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EL TARDÍO EN EL VALLE DE TAFÍ, PROV.

DE TUCUMÁN:
estudio de material alfarero santamariano

María Cecilia Páez

TESIS

para optar a la Licenciatura en Arqueología

ESCUELA DE ARQUEOLOGÍA

UNCa

Dirección: Lic. Bárbara Manasse

Febrero 2005
A mis padres,

por todo el apoyo que me brindaron

2
INDICE

I. Introducción 6
II. El Valle de Tafí 7
II. 1. Caracterización geológica y geomorfológica 9
II.1.1. Recursos minerales del área 11
II. 2. Recursos potencialmente útiles par la elaboración de la cerámica 13
III- La arqueología del valle de Tafí 15
III. 1. La cerámica santamariana en el Valle de Tafí 16
IV Marco de la investigación 20
IV. 1. Modelos de Interpretación 20
IV. 1.1. Un área económicamente complementaria 22
IV. 1.2. Un área de paso 25
IV. 1.3. Una interpretación desde el Valle 26
IV. 2. Propuesta de trabajo 27
V. El estudio de la cerámica santamariana 29
V.1. Los estudios estilísticos de la cerámica santamariana 29
V. 2. Los estudios tecnológicos aplicados al estudio de la cerámica santamariana 30
VI. Metodología de la investigación 33
VI. 1. La Muestra 35
VI. 2. Análisis tecnológicos 37
VI. 2. 1. Análisis con lupa binocular a bajos aumentos 37
VI. 2. 2. Análisis con microscopio de polarización 38
VI. 2. 2. 1. Algunas consideraciones acerca de las variables utilizadas 39
VI. 2. 3. Análisis de Difracción de Rayos X 40
VI. 4. Análisis estilísticos 41
VI. 4. 1. Análisis estilístico en material fragmentario 42
VI. 4. 2. Análisis estilísticos en piezas completas 43
VII. Evaluación de los resultados de los análisis tecnológicos 45
VII. 1. Enfoque de análisis 46
VII. 2. La secuencia de producción : Obtención de materias primas 47
VII. 2. 1. Identificación de las inclusiones 47
VII. 2.1.1. Principales inclusiones identificadas en corte delgado 48
VII. 2. 1. 2. Las inclusiones blancas 50
VII. 2. 2. Las inclusiones en la alfarería santamariana 52
VII. 2. 3. Discusión preliminar de los resultados obtenidos 53

3
VII. 3. La secuencia de producción : Preparación de la pasta 54
VII. 3. 1. Análisis de las características de la matriz arcillosa 56
VII. 3. 2.1. Análisis de la forma de las inclusiones 56
VII. 3. 2.2. Análisis del tamaño de las inclusiones 58
VII. 3. 2. 3. Análisis de la selección de las inclusiones 59

VII. 3. 2. 4. Análisis de densidad de inclusiones 60

VII. 3. 3. Discusión preliminar de los resultados obtenidos 60


VII. 4. La secuencia de producción: la “construcción” de las piezas 62
VII. 4. 1. Técnicas de manufactura. 62
VII. 4. 1. 1. Determinación macroscópica 62
VII. 4. 1. 2. Determinación microscópica 64
VII. 4. 2. Morfología de las piezas 65
VII. 4. 2. 1. Análisis morfológico de piezas completas: urnas 65
VII. 4. 2. 2. Análisis morfológico de muestras fragmentarias 69
VII. 5. La secuencia de producción: Técnicas de tratamiento de la superficie 70
VII. 5. 1. Por desplazamiento de materia 70
VII.5.1.1. Alisado 70
VII. 5. 2. Por agregado de materia 70
VII.5.2.1. Engobe 70
VII. 5. 2. 2. Falso engobe 72
VII. 5. 2. 3. Pintura 73
VII. 5. 2. 4. Aplique 74

VII. 6. La secuencia de producción: El proceso de cocción 75


VII. 6. 1. Atmósfera de cocción 76
VII. 6. 2. Temperaturas de cocción 77
VIII. 1. Definiendo el estilo: Rasgos decorativos 78
VIII. 1. 1. Análisis de los motivos 78
VIII. 1. 2. Rasgos antropomorfos 79
VIII. 1. 3. Análisis de la estructura del diseño 81
VIII. 2. Definiendo el estilo: Decoración pintada bicolor y tricolor 84

VIII. 3. Integración de los análisis iconográficos y formales 85

IX. La alfarería santamariana decorada en el Valle de Tafí 88


X. La alfarería santamariana de Tafí en el marco regional 92

4
XI. El valle de Tafí durante el segundo milenio de Era Cristiana:
pensando a partir del estudio de la alfarería. 97
Bibliografía citada 101
Anexo 1. Fotografías y mapas
Anexo 2: Dibujos de piezas
Anexo 3. Gráficos estadísticos
Anexo 4. Tablas
Anexo 5. Fotografías de lupa binocular
Anexo 6. Fotografías de cortes delgados
Anexo 7. Fotografías de fragmentos
Anexo 8. Fichas de Análisis Cerámico
Anexo 9. Referencias de Análisis de Piezas Completas
Anexo 10. Bases de datos

5
I. Introducción

Esta investigación se propone una caracterización de la alfarería propia del último

milenio de ocupación aborigen en el valle de Tafí; concretamente, la que se conoce como

cerámica santamariana. Se considera que puede ser una forma de aproximación al conocimiento

de la geopolítica y la economía de las sociedades portadoras. Las evidencias de ocupación

santamariana en Tafí son elocuentes, aunque es poco lo que se conoce acerca de sus

características.

El objetivo primario mencionado se inserta en una problemática más amplia y compleja

que atañe al rol de Tafí en el contexto de los Valles Calchaquíes en momentos tardíos. Esta

investigación se propone contribuir de alguna manera a su resolución.

Las investigaciones desarrolladas hasta el momento sobre el “santamariano” se

concentraron en el marco de lo que puede llamarse su “centro político”. El análisis de su

presencia en otras regiones, por ejemplo el valle de Tafí, es abordado como un epifenómeno

marginal al área central, el valle de Santa María. La propuesta de esta investigación es

emprender el objetivo mencionado – conocer y comprender algunos aspectos de las

manifestaciones santamarianas locales - con una mirada desde el Valle de Tafí.

Para lograr los objetivos propuestos se prevee un estudio tecnológico y estilístico de un

conjunto alfarero seleccionado a tal fin.

6
II. El Valle de Tafí

El valle de Tafí es una cuenca intermontana emplazada a 2000 m.s.n.m. en el borde oriental

de la región Valliserrana y localizada en el Oeste de la provincia de Tucumán, entre los

paralelos de 26º 45’ y 26º 58’ de latitud Sur y los meridianos de 65º 37’ y 65º 52’ de longitud

Oeste. Constituye una depresión tectónica de rumbo NNO-SSE, que separa dos sistemas

montañosos importantes: las Cumbres Calchaquíes, al Norte y las Sierras de Aconquija, al Sur1

(Anexo 1, Figuras 1 y 2)

Es un valle rodeado de montañas. Las Cumbres de Tafí lo delimitan por el Este,

separándolo de la llanura oriental, junto al Ñuñorco, que a su vez cierra esta cuenca por el Sur.

Por el Oeste el cerro Muñoz separa a Tafí del Valle del valle de Santa María. Finalmente por el

Norte, son las Cumbres Calchaquíes las que lo bordean, conformando un gran espacio

montañoso con otras cuencas y valles intermontanos menores. En el centro del Valle se levanta

la Loma del Pelao.

Ecológicamente, por su localización, conforma un sistema en cierto modo aislado. Con

importantes diferencias respecto a las regiones aledañas, se distingue de la llanura oriental,

cálida y húmeda con un ambiente de selva y bosques, así como también de la región de valles

occidentales, mucho más áridos, clima cálido – templado, con vientos intensos y lluvias

esporádicas, aunque torrenciales. Este último es el ambiente típico de lo que en arqueología se

ha denominado Región Valliserrana (Manasse 1997).

El clima del Valle de Tafí es semiárido o de estepa con lluvias estivales2, con gran amplitud

térmica y una temperatura media de 13,1º C . En la época invernal son frecuentes las heladas de

gran intensidad y las precipitaciones níveas, que compactan y endurecen los suelos, dificultando

todo tipo de actividad agrícola.

1
Pertenece al Sistema del Aconquija, ubicándose en el extremo norte de las Sierras Pampeanas (Ruiz Huidobro
1972).
2
De acuerdo a la clasificación climática de Köppen (Torres Bruchman 1978, citado por Sesma 1987).

7
Los vientos predominantes del Sur producen humedad y descenso de la temperatura. Los

vientos del Norte, conocidos como “zonda”, se caracterizan por su elevada temperatura y

carencia de humedad, siendo los principales causantes de la erosión eólica.

Las montañas del Este funcionan como una barrera orográfica para los vientos húmedos

procedentes del Atlántico. Las precipitaciones sobre el fondo de valle alcanzan los 400

milímetros por año. Aunque usualmente hay algunas lluvias aisladas todo el año, ellas se

distribuyen mayormente (87%) entre diciembre y marzo, dando lugar a la época más productiva

para cultivos mesotérmicos como el maíz, zapallo, leguminosas y algunas hortalizas (Sesma

1987).

La pendiente media del valle es de 18°, lo que evidencia la importancia de los gradientes en

la conformación del paisaje (Röhmeder 1949, citado por Bolsi et al. 1992). La temperatura,

humedad y condiciones edáficas determinan el desarrollo de una vegetación densa, de

distribución diferencial de acuerdo a la topografía y exposición. En el fondo de valle

predominan las gramíneas -elemento estabilizador del sistema- que conforman pastizales de

gran potencial ganadero; en las laderas abundan los arbustos xerófilos y cactáceas, junto a

algunos árboles (algarrobo blanco, churqui y tusca); las quebradas más húmedas, expuestas al

sur, presentan bosquecillos de alisos, queñoas y saucos; a alturas superiores a los 2700 m.s.n.m.

los pastizales son reemplazados por estepas de montañas (Red de Centros de Servicios Rurales

1988).

Estas condiciones climáticas y ambientales han significado, a lo largo del tiempo, un

importante atractivo para el asentamiento humano y el aprovechamiento agroganadero, muchas

veces complementario al de las regiones vecinas ya referidas (Manasse 1997) (Anexo 1, Figura

3).

8
II. 1. Caracterización geológica y geomorfológica

Para abordar algunos aspectos del estudio tecnológico de la alfarería presente en el valle de

Tafí es necesario conocer la geología y geomorfología locales. Ello no solo nos ofrece un

panorama del entorno sino, esencialmente, de la potencialidad, características y accesibilidad

de los recursos minerales disponibles (arcillas e inclusiones) 3.

La dinámica geomorfológica del área, propia de valles de altura, es intensa, presentando

diferencias puntuales entre los distintos sectores de la región (Niz 1997 en Manasse 1997).

Collantes (2001) distingue, por su origen, tres tipos de unidades geomorfológicas en el Valle:

a) de origen estructural: comprenden laderas y superficies cumbrales denudadas,

b) de origen denudativo: incluyen los glacís de erosión1, presentes con claridad en el área

de La Angostura (Collantes y Sayago 1987) y desarrollados sobre depósitos loessicos por

procesos de escurrimiento, los glacís cubiertos2 con una dispersión más amplia en el Valle,

producidos por la caída de flujos de detritos, y los cono-glacís3, producto de la ocurrencia

cíclica de estos flujos;

c) de origen fluvial-aluvial: incluye terrazas y abanicos aluviales. Las primeras se ubican en

las proximidades de los grandes ríos y responden a procesos de acumulación. Los abanicos

aluviales son producto de la acumulación de flujos detríticos en los piedemontes, al tiempo que

se produce la migración de los cauces de Norte a Sur.

La erosión fluvial es el agente modelador predominante, por ello, la morfodinamia tiene

mayor intensidad en períodos más húmedos (Manasse et al. 2004). Las aguas que drenan las

Cumbres Calchaquíes determinan una red de avenamiento bien desarrollada, que corre en

sentido E-SO, de acuerdo al control estructural impuesto por las líneas tectónicas. La Loma del

3
Estas ideas serán explicitadas con mayor detalle más adelante.
1
Derruau (1966) y Viers (1973) definen estas formas como superficies de aplanamiento con pendientes entre 2% y
8%, formadas en clima árido-semiárido por procesos de disgregación mecánica, escurrimiento mantiforme y en
surcos, con zapamiento lateral y en retroceso posterior.
2
Definido por Viers (1973) como superficies de erosión cubiertas por un manto clástico. Sus características
permiten inferir una génesis en procesos de solifluxión en ambiente periglaciar.
3
Van Zuidam (1976) los considera un tipo de glacís de acumulación, con forma de abanico y pendiente entre 3° y
7°.

9
Medio o Loma Pelada divide la cuenca en dos partes: el valle de Tafí propiamente dicho y el

valle de las Carreras.

El eje principal es el río Tafí, que nace en el Infiernillo – paso geográfico hacia los Valles

Calchaquíes - y corre de Norte a Sur, recibiendo numerosos afluentes a lo largo de su trayecto.

En su porción superior estos ríos suelen ser torrentosos, ensanchando sus cauces en la parte más

baja del Valle. Desde allí, atraviesa la Quebrada de los Sosa y forma el brazo principal del río

Balderrama, que penetra ya en la región llana tucumana (Kühn y Röhmeder 1943; Schultz

1944; Serrano 1943; Schreiter 1928; Peirano 1943, citados por B. de Santamarina 1945).

Los glacis y los conos de deyección se encuentran recortados, en las laderas, por un trazado

hídrico de carácter estival y esporádico (uadis)4, en tanto al pie de la montaña se encuentran

cañadones donde afloran vertientes con aguas procedentes de las partes altas de los cerros (Ruíz

Huidobro 1972).

La geología del área ha definido la importancia de la presencia de la denominada Falla de

Tafí (Baldis, Viramonte y Salfini 1975) descripta como una falla inversa con sentido N.O., que

produjo el cabalgamiento de las Cumbres Calchaquíes sobre la Sierra de Aconquija (González y

Barreñada 1994; Sosa Gómez 2000; Gutiérrez y Mon 2004; Manasse et al. 2004).

La Sierra de Aconquija - Cumbres Calchaquíes y el valle de Santa María habrían

conformado elementos positivos durante el Cretácico (González y Mon 1996; Gutiérrez y Mon

2004), en tanto durante el Terciario Superior habrían actuado como receptores de sedimentos,

de acuerdo a la presencia de capas conglomerádicas apoyadas en el basamento ígneo-

metamórfico precámbrico de las Sierras de Aconquija y Cumbres Calchaquíes.

4
Las lluvias intensas suelen provocar la creciente de los uadis, situación atemperada por el estrato herbáceo que
conforma la cubierta vegetal, lo que actúa como un elemento estabilizador del sistema. Esta situación es indicativa
de los riesgos que supone el pastoreo descontrolado y la expansión de los cultivos en zonas de pendiente
pronunciada (Bolsi et al. 1992).

10
II. 1. 1. Recursos minerales del área

Los recursos minerales serán definidos en términos generales, atendiendo a la identificación

efectuada por los estudios geológicos en el área 4, ya que una investigación específica al efecto,

atendiendo a los objetivos arqueológicos arriba delineados, ha quedado para una etapa futura

del trabajo.

El basamento cristalino forma el cuerpo principal de las Sierras de Aconquija, Cajón y

Cumbres Calchaquíes. Ruíz Huidobro (1972) identifica cuatro componentes: rocas

metamórficas, plutónicas, rocas de mezcla (migmatitas) y rocas hipabisales.

El basamento metamórfico está ampliamente difundido, constituyendo el núcleo de casi

todas las sierras que circundan el Valle (Sesma 1987). Las metamorfitas presentes incluyen

pizarras, filitas, micacitas, esquistos y gneisses, de origen sedimentario clástico, y algunas de

origen carbonático como los mármoles de Peñas Azules (Toselli et al. 1984). En la zona central

de las Cumbres Calchaquíes, Ruíz Huidobro (1972) menciona la presencia de micacitas finas

con estructura bandeada y esquistos cuarzo - micáceos bandeados, que se caracterizan por

bandas claras, ricas en cuarzo intercaladas con bandas biotíticas oscuras. La asociación mineral

típica es cuarzo, biotita, muscovita, clorita, oligoclasa ácida (granate),. Los afloramientos más

accesibles se encuentran desde Tafí hasta Acheral.

Al oeste de las Cumbres Calchaquíes hay un metamorfismo de grado medio, de baja

presión, evidenciado en la presencia de estaurolita, granate, biotita y andalucita, con inclusiones

de cuarzo. En los alrededores de Tafí del Valle y Anfama se desarrollan lentes de felsitas

calcosilicáticas, constituidas por hornblenda, granate, cuarzo, plagioclasa cálcica con titanita,

epidoto, diópsido, apatito y biotita (Toselli et al. 1984)

Las rocas ácidas se presentan predominantes en el grupo de las intrusivas. Los granitos

compuestos de cuarzo, feldespato potásico (microclino), oligoclasa, muscovita y granate

abundan en el cerro Ñuñorco Grande y en la Loma Pelada. Se trata de granitos muscovíticos,

4
El área está comprendida por las regiones de características geológicas semejantes, más allá de diferencias de
carácter más puntual. Hemos incluido, de este modo, el sistema del Aconquija, de las Cumbres Calchaquíes y del
Cajón.

11
de grano fino a mediano, de color gris. En La Angostura y en la confluencia de los ríos Los

Chorros con el río Caspinchango, afloran cuerpos de granodiorita de grano grueso (Ruíz

Huidobro 1972).

En algunos sectores, las rocas ígneas han inyectado rocas metamórficas originando una

alteración de las características composicionales y texturales de las rocas originales, proceso

conocido como migmatización. Este fenómeno da como resultado la formación de migmatitas,

similares en apariencia al granito, pero con textura bandeada o líneas sigmoidales. En la falda

oriental de la Cumbre de Tafí hasta la Angostura son particularmente abundantes. Se distinguen

granitos migmatíticos de grano muy fino y foliados, en algunos casos asociados con tonalitas y

granitos aplíticos.

Dentro de las rocas hipabisales se destacan las pegmatitas, presentes en la falda oriental de

la Sierra de Aconquija. Se componen de cuarzo, feldespato potásico y turmalina, en algunos

casos presentan mica. En las Cumbres Calchaquíes se encuentran alternando con cuerpos de

naturaleza granítica de menor tamaño.

Los depósitos mesozoicos y terciarios están compuestos de rocas sedimentarias. Para el

Período Terciario se destaca la presencia de afloramientos compuestos de areniscas finas,

conglomerádicas y tobáceas y material de origen volcánico en forma de dacitas en la quebrada

de Las Palomas, en las cumbres de Mala Mala está asociado al basamento metamórfico

(Fernández y García Salemi 1995). En la región se encuentran rocas piroclásticas,

principalmente tobas de edad terciaria. Sobre ellas se asientan sedimentitas loésicas cuaternarias

con intercalaciones de bancos de tobas y chonitas que se distinguen en todo el Valle

conformando un paleoambiente lacustre de depositación de lluvias de cenizas (Fernández 1995)

Los depósitos cuaternarios se caracterizan por la presencia de sedimentos aluviales de

tamaño grueso adheridos a los bloques montañosos que enmarcan el valle de Tafí.

Corresponden a cuatro formaciones, que geomorfológicamente se identifican con cuatro niveles

pedemontanos (Ruíz Huidobro 1972):

12
1º nivel > Formación La Mesada

2º nivel > Formación Las Salinas

3º nivel > Formación Caspinchango, formado por gravas gruesas y arenas medianas a gruesas.

Se destacan rodados de andesitas, procedentes de la erosión del Basamento cristalino y lentes

de cenizas volcánicas en los bordes de las quebradas intercalados sedimentos aluviales más

recientes.

Entre las camadas de cantos rodados se encuentran depósitos arcillosos secundarios

producto de la alteración del subsuelo rocoso y de material de acarreo del área pedemontana.

Están presentes en el fondo de la cuenca de Tafí y en las laderas próximas, en el cerro Ñuñorco,

así como en el zanjón del Potrerillo, en el río Tafí frente a Carapunco.

4º nivel > Formación Las Mojarras: formado por material arenoso y loésico que constituye los

conos de deyección actuales.

Los depósitos de edad cuaternaria en:

a) depósitos loésicos, asociados a glacís de erosión

b) depósitos de remoción en masa, asociados a conos glacís y glacís cubiertos.

c) depósitos fluviales -aluviales, asociados a abanicos aluviales. Se compone de materiales

con un importante transporte, por lo que presentan clastos subredondeados, bien seleccionados

y con matriz arenosa.

d) depósitos lacustres, procedentes del fondo de lagos periglaciares poco profundos de agua

dulce, con materia orgánica y aportes eólicos.

II. 2. Recursos potencialmente útiles para la elaboración de la cerámica

Arcillas: La evaluación de los datos aquí expuestos permite una primer aproximación a la

localización de fuentes de arcilla en el Valle. Las arcillas pueden clasificarse en residuales, es

decir, formadas a partir de la meteorización in situ del subsuelo rocoso y secundarias,

13
depositadas luego del transporte por agentes fluviales o eólicos 5. Ambos tipos de arcillas se

identifican claramente en el fondo de la cuenca de Tafí y hasta la parte media de las laderas que

la circundan, en el Cerro Ñuñorco y en el zanjón del Potrerillo. Las arcillas presentes en el

fondo de la cuenca y en parte de las laderas presentan una coloración amarillo rojiza, al igual

que las arcillas del cerro Ñuñorco. En el zanjón del Potrerillo y en el río Tafí frente a

Carapunco las arcillas arenosas se presentan estratificadas, de acuerdo a las diferentes

tonalidades visibles, con colores castaños y nódulos ocráceos (Ruiz Huidobro 1972). Sin

embargo, no hay estudios sobre las características y la aptitud de estas arcillas para la

manufactura cerámica.

Minerales y rocas: Como quedó manifiesto en el acápite anterior, el Valle presenta una

amplia variedad de recursos útiles para la manufactura alfarera, lo que no implica que

efectivamente sean aprovechados. La comparación de la información geológica obtenida con

los datos que resulten de esta investigación permitirá ampliar los conocimientos en este sentido.

Sobre ello se avanzará en los últimos capítulos de esta Tesis.

5
Las arcillas residuales contienen menor cantidad de material fino que las arcillas sedimentarias, lo que les da
menor plasticidad y cohesión cuando están secas. Esto disminuye su trabajabilidad en comparación con las arcillas
sedimentarias.

14
III. La arqueología en el valle de Tafí

El valle de Tafí fue poblado por distintos grupos humanos desde al menos dos mil

quinientos años (Manasse 2001). Las condiciones climáticas y ambientales hacen del Valle un

lugar apto para el asentamiento humano; tanto las zonas más llanas como las de mayor

pendiente evidencian ocupación y explotación en momentos prehispánicos, que se continuaron

hasta la actualidad.

Las primeras investigaciones arqueológicas datan de fines del siglo XIX (Ambrosetti 1897)

y principios del siglo XX (Lafone Quevedo 1902; Schreiter 1928). Estos trabajos tienen un

cierto carácter descriptivo y centran su atención en los monolitos que caracterizaron la

arqueología de Tafí. Desde entonces hasta la actualidad las investigaciones se han concentrado

principalmente en el estudio del Período Formativo (Manasse 2001).

Este período está representado por una cultura arqueológica local denominada “Tafí”

(Bennett et al. 1948) caracterizada por una modalidad de asentamiento, conocido como “patrón

margarita”, compuesto por un círculo central donde se realizan actividades domésticas y

funerarias, al que se le adosan círculos de menores dimensiones, que funcionan como

habitaciones y / o depósitos (Berberián y Nielsen 1988). A este tipo de conjuntos

arquitectónicos se le asocian los monolitos de piedra, conocidos como “menhires”.

Las evidencias del Formativo, particularmente los restos arquitectónicos en piedra,

constituyen el referente socio – cultural clásico del pasado prehispánico local6. Más que eso, en

realidad, la interpretación arqueológica del área se asienta fundamentalmente en, se restringe a

los rasgos temporales de ese período (Manasse 2002).

No se conoce la situación del Valle luego de la ocupación Tafí. Núñez Regueiro y Tartusi

(1990) hablan de un despoblamiento de casi doscientos años, al que se sucedería la ocupación

santamariana e inca. Por el contrario, Bolsi, Madariaga y Batista (1992) sugieren la persistencia

de grupos Tafí en el Valle, asociados a características constructivas de grupos vecinos.


