histórica-
mente, 'en el .desarrollo del pensamiento deM, Klein, el antecesor inme-
diato del concepto -de objeto es: el concepto de, imago, que M. Klein va
abandonando paulatinamente a medida que el término va cayendo en de-
.suso.en el léxico psicoanalítico generahPero el. concepto de objeto con-
serva para ella algunos de los contenidos del concepto de imago. "lrnaqo"
designa -una representación inconsciente, arcaica, con una cierta conno-
tación- arquetípica. Es probable que su' sabor .alqo jungiano .haya contri-
burdo.a su abandono.. Sea como fuere, no se trata en absoluto- de estructu-
ra endopsíquica, sino' de figuras universales, míticas: el padre castrador,
490 l;:t dlosa madre nutrlcla, la mujer. fálica, etcétera ..
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

El examen de la concepción kleiniana del origen del objeto nos lle-


va a una conclusión semejante. El objeto aparece, pata Melanie Kleln, en
el' punto. de entrecruzamiento de una multiplicidad de fantasías incons-
cientes, ellas mismas formando parte -previamente a toda experiencia
del mundo exterior-, de un equipamiento genéticamente heredado. Este
conjunto de fantasías inconscientes impone un marco prefijado a toda
experiencia posible, un poco a la manera de las "formas a priori dé la sen-
sibilidad" de Kant. Es en este sentido que Daniel Lagache pudo hablar,
refiriéndose a M. Klein, de una "fantasmática trascendental".
La fantasía inconsciente aparece como la "expresión mental del
instinto" (pulslón), es decir, como la mediación imprescindible entre el
nivel biológico y la vida psíquica. Pero una serie de oscilaciones se ma-:
nifiesta en los principales textos que poseemos acerca de la teoría klel-
niana de la fantasía inconsciente, los de Susan Isaacs 5 y de Hanna Segal1Q•
Por un lado, la faritasía inconsciente aparece como pasiva' con relación al
instinto ("expresión" de él); por otro lado aparece como un elemento
esencialmente activo con respecto a toda la vida psíquica; lo mismo en el
libro de Hanna Segal, I? fantasía inconsciente se nos presenta a veces co-
mo un elemento estructurante del yo, y a veces como el producto de una'
actividad del yo. Encontramos, por lo tanto, en otro nivel, una ambigüedad
semejante a la 'que encontrábamos en el concepto de objeto.
La fantasía inconsciente, para Melanie Klein, implica siempre una
dimensión corporal, tanto del cuerpo del propio sujeto como del cuerpo
del objeto. Al principio ambos cuerpos casi no se distinguen uno 'del
otro: el pecho perseguidor, en una de sus variantes, muerde o vacía tanto
como la boca del lactante. Se trata de un cuerpo distinto del que, nos
enseñan la anatomía o la fisiología, aunque la existencia fantasmática
está en parte "enchufada" en el funcionamiento corporal efectivo. Por
ello! el, objeto involucrado en la red de las fantasías tiene también en ~I
origen, un aspecto corporal, que puede perder ulteriormente por un pro-
ceso de cllva]e para volverse un ente abstracto. 491
Willy Baranger

Aún en sus niveles más arcaicos los objetos viven así de una vida
en cierta forma semejante a la vida del sujeto. Tal afirmación podría al
parecer tomarse como metafórica, y estamos inclinados a creer que los
objetos, que parecen dotados de vida independiente, no son en realidad
sino títeres movidos por la actividad del sujeto; pero no es así. Son como
Jos muñecos de los ventrílocuos que se independizan de su amo, se bur-
lan de él, sabotean sus planes y lo persiguen. El titiritero es movido por
el títere tanto como lo mueve.
El sujeto y sus objetos, los "ciudadanos de su mundo interno" vi-
ven de una vida recíproca, en la cual nadie es determinante en último
análisis. Conocemos los procesos que dan cuenta de esta reciprocidad
"en la vida del sujeto y de los objetos, y de la dialéctica de su devenir: son
el clivaje y la identificación proyectiva e introyectiva, antes que nada.
Es esta dialéctica, dada espontáneamente en la vida común, o en forma
artificial en el proceso analítico, la que permite la modificación paulatina
y correlativa del sujeto y de sus objetos.
El concepto de objeto, así encarado,· se transforma en un aspecto
de un concepto -más abarcativo, el de posición. La posición se presenta
así como una constelación de fenómenos interrelacionados: el tipo dean-
gustia dominante, las defensas utilizadas para dominarla, los instintos en
juego, las características de los objetos involucrados, el estado, los sen-
timientos, los pensamientos del sujeto conforman así una totalidad en
movimiento en la cual ningún factor puede ser considerado en forma in-
dependiente de todos los demás.
En particular, los objetos, por los incesantes procesos de intercam-
bio con el sujeto, adquieren un tipo de existencia sui generis, necesaria-
mente antropomórfica, y que podríamos llamar de casi-sujeto, o casi-
persona .
. Cabe por lo tanto discriminar, en las descripciones de Melanie
Klein, dos contenidos extremos del concepto de objeto. En un extremo, en
ciertos textos relativos a la constitúción de las instancias psíquicas, Me-
"492 lanie Klein se aproxima al concepto fairbairniano del objeto como estruc-
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

tura endopsíquica. En otro extremo, y en particular en todas las descrip-


ciones clínicas, el objeto internalizadoes. considerado como una casi-per-
sona, sujeto de padecimientos, sentimientos, actividades a la par de cual-
quier sujeto.

11. La· prioridad del pecho

Dentro de la multiplicidad de los "ciudadanos del mundo interno",


se destaca un objeto particular. al cual Melanie Klein atribuye caracterís-
ticas prototípicas, y cuyas vicisitudes van a determinar la cualidad de
toda la serie objetal: el pecho internalizado. Por ello, un examen más de-
tallado de este objeto puede resultar esclarecedor con respecto a los
problemas del objeto en general.
En el léxico común, "pecho" designa un objeto natural, una parte
del cuerpo, especialmente del cuerpo femenino (los pechos de los hom-
bres no suscitan mayor interés en qeneral), esencial en la función de ama-
mantamiento, y dotado de un intenso valor erótico. El concepto de pecho
en M. Klein, si bien no está totalmente desligado de este objeto, posee
características que no condicen con un objeto natural o con su represen-
tación interna. Esto se percibe hasta en el lenguaje mismo: M. Klein dice
"el pecho" de la madre, y no "los pechos", como se dan normalmente en
la naturaleza.
El pecho preexiste a la experiencia. En la fantasmática trascenden-
tal, es el centro de una cantidad de fantasías originarias que condicionan
la posibilidad del amamantamiento, e inclusive pueden lrnpedlrlo en cier-
tos casos de recién nacidos aparentemente normales y que han alcanzado
el grado de maduración necesario para la lactancia .. De igual modo la
activación circunstancial de estas fantasías puede interrumpir una lac-
tancia ya empezada y obligar a sustituir el amamantamiento natural por
el artificial. 493
Willy Baranger

Asimismo, el pecho de la madre puede ser sustituido por un obje-


to artificial -el blberón-« sin perder su función esencial en la vida del
lactante y sin que esta .sustitución afecte fundamentalmente la relación
ulterior del individuo con el pecho internalizado. Todo pasa. como si, en
este caso, la cuota. de datos empíricos necesarios para rellenar las fan-
tasías originarias y constituir el objeto de la fantasía fuera de muy poca
importancia en relación con el universo fantasmático, lo que no implica
que la relación efectiva con la madre en la experiencia de la lactancia no
tenga una importancia decisiva, pero, sí, que la percepción real del pecho
como órgano natural no es determinante para conferir su forma al pecho
internalizado.
Además, el pecho internalizado integra fantasías que no tienen nada
que ver con su existencia física: se lo puede duplicar (en bueno y malo,
persequldor e idealizado), se lo puede fragmentar en parcelas diminutas,
se lo puede vaciar o secar, o rellenar con sustancias venenosas o explosi-
vas, o dotar de características persecutorias, etcétera. La dialéctica de
los intercambios entre el sujeto y el objeto que mencionábamos funciona
plenamente en el nivel más arcaico y más parcial de los objetos: el pecho
sufre, o se encuentra contento, o se rehúsa a gratificar, o conforta, etcé-
tera. El status de casi-persona se aplica, para M. Klein, en toda su am-
'plitud, a este primer objeto parcial.
Sin embargo, a pesar de todas estas características que los dife-
rencian y oponen, hay en la obra de M. Klein un continuo cabalgamiento
entre el pecho como objeto natural, o su representación interna, y el pe-
cho como objeto libidinal, o libidinal-tanático. Esto se debe, a mi parecer,
al desuso en el cual M. Klein deja la oposición establecida por Freud (y
mantenida inclusive en sus últimas formulaciones sobre la teoría de las
pulslonesl entre pulslones Iibidinales y pulsiones del yo. Lo que interesa
a M. Klein es la oposicióri más radical entre instinto de vida e instinto de
muerte, y entre las fantasías correspondientes a cada uno de ellos. Por
ello tiende a pasar por alto la diferencia entre la función alimenticia del
494 pecho y su función libidinal (salvo en ciertas observaciones clínicas don-
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

de los hechos imponen la idea de un c1ivaje, en el sujeto, de estas dos


funciones del objeto) 6. Es, creo, el relativo olvido de esta .distinción freu-
diana, el que lleva a M. Klein a admitir, al lado de la tetralogía, deobjetos
primitivos (pecho bueno y malo, pecho idealizado y perseguidor) un "quin-
to objeto", que denomina "presencia de la madre" (y que no constituye
un objeto sino aceptando una cierta extensión del .término) . destinado a
dar cuenta de una serie de conductas observables en el lactante, previas
a la constitución del objeto total y completo, y distintas de la constelación
de los vínculos con el pecho. Un lactante de muy corta. edad manifiesta
una serie de conductas expresivas de reconocimiento de la madre y de
diferenciación de su presencia con relación a cualquier otra presencia
humana.
Escribe M. Klein: "Hay sin embargo razones para suponer que, aún
dentro de los tres o cuatro primeros meses de la vida, el objeto bueno y
el malo no son totalmente distintos uno del otro en la .rnente del infante.
El pecho de la madre parece también fundirse para él en la presencia
corporal de ella, y la relación con ella como persona se constituye así
gradualmente desde este primerísimo estadio en adelante", Agrega en
el mismo. contexto: "Ya indiqué que, aun si los sentimientos del infante
se focal izan sobre la relación alimenticia con la madre, representada por o
su pecho, otros aspectos de la madre ya intervienen en la primerísima re-
lación del infante con ella. En efecto, aun infantes muy pequeños respon-
den a la sonrisa de su madre, a sus manos, a su voz, al hecho de que los
tome el) brazos o atienda a sus necesidades" 7,
Este vínculo especial con la madre, distinto del. vínculo libidinal o
alimenticio del amantamiento, ya que no sigue forzosamente las vicisitu-
des de éste, es obviamente, desde cierto punto de vista, un vínculo obje-
tal, pero con la condición de entender este término.en un sentido distinto
yrnás amplio, en el cual la percepción tiene un papel mucho más deter-
minante.
De todas. maneras, este vínculo inicial con la madre, distlnto del
vínculo con. el pecho, viene a corregir la idea de que .Ia totalidad .de la .495
Willy Baranger

relación con la madrese establece en prolonqaclón de Ja relación con el


pecho, 'yen función del pásaje proqreslvo del objeto parcial al objeto to-
tal: por lo menos una parte del vínculo con el 'objeto total parece originar-
se en esta relación primitiva con la "presencia" corporal de la madre.
La consideración del pecho como objeto natural, o representación
interna de un objeto natural, o como foco de una serie de fantasías origi-
narias vinculadas con la existencia corporal, está lejos de agotar el con-
cepto. Melanle Klein lo encara también desde otro ángulo, como primer
centro de organización .de la experiencia vivida del lactante. Toda expe-
riencia placentera es coloreada por la experlencla clave de la felicidad
del amamantamierito, y atribuida a la fuente de esta experiencia: el pecho.
Toda experiencia de displacer, de necesidad insatisfecha, de dolor, es
vivida en términos orales y atribuida también al pecho.. La necesidad de
preservar la experiencia placentera y de rechazar la experiencia dolorosa
lleva al primer clivaje: el pecho bueno concentra alrededor de. sí todo
lo placentero, mientras el pecho malo es el causante de todo lo displa-
centero .. Pecho bueno y pecho malo se constituyen así como los dos po-
Jos que orientan todo el campo de la vivencia, estructurando la posición
esqulzo-paranolde, Desde este enfoque, pecho buenoy pecho malo pue-
o den ser considerados COmodos principios rectores de la vida psíquica y
de la evolución ulterior de toda la serie objeta\.
Si, por otra parte, tenemos en cuenta la descripción realizada por
MelenleKleln del 'papel estructurante del pecho bueno y del pecho malo
en la formación de las instanclas psíquicas, no podemos evitar con-
cluir que el pecho, . en sus dos variantes correlativas que se dan al prin-
cipio de la 'vlda, se presenta como una estructura psíqulca doble cuya di-
námica rlqéIaconstltuclón de las ínstanclas psíquicas.
.. .: 'Oréoque los.textosde MelanieKlein acerca del pecho indican esta
multiplicidad de 'enfoques, sin que podamos elegir a ninguno de ellos como
esencial y determinante con relación a los demás. El pecho para Melariie
Klein 'no se reduce, ni a un objetó natural, ni a la representación psíquica
496 de .un 'objeto natural, por distorsionada que sea, ni a un centro congénito
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

de una constelación de fantasías, ni a un, principio rector' del 'desarrollo


psíquico, ·ni 'a una estructura' endopsíquica, sino que implica algo de cada
una de estas categorías. '.
La. exposición más rigurosa de Melanie Kleln 8 acerca del pecho
-su trabajo de 1946-52 sobre la vida emocional del lactante-, por cohe-
rente y satisfactorio que resulte a la lectura, elige dar prioridad a uno de
estos· enfoques, el de la estructura endopsíquica, pero relega a segundo
término una pluralidad de otros enfoques ·de la misma autora; aclara el
concepto pero al mismo tiempo lo empobrece en alguna medida.
'Sabemos que la multiplicidad de los objetos observables en la clí-
nica puede reducirse interpretativamente, según Melanie Klein, a las va-
riantes iniciales del objeto 'prototípico¡el pecho, Esta prioridad del pecho
y' esta subordinación a él de toda la serie, objetal descansan sobre unos
pocos principios, que subyacen a toda la descripción. Son los siguientes:

1) En virtud del principio de continuidad genética, todas las formas


del objeto .dependen de su forma más primitiva, es decir, de la primera
relación objetal observable, la del lactante con el pecho.
2) En consecuencia el pecho aparece como el término inicial 'de
toda la serie de las equivalencias objetales, y en el proceso interpretati-
vo, como el término final de la interpretación.
3) La cualidad de todos los objetos derivados del objeto inicial de-
pende .de la ·cualidad de las variedades de éste, según las leyes de una
combinatoria determinada.
4) El objeto' parcial antecede absolutamente al objeto total, en el
nivel cronológico y' en el nivel de preeminencia lógica.
5) El objeto total~e cO,nsti~uyepor sfntesls de los objetos parciales.

