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LA DIFICIL TAREA DE ELABORAR UN CONCEPTO DE LOS DERECHOS

HUMANOS

Por Pablo L. Manili 1

Sumario: Abordaremos en este artículo la tarea de construir un


concepto de los derechos humanos que sea lo suficientemente
completo como para definir cabalmente esta nueva rama del derecho,
surgida a partir de 1945, pero, a la vez, lo suficientemente neutro como
para que sea aceptado por las distintas escuelas iusfilosóficas:
principalmente el iusnaturalismo y el positivismo. Con tal objeto se
analizan en primer lugar varias definiciones elaboradas por la doctrina
tradicional en la materia y se ensaya luego una edificación del
concepto partiendo de la base de sus caracteres distintivos.

Summary: In this article we argue for a concept of what human rights


are, that attempts to be inclusive enough in order to show the richness
and variety that this new branch embodies since its first appearance in
1945. But at the same time we will try to build a concept neutral enough
for it to be accepted by the different legal philosofical views and
schools, specially those connected with legal naturalism and positivism.
Our strategy will be to start with some traditional definitions of human
rights, and then construct a concept that takes its specialcharacteristics
as its foundation

Sommaire: Nous tenterons à l'intérieur de cet article d'élaborer le


concept des droits de l'homme d'une façon complète afin d'en définir
correctement y complètement cette nouvelle branche du droit,
développée depuis 1945, mais d'une façon suffisamment neutre pour
être acceptée des différentes écoles jusphilosophiques, principalement
le jusnaturalisme et le positivisme. Avec ce but on analysera
prémierement divers définitions fournies par la doctrine traditionelle, et
aprés ça on facera l'élaboration d'un tel concept en identifiant les
caractères distinctifs des droits de l’homme.

I) Introducción:
Antes de abocarnos a la difícil tarea de esbozar una definición de los
derechos humanos queremos dejar sentado, siguiendo a Prieto Sanchís 2 que “los

1Profesor de Historia de las Instituciones Políticas (UCES). Profesor de Derechos Humanos y


Garantías y de Derecho Constitucional (UBA).

2Prieto Sanchís, L. en “Estudios sobre Derechos Fundamentales” Ed. Debate, Madrid 1990, pág. 91 y
ss.
derechos humanos, como categoría ética, cultural e histórica -es decir, prenormativa-
no constituye una concepción cerrada y acabada de la que puedan beber los
ordenamientos positivos, sino un concepto abierto a distintas concepciones y
desarrollos: y, en consecuencia, no existe una formulación canónica, ni una forma
exclusiva de respetar las exigencias que derivan de tales derechos....tampoco es
posible emprender la tarea de comprensión desde un punto de vista externo a la
historia”. De allí deducimos que una definición de qué son los derechos humanos,
jamás puede ser exhaustiva en el sentido geográfico (es decir para cualquier lugar del
mundo), ni en el sentido histórico (es decir, para toda época), ni en el filosófico y ni
siquiera en el jurídico, ya que –sin desconocer el principio de universalidad al que más
abajo nos referiremos- la elaboración del concepto en sí siempre va a estar influida por
el entorno en que se desempeña el autor de la definición. Es por ello que a lo largo del
tiempo se han sucedido diversas definiciones o esbozos del concepto de los derechos
humanos, dependiendo del entorno político, económico, social, histórico (etc.) del autor.
Y es por ello también que intentaremos no una sino varias alternativas para definir el
concepto de derechos humanos, porque, como dice Nino 3 “en relación con... la noción
de derechos humanos no se ve qué otra cosa podría hacerse que no fuera ofrecer
una larguísima lista de definiciones más o menos precisas asociadas de algún modo
con el empleo de la expresión en algún contexto” . Trataremos que la lista no sea
“larguísima”.