6
Extrañamente se conoce poco sobre la cerámica que caracteriza este momento. Sólo más recientemente se están
llevando a cabo estudios de mayor profundidad al respecto (Berberián y Argüello de Dorsch 1988 y,
particularmente Srur 1999 y Dlugosz y Piñero 2003)

15
El último milenio de ocupación del Valle ha sido escasamente investigado. Se ha trabajado

en la excavación de las estructuras rectangulares deprimidas, que habrían funcionado como

espacios domésticos, conocidas en la bibliografía arqueológica como “casas – pozo”. Este tipo

de estructuras están documentadas para la zona de La Quebradita (González y Núñez Regueiro

1960), en la localidad de Los Cuartos 7 (López 2000; López y Manasse 2001) así como también

en el área de piedemonte tucumano, concretamente el departamento Trancas (Esparrica 1999).

Los resultados de los trabajos iniciados en 1994 por Manasse y su equipo indican la

presencia, no sólo de evidencias de sociedades del Formativo, sino también de pueblos

agropastoriles más tardíos (Manasse 1995 – 1996; Manasse 1997 y 1997 b; Manasse et al. 2003

y 2004). La presencia de alfarería propia de los momentos tardíos de regiones aledañas como

los valles semiáridos occidentales – Santamariano, Belén, Famabalasto e Inca Provincial – es

abundante, lo que sugiere la existencia de complejos procesos sociales desarrollados en el valle

de Tafí en el segundo milenio de la Era Cristiana (Manasse 2003).

III. 1. La cerámica santamariana en el Valle de Tafí

Más allá de la potencialidad de la cerámica como objeto de estudio para abordar cuestiones

vinculadas con la organización social, económica, política o tecnológica, en la mayor parte de

las investigaciones arqueológicas sólo funcionó como un fuerte indicador de filiación cultural y

ubicación cronológica. Gran parte de la arqueología del noroeste argentino se construyó a partir

de secuencias cerámicas (Bennett et al. 1948; Perrota y Podestá 1978; Weber 1978, entre otros),

que fueron evaluadas, discutidas y reformuladas en distintas regiones del NOA con el desarrollo

de nuevas investigaciones (González 1959; Cornell y Sjödin 1990; Baldini 1994, por mencionar

sólo algunos) (Manasse 2003).

7
En los primeros trabajos de relevamiento topográfico en el Valle se identificaron estructuras deprimidas
asociadas a materiales alfareros correspondientes a los tipos Santa María, Belén, Famabalasto, además de una pieza
con “pié de compotera”. Trabajos de campo posteriores manifiestan la abundancia y relevancia de estas estructuras
(Manasse y Valverdi 1995).

16
La primer mención de alfarería santamariana para el Valle de Tafí se remonta a fines del

siglo XIX y principios del siglo XX con los trabajos de Ambrosetti (1896), Outes (1907) y

Bruch (1913). Estos autores la han descripto como similar en técnica de fabricación y

decoración a la alfarería de los Valles Calchaquíes.

Las menciones de Bruch y Outes refieren únicamente al área de dispersión de esta cerámica,

donde incluyen a Tafí del Valle. Por el contrario, Ambrosetti en 1908 realiza un tratamiento

más detallado; establece tres variedades de urnas “tipo Santa María” para el sitio La Paya, una

de ellas la denomina variedad Tafí. Esta se caracteriza morfológicamente por un cuello mucho

más largo que el cuerpo y por una decoración consistente en la figura de un avestruz en actitud

de carrera, con una cruz en el cuerpo, en la parte correspondiente a las mejillas, y motivos de

espirales angulares y líneas escalonadas o aserradas en el cuerpo de la pieza (Caviglia 1985).

Ver Anexo 2, Figura 1.

La información recuperada por estos autores es sintetizada por Bregante (1926)3 en su

trabajo sobre la alfarería del Noroeste Argentino. Esta autora interpreta las variaciones en el

estilo en términos espaciales a partir de una forma “típica” (Bregante 1926:29). Reconoce ocho

tipos de urnas santamarianas, en base a las características morfológicas y decorativas: las

“Santa María propiamente dichas” y los subtipos “Amaicha, Molinos, Pampa Grande, de tres

cinturas, de sección elíptica, sin ornamentación y emparentadas” (op cit.: 28-38).

Morfológicamente identifica seis formas derivadas de la forma típica, que se caracteriza por

presentar el gollete y el cuerpo en proporciones similares. En el tipo 4, que refiere como Tafí,

“el diámetro del borde del cuello es mucho mayor que el diámetro de éste en la unión con el

cuerpo” (op cit. :12). Ver Anexo 2 , Figura 2.

En la ornamentación de las urnas consideradas en su trabajo también reconoce diferencias,

observando que éstas radican en la combinación de elementos del diseño, que siempre son los

mismos. En una de las piezas procedentes de Tafí (Anexo 2, Figura 3) observa la figura de la

3
Para la caracterización de las urnas Tafí se basa en los ejemplares recuperados y descriptos por Ambrosetti
(1896).

17
serpiente repetida cuatro veces en las tres secciones de la urna (cuello, cuerpo y puco de base)

en combinación con la figura del suri con cruz y los triángulos espiralados.

Barbieri de Santamarina (1945) también dedica algún tratamiento a la alfarería del valle de

Tafí. Sostiene que las similitudes estilísticas con la cerámica conocida como Santa María,

característica de momentos tardíos del valle homónimo, hace pensar en la posibilidad de una

influencia de pueblos Diaguitas del valle vecino en la región, o más bien, de su instalación en

ella. Sin embargo, no deja en claro la relación cronológica de estos pueblos con aquellos

constructores de menhires, sugiriendo la posibilidad de que no se trate de grupos

contemporáneos sino instalados sucesivamente en el Valle, hipótesis ya sostenida por

Ambrosetti (1897).

Menciones más recientes de la cerámica santamariana de Tafí corresponden a los trabajos

de Weber (1978), Caviglia (1985) y Nastri (1999). El primero de ellos establece similitudes

entre piezas santamarianas recuperadas de Tafí y aquellas de San José (valle de Santa María),

que lo llevan a sostener la posibilidad de interacción social y cultural importante entre las dos

regiones, particularmente en términos de comercio.

Nastri y Caviglia trabajan con el estilo santamariano en términos de diferenciación a nivel

regional. Caviglia establece cuatro tradiciones regionales: Yocavil, extendida por el valle de

Santa María y el de Tafí; Calchaquí en el valle homónimo; Santa Bárbara o Pampa Grande en el

valle de Lerma, con influencias de selva y Valle Arriba, en Cafayate, con elementos de las dos

primeras tradiciones. Para la primer tradición, la que interesa particularmente en este trabajo, se

mencionan dos variedades estilísticas: variedad “urna tricolor con damero oblicuo” y variedad

“Quilmes reticulado”. Las diferencias entre sí afectan las características morfológicas y

decorativas, estas últimas a nivel de motivo y de diseño4 . Dentro de los ejemplares procedentes

del Valle de Tafí menciona una urna depositada en el Museo Jesuítico de La Banda (Anexo 2,

Figura 4 a, b y c), correspondiente a la segunda variedad mencionada. Por su morfología e

4
Para la caracterización de cada variedad ver Caviglia (1985: 11-17)

18
iconografía podría ser asignada a la fase V de Weber (1978), Perrota y Podestá (1973, 1978) y

González (1977). La pieza presenta decoración en negro sobre crema y a sus lados (franja

lateral) dos bandas rojas con decoración en negro (Caviglia 1985). La presencia de tres colores

en una urna de esas características pone en tela de juicio la validez de la secuencia tipológica

tradicional establecida para este estilo, al menos para el valle de Tafí 5.

De acuerdo a Nastri (1999), la complejidad de las sociedades santamarianas, reflejada en las

características de los asentamientos e interacciones entre las diferentes unidades sociales, hace

pensar que las variaciones regionales del estilo no responderían sólo a factores de distancia

geográfica o movimiento migratorio, sino también a las propias particularidades de las

diferentes unidades sociales que compartieron ese universo mítico 8.

Se considera que las referencias acerca de la alfarería tardía de Tafí son particularmente

importantes por dos motivos fundamentales. En primer lugar, la mención muy escueta de este

tipo alfarero: en la mayor parte de los trabajos está limitada a una simple descripción de

ejemplares, sin mayor desarrollo interpretativo. En segundo lugar, se establecen relaciones, de

similitud o de diferencia, respecto a la alfarería característica del valle de Santa María e incluso

se menciona la potencialidad del estilo para reflejar o representar las características de la

organización socio – política de los grupos.

En función de lo expuesto, se hace particularmente necesario un estudio sistemático de la

alfarería santamariana del Valle de Tafí, que apueste a nuevos elementos interpretativos, que

aporten al conocimiento de la dinámica local y su articulación socio – política a nivel regional.

5
En capítulos posteriores se discutirá este tema con mayor detenimiento.
8
Ver, también, Cornell y Johanson 1998.

19
IV. Marco de la investigación

La problemática social y política del valle de Tafí en el último milenio de ocupación

aborigen es compleja. El rol de esta región en el contexto de las sociedades de los “Desarrollos
9
Regionales” ha sido escasamente tratado, siendo evidente el énfasis en el estudio de los

momentos más tempranos de ocupación de sociedades agropastoriles prehispánicas.

Este interés hacia el Período Formativo hizo que se genere un vacío de información respecto

a momentos más tardíos. Poco se conoce de lo ocurrido en el segundo milenio de la era

cristiana en esta región. Sin embargo, se hallan abundantes evidencias arqueológicas de este

período tanto en superficie como producto de excavaciones, o bien aquellas que quedan al

descubierto tras la construcción de viviendas u obras públicas10. La mayor parte corresponde a

fragmentos asignados a los tipos alfareros conocidos como Santa María, Belén, Famabalasto e

Inca y piezas enteras pertenecientes al primero (Manasse 1999).

La importante presencia de alfarería correspondiente a pueblos agropastoriles tardíos,

conocidos para el valle de Santa María, localizado inmediatamente al oeste del de Tafí, sugiere

la integración del espacio tafinisto en el mundo vallisto. Sin embargo, se desconocen las

características de esa integración “...la presencia de sociedades del valle de Santa María se

manifiesta en centenares de fragmentos de urnas funerarias típicas de estos pueblos, más se

desconocen las características de la ocupación y/o aprovechamiento del valle de Tafí”

(Manasse 2001).

IV. 1.- Modelos de interpretación

La lectura de los trabajos científicos que tratan la arqueología de este período en otras

regiones o el área valliserrana en general, refieren al valle de Tafí y permiten vislumbrar

9
El concepto de los “Desarrollos Regionales” es discutido por Manasse para el Valle de Tafí (Manasse 2004). En
esa oportunidad también hace explícito el uso de las categorías temporales que se emplean en la presente Tesis.
10
En el Valle la creciente urbanización producto de la actividad turística desarrollada en los últimos años, es la
principal causante de la destrucción irremediable de los restos arqueológicos (Manasse 1999)

20
interpretaciones diversas, alternativas. Es necesario detenerse con mayor detalle en sus

implicancias.

Se manejan tres propuestas sobre el rol que podría haber cumplido el espacio tafinisto en

momentos tardíos:

1. Tarragó sostiene que el valle de Tafí se habría constituido como un espacio productivo

controlado desde el valle de Santa María. “Hacia el este, en el valle de Tafí, San Pedro de

Colalao y Salí, existen restos de habitaciones y cementerios de urnas santamarianas que

sugieren un control de estos espacios productivos desde el eje vallisto” (Tarragó 2000).

Según esta propuesta, se podría inferir que el santamariano entraría en Tafí en pleno

desarrollo de esta entidad socio-cultural, como parte de su expansión a otras zonas, por lo que

podría esperarse – siguiendo la forma clásica de interpretación arqueológica - que la alfarería

en Tafí represente a la que caracterizó el desarrollo pleno de esta entidad socio-cultural (Santa

María Bicolor).

2. Núñez Regueiro y Tartusi (1990, 1999, 2004) y Esparrica (2001, 2004) parten de una

propuesta diferente, otorgando un importante rol a la región pedemontana oriental en la

gestación de culturas políticamente relevantes en el ámbito valliserrano, como la santamariana

(Núñez Regueiro y Tartusi 1990). En ese marco, los autores sugieren que el valle de Tafí habría

sido más bien una vía de penetración de poblaciones santamarianas que, oriundas del

piedemonte oriental (valle de Trancas, por ejemplo) se desplazaron hacia la sierra - Valle de

Santa María - en donde instalaron finalmente su centro social, político y económico 11.

De acuerdo a esta hipótesis, el Valle de Tafí configuraría un área de tránsito en tiempos

tempranos del desarrollo de la sociedad santamariana. Estos autores no ofrecen mayor detalle

sobre lo que pasó en el valle de Tafí concretamente, durante y después de ese paso de

11
“... los hechos señalados nos inducen a pensar [ presencia de cerámica tricolor en Trancas] que lo que
conocemos como “cultura Santa María” tuvo su origen en las zonas de piedemonte, y a partir de allí se extendió
hacia los valles, posiblemente a través del Valle de Tafí como una de las vías de penetración. “ Tartusi y Núñez
Regueiro 2001: 236.

21
comienzos del segundo milenio de la Era Cristiana, solamente refieren a la presencia de

materiales santamarianos tricolor y bicolor.

3. La propuesta de Manasse (2003, 2004), en cambio, supone un carácter más protagónico

al Valle. Esto es, con características propias y distintivas, que le otorgarían un rol (social,

político y funcional) vinculado a la articulación con el espacio “tardío”, no sólo al valle de

Santa María, sino también a la zona septentrional de valles interandinos, como así también al

piedemonte oriental o ceja de selva.

IV.1. 1. Un área económicamente complementaria

El primer planteo se encuadra dentro de un modelo más amplio que aborda la organización

socio-económica y política en la época de los Desarrollos Regionales en todo el ámbito de los

Valles Calchaquíes. De acuerdo a Tarragó (1995) hacia fines del primer milenio de la era, los

grupos sociales inicialmente igualitarios que habitaban estos valles sufrieron procesos de

transformación que los llevó a desarrollar nuevos niveles de complejidad social. Entre los siglos

IX ó X d. C el desarrollo tecnológico y la consecuente intensificación en la explotación de los

recursos naturales disponibles alcanzados por algunos grupos, dio origen al crecimiento

poblacional y al desarrollo regional que va a caracterizar los siglos siguientes. Esto repercutió

en los procesos sociales que se venían desarrollando, acentuándose las relaciones sociales

asimétricas en la organización del trabajo, la distribución y el consumo de bienes.

Las sociedades que integraron los territorios Calchaquí y Yocavil habrían alcanzado,

entonces, el nivel de señoríos con una organización jerárquica de la sociedad, que detentaba

distintos grados de control político a nivel regional, y un orden de núcleos poblados, variables

en cuanto a tamaño y densidad de ocupación. Del lado occidental del valle sobresalen dos

centros: Quilmes y Tolombón-Pichao, en la porción meridional y norte del valle

respectivamente, y en un segundo nivel los núcleos de Fuerte Quemado, Rincón Chico-Las

Mojarras y Cerro Mendocino. En el lado oriental del valle se desarrollan dos poblaciones:

22
Loma Rica de Shiquimil y Loma Rica de Jujuil y los núcleos aglomerados de segundo orden de

Yasyamayo y Masao hacia el norte y de Ampajango y Pajanguillo al sur (Tarragó 1995, Piñeiro

1996). A ambos lados del valle estos aglomerados poblacionales se articulan con caseríos y

unidades domésticas en el ámbito agrario.

En este marco, el control del eje vallisto sobre el territorio del valle de Tafí se habría

producido debido a la expansión hacia el oriente, en el afán por controlar las yungas tucumanas.

“En Yocavil, se dio una dinámica estructurada tanto por colonización efectiva como

por intercambio. La primera se habría operado hacia el oriente a fin de controlar las

“yungas tucumanas” a través del paso del Infiernillo”. (Tarragó 1995:232).

En trabajos anteriores, Tarragó (1974) hace explícito que la presencia de la sociedad

santamariana en el valle de Tafí respondería al control vertical de pisos ecológicos. Tafí se

constituiría en una colonia económicamente complementaria a un área central localizada en el

valle de Santa María (noción de centro-periferia, utilizando el concepto de la

complementariedad de pisos ecológicos propuesto por Murra 1972).

La idea de verticalidad es también apoyada por Lorandi (1985) cuando establece que

“...probamos la presencia de control vertical en la Quebrada de Humahuaca (Lorandi

1984) y es probable que exista otro caso fácil de analizar entre comunidades del valle de

Tafí (Tucumán actual y Tucumán prehispánico) y el valle de Santa María. De esta forma, el

área diaguita y el Tucumán no serían compartimentos estancos, sino vinculados por este

sistema de control vertical” (Lorandi 1985: 256).

Esta organización político-social y territorial se manifiesta en las características formales y

decorativas de la cerámica (Tarragó 1974; Piñeiro 1996). Tarragó (1974) establece que más allá

de la división en fases cronológicas del estilo santamariano (Márquez Miranda y Cigliano 1957;

Weber 1978; Perrota y Podestá 1973 y 1978; Pollard 1983), la diferencia estilística se

manifiesta también en lo espacial, reflejando posibles áreas de dominio e influencia.

La variación interna de la cerámica santamariana puede asociarse a dos áreas claramente

definidas: el valle Calchaquí, al norte y el de Santa María, al sur. Estas diferencias estilísticas

23
están manifestando un límite político-social, en tanto que cada región se maneja con gran

integración territorial (Piñeiro 1996). Tarragó et al (1997) establecen, siguiendo el planteo de

Caviglia (1985) que el valle de Tafí corresponde a la tradición Yocavil, desarrollada en el valle

homónimo, al que se incorpora el valle de Tafí por el oriente, junto con la cuenca del río Salí; y

el valle del Cajón por el occidente. Las diferencias estilísticas y morfológicas entre el valle de

Santa María y el valle Calchaquí también son reafirmadas por Baldini y Ortiz Jaureuizar

(1983).

La variabilidad estilística regional del estilo santamariano es reafirmada por Nastri (1999) a

partir del relevamiento iconográfico de piezas procedentes de colecciones de museos2, así como

también, en cierto modo por Calderari (1991) a partir del estudio de pucos procedentes de La

Paya.

Siguiendo la idea de verticalidad, se podría esperar que la ocupación santamariana en el

valle de Tafí haya adoptado ciertas características que se ajustarían a lo que Murra (1972)

define para el modelo de “archipiélago vertical”:

a) Una ocupación impulsada por la necesidad de obtener ventaja en los recursos naturales

existentes en el valle de Tafí y ausentes (escasos y/o inaccesibles) en el valle de Santa María.

b) Consolidación de relaciones de reciprocidad y redistribución en el manejo de los

recursos entre las poblaciones de ambos valles, lo que les permitiría el acceso a recursos

distantes.

c) Control político del núcleo sobre la periferia, manifestado en la toma de decisiones,

elección de autoridades, etc.

d) Mantención de los principios de identidad, que harían posible el control de las

poblaciones periféricas y garantizaría la sumisión al orden central.

Es importante considerar en este punto las implicancias del establecimiento de colonias en

territorios alejados. A medida que se incrementan las distancias del centro se dificulta el control

2
Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” y Museo “Eric Boman” de la ciudad de Santa María.

24
sobre la población y los recursos. El aumento poblacional y el crecimiento de las estructuras de

poder local dificultan el control efectivo sobre los derechos mantenidos por el centro en las

colonias y debilitan las relaciones de reciprocidad y redistribución, lo que afecta el

funcionamiento de los principios identitarios que mantienen la unión centro-periferia,

produciendo algunos cambios estructurales en el modelo (Murra 1976). Habría que evaluar,

entonces, posibles alternativas al mismo.

IV. 1. 2. Un área de paso

La segunda propuesta mencionada, mantenida por Núñez Regueiro y Tartusi (1987, 1999,

2002) y Esparrica (2001, 2002), es elaborada a partir de un modelo establecido por los primeros

autores, según el cual el origen de la cultura Santa María podría estar en la zona pedemontana

constituyéndose como la resultante del desarrollo de poblaciones de tradición Aguada,

asentadas en la zona de llanura y piedemonte oriental subandino. Estos grupos habrían migrado

hacia la sierra adaptándose a los nuevos ambientes e incorporando los elementos culturales de

cada región.

Este modelo, en el que se aborda el estudio de la dinámica de la denominada macroárea

Pedemontana, surge de la extrapolación de los procesos socio-culturales ocurridos en las tierras

bajas de Colombia y Venezuela. En esta región se habría dado un proceso de complejización

social que culminó con el surgimiento de los grandes señoríos o cacicazgos del norte de

Sudamérica, los Chibcha y los Tairona en Colombia y los Timoto-Cuicas en Venezuela.

Entre el 900 y el 1250 d. C. se produjo un crecimiento poblacional que superó la posibilidad

de carga del ambiente, obligando a las poblaciones a desplazarse en busca de recursos. Algunos

grupos lo hicieron hacia el oriente y otros hacia las tierras altas occidentales, dando origen a

una nueva organización social y económica.

25
En este marco, el valle de Tafí habría constituido, como ya se lo ha señalado arriba, un paso

para estas primeras poblaciones santamarianas en su desplazamiento hacia la sierra, donde

instalaron su centro social y político.

“...los hallazgos efectuados creemos que refuerzan la hipótesis de que lo


que conocemos como “cultura Santa María” tuvo su origen en las zonas de
piedemonte de la mitad septentrional de la provincia de Tucumán y sur de la
provincia de Salta, y a partir de allí se extendió hacia los valles, posiblemente
a través del valle de Tafí como una de las vías de penetración...”
(Esparrica,2001:221). 3

Esta hipótesis se sustenta en la presencia de sitios santamarianos en la zona pedemontana4 ,

con abundancia de cerámica correspondiente a los momentos más tempranos de la tradición,

caso que no sería esperable pensando en una colonización del piedemonte por grupos

santamarianos procedentes de la sierra 4 (Núñez Regueiro y Tartusi 1999).

Sin embargo, cuando se hace mención a la presencia de materiales cerámicos santamarianos

en el valle de Tafí se refiere a alfarería predominantemente bicolor, aunque la tricolor no estaría

ausente, situación que no se relaciona con las implicancias de la hipótesis antes planteada.

IV. 1. 3. Una interpretación desde el Valle

La propuesta de Manasse, en cambio, toma como eje de análisis al Valle de Tafí,

procurando ver cómo éste se fue desarrollando y articulando históricamente con las regiones

más o menos próximas. Las preguntas científicas surgen desde este locus social, político,

económico, histórico y pretenden responderse para procurar comprender y explicar sus

características, problemas y coyunturas (Manasse 2002).

3
Los hallazgos a los que hace referencia el autor consisten en grandes depresiones rectangulares de tierra, con
algunas piedras en superficie registradas en el Km. 64,5 en el valle de Tafí. Las excavaciones efectuadas bajo la
dirección de González a comienzos de 1960 pusieron en evidencia la existencia de recintos con dimensiones de
entre 20 y 25 metros, con paredes de muros simples. Estas estructuras han sido referidas por aquel autor como
“casas-pozo santamarianas” (Esparrica, 1996).
4
Se menciona presencia santamariana en el Dto.Alberdi, El Cadillal y en el Dto. Trancas (Núñez Regueiro y
Tartusi 1999, Tartusi y Núñez Regueiro 2004; Esparrica 1999, 2001, 2004)
4
En este caso sería esperable una alta frecuencia de alfarería bicolor y una baja frecuencia de material tricolor

26
Dentro de este marco cobran otra relevancia no solo las áreas “nucleares” como podríamos

nominar al valle de Santa María (o cualquier otra región con sitios que, por sus características

“ameriten” ese rol) sino también otras, como la zona septentrional de valles interandinos

tucumanos o, también, el piedemonte oriental o la ceja de selva. Cada uno de estos espacios es

entendido en función del / los roles que fueron desarrollando en la dinámica socio – política que

fue caracterizando cada momento (Manasse 2004).

De acuerdo a este enfoque, lo que se pretende analizar es qué ocurre con el Valle de Tafí en

el segundo milenio e la Era Cristina, es decir, cómo se insertan y cuál es el rol que cumplen las

poblaciones tardías de Tafí en el contexto santamariano (y, tal vez también incaico) regional,

cómo se relacionan con el espacio local, entendido como un espacio rural de fuerte énfasis

ganadero, pero también social y cultural; qué estrategias sociales, económicas y / o políticas han

desarrollado en el contexto vallisto, y cómo éstas se han articulado dentro del concierto de las

sociedades de momentos tardíos.

IV. 2. Propuesta de trabajo

En esta investigación se parte de la propuesta teórica de que la cultura material es una

creación cultural y social activa, cuyos significados están mediatizados en relación a los

intereses y estrategias sociales, y que constituye uno de los medios a través de los cuales se

representa, reformula y transmite el orden social, económico y político vigente (Manasse et al.