Aparece con claridad que el "quinto objeto", la presencia de la


madre, escapa a estosprinclplos y aun a las categorías que rigen la dife-
renciación de los objetos para Melanie Klein; por ejemplo, no 'se lo puede 497
Willy Baranger

ubicar ni dentro de los objetos parciales, ya que no se trata de una parte


del cuerpo, ni dentro de 'los objetos totales, ya que no se caracteriza ne-
cesariamente como ambivalente. O'e todas maneras el "quinto objeto"
constituye un aqreqado.: en cierta forma rectificativo y no muy coherente
con las demás partes del edificio, a la teoría kleiniana del objeto.
El "quinto objeto" aparece también como correctivo en otro sen-
tido: el origen de todos los objetos parciales es claramente fantasmático
y el mundo de los objetos internos se rige según las leyes propias de su
combinatoria al principio en forma casi lndependlente del comportamiento
de los objetos en el mundo 'real. El acceso a la realidad es paulatino, pro-
ducto de un proceso escalonado de, modificación, debido en particular a
la distribución de la angustia, al uso de las ecuaciones simbólicas que
multiplican los objetos, a la discriminación, a la adquisición de la capa-
cidad de simbolizar y a los procesos integrativos.
Al contrario, el "quinto objeto" tiene una referencia inmediata a lo
real: para él, el pasaje del pandemonium interno a un universo relativa-
mente integrado y coherente no es imprescindible y, al contrario, pode-
mos suponer que favorece este pasaje en los demás objetos. En cierta
medida, viene a mltlqar la preeminencia absoluta del pecho.

111. Oscuridades e ineludibilidad del. concepto kleiniano de objeto

El privilegio absoluto del pecho, en la construcción teórica de Me-


lanie Klein, como prototipo de todos los objetos posibles, proviene de la
sustantificación de la ecuación simbólica entre los objetos en una orde-
nación temporal. La prioridad simbólica del pecho descansa sobre la prio-
ridad cronológica de la relaclón de amamantamiento. Tal procedimiento
de sustantificación implica a su vez la prioridad del principio de continui-
dad genética. En este punto, Melanie Klein se sitúa en la línea de Karl
Abraham, en el cuadro evolutivo que dibuja en su "Breve estudio del de-
498 sarrollo de la libido a la luz de los trastornos mentales", aunque como lo
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

he, mostrado en otra 'parte, a, modifique este cuadro en algunos puntos


importantes.
La descrlpclón por, Karl Abraham de los estadios evolutivos de la
libido es evidentemente más minuciosa y esquemática que la visión pa-
norámlca dada por Freud en los "Tresensayos" y confiere mucha mayor
importancia al .concepto de objeto parcial. Freud, aun reconociendo una
sucesión del predominio de las grandes zonas erógenas en el desarrollo
de, la libido, no se preocupaba esencialmente de una descripción evolu-
tiva. Al contrario. él usa constantemente la noción de nachtraglichckeit
que' entra en contradicción directa' con 'la aplicación del principio de con-
tinuidad genética (y desaparece completamente en ~I pensamiento klei-
niano).
Esto, por sí solo, no constituiría una objeción decisiva: podría ser
que el concepto de "a pósteriori" no fuera totalmente imprescindible y
que Melanie Klein estuviera acertada en su aplicación a ultranza del enfo-
que genético. Sólo el recurso a laobservaclón y a la experiencia clínica
puede dictaminar, en último análisis, el concepto más fecundo.
Aquí tropezamos con una ambigüedad en el pensamiento de M.
Klein, en la medida en que no nos parece marcar con suficiente precisión
el límite entre la observación psicológica común y la observación pslcoa-
nalíttca (entendiendo por esto, la observación ejercida en el marco de una
situación analítica efectiva, y, por ende, susceptible de ser verificada por
la respuesta del paciente). Es evidente que el grado de verificabilidad de
una hipótesis que puede ser sometida' a la prueba directa de la clínica
es mucho mayor que la posibilidad de verificar una construcción teórica
por una observacióri externa a la situación analítica. El grado de convic-
ción acarreado por l!" trabajo, como "Observando la conducta de los be-
bés", por ejemplo, es 'mucho menor que la evidencia surgiendo del rela-
to del análisis de Richard. Esto demuestra, al fin de cuentas, que ciertas
/
conductas de los bebésvllamatlvas
"

y aparentemente desprovistas de sen-


tido, se pueden comprender, y reintegrar, dentro de su contexto situacio-
nal, si se utilizan para esta comprensión los conceptos desarrollados en 499
Willy: Baranger .

"Alqunas conclusiones teóricas. , . '"'' La comprobación rigurosa tiene que


buscarse en otro lado: en la práctica analítica directa.
El énfasis puesto sobre el enfoqueqenético tiende a borrar los lí-
mites entre psicoanálisis y psicología' 'evolutiva, como si las conclusiones
de una y' otra disciplina pudieran ser cotejadas en forma inmediata, sin
tener en cuenta su origen y los procesos de elaboración distintos que
han llevado a ellas.
Desde un enfoque 'epistemológico; el atribuir al pecho una priori-
dad absoluta y el 'considerarlo como prototipo de todos los objetos pre-
senta una seria -dtflcultadria de admitir que: lo que rige el desarrollo psí-
quico, y lo que determina en última, instancia 'lo que pasa en un proceso
analítico, está fuera del alcance de una observación psicoanalítica direc-
ta (yá que esta 'supone la mediación del lenguaje).
En un' niv~1 menos abstracto de teorización, 'I~ priorid~d del pecho
lleva a otrasconsecuenctas' .importantes.' Lleva aparejada la tentación de
sobrevalora;' el registro oral 'con respecto a los ótros registros pulsiona-
les, de considerar las fantasías orales como determinantes en último tér-
mino, de equiparar lo "profundo" con lo oral. Si bien el estudio de las
fantasías orales ha' sido un aporté .extremademente valioso de M. Klein,
desarrollandoIas indicaclones de FreuQ al. respecto, una sobrevaloración
de lo oral puede llevarnos a perder 'por Uh lado I~' que ganamos por otro,
al acarrear una cierta 51esatención de otros registros pulsionales.
Este escollo se hace muy patente .en 111 dificultad, para M. Klein, de
integrar el concepto de \ narclslsmo.. Desde .lueqo, M. Klein, partiendo de
. . . I . . •. "

la existencia de una relaciónobjetal "ab. initio" con el pecho, no puede


aceptar el concepto de' '.ñarcisi~mo pr.i;"ar~,o, Aun ~n 'el caso del narci-
sismo 'secundario, no ,puede tratarse sino .de un .fenomeno tan sólo apa-
rentei.el repliegue, narcisista de la libido sobre el propio sujeto, su pro-
pia· tmaqen. ~ su proplocuerpo .~o:es\sino I~ forma 'visible deIa relación
con un objeto ;escondido· dentro del suleto. o. de su cuerpo, o identificado
500 con SU" imagen.
Validez del concepto de objeto en la obra de. MelanieKlein

Es' cierto que Melanle Klein, y más aún. Herbert Hosenfeld": rein-
.troducen otro concepto de narcisismo. Se trata de un estado inicial de
no diferenciación del yo y del no-yo debido al proceso de: id.entificación
proyectiva, que tiende a' borrar los. límites: del yo, a confundir .el Self y
el mundo, o a impedir el establecimiento: de los Iímttesy de las discri-
minaciones que separan el ser de los demás-y de su ambiente .. Estas dos
maneras de concebir el. narcisismo no alcanzan sin embargo a cubrir la
.extensa gama de fenómenos descritos por Freud bajo el nombre de "nar-
-clslsmo", ni a dar cuenta .del carácter absolutamente particular que tiene
el· propio yo, o su imagen, o .su cuerpo considerados como objetos inde-
-pendlenternente del hecho de. que contengan dentro 'suyo otros objetos
tntroyectados.
Otro escollo teórico al cual lleva la tentación de "orallzar" el con-
junto de la vida pulsional. reside 'en la tendencia a-diluir el "complejo de
Edipo": tal como lo' describía Freud (es decir, -comeeconteclmlento: es-
tructurante "nodular", de la historia individual) 'y' a reducirlo a: un .con-
junto de fantasías básicamente orales, como es .el "Edipo temprano" des-
crito por M. Klein. .!" ..
o',

Por valiosa y novedosa que 'sea-la descripción' klelnlana ,del Edipo


temprano, del pasaje del pecho de la madre al pene del padre, dé la even-
.tual huida del pecho al pene con la indiscriminaciónconsecuente y sus
efectos ulteriores sobre la Identidad sexual, puede .llevár 'á la, tentación
de considerar, el "Edipo tardío" como una mera consecuencia del Edipo
temprano y de perder de vista .el valor estructurante del Edipo propia-
mente: dicho. 'Aquí también el-riesgo consiste en perder por un lado lo
que se está ganando por otro. ':
, Otra de las dificultades de la concepción kleiniana del objeto recae
sobre el proceso mediante el cual el objeto: total y completo se estruc-
tura a .partlrde los objetos parciales. Cabe 'anotar que este proceso de
integración tiene en la 'descripción, de M. Klein dos aspectos bien 'dife-
renciados:, uno 'es el proceso de reducción del cltvaje entre objetobiJeno
.yobjetomalo, o entre.objeto ldeallaado y objeto perseguidor.' El otro es '501
Willy Baranger

el proceso mediante el cual el sujeto, partiendo de su relación con un


objeto parcial (es declr, una parte del cuerpo humano), llega a una rela-
ción de amor, odio y ambivalencia con una persona considerada como
totalidad. En el concepto de M. Klein, el nódulo de este proceso es evi-
dentemente la posición depresiva. .
El proceso de integración de dos objetos parciales de signo opues-
to río parece plantear dificultades teóricas insalvables. Freud había des-
crito en varias oportunidades, en particular refiriéndose a la creación del
fetiche. el proceso de división mediante el cual una parte de un conjunto
representativo se transformaba en fetiche, mientras la otra. correspon-
diente, es sometida a la represión. Podemos en consecuencia suponer
que este mismo proceso puede darse en sentido inverso, y que las dos
partes correspondientes opuestas de 'un objeto cortado por el clivaje se
reunifican si la necesidad perentoria de cllvarlo desaparece. El resul-
tado de la operación es un' objeto total en Un sentido, ambivalente. pero
siempre una parte del cuerpo.' .. .
Es claro que el otro proceso, el pasaje de partes del cuerpo a un
cuerpo completo y, más todavía, a una persona existiendo' para sí misma
además' de exlsttr para el sujeto,' es decir a otro sujeto, plantea dificulta-
des mucho mayores: Un sujeto 'no es uria suma de partes del cuerpo, un
objeto completo no es' una acumulación de objetos parciales, ni una cons-
a
trucción' realizada' 'partir de objetos parciales. .
.' .. 'La dificultad no' escapa a Melanié Klein y ella da alqunasIndlcaclo-
nesacercadeéu forma' de solucionarla. Prlmero, la' poslbllldad de redu-
cir-'el: cliVaje entre objetos' parciales lmpllca una mayor integración del
mismo sujeto, y, a la vez, favorece esta integración. 'Coil la 'posición de-
presiva' lnfantll' se daesteproqreso en 'la 'integración, y, al mismo tiempo,
un 'progreso' 'én 'la 'percepcton, que 'permite :que la' otra persona -la ma-
'dre=antes=que 'nada;...:.'sea vistá"y perclbtda como' totalldad .. Con el na-
cimiento' del.Edlpo temprano: fuertemente articulado por M. Kleln con la
·.posiciólÍ:--C;lépresTvaiñfantil,:'se 'produce un principio de triangulización: la
502 .madre existe ':rio: s6Io':"coiñb::pérsoifá: completa, .sino que existe también
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

para otros (el padre, los hermanos). Deja de existir como simple corre-
lato de las fantasías del niño y. cobra una existencia independiente.
Podría así pensarse que la madre se ha constituido como exten-
sión del pecho a medida que la percepción va permitiendo aprehender
conjuntos más complejos. Pero hay aquí algo que no termina de satis-
faceral espíritu, ni tampoco al parecer, al de M. Klein, ya que introduce
lo que hemos llamado el "quinto objeto".
Es cierto que esta dificultad de construir un objeto total y com-
pleto a partir de objetos parciales se plantea si entendemos el objeto en
uno de los sentidos que da Melanie Klein al concepto, el de estructura
endopsíquica. Si la conclusión a la cual llegamos antes es realmente vá-
lida, si existe otro uso del concepto, si el objeto en este segundo sentido
debe ser considerado como una casi-persona interna, inclusive siendo
un objeto parcial, la dificultad se presenta de una manera muy distinta.
El problema de saber cómo el objeto total y completo puede
constituirse a partir de una suma o una integración de objetos parciales
deja de plantearse, o más bien se plantea en una forma directamente in-
versa. Se trata entonces 'de saber cómo el objeto parcial intemallzado
puede conservar para el sujeto las características propias de otro sujeto.
El problema no es más el .de la totalización a partir de partes, sino el de
la parcialización a partir de una totalidad. Este segundo proceso resulta
mucho más inteligible, ya que no se trata de hacer surgir un sujeto de
una suma de objetos, sino simplemente de entender cómo un sujeto pue-
de fragmentarse en una multiplicidad de sujetos eventualmente represen-
tados por partes de cuerpos, proceso al cual' la representación onírica
nos ha acostumbrado desde que Freud descubrió sus leyes. Se entiende
así cómo el pecho puede ser dotado, en la fantasía, de actlvldades, sen-
timientos e intenciones propias, que no son otra cosa .que los' del sujeto
que fantasea o de las personas alrededor suyo. . ,
. En este punto los dos conceptos kleinianos de objeto entran
en contradicción entre sí. El primero presupone la aplicación del
enfoque genético y tropieza contra la dificultad de construir un sujeto a 503
Willy Baranger

partir de objetos. El segundo considera a los objetos como un sujeto


fragmentado, independientemente de toda consideración genética. Me-
lanie Klein no usa por lo general ninguna de estas formas extremas y
opuestas del concepto, sino conceptos intermedios entre estos extremos
más o menos cercanos a una u otra extremidad según los contextos.
Sólo el concepto de posición puede permitir una comprensión del
concepto de objeto en Melanle Klein, en la medida en que enfoca la to-
talidad situacional y la dinámica de la relación entre sujeto y objeto. In-
dependientemente de la referencia genética a la posición esquizo-para-
noide y a la posición depresiva como momentos del desarrollo infantil,
estos conceptos conservan todo su valor en el nivel clínico. Una posi-
ción se define simultáneamente por el tipo de angustia predominante en
la situación considerada, por el tipo de objeto involucrado en ella, por el
estado correspondiente de las instancias (yo y superyól, por los procesos
defensivos en su modalidad específica, por la distribución de las pulsio-
nesy la cualidad de las fantasías activadas. la consideración de los dos
grandes tipos de angustia -definidos por Melanie Klein, la angustia para-
noide y laangustta depresiva, es la que permite limitar el número de po-
siciones y evitar su indebida multiplicación.
Los pasajes de una posición a otra y las oscilaciones entre ambas
se acompañan de modificaciones y transformaciones de los objetos inter-
nalizados. El estudio de la modificación de los objetos en el- proceso ana-
lítico es-probablemente uno de los aportes más fecundos 'de Melanie Klein
y más difíciles de sustituir por cualquier otra formulación que intentaría
eludir el concepto -de objeto internalizado. Fenómenos como el cambio
de ubicación de un mismo objeto, que pasa del mundo externo (un perse-
guidor con nombre y apellido, por ejemplo) a ubicarse en el mundo inter-
nQ (corno "algo" que interfiere los pensamientos) y después se transfor-
ma en un tumor cerebral fantaseado, estas vicisitudes correspondiendo a
un cambio en lapsicopatología del sujeto que pasa de una situación per-
-secutoria a una sintomatología obseslvaIlntentos de controlar la inter-
t5Q4 ferencla y -ordenar los -pensamientos), y después a un síntoma hipocon-
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