II) Breve Referencia Histórica:


Asimismo, es preciso tener presente un dato histórico
concreto: que la voz “derechos humanos” tiene su origen en la frase “derechos del
hombre” acuñada en la Revolución Francesa de 1789, cuya declaración distinguió
esos derechos de los derechos del ciudadano. La idea subyacente era que el hombre
tenía derechos por el solo hecho de ser tal, independientemente de su condición de
ciudadano francés, con lo cual se estaba a un paso de afirmar que posee tales
derechos independientemente que una norma positiva los consagre, por lo cual la

3Nino Carlos en “Etica y Derechos Humanos” Ed Ariel, Barcelona 1989 (También editado en Argentina
por Ed. Astrea en 1984) pág. 12.
Declaración se refería a “los derechos que cada individuo ya tiene, pero no ejerce”4.
Ello está inspirado a nuestro entender en el concepto de “derechos inalienables” de
las Declaraciones de Virginia y Filadelfia, adoptadas unos años antes (en 1776) en los
Estados Unidos de Norteamérica. En otras palabras, el giro idiomático “derechos
humanos“ por su origen en los “derechos del hombre” de la declaración francesa tiene
un claro tinte iusnaturalista, del cual resulta difícil despojarse al momento de ensayar la
definición del concepto que pretenda ser válida aún para positivistas.

III) Diversos Intentos de Definición:


Una de las definiciones que más nos satisface por su amplitud es la de
Pérez Luño, que entiende a los derechos humanos como “... conjunto de facultades e
instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la
dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional”. El
referido autor enriquece dicha definición aún más con la diferencia que traza entre los
derechos humanos y los derechos fundamentales, a los que define como “aquellos
derechos humanos garantizados por el ordenamiento jurídico positivo, en la mayor
parte de los casos en su normativa constitucional... Se trata siempre, por tanto, de
derechos delimitados espacial y temporalmente, cuya denominación responde a su
carácter básico o fundamentador del sistema jurídico político del Estado de
Derecho» 5. Coincidimos totalmente con esta relación de género a especie trazada
entre los derechos humanos y los derechos fundamentales y descartamos la frecuente
asimilación (o confusión) de ambos conceptos. Así, uno de los puntos básicos en la
diferencia entre esta materia y el Derecho Constitucional6 es que sólo los segundos
son materia de estudio por esa rama del derecho, mientras que los primeros son

4Groethuysen, Bernard en “Filosofía de la Revolución Francesa”, Ed. Fondo de Cultura Económica,


México 1989, pág. 185.

5 Pérez Luño, Antonio en “Los Derechos Fundamentales” Ed Tecnos, Madrid 1995, pág. 46.

6 Sobre las relaciones entre ambas materias puede verse nuestro artículo “El Derecho de los
Derechos Humanos y sus Relaciones con otras Materias” en Revista Jurídica del Centro de Estudiantes
de Derecho UBA, n* 14, Junio de 1998.
estudiados por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos7. No obstante,
existen puentes que vinculan ambos sistemas ya que, como sostiene Bidart Campos,
los derechos humanos son la pauta axial del derecho constitucional contemporáneo,
puesto que toda la interpretación de la constitución debe girar en torno a la protección
de los derechos humanos, que adquieren así el lugar central del sistema 8.
En un sentido similar se encamina Dworkin, llamando derechos
individuales (como oposición a lo colectivo) a los derechos fundamentales y trazando
la siguiente diferencia entre unos y otros: “Los individuos tienen derechos cuando, por
alguna razón. una meta colectiva no es justificación suficiente para negarles lo que,
en cuanto individuos, desean tener o hacer, o cuando no justifica suficientemente
que se les imponga alguna pérdida o perjuicio». «Pero muchos derechos son
universales, porque en favor de ellos se dispone de argumentos que contradicen
cualquier justificación colectiva, en cualquier circunstancia que sea razonablemente
probable encontrar en la sociedad política, y es a ellos a los que cabe
justificadamente llamar derechos humanos.» 9
No obstante la exactitud que, creemos, asume la definición elaborada por
Pérez Luño, la misma deja de lado el importante tema de las garantías que esos
ordenamientos deben brindar a tales derechos. Al respecto, Peces Barba, partiendo
de una definición similar le agrega: “... y con garantía de los poderes públicos para
10
restablecer su ejercicio en caso de violación o para realizar la prestación» , por
cuanto no se trata sólo del reconocimiento de tales derechos, ya que la existencia de
garantías efectivas también debe integrar el concepto de derechos humanos, por ser

7 Al respecto, Bidart Campos, que cita el mismo fragmento de Perez Luño, califica esa dualidad en el
plano de lo que “debe ser” (derechos humanos, o morales o naturales) y el plano de lo que “es”
(derechos fundamentales o subjetivos). Conf. Bidart Campos, Germán en “Teoría General de los
Derechos Humanos”, Ed Astrea, Buenos Aires 1991, pág.228.