2004). En este sentido, la cerámica santamariana, así como cualquier otra en su contexto de

hallazgo, podría dar cuenta de algunos de los aspectos vinculados a la organización geopolítica

y social de las sociedades que se pretenden estudiar.

La escasez de estudios de esta índole, además de datos aún limitados para el valle de Tafí,

con muestras sólo parcialmente representativas, generan un desafío que se espera afrontar con

estas primeras investigaciones al respecto.

27
Por el momento, la identificación de los correlatos materiales - concretamente la alfarería -

de los procesos sociales y culturales referidos implicará la puesta a prueba de estrategias

analíticas, que comprenden variables morfológicas, iconográficas y tecnológicas. Se trabajará

sobre material fragmentario, de contextos de hallazgo diferentes, y sobre piezas completas de

colección, de procedencia local.

Se pretende que la información así recuperada contribuya al conocimiento de los momentos

tardíos de ocupación del Valle. Sin embargo, teniendo en cuenta la magnitud de este objetivo,

no se espera que esta investigación lo resuelva en su totalidad, sino que constituya un aporte a

su resolución.

Los análisis permitirán avanzar en una caracterización estilística y tecnológica de alfarería

santamariana del valle de Tafí, procurando identificar posibles modalidades propias. Asimismo,

la integración de los resultados a lo que se conoce para regiones aledañas, concretamente el


12
valle de Yocavil , permitirá avanzar en la evaluación de la unicidad y / o vinculación de las

manifestaciones culturales del valle de Tafí con las poblaciones tardías en el contexto regional.

12
Es imposible, al presente, cotejar las características de la alfarería de Tafí con aquella obtenida en las
investigaciones en la zona pedemontana oriental, dado que es un tema que aún no parece haber sido abordado.

28
V. El estudio de la cerámica santamariana

Tradicionalmente los estudios sobre alfarería han tenido como objetivo el ordenamiento de

material cerámico completo y fragmentario en base a afinidades estilísticas para propósitos

descriptivos y la construcción de tipologías en función de variables temporalmente

significativas para el desarrollo de cronologías regionales (Rice 1982:48).

Sin embargo, desde hace algunas décadas, las nuevas orientaciones teóricas y el desarrollo

de avances técnicos han modificado y ampliado los objetivos de las investigaciones, dotando a

los estudios cerámicos de un potencial informativo mucho mayor.

Los estudios de forma y decoración posibilitan el abordaje de variables temporo-espaciales,

objetivo de los estudios tradicionales sobre cerámica. Pero, además, permiten obtener

información sobre aspectos funcionales, étnicos, sociales, políticos y / o territoriales.

V. 1. Los estudios estilísticos de la cerámica santamariana

Los primeros trabajos arqueológicos se orientaron fundamentalmente a la descripción

de piezas, aunque en algunos de ellos ya se vislumbra un importante interés por la

variabilidad al interior del estilo (Bregante 1926; Serrano 1958). Este interés va a ser

abandonado en posteriores trabajos, enfocados hacia una perspectiva tipológica, con

fines primordialmente cronológicos.

El uso de la seriación como método posibilita el establecimiento de fases con valor

cronológico-cultural de acuerdo a la variación en los rasgos morfológicos y decorativos

de las piezas estudiadas (urnas y pucos). Se recurre a la identificación y enumeración de

rasgos, el agrupamiento de objetos en clases de acuerdo a la presencia o ausencia de estos

rasgos y el ordenamiento diacrónico de estas clases o tipos.

Algunos autores se apoyan solamente en criterios decorativos para hablar de fases

(Márquez Miranda y Cigliano 1957), otros focalizan en los rasgos morfológicos (Weber

1978). También hay algunos que, en cambio, analizan primeramente las formas, como

29
criterio de mayor relevancia, y luego las correlacionan con variaciones en los diseños

(Perrota y Podestá 1973 y 1978). Un aspecto destacable de esta última propuesta es la

importancia que se le otorga a la información contextual en la elaboración de las fases,

ausente en los análisis anteriores.

En las últimas décadas, la mayor parte de las investigaciones se han concentrado en el

análisis del material cerámico recuperado en contextos de asentamiento específicos, ampliando

el corpus de información a nivel local o microregional 13. Recién en los últimos años y a la luz

de las nuevas orientaciones teóricas y metodológicas, el análisis del estilo ha dado un giro

importante. Se ha recuperado el interés por el examen de tendencias regionales, como medio

para la comprensión de las interacciones sociales entre la poblaciones santamarianas, y se ha

enfocado el análisis de los contenidos simbólicos como una forma de acceder a las formas en

que estas sociedades percibían y reproducían su mundo (Nastri 1999).

V. 2. Los estudios tecnológicos aplicados al estudio de la cerámica santamariana

En las últimas décadas se han incorporado análisis derivados de las ciencias físico-químicas

y naturales a la investigación de la cerámica arqueológica contribuyendo en la comprensión de

los procesos sociales, políticos y económicos de las sociedades del pasado.

Estudios tecnológicos (físico-químicos y mineralógicos), trabajos de experimentación, así

como el empleo de datos etnográficos acerca de la producción cerámica impulsaron nuevas

metas en la investigación referidas al origen (caracterización y procedencia de las materias

primas), proceso de manufactura, función de la cerámica en su contexto de uso, relaciones

sociales de producción y distribución (Cremonte 1986).


14
Si bien este tipo de estudios llegó tardíamente a nuestro país , las líneas de trabajo

desarrolladas en la actualidad son múltiples, incluyendo estudios de procedencia de las materias

13
Una excepción de esto lo constituye el trabajo de Caviglia M. S. (1985) oportunamente descripto.
14
Los primeros trabajos sistemáticos de esta índole se inician en la década de 1980 con los estudios de Cremonte
(1986), García (1988) y Williams y Lorandi (1986).

30
primas utilizadas en la confección de la cerámica arqueológica (Cremonte 1994),

caracterización petrográfica de pastas cerámicas mediante lupa binocular y microscopio de

polarización (Cremonte 1991; González de Bonaveri et al. 2000), caracterización arqueométrica

de pigmentos utilizados en la alfarería (Palamarczuk 2002), ensayos experimentales en

materiales cerámicos (Piñeiro 1996; García Llorca y Cahiza 2001), estudios radiográficos

orientados a la determinación de las técnicas de manufactura (López 2000), entre otros.

Contrariamente al temprano y constante desarrollo de los análisis estilísticos sistemáticos en

la cerámica santamariana, los análisis tecnológicos sólo se han desarrollado en los últimos años.

Los primeros estándares de pasta para el Valle de Santa María fueron establecidos para el

sitio Loma Rica de Shiquimil por Tarragó et al. (1988) y luego profundizados por Schwartz

(1991) mediante análisis petrológicos y de composición química.

A estos trabajos suceden los de Piñeiro (1996, 1997) para el sitio Rincón Chico, donde se

establecen tres grandes grupos de pastas con subdivisiones internas. Trabajos posteriores para el

mismo sitio (Tarragó et al. 1999, Palamarczuk 2002) retoman esta clasificación. Asimismo, se

cuenta con resultados de relevamiento de posibles fuentes de materias primas (Piñeiro 1996;

Palamarczuk 2001), estudios experimentales con arcillas recuperadas en el Valle, factibles de

ser utilizadas por los artesanos santamarianos (Piñeiro 1996, Palamarczuk 2001), trabajo con

artesanos locales con el objeto de identificar los procesos de obtención de recursos minerales

utilizados en la elaboración del objeto cerámico y las técnicas e instrumentos de manufactura

(Piñeiro 1996), análisis de composición de los pigmentos utilizados en la decoración de las

piezas santamarianas (Palamarczuk 2002).

Otros importantes estudios tecnológicos, con datos relevantes para la caracterización de las

poblaciones santamarianas del Valle de Yocavil son los realizados por Cornell y Sjödin (1990)

y Sjödin (1998) para el sitio El Pichao. Como parte de un estudio integral del sitio, donde

abordan numerosas temáticas, entre ellas la caracterización estilística de la alfarería recuperada,

los patrones funerarios presentes, el análisis de textiles, proponen un acercamiento a la

31
producción de la cerámica, mediante el análisis distribucional de los estilos, la caracterización

petrográfica de las pastas cerámicas, el estudio de la oferta local de arcillas y el trabajo con

olleros de la zona, a fin de lograr un acercamiento a los procesos de aprovisionamiento de

materias primas y de elaboración de la alfarería.

Los estudios desarrollados desde esta perspectiva en el Valle de Tafí constituyen un valioso

aporte al conocimiento de la dinámica de las poblaciones del Período de Desarrollos Regionales

(Manasse 2003; Manasse et al. 2004). El análisis de pastas, macro y microscópicos, así como la

utilización de Difracción de Rayos X provee de un corpus informativo útil a los fines, no sólo

de una caracterización tecnológica local, sino fundamentalmente de la posibilidad de

integración de estos resultados a los del Valle de Santa María, que hasta el momento había sido

el único foco de investigaciones sobre el santamariano.

Como puede observarse, los avances en ceramología, tanto desde una perspectiva

tecnológica como estilística, son de gran importancia para el acercamiento a los

comportamientos culturales del pasado en la región valliserrana. La utilización de estas

aproximaciones metodológicas permite el abordaje de problemáticas diversas y da cuenta de la

relevancia de la cerámica como fuente de información para el conocimiento de los patrones

culturales propios de las sociedades prehispánicas y de contacto, y de la dinámica social a nivel

inter e intrasociedad.

Teniendo en cuenta que el objeto cerámico puede caracterizarse a partir de variables

tecnológicas, morfológicas y decorativas (Cremonte 1984) se propone el abordaje de los

objetivos propuestos para esta investigación a través de un análisis del material desde una

perspectiva que abarque los tres aspectos mencionados.

32
33
VI- Metodología de la investigación
15
La presente investigación comprende, de este modo, estudios estilísticos y análisis

tecnológicos de cerámica santamariana procedente del valle de Tafí, procurando obtener

información sobre la secuencia general de producción cerámica (Rye 1981).

Se trabaja sobre una muestra conformada por material fragmentario recuperado de

contextos domésticos (Los Cuartos - LC ZVII D3) y funerarios (El Linde - S.Tuc.Tav.15) y por

piezas completas de museos locales (Anexo 1 Figuras 1 y 2) . En el estudio de los materiales

fragmentarios, el énfasis fue puesto en los aspectos tecnológicos. Sin embargo, por medio del

remontaje se pudo abordar el estudio de variables morfológicas así como de algunos aspectos

estilísticos.

El conocimiento de las características de la cerámica no decorada de los contextos


16
santamarianos es escaso . Asimismo, la metodología de excavación empleada para el sitio de
17
Los Cuartos -excavación por niveles artificiales de 0,05 metros, atendiendo a estratos

naturales- y la variedad de tipos decorativos presentes, asociados a los materiales santamarianos

(Belén, Famabalasto e Inca), hace insostenible afirmar que los fragmentos utilitarios presentes

correspondan necesariamente al conjunto alfarero santamariano. De esta manera, en el análisis

que se efectúa en esta oportunidad no se incluye este tipo de alfarería, abordando tan sólo

aquellos materiales decorados, claramente identificables con este estilo.

También se hace necesario aclarar que la identificación de piezas decoradas distintas a


18
urnas y pucos ha generado inconvenientes dada su escasa referencia en la bibliografía

15
Como se expondrá con mayor detalle más adelante, en esta investigación se considera que los aspectos
decorativos (iconográficos) y morfológicos conforman al Estilo.
16
La cerámica santamariana utilitaria está siendo estudiada en los últimos años por Piñeiro (1996); Tarragó et al.
(1988); Cornell y Sjödin (1990) y Tarragó et al. (1999) de contextos provenientes dl Valle de Santa María, más
específicamente de los sitios Rincón Chico y El Pichao. Su escasa definición estilística requiere estudios más
detallados y profundos.
17
Para una descripción de esta metodología, consultar López, Mónica (2000).
18
La categoría “urna” alude a una característica funcional de la pieza, instituida por los estudios tradicionales sobre
alfarería santamariana. Dado que esta investigación no supone la realización de estudios funcionales y tiene por
uno de sus objetivos la comparación con piezas análogas así definidas, se considera conveniente seguir utilizando,
por el momento, esta denominación.

34
pertinente, y el carácter fragmentario de las muestras analizada (particularmente importante en

LC ZVII D3).

El estudio descriptivo de las pastas cerámicas comprende análisis petrográficos utilizando

lupa a bajos aumentos y microscopio de polarización, a fin de obtener información sobre los

dos componentes básicos de las pastas cerámicas: la arcilla y las inclusiones no plásticas 19. La

información recuperada es complementada con aquella obtenida de análisis de Difracción de

Rayos X.

El análisis de las piezas completas procura obtener, principalmente, información sobre las
20
características estilísticas de la cerámica . Para ello, la investigación se apoyó en pautas

propuestas por Kusch y Hernández Llosas (1978), Caviglia (1985) y Nastri (1999).

La evaluación de la integridad y conservación de la pieza se torna relevante a los fines de

establecer el potencial informativo de la misma. Esto es particularmente importante para el

estudio estilístico, donde estos criterios determinaron la consideración / no-consideración de

algunas piezas para el estudio de cada variable.

VI. 1. La Muestra

La investigación consta de tres muestras, dos fragmentarias y la tercera de piezas completas.

La primera corresponde a excavaciones arqueológicas realizadas en el sector oriental del Valle,

en la localidad de Los Cuartos, en una de las depresiones cuadrangulares de la Zona VII


21
(Manasse 1999) (Anexo 1, Figura 4). Incluye 324 fragmentos de características decorativas

santamarianas recuperados de 8 unidades de excavación, trabajadas por Manasse y su equipo

entre 1996 y 1998 y definidas como U1, U2, U4, U5, U6, U7, U8 22 y Calicata (Anexo 1 Figura

5). Éstas excavaciones se efectuaron en distintos sectores de una depresión que correspondería
19
Materiales orgánicos o minerales, incluidos naturalmente en la arcilla o adicionados intencionalmente por el
alfarero /a en el proceso de la manufactura.
20
No se ha previsto el estudio tecnológico de esas piezas, dado que conforman colecciones de museo en las que no
se posible “fragmentar” la pieza para observar sus características texturales y composicionales.
21
La Depresión 3 (D 3) se encuentra ubicada a los 26º50’33,1” de latitud sur y 65º41’69.0” de longitud oeste,
sobre la parte alta de un glacís (a unos 2.200 m.s.n.m.)
22
La sigla U denomina a la Unidad de Excavación, el número que la sigue, corresponde al de la identificación de
esa Unidad.

35
“... a una unidad doméstica, donde se realizarían actividades cotidianas como preparación de

alimentos, confección de artefactos en hueso y piedra y aún, podría constituir un lugar de reunión”

(López 2000).
23
La segunda muestra corresponde a materiales recuperados del sitio STucTav 15 ,

identificado como un cementerio santamariano huaqueado ubicado en la localidad denominada

El Linde, en la zona de La Ovejería, hacia el Oeste del Valle (Anexo 1, Figuras 6 y 7).
24
Se encuentra localizado en una mesada al pie del cerro Muñoz y cuenta con

aproximadamente cuarenta enterratorios identificados. Se pudo recuperar unos 400 fragmentos

con decoración santamariana, de diversos tamaños, además de una importante cantidad de

cerámica utilitaria. No se cuenta con piezas completas, que seguramente fueron extraídas por

los huaqueros arriba mencionados.

A pesar de las condiciones de hallazgo de este último sitio, se consideró relevante su

estudio debido a su particularidad funcional. La posibilidad de contrastar información de

contextos funcionalmente dispares, como es un contexto doméstico y uno funerario resultó

interesante, sobre todo considerando que la bibliografía señala diferencias entre ambos (Cornell

y Sjödin 1990).

En ninguno de los casos se aplicaron técnicas de muestreo. Se optó por trabajar en el

análisis del total de fragmentos recuperados en cada muestra. Se descartaron, sin embargo, los

fragmentos con tamaños inferiores a un centímetro o aquellos cuyo grado de deterioro

obstaculizaba el estudio previsto.

La segunda muestra proviene de colecciones de museos de Tafí del Valle: el Museo

Jesuítico de La Banda y el Museo “Tesoros de Tafí”; ambos aportan un total de 34 piezas (31

urnas y 3 pucos). En todos los casos se tiene conocimiento de su pertenencia al Valle, aunque

no de su proveniencia específica 25.

23
El sitio ha sido trabajado por investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán y objeto de una tesis de
Licenciatura en la Universidad Sueca de Gotemburgo (Leiva Benegas 2003).
24
Coordenadas S 26° 51’ 19,3”; W 65° 45’ 00,0”.
25
Se descartó el análisis aquellos ejemplares de procedencia dudosa.

36
VI. 2. Análisis tecnológicos

Las similitudes composicionales y texturales de las pastas cerámicas con las rocas

sedimentarias (Rice 1987) hace de los análisis petrográficos una herramienta útil para los

estudios de la cerámica arqueológica. Las características ópticas más sencillas de la matriz

arcillosa, así como la naturaleza y características de las inclusiones y cavidades son observables

en pequeñas porciones de las piezas cerámicas.

En esta investigación se pretende abordar el análisis de las pastas cerámicas a través de la

observación submacroscópica con lupa binocular a bajos aumentos y observación microscópica

con microscopio de polarización. Como un primer nivel de análisis para la caracterización de

las pastas se realizaron observaciones submacroscópicas. Una de las mayores utilidades del

método es poder identificar categorías generales de inclusiones para una gran cantidad de

fragmentos. Para un reconocimiento más ajustado de los componentes de las pastas cerámicas,

sin embargo, se hace necesario apelar a observaciones microscópicas.

Atendiendo a ésto se seleccionó un conjunto de 16 fragmentos en los que se realizaron

cortes delgados, cuyo análisis permitió ampliar el corpus informativo y precisar algunas

observaciones realizadas con lupa.

VI. 2. 1. Análisis con lupa binocular a bajos aumentos

Se analizó un total de 698 fragmentos adscriptos al santamariano bicolor y tricolor,

procedentes de los sitios LC ZVII D3 y STucTav 15. Los fragmentos del sitio LC ZVII D3

provienen de unidades de excavación de la Depresión Tres, estando representados la mayor

parte de los niveles estratigráficos de cada unidad 26.

26
Se trabajó todo el material santamariano decorado descripto y registrado por López (2000). El conjunto
cerámico procedente del sitio STucTav 15 sólo había sido objeto de una descripción muy preliminar como parte de
una tesis de Licenciatura (Leiva 2003), sin contar con algún tipo de registro de análisis.

37
Las observaciones submacroscópicas fueron realizadas en la fractura fresca de cada

fragmento, procurando dañar lo menos posible el material. Mediante estas observaciones se

generó información sobre tres categorías, a saber:

- aspecto general, que comprende las variables de a) grado de compactación, b) fractura y c)

cocción.

- inclusiones no plásticas: a) tipo, b) cantidad por tipo, c) densidad (medida en valores

porcentuales con relación al fondo de pasta), d) formas predominantes/ complementarias, e)

tamaño general (sin discernir por tipos y utilizando rangos en milímetros), f) distribución y g)

selección. La determinación de las variables densidad, forma, distribución y selección se realizó

por comparación visual con parámetros establecidos (Orton et al. 1997).

- cavidades, con las variables de a) forma predominante, b) tamaño general y c) densidad

relativa.

Complementariamente a los análisis submacroscópicos, se procuró identificar la porción de

la pieza a la que pertenecería el fragmento analizado y avanzar en una primer aproximación

morfológica, determinando si se trataba de una pieza cerrada o abierta. Se examinaron, además,

las características generales de los fragmentos en relación a su potencial ensamblaje, tamaño,

espesor de la pared y alteraciones macroscópicas. Los atributos de las variables pueden

observarse en el Anexo 10. El registro de los datos se realizó en una matriz Excel, en planillas

independientes para cada muestra.

VI. 2. 2. Análisis con microscopio de polarización

Este método se aplicó a 16 fragmentos Santa María bicolor y tricolor procedentes de ambos

sitios bajo estudio, seleccionados con un criterio arbitrario en función de la presencia de

38
27
inclusiones no identificadas o de identificación dudosa mediante lupa binocular . El registro

de la información se realizó en una ficha de análisis microscópico (Ver Anexo 8) 28.

La caracterización microscópica tuvo en cuenta:

- características de la matriz, donde se considera textura, mineralogía reconocible y color 29,

- micro y macrocavidades, teniendo en cuenta cantidad, forma, tamaño y orientación, e


30 31 32
- inclusiones no plásticas, considerando la naturaleza, densidad , forma , tamaño .

orientación y selección 33. Se decidió omitir el tamaño “muy fino” de las inclusiones en función

de evitar confusiones innecesarias con los componentes naturales de la matriz 34. Los atributos

de cada variable pueden observarse en el modelo de ficha de análisis microscópico (Anexo 8).

VI. 2. 2. 1. Algunas consideraciones acerca de las variables utilizadas

Es importante hacer algunas aclaraciones respecto a la forma en que se procedió en el

estudio de algunas variables, tal que pueda ser de utilidad al momento de evaluar la relevancia y

los alcances de la información recuperada.

La determinación de las variables forma y tamaño de las inclusiones se abordó en dos

niveles de aproximación diferentes (a nivel de fragmento y de tipo de inclusión) a los fines de

cubrir expectativas de diferente orden.

La cuantificación de los distintos tipos de inclusión permite mayor precisión en la

descripción de las pastas, a la vez que es de gran utilidad al momento de establecer estándares.

27
Se trabajó con nueve fragmentos de Los Cuartos y 7 de El Linde.
28
La ficha base es la que se encuentra actualmente en uso en el Laboratorio de Análisis Cerámico de la
Universidad Nacional de La Plata. Fue proporcionada por la Lic. Nora Zagorodny, a quien se agradece la
deferencia. Se le hicieron modificaciones de acuerdo a las necesidades surgidas de este análisis.
29
Tabla para rocas sedimentarias de la Sociedad Geológica de América, 1995.
30
Medida en valores porcentuales en relación a parámetros gráficos establecidos por Mathew et al. 1991, tomado
por Orton et al. 1997.
31
Establecido según las categorías propuestas por Barraclough 1992, tomado por Orton et al. 1997.
32
Determinado utilizando un ocular micrométrico en el microscopio de polarización, de acuerdo a los términos de
Orton et al. 1997.
33
De acuerdo a los gráficos de ordenación de inclusiones según Barraclough 1992, tomado por Orton et al. 1997.
34
Tomando como referencia la Escala de Wentworth citado por Shepard (1968), el límite entre los componentes de
la matriz y las inclusiones es fijado en 0,06 mm., correspondiente a la división entre limo y arena. De esta manera,
el valor menor de 0,1 fijado por Orton et al (1997) para el tamaño muy fino se encontraría muy cercano a este
límite, por lo que sería difícil determinar si los granos que caen dentro de este valor corresponden a componentes
de la matriz o ya pueden ser considerados como inclusiones.

39
En esta investigación sólo fue posible una cuantificación relativa, a través de las categorías

Especimenes predominantes y Especimenes aislados y/o singulares 35. Se considera que, si bien

no es la forma de cuantificación óptima, aportará datos relevantes a los fines propuestos en esta

investigación.
36
Para describir la porosidad se recurrió a criterios de forma, tamaño, porcentaje y

orientación de las cavidades. Es necesario tener en cuenta que en el proceso de preparación de

los cortes delgados, se produce un desgaste de las pastillas provocando el desprendimiento de

algunas inclusiones, dando lugar al aumento de la cantidad de espacios vacíos. Se han

producido, de este modo, durante el preparado, cavidades “artificiales”, que son difíciles de

diferenciar de aquellas “naturales”, producto del amasado y la cocción del objeto cerámico. Por

tal motivo, los resultados obtenidos en algunos fragmentos informan sólo parcialmente sobre

porosidad 37.

