Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
HUMANOS
I) Introducción:
Antes de abocarnos a la difícil tarea de esbozar una definición de los
derechos humanos queremos dejar sentado, siguiendo a Prieto Sanchís 2 que “los
2Prieto Sanchís, L. en “Estudios sobre Derechos Fundamentales” Ed. Debate, Madrid 1990, pág. 91 y
ss.
derechos humanos, como categoría ética, cultural e histórica -es decir, prenormativa-
no constituye una concepción cerrada y acabada de la que puedan beber los
ordenamientos positivos, sino un concepto abierto a distintas concepciones y
desarrollos: y, en consecuencia, no existe una formulación canónica, ni una forma
exclusiva de respetar las exigencias que derivan de tales derechos....tampoco es
posible emprender la tarea de comprensión desde un punto de vista externo a la
historia”. De allí deducimos que una definición de qué son los derechos humanos,
jamás puede ser exhaustiva en el sentido geográfico (es decir para cualquier lugar del
mundo), ni en el sentido histórico (es decir, para toda época), ni en el filosófico y ni
siquiera en el jurídico, ya que –sin desconocer el principio de universalidad al que más
abajo nos referiremos- la elaboración del concepto en sí siempre va a estar influida por
el entorno en que se desempeña el autor de la definición. Es por ello que a lo largo del
tiempo se han sucedido diversas definiciones o esbozos del concepto de los derechos
humanos, dependiendo del entorno político, económico, social, histórico (etc.) del autor.
Y es por ello también que intentaremos no una sino varias alternativas para definir el
concepto de derechos humanos, porque, como dice Nino 3 “en relación con... la noción
de derechos humanos no se ve qué otra cosa podría hacerse que no fuera ofrecer
una larguísima lista de definiciones más o menos precisas asociadas de algún modo
con el empleo de la expresión en algún contexto” . Trataremos que la lista no sea
“larguísima”.
3Nino Carlos en “Etica y Derechos Humanos” Ed Ariel, Barcelona 1989 (También editado en Argentina
por Ed. Astrea en 1984) pág. 12.
Declaración se refería a “los derechos que cada individuo ya tiene, pero no ejerce”4.
Ello está inspirado a nuestro entender en el concepto de “derechos inalienables” de
las Declaraciones de Virginia y Filadelfia, adoptadas unos años antes (en 1776) en los
Estados Unidos de Norteamérica. En otras palabras, el giro idiomático “derechos
humanos“ por su origen en los “derechos del hombre” de la declaración francesa tiene
un claro tinte iusnaturalista, del cual resulta difícil despojarse al momento de ensayar la
definición del concepto que pretenda ser válida aún para positivistas.
5 Pérez Luño, Antonio en “Los Derechos Fundamentales” Ed Tecnos, Madrid 1995, pág. 46.
6 Sobre las relaciones entre ambas materias puede verse nuestro artículo “El Derecho de los
Derechos Humanos y sus Relaciones con otras Materias” en Revista Jurídica del Centro de Estudiantes
de Derecho UBA, n* 14, Junio de 1998.
estudiados por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos7. No obstante,
existen puentes que vinculan ambos sistemas ya que, como sostiene Bidart Campos,
los derechos humanos son la pauta axial del derecho constitucional contemporáneo,
puesto que toda la interpretación de la constitución debe girar en torno a la protección
de los derechos humanos, que adquieren así el lugar central del sistema 8.
En un sentido similar se encamina Dworkin, llamando derechos
individuales (como oposición a lo colectivo) a los derechos fundamentales y trazando
la siguiente diferencia entre unos y otros: “Los individuos tienen derechos cuando, por
alguna razón. una meta colectiva no es justificación suficiente para negarles lo que,
en cuanto individuos, desean tener o hacer, o cuando no justifica suficientemente
que se les imponga alguna pérdida o perjuicio». «Pero muchos derechos son
universales, porque en favor de ellos se dispone de argumentos que contradicen
cualquier justificación colectiva, en cualquier circunstancia que sea razonablemente
probable encontrar en la sociedad política, y es a ellos a los que cabe
justificadamente llamar derechos humanos.» 9
No obstante la exactitud que, creemos, asume la definición elaborada por
Pérez Luño, la misma deja de lado el importante tema de las garantías que esos
ordenamientos deben brindar a tales derechos. Al respecto, Peces Barba, partiendo
de una definición similar le agrega: “... y con garantía de los poderes públicos para
10
restablecer su ejercicio en caso de violación o para realizar la prestación» , por
cuanto no se trata sólo del reconocimiento de tales derechos, ya que la existencia de
garantías efectivas también debe integrar el concepto de derechos humanos, por ser
7 Al respecto, Bidart Campos, que cita el mismo fragmento de Perez Luño, califica esa dualidad en el
plano de lo que “debe ser” (derechos humanos, o morales o naturales) y el plano de lo que “es”
(derechos fundamentales o subjetivos). Conf. Bidart Campos, Germán en “Teoría General de los
Derechos Humanos”, Ed Astrea, Buenos Aires 1991, pág.228.