'drfaco requieren, si quiere entenderse la unidad de su dinámica y resol-


ver la sintomatología correlativá, el concepto' de, una unidad objeta! sub-
yacente a los cambios de la fenomenología. ¿Hasta qué punto tenemos
derecho a entender los cambios fenoménicos como modificaciones de
ubicación y cualidad de un 'mismo objetó? ¿No podríamos acaso formu-
lar esta sucesión prescindiendo de una 'realidad objetal subyacente?
'. En la evolución que acabamos de rnenclonar, es posible observar
todos los estados de transición entre el estado persecutorio externo, el
estado obsesivo y el estado hipocondríaco. El objeto considerado es al
mismo tiempo el centro de una constelación de fantasías que van evolu-
cionando y cambiando de forma' a la par con él objeto. Si cambiando de
esquema referencial, tratáramos de formular los fenómenos en términos
.de "construcción significante", por ejemplo, estaríamos tentados de per-
der de vista la unidad dinámica del proceso y, al mismo tiempo, perde-
ríamos la' oportunidad de interpretarlo y reintegrarlo a la disposición del
sujeto. . ,. .
Son probablemente el pasaje de la posición esqulzo-paranolde a la
posición depresiva" y el pasaje regresivo inverso, los que resultan más
instructivos en cuanto a la estructura y al funcionamiento del objeto y
a las modificaciones correlativas del sujeto. En 'el ejemplo 'anterior, he-
mos considerado un caso hipotético de transformación objetalen el cual
la función del objeto' era sobre todo persecutoria en sus' tres estados con-
siderados. Al contrario, en el pasaje de la posición esqulzo-paranolde 'a
la posición depresiva, asistimos a un proceso de composición objetal en
el cual dos objetos .se fusionan eh uno. 'En este caso, dos figuras contras-
.tantes, la primera "mala", temida; ejerciendo una función' persecutoria y
la segunda "buena", tutelar, idealizada, llegan a fusionarse en una figura
única, con el cambio correspondiente en el sujeto. Este' asume como pro-
.pla una parte de la maldad -de la figura 'persecutoria: que aparece como
más ambivalente;' la necesidad de idealización defensiva disminuye, lo
mismo que el contraste entre' ambas figuras: Esta fusión se acompaña en
el sujeto', de la aparición dela culpa, en la medida en que la maldad deja 505
Willy Baranger

de ser proyectada en la figura externa al sujeto. La angustia se vuelve así


predominantemente depresiva y, en condiciones relativamente normales,
surgen deseos reparatorios dentro del sujeto. Si fracasa el impulso repa-
ratorio, la angustia depresiva se cronifica, y otra sintomatología surge.
El derecho de pensar en la fusión de dos estructuras objetales nos
es dado por la desaparición de las osCilaciones que observábamos ante-
riormente entre estados regidos por la angustia persecutoria y el objeto
malo, y otros estados en los cuales el sujeto se sentía omnipotentemente
protegido por la figura idealizada, y libre tanto de peligro como de la pro-
oia maldad. Si, por ejemplo, se trata dedos figuras paternas, la primera
áparecierido en el relato y los recuerdos del sujeto como el padre supues-
tamente "real", visto como un tirano arbitrario y sádico, y la segunda
como el analista supuestamente "real", y dotado de omnipotencia, bon-
dad inagotable, omnipotencia protectora, el relato' muestra ahora al pa-
dre en una luz desconocida, en episodios antes olvidados, donde aparece
en una actitud de comprensión, de afecto y de protección efectiva para
el sujeto. Mientras tanto la figura del analista adquiere proporciones más
humanas y reales, con una conciencia más clara, en el sujeto, de las fa-
llas y limitaciones del analista. Se ha operado así una redistribución ge-
neral de las características buenas y malas entre las tres figuras con-
.slderadas: el padre, el analista y el propio sujeto,
El pasaje de la posición esquizo-paranoide a la posición depresiva
se hace mediante la reducción de los cllvajes específicos de la primera.
El pasaje regresivo de la posición depresiva a la posición' esquizo-para-
noide se hace por el restablecimiento de los clivajes momentáneamente
superados y la nueva ruptura de las figuras objetales previamente unifi-
cadas. Los clivajes afectan no sólo a los objetos sino, en la misma me-
dida, al sujeto mismo. -
Toda la teoría kleiniana del objeto ~y del sujeto- se fundamenta
sobre su estudio de los procesos de clivaje: Es el punto a partir del cual
Melanie Klein se aleja más decididamente de Freud, tanto en el nivel teó-
:,506 rlco, .cómo en el nivel clínico y técnico. Podría decirse que, mientras el
Validez del concepto de objeto en la obra de. Melanie Kléin

proceso analítico, para Freud, consiste básicamente en levantar represio-


nes, para 'Melanie Klein, consiste básicamente en reducir clivajes. Sabe-
mos que el concepto de clivaje, "splitting", "spaltung", está presente en
toda la obra de Freud, y es contemporáneo del descubrimiento del psico-
análisis. Sin embargo, el proceso defensivo más importante para Freud,
más básico para la comprensión de las 'neurosis de transferencia, es sin
duda la represión, como proceso constitutivo del inconsciente. Es cierto
que Freud, en uno de sus últimos trabajos, inconcluso, "El clivaje del yo
en el proceso defensivo", parece tender a atribuir. al clivaje una ubicación
muy particular con relación a los demás procesos defensivos, y que, en
sus descripciones, muchos otros de esos procesos implican en mayor
o menor medida el clivaje: la proyección, la negación, la denegación, la
"forclusión", etcétera. Sin embargo, al considerar su obra como totali-
dad, es evidente el énfasis prioritario que Freud pone en la represión. Al
contrario, Melanie Klein aporta poco a la teoría de la represión, y consi-
dera, tomando-como punto de partida firme una idea sugerida por Freud
con interrogante en "Inhibición, síntoma y angustia" y según la cual .la
represión sería un mecanismo tardío, sucediendo a otros mecanismos más
arcaicos, que la represión no constituye sino una forma evolucionada del
clivaje que se manifiesta cuando se establece una barrera más o menos
estable. entre preconsclente e lnconsclente. :
Con este lugar determinante atribuido al proceso de. clivaje, Me-
lanie Klein configura una nueva teoría, tanto del. sujeto y del objeto, que
aparecen básicamente como clivables o· integrables por supresión de los
clivajes. Tanto Freud,como Lacan, como Melanie Klein, admiten el ca-
rácter básico del. clivaje.. Para Freud; la represión primaria escinde toda
una región' psíquica por siempre irrecuperable, y el sujeto, por' el mismo
hecho de ser, o tener, un inconsciente se encuentra radicalmente dividido
conslqo mismo. Para Lacan, el sujeto, representado por una S con barra
(S/) se constituye en una alteridad radical que lo hace ajeno a sí mismo,
descentrado,' condenado a la búsqueda sin fin del Uno inalcanzable. Para
Melanie Klein, también, el sujeto en cada uno de sus 'estadios no puede 507
Willy Baranger

sino recurrir permanentemente al clivaje propio y al, clivaje correlativo


de los. objetos. Por ello Melanie Klein mantiene con tanta insistencia la
oposición última que establecía Freud entre los "instintos" de vida y
muerte. Es tan inconcebible para Freud como para Lacan o Melanie
Klein, que pueda existir un sujeto unificado, tal como lo concebía la psi-
cología pre-analítica. No hay sujeto sin inconsciente, no hay sujeto sin
angustia, no hay sujeto sin muerte, no hay sujeto reunificado.
Pero la originalidad de Melanie Klein reside en la descripción de
las múltiples modalidades de este clivaje y, en este punto, parece ir más
lejos que Freud o que Lacan. El clivaje -o las múltiples formas del clt-
vaje- correspondiendo a la posición esqulzo-paranolde, es distinto de
los clivajes de la posición depresiva. La identificación proyectiva empo-
brecedora de los mecanismos esquizoides no es igual' a la identificación
proyectiva que usamos para la empatía necesaria al conocimiento del
otro sujeto. El clívaje de los objetos perseguidores e idealizados del mun-
do maniqueísta no es igual al clivaje de los objetos dañados e indemnes
ni al clivaje discriminado que nos permite ubicarnos entre amigos, adver-
sarios e indiferentes. Cada estado pslcopatolóqico tiene sus formas par-
ticulares de c1ivaje, motivadas por angustias y fantasías específicas, que
se manifiestan concretamente en la situación analítica y se pueden re-
ducir en este nivel. A cada una de estas formas de clivaje objetal corres-
ponde una forma de clivaje en el sujeto, y una distinta modalidad del in-
tercambio entre sujeto y objeto. Una cosa es un sujeto esencialmente
hueco ("We are the hoJ/ow men", cita Lacan), lugar de espejismos y re-
flejos .especulares y tomado dentro de la red de los significantes; otra
cosa es un sujeto habitado por un mundo objetal de casi-personas en con-
tinuo intercambio.
Se encuentra así en la obra de Melanie Kleln, y en particular en
el relato de experiencias clínicas, la descripción de una multiplicidad de
tipos de existencia objetal que podríamos reunir en una suerte de "obje-
"508 tología fantástica" 4. \
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

No creo que' sea posible -,-ni fecundó en Ia élínica- abandonar la


idea de una cierta sustancialidad del objeto, tal como se daen la concep-
ción klelnlana, Entendemos por sustanclalldad todo lo: que hace' al objeto
irreductible a una representación o a un conjunto. de 'representaciones, to-
da la actividad propia del objeto en relación conel sujeto. La piedra de
toque acerca de la naturaleza del objeto se encuentra por supuesto en
el trabajo analítico. Pensamos que éste se realiza conjuntamente sobre
el sujeto y sobre el objeto y no exclusivamente sobre el sujeto. El objeto
ofrece una resistencia propia 'a este trabajo. Buen ejemplo de ello sería
el trabajo de duelo. El sujeto se halla' habitado por la persona querida (y
odiada) muerta,' por un "muerto vivo", que no puede ni revivir, ni morir
del todo y transformarse en un mero recuerdo. 'Esta transformación, en el
estado normal, requiere su tiempo y un trabajo espontáneo realizado por
el sujeto. A veces éste no puede realizar este trabajo', y queda habitado
por el muerto-vivo hasta que el trabajo natural sea sustitúido por el tra-
bajo artificial, del análisis, hasta que el muerto-vivo pierda su sustancia
o su vigencia como habitante esclavizante del sujeto.
Resumiendo nuestras principales conclusiones:'

-Para Melanie Klein, el objeto se encuentra arraigado en el siste-


ma de fantasías inconscientes previas a la experiencia; consti-
tuye la materia misma del mundo interno: es definido por las
operaciones que rigen su dinámica (clivaje, introyección, identi-
ficación proyectiva, etcétera); está en constante intercambio con
el sujeto. En ningún caso puede reducirse a un objeto natural o
a su representación. No pertenece al orden de la representación.
-El concepto kleiniano de objeto oscila entre dos polos extremos:
el concepto de un objeto como estructura psíquica que sirve de
base para la estructuración de las instancias Qrganízadas (yo Y
superyó); y el concepto de un objeto dotado, aun stse trata de
un objeto parcial, de las características de una casi-persona. 509
Willy Baranger .

-Las dificultades principales del concepto klelnlano de objeto son:


la prioridad cronológica y la préeminencia determinante atribui-
das al pecho conrespecto a toda la. serie. objetal, por una parte,
y, por otra la dificultad en dar cuenta' de la constitución de un
objeto total a partir de una suma de objetos parciales. Ambas
dificultades provienen de la aplicación del enfoque genético a
la teoría del objeto, y desaparecerían si se .renunciara a tal apli-
cación.
-El concepto de objeto' es inseparable del concepto de posición,
que da cuenta de la dinámica de. los intercambios entre sujeto y
objeto y del determinismo recíproco de su funcionamiento. Es-
tos intercambios implican una cierta homogeneidad entre sujeto
y objeto, es decir un status de casi-persona para el objeto.
-La teoría del objeto constituye uno de los aportes mayores de M.
Kleinal psicoanálisis. Le permitió descubrir una gran variedad
de objetos introyectados que se encuentran en la experiencia ana-
lítica, constituyendo así lo que puede llamarse una "objetología
fantástica" .
-El status de casi-persona implica para el objeto una cierta sus-
tancialidad, correlativa de la del sujeto. El fundamento para ad-
mitir esta clase de sustancialidad se encuentra en la observación
clínica de las modificaciones del objeto, y de los procesos de
unificación o de clivaje que caracterizan el pasaje de una posi-
ción a .otra.

Bibliografía

1. Baranger, Willy, Posición y objeto en la obra de Melanie Klein, Buenos Aires,


Kargieman, 1971.
2. -, Posición y objeto op. cit., cap. 11.
510 3. -, Posición y objeto op. clt., cap. 111.
Validez del concepto de objeto en la obra de Melanie Klein

4. -. Posición y objeto ... , op. cit .• cap. VI.