VI. 2. 3. Análisis de Difracción de Rayos X

La difracción de Rayos X permite la detección de los compuestos cristalinos presentes en la

cerámica arqueológica (también la detección de sustancias amorfas, aunque no siempre su


38
interpretación) . La metodología aplicada en este estudio consistió en la determinación

mineralógica de la fracción fina (argilominerales y minerales asociados presentes en esta


39
fracción). Las muestras fueron analizadas en el IESGLO con un Difractómetro Phillips con

35
Queda para futuros trabajos la determinación de los porcentajes de cada tipo de inclusión.
36
La porosidad refiere al volumen de espacios vacíos entre las partículas sólidas de un material dado (Rice 1987;
González de Bonaveri et al. 2000:215)
37
Para futuros trabajos se considerará la posibilidad de aplicar algún proceso de cementación previa en fragmentos
con estas características. Resulta útil a estos efectos la inyección de mercurio (Palamarczuk 2002).
38
Los rayos X (como los ultravioletas, la luz visible, los rayos gamma, etc.) son radiaciones electromagnéticas que
tienen la propiedad de atravesar la materia (minerales en este caso) sin desviarse. Cuando chocan con los
electrones d la materia que atraviesan se desaceleran y generan dos tipos de interacciones o fenómenos: uno
generado entre los campos electromagnéticos de los electrones de los rayos X y los electrones del material
atravesado, y otro generado por los choques entre los electrones de los rayos X y los electrones del material
atravesado. Estas dos interacciones originan dos tipos de espectros (continuo y característico) que son específicos
de la longitud de onda del elemento usado para generar los rayos X y del mineral que han atravesado. El fenómeno
de difracción se rige por una ecuación matemática y una ley física conocida como Ley de Bragg.
39
Instituto de Estratigrafía y Sedimentología Global de la FCN; UNT

40
radiación de Co, goniómetro vertical y velocidad constante 40. El difractograma se realizó sobre

muestra orientada, sin tratamientos adicionales, secadas al aire (Manasse et al.2004) 41.

La muestra estuvo integrada por diez fragmentos con características decorativas

santamarianas, procedentes del sitio LC ZVII D3 y de otros sitios santamarianos del Valle

trabajados por Manasse. La incorporación de fragmentos ajenos a la muestra LC ZVII D3

aportará un elemento más de comparación, teniendo en cuenta que todos ellos provienen

igualmente del oriente del Valle de Tafí.

La información recuperada fue particularmente útil para evaluar (aunque en forma indirecta)

las temperaturas de cocción a las que fueron sometidos los fragmentos analizados. Asimismo,

se pudo precisar la fracción cristalina presente y comparar estos datos con los obtenidos de los

análisis submacroscópicos y microscópicos.

VI. 4. Análisis estilísticos

Gran parte de los estudios sobre estilo utilizan indistintamente los términos “estilo” e

“iconografía” para extraer inferencias de conducta. Sin embargo, dado que ambos conceptos

implican alcances diferentes, la información recuperada también informa sobre diferentes

cuestiones.

En esta investigación se considera que el estilo está determinado por las características
42
iconográficas y formales de los objetos , posibilitando el abordaje de variables temporo-

espaciales, principal objetivo de los estudios tradicionales, pero además de aspectos

funcionales, étnicos, sociales y/o políticos de las sociedades portadoras.

El estudio estilístico tiene como fin primario la descripción de formas, motivos y estructura

del diseño, con el objeto de lograr una caracterización general del santamariano local y

40
El Difractómetro de Rx cuenta con un dispositivo eléctrico que permite generar los rayos X. En él se coloca la
muestra cuyos minerales se quiere identificar. El aparato también cuenta con un dispositivo tal que permite que los
pulsos generados por estos espectros puedan ser traducidos en un gráfico en el que los picos presentes se
corresponden con determinados minerales (difractogramas).
41
Estos análisis estuvieron a cargo de la Geol. Ramona Ovejero de Indri (Facultad de Ciencias Naturales e
Instituto Miguel M. Lillo - Universidad Nacional de Tucumán).
42
Una discusión más amplia de estilo es presentada en el Capítulo VIII.

41
establecer posibles diferencias y similitudes con lo que se conoce para el valle de Santa María.

Se entiende por estructura del diseño a la distribución en el espacio de elementos, motivos y

configuraciones (Calderari 1991).

Para el caso de las piezas completas la evaluación de las variables morfológicas e

iconográficas (motivos y estructura del diseño) están sujetas a las condiciones de integridad y

conservación de las piezas; por tal motivo este punto fue especialmente considerado y evaluado

al momento de realizar el relevamiento. Para la determinación de los factores que afectan la

conservación de la pieza se utilizaron los criterios actualmente en uso en el Museo

Arqueológico del Instituto de Arqueología de la Universidad Nacional de Tucumán. La


43
evaluación de la integridad requirió la consideración de la pieza en su conjunto, pero además

de cada parte de la misma, a saber, asas, borde, cuerpo, cuello, etc. (Ver Anexo 9).

El estudio del material fragmentario se vio condicionado por el tamaño de los fragmentos y

su estado de conservación. Dentro de las variables morfológicas se tuvo en cuenta la forma de

la pieza y el sector de la misma a la que corresponde el fragmento. La descripción iconográfica

se vio reducida a la identificación de motivos, aunque los resultados obtenidos no fueron los

esperados dado el carácter fragmentario de las muestras.

VI. 4. 1. Análisis estilístico en material fragmentario

Las condiciones ambientales del valle de Tafí, considerable humedad y suelos relativamente

ácidos, inciden en la alta meteorización de los fragmentos. Esto, sumado a su carácter

fragmentario, en parte debido a los factores antes mencionados y en parte por factores humanos,

hace que la información estilística recuperada sea limitada. Contemplando esta situación se

emplearon técnicas analíticas tales, que permitan obtener un corpus informativo de utilidad a

los objetivos propuestos.

43
Se entiende por integridad al porcentaje presente de la pieza o de un sector de la pieza

42
Las variables decorativas consideradas incluyen: técnicas de tratamiento de las superficies,

colores empleados en la decoración externa, presencia o ausencia de decoración interna y tipo

de motivos (antropomorfos, zoomorfos o geométricos) en la decoración externa y/o interna.

Se trabajó con la categoría de SM Indeterminado para aquellos fragmentos en los cuales las

condiciones de preservación impiden determinar, con las técnicas aquí utilizadas, las

características de la decoración aplicada. .

Los criterios morfológicos utilizados para el análisis del material fragmentario ya fueron

explicitados anteriormente. Para diferenciar entre el material correspondiente a urnas y aquel

que corresponda a pucos, se partió de la idea de que el indicador más claro, en lo que respecta a

estilo, era la presencia o no de decoración interna. Sin embargo, hubo que contemplar la

posibilidad de pucos sin decoración interna completa, y la de otras piezas que sí tuvieran

decoración interna al menos parcial, como es el caso del borde de ciertas urnas, más allá de que

éstas son fácilmente identificables.

Debido al carácter fragmentario de la muestra fue imposible la consideración de otras

variables morfológicas características de las variedades estilísticas del santamariano, como ser

la ubicación de las asas, localización de inflexiones, relación de diámetros, etc., variables que

se analizan en el material de colecciones de museo.

De igual modo, se apeló al remontaje para incrementar la superficie de observación,

otorgando mayor confiabilidad a los resultados. La definición de las variables utilizadas, así

como sus estados es presentado en el Anexo 9.

VI. 4. 2. Análisis estilísticos en piezas completas

El análisis de las piezas completas ha sido de gran utilidad para la caracterización estilística

del “santamariano” del Valle, contando con la ventaja de poder obtener, en la misma unidad de

análisis (urna o puco 44), información morfológica y decorativa.

44
Es necesario aclarar que, si bien existen piezas santamarianas con otras morfologías, ellas no están presentes en
las colecciones analizadas.

43
Para el relevamiento de las urnas se tomó como base el Código para el relevamiento
de la iconografía y características morfológicas de las urnas santamarianas (Nastri
1999) 45, con modificaciones propias de acuerdo a las necesidades que iban surgiendo
en el análisis. El Código organiza la información obtenida en tres secciones:
procedencia, rasgos morfológicos y rasgos decorativos (Nastri 1999:369). Los rasgos
morfológicos considerados contemplan aquellos utilizados para caracterizar el estilo
santamariano en los trabajos tradicionales; los rasgos decorativos son analizados a
nivel de elementos, motivos y estructuras del diseño (Nastri 1999: 369).

El análisis de los rasgos decorativos se realizó por cada sector de la pieza: cuello, cuerpo y

base, siguiendo la propuesta de Kush y Hernández Llosas (1978), ya que se considera que los

tres sectores se encuentran claramente diferenciados en lo que respecta a decoración, e incluso

delimitados en algunas piezas por bandas horizontales. En los pucos se tomó una única zona.

El relevamiento de los pucos (tres) obligó a la consideración de nuevas variables, a la vez

que algunas fueron de utilidad para los dos tipos de piezas. Morfológicamente se recurrió a las

variables establecidas por Laguens y Juez (2001) para pucos Aguada: altura total de la pieza

(tomada desde la base hasta el labio, con el puco apoyado sobre su base), altura punto angular -

base A1, altura punto angular - labio A2, diámetro máximo, diámetro de la base, diámetro de la

boca.

Medidas de la forma Puco. a. altura total de la pieza; b. altura del punto angular: b1. a la base, b2. al labio;
c. diámetro máximo; d. diámetro de la boca; e. diámetro de la base.
Tomado de Laguens y Juez 2001: 493

45
La ficha de registro fue amablemente proporcionada por el Lic. Javier Nastri.

44
A partir de estas variables se obtuvieron proporciones. La caracterización de la forma del

labio, borde, base y asas se hizo de acuerdo a la Convención Nacional de Antropología

Argentina (1966).

El relevamiento de los rasgos decorativos se hizo de la misma manera que para el caso de

las urnas, siguiendo la propuesta de Nastri (1999); se consideró la decoración externa e interna

de los pucos en una única zona decorativa.

La evaluación de la preservación de las piezas incluyó la consideración de la integridad y

estado de conservación. El estado de conservación se clasificó de acuerdo a la cantidad y

calidad de la información que se puede recuperar del objeto; los motivos causantes del estado

de conservación incluyeron presencia de hongos, presencia de sales, roturas, agrietamiento,

descascarado, pegado inadecuado, pintura actual, pintura desvaída, proceso de desintegración.

45
VII. Evaluación de los resultados de los análisis tecnológicos

El proceso de producción cerámica comprende una combinación de técnicas, materiales y

conocimientos orientados a la obtención de un producto final. Pero sobre todo involucra una

secuencia de acciones, que responden a conocimientos aprendidos, pautas de trabajo

establecidas, decisiones individuales y /o grupales, conductas orientadas a la satisfacción de

necesidades de diversa índole, etc. Así, la elección de determinada técnica o material depende

de la elección del ceramista, que está inserto en una sociedad con preceptos y

condicionamientos vinculados a la organización social. En este sentido la cerámica es un

producto cultural, consecuencia de un conjunto de técnicas, materiales y conocimientos que

tienen como común denominador al sujeto en sociedad.

Por esto, se ha considerado conveniente que el estudio de las características tecnológicas se

oriente a la reconstrucción de la conducta de los alfareros, en lo particular, teniendo como

objetivo último el conocimiento de las sociedades en las cuales actúan e interactúan los sujetos

individuales. El despliegue de técnicas y métodos cobra sentido en tanto contribuya a este

objetivo.

VII. 1. Enfoque de análisis

El acercamiento a la caracterización de la alfarería santamariana del valle de Tafí se

abordará teniendo en cuenta la secuencia de producción cerámica. Así se atenderá en primer

lugar a la obtención de materias primas, para luego avanzar en la preparación de la pasta, las

técnicas de manufactura, el tratamiento de superficie y, finalmente el proceso de cocción.

Algunos autores (Rye 1981) mencionan la distribución del producto a los consumidores dentro

de esta secuencia; incluso, conductas como el uso de los objetos, su rotura o abandono y la

eventual reutilización o reciclado, pueden ser consideradas como parte de la misma secuencia o

ya formando parte de una nueva secuencia. Sin embargo, su consideración excede los objetivos

propuestos para la presente investigación.

46
VII. 2. La secuencia de producción : Obtención de materias primas

La obtención de los materiales con los que se elaborará el producto cerámico es

considerado como el primer paso en la secuencia productiva. La selección de los materiales

depende de varios factores, que van más allá de lo individual. Así, hay que tomar en cuenta

factores naturales, como la oferta local de recursos o las posibilidades de explotarlos que ofrece
46
el medio , como así también, culturales; es el caso del empleo de ciertas tradiciones

tecnológicas (Rye 1981), el valor cultural dado a los objetos, o sociales, como ser el acceso a

ciertos territorios y / o su restricción, entre muchos más.

El estudio de los recursos minerales involucrados en el proceso productivo de la alfarería

santamariana en el valle de Tafí implica la investigación de su disponibilidad en el área

(cantidad, calidad y accesibilidad) correlacionándolo con los datos mineralógicos de las pastas

cerámicas.

Dada las características de la alfarería analizada, no se descarta la posibilidad de que

algunos o todos los pasos de la secuencia productiva se hallan realizado fuera de la región bajo

estudio.

VII. 2. 1. Inclusiones identificadas

Los análisis de composición de pasta realizados en las muestras de LC ZVII D3 y STucTav

15 indican la utilización de minerales y rocas que estarían disponibles en el Valle de Tafí 47. A

través de la observación submacroscópica se identificaron micas (muscovita y biotita), cuarzo,

feldespatos, inclusiones blancas, litoclastos, tiesto molido, inclusiones negras y restos

orgánicos. Ver Anexo 3, Figuras 1 y 2 y Anexo 5.

46
Debe entenderse en este sentido las posibilidades de accesibilidad a los recursos; es el caso, por ejemplo, de
recursos presentes en topografías de difícil acceso.
47
Al efecto, remitimos al acápite que refiere a los recursos minerales existentes en el Valle de Tafí.

47
Los estudios microscópicos permitieron constatar la presencia de los componentes
48
mencionados y se pudo obtener información más detallada sobre sus características . Se

identificaron, además, las distintas categorías de litoclastos y, en algunos casos, la variedad de

roca. También se determinó la existencia de algunos nuevos componentes. Anexo 4, Tabla 1.

VII. 2.1.1. Principales inclusiones identificadas en corte delgado

En los cortes analizados se identificaron un conjunto de inclusiones que fueron

caracterizadas composicional y texturalmente 49. Las inclusiones identificadas incluyen:

Cuarzo: es el componente dominante de la fracción clástica y del conjunto de inclusiones en

general. Los cristales son, en su mayoría, angulosos, irregulares a equidimensionales,


50
predominando el tamaño fino y medio , lo que indica una buena selección desde un punto de

vista geológico. Su origen podría ser tanto plutónico como metamórfico y volcánico. Se

pudieron identificar texturas mirmequíticas (intercrecimiento de cuarzo en forma de vermes en

plagioclasas), indicativas de un origen plutónico y cuarzos con extinción fragmentosa,

característicos de un origen metamórfico. Ver Anexo 6, Figura 1 y 16.

Plagioclasa: Algunos cristales presentan aspecto límpido con malla albita, y otros una

marcada alteración arcillosa y sericítica. Las formas son tabulares e irregulares, en su mayoría

angulosas, de tamaño fino y medio. Por lo general se presentan en cantidades mucho menores

que el cuarzo, aunque se manifiestan en todos los fragmentos. Superan al contenido de


51
feldespato potásico, que en el análisis se limita solamente a microclino . Se puede identificar

también una buena selección. Ver Anexo 6, Figura 2.

48
Las limitaciones del análisis mediante lupa binocular son importantes, sin embargo, es útil a los fines de una
primera aproximación a la caracterización de las pastas. La identificación precisa de las inclusiones requiere la
utilización de secciones delgadas.
49
La identificación de las inclusiones se realizó con el asesoramiento del Dr. Gustavo Toselli y la Geóloga
Ramona Ovejero de Indri.
50
Ver en acápite Descripción de Tamaños, los valores correspondientes al tamaño fino y medio.
51
El microclino es el feldespato potásico de más simple identificación debido a su maclado característico. La
ortoclasa y sanidina se identifican con precisión sólo a través de la determinación del Ángulo 2V. En este estudio
sólo se identificó con claridad el microclino.

48
Micas: Están presentes como parte de las inclusiones (con tamaño fino y, en pocos casos,

medio) y de los componentes minerales de la matriz arcillosa. Comprenden biotita, en

cantidades predominantes, y muscovita. En algunos casos las biotitas presentan colores intensos

debido a la presencia de titanio. El origen puede ser plutónico o metamórfico. Ver Anexo 6,

Figura 10 y 24.

Vidrio volcánico: La presencia de vidrio volcánico es abundante. Se trata de pequeñas trizas

angulosas, claramente identificables a pesar de su tamaño. Se distribuyen homogéneamente,

estando presentes en el 94 % de las secciones analizadas. Ver Anexo 6, Figuras 10, 11, 12 y 13.

Anfíbol y Epidoto: Componen la muestra en cantidades muy inferiores a las inclusiones ya

descriptas, registrándose uno o dos cristales en las secciones en que están presentes. El epidoto

es el más abundante de los dos, identificándose las variedades clino-soicita y pistacita, de

formas equidimensionales, angulosas a redondeadas y tamaño fino. Ver Anexo 6, Figuras 4, 5,

6. La presencia de anfíbol se pudo reconocer en la variedad hornblenda, de formas

equidimensionales e irregulares, angulosas a redondeadas y tamaño fino. Ver Anexo 6, Figuras

3 y 21.

En cantidades muy subordinadas a los demás minerales se encuentran cristales de piroxeno,

granate y turmalina. Ver Anexo 6, Figuras 7, 8 y 9.

Litoclastos: Su composición es variada, predominando los de origen metamórfico y

volcánico, en menor cantidad plutónico, y muy poco sedimentario. El aporte metamórfico pudo

identificarse como correspondiente a la variedad esquisto, debido a la presencia de bandas

cuarzosas intercaladas con bandas formadas por láminas de biotita. Predomina el tamaño grueso

y las formas angulares. El predominio de este grupo está evidenciado también por la

abundancia de cuarzos con extinción fragmentosa. Ver Anexo 6, Figuras 19, 20 y 21.

Los clastos volcánicos presentan igualmente formas angulares y tamaños gruesos,

identificándose pastas de vulcanitas integradas por tablillas de plagioclasas desordenadas en

una matriz vítrea, con opacos ferruginosos en los intersticios. Ver Anexo 6, Figuras 22 y 23.

49
Los fragmentos líticos de origen plutónico son angulosos, irregulares, de textura granosa,

con presencia de cuarzo, biotita, plagioclasa y microclino (Anexo 6, Figuras 17 y 18). Los

litoclastos sedimentarios presentan formas redondeadas, equidimensionales y texturas finas, el

tamaño predominante es grueso.

Tiesto molido: se identificaron tamaños gruesos-muy gruesos, con formas irregulares,

angulares-subangulares. El reconocimiento se basó en las característica de color, contenido


52
mineral (que es variable, siendo en la mayoría de los casos escaso), angulosidad ,

irregularidad y presencia de superficie intersticial, producto del proceso de cocción. Ver Anexo

6, Figura 16.

Se identificaron además inclusiones de matriz isótropa de color pardo claro con luz paralela,

que responden parcialmente a lo que se conoce en la literatura arqueológica como inclusiones

blancas (Cremonte 1994; Manasse 2003; Manasse et al. 2004). Este tipo será definido con

mayor detalle en el acápite siguiente.

VII. 2. 1. 2. Las inclusiones blancas

Análisis previos de alfarería santamariana en el valle de Tafí (Manasse 2003; Manasse et al.

2004) habían dado cuenta de la presencia de rodados blanquecinos, de aspecto pulvurulento y

escasa compactación, identificados en un número importante de fragmentos.

En la muestra analizada en esta investigación se reconocieron submacroscópicamente unas

inclusiones blancas, con las mismas características que aquellas descriptas por Manasse (op.

cit.) Ver Anexo 5, Figuras 1, 2 y 3. Inicialmente se consideró que podían corresponder a calcita

(primaria o secundaria), dada la evidente presencia de carbonatos en la superficie algunos de los

fragmentos y las características del medio físico en el que se hallaban enterrados. La

recurrencia y abundancia de estas inclusiones llevó a dudar sobre su origen, por lo que se

realizó prueba de ácido (ácido clorhídrico diluido al 10%). En el caso de tratarse de carbonatos,

52
Las inclusiones arcillosas presentan en la muestra formas equidimensionales y redondeadas, lo que permite
diferenciarlas claramente del tiesto molido.

50
la inclusión reaccionaría produciendo “burbujas”. Los resultados obtenidos descartaron

completamente la hipótesis de carbonatos en algunos casos, y confirmaron su presencia en

otros. Esta situación y la imposibilidad de diferenciar estas inclusiones blancas indeterminadas

de aquellas correspondientes a carbonatos mediante lupa binocular – de las cuales, además se


53
desconocía el origen , obligó al empleo de una macrocategoría denominada inclusiones

blancas que comprendiera las inclusiones carbonáticas y las inclusiones blancas

indeterminadas.

El examen mediante microscopio de polarización se realizó de dos maneras; inicialmente se


54
aisló la inclusión y se la observó al microscopio ; luego se la identificó en las secciones

delgadas. Las inclusiones presentaron una matriz isótropa, de un color pardo claro con luz
55
paralela. En su interior pudo identificarse una fase cristalina muy poco desarrollada . Las

formas observadas son redondeadas, con alta esfericidad y tamaño predominantemente medio.

Se encuentran en el 68,75% de las secciones (n = 16). Ver Anexo 6, Figuras 14 y 15.

La aplicación de Difracción de Rayos X a una inclusión blanquecina (extraída del

fragmento LC 17h 18 ) dio como resultado diagramas de pobre definición, con una giva en los

espaciados altos indicando pobre cristalinidad. (Manasse et. al. 2004). La repetición del análisis

en otras inclusiones blancas aportará datos más significativos a la investigación.

Difractograma de una inclusión


blanca aislada. Fragmento LC17h18.
Obsérvese la giva que indica baja
cristalinidad.

53
El carbonato presente en las inclusiones puede responder a adición de calcita en la pasta cerámica (calcita
primaria) o haber precipitado en las cavidades como consecuencia del contexto de uso o del contexto de
depositación (calcita secundaria)
54
Procedimiento realizado por el Dr. Gustavo Toselli.
55
Los cristales se observan como puntos dispersos y en escasa cantidad.

51
Los análisis realizados hasta el momento no permitieron la identificación mineralógica de este

tipo de inclusión, por lo que se espera que futuros estudios lo determinen.

VII. 2. 2. Las inclusiones en la alfarería santamariana

El estudio submacroscópico y microscópico dio cuenta de que ambos conjuntos analizados -

el contexto doméstico de LC ZVII D3 y el contexto funerario de S.Tuc.Tav 15 - presentan

componentes de la pasta semejantes, indicando un mismo “ambiente geológico” de extracción.

A su vez, es manifiesta la semejanza en las proporciones de esos componentes.

De hecho, los dos conjuntos manifiestan una regularidad en sus componentes: un amplio

predominio de cuarzo (35% y 44%), le siguen las micas que, entre la muscovita y la biotita,

suman alrededor del 30% del total. Luego hay que señalar los litoclastos (15 y 12%) y, es de

remarcar, la abundancia y persistencia porcentual de las inclusiones blancas (10 y 11%). Ambos

conjuntos presentan tiesto molido, aunque en un porcentaje relativamente bajo, del 5%


56
aproximadamente (Anexo 3, Figuras 1 y 2).

Algunas de las diferencias entre el contexto doméstico y el funerario se manifestaron a

partir del análisis de los cortes delgados. Así, por ejemplo, si bien los litoclastos están presentes

en las dos muestras, se observan variaciones menores en las proporciones relativas, pudiendo

destacarse la disminución de litoclastos sedimentarios y plutónicos en la muestra de STucTav

15, con un consecuente aumento relativo de los litoclastos metamórficos. La proporción de

litoclastos volcánicos es constante en ambos sitios.

Otro elemento a destacar es que la cantidad de tiesto molido presente en la alfarería de los

dos sitios es notoriamente diferente, presentándose en la totalidad de los fragmentos analizados

de LC ZVII D3, en tanto en STucTav 15 lo hace en menos de la mitad. Ver Anexo 4, Tabla 1.

56
Las cifras corresponden al resultado de los estudios de lupa.

52
VII. 2. 3. Discusión preliminar de los resultados obtenidos

Los estudios efectuados permiten aseverar con certeza la existencia de una clara

concordancia entre los minerales hallados como inclusiones en los fragmentos de la alfarería

santamariana de La Ovejería (STucTav 15) y de Los Cuartos (LC ZVII D3) y aquellos

disponibles en la región del valle de Tafí.

La presencia de bancos de arcilla está documentada para el área por lo que este recurso

también podría ser de procedencia local (Ruiz Huidobro 1972). Se puede agregar que el

emplazamiento de los bancos detectados hace de esas arcillas un recurso muy accesible 57.

Esto permite avanzar en consideraciones referentes a la elaboración de esas piezas

santamarianas. Se puede sugerir que:

a) la alfarería santamariana fue elaborada en el Valle de Tafí utilizando los recursos

minerales disponibles en esta localidad, quizás lo más lógico en términos de optimización de

recursos, más no, necesariamente de acuerdo a otro tipo de percepciones; entonces, también se

podría considerar que,

b) esa alfarería también pudo haber sido elaborada fuera de esta región, pero aprovechando

los recursos minerales de esta zona.