8Bidart Campos, Germán, en “El Orden Socioeconómico en la Constitución”, Ed Ediar, Buenos Aires
1999, pág.e 275.

9Dworkin, Ronald en “Los Derechos en Serio” (Título original “Taking Rights Seriously”), Ed. Ariel,
Barcelona 1984, pág. 37 y ss.

10Peces Barba, Gregorio en “Derecho Positivo de los Derechos Humanos”, Ed. Debate, Madrid 1987,
pág. 15
inescindibles la existencia de un derecho y la existencia de una acción que lo ampare
en caso de violación o menoscabo.
Pero aquí comienza el problema: al incluir dicho requisito en la
definición la estaríamos acotando al plano del derecho positivo, el cual -según señala
sagazmente Bidart Campos- “...no está ligado a ningún deber (ni moral ni jurídico)
que le venga impuesto desde afuera o desde más arriba ... los derechos serán sólo
11
lo que el derecho positivo digan que son” y ello se contradice con la circunstancia
histórica apuntada más arriba. Parecería que estamos entre la espada y la pared: si no
incluimos en la definición el tema de las garantías efectivas de la vigencia de los
derechos humanos, corremos el riesgo de estar hablando de una abstracción, de un
concepto extrajurídico (o suprajurídico o metajurídico). Pero si lo incluimos, corremos el
riesgo de estar acotando los derechos humanos a lo que las normas positivas dicen
que son. Desde otro punto de vista podemos decir que, si pretendemos elaborar una
definición exhaustiva y muy descriptiva de los derechos humanos, la misma no resulta
aceptable a lectores de filosofías jurídicas distintas. Cuantos más elementos incluimos
en ella, menos universal y menos aceptable se hace. Por tales motivos, la doctrina ha
ensayado distintas fórmulas de conciliar las filosofías iusnaturalista y positivista en la
definición de los derechos humanos, y a la vez incluir el importante tema de las
garantías en dicha definición
Así lo hizo la doctrina alemana al acuñar el término “libertades
públicas” aplicable a los “derechos reconocidos en el sistema jurídico, eficaces y
protegidos por los jueces. Frente al espíritu sin fuerza, (como se tilda a la postura
francesa) las libertades públicas expresan un espíritu, una moralidad apoyada por la
fuerza del Derecho positivo” 12.
Otro intento de conciliar ambas posturas es el de considerar a los
derechos humanos como derechos morales, y en ese sentido Austin los define como
«una porción del derecho positivo (positive law) o de la moral positiva... formada por
normas humanas, legales o morales, que han existido en todos los tiempos y en
todos los lugares... estas normas humanas, legales o morales, han sido diseñados a

11 Bidart Campos, ob cit en nota 6, pág. 229.


partir de la ley de Dios mostrada por el sentido moral. o, adoptando el lenguaje de
los juristas clásicos romanos, estas normas... han sido diseñados a partir de la ley
Divina conocida por la razón natural...” 13.
Desde este punto de vista de concebirlos como derechos morales,
Nino 14 esboza varias alternativas para definirlos: a) Como ausencia de prohibición (no
existe una norma que prohiba hacer algo). b) Como permisión directa (existe una
norma que permite expresamente hacerlo). c) Como correlato de obligaciones de otros
(existen normas que obligan a terceros a hacer o dejar de hacer algo, para que el
sujeto disfrute ese derecho) d) Como demanda (en el sentido Kelseniano de que no
hay derecho sin acción) y e) Como inmunidad (con cita de Hart, en el sentido que
existe una norma que prohibe al estado dictar normas que restrinjan ese derecho).
Luego de descartar una a una dichas alternativas por no ser completas, Nino esboza la
siguiente definición de lo que entiende por derecho subjetivo moral: “ Se adscribe a
alguien el derecho moral de acceder a una situación S... cuando el individuo en
cuestión pertenece a una clase C y se presupone que S implica normalmente para
cada miembro de C un bien de tal importancia que debe facilitarse su acceso a S y
15
es moralmente erróneo impedir tal acceso”
En sentido similar, han sido calificados como exigencias éticas
entendidas como “derechos que los seres humanos tienen por el hecho de ser
hombres y, por tanto, con un derecho igual a su reconocimiento, protección y
garantía por parte del poder político y el Derecho... independientemente de cualquier
contingencia histórica o cultural, característica física o intelectual, poder político o
clase social.» 16

12Conforme la cita de Peces Barba, Gregorio en “Curso de Derechos Fundamentales. Teoría General ”,
Ed Eudema, Madrid 1991, pág. 25.

