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Etimología de «estudiante»

Etimológicamente es mejor ser un


estudiante que un alumno
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Empezando por lo obvio, hay que decir que «estudiante» es


un participio de presente del verbo «estudiar», es decir, ‘el que
estudia’. En español —al contrario que en otras lenguas en las
que se forma directamente a partir del verbo latino studeo (cf.
italiano studente, inglés student, etc.)—, el participio se forma a
partir del sustantivo «estudio», del latín studium, que viene, en
última instancia, del verbo studeo.
Ahora bien, el verbo studeo, en un principio, no significaba
‘estudiar’ en el sentido moderno, sino más bien ‘dedicarse
con atención (a algo)’, ‘tener gran gusto (por algo)’, ‘estar
deseoso (de algo)’, ‘realizar con afán’, etc. La raíz latina se
suele relacionar con el verbo griego σπεύδω [ˈspeudo:]
‘apresurarse a hacer algo’, ‘estar deseoso por hacer algo’,
‘esforzarse por hacer algo’, etc., de donde procede el griego
moderno σπουδάζω [spuˈðazo] ‘estudiar’.

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Un ejemplo de este uso lo podemos ver en los Comentarios a la


Guerra de las Galias, 1.9.3:

Dumnorix […] cupiditate regni adductus, novis rebus studebat.


Dúmnorix, llevado por el deseo de reinar, se afanaba en revueltas.
De este significado general, el verbo, ya a partir del siglo I d. C.,
se especializó con el sentido actual: aplicado a las letras (litteris
studere), es decir, ‘dedicarse con atención a las letras’, no
podía ser otra cosa que estudiar. Veamos un ejemplo en un
fragmento de Quintiliano en sus Instituciones oratorias 12.11.19:

nunc computamus annos, non quibus studuimus, sed quibus


viximus.
Ahora computamos los años no por los que hemos pasado
estudiando, sino por los que hemos vivido.
Etimología de «alumno»
Desmintiendo la etimología popular

Este apartado hay que comenzarlo desmintiendo una etimología


popular, tan extendida como ciertamente absurda, que afirma
que «alumno», del latín alumnus, es un compuesto de
la a- privativa (procedente del griego, no del latín) y lumen ‘luz’;
aparte, el final español en -no vendría a reforzar la negación de
luz. El alumno sería, pues, el que no tiene luz, el que no está
iluminado.

La etimología es fácil de desmontar. Ya hemos dicho que los


latinos no eran dados a la composición mezclando raíces griegas
y latinas (por lo que no tendría sentido emplear la alfa privativa
griega con la raíz latina de «luz»); pero lo más absurdo es
defender que el final en -no es un refuerzo de la negación, ya que
en latín el final es en -nus, que no tiene nada que ver con la
negación non.

La verdadera etimología de «alumno»

En vez de eso, alumnus, según suelen reconocer los lingüistas,


es un antiguo participio mediopasivo (alumnus < *alomenos; cf.
«apoxiomeno» < ἀποξυόμενος [apoksyˈomenos] ‘el que se
raspa’) del verbo alo ‘alimentar, nutrir’, cuyo participio
pasado altus ‘alto’, por cierto, significa ‘el que ha sido alimentado
(y por tanto es alto)’.

En un principio, el alumnus se refiere al niño de pecho, es


decir, el que ha de ser alimentado, literalmente, como en este
ejemplo de Horacio en sus Epístolas, 1.4.8:

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