Esta segunda alternativa, sin embargo, obliga a tener en cuenta que las características

geológicas definidas para regiones próximas, como el valle de Santa María, no son muy

diferentes a las de Tafí. De este modo cabría pensar también en,

c) una manufactura fuera del valle de Tafí, utilizando recursos minerales disponibles /

accesibles en aquella zona, y que, coinciden con los disponibles en Tafí; o también que

d) hubiera tenido lugar un proceso de manufactura local – en Tafí – utilizando los recursos

de las regiones aledañas.

En el sentido que se viene analizando, la presencia de las inclusiones blancas antes

mencionadas hace posible plantear algunas aproximaciones preliminares:

57
El estudio de las fuentes de arcilla el Valle está previsto para etapas futuras de la investigación. Por el momento
no se cuenta con mayores datos que aquellos provistos por la carta geológica.

53
1- De haber sido incorporadas a la pasta, la textura inicial de esas inclusiones habría sido

otra, ya que el carácter pulvurulento que manifiestan actualmente, habría hecho que se

disgregaran en el preparado durante el proceso de amasado. En este caso, las

características texturales que ahora manifiestan serían consecuencia de alteraciones

producto del proceso de cocción, de uso o de procesos postdepositacionales.

2- Otra posibilidad, es que no sean producto de alteración de algún componente

preexistente en la pasta, sino que se hayan formado íntegramente en el contexto de

depositación, por precipitado de algún fluido presente en el suelo.

Las características que presentan estas inclusiones inclinan la interpretación hacia la

primera opción; posteriores estudios lo confirmarán o preemitirán plantear nuevas alternativas.

VII. 3. La secuencia de producción : Preparación de la pasta

La preparación de la pasta supone tratamientos específicos sobre los materiales

componentes. Normalmente las arcillas obtenidas de las canteras son limpiadas y preparadas

para su uso, eliminando impurezas, restos orgánicos o rocas que dificultan su trabajabilidad

(Sinopoli 1991). Las arcillas empleadas pueden provenir de un único depósito o de varios

depósitos, caso este último, en el que el alfarero prepara la pasta con una mezcla de arcillas.

Las inclusiones no plásticas que actúan como antiplástico, reduciendo la plasticidad y

aumentando su maniobrabilidad y / o modificando su porosidad, etc., pueden estar contenidas

naturalmente en la arcilla elegida o ser incorporadas intencionalmente por el alfarero. Las

arcillas usadas por los alfareros preindustriales pueden contener hasta un 50% de partículas no

plásticas, con una amplia variedad de tamaños (Arnold 1971, 1975, 1994).

La denominación “temperante” o “antiplástico” ha sido utilizada por muchos arqueólogos

para referir específicamente a las partículas que denotan una adición intencional, en

contraposición a aquellas naturales del sedimento. Sin embargo, como el término “antiplástico”

se hace referencia a una característica funcional de las partículas, esta cualidad también puede

54
ser propia de las inclusiones naturales de la arcilla, el término puede ser extensible a estas

últimas (Arnold 1975, 1994; Rice 1987).

En esta investigación se escoge el término “inclusiones” para abordar tanto aquellas

intencionalmente adicionadas a la pasta (que mayormente, aunque no en forma exclusiva

cumplen con la función de quitar plasticidad a la misma) como aquellas naturalmente presentes

en la masa arcillosa.

La detección de las inclusiones no plásticas adicionadas por el alfarero no es simple,

requiere de una evaluación conjunta de dos características de las inclusiones: forma y

distribución de tamaños (Rye 1981). A medida que las partículas sufren erosión y transporte por

agentes naturales, se van redondeando sus contornos acorde a la dureza del mineral.

Contrariamente, aquellas adicionadas por el alfarero muestran formas angulosas, producto de la

rotura de los materiales en el proceso de preparación de la pasta.

La distribución de frecuencias de grano también contribuye a esta distinción. La

distribución normal de tamaño de grano indica un sedimento seleccionado naturalmente, por el

contrario, cuando hay una adición intencional de inclusiones es esperable obtener una

distribución bimodal (Rye 1981). También se señala como otro indicativo la presencia de

minerales de distinto origen geológico. Sin embargo, es necesario tener en cuenta la posibilidad

de que el alfarero trabaje con una mezcla de arcillas de distintas fuentes, situación en la que

sería factible encontrar esta combinación de minerales. De allí que sea importante, incorporar al

análisis el estudio de las características mineralógicas de las arcillas y de su carga 58.

La evaluación de los componentes de las pastas se realizó teniendo en cuenta las

características de la matriz arcillosa y de las inclusiones. Para el tratamiento de la matriz se

consideraron el color, las características texturales y los minerales identificados.

La caracterización de las inclusiones toma en cuenta forma, tamaño, y selección,

comparando ambos conjuntos alfareros (doméstico y funerario) a los fines de establecer

58
Este último estudio además permitirá avanzar sobre la diferenciación de inclusiones naturalmente presentes en
las arcillas utilizadas para la manufactura alfarera, de aquellas que fueron intencionalmente agregadas.

55
posibles parámetros diferenciales. A su vez, esas variables fueron consideradas útiles para

aportar a la identificación de aquellas inclusiones sujetas a una adición intencional.

VII. 3. 1. Análisis de las características de la matriz arcillosa

La identificación de los colores de la matriz arcillosa se realizó únicamente en los


59
fragmentos sujetos a corte delgado, obteniéndose muy poca variabilidad , con colores que se

mantienen entre los tonos rojizos y marrones suaves. Esta variación se debe tanto a la

composición como a la atmósfera de cocción. En todos los fragmentos analizados (n = 16) la

matriz es anisótropa, es decir, muestra interferencia de colores.

La textura de la matriz arcillosa es fina. Esta característica depende del tamaño de grano del

mineral arcilloso y del desarrollo cristalino alcanzado durante la cocción 60.

Se pudieron identificar algunos componentes micro y criptocristalinos, fundamentalmente

microláminas de biotita y muscovita, predominando claramente la primera de ellas, además de

microlitos de cuarzo. En el 31,25% de los casos (n=16) se observó una orientación paralela-

subparalela de las láminas micáceas (matriz lepidoblástica 61), en el 68,75% restante predominó

una matriz cristalina (matriz microgranosa 62).

VII. 3. 2. 1. Análisis de la forma de las inclusiones

La forma de las inclusiones fue analizada en la fractura fresca de los fragmentos y en los

cortes delgados. Los resultados obtenidos son particularmente útiles para evaluar, junto a otras

variables, el carácter intencionado / no intencionado de las inclusiones presentes. El tratamiento

59
Un análisis detallado del color de la matriz es presentado en el acápite correspondiente a la cocción de las piezas.
60
Para ello se contempla las temperaturas alcanzadas y de los tiempos de exposición de las piezas.
61
La utilización de este término en esta investigación, así como de otros tomados de las ciencias geológicas,
responde a un uso corriente en los estudios tecnológicos de la cerámica arqueológica; sin embargo, la consulta con
geólogos alerta sobre los inconvenientes de trabajar con este tipo de términos que tienen una fuerte connotación
genética. Para este caso particular, cuando se habla de blástico se está indicando un origen metamórfico, o sea,
originado por deformación o blástesis, de modo que no podría aplicarse a rocas sedimentarias salvo que éstas
tuvieran un nivel avanzado de diagénes llegando al límite del metamorfismo (Ovejero de Indri, com. pers.).
62
El término microgranoso indica la presencia de granos (clastos) pequeños.

56
independiente de las dos muestras (LC ZVII D3 y STucTav 15) tuvo un objetivo básicamente

comparativo.

El registro de las formas mediante lupa se realizó identificando la/s forma/s predominantes

en cada fragmento, lo que permitió obtener tendencias generales. Los resultados de los análisis

mostraron un predominio de formas angulosas y subangulosas de las inclusiones en la alfarería

de ambos sitios (Anexo 3, Figuras 3 y 4). La mayor diferencia entre los dos conjuntos alfareros

se manifestó en los porcentajes de las formas redondeadas y subredondeadas, que resultaron

claramente superiores en la muestra de STucTav 15. Esta situación podría explicarse teniendo

en cuenta que esta muestra presenta mayor carbonatación que la de LC ZVII D3. Ese carbonato

de calcio en las superficies de los fragmentos (interna y / o externa) sugiere su presencia

también en el interior del fragmento, lo que podría incidir en los porcentajes relativos de las

formas de las inclusiones, tomando en cuenta que las “inclusiones blancas” se caracterizan

justamente por aquella morfología. Sin embargo, al cotejar la cantidad de estas inclusiones en

ambos conjuntos alfareros es evidente que este factor no puede ser el único responsable de la

proporción las formas mencionadas.

El estudio de las formas de las inclusiones en corte delgado se realizó, al igual que en el

análisis de lupa, registrando la forma predominante en cada uno de los 16 cortes analizados. Se

observó en la muestra LC ZVII D3 un predominio de formas angulosas (78,78%), secundadas

por las angulosas-subangulosas (22,22%). En STucTav 15 las formas angulosas predominaron

en el total de los cortes analizados.

Para lograr una información más detallada sobre las formas de las inclusiones, se analizó la

morfología predominante por tipo de inclusión. De esta manera, se seleccionaron con fines

comparativos siete tipos de inclusiones: cuarzo, vidrio volcánico, litoclastos volcánicos,

litoclastos plutónicos, litoclastos metamórficos, litoclastos sedimentarios y tiesto molido 63.

63
La selección tuvo en cuenta la cantidad y relevancia de los tipos en los cortes analizados.

57
La comparación de los resultados mostró tendencias similares en ambas muestras. Para el

caso de los tipos cuarzo, vidrio volcánico y litoclastos volcánicos, plutónicos y metamórficos

predominaron las formas angulosas, aunque en distintas proporciones, en ambos sitios. En el

caso de los litoclastos sedimentarios, los mayores porcentajes corresponden a las formas

subredondeadas en LC ZVII D3 y redondeadas en STucTav 15. El tiesto molido presentó una

clara tendencia hacia las formas angulosas en LC ZVII D3, en tanto en STucTav 15 las formas

angulosas, subangulosas y subredondeadas estuvieron igualmente representadas. Ver Anexo 4,

Tabla 2.

VII. 1. 2. 2. Análisis del tamaño de las inclusiones

El tamaño de las inclusiones fue analizado en lupa binocular utilizando rangos en

milímetros. La mayor parte de los casos presentaron tamaños ente 0,5 mm. y 1,0 mm. Para LC

ZVII D3 este rango estuvo presente en el 85, 18%, en STucTav 15 en el 84, 74% de los casos.

Los tamaños superiores están escasamente representados en ambas muestras.

En el análisis de los cortes delgados no se utilizaron rangos a fin de lograr mayor exactitud

en las mediciones. Se trabajó con tres niveles de análisis, registrando el tamaño predominante

en cada corte, los tamaños presentes en cada tipo de inclusión y los tamaños predominantes en

tres categorías generales que incluyen: inclusiones minerales, litoclastos y tiesto molido. Esta

última clasificación permitió identificar tendencias importantes en el tamaño de los granos. Ver

Anexo 4, Tabla 3.

Inclusiones Minerales: en la muestra LC ZVII D3 predominan los tamaños fino (44,44%) y

fino-medio (44,44%); en la muestra S.TucTav. 15 predomina el tamaño fino (71,43%) 64.

Litoclastos: en la muestra LC ZVII D3 hay un claro predominio del tamaño grueso

(77,78%); en tanto que en STucTav 15 no se manifiesta este tipo de predominio, presentándose

64
En LC ZVII D3 el n = 9; en S.Tuc.Tav. 15 el n = 7

58
diferentes tamaños, aunque el número de litoclastos grueso (16,67%) y medio – grueso
65
(16,67%) es levemente mayor .

Tiesto molido: en la muestra LC ZVII D3 el tamaño predominante es el grueso (66,67%),

estando registrado el tamaño grueso-muy grueso para el 33,33% restante. En la muestra

STucTav 15 predominó el tamaño grueso en el total de los fragmentos que presentaban este tipo

de inclusión. Debe tenerse en cuenta que de los siete cortes hechos de este sitio, sólo tres

presentaron tiesto molido 66.

VII. 3. 2. 3. Análisis de la selección de las inclusiones

El análisis independiente de cada una de las muestras mediante lupa binocular manifiesta un

grado de homogeneidad muy bajo en los tamaños de las inclusiones 67.

En el caso de la muestra LC ZVII D3 predomina la selección mala o pobre en un 58%, en

tanto la selección muy mala o muy pobre está representada en un 29%. Porcentajes menores

corresponden a selección regular (18%) y buena (1%). Para la muestra STucTav 15 la tendencia

es similar; con porcentajes de 59% para selección pobre, 24% para selección muy pobre, 16%

para selección regular y 1% para selección buena. Ver Anexo 3, Figuras 5 y 6.

El análisis de las muestras mediante microscopio de polarización dio como resultado un

claro predominio de una selección muy pobre (88,89%) para las inclusiones de la cerámica del

sitio LC ZVII D3, en tanto el 11,11% restante corresponde a una selección pobre. En el sitio

STucTav 15, en cambio, predomina la selección pobre en el 71,43% de los cortes analizados,

presentando el 28,57% restante selección muy pobre. Estos resultados responden a las

diferencias de tamaños que, como se mencionó en el acápite anterior, se registran entre las

65
En LC ZVII D3 el n = 9; en S.Tuc.Tav. 15 el n = 6, dado que en uno de los fragmentos no se registró este tipo de
inclusión.
66
En LC ZVII D3 el n = 9; en S.Tuc.Tav. 15 el n = 3, dado que cuatro de los siete fragmentos no presentaron este
tipo de inclusión.
67
En la traducción del trabajo de Orton et al. (1997) se habla de “ordenación” de los granos para esta variable de
análisis.

59
inclusiones minerales, con tamaños pequeños, y los litoclastos y tiesto molido, con tamaños

mayores.

VII. 3. 2. 4. Análisis de densidad de inclusiones

La cantidad de inclusiones adicionadas por el alfarero a la pasta se vincula a las

características de la arcilla que se está trabajando. Así, el tipo de inclusiones y la cantidad

presente en el sedimento, son factores que inciden en las decisiones del alfarero. Éste, a su vez,

preparará la pasta de tal modo de ser útil a sus propósitos, es decir, a la función esperada de la

pieza que elabore.

A partir de la observación con lupa binocular se detectó un amplio predominio de una

baja densidad de inclusiones en las pastas de ambas muestras analizadas. Es clara la

preeminencia de un 5% de densidad, seguido por el de 10%; los porcentajes mayores, de 20% a

30%, solo aparecen en menor proporción. Ver Anexo 3, Figuras 7 y 8.

Los resultados obtenidos del estudio de los cortes delgados corrobora la tendencia

observada con la lupa. Así, se observa que para LC ZVII D3 hay un 55,56% de la muestra con

densidades del 5%, y un 85,71% para STucTav 15. La densidad del 10% está representada en

un 44,44% en la primera de las muestras mencionadas y en un 14,29 % en la segunda.

Los valores expresados indican el predominio de bajas densidades de inclusiones en la

alfarería santamariana del Valle de Tafí aquí analizada 68 .

VII. 3. 3. Discusión preliminar de los resultados obtenidos

La preparación de la pasta supone tratamientos específicos sobre los materiales

componentes. El estudio realizado permitió determinar ciertas características del componente

68
Es bastante inferior a lo que algunos autores (Rye 1981) consideran como el rango medio (20% a 50% del
volumen total).

60
arcilloso de la pasta cerámica. Como ya se señaló con anterioridad, se requerirá una mayor

profundización en la investigación de este ítem para arribar a conclusiones más precisas.

Al respecto del estudio de las inclusiones, resulta sugerente la presencia de tamaños algo

menores para las tres categorías de inclusiones identificadas en los fragmentos del sitio

STucTav 15. De acuerdo a lo planteado por Cornell y Sjödin (1990) para el sitio El Pichao

(valle de Santa María), cabría esperar ese tipo de diferencias en cuanto a tamaño de inclusiones

entre contextos domésticos y contextos funerarios santamarianos 69.

La intencionalidad del agregado de inclusiones a la pasta por parte del alfarero ha sido

abordado a partir del análisis de su forma, tamaño y la selección. Es particular la situación del

tiesto molido, cuya presencia en las pastas presupone de hecho una acción intencionada, ya que

como dice Rye (1981:31) “Other kinds of inclusions, such as “grog” (crushed sherds), can be
70
readily identified as added by man because the material does not occur in nature” . Para el

caso de los litoclastos, el predominio de formas angulosas y tamaño grueso hace pensar en una

adición intencional en ambos sitios. Ello es particularmente claro para los de origen volcánico,

plutónico y metamórfico, no así, sin embargo, para los litoclastos sedimentarios, dado el

carácter redondeado de sus formas. Al igual que el vidrio volcánico, es más complejo

determinar si estos litoclastos sedimentarios fueron deliberadamente incorporados a la pasta.

El vidrio volcánico muestra formas angulosas, más, su tamaño es fino y medio. En este

sentido, sería de gran utilidad conocer el contenido mineral de las arcillas locales, ya que

algunos elementos incluidos naturalmente en los sedimentos tienen formas angulosas, producto

de la ruptura típica de materiales de origen volcánico tras el transporte eólico (González de

Bonaveri et al. 2000).

Para el resto de los minerales identificados en los cortes, los valores responden a los

tenores y características de las inclusiones naturales (impurezas propias de la arcilla).

69
Ello también sería extensible para la variable de densidad de inclusiones, que se tratará más adelante.
70
“Otras formas de inclusiones, tales como “grog” (fragmentos cerámicos rotos) pueden ser fácilmente
identificadas como agregadas por el hombre, porque el material no ocurre en la naturaleza” (Traducción de la
autora).

61
La baja densidad de inclusiones que aparecieron en estos análisis puede depender de varios

factores: por un lado es importante considerar las características de las piezas manufacturadas y,

fundamentalmente, sus usos. Si bien actualmente está bastante discutido el uso exclusivamente

funerario de estas urnas y pucos (Piñeiro 1996; Palamarczuk 2002), una funcionalidad

vinculada a la cocción, por ejemplo, requeriría mayores densidades y tamaños de inclusiones a

fin de contrarrestar el “shock térmico”, que las que manifiestan los fragmentos estudiados.

Asimismo, la concepción estética del alfarero es otro elemento a tener en cuenta para evaluar

esas características. En este estudio se considera que el tamaño de la muestra analizada aún

limita las inferencias que se puedan realizar en estos sentidos.

VII. 4. La secuencia de producción: la “construcción” de las piezas

VII. 4. 1. Técnicas de manufactura.

Una vez que se mezclan los materiales y la pasta ya está preparada, se procede a la

elaboración del objeto cerámico. Las técnicas de manufactura son variadas; su determinación

supone estudios macro y microscópicos.

VII. 4. 1. 1. Determinación macroscópica

En las muestras analizadas, tanto en las piezas completas como en el material fragmentario,

se pudo observar, en la superficie interna, ondulaciones indicativas de una manufactura con


71
“técnica de enrollamiento” . Esta técnica consiste en la superposición de rollos de pasta

dispuestos en forma anular y unidos, luego, con los dedos, conformando así las paredes de la

vasija.

Si bien la base de las piezas puede ser confeccionada con esta técnica, los análisis realizados

en las bases recuperadas en ambos sitios (LC ZVII D3 y STucTav 15) y el examen de las piezas

71
Rye (1981:68) y Sinopoli (1991:17) la denominan como “coiling.”.

62
completas no dan cuenta de ésto. Por el contrario, sería factible que la técnica empleada sea la

del modelado.

En la muestra de LC ZVII D3 se pudo determinar, además, la manufactura con una técnica a

partir del uso de moldes. En dos de los fragmentos analizados se observaron improntas de

cestería en la superficie externa. Ambos presentan decoración de dos colores, negro sobre

crema. Lamentablemente su reducido tamaño no permite definir sus motivos Ver Anexo 7,

Figura 1.

Esta técnica está documentada para fragmentos procedentes del valle de Santa María:
72
Caspinchango (Cigliano et al.1960), y Rincón Chico (Tarragó y Renard 2001) y en piezas

completas registradas por varios investigadores para el valle Calchaquí y el valle de Santa

María 73.

La elaboración de pucos con esta técnica supone la utilización de un cesto vegetal o tipa

como molde, en cuyo interior se coloca el cuerpo de arcilla, quedando impresas en la superficie

externa de la pieza el entramado de la cesta. Tarragó y Renard llaman a la técnica cestera

empleada en los valles calchaquíes como de encordado envuelto (Tarragó y Renard 2001). Las

cestas molde se componen de tres elementos “...a) varillas que forman el esqueleto o armazón

rígido; b) varillas flexibles que van arrolladas en forma horizontal; c) hilo retorcido que hace

de costura... pasa del lado interior al exterior, toma las fibras a) y b) por pares, las asegura y

envuelve juntas” (op cit.:518)

El moldeado como técnica de manufactura tiene dos ventajas básicas. Por un lado, requiere

menor habilidad en la confección de las formas de los ceramios, al contar con un soporte para

las paredes de la pieza, y por otro, supone un importante ahorro de tiempo (Arnold 1994). Es

importante preguntarse aquí si el uso de esta técnica de manufactura responde a algunas de

72
Para Quilmes (valle de Santa María), se hace referencia a fragmentos cerámicos con decoración pintada bicolor
(negro y blanco) con improntas de cestería (Pelissero y Difrieri 1981). Estos autores sostienen que, en estos casos,
se habría utilizado cestos de técnica espiralada como molde en lugar de recurrir a la técnica de rodetes. Las
improntas cubrirían toda la superficie de las vasijas, siendo características de una nueva fase cronológica de la
alfarería santamariana, que ellos denominan Fase VI.
73
“Estas producciones fueron características de los valles calchaquíes planteando el funcionamiento de un área
tecnológica con modalidades singulares.” Tarragó y Renard 2001: 524.

63
74
estas ventajas propuestas o bien comprende una alternativa decorativa , teniendo en cuenta

que la técnica es visible en la pieza terminada; es decir que el alfarero no recurrió al alisado

posterior de su superficie externa 75.

La ausencia de piezas completas con improntas de cestería en las colecciones revisadas en

el Valle de Tafí, no permite avanzar en una interpretación al respecto. Sin embargo, se puede

mencionar la existencia de otros fragmentos con esas improntas en tiestos santamarianos,

hallados en el este del Valle de Tafí (Manasse 2003).

VII. 4. 1. 2. Determinación microscópica

Otro acercamiento a las técnicas de manufactura lo provee el estudio de los cortes

delgados. La orientación de los minerales y de los espacios vacíos (macro y micro cavidades)

son indicativos de la presión ejercida en la confección de la pieza. La orientación de las

partículas varía con las distintas técnicas ejecutadas, ya que cada una de ellas requiere presiones

con sentido e intensidad particulares (Rye 1981). Este autor establece que la orientación de las

inclusiones, cuando se aplica la técnica de enrollamiento (coiling) es “...random in a cross

section cut vertically (perpendicular to direction of coiling), parallel but rarely visible in cross

section cut along the coil lines.”

“Inclusions orient perfectly (all parallel) along the centers of coils, the orientation being

produced when the coils were initially rolled. If the complete vessel was formed by coiling, the

orientation will follow a spiral or concentric pattern on the base and be parallel on the walls”

(op cit.:68) 76.

74
Serrano (1945) ya propone la posibilidad de que la impronta, además de su fin utilitario, haya sido el producto de
una tratamiento de la superficie con fines decorativos, particularmente en aquellos casos donde esa técnica se
limita a un sector de la pieza.
75
Sería posible al alisado de la pieza, sacándola del molde cuando ha alcanzado el estado de cuero, tras el cual
pierde parte del agua.
76
“...aleatoria cuando la sección delgada es cortada verticalmente (perpendicular a la dirección del enrollamiento),
paralela, aunque raramente visible en una sección delgada cortada a lo largo de una línea de rollos.”
“Las inclusiones se orientan perfectamente (todas paralelas) a lo largo del centro de los rollos; orientación que fue
producida cuando los rollos fueron inicialmente preparados. Si la vasija completa fue formada por enrollamiento,
la orientación seguirá un patrón espiralado o concéntrico en la base y será paralelo en las paredes.” (Traducción de
la autora).

64
En el caso del estudio microscópico de la matriz arcillosa de la pasta se han presentado

algunos inconvenientes en la observación y el registro de la orientación de inclusiones y

cavidades de los cortes delgados efectuados. Es por esta razón que se ha decidido no avanzar en

interpretaciones sobre este ítem hasta tanto no haber realizado las revisiones pertinentes.