13 Austin John, en “The Province of Jurisprudence Determined, and the Uses of the Study of
Jurisprudence”, Lectura V, London, John Murray, 1832, p. 135

14 Nino, ob cit. pág. 26 y ss.

15 Nino, ob. cit. pág 40.

16Fernandez García, Eusebio en “Teoría de la Justicia y Derechos Humanos”, Ed Debate, Madrid 1984,
pág. 107.
Luego de esta breve referencia a algunos de los conceptos
tradicionales esbozados sobre el tema, pasaremos a intentar elaborar una definición
propia de los derechos humanos. Creemos que para hacerlo se debe primero analizar
sus caracteres para llegar a edificar así a una definición descriptiva de los mismos,
abandonando la pretensión de elaborar una definición prescriptiva de los mismos. Es
decir, nos ocuparemos de lo que los derechos humanos son y no de lo que deben ser,
para lo cual partimos de la base que definir un instituto del derecho es pura y
simplemente expresar su naturaleza jurídica para hacerlo asequible a los lectores y no
brindar formulas de lo que esos institutos deben ser para quein escribe.

IV) Caracteres Principales de los Derechos Humanos:


Trataremos aquí las características que, entendemos, son comunes a
todos los derechos humanos, como libertades o facultades subjetivas del hombre y de
los grupos. No nos referiremos por lo tanto a los caracteres del Derecho de los
Derechos Humanos como sistema normativo que los protege. Con es aclaración
previa, podemos afirmar que los derechos humanos son:

a) Innatos o inherentes: En el sentido que todo ser humano nace con derechos, y la
única intervención del Estado es para reconocerlos, declararlos y protegerlos
normativamente, pero no conferirlos u otorgarlos. La Declaración de Virginia, en los
Estados Unidos de Norteamérica, ya en 1776 establecía que: “Todos los hombres...
tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales, cuando entran al estado de
sociedad, no pueden, por pacto alguno, privar o despojar a su posteridad”.

b) Necesarios: Como consecuencia de lo anterior, al no depender del hecho


contingente de que el Estado los conceda o no, sino que derivan de la propia
17
naturaleza humana , deben ser considerados necesarios. Pero no sólo en el sentido
literal de “necesidad” (como que se corresponden con determinadas necesidades

17Hubner Gallo, Jorge, en “Panorama de los Derechos Humanos”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1976, pág.
11.
humanas, y que cada derecho responde a una necesidad) sino en el sentido jurídico de
“necesariedad”, es decir que es ineludible su reconoocimiento por el orden jurídico.

c) Inalienables: Esta característica también es consecuencia de la anterior, dado que


pertenecen al ser humano por su condición de tal, son inescindibles de su ser, no
pueden transferirse ni renunciarse. Aún cuando pueda transferirse el objeto material
sobre el que recae el derecho (vg. la cosa sobre la que se ejerce el derecho de
propiedad) el derecho en sí no se transfiere. Por ello es que no puede siquiera
concebirse la idea un ser humano sin derechos, y ello es independiente de la
circunstancia que determinado derecho, en la práctica no se ejerza por razones
voluntarias o impuestas: aún así el derecho sigue existiendo en cabeza de ese ser. Tal
carácter es independiente de la voluntad del titular del derecho puesto que “La invasión
de un derecho inalienable nunca está justificada simplemente porque el titular
18
consienta el acto» .

d) Imprescriptibles: Dado que no se pierden con el transcurso del tiempo, ni con el


desuso, sea que el sujeto no lo ejerza por propia voluntad o por verse impedido de
hacerlo.