5. lsaacs, Susano "The Nature and Function of Phantasy". En Developments in Psycho-
Analysis, Hogarth Press, Londres. 1952.
6. Klein. Melanie. "On observing the behaviour of young infants". En Developments
in Psychoanalysis", Londres, Hogarth Press. 1952. pág. 247.
7. -, Developments ... , op. cit., págs. 200-201.
8. -. "Sorne theoretical conclusions regarding the emotional life of the infant". En
Developments ... , op. cit.
9. Rosenfeld. Herbert, "On the psychopathology of narcissism: a cllnlcal approach". En
Psychotic States, Londres. Hogarth Press, 1965. cap. 10.
10. Segal. Harma, Introducción a la obra de Melanie Klein, Buenos Aires. Paidós, 1965. l.

511
Comentarios y contribuciones

Jorge' Canestrr

(Le terrible) Nabounaga:

S'il ne chante pas, Tuons-le tout de


suite, le coucou!

(L'habile) Hidéyoshi:
S'iI ne chante pas, Faisons le chanter,
le coucou!

(Le patlentl léyacou:


S'il ne chante pas, Attendons qu'il
chante, le coucou!

Haikal, Shóka, siglo XVI.

Leer y comentar este trabajo ha sido un placer motivado primero por la atención,
cuidado de los matices y precisión conceptual del pensamiento de W. Baranger y luego
por el hallazgo de un progreso sensible en la reflexión del autor sobre la obra kleiniana.
Cuando hace cinco años leí Posición y objeto en la obra de M. Klein, pensé que un ciclo
se cerraba pues difícilmente alguien pudiera ir más lejos dentro del sistema. El camino
que traza hoy este escrito va esbozando otras posibilidades no carentes de interés.
A mi entender, W. Barangerha subrayado dos conceptos: el de "quinto objeto"
y el de la inversión que se produce al pasar de la idea de la totalización del objeto par-
tiendo de parcialidades, al concepto de fragmentación del sujeto en una multiplicidad,
apoyado en el énfasis otorgado al clivaje como proceso básico y estructurante, Estos
acentos obedecen a dificultades intrínsecas del sistema kleiniano. El "quinto objeto"
ubica un universo descuidado por la teoría de Klein: lo exterior al sujeto y ajeno al inter-
cambio fantasmático que éste actúa. La inversión producida entre la noción de totali-
zación del objeto y la fragmentación del sujeto ataca dos bloqueos teóricos graves: el
que se refiere a la razón de ser de esta totalización y el que concierne a la génesis del
sujeto en sí. "
El trabajo de W. Baranger no es un mero ejercicio de exégesis, es una afirma-
ción acerca de la validez de un concepto para la .teoría y .la clínica psicoanalítica y por
lo tanto tiene implicaciones 'polémlcas. Ha desplegado un arte singular ubicando el pen-
samiento kleiniano en una teinática actual, ha organizado el: desorden conceptual que es 513
Comentarios y contribuciones

propio de la expresión de Klein, ha explorado y, lo que me parece más valioso, ha res-


petado y explicitado las contradicciones y las aporías de su obra.
Restaría saber si la teoría no adolece ,de ciertas fallas estructurales. Si fuera
así, el progreso que la labor de W. Baranger produce, ¿las colma? V si así no fuera,
¿cómo recuperar para la práctica y la teoría un pensamiento de inegable potencia?
Todas las objeciones que, podría articular en los diversos puntos del edificio
kleiniano reconocen un nudo central: la ausencia de una concepción adecuada de lo
simbólico. Ninguna de estas objeciones tiene originalidad, han sido ya abundantemente
debatidas. Ninguna, por lo demás, es ajena a W. Baranger, al que reconozco en realidad
impulsado por ellas en su proyecto.
Desearía esbozar muy brevemente las ideas que creo constituyen las bases del
concepto de lo simbólico.

a) Proponiendo la mítica experiencia de satisfacción de la necesidad por la ac-


cion específica ("Proyecto de una psicología para neurólogos" e "Interpretación de los
sueños") Freud postula un signo, inscripción de esta experiencia, que inaugura el cir-
cuito del deseo, debido a la heterogeneidad de esta inscripción en relación con el re-
gistro de la necesidad.
b) Simultáneamente a la inauguración del circuito del deseo, puntuado por la
inscripción, se estatuye la noción de pérdida del objeto y el concepto de repetición.
c) La inscripción no es singular, sino que su naturaleza es sistémica. Existe
transcripción de las inscripciones, intra e intersistémica, así como sobre los ejes sin-
crónico y diacrónico. Este último es denominado por Freud gel)ético.

d) Estas transcripciones tienen modalidades y fallas. En el esbozo proporcionado


en la carta 52 a Flless S. Freud describía la represión y su consecuencia, las neurosis.
Nada impide, siguiendo el eje de sus elaboraciones posteriores (neurosis y psicosis, la
pérdida de la realidad en neurosis y psicosis, la denegación) complejizar el sistema. De-
fectos en la inscripción y en la transcripción arrojan como resultado alteraciones es-
tructurales.' ' '
e) Toda aserción rígida sobre ,la naturaleza' de estas inscripciones fuerza el pen-
samiento freudiano y sus contradicciones, que hasta el momento han revelado ser pro-
ductivas. No veo la necesidad de precisar este tema más allá del límite que dice del
carácter esenctaldel pslcoanállsls: teoría sobre el sujeto del inconsciente y no teoría
sobre el lenguaje.
f) El complejo de castración se revela como el, ordenador de los sistemas y de
las transcripciones. El concepto lacaniano de sustitución significante y de significante
514 privilegiado se revela imprescindible 'en la estructuración lógica de este planteo.
Comentarios y contribuciones

, g} 'El orden: de determinaciones simbólicas es externo al sujeto singular 'y su


importancia en lo que se refiere a la constitución del mismo no puede ser ignorada. Lo
exterior al individuo aporta las razones de su supervivencia, sea física o subjetiva.
Ubicado en el orden de la dependencia más extrema quedará incorporado en la red
intersubjetiva del deseo y su acceso a 'la realidad será función de funciones desempeña-
das o no por el otro agente.
h) Como consecuencia de la afirmación precedente, la escisión preedípica-edípica
se revela inadecuada para' pensar el proceso 'estructurantedel sujeto del inconsciente.
En esta perspectiva un proceso de este tipo sólo puede ser caracterizado como de un
orden diverso del cronológico evolutivo. De allí la dificultad de los encuentros con la
psicología evolutiva, la psicolingüística, la investigación piagetiana, etcétera. No creo
que la dificultad sea menor en relación con la lingüística, la semiótica y disciplinas
emparentadas.
i) Es en este orden diverso, no cronológico evolutivo que el concepto de nach-
triiglichkeit freudiano se sitúa y justifica su validez.
j) Toda definición que precise el concepto de lo simbólico obliga a diferenciar
su registro del de lo imaginario y del de lo real, y hace de esta diferencia un marco de
referencia imprescindible.

En el desarrollo del trabajo las dificultades que emergen de esta carencia se


ponen de relieve fundamentalmente en:

1) Teoría sobre la formación del Vo y del Superyó

W. Baranger señala la diferencia entre los núcleos funcional y objetal del Yo


como una dificultad de integración no resulta tampoco por Freud. Pero ésta es una de-
ficiencia menor. El problema mayor continúa siendo la constitución misma del Yo en
la teorización kleiniana ya' que: a) La introyección yla proyección son simétricas para
Klein y' no operaciones de desigual naturaleza, como sucede en la obra de Freud. b) El
concepto de frustración y gr~tificación es el eje rector y el motor de procesos consti-
tutivos de entidades tales-como el Yo y, el, Superyó. (Véase, "La importancia de la for-
mación de símbolos en el desarrollo' del Yo", 1930).
Ambas ideas denuncian la ausencia que señalaba. Se funden en un solo plano
operaciones diferenciables, plano que' pertenece al registro imaginario, la fantasmática
kleiniana, donde el signo, o la inscripción no desempeña papel alguno. Aun el simbolismo
es Un producto del Intercámbto fantasmátlco, a través de un tipo singular de identifi-
cación, la identificación proyectiva, con la aparición de la ecuaci6n simbólica. Se debe 515
Comentarios y contribuciones

notar que, por añadidura, el Yo, efecto en' apariencia de estas vicisitudes es, simultá-
neamente el árbitro de las mismas, lo que conduce a Klein a aceptar la necesidad de
pensarlo en buena medida preformado. Consecuencias de este pensamiento son:

a) la imposibilidad de utilizar el Yo como elemento imaginario, forma a


la que adscribir un valor identificatorio en relación al deseo materno (por lo de-
más ausente del esquema).
b) la lmposlbllldadde usar el YfJ corno matriz simbólica o sea empleo
significante del Yo en la inauquraclórr de la serie ídentíñcatoría que culmina en
el Ideal del Yo. '
c) Una concepción del Yo medida y consecuentemente una teoría vulgar
de la realidad, que en lo ideológico deviene .adaptaclonlsta, Véase en el trabajo
citado, cómo este simbolismo así plasmado es la base sobre "la que se cons-
truye también la relación del sujeto con el mundo exterior y con la realidad en
general".

Esta insuficiencia teórica para satisfacer la lógica de la inserción del sujeto en


la realidad no se encuentra en el "punto de partida". Allí radica, por el contrario, uno de
los mayores aciertos y riquezas del pensamiento de Klein, que muestra el origen del
desarrollo de las series objetales en un instinto de destrucción primitivo, verdadera re-
lación expulsivo canibalística, de apoderarse y destruir, donde la angustia es señal y co-
rrelato de cada uno de los ritmos identificatorios. Se perciben bien las posibilidades del
matiz de Baranger, ya que Klein misma apunta como modalidades de la defensa frente
al propio sadismo, la expulsión y frente al objeto atacado la destrucción, ambas distintas
de la represión y ambas verdaderos modelos de un vaivén donde el sujeto y el objeto
se intercambian y se intermodelan. Esta posibilidad es patrimonio de una relación sin
fisuras, relación dual por excelencia. Extender sin embargo esta concepción a todo el
proceso lo vicia de fallas insalvables.
Baranger anota la ausencia del concepto de narcisismo. Si lo que propusimos
como consecuencia de un cierto pensamiento sobre el Yo es correcto, esta falta es con-
gruente con Klein. Ni el autoerotismo ni' él narcisismo pueden tener un lugar en una
teoría que no contempla un "momento" constitutivo del Yo y una integración del otro
como correlato. No es entonces porque la relación objetal es precoz que el autoerotismo
no es "pensable" para Klein, sino porque el "momento" mencionado no' existe. El auto-
erotismo y la precoz relaciónobjetal no son contradictorios si se ciñe el concepto de
autoerotismo en esta perspectiva.
Progresando en su línea, Klein hace compartir' a la formación del Superyó los
516 destinos de la instancia yoica.
Comentários y contribuciones

Es difícil aceptar que en la serie ldentiflcatorla que conduce a la integración del


Superyó- Ideal del Yo se pueda descontar el uso del Yo como slqnlflcante para pasar de
la imagen del Yo hipervalorizada (Yo Ideal, Ideal Ich) al Ideal del Yo (lchldeal), conse-
cuencia de una relación intersubjetiva, mediada por la presencia del significante. Así
como es generador de confusiones no distinguir .adecuadamente las diferencias consti-
tutivas y funcionales del Superyó y del Ideal del Yo. . . .
En alguna época se discutió mucho sobre la precocidad del Edipo en Klein. No
es un problema anticipar el Edipo, tanto más cuanto que 'la noción de preedípico mereée
ser abolida. Klein piensa que las tendencias edípicas son liberadas por la frustración, pero
también ha intuído que avanzar la relación terciaria es condición lógica imprescindible
de la psicogenésis que propone. .
Pero es importante comprender que la relación dual no se nace terclarla por la
aparición de un nuevo elemento fantasrnátlco -el pene paterno, por ejemplo- que de-
pende además en su privilegio de' la exclusiva razón de la decepción sufrida. En este
concatenarse y desplegarse de las series objetales no hay sostén tercero, la relación
continua siendo dual en todos los niveles. .
Creo que esto conduce a W. Baranger a recordarnos el "quinto objeto" que efec-
tivamente es heterogéneo' en relación con la serie fantasmática. Pero este objeto' en sí
no puede, en la rudeza de su presencia "perceptiva", abarcar y agotar las nociones de
otro, deseo del otro, ley de este deseo, funciones de agente, presencia. del .significante,
etcétera que son exigibles para teorizar la constitución del sujeto.

11)Concepto de fantasía y concomitante concepto de sujeto

Recuerdo varios trabajos donde W. Baranger desmenuzó con rigor el concepto


de fantasía: "Notas acerca del concepto de fantasía inconsciente" (Rev. Arg. de Psicoanal.
BA, 1956), "Fantasía, objeto y estructura psíquica" (Rev. Urug. de Psicoanal. 1, 3, 1956),
en Posición y objeto, " vuelve con comentarios que comparto.
No quiero extenderme en aclaraciones por todos conocidas. La lectura de los
trabajos de W.· Baranger informará con precisión de las indecisiones y ambigüedades del
concepto en la teoría kleiniana. Sí me parece de. utilidad en cambio ubicar el planteo
de Ia pulsión,. el objeto y el sujeto, porque creo que en esa articulación se reproduce el
característico aplanamiento de diferencias que están bien delimitadas en la teoría freu-
diana, pero ausentes en la de Klein. . .
No se trata solamente de señalar la aleatoriedad del objeto para Freud, esto está
'fuera de cuestión. Se. podría discutir si aún para Klein el objeto' no tiene idéntica carac-
.terística, pero en una. problemática diferente. 517
Comentarios y contribuciones

Si realizamos el valor originario de la fantasía que despunta en varias ocasiones


en el pensamiento klelnlano.vel objeto puede ser conslderado aleatorio: Es perceptible
cómo se produce simultáneamente un acercamiento por esta vía a Jung y a ciertas te o-
rizaciones contemporáneas. La amenaza hermenéutica y arquetípica que Freud quería
conjurar retorna en el psícoanállsls bajo diversas manifestaciones.
El centro de gravedad está en la demarcación del sujeto del que se habla en
uno y otro caso. El sujeto en el ámbito de la pulsión parcial. es una nada. En este re-
gistro no parece lícito hablar del sujeto, más allá de la obvia diferencia entre la idea
de instinto Y. la de pulsión.
El sujeto está presente en el discurso del 'deseo y es allí donde Freud inserta la
.fantasía, como valor escenográfico de una relación peculiar entre un sujeto escindido
y un objeto imposible.
A mi parecer, solamente conservando este desnivel es factible un discurso psi-
coanalítico, que deberá ilustrarnos sobre la subjetlvaclón del sujeto.
No cabe .duda de que el pasaje a la teorización de las posiciones establece una
serie de interdependencias que otorgan a la idea de posición un carácter estructural, pero
si bien esto' sutiliza y complejiza el esquema, no le otorga aquello de lo que la teoría
carece. la constitución del sujeto del inconsciente' queda en la incertidumbre.
Si bien puedo reconocer los desarrollos que Baranger intenta, así como la linea
en que 10$ mueve, si bien creo efectivamente que es necesario recuperar aspectos fun-
damentales del pensamiento klelnlano, creo también que éste tiene defectos de estruc-
tura insuperables desde el interior de la teoría misma.
y no puedo dejar de pensar, a diferencia de Baranger que rescata para la clí-
nica pslcoanalltlca la teoría del objeto internalizado,: que todo acto analítico impostado
sobre una concepción dualista es deficitario y va contra el descubrimiento freudiano.