VII. 4. 2. Morfología de las piezas

El análisis de las piezas completas se efectuó sobre un total de 31 urnas y 3 pucos y tuvo

por objetivo evaluar la variabilidad interna del conjunto, además del tratamiento comparativo

con las características conocidas clásicamente para la alfarería santamariana. Este último tema

será abordado más adelante.

Respecto a las muestras fragmentarias se trabajó a partir de dos categorías: formas cerradas

(urnas) y formas abiertas (pucos). El escaso conocimiento de otras variantes morfológicas para

la cerámica santamariana decorada dificultó su tratamiento en el análisis de estas muestras. De

hecho, las piezas completas registradas sólo incluyen las dos formas más típicas.

VII. 4. 2. 1. Análisis morfológico de piezas completas: urnas

El análisis de las formas se realizó teniendo en cuenta un conjunto de variables métricas y

no métricas, procurando que comprendan las características morfológicas que tradicionalmente

se utilizaron para la definición del estilo y sus fases. Los datos obtenidos se volcaron en una

base de datos, que contempla las variables consideradas y el número de casos presente para

cada atributo de la variable (Ver Anexo 9 para el detalle de las variables y sus atributos). El

total analizado (n) es de 31 piezas 77.

Para el estudio de la morfología de las urnas se partió inicialmente de la consideración de la

variables que comprenden el total de la pieza, abordando el “tamaño de la pieza” y sus

77
Es necesario aclarar nuevamente que no todas las piezas ofrecieron el mismo potencial de estudio morfológico,
debido a sus condiciones de preservación. En el texto que sigue se detalla para cada caso, el porcentaje de piezas
en las que no se pudo observar las características del rasgo en cuestión; sin embargo se sostuvo el mismo n (= 31)
para permitir una mejor comparación.

65
“proporciones relativas”. Posteriormente se la dividió en cuello y cuerpo para facilitar, de este

modo, la posterior integración del análisis de la estructura del diseño decorativo.

A.- Altura total de las piezas: en el 48,38% de los casos esta variable no se pudo determinar

dado que las piezas se encontraban incompletas; del porcentaje restante, la altura de la mayor

cantidad de urnas está comprendida entre 50 y 60 cms. (41,94%), estando escasamente

representadas las alturas menores de 50 cms. (6,45%) y las alturas mayores de 60 cms. (3,23%).

Proporciones relativas: a) altura / diámetro máximo: en el 45,16% de los casos la variable

no se pudo determinar. Un 23% de la muestra presenta una proporción entre 1,42 y 1,58. El

20% manifiesta una proporción entre valores de 1,59 y 1,75. En forma aislada aparece una urna

con un valor de 1,92 (Anexo 2, Figura 33).

b) altura cuello / altura cuerpo: en el 51,61% de los casos la

variable no se pudo determinar. Un 12,90% presenta valores contenidos entre 0,54 y 0,69; un

50% con valores entre 0,70 y 0,85; y un 6,41% para los valores entre 0,86 y 1,01 por un lado, y

1,02 y 1,17 por el otro.

c) diámetro garganta / diámetro máximo: en el 80,65% de los casos

la variable no se pudo determinar. Un 16,13% presenta valores contenidos entre 0,65 y 0,76;

aisladamente aparece una urna con una proporción de 0,87 (Anexo 2, Figura 12).

B.- Para el estudio morfológico del cuello se han tomado las siguientes variables:

Labio: en más de la mitad de la muestra (51,61%) no se pudo determinar este rasgo; en los

casos restante el labio recto fue el más representado (25,81%), siguiéndole el mixto (19,35%) y

finalmente el convexo (3,23%).

Borde: la evaluación de la morfología de esta parte de la pieza tuvo en cuenta el tipo de

borde presente (Convención Nacional de Antropología 1966). Se manifestó un importante

porcentaje de casos en los que no se pudo determinar este rasgo (48,39%), predominando en el

resto, el tipo de borde 5 en el 25,85% de los casos, le sigue en importancia el tipo de borde 2

(22,58%) y finalmente el borde tipo 3 (3,23%). Ver Anexo 7, Figuras 12 y 13.

66
Cuello: el conjunto mostró un predominio de la forma recto-evertida (29,03%), le siguen en

importancia la forma cóncava (19,35%) y la forma evertida y la forma cóncava-evertida, cada

una con valores porcentuales de 9,68%. El porcentaje de piezas en las que no se pudo

determinar este rasgo es 32,26%.

Sección de la boca del cuello: el conjunto hizo evidente un alto porcentaje de sección

circular (70,97%), con porcentajes marcadamente menores para la sección elíptica (19,35%). El

porcentaje de casos no determinados es bajo (9,68%).

C.- Para el estudio morfológico del cuerpo se consideró:

Contorno del cuerpo: no hubo casos en los que no se pudiera determinar el rasgo. La forma

ovoide predomina claramente sobre el resto (70,97%), siguiendo en importancia la forma

elipsoidal vertical (19,35%) y la forma esferoidal (9,68%). Ver Anexo 2, Figuras 12, 25, 28 y

33.

Sección del cuerpo: en todos los casos se pudo determinar las características de este rasgo,

mostrando un relativo predominio de la forma elíptica (58,06%) sobre la forma circular

(41,94%). Ver Anexo 2, Figuras 31 y 32.

Constricciones: parte inferior / parte superior del cuerpo: los mayores porcentajes en el

conjunto corresponden a constricción leve (45,16%) y constricción ausente (45,16%); la

constricción marcada sólo está representada en un 9,68%. No hay casos en los que no se

pudieran determinar las características del rasgo. Ver Anexo 2, Figuras 7, 13 y 21.

Constricciones: cuerpo / cuello: al contrario del caso anterior, la constricción marcada está

más representada en el conjunto (74,19%), siguiéndole en importancia la constricción leve

(22,58%). Sólo en el 3,23% de los casos no se pudieron determinar las características del rasgo.

Ver Anexo 2, Figura 18 y 23.

67
Ubicación de las asas: en el 64,51% de los casos las asas se encuentran ubicadas en la parte

media del cuerpo, en el 25,81% en la parte inferior del cuerpo y en el 9,68% restante, en la

parte superior 78. Ver Anexo 2, Figura 11 y 33.

Inserción de las asas: en el 16,13% de los casos no se pudieron determinar las

características del rasgo, el porcentaje restante (83,87%) corresponde a la forma doble

remachada.

Perfil de las asas: el rasgo se pudo determinar en todos los casos predominando la correa

rectangular oblicua hacia arriba en el 61,29% de los casos, con menor representatividad de la

correa trapezoidal horizontal (35,48%) y la correa rectangular horizontal (3,23%). Ver Anexo 7,

Figuras 17 y 18; Anexo 2, Figuras 11, 17 y 23.

Base: en el 96,77% de los casos se presentó cóncava, en el resto (1 caso) se manifestó recta.

Ver Anexo 7, Figuras 19, 20 y 21.

Los pucos analizados (n = 3) (Anexo 2, Figuras35, 36 y 37) presentaron una altura

comprendida ente 9,5 cms. y 11 cms, y un diámetro máximo entre 21,5 cms. y 24 cms. La altura

punto angular - base es de 6,5 cms. a 7 cms. y la altura punto angular – labio de 2,5 cms. a 4

cms.. El diámetro de la boca es muy similar en los tres, con valores aproximados son de 22 cms,

el diámetro de la base se encuentra comprendido entre 5 cms. y 6,5 cms. La proporción entre la

altura total y el diámetro máximo también es similar entre los tres, con valores entre 0,41 y

0,46.

En todos los casos el labio es recto y el borde puede adscribirse al Tipo 4 (Convención

Nacional de Antropología 1966). En dos de los casos las asas son verticales, trenzadas y labio

adheridas; en el puco restante presenta forma circular y se encuentra adherida a la pared de la

pieza. En los tres casos la base es cóncava; asimismo, la relación entre ésta y el cuerpo del

puco es directa. Ver Anexo 7, Figuras 22 y 23.

78
Para determinar la ubicación de las asas se dividió el cuerpo de las urnas en tres partes iguales.

68
VII. 4. 2. 2. Análisis morfológico de muestras fragmentarias

La mejor manera de evaluar las características formales de las piezas es a través de las

piezas completas; sin embargo, la ventaja de trabajar con material fragmentario es que se puede

analizar la relación entre las características de las pastas con las distintas formas.

El análisis porcentual de las formas presentes en las muestras LC ZVII D3 y STucTav 15

indicó altos porcentajes de Indeterminados (59,26% para la primera, y 58,56% para la segunda).

La forma puco está muy poco representada en la muestra STucTav 15 (0,53%), en tanto en LC

ZVII D3 alcanza el 24,69%. Por el contrario, la presencia de urnas mostró una relación inversa,

siendo mayor en STucTav 15 (40,41%) que en LC ZVII D3 (16,05%).

Intentando articular la variable morfológica con las características de la pasta de las piezas,

se procuró avanzar en el análisis de la relación entre densidad de inclusiones y forma. Para ello

se trabajó a partir de las muestras analizadas bajo lupa binocular.

Tanto las formas cerradas como las abiertas manifestaron valores muy similares en LC ZVII

D3. Se caracterizaron por un amplio predominio de una baja densidad de inclusiones (del 5%),

con valores bastante menores para la densidad del 10%. Las altas densidades (20% y 30%)

están escasamente representadas en esta muestra. Ver Anexo 3, Figura 9.

Para la muestra STucTav.15 no se repite esta tendencia. Sin embargo, hay que tener en

cuenta el bajo porcentaje de la forma puco; la presencia de tan solo dos fragmentos de esta

forma, dificulta la comparación. En las urnas los porcentajes del 5% (41,83%) y del 10%

(38,56%) son predominantes, destacándose la menor representatividad de las densidades

mayores (12,42% para la densidad del 20% y 7,19 % para la densidad del 30%). Ver Anexo 3,

Figura 10.

Si se toma en cuenta que la cantidad de inclusiones de tamaño superior al milímetro es muy

reducida, en términos generales, respondiendo a los litoclastos y al tiesto molido, queda

manifiesta una tendencia significativa para las distintas formas de las muestras analizadas.

69
VII. 5. La secuencia de producción: Técnicas de tratamiento de la superficie

El estudio de los tratamientos de superficie se abordó a partir de las muestras fragmentarias

y completas. Se comentarán los resultados de aquellas variables (técnicas) efectivamente

identificadas en alguna de ellas. Se las separó de acuerdo a si hubo desplazamiento o agregado

de materia.

VII. 5. 1. Por desplazamiento de materia

VII. 5.1.1. Alisado

El alisado visible en los materiales de LC ZVII D3 y STucTav 15 comprende ambas

superficies en las dos formas reconocidas (urnas y pucos). Ver Anexo 7, Figuras 2 y 3. En

algunos fragmentos se pueden identificar las direcciones seguidas con el objeto usado para

alisar, dejando marcas diagonales que se entrecruzan. En algunos casos éstas son más intensas,

quedando leves incisiones producto del tipo de alisador empleado o, también, de las

condiciones de la pasta al momento de ser trabajada. Para estos casos es posible entonces que se

haya procedido al alisado con un objeto duro, como madera o guijarros.

Las piezas completas, en las que se pudo observar este tratamiento –particularmente en la

superficie interna - manifiestan características semejantes.

VII. 5. 2. Por agregado de materia

VII. 5. 2. 1. Engobe 79

El engobe es una suspensión fluida de arcilla y agua (Rye 1981:41) que es aplicada a la

pieza como una capa delgada, antes de que ésta sea sometida a cocción (Sinopoli 1991:26). A

veces es mezclada con pigmentos de diferente color. Se caracteriza por presentar textura, color

y composición diferentes a la de la pasta.

79
Piñeiro (1996), Tarragó et al 1999, así como Nastri (1999) y Palamarczuk (2002) hablan de “baño”, en vez de
engobe, para la cerámica santamariana. Lamentablemente, en los trabajos por ellos publicados no se ha encontrado
una definición específica para esa propuesta. Como se expondrá más adelante, el análisis efectuado en esta
investigación da cuenta de indicadores por los cuales se puede adscribir este tratamiento a la categoría Engobe.
Sjödin (1990) también habla de engobe (“slip”).

70
Rye (1981) menciona una serie de indicadores macro y microscópicos para establecer su

presencia. Uno de los más relevantes es el del color, que comparado con el de la pasta,

observada mediante fractura fresca, muestra claras diferencias. Otro indicador de importancia

es la existencia de contornos más o menos definidos sobre la superficie de la vasija.

En la cerámica analizada la diferencia de color es notable: las pastas presentan coloraciones

rojizas, en tanto la capa o engobe que cubre la superficie de las piezas presenta un color crema,

variable en tono e intensidad.

La presencia de engobe se registra en la superficie externa de urnas y pucos en la mayor

parte de los materiales (95 % de los fragmentos en la muestra de LC ZVII D3 y 95,72% en la

muestra de STucTav 15), en tanto su aplicación en la superficie interna se halla limitada sólo a

algunos casos de la forma puco y, en menor medida, a la franja perimetral interna de las urnas

(banda que cubre el borde interno) (25% para LC ZVII D3 y 4% para STucTav 15). En la

mayoría de las urnas, el límite de aplicación está en el labio. Ver Anexo 5, Figura 7 y Anexo 7,

Figuras 4, 5, 6 y 7.

Para el caso de las piezas completas, la totalidad de las urnas presentó engobe en la

superficie externa, y en algunos casos en el borde interno; en tanto sólo pudo identificarse esta

característica en la superficie externa de dos de los tres pucos analizados 80.

También se tomó en cuenta la extensión de la superficie que cubre la capa arcillosa. El

análisis de las piezas completas mostró una cobertura casi total de su superficie externa. La cara

interna de las asas suele quedar sin cubrir como así también, en algunos casos, el sector del

cuerpo de la urna, directamente enfrentado a las asas.

Otro de los criterios para identificar este tratamiento es la presencia de microgrietas en la

capa de engobe, que no se extienden por el interior de la pasta. Este tipo de rasgos solo pudo

identificarse en el material fragmentario por medio de la observación con lupa binocular. La

80
El estado de conservación de uno de los pucos hizo que no se pudiera determinar ningún tipo de tratamiento de
superficie.

71
forma de las grietas observadas es variable, en algunos casos sigue un patrón hexagonal, en

cambio en otros tiene características lineales.

Fernández Chiti (1983:160) define al descascarado de la superficie de la cerámica como

desprendimiento del engobe. Dentro de las alteraciones registradas en las muestras (tanto

fragmentarias como completas), el descarado es recurrente, presentando intensidades variables,

en algunos fragmentos llega a afectar casi la totalidad de la superficie. Es importante tener en

cuenta que este proceso se registró también en la capa de pintura negra aplicada sobre el

engobe. 81

VII. 5. 2. 2. Falso engobe

El falso engobe es producido como consecuencia del proceso de alisado. Según Cotkin et al.

(1999 citado en López 2000-2002) se caracteriza por una misma composición química respecto

a la pasta, pero con un gradiente diferencial en las características texturales y composicionales

de la superficie de la pieza y las de su interior, y un tamaño de partícula fino, del orden de las

arcillas.

La diferencia fundamental respecto al engobe es que no implica aplicación de materia;

simplemente en el proceso de alisado con abundante agua se produce una superficie de

partículas finas que impresionan visualmente como una delgada película.

En las muestras analizadas mediante lupa binocular este tratamiento se presentó con cierta

frecuencia, particularmente en la superficie interna de los pucos. Es claramente visible en los

bordes de los fragmentos cortados donde la fractura produjo el desprendimiento de alguna

pequeña porción de esta capa. De esta manera se puede observar en el mismo campo visual

sectores con falso engobe y sectores de pasta al descubierto.

81
Microscópicamente los engobes son distinguibles por la orientación paralela de las inclusiones minerales a la
superficie de las piezas; sin embargo esta característica no pudo ser identificada en las secciones delgadas
realizadas, lo que puede responder en parte a que, como los cortes de los fragmentos no se hicieron para ver
engobe, los sectores obtenidos no hayan sido los más óptimos para la observación de esta característica. La
integridad del engobe (afección mínima por factores externos), así como su espesor, son importantes
condicionantes para su detección microscópica.

72
En algunos fragmentos este tratamiento es más visible, observando una mayor definición de

la película superficial, al punto que se puede identificar a ojo desnudo.

VII. 5. 2. 3. Pintura

El tratamiento por pintura implica la aplicación de un preparado que contiene pigmentos

(orgánicos o inorgánicos) a la superficie de las piezas. Este proceso puede realizarse antes o

después de la cocción, obteniendo resultados diferentes según el momento de aplicación.

Los pigmentos son preparados para su aplicación, mezclándolos con arcilla y agua

formando un sustancia fluida que se distribuye en la superficie utilizando diferentes métodos.

La determinación de los materiales y los métodos provee información acerca de cuestiones

como territorios de aprovisionamiento de los recursos utilizados en la elaboración de la mezcla

pigmentaria, tecnologías de preparación de las mezclas, etapa de aplicación dentro de la

secuencia de producción, etc..

El estilo santamariano se caracteriza por la utilización de dos o tres colores para la pintura

de las piezas. En el análisis de los colores presentes en la decoración de los fragmentos y las

piezas completas pudo identificarse pintura negra aplicada sobre un engobe crema (bicolor); y

pintura negra y roja o borravino sobre el engobe crema (tricolor). Ver Anexo 7, Figuras 8, 9,

10, 11, 13 y 14.

El examen de las piezas con pintura tricolor reveló que el borravino se utiliza con mayor

frecuencia que el color rojo, siendo en todos los casos excluyentes. Para las piezas completas se

identificó el color borravino en el 56% de la muestra, en tanto el color rojo sólo está presente en

el 9%. Ver Anexo 3, Figura 11.

La realización futura de análisis químicos permitirá conocer las características

composicionales de las mezclas pigmentarias utilizadas, así como una serie de cuestiones que se

pueden inferir a partir de ello 82.

82
Para el valle de Santa María se han realizado este tipo de estudios (Piñeiro 1997 y Palamarczuk 2002), cuyos
resultados serán cotejados que con que se obtengan de la muestra del valle de Tafí.

73
El proceso de cocción contribuye a la fijación de los colores aplicados. La observación de

estos colores en los fragmentos y piezas hace pensar en una aplicación anterior al proceso de

cocción, ya que de otra manera la mayor parte de la pintura habría desaparecido.

VII. 5. 5. Aplique

La aplicación de pasta es otra de las técnicas utilizadas en la alfarería, usualmente con fines

estéticos, aunque también puede responder a requerimientos funcionales (Rye 1981). La

adhesión de pasta a la superficie de las piezas requiere que ésta mantenga algún grado de

plasticidad; de otro modo la unión de ambas superficies no es posible.

Esta técnica fue visible en las piezas completas mediante la utilización de una lupa de

mano; la observación a ojo desnudo no permite diferenciar la superficie de discontinuidad


83
característica de la materia aplicada, provocando confusión entre esta técnica y el modelado .

Asimismo, el desprendimiento parcial de algunos de los apliques contribuyó a una

identificación confiable.

Sobre un total de 31 urnas se identificaron 9 piezas con aplique. Ver Anexo 3, Figura 12.

Para el caso de pucos sólo se registró la técnica en 1 de los 3 analizados. Las representaciones

aplicadas corresponden a ojos (que en algunos casos tienen la pupila incisa), cejas, nariz,

brazos, manos y objeto sostenido entre las manos. En la pieza Nº 28 del Museo Jesuítico La

Banda se observaron dos sectores de desprendimiento de apliques en la inserción cuerpo –

cuello a cada lado de la urna. Estos apliques no se encuentran en la colección del museo. Ver

Anexo 7, Figura 29.

Las partes aplicadas fueron sometidas mayormente a los mismos tratamientos que el resto

de la pieza.

83
La dificultad en la identificación se ve incrementada por el espesor de los sectores de materia aplicados, que para
algunas representaciones (como cejas, ojos y nariz y en algunos casos brazos) son muy delgados, a la vez que la
materia está muy bien distribuida hacia los costados e incorporada a las paredes de las piezas.

74
VII. 6. La secuencia de producción: El proceso de cocción

La cocción constituye, mayormente, la etapa final de la secuencia productiva. Cuando las

piezas son sometidas a calor, los componentes originales del cuerpo arcillosos sufren una serie

de modificaciones, que dependen tanto de factores internos (características propias de las

partículas), como de la intensidad y velocidad del calentamiento o del tipo de atmósfera en la

que se produjo la cocción (Rye 1981).

- A partir de la temperatura ambiente hasta los 200º C - 300° C son eliminados los restos

de agua no evaporada durante el secado de las piezas y el agua interfoliar, transformándose

en vapor.

- Desde los 200º C en adelante, hasta la culminación del proceso, tiene lugar la cocción

irreversible de la pieza.

- Entre 300- 600º C es eliminada la materia orgánica con la formación de CO284 y

comienza la disociación de sulfuros. En atmósferas oxidantes, la materia orgánica que no es

eliminada en su totalidad, se acumula en la pieza, dando como consecuencia núcleos de

tonalidad oscura. La presencia de materia orgánica en atmósfera reductora determina la

formación de núcleos grises o negros, generalmente un poco más claros que las superficies

adyacentes.

- Entre los 450°C y los 650°C tiene lugar la alteración estructural irreversible de los

minerales de arcilla, con el desprendimiento del agua de combinación (se deshace el retículo

cristalino, que ya no se regenera).

- A los 900° C - 950° C se produce la fusión de los silicatos y la formación de nuevos

minerales, característicos de cada nivel de temperatura. El volumen de poros abiertos

disminuye a favor del incremento de poros cerrados, que contienen gases. Se produce el

proceso conocido como vitrificación.

84
Algunos autores (Rye 1981) establecen temperaturas más bajas para este proceso, del orden de los 350°C

75
La cocción determina características de apariencia y estructura particulares en las piezas

cerámicas, que dependen de tres factores principales: la duración del proceso de cocción, la

temperatura alcanzada y el tipo de atmósfera lograda (Rice 1987).

VII. 6. 1. Atmósfera de cocción

El análisis de la atmósfera de cocción en los materiales santamarianos estudiados, se realizó

a través de la evaluación del color del fragmento. El registro de esta característica en los cortes

delgados (Rock Color Chart 1995) resultó en favor de colores marrones y rojizos, indicativos de

una atmósfera de cocción oxidante. Sin embargo, en el 46% de las secciones el color no se

mostró uniforme, registrándose la presencia de dos colores diferentes.

Registro de colores en corte delgado N° de casos


Light brown 5YR 5/6 6
Light brown 5 YR 5/6 - Moderate brown 5 YR 4/4 1
Light brown 5YR 5/6 - Dark yellowish orange 10YR 6/6 1
Light brown 5YR 5/6, parte superior más rojiza 1
Moderate brown 5YR 4/4-Light brown 5YR 5/6 1
Moderate reddish brown 10 R 4/6 4
Moderate reddish brown 10 R 4/6 - Dark reddish brown 19 R 3/4 1
Moderate yellowish brown 10YR 5/4 - Light brown 5YR 5/6 1

En los análisis de lupa binocular también se pudo observar la presencia de dos colores en un

porcentaje del 34,27% para LC ZVII D3 y 34,06% para STucTav 15 sobre el total de

fragmentos con cocción oxidante completa. Ver Anexo 5, Figura 13.

Los porcentajes de cocción oxidante para LC ZVII D3 y STucTav 15 alcanzan el 100% de

las muestras, lo cual es esperable dado que este carácter distingue la alfarería santamariana

pintada. Asimismo, debe remarcarse un comportamiento idéntico de ambas muestras respecto a

los valores de cocción oxidante completa (97%) y oxidante incompleta (3%). Ver Anexo 3,

Figuras 13 y 14.

76
VII. 6. 2. Temperaturas de cocción

La Difracción de Rayos X es una técnica que permite la identificación de la estructura

cristalina de los minerales arcillosos ya que cada mineral refleja la luz de manera diferente al

ser bombardeado por Rayos X (Rice 1987).

Las arcillas con espaciado de 7 y 14 Amstrong (caolinitas, cloritas y esmectitas) sufren

variaciones estructurales por efecto de las temperaturas, algunas se amortizan y otras se

contraen hasta llegar a una estructura de illita o mica. La caolinita, por ejemplo, comienza el

proceso de descomposición a una temperatura de 41,5°C y, a medida que se incrementa la

temperatura, el proceso de descomposición se agiliza (Rye 1981).