e) Oponibles erga omnes: Al no depender de concesión alguna ni de pacto alguno


que los otorgue, los derechos humanos pueden hacerse valer frente a cualquier otro
sujeto de derecho, sean personas físicas o jurídicas particulares, personas de derecho
público estatales y no estatales, funcionarios, etc.
Pero además, y paralelamente a ello, la Corte Internacional de
Justicia en el fallo “Barcelona Traction Light & Power Company LTD” fallado en 1970
afirmó: “Vista la importancia de los derechos bajo análisis, puede considerarse que
todos los estados tienen un interés jurídico a que esos derechos sean protegidos: las

18 Mc Conell, Terence, en “The Nature and Basis of Inalienable Rights”, en revista “Law and
Philosophy”, n* 23, 1984, pág. 30.
obligaciones de las que se trata son obligaciones erga omnes” 19. Es decir que por un
lado, los individuos pueden hacer valer sus derechos ante cualquiera y, por el otro,
cualquiera puede hacer valer los derechos humanos frente a los Estados. A ese
fenómeno lo llamamos “oponibilidad erga omnes bifronte”, por cuanto el mismo
principio puede ser observado de ambos lados: desde el punto de vista del individuo,
hablamos de oponibilidad erga omnes y desde el punto de vista del estado, hablamos
de exigibilidad erga omnes.

f) Universales: Podemos afirmar que toda referencia a los derechos humanos hasta
1945 se encontraba limitada al país en que se formulaba. Es decir, sólo se atendía a
los derechos humanos de los habitantes de ese espacio territorial. La única excepción
que observamos en esa constante son las ideas de los revolucionarios franceses de
1789, que se propusieron redactar una declaración que valga para todos los pueblos
de la tierra: “una declaración que reine como las leyes de la naturaleza que rigen el
20
universo, un nuevo evangelio, el evangelio de toda la humanidad” .
Lamentablemente, esta pretensión de universalidad no se llegó a plasmar en los
hechos, dado que las monarquías absolutas contemporáneas a la Revolución Francesa
siguieron su curso varios años después de ella.
Desde entonces, hasta la sanción de la Carta de Naciones Unidas de
1945 y más concretamente la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948
no existen antecedentes de relevancia en los que se haya consagrado los derechos
humanos con alcance universal. Debemos distinguir dos facetas del concepto de
universalidad, puesto que el mismo -al decir de Laporta- “como predicado de los
derechos humanos hace usualmente referencia a los titulares de esos derechos y
21
reviste una significación material o de contenido con respecto a ellos” . En efecto,
apunta a que los derechos son de todos los seres humanos (faz personal) y que deben

19Citado por Miaja de la Muela, Adolfo en “Aportacion de la Sentencia del Tribunal de la Haya en el
Caso Barcelona Traction” Ed. Cuadernos de la Cátedra J.B. Scott, Uvinersidad de Valladolid, 1970 pág.
72. La traducción nos pertenece

20 Ob. cit. en nota 4, pág. 209.

21 Laporta, Francisco, en “Sobre el concepto de derechos humanos”, publicado en revista Doxa,


Alicante, nº 4, 1990, pág. 32:
ser respetados de manera uniforme (faz material) por todos los estados de cualquier
sistema político, de cualquier religión, y de cualesquiera costumbres sociales. No se
concibe, hoy en día, la existencia de derechos humanos para algunos y no para otros,
ni de derechos que sean distintos en una región que en otra. Ambos parámetros, a
nuestro entender, integran el concepto de universalidad.
Justamente esa faceta que nosotros denominamos “material” de la
universalidad, fue uno de los temas más discutidos en la Conferencia Mundial de Viena
de 1993 sobre Derechos Humanos, ya que para entonces se habían producido muchos
cambios en la comunidad internacional desde 1948: a) El proceso de descolonización
iniciado en 1960 (a partir de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de
Naciones Unidas) en los países Asia y Africa, como producto del cual nacieron a la
vida internacional decenas de nuevos estados. b) El surgimiento del conflicto Norte-Sur
entre países desarrollados y subdesarrollados con motivo de la deuda externa. c) La
caída del comunismo a principios de la década del 90. Dichos cambios motivaron que
numerosos pensadores y filósofos se opusieran a la idea de universalidad de los
derechos y propusieran la modificación de las normas internacionales para que reflejen
los distintos valores religiosos, históricos y culturales22. En ese sentido la declaración
de las organizaciones no gubernamentales de Bangkok, previa a la reunión de Viena,
formuló un interesante aporte en haras de la compatibilización del principio de
universalidad con las particularidades regionales al expresar: “podemos aprender de
las distintas culturas en una perspectiva pluralista y extraer lecciones del contenido
de humanidad de esas culturas para consolidar el respeto de los derechos
humanos...Aunque propugnando el pluralismo cultural no deben tolerarse aquellas
prácticas culturales que abrogan los derechos humanos universalmente
23
aceptados..." . Finalmente, el resultado transaccional al que se arribó en la
Declaración y Programa de Acción de Viena fue el siguiente: “Todos los derechos
humanos son universales, indivisibles e interdependientes... la comunidad
internacional debe tratar los derechos humanos en forma global... Debe tenerse en