Fernando E. Guiard

Éste trabajo de Willy Baranger se inscribe dentro del interés general surgido en
distintas partes del mundo por lograr un enfoque crítico y una revaluación del aporte
que los .conceptos klelnlanos han significado para la teoría psicoanaÍítica. Tal vez esto
pueda 'lograrse en nueétropaís mejor 'que en ningún otro si se toman en cuenta años de
experiencias clínicas, como creo que hace Baranger en este trabajo, y' que destaca cuando
'dicl'l:' "El 'est\ldio, de la: .modlficaclón de 'los objetos en el proceso psicoanalítico es
.probablernente unodeIoe aportes más fecundos de 'M. Klein y más difíciles de sustituir
518 por cualquier otra formulación que lntentaraeludlr: el.. concepto, daobjeto Intemalízado".
Comentarios y contribuciones

Muchas veces las críticas al pensamiento klelnlano asumen características reactivas,


peligrosas para el progreso científico. Un lúcido investigador norteamericano, Ray Scha-
fer, ha mostrado muy bien este peligro 12:

"Los introyectos (sinónimos para él de objetos internos) frecuentemente


acechan en la sombra de la experiencia subjetiva" ... "Como regla no son fácil-
mente aprehendidos por el sujeto o por el observador psicoanalítico. Los pslcó-
ticos Y los niños nos enseñan mucho sobre ellos." Creo que su imprecisión en
el adulto neurótico ha contribuido a que sean descuidados en la teoría pslcoana-
lítica. Creo también que este descuido se ha institucionalizado en la metapslco-
logía freudiana para combatir los excesos teóricos de la escuela kleiniana. Estos
excesos se condensan en la preocupación de esa escuela por los introyectos: los
encuentra en todas partes y reclama observar su existencia e influencia enes-
tadios increíblemente tempranos del desarrollo. En esta lucha los gritos de ba-
talla teóricos de los estudiosos freudianos han sido: "jrepresentaclón de ob-
jeto!" ... "jcatexls de las representaciones! ''. "El desarrollo de estas alterna-
tivas ha contribuido inmensamente a los adelantos metapsicológicos de los años
recientes, ha sido una base para asimilar algunos de los valiosos inslqhts de la
escuela kleiniana dentro del pensamiento freudiano. Pero se ha pagado un precio
por estos avances: el descuido de los objetos internos. Ahora acechan en la
sombra de la teoría también" (El subrayado es mío). Cree Schafer que abundan
en la experiencia subjetiva de los neuróticos adultos y se vuelven más definidos
cuando el análisis clínico 'se profundiza. "Pueden no parecer tan poderosos, malig-
nos, grotescos y omnipotentes como los de los niños perturbados o los psicóticos,
pero están ahí" (pág. 71).

El trabajo de Baranger contribuye a que los objetos que "acechan en la sombra


de la experiencia subjetiva" no "acechen en las sombras de la teoría" también, estemos
o no de acuerdo con todas sus formulaciones.
Este tema fue de interés para Baranger desde hace mucho tiempo. En 19621 dijo:
"Besumíendo esta enumeración de .los problemas abiertos por M. Kleln un primer tra-
bajo por hacer se refiere ala metapsicologíadel objeto, a la descripción precisa de su
estatuto como estructura éndopsíquica y de sus relaciones con las estructuras inferiores
y superiores de la organización" (pág. 19). Siguiendo el desarrollo del pensamiento' del
autor, en 1962 estaba interesado en ver todo el campo de desarrollos futuros que ofre-
cía la teoría kléiniana de los objetos; en 1971<1 despliega desarrollos personales de la
misma y en 1977 intenta delimitar qué conserva y considera ineludible de esa teoría
objetal, tal vez por haberla sentido demasiado amenazada' por su .propio trabajo de 1976 519
Comentarios y contribuciones

sobre el Complejo de Edipo 2, cuando dice que la concepción freudiana del Complejo de
Edipo ha sido subrepticiamente abandonada y sustituida por otra concepción profunda-
mente distinta. En esta nueva concepción: 19) no puede sostenerse en absoluto que el
Complejo de Edipo sea el complejo nuclear de las neurosis y de la evolución normal.
Al contrario "la evolución normal y patológica es determinada por las modalidades de
las posiciones infantiles esquizoparanoide y depresiva, con sus angustias y fijaciones
correspondientes, es decir, en primer término por el vínculo fantaseado con el pecho",
y que el Edipo temprano ha llevado a una descentraclón radical del concepto freudiano,
a un casi olvido del Complejo de Edipo (recordemos que Glover 6 hacía responsable al
concepto de posición depresiva del abandono del Edipo como complejo nuclear de las
neurosis).
Si bien es cierto que Baranger acepta que el conjunto de fantasías descubierto
por Melanie Klein como Edipo temprano enriquece nuestro conocimiento del mundo ima-
ginario humano, aclara que su elaboración teórica "lleva a una desvirtuación implícita de
la teoría freudiana del Edipo".
Ahora bien, el autor reconoce la articulación que Klein hace entre Edipo tem-
prano y posición depresiva, tanto en el trabajo de 1976 como en el que comentamos.
Pero si para Baranger en este trabajo el concepto de posición es ineludible e insepara-
ble del concepto de objeto y lo único que puede permitir una comprensión del mismo en
Klein, es claro que está enfrentado a una contradicción consigo mismo. Puesto que lo
que cuestiona en 1976 no es el aporte al mundo imaginario humano, que acepta, sino su
elaboración teórica, e inclusive parecería cuestionar por momentos el concepto de posi-
ción. Creo que intenta salvar aquí esa contradicción, delimitando más claramente qué
rescata y qué quiere conservar de la teoría. Con esto propone una oportunidad para la
reflexión. Pienso que no es tan fácil separar lo aceptado y lo cuestionado. Sentado
esto intentaré intercambiar algunas ideas y formular algunas preguntas tratando de
mantenerme dentro del pensamiento de M. Klein y de W. Baranger.
Una primera pregunta se refiere a lo que "acabo de mencionar, y que veo como
un escollo teórico. La articulación destacada por. W. Baranger entre el nacimiento del
Edipo temprano y la' posición depresiva es muy clara en Klein 8: "La posición depresiva
está ligada a cambios fundamentales en la organización libidinal del lactante, pues du-
rante este período (alrededor de la mitad del primer año) el lactante entra en los esta-
dios tempranos del Complejo de -Edlpo positlvo Y..negativo" (pág. 193), pero más categó-
rica es Hanna Segal11: "En la definición kleiniana de la posición depresiva está implícito
que el Complejo de Edipo comienza a desarrollarse en esta fase, de la que es parte
integraf!t~". (el destacado es mío). Si para Baranger el concepto de posición permite
~2Q l¡Lcol)'\pre~.s¡qn d.el..objeto en KJein .pcrquet'enfoca la totalidad situacional y la dinámica
Comentarios y contrlbuclones

de la relación entre sujeto y objeto", ¿cómo puede separarse el Edipo temprano de esa
totalidad situacional? .¿Implicaría esto la necesidad de una reformulación de la posición
depresiva?
¿Está esto ya en germen en sus últimos trabajos cuando, tal vez por influencia
de Lacan, la ve más dual de lo que creo se desprendería de los textos klelnlanos?
Otro aspecto interesante es el de qué teoría instintiva está presente en el tra-
bajo y si el clivaje descripto al hablar de la posición esquizoparanoide corresponde exac-
tamente al de la teoría kleiniana. Recalca Baranger que Klein deja en desuso la oposi-
ción establecida por Freud entre pulsiones libidinales y del Yo porque lo que le interesa
es la oposición más radical entre instinto de vida e instinto de muerte, y entre las fan-
tasías correspondientes a cada uno de ellos. Al describir el primer clivaje del objeto
en Klein dice; "Toda experiencia placentera es coloreada por la experiencia clave de la
felicidad del amamantamiento, y atribuida a la fuente de esta experiencia: el pecho. Toda
experiencia de displacer, de necesidad insatisfecha, de dolor, es vivida en términos ora-
les y también atribuida al pecho. La necesidad de preservar la experiencia placentera y
de rechazar la experiencia dolorosa lleva al primer clivaje: el pecho bueno concentra
alrededor de sí todo lo placentero, mientras el pecho malo es el causante de todo lo
dlsplacentero", Como más adelante no se menciona la acción interna del instinto de
muerte produciendo temor al aniquilamiento ni a la proyección de las pulsiones destruc-
tivascontribuyendo a la creación del objeto malo, la descripción del clivaje queda hecha
en términos freudianos o basada en un aspecto parcial enunciado por Klein 8 cuando
dice: "en Ja medida que gratifica, el pecho es amado y sentido como bueno, y en la
medida en que es fuente de frustración, es odiado y sentido como malo" (pág. 178).
¿Quiere, decir que Baranger ha. dado un paso más respecto a 1971 <1 cuando advierte
(pág. ,79) que, tomar al pie de la letra la insistencia de Klein en hacer de la polaridad
instinto de-vida-instinto de muerte el eje de toda la vida psíquica empobrece y desvir-
túa el enfoque propiamente -klelntano, pues el enfoque causalista debe ser sustituido
por el situacional? Lo pregunto porque es un tema que me interesa especialmente y de-
searía saber si Baranger piensa que la teoría puede prescindir de esa polaridad.
Investigando tiempo atrás temas conexos encontré un texto que me llevó a
pensar que hay un gran olvidado en el estudio de la evolución de las teorías objetales y
de la constitución del objeto; me refiero a Sandor Hado.: Rado tuvo evidentemente
influencia sobre Klein, pues lo cita por lo menor en dos oportunidades, en '1934 y 1952,
aunque no explicitando el texto en cuestión, de 1927, pero sí el trabajo que lo contiene
y que vale la pena transcribir porque es, a mi juicio, la primera descrlpclón de un cll-
vaje esquizoparanoide (muy parecida a -la formulación que clté de Baranger) basado ex-
clusivamente: en conceptos freudianos y seguido de una clara descripción de vivencias 521
Comentarios y contribuciones

que Klein incluiría en su descripción de la posrcion depresiva; aunque está claro que
con otra cronología y sin el agregado kleiniano de las ansiedades correspondientes, bá-
sico para definir una posición, como ha demostrado Baranger ,3. Dice Rado 10:

"Freud ha supuesto, con buenas razones, que al principio la percepción


sensorial está enteramente controlada por el principio de placer. Sólo lo que
es agradable es percibido; lo que resulta penoso, en la medida de lo posible,
es ignorado. Esto sucede mucho antes de que lo último obtenga una represen-
tación psíquica en el niño. Cuando la obtiene, comienza el período en que el
mundo consiste claramente para el niño de dos clases de ideas: la de las cosas
que son agradables, y las de las que son desagradables. Pero hay ciertas cosas
engañosas que algunas veces son fuentes de placer y otras veces de dolor: la
madre, por ejemplo. según que acaricie a su hijo con una sonrisa feliz o se
enoje, lo desatienda e inclusive lo hiera. Es fácil para nosotros decir que es
una y la misma madre. en dos humores diferentes. Significa un progreso enorme
el punto en que el niño es capaz de efectuar esta síntesis: al principio es incapaz
de tal. logro intelectual. Todavía está completamente dominado por el principio
de placer, y distingue entre estas dos impresiones como objetos que son 'bue-
nos' o 'malos', o, como podemos decir, en cuanto la 'buena madre' y la 'mala
madre'. Las experiencias y recuerdos vinculados con la madre no constituyen
en la mente del niño una serie contínua, como deberíamos esperar en el caso
de los adultos. Sus percepciones e imágenes mnemónicas del único objeto real
producen dos series, nítidamente diferenciadas de acuerdo con su valor hedo-
nista."
. "Este modo primitivo de funcionamiento de la naciente actividad inte-
lectual adquiere una perdurable importancia en nuestra vida mental por el hecho
de que está asociado con la ambivalencia de la vida instintiva. Las madres
'buenas' (que otorgan placer) y las 'malas' (que inflingen una frustración) se
convierten para el niño en objetos separados (representaciones instintivas) de
su amor y su odio. Esta dualidad de objetos persiste en el pensamiento que
está controlado por el instinto, aun cuando el niño comprende desde el punto
de vista puramente intelectual la idea completa de 'madre' (incluyendo a sus
'buenos' corno a sus 'malos' humores). Tan pronto como' cae bajo la influen-
cia de un fuerte impulso amoroso, todo su conocimiento real acerca del aspecto
malo de su madre es simplemente borrado; y a la inversa, cuando irrumpen sus
impulsos de odio, no hay nada en la madre, que ahora es 'mala', que le re-
cuerde que ella también suele ser buena. Es fácil entender esta conducta: sig-
. nlflca que el .yo todavía débil está evitando el conflicto de la ambivalencia, di-
Comentarios y contribuciones

, rigiéndose con su amor a' una madre que es solamente digna de amor, y con su
.odlo a otra madre que merece solamente odio. Mientras se encuentra en esta
sltuaclón, el niño, desde su .punto de vista subjetivo, no, puede ser descrito
todavía, 'de ningún modo como 'ambivalente'; la ambivalencia se establece sólo
cuando la educación consigue hacerlo vincular las dos descargas instintivas con-
trarias .al único objeto materno real, esto es, cuando ha 'aprendido a saber' lo,
que 'está haciendo. Por este medio' la educación lo 'obliga a repr.imir a toda costa
la parte peor de sus tendencias agresivas. Cuando el niño ha reconocido la
triste verdad de que su madre es a veces 'buena' y a veces 'mala', surge en
. él, en su anhelo de afecto, el deseo cada vez mayor de una madre que sea 'slem-
, pre y solamente buena."

y ahora desearía preguntar' a Baranger si piensa que esto puede ayudar a en-
centrar un .puente entre formulaciones freudianas y kleinianas, como me ha parecido a
mí, y si 'o ve como, significativo para lo que me parece ser su. línea de pensamiento en
cuanto a descartar la polaridad instinto de vida-instinto de muerte o por lo menos relegarla,
Entre los muchos puntos del trabajo que darían pie para dialogar extensamente,
figura el concepto de "a posteriori", tanto en lo referente a su importancia en la obra
de Freud, corno a lo que Baranger ve como total desaparición en la de Kleln. Esto tiene
importancia porque incide en si vamos a ver el principio de continuidad genética como
indicado¡", de una linealidad absoluta. Yo creo. que ni Freud 1,0usa tan constantemente,
(no olvidemos el concepto de fijación), ni la retroactividad está tan ausente en Klein.
Desde ya no está' formulada teóricamente, Dicen Laplanche y Pontalis 9 que la concep-
ción freudlana de nachtrákllchkeit puede agruparse del siguiente modo: 1) ,lo que se
elabora retroactivamente es selectivamente lo que en el. momento de ser vivido no
pudo integrarse en un contexto significativo, por ejemplo un hecho traumático. 2) La
elaboración retroactiva viene desencadenada por la aparición de acontecimientos y si-
tuaclories o, por una maduración orqánlca que permiten al sujeto alcanzar Un nuevo tipo
de significaciones y reelaborar sus experiencias anteriores. 3) La evolución de la sexua-
lidad favorece notablemente por los desfasamientos cronológicos que implica en el ser
humano, el fenómeno de la retroactividad. Los puntos 1 y 2 se refieren a la retroac-
tlvidad 'determinando situaciones traumáticas o permitiendo la reelaboración de expe-
riencias anteriores, El punto 3 es la condición favorecedo~ade la retroactividad. -veamos
algunos textos 'de Klein.' En "Amor, 'culpa y reparación" 7 dice que "al identificarnos
con la ' persona amada' nos colocamós en 'el papel ~el padre bueno y' realizamos también
.foque' huoiéramós q'ueriao haceren el pasado desempeñando el papel de nifío bueno
hacia' sus padres: Esto .puede también constituir .un modo' de manejar los sufrimientos
y frustracíones 'del. .pasado. Mediante la fantasía retrospectiva .de desempeñar simul-
táne.amente el, papel -del ,buen, hijo y del buen, padre, eliminarnos parte .de nuestros .mo- 523
Comentarios y contribuciones

tivos de odio, logrando así neutralizar las quejas contra .los 'padres frustradores. ." (pág.
65). Al hablar de la relación amorosa feliz dice: "Una mujer qué establece una relación
amorosa feliz con un hombre se siente inconscientemente a la altura del lugar que la
madre ocupaba junto a su marido... Puede entonces equipararse a su madre y gozar
de la misma felicidad, derechos y privilegios, pero sin dañarla ni robarla ... " "ambos cón-
yuges experimentarán la relación de amor y gratificación sexual mutua como una feliz
recreación de sus primeros años familiares. Muchos deseos y fantasías nunca pueden
ser satisfechos en la niñez, no sólo porque son irrazonables, sino también porque en el
inconsciente coexisten deseos contradictorios. Parece una paradoja, pero en cierta for-
ma, el cumplimiento de muchos deseos infantiles sólo es posible cuando el individuo
ha crecido ... sólo el individuo que ha crecido en el verdadero sentido de la palabra
podrá realizar sus fantasías infantiles en la vida adulta; y por añadidura con el alivio
de la culpa sentida antaño por sus deseos infantiles".
Creo que aquí se ve la reelaboración de experiencias anteriores que alcanzan
nuevas significaciones, y .la importancia del desfasaje cronológico en la evolución de la
sexualidad, que Laplanche y Pontalis destacan en relación con el "a posteriori". Es cierto
que faltaría el estudio de la eficacia patógena de hechos posteriores. M. Klein pone más
énfasis' en lo elaborativo y madurativo.
En "Inhibición, síntoma y angustia" dice Freud que no afirma, al exponer el de-
sarrollo de las diferentes condiciones de la angustia, que cada una de las ulteriores
derroque por completo a las anteriores. "Los progresos en el desarrollo del Yo contri-
buyen a desvalorizar la situación peligrosa anterior", pero todas estas situaciones pe-
ligrosas y condiciones de la angustia pueden subsistir conjuntamente y provocar la
reacción angustiosa del Yo en épocas posteriores a las adecuadas, o actuar varias de
un "modo simultáneo" (pág. 1261). Aquí el concepto de "a posteriori" está limitado en
Freud. Hay una elaboración retroactiva pero no absoluta.
Lo que sí aparece es el concepto de simultaneidad, tan importante en la obra
de Klein y que impide considerar que un enfoque de continuidad genética a ultranza lleve
a ella a un determinismo lineal, por ejemplo: "Mi estudio de la mente del lactante me ha
hecho tomar conciencia más y más asombrosa de la complejidad de los procesos que
actúan, en gran parte simultáneamente, en los- estadios tempranos del desarrollo. Por
lo tanto, al escribir este capítulo traté de dilucidar tan sólo algunos aspectos de la vida
emocional del lactante durante su primer año, seleccionando los más estrechamente
ligados a las angustias, defensas y relaciones de objeto" 8. Y esto nos lleva al concepto
de posición, que tampoco creo yo, es' compatible con la idea de una continuidad lineal,
y con la inexistencia total del a posteriori, puesto que la lucha por la elaboración se re-
nueva en cada crisis mental o física para desarrollar adecuados métodos de manejo y
524 modificación dé, las anqustlas tempranas, no sólo durante los cinco o seis primeros años,
Comentarios y contribuciones

sino' (y por esto les llama posición y no fase) porque bajo determinadas circunstancias
también aparecen y reaparecen en la vida ulterior.
Estas reelaboraciones, ¿podrán -lncluslve llevar a relaciones objetales que no
sean continuación directa del primer objeto, el pecho, sino que se .independicen de -él,
aunque sea parcialmente? Al estudiar el logro de independencia (y el paso a la exo-
gamia) 7 dice que para que el desarrollo total sea exitoso no debe haber una represión
muy fuerte de los deseos hacia los primeros objetos, ni ser demasiado completo. el
desplazamiento de los padres a otras personas. En este caso el amor por los padres se
suma al amor por otros seres y objetos, no como mera extensión del primero. "Al vol-
car sus conflictos en otras personas, el niño no los suprime, sino que los transfiere en
forma menos intensa: de los primeros y más importantes a nuevos objetos de amor (y
de odio), que parcialmente representan a los antiguos" (pág. 83) (el subrayado es mío).
Pienso que en general tomamos poco en cuenta lo escrito por Klein sobre la
adolescencia y adultez, y que esto nos puede afirmar en la creencia de la aplicación a
ultranza de un enfoque de continuidad genética demasiado lineal y donde lo primero de-
termina totalmente lo posterior. Esto preocupa a Baranger en cuanto a la posibilidad
de observación directa de todo lo que determina lo que en última instancia pasa en un
proceso analítico si 'se admite la prioridad absoluta del pecho. Pero si Freud ya dijo 4
que el primer objeto erótico del niño 'es el pecho materno que lo nutre y habla de la
importancia definitivamente establecida de la madre como primero y más poderoso ob-
jeto sexual. como prototipo de todas las vinculaciones amorosas ulteriores, ¿el cuestio-
nar la importancia del pecho no nos hará correr el' riesgo de no permitir refinar criterios
de transformaciones y de observabilidad?
Lamento no poder abordar otros interesantes puntos del trabajo, entre ellos la
no pertenencia del objeto al orden de la representación. Solamente expresaré el deseo
de que diálogos de este tipo, con acceso al pensamiento de investigadores como el que
comento, puedan proseguir en un contexto óptimo.

Bibliografía

1. Baranger, W., "Aspectos problemáticos de la teoría de los objetos en la obra de


• M. Klein". Revista de Psieoanal., XIX, 1-2.
2. -, "El Edipo temprano" y el "complejo de Edipo". Revista de Psicoanal., XXXIII. 2.
3. -, Posición y objeto en la obra de Melanie Klein, Buenos Aires, Kargieman, 1971.
4. Freud, S., "Compendio del Psicoanálisis". O.C. Santiago Rueda, T. XXI.
5. -, "Inhibición, síntoma y angustia". O.C., Biblioteca Nueva, T. 1.
6. Glover, E., "An examination of the Klein System of ChildPsychology", The Psycho.
analitic Study of the Child, Vol. 1. 525
Comentarios y contribuciones

7: Klein, M., Amor. culpa' y reparación. En Las Emociones básicas del hombre, Buenos
Aires, Nova, 1960. ., .
8. Desarrollos' en PSicoanalisis,' Buenos Aires,' Hormé.· .
9. Laplanche, J. yPontalls, J. B., ,Diccion,ario de 'Psicoanálisis, Barcelona, Labor, 1971.
,10. Rado, S., "El problema de la melancolía". En Psicoanalisis de la conducta, Buenos
Aires, Hormé, 1962.
j 1. Segal, H.¡ Introducción a la obra de Melanie Klein, Buenos Aires, Paidós, 1965.
12. Schafer, R., Aspects' of Internalization, Nueva York. International Universities Press,
1968.

Lucía R. M. de Paschero

Entre los aportes muy valiosos que contiene el trabajo de Willy Baranger, el
más relevante es, a mi juicio ,el concepto de quinto objeto o "presencia real de la madre",
en tanto abre nuevas' y orlqlnales perspectivas dentro de la teoría. Dice el autor que
esta relación con la madre "es, distinta de toda la constelación de los vínculos con el
pecho. En los textos de Melanie Klein donde ella menciona este punto. se distingue
que si bien los sentimientos del infante se focalizan sobre la relación alimenticia ...
(pecho, otros aspectos (el destacado es mío) de la madre ya intervienen en la primerí-
sima relación con ella". Estos otros aspectos serían su presencia real. Klein agrega: "la
sonrisa, las manos, 'el hecho de tomarlo en brazos, atender sus necesidades." La cita de
M. Klein y la mención que .ella hace de esta presencia en su obra, parecen ser, desde
el punto de vista teórico, nada especialmente distinguido ni relevante. Parecería más
bien una presencia algo complementarla. O como dice W. Baranger: "Este vínculo es-
pecial con la madre, distinto del vínculo libidinal o alimenticio, ya que no sigue forzo-
samente las vicisitudes de éste es, obviamente, desde cierto punto de vista, un vínculo
objetal, pero con la condición de entender este término en un sentido distinto y más
amplio, en el cual la percepción tiene un papel mucho más determinante."
Es en este punto que disiento parcialmente con el autor, puesto que creo que
este concepto permite ordenar de manera más acabada los desarrollos profundamente
dialécticos de la "objetología" kleiniana. Estimo que "la presencia real de la madre"
constituye el par dialéctico del objeto pecho y si, por lo tanto, lo concebimos en el
mismo nivel ontolóqlco que éste, podemos comprender mejor el proceso mediante el
cual se produce el acceso al conocimiento de la ,realidad tanto interna como externa.
Comenzaré por confrontar este' "quinto objeto" con otros conceptos de la teoría
526 como lo es el de "fantasía inconsciente", con el cual pareciera no tener nada que ver.
Comentarios y contribuciones

creo sin embargo que existe una estrecha relación entre ambos, ya que la fantasía
inconsciente se apoya, se moviliza, se ratifica o rectifica mediante esta "presencia real".
Se me dirá que la fantasía se transforma con el interjuego de otros elementos, como son
la modificación de las angustias que subyacen, el quantum y la calidad de los instintos
(genéticamente determinantes), la dinámica constitución de las instancias psíquicas a
través de las proyecciones e introyecciones sucesivas, pero entiendo que esta serie de
fenómenos, compleja e interdependiente por cierto, no precede sirio que acompaña a
la función más estructurante del objeto, o mejor dicho, del par de objetos que nos
ocupa. La presencia real interviene como un factor básico, que decodifica y recodifica a
la fantasía de una manera constante; de no ser por esta constante Jncldencla la fantasía in-
consciente no podría seguir curso dialéctico alguno, sería estática, cerrada e inmodificable.
Asimismo es importante cuestionarse cómo puede evolucionar la percepción
sin la presencia real de la madre. Sabemos que existe una distorsionada percepción, o
mejor, una percepción fantasmal, determinada por la fantasmática del mundo interno,
durante la posición esquizoparanoide, y que hay otra percepción, de características dis-
tintas, a la que se accede en la posición depresiva. No está del todo claro si hay una
maduración perceptual o, por el contrario, si no es la naturaleza del mundo precibido
lo que cambia. Si aceptamos la primera sugerencia, la de dos percepciones o dos gra-
dos evolutivos diferentes de la misma, resulta evidente que es el quinto objeto "pre-
sencia real" el que cubre la brecha existente entre ambos estados madurativos de la
percepción.
En cuanto a las identificaciones estructurantes del Yo, también observamos 'la
necesidad de introducir el quinto objeto para explicar su dinamismo de manera más
acabada. Es este objeto el asidero de los movimientos proyectivo-introyectivos. Si este
quinto objeto no fuera distinto del objeto pecho y sus respuestas "otras" de las pro-
yectadas y esperadas de él (retaliativamente) la proyección-introyección se agotaria en
sí misma. Entiendo por lo tanto que este quinto objeto opera como determinante del
proceso, no ya por constituir la pantalla o el soporte de los mecanismos de introyección
y proyección sino por ser el único y privilegiado modificador de los mismos. M. Klein
ha señalado repetidamente a lo largo de su obra la total independencia entre la calidad
de los suministros aportados y de las respuestas dadas por la madre yla lectura que
de los mismos hace el Yo temprano. Pero esta independencia debe entenderse sólo para
la "lectura", pero no para la "acción". Como dice W. Baranger la acción de esta pre-
sencia real, va a entrar en una combinatoria determinada, a lo que yo agrego que dentro
de las complejas líneas de fuerza de esta combinatoria, la presencia real no es una
variable más sino una variable privilegiada.
Lo dicho hasta aquí apunta a mostrar las dificultades inherentes a una concep-
ción del sistema teórico kleiniano presclndlendo del quinto objeto. Esta supuesta pres- 527
Comentarios y contribuciones

cindencia nos mostraría que el vínculo Yo-objeto, dentro del cual se desarrollan y de-
finen los otros parámetros de la teoría, sería algo en sí mismo, independiente de la
realidad externa e impermeable a ella, algo autosuficiente, y con esto se caería en atri-
buirle a esa teoría -según un popular malentendido- una postura solipsista. Propongo
por lo tanto que la presencia real de la madre o quinto objeto deje de ser el convidado
de piedra del sistema teórico kleiniano y que sea ubicado en el nivel ontológico que
corresponda. O es un objeto a la par que el objeto pecho, o es una presencia objetal
que Interviene estructurando al objeto pecho, como materia prima básica en la como
posición compleja del mismo. El objeto pecho sería en este caso de naturaleza "doble":
real e irreal, interno y externo. Los otros objetos -idealizado-persecutorio, bueno-malo-
deberían entonces ser definidos como "modalidades" del objeto pecho (modalidades par-
ciales), con otro nivel metapsicológico.
Trataré ahora de referirme a las características de este quinto objeto, después
de haber tratado de jerarquizarlo. No se me escapan las dificultades metapsicológicas
de tal intento. Porque no se lo puede definir ni describir, desde el centro del proceso
en el cual interviene. Es ineludible e inaprehensible. Desde el incipiente Yo, existe
aunque es desconocido. Es pura presencia. Está aunque todavía no es nada, carece de
contenido. Su función es totalmente independiente del mundo interno del bebé. No es
el correlato externo del objeto pecho, aunque lo va "modelando" sin cesar. Es existencia
sin consistencia. Recién aparece con contenido y significación cuando se constituye el
objeto total, en la posición depresiva. El objeto total (obtenido por reparación y perci-
bído por la síntesis de los aspectos parciales) coincide con el objeto realmente percibido,
por primera vez. Es por lo tanto un objeto que irrumpe en escena en el último acto,
aunque sabemos que actúa desde el primero, en calidad de coprotagonista del proceso.
Esta coincidencia entre el quinto objeto y el objeto total es por otra parte un fenómeno
transitorio, que no termina de aclarar las diferencias y las similitudes entre ambos. Pa-
rece entonces que la posición depresiva es un momento coyuntural importante desde la
perspectiva de la teoría del objeto, puesto que en ella varias "categorías" de objetos
coinciden:

(A) Presencia (B) Objeto (e) Objeto (D) Objeto


real de la total interno externo
madre (percibido por proyección
por introyección (percibido
de (A) de (B)

w. Baranger dice textualmente que " ... el quinto objeto no constituye un objeto
sino aceptando una cierta extensión del término"; supongo que esto es así porque no
528 participa de ninguna de las características de la definición de objeto que él va descri-
Comentarios y contribuciones

blendo en su "trabajo, a" saber: como" representación interna" de un objeto natural, como
foco de una serie de fantasías orlqlnarlas vinculadas "con la existencia corporal, como
primer centro de organización de la experiencia vital y, finalmente, como estructura en-
dopsiqulca, Ciertamente no responde a ninguna de estas condiciones. Pero, en cambio,
agrega Baranger, es correctivo, interviene en el acceso a la realidad, y favorece el pasaje
de los demás objetos a un universo relativamente integrado. Para terminar mi comenta-
rio, pondría mayor énfasis en estos puntos y agregaría algunos otros.
" Él quinto objeto es desde el comienzo de la organización psíquica esencialmente
rectificativo y correctivo; interviene estructuralmente ~n el acceso a la realidad; deter-
mina" la transformación de los demás objetos desde sus modalidades parciales fantas-
mátlcas hacia la modalidad total; es el par ontológico del objeto pecho, tan preeminente
como él; es más un "continente" que un contenido del proceso; es el "espacio" en donde
se mueven los objetos; es el no-objeto que permite el ser de los demás.
"Considero este aporte una aproximación al tema introducido por Baranger, para
conferirle ciudadanía teórica al objeto real. No se me escapan las contradicciones con-
tenidas en el párrafo anterior acerca de una definición conceptual posible. Pero a partir
de ellas podrán seguramente surgir nuevos aportes para una futura metapsicología del así
llamado "quinto objeto".

529
Respuesta a los comentarios y las contribuciones

El esquema referencial de cada uno se forja en el interjuego de las evidencias


contradictorias: evidencias de la clínica, que se deja o no se deja encerrar por nuestros
conceptos; evidencias de las teorías lidiando con experiencias clínicas dispares; evi-
dencias de coherencia o falta de coherencia dentro de los sistemas teóricos. En el
campo psicoanalítico, por el tipo de ciencia que es el psicoanálisis, las contradicciones
entre teoría y clínica, entre las distintas teorías y en las elaboraciones de cada una de
ellas, son particularmente frecuentes e importantes. El punto de partida del trabajo
considerado ha sido. una serie de evidencias contradictorias, y la necesidad en que me
encontré de realizar un intento de superación de estas contradicciones.
Mis interlocutores se han enfrentado cada uno por su lado con contradicciones
semejantes a las que me estimularon; esto se entiende teniendo en cuenta nuestro
origen común en una misma "escuela", pero tendieron, en lo que respecta a Guiard y
Canestri, a resolverlas en direcciones opuestas entre sí y diferentes de la mía. Tanto
ellos como Lucía Paschero han pensado los problemas con rigor y espíritu constructivo,
por lo cual, cuando les agradezco sus comentarios y sus críticas, me sitúo mucho más
allá de una fórmula cortés. Espero que esta discusión resulte tan estimulante para el
lector como lo es para mí.
Mi punto de partida, en este trabajo, es una polémica conmigo mismo, pero
me consta que polémicas semejantes ocurren en muchos colegas que se han formado
dentro de una corriente de inspiración "klelnlana" y han podido tener una experiencia
directa de la fecundidad del pensamiento de Melanie Klein. Era lógico suponer, en virtud
de esta misma fecundidad, que este pensamiento no se iba a cristalizar en alguna
ortodoxia, y que iba a progresar en los continuadores de M. Klein, según líneas evoluti-
vas divergentes. Las evoluciones e involuciones del pensamiento freudiano después de
la muerte de Freud nos han enseñado un proceso semejante. Claro que, como dice
Guiard, "no es tan fácil separar lo aceptado y lo cuestionado": es un riesgo, pero no
tenemos más remedio que correrlo. Y, retomando el pequeño poema citado por Canestri,
no debemos matar al cuclillo, pero tampoco podemos dejarlo mudo.
Es natural que un intento como este trabajo se preste a dos clases de objecio-
nes: por un lado, la de abandonar puntos importantes de la teoría kleiniana y, por otro,
la de pasar por alto fallas esenciales de esta teoría. Esto además de las fallas intrín-
secas del intento mismo.
Una de estas últimas podría ser el punto del cual trata el comentario de Lucía
Paschero, lo que he denominado el "quinto objeto". Lucía Paschero ha notado muy ade-
cuadamente una cierta vacilación mía al introducir el término y al tratar de ubicarlo
530 dentro de la objetología de Melanie Klein. Propone acabar con las vacilaciones y atrl-
Respuesta a los comentarios y contribuciones

buir a la "presencia real de la madre" un pleno estatuto objetal, considerándolo como


"par dialéctico del objeto pecho"; Aduce, como fundamento, la necesidad de dar cuenta
de la modificación de las fantasías en el intercambio introyectivo-proyectivo (si lo que
se reintroyecta fuera lo mismo que se ha proyectado, todo quedaría estático); el pro-
greso en la percepción, pasando de la percepción fantasmal a la percepción objetiva;
y las identificaciones estructurantes del Yo (que implican una respuesta activa de
parte del objeto).
Concuerdo con Lucía Paschero acerca del carácter imprescindible del "quinto
objeto", como único medio de evitar una solución solipsista, pero me parece volver a
caer en las mismas dificultades mías cuando trata de describirlo: "existencia sin consis-
tencia", "está y no es", etcétera. Sólo adquiere fisonomía cuando se fusiona con el
objeto total y completo de la posición depresiva. Creo que ambos tropezamos con la
misma dificultad teórica de M. Klein, que le impidió profundizar el status metapsicoló-
gico del quinto objeto. En efecto, la única solución a este problema sería, a mi pare-
cer, atribuir a este quinto objeto el status de sujeto que correspondería a las caracte-
rísticas esencialmente activas de sus funciones. Esta primera relación objetal seria así
una relación intersubjetiva, pero el cambio de nombre implicaría a su vez una remede-
lación teórica de vasto alcance. Además, la idea de la fusión del quinto objeto con el
objeto total no me parece tan exenta de problemas. Se trata de entender cómo pueden
fusionarse objetos de origen esencialmente fantasmático con un objeto originado en la
percepción como es el quinto objeto. Esta fusión difícilmente evita el riesgo de caer
en alguna clase de "armonía preestablecida" entre la fantasía y la realidad, teoría meta-
física que se manifiesta en ciertas corrientes del psicoanálisis actual que reencuentran,
para nuestra sorpresa, éste tema de la teología de Malebranche.
Fernando Guiard me plantea una serie de preguntas extremadamente pertinentes
y complejas. Es cierto que, dentro de la perspectiva kleiniana, el concepto de objeto
es inseparable del concepto de posición. No se puede por un lado afirmar la validez
del concepto de objeto de Klein, y por el otro rechazar la teoría de las posiciones que
le confiere gran parte de su contenido. Además, no cabe para mí duda alguna acerca
de la riqueza de los conceptos de posición esquizo-paranoide y de posición depresiva
en la experiencia clínica, ni tampoco acerca de la fecundidad de la distinción entre
angustia paranoide, angustia depresiva y angustia confusiona!.
Sin embargo, en el espíritu de M. Klein la teoría de las posiciones es inseparable
de su hipótesis acerca de "La vida emocional del lactante", es decir, de la sucesión
de las posiciones en el primer año de vida, hipótesis que me parece dudosa y, en todo
caso, implica un enfoque genetista que no comparto.
Entiendo que esta restricción mía para dar su pleno alcance -el que tiene para
M. Klein- al concepto de "posición depresiva", no deja de acarrear numerosas cense- 531
Respuesta a los comentarios y contribuciones

cuenclas, . tanto 'en el nivel teórico, como' en el nivel técnico. La 'más conspicua de
estas consecuencias se ubica en el nivel técnico: La poslclón depresiva tiene para M.
Klein y, a veces, en mayor grado todavía, para algunos discípulos suyos, el rol de brü,
jula de la técnica analítica. Según algunos, el "acceso a la posición depresiva" sería
la meta del proceso analítico y el criterio básico del éxito o fracaso de este proceso.
Concuerdo con M, Klein acerca del' interés preferencial que debemos acordar, co-
mo analistas, a los procesos de splitting y a su resolución analítica. Creo, sin em-
bargo, que ni el splitting, ni la posición depresiva pueden servirnos como brújula única.
Si no queremos perder de vista ni la historia del sujeto, ni los procesos de represión
que determinan gran parte de sus procesos neuróticos, nos sentimos cercenados en
nuestros movimientos si prestamos una atención demasiado exclusiva a la posición
depresiva, No se me escapa que las dos fórmulas: "levantamiento de las represiones",
y "reducción de los clivajes", que caracterizan respectivamente la técnica "freudiana"
y la técnica "klelniana" distan mucho de ser equivalentes, y que adoptar conjuntamente
ambas puede ser fuente de contradicciones. Es cierto que el tema de la "represión
no fue uno de los preferidos por M. Klein, ni uno que hubiera dado lugar a algún des-
cubrimiento relevante por parte de ella. M, Klein parece aceptar "grosso modo" las
formulaciones de Freud al respecto pero, manifiestamente, centra su atención en los
procesos de c1ivaje. Simplificar. su enfoque para hacerlo más coherente y dejar de
ocuparse de la represión no me parece proporcionar con esto mayor ganancia, sino al
contrario, una pérdida cierta en el nivel teórico y técnico. Más todavía si se piensa
en el vínculo estrecho que une la represión y la historia en el origen mismo del con-
cepto tal como fue analizado por Freud. En este puntó, la evolución de algunos kleinia-
nos hacia una revalorización de la historia del paciente en el tratamiento analítico (véase
por ejemplo las conferencias y supervisiones de Herbert Rosenfeld en Buenos Aires,
1975) hace pensar que también ellos han sentido las limitaciones de un análisis cen-
trado con exclusividad en el "hic et nunc" y se orientan hacia un mayor énfasis acorda-
do a la memoria, a la anamnesis, y alas obstáculos que' se oponen a su libre juego, es
decir, las represiones. , .
Por el momento, no siento que pueda renunciar a ninguna de las dos fórmulas
(ni a la reducción de los clivajes ni al levantamiento de las represiones); la brújula se
vuelve así más compleja, pero no hay más remedio que utilizar instrumentos más com-
plejOS cuando no disponemos de uno simple que cumpla la misma función,
Guiard me interroga también acerca de la articulación entre la posición de-
presiva y el complejo de Edipo. El problema se plantea de manera distinta según con-
sideremos la posición depresiva infantil y el Edipo temprano en una perspectiva gené-
tica, o la posición depresiva y el complejo de Edipo tales como se nos presentan en
532 la clínica. En el primer caso la articulación es clara: la posición depresiva infantil es
Respuesta a los cóméntarios y contribuciones

'la precondición del Edipo temprano, que empieza a éonstituirse en este período y a su
vez permite al sujetó seguir adelante en su evolución (la fórmula de H. Segal, citada
por Guiard, y según la cual el complejo de Edipo es "parte integrante" de la posición,
creo que debe 'entenderse en este movimiento dialéctico). En el segundo caso, la
articulación es mucho más difícil de describir. Es cierto que el movimiento de pasaje
de una situación dual a la tríada edípica tal como lo describe tacan, presenta una cierta
analogía (que me guardaré muy bien de exagerar) con la descripción por M. Klein del
pasaje de la posición depresiva al Edipo. Pero me doy cuenta de que, en los detalles,
esta convergencia no va muy lejos, y varios puntos no me son del todo claros.
Otro punto señalado por Guiard se refiere a la polaridad instinto de vida-instinto
de muerte para Kleln, y a su compatibilidad con el enfoque, situacional (es decir, no
"instlntlvlsta") que me parece característico de M. Klein. No creo que la aceptación
de la teoría del instinto de muerte para M. Klein pueda entenderse como un simple resto
de su adhesión a Freud, como Uno de estos conceptos que se siguen usando por costum-
bre, pero han perdido su vigencia actual.
No creo tampoco que el mantenimiento de este concepto por M. Klein con
tan!a insistencia y con tanta tenacidad responda a una necesidad teórica (como podría
ser la de dar cuenta del orlqen de la angustia paranoide, o de la envidia primaria).
Creo que corresponde a algo muy vívido y concreto de su experiencia analítica y de su
descubrimiento de lo aterrador de las figuras y de las fantasías que encontramos uni-
versalmente en los estados arcaicos o regresivos. Si la angustia es el nódulo de la
perspectiva kleiniana, y si la angustia es la "expresión directa" del instinto de muerte,
'éste tiene la' función de ún concepto rector. Lo sltuaclonal no puede sostenerse, ni su
dinámica entrar en juego sin la polaridad instinto de vida-instinto de muerte.
Quedaría por ver si Melanie Klein entiende realmente por la expresión "instinto
de muerte" lo mismo, o 'algo semejante a lo que Freud entendía por Todestrieb. Res-
ponder a tal pregunta necesitaría un estudio detallado, Pero desde ya podemos darnos
cuenta de que no es así, nada más que si consideramos el exacto paralelismo de los
dos instintos para M. Klein, cada fantasía inconsciente libidinal siendo duplicada por
una fantasía inconsciente tanática y fusionada eventualmente con ella en proporciones
variables, y la no existencia de este paralelismo para Freud. la libido, para Freud, no
es de ,la.misma naturaleza que el Todestrieb, y muchas de las críticas que se han diri-
gido a este último concepto pasan por alto este dato. En cuanto a mí, la polaridad vida-
muerte (o libido-destructividad) me resulta imprescindible para entender la clínica.
, En lo que respecta a la existencia del concepto de Nachtraglichkeit en M. Klein,
me parece que, tenemos con Guiard un malentendido. No se' trata de una posibilidad
de elaboración a posterioride algo pasado, poslbllldad que nadie pone en, duda, sino
de la inversión temporal que puede hacer que un acontecimiento en sí, il)diferelJte'.en ,533
Respuesta a los comentarios y contribuciones

el momento en que se lo vive, adquiera sólo después de un lapso a veces largo, el


carácter traumático que no tuvo cuando se lo vivía. Es para mí claro que M. Klein
entendería este fenómeno, cuando se da en la clínica, como un trauma inconsciente,
no registrado como tal en el momento por bloqueo de la reacción del sujeto, y que
podría manifestarse después, pero que existe a título de trauma desde el momento
en que fue vivido. Espero haber podido escuchar a Guiard tan bien como él a mí.
El comentario de Jorge Canestri me fue de mucha utilidad, subrayando dificul-
tades con las cuales había tropezado, y estoy tropezando, y señalándome otras nuevas
en una formulación distinta. La densidad y el rigor de su texto, la amplitud de los
temas que aborda, agregados a los puntos todavía no elucidados de mi propia posl-
clén, me hacen difícil el darle una contestación satisfactoria. No pudiendo "correr",
trataré de "cojear".
Concuerdo con .canestri cuando afirma que, para él, las dificultades de la teoría
kleiniana provienen de "un nudo central: la ausencia de una concepción adecuada de
lo simbólico". Mis propias reflexiones me habían llevado al mismo punto. Curtosamen-
te, la propia Melanie Klein, cuando hacia 1957 le solicité el permiso para publicar su
trabajo sobre "La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del Yo"
(1930), (entonces no publicado en castellano), no pareció muy entusiasmada por la idea,
y me dijo que este trabajo ya no la satisfacía del todo. Por desgracia no agregó qué
puntos del trabajo le parecían criticables, pero se entiende que no se trataba del ma-
terial clínico ni de su interpretación, sino de las conclusiones teóricas que ella sacaba
del análisis de Dick.
Creo no aventurarme demasiado haciendo notar que el concepto básico de "posi-
ción depresiva" fue introducido por ella sólo pocos años después, y que su insatisfacción
provenía probablemente de las modificaciones que la introducción de este concepto
hacía necesarias en su concepto de 1930 sobre el simbolismo.
Así y todo, es probable que las modificaciones no habrían cambiado su manera
de enfocar este problema: estudiar el proceso formador de los símbolos a través de las
trabas en su uso y del levantamiento de estas trabas en el tratamiento analítico. M.
Klein se interesa en el proceso de formación de los símbolos, lo que lleva implícita la
hipótesis de que se forman (y no se reciben).
Con toda claridad, Canestri tiene "in mente" los capítulos del tomo 1 del "Se-
minario" de Lacan dedicados al examen crítico de este trabajo de M. Klein, así como
otros textos en el mismo sentido.
Cuando dice que "El orden de determinaciones simbólicas es externo al sujeto
singular, y su importancia en lo que se refiere a la constitución del mismo no puede ser
Ignorada", expresa el enfoque alternativo al de M. Klein: los símbolos no se forman,
534 se- reciben y sin ellos no habría ningún sujeto capaz de formar nada.
Respuesta a los comentarios y contribuciones

O, en otras palabras, los símbolos no provienen de un juego imaginario lntro-


yectivo-proyectivo, de un "intercambio fantasmático" que implicaría un Yo preformado
destinado a servir de "árbitro" al juego.
La fórmula recién citada de Canestri lleva mi asentimiento. Y sin embargo no
puedo pensar que el trabajo de M. Klein con Dick consistió tan sólo en darle las pala-
bras que estructurasen su Edipo y lo hiciesen acceder al orden simbólico (lo que sos-
tiene Lacan). Supongo que el proceso de simbolización no es ni una creación ni una
recepción pasiva. Es probable que la alternativa no se plantee en estos términos, y
que tanto la constitución del sujeto, como su acceso al universo simbólico que de hecho,
y para Melanie Klein como para cualquiera, lo precede, sean momentos correlativos de
una misma dialéctica.
Dejo aquí de lado una tercera hipótesis posible, la de la "teoría de las ideas
innatas", perspectiva de origen platónico y cartesiano que, como se sabe, no es ajena
a ciertas tendencias del psicoanálisis.
Entiendo la dificultad de derivar el orden simbólico del orden imaginario, y tam-
bién la necesidad de esta diferenciación que es ajena al pensamiento de M. Klein. Pero
quedaría por saber si a su vez las tres categorías definidas por Lacan de lo imaginario,
lo simbólico, y lo real encuadran realmente la totalidad de nuestro campo. Si así fuera,
tendría yo que renunciar por mera lógica a admitir la validez del concepto kleiniano de
objeto. Precisamente el objeto, tal como lo concibe M. Klein, aparece como escapando
a este marco teórico.
¿Podemos decir que se trata de un objeto imaginario? No esencialmente. Apa-
rece así cuando M. Klein lo enfoca desde el lado de la fantasía: se limita entonces a ser
objeto de una operación imaginaria del sujeto: "quiero tragar este pecho, morderlo y
despedazarlo". Pero -y este es el punto esencial para mí- el objeto no pertenece a la
representación. Su status de casi-persona, lo mismo que su status de estructura endo-
psíquica, desbordan su posible inclusión dentro del orden imaginario. Es precisamente
aquí donde estamos en presencia de algo irreductible a una construcción significante
(imaginaria). Es aquí también donde los conceptos de signo y de inscripción (párrafo
(a) del texto de Canestri) me resultan insuficientes para entender el objeto. Lo mismo
que resultaron insuficientes a Freud mismo, por lo menos desde "Duelo y melancolía",
ya que Freud introduce en esta obra el concepto de una "existencia intrapsíquica" evi-
dentemente distinta de la representación, y distinta también de los "objetos imagina-
rios" mencionados por él numerosas veces.
No creo que M. Klein, ni sus discípulos, fuercen en este punto la lectura de
Freud (como lo hacen a - veces), cuando traducen su descripción con el concepto de
objetos internalizados distintos de cualquier representación (recuerdo, imagen. retrato.
etcétera) que el sujeto pueda tener de ellos. 535
Respuesta a los comentarios y contribuciones

La dilución progresiva del objeto en la perspectiva de Lacan, llegando al objeto


a) como límite incalificable, muestra la consecuencia teórica de una concepción demasia-
do limitativa del objeto, que lo cerraría en el nivel de la representación. Por ello me
parece necesario mantener la cierta clase de sustancialidad que M. Klein atribuye al
objeto,
Si, dejando la categoría de lo imaginario, nos volvemos hacia lo real, el marco
de Lacan tampoco se adecua a una posible ubicación del objeto tal como lo concibe
M. Kleln. Si el objeto "real" (objetivamente percibido, concebido y sentido por el su-
jeto) es el término de una evolución partiendo de lo casi puramente subjetivo, esta
evolución da lugar a toda una escala de objetos mixtos, ambiguamente ubicados entre
lo imaginario y lo real, y de la cual lo simbólico tampoco está ausente (en la medida
en que en lo simbólico está la única piedra de toque posible de toda objetivación).
Mi intención aquí no es confundir la. posición de Canestri con la de Lacan (ya
que mi interlocutor tiene el cuidado de marcar -párrafo e), por ejemplo-e- la diferencia
entre ambas), ni tampoco restar validez a la distinción entre lo imaginario y lo simbó-
lico, sino mostrar cómo esta distinción, aplicada al objeto, nos hace perder aspectos
esenciales de este concepto.
En el apartado "Teoría sobre la formación del Yo y del Superyó" Conestri sos-
tiene que, para M. Klein, "el concepto de frustración y gratificación es el eje rector y
el motor de procesos constitutivos de entidades tales como el Yo y el Superyó". Creo
que en este punto -y a pesar de ciertas formulaciones de M. Klein en este sentido-
no hace justicia a su pensamiento. En efecto, la frustración y la gratificación no apa-
recen en M. Klein sino como fenómenos muy secundarios y en amplia medida indepen-
dientes de las condiciones objetivas de satisfacción de los impulsos. El motor de los
procesos introyectivos y proyectivos se encuentra en las. pulsiones y las fantasías que las
manifiestan, lo mismo que, dentro de ciertos límites, la tolerancia a la frustración real de
una necesidad o de una pulsión instintiva dependen de los objetos internalizados. Si bien
la ausencia 'en la teoría kleiniana de la distinción sumamente importante entre necesidad
y deseo facilitaría el camino hacia una posición como la que formula Canestri, me parece
que M. Klein no recorre este camino de "aplanamiento". La "Observación de los lac-
tantes" muestra que pueden estar llenos de comida y seguir hambrientos, o estar des-
nutridos y. rechazar el alimento, o estar hambrientos y tolerar hasta cierto punto el
retraso echando mano de alguna satisfacción sustitutiva, según la dinámica de sus fan-
tasías y objetos.
En cuanto a la dificultad que enfrenta la teoría kleiniana del Yo (por un lado
. "efecto deIas vlclsltudes" ..del .Intercarnblo tantasmático, y por otro lado "árbitro de las
JDJ::¡lrlas"J. estoy d.e acuerdo con Canestri. . pero no del todo con las consecuencias que
536 , le parecen" desprenderse 'de esta dificultad. .
Respuesta a los comentarios y contribuciones

"La imposibilidad de utilizar el Yo como elemento imaginario": es cierto que la


teoría se presta a esta posible consecuencia pero, por suerte, en la práctica M. Klein agre-
ga conceptos subsidiarios, de status metapsicológico no muy bien definido, que permi-
ten colmar esta falla (el concepto reflexivo del "self", el concepto de "imagen del Yo",
por ejemplo). El resultado es un cierto flotamiento teórico, mucho menos grave· que
la pérdida de todo un campo de la clínica.
En cuanto al "valor identificatorio" de· la forma imaginaria del Yo en relación cori
el "deseo de la madre" es efectivamente un elemento no desarrollado en M. Klein, quien
no usa un concepto preciso del deseo, aunque la realidad clínica designada por ello no
le sea ajena, y esté formulada en otros términos. Estoy de acuerdo con que el agre-
gado de tales conceptos subsidiarios no es una solución muy limpia en materia de teoría.
En donde no puedo seguir a Canestri es cuando deduce de la dificultad de la
teoría kleiniana del Yo que M. Klein adopta una teoría vulgar de la realidad "que en lo
ideológico deviene adaptaclonlsta". Es cierto que una de las tentaciones del psicoaná-
lisis es la de caer en una ideología adaptacionista, pero M. Klein me parece evitar este
escollo. Creo que para convencerse de ello basta fijarse en los criterios que formula M.
Klein acerca de la terminación del proceso analítico. No son más adaptacionistas que las
formulaciones de Freud sobre el mismo tema, aunque sean distintas.
La formulación de Canestri acerca del concepto de narcisismo en M. Klein y
de la dificultad de integrarlo a la teoría, me parece particularmente feliz. Es cierto, el
"momento" de constitución del Yo correlativo del narcisismo (el "nuevo acto psíquico"
del cual hablaba Freudl, no tiene lugar en la teoría kleiniana. Al contrario, Klein tiende
más bien a considerar el narcisismo como un producto de descomposición, el borra-
miento de las fronteras entre el Yo y el otro que deja lugar a la confusión de los sujetos.
En cuanto a la constitución del Superyó y al pasaje de la situación dual a la si-
tuación triádica (eje de la articulación entre lo imaginario y lo simbólico), las acotaciones
de Canestri coinciden en parte con las que expuse en un trabajo reciente.
Pero lo esencial se encuentra en el apartado final N~ 11de Canestri: "Concepto
de fantasía y concomitante concepto de sujeto".
Entiendo muy bien, por haber cedido alguna vez a esta tentación, que uno pueda
sentirse tentado de reducir la vida psíquica a una combinatoria de fantasías inconscien-
tes. En esta perspectiva, es cierto que "el sujeto, en el ámbito de la pulsión parcial
es una nada". Esta combinatoria haría también aleatorio y secundario en cierto sentido
el concepto mismo de objeto. No tan aleatorio, sin embargo, para M. Klein, por estar
tan fuertemente arraigado en la existencia corporal.
Es cierto que el concepto de sujeto no está elucidado en la obra de M. Klein,
y menos todavía la de "sujeto del inconsciente" (además M. Klein se preocupa mucho 537
Respuesta a los comentarios y contribuciones

de la "fantasía inconsciente" y muy poco del concepto de inconsciente). Sin embargo


aporta una cantidad de conocimientos nuevos, concretos y útiles en la clínica, acerca del
sujeto. Generalmente, cuando se quiere referir al sujeto, lo denomina ego, o self. Tra-
bajos como "Notas sobre algunos mecanismos esquizoides", "Sobre la identificación", y
muchos otros: ¿a qué se refieren, sino al sujeto? El desarrollo del concepto freudiano
de "Spaltung", la descripción de las múltiples formas del clivaje del sujeto y del objeto,
son aportes que considero imprescindibles.
Preferiría, a la par de Canestri, funcionar con una teoría unificada, y no sobre una
"concepción dualista", pero tampoco puedo ceñirme a una teoría, por satisfactoria y
coherente que sea, si pienso que cerceno con ello mis posibilidades de comprensión clí-
nica. Entiendo que la solución sería intentar un perfeccionamiento teórico que supere
las contradicciones sin abandonar lo adquirido. Pero el "cuclillo" no canta cuando uno
le manda que cante. "Attendons qu'll chante, le coucou",

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