El estudio mineralógico de Difracción de Rayos X realizado sobre una muestra de 10

fragmentos santamarianos procedentes del sitio LC ZVII D3 y de otros sitios santamarianos del

Valle se orientó a la determinación de argilominerales presentes. La información recuperada

permitió aproximar valores de temperaturas y procesos asociados a la cocción (Ovejero com.

pers.).

Los resultados obtenidos indican, en todos los casos, presencia de illita como único

componente arcilloso, lo que podría estar indicando que la cocción de las piezas ha superado los

550 º C y que los minerales originales se han amortizado o han pasado a estructura de illita. En

algunos fragmentos estudiados hay indicios de amorfización, evidenciado en la falta de

definición de los picos y la presencia de givas en los espaciados altos.

Asimismo, indica que los valores térmicos no han superado los 850º C, ya que las illitas

sufren cambios estructurales a esta temperatura. A esto contribuye la inexistencia de fases

cristalinas de minerales que comienzan a formarse a partir de los 900°C. (Ovejero com. pers.)

77
VIII. 1. Definiendo el estilo: rasgos decorativos

A fin de comenzar a delinear la información que se pretende recuperar del estudio estilístico

de los materiales santamarianos analizados, hay que remarcar que ella se desprende, en parte,

del concepto de estilo utilizado, dependiendo, no obstante también, de los alcances y las
85
limitaciones de esta investigación .

Por estilo se entiende el patrón estético formal compartido por un determinado número de

objetos, producidos en un momento y lugar específico por un grupo social determinado, a través

del cual se pueden inferir características del contexto social en el que se manifiesta.

Este estudio siguió la propuesta de Nastri (1999) para abordar la definición estilística. De

acuerdo a ello, se comprendió bajo la categoría “rasgos decorativos” el análisis de elementos,

motivos y estructura del diseño (Ver Anexo 8).

VIII. 1. 1. Análisis de los motivos

Para el análisis de los motivos se trabajó a partir de dos categorías generales de


86
clasificación: motivos geométricos y motivos figurativos o representativos , determinados a

partir de sus elementos constituyentes.

En una primer instancia se analizaron los elementos geométricos (rombos, reticulados,

dameros, chevrones, triángulos, espiralados, escalonados, escalonados-espiralados, punteados,

cruciformes y cordones) y figurativos (antropomorfos, ornitomorfos, batracomorfos y

serpentiformes). (Anexo 4, Tabla 4). Se definieron dos grupos: piezas con decoración

netamente geométrica (Grupo A) y piezas con decoración geométrica y figurativa (Grupo B).

87
Se eliminaron de la muestra aquellas piezas cuya integridad y estado de conservación

afectaba una superficie mayor al 30% de la pieza, dificultando la observación de la superficie

decorada original. En función de ésto se trabajó con un n = 19 (17 urnas y 2 pucos).

85
La propuesta siguiente corresponde a un nivel inicial del estudio estilístico. No se pretendió avanzar más en
función de los tiempos y de la profundidad de investigación requeridas para esta Tesis de Licenciatura.
86
En función de la relevancia de la representación del rostro humano y sus brazos – manos en las piezas
santamarianas, estos rasgos serán analizados de manera independiente.

78
De acuerdo a la clasificación anteriormente propuesta se pudieron ubicar 11 urnas y 1 puco

dentro del Grupo A (63,16%) y 6 urnas y 1 puco en el Grupo B (36,84%).

Dentro del Grupo A predominan los siguientes elementos decorativos: cordón, puntiforme y

escalonado-espiralado, con menor representatividad de los elementos espiralado y escalonado

independientes. La presencia de rombos, triángulos y cruciformes es marcadamente baja.

Dentro del Grupo B se registraron motivos representativos batracomorfos y serpentiformes,

predominando los segundos. No se registraron motivos representativos de ciertos objetos como

el “tumi” y la peineta; sin embargo, hay que dar cuenta de la presencia de diademas como

elemento integrante de las vinchas. Como elementos geométricos aparecen con mayor

frecuencia el puntiforme y el cordón.

El estudio de los motivos en el material fragmentario se vio dificultado por el reducido

tamaño de los fragmentos, identificándose únicamente algunos motivos geométricos. El más

representado fue el punteado; sin embargo, a los fines de identificar la variabilidad presente en

motivos y estructura del diseño, la información recuperada no fue de gran utilidad.

VIII. 1. 2. Rasgos antropomorfos

La cerámica santamariana clásicamente ha sido caracterizada por su representación

antropomorfa (Ambrosetti 1896). Sus rasgos, como las mejillas, los ojos, las pupilas, las

lágrimas, la boca, los brazos y las manos manifiestan una importante variabilidad en su

manifestación estilística 88. Pueden aparecer tanto pintados como aplicados.

Para este análisis se consideró el total de urnas (n = 31) y pucos (n = 3). En los pucos no se

observaron rasgos antropomorfos. En las urnas, éstos presentaron las siguientes características .

87
Debe remarcarse que la preservación de las piezas (integridad y estado de conservación) es muy malo. Se
identificaron un conjunto de factores que están provocando el deterioro y pérdida de gran parte de las piezas, entre
ellos se incluyen humedad, sales, roturas, pegado inadecuado (con cemento, por ejemplo), etc. Estos datos fueron
volcados en las Fichas Descriptivas de cada una de las piezas. Sería importante que las autoridades a quienes
corresponda velar por el patrimonio cultural tucumano consideraran esta situación y tomaran inmediatas medidas
al respecto.
88 El estudio de las combinaciones en que aparecen los rasgos antropomorfos en las piezas santamarianas del
Valle de Tafí es parte de una etapa siguiente de esta investigación, para lo cual se ampliará la muestra con piezas
completas pertenecientes a colecciones privadas de esta región.

79
Mejillas: En el 55% de la muestra se identificó el rasgo, pero no se pudieron determinar sus

características. En el resto de la muestra predominan las mejillas divididas en dos partes

horizontales (Ver Anexo 2, Figuras 11 y 13) y las mejillas no divididas (Anexo 2, Figura 33).

En solo dos casos están presentes las mejillas divididas en dos partes oblicuas (Anexo 2, Figura

15).

Ojos: Se pudo trabajar sólo sobre el 48% de la muestra. En algunos casos se presentaron

pintados y otros aplicados, predominando en las mismas proporciones la forma elíptica y

circular. Ver Anexo 7, Figuras 22 y 23.

Pupilas: Se trabajó sobre el 45% de la muestra, predominando la representación de las

pupilas mediante un punto. En menor proporción aparecen como círculo o raya. Ver Anexo 7,

Figuras 22 y 23.

Cejas: Se pudo observar el 42 % de la muestra. La representación puede ser pintada o

aplicada y pintada. La aplicación de pintura toma la forma de un cordón punteado en la mayor

parte de los casos. También aparece como cordón pleno y como cordón pleno con borde. Ver

Anexo 7, Figuras 22 y 23.

Nariz: En el 45% de la muestra se identifica el rasgo, pero no sus características. En el

porcentaje restante está presente la representación pintada y aplicada, predominando la

conformación de la nariz a través de las cejas unidas en superposición. En menor proporción la

nariz se conformó por la unión de las cejas por línea recta transversal. Ver anexo 7, Figura 22.

Lágrimas: Se registró el tipo y la orientación de las lágrimas. En ambos casos no fue posible

observar más del 50%. En un porcentaje del 26% el rasgo no estuvo presente; en el resto

predominan las lágrimas rectas y onduladas, en proporciones similares, con orientación vertical

y oblicua. Ver Anexo 2, Figuras 6, 8, 15, 31 y 33, y Anexo 7, Figuras 22.

Boca: Se analizó un 48% de la muestra. En el 19% el rasgo estuvo ausente; en el resto

predomina la forma rectangular de la boca, con dientes arriba y abajo, aunque aparecen

aisladamente variaciones menores. Ver Anexo 7, Figura 24.

80
Brazos y manos: Los porcentajes analizados son altos, habiéndose podido registrar 90%

para cada rasgo. Se registraron porcentajes altos de ausencia del rasgo, del 52% para el rasgo

brazo, y del 55% para manos. Dentro de los porcentajes restantes predominan los brazos

representados mediante un cordón pleno sin borde (Anexo 2, Figuras 19 y 25) y, en menor

proporción, por un cordón punteado (Anexo 2, Figura 17). Las manos presentan

predominantemente los dedos separados en forma de peine (Anexo 2, Figuras 24 y 32); otra

forma de representación es la de las manos unidas sosteniendo un objeto (Anexo 2, Figuras 16,

25 y 34).

VIII. 1. 3. Análisis de la estructura del diseño

La estructura del diseño es entendida como la distribución en el espacio de elementos,

motivos y configuraciones. La evaluación de esta característica se realizó por sección de la

pieza: cuello y cuerpo. El número de piezas que se integró en el análisis de cada variable se

estableció en función de la integridad y el estado de conservación de las piezas.

En primer lugar se tratará la estructura del diseño del cuerpo de las urnas, que comprende al

puco de base. Para su análisis se trabajó sobre diez categorías (Ver Anexo 9). Merece

destacarse el predominio de dos de ellas: a) la estructura que comprende dos zonas verticales

divididas por una banda vertical sin una división que separe al puco de base, que aparece en un
89
46,66% del total analizado (n = 30) (Anexo 2, Figuras 5, 11 y 13) ; y b) que presenta dos

zonas circulares formadas por los brazos y con división en la base (43,33%) (Anexo 2, Figuras

9, 19 y 24). Fuera de estas categorías, aparece una que se caracteriza por presentar una única

zona sin división en la base (6,66%) (Anexo 2, Figuras12 y 28) y otra que tiene una única zona,

también, pero con división que señala al puco de base (3,33%). Predomina la simetría refleja.

La primera de las estructuras de diseño para el cuerpo puede integrarse a lo que Kusch y

Hernández Llosas (1978) definieron como característico de su “variante a”. Esta variante, de

89
En una de las urnas registradas, las malas condiciones de preservación impidieron abordar el análisis de la
estructura de su diseño.

81
acuerdo a su estudio se encontraría más representada en la fase 1, disminuyendo luego en las

fases 2 y 3. La segunda de las estructuras de diseño, podría integrarse a lo que estas autoras han

definido como “variante e”, o también a la “f”. La primera de ellas aparece en las fases 2 y 3,

aumentando luego en las 4 y 5. La segunda, aparece en la 1, la 3 y la 4. Es importante destacar

que estas autoras destacan “la persistencia de cada una de las variantes a lo largo de la

secuencia”advirtiendo sobre la posibilidad de cambios a nivel de los “temas”, que podrían estar

señalando diseños preferenciales para cada variante a lo largo de toda las secuencia.

El análisis de la estructura del diseño del cuello de las urnas comprende 17 categorías,

donde se relacionan los distintos elementos que componen este sector de la pieza (Ver Anexo

9). Los factores que afectan el estado de conservación y la integridad de las urnas son

particularmente importantes en el cuello, por lo que en más de la mitad de la muestra no se

pudo evaluar esta variable (51,61%). Así, el análisis del diseño del cuello se vio reducido a 15

urnas (n=15). Los resultados obtenidos indican el claro predominio de la representación del

rostro humano, presentándose un único caso de ausencia de este tipo de representación, que es

reemplazada por representación geométrica (Anexo 2, Figuras 28).

Dentro del primer grupo, el 35,71% de los casos presentan los elementos que componen el

rostro humano (ojos, nariz, y boca), como conjunto, ubicados en posición central en el cuello;

en el 28,57% se ubican en posición superior estando ausente la boca. Otras categorías que

aparecen representadas, aunque en porcentajes mucho menores, corresponden a la ubicación del

rostro humano en posición central pero presentándose la boca separada (14,29%), en posición

superior separada la boca (14,29%) y en posición central sin boca (7,14%).

Las cejas no determinan contornos en el 92,86% de las urnas analizadas; en un único caso

conformaron el contorno lateral. La presencia de frente o pelo con adorno (vincha, cruz o

diadema) se registró en el 50% de los casos (Anexo 2, Figura 6, 11, 13), en el 21,43% estuvo

presente la frente o el pelo, pero sin adorno y en el 28,57% no se pudo determinar la presencia

del rasgo.

82
Las mejillas suelen mostrarse independientes o integradas al rostro en su conjunto, o a

alguna parte específica del mismo. El mayor porcentaje de casos corresponde a mejillas

independientes grandes (57,14%), siguiéndole en importancia las mejillas integradas a rostro

(28,57%) (Anexo 2, Figura 20), las mejillas independientes pequeñas (14,29%), y finalmente

las mejillas integradas a la boca (7,14%). Hay un leve predominio de la simetría refleja, aunque

la simetría refleja y traslacional también son relevantes en la muestra.

La evaluación de la relación entre el diseño del cuello y del cuerpo de las urnas requirió la

reducción de la muestra a aquellos ejemplares en los que se pudieran reconocer ambas variables

(diseño del cuerpo y diseño del cuello) conjuntamente, lo que hizo que el n quedara reducido a

12 piezas. Se consideraron cuatro categorías principales, siguiendo a Nastri (1999):

Tipo A (cuello reflejo – cuerpo tripartito): 33,33 %

Tipo B (cuello rotacional – cuerpo con brazos): 25 %

Tipo C (cuello rotacional – cuerpo tripartito): 0 %

Tipo D (cuello reflejo – cuerpo con brazos): 8,33 %

Sin embargo, hay que destacar que un 33,33% de las urnas analizadas para Tafí del Valle,

no ha respondido a ninguno de los Tipos estipulados por Nastri. Dos de esas piezas presentan

una simetría con traslación en el cuello y un cuerpo tripartito (Anexo 2, Figura 11); una

presenta simetría refleja (invertida) con un cuerpo de zona única sin división con el puco de

base y la otra, simetría con traslación y el cuerpo con única zona, pero dividida la base (Anexo

2, Figura 33).

La muestra de pucos analizados es muy reducida; a ello hay que agregar que uno de ellos no

se encuentra en buenas condiciones de preservación, viéndose completamente imposibilitado un

análisis estilístico. De este modo es muy poco lo que se puede decir sobre la estructura del

diseño en los pucos santamarianos del valle de Tafí.

Siguiendo la propuesta de Perrota y Podestá (1978) se puede caracterizar la estructura del

diseño del puco Nº 1 por dos registros o bandas decorativas horizontales, la superior de las

83
cuales es geométrica, en tanto la inferior no es posible visualizarla (Anexo 2, Figura 35). El

puco Nº 3 también presenta dos registros o bandas decorativas horizontales; la superior

manifiesta motivos espiralados de serpientes bicéfalas y la inferior, geométricos (Anexo 2,

Figura 37).

VIII. 2. Definiendo el estilo: decoración pintada bicolor y tricolor

La presencia de decoración bicolor y tricolor ha sido uno de los elementos fundamentales a

partir de los cuales se ha definido al estilo santamariano y sus fases. Como se mencionó

anteriormente, las primeras fases fueron identificadas con la presencia de tres colores, en tanto

las últimas, con dos.

El análisis de los colores usados en la decoración se realizó a partir de los materiales

fragmentarios y de las piezas completas 90. La consideración de los fragmentos de LC ZVII D3

y STucTav15 indicó una preponderancia marcada de la decoración bicolor sobre la tricolor en

ambos sitios. Sin embargo, es importante destacar que la decoración tricolor presente en LC

ZVII D3 sólo alcanza tan sólo el 1%. Ver Anexo 3, Figura 15.

Una de las preguntas que surge a partir de estos resultados es si efectivamente se puede

hablar de un predominio del santamariano bicolor sobre el tricolor. La distribución heterogénea

de los colores en la superficie de las piezas santamarianas, así como la menor proporción

relativa de la presencia del tercer color (rojo o borravino), dificulta la definición de la

decoración tricolor a partir de una muestra fragmentaria como la que se está abordando en esta

parte del trabajo.

La evaluación de los colores presentes en la decoración de las piezas completas, de hecho

aportó resultados totalmente opuestos, haciendo evidente un porcentaje marcadamente superior

de piezas tricolor. En esta muestra se identificaron dos variedades para el tricolor, negro y rojo

90
Se trabajó con una categoría Indeterminado para aquellos fragmentos y piezas completas donde las
características de preservación no permitieron definir con certeza si la decoración era bicolor o tricolor.

84
sobre crema, y negro y borravino sobre crema; la suma de estas dos variedades decorativas

alcanza el 65% de la muestra, frente a un 32% del bicolor.

Considerando estos nuevos resultados, la duda sobre la representatividad de los tipos

decorativos cobra más fuerza. Sin embargo, no deja de ser llamativa la escasa presencia de

fragmentos con tres colores en la muestra fragmentaria.

VIII. 3. Integración de los análisis iconográficos y formales

A fin de ir integrando los datos obtenidos hasta el momento se evaluará la relación entre los

Grupos A y B arriba descriptos y la variación formal de algunos rasgos morfológicos

diagnósticos 91. Dado las características reducidas de la muestra de pucos, se decidió realizar el

análisis sólo con la muestra de urnas.

Se identificaron los rasgos morfológicos trabajados en el Capítulo VII en cada uno de los

grupos iconográficos establecidos en el acápite VIII. 1. 1. (Grupos A y B). Para el primero de

ellos (Grupo A) se trabajó con un total de 11 urnas (n = 11); para el Grupo B se trabajó con 6

urnas (n = 6). La categoría INDET. comprende el porcentaje de piezas en el que no fue posible

la determinación de las características del rasgo.

Rasgo morfológico Grupo A Grupo B


Sección de la boca del INDET..: 0% INDET.: 16,67%
cuello circular: 81,82% circular: 50%
elíptico: 18,18% elíptico: 33,33%
Labio INDET.: 45,45 % INDET.: 50%
recto: 36,36% recto: 50%
convexo: 9,09% convexo: 0%
mixto: 9,09% mixto: 0%
doble biselado: 0% doble biselado: 0%
Borde INDET.: 45,45% INDET.: 33,33%
Tipo 1: 0% Tipo 1: 0%
Tipo 2: 0% Tipo 2: 33,33%
Tipo 3: 9,09% Tipo 3: 0%
Tipo 4: 0% Tipo 4: 0%
Tipo 5: 45,45% Tipo 5: 33,33%
Cuello INDET.: 9,09% INDET.: 33,33%
evertido: 18,18% evertido: 0%
cóncavo: 45,45 % cóncavo: 16,67%

91
Se entiende por rasgos morfológicos diagnósticos aquellos utilizados en la definición de las fases en los estudios
tradicionales (Weber 1978; Perrota y Podestá 1973, 1978, entre otros)

85
recto evertido: 27,27% recto evertido: 33,33%
cóncavo evertido: 0% cóncavo evertido: 16,67%
Contorno del cuerpo INDET..: 0% INDET..: 0%
esferoidal: 0% esferoidal: 16,67%
elipsoidal horizontal: 0% elipsoidal horizontal. 0%
elipsoidal vertical: 0% elipsoidal vertical: 16,67%
ovoide: 100% ovoide: 66,67%
Sección del cuerpo INDET..: 0% INDET..: 0%
circular: 45,45% circular: 16,67%
elíptica: 54,55 elíptica: 83,33%
Constricción p. inf./p. INDET..: 0% INDET..: 0%
sup. ausente: 18,18% ausente: 66,67%
Cuerpo leve: 81,82% leve: 33,33%
marcada: 0% marcada: 0%
Constricción cuerpo / INDET..: 0% INDET..: 0%
cuello ausente: 0% ausente: 0%
leve: 18,18% leve: 33,33%
marcada: 81,82% marcada: 66,67%
Ubicación de las asas INDET..: 0% INDET..: 0%
parte sup. cuerpo: 0% parte sup. cuerpo: 0%
parte media-sup. cuerpo: 0% parte media-sup. cuerpo: 33,33%
parte media cuerpo: 81,82% parte media cuerpo: 33,33%
parte inferior cuerpo: 18,18% parte inferior cuerpo: 33,33%
Inserción de las asas INDET.: 18,18% INDET.: 16,67%
doble adherida: 0% doble adherida: 0%
doble remachada: 81,82% doble remachada: 83,33%
Perfil de las asas INDET..: 0% INDET..: 0%
correa trapezoidal horiz.: 27,27% correa trapezoidal horiz.: 50%
correa rectangular oblicua hacia correa rectangular oblicua hacia
arriba: 72,72% arriba: 50%
correa rectangular oblicua hacia correa rectangular oblicua hacia
abajo: 0% abajo: 0%
correa rectangular horizontal: 0% correa rectangular horizontal: 0%
Relación base-cuerpo INDET..: 0% INDET..: 0%
directa: 36,36% directa: 50%
inflexionada: 63,63% inflexionada: 50 %
Base INDET..: 0% INDET..: 0%
recta: 0% recta: 0%
cóncava: 100% cóncava: 100%

Más allá de la variabilidad morfológica que se expresa en el cuadro, pueden establecerse

algunas tendencias para ambos grupos.

En el Grupo A se observa un cuello predominantemente cóncavo, de sección circular. El

borde responde al Tipo 5 y el labio es recto. El contorno del cuerpo es ovoide, con una sección

circular y elíptica en proporciones similares. Las asas son doble remachadas y se ubican

mayoritariamente en la parte media del cuerpo; predomina la correa rectangular oblicua hacia

arriba. La constricción cuello – cuerpo es marcada, en tanto la que corresponde a la parte

86
inferior – parte superior del cuerpo es leve. La relación base – cuerpo se muestra inflexionada,

en tanto la base es, en todos los casos, cóncava.

En el Grupo B, en cambio, la forma del cuello predominante es la recta evertida, también

de sección circular. Los tipos predominantes de bordes responden al Tipo 5 y 2; el labio es

recto. El contorno del cuerpo es ovoide, aunque en este caso están también representadas otras

formas; la sección predominante es la elíptica. Las asas son doble remachadas, ubicadas en

igual proporción en la parte inferior, media y media – superior del cuerpo. Se observan

porcentajes idénticos para la correa rectangular oblicua hacia arriba y para la correa trapezoidal

horizontal. Al igual que en el Grupo A, la constricción cuello – cuerpo es marcada; sin

embargo, en la mayoría de los casos, la que corresponde a la parte inferior – parte superior del

cuello está ausente. La relación base – cuerpo presenta los mismos valores para la forma directa

y la inflexionada; la base es cóncava.

Como se observa, el Grupo A se manifiesta más homogéneo que el Grupo B. Los rasgos

son básicamente semejantes, sin embargo, las proporciones hacen que el segundo grupo

presente mayor variabilidad.

87
IX. La alfarería santamariana decorada en el Valle de Tafí

Finalmente se intentará efectuar una caracterización inicial de la alfarería santamariana local

desde el punto de vista tecnológico y estilístico, procurando evaluar la idea de la existencia de

una probable modalidad propia del Valle.

Desde el punto de vista de la potencialidad, las características y la accesibilidad de los

recursos minerales disponibles, se estableció la presencia de arcillas tanto residuales como

secundarias dentro del Valle, en espacios que se consideraron accesibles en términos espaciales

(más allá de otros factores de tono social, geopolítico, simbólico). Se trata de arcillas de

coloración amarillo – rojizas y castañas, estas últimas estratificadas y con nódulos ocráceos, de

las que, por el momento, se desconoce su aptitud para la manufactura cerámica. Asimismo, el

Valle cuenta con una amplia variedad de recursos minerales presentes en las pastas de las

cerámicas arqueológicas analizadas.

El análisis de estas últimas hizo evidente la presencia en los dos conjuntos (doméstico y

funerario) de una cierta regularidad en sus componentes, que incluyen un amplio predominio de

cuarzo y micas (biotita y muscovita), plagioclasas y vidrio volcánico. La presencia de

litoclastos es importante, destacándose los de origen volcánico y metamórfico, aunque los

plutónicos y sedimentarios no están ausentes; éstos y el tiesto molido serían agregados

intencionales de la cerámica. Es de remarcar la abundancia y persistencia porcentual de

inclusiones blancas, cuya génesis es aún desconocida.

La matriz arcillosa presenta tonos rojizos y marrones suaves, con interferencia de colores y

textura fina microcristalina con predominio de microlitos de cuarzo y microláminas de mica

(predominando la biotita sobre la muscovita). Esta similitud manifiesta en los componentes

descriptos entre las dos muestras analizadas sería un indicio de un mismo ambiente geológico

de extracción para ambos sitios, como es el caso de la abundancia de vidrio volcánico en la

pastas, manifiesto en trizas pequeñas, y en la relevancia relativa de los litoclastos volcánicos.

88
El análisis de la alfarería tuvo en cuenta solo materiales santamarianos decorados pintados,

con representación de un contexto doméstico y uno funerario; es a éste tipo de piezas que se

aplica la caracterización siguiente.

La construcción del objeto cerámico se efectuó por medio de técnicas de enrollamiento y

posiblemente el uso de moldes de cestería, logrando piezas cerradas (urnas) y abiertas (pucos).

Las primeras presentaron un tamaño medio entre 50 cms. y 60 cms. de altura, con un cuerpo de

mayor tamaño que el cuello, en una proporción cercana a las tres cuarta parte de la pieza. Hay

que destacar que también aparecieron piezas con una proporción invertida (el cuello más del

doble de largo que el cuerpo). El diámetro mayor, si bien suele encontrarse en la boca de la

urna, también se manifiesta en la parte superior del cuerpo. El cuerpo es predominantemente

ovoidal y el cuello recto – evertido. Estas piezas no suelen presentar una constricción marcada

entre el puco de base y el cuerpo. Las asas se ubican en la parte media del cuerpo, es decir,

justo por encima de la separación entre el puco de base y el cuerpo. Esta separación en

ocasiones se manifiesta morfológicamente, otras veces a través de la decoración. La base es

mayormente cóncava.

Los pucos analizados son escasos. Presentan una altura comprendida entre 9,5 cms. y

11cms. y un diámetro máximo de entre 22 cms. y 24 cms. La boca es restringida y el labio,

recto. Las asas son en algunos casos (la mayoría) verticales, trenzadas y labio adheridas, en

tanto en otras se presentan con forma circular y adheridas a la pared del puco. Las bases son, en

todos los casos, cóncavas.

El tratamiento de superficie del material analizado muestra un uso generalizado de engobe

crema en la superficie externa y, en algunos casos, se extiende a la superficie interna (superficie

interna de pucos y borde interno de urnas). También está presente la técnica del falso engobe,

principalmente en la pared interna de los pucos.

89
El empleo de pintura negra y rojiza, esta última con dos variedades, rojo y borravino,

determinó las variedades bicolor o tricolor de los ceramios. La presencia de apliques contribuyó

a la representación de los rasgos antropomorfos en las urnas.

Un aspecto de singular relevancia es la comparación entre el contexto doméstico y el

funerario, fundamentalmente debido a que se mencionan diferencias de este orden para el valle

de Santa María. En STucTav 15 la proporción de litoclastos sedimentarios y plutónicos es

menor, con un consecuente aumento relativo de los litoclastos metamórficos. Los litoclastos

volcánicos se presentan en porcentajes constantes en ambos sitios. Los valores registrados para

el tiesto molido manifiestan un predominio en el contexto doméstico, donde se identificaron en

todos los fragmentos analizados, a diferencia del contexto domésticos, donde sólo están

presentes en la mitad. Es importante destacar la coincidencia de los resultados con la propuesta

de Sjödin para el sitio El Pichao.

Las formas angulosas y subangulosas de las inclusiones predominan en las dos muestras,

aunque las primeras son proporcionalmente mayores para STucTav 15. Lo mismo ocurre con

las inclusiones redondeadas y subredondeadas, con valores mayores en el contexto funerario.

En general, predomina la densidad baja en ambas muestras.

El análisis del tamaño de las inclusiones hizo evidente, en la mayor parte de los casos,

tamaños entre 0,5 mm. y 1,0 mm.; los tamaños superiores están escasamente representados en

ambas muestras; su presencia es algo mayor en el contexto doméstico. Esta tendencia también

fue señalada para El Pichao.

El grado de homogeneidad del tamaño de los granos de las inclusiones es bajo. En este

carácter posiblemente incida la presencia de los litoclastos y el tiesto molido, que suelen

presentar tamaño grande, frente a las otras inclusiones, que se caracterizan por un tamaño fino –

medio. El porcentaje de selección muy pobre es mayor en el contexto doméstico, en tanto en el

funerario predomina la selección pobre.

90
La caracterización de la alfarería santamariana del valle de Tafí desde el punto de vista

estilístico permitió identificar dos tendencias: una, predominante, con motivos geométricos, y

otra menos representada, con motivos geométricos y figurativos. La caracterización

morfológica de estos grupos mostró mayor homogeneidad en el Grupo A que en el Grupo B.

A este último grupo pertenecen las piezas tempranamente descriptas para el valle de Tafí

por Ambrosetti, y Bregante y más tarde, también, por Caviglia y Nastri. En todos estos casos se

hace referencia a motivos zoomorfos, como el sapo, la serpiente y el suri. Los rasgos

antropomorfos típicos del santamariano aparecen representados por medio de pintura, apliques

o una combinación de ambos. La “frente” suele presentar adornos (vincha y diadema). Las

mejillas son mayormente grandes e independientes del resto del rostro.

La estructura del diseño en el cuerpo de las urnas tiene dos manifestaciones mayoritarias:

una con dos zonas verticales divididas por una banda vertical, sin división del puco de base y

otra que presenta dos zonas circulares formadas por los brazos, con división en la base. Una

manifestación particular es la de un cuerpo con una única zona decorativa con representación

del sapo con vientre ajedrezados y una cruz en el centro.

La decoración pintada en las piezas completas mostró un predominio del tricolor. Por el

contrario, en los materiales fragmentarios el bicolor alcanzó los mayores porcentajes,

destacándose la escasa representatividad del tricolor, que es prácticamente insignificante en el

sitio de los Cuartos.

La variabilidad de formas y diseños permiten inferir en primer instancia – partiendo de la

existencia de una cierta regularidad manifiesta en las “fases” descriptas por los autores ya

referidos, más allá de su efectiva relevancia en el orden cronológico – la representación de las

fases 2, 3, 4 y 5 entre la alfarería hallada en el Valle de Tafí. La asociación con materiales

incaicos para algunos sitios de la región oriental del valle, definen, al menos parcialmente, su

espectro temporal (Manasse et al 2004).

91
X. La alfarería santamariana de Tafí en el marco regional

Teniendo una primer caracterización de la cerámica santamariana decorada del valle de

Tafí, se procurará compararla con aquellas regiones aledañas con las cuales habría habido una

interacción social, económica y / o política, más allá de los tiempos en que haya sucedido y la

relevancia que haya adquirido.

Lamentablemente no se cuenta con información proveniente de las regiones

pedemontanas orientales, razón por la cual se trabajará a partir de los resultados de estudios

efectuados sobre cerámica proveniente de tres sitios tardíos del Valle de Santa María: El Pichao
92
, Rincón Chico 93 y Loma Rica de Shiquimil 94.

Para estos tres sitios se supone manufactura local, al menos para una parte de la alfarería

recuperada en las investigaciones. Las fuentes de arcilla son diversas y se localizan en distintos

puntos del Valle de Santa María. Palamarczuk (2002) señala el significativo potencial de

arcillas sobre su lado oriental. Interesa señalar la existencia de varias fuentes que, de hecho, no

se encuentran tan distantes del Valle de Tafí y que pudieron haber sido explotadas desde esta

última zona. La accesibilidad estaría dada desde dos vías diferentes: una abordando la Quebrada
95
del Infiernillo y la otra, cruzando el cerro Muñoz 96.

Sin embargo, y teniendo en cuenta las propuestas de la etnoarqueología sobre las

distancias que se suelen recorrer para acceder a las arcillas, además su disponibilidad dentro del

espacio tafinisto, es muy factible que al menos algunas vetas locales hayan sido explotadas para

la manufactura de la cerámica santamariana hallada en Tafí. Así lo parecen sugerir los

resultados antes expuestos en este texto.

92
Cornell y Sjödin 1989, 1990
93
Piñeiro 1996 Caviglia 1985; Nasti 1999; Tarragó et al. 2001; Tarragó y Renard 2001; Palamarczuk 2002
94
Schwartz 1991
95
Se puede señalar las arcillas de Ampimpa y Los Colorados (marrón oscura de muy buena calidad) analizados por
Cremonte (1988); las de La Puntilla, cerca de Amaicha (marrón rojizo), de El Tío (marrón rojizo claro) o las de la
Formación Caspinchango, en la barranca norte de uno de los afluentes del río Amaicha.
96 Podemos referir las arcillas de la Formación San José en las cercanías de Lorohuasi (rojizas de excelente
calidad), como así también las de la zona de Entre Ríos (marrón muy plástica).

92
La composición de inclusiones de las pastas de la alfarería de estos distintos sitios, así

como los de Tafí revela una cierta homogeneidad, con diferencias menores que posiblemente

respondan a la variedad de los recursos minerales disponibles.

Para el norte del valle de Santa María la alfarería santamariana (El Pichao) se caracteriza
97
por presentar como inclusiones litoclastos medianos y pequeños, cuarzo, feldespato, micas y

tiesto molido. Sjödin (1990) identifica, además, arena de pumitas, que hasta el momento no

había sido referida en la bibliografía para los materiales santamarianos. Este último carácter es

de interés en función de la relevancia de los componentes volcánicos en las inclusiones de la

alfarería santamariana de Tafí. Sjödin asevera que esas arenas habrían sido intencionalmente

agregadas a la pasta, sin embargo en el caso de Tafí ello no sería tan claro. Habría que avanzar

más en el estudio de las arcillas locales, sin embargo, es poco probable que las trizas de vidrio

volcánico hayan sido agregadas ex profeso en las pastas.

De igual manera se sugiere para Pichao el agregado intencional de tiesto molido (lo que

también se propuso para Tafí) y de fragmentos de roca (destacándose granodioritas y dioritas).

Un elemento de interés respecto a los estudios efectuados en Pichao, es que también allí

se trabajó sobre muestras de contextos domésticos y funerarios. La diferencia establecida

presenta coincidencias con lo que se pudo observar en el valle de Tafí en lo que respecta, por

ejemplo a las características de densidad y tamaño de inclusiones de la cerámica. En el caso de

Pichao, las diferencias se explican en términos funcionales; la alfarería con mayor tamaño y

densidad de inclusiones (coarse ware) se usaría en las tareas domésticas, en tanto las de mayor

tamaño y densidad (fine ware) en contextos donde cumplirían la función de “ser vistas” (Sjödin

1990).

Para el sitio Rincón Chico, localizado en el sector medio del valle de Santa María, se

propuso la hipótesis de una producción especializada de alfarería santamariana. Ello hace que

97
Si bien en un primer trabajo Cornell y Sjödin (1989) remarcan como una particularidad de la alfarería del Pichao
la escasez de inclusiones de biotita, señalando su inexistencia en el entorno geológico del área, en un trabajo poco
posterior, incluyen la biotita como una inclusión más, con frecuencias aparentemente semejantes a la de la
muscovita.

93
este locus sea de especial interés. Allí se identificaron cinco estándares de pasta para el

santamariano pintado (Tarragó et al 2001). Se refiere a la presencia de inclusiones minerales

(predominio de cuarzo, micas, plagioclasa) tiesto molido y litoclastos. Este último componente,

que solo fue identificado en el estudio de secciones delgadas, presenta distintos orígenes:

metamórfico, volcánico (Cremonte en Tarragó y Renard 2001) y plutónico (Palamarczuk 2002).

Los análisis de lupa realizados no parecen dar cuenta de la presencia de ningún tipo de

litoclastos 98.

Con una cocción oxidante completa, a excepción de las piezas de mayor tamaño en las

cuales puede ser incompleta, las piezas presentan una pasta con baja porosidad. La densidad de

las inclusiones ronda entre el 5% y el 30%, siendo su tamaño bastante heterogéneo. Sus formas

también son heterogéneas.

Si se compara con Tafí, la cocción presenta las mismas características. La variedad de

inclusiones también es notoria aquí. En lo que respecta a los litoclastos hay que señalar el

predominio de los de origen volcánico y metamórficos para Tafí. Es posible que ello responda a

las características geológicas del área de aprovisionamiento de los recursos empleados.

La manufactura tiene algunas semejanzas también. Es el caso de una baja porosidad de

la pasta, la que, sin embargo, puede estar estrechamente vinculada a la función a la que se

destina la pieza. A diferencia de los materiales de Rincón Chico, la densidad de inclusiones en

las piezas analizadas para Tafí, es porcentualmente más baja, llegando a un predominio del 5%.

Ello también se nota para las formas de las inclusiones, con un predominio de aquellas

angulosas.

Siguiendo con la propuesta de que Rincón Chico pudo haber sido un emplazamiento con

producción artesanal especializada de la alfarería santamariana, es posible que se deba esperar

estudios más profundos para poder cotejar los datos. Sin embargo, la alta variabilidad de sus

98
Sin embargo, hay que tener en cuenta - si se pretende utilizar esta información con fines comparativos – que
solo se han realizado un total de cinco cortes delgados para la cerámica santamariana pintada de Rincón Chico
(Cremonte 2001 y Palamarczuk 2002).

94
pastas (cosa que también es observada para El Pichao) podría ser un punto interesante a tal

efecto.

El sitio de Loma Rica de Shiquimil ha sido menos estudiado, sin embargo, los trabajos

efectuados por Schwartz permiten avanzar en la comparación con materiales de esta localidad

arqueológica. La realización de un número relativamente importante de cortes delgados provee

de una plataforma comparativa bastante más amplia. Se da cuenta de la presencia de litoclastos

entre las inclusiones minerales de la alfarería de Loma Rica, con un predominio de los de

origen metamórfico sobre los plutónicos, acorde con las características geológicas del área.

Entre las inclusiones también se identificó el tiesto molido, que parece disminuir en la cerámica

bicolor. De ser así, se estaría frente a una diferencia con lo que se ha registrado para Tafí, en

donde la presencia de este elemento mantiene porcentajes constantes.

El uso de la alfarería santamariana es un aspecto que recién se está explorando en los

últimos años. La posibilidad de trabajar con diferentes contextos permitió avanzar en este

sentido. Distintos investigadores están planteando la posibilidad de un uso doméstico (que no

excluye el funerario) de la alfarería decorada de este estilo. Una manufactura de piezas sobre

pastas muy heterogéneas, pero con un patrón decorativo relativamente homogéneo en Pichao

(Sjödin 1990), la presencia de urnas con hollín en su superficie externa (Palamarczuk 2002) o

de huellas de usos en algunos de los materiales en Rincón Chico (Piñeiro 1996), serían

elementos que apoyan esa idea.

Los materiales recuperados en un contexto doméstico como el de LC ZVII D3 incluyen

la forma puco y urna, siendo mayoritaria la primera. El hallazgo de otros contextos domésticos

del Valle de pucos con posibles huellas de uso (Manasse 2003) también parecen apuntar en la

dirección sugerida. Hay que recordar que las dos formas están documentadas para el contexto

funerario de La Ovejería. Por otro lado, en este contexto funerario también se encontró alfarería

con características utilitarias en cantidades no despreciables. El tamaño de las bases

recuperadas hace pensar en vasijas de grandes dimensiones.

95
Desde el punto de vista estilístico no se abordará un estudio comparativo por cada uno de

los sitios mencionados para el valle de Santa María, ya que no se cuenta con información

suficiente al respecto. En cambio, ser realizarán algunas revisiones de carácter más general.

Caviglia (1985) y Nastri (1999) proponen, siguiendo la línea ya propuesta por otros

investigadores, la posibilidad de que existan variaciones regionales del estilo. La

caracterización de la alfarería de Tafí da cuenta de claras similitudes con los rasgos del estilo

definido para el valle de Santa María; son notables las diferencias, en cambio, cuando se la

compara con la información existente para valle Calchaquí. Esto tiene fuertes implicancias si se

considera la idea de que las características del estilo pueden estar marcando áreas de influencia

político-social en lo que hace a las sociedades santamarianas (Tarragó 1995; Piñeiro 1996).

Los datos recuperados hasta el momento no permiten hablar de una variedad estilística

local para el santamariano de Tafí. La propuesta de Bregante, de una variedad morfológica local

para este valle, es difícil de cotejar, ya que aquellas piezas que responderían al patrón formal

del cuerpo, carecen de una porción importante del cuello. De igual modo, es necesario señalar

que la particularidad iconográfica señalada por Ambrosetti, no se ha repetido en la muestra

analizada, así como tampoco, la identificada por Nastri, de la colección Zavaleta.

El único dato, la franja roja de la guarda lateral de la urna, que fuera señalado por

Caviglia, carece de valor desde el momento de que se trata exactamente de la urna que en el

registro de esta investigación lleva la identificación MJLB 32.

96
XI. El valle de Tafí durante el segundo milenio de Era Cristiana: pensando a partir del
estudio de la alfarería.

La primera mitad del segundo milenio de la era cristiana es, como en todo el NOA,

tiempo de ocupaciones aborígenes en el Valle de Tafí. La alfarería que fue apareciendo como

resultado de excavaciones realizadas para ejecutar obras públicas y / o privadas, a más de

algunas pocas, producto del interés científico, dieron cuenta de que este período de la ocupación

humana del Valle ha sido bastante relevante tanto desde el punto de vista poblacional, como

desde uno, geopolítico.

Abordar el estudio de la tecnología de estos pueblos tuvo por objetivo comenzar a

desentrañar su dinámica social. Los aspectos sociales, políticos e incluso económicos se

conjugan en el objeto cerámico, al igual que en otros productos culturales. Una alfarería como

la santamariana, material conspícuo de una época de los valles calchaquíes, ha sido objeto de

análisis por excelencia para procurar avanzar en el conocimiento y la comprensión de estas

sociedades tardías.

Lejos de efectuar conclusiones, en este último punto de la Tesis se van a presentar

algunas reflexiones sobre este período del pasado tafinisto, surgidas a partir del estudio de

alfarería representativa - a priori - de esos tiempos en el Valle. A lo largo de los anteriores

capítulos se llevó a cabo una caracterización tecnológica y estilística de alfarería decorada

santamariana, que fuera recuperada en dos contextos diferentes en el Valle de Tafí: un contexto

doméstico en el Este (Los Cuartos, Zona VII, depresión 3) y uno, funerario en el Oeste (El

Linde, La Ovejería). Los resultados de los estudios efectuados permiten comenzar a discutir las

diferentes interpretaciones que se efectúan sobre el rol del Valle de Tafí en el denominado

período Tardío o de Desarrollos Regionales.

Si, como sostienen Núñez Regueiro y Tartusi, el valle de Tafí habría constituido un área

de paso de poblaciones santamarianas, procedentes del piedemonte oriental, en su derrotero

hacia las sierras, sería dable esperar ocupaciones breves, de poca relevancia espacial y una

tecnología alfarera de rasgos posiblemente alóctonos. Si partimos de la propuesta tradicional de

97
la secuencia cerámica santamariana, cabría también esperar la presencia de alfarería

predominantemente tricolor en el valle de Tafí.

Desde un punto de vista tecnológico ha quedado manifiesto, en el desarrollo del estudio

efectuado, que habría un conocimiento de los recursos disponibles a nivel local, además de

ciertas particularidades que distinguen a esta manufactura, como el significativo uso de rocas

volcánicas. Habrá que esperar que se desarrollen estudios de la alfarería santamariana del área

pedemontana oriental, para poder avanzar en nuevas interpretaciones al respecto.

Desde un punto de vista estilístico hay que señalar, acorde a las expectativas arriba

señaladas, la relevancia de las piezas tricolores en las colecciones analizadas. Pero, también hay

que tomar en cuenta que ellas no son representativas de las fases más tempranas de la

secuencia, ya que parecen responder, antes bien, a las fases II y III. Si se toma en cuenta que en

el Valle de Santa María sí aparecen piezas que responderían a las características propuestas para

las fases 0 y I, además de que allí aparece una continuidad estilística con la representación de

las fases siguientes, queda por evaluar si estas seriaciones son realmente estrategias útiles, en

este caso, a fin de analizar el proceso de desarrollo poblacional de la región.

Tampoco hay que olvidar que hay una cierta variedad de formas y decoraciones en las

piezas completas. Ella estaría dando cuenta de una diversidad de expresiones, que responderían

a manifestaciones sociales relativamente heterogéneas dentro del valle de Tafí, siendo, por

tanto, propias de una ocupación más relevante tanto desde lo temporal como de lo poblacional.

En esta misma línea de reflexión es necesario volver sobre el sitio El Linde (S.Tuc.Tav.15). Se

trata de uno de los pocos cementerios santamarianos descubiertos en el valle de Tafí. El número

de entierros es considerable, pudiendo trabajar sobre la hipótesis de un tiempo de uso

relativamente importante. Es decir, refleja por sí solo una cierta permanencia en el Valle,

98
tiempo en el cual la gente vivió y enterró a sus muertos, tiempo en el cual, además, entablaron

ciertos lazos con la tierra, que los llevaron a elegir a Tafí como sitio de entierro 99.

La propuesta sostenida por Tarragó y su equipo asume una expansión de la sociedad

santamariana hacia regiones orientales, con fines de complementariedad económica / ecológica.

El valle de Tafí habría funcionado como una “colonia” del valle de Santa María. Lejos de poder

desechar o confirmar esta hipótesis, los estudios de la alfarería santamariana decorada dieron

algunos resultados interesantes.

Los rasgos estilísticos denotan una ocupación ciertamente prolongada en el tiempo, si se

parte de una cierta validez de las fases de la secuencia alfarera santamariana aún para regiones

como el valle de Tafí. La existencia de un patrón tecnológico común con el del Valle de Santa

María - con variaciones menores -, a más de características estilísticas afines (y diferentes a

otras regiones de los valles occidentales) sugieren la existencia de vínculos y de un cierto grado

de articulación.

Sin embargo, tomando en cuenta la propuesta de Murra (1976), estos lazos podrían

haberse visto afectados, en mayor o menor medida, por las distancias y los tiempos, dando lugar

a un posible debilitamiento de las relaciones. Así, por ejemplo, pudo observarse que los rasgos

tecnológicos de la alfarería de Tafí también presentan sus particularidades, respondiendo

posiblemente a los recursos más accesibles y disponibles en la región. La hipótesis de la

utilización de recursos locales hace pensar en un conocimiento y aprovechamiento del medio

local, así como el establecimiento en esta región de relaciones sociales y políticas vinculadas a

la producción.

De esta manera, es sugerente la relevancia que cobra el espacio tafinisto en el marco de

los valles calchaquíes. Sería más que un simple espacio de obtención de recursos. Aquí también

se están construyendo relaciones dentro del medio social y el medio físico. Y es altamente

probable que ellas superen la interacción en el marco de ese macro-espacio.

99
Otra alternativa es que haya sido producto de un entierro en cierto modo masivo. Este tipo de hipótesis tendría
que ser cotejada con estudios antropofísicos, pero ello se ha visto dificultado por el intenso huaqueo a que ha sido
sujeto este sitio.

99
El valle de Tafí se muestra, entonces, como un espacio con un asentamiento

santamariano importante en el segundo milenio de la era cristiana. Éste uso del espacio tafinisto

presenta, sin embargo, un conjunto de características que, aunque afines con el santamariano

regional, permiten pensar en ciertas particularidades - que desde lo tecnológico se extiende a su

organización social y quizás política -. Serían poblaciones con claros vínculos con los valles

occidentales. Sin embargo, aún no se está en condiciones de inferir el origen y las

características de los mismos.

Quedan aún muchas preguntas por responder. Muchas más, seguramente, las que quedan

por formular. Es importante la riqueza y complejidad de las sociedades santamarianas, así como

también es compleja la situación del valle de Tafí en esta época. Es por ello que esta tesis tiene

por mayor mérito, la apertura de un largo camino de investigación, que seguramente adquirirá

“nuevas formas y estilos”. En lo particular, la próxima vía de abordaje será el estudio

tecnológico más profundo de materiales santamarianos y sus asociaciones en contextos

geográfica y funcionalmente diversos en el valle de Tafí.-

100
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Deseo expresar mi profundo agradecimiento a un conjunto de personas e Instituciones que

colaboraron en mi formación,

En primer lugar a la Universidad Nacional de Catamarca y a la Escuela de Arqueología, a

quienes les debo la posibilidad de desarrollarme como profesional, particularmente a la Lic.

Graciela de Battista.

A Bárbara, mi directora y mi amiga, por su orientación, paciencia y constante seguimiento,

y por los momentos compartidos cerca y lejos de la Arqueología

Al Dr. Toselli, la Geól. Ramona Ovejero de Indri y los Mgter. Guillermo de la Fuente y

Martín Orgaz por brindarme sus conocimientos y su apoyo a lo largo de esta última etapa.

A mis compañeros de la Dirección de Antropología, en particular a Carlos Nazar y Viviana

Roldán, con quienes compartí hermosas mañanas.

A los grandes amigos que esta carrera me permitió conocer, Lalo Cruz, Malena Luna,

Marcelo Garma, Verónica Orellana, Lorena Vaqué, Edith Valverdi, Eduardo Herrera y todos

aquellos que me acompañaron en este camino.

A mis padres y mis hermanos, que me apoyaron, me entendieron y a los que debo una gran

parte de lo que soy. A Héctor, que desde algún lugarcito todavía me cuida.

Finalmente agradezco a la Arqueología por dejarme penetrar en ese maravilloso mundo de

conocimientos y pasiones...

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