22Conf. Fall, Ibrahima (Secretario General de la Conferencia de Viena de 1993) en “La Controversia
de Viena” publicado en El Correo de la Unesco, Marzo de 1994, pág. 10.

23“Declaración y Programa de Accion de Viena” adoptado el 25 de Junio de 1993 por la Conferencia


Mundial de Derechos Humabnos, art. 5.
cuenta la importancia de las particularidades nacionales y regionales así como de
los diversos patrimonios históricos culturales y religiosos, pero los estados tienen el
deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales de
promover y proteger todos los derechos humanos...” 24.
Ello nos lleva a afirmar que para una mejor expresión de ambas
facetas del concepto, deberíamos referirnos a la “Universalidad uniforme” en el
sentido que los derechos humanos deben regir para todo el mundo y del mismo modo.

g) Indivisibles e Interdependientes: La Declaración Universal de 1948 establece el


derecho de toda persona “a que se establezca un orden social e internacional en el
que los derechos y libertades proclamados se hagan plenamente efectivos” (art. 28).
Ello implica la imposibilidad de jerarquizar los derechos humanos25 para preferir unos
sobre otros, lo cual llevaría –en determinadas filosofías extremas- a sacrificar unos
derechos en haras de otros, abriendo así la puerta al fundamentalismo que sostiene
que “el fin justifica los medios”. La indivisibilidad implica justamente la imposibilidad de
desconocer, por ejemplo, los derechos civiles y políticos, con el supuesto propósito de
lograr la vigencia de los económicos sociales y culturales o viceversa; apoyándose en
la diferencia que es dable observar entre tales derechos, también llamados de primera
y de segunda generación. Incluso la propia clasificación en generaciones de los
derechos, apunta M. Pinto 26 atenta contra la indivisibilidad. En efecto, podemos afirmar
que en líneas generales, los derechos civiles y políticos requieren para su vigencia una
obligación de respeto, una conducta de abstención por parte del Estado (un no hacer)
mientras que los económicos, sociales y culturales exigen prestaciones y conductas
positivas del Estado (un hacer). A esa diferenciación se opone el principio en estudio,
en el sentido que la negación de unos conduce inevitablemente a la negación de los
otros. Es inconcebible la plena vigencia de unos y el desconocimiento total de los otros.

24 Ibidem.

25Conf.Bernard, Antoine en “Una Barrera contra la Barbarie” publicado en El Correo de la Unesco,


Marzo de 1994, pág. 15.

26 Pinto Mónica, “Temas de Derechos Humanos” Ed. del Puerto, 1997, pág. 53.
Existen numerosas formas de demostrar por vía de ejemplo lo
antedicho: a) Tomemos el derecho a la vida, generalmente reconocido como derecho
civil: aún cuando se respete dicho derecho en el sentido estricto de no quitar la vida a
nadie, la inexistencia de un sistema de salud, o de condiciones mínimas de
alimentación y aseo en una sociedad, pueden afectar dicho derecho. Asimismo,
tampoco es cierto que el respeto del derecho a la vida requiera simplemente una
abstención, ya que para su conservación, el Estado debe prever cierta infraestructura
mínima de prestaciones, tales como la recolección de residuos, la provisión de agua
potable, la limpieza de calles y aceras, etc., actividades todas ellas que implican una
prestación y una conducta activa del estado. b) Tomemos como otro ejemplo el
derecho al voto, típico derecho político: para su ejercicio requiere la organización del
comicio, la provisión y posterior recolección de las urnas, la creación de un ente que
realice el escrutinio y de una junta electoral imparcial y pluralista que lo controle y
asigne los cargos según el resultado, etc. c) Asimismo el derecho de enseñar y
aprender no puede ser ejercido si el Estado no garantiza la existencia de instituciones
educativas gratuitas27
En los ejemplos comentados, si las condiciones económicas de una
nación son extremadamente desfavorables y el Estado no provee las medidas
apuntadas, estaría peligrando la vigencia de derechos civiles y políticos por la no
vigencia de derechos económicos y sociales. El caso inverso podría ejemplificarse en
la imposibilidad de ejercer cabalmente el derecho a la cultura por parte de una persona
que no pudo acceder a la escuela primaria. Es decir, la no vigencia de un derecho de
la primera generación impide el ejercicio de uno de la segunda.
Para evitarlo es que existe el principio de indivisibilidad e interrelación
de los derechos: como una barrera frente a los Estados que descuidan unos
escudándose el correcto cumplimiento de los otros o que –peor aún- sacrifican unos
con la excusa de lograr otros. En ese sentido se encamina el contenido del Protocolo
de San Salvador de 1988, adoptado en el marco de la Organización de los Estados

27Puede verse, al efecto, el interesante artículo de V.Abramovich y C.Courtis en la obra colectiva


“La Aplicación de los Tratados Sobre Derechos Humanos por los Tribunales Locales”, Editores del
Puerto, 1997 págs. 283 y ss.
28
Americanos , donde habilita a los individuos a realizar denuncias individuales frente
a violaciones de los derechos a la educación y a la libertad sindical, abriendo así una
brecha hacia la efectivización de los derechos económicos, sociales y culturales con
los mismos mecanismos utilizados para los derechos civiles y políticos.
Otro medio a través del cual lograr la efectividad práctica de la
indivisibilidad se ha pergeñado a través del surgimiento de nuevos derechos, en las
últimas décadas, que acuden en auxilio de este principio y actúan como coadyuvantes
para el logro de ésta. Ello ocurre con el derecho al desarrollo, que integra los llamados
derechos de la tercera generación, en tanto se lo ha formulado como “derecho
universal e inalienable y como parte integrante de los derechos humanos
29
fundamentales” . Es decir que el derecho al desarrollo, como parte integrante de los
demás derechos, es un reaseguro del reconocimiento conjunto de los derecho civiles y
políticos con los económicos sociales y culturales, puesto que no podrá haber
“desarrollo” en el sentido cabal del término si se desconoce alguno de ellos.

V) Conclusión:
La somera descripción que realizamos de los caracteres básicos de
los derechos humanos, nos permite afirmar con bases sólidas que los derechos, para
ser humanos deben contemplar todas las facetas de la personalidad del hombre, si se
descuida una de ellas, peligra la protección de las otras, puesto que la persona
humana es en sí misma indivisible, y los derechos humanos deben ser considerados –
creemos- como “la proyección normativa de la naturaleza humana”, o, en otras
palabras, “el ser humano como creación sagrada, contemplado por el derecho”.
Y a ambas proposciones debemos agregar: “con los siguientes caracteres:
inherencia, necesariedad, inalienabiliad, imprescriptibilidad, oponibilidad erga
omnes, universalidad e interdependencia”.
En estas últimas frases está contenida nuestra propuesta de definición de
qué cosa son los derechos humanos: Reconocemos que la misma pueda ser tildada

28Aprobado en el Décimo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA, conf.


Albanese, Susana en “Indivisibilidad, Interrelación e Interdependencia de los Derechos”, publicado en El
Derecho 160:792.

29 Conf. art 10 de la “Declaración y Programa de Accion de Viena” de 1993.


de romántica o de lírica, pero una vez enunciados los caracteres que analizáramos más
arriba, queda ya descripta la naturaleza jurídica del instituto a definir y podemos –por lo
tanto- darnos el lujo de revestir de un toque poético a una determinada rama del
derecho, sobre todo cuando la misma se ocupa, nada más ni nada menos, que de
nosotros mismos.

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