8Bidart Campos, Germán, en “El Orden Socioeconómico en la Constitución”, Ed Ediar, Buenos Aires
1999, pág.e 275.
9Dworkin, Ronald en “Los Derechos en Serio” (Título original “Taking Rights Seriously”), Ed. Ariel,
Barcelona 1984, pág. 37 y ss.
10Peces Barba, Gregorio en “Derecho Positivo de los Derechos Humanos”, Ed. Debate, Madrid 1987,
pág. 15
inescindibles la existencia de un derecho y la existencia de una acción que lo ampare
en caso de violación o menoscabo.
Pero aquí comienza el problema: al incluir dicho requisito en la
definición la estaríamos acotando al plano del derecho positivo, el cual -según señala
sagazmente Bidart Campos- “...no está ligado a ningún deber (ni moral ni jurídico)
que le venga impuesto desde afuera o desde más arriba ... los derechos serán sólo
11
lo que el derecho positivo digan que son” y ello se contradice con la circunstancia
histórica apuntada más arriba. Parecería que estamos entre la espada y la pared: si no
incluimos en la definición el tema de las garantías efectivas de la vigencia de los
derechos humanos, corremos el riesgo de estar hablando de una abstracción, de un
concepto extrajurídico (o suprajurídico o metajurídico). Pero si lo incluimos, corremos el
riesgo de estar acotando los derechos humanos a lo que las normas positivas dicen
que son. Desde otro punto de vista podemos decir que, si pretendemos elaborar una
definición exhaustiva y muy descriptiva de los derechos humanos, la misma no resulta
aceptable a lectores de filosofías jurídicas distintas. Cuantos más elementos incluimos
en ella, menos universal y menos aceptable se hace. Por tales motivos, la doctrina ha
ensayado distintas fórmulas de conciliar las filosofías iusnaturalista y positivista en la
definición de los derechos humanos, y a la vez incluir el importante tema de las
garantías en dicha definición
Así lo hizo la doctrina alemana al acuñar el término “libertades
públicas” aplicable a los “derechos reconocidos en el sistema jurídico, eficaces y
protegidos por los jueces. Frente al espíritu sin fuerza, (como se tilda a la postura
francesa) las libertades públicas expresan un espíritu, una moralidad apoyada por la
fuerza del Derecho positivo” 12.
Otro intento de conciliar ambas posturas es el de considerar a los
derechos humanos como derechos morales, y en ese sentido Austin los define como
«una porción del derecho positivo (positive law) o de la moral positiva... formada por
normas humanas, legales o morales, que han existido en todos los tiempos y en
todos los lugares... estas normas humanas, legales o morales, han sido diseñados a
12Conforme la cita de Peces Barba, Gregorio en “Curso de Derechos Fundamentales. Teoría General ”,
Ed Eudema, Madrid 1991, pág. 25.
13 Austin John, en “The Province of Jurisprudence Determined, and the Uses of the Study of
Jurisprudence”, Lectura V, London, John Murray, 1832, p. 135
16Fernandez García, Eusebio en “Teoría de la Justicia y Derechos Humanos”, Ed Debate, Madrid 1984,
pág. 107.
Luego de esta breve referencia a algunos de los conceptos
tradicionales esbozados sobre el tema, pasaremos a intentar elaborar una definición
propia de los derechos humanos. Creemos que para hacerlo se debe primero analizar
sus caracteres para llegar a edificar así a una definición descriptiva de los mismos,
abandonando la pretensión de elaborar una definición prescriptiva de los mismos. Es
decir, nos ocuparemos de lo que los derechos humanos son y no de lo que deben ser,
para lo cual partimos de la base que definir un instituto del derecho es pura y
simplemente expresar su naturaleza jurídica para hacerlo asequible a los lectores y no
brindar formulas de lo que esos institutos deben ser para quein escribe.
a) Innatos o inherentes: En el sentido que todo ser humano nace con derechos, y la
única intervención del Estado es para reconocerlos, declararlos y protegerlos
normativamente, pero no conferirlos u otorgarlos. La Declaración de Virginia, en los
Estados Unidos de Norteamérica, ya en 1776 establecía que: “Todos los hombres...
tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales, cuando entran al estado de
sociedad, no pueden, por pacto alguno, privar o despojar a su posteridad”.
17Hubner Gallo, Jorge, en “Panorama de los Derechos Humanos”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1976, pág.
11.
humanas, y que cada derecho responde a una necesidad) sino en el sentido jurídico de
“necesariedad”, es decir que es ineludible su reconoocimiento por el orden jurídico.
