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PARTES DEL OÍDO QUE NOS AYUDAN A PERCIBIR LOS SONIDOS

Los oídos se encargan de captar los sonidos, procesarlos y enviar señales al cerebro. Y eso no es
todo: los oídos también te ayudan a mantener el equilibrio, para que, si te agachas con la intención de
coger a tu gato, no te caigas o - lo que es peor - no te caigas encima de él. ¡Miau!

El oído consta de tres partes diferentes: el oído externo, el oído medio y el oído interno. Todas estas
partes funcionan conjuntamente para que puedas oír y procesar sonidos.

El oído externo: capta la onda


El oído externo se conoce también como pabellón de la oreja opabellón auricular. Ésta es la parte
del oído que podemos ver. También es la parte que la gente se agujerea para poder llevar pendientes
y donde te susurran tus amigos cuando te quieren contar un secreto. La principal misión del oído
externo es captar o recibir sonidos, se trate del susurro de un amigo o del ladrido de un perro.
El oído externo también incluye el conducto auditivo externo, donde se produce la cera o cerumen. La
cera es una sustancia viscosa que protege el conducto auditivo. La cera de los oídos contiene
sustancias químicas que luchan contra las infecciones que podrían dañar la piel que recubre el
interior del conducto auditivo. También recoge la suciedad a fin de mantener limpio el conducto. O
sea que la cera de los oídos no sólo es asquerosa. ¡Es asquerosa y útil!

El oído medio: buenas vibraciones


Cuando las ondas sonoras entran en el oído externo, avanzan por el conducto auditivo hasta el oído
medio. La principal misión del oído medio consiste en transformar las ondas sonoras en vibraciones y
transmitirlas al oído interno. Para poder hacerlo, necesita el tímpano, que es una lámina de piel fina y
fuertemente tensada, como un tambor.
El tímpano separa el oído externo del oído medio y la cadena de huesecillos, también
denominados osículos. ¿Qué es la cadena de huesecillos? Esta cadena está formada por los tres
huesos más pequeños y delicados de todo tu cuerpo, que son los siguientes:
 El martillo, que está en contacto con el tímpano y, como indica su nombre, tiene forma
de martillo.
 El yunque, que está entre el martillo y el estribo y, como indica su nombre, tiene forma
de yunque.
 El estribo, el hueso más pequeño del cuerpo, que está en contacto con el yunque y,
como también indica su nombre, tiene forma de estribo.

Cuando las ondas sonoras llegan al tímpano, hacen que éste vibre. Cuando el tímpano vibra, mueve
la cadena de huesecillos, desde el martillo hasta el estribo, pasando por el yunque. Al vibrar, estos
huesecillos ayudan al sonido a recorrer el camino hacia el oído interno.

El oído interno: las señales nerviosas se generan aquí


El sonido entra en el oído interno cuando las vibraciones llegan a la cóclea o laberinto, un tubito
enrollado sobre sí mismo en forma de espiral que pertenece al oído interno. La cóclea está llena de
un líquido que se mueve, como si fuera una ola, cuando vibra la cadena de huesecillos.

El interior de la cóclea también está recubierto por unas células diminutas cubiertas de unos pelitos
tan pequeños que necesitarías un microscopio para poder verlos. Por muy pequeños que sean, son
enormemente importantes. Cuando el sonido llega a la cóclea, las vibraciones (sonido) hacen que se
muevan los pelitos de las células, generando señales nerviosas que el cerebro interpreta como
sonido. El cerebro lo integra todo y - ¡qué maravilla! - oyes tu canción favorita en la radio.

Estés en el suelo o en el techo, el oído te mantiene derecho


Los oídos no sólo oyen. También te ayudan a mantener el equilibrio. En el oído interno, encima de la
cóclea, hay tres pequeños conductos enrollados en espiral denominados canales semicirculares. Al
igual que la cóclea, están llenos de líquido y contienen en su interior miles de pelitos microscópicos.
Cuando mueves la cabeza, el líquido que hay en el interior de los canales semicirculares también se
mueve. El líquido desplaza los pelitos, que transmiten señales nerviosas al cerebro sobre la posición
de la cabeza. Y, en menos de un segundo, el cerebro envía información a los músculos adecuados
para que puedas mantener el equilibrio.

A veces el líquido que tienes dentro de los canales semicirculares se sigue moviendo cuando tú ya
has dejado de moverte. Para entender esto, llena una taza de agua hasta la mitad. Seguidamente
mueve la taza describiendo un movimiento circular y después detente. ¿Verdad que el agua sigue
girando incluso después de que dejes de mover la taza? Eso es lo que ocurre en tus canales
semicirculares cuando das vueltas sobre ti mismo o te subes a la noria en un parque de atracciones.

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