18 Mc Conell, Terence, en “The Nature and Basis of Inalienable Rights”, en revista “Law and
Philosophy”, n* 23, 1984, pág. 30.
obligaciones de las que se trata son obligaciones erga omnes” 19. Es decir que por un
lado, los individuos pueden hacer valer sus derechos ante cualquiera y, por el otro,
cualquiera puede hacer valer los derechos humanos frente a los Estados. A ese
fenómeno lo llamamos “oponibilidad erga omnes bifronte”, por cuanto el mismo
principio puede ser observado de ambos lados: desde el punto de vista del individuo,
hablamos de oponibilidad erga omnes y desde el punto de vista del estado, hablamos
de exigibilidad erga omnes.
f) Universales: Podemos afirmar que toda referencia a los derechos humanos hasta
1945 se encontraba limitada al país en que se formulaba. Es decir, sólo se atendía a
los derechos humanos de los habitantes de ese espacio territorial. La única excepción
que observamos en esa constante son las ideas de los revolucionarios franceses de
1789, que se propusieron redactar una declaración que valga para todos los pueblos
de la tierra: “una declaración que reine como las leyes de la naturaleza que rigen el
20
universo, un nuevo evangelio, el evangelio de toda la humanidad” .
Lamentablemente, esta pretensión de universalidad no se llegó a plasmar en los
hechos, dado que las monarquías absolutas contemporáneas a la Revolución Francesa
siguieron su curso varios años después de ella.
Desde entonces, hasta la sanción de la Carta de Naciones Unidas de
1945 y más concretamente la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948
no existen antecedentes de relevancia en los que se haya consagrado los derechos
humanos con alcance universal. Debemos distinguir dos facetas del concepto de
universalidad, puesto que el mismo -al decir de Laporta- “como predicado de los
derechos humanos hace usualmente referencia a los titulares de esos derechos y
21
reviste una significación material o de contenido con respecto a ellos” . En efecto,
apunta a que los derechos son de todos los seres humanos (faz personal) y que deben
19Citado por Miaja de la Muela, Adolfo en “Aportacion de la Sentencia del Tribunal de la Haya en el
Caso Barcelona Traction” Ed. Cuadernos de la Cátedra J.B. Scott, Uvinersidad de Valladolid, 1970 pág.
72. La traducción nos pertenece
22Conf. Fall, Ibrahima (Secretario General de la Conferencia de Viena de 1993) en “La Controversia
de Viena” publicado en El Correo de la Unesco, Marzo de 1994, pág. 10.
24 Ibidem.
26 Pinto Mónica, “Temas de Derechos Humanos” Ed. del Puerto, 1997, pág. 53.
Existen numerosas formas de demostrar por vía de ejemplo lo
antedicho: a) Tomemos el derecho a la vida, generalmente reconocido como derecho
civil: aún cuando se respete dicho derecho en el sentido estricto de no quitar la vida a
nadie, la inexistencia de un sistema de salud, o de condiciones mínimas de
alimentación y aseo en una sociedad, pueden afectar dicho derecho. Asimismo,
tampoco es cierto que el respeto del derecho a la vida requiera simplemente una
abstención, ya que para su conservación, el Estado debe prever cierta infraestructura
mínima de prestaciones, tales como la recolección de residuos, la provisión de agua
potable, la limpieza de calles y aceras, etc., actividades todas ellas que implican una
prestación y una conducta activa del estado. b) Tomemos como otro ejemplo el
derecho al voto, típico derecho político: para su ejercicio requiere la organización del
comicio, la provisión y posterior recolección de las urnas, la creación de un ente que
realice el escrutinio y de una junta electoral imparcial y pluralista que lo controle y
asigne los cargos según el resultado, etc. c) Asimismo el derecho de enseñar y
aprender no puede ser ejercido si el Estado no garantiza la existencia de instituciones
educativas gratuitas27
En los ejemplos comentados, si las condiciones económicas de una
nación son extremadamente desfavorables y el Estado no provee las medidas
apuntadas, estaría peligrando la vigencia de derechos civiles y políticos por la no
vigencia de derechos económicos y sociales. El caso inverso podría ejemplificarse en
la imposibilidad de ejercer cabalmente el derecho a la cultura por parte de una persona
que no pudo acceder a la escuela primaria. Es decir, la no vigencia de un derecho de
la primera generación impide el ejercicio de uno de la segunda.
Para evitarlo es que existe el principio de indivisibilidad e interrelación
de los derechos: como una barrera frente a los Estados que descuidan unos
escudándose el correcto cumplimiento de los otros o que –peor aún- sacrifican unos
con la excusa de lograr otros. En ese sentido se encamina el contenido del Protocolo
de San Salvador de 1988, adoptado en el marco de la Organización de los Estados
V) Conclusión:
La somera descripción que realizamos de los caracteres básicos de
los derechos humanos, nos permite afirmar con bases sólidas que los derechos, para
ser humanos deben contemplar todas las facetas de la personalidad del hombre, si se
descuida una de ellas, peligra la protección de las otras, puesto que la persona
humana es en sí misma indivisible, y los derechos humanos deben ser considerados –
creemos- como “la proyección normativa de la naturaleza humana”, o, en otras
palabras, “el ser humano como creación sagrada, contemplado por el derecho”.
Y a ambas proposciones debemos agregar: “con los siguientes caracteres:
inherencia, necesariedad, inalienabiliad, imprescriptibilidad, oponibilidad erga
omnes, universalidad e interdependencia”.
En estas últimas frases está contenida nuestra propuesta de definición de
qué cosa son los derechos humanos: Reconocemos que la misma pueda